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ESTILO TERAPÉUTICO Y RELACIÓN CON EL PACIENTE

© 2012. Ma. Angeles Ruiz, Martha Isabel Díaz y A. Villalobos

ESTILO TERAPÉUTICO

Ellis resalta diferentes aspectos relacionados con el estilo y actitud que adopta el terapeuta en la
TREC, entre los que cabe resaltar:

• Ser activo y directivo, sobre todo con aquellos pacientes que muestran una gran
resistencia o que presentan un alto grado de perturbación emocional. Para Ellis, ayudar
a corregir creencias irracionales y comportamientos disfuncionales exige mucha
actividad y estilo directivo por parte del terapeuta para contrarrestar su fuerte arraigo
debido a la enorme tendencia a la repetición que tenemos los seres humanos.

• Ser verbalmente muy activo y promover, al mismo tiempo, la participación del


paciente. Puesto que la parte fundamental de la Terapia se dedica a la “discusión y
debate”, el terapeuta debe estar continuamente haciendo preguntas y cuestionando
pensamientos para estimular a la persona a cuestionarse todas aquellas creencias que
puedan estar a la base de su trastorno emocional o conductual.

• Ser didáctico y comportarse como un buen profesor. El terapeuta debe procurar


utilizar un lenguaje claro y asequible y ayudarse de cualquier material de lectura o
grabación que facilite la comprensión de los fundamentos teóricos de la TREC para
saber que la persona pueda comprometerse en el cambio.

• Saber promover cambios en la filosofía de vida. El terapeuta ha de señalar al


paciente, de forma clara y didáctica, la influencia positiva de adoptar una filosofía de
vida más saludable, basada fundamentalmente en los 13 valores de salud mental.

• No fomentar la catarsis puesto que considera que sus efectos terapéuticos son muy
limitados. Aunque pueda en el momento aliviar el malestar, a mediano y largo plazo
puede ser perjudicial pudiendo reforzar las creencias irracionales que están en la base de
esas emociones.

• Ser flexible. Ellis señala que la flexibilidad, el carácter antidogmático y no absolutista


es precisamente una premisa básica de la TREC y, por consiguiente, requisito
indispensable para un terapeuta racional emotivo. Por consiguiente, siempre y cuando
se respeten los principios teóricos en los que se basa la TREC, pueden admitirse
variaciones en el estilo terapéutico que permitan tener en cuenta las características del
paciente, del terapeuta y de la interacción de ambos. Dryden y Ellis (1986) sugieren
que, aunque no existe evidencia empírica que lo avale, es conveniente evitar un estilo
muy directivo con personas dependientes, un estilo demasiado activo con personas muy
pasivas, un estilo demasiado intelectual y racional con personas obsesivas y un estilo
muy amigable y emotivo con personalidades histriónicas.

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• Estilo terapéutico informal. Los terapeutas TREC tienden a mostrar por lo general un
estilo terapéutico informal en las sesiones salvo en los casos en los que no se considere
pertinente. Dryden (2009) afirma que el estilo informal del terapeuta puede ser
relevante por varios motivos. En primer lugar, puede ayudar al paciente a ver que el
terapeuta aplica consigo la filosofía que le pretende transmitir: se toman a sí mismos y a
su papel en serio, pero no demasiado en serio. En segundo lugar, tiende a disminuir la
distancia emocional entre el terapeuta y el paciente sin perder de vista el hecho de que
esta relación se ha establecido para ayudar al paciente a alcanzar sus objetivos
terapéuticos. En tercer lugar, muestra al paciente que si bien como terapeuta tiene
mayor conocimiento profesional sobre cómo tratar con las dificultades, el malestar y
sobre las técnicas más efectivas para promover el cambio; como ser humano, es tan
falible, cambiante y complejo como él, y por tanto, tampoco merece una única
calificación global sobre su valía personal.

RELACIÓN CON EL PACIENTE


La relación interpersonal que se debe mantener con el paciente asume la mayor parte de los
principios básicos señalados por Rogers (1957) de aceptación incondicional, empatía, respeto y
autenticidad. No obstante, en la TREC se considera que no todas ellas son necesarias, así como
ninguna es suficiente. Junto a estas características, con sus correspondientes matices, se
recomiendan otras que también pueden favorecer la alianza terapéutica y el proceso de cambio.

• Aceptación incondicional. En la TREC se considera importante que el terapeuta


muestre hacia el paciente aceptación incondicional, entendiendo la incondicionalidad
como la ausencia de juicios valorativos globales, tanto positivos como negativos. Es
decir, mostrar a los pacientes que son aceptados incondicionalmente como seres
humanos falibles, ni inútiles ni más valiosos, ya que son demasiado complejos para ser
valorados por sólo una o varias conductas. Ellis (1987) considera igualmente que el
terapeuta no debe mostrar una especial calidez, atención, cuidado y apoyo hacia el
paciente puesto que aceptar no significa amar o aprobar, y desde el punto de vista de los
objetivos de la TREC estas actitudes del terapeuta hacia el paciente pueden interferir
con los objetivos de la terapia. En este sentido, mostrar una especial calidez, atención,
cuidado y apoyo pueden servir para reforzar, sin pretenderlo, las creencias irracionales
del paciente relacionadas con la necesidad de aprobación o de amor, la intolerancia a la
frustración y las creencias irracionales de necesidad permanente de ayuda y apoyo de
otras personas para afrontar las dificultades y adversidades que le depara la vida. A
pesar de estas indicaciones generales, Ellis reconoce que bajo ciertas condiciones y
según la intensidad del malestar emocional del paciente, sobre todo cuando hay una
depresión importante o existen ideas suicidas, es conveniente que el terapeuta muestre
una mayor calidez y apoyo durante el tiempo que considere necesario y,
progresivamente, ir estableciendo la distancia adecuada que permita no encubrir
creencias irracionales como las anteriormente señaladas.

• Empatía. El terapeuta ha de ser empático con el paciente. No sólo ha de mostrarle


empatía afectiva, -hacer sentir al paciente que comprende sus sentimientos-, sino
también ha de hacerle sentir que comprende la filosofía que subyace a sus sentimientos.

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• La empatía filosófica es fundamental en la TREC porque si el paciente no siente que el
terapeuta entiende su filosofía de vida, puede pensar que las creencias irracionales que
le va señalando no son tales, ni tienen por qué estar afectándole negativamente, sino que
el terapeuta no le comprende y, por consiguiente, no procede al cambio de creencias.

• Tener sentido del humor. Tener sentido del humor y saber utilizar la ironía y la broma
son características del terapeuta especialmente valoradas por la TREC. El terapeuta ha
de utilizar el sentido del humor para resaltar algún aspecto concreto del paciente, pero
nunca para reírse de él o ridiculizarle como persona. Es más, ha de ser capaz de reírse
con el paciente y no de reírse sólo de su conducta o creencia. La utilización del sentido
del humor como procedimiento de intervención en la TREC parte del punto de vista de
Ellis (1987) de que la perturbación psicológica se produce a veces porque las personas
se toman demasiado en serio a sí mismas, a los otros y/o a los acontecimientos de la
vida. El humor del terapeuta, bien utilizado, es eficaz porque puede ayudar a los
pacientes a distanciarse de sí mismos y a ver lo ridículo de su pensamiento o
comportamiento irracional, facilitando con ello su determinación de pensar y actuar
racionalmente. Al igual que con otras intervenciones, la TREC afirma que no siempre
es adecuado ni efectivo utilizar el sentido del humor por varias razones, entre las que
cabe resaltar que no todos los pacientes lo entienden o les parece oportuno, y no todos
los terapeutas tienen el sentido del humor apropiado, o no lo saben utilizar en un
contexto terapéutico.

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