https://elpais.com/elpais/2018/08/06/buenavida/1533567752_287272.html?
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"Sí, me he lavado los dientes". "No, hoy no tengo deberes". "Aún no me han dado las
notas". "Me he quedado a dormir en casa de una amiga"... Las mentiras de los niños son tan
habituales que madres y padres están más que acostumbrados a ellas. Lo que, según los
psicólogos infantiles, puede resultar más preocupante es que la insinceridad se convierta
ya a esa edad temprana en un hábito. Que el pequeño desarrolle apego a no decir la
verdad y, peor aún, compruebe que mentir le funciona (generalmente, para evitar un
castigo). Si no se corrige a tiempo, añaden los expertos, podemos estar asistiendo a la
formación de un gran mentiroso en la edad adulta.
Según Silvia Álava, psicóloga clínica y educativa del Colegio Oficial de Psicólogos de
Madrid (COP), las mentiras infantiles pueden agruparse en dos categorías. "Una es la
fabulación: se están inventando una historia, tremendamente fantástica. Cuando son
pequeños tienden mucho a hacerlo, porque aún confunden la realidad con la ficción",
describe. En este caso no hay que alarmarse. "Se les puede decir: 'Qué historia tan bonita', y
sonreír. No lo hacen adrede y no hay maldad", añade.
Otra cosa son las mentiras que buscan un objetivo, orientado a buscar su beneficio o
evitar un perjuicio según señala Silvia Álava. "El niño hace un análisis muy rápido y piensa
que para evitar que le regañen, lo mejor es mentir".
La larga lista de razones: desde fardar hasta proteger a un amigo o mantener la intimidad
Esquivar un castigo es el principal motivo que lleva a los niños a engañar, pero no el único.
"También pueden mentir para proteger a sus amigos, sobre todo a partir de Primaria (siete u
ocho años); para evitar la vergüenza o la humillación; porque lo aprendan de los
padres; para presumir o alardear, como puede verse en edades posteriores en redes
sociales; para conseguir algo que no se puede conseguir de otra manera; protegerse de
algún daño; ganarse la admiración de los demás; evitar crear una situación embarazosa;
mantener la intimidad cuando empiezan a tener relaciones sexuales; o demostrar su poder
frente la autoridad, lo que ocurre mucho en los colegios", enumera Alicia Banderas,
psicóloga clínica y autora, entre otros libros, de Niños sobreestimulados (2017).
Podemos estar a las puertas de un problema cuando las mentiras "empiezan a repetirse más
o son más gordas", señala Banderas. Entonces, "implican inadaptación en los niños, una
ruptura de reglas sociales, el rechazo de sus iguales, desajustes familiares y problemas
psicológicos en la edad adulta", añade. Esto es, corremos el riesgo de que ese hábito se
perpetúe. "Aunque tendría que ir asociado a otros rasgos de personalidad, como un carácter
antisocial", concluye.
El psicólogo Paul Ekman, de la Universidad de California en San Francisco, y autor del
libro Why Kids Lie? (¿Por qué mienten los niños?, 1991), es un referente en el campo de la
mentira. La ha estudiado en políticos, en la publicidad y, por supuesto, en la infancia.
Defiende que "virtualmente todos los críos" mienten. Pero cuando esa conducta persiste
durante demasiado tiempo o se hace crónica, "los padres tienen una seria razón para
preocuparse".
No vaya a pillar, hasta que sea un adolescente y sus mentiras sean más elaboradas
Como sostiene Silvia Álava, "si el niño se da cuenta de que la consecuencia no es tan
grande o de que así evita la regañina, va a seguir haciéndolo. Cuando sigue mintiendo de
adulto es porque no ha medido la importancia que tiene la mentira desde el punto de
vista emocional". Un estudio de la psicóloga Magda Stouthamer-Loeber, de la Universidad
de Pittsburgh (EE UU), concluye que la mentira en la etapa infantil predice bien la
delincuencia y otros desórdenes en la edad adulta. Para prevenir males mayores, los
especialistas recomiendan seguir una serie de pautas.