1. La Ilustración
El movimiento intelectual que se conoce con el nombre de Ilustración se inicia en
Francia a finales del siglo XVII, para alcanzar toda su fuerza a lo largo del siglo XVIII,
extenderse por Inglaterra y Alemania hasta culminar con la Revolución Francesa de 1789. Sus
características principales son: una decidida postura antidogmática y escéptica en religión; que
llevó desde la exigencia de tolerancia, la crítica de los elementos legendarios o milagrosos, el
anticlericalismo, etc... hasta un abierto materialismo ateo; entusiasmo por lo racional entendido
como cálculo matemático, observación empírica y análisis; vocación antitiránica y liberal en lo
político, preocupación por la "felicidad pública" que va desde el despotismo ilustrado hasta el
igualitarismo democrático; fe optimista en el progreso ya ininterrumpido del espíritu humano y
de las instituciones sociales. Predomina el menosprecio del pasado, la convicción de que a
partir del siglo XV comienza la verdadera historia del hombre, finalmente en vías de librarse del
oscurantismo y la superstición en que le habían mantenido las falsedades de los sacerdotes y
el terror a los déspotas. Frente a las tinieblas de la magia y la leyenda, el siglo XVIII quiere ser
el Siglo de las Luces: luces de la razón humana, desprejuiciada y rigurosa —el mayor elogio
que podía hacerse de alguien era declararle poseedor de un "espíritu geométrico"—, para
despejar las nieblas de la verdad revelada, los dogmas de la Iglesia o el arbitrario derecho
divino de los monarcas.
A comienzos del siglo ilustrado, Francia vivía los últimos años del próspero pero
absolutista y autoritario reinado de Luis XIV. El período de la Regencia relajó mucho las pautas
de autoridad, al tiempo que aumentó grandemente la corrupción y la licencia de las
costumbres. La nobleza, debilitada y convertida en cortesana por Luis XIV, terminaría por
corromperse totalmente, en provecho de una burguesía educada y crítica, dispuesta a no
respetar los privilegios pasados ni la administración teológica del conocimiento, que ella debía
encauzar hacia el desarrollo técnico y la democracia constitucional. Los principales
precedentes teóricos de la Ilustración los hallamos en las filosofías de Spinoza y Locke,
Leibniz, así como el ya plenamente ilustrado David Hume. El primer autor francés que inicia lo
que será después la Ilustración es Pierre BAYLE, que publica su "Diccionario histórico y crítico"
en los últimos años del siglo XVII. Esta obra es un monumento de inteligente escepticismo:
Bayle muestra que las polémicas teológicas de la época, por ejemplo la que había enzarzado a
jansenistas y jesuitas, son irrelevantes y no pueden llevar más que a la confusión y la
intolerancia, pues versan sobre temas que escapan al control de la razón humana. En realidad,
lo más útil y fiable de la razón es su lado crítico y negativo, que muestra los errores de las
creencias establecidas; en cambio, los intentos positivos de explicar racionalmente la
naturaleza de Dios o de probar su existencia, las justificaciones del mal y su conciliación con la
omnipotencia divina, etc... han acabado siempre en estrepitosos fracasos teóricos, agravados
por sangrientas persecuciones inquisitoriales contra los escépticos o disidentes. En estas
materias no racionales, sino reveladas, lo recomendable es la fe privada y la tolerancia pública.
El protagonista de la Ilustración francesa es sin duda el phílosophe, figura que no
puede confundirse sin más con el "filósofo" en sentido tradicional. El phílosophe no fue
generalmente un filósofo académico ni dedicado a la enseñanza pública; tampoco se interesó
por las causas primeras de las cosas, ni por los principios universales y necesarios de la
realidad: la mayoría de ellos no publicaron ningún libro sobre los grandes temas metafísicos y
ninguno fue teólogo. El phílosophe fue el hombre culto, informado en ciencias y artes, libre de
la superstición religiosa y de ánimo liberal y tolerante; sus temas predilectos fueron las ciencias
físicas, la filosofía de la naturaleza, la matemática, la economía, la denuncia de las leyendas y
supersticiones y la orientación de las costumbres hacia una mayor felicidad privada y pública.
No vivió alejado del mundo ni fue hostil a los placeres y ventajas de la convivencia. En la voz
"Philosophe" de la Enciclopedia, artículo escrito por el gramático Dumarsais, se dice: "Nuestro
phílosophe no se cree exilado en este mundo; no se considera tampoco en país enemigo;
quiere gozar con sabia economía de los bienes que la naturaleza le brinda; quiere encontrarse
a gusto con los otros: y para encontrarse a gusto, hay que saber darlo: de modo que pretende
convenirse con aquéllos que por azar o elección viven con él... es un hombre honrado que
quiere agradar y ser útil. El phílosophe es pues un hombre honrado que actúa en todo
momento regido por la razón y que une a un espíritu de reflexión y precisión las costumbres y
cualidades sociables. Si pudieseis convertir a un soberano en un tal phílosophe, sería el
perfecto soberano..."
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J.J. Rousseau: La Crítica Ilustrada a la Ilustración Carlos Muñoz Gutiérrez
En Inglaterra
En Francia
En Francia, la ilustración va a experimentar una fuerza tal que termina exportando las
actitudes y pensamientos de los ilustrados franceses al mundo occidental. Ciertamente la
Revolución francesa significará la caída del antiguo régimen y la iniciación de una nueva época
histórica, por lo que el pensamiento político y moral de los hombres que hicieron la revolución
va a suponer una referencia ineludible a los nuevos tiempos que Europa y Estados Unidos van
a experimentar. Los principales pensadores, además de Bayle, son Voltaire; los naturalista
Maupertuis y Robinet, los materialistas La Mettrie y el barón d’Holbach; los moralistas al estilo
inglés como La Rochefoucauld y Helvetius; los sensualistas con Condillac y Condorcet y los
grandes pensadores políticos que han de participar de un modo decisivo en la revolución como
Montesquieu, Tocqueville, Robespierre y, naturalmente, la confusa figura de Rousseau.
En Alemania
En Estados Unidos
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J.J. Rousseau: La Crítica Ilustrada a la Ilustración Carlos Muñoz Gutiérrez
En el resto de los países europeos la Ilustración o no llegó o llegó muy tarde como en
España. A pesar de todo, en Italia, un pensador de interés para la historia de la filosofía es
Giambattista Vico.
Economía
En el siglo XVII la población europea disminuyó o se estancó; en el siglo XVIII cabe
hablar de una revolución demográfica, especialmente a partir de 1750: de 100-120 millones en
1700, se pasó a 180-190 millones de habitantes en 1800. Ello explica que en 1798 publicase
Malthus su famoso Ensayo sobre la población, cuyas opiniones, sin embargo, no eran
compartidas por los filósofos y fisiócratas franceses. La economía sigue siendo
fundamentalmente agraria (en Francia, por ejemplo, el 80 por 100 de la población era
campesina), teniendo lugar en algunas regiones (Gran Bretaña, Países Bajos, valle del Po y
zonas de Francia) una auténtica revolución agrícola (rotación de cultivos, mejoras en las
herramientas...). Al este del Elba la agricultura estaba más atrasada: grandes latifundios y
trabajo servil. A partir de 1750 se puede ya hablar de revolución industrial en sentido estricto,
en la que Gran Bretaña lleva notable ventaja. Sin embargo, todavía en este siglo ocupa la
industria un lugar secundario en la economía real y en la conciencia de las gentes. La industria
no ha penetrado aún en las ciudades. Por fin, hay que señalar que la mayoría de los Estados
—debido en gran parte a las continuas guerras— están al borde de la quiebra. El alza de
precios y la multiplicación de los impuestos ahogan a la mayor parte de la población.
Puede decirse que en este siglo surge la economía como ciencia. Hay que citar, en
primer a los fisiócratas franceses (F. Quesnay, Fisiocracia, o gobierno de la naturaleza,
1768), que desechan , las doctrinas mercantilistas del siglo XVII y ven en la tierra la principal
fuente de riqueza. El liberalismo económico inglés (Adam Smith, Ensayo sobre la naturaleza
y las causas de la riqueza de las naciones, 1776) considera el trabajo —y no la tierra— como el
origen de la riqueza (Inglaterra está mucho más industrializada que Francia). El Estado sólo
debe intervenir para garantizar el orden y la justicia, sin intervenir en el mecanismo de las leyes
económicas, tras el cual se oculta la mano de la Providencia. El libre juego de los intereses
egoístas de los hombres se adapta a esas leyes. Smith crea así el modelo de «economía
política» en que se inspirará el siglo XIX, basada en la ley «natural» de la oferta y la demanda
que fija el precio de mercado. Al defender de esta manera la libertad de comercio, Smith
traduce los intereses de la burguesía inglesa.
La estructura social
El siglo XVIII significa la crisis de la sociedad estamental del llamado Ancien régime
(Antiguo Régimen). La sociedad sigue dividida en los tres grandes estamentos u órdenes:
nobleza, clero y «tercer estado». Y sigue siendo fundamentalmente aristocrática: la nobleza y
el alto clero monopolizan los altos cargos del Estadodo, la Iglesia o el Ejército. La aristocracia
inglesa gozaba de menos privilegios después de la revolución del siglo XVII, pero era la más
rica de Europa. Y en todas partes los burgueses más ricos procuraban entrar el estamento
privilegiado comprando títulos nobiliarios. Sociedad jerárquica, en la que no hay igualdad ante
la ley, ante los impuestos, ni para los cargos oficiales. Sin embargo, esta situación comienza a
hacer crisis: el absolutismo de los reyes quita poder a la aristocracia; además, la nueva
organización de la economía empobrece a los nobles, cuya riqueza se basaba en la propiedad
de la tierra. Ante esta situación, y ante la creciente presión de la burguesía, la nobleza deI siglo
XVIII se endurece en sus privilegios: los Parlamentos —en los que domina— cierran el acceso
de los burgueses a los altos cargos y al Ejército, y se intenta restablecer la servidumbre del
campesinado (que ve frenados, así, sus deseos de emancipación). Se comprende muy bien
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El Estado
Ea forma más común es la monarquía absoluta, que se sirve cada más de una amplia
burocracia. Un caso excepcional es la monarquía parlamentaria británica. Y al este del Elba —
donde todavía persisten restos feudales (Polonia, Imperio germánico, Rusia)— surge una
forma nueva que será conocida más tarde con el nombre de despotismo ilustrado: Prusia
(Federico II el Grande, 1740-1786), Austria (José II, 1765-1790), Rusia (Catalina II la Grande,
1762-1796). Se trata de países con una economía muy atrasada, muy poca burguesía,
ausencia de capitales y pervivencias feudales: el Estado se ve obligado a hacerlo todo en su
esfuerzo por modernizar el país y doblegar a la aristocracia. Los «déspotas» se sirven de las
ideas de la Ilustración — son mecenas de filósofos— y justifican su poder por el deseo de
promover la felicidad del pueblo. En el orden internacional, Francia y Gran Bretaña ejercen el
predominio en Europa, al mismo que surgen dos potencias nuevas: Prusia y Rusia. La guerra
sigue siendo el expediente utilizado para resolver los conflictos, lo cual presta toda su
significación a los esfuerzos de los ilustrados en favor de una «paz perpetua» (Kant). El
prestigio y la economía de las principales naciones se basan en sus imperios coloniales.
Francia se arruina económicamente en una guerra frente a Gran Bretaña en la que pierde sus
colonias en América. Pero también Gran Bretaña las pierde: en 1776 los Estados Unidos de
América se declaran independientes, con el apoyo de Francia y España. En 1787 los Estados
Unidos proclaman su propia Constitución, la primera de la historia. Éste es uno de los más
importantes acontecimientos del siglo XVIII.
La religión
Es ésta una época más tranquila desde el punto de vista religioso: disminuyen las
polémicas teológicas, desaparecen las «guerras de religión» y las persecuciones se hacen
cada vez más raras. A fin de siglo ya no existen «autos de fe» ni «quema de brujas». El
Papado pierde influencia, y las Iglesias se encuentran, cada vez más, bajo el dominio de los
monarcas («regalismo»). La tolerancia religiosa difundida por los filósofos y los francmasones
gana terreno. Y en 1773 el Papa debe ceder ante los monarcas borbónicos, disolviendo la
Compañía de Jesús. Sin embargo, a partir de 1730 hubo un renacimiento religioso, y algunas
sectas (como los pietistas, en Alemania) atrajeron a numerosos adeptos. El deísmo, o la
indiferencia, sólo penetraron en las capas más cultas (incluso en el clero). Voltaire comentará:
«Vivimos entre contrastes asombrosos: la razón por una parte, el fanatismo por otra. Una
guerra civil en cada espíritu».
La Cultura
En todas partes, la época que va desde la revolución inglesa (1688) hasta la revolución
francesa (1789) recibe el mismo nombre: siécle des lumiéres, The Enlightenment, die
Aufklarung, i lumi, siglo de las luces... Se tiene conciencia de que empieza algo nuevo, de que
la razón y la ciencia iluminan por fin al hombre. Es una nueva cultura que tiene sus orígenes en
Inglaterra y se difunde por toda Europa gracias a los franceses, cuya lengua se convierte la
lengua culta por antonomasia.
El siglo XVIII no fue una «edad de oro» del arte ni de la literatura, aunque sí una época
de gran actividad en ambos campos. La música produjo verdaderos genios: Bach, Handel,
Mozart... En poesía se puede citar a Pope, y, a final de siglo, a Goethe. La novela abunda en la
sátira social: Fénelon, Swift, y también Defoe. Tampoco la ciencia está representada por
grandes talentos. La astronomía pasó a segundo plano, y lo más notable es la hipótesis de
Laplace de 1796 acerca de la formación del sistema solar a partir de una nebulosa primitiva. El
más importante matemático del siglo es, quizá, Leonardo Euler († 1783). En física cabe citar la
invención del termómetro (Fahrenheit, Reamur y Celsius) y del pararrayos (Franklin). Mariotte y
Gay-Lussac estudiaron los gases; Galvani y Volta, la electricidad; Coulomb, el magnetismo. La
química moderna fue creada por Lavoisier († 1794), y se abandonó definitivamente la teoría de
los cuatro elementos. Las ciencias naturales progresaron gracias a Linneo y, sobre todo,
Buffon. La embriología dio sus primeros pasos, y se formularon los primeros atisbos de la
teoría de la evolución. En resumen, una enorme actividad en todos los campos, algunos de
ellos nuevos. Aunque la ciencia todavía no se ha independizado totalmente de planteamientos
religiosos, filosóficos, o incluso de prejuicios «animistas» (en Linneo se encuentra, por ejemplo,
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Razón
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Teismo Deismo
(1) Existe un uso y un poder transcendente (1) Dios existe y es el autor del mundo
de la razón, que le permite sobrepasar
el mundo
(2) Tránsito desde la naturaleza a Dios (2) No es posible determinar la naturaleza
mediante una prueba racional de su y atributos de Dios
existencia. En especial, la prueba fisico- (3) La creación del mundo no es fruto de
teológica lo que implica un fin en la un acto libre, sino que es necesaria, por
naturaleza y por tanto una inteligencia lo que Dios no es responsable del mal
suprema ordenadora (4) Una vez creado el mundo, Dios no
interviene en él
(3) Optimismo teológico: El mundo es el (5) El mal sólo es explicable desde el
mejor de los posibles. Pero, ¡qué pasa hombre, si a él se lo imputamos.
con el mal del mundo? (problema de la
teodicea)
Naturaleza
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2.1.- Biografía
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3. La Filosofía de Rousseau
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3.1. Crítica de la Cultura y la Civilización como origen de los males del hombre
La respuesta que da Rousseau es que NO. En el Discurso sobre las artes y las
ciencias (1750) afirma que las artes y las ciencias han contribuido a nuestra
artificiosidad, nos hacen avergonzarnos de lo que somos y propician costumbres
disolutas y la constante decadencia de los pueblos.
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El Estado de Naturaleza no es una especulación sobre cómo sería el hombre en una
situación prepolítica, sino que es una categoría o concepto sociopolítico que utilizan los
teóricos modernos como punto de partida para la comparación con un ideal racional sobre “lo
que debería ser la naturaleza del hombre”. La hipótesis del estado de naturaleza implica la
existencia de un origen que está separado de todo lo que le sigue. Hasta Rousseau, todo el
pensamiento político anterior, Hobbes, Locke, etc. pensaba que tal origen estaba relacionado
con la violencia y, en consecuencia, toda organización política que hayan podido construir los
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Para Rousseau, “el hombre salvaje” –“el buen salvaje”- es un ser aislado y
solitario, capaz de sobrevivir por sus propios medios y sin más deseos que las propias
necesidades vitales: comida, sexo, sueño.
Así, los “hombres salvajes” raramente estaban en contacto y no existían lazos
ni dependencias mutuas. De esta manera, tampoco existiría una conciencia o
sentimiento moral, aunque esto no significa que sea malo o amoral, al contrario,
piensa Rousseau, el hombre tiene una naturaleza compasiva y evitaría siempre hacer
el mal.
¿Qué hizo que el hombre saliera de este “estado animal” y comenzará a
adquirir los rasgos sociales que le son propios hoy?
Rousseau conjetura de la siguiente manera:
Los seres humanos tienen dos atributos propios: la libertad y la capacidad para
perfeccionarse. Esta capacidad es la fuente del “progreso” humano. La civilización
comenzó con el desarrollo de herramientas en la lucha por la supervivencia. Y junto a
ello el elemento fundamental en el desarrollo social de la humanidad, la cooperación.
Cooperar, vivir en grupo, hacer cacerías y refugios en común se vieron como
mejoras para la supervivencia, esto hizo surgir el amor conyugal y paternal. Y a partir
de ese momento se empezaron a crear bienes superfluos, lujosos y este es el origen
de los que Rousseau denomina “necesidades corrompidas”.
Toda una serie de elementos se desencadenaron para llevar a la humanidad a
un estado social:
- Con las relaciones sociales surge el lenguaje.
- Con el lenguaje la comparación de talentos
- Y con esto aparecieron sentimientos como la vanidad, el desprecio, la
envidia, la vergüenza.
- A partir de aquí aparece la pretensión de tener derecho a la consideración y
el respeto.
- Y con esto ya no era posible que las faltas al respeto pudieron quedar sin
castigo
- Poco a poco surgieron los primeros deberes de la vida social, el daño, la
culpa y el castigo.
Hasta aquí, sin embargo según Rousseau, el proceso no iba mal e incluso lo
califica como los mejores momentos de la humanidad, pero:
- El desarrollo de la agricultura y la metalurgia trajo consigo la propiedad
privada y las normas de la justicia.
- Y con la propiedad privada llegaron los lazos de servidumbre, los celos, la
desigualdad y la esclavitud.
hombre tienen su origen en ella. Los diseños de organización del Estado tienen el principal
objetivo de controlar la violencia de “todos contra todos” y monopolizar en las instituciones del
Estado su uso legítimo.
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J.J. Rousseau: La Crítica Ilustrada a la Ilustración Carlos Muñoz Gutiérrez
concibió reflexivamente emplear las fuerzas que le atacaban y pensó las leyes para
asegurar la paz y así:
La educación, para Rousseau, no es otra cosa que procurar que al niño las
condiciones que permitan que la perfectibilidad natural, característica de la especie, se
desarrolle.
Para Rousseau, el individuo recorre la serie de etapas que ha seguido la
especie y la educación debe respetar esta secuencia. Por eso a Emilio, el alumno
imaginario, según este orden natural, hay primero que fortalecerle el cuerpo antes que
el espíritu, y respecto a las capacidades intelectuales el adiestramiento en el ejercicio
de los sentidos y la imaginación debe preceder al de la razón. El ejercicio de los
sentidos conduce al desarrollo de la razón en una continuidad que nunca aceptaría la
filosofía racionalista.
El objetivo final del proceso educativo es la adquisición de la independencia
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J.J. Rousseau: La Crítica Ilustrada a la Ilustración Carlos Muñoz Gutiérrez
moral, la libertad moral que para Rousseau es la virtud. Ciertamente la virtud consiste
en el dominio de las pasiones. Pero hay que tener en cuenta la distinción entre
inclinaciones naturales y pasiones no naturales.
Las primeras nacen del amor propio, que es el sentimiento más natural y que
nos inclina a la vez a la compasión. Las segundas son pasiones artificiales que
confunden el amor de sí con el egoísmo y generan la ambición y la competencia entre
los hombres. En el fomento de las inclinaciones naturales debe producirse una
sensibilidad moral que nos mantenga fieles a la naturaleza en tanto que hombres
racionales y sociales. Sólo de este modo es posible construir una sociedad sin
desnaturalizar al hombre, una sociedad que no produzca la ruptura entre el hombre y
la naturaleza.
Hay aquí un paralelismo entre el proceso por el que el individuo adquiere su
libertad moral y por el cual la sociedad realiza la libertad civil y, aunque resulte
paradójico, esto sólo se logra a través de la obediencia. La libertad moral implica la
obediencia al orden moral individual de la conciencia para escapar de la tiranía de las
pasiones, del mismo modo la libertad civil se adquiere por medio del sometimiento a la
voluntad general.
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J.J. Rousseau: La Crítica Ilustrada a la Ilustración Carlos Muñoz Gutiérrez
El acto que puede dar origen a una sociedad tal es un Contrato Social. Tal
contrato social es un contrato de libertad por el que los individuos conforman una
sociedad civil. La Sociedad Civil es un cuerpo único, una persona pública producida en
este pacto en el que cada individuo renuncia a sus poderes naturales y consiente en
formar parte de la comunidad. Pero no se cede el poder a un soberano, como
teorizaba Hobbes, sino que el Pueblo todo es soberano. Y como tal es ciudadano y
súbdito a la vez.
En tanto Ciudadano participa del poder, es súbdito porque el contrato social
exige una sumisión y una obligatoriedad a la ley.
El Contrato Social es una forma de asociación “por la que cada uno, uniéndose
a todos, no obedezca sin embargo, más que a él mismo y permanezca tan libre como
antes”. El hombre asume una querida y libre alienación no a favor de una voluntad
individual sino de una voluntad general.
El concepto que hace posible esta extraña resolución en la teoría
rousseauniana es la idea de la voluntad general. La Voluntad general no es la
voluntad de todos. Ésta no es sino la suma de un conjunto de intereses particulares,
una regla de mayorías o un abuso de la estadística. Y es que la voluntad general, la
soberanía, no puede representarse, conforma un sujeto colectivo, un todo, que
siempre pretende el bien común. Por eso Rousseau rechaza las democracias
parlamentarias al estilo inglés
Esta alienación total de cada asociado a la comunidad es el artificio destinado
a salvar la libertad del hombre en la sociedad, porque es precisamente la obligación de
someterse a la voluntad general la que hace posible la libertad social. La voluntad
general no permite discrepancias, la coacción del Estado que obliga al súbdito
discrepante de la decisión general no hace sino certificarle como ciudadano y hacer
cumplir así su verdadera voluntad. “Aquél será obligado a ser libre”. Quizá alguien no
sea capaz de ver el bien común, pero la voluntad general siempre está en él y para
ello se precisa de un legislador que prepare las leyes que verdaderamente expresen lo
justo. Aunque, Rousseau no especifica el conocimiento necesario que debe tener este
legislador.
En este nuevo orden será posible erradicar el mal moral y la injusticia y realizar
la perfectibilidad y felicidad del hombre. Su plena salvación y realización.
Como vemos el proyecto filosófico político de Rousseau, como del resto de los
pensadores modernos, no es tanto la de diseñar una forma de estado, sino de
legitimar la obediencia al mismo. Pues lo realmente problemático de la organización
política de las sociedades humanas, lo que se plantea cada individuo, es la cuestión
de por qué debo obedecer las leyes, máxime si no me convienen. Lograr una
legitimación de la obediencia asegura al Estado, como forma moderna de organización
política, un espacio estable en donde se legisle la convivencia de los hombres en
sociedad. Naturalmente los resultados de esto parecieran que escapan a la filosofía
política, pero han logrado un marco de paz en donde la violencia, la guerra de todos
contra todos, ha sido controlada.
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