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CHRTAIIAMENTH señala Alfredo §áene

Antonio Gramsci cdmp


tocla rer¡oluci$n seria ha
sido precedida ptrr un intenso tra-
bado de crítica y penetración cr:ltu- [§
ral" El último gran ejernplo lristóri-
ul el más próximo a nosotras y.
por eso misrn<¡" e[ menas diversa
Voltaire de} nuesk<¡. es el de la Revotución
francesa.
CÍ)
El período culttrral anterior a [a
Revc¡lución. Ramado de la Ilustra-
ción, no fue" afirrna Gramsci" como
o
LU

lo presentan críticos baratos, un re- É


voloteo de charlatanes. que se ¡'€u-
U)
LrJ
d"Alernbart
rrían en salones aristocráticos para
discutir de todo y de todosl no fue
o-
un simple fenórneno de i¡rtelectua- UJ
=
lismo pedante y árido. en torno a F
una nueva Biblia. Ia Enciclopedia
de d"Ale¡nbert y Diderot. "Fue una
revc¡lución rnagn{fica merced a la
cual se formó por toda Europa co-
mü una conciencia unitaria, una in-
Rrrusssau ternacional espirifual burguesa. y
que fue la mejor preparación de la
rebelión sangrienta ocr-rdda luego
en Francia" "

I S 3!'.,¡ § ? t -ü5ii-5Li?.{-3H-:

La Revolución Francesa
PR¡tr,trR¿ Pgnrr
Lr RsvoLUCtoN Surrun¿l
I)i d+,rot ltilffffil§iiLtjilt[§[| I .\' , i '
Alfredo Sáenz

LA NAVE Y LAS
TEMPESTADES
La Revolución Francesa
:

Pnln¡eaR PnRre

Lr Revoluc¡óN Culrunu

EDICIONES GLADIUS
2007
.D
TA NAVE Y LAS TEMPESTADES índice
b tz"r
Tomo l,
v"l
kimera Tempestad. Lo §inagogo y lo lglesio prlmitiua
§egunda Tempestad. Las peiseaiclones det imperlo Romano
Tercera Tempestad, El Arrianismo
Tonlo 2
Cuarta Tempestad. Los Inuosion es de los Bárbarcs
Tono 3
Quinta Tempestad. LaEmbestlda del lslam
Touo 4
Sexta Tempestad. Lo Querella de laslnuesllduros
SépHma Tempestad. LaHereJla de los Cátd¡os
To¡uo 5
Octava Tempestad. El Renactmtenta y el pellgrc
de múndanli.aclón de la lglecta,. -
.' : ' ¡ i ')', : ''
Tortlo§ :
Novená' Tempestad. La Refo,rma Plotéstante
Tonro 7 Capftulo Primero
Décima Tempestad. La Reuoluaón lrancesa l.i"
""tl"á¿entes
'
de la Revolución """2L
Primeia Parte. La Revolución Cultural
I. Eljansenismo...-.....:.. '"'23
Imagen de portada '.'....,..,:..:.:,..:....
1. Po-rt-Royál """""25
z.el'Áii,,fañri ....-.-'.......'....... """""'26
La tertulta del café de Pombo coñdenación delAugusüinus
de José Gutiérrez Solana, 19ZA -' La
3, --tÁ"6nio Árnuuld ..:....." """""'29
4. Blás Fascal '¡'ri¡¡¡"""""""31
Todos los derechos reservados
S. Úá fot ulorio ala Pax clementíno "'''""'" 33
Quñát v tu bula Unígenitus ¡.,,"""¡"""""' 38
Prohibida su reproducción total o parcial 35
6:
Qug4qlg.ho eldepósito que previene la ley Ll.7Za 7 . iasup"ói ráncia del iánsenismo " "' "' :' " ""
@ 2007 by Ediciones Ghdius'
Con las debidas licencias
l[. Expulsión y supresión de la Compañía
de Jesús ,40
Sáenz, Alfredo
La revolución francesa: la revolución culfural
lu ed. - Buenos Aires - Gladius, 2007 - v. 1, 400 p,
l^8,x 1_1 qm. (La nave y las tempestades; 7l
rsBN 97 8 -950 -9 67 4 -88 -2
1. Historia de la Revolución Francesa. I,
TÍtulo CDD 944.04
Fecha de catalogación: 26-03-2007
rsBN950-9674-88-2 , , ,

ISBN 1 3 : 97 8-950 -967 4 -88-2

.el¡'
.h
1..::,._
, .',:\'
Capltulo Segtrndo
La toma de la cultura 2. Lafigura de Weishaupt .""" """"'253
3, Los ób¡etiraos de la secta y su
..........10S
. .rr¿:
I. La Francia pre-revolucionaria ,........ .102
Y la formación
II. Los llamados "filósofos',.............. ..... 116
4. - reclutamiento
-- El
delos militantes ...., ""?99
f . iUna auténtica confabulación? ..717 5. tluminados y masones .... " " "' " " " ;': " " " "'27
¡
4
? Ll figurg del "filósofo' y ál .;ñtoroilrnj; ..... iig
q EI mito "triunfalista,, aál frogreso........... ..llg
4. fl doble propósito de los',,f-ilórofór;; .... .'..'.'.táA
Capíhrlo Cuarto
III. Salones, clubes y cafés lá!-iá"ologos de la revolución cultural .......281
... 140
M I. Voltaire """283

2, influio lo.iá v potiti.o .' "' " "': " "' " " "' " " "' ?89
5:
:'É.ñ., riñrá,i,e" ...,.. """"'297
II. D'Alembert ...-.-... """""""'307
1. D'Alernbert y Voltaire .."""
i'filósofos"
"" q07
2.Elmentoiáá roi """"" "q09
á. Ún escéptico """""""q11
a. rotrnudilá¿áááptot """""""313
IIt, Rousseau ...... """"""317
1. Su biografía """""'317
CapíhrloTercero ' :'.. . 2. Las obras Y el Pensamiento eo,
de Rousseau ......... """"' r¿o
:

Las sociedades secretas


...lgg 3. La pnttoñátiaád romántica de Rousseau "941
I. La Masonería.,.... :............. ........,.,.,...201
¿. il ltnr¡á
""1á-Revolución
""""' ""'350
1. I-or orígenes ingleses de la masonería .....:Z0Z IV. Diderot ...... "'"'355
?, \" tesis de Barru¿l ..,.,..
3. Penetración
.. :-.. . :.... :.
" "' ZIZ
:..:: f _..',.'.'.'.
t'' " e L¿
..,.. '3&
masóriicá:án Iá F;áii¿ii ^
V. Okos Personajes
1. Montesquieu '364
,+. Lp masonería duiante la Revolución....., ..Zié ........
2. ÚHáruách """"""366
II. Los Iluminados de Baviera.. 5. Óonaorcet.. """""'368
.....245 a. Óágliosko.. """""'369
1.LaAufklárung.....'......'.,.........,...
Capítulo Quinto
dFue la respueeta adecuada al reto?.............g21
I. Los reyes y la corte ......87g
II. La nobleza ....,.r..2........,.i. ...,3gS
III. El clero .......... Sg9
IV. Las Fueruas Armadas
,....ggl

Bibliograffa.!..r....,.....,......r. ......401 Muchas son lds olas que nos Ponen en


peligrq y graues tempatades nos amenazan;
sin embargo, no tememos ser sur.nergidos
porque permanecemos firmes sobre la ro'
ca. Aun cuondo el mar se desate, no rom'
perú la roca; aunque se leuanten fos olos, no
podrán hundir la naue de Jesús.

San Juan Crisóstomo, Hom. antes de


partir al exilio, 1-3r PG 52,427'434
DÉcnun TeMpEsrAo

LA REVOTUCIÓN FRANCESA

Primera Parte
Ln REvoLUctóN Cumunnr
f los hechos

r nlixmlllñ:l:'*:Jfi x:l::'3:ü'g'1l
NICIAMOS este curso sobre uno de

;iávohcibrf'. No un simple golpe de pala-


tántica
hemos conocido tantos, qYe 93
propo-
.io,
i^Ji "o-o
t", aólo "rolver a poner en orden" un. país
estado de
;;;il;i"do, v lueg;retárnar at antiguo
porque
;oü;. Una verdadára revolución, decimos'
cJrya-!.9on-
implicó un trascendente viraje histórico'
se prolongutlan por varios siglos' Hasta
secuencias
hoy,
y tan
Como la materia por tratar es tan densa
nuestras
ptnñ"¿i ¿e acontecimientos, dividiremos'
primera' que
tonsideraciones en tres partes' En la
durante el presente año, fuataremos
"á.-o"*pará
de lo Qü€, recurriendo a una terminología.grams-
;il, t"uv ut.tut cedora, por de cierto' fue.la '-tevolu-
;iil;rit rfo lt' . Allí trataremos [os' prolegóménos
L¿ Neve y res TEupESTADES
L¡ RrvorucróN Fnnmcese 1.5

del hecho revolucionario, es decir, de la toma


de
la culfura, del cambio logrado en el rnodo Dios se había revelado al hombre de una rnanera
común
de pensar de la gente, dZ las sociedades sobrenatural, a[ menos en cuanto que dicha revela-
secretas
que esfuvieron en er terón de fondo ción se encuentra consignada en las Sagradas Es-
del movimien-
to, así como de los_principales air¡gántá;y;; crituras, pero sí por Ia forma que propiciaba para
obra fundamentat, Lo nni¡ctoiedial,qu"
."
rárá1o_ acceder a la fe, a saber,, mediante una personal
IT? h Sumo filosófica del espíritu revolucionario.
y todo
investigación de Ia Biblia, guiada por la propia inte-
ello en medio de una afligente carencia
de ligencia, con lo que Ia misma revelación, divorcia-
reacción condigna, adecuada a lá grur"áuJá* da del Magisterio, quedaba sujeta a[ libre examen.
U,
circunstancias. Luego, en el curso aia
uná qu" ,i"- De todos modos aún se seguía reconociendo vali-
ne, consideraremos la Revolución mismu, dez alas verdades fundamentates del cristiariismo.
*ná¡un_
ta y persecutoria, para terminar, si Dioi q;i;rZ;;" La llamada "llustración", época que ahora nos va
el último año, con lo que algunos t,un a ocupar, señaló el comienzo de un tercer período
Uámááá fu
"confuarrevolución',, entendL"ao pái en la historia religiosa de Occidente. At¡ora el hom-
puesta a Ia Revolución, tanto
uf" U ,u.-
desde punto de bre, abroquelado en su razón, nggaba directamen-
"t
vjsla do.cfuinal, con,los grandes pensaaoi",
a" fo, te la existenci a de toda verdad revelada. Dios no
siglos'xv[['y xlx,' como desde:er punü á" tenía nada que decirle; cada cual se bastaba a sí
mrtüar, con especial ref,etencia a la epopeya "i¿i" mismo, descubriendo su propia verdad. Ya [a luz
de la
Vendée. no venía de lo alto, de lo sobrehumano, sino desde
el "interior" de cada persona.
*** Por cierto que sería inadecuado creer que hay
una línea directa eue, partiendo del Renacimiento
cuando estalla la Revorución francesa, ra histo- y pasando por la Beforma protestante, la elucubra-
ria mgdglna ya había ,u.oiiuó ;n;;;üé"á.
nerario. Hemos ido señatando sus principu]"r:ufo-
i,i- ción cartesiana y la filosofía de las luces, desembo-
ca directamente en la Revolución Francesa. Ello
nes en el correr de estos cursos dá serfa demasiado esquemát[co. Pero negarse a ver
los *i¿.1á1".,
A grandes pantallazos, digamo, qr"," en la en dicha Revolución el punto de llegada de esos
Edad Me-
dia,"la gente se senúa rátigada-con Dios, .on movimientos, sería aún más pernicioso. Las fuerzas
,u
revelación sobrenatural, y-.on ru rgrusiá-iñuau se entrecruzan y se enredan, pero siempre tendien-
por cristo; La Reforma prttestante do a la destrucción del orden tradicional. Son en-
frovocó er áes-
garrón de una gran parte del Ocád"nL,-qu.'r" tonces solidarias, al menos en Ia negación. Al decir
desvinculó de lJtgtesia una y católica.
No porou" de Maritain, en esas diversas corrientes hay carac-
el protestantismo atentase
"oñm
tu ;";;á'á;;;" terísücas y principios comunes, una comunió "aná-
lógica", no "unívoca". Bajo modalidades diversas
Le Rzuor-ucró¡r Fner,rcEse L7
10 L¿ Nevr v ms TeupEsrADEs

diente del espírifu francés, su afán proselitista, su


y a veces opuestas se ve desfilar el naturalismo, el capacidad de irradiación cultural, le permitirían im-
individualismo, el idealismo, el zubjetivismo, tocio, primir a[ movimiento un impulso tal que ganarla
los ismos que ornamentan el munáo modeino. a Europa e influiría en todo el mundo.
Si bien Francia será la sede fundamental de esta Bien ha observado Joseph de Maistre que no
gran Revolución, no se puede negar que el conjun- es cierto lo que con frecuencia se suele repetir, a
to de Europa conoció una crisis semájante. En:Es- saber, "q,re todos los siglos se parecen y todos los
paña, país intensamente católico, poblado de con_ hombres siempre han sido iguales". Es un axioma
y,gntos y contolado por la Inquisi.íón, el rey Carlos demasiado general, producto de la frivolidad o de
lll practicaría el más abssluto- regalismo, eipulsan- Ia pereza intelectual. Todos los siglos, por el conka-
do a los jesuitas y limitanho las iágítimas inLrven- rio, y todas las naciones, tienen un carácter particu-
ciones de la Santa Sede. En porfugal, un lúcido sa- lar y distintivo, QU€ debe ser considerado con aten-
cerdote, elcardenat Pacca, en m¡Jióá diplomática, ción. B cierto que siempre hubo vicios en el mun-
no deja de advertir "un movimiento de-hostilidad do, pero dichos vicios pueden diferir en cantidad,
militante conta el papado", que lo llena de preocu- en naturalezay en intensidad. Ahora bien, aunque
pación; el consejero áelr"y, irombal, casí ligrO se- en todos los tiempos hayan existido impíos, jamás
parar de Roma al clero nalional para someÉrlo al había acontecido, antes del siglo XVIII, y en el seno
ryodq civil. Holanda, por su parte, tas haber acogi- de la sociedad cristiana, una insurrección tan gene-
do a los protestantes francej¿s, los llamados trug=ó- ralizada contra Dios, una conjuración de tantos ta-
notes, expulsados a raíz de la revócabión del Edñto lentos contra su autor. "Se juraron a sí mismos mi-
de Nantes, servía de refugio a los jansenistas, En rar siempre hacia la tierra." Y ello se advierte tanto
Prusia, bajo el rey filósofo Federico II, los agnósti- en la comedia de esa época, como en la tragedia
cos ejercían un verdadero reinado intelecfual. En y la novela, la historia y la física. Una polifacética
Alemania, los católicos sufrían la contaminación expresión de impiedad. Quizás ello sea algo exclu-
de1 protestantismo. Incluso en Ia católica Austria, sivo del siglo Xvlll. No ya el tono frío de la indife-
cabeza del Sacro Imperio, José II instaurará una rencia, o [a ironía del escepticismo, sino una espe-
política religiosa que [egaría hasta entrometerse en cie de radical aversión a la fe, en un ambiente de
los rituales litúrgicos, a tal punto que Federico II lo im y a menudo de furia. "Los escritores de esta épo-
llarnaba irónicamente "mi- hermano, el sacristán,,. ca -escribe de Maistre-, Ios más notables al menos,
no tratan ya alcristianismo como un error humano
-Pero, como lo acabamos de señalar, fue sobre sin consecuencias, [o persiguen como a un enemi-
todo en Francia, la hija primogénita aá U lglelia,
go capital, lo combaten sin cuartel; es una guerra
donde se van a concentrar todás hs corrienles de
a muerte; varios de esos hombres que se denomi-
oposición a Roma y al cristianismo. n cáractái,ar-
L¡ Revou-lcróN Fne¡¡crsR t9
Le Nave y ¡.¡s Teuprsreoes

Por eso nos gusta hablar de "revolución culfu-


naban ofilósofos»», s€ elevaron det odio del cristia- ral". Como aseveró Albert Mathiez, un historiador
nismo hasta el odio personal contra su divino Au- laico y republicano, "las revoluciones se hacen pri-
tor. Y como toda Europa había sido civilizada por mero en los espírifus antes de pasar a las cosas".
el cristianismo, era inevitable que la filosofía del En elfondo no se trató sino de una revolución teo-
siglo no tardase en odiar tas instituciones sociales lógica. Antes de ser una convulsión social, antes
en las cuales no les era posible separar elprincipio de ser una crisis del poder políüco, fue una empre-
religioso. Es lo que ocurrió: todos los gábin.nor, sa trascendente, encaminada con virulencia a ex-
todas las instituciones de Europa le di-sgustaron tirpar el cristianismo, a reemplazar la Revelación
«porque» eran cristianos, g «en la medidá» €n por la Razón, a cambiar las almas.
eu€
eran cristianos. Le dijeron a la lglesia: niDéjanos!
licdo cuanto existe nos desagirada-, porque tu no*_ Tales elaspecto de la Revolución que nos apres-
bre está escrito en todo lo óue existe.'eueremos tamos ahora a considerar. Hasta el presente la Re-
destuuirlo todo, y rehacerlo todo sin ti. sa[de nues- volución ha tenido excelente prensa, primero en
tros consejos, sal de nuestras academias, sal de los sectores ajenos al cristianismo, y últimamente
nueshas casas: ya sabremos acfuar solos. La razón en e[ interior mismo de la lglesia. Cada vez son
nos basta. Déjanos,'Dios los castigarla aceptando más numerosos los que se precian de ser sus hijos
su arrogante súplica: «los dejór." y sus herederos.
Nada se hará inteligible si no se comprende que
la Revolución estailó frimero en las caüezas. Bien
ha señalado Pierre Gaxotte, en su lúrcido estuáiá so-
bre dicha Revolución, que el drama delsiglo xvttt
no se encuenha en realidad ni en las guerras, ni en
Ios días de la Revolución, sino en talastroáación
de las ideas que habían imperado en el sigro xvr[.
Los motines y las matanzas no serían *á quu ,,
corolario, su traducción ruidosa y sangrienta. El
verdadero mal estaba ya realizaOo ,u.no antes
de que sobrevinieran. charles Maurras b rra árir-
mado de manera categórica. euienes creen encon_
trar las cauffis de la Revolución en oko rugar, afirma,
por ejemplo en las condiciones económicas, están
completamente desorientados. ,,La causu f* inte_
Iectual y moral."
't"1

CepÍruro PR['{eno

Los antecedentes
de la Revolución
Consideremos ahora algunos importantes acon-
tecimientos que fueron preparando, si bien a dis-
tancia, el estallido de la Revolución.

I. El Jansenismo

Enhe aquellos hechos remotos nos será preciso


incluir la polémica jansenista, que estalló en
Francia durante el siglo anterior, el sigto XVtl. Lo
haremos resumiendo lo que de ella nos dice
Daniel-Rops en su historia de la lglesia. Fue en
162L cuando se enconharon en Lovaina dos sacer-
dotes amigos. Uno era Cornelio Jansen; el otro,
Duvergier de Hauranne. Este último estaba al fren-
te de una rica abadía, por lo que fue llamado "el
L¡ Rrvorucrór.¡ Fnencesa 25
24 L¡ NnvE y ¡-ns TeupEsTADES
7. Port-Royal
abate de saint-cyran". Ambos estaban asociados
por una cuestión de índole religiosa que los acucia-
Saint-Cyran, por su parte, se instaló en París.
ba: "iMe salvaré?" , "éy cómo? Dichb asunto, que A 30 kilómetros de dicha ciudad había un viejo
üene que ver con el tema de las relaciones entre
convento de religiosas bernardinas, que no era, a
la gracia divina y Ia libertad humand, gá había sido
la verdad, ffiuV ejemplar. Un día ingresó allí una
planteado en diversas ocasiones a'ló largo de la
niña de siete años. Cuando, cuatro años después,
historia de la lglesia. Poco tiempo antes del"encuen-
murió la abadesa, fue ella quien la sucedió con el
to de ambos amigos, había teñido lugar un encres- nombre de Madre Angélica. E[ mismo día -tenía
pado debate enhe dominicos y
¡esuitas sobre el sólo once años- hizo la primera comunión y fue
mismo asunto, que terminó en una suerte de em-
proclamada abadesa. Pertenecía la niña a una fa-
pate. A Jansenio le pareció que la cuestión había
milia de Auvernia, los Arnauld. Su abuelo había
sido mal tratada por ambas áscuelas religiosas, o,
sido hugonote, pero luego se convirüó. AI paso de
si se quiere, discutida de manera demasiádo esco-
los años, la nueva y joven superiora comenzó a
lástica, por lo que se resolvió a encararla de nue-
reformar la abadía, con lo que ésta fue adquiriendo
vo acudiendo a las fuentes, principalmente a San
fama en París, de modo que comenzaron a ingresar
Agustín, no en vano llamado ,,el doctor de la gra_
en sus clauskos numerosas monjas. A raíz de una
cia". Un grandioso plan, concebido en secreto, u"n¡ó
peste, el convento hubo de trasladarse a las cerca-
a los dos sacerdotes amigos. su deseo uru puiifi.u,
nías de París, convirtiéndose poco a poco en un
a la Iglesia de los-errores que la afeaban desde que
centro de espiritualidad, según el modelo reforma-
la escolástica había abandonado la sabia y rá¡u
do que instauró el Concilio de Tiento.
teología de los Santos padres. Jansen, norn_
"ryó
bre latinizado fue Jansenius, o en espaáolJ"ansenio, Saint-Cyran comenzó a frecuentar dicho claus-
se dedicaría a esfudiar seriamente el tema hasta tro. De ese modo se encontraron quienes serían
enconfuar la solución final, y saint-cyran se consti- dos grandes actores del drama, la Madre Angélica
fu|rí? en el propagandista de lo que ,u amigo des- y el padre Saint-Cyran. Támbién éste conoció allí
cubriese. Jansenio se quedó en tierra belga. gi toss a Roberto Arnauld, el hermano mayor de la aba-
fue hecho obispo de lprés. Allí corne n ó ureer san desa. SainlCyran era medio iluminado. "Dios me
Agustín -alega que lo leyó entero unas diez veces_, ha hecho conocer decía- que desde hace quinien-
y a escribir un comentario que se haría famoso, tos o seiscientos años no hay lglesia", con lo que
ei
Augustinus, el cual, por disposición suya, sólo sáía estaba dando a entender que él sería un restaura-
publicado luego,de su muerte. dor de la lglesia en ruinas. Pronto tomó la dirección
espiritual de las monjas. Mientras tanto, algunos
[¿ Rrvorucrón Fnancese 27
26 [¡ Neve y r¿s TeupESTADES
negaban que el hombre pudiese colaborar activa-
laicos, encabezados por otro cle los hermanos mente en la obra de su salvación; el ser salvado
Ar- dependía exclusivamente de Ia gracia. La verdad
nauld, Antonio, que ára el benjamín de ra familia,
se instaló en los alrededores, constifuyendo católica afirmaba tanto la gracia de Dios como la
ailí un libertad del hombre. En las recientes discusiones
grupo de espiritualidad.
teológicas entre dominicos y jesuitas a que acaba-
mos de referirnos, los segundos habían insistido en
2. ElAugustinus Ia libertad, sin negar, por cierto, la necesidad de la
gracia, mientras que los primeros ponían el acento
en lá gracia, siri ne§ar, por cierto, la libertad. Una
. Apareció por aquelentonces en Lovaina el libro
de Jansenio, que ya había muerto, el Augusirnus.
Congregación romana instaurada por el papa para
zanjar la disputa, se había negado a pronunciarse,
Muchos se enfusiasmaron con Ia ,brr, ná?lo .u_ quedando libres ambas opciones. El libroáugusúi-
tólicos sino también numerosos carvinistas horan- nus, que acababa de ser publicado, enfrentaba una
deses, al punto que pronto se reeditó en parís. prohibición pontificia de tratar públicamente estos
Saint-Cyran estab a feliz. Aunque el rey ál pupu problemas, decisión tomada por el papa para paci-
v
se uniesen para arruinarlo -deiía- nunóa-logrlríán ficár los ánimos luego de la gran contiénda teoló-
su objeto Los jesuitas juzgaron que er ribro
Lia per¡-
- -'F
gíca.
groso y lo improbaron cón .nuiho vigor. :

Jansenio había creído que sería él quien zanjase


La obra se moskaba voluminosa, tes tomos, y la vieja disputa; volviendo al pensamiento de San
en latín. su fínalidad resultaba bastánte ctaiá. pe Agustín. El pecado original, explica, ha cubierto
una fosa entre el estado de inocencia paradislaca
lo que se trataba era de cómo conciriar giu.iu ii
con la libertad del hombre. si se ah-ibuía un"lugar del hombre y el estado de caída despuás del peca-
demasiado grande a ra graciu, pur.íu do. En el estado de inocencia, la voluntad estaba
bre no era sino un muñeco en-ras *unb, aá
ñ;itl*-
-ó¡"r; perfectamente equilibrada, capaz de inclinarse [i-
si se exaltaba en demasía la libertad, la gracia bremente hacia el bien o hacia el mal. En el estado
que_
daba reducida a su mínima expresiónl Comá lo de naturaleza caída, en cambio, la voluntad se ve
señalamos más arriba, el tema venía de le¡os. ya arrastrada por el peso de [a concupiscencia y de
g? nl siglo V un monje bretón llamado pelaiio, f,u_ la delectación. Esta últirna es el único resorte que
bía afirmado que el hombre era totarmenTe iibr" mueve el corazón del hombre, y se presenta bajo
para hacer o no el bien, aun sin Ia ayuda-j" dos formas: hay una "delectación celestial", eu€
fu
impulsa a lo bueno, y una "delectación terrena",
gragia. San Agustín se abocó a refutar
a.n* ialu, que empuja a lo malo. La voluntad se ve siempre
mediante cuafuo obras geniares. En rnniiJoi"r"Áq
Lutero y Calvino, rechazaron la libert"d;;;i;;;"
[¡ R¡voulc¡ó¡¡ Fne¡rcrsn 29
[¡ Neve y r¡s Tr¡.lpesrADEs

3. La condenación del Augustinus


y necesariamente obligada a seguir el impulso más y Antonio Arnauld
fug.tu, sin resistencia posible. Siel hombie sigue la
"delectación terrena", como ta asume voluñtaria-
me¡te, peca, aunque la asuma necesariamente. pe- El cardenal Richelieu, que era el ministro del
ro Dios, en su bondad, ofrece una salida. por los rey Luis Xll[, com enzó a mirar con malos ojos a
méritos de Cristo, nos concede la ,'gracia eficaz,,, Saint-Cyran, a tal punto que cierto día lo hizo
que arrastra la voluntad humana. Los que la po- arrestar en un castillo, donde el padre debió per-
seen son verdaderamente libres. pero quienes no manecer durante cinco años. La cautividad le dio
reciben dicha gracia, no pueden hacer nada, están mayor renombre. Fue precisamente en esos años
perdidos. No a todos se las da Dios, sino sólo a cuando apareció en Bélgica el Augusfinus. AI morir
quienes son capaces de libertad para salvarse. Los Richelieu, Saint-Cyran salió de la prisión, siendo
demás permanecen en lo que San Agustín llamaba recibido como un ídolo, Pero poco tiempo después
la "rnossa damnata",la masa condenada, en que murió, dejando como sucesor a Antonio Arnauld,
los dejó la culpa original. Sólo tienen libertad ios que tenía a la sazón unos treinta años. A Arnauld
pocos beneficiarios de la gracia. no le interesaba tanto la teología de la gracia, sino
la moral, el áspecto práctico án la docáina jánse-
Thl es la sustancia deljansenisrno que podría-
nista. Mienkas tanto, los jesuitas presionaban en
mos llamar "doctrinal". Pero semejante sistema Roma, logrando que el papa firmase una bula so-
resultaba demasiado engorroso para el común de
bre el tema. Arnauld entró en acción, entendiendo
Ia gente. Cuando aquellas ideas se llevaron a la que tenía.que atacar a la Compañía de Jesús, que
práctica, sobre todo en el ambientá de port-Royal,
se iba perfilando como el enemigo principal deias
lo doctrinal enhó en un cono de sombra, quedán-
teorías de Jansen. Precisamente en aquellos mo-
\¡v sólo
do ru¡{J una qe 'Jansenismo
trupsq;te de
ut¡a especie moral", gu€
Jan§gnlsmo moral,' mentos un jesuita acababa de permitir que una pe-
es lo que hoy se entiende cuando se habta de ,,ian-
Jan- nitente suya, que era marquesa y amiga de Port-
senismo", una actitud rígida y severa. El paso del Royal, fuera a bailar un día en que había comulga-
jansenismo dochinal al jansenismo morál lo dio
do por la mañana, cosa que Saint-Cyran había
Saint-Cyran, a quien la Madre Angélica había en- prohibido poco antes a oha dirigida suya. Este inci-
hegado la dirección espiritual de su comunidad.
dente, al parecer banal, fue la chispa que reavivó
la polémica. Entonces Antonio Arnauld publicó
una obra que tituló De la comunión t'recuenúe, don-
de sostenía que la comunión era algo tan elevado
que sólo se la podía recibir tras largas mortificacio-
L¡ Rrvo¡-ucróN Fne¡¡cesR 31
Le Neve v ues Teupesreoes
el dictamen. La sifuación del jansenismo parecía
nes, y, en t«¡do caso, con muy poca frecuencia. El desesperada: Roma, el rey, Mazarino, sucesor de
no comulgar era alabado como una expresión de Richelieu, la Compañía de Jesús, y las nueve déci-
humildad y de piedad ejemplar. De hecho er libro mas partes del episcopado coincidían. Arnauld tu-
tuvo como resultado er separar a muchos fieles de vo que esconderse, y durante doce años llevó vi-
la Eucaristía. da de fugiüvo, debiendo cambiar siempre de domi-
Con todq Ia pequeña obra de Arnauld no pare- cilio.
.,
ció tan importante, por ro que ra disputa vor'ú¡ó a
centrarse en el libro de Jansánio. Varios fueron los 4. Blas Poscol
jesuitas que publicaron sendos ribros
contra el Au-
gustínus. También la sorbona intentó ataci.
J.lun-
Entonces se produjo un hecho nuevo, que rea-
1en!o, pero los arnigos de Arnauld lograror,r que el
nudó el debate. Fue en J.656, cuando se puso a la
trllfnlto, que era la instancia ¡udicül, próhiUinru
a Ia sorbona examinar ra cuestión. Enioncás ros venta un libro llamado Cartn escrita a un Prouincial
obispos, preocupados por Ia situación, .á áii¡siá.on y o los RR. PPiesuiúas sobre la moral y la política
31 prpu
pidiéndole su intervención en el aiünto. de esos Padres. Luego aparecieron las ilamadas
El santo Padre nombró una comisión de snir.u" CartosProuinciales, porque se dirigían al Provincial
denales. Tias dos años de tabajo, el papu puUi¡.ó de la Orden. Ambas obras fueron publicadas bajo
una constitución apostólica donde conáenaba un pseudónimo, pero todos sabían quién las habÍa
formalmente "cinco proposiciones,,, unt u áiu, lu escrito. Se kataba de un amigo de Antonio Arnauld
de que los hombres jusros están i.pár¡uiiiiuáL, y hermanq de una monja de Port-Royal, Blas Pas-
an
cumplir algunos preceptos de Dios poi *js cal. Era un hombre joven, de 33 años, un pensador
lo quieran y se empeñen en ello, ár" verdaderamente genial, como lo mostraría luego
vu qr" fu, tátta
Ia gracia que lo haría posible; tamú¡én'fuqr" en sus magníficos Pensées, con rasgos semejantes
ufi"
maba que en el estado de nafur aleza caídá nun"u a los de San Agustín, pero también con las caracte-
se rísticas de un panfletario pertinaz. Desde muy jo-
leslsle a la gracia interior, y asimismo que Ci¡sto
no había muerto por todos iós hombres. áerZ ven se había dedicado a la geometría y aritmética,
iur-
pondieron Arnauid y los suyos? pero luego se inclinó a los temas religiosos. El y
er;
condenaba et papa áryp"í ¿ürto r,nrJticá¡i-rlro
l;; üri. ñ;
su familia habían leído las obras de Jansen, de
no se encontraban realmente contenidas nn Saint-Cyran y de Arnauld. Su adolescencia y ju-
áí er_
gusfinus. El argumento era asfuto.
iEstaban rruriu_ venfud fueron más bien mundanas; finalrnente se
deramente dichas proposiciones I" obrJ;;;;"- convirtió y se relacionó con el grupo, justamente
senio? La Asamblea der crero francés "n Io afírmó de en el momento más agudo de la crisis.
manera taxativa, y un breve pontificio ,ontii*O
L¡ RevolrrclóN Fnnncesn 33
La Nevr y res Teupesrn

5. Del Formulario a la "Pax clementina,,


Pascal no estaba
en todo de acuerdo
Royal y los suyos, con po:
los jesuitar, u
pu- *o. tenía tanta tirria El conflicto seguía en pie. El arzobispo de Tou_
qúi"nJ;;.;rideraba
un peligro púb louse, gran enemigo del jansenismo, fuvo la idea
;,?,fl ::§ ffiüI$ffi jff [, ffi f :tifl"ffi,tr de redactar un Form ulariodonde se condenaba'ex-
plícitamente dicha desviación, y pedía a lo§'sacür-
creditar a Ia Orde",;ffi;rando
asf iu influ;o e dotes de su diócesis que lo firmasen. Et papa Ale_
Ia sociedua. Lu,
í"1;;,*.?: provinciales
ban defe"r,::!r-..üi:';fil,,n,unu, busc¿ jandro Vl[.aprobó. e.l proyecto. por ordeh áel rey,
moshar Ia inocencia de ra gracit todos los_obispos debían jurar en los siguientes tér-
de Áinuuu y atacar minos: "Yo condeno de corazón y con los labios
tores de la S:rbo.na a rós doc
pasaba a Ia ofensir;.
E; il'luurtu y quinta, pasc¿ la dochina de las cinco proposiciones'de corn'elio
ü;Jrdaderos
-no here;ás y Jansenio, contenida en su libro titulado Augustí-
en
;:H?_fl'#:,pú
bricos ;;;" ras rnonjtas sanra nus."-El papa no dejaba resquicios a
h;ñ;';:fl ,_11,.::"1ff
"*.uruálg,r_
na, afirmando que las cinco proposiciones estaban
mventan una religio-" i:':üi:JH:Jl.#lit:
áá"J". se suprime la
realmente contenidas en la obralde Jansenio. AIgu_
cruz nos jansenistas aceptaron. otros sugirieron firmar
¡'nu¡q
rt*:Hlris'?l 'ili¿o *-u.'#*-"¡á, u.o. el documento pero con una '?estriCción mental,,,
ocasi o n ó ;
i,trÍyffs";l
";rlx'.,,?
círculos intelectual"r;;;ñolo
j:r*m:: es_ decir, haciendo exactarnente lo que acusaban
g los jesuitas de aconsejar con frecuencia; se aten-
y la burguesía. ,1l;;i;üYi'l".ru.ra
en parte del ctero drfan a un "respefuoso silencio,,. Los más, prefirie-
p,ál¡'ili,io' ]e::r, genre. ,.sóto ron negarse redondamente a firmar, entre ellos pas-
$iffi[e1iJ:, gu ?r i; c"*i, cal, su hermana Jacqueline y la Madre Angélica.
n á e ü ¿;
si ó
Tr.![it
i:x¿:'
con aplauso dá. junr"rl."t#i lryr; :l*:¿, ; El cardenal Mazarino le aconsejó a Luis XIV que
terciara en este engorroso asunto "y no sufriera
t,bruounsadores.,,
Además ta obrad¿tüffi;C3n1e, más la secta de los jansenistas, ni siquiera su nom_
perjudicó gra_
;j[i1""1;, es á' " g" " á ü . pi' J,i 1" i,,,'rr' ¿ bre" El joven rey aceptó la recomendación. De
]sr i

" todos los jansenistas, los más fanáticos eran las re-
tu,, q,L iu;
Y:tüi¡t;.¿",m #l:"r;$I ligiosas de Port-Royal, quienes representaron la co-
media del martirio. lQue vengan los verdugos, es-

ü[f Fffi:}l,Htlflfi
tamos dispuestas!" El arzobispo de parís, qüien las

ptirpública. 'tryíF,a::ru
fr rev mandó que- caracterizaría de manera cabal: ,,puras como ánge_
marlas uñ lu les, orgullosas como demonios", hizo lo posibb
f,á-
L¡ Rnvor-uc¡ó¡r FRnNcese
3s
L¡ Nnve y r¿s Te¡tpe-smoes

no les hubiera otorgado tan generoso perdón. De


ra que reflexionasen. Primero habló personalmente hecho se miró esta paz como-un triunfJd¿ras:¿n-
con cada una de las monjas. Fue inútil. Luego senistas y de Port-Royar. con Ia "pa* cremenfiña",
mandó aljoven Bossuet para que las convenciera, que duraría por todo er resto der sigro, el movimien-
pero en vano. Cansado ya de tanta obstinación, to inició el tercer período de su historía, alcanzando
volvió el arzobispo acompañado con soldados y nueva expansión. Port-Royal volvió, a ponerse,de
dispuso que doce retigiosas fueran kasladadas a moda. A juicio de Danier-Rops éste fue ál momento
otros monasterios. Ocuparon el lugar de las expul- en que el espírifu jansenista penekó verdadera_
sadas varias religiosas salesas, a una de las cuales mente en el catolicismo francéi, conquistando pa_
la hicieron superiora; era hija espirifualde San Fran- rroquias enteras, y algunas órdener ráligiorus- Ello
cisco de Sales. Pero las monjas que permanecieran aconteció también fuera de Francia, en los países
perseveraban en su resistencia. pajos, Bélgica y Holanda católica,,donde Arnauld
buscaría su último retiro. útrecht ru así
Mientras tanto moría el papa Alejandro. Su su- en una capital jansenista. "onr"rtirá
cesor en el hono, Clemente [X, fue más conciliador.
El grupo galicano aprovechó la ocasión para se-
ñalar al rey eu€, de hecho, al haberse comportado 6. Quesn el y ta bula Unigenitus
como Io hizo, había permitido la intervención de
Roma en una cuestión puramente francesa. A Ar-
nauld le pareció que el argumento era genial, ya En 1694 murió Arnauld. pero así c'omo había
que tocaba la vena independentista de los france- recibido la llama de manos de Saint-Cyran, de la
ses en relación con elpopd, ehizodisbibuir en toda misma rr*nera la pasó a un sucesor: pasiasio
eues-
Francia una circular a los obispos en la que se acu- nel. Director del Oratorio de parís, euesnel nó t u-
saba a Roma de "humillar la dignidad episcopal,,, bía intervenido hasta entonces en'las disputas jan-
senistas.pero pronto comenz6 a acercarie a eilor,
. La batalla ya se iba haciendo demasiado pro-
longada. Hubo entonces negociaciones. Los cuatro
acabando por dejar el Oratorio. Fue entonces cuan_
do nombraron arzobispo de parís a Luis Antonio
obispos recalcitrantes aceptaron el Formulario y de Noailles, uno de esos hombres que nunca se
escribieron una carta de sumisión al papa Clemen- juegan, lo que llenó de gozo a los jansenistas, ya
te. Fue lo que se llamó la pox clementino. iSe aca- que dicha manera de ser les permiiía ejercer pre-
bó así eljansenismo? De ninguna manera. proba- sión sobre é1.
blemente dicha "paz" no fue sino una artimaña
de algunos jansenistas para evitar que Roma les Luis XIV estaba harto de tantos líos. A su juicio,
pusiera la nota infamante de herejía. Si Clemente los jansenistas eran tan herejes como los protLstan-
lrubiera conocido la doblez típicamente jansenista,
L¡ Revor-uclón Fnancesa
37
[¡ Neve y ms TempESTADES

tes, Para reprimirlos debidamente, logró que de la Madre Angélica. El hecho es que se desenca-
su nie- denó una acción de resistencia a ia bula, donde
to,felipe V, nuevo rey de España, h-icieia ariestar
a se unieron la sorbona, e[ obispo de Noailtes, ahora
Quesnel, que por áquellos tiempos estába en
Bruselas, sujgta entoncás a Españai lu"gó piaiO cardenal, iuntamente con varios sacerdotes, poco,
V
a clemente xl una nueva bura en ru'dru .ándunu- por cierto, unos hes mil sobre cien mil que eran
se formalmente la herejfa. portgoyat iug,rá,ünao en total. ZSería el cisma, la creación de una Iglesia
el sfmbolo de la resistencia jansenista. Estarnos galicana independiente de Roma? Gracias abior,
en el regente frenó la ofensiva, y eljansenismo entró
L7.0?..E1 rey envió ta poticía y ai.p"i.eu
las;án;as en agonía.
rybelde¡ por todos loi rincon", dL Francii. f-á óun_
te sintió lásüma por la suerte de aquellas religi,osas, Subió entonces al fuono ponüficio el papa Bene-
y acudíian en peregrinación al monasterio
ab-ando-
dicto XIII, dominico de sólida formacibn tomista,
pgo..Airado, Luis xrv dio ra orden de desñrir *u- quien finalmente logró dar término al asunto. Un
terialmente todo Port-Royar, er convento, ras cásas concilio romano declaró que la bula Unigenífus era
contiguas y hasta la iglesia, dogmática. El papa removió de sus sedás a varios
obispos, quedando sólo tres recalcitrantes. EI rey
Sin_embargo el jansenismo segula subsistiendo.
- -, Luis XV, por su parte, publicó en 1730 un edicto
Más aún, concitaba ahora er aprJcio dur bájá
y. de
.ür" según el cual los beneficios de los eclesiásücos que
-algunos obispos. Er papa,'accediendo ái p.ai- no hubiesen firmado la aceptación de Ia bula serian
do{4 feyJ
promulgó unton.ui la uula ui¡iáíit"r, declarados vacantes. La resistencia a las decisiones
en.1773, donde censurando un viejo librito
nel, aprovechaba para condena, a
áZ d..- del rey se manifestó sobre todo en tres ambientes.
¡ánránir.io un Ante todo en el bajo clero, que veía en los obispos
su conjunto. La bula, quizás tardía, dividió
ar clero a lacayos del poder; luego en los medios parlamen-
francés en dos sectorei, viendo to'.uui
se decidió a actuar de nuevo. No pudo "in-, i.f tarios, donde se atacaba a la bula por motivos polí-
ñuá"n", ticos, blandiéndose los derechos de la lglesia galica-
ya qug murió en 1775.
na; finalmente en el creciente grupo dá intelecfua-
Comenzó entonces Ia Regencia y el reinado les irreligiosos y escépticos, a quienes se empezaba
de
Luis.XV Por aquellos años, ,Tiunrnñismo ya había a llarnar "filósofos". Por este desemboque óuhural
perdido empuje y mística. Más"b¡en se parecía y político, creímos que en el presente curso sobre
a una
facción política, que en ras presentes circunstancias la Revolución francesa era conveniente tratar del
encontraba cierto-apoyo án el regente Felipe jansenismo, Vñ que dicho movimlento empalmarÍa
de
orleans. No deja de reiurtar paradá¡al ,oslZn de una u oha forma en las corrientes revoluciona-
a"
aquelregente, un "fanfarrón vicioro;, .o*o,u
"r rias. Marc Fumaroli llega a decir que "la Revolución
áijo
entonces, a los severos descendientás francesa es, en fondo, un episodib¡ansenista más,,.
"spirituái",

t
Le Revolr-rc1ó¡¡ FnRncesa 39
óó [¡ Neve y t'Rs TTupESTADES

mística, santa Teresa y san Juan de la cruz inclui-


7. La superoiuencia del jansenismo dos, y con su rigorismo absurdo inclinaron a que
las-almas se apartasen de los sacramentos, ,obrn
todo de la Eucaristía y de la penitencia. Un párroco
En Francia el jansenismo quedó reducido a diría no sin orgullo a su obispo: ,,En mi parroquia
grupúsculos clandestinos. En carnbio se expandió
estoy seguro de que el año pasado no ha habido
en Holanda; como dijimos, persistiendo uná iglesia
ninguna comunión sacrílega iporque nadie ha
en Utrecht, iglesia cismática, cuyos miem-bros, comulgado!" La piedad que ellos posfulaban no
aunque pretendían no ser jansenistas, se burlaban
favorecía, por cierto, la confianza en Dios, sino el
de las condenas de Roma. No eran ellos quienes
temor servil, en el olvido de que Dios es ante todo
se habían separado de Roma. decían, Romu Padre y envió a su Hijo para salvarnos. Asimismo
lg quu se habÍa separado de la verdadera "rullglesia.
alej6 alpueblo de la devoción a la Santísima Mrgen
También algunos grupos se instalaron en el Imperio
y a los Santos. Finalmente, sus permanentes áta-
aushíaco, en Alemania y en varias ciudadás de
ques contra la Compañía de Jesús llegaron a desa-
ltalia. En Portugal, un pequeño,nricleo jansenista
proporcionarfa al ministro Pombal argumentos creditar una institución que en aquá[os tiempos
constifuía un verdadero baluarte de Ia lglesia.
contra la Compañía de Jesús. Es cierto que la
moral jansenista, tan severa, tan rígida, no podía
prender en una sociedad de cosfumbres tan mun-
danas como la francesa. La enseñan za de Rou-
sseau acerca de la bondad natural del hombre
estaba exactamente en las antípodas de las tesis
jansenistas sobre Ia miseria del hombre caído y la
necesidad de la gracia de Dios. Sin embargo, uñtns
de desaparecer en Francia, lograron la últirna vic-
toria cuando sus amigos del Parlamento decretaron
la_expulsión de la Compañía, que había sido la
adversaria principal de la herejía
Terminemos estas consideraciones haciendo
algula referencia al influio posterior detjansenismo
en el interior de la espirifualidad y de lá praxis sa_
cramental católicas. Aquellos moralistas a ultranza,
formulistas y casuistas hasta el extremo, desacredi-
taron el noble camino de la vida espiritual y de'la
[¡ Rrvoutcrór.¡ FneNcesn 41
La Nevr y us TeupesrADES

ma; "Une fois que nous üurons détruit les jésuites,


II, Expulsión y supresión nous aurons beau jeu contre I'Infáme" (Í)na vez
de la Compañía de Jesús que hayamos destruido a los jesuitas, tendremos
vía libre contra la Infame), La Infame no era otra
que la lglesia en su conjunto. La Orden de San
La Revolución no resurta plenamente inteligible Ignacio aparecía por aquel entonces como el más
si limitamos nuestras consideraciones a Io"qun formidable bastión de los principios católicos. Los
aconteció en Francia. una de las consecuencias "filósofos" consideraban que los jesuitas consüfufan
más importantes de la rebelión jansenista fue la la caballería ligera, "los granaderos de la lglesia,'.
revancha que! con la ayuda de losdisüntos Btados Es importante destacar que quienes sostienen estas
borbónicos' se cobró contra ra compañfa de Jesús cosas no fueron sino los que encabezaban elsector
según Io insinuamos alacabar el apartado anterior. que llevaría a cabo "la revolución culfural,,, previa
Al término de aquel conflicto teológico-pálrti.o a la revolución sangrienta. La supresión de la-Com-
v
i" püaujo un
antes del estallido de ra Revorución, pañía, uno de los grupos espirifuales e intelechrales
acontecimiento que marcó una etapa áecisiüa en más selectos de la Iglesia en Europd, D9 sería sino
_e!sisantesco intento por destuuir lu titesia cit¿r¡*. elpreludio del ataque contra todas las órdenes re-
Nos referimos a la expulsión g"n"áhrada de los ligiosas y de la cismática Constitución Civil del Cle-
jesuitas que se llevó a cabo en varios países rq que se promulgaría enLT9O.
de la
antigua Cristiandad, preludio de,r .uprurión uni_
Como lo señalamos más arriba, dicha ofensiva
yurc.?I. Porque esa deshucción era lo qúe buscaban
los llamados "filósofos',, a quiene, h"*o, nom- conka la Compañía de Jesús involucrará no sólo
brado poco hace, y de io, quu t ataremos fuás" a Francia sino también a varios países católicos.
más extensamente, en alianza con los galican", Se tataría de una acción concertada especialmente
V por Portugal y las cortes borbónicas: Francia, Es-
los jansenistas supervivientes. Estos riiíimos a1a-
paña, Nápoles, Parma, etc. Recorramos la trayec-
baron por servir de instumento provisorio para
una operación mucho más vasta, de la que lúego toria de este combate
ellos mismos serían víctimas. En tiot áirru
d'Alembert, uno de los jefes de los ,,fitásotos;,'en
carta a Helvetius, declarado anticristiano: "DLje-
l, La expulsión en Portugol
mos a los pondours. [es decir, las tropas irrguiui"u,
supletorias, o sea los jansenistasl, destruíi a l.s Abrló la marcha Portugal, que en siglos anterio-
fuerzas regulares [los jesuitas].,, ü"¡t;ir;,
parte, no se cansaba de reiterar dicho pióyecto, ;; ;, res se había mosbado tan generosa con San lgna-
cio y sus primeros compañeros. Ahora ocupaba
como medio para demoler luego a Ia lgLsiá mis_
L¡ Rsvor-uclóN Fna¡rcesn
43
L¡ Nave v ¡¡s TeupESrADEs
de tueinta nril, se iban formande en la civilización
el poder José Manuel I. Era el año 17s0. se tuataba y en elcristianismo, integrándose así:en la cristian-
de un hombre débil, por ro que tomó ras riendas dad. Pronto empezaron las críticas. eue los padres
de la polÍtica su ministro Carvalho y Mello, habían. hecho un Estado dentro dei Estadb, qu"
marqués de Pombal. Formado en Londrás, en las allí escondían minas de oro, etc. El gobernadbr de
ideas más avanzadas de ros "filósofos", y sostenido, Rfo de Janeiro concibió entonces un tratado de
como se ha dicho, "por toda la sectá filosófica intercambio enfue la Corona de España y Ia de por_
internacional", obraba de manera despótica, sin tugal. España entregaría a portugál las éiete reduc_
escrúpulo alguno, al modo de un visir otomano, ciones que se encontraban en lJorilla oriental del
totalmente al servicio del nuevo ideario. Buscando río lruguág, V en cambio porfugal cedfa la ciudad
deskuir a la lglesi4 había eregido por pr¡*Lr bhn- de Colonia del Sacramento, abuiivamente fundada
co los jesuitas. Elros tenlañ gran piedicamento hacíg algún tiempo en zona perteneciente a Espa-
1 ña. Firmóse así este tratado de permuta o de lími-
en Portugal, con cinco confesores en la corte,
numerosos colegios y prestigiosas misiones. Había tes, como se Io llamó. Los indios que habían vivido
que.salirles al paso. Mientras tanto; en Rorna durante tanto tiempo en aquelloi pueblos de6ían
se
elegía como superior generar de ra cirden ut puaru pasar a manos de Portugal, a quien ellos considera-
Lorenzo Ricci, natural de Florencia, un religioso ban su enerñigo histórico. Los jesuitas, sumamente
excelente, p€ro que no poseía ninguna de las cua- acongojados, cornunicaron la decisión de las Coro_
Iidades propias para sostener el iombain nas a los caciques, ofreciéndoles la posibilidad Je
S¡gun- pasar a la orilla occidental del río Uruguay. Ellos
tesco que se acercaba. Era un hombre cuiío] sí,
pero completamente ajeno aljuego de las pasiones les dijero! que preferían morir sobre el súelo de
humanasi r su terruño antes que en un exilio inmerecido y sin
Comenzó así en porfugal la campaña contra la
término. La insistencia de los padres resultó ¡nntit.
co-mRañía, inundándose ra ciudad de Lisboá.on Estalló así la llamada "gLlerra guaranítica,,, que
toda suerte de folletos en su contra. La acusación duró desde 1750 a 7752. Injurstámente poriugal
principal era haber causado y sostenido Ia guerra actsaba alos padres de ser responsables de aquelh
de Paraguay. iA qué guerrá .u referían? bárau rebelión. Los pobres indios luchaban contra los
comienzos del siglo XVII, los jesuitas habían ejércitos españoles y porftrgueses coaligados, y mo-
-indios, rían gritando: "iViva elrey de España!" No enten-
fundado treinta pueblos entre los ras faáo-
sas misiones guaraníticas; has muchas vicisitudes dfan nada de lo que estaba aconteciendo. por fin
y traslados, se sifuaban ahora ocho en er u.tuut las potencias peninsularesrlograron que se cumplie-
ra aquel fatídico tratado; llegando a su destino
Par.aguay, quince en la Argentina y sieü
;n;i;._
fual Brasil, todas ellas en tárritorio incuestionable- 15.000 de los 20.000 indios que habían partido.
mente español. Ailí r-rna multitud de indios,
cerca
[¡ Neve v us Tr¡wprsrRoes
[¡ Revouc¡óN Fnn¡lcesn 45

Lo peor fue que cuando la canallada quedó cum_ doles de [a peligrosidad de los jesuitas. Pombal
plida, se anuló el tratado de permuta poco des_ quiso que los obispos sacasen pastorales en ese
pués, por lo que se dijo que todo habfá sido sentido, lo que varios servilmente hicieron, cuando
una
tramoya bien meditada para acabar con los je- antes habían recurrido confiadamente a los jesuitas
suitas. para numerosos ministerios. Por ese tiempo fue
elegido como papa Clemente XIII, muy amigo de
Mientras tanto ocurrió en Lisboa un hecho la Compañía. A poco de subir, le dijo al padre Ricci
luctuoso. El rey José Manuel, volviend" án lá .uru que se quedara tranquilo, que é1 saldría al paso
de una joven marquesa, con quien mantenfa rela_
de los enemigos de [a Orden, pero en la práctica
ciones amorosas, fue blanco dá un atentado fallido,
no se animó a intervenir por temor a provocar un
que hirió a su edecán. Apareció entonces un uJi.to
cisma. Sin embargo quedó muy molesto con las
por el que s€ ordenaba denunciar a los criminales.
pastorales de aquellos obispos acomodaticios.
Asf, en un proceso muy irregular, detuvüron u
rios nobl€s, v acusaron a ros jesuitas de habersido
"u- Pombal, por su parte, insistía sobre España y
los instigadores, como confesores y amigos que Francia para aunar esfuerzos conüa los jesuitas,
eran de los sospechados. La policía, unriádu po, sugiriéndoles pedir todos a Roma la extinción de
P-ombal, entró en la casa de los padrás, urr*iO
u
la Orden. En carta al papa, el nuncio en España
V
diez de ellos, cgmo presuntos óompfiiás. si üi*n la decía: "Lo mismo que las cortes borbónicas,
nada se les pudo probar, la manchá quuá0. - también condiciona Pombal su conciliación a la
completa supresión de la Compañía de Jesús." Se-
El ministro creyó que había ilegado ra hora de
gún Menéndezy Pelayo buscaba intimidar al Santo
asestar un golpe decísivo. por medio del rey,
exigió Padre con la expulsión de los nuncios, la clausura
que el papa nombrara un visitador que ruíóiráuu
de los fuibunales eclesiásticos, amenazas de reunión
la compañía de Jesús. Benedicto xiv aerignS
cardenal saldanha, inskumento ideal dn pJmbur,
ur de un concilio general y finalmente una declara-
ción de guerra si el papa no cedía.
quien previamente le había otorgado
tulos. El cardenal se moshó acérr]mo "u.go,
y ti Ties meses después fueron clausurados los co-
a"
la orden, siete días más tarde, apareció"náñ-,iáá legios de Ia Compañía en Portugal. Luego, en sep-
un dácreto
firmado por José l, por el qu'e ie ordenuUu tu in_ tiembre de 1759, el rey decretó el destierro de to-
cautación de todos los bienes de la Cornpunfa y dos los jesuitas de Portugaly de sus colonias. Eran
el arresto de todos sus miembros, por habá,
*düó unos 1.100 en total, que fueron arrojados, despro-
se decía, la guerra en el paraguay y haber
parte en el atentado contra elmonarca.
t;r;. vistos de todo, en las costas de los Estados pontifi-
cios. Tras ello, Pombal se lanzó contra la lglesia en
Asimismo
elrey mandó a todos los obispos una.urtu uruiiin- general: hizo que el nuncio delpapa fuera expulsa-
[¿ Revoucló¡l Fnetcesa 47
[¡ Neve y us Te¡upEs[ADES

sidad, poseyendo además atribuciones políticas y


do, depuso e inbodujo obispos a su talante... poco de policía. Al principio aquellos adversarios se
más adelante.maquinó la constitución de,.una dedicaron a criticar la intolerancia general denho
Iglesia nacional poriuguesa, ro más indep"nái"ntu de la lglesia, el poder de los obispos, algunos dog-
posible de Roma. Al oúispo de Coimbra, mas concretos, pero pronto entendieron que, estra-
qu" fr"Ul,
publicado una pastorar dónde tégicamente hablando, lo primero que había de
"ond"nubl-r"r rrurt-
caciones de los''filósofos", entre las cuales la,iEnci- hacerse era quitar de en medio a los más aguerri-
glonet'ial', la "Puc elle', de Voltai re y el,,Contuato dos defensores de la ortodoxia y del pontiflcado.
Sociat" de Rousseau, ordenó que como reo Un historiador protestante escribe: "Se había for-
de lesa
majestad fuese encerrado en Ia torre de mado una conspiración enhe los antiguos jansenis-
san José,
a varios mekos bajo el nivel del agua, tas y el partido de los filósofos; o más bien, como
V ,u .urtu
pastoral fuera quemada por mano-r
aLíüdugo. esas dos facciones tendían al mismo fin, trabajaban
Hasta los mismos santoi yu canonizados en una armonía tal que se habría podido creer que
de la
compañía debieron a*osdar hs iras de pombar. concertaban sus medios. Los jansenistas, bajo la
se suprimió la fiesta de san Francisco d. apariencia de celo religioso, y los filósofos, oiten-
quien se veneraba en porfugal como p"t
nirji, u
tra los terremotos, y Ia de §an fgnuá;.
*"fon_ tando sentimientos de filanhopía, kabajan de con-
La fi*t" suno para derribar la autoridad pontifiiiu t...1 pero
del Sagrado Coraeón, tan prornoulda por para abaür elpoder eclesiástico, era preciso aislarlq
f", ü."i_
tgg, eue se celebraba con gran
solemnihá¿,1";;n- quitándole el apoyo de aquella falange sagrada
dó suspender et ministrdba¡o severísimur p"nur. que se había dedicado a la defensa deltrono ponti-
for^diqz años perrnanecieron rotas lu, ,áÉI¡on", ficio, es decir, los jesuitas. Talfue la verdadera cau-
oe I'ortugar con ra santa sede. sóro tras sa del odio que se le profesó a este Instifuto,,. De
ra .uidu
de Pombal se recompondrían. ahf que los "filósofos" suspendieran sus fuegos cru-
zados contra los discípulos de Jansenio. Hubo tre-
gua entre ellos porque tenían un mismo enemigo
2. La expulsión en Francia
a quien sofocar. Como lo señalamos anteriormen-
te, el plan de los filósofos y los enciclopedistas fue
Desde Portugar er enfrentarniento se emplear a los jansenistas para que acabasen con
extencrió
a Francia. Allí se encontraban lo, *uvor;;;"_ los jesuitas; luego ellos acabarían con los jansenis-

f:sg: j:3 lomoa¡ : Ios


ía junr*irtu;u;;;J¿r, tas y, en última instancia, con toda religión. Uno
P:,,Pgfumentos üai.án., ;l;;ih#üí:+i::,?
p;í;;;r;;;;;"rr.il#:
de los "filósofos" Voltaire, había esfudiaáo, siendo

iu g l;;
Recuérde:"
P{ adolescente, en un colegio dirigido por los jesuitas.

áffi;ü;#;
ciudaa"r, Cuando d'Alembert se enteró de que Voltáire sen-
Ht.:l l.ce "rán.h.iil;;H
de jusücia, a los cuales,"rpáfuü" ffffi:

L
L¿ R¡voruc¡ór.¡ Fnn¡lcesa 49
[¡ Neve v us,Te¡upEsrADES

Especialmente el minisho no perdió ocasión de


tía cierta ggmpasión por sus antiguos adular a la marquesa de Pompadour, la amante
maestos. le
escribió: "Créame,. dáponga todi fl;il;;:h;"- de Luis XV, cuya única pasión era gobernar a Fran-

li; ?:i:, :'!uf o..u la.cánatia ¡rilñtJ ;;;#ü; cia. Los "filósofos" y los jansenistas habían logrado

a^t^^
estas arañas
^..-^:- ,
se devoren mufuamente.,,
;;;#;ü; que hacer de ella un escudo conha sus enemigos. Al
abrigo de las lisonjas con que la embriagaban;,ob-
Tales enemigos contaban con patronos tenían fácilmente derechos de impunidad y logra-
real- ban propagar sus principios en todas las clases so-
pen{e poderosos en h.rancia. Er principai áá eilos
fue e] duque de.Chois*ul, *in¡stó ciales. Por oha parte aquella mujer no querÍa saber
del *v- eiu nada con los jesuitas. Especialmente tenía que ven-
un típico- gentirhombre der sigro xúrri.
r"nru"rt"
u garse del padre de Sacy, quien se negaba a darle
incredulidad, elencanto, la vaniáa¿,
lencia, juntamente .on únu iterera que
fuin*_ los sacrarnentos hasta tanto no reparase, abando-
"liujo,
habría sa,
crificado el futuro de Europü .u*Uio nando la Corte, el escándalo de sus relaciones con
dá unlpi_ Luis XV.
grama f'eliz o de una arabanza adurona.
Btu hom- Choiseul carecía de convicciones religiosas. Es
bre, que tanto gustaba.respirár a i".ián.o
ñu" fo,
gp.ciclo-nedistas le prodigaban, supo seducii u cierto que exteriormente se presentaba como cató-
"filósofos", ganó n! up"ío ¿ái'purÉ*;;i;,
lo, lico, pero sus ideas lo colocaban rnuy cerca de la
su admiración por los.¡ansenistas,
;Jrt o filosofÍa iluminista de la época, y consiguienternen-
sedujo á *¡r*o
rey, y lu-eso de haber arrastrado te de la aversión frontal de los filósofos respecto
u toá-u]'*una"
de la Compañía. En cuanto a Luis XV a pesar de
en pos de é1, se abocó a ra persecución
pañfa. Para lograr su propósito,
de ra c;*- tener a Ia Pompadour por amante, no sentía como
concibió la idea
de unir las divlrsa. .ama, de Ia Casa persona aversión alguna conha los padres de la
de Borbón
en una comunidad de afectos y de Orden. [ncluso tenía por confesor a un jesuita, no
intenciones, la
principal de ras cuares sería É destru..iol sólo él sino toda su familia. Pero era un hombre
Já u indolente.
orden. su designio era .on*iat por
una anécdota
muy repetida en parís. conversando Dos hechos desencadenaron concretamente la
cierto aru.",
fues ernbajadores, uno de ellos
le dijo qu" ,iá*trnu persecución. El prime¡o fue un atentado que se
vez fuviera poder en su país, cometió confa Luis XV en 1757 . Enseguida se hizo
desúuiiiaüao-r-lo,
cuerpos religiosos, e*cepio los jesuitas,
porque al correr lavoz de que.su autor había sido, cuando
menos ellos eran útiles para lu ádu.aJb;, :,ir;;" chico, empleado en un colegio de los jesuitas, don-
-respondió Choiseul_; ii alguna vez ellonrfuünr" de permaneció hasta su casamiento; se ocultó, sin
u los jásuü;-;;"
en mis manos, no destuuiría sino embargo, eu€ también había ocupado el mismo
que una vez deskuida su educación, cargo en casas de miembros del Parlamento, y que,
todos los'Jt o,
cuerpos religiosos caerían por sí
mir*o..,,
I¿ Rrvor-ucrórt Fnaxcrsn 51
[¡ Nnve v us Te¡rprsreoes
superiores se dieron cuenta que la situación se ha-
justamente fue en ellas, según sus propias bía tornado riesgosa, le prohibieron terminante-
decrara- menle_proseguir con dichos negocios. por los aza-
ciones arrancadas en el tormento, áonde había
res de la guerra las cartas no llegaron a sus manos.
9ído y leído muchas cosas que le iácitaron contra El provincialde París resolvió, entonces,
los reyes. Si bien el proceso excluyó de cufuábili_ eue todos
los acreedores se dirigiesen alsuperior d'e ia misión
|ud .u los- jesuita!, se aprovechó É ocariJn puru de la Martinica; éste, cuando ya no estuvo en con_
imprimir folletos donde se los acusaba de ser áuto-
res morales del crimen por sus dockinas sobre el diciones de pagar, remitió a los acreedores alpadre
tiranicidio. No se decía, con todo, Lavalette. una casa comercial puso pleito a iodos
eu€ si bien algu- los jesuitas de Francia, haciéndolos-solidarios de
nos jesuitas, como el padre Juan de Mariana, Sán
Roberto Belarmino y Francisco suárez, sostlrieron la deuda
que en casos o<tuemos podría ser lícitq los regicidas Los jesuitas cometieron el error de recurrir con-
concretos nunca salieron de los ámbitos influidos tra el fallo no al Consejo de Estado, sino al parla-
por la Orden. mento, con lo que cayeron en manos de sus ene_
El segundo hecho fue de mayor trascendencia, migos. EI Parlamento condenó al general de la
y signó concretamente la seniencia de muerte Orden y a toda la Compañía al pagoáe las deudas
cpttu]os jesuitas en Francia. Resulta que un padre de Lavalette. El padre General no tenía tantos me-
de la orden, Antonio Lavalette, misionero án ras dios como se creía, pero hizo lo que estaba a su
Pequeñas Antillas, había sido nombrado pro"rru_ alcance. Mienhas tanto, el Parlamento de parís
dor de la misión, trasladándose a la Martdic;. bo_ ordenó el secuestro de todos los bienes de los je-
mo la misión se enconhaba en graves aprietos eco- suitas en.Francia. Lo que se buscaba"era aprove-
nómicos, trató de mejorar la sifuación; sus planes char la ocasión para aniquilar la Orden. óon et
fueron aprobados por Roma, aunque advirüándo_ pretexto de este proceso, el Parlamento pidió que
sele que no se metiese en negocios comerciales. se le enkegaran las Constituciones de la Compa-
Sin permiso de los.superiores, iomenzó a explotar ñía, tras lo cual, hansgrediendo su jurisdiccibn,
una ptantación en la isla Dominica, obtenien'do dictaminó gue el Instituto iba conhá las teyes y
Europa los préstamos necesarios para dicho ern- "n libertades del reino, condenó de paso varios libros
prendimiento. Lo que iba produciándo lo enviaba de autores jesuitas, prohibió la admisión de novi-
a Francia mediante una firma comercial. por aquel cios, la emisión de votos y todo tipo de enseñanza.
entonces estalló una guerra entre Francia e Ingláte- Sobre la Orden se cernía la sentencia de muerte.
rra. Para saldar las deudas que había contraíáá, el Se pidió el parecer de los obispos de Francia acerca
padre Lavalette envió dos bárcos cargados.on de la Compañía, su utilidad y la,conducta de sus
áu-
fé y azúcar. Como los ingleses se afioderaron miembros. El dictamen fue en extremo favorable.
de
ellos, la der-rda se fue aciecentando. Cuando los
L¡ Revour¡óN Fnn¡lcesn s3
L¿ Nave y ms TzupEsrADEs
mente para ello, el Santo Padre protestó enérgica-
sin embgrgo el Parramento de parís dio er failo. mente por los atropellos cometidos contrá los
jesuitas y los derechos de la lglesia, y declaró nulas
La llamada Compañfa de Jesús, por su nafuraleza,
allf se decfa, es incompatible con-todo Estado bien todas las decisiones del Parlamento, pues era juez
organizado, porque se opone al derecho nafural; incompetente en aquella causa. For fin, el 1ó de
sus reglas, sus votos, su moral, su doctrina, eran diciembre de 1764, convocados los parlamentos
abominables. Todo ello apareció en un extenso li- de todas las ciudades y con asistenciá de tos du-
belo titulado Ertractos de ras oserrio nes peligrosas ques y pares de Francia, se leyó eldecreto real por
y pernlciosas de todo género que los iedilenres el cual Luis XV disolvía en todo elreino la Compa-
jesuiüos han sostenido ñfa de Jesús. De por sí el rey no estaba en conni-
en todo iiempo g sin inte-
rrupción No había crimen que no hubiáren ense_ vencia con los enemigos de ios jesuitas. Él hubi"ru
querido salvar a la CompañÍa. "No amo cordial-
!u9" y del cual no se les hiciése reos en dicha obra. jesuitas decía-, pero todas las herejías
si bien el autor incluye citas tomadas de los liu.o, ¡nente a los
de algunos jesuitas, Je probó luego que se habfan los han detestado siempre, [o que es un triunfo pa-
suprimido palabras e incisor, urf-como que hubo ra ellos. No digo más. Por la paz de mi reinq si
gambios de puntuación que arteraban ei r"nii¿o. bien los expulso contra mi voluntad, al menos no
quiero que se crea que me he adherido a todo lo
viado a los obispos; eilos rechazaron ,t tiblu, no que los parlamentos han hecho y dicho contra
sólo por su infamia intuínseca sino también poür" ellos." Fue, pues, a pesar suyq que tomó esta dura
vieron involucrada en esta persecución Iá causa medida. El papa protestó vehementemente en una
misma de Ia lglesia. bula donde decfa que no podía tolerar que se le
impusiesén limitaciones en el ejercicio de su supre-
La resolución fue categórica: la Compañía de_
mo deber pastoral. Que esa Orden, fundada por
ser expulsada de Franáa. como senara ui grun
.bia un santo y aprobada por varios pontífices, se había
historiador alemán Ludovico pastor, hací.a
va ti?m manifestado siempre como instrumento adecuado
po que los enemigos se habían forjado el
áecidido para fomentar el amor a Dios y la salvación de las
intento de acabar con la compañíá. y si no rruui"-
almas, por lo cual habfa experimentado la protec-
sen existido las deudas de la Martiníca, hubiesen
ción de los soberanos. En su seno se habían forma-
buscado otro especioso motivo. S"t b'dá-iriru,
los jesuitas debían dejar ,r, .áru, un ui
do santos, y santos habían tributado elogios a su
*rpu.io instituto, Ilamado pío por el Concilio de Tiento, y
de ocho días. Los obispos salieron de nu"ro
ahora difamado de palabra y por escrito y tachado
defensa de la Orden. Lá mismo hizo ut pupu, "n
un- de irreligioso e irnpío, con lo cual se lanza conka
viando breves a Francia, pero éstos fueron á"úulr-
la Iglesia la infamia de haber errado al proclamarlo
tos por no haber sido aprobados por la
Corte. En-
tonces, en público consistorio convocado
"rp"riul-
[¡ Revou.¡c¡óN Fnencesa 55
[¿ Nave v ms TeupESTADEs
ha perdido su Compañía." Choiseul no se redujo
a mostrar su alegría. Aprovechando la impotencia
pío y grato a Dios, y, lo que es peor todavía, al
de los obispos creó su propia "Comisión áe Regu-
permitirlo en su seno por espacio de más de dos
[ares", y le dio una apariencia de autoridad canóni-
cenfurias en perjuicio de las armas. para concruir,
ca. El arzobispo de Toulouse, Loménie de Brienne,
elpapa confirmaba todas ras buras de sus piuÁn u-
sores en favor de la Compañía.
de cuya pérfida actuación durante la Revolución
misma hablaremos en su momento, fue el hombre
Dicho docum_ento sulfuró a los parlamentarios, señalado, ya que, como algunos afirmaban, "esta-
jansenistas, etc. se hizo en torno ba más cerca de los filósofos que del cristianismo".
a ér "ra.onrpiru-
ción del silencio". En cambio, el episcopadá-fra"_ Desde 1768 cayó sobre los religiosos en general
cés, reunido en as-amblea, ul ,"y ru puru, una serie de edictos: la edad en que podían pro-
"*pr*ó
al ver cómo una orden ruiigió.a que se hauá d¡s- nunciar los votos pasó de los L6 a tos 18 años;
tinguido tanto por la purezJde su fe, por sus inta_ ninguna congregación estaba autorizada a tener
chables cosfumbres, por su disciplina ráguhi, y q,-," más de dos casas en París y más de una en cada
tantos y tan grandes servicios había préstaáá a
h ciudad; alcapítulo de la congregación debía acudir
Iglesia y al Btado por su incansabrá activiJad y un comisario del rey. Pese a una nueva protesta
ministerios, fuera llevada ante los kibunales iomo del papa, el proyecio siguió adelahte, siándo su
si se tratara de criminales... resultado un verdadero desastre: 400 casas religio-
'lbmbién sas desaparecieron.
el clero francés mostró su pesar. Se
ha dicho que el mismo Luis XV s" lamentuü ¿u Respecto a la Compañía, cuako milde sus miem-
que los jesuitas habían sido tratados poco *uno, bros, que en los colegios, en las misiones, en los
que como malhechores. Su propia hija, Luisa, que habajos af:ostólicos o culfurales, habían glorificado
er.u religiosa carmelita, estaba án fav-oi de el nombre de Francia, se enconharon, por Ia sen-
los:per-
seguidos tencia, convictos de todos los crímenes posibles,
,irnportarle de todas las herejías imaginables, desde el arria-
. Los enemigos de la Compañía,
lo más mÍnimo la.actitud
sin nismo hasta el luteranismo. Reducidos a la miseria,
delpapa y de los áUirp"r, debieron salir de su pahia. Muchos príncipes ex-
se moskaban exurtantes. Manuát dá Roda,
minisfuo hanjeros, por ejemplo los de Cerdeña, Nápoles y
de justicia de carlos III, así ponía en ra portautu
de una carta a su amigo choiseul: "La algunas zonas de Alemania, se negaron a recibirlos.
dil;ió" El papa apenas si podía mantener en su territorio
Io h? dejado nada quá desear. Hemo, *uiuáá ut a los mil jesuitas porfugueses previamente destena-
hfio: Ya no queda más que hacer otro tanto con
Ia dos. Gracias a Dios, los jesuitas franceses pudieron
madre, nuestra .santa Iglesia Romana.;' ú'Álu*-
bert,_por su parte, Ie escribía a Voltaire, ,,Sá Ji.u instalarse en España, aunque por poco tiempo.
que Jesucristo es un pobre capitán ,"for*udo
qun
[¡ Revor-uclót t FRRr.¡cesa
57
56 [¡ Nave y ¡¡s TrupesrRpes
Políticamente hablando, se había producido en
3. La expulsión en España Hispanoamérica el conflicto que siguió al tratado
de permuta, tan doloroso pura los ináios guaraníes,
según lo señalamos al referir los sucesos de porfu-
. Nisi-quiera la católica España quedó preservada
de las ofensivas irreligiosar arl siglo xúut. La alta
gal. El ingente trabajo de los misioneros €n:las re-
ducciones era considerado como una mera excusa
noblezaespañola, de la que pror"nían los embaja_ para buscar oro, plata y diamantes. Los grandes
dores y los principales f¡-rnciónarios, no .ui"fá a, almacenes que tenían los padres para el kueque y
complicidades con elproceso revolucirnario. Las mi- la venta de los productos agrícolas sobrantes, única
siones diplomáticas a Londres o a parís los ponían manera de sobrevivir económicamente, fueron
en contacto con personas como Diderot y d'Al"*_ causa de que se los acusase de comerciantes.
bert. Allf, en el exhanjero, se burlabán aá E pánu;
para mosfuarse "modernos" no vacilaban en Cuando subió al trono pontificio Clemente XIII,
táchar-
lu bárbara y fanática. Sólo así se harían ;ür¿o- acababa de fallecer elrey Fernando VI. Su sucesor
{g fue el hasta entonces monarca de Sicilia, Carlos
nar" su añejo catolicismo y gente al estilo de Vohai-
re podría considerarlos como buenos liberales. Es III, quien en L759 entró en Madrid. La figura del
cierto que ente los españoles eran muy pocos los nuevo rey suscitó -y sigue suscitando- diversos y
incrédulos confesos. para la mayor purt. de ellos, contradictorios juicios. Para unos era un genio,
la filosoffa del iluminismo no páruba de ,", unu para otros, un hombre mediocre, de pocas luces.
cuestión de moda, una pose, un barniz exterior que Mientras reinó en Nápoles y Sicilia, territorios a la
al regresar a la patria pionto desaparecería. sazón dependientes de Madrid, fuvo como precep-
tor a Bernardo Tánucci, uno de los llamados "filó-
En.lo que toca a los jesuitas, no eran demasiado
sofos", no sólo ferozantijesuita sino también anti-
queridos por los miembros de otras órdenes re-
cristiano, una especie de Pombal o de Choiseul a
ligiosas, como lo mueska lo que a.ontr.iá con la
la italiana. Este preceptor, que a la partida de Car-
aparición de Ia novela satírica Fray Gerundio, en los III se había vuelto tutor de su hijo, Fernando
la.que el jesuita José Francisco dá tsh
lo"il .n
solfa la oratoria recargada y vacía de Ia ¿ü;. Ei
IV, sucesor de Carlos en Nápoles, seguía siendo
desde allÍ confidente del rey de Españá, con quien
no buscaba,.por cierto, ridicurizar ta vida i"iigiá.u
intercarnbiaba cartas casi cotidianas.
en cuanto tal, Ircro como el protagonista de ñ no_
vela era un fraile, Ia obra suscitóLncono, y áada Desde elpunto de vista religioso, Carlos III pare-
la mentalidad volteriana que se estaba exiándián- cía ser un cristiano convencido. Rezaba sus oracio-
do, pudo dar argumentos a los enemigos del cris_ nes diarias, todos los días asistía a Misa, y promo-
tianismo- Quizás fue por eilo que ra nóvera se vio vía con celo el culto de la Madre de Dios; sobre
inctuida en el indice áe los tiur., pilr,iUüJrl* "
L¡ Rrvoluc¡ón FnRNcEs¡ 59
[¿ Neve v r¡s TeupESTADES
decía, no es sino el dominio de la lglesia y del mun-
todo en el misterio de su Inrnacurada do; su conducta era diabólica, su moral maquiavé-
concepción.
En cuanto a sus ideas político-rel¡giosas, lica. Pero lo que más censuraba era el cuarto voto
Ji bien
reprobaba las dochinas que difunáián que la Orden hacía pronunciar a sus profesos, de
lor'unciclo_
pedistas franceses, con todo, se especial obediencia al papa. Por eso, en lo tocante
apoyaba en.onru_
iergs _gue profesaban admiración por los *ií¿;;_ a la Compañíá, ható que el rey de España se en-
fos". Uno de ellos era aquel Tanucci, quien cauzara por los derroteros de Pombal. No era, por
a había
dejado gn
Náp:tes, y qü" li p;¿tü;iu üu,", cierto, fácil, deskuir a los jesuitas en España. La
gobernaba las Dos siciiias. "n
carrós, qü"1" iütJaba, Orden, que había sido fundada por el español San
solfa consultarre en todos los urunio, Ignacio, se había extendido por todo el país, donde
au goÉiárno.
Thnucci criticaba los defecto, aa ti
a la manera de.un hijo que
tgl;;":;;;; ," tenía cerca de tres mil miembros, y también en to-
dese;.-;;ñ'u ,u da Hispanoamérica, y en las Filipinas. La educa-
¡nadre, sino con la intencién de manci[ar su nom- ción de la juvenfud estaba casi en todas partes en
bre, haciéndola ridícula y despreciaUle. paÁ?i,
ma era un foco de
n- sus manos, desde el Colegio Imperial de Madrid,
donde lu lnquiri.iOn y instituto dedicado a la nobleza, donde se formaban
-ateismo,
los jesuitas detentaban ra sobáranra.
siervo de ros los Grandes de España, hasta nuestros colegios de
siervos de Dios,se llama el papa, á¿.á,;';l-rgu_ Argentina. El mismo Carlos III, si bien pertenecía
lloso cómo un sha de persia.
bal con la Iglesia era para Jt?-ignu de
a;¿"ñ;d i;É;,"- a la tercera orden de San Francisco, envió a sus
todo án.o- hijos a los colegios de los padres de la Compañía.
mio. Bpeciar aversión sentía pgier Su madre y su mujer tenían confesores jesuitas.
uriu¿oiá¡gilo,
en especial por ra compañía de Jesús.
t-o in.iniun Tánucci conocía bien el poder de la Orden.
es que su propio confesor fuese
de dicha Orden. Sabía con quiénes se metía. Y entonces creyó que
Carlos lll sufría también de regalismo, lo que lo primero era difundir en el entorno del rey des-
dio. otigen a conflictos con É-lgl"si;, confianza y aversión a la Compañía. Y así, en carta
ú;nun'aá u a un funcionario de Ia Corona, le decía que el rey,
ptohibiq po¡ ejemplo, en cierta
oáasión, luTruuritu- puesto por Dios para elbien de los pueblos, deberá
ción de todo breve o bula de Roma
consentimiento suV9. No resulta, pues,
;i;;;;;;r. purificar de jesuitas a España y ambas Sicilias.
exhaño que "Sentiría en el alma -había escrito dos años antes
los p ol íticos esp a ñó les üa m ur*'tl*L-i
jesuitas de.su país Ia misma
* ;;;i., al embajador de Nápoles en Madrid- si hubiera
suerte que habá;p"-
decido ya los padres portugueres y'fran.d;. de partir al otro mundo con la conciencia de dejar
nucci los pintaba antá er rel como-fautorese;
ib- esta ponzoña fios jesuitas] en la morada de mi vene-
principios conha h ,Aigiór, ññáfu,
il, rado Señor." Cr¡ando en 1762 fue nombrado fiscal
TX.^::i:Tos
er Estado y el rey. Lo que los super¡ores del Consejo de Castilla un amigo de Franklin, lla-
buscaban,
[¿ Revowclór,r FRANcrsn 6t
60 L¿ Neve v us TeupesrADEs

cuando apareció una multifud que gritaba: "iMva


mado Pedro Rodríguez Campomanes, elreyt iMuera Bquilache!" Esquilache era el minis-
furibundo
regalista y adversa.io de los jesuitas,
Thnucci se [e- ho de Hacienda, a quien se le atribuÍa la insólita
19 d" .at9s{a. .Lo mismo cuand u
medida. Al mejor estilo español, varios hombres
Manuel de Roda y Arrieta "'"ii"i-ánri¿
embaÉár un tu se reunieron en una taberna, donde redactaron un
"o*o
Santa Sg9", ya que era amigo-suyo
y comulgaba documento en que se pedfa al rey libertad para
con sus ideas. Justamente CirlosiU vestir como les diese la gana, así como que rebaja-
ío f,ir" no*-
brar poco después minisho áL just¡c¡u, ran el precio de los comestibles..., si no, Madrid
vió al padre Ricci, general J" i* C"ñp"iá, *o-
f" qu"
ardería. El rey, preocupado, abandonó el palacio
or"
sabfa muy bien lo qüe Roda pensab"
e- ignorando que eia el
d h órd"n, y se fue a Aranjuez, mienhas la gente, indignada,
mismo rey quien Io ocupaba Madrid. Cuando Carlos Illprometió acce-
elegidq a informar a la reina madre, por había der a los pedidos, la cosa se serenó.
medio
de su confesor, a quien dirigfá1a
ciones del nuevo-ministro,-quien
.*t",'d; rur'iitun- A raíz de este amotinamiento, el rey hizo cam-
no'desánürra, bios en el gabinete, nombrando presidente del Con-
le decfa, hasta la totar
de ra ótr**r". sejo de Castilla al conde de Aranda. Era este hom-
"*tin.-ián
Un hecho banal sucedido en Madrid tendría bre, juerguista y mujeriego, elprimer gran maeshe
connotaciones inesperadas para
nuesüo propósito. de la masonería en España. Siendo embajador en
Fue el llamado. "motín d" ro^slombreros,, ,¿motín
o Portugal había conocido a Pombal, y luego, como
de Esquilache". En tz66 náur.
aparecido un de- embajador en París, se hizo amigo de d'Alembert
cretq por e.l que se. prohibía un
todo, lo, .J"gio, y ohos filósofos del iluminismo. Voltaire lo llamaba
y universidades, el uso de la
á.npliu i=¿uf "elgran [--lércules", porque estaba tratando de lim-
sombrero de ala ancha, ae ñilo
adelante había que usar las prendas
"upuüil;ó;Jl, piar a España de la superstición. "Bendigamos al
francesas:"n conde de Aranda", decía. Tratábase de una perso-
peluca y sombrero de t u, p¡.ti,
y e[o ta¡o *ultu, na totalmente incrédula, aunque exteriormente no
y.prisiones; en caso de reiñcidencia
se condenaba se manifestaba como tal.
al infractor a cuatro años de áestierro.
Se aducía
como raz6.n que.las anteriores prendas Mientras tanto, a Carlos III le hicieron creer que
pap que los delincuentes ocurtaran .¿io,"iufu n
fácirmente er dehás de los motines por las capas y sombreros,
rosbo y pudieran escapar impuner. se escondían los jesuitas, que buscaban conspirar
f-ou urpunoi".,
sintiéndose heridos, ráaccion*on conha el trono real. En orden a redondear la acu-
con acritud, so_
bre todo en los barrios
trñi;;;s, burtándose nú- sación, los enemigos de la Orden hicieron aparecer
blicamente de ta poricía. c[ri, Já,;il#ilidI", una carta apócrifa del padre Ricci, donde'se decía
se exhibieron desafiant"r, .on-anct,is
."pár. Ef
il
que Carlos era hijo bastaido'dé Isabel Farnese
guardia los llamó ar ordeá
bató du
v detáeiior,

t
[¿ RevoluclóN FnaxcEse 63
L¡ Neve v ¡-"qs TE¡rrpesrnors
dicho que los padres hicieron Io posible por con-
y del cardenal Julio Alberoni, indigno, por consi- vencer a los indios de acatar las disposiciones de
guiente, de reinar. Tanucci, por su párte, la Corona, pero sin éxito. Incluso algunos indios
no dejaba los acusaron de kaidores. Luego, también lo hemos
de advertir al rey sobre la pátigrosidad áu rorinrui-
tas. En carta algo posterioi'u in conociclo le señalado, se anuló este tatado entre Portugal y B-
diría: paña, cuando el mal ya estaba hecho, y los indios
"En mi tiempo hice todo ro irnposibre poi Ju*or-
tral q!¡ey esta verdad lla malignidad á" i"rllr"i_ de los siete pueblos pudieron retornar a sus üerras,
tas]. El soberano ros conoc". *toy ruguro áá'q,ru aunque diezmados. El rey no odiaba a los jesuitas,
su majestad alaba y envidia de coiazóñ a portugar prosigue arguyendo el dictamen, como lo prueba
y a Francia, las cuales han terminado .on el hecho de que les había confiado la educación
tos¡esui- de sus hijos. Pero los jesuitas no podían tolerar ha-
tas. Tengo también ra persuasión de quá ,u Éia."
ha impedido muchas decisiones que sin duda el ber sido desalojados de su antiguo poderío, y con-
rey hubiera realizado y que acfuarmente lrevará cibieron el plan de poner al pueblo en estado de
a rebelión contra el rey, preparando revueltas, una
la práctica." Perg habia que ir paso a paso, agrega_
ba, porque los jesuitas ion *ry qulridos de las cuales fue la de los sombreros. La idea de
pueblo. io, nt reformarlos hubiera sido no sólo inútil sino perni-
ciosa. Pues équé cabía esperar de una reforma, si
A pesar de esta úlüma precaución, pronto varios
jesuitas fueron llevados a ros tribúnarer, dicha institución, incorregible a pesar de su destie-
.orno rro de Francia y Portugal, no sólo no se humilló y
seductores del pueblo y promotores der *oiín
con- corrigió, sino que multiplicó sus crímenes? Por 1o
tra elrey. se formó entoñces un tribunut .on juá.",
demás, tratándose de ellos, es imposible e innece-
secretos, testigos secretos y procedimientos,n.rn-
tos, en orden a probar su culpabiridad. AIrí sario hacer diferencia enke culpables e inocentes;
afirmó con lo cual no se quiere decir que todos sus miem-
el fiscal que desde el advenimiento de carlo,
ilt ut bros estuvieran implicados en el levantamiento; al
hono. de Bpaña, Ios jesuitas mosh"aron una
clara conkario, muchos procedieron de buena fe, pero
aversión a su persona y a su gobierno. Anterior_
éstos precisamente son los más peligrosos enemi-
mente, aprovechando que eran confesores de
la gos de [a monarquía, puesto que en razón de su
cgrte, h-abfan pretendido enkometerse en las
deci- ingenuidad, se dejan manejar abusivamente por
siones del gobierno; y ahora, al ver que sus hechu_
ras no. eran promovidos a los altos cargos, puesto sus superiores.
que el rey en su clarividente sabidurñ n" qriro Tal fue la acusación del fiscal, en virfud de Ia cual
tolerar por más tiempo semejante abuso,,n resolvió el Consejo Extraordinario la expulsión de
nu'üf,un
puesto en Ia oposición. Luego el docum'erto los jesuitas de España y de todos los dominios de
,u ,"_ la Corona, así corno la confiscación de sus bienes.
fería a la actuación de los jásuitas rus *iriJnu.
guaraníticas, de que hablarnos más"n arriba. Hemos
[¡ RevoruclóN Faancrse
65
64 L¿ Neve v us TeupESTADEs

un mismo procedirniento se seguiría en las provin-


Se dijo también allí que para cortar de antemano cias ultramarinas. A nadie estaba permitidá hatar
todas las discusiones que ie pudieran suscitar sobre con los expulsos, ni escribir o hablar en pro o en
los motivos de la expulsión, sería conveniente que contra de esta decisión, que carlos il hizó cumplir
el monarca declarase en el decreto que se reserva- con un encarnizamiento del que será difícil encon-
ba en su real pecho las causas de esa decisión, trar oho ejemplo en la historia. j :i

añadiéndose que la medida había sido adoptacla No menos de seis mil eran los jesuitas esparci-
tras madura deliberación y previo elparecer áu ru, dos en España y el Nuevo Mundo. En lo quá toca
ministros y de otras personas relevañtes. a Hispanoamérica, el primer decreto de expulsión
El27 de febrero de lT6T firmó Carlos III el de- fue expedido.por el gobernador de Buenoi Air"r,
creto, en guya virfud todos los jesuitas que hubie- ciudad considerada en aqueltiempo como Ia llave
ran emitido los primeros votos, lo mismo que los de toda América española. por ese entonces ejercía
novicios que no quisieran salir de la orden, debían dicho cargo el teniente general Francisco de Éaula
abandonar Bpaña y sus posesiones de uit a*ur, Bucareli, un hombre en estrecha dependencia del
al tiempo que se disponíá h confiscación de sus gabinete antijesuítico de Madrid, quá ,un.a había
bienes muebles e inmuebles. De la ejecución fue disimulado su aversión a la Compañía. La medida
encargado el cond e de Aranda, a quien le fueron s9 c-umplió en medio de un innecesario despliegue
otorgados para ello plenos pocreres. La medida se de fuerza militar. Las casas de los jesuitas de BLe-
concretó meticulosamente. un funcionario encar- nos Aires fueron rodeadas, y luego, una vez reuni-
gaqo de la ejecución del decreto, con la ayuda de dos los religiosos, se les comunicó la expulsión, al
las fuezas militares de cada lugar, ocuparía durante tiempo quq se prohibía a los porteños toda comu-
la noche todos los accesos dé los colegios; tuágo nicación con ello's. La consternación fue general.
reuniría a los miembros de la comuniduá, l.r leería Ocho ciudadanos que mosharon con vehámencia
el.decreto y haría una lista de sus miembros. Ti-as su compasión, fueron desterrados de la ciudad.
ello procedería a ta incautación de los ur.hiror, Algo semejante pasó en Córdoba. El 1" de julio,
bibliotecas, escritos diversos, v haría un inventario enbg las tres y las cuatro de la madrugada, goipea_
-había
de los mismos. A los novicios qun rupáiáiio, ron Ia puerta de la residencia de los [adreslcón el
pretexto que se buscaba asistenciá espiritualpa-
$n-l"t demás, dejándolos en libertad purá ,utui, 1de
ra un moribundo. El superior debió reunir a tóda
la orden o abandonarla. Antes de veinticuut
ras todos debían ser llevados, bajo custodia
oi"- la comunidad en el comedor, donde se les leyó la
militar,
a los lugares de concentración previamente estable- orden del rey. De Buenos Aires fueron llevadbs al
cidos, y enseguida ser embarcados en nur"i tirL. Puerto de Barragán, donde los esperaba un bar-
para zarpar. En los colegios había que reemplazar co. Lo mismo sucedió en Monterid"o y en toda
enseguida a los jesuitas por sacerdbtes ru.ülurr.
66 [¿ Nnve v r_ns TeMpESTADES [¡ Revor-ucróN FnANcEse 67

Hispanoamérica. La medida cayó muy mal. Se ha El pueblo, por el confuario, no ocultó su pesa-
dicho que allí se originó la desconfianzá quá pun- dumbre. Es cierto que nadie se animaba a hablar,
blo comenzó a seniir por España y la Ctrona, "t así por los castigos con que habían sido amenazados,
como la primera idea de peniar posible inde- pero en muchos casos acompañaron a los padres
pendencia de la madre patria. En "ila
cuánto a las re- expulsados por decenas de kilómetros. El cardenal
ducciones guaraníticas, la cosa se hizo mucho más
arzobispo de Toledo así Ie esdribió'al papa: "Esto
ardua. Tianscuriría más de un año antes de que Bu-
es, SantísÍmo Padre, lo que hasta ahora ha ocurri-
careli se animara a comunicar la orden a lostchen-
do y guanto sincerísimamente hago presente a
ta padres y hermanos que allí residían. Nueva*nn-
Vuestra Santidad con la más fiel confesión, de que
te los indios enfuaron en efervescencia. por segun_
en estos religiosos nunca he'observado más que
davezse sentían traicionados por la Corona.
Ia medida no diera pin u u"á nuuru subrevación
óu" una exacta aplicación al cumplimiento de su Insti-
tr,rto, y un fervoroso celo por el mayor culto de Dios
se debió a eye los padres, una vez más, trataron y aprovechamiento espiritual de los fieles.l'
9u q!" los indios acataran ia disposición. El trasra-
do de todos los jesuitas desde Ámérica frápu ,
estuvo lleno de vejámenes y privaciones. Durante
Con moüvo del decreto de expulsión, Carlos III
se creyó obligado a enviar una breve carta alpapa,
Ia travesía hasta iór""g, ríu'¡nron zB deeflos. donde le decía que había tomado la medida por
Los adversarios de Ia compañía estaban exur- razones apremiantes, que no especifica. En cuanto
tantes. En tono socarrón escribfa Manuelde Roda a los jesuitas expulsados.-le dice- los.enviaría a
a suamigo Aeara: "Desde elmiércoles hasta elvier- los Estados pontificios, con la intención de ponerlos
nes frre practicada en toda España ra operación bajo su dirección inmediata, y para no gravar a [a
ce- Santa Sede le cedía a cada desterrado una pensión
sárea." Thnucci saltaba de arágría. En carta a cas-
komonte, residente.en parís, IJdecía: ,lTarde, p"ro vitalicia. En sus inshrrcciones alembajador le seña-
gor fin ha llegado la expulsión de los ¡esuita's de ló que al entregar la carta nada le dijese al papa
España, es decir, de los esbirros del pápa, án sobre los motivos de la resolución, limitándose a
Uu ensalear la magnanimidad del monarca. El embaja-
emisarios de Roma, de ros incendiarios der iltudo,
de los amotinadores del puebro, de los inar"iáruu dor relataría luego que mienfuas el papa iba leyen-
a la haicién, al latrocinioy al conkabando, áalos do la misiva, no disimulaba su desagrado. Al pare-
perpefuos maeshos de la sedición. La gloria cer no parecía dispuesto a admitir a los desterrados
del rey en los Estados pontificios. Pero luego se repuso y
será grande; sus sucesores le serán cleüdores
de su escribió al rey instándole a anular las medidas
tranquili-dad, los puebros de Ia disciplina, aet pát
,,iluminaáos', i- adoptadas:
monio..." Los "filósofos" e de Francia
y Portugal se acoplaron a los aplausos
[¿ Neve y r¡s Te¡r¡pEsrADES
[¡ Revowctót ¡ FneNcr-s¿ 69

Entre todas las calamidades que sobre Nos se


han descargado en los nueve calamitosos años de Sin parar mientes en el vacío que estos religiosos
nuestro pontificado, ninguna ha sido tan dolorosa dejan en España, ni en los frutos saludables que
para nuestro corazón paternal como la decisión allí han producido los mismos, équién podÉ apre-
adoptada por vuestra majestad de expulsar a los ciar [a triste situación en que caerán las misiones
jesuitas de vuestro reino. éEs posible quetambién entre paganos cuando se vean privados de sus
tú, hijo mío, quieras afligir a tu padre? iEs posible pastores y padres espiritualis? Si un alma; cuánto
que el rey católico, tan querido nuestrq pretenda más muchas, se pierden en consecuencia de ello,
colmar el úliz de nuestra amarguft¡ g con este iqué tremendas acusaciones no lanzarán alguna
nefasto golpe, dar en la sepulfura con núestra vejez vez ante el tribunal de Dios contra aquellos que
colmada de lágrimas y de pesar? éEs posible que los han desposeÍdo de los medios de su salvación?
el plo y bondadoso rey de España pónga ahóra [...] Nos no queremos recordar las súplicas de
al servicio de los enemigos de Dios y de ia Igtesia vuestra difunta esposa, la cual desde el cielo pro-
aquelpoder de su brazo que Dios le otorgaripara testa de su amor a la Compañía, sino que apela-
defensa de la Iglesia y provecho de lis almas, mos a los ruegos de la Esposa de Cristo, la santa
piivando para siempre a sus vasallos de una Orden Iglesia, la cual no puede contemplar sin lágrim.as
que debe su origen y su gloria a aquel héroe de lá ruina de un lnstituto que en todo tiempo ha
santidad que Dios escogió del suelo hispano para producido magnÍficos frutos [...]
que difundiera su mayor gloria?
For el dulce Nombre de Jesús, que ha sido
Mis fuezas desfallecen al pensar en las tristes siempre la divisa de lgnacio, en el Nombre de la
consecuencias. kro lo que rnás profundamente me Santísima Virgen María, cuya Inmaculada Concep-
llega al corazón es que elsabio, bondadoso y con- ción siempre difundieron, en gracia de los pesares
cienzudo Carlos lll, quien al último de sus vásailos de nuestra velezrogamos y conjuramos a vuestra
no sabrfa irrogar una injusticia, pone en peligro majestad que revoque la orden o almenos la sus-
su eterna salvación a[ exterminar completameñte . penda y someta todo a justo examen y oiga el pa-
toda.una corporación religiosa .on*gráda al servi- recer y consejo de los prelados en un asunto que
cio de Dios y del pueblq sin investigar, sin oír, ni atañe al Estado y a la lglesia, a la salvación de las
dar posibilidad a la defensa, arrebatándole ademas almas, a la conciencia de vuestra majestad y su
su buen nombre, su patria y sus legftimos bienes propia salvación eterna.
[...] Ante Dios y ante los hombres testificamos Nos
que la totalidad, el instituto, el espíritu de la Com_
pañía son absolutarnente inocentes, y no sólo ino_ Al leer esta carta tan enérgica como conmove-
centes, sino píos, útiles y santos [...]
«lora, el rcy quedó hondamente impresionado, y
iLe es posible a vuestra majestad pensar sin la pasó al Consejo Extraordinario pa9 ver qué res-
espanto en las consecuencias de tal disposiéian? puesta dar. La proposición, se dijo, llegaba dema-

t
iiado tarde; las medidas, muy pensadas' eran in-
tu [¿ Neve y us Te¡upesrADES 7-!,
L¡ Revo¡-uctó¡t Fne¡lces¿

mutables, mayormente hallándose en curso su eje_


cución y estando gran parte de los desteirados ca_ poder volver a su patria como sacerdotes seculares.
rnino de los Btados pontificios, El papa hace saber ii"to fueron sólo unos pocos centenares' Al fin,
gl^rny que no adrnitirá a los ;esuitas españoles. Clemente XIII acabó por recibirlos, aun sabiendo
iCómo así, si el papa los ama-tanto? Si ñabía ya que caer de golpe seis rnil personas en los Estados
admitido a los jesuitas portugueses, ipor qué se pontificios, tán poco fértiles, podría provocar ham-
negaba a recibir a sus hermanos españóbs? Luego bre en las poblaciones lugareñas.
e_lrey le envió una carta donde confesasa que sen_ Un moderno adversario de la Orden escribió:
tía la más honda compasión por el dolor del pontí_ "La historia de la Compañía de Jesús puede osten-
fice; pero más tar muchas páginas gloriosas' pero, a mi entendeq
!e apenaba que considerase poco
fundada su medida. Sobrad as razones tenía, ág."- ninguna más brillante que la de su agonía y muer-
gaba, para desterrar de España a los jesuitas a
ier- te, I entre estas páginás de gloria ninguna puede
petuidad; por lo demás, nunca habia perdido de compararse con aquellas que nos tefieren la histo-
vista la cuenta estrecha que algun aveziendría que ria d'e las penalidades, sufrimientos y las heroicas
rendir ante Dios sobre el gobierno de sus vasallos. virtudes que resplandecieron los jesuitas de la
jesuitas de Bpaña, entretanto, "án
asistencia de Éspaña desde los días en que aban-
.Los Vo se encon-
taban en alta mar. Ningún Btado qu"ííu recibirlos. donaron las costas de España hasta el momento
Las embarcaciones debieron detenerse en elMedi- en que se asentaron en los Estados pontificios'"
terÉneo, Por fin se los recibió en Ajaccio, la capital
En 1768 se celebró en España una fiesta en ho-
de.Córcega, donde la mayoi parte ae bá u*püiro,
menaje a Carlos III. Ya hacía diecinueve meses que
debió conformarse con un rintón en alguna capilla pero su .recuer-
abandonada, o en bodegas o granerór. Ni misa los jesuitas habían sido desterrados,
podían'celebrar, porque carecían de vino, velas y
do petd,.rraba en e[ clero y en el pueblo' "El día
de San Carlos -refiereel protestante Coxe-, cuan-
ornamentos. Mayor confusión se produciría cuan-
do el monarca se hacía ver del pueblo en el balcón
do fuesen llegando los jesuitas dásterrados de las
provincias de ultramar. En total eran unos seis mil.
Ju tu palacio, quiso aprovechar la cosfumbre de
acordár ese día alguna demanda general y, con
Mientras tanto, los políticos españoles procuraban
gran estupor de toda la corte, los gritos. de una
que los jesuitas que todavía permanecían en los
barcos desertasen de la Orden, pero tropezaron
ánor*u multitt¡d hlcieron oír eldeseo de la vuelta
de los jesuitas y se les diese el permiso de vivir en
con una resistencia inesperada debida al "fanático"
Espaírá, y de [ávar el hábito del clero secular. Este
inóidentá inesperado alarmó y conkarió al rey,
gspirifu de cuerpo que los padres veteranos naUfan
logrado infundir en los jóvenes. Cierto es qrn, ir¿-
quien tras haber tomado informaciones, juzgó a
go, algunos consintieron en dejar la Ordbn
biru propósito exiliar al cardenal arzobispo de Toledo
L¿ Nave v t¿s Tr¡"rpEsrADEs
L¡ Revouc¡óN FnnNcrse 73

y a su vicario general, acusados


cle haber sido los
fautores de está demanda fumulfuosa.,, alrey de España para que presionara sobre su hijo.
En cierta ocasión le informó que, ante la indicación
de que en Nápoles nada se haría conta los jesuitas,
4. La expulsión en Nápoles te había dicho Choiseul: "Pero piense usted que
son los enemigos de la casa de Borból-" ,

expulsión en porfugal, Francia y


Tiras la
Bpaña, Carlos [[ respondió que lo pensaran todo en
sucesos semejantes se reiteráron
en otros Estados Nápoles, que él no se metería en dicho asunto.
ubicados en li Enionces el ministro recabó delrey Fernando para
m,ia de rás
{.ff}"iil1}l;fl?1,'ffi"#:"i
pasó en Nápoles, ilifi sf la misión de iniciar una minuciosa investigación
sobre qué medidas habían de ser adoptadas conta
Cuando en 1TS9 Carlos fi se hizo una Orden que, debido a su conducta levantisca,
cargo de Ia relajada y deplorable, había sido expulsada de.Por-
corona- de Españ! y renunció
a la di
favor de su hij? f"rnunAo, u la
ñ;;;; hrgal, Francia y España, y cuyo sistema de gobier-
""
sazón de nueve nJimpío, intrigante, avariento, ambicioso y sedi-
años, quien de.hecho qu.áó como
soberano fue ciosq era incompaginable con e[ bien de la religión
Tanucci, jefe der.consejá a, Reg"ncia. ya conoce-
mos su animosidad conha h CJmpunf., y delpaís. Mientras tanto, Tanucci logró ganar Para
que al llegar a Nápores Ia noticiu iá-rnoao iu proposito alobispo Latilla, uno de esos confeso-
?" lu'"*iurr¡on
de los jesuitas españoler, no," preocupó resque hacían de la conciencia real un escalón pa-
por ocul_ ra llegar a!poder. Este prelado arrancó finalmente
tar su satisfacción. Ahora'había que
riberiitu*ii¿n de Fernando lo que hasta entonces había sido tan
al reino de Nápoles de lu ;ponroña y
jesuítica". gangrena dignarnente rehusado a las insinuaciones delpadre
Comenzaron, pues, como a"io.tuñür*,
a aparecer fo[etos y ribelos, que y a los apremios del tutor
se repartían siste-
máticamente en las-oficinaá, sicristíai, Así, el 31 de octubre de 1767 , dispuso Fernan-
peluquerías- y cafés. Mienfuas't*to,
.oÁ"r.ior,
eljoven sobera_ do ttl la expulsión de todos los jesuitas y eldestierro
no Fernando se negaba a f¡rmá, perpetuo para todos aquellos que no quisieran re-
un decreto perse_
cutorio para los miembros de h nunciar a su vocación. Los desterrados de Nápoles
vivían en sus yngr de Nápotesv
Cá-m;;á;""
§i.;iá. Éii¿r_ t'ueron también desembarcados en los Estados
mento que esgrimía Thnu.ii purá.r"
los jesuitas esnañores eran no!áigos ñ;trt", ui
pontificios. Poco menos de un mes despgés se ex-
iendió a Sicilia el decreto de expulsión. Reunidos
de ra casa de
Borbón, lo mümo los jesuitas en Palermo y en Mesina, fueron tam-
litanos y sicilianos. !"bi";;;r'ort"nu,
de los napo_
por t; á;;; bién fuansportados a üerras pontlficias. La protesta

t
trataba de inducir
[¡ Neve y uqs TeupesxADEs
L¡ Revor-uc¡óu FnnxcrsR 75

5. La expulsión en Parma
y hermanos que provenían de España, Hispanoa-
Áéri"u, Filipinai; California, y otros países del
En Parma gobernaba el francés Guillermo Du mundo.
Tillot, en nombre del infante Fernando f, sobrino
de carlos III. con los Borbones se había introdu-
cido allí el iluminismo francés. Du Tiilot, partidario 6, La supresíón uniuersal de la Compañía
de los_ en ciclopedistas, mantenía correspondencia
epistolar con voltaire, y tenía a pombal óomo ideal
de ministro. No bien se enteró de la expulsión de Ahora el intento se cifraba en una nueva meta:
Ios jesuitas de España, se propuso seguir dicho la extinción total de la orden. Ya se había tratado
ejemplo. Si Carlos III había proniUiao lun", hato el tema durante el pontificado de Clemente XIII'
con los miernbros de aquella Orden a todos que Uno de los "filósofos" decía de dicho papa: "No
de algún modo eran súbditos de la corte de Ma- tiene sin duda ejército ni cañones, es fácil sacarle
drid, hubiera causado sorpresa si un sobrino y todo, pero está fuera del poder de los hombres
miembro de su casa los tolerase en su territorio. hacerle obrar contra su conciencia."

Fue así como, en LT6T,el duque, ilemente se enconfuaba muy enfermo' Temien-
eu€ entonces do que tras él pudiese subir un papa de tendencia
tenía tan sólo dieciséis años, le pidió a carlos [[[
su aprobación para expulsar a los jesuitas de sus proj esuítica, las pote ncias bo rbónicas c o me nzar on
dominios. El rey le respondió que lo dejaba en li_ a pán*t cómo influir en la próxima elección ponti-
bertad de acción. Al aho siguiánte, el duqu e Fer- flcia. Los padres de la Compañía pareqian n-o tener
nando tomó la decisión de desterrar a todos los nada que temer de parte de la Santa Sede' Habían
jesuitas de sus Estados. Asimismo se pusieron hechoiantos servicios a la lglesia que todo llevaba
en
vigor leyes hostiles contra la lglesia, lo que molestó a creer qug jamás un papa, cuaiquiera fuese' con-
mucho a Clemente XIII, no solo como papa sino sentiría án destruir la bbra de su predilección. Por
también como soberano, ya que parma erá feudo lo demás, nunca habían estado tan de acuerdo el
de Ia Santa Sede, y enviá a irarma una ,,instruc_ vicario de Cristo y la Orden de San lgnacio como
ción", que provocó indignación en las cortes bor_ en los años que precedieron a su disolución'
bónicas y fue la ocasióñ inmediata que los unió Los ministros de las Cortes borbónicas, Choi-
para tramar un nuev_o y definitivo paso: Ia supre_ seul, Aranda, Pombal, Thnucci, comenzaron a tra-
sión universal de la Compañía. bajar así por el tuturo Cónclave' para que ascen-
Los jesuitas expulsados de Nápoles, Sicilia y diéra un papa a ellos proclive. Ya anteriorrnente
Parma, pasaron a engrosar er númeio de ior pud,n. se había detárminado que las tues potencias borbó-
nicas debían proceder a una y en el más riguroso

L
to L¡ Nnr v us TeupEsrADES L¡ RevorlctóN Fnnncesn 77

secreto- Mientras tanto, fueron averiguando la po-


tinado a la inmortalidad' Antes de viajar a Roma
sición de cada uno de ros cardenurá rurp".ü a"
para participar en elCónclave, Luis'XV y Choiseul
lg Compañía de Jesús. No bien murió ilemente ie habían dádo claras advertencias enbe las cuales
XIII, has un pontificado lleno de sinsabores, los podía leerse: "El reino de Clemente XIll sólo ha
embajadores borbónicos se pusieron de acuárdo
demostado que la piedad más sincera, las costum-
e! qu€ la única reclamación para que alguien fuese bres más puras, y tas intenciones"más'fectás'no
elegido papa sería el compiomiso irreüocabre de
bastaban para ser un buen PaPa, y que necesita
suprimir la compañía en toda Ia cristiandad. Ha-
más luces y los conocimientos necesarlos para la
b-ía que fuatar de que efio no se discutiera
en el administración tanto espiritual como temporal que
cónclave sino antei de la elección, lograndose de
los candidatos un compromiso por escrito o de pa-
le compete, y qué faltaban absolutamente a Cle-
mente XIU t...1 Ha hecho sin saberlo más daño a
lgbF ante testigos. sería precisó intimidar ar sacro
la lgtesia romana que varios de sus pre,cecesores
colegio, incitándolo a inmolar a los jesuitár
diante una elección grata a las potenáas.
*"- m.ñot regulares y menos religiosos que é1.['. '] {Los
cuaho Reinosl se han visto atentados en los dere'
convocado el cónclave, ras cortes arreciaron chos sagrados de su sobegnía." Que el nuevo pa-
su presión sobre los cardenales electores. Fue la- pa diriglese, pues, sus baterias confua la Cornpañía'
mentable, pero los soberanos católicos no tardaron §¿to alí estarfa a la altura de los tiempos. Bernis
en enconkar cinco o seis cardenales venales que satisfizo, sin duda, las esperanzas puestas en é1, y
se prestasen a una especie de simonía moral. Así has la elección del nuevo papa sería nombrado
lograron influir, a kavás de ellos, en el voto de los embajador de Francia en Roma.
cardenales españoles y napolitanos. El ambiente
Se buscaba, así, la elección de un papa filo-ilu-
no era muy elevado, que digamos. Incluso algunos
minista, que supiese vivir en armonía con las cortes
cardenales consideraban corno "fanáticor" á-quiu-
y tuviese el comje de sacrific-ar a una Orden espe-
nes.se oponían a sacrificar los derechos de la ver-
dad en aras de la "filosofía,,. No había vocáción
liahente adicta a la Santa Sede- Entre los carde-
nales potables a las potencias borbónicas se desta-
de martirio. Uno de los principales fue g.rnü, ;u"
caba un talL,oreruo Ganganelli, kanciscano conven-
denal francáq quien gorába dáraprecio de los Lnci-
tual, hombre timorato, "que se espanta de su pro-
clopedistas. Tiempo atrás voltairb le había escrito,
pia sombra", según algunos decían. Si bien había
con su estilo tan peculiar, recordándote las poesías
que el cardenal escribiera en su juvenfud. sin sido afecto'a [a Compañía, comprendió muy bien
duda que de permanecer en dicha acü'hJd, difícilmente po-
que Bernis ha de haber leÍdo ion gusto esa carta
a los otros cardenales, alimentandoásr.u uuniG¿.
drla conseguir los votos para acceder a la suprema

t
Elaplauso de voltaire le hacía creerque estaba des- dignidad, g Por tanto comenzó 1, tom-ar distancia
dálos jesuitas, aproximándose al bando contrario.
78 L¡ Neve y ¡.¿s Te¡¡pesreoes
L¡ Revo¡-uc¡ón FRnNcese 79

El cónclave avanzaba dificurtosamente. cada


uno de los cardenales conocía ros quiraiáu yl", cuando las potencias católicas los habían expulsa-
defectos de los demás. AsÍ, en ciertj ocasiórí, do: "Se dice que el franciscano Ganganelli no pro-
un mete cara suave a la Compañía de Jesús, V 9ue
yi"J.o cardenal, levantando su carota r"¡u,
de los cardenales, le dijo a oko con voz"iroúaeo San Francisco de Asís bien podría rnatar a San Ig-
llena,de nacio. Me parece que elsanto Padre, por francisca-
autoridad: "No, Eminencia, no estamos acá
al
:,:T_"
,ill.:
r.sqfv, porqye trL, s5 una
I/vr\iL¡.r, ¡.rg corlgsana
u¡¡¿l cortesana qui
quten
no que sea, haría una gran tontería si degradase
me ha colocado este solideo .es asf a su regimiento de guardias, por complacencia
sobre tu .uüuru]; b.
refería a la famosa pompadour, con los principes católicos [...] Sea lo que fuele,
amante de Luis
xV. Bernis tenía por misién neuúar¡za, á-toaoJo, será singular, Sire, QU€ mientras Sus Majestades
cardenales pro-jesuitas. muy cristiana, muy católica, muy apostólica y muy
fielitales eran los adjetivos que Roma usaba cuan-
Mientras tanto, se seguían acumulando imputa-
ciones contra el Insütuto. No había deritd
do se dirigía a los diversos monarcas católicos],
que no fuesen culpabres ros jesuítas:
¿; Ios deskuyen a los Eanaderos de la Santa Sede, vues-
habían ánr"- tra muy heréticaMajestad sea la única que los con-
ñado en todo tiempo y purrár"rantemente, con
la serve."
aprobación de.sus supeiiores y generares, rá
si*o-
nía, la blasfemia, el ácrilegio,-ñ ,ug¡u, ái
*áufi- Volvamos a Ganganelli, que acaba de asumir
ciq Ia
3strología, ra irrerigioñ de toda Jruru, ii'iaoru- como nuevo papa. Lo hizo tomando el nombre
tr.íay la s¡perstición, el falso testimonio,'el ,obo, áe Clemente XlV. Cuando e[ padre Ricci, general
gl parricidi o, el hom icidio, el suici¡il,-;l ;¿gi;ülo de los jesuitas, se acercó a besarle el pie, según
No deja de llamar la atención el üh; #;;; era costumbre, lo despidió de una manera un tanto
medio de tantas críticas, no haya habido ", destemplada, muy diferentemente de como lo hizo
acto de resistencia de parte de ros "**r.in con los supuiiotuí generales de otras Órdenes' Pa-
¡áruiiur.'riun
atacados de todos ladoi como unu reció muy mal augurio. Se ha dicho' pero no hay
pieza a ser desmantelada. Iban ót*u il;,"_ certezade ello, que ese papa fue elegido simonía-
a moriq pero sin
9om!ate, sin defenderse, cuando las mii rlo*, An camente, dado que se habría comprometido pre-
los "filósofos", de los poiíti.or y de toi:ánuunirtu. viamente a suprimir la Compañía. cuesta creerlo,
Ios proclamaban los amos del niund". r-o
qrápáro ya que de ser así no se explica P9r qué demoraría
fue que el padre Ricci les había ora"nuáo-guJráu, no tn"nos de cuako años antes de dar el paso'
silencio, no responder, y confiarse en
oe rJros, En er entretanto, d'Arernbert
las manos Lo cierto es que desde que subió al trono, las
Ie escribía ar potencias borbónicas comenzaron a asediarlo, ate-
rey de Prusia, extrañándose de que,
siendo p*iur- irorizándolo, literalmente. Choiseul amenazó con
tante, aún conservase a los jesuiias en su
territorio, que Francia rompería las relaciones diplomáticas

t
[¿ Nave y t¡s Ter,.rpesrAoEs
L¡ Revoructón Fna¡¡cesn 81

con la Santa Sedg si.et papa no suprimía a los je-


r.uitu: en el l3Rso de dos máses. clemente xrv quierda el emperador y los reyes de Cerdeña y de
trató
de d.ar explicaciones al cardenal Bernis,-recién Prusia. At pie de la imagen del papa se leían estas
nombrado embajador de Francia en Romá, á*.r- palabras a él atibuidas: -"ZQué haré con este hom-
sándose con que ya había tomado ulgu;a,
medi- bte?" -"Que sea crucificado; que sea crucificado",
das contra los j"ruitus, .o*o por e;emllo p.ohibir_ respondían los Borbones. -"iQué mal ha hecho?"
les predicar en Rom" &il¿'áUrÉl.d preguntaba Clemente XIV. -"No encuentro en él
v d"" iL","
el propósito de cerrar argunas de ru, éárui. poaru causa alguna de muerte", declaraba elrey de Cel-
ser un buen método .omenrar dando .uai
áii ur- deña; y e[ emperador: -"Soy inocente de la sangre
gunos pasos, de modo que así fuese mostrando de este justo." La hoja terminaba: -'Acordaron
lu compromiso en la dirección anhelada por los prenderlo con engaño y darle Ia muerte."
Borbones. La sifuación se serenó un tanto El papa seguía con su táctica de dilaciones o
éuánao
en L770jay0 choiseul, víctima de ras intrffi de haciendo concesiones accidentales, para calmar a
la ahora favorita. omnipotente de Luis xv iu las fieras. Entre ohas cosas propuso una posible
..u qu. Barry. El minisho que dominabu-fr*.iu"üa"- "reforma" de la Orden. Fue entonces cuando el
desde hacía diez años fue dásterrado tiiaor. conde de Aranda, cansado de tantas vueltas, dio
Pero la estrecha alianza á;ñ;;.ia y "o*o
Españá á" U precisas inshucciones a[ embajador Francisco Mo-
cuestión jesuítica siguió en pie. ñino, conde de Florida-Blanca. Este hombre co-
En 7772 fue asignado al cargo de embajador menzó a acosr a Clemente XIV, infundiéndole cre-
de España ante la sánta sede ,riturJosé ¡rronino, ciente temor. En una entrevista con el PaPB, según
que era fiscal del consejo de castilla, un r,oÁt,. él mismo n'os lo relata, el Santo Padre le dijo que
sumamente astuto, hábil y maestro en el mejor era oscilar entre el temor y la esperanza; así
arte del
fingimiento. se lo considáraba er adversario más los jesuitas quedarían tranquilos. 'nDe ningún mo-
acérrimo de la compañía deJesús en Españu."su do, Padre santo, repliqué yo, sólo extrayendo la
principal cometido era lograr Ia extinción raíz de una muela cariada es posible suprimir el
de la or-
d?n, lo-que llenaba de eJperanzaa todos los
ene_ dolor. Por las entrañas de Jesucristo, le conjuro a
migos de la compañía. Ei nombramiento der
nue- Su Santidad ver en mí un hombre lleno de amor
vo embajador resultaba. especialmente gru*rá por la paz, pero temo que el rey, mi señor, n'o vaya
que Luis XV hab-ía dejado por completo ;;" a aprobar el proyecto adoptado por más de una
á h intia-
tiva del rev de Fspaña er asunto de ros jdii;r. corte, el de suprimir todas las Ordenes religiosas
En Roma apareció una hoja en que se representa_ [...] Si usted quiere salvarlas, no confunda su causa
ba al general de la Orden .on ü, *unáu utJu, con la de los jesuitas. -¡Ah, retomaba Ganganelli,
ante elpapa; a su derecha los Borbones, y a su [o sé desde hace mucho, es allí a donde se quiere
iz_
llegar! Se pretende más aún: [a ruina de la religión
óZ [¿ Neve y t¿s TTupESTADES L¡ Revor-uclóN FnANcrsa 83

católica, el cisma, la herejía quizás, he ahí el secreto cosa de los Borbones, con lo que implícitamente
pensamiento de los príncipes." Florida-Blanca, al estaba señalando que hubiera deseado una resis-
decir de los romanos, era una víbora que se enros- tencia positiva de parte de María Teresa. La empe-
caba incesantemente alrededor delpapa y Ie pun- rabiz era Ia única que se había opuesto a los deseos
zaba recordándole su promesa, duránte e[Cóñcla-
de Carlos III y al anhelo más querido de los enciclo-
ve, de desfuuir a los jesuitas, sin conmoverse lo más pedistas. Por lo demás, elrey de Polonia, los electo-
mínimo frente a la desolación del papa. res de Baviera, deTréveris, de Colonia, de Magun-
También Tanucci presionaba. TMa Roma está cia, el eleclor palatino, los cantones suizos, Venecia
de parte de los jesuitas, decía, hay que usar la fuer- y la repúrblica de Génova se habían unido a la corte
za con gl papa, y para ello sería necesario esgrirnir áe Mena para ofi6nerse a la extinción de la Com-
la amenaea de un total rompimiento con ñoma pañía, Los complotados enconkaron entonces'un
{e parte de España, Nápoles, Francia y portugal. lnesperado aliado, el hijo de María Teresa, José II.
El embajador francés, cardenal Bernis, represehtó Éste ¡oven no sentía por los jesuitas ni odio ni afec-
al papa el peligro de verse aislado por los Borbo- to, pero codiciaba sus riquezas. Para quedar bien
nes. Desde Portugal llegó una carta virulenta de con Voltaire y mostrarse fuerte ante los cardenales
Pombal, Ganganelli cada vez más jaqueado, seguía y los,jesuitas, prometió convencer a su madre, si
resistiendo, aunque penosamente. Moñino no veía se le garantizaba [a propiedad de los bienes de la
más camino que sobornar a los que lo rodeaban. Orden, Los Borbones ratificaron este pdso: La em'
Asimismo se le ocurrió escribir a lá emperahiz Ma- pemhiz cedió finalmente, a regañadientes, ante las
ría Teresa, ya que era importante que Aushia, slen- ávidas importunidades de su hijo, respondiendo
do la potencia católica de mayor rálevancia, se su- que, a pesar de todo lo que apreciaba a la Compa-
mara al proyecto de los Borbones. Justamente por ñfa por el gran celo apostólico que los jesuitas ha-
aquellos días se estaba tramitando el matrimonio bfan desplegado en los territorios austríacos, oQ
d9 su hija María Antonia con el delfín de Francia, pondría obstáculo a su supresión, si elpapa lo con-
el fufuro Luis XVI, lo que era ardientemente desea- slderaba oportuno. Así lo hizo por razones de alta
do-por la emperakiz. Si la corte de Mena, que tanto política, para mantener sus buenas retaciones con
había protegido a los jesuitas, al punto que María los Borbones de París, Madrid, Nápoles y Parma.
Teresa les confió la educación de sus hijos, renun- Luego confesaría que fue un mal paso, del que
ciaba a dicho patrocinio, se habría dado un gran anepentiría hasta la muerte. Mayor hubiera sido
paso. Los embajadores borbónicos hubieran delea- su contrición si hubiera llegado a presagiar [o que
do que fuese e[ mismo papa quien instara a la corte Francia depararía a su querida hija, María Antonie-
de Viena que solicitara la supresión, y así se lo ex- ta, en aras de cuyo matrimonio dejó a los jesuitas
presaron. Clemente XIV pensó que tal paso era en la estacada
óq L¡ Neve y us Teupesr¿oes 85
L¡ RrvoruclóN Fne¡¡crsn

El papa, agotado, se rindió, haciéndole llegar


_ que se destina a la historia de la Orden es suma-
a Moñino una copia del breve de extinción dJ h
Corypañía de Jesús para que lo expidiera a Carlos mente parcial. llcdo lo bueno y favorable es pasado
III. Este, ni bien lo recibió, comunicó enseguida la en sileñcio para resaltar los puntos negativos. Ya
noticia a Luis XV Tras su prornulgación, el secreta- desde el conrienzo, se afirma, había en la Compa-
rio de.la Congregación de cardenales, flanqueado ñfa gérmenes de discordia y de envidia. Dispone,
de policías, se dirigió a la casa generalicia deiGesü,
porlanto, en la última parte del breve, QUe la Or-
donde comunicó oficialmente al padre Ricci y sus den queda suprimida por causa de la paz, porque
asistentes el documento por el que se declaraba no púede dai los frutos para que fue instituida, y
abolida la Orden fundada por Sán lgnacio. Ricci "poi offas razones que nos ofrecen las normas de
jrudencia y nos reservamos en nuestro corazón",
quedó atónito, ya que hasüa el último momento
palabras que nos recuerdan las de carlos [[[ cuan-
había descartado la posibilidad de que el Mcario
de Cristo cargase su conciencia con tan flagrante áo suprimió la Orden en España. "Nos -concluye
injusticia, sin proceso previo, ni derecho a áefen- el papa-, has maduro examen, de ciencia cierta y
derse. Ocho años atrás, el papa había afirmado coh tá pbnittrd del poder apostólico, extinguimos,
que tomabl suprimimos y abolimos la dicha Compañía'"
9ujg su amparo al Instituto. Con todo,
elgeneralde la Orden declaró que acataba sumisa- Los novicios habían de ser despedidos, los reli-
mente la medida. A la misma hora, la decisión era giosos que habían hecho los Primeros votos pero
intimada a los rectores de los colegios y casas de áún no efan sacerdotes debían buscarse una nueva
jesuitas en Roma por parte de sendos prelados profesión, los ya ordenados abandonarían sus ca-
sas para pasar a ota Orden o ponerse bajo la-
juris-
acompañados siempre con escolta armada.
El breve comienza con las palabras ,,Dominus diciiOn áe los obispos diocesanos, quedando ex-
ac Redemptor", Allí se dice que es misión del papa cluidos de los colegios y misiones. fuimismo se le
prohibía a la Ordeñ toda apelación y toda defe.nsa,
asegurar la libertad de la lglesia y por amor de-la
por palabra y por escrito.-Señala Pastor QYe "este
misrna sacrificar incluso cosas que él personalmen-
te tiene en estima. Si una Orden ya no cumple 6*rL del¿l ai ¡utio de 7773, representa el triunfo
con la misión que le fue impuesta, entonces debe más manifiesto del iluminismo y del absolutismo
renovarla, reformarla o abolirla. Tlas esta introduc- real sobre la Iglesia y su Cabeza". Por cierto que
ción, sigue el cuerpo del documento, dividido en Ln iaOtden hJbra de-fectos, pero el papa no la abo-
cuato partes. Las dos primeras son de carácter his- [ió en razón de sus presuntas cosh¡mbres inmorales,
tórico y están destinadas a servir de base a la últi- ni u .uura de fakal doctrinas o por haberse intro-
qra, la cualcontiene las disposiciones propiamente
áucido la relajación en ta obsárvancia y disciplina
dichas y las normas para su ejecucióñ. G sección religiosas, sinó principalmente por [a pazde la lgle-
.i*iit"tuitu urridunte que sobre el papa se eietci6
[¿ Nnve y uqs TeuprstRoes 87
L¡ RrvouuclÓN FnANcesn

una monskuosa coacción moral, especialmente


parte de las cortes borbónicur iugáii.tur, de do, plenamente satisfechos, urgiendo medidas aún
iluminismo,
a"r mád tisurosas. Desde España se deseaba un enér-
de la mason ería, enel convencimiento
de que se trataba de abatir Lt *a, gico pioceso confua Ricci, para que Ia opinión pú-
iu*itá"ü"rlurt"
6f.u'fuese convencida de Ia justicia de la supre-
de la Iglesia catórica. No deja a"
ár¡t*.idifi.uti-
vo que en toda esta hamitación, los conü¡eros sión. Como a fines de 1773 corrió la voz de que
quienes elpapa escuchó eran servires a los interrogatorios de sant'Angelo habían termina-
de ras-Grtes.
Por Io demás, er asunto Io bató excrusivá*unt" ao, ,á espéraba con impaciencia et fallo. Pero ello
los reyes y no con los obispos.
,on nun.u severificó, ya que de los interrogatorios no
s" á"au.ía culpa iguna. Ante el pedido de Ricci
Acertadamente ha observado Jean Dumont á. quu se [e hícieralaber el motivo de la prisión,
q.ug gl proceso
!e loe ;esuitas ;;il;;.lTá'.on Ütápondieron
-n que la tazón no era n.qg-út delito'
los templarios. Asi co*o en er sigro compañía murió en \775. sus res-
"!!r
el Hermoso obtuvo de la debitidad-;;t
xrv Feripe g"nurul de la
el castillo, comg 19 hu-
mente v Ia supresión de ra ordun dái-dr"ñrn ;;;;'Cl"- tos no fueron sepultados en
sino en la iglesia del Gesü.
v ru üiáru ¿.reado Moñino,
condenación a,prisr.or perpetua de ror
irtár'aLnu- Precisemos las principales fechas de esta cam-
tiri.os g g Ir ord
1, ¡uroñ i n á, I los;;; it"r"Jüron ouñu contra la ord-en. En 1759, gxpulsión de Por-
ü?.tffi;;

4u le {ebilidad det papa ClementeÍrv


de la.Compañia y ét castigo á¿,ur¡rf""án¡ii.ion. ñigal y de su Imperio en Asia, Africa. y América'
Aqugl fue el primár modeü dé iiil'Oq, se la suirime en Francia. En t767, expul-
Srun acción galicano_
regalista contua una miricia deTa lgresiá. lán du Éspana y du .u Imperio en Asia y en Amé-
ahora no hubo hoguera .o*o .ntonces,
óior*u" rica. En li73,et pupa disuelve la Compañía'
en la que
pereciero¡ Jacques de Moley, g*,
pte:y s_us compañeros, pero el general
il;;ü;;ie*_ Ha escrito de Maishe: "Cuando uno piensa que
de la Com- esa Orden legisladora' clue reinaba en el Paraguay
pañía, Lorenzo Ricci, y áiurde slus p", nt solo alcendiente de sus virtudes y talentos,
il;;ü;"ülu-
borldoles, fueron encarceruáor en' er.uri¡iro
ro*.- iin desviafse en ningún momento de la sumisión
no de Sant'Angelo, dondn," loi t utOlo¡Ioá'U. más humilde respecto de [a autoridad legítima,
aun
peores del incuentes, proh bi éndoseÉ;
i

sa y hablgr e1tue elloi. La ración qr"


.;ÉñI m i - iá mat descaminada; que esa Orden, digo, venía

rrespondía a la mitad de ra ración


á.iüi* .o_ al rnismo tiempo a enfientar en nuestras cárceles,
mi-
nor*ur-ü. lo. án nuestros hospitales, en nuesfos lazaretos, [a
prisioneros, lo que apenas les permitá;;ür."il;. y la desesperación en sus as-
seria, la enfermedad
y
;ás horribles más que los
. Moñino y Almada, embajadores de Bpaña y ;;üt que
repugnantes;
corrían, en cuanto eran [la-
de Porfugal, respectivament", ;o estaban,l;;; ñtitÁot hombres
t"_ mados, a acostarssen Lrn jergón junto a la indigen-

L
[-q Neve y las Te¡"rpESTADEs
L¿ Revoluc¡ó¡¡ Fn¡Ncrse 89

cia,- no parecían exfoaños en ros ambientes


más refi- dos los papas pasados quedó eclipsada ante la de
nados; que iban a los cadalsos para decir
las últi- Ganganelli. Los calvinistas de Holanda y los janse-
mas palabras a las víctimas de rá
¡usticia r,r*unu, nistas de Utuecht hicieron esculpir una medalla en
y que de esos escenarios de horror se tanzaban
a su honor.
los púlpitos para tronar desde eilos unt"
iár üv"u;
que manejaban el pincel en China, el telescopio El breve fue rápidamente dado a conocer hasta
en nuestos observatorios, la lira de Orfeo en en los úlümos rincones de Europa, salvo en Prusia
me-
dio de los salvaj€s, g que habían educado á todo y en Rusia Blanca, donde el protestante Federico
el siglo de Luis XIV; cuando se piensa, por Il y la ortodoxa Catalina II paradójicamente prohi-
último,
que una detestable coalición dá miniitros perver- bieron su publicación, de modo que algunos jesui-
tas pudieron seguir viviendo como tales en aque-
:os, dg magiskados extraviados y de innábiá.r.-
llos países. En Rusia quedaron unos doscientos pa-
tarios ha podido, en nuesfoos díai, destruir
ravillosa institución y aplaudirse por ello,
.**u- dres. Federico se creyó obligado a explicar a su ami-
,*áá"uru, go Voltaire las razones de su extraña decisión: "No
a aquel demente q.ue ponía gloriosamente su pie
sobre un reloj diciéndóle: ,Va-te i*p"a¡rZ-yá-qru se encuenfua en nuestros países ningún católico le-
hagas ruido.» Mas iqu é digo? Un au*u¡tá üado si no es enke los jesuitas. No tenemos a nadie
no
culpable." ", capaz de mantener las clases. No tenlamos,n[ Pa-
pensaban dres del Oratorio, ni Piaristas [o Padres de las Es-
. No así los adversarios de la Compa_
cuelas PÍasJ; era preciso, pues, conservar a los je-
lq, qu: por fin podían saborear el hiunfo t u, ünu
lyc[a d.e largos años. se ha habrado aá un-pacto suitas, o dejar perecer todas las escuelas. Era preci-
so que la Orden subsisüese, para proveer de profe-
de Familia, de la famiria borbónica. Erjúbir;
ar.an- sores a medida que faltaban [...] Si la Orden hubie-
¡ó -su grado máximo en portugat, donde p"*Ud se sido suprimida, la universidad ya no subsistiría,
había iniciado la persecución,"danA. .¡.*pit
y habría sido preciso enviar a los silesios a estudiar
francia, España.y Nápoles. gn UsU"", lráí"-¿""
su teología en Bohemia, lo que habría sido conta-
haberse publicado el d'ecreto en portugués,
se ce-
lebró una función rerigiosa en tdaos iá, i"*pr"r; rio a los principios fundamántales del gobier¡'Io."
Pombal, por su. parte, hizo llegar al papa Al parecer había dos personas en Federico: el rey
suila, qu¿, por motivos culturales, se creía obligado a
sentido agradecimiento. TambiZn c*io, rir
u *", conservar a los jesuitas, y el impío, que conspiraba
tró su reconocimiento por el servicio prestado
no con Voltaire y se felicitaba tanto como d'Alembert
sólo a la lglesia sino también ar E.iiaf. Áürosu,
manifestaciones llegaron de Luis XV y aui
de ver en la abolición de los jesuitas un presagio
[r-a" seguro de Ia desaparición del cristianismo.
_gUutO especiale; Jd;;l
Nápoles. Gnucci
lo, Cabe preguntarse cómo sobrellevó Clemente
méritos de carlos III y de Mónino. La gdrioau

L
io- XIV física y psicológicamente, un trago tan amar-
L¿ Nnve v us TeupESTADES
[¡ Revoució¡¡ FneNcrsn 91.

go. Ya que la firma der documento


re había sido
arrancada por Un cardenal a él cercano, el cardenal Calino,
Fr.olón,. no quiso hacerlo co*p.o_
metiendo a la lglesia refiere que los camareros de Ganganelli Ie contaron
de unu -unera demasiado
solemne. Por eso su decisión no apareció cosas que mueskan indudablemente que e[ papa
bajo for- se había vuelto loco; saltaba de su cama, se quería
ma de bula, sino de breve, gu€ tiáne
*unó, jnru._ tirar por la ventana, temiendo ser asesinado por
quía. Cuenta su suc€sor,.el pápa
crágoriliüL q"* los jesuitas a quienes, temblando de miedo, creía
Ganganelli, luego de habei süscrito ár
do.umánto, ver durante la noche. El conde Marcos Pantuzzi,
durante la noche, apoyándose sobre
una ventana
del Quiri!?I, gay¿ deivanec¡ao ,oUr'"1 sobrino de un cardenal del mismo nombre, QU€
mármol. AI día siguiente ro encontraron ijro
a" estuvo cerca de Ganganelli desde el Cónclavetre-
desnudo sume así todo e[ proceso: "Ctemente quería conser-
en la cama, solloiando. Er iardenal aá
pudo entonces conversar en él:,,Cuando
si*on", vara los jesuitas, y para llevar este asunto a buen
«iYa he firmado el breve! ya
á"'aiio, fin, creyó bastarse. Pensaba que a fuerzade prome-
no f,uv ,".náJtr, l" y de favores acordados a sus enemigos y que
señalé que quedaba uno, y era retirar sas
el decreto. fingían aversión por la CompañÍa, ganaría tiempo
:.ryo se
puede -respondióJ,
vase lo;;A;;"
Moñinq y a esta tiofa vu Éá a" nuuái pá?[ai, u y acabaría'por conjurar la tempestad. Pero a más
correo que Io lleva a España.» Bueno, de que este plan era tan poco justo como religioso;
Suñá puar, "r
no tenía ni los talentos, ni los conocimientos,'ni
le dije, un breve se revoca con otro
breve. «Dios
,9, ü
lo se puede. Estoy condenaJ". .urá
los consejos para dirigirlo. Moñino, Bernis, etc., y -

por mejor decir, los jansenistas, los filósofos y los


un infierno; ya no hay rámedio.r,, -_--J
",
francmasones eran mucho más activos y clarividen-
EI hecho es que desde que firmó el
documento tes [...] En esos momentos murió el confesor de la
su salud comenzó a deterioiurr. precipitadamente.
emperatriz [María:Ieresa]. El nuevo era contrario
AI adverür cuánto sufrían tor uulilor-ffiJi;i .n a los jesuitas, y arrastró a María Teresa. Entonces
qué grado se alegraban.los impíos,
il;l*"'; {err el papa estaba perdido, y debió por fin dar el golpe
mentaba u na creciente desolación.
A* ;r* ;;;;" - tatal'de la supresión. Al mismo tiempo perdió ta
rnientos lo atormentaron sin cesar; su
razón.se e:<fua_ cabeza y se volvió loco.t' Sus dos sucesores inme-
viaba y, a menudo, en medio de la
no.t u, s.áü"* diatos, Pío VI y Pío VII, lo confirman. Al parecer,
raba sobresaltado, creyendo ;r.
que
ñ;;ñi;"a*l desde entonces sólo fuvo momeñtos de razón.
9n:ü tocaban a agonía. Varios *"r"', au.pu¿.
de haber promulga,ao-et brern ,u le Murió Clemente XIV el año 1774, un año des-
veía;"rñ;r_ pués de la supresión, a la edad de 69 años. Aun
do de aquí para álla en sus habitaciones,
exclamaba enke soilozos: cáÁputsut
*i"nt u, cuando los médicos dieron una causa física con-
fácii é'i^- creta del motivo de su muerte, se hizo circular que
ilo hice obrigador iio hi.;;üiig.Jrl
pulsus feci!
eran los jesuitas quienes Io habían matado.

L
9z [¡ Neve y us TeupESTADEs 93
L¡ RevoruclÓ¡l Fn¡NcEsn

Volvamos a lo que pasó en la Compañía des-


pués de su extinción. La Orden conocié.cierta su- do una pequeña congregación llamada "Compañía
pervivencia, favorecida por aquel hecho tan para- áár Cotárón de JesG". En Lovaina se formó oha
dójico como inesperado, al que aludimos máé arri- .o*u.i¿ad, la de los "sacerdotes del Sagrado Co-
ba. Mienhas los Btados católicos,habían resuelto raz6n"; luego, bajo el Imperio de Napoleóll1.aPilre-
alegremente prescindir de los jesuitas, una potencia .iá utr'gtulio'denominado "Padres de la fe'l' Poco
cismática les había dado acogida. Catafiná II, zari- mas aaZtant" se fundó en Spoleto una "Compañía
na de Rusia, tras haber anexado varias provincias áá fu fe". Algunos grupos acabaron por_fusionarse
gri.iut u un-¡oru,l ef Pldrg LuisBarat'
polacas, se convirtió en soberana de unos doscien- "Santa "*-¡esu!ta,
ñLi*iro de Magdalena Sofía, la fundadora
tos padres de la Compañía supérstite, y ni siquiera
pensó en expulsarlos. Al conkario, los exhórtó a del Sacré Coeur.
conservar sus colegios. El siguiente zar, Alejandro Unhombreencarnólaespefanzaderesurrec.
[, siguió su ejemplo. De este modo, cuandó años ción que anidaba en elespiritu de muchos ex-jesui-
pa-
después, los oficiales del Gran Ejército de Napo- tur. füu San Josá ngnutufui, hrjo de una familia
león entraron en Rusia, quedaron sorprendidoi al tti.iu de ltalia, pero nacido en España' La primera
verse acogidos por jesuitas franceses, que vestían tentativa de restauración aconteció en Farma, don-
sotana, y educaban a miles de niños. [¿ ,,provincia áá .ia"que Fernando de España hizo abrir de nue-
de Rusia", a la que se había visto reducida la Com- vo tos coiegios jesuitas, logrando incluso que vinie-
pañfa universal, siguió allí prosperando durante iu.t Jgun* Aá se encontraban en
bs padres Qge
todo el período de la Revolución y el Imperio. Un Rusia."pignatelli fue nombrado maesfuo de novicios
pro-
vicegeneral, el padre Karew, regía el Instituto, con en Colorño, cut u de Parma. Se formó así una
sede en Rusia. De Io que pasó en prusia, ya kata- ,iniiu jesuíiica, incorporada a la de Rus]a' Al mis-
mos anteriormente. iQué pensó el papa que suce- mo tiempo que en Parma, hubo contactos en Ná-
dió a Clemente XIV de aquella sorpiendente super. poles puiu una evenfual resurrección de la Orden.
vivencia? Al ser interrogado, no dio al principio
respuestas categór'cas. nApprot)o, approuo, appro- cuando Pío vl sucedió en el trono pontificio a
bas-
uo!",Ie dijo en privado a un obispó polaco. Cada Clemente XIV la situación habfa evolucionado
la compañía. En 1780 aquel car-
vez se veía rnás claro que la supresién había sido tante en favor de
que hablamos más arriba, y que
una derrota de Ia lglesia, al tiempo que una de las dána Ca[no, del
más aplastantes victorias del espírifu filosófico y re- áf,áru tenla b4 uñot, lo fue a ver al papa' Antes
volucionario, iNo sería prudente dar marcha abás? á" áuup"dirse le indicó que deseaba decirle algo
muy importante,y que no querÍa ser culpable de
También algunos ex-jesuitas permanecieron en una grave omisión. Ét papa lo invitó a hablar con
Francia, si bien bajo un nombradiverso, integran-
f*duárá. ,'S*iiri*o'Pahre, yo le recomiendo la
YL+ Ln Nev¿ v r.¡s Ter,,rpesreoes -- L¡ Revou.¡clóN Fnnncese 95

Compañ ía de Jesús, injustamente, desfuuida por


una cábala de cuako o cinco Minisbos, que no te_
En 1820 eran ya cerca de 2000, 9 €ñ l-850 más
de 6000. Sucedió entonces un hecho curioso: Ru-
niendo religión han hecho todos los esfuezos posi-
sia, que había sido en su momento un asilo provi-
bles para destruir a los que la propagabun .on to-
dencial para los jesuitas, a partir de 1815 se volvió
das sus fuerzas; enemigos jurados aá ra santa se-
de, resolvieron tomársá.u ton aquellos que, siem_
contra ellos, y los desterró a Polotsk; después, en
p:. ?l el campo de batalla, por sus obras y por la L820, el zar Alejandro expulsó a los padres de sus
efusión de su sangre, han deiendido a la sánia se-
Estados. Pero ya entonces todos los países
católicos, menos Austria, los habían visto regresar.
de." De hecho el nuevo papa, sin ser demasiado
amigo de.los jesuitas, se había dado cuenta perfec-
tamente del grave error cometido por su antbcesor.
De modq eue, poco después de- asümiq cuando
elzar de Rusia le solicitó álrestabrecimieíto oficial
$e
la Cgmpañía en sus Btados, aceptó con alegría,
firmando un breve en ese sentido. Era un pril.ui
paso. Luego se !e pidió el restablecimiento totul.
Al pap3 Ia medida la parecía un tanto prematura.
Co¡ todo, publicó otro breve por elque^iestaüruUu

En el año 1800 fue elegido papa pío VII. Tias


su vuelta a Roma del cautiverio en que.lo retuvo
Napoleón, comenzó a recibir de todai pártes peti-
ciones de los obispos en favor del resta6lecimilnto
de la Orden. Para el Papa restaurar Ia Compañía
era llevar a cabo un acto eminentemente repaiador
y contrarrevolucionario. Así fue como en 1g14
publicó una bula por la que señalaba su propósito
de "embarcar de nuevo en Ia navecilla áe Éedro,
sin cesar agitada por las olas, a los remeros e*per-
lor y robustos que vencerían la fuerza del oleáje,,.
Anulaba de este modo la medida de clemente irv
e invitaba a los miembros sobrevivientes de Ia com-
pañía a juntarse de nuevo y reanudar su misión.
EF.--

L¿ Nnvr v l-ns TeupESTADEs


L¡ Rrvoruc¡ó¡¡ Fnnucese 97

III. La Revolucién Norteamericana


que los masones ingleses se esmeraron en ahorrar
la sangre de sus hermanos norteamericanos tres
El rlltimo de los prolegómenos de ra Revolución puntos en la guerra, y bien parece que haya sido
francesa a que varnos a referirnos es la revorución deliberada la imperdonable e inexplicable flojedad
que estalló en los Estados Unidos y que culminó de ciertas campañas militares inglesas en América,
con su independencia de Inglaterra. Crane Brinton, en especial la de los hermanos Howe, que habría
en un notable libro llamado Anatomía de la Reuo- rcspondido al anhelo masónico del alto mando in-
lución, estudia cuato revoluciones que fuiunfaron glés de llegar a una pacificación sin verter sangre
en los tiempos modernos y que exhibán denomina- de masones norteamericanos.
dores comunes: la revolúción inglesa de 1640, la Detengámonos un tanto en la figura de Ben-
revolución norteamericana de lf76,la revolución Jamfn Franklin. Era hijo de un fabricante de velas
francesa de1789 y la revolución soviética de 1917, y de jabón, perteneciente a una familia de cuáque-
ros muy modesta. En su juventud hizo dos viajes
En L776las colonias inglesas de América del para perfeccionarse en el arte de la imprenta. En
Norte se sublevaron contrJla metrópoli. Francia
vio allí la ocasión que se le ofrecÍa dL asestar un t776 firmó la Declaración de lndependencia de
los Estados Unidos. Gueydan de Roussel, gran es-
golpe a los "tiranos del mar,', como los europeos
consideraban a los ingleses. La idea resultó
tudioso de la masonería, nos relata que Franklin
§rata
al pueblo en general, á incluso a la Corona. Éí mi_
fue "iniciado' a la edad de 25 años en la Logia
nistro de economía de Luis XVI, Jacobo Necker, "San Juan de Jerusalén". Estando en Inglatetra,
recibió el encargo de contribuir a su financiarnien- entró en relación con los hermanos tres puntos y
eshrdió los misterios de la secta. Al leer con admira-
to, por lo que debió buscar dinero especial para la
guerra. Ello no dejó de incidir en Ia ciisir ecónómi- clón la obra secreta de las "Constituciones de An-
derson", carta fundamental de la francmasonería,
ca que sacudiría a la Fran cia pre-revolucionaria.
América, por su parte, al sublevarse contra [ngla_ encontró esta ffase profética: "Es muy probable
que si los Señores, los Gentilhombres y los Sabios
terra, asumía la bandera de la libertad tan cará al
siglo xvlll. Pronto Francia envió al norte de AÁ¿- de Gran Bretaña siguen alentando y cultivando la
ricg tropas regulares, con muchos subsidios, Sin buena masonería, esta isla llegará a ser la Dueña
de la Tierra..." ¿Y por qué no las colonias inglesas
dicho concurso, militar y pecuniario, Ios insurreJos
americanos habrían sido aplastados. "cimentadas" por la masonería?, habrá pensado
Franklin. La Gran Logia de Londres estaba com-
Se ha hablado del influjo de la masonerÍa en puesta sobre todo de aristócratas, entre ellos algu-
la revolución norteamericaÁa. Bernard Fay ránau nos miembros de la familia real, lo'cual no le agra-
daba demasiado al cuáquero y democrático Fran-
98 [¡ Neve y r¿s Ter'rpES'rADEs [¡ Revorucró¡t Fnencesa 99

klin, cuyos antepasados, que habían abandonado intelectuales, sobre todo en Francia. Algunos se hi-
su pahia bajo el reinado de los frfuardos, pertene-
cieron cuáqueros; ohos, sobre todo entre los no-
cían a una secta enemiga de la religión y de los bles, se alistaron en los ejércitos republicanos, Los
reyes ('hi cruz ni rey"). S'ln ernbargoára un hecho más tímidos apoyaron con su propaganda a los
que Ia masonería pakocinada por la nobleza y la "abanderados de la libertad", proclamando con
familia real inglesa, proclamaba, fuera de Inglate- entusiasmo el comienzo de Ia era de la regenera-
rra, ideas democráticas. ción. Desde hacía medio siglo, los círculos filosófi-
En 7776, Thomas Jefferson proclamó la Decla- cos rectamaban algo nuevo. Al parecer, sus sueños
ración de lndependencia de los Estados Unidos, habían enconfuado finalmente una realización con-
ofreciéndose al mundo un nuevo ideal del hombre creta, pero en otro suelo. Lo que para ellos no era
y de la sociedad, conforme en un todo al espírifu todavía más que papel.y discursos, se convertía
de la masonería. Con ello, imaginaban, se inaugu- allá lejos en carne y sangre; las.palabras se troca-
raría una edad de oro, rnañanas que cantan. Fran- ban en hechos concretos. Cuando leían aquellas
klin no se consoló nunca de haber vivido en esa épo- noticias, se estremecían de envidia, ardían de ad-
ca demasiado temprana. "iCuán hermosa -suspí- miración, de fiebre, de deseos, de esperanzas. Por
raba- será la vida denko de un siglo, o dentro de doquier se repetía e[ elogio del pueblo elegido, de
dos!" la República modelo. Los Estadps. Unidos. habían'
dado a las dockinas revolucionarias lo que aún -
les
"':
Téngase en cuenta, señala ?íerre Gaxote en su "'r*'-*
espléndido libro sobre la Revolución francesa, que tilEg:4i*pr;:o:**-;*;******
las trece colonias eran, desde hacía mucho tiempo, Fue precisamente en.el mismo año de Ia Decla-
uno de los temas principales de la literafura señti- ración de la lndependencia, y en ese ambiente de
mentaly humanitaria. Se veía en ellas a un pueblo entusiasmo general, cuando Egniamí,9&a*li¡ fue
nuevo, muy próximo aún a la naturaleza,tolerante, enviado a Francia, en calidad de embajador,:para
manso, patriarcal, sin otra pasión que el bien, ni obtener ayuda de Luis XVI. "Todo en él -decía
otro fanatismo que elde la virtud. Cuando decidie- un publicista- revelaba la sencillez y la inocencia
del de las antiguas cosfumbres." Sin embargo no era
europeos tan inocente como parecía, observa Gaxote. No
bien llegó a París, se puso al habla con los "herma-
mq hon-or de llev"a¡ q q,abó lá ed3+-cesjé_ñ:d;J"r¡J¡lt= nos" de Francia. Su casa de Passy se convirtió en
cló, m ostraná otá-ei^cámin ó'ááHi id;t.áA: ü d;i"- cuartel general de los conspiradores. Era el gran
sacerdote de los filósofos. Se le escribía de todas
do de un código moral, dejó encandilados a los partes, se le pedía consejos. Un alto eclesiástico,
el cardenal Rohan, organizó veladas en su honor.
100 [¡ Nnve y uqs TEwEsTADEs
101
L¡ RevoluclóN Fnn¡lcesn

Un médico -Marat- le sometió ciertas experiencias


bar a su destino, llegó a ser íntimo amigo de Wa-
de ffsica. Un abogado -Brissote- le pidió noticias del
Nuevo Mundq donde pensaba ir a tomar lecciones
shington, quien lo recibió en una logia militar, la
"Uni-ón Americana". Cuando Washington ocupó
sobre la Revolución. Oko le dedicó su primer ale-
gato forense; se llamaba Robespierre. Alpoco tiem- Filadelfia organizó un gran desfile: con la espada
a[ flanco, el mandil sobre el vientre y !a band? q]a-
po, Franklin, acogido como un personaje por Rou-
sónica cruzándole elpecho, ataviado con todas las
sseau, fue recibido fraternalmente en la logia más
insignias de la orden, desfiló a la cabezade los ma-
brillante y más poderosa de París, la "logia de las
sonés por las calles de [a ciudad.
Nueve Hermanas", juntamente con Diderot, Con-
dorcet, Mirabeau, Rousseau, Sieyés, y buena parte En 1784 Lafayette recibió eltíhrlo de ciudadano
de la élite ilustrada. Se ha dicho que llegó a dirigir norteamericano, en recompensa a sus servicios.
esa logia, la más influyente de Europa, que daba Tanto él como sus compañeros fueron considera-
el tono a las dernás logias de Parfs. Allf, todo lo áá, por los franceses cómo héroes de la libertad,
de Ingla-
que hubiera podido parecer contrario al éxito de lue'habían permitido a Francia vengarse
su misión se transformó en ventajas: su pobreza tárra por anieriores derrotas. Desde entonces Lafa-
fue exaltada, sus actitudes de "salvaje americano-' yetteloñaba con ser elWashington de Europa' Lo
de ejem-
lo hicieron "interesante", y la guerra que predicaba f,ue más queremos destacar es el catáctet
fue calificada de "santa". puriaua que los Estados unidos estaban adquirien-
Lo que Franklin buscaba era lograr que elJw-" áo putu ál .rin¡o continente. "Este país donde se
4S-francia.-de--c*lara§-e*la-$reua_e_lnSlqterra.Ello
enclenhan juntas todas las razas humanas, todas
sucedió 1D-LUA, dos años después dá§llegada las costumbies, todas las lenguas, todas las religio-
a París. El conde de Grasse-Tillg que era masón, n.r y en la que todos los hombres no saben dirigir
comenzó las hostilidades en los Estados Unidos, unoá a oilos iino miradas de fraternidad y de amor",
como almirante de la flota, y tomó parte en todas se lee en un escrito de Augustin Thierry. Los archi-
las batallas de la guerra de independencia en cali- vos masónicos despejan toda posible duda: los Es-
dad de Jefe de la *cuadra. Asimismo hijos de fa- tudo. Unidos no éran solamente una reali"qción
milias distinguidas de Francia se alistaron allí, entre páitrcu de los ideales "filosóficos" del siglo XVIil;
los cuales el marqués de Lafayette, "el hornbre de Lrun la creación más cabal de la francmasonería.
dos mundos", como fue llamado. Dicho general, Lennhoff afirma que la francmasonería ha sido el
que era gran maeske de la logia "Los Amigos de "germen" de los Estados Unidos'
la Humanidad" y miembros de la logia "El Contra- áNo veía Luis XVI las consecuencias de la aven-
to Social", s€ embarcó con un cuerpo de ejército tura en que se había metido a[ apoyar así la revolu-
para ayudar a sus hermanos de América. Tias arri- ción noiteamericana? Más adelante confesaría:
IU¿ [¡ Nnve y us TeupES.rAoES 103
L¡ Revou-rclóN FnnNcesR

"Fui arraskado a ese desdichado asunto de Améri-


ca porque se aprovecharon de mijuventud.l, Agreguemos que en una época en que se había
vueftá dásdeñable estudiar en la Sorbona, deserta-
§u rd
gu n Ber na
fay., [e_Fra n klin quie uinfr odujo da por los mismos alumnos, Franklin fuvo la bri-
q.! la !d-es -d ?- la'lis.rtolución üirt ráü". Hai- llarrte idea de crear [a primera universidad libre
-Egropa
ta entonces las revolucionái áian ¿éñsi¿üraaás co- de Francia, que funcionó durante largo tiempo' Allí
mo movímientos destructivos. Washington logró acudirían estr-rdiantes de todos los rincones de Eu-
blanquear dicha idea, probando la santiáad de ta- ropa. Así comenzó la enseñanza superior, laica y
les empresas; en el caso de los Estados Unidos, fllosófica de Francia.
tayendo las ideas de igualdad, libertad y pueblo
soberano. Por aquel entonces se propa gó nnparís Es evidente que lg¡gyg¡sro1 jgjÍe.n*'ile5,S
una hoja, en una de cuyas mitaáes-sJcontenían siqnificó una especie@llbertad_, de-
los derechos del hombre de Norte América, y en ffiffi rutf ¿iansmo;-áüffi-nar-qui§.{rne-eñ"Iá-uiejá
Ia oha sólo la inscripción: ,rDerechos del háábre ;epá"á¿ Fiancia, lo que demuestua [a influencia que
de los franceses." áNo era preciso que también los [rñ-áñ-lós-#ontecimientos que nos aprestamos
franceses conquistasen sus derechos del hombre? a relatar.

Franklin denunciaba a [a nobleza inglesa,


eu€
se moshaba tan soberbia alegando enápoyo'de
su jactancia [a antigüedad de la sangre. Ai qontra_
rio, decía, a medida gu€ las generui¡ones pasan,
decrece elcontenido de la sangre de que *
gloriun.
Creiq poder probar eu€, mitemátiiá*uniu,
vfsgqipa primera generación no quedaba más que
iu .
el 1/1048AT dela sangre primiüva. He aquí, p.o"lu_
maba, el despropósito de dicha ihobleza d.r."n_
{ente", para invocaq por el contrario, Ia superiori_
dad del rnétodo chino, que no acepta reconocer
una nobleza que se transmite dá pádr;; hi;r,
sino que pregona, en cambio, una ,inobleza uri"n-
dente"; en China, dice, cada vez que un hombre
recibe un tífulo nobiliario, §on también ennobleci-
dos-sus mayores, lo que le parece más lógico
V

L
también más decente.
-

Cephur-o SecuNoo

La toma
de la cultura
T}as haber analizado los principales anteceden-
tes de [a Revolución francesa, enkemos ya a consi-
derar el modo como se fue gestando dicha Revolu-
ción en el modo de pensar de la gente.

I. La Francia pre-revolucionaria

Cabe preguntarse cómo era Francia en la época


que precedió a [a Revolución, cuálera su sifuación,
sobre qué presupuestos debieron trabajar quienes
se habían propuesto cambiar la mentalidad del
pueblo. Sobre este asunto recomendamos viva-

L
mente la lectura del libro de Jean de Viguerie, His-
IUU L¡ Neve y r¿s TeupesrADES 109
L¡ Revou-rclóN Fnarucrse

toire et dictionnaire du temps des Lumiéres (171s-


178e). Obviamente, también lo es el Estado..F{gbb, pot
clerto, una clara distincióq9'flte-el p'odertempor'al"
Si dirigimos nuesha atención ante todo al ám_ v la auttiidld--e.spi-r.itrlall-lo que no obstaba a una
bito religioso en el siglo xvlll, incluso cuando Luis ialudábTii unión. En el siglo XVI se había firmado
XVI accede al poder, advertimos que la reliqión un concordato entre la Iglesia y e[ Reino, donde
cglÉligA,-era la domina¡r.lg, la que R"ino eñ"§ü' se le atribuía al monarca una prerrogativa especial
gonjunto profesaba- La álianza enke "l la lglesia y al concedérsele elderecho de intervenir en el nom-
Francia perduraba desde hacía *ecesigloslse há- bramiento de obispos y abades. Pero ni Luis XV
bía inaugurado con el bautismo de iiodoveo el ni Luis XVI la ejercieron de manera abusiva. Por
año 496 y se renovaba especialmente con Ia consa- lo demás, l? tglepi-a,nunq*¡.9¿Cj§ "qg "lihe-rfad*pgla
gración de cada rey al comienzo de su reinado, expresarsq fustigando públicamente y en numero-
En el ritual de dicha consagración la tglesia rogaba §ái oáslones las costumbres disolutas del pueblo,
por el monarca para eu€, procurandó el bieñ co_ o la difusión de libros heterodoxos u obscenos. In-
mún, alcanzase su salvación etern a,y elrey juraba cluso no vaciló en denunciar los pecados de los
comportarse como un príncipe fiel a los principios propios reyes, por ejemplo de Luis XV y en protes-
$gl E¡lygelio y atento a las necesidadei det Éuu- lar ánérgicamente conka los abusos concretos de
plo.Al igualque sus predecesores, Luis XVLá hu_ los funcionarios reales. El clero constituía pno de
bía hecho consagrar en Reims, en L775, según el los tres estamentos del Reino, y podía expresarse
rifual correspondiente. Allí se pidió a Díos, -"orno no sólo en las provincias sino también en 1o que
de costumbre, que el rey ,,usaie poderosa'y ráal_ se llamó "La Asamblea del Clero de Francia", insti-
mente de su autoridad, fruto del poder diviná, con_ tución que se reunía cada diez años desde L562
tra todos los enemigos visibles e invisibles de la bajo la dirección de un arzobispo: Las reuniones
Iglesia", al tiempo que la lglesia se comprometía duraban unos hes meses. Cuando los hechos revo-
a encomendarlo al Rey de reyes. Dichá alianza lucionarios se fueron bosquejando, sobre todo a
tgnía amplia resonancia en Ia soáiedad, al.anrando partir de L745,los miembros de la Asamblea aler-
alpropio hogar, donde cada tarde, el jefede fami_ iaron una y otra vez sobre [a gravedad de la situa-
lia, acompañado por-los suyos, así orába: ,,Señor, ción. En t770,por ejemplo, publicaron una Aduer-
guarda al rey y bendice a su familia, conserva a tencia sobre los peligros de la inuedulidad. En las
los descendientes- de San Luis, y hazque sus hijos décadas previas a la Revolución, los obispos, que
sean imitadores de su fe." procedían casi todos de la nobleza, se mostraban
La lglesia es, como se sabe, una sociedad per_ buenos pastores. Residían normalmente en sus dió-
-
fecta, con su curia, su enseñarua y sus h,ibunáles. cesis y recorrían asiduamente las parroquias a su
cargo.
r
lru L¿ Nnve y ¡¿s Tr¡¿pESTADEs [¡ RevotuctóN FneNcesR 111

El clero regular era cada vez menos numeroso.


deístas, otros rechazaban los ejercicios de piedad;
Cundía cierto clima de hostilidad ,hacia los 3) la de los jansenistas, muy numerosos, a pesar
conventos y casas religiosas. A la gente le costaba de las persecuciones sufridas; 4) la de los católicos
comprender que alguien se quisiera encerrar du-
fieles y practicantes, pero de escasas convicciones
rante toda su vida en un claustro, apartándose del y moral algo relajada, y 5) la de los católicos piado-
mundo. Las acusaciones de los llamádos "filósofos"
sos, los más numerosos.
fueron incentivando la opinión pública contra los
frailes y los votos religiosos: poi lo demás, en los No se tataba, por cierto, de una lglesia encerra-
propios monasterios de hombres, había penetrado da en las sacristías, sino que.busclba"ilgmi¡-ar.-el.
el "espírifu det filosofism d' , e incluso, a veces, orden temporal. En cuanto alá'Lultura' su papel
agentes de la masonería. No sucedía otro tanto Añapltal. §á"iia probado la falsedad de los "filó-
respecto de los conventos femeninos. sofos" alpretender acusar a la lglesia de oscurantis-
mo, de "falta de luces", como se decía. fuí lo prue-
- Los párrocos eran, por [o general, buenos sacer_
dotes. Recordando aquellos [iempos diría Tocque-
ba el número ingente de colegios y la buena forma-
ción que en ellos se daba. Es verdad que la expul-
ville: "No sé si en conjunto, y a párar de los pui.n- sión de los jesuitas fuajo consigo una crisis profunda
tes vicios de algunos miembros, ha habidolamás de las instihrciones docentes, afectando seriamente
en el ffiundo un clero más admirable qun clero la formación intelecfual y espiritual de la juventud.
católico de Francia en el momento en que"íestalla
la Revolución." Hubo, no hay que ocultarlo, graves falencias
dentro de ta lglesia. En la Francia deLsigls-'XVII
En cuanto al pueblo fiel, se mostraba radical_ la doctrina del Evangelio parecía ir per"dLg¡d.g-" Su
mente cristiano, con una piedad sencilla, orientada fuerza conquistádólá.-'EfiiiüAñió y el espíritu de
al cumplimiento de los dáberes de estaáo. Las de- óó*6áte esiaban del lado de sus adversarios. Si
vociones más practicadas eran las del santísimo la época de Luis XV pudo exhibir brillantes orado-
sacramento y del sagrado corazón. Los "fiIósofos" res y escritores teológicos, no fue así en la segunda
se burlaban de ellos llamándolos "fanáticos". Tias mitad del siglo XVIil.
esfudiar las diferentes actitudes de los franceses
Agréguese a ello que las luchas religiosas habían
durante la época del Ancien Régime en relación
con el cristianismo, Jean de viguerie distingue cin-
dejado mataduras en la lglesia. Es verdad que el
co: 1) Ia de los enemigos de laleügión, los-,.filóso-
papa no fue ambiguo cuando condenó a Port-
hoyal y a los jansenistas, pero la mentalidad det
lor", sus discípulos y sus lectores; l) tude los cató_ estamento burgués, siempre alérgico a Roma, per-
licos "ilustrados", que pretendían replantear la.ráh_
gión a la luz de la ideología del siglo; algunos eran manecía aún proclive aljansenismo y el galicanis-

L
mo. Los Parlamentos nunca acataron de buen gra-
LLZ L¿ Nnve y t..es TcMpESTADES
L¡ RevoluclóN Fnn¡¡cesR 113

do Ia clausura de Port-Royal, la persecución de los


jansenistas ni la influencia conquistada en Francia nos de ellos, como en su momento aquéllos lo ha-
porel papa, no perdiendo oportunidad de expresar rfan notar, ya al borde de la Revolución, en los
llamados "escritos de qrreja" de los Estados Gene-
su desaprobación.
rales.
Si pasamos al campo de la sociedad temporal,
¿Qué pensaba el pueblo humilde de sus reyes?
Ia situación económica en Francia eraprecariá. t-ai
Para nada los veían como a déspotas. La gente
deudas y el empobrecimiento de la nación, que
sabfa muy bien que "la primera tey del soberano
siguieron a las guerras de Luis XII fueron en au-
era observar todas las leyes". Luis XIV lo expresó
mento con el despilfarro de la Corte y las zuntuosas
construcciones de Luis XV A pesar de la buena
de manera taxativa: "La perfecta felicidad de un
reino es que un príncipe sea obedecido de sus súb-
voluntad y ahorros de Luis XVi, la crisis se siguió
agudizando. La deuda llegaría a ser inmensa. po.o
ditos, que el príncipe obedezca a la ley, y que la
ley sea recta y dirigida al bien común." El rey de
antes de la Revolución, Turgot, el ministo de eco-
Francia no podía ser arbitrario. Las limitaciones de
nomía, tomó, es cierto, varias medidas, pero éstas
su poder áran múltiples y variadas, a sabeq las le-
dejaron de apticarse muy pronto, araízdá su caída.
yes divinas, las del derecho natural, las leyes fun-
Lo sucedió Necker; un banquero protestante, quien
damentales del Reinq los fueros locales, los pactos,
recurriendo a empréstitos y ahorros, logró mánte-
las cosfumbres, los privilegios de los cuerpos socia-
lerse por cinco años. Tms dos ministros interinos, les, que cada rey juraba mantener el día de su con-
Necker reasumió el ministerio. sería precisamente
su último recurso Ia convocación a toi Estados Ge_
sagración. Como afirma Charles Maurras, los reyes
nerales, umbral de la Revolución. de Francia supieron hacer de dicha nación lo que
los juristas llaman "una sociedad natural", algo así
La crisis económica sacudió especialmente al como una támilia, una sociedad no dependiente
campo. Los agricultores experimentaban los efectos de la fluctuación de los plebiscitos, una sociedad
penosos de las contiendas bélicas, Dgspués-d-g la en que la ley, el derecho y la economía trabajaban
.g9l"fade,,,Srtcesién- de- Espana, a comienros dél en la misma dirección y el mismo sentido que las
siglo XVIII, unos 16 mifioñus d" campesinos, es fuerzas del suelo, de la sangre, del terruño y de Ia
d.ngit rJ,I tercio d-e, la poblaeién., quedaron_Luiélps taza.
allgmhr"e.y.Ja rniseria., Luis XVi' iue benign;con
ellos, pero la crisis siguió su curso. Los inipuestos Por ello, y aunqu e parezca extraño, no había
se hacían difíciles de pagar; por Io dernás, los de_ en Francia estamento más monárquico que el de
bían. soportar principalrnentá los más potrur, yu Ios humildes. Considerab--an-al. fgg..aomo, a mdlg
que la nobleza y el clero estaban exentós de aigu_ de todo§. Esta"idéá3e había arraigado en el p. ueblo
,iA§Iá h;tÍa siglos; e[ rey, por su parte, sabía que

L
FF-

7L4 [¡ Nnve y ¡¡s Te¡upESTAoEs


L¡ Revou.lclón Fn¡ncesa 115

los suyos lolo consideraban como una especie de clero, la nobleza y el tercer estado, se regían por
auxiliar della
Ia Divina Providencia, que les podía y una jerarquía interna. Cada familia, cada profe-
debía proporcionar alimentos. Si algunavezse re- sión, cada oficio, cada posición socialtenía su pro-
belaban, no era para mermar su poderíq sino para pia dignidad. Por cierto que a ello se unían aspec-
arrebatárselo a una facción. Para nada les molesta-
ios negativos, a los que hemos acabado de aludir'
ba que fuese el rey de los franceses, y tuviese su Sobre todo las ideas del tiempo acerca de la igual-
trono en una gran capital. Por desgracia los reyes,
dad y la utilidad, o mejor, el utilitarismo, contribu-
en especial los de la dinastía borbónica, no fueron yeron a poner en cuestión las antiguas concepcio-
siempre fieles a su vocación de vicarios de Cristo
nes del honor y del servicio.
en el orden temporal y de padres de los pueblos.
Inficionados por los errores de la "modernidad", Concluyamos señalando que en [a segunda
ellos y los sofistas se aliarían en elsiglo XVm, pres- mitad del siglo XVIII, y sobre todo durante el reina-
tándose a colaborar en Ia deskucción de la lglesia do de Luis XVI, Francia, a pesai de todas sus difi-
y e[ socavamiento de sus propios tronos. Asimismo cultades, era una nación más próspera que las de-
durante ese siglo su poder se vio disminuido. Los más. En lo que toca a la economía¡ la crisis ? que
Parlamentos, que antes habían sido simples ejecu- anteriormenie nos referimos, hubiera sido perfecta-
tores de la justicia del rey, ahora querían cogober- mente superable con-una buena conducción, ya
nar. En cuanto a los reyes concretos de ese períodq que la riqueza iba aumentando, la industria se de-
ni Luis XV ni Luis XVI fueron hornbres superiores. slnvolvía, la agricultura progresaba con el acceso
Luis XV era, por cierto, muy inteligente, y Luis XVI de los cumpetinos a la propiedad; en vísperas de
estaba lleno de buena voluntad. Pero tanto al uno la Revolución ya poseeiían la tercera parte de las
como al oto les faltaba coraje y energía. Elprimero tlerras, situación única en Europa. Asimisrno la
con frecuencia se dejaría gobernar, elsegundo sería burguesía estaba en buenas condiciones' Como
renuente a decidir. Ambos no supieron rodearse afirma M. Mathiez,.no- fus g-n un. país'agotqg!-o-'-§ino
de personalidades vigorosas y clarividentes. ;n.uj1ár-n"r*.le&ÉUll gn o desariol lo, do nde

Más allá de estas circunstancias, como observa vendría a estallar la Revoluc[óñ]*-'*'--'*''*""*


.{ean de Viguerie, l-a_sociedad frgngsA -&l.Ancien
Rggíyte era una verdadáIá soCiéA;il*; trná yuxq
pp_sjsi_or,lE;q:roi-rjd"ü:é§;:$ñilüñ-r6ñ jun6'armaTl¡e"
'fM- oficios.
flg_. f"3milias, de cuerpos-ñtélméAié6
La n ó61éitr "V"
Al-" eléttr*ns"se-"distinguf an*§616 pór
sus privilegios, sino también por sus ideales y géne-
ros de vida. Los kes estamentos de la sociedad, el
rlo [-q Neve y ¡¿s TewESTADES
L.e Revo¡-uctó¡¡ Fne¡¡cesa 1,L7

II. Los llamados ,.filósofos,,


mentarios se impusieron declarando nulo un man-
dato puramente espiritual. Fue entonces cuando
Entramos ahora en una etapa fundamental, o por ptim era vez se habló de "un posible triunfo
mejor, fundacional, de la Revoiución francesa, su de las Luces". Así, con el paso de los años, caería
período de incoación, la época del combate cultu- un baluarte tras oko. alcanzando los ataques tal
ral. Antonio Gramsci admiraba particularmente virulencia que los mismos pensadores que'habían
este'momento de la Revolución, al que considera- iniciado aquel camino, los Voltaire, Diderot y Rou-
ba modélico de lo que debía ser ra ievorución u.- sseau, parecerían tibios objetores. La historia ha-
tualdel marxismo en occidente. sería preciso apo- llarfa a[ pensamiento en el paroxismo de la crisis,
derarse de las cabezas antes de asumir er páder cuando sonase la hora de la Revolución.
político.
Durante el siglo XVIil se fue operando una mu- !. éLlna auténtica confabulación?
tación doctrinal. Las ideas hastá entonces impe-
rantes en todos los terrenos, el político, el social,
elliterario, el religioso, se vieron púbricamentu.u"r- Poco a poco se fue tramando una con*spitación
tionadas. Como señala Daniel-Rops, hasta l74g, a aiüiliiá?1ffi -nueváflíderá§. Uñf i?ñsad ór
aproximadamente, los que llevaban adelante uquei -de-l6s hechos, qué había
, con
jyego procedieron con cautela, Iimitándor"
áh pertenecido a la Compañía de Jesús hasta su exün-
alusión, las insinuaciones, el sarcasmo o una sutil
iión, Augusto Barruel, escribiría una sesuda obra
ironía. Después, hacia mediados delsiglo, el movi- en cuatrávolúmenes sobre estos temas, donde de-
miento pasó a la ofensiva generar, bómbardeán- nuncia una verdadera "conjura". Algunos han se-
dose todo lo que el pasado ñabía amadq .*ido y ñalado su discrepancia con esta manera "conspira-
respetado. La insolencia desplegaba sus alas, ce- tiva" de considerar los hechos' pero la hipótesis
bándose sobre todo en er temá re-rigioso. un mágis- no deja de tener asidero en la realidad. E[ mismo
kado laico del Parlamento de provence, que como Voltaiie [o reconocería en una de sus cartas: "Es
jansenista había acfuado decididamente
óonka los necesario obrar como conjurados [...] Que los filó-
jesuitas, se permitía ahora intervenir
en un campo sofos verdaderos hagan una cofradía como los
totalmente fuera de su jurisdicción, ilamando "iüu-
francmasones [...] Que los misterios de Miha no
so" a unas decisiones del arzobisp'o de Aix_en+ro_
sean divulgados [...] Golpeen y oculten su mano'"
vence sobre los casos reservados en confesión. Así se dirigía al grupo todavía inclpiente q9I9 ya
Aunque la fuamblea General del Clero, ;¿;;id" activo de Tilósofos". En carta a su amigó d'Alem-

L
t
en 1762, salió en defensa der arzobispo, Íor páiiu- bert le decía: "Es preciso que haya cien'manos invi-
r_
L¡ Neve y ms Te¡upEsrADEs 119
L¡ Revor-uclóN Fnnncrs¡

sibles que horaden er rnonshuo


les deciq Ia reri- por d'Alembert, en la guerra que habían empren-
giónl de modo que caiga bajo miigolpe,
i"aoUf"_ áiao "era preciso obrar como conjurados y no co-
dos." Aun la táctica fuJpropiu ¿u ,7üilploiJdor,,.
Haciendo suya la recomándación d" v;ri;irr, mo enttrsiastas". Se ha dicho que fue Voltaire quien
t.ur- concibió este proyecto al modo de una conjura-
taron celosamenle el objeüvo último de su
dimiento, llegando incruso a designarse entre
"*pr"n_ ción. Dicha idáa se remonta por lo menos aL728,
ri.on año en que volvió de Londres, donde se encontaba
p:gydólimos, para mejor er.oñde, ,u iáánt¡dad.
D'Alembert era a rece, llarnado ;piáiág.rur,,, o ocasionalmente. A[ parecer, fue en Inglaterra don-
también "Berhand"; Voltaire pasó u ,"rr.Ruton,,; de se comprornetió a consagrar su vida a los idea-
Diderot fue 1Platón" o también "Tompru¡. ei leS de la "filosofía". Durante varios años estuvo so-
no*- lo, pero luego logró encontrar el número de adep-
bre general de los conjurados era Cicouoc.
Desig_
nar a alguien como ,,cacouac,, significaUu ,áono- tó'qtr" necesitaba para su emprendimiento, e in-
cerlo como a uno de los fieres. A-menudá zuflarles su personalentusiasmo. Cuando, a Pedido
ú"rtu¡,. de Federico II, rey de Prusia, partió en 1750 para
Ios llamaba "herma'ros", al estiro a" ror
murán"r. Berlín, detgrupo de discipulos que había congrega-
at1n, por medio otra vez de d'Ale.üit, fu,
|aás.
hacÍa decir: "¡oh filósofos míos! será pr.irá do en Paríi los más celosos fueron d'Alembert 9
*ur- Diderot. Es principalmente a estos dos hombres a
char como Ia falange macedónica: áila sólo fue
vencida cuando se dispersó. eue ros firósofor quienes el fiiosofiimo debe su empuje, sobre todo
u.r- desde el día en que decidieron iniciar el gran pro-
daderos hagan una heimandaá .orno lorl;;;;*u-
yecto de la Enciclopedía, es decir, el mismo año
:.oles, que se junten, que se sostengan, que sean án quu su jefe dejó París para ir a Berlín. Voltaire
fieles a la hermandad.,;
volviO de Prusia en L752, como jefe del grupo cons-
EI mismo Voltaire, que al parecer se muesfua
co_ piraüvo, así considerado por su edad, su fama y su
mo el conductor de ra opem.ión, bataba de areccio-
genio. ';Faltaba medio siglo -escribe Barruel- para
nar a los "filósofos", sóbre tordo a través gran
rrespondencia, de modo que su ardor no
de la co_ f,ue bs jacobinos consumasen en Francia el
,á *itigu- ob¡etivode la coalición, intervalo en que los. filóso-
se. "Tengo miedo de que ustedes no r.un;uii;;;.-
fos corruptores prepararon elcamino a los filósofos
temente celosos", les escribía. como puede
uáiru, masacradores."
se trataba de un grupo selecto y decidido,
.o., iin",
muy propios. No quería voltaire que desconocie-
sen el carácter corporativo de su lücha, qr*f" 2. La figura del "filósofo" y eÍ "filosofismo"
que ignorasen que Ia guerra que él .onducá "" Lru
un verdadero cornpl.ot_en que cada.uut i"niu qr"
Hemos hablado de este grupito, pequeño pero
jugar su propio pap€|. por eio,

L
como les hacía d¿;i, activo, de "filósofos", que se congregaron en torno
t20 [-t Nnve y ms TepTpESTADES
- [¡ Revouuctó¡l FnnNcese 12t

a Voltaire. Pero_ corresponde preguntarnos quá


significa dicho término. Las palabias "filórofo y iCuántos fueron? Jean de Viguerie afirma que
"filosofis*d', que esfuvieron tan en boga durante varias decenas, pertenecientes a dos generaciones;
más, precisamente señala 31 nombres. Dicho gru-
los años 1750-t160, tienen ,n ,n,itido muy po no se debe confundir con elde los enciclopedis-
concreto. En el len-guaje corriente de aquel tiempo,
el término "filosofismo', designa el sisüma de laé tas; sólo trece de aquéllos colaborarían en la Enci-
ideas modernas, y "filósofosl,, los escritores que clopedia. Cinco pertenecieron alclero. Varios eshl-
sostienen dicho sistema y fuatan de hacerlo pr*rále- diaron con los jesuitas; como dice el autor antes
cer sobre las ideas kadicionales. "Filósofos"', escri- citado: "Hay que constatarlo, son los padres de la
birá el filólogo Emilio Litké, es el ,hombre'Judo, CompañÍa de Jesús quienes educaron a los adver-
en- particular, sarios de la religión." Por cierto que hemos de pen-
.un gl siglo XVI[, a hombres que sar que tales discípulos no han de háber sido fieles
cultivaban la filosofía y Ia hacían servir al derríbo
delas antiguas opiniones." Barruer nos ofrece una a la enseñanza de sus maestros..., de otro modo
definición más precisa: "El filosofismo en general no se explicaría su profunda aversión a los jesuitas.
es el error de aquellos que, reduciendo toáo a ,u For lo demás, aquellos "filósofos" estuvieron lejos
propia razón, rechazan, en materia de religión, to_ de ser parias en la sociedad de aquel tiempo. Las
da ofua autoridad que no sea ra de ras ruces"nifu.u- academias les abrieron ampliamente sus puertas,
les; es el error de aquellos que en adelante se Áu- lncluida la principal de ellas, Ia Academia francesa.
san a todo misterio que supere a su razón;de aque_ Es cierto que a veces la justicia los tuvo en la mira.
llos que, rechazando la revelación, echan po, tiárru Algunos de ellos conocieron la prisión de la Basti-
completamente la religión cristiana, so pretexto de lla; a veces sus libros fueron condenados y quema-
mantener la libertad, los derechos de lá razón y la dos por manos delverdugo. Pero acabada la pena
igualdad de'esos derechos en cada hombre.; ' o rápidamente condonada, podían seguir impunes
y airosos adelante.
Tal era la estrucfura mental de los "firósofos".
No fueron grupos de interectuares a.ad¿micos, Debemos representarnos el despliegue de estos
"desinteresados" de la realidad. En estas ro.iár¿, grupos en medio de una fermentación extaordina-
de pensée, como fueron llamadas, sus integr;ntes iia,-hecha de enfusiasmo por todo aquello que fue-
se reunían para discutir cómo üevar a caboTa gran ra nuevo, de menosprecio por lo hadicional, de
obra de la llustración; de allí irían derivandá cólera profunda contra las injusticias del sistema
io"-
dualmente hacia la agitación políticu, tro.u,.,aü lu imperante, de libertinaje moral y de ironia chis-
mera conversación y la especulación en una tarea peante. Tán "filosófico' eraexperimentar en un la-
revolucionaria. Loratorio privado como conspirar conká el gobier-
no, comer carne un viernes o repetil los epigramas
de Voltaire.
I-
L22 [¡ Nnvr v us TeupEsrADES L¡ RevoructÓt¡ FRAI'lcESa 123

Se autodenominaban "filósofos". Perq como verdaderos filósofos; su apetencia era la praxis, no


observa de Viguerie, su filosofía era muchas veces la especulación. Les gustaba rnás organizar que
pura literafura. Más que filósofos eran amateurs, contemplar.
divulgadores. Se podrían contar con los dedos de
las manos los que enriquecieron verdaderamente Tres fueron los intereses que polarizaron sus
la especulación filosófica. Tenían, sí, un "fondo" preocupaciones: la crítica delconocimiento, los te-
filosófico. Ello les bastaba. No eran grandes ator- mas pedagógicos y las elucubraciones políücas; hes
mentados. Carecían de inquietud moral. Su filoso- cuesüones que tos apasionaron y los obsesionaronr
fía era cómoda, porque concordaba con las ten- sln dejar casi lugar a ohos temas: qué es el conoci-
dencias del momento y con el deseo de felicidad miento intelectual, cómo educar a los jóvenes, có-
temporal, aspiración dominante del siglo Su idea- mo organizar la sociedad política.
rio era incapaz de suscitar [a inquietud metafísica.
Sea lo que fuere, no hay que pensar en un blo-
3. El mito "triunfalista" del progreso
que compacto, sin fisuras. No siempre tos grandes
"filósofos" estaban de acuerdo enhe sí. Unos eran Los "filósofos" y sus seguidores consideraron
espirituali§tas, okós rnaterialistas, unos se profesa- la suya como una época de plenitud y de apogeo'
ban deístas, ohos ateos. Voltaire se podía enfrentar sólo comparable con el renacimiento y la antigüe-
con Rousseau en algunos puntos concretos, o in- dad cl ás ica, aunq ue sup erior. Seübfl.g gg--d ej-aha n
cluso en cuestiones ásenciales. Pero sobre tates di- atrás, para siem.p1g.,.époggs dp qup-er§tición, de'
vergencias habían denominadores docfuinales co- bni'ñlidád v Aé-tiniéblas. Un profundo simbolisrno
munes en su visión del cosmos: el primado del sé éSóondfa ari Sü máñéia de hablar. Era la "edad
hombre, considerado como centro del universo; de las luces", de la "iluskación", e[ "siglo de la filo-
no en vano decía Diderot que "e[ hombre es el sofla", del reinado omnímodo de la Razón y de la
término único al que hay que reducirlo todo"; en Ciencia, con mayúsculas.
el hombre mismo, la omnipotencia de la razón, Delpasado histórico, sentían vivas sirnpatías por
vista como árbitro de todo pensamiento y de toda
unas épocas y hondas repugnancias por okas, pero
conducta; en el campo de las costumbres, Ia con-
a todas las ubicaban en un nivel inferior a la suya,
vicción de que la moral basta y no necesiia ni de
etapa madura de un "progreso" sostenido. Por pri-
enseñanzas divinas ni de recompensas de ultmfum-
mera vez se emplea la palabra "progreso" en el
ba, más aún, como decía el rnismo Diderot, "sin
sentido moderno. Al mundo greco-romano, carente
la religión fios hombres]serían un poco más ale-

L
I
de conocimientos históricos relativos a ohas civili-
gres, porque Cristo es sombrío y triste". No eran
zaciones, se lo vio como un milagro, una flor de
rcI
124 [¡ Nnve y us TewESTADEs
L¿r Revouuc¡ÓN Fnn¡'¡cesa
125

cultura en medio de ra barbarie generar. AI cristia-


nismo medieval, en su presunto desdán por ro En 1758 d'Alembert nos da una visión muy pre-
poral, se lo consideró deudor cre un p"rimismo
in*- clsa, fuansida de enfusiasmo; de este talante mental'
corregible. Elrenacimiento significó ún retorno
in- "Cuando se estudia sin preiuicios {ice en sus EIe-
no- mentos de fitosofía- el estado presente de nuestros
table a la armonía clásica. pe-ro sólo el iluminismo
fue capaz de establecer compara.ionnr ir"J"¿á, conocimientos, no se puede negar que la'filosofía
enhe unas edades y-otas, ente pueblos diferentes, ha hecho enfue nosokos progresos notables, La
ente civilizaciones disírniles. De áhr nació la actitud clencia de la nattlraleza adquiere de día en día nue-
crítica frente al desarroilo de Ia vida nu*uni, tu vas riquezas; la geometría aumenta su territorio y
ya penetr a en aquellos campo§ de la física que le
eu€, .ó*o,"
"filosofía de Ia historia,', expresión
sabe, la debemos a Voltaire. árai. más próximos; el verdadero sistema del Uni-
verso ha sido finalmente conocido, desarrollado y
Esta convicción.de la superioridad de su época perfeccionado. De laTierra a saturno, de Ia historia
la adquirieron los iluministás constatando el de los cielos a la de los insectos, la ciencia natural
enor-
me desarrollo que en siglos xvr y xv[ áxperi- ha cambiado de aspecto. Y con ello todas las otras
-ros
mentaron las ciencias físicas y nafuraÉs, que .ühi- ciencias han asumido una forma nueva'" Advirta-
n9 en el siglo XVI[, conkibuyendo d" ;;;;.u mos que todos estos conocimientos los incluye bajo
a*-
cisiva a establecer eltriunfo áe h *raz6n;, y Ae el nombre de "filosofía".
las
"luces". Apenas hubo disciplina científica o'tá*i.u
que entonces no obfuviera sorprendentes Se ha dicho que [a idea moderna del progreso
éxitos. tuvo su origen en el siglo XVIII, convirtiéndose en
Los estudios de Galileo y Newton nn urítno*ru
y física, los de Descartes y pascar opinión geñeral. Bien ha señalado Karl LÓwith que
*itn*Jti.u., la creencia en un progreso inmanente e indefinido
"n
los conocimientos etnorógicos y geográficos
tantes de los viajes y de lai expráráciones,
rásur- fue reemplazando cada vez más la creencia en una
yeron decisivamenle a que los_fun¡¡istasr"
contuibu- providencia trascendente y divina. Al fin, dicha
in.l¡- áoctrina tuvo que asumir, de hecho, las funciones
X9gz¿aaagotar*trla-ceqcgggioM-
I"rnátl9? d"eJ"mg[{e v
co
aeIáTiffi
nquistas, la raeóñ"ht¡ifrffi ,'ii\eru6 u p"nrá. q
de la Providencia, esto es, prever el porvenir y pre-
pararse para é1. Condorcet, en su. Esbozo de un
su poder era ilimitado.--só._§ ra ciencia
uu cuadro histórico de los progresos de la mente hu'
óarecía po- mana,es tan taxativo como entusiasta: "Hasta que
dsrprpp.-er"qi.e".r?rJss"_rerdá&.ffi mA'* :tAift1
no estaba en condicioneJ áá ;a los hombres no se consideraron independientes de
iní éiiu [a Providencia, no fueron capaces de organizar una
debía descartarse sin más trámite. "*pu.to,
teoría del progreso. La perfectibilidad humana es
absolutamlntá indefinida y nunca puede retroce-
T-
126 L¿ Nave y ms Te¡,IpESTADES t27
L¡ Rnvot-uc¡óN FneNcesn

der. Y entonces llegará el momento en el cual el que


ctando [a atborada de mañanas que cantan, de
sol no observará en su curso más que naciones li-
ártuUun predicando una nueva y definitiva religión.
bres, que no reconozcan más subórdinación que
Áiui"¡o de Claudio Helvetius, "solamente pode-
a su razón, en las cuales no existirán ni esclavos
ni tiranos, ni sacerdotes ni guerreros, ni sus instru_
ffi esperar del cuerpo legislativo una religión be-
,,Vístanse los-sagfádos minisfios con pode-
néfiru".
mentos. Se adquirirán con menos gasto y esfuerzo
mayor cantidad de gozos, los terrenos se destinarán
;;; ñporales, y toda óontradicción entre [a reli-el
a las producciones que en menor cantidad sufra- ;iilri"s ideas patrióticas desaparecerán .["'],
coincidirá con la prosperidad na-
gan mayor número de necesidades con un míni- ñrt"rá" religioso
qo- de trabajo, sin exigir sacrificios.,, Como se ve,
.i*áf ...J,-las religiones, e[ inskurnento habitual
f

áá fu ambición sacerdotal, se convertirían en la feli-


el despojarse de la tutela de la Divina kovidencia
alau¿ del público." como acertadamente ha
se-
es la condición previa imprescindible para organi- había
zar el progreso.
áJ;á. el padre Carlos Biestuo, "aunque la Fe
.u*üiu¿o (Vu no era supersticiosa), los justos [es
Bien ha observado de Viguerie que Ia manera á..it, los "iílósofos"l, continuaban viviendo de la
de tratar el tema del progresó es típiia de los "filó- Fá;. nf rechazar h fó católica, Francia cayó en [a
sofos", que han tenido el arte de uiilizar ideas sim_ mfstica de la Razón. Los filósofos eran los nuevos
ples y seductoras para explicar el triunfo de la nue- teólogos, llamados a la gran misión de propagar
va ideología, la tolerancia, la libertad, Ia igualdad... el meisaje tiberador e iluminador de la razón'
Son ideas originalmente cristianas puro-uu"ltas a
Tiatábas e d'e un nuevo "ecumenismd" una
definir, vaciadas de su sentido trascándente. Cada
idea tiene su conbario: [a tolerancia, el ,,fanatismo,,;
,uuit" de réplica del "ld a todas las naciorlgs", para
la razón, l-ou "p*juicios"; el ,'buen salvaje,,, el per-
formar un mundo nuevo, en constante progreso'
verso civilizado; el siglo de las Luces, la nochá de iluminado con las nuevas luces y globalizado según
los tiempos oscuros. 5e juega con oposiciones ficti-
iu. nuurus ideas. "Haremos desaparecer -decían-
las diferencias nacionales con el comercio; los lími-
cias, se opone el bien absoluto al mal absoluto. El
iás políticos con la filantropía; los rangos y condi-
método es exitoso ya que permite descalificar al
adversario al tiempo que inipirar a los adeptos el .ión"r sociales con la igualdad; y todas las religio-
nes con la incredulidad. La filosofía tiene como
orgullo de vivir en un siglo tan luminoro, v"ñ.edor
de las ünieblas y lanzado a un progreso indetenible.
único centro una antorcha, y las grandes familias
áát gonuro humano carninarán a su luz'"
La nueva "intelligentziq" se creía realmentepre- tan
Pocas veces la historia ha visto una época
cursora de una época gloriosa. Los ,.filósofos,,-del respecto
siglo XVIII jamás dudaron de que estaban anun- "triunfalista" como la que nos ocupa' At
ha te-
escribe José MaríaAlsina: "ESta falsificación
LZó [¡ Neve y r¡s TeFrpEsrADES
I_
Le Rwor-uclóN Fnelcesa t29

nido una importancia decisiva en el origen de las


corrientes filosóficas de Ia modernidad, y así Io re- personas de ese grupo, sacó [a conclusión de que
conoce explícitamente Kant al presentár su pro_ ia palabra "filósofo" significa "hombres que tienden
puesta para la consecución de Ia pe perpetua co- unos a la destrucción de toda religión, otros, en
mo resultado de una filosofía milenarista. Lo mis- mayor número, a la destrucción del poder monár-
quito'. E[ mismo Condorcet, uno de ellos, nos ex-
To se podría decir de la mayor parte de las filoso_ pti.u su metodología revolucionaria para el logro
fías de la historia del siglo xx, que han conforma-
de ambos objetivos. TMas las formas deberán ser
$o ]as ideologías de los movimientos políticos revo-
lucionarios de los dos últimos siglos. be este modo empleadas, desde la burla hasta lo patético, desde
se interpreta Ia modernidad como la realización ple- la iompilación más erudita hasta el libelo o pan-
na de las esperanzas humanas, ahora ya se podrá fleto sotre el tema del momento, "cubriendo la ver-
esperar la paz definitiva en el mundo, el hómbre áad [a verdad según los "filósofos"] con un velo
tendrá un comportamiento moral, las facultades que tenga en .u"ñta los ojos demasiado débiles,
humanas se desarollarán en máximo grado, el bie_ i d"iu e'Í placer de adivinarla". Cuando se hable
nestar material podrá llegar hasta niveles ilimitados áe lá refigión, habrá que defender una semi-tole-
y finalmente el hombre dominar á de tal modo la rancia, cuando se hable de política, habrá que pro-
naturaleza que podrá erradicar la enfermedad y fi.iut unu t"*i-tibertad; no habrá que hablar de
religio-
el dolor de la vida humana. fuí, el hombre, dueño despotismo cuando se combate los asuntos
de la vida humana, podrá decidir libremenie sobre sos, ni hablar conha el culto cuando se exhorta a
su origen y su final; nacirniento y muerte ya son la rebelión conta el tirano. Así, dividiendo los cam-
del dominio exclusivo de la voluniad humaia. To- pos, el ataque será más eficaz. Pero siempre habrá
do ello exige la construcción de un mundo en que que atacar esas dos llagas, [a religión y.los reinos, y
Dios está excluido, en primer lugar de la vida públi- atiacarlos en sus principios, aun cuando los que oyen
ca, posteriormente de la vida familiar y finalrnente dichas críticas crean que el objetante no se interesa
de cualquier ámbito de la vida de los hombres.,, más que en los abusoi indignantes o ridículos. será
preciio golpear a esos árboles funestos en sus raí-
ces, aun cuando los que escuchen los golpes del
4. EI dobte propósito de los ,,filósofos,, i hacha crean que sólo se trata de podar algunas
¡ ramas desmesuradas, A veces enseñarán a los arni-
Et emprendimiento de los ,,filósofos,' tendía a I gos de la libertad que la superstición que cubre el
dos fines muy concretos. Nos lo señala un inglés I áespotismo como un escudo impenetrable, es la
perteneciente a Ia nobleza de su patia, lord
orfórd. primera víctima que deben inmolar, la primera ca-
Luego de una estadía en parís,'donáe .ono.ü u áunu que deben romper; o, alcontrario, denuncia-
rán a los déspotas como alverdadero enernigo de
T_
L¡ NnvE v us TeupESTADES L¡ Revoluctó¡q Fn¡¡.tcEsn 131

su poder. Como se ver el plan de Condorcet es tado *prosigue diciendo el rey prusiano- que los
astuto y se vale de estratagemas, pero siempre en lugares donde hay más conventos son aquellos
el convencimiento de que tanto la religión como donde e[ pueblo está más ciegamente unido a la
la autoridad de los reves no son sino dos árboles superstición. Será, pues, preciso ir destruyendo los
funestos, que hay que erradicar de cuajo. clauskos. "Todo gobierno que se determine a esta
De los dos enemigos el más importante era la operación, será amigo de los filósofos y partidario
Iglesia. Lo primero que hicieron en este campo fue de todos los libros que ataquen las supersticiones
lograr la expulsión de los jesuitas. pero enságuida populares y el falso celo que se les querrá oponer'"
advirtieron que eso no bastaba. Aun sin e[ós, et A dicha recomendación agregaba el rey un peque-
cristianismo subsistía. Había que apuntar, pues, ño proyecto que enviaba al "patriarca de Ferqay",
contra la [glesia en su conjunto, g etr úttima instan- como lo llamaba a Voltaire. Fernay era una finca
cia contra Cristo mismo y contra Dios. Esta lucha, que el pensador francés había comprado en el
una especie de cruzada invertida, [enaba de gozo campo y donde pasaría los dieciocho últimos años
a los combatientes de la '?azón". El primeró de de su vida. Usted me preguntará qué hacer con
los enrolados sería Bteban Damilaville, para quien los obispos, a lo que respondo que no es todavía
sólo la canalla podía creer en Jesucristo. Su lmi- el tiempo de tocarlos; hay que com enzar por des-
go Voltaire,' hablando de é1, le decía en carta a huir a los qute enardecen a[ pueblo con el fanatis-
d'Alembert, que su característica especialera ,bdiar mo. "Desde que elpueblo esté enfriado, los obispos
a Dios". Cuando murió, le volvió a escribir a se convertirán en mozalbetes de los que con el co-
d'Alernbert; "Extrañaré toda mi vida a Damilavi- rrer deltiempo los soberanos dispondrán a su arbi-
lle. Amaba la inhepidez de su alma; él leníael entu- hio." Tales consejos agradaron a Voltaire. "La idea
siasmo de San Pablo, es decir, tanto celo para des- suya de atacar por los monjes la superstición cristí-
huir Ia religión como San Pablo [a tuvo para esta- cola -le respondió- es propia de un gran capitárr.
blecerla." lJna vez abolidos los rnonjes, el error quedará de
Voltaire había puesto casi como s/ogon de su manifiesto ante el desprecio universal'"
docencia una fórmula sacrflega: écrau"l I'in¡d*., i
Como se ve, el cristianismo era uno de los blan-
aplastad a la infame, es decir, a la lglesia. Re'firién- {
cos etegidos. En ello concordaban Voltaire, cl'Alem-
dose a dicho propósito, le había e.ciito al rey Fede_ bert, Federico II, Diderot, y tras ellos, el conjunto
I
rico, tan amig¡o de los "fiiósofos',, pidiénáole su Í de los jacobinos. hl-era el princip-.at-g1eglS9i la
opinión. No está reservado a las arma, deskuir a fe catóiica, la lglesiá, l-i¡ Uar,cl¿iás de lá1i6ái6d v

L
Ia infarne -.le responclió-; ella perecerá en brazos iléla ísüafdad;-et-solo recurso a las luces de la ra-
de Ia verdad y por la seducciónclel interés. He no- zón, ná serán sino el corolario del Écrasez l'int'dme
L32 L¡ Nnve v us TeupESrADEs
L¡ Revoructo¡r Fn¡Nces¡

de Voltaire. La religión de la "lnfame", eü€ somete


ejemplo el de que no hay ningún reloj sin re§ero'
la razón a los misterios sobrenaturales o a la autori-
dad de una revelación hascendente, que proviene Éurtu de ello no se le reconoce cualidad ni poder
alguno. A ese Dios diluido y pálido, se [o comienza
de lo alto, no es sino una religión de esclavos; es
preciso aniquilarla, si se quiere establecer en el tro- a Tlu*ut "Ser Supremo". La religión que de ello
se sigue es la fg!¡gi9!¡atgel, tan antigua como el
no a la libertad y a Ia igualdad. Razón, Libertad y
Filosofía, estas palabras, siempre con mayúscula,
,unáo, en lalGsá-confuñden todos los credos,
y que será lo suficientemente vaga como para que
están sin cesar en los labios y en la pluma de d'Alem-
Voitairn pueda hablar bien de ella. No en vano sos-
bert y de Voltaire, al modo de arietes contra el
tenfa qrl los deístas ingleses habían sido los maes-
Evangelio y la revelación. Los últimos veinte años
que precedieron a la Revolución se caracterizaron tros ¿át enciclopedismó francés. Lo que los deístas
por una intensificación impresionante de la ofensi- se n.gaUan a áceptar era la verdad de la revela-
va antirreligiosa. "Llueven bombas sobre la casa ción, áel cristianismo, de la lglesia' .El-ofro'-grupo-
era el de los "ateos", mucho menos numerosos
que
del Señor", se burlaba Diderot en 1768; y Voltaire que
escribía a d'Alembert: "La lluvia de libros contra ftfdeffi;;ñói1ó'menos hasta U6O, v" "-p.1"
la clericalla sigue intensificándose cada día." Cuan- ür de esa fecha su nÚIglQ-comenzó a acrecentarse'
do estalle la Revolución sangrienta, se reunirán to- Entne a[ó?i6ñá5iá tamuiéñaeÍáiíó§'ffitáps-Es-
dos los ateos, deístas, escépticos e impíos de cual-
taban los descendientes de los libertinos, que se
quier denominación. Serán las legiones que Voltai- li*itubun a desconocer todos los dogmas tradicio-
rele recomendaba formar a d'Alembert para la lu- nales; los sostenedores de una especie.de materia-
cha conffa el orden sobrenatural. La meta fue la lismo filosófico, como d'Holbach y Helvetius, para
quienes el espíritu no se diferencia específicamente
señalada por Mirabeau, quien en 1789 sería miem-
bro de los Btados Generales: "Hay que descatoli- de la materiá, e incluso es su producto; los docki-
zar a Francia."
narios de un materialismo científico, QU€ tendrán
su adalid en d'Alembert.
Los "filósofos" se dividían en dos grupos. La
Los deístas y ateos, afirma Daniel-Rops, estaban
:
!

mayor parte de ellos eran '_'dgjsLas". Nació el deís- t

completamentá de acuerdo en un punto'


{
i ...e1".9-q"ip
mo en [nglaterra, con el aporte de figuras como
al catolicismo, a sus dogmas, a su culto y a §gj"e¡aq
I

Hobbes, Locke y Hume. Para ellos.Diosetste, por I


ái; a: m ñüa-ano-se" diiigre ron^coñ pr-áüil ecció n los
t
cierto, pero se trata de un D_roS-leiang, abBkacto, I
numeroslstmos panfletoi antirreligiosos publicados
,,,-j".*,*-" , .
I
in.em-úni..do*.g.o-.r¡^*e-!.*unáó,;T*ñ-r*Értr
actg¡_g§q_q¡,p-defg. Se lle§á-a üoñóóér su existencia ilo turg" det siglo. He aquí algunos. de sus tÍtulos:

L
nibdiante un simple razonamiento natural, por IJimpolture sacérdotal, Les Prétres démasqués, De
'lo ,iuouté relígieuse, Hist oí¡e du fanatísme,
Dis-
1,34 [¿ Nnve y ¡-¿s Tsr"rpEsrADES
135
L¡ Revo¡-uclóN Fne¡rcesR

cours sur les miracles... La inquina era contra lo


sobrenatural en todas sus formas, misterios, mila- ron despegando de la lglesia y adhiriéndose a las
gros y prof,ecías, todos absurdos. Asimismo conka nuevas ideas.
la jerarquía de Ia lglesia, acusada de ser despótica,
El segundo blanco de los "filósofbs" fueron los
yulqSl y poco moral. Uno de los métodos al que honos, cuya abolición quedó resuelta, como anles
Ios "filósofos" recurrieron para ello fue distanciar
se lo había hecho con la religión de Jesucristo. Des-
a los sacerdotes de sus obispos. Así atizaron los de ahora las dos conjuras -contra el aliar y contra
rencores de los jansenistas contra los pastores dio- el hono-, no constituyeron más que una sola y
cesanos, que se habían solidarizado con Roma en
misrna conspiración. Si bien de esta última no se
la condenación de aquella herejía. También apoya-
hablaba en ioz alta, porque todavía los reyes hu-
ron al galicanismo extrerno que afirmaba, Contra bieran podido salirles al paso, sin embargo dicho
Roma y el episcopado, el origen divino de la autori- proyec[o se i¡rcluía entre sus propósitos- Uno de
dad de los sacerdotes en la lglesia. ZAcaso elseñor
aque[os "filósofos", e[ marqués de Condorcet, en
no les dio poder a los setenta y dos discípulos, así
su libro De lq república, se preguntaba: "áUn rey
como se lo dio a los doce apóstoles? iNo son los es necesario a la libertad?" A lo que respondía:
sacerdotes descendientes de los prirneros, como
"La realeza no sólo no es necesaria, no sólo no es
los obispos lo eran de los segundos? Es verdad que
útil, sino que es contraria a la libertad, es inconcilia-
esa tesis "presbiterianista", sostenida en el siglo ble con lalibertad. Ltegará un día en que toda Eu-
)!VII por el galicano Edmundo Richer y ahora por ropa gozará de dicha libertad [...]' Sucederá en
algunos virulentos abogados jansenistas, no tuvo esá mómento que elsol ya no iluminará en la tierra
entonces casi seguidores; era demasiado artificial. sino a hombres libres, los hombres no reconocerán
Pero la injusticia en Ia distribución de los bienes ohos señores que su ruzón; en que los tiranos, los
de la lglesia, tema al que el episcopado no prestó
esclavos, los sacerdotes y sus estúpidos e hipócritas
la suficiente atención, aportaría a aquella preten- insh'umentos no existirán ya más que en la historia
sión al atractivo proselitista que le faltaba. Los ,,filó- : y en los teatros." Corrto señala Barruel, estas pala-
sofos", en una obra mae.stra de subversión, logra- ¡
¡
Lrat u*ptusan de manera acabada el anhelo de los
{
ron enfrentar a una parte del clero con la;erarquía. I "filósofos", develado por el mismo que en esos mo-
Varios parlamentarios y personal de Ia Cortq al- mentos se enconhaba al frente de ellos, ya que
canzados por estas ideas, sostendrían las reivindica- Voltaire pensó que Condorcet sería su mejor suce-
ciones de aquellos sacerdotes. Así, poco a poco, sor, elmás imbuido de su espíritu', era, dijo Voltaire,
algunos párrocos llegaron al pr,rnto de hacer conde- un gran consuelo para él pocler morir dejándolo
nar q sys obispos por magistrados adictos al espí- en su lugar. Por eso cuando L.uis XVl fuera despo.ia-
rifu de los "fi[ósofos", con lo que no pocos se fúe- do clel tiono, Condorcet señaló que sólo le queda'
lJb [¿ Nnve y r¡s TeMpEsTADES

ba celebrar la gloria que daba culminación a los


progresos del filosofismo. y marchaban al cornbate unidos fraternalmente.
"Nada más monótono que estas batallas, entabla-
Vistas las cosas desde el punto de vista de los das, dirigidas y terminadas siempre de un modo
reyes, destaca Gaxotte la abdicación progresiva de semejante, con [a misma audacia y las mismas ar-
Ia institución real, desde 1750 a1789. Los monar- mas desde las filas asaltantes, con la misma incohe-
cas no pareclan advertir que junto a ellos, e incluso rencia y las mismas claudicaciones del lado del Po-
bajo su amparo, su tolerancia, la ayuda y los subsi- der", termina Gaxotte.
dios de Ia aristocmcia, la complicidad y la participa-
Con frecuencia las cortes, tan odiadas por los
ción de la magisbafura, se había ido formando este
"filósofos", se convertían en el "aguantadero" de los
nuevo poder activo, tan audaz, el partido de los contestatarios. La marquesa de Pompadour, favori-
"filósofos", con sus caudillos, sus propagandistas,
ta de Luis XV, que hacía y deponía los ministros a
sus tropas. Los conternporáneos más lúcidos se
su arbitrio, compartía la indiferencia de los "filóso-
dieron perfecta cuenta de este suicidio y de esta
fos" por la religión, sin temer por ello contrariar al
defección. Algunos de los propios "filósofos" se en-
rey. Los Voltaire, los Duclos y tantos otros estaban
cargaron de proclamar expresamente su propósito.
a sus pies. Ella los recibía, los protegía. Voltaite le
No sólo Voltaire, quien en no menos de veinte oca-
debió su sillón en la Academia francesa. Si se cree
siones había exhortado a sus "fieles" a formar "un
lo que este último dice en una de sus cartas, ella
tropel", "una jauría"i "un cuerpo de iniciados", a
habría querido convertir los filósofos a[ rey y elrcy
fin de tomar el podeE sino también otros, como a los filósofos. El mecenazgo de la marquesa les per-
Diderot, quien declaraba que "si elpoderoso man-
mitió que sus figuras quedasen blanqueadas ante
da" son los intelecfuales "los que gobiernan". El el poder político. Un apoyo semejante encontaron
reinado de Luis XV fue una continua lucha enhe
los "filósofos" franceses en Catalina de Rusia: Mon-
ambos sectores, lucha en la cual el Gobierno se
tesquieu era su breviario, Voltaire, Diderot y d'Alem-
mostó débil, casi inerte. Es cierto que el ejércilo bert sus amigos. Algo parecido sucedió con la cla-
asediante estaba dividido: los parlamentarios y los
se dirigente de Francia, que de algún modo hubie-
filósofos no siempre se entendían bien; los prime-
ra debido secundar a sus reyes. También allí los "fi-
ros, que eran adversarios del papa y del rey, se-
lósofos" enconkaron afinidades más o menos es-
guían siendo respefuosos con la religión y aferrados
condidas. El duque de Orleáns, primo del rey, era
a sus privilegios de casta, mientras que los segun-
gran maeste de los francmasones. La inmensa ma-
dos eran con frecuencia ateos e igualitarios. Pero
yoría de los jueces, así como numerosos funciona-
cuando luego de los enfrentamientos llegaban las
rios mantenían complicidades con el partido filosó-
treguas, se reconciliaban frente al enemigo común
fico y frecuentaron sus sociedades de pensadores.
138 L"c NevE y us TeupEsrADEs

De este modo los "filósofos" fueron preparando


el terreno, en medio del aplauso generalizado. Así vacío, dijeron: ,Ya que tenemos el poder, realice-
lo recuerda Antoine de Rivarol: "No puedo evitar mos la quimera: edifiquemos enhe las fumbas de
los padres y las cunas de los hijos; depositemos nues-
el observar hasta qué punto Rousseau, Helvetius,
Diderot, d'Alembert, Voltaire y sus congéneres han tra esperanza en otras generaciones; que nuestro
muerto a tiempo. Al abandonarnos la víspera de amor le rnrelque al fufuro y a lo desconocido, y nues-
nuesfuas desgracias, se fievaron consigo la adhesión
ka protección al universo; nue.stro odio y nuestro
del siglo." anatema a nuestros contemporáneos y alsuelo que
pisamos.»"
El mismo Rivarol, autor contrarrevolucionario,
nos ha dejado de ese grupo palabras inspiradas:
"Si los antiguos filósofos buscaban el sumo bien,
los nuevos sólo han buscado el surno poder. por
eso el mundo se entendió de entrada con esta filo-
sofía que se entendía con todas las pasiones. Tenía
un aire de audacia y de altivez que sedujo a la ju-
venfud y domeñó a la edad madura; una prontitud
y una simplicidad que arrebataron todas las adhe-
siones y dieron por tierra con todas las resistencias:
ipues son tan simples los instrumentos de la des-
trucción! Y como estos filósofos parecían tener el
privilegio de la libertad y de las luces; como honra-
ban e infamaban a su gusto los siglos, según los en-
conkasen favorables o conkarios a su plan, capta-
ron, incitaron y presionaron tan hábilmente elarnor
propio del público, de los funclonarios, de los cor-
tesanos y de los reyes, que hubo que alinearse bajo
srr divisa, para hacer causa común con la razón.
Se aliaron, pues, con ellos contra elyugo de la reli-
gión, contra los escrúpulos de la moral, contrá las
lentitudes y timideces de la política y de la expe-
riencia, en una palabra, contra el antiguo mundo
es lo que han intentado y ejecutado los
[...]. Eso ES
filósofos. En
En lugar de dejar a la quimera saltar al
14U Le Nnve y r¡s Tel¡pesrepes

III. §alones, clubes y cafés barse e influir, más sutil, fino y elegante, a lo menos
en la alta sociedad: los salones. En dichos locales
se daba cita la flor y nata de la sociedad parisina,
El proselitismo de los "filósofos", apóstoles del los personajes distinguidos de la corte, incluidas
nuevo evangelio, fue muy inteligentemente trama- las damas más elegantes, los filósofos, poetas o
do. Los "salones" eran sus puntos de encuentro científicos de mayor fama, y "aquellos abates
predilectos, sobre todo si se kataba de nobles que dieciochescos de peluca empolvada, frases felices,
habÍan adherido a la "filosofía". Nq en vano obser- espfritu escéptico y costumbres aseglaradas", dl
vaba Hipólito Thine que "el gran talento de la no- decir del padre García Villoslada, en fin, todos
blezaconsistía sólo en souoir uit)re,y su ocupación aquellos que estaban "a la page", espíritusfuertes
en reclbir y ser recibido". Ello respondía muy par- que veían con simpatía y preparaban así la gran
ticularmente a la afición de los franceses, según lo Revolución. Allí se divulgaban, enhe sonrisas so-
señala el mismo autor: "E[ francés üene nativá incli- bradoras, las ideas más avanzadas, que la censura
nación a la sociedad, sigue sus exigencias fácilmen- oficial no permitía publicar en los libros. Allí se ha-
te y sin molesüa. Charla a su placer, y el charlar le cfa la crítica, con inconsciente frivolidad, de todo
divierte [...]. Este charlar es más fino y agradable lo tadicional, la religión, la moral, la autoridad.
en los salones." En su incisivo estilo afirmaba Vo[- Los que integraban dichos grupos se divertían des-
taire: "Los dioses sólo instituyeron a los reyes para preocupadamente, "cerrando las ventanas para no
que diariamente dieran fiestas, y éstas variádas olr el trueno de la tempestad que se acercaba",
1...1. n hombre sólo ha nacido para la alegría, y según agrega el historiador español. Ser presentado
enke las necesidades de la vida pertenece elprimer en uno de esos salones era el modo más seguro
lugar a lo superfluo." para ser recibido en la sociedad de los "fi[ósofos".
Ya el siglo XVII había conocido los salones lite- Montesquieu, por ejemplo, empezó su carrera
rarios, pero en aquella época la Corte polarizaba hiunfal en el salón de madame Lambert; d'Alern-
;
todas las actividades de esq tipo. Ahora [os salones bert en el de madame Deffand, etc.
adquirieron mayor importancia, y elrey no fungía t
La personalidad del que hospedaba -o de la
el papel de protector de las letuas. EI lugar ¿Jta que hospedaba- era lo que confería su valor alsa-
consagración literaria no era ya la corte sino el sa- lón. Los encuenhos tenían lugar en días prefijados.
lón. Sin embargo, como en Ia práctica las autorida- La señora tal recibía los martes y miércoles, la se-
des vigilaban sobre Ia imprenta y ponÍan a veces I ñora cual elsábado. Una sólo ofrecía conversación,
su veto a los escritores que minaban la religión y

L
oka servia a veces elté o incluso grandes comidas
el régimen social o político, los "filósofos,' entándie- de más de cien cubiertos. El salón era, ante todo,
ron que debían recurrir a ese otro método de infil- un lugar de solaz. Con frecuencia los intelectuales
't42
L¡ Neve v us TeupESTADES
L¡ Rrvouctóx Fn¡i.lcgse

sufren de soledad; allí la compañía de personas puestos a doblar su rodilla ante el altar o respetar
cultas los serenaba y estimulaba. Allí eran halaga-
elfuono. Allí la críüca era permanente, no una críti-
dos y alentados. Allí encontraban un lugar donde
ca circunspecta y seria, sino desenfadada, irónica
les era posible hablar de lo que más les interesaba:
y divertida, por las agudezas con que se adornaba-
sLls propias obras. Más aún, podían leer algunos
Los abusos ciertos, las injusticias reconocidas por
de sus párrafos en alta voz. Sobre todo el satón les
todos no recibían peor fuato que aquellos principios
procuraba el placer exquisito de la conversación,
e instituciones de que habían vivido los siglos pasa-
el gusto de ser escuchado, de preguntar y de res-
dos. Se llevaba la sociedad tradicional ante el tri-
ponder; eran como teatros domésticos donde cada
bunal de [a "filosofía". [Jn personaje de enke los
cual representaba a la vez el papel de actor y de
allí presentes, elegido por sus compañeros, un "sal-
espectador.
vaje" imaginario, que representaba la naturaleza
Se comprende que esta especle de "instifución" inocente , el beau sluüdge de Rousseau, mostraba
se mostrase especialmente apta para convertirse cuán absurdas, ridículas y perjudiciales eran [a cor-
finalmente en el marco más apropiado de las nue- tesfa, la cultura fuadicional, la religión católica, siem-
vas ideas. "Se reunían así -escribe Barruel= con pre en nombre de la Razón o de la Madre Nafura.
el tetón de fondo de una música melodiosa. Los Luego se pronunciaba la sentencia. Sus agudas iro-
más ricos proveían el gasto de la orquesta, de los nfas, sus comparaciones despectivas, sus sorpresas
refrescos y de todos los placeres que ellos creían afectadas, llegaban a perturbar los espírifus de quie-
ser el único objeto de su reunión; perc rnienkas nes aún no habían consentido con lo "políticamen-
estos señore§, con sus mujeres respectivas, danza- te correcto", sembrando la duda y la inquietud en-
ban o cantaban en la sala común las dulzuras de tre los que hasta entonces creían haber vivido en
su igualdad y de su libertad, ignoraban que por la verdad, alpunto de que algunos de ellos llegaran
encima de ellos había un comité secreto. donde a considerar como atentados y usurpaciones las
se preparaba todo para extender esta igualdad en normas más usuales, hasta entonces admitidas sin
la sociedad." discusión.
Los salones de mayor categoría se fueron con- Imaginemos la escena. Había comenzado la reu-
virtiendo poco a poco en clubes revolucionarios. nión, brillante y bien regada con bebidas exquisitas
Un día esos clubes serían absorbidos por el gran y abundantes. La conversación era elprincipal ele-
club, que lue la Revolución. Recatquemos que los mento, ipero un conversación sin toques de "filoso-
salone.s más influyentes eran los reservados a los ffa" resultaría tan insípidal Ella ponía su pimienta,
que Ia Revolución llamaría aristócratas, personajes su ironía, sus paradoja§, sus agudezas, sus auda-
demasiado importantes para que estuü¡uu.n d'ir- cias, sus impledades-. l'No hay, almulrZo o'gomida
donde no te-ngá su lügár", atestigua Táine' Gaxotte
[¡ Nnve y us Ter'lpEsTADEs >rucróN Fnn¡¡cesn 145

nos describe su desarrollo. Los comensales se en- La asistencia era numerosa y de todas las clases
cuentran ante una mesa delicadamente lujosa, en- sociales, gente de la Corte, de la judicatura, escrito-
ke mujeres sonrientesy alhajadas, hombrei eregan- res y académicos. A los postres los vinos habían
tes, corteses y cultos, donde la inteligencia está álur- llevado ya la alegría a aquel grado en que la liber-
ta y el trato es distendido. Desde el segundo plato tad de los ánimos no conoce barreras y se hace
comienza la charla. iQuién se privaría,1legadós tos chacota de todo. Champfort nos había leído sus
impías e inmorales narraciones, y las damas eleva-
posfues,
{e poner en solfa las cosas más grzues? Ha-
das tas habían escuchado sin hacer uso de slts aba-
cia el café.se planteaba alguna cuestióñ importan-
te, como la inmortalidad del alma o la exLtencia nicos. A esto siguió un diluvio de burlas contra la
religión; uno aducía un pasaje de la "Pucelle", otro
de Dios. se aprovechaba la ocasión para burlarse
decia a§unos versos filosóficos de Voltaire, y icon
sin tapujos de los llamados prejuicioi, supersticio-
qué calor se aplaudía! [...]
les y fanatismos. Allí se reíaá del pobre Jásucristo, Pero luego el diálogo se hizo más serio, y se
de sus sacerdotes, delpueblo atasado qu" r"n"ru-
explayaron llenos de admiración sobre la revolu-
ba las imágenes. Cuando el vino corría con mayor
ción que Voltaire había producido y se reconoció
generosidad se hablaba de cómo sacudir el yúgo
qu" su principal título a su gloria inmortal. Ha-
de la religión, no dejando subsistir de elra siáolo "iu
bía dado el uerbo a su siglo y obtenido que se le
que fuese preciso para mantener ,,la canalla,, en leyen en la antesala como en el salón. Uno de
la sumisión a las leyes. Algunos, como d,Alembert, los huéspedes refirió, reventando casi de risa, que
no sentían inclinación por este tipo de reuniones, su peluquero, mientras [e empolvaba, le había di-
pero voltaire les recomendaba qu€ no se privasen cho: "Vea, señor, aunque yo soy un pobretón' no
de asistir a ellas. Para representarnos mejór aque- tengo ya más religión que otro cualquiera." De ahí
llas conversaciones tan atrevidas como atractivas se coligió que la revolución vendría presto, y que
y el tono que las impregnaba, bastaría recurrir a la superstición y e[ fanatismo habrían de retroceder
los epistolarios, trataditos y diálogos de Diderot o ante la Filosofía; luego se dedicaron a calcular el
tiempo en que probablemente vendría'y quiénes
de Voltaire.
sobrevivirían a la victoria de la razón. Los más vie-
Nos queda el relato de una de esas escenas de jos lamentaban no poderse lisonjear de ello, los
salón, fechada en el invierno de 17gg, que deja pa- jóvenes se gozaban pensando que la verían segu-
tente e[ estado de ánimo con que ,e ia'prepárubu. ramente, y especialmente se felicitaba a la Acade-
mia porque había preparado la gran obra, y había
sido elfoco principal, el centro y la rueda impulso-
Me parece como si hubiera sido ayer: estába_ ra de la tlbertad de Pensar.
mos a la mesa, en casa de uno de nuástros cofra- Sólo unos de los huéspedes no tomó parte de
des de la Academia, hombre distinguiclo y rico, Ia alegría general, Erá Cazotte, hombre amable y
L¡ NnvE Y Lqs TeMpEsreoes [¡ Rrv.or-uclóN FnqNcesa L47

original [...J. llomó Ia palabra y habló en tono ente- en la.boca a cada instante las frases que desde
ramente serio: "Señores, estén contentos; verán hace una hora me hacen oír aquí; repetirán !o{as
esa gran revolución que tan anhelosamente de- las máximas de ustedes, y aducirán versob de Di-
seani saben que tengo algo de profeta; se lo repito: derot y de la nPuceller," -Y écuándo sucederá to-
verán esa revolución. iSaben lo que ocurrirá con do esto? "No pasarán seis años cuando todo esto
esa revolución y qué consecuencias tendrá para que he profetizado haya y3- ocurrido."
todos ustedes?" -¡Oh, un filósofo no se turba cuan- -iMaravilloso por demás! ¿Y a mí me deja fue-
do se encuentra con un profeta!, dijo Condorcet, ra del juego? preguntó La Harpe. "Usted mismo
con rostro socarrón y gesto pesado. "Usted, señor pasará por un gran prodigio; pues será entonces
de Condorcet, exhalará su vida en elsuelo de una cristiano." -¡Ah! dijo Champfort. Entonces estoy
cárcel, morirá de veneno para sustraerse a [a mano seguro; viviremos eternamente sino hemos de mo-
del verdugo; con el veneno que [a dicha de esa rir hasta que La Harpe sea cristiano. -En este res-
época le forzará a llevar encima." pecto {rjo la duquesa de Grammont-, nos irá me-
Prímero, grande asombro; luego una risa tanto jor a nosotras, las muieres, que no somo§ nada en
más cordial. Pues úqué podría tener que ver todo las revoluciones. Es de suponer que no se atacará
eso con la Filosofía, y con elreinado de la raz6n? a nuestro sexo ni a nosotras. "Su sexo -bontestó
"Precisamente eso le digo: que acabaráde esa ma- el profeta-, esta vez no las protegerá [...J. Serán
nera en nombre de la filosofía, de la humanidad, sindiferencia tratadas enteramente como los varo-
de la libertad, esto es: bajo elseñorfo de la razón, nes [...]. Usted, señora duquesa, será llevada al
pues ésta tendrá sus templos, V en toda Francia cadalso, usted y muchas otras damas como usted,
no habrá otros sino los de la Razón. Usted, señor en un carro con las manos atadas a la espalda'.'.:'
de Champfort, se abrirá las venas con 22 cortes -Oh, entonces conffo por lo rnenos ir en un coche
de la navaja de afeitar, y no obstante sólo algunos tapizado de paño negro... "Oh no, Madama; da-
meses después rnorirá de ello. Y usted, señor Vicq mas mucho más altas que usted irán en e[ carro
d'Aryr, no se abrirá usted mismo las venas, pero de un verdugo, con las manos atadas a la espal-
se las hará abrir seis veces al día, en un ataque de da... iMucho mayores damas!" -áQué? áPrincesas
gota, para estar más seguro de mori¡ y morirá la de sangre real?... "Todavía otras más altas.,."
noche siguiente. Usted, señor de Nicolaí acabará Entonces se comenzó a enconkar la broma de'
en el cadalso; usted, señor Bailly, en el cadalso; masiado fuerte. La señora de Grammont, para di-
usted señor de Malesherbes, en elcadalso; también sipar las nubes, no insistió sobre esta respuesta, y
usted, señor de Roucher, en el cadalso." se contentó con decir en su tono enteramente frí-
-AsÍ, pues, iseremos subyugados por los turcos volo: "iYa ven, ni siquiera tne concede un confe-
y tártaros? "iDe ninguna manera! Sólo serán go- sor!" '1No, madame, no Io tendrá, ni usted ni na-
tlernados por la Filosofía y la razón. Los que obra- die... La última ejecución, en que asistirá uno por
rán así con ustedes no son sino filósofos, y llevarán gracia, es...". Aquí se detuvo un instante. áCómo
148 t¿ N¡ve y us TeupEsrADES

L¡ Rrvou.¡ctóN Fn¿¡¡cese 149


se llama eldichoso que tendrá este privilegio? ,,8
el rlnico que Ie quedará.,. ies el rey de Rácia!,,
Entonces eldueño de ta casa se ler¿antó rápida_ en todo el mapa de Francia, e incluso de Europa,
mente y todos los huéspedes con é1. Cazotte se una red de influencias, no siempre concertadas,
predijo a sf mismo el fin [...] Boulard impugnó co_ pero reales, e igualmente activas. La ofensiva cultu-
mo un invento esta relación que La Herpe áscribió ial conoció diversas etapas. Hs§.-Lz{q*199-diri-
bajo el Directorio, pero desiribe con fideridad ra ggnles-dabie¡g»1¡^p_r*o*c-e-dg¡"-q-o"I-98-qp§,limitándose
vida de los salones, la general esperanza en las á alusiones, insiruráCiones y burlas. Después, Q-99:
dichas de la Revoluciónlnminente, mienbas sólo mienzos de la segunda mi
espíritus profundos prevefan con temor et futuro. se di a ieié¡,

nismo, Hacia L770,los últimos bastiones de la re-


No siempre eL diálogo se volvía tan hágico co- sistencia fueron cayendo. La revolución culttlrales-
mo el que se acaba de relatar, acontecido e-n víspe-
taba consumándose. Había llegado la hora de la
ras de la Revolución; los encuentos solían ser joco-
Revolución política.
sos y burlescos. Lo cierto es que estas reuníones
de gente "esclarecida" se multiplicaron; en ellas se
fueron educando los sector"r *ár innlv"nt"s ¿"
la sociedad, mediante lecciones ,.mil y *it
"á...
repetidas", anunciándose lo que allf seironostica-
ba como "inevitable".
Junto a los salones y clubes, debemos agregar
los-cafés,donde se reunían ros amigos de roí,,firó-
sofos", si bien de manera menos ehiista que en los
salones. En 1789 París contaría con más de 1800.
Allí se debatían también las ideas más heterodoxas.
!o que en la capital de Francia se hizo de *án*ru
formal, lo copiaron a su manera las provin.iur. b"
este modo, todas las agrupaciones á qu" no, h"-
mos referido, las numerosísimas societes de peniée,
que iban del simple café literario hasta las A"aáe-
mias, donde los espíritus más inquietos,u ugrupu_
ban en. torno a las ideas de moba, estable'.i"Ion
lbu Le Neve y us Te¡rpEsrADES

IV. La creación de la opinión pública intelectual y en la investigación científica del siglo


Xvlri. El título de "acadá*i"o' no'era solamente
honorífico; sus miembros se comprometían a culti-
Bien ha señalado Jean de Viguerie que las Lu- var las letras y las ciencias. En 17L5 las academias
ces no fueron solamente un sistema abstracto de
eran quince: ias cinco grandes parisinas (francesa,
filosofía. Fueron también, y sobre todo, una visión de ciencias, de inscripciones, de pintttra-escultura,
V ¿, música), y diei academias
del mundo, una manera global de considerar la provinciales' En
historia, los hombres y las cosas, es decir, un estado ilfZesa cifm pasó a cuarenta y cinco. Tiatábanse
de espírifu. Pues bien, un estado de espíritu se di- de instituciones oficiales, con sus cuerpos y sus es-
funde principalmente por Ia atmósfera del üempo, tattrtos propios. Al ser incorporados a ellas, sus miem-
por la.moda, por las conversaciones, por el teatro. Utát páttáUun juramento, en medio de un público
Si las pequeñas ciudades y las aldeas no tenían multitudinario. cada academia tenía su protector,
salones ni cafés literarios, pasaban por ellas grupos que era elrey mismo o e[ señor de Ia provincia'
de actores ambulantes, representando piezas que
La principal era la Academia francesa' Cuando
vehiculaban las nuevas ideas. Por lo demás, no ol-
videmos que el espírifu de las Luces fue, en buena
," áu.fu "la Academia", simplemente, se estaba
parte, el espírifu de los burgueses y de la clase diri-
i"fiiiun¿o a ella. Fundada por Richelieu en 1615,
constituía uno de los gtandes cuerpos de Estado.
gente. A partir de ellos se impuso naturalmente a
Sus miembros se gloriában de ser "uno de los cua-
toda la sociedad, por las vías ordinarias del presti-
renta de la Academia francesa". Su protector, que
gio y de la autoridad. De este modo, y mucho más
era el rey, debía aprobar a sus nuevos miembros'
fácilmente que por los libros y las sociedades, se
El título áe académico era sumamente codiciado.
fue convirtiendo en el espírifu dominante, influyen-
cada incorporación constituía un verdadero acon-
do en el modo de pensar de la gente y en las rela-
tecimiento. Por desgracia, no pocas veces el mérito
ciones sociales. Sin embargo no por ello sus "após-
contaba menos quáh inkiga, o elapoyo de alguna
toles" descuidaron los medios orales o escritoi de
dama distinguidá. TeOricamente no la integraban
propagación de ideas.
más que lositeratos, pero de hecho había tambián
en ella científicos o filósofos. sus miembros se reu-
nían tres veces por semana, en elpalacio del Lou-
1. Los Academias
vre. La mayor parte de las sesiones ordinarias esta-
ban consagradas a la elaboración del diccionario.
Para darse importancia ante elpúblico, los ,'fíló- La ota gran actividad era la atribución de premios'

L
spfos" procuraron introducirse en las academias. Desde hacía mucho tiempo, la Academia fran-
Fstas jugaban un papel de primer orden en la vida cesa se había convertido en [a sede del honor inte-
L¡ Nnve y ms Tc¡¿pESTADES
L¡ Revo¡-ucrór.r FnnNcrsn 153

lectual,.una especie de paleska de emulación de


los.oradores, de ros poetas, de todos torláériio* la incorporación a la Academia competía al rey.
más distinguidos en el campo de Ia historiá o Voltaire entendió que tampoco aquí se podía cejar
Ios obos géneros literarios. Corneill., goo,r;t, "n en el intento de promoverlo.
Ra-
cine, La Fontaine, todos ros que iruskaron etráinu-
Resulta, por cierto, ilusfuativo advertir cómo Vol-
do de Luis XII se habían senticro honrados il h"-
taire no tiene empu.ho en diiigirse'a'[os duquás o
ber sido admitidos a sentarse en ese santuario de
a las cortesanas, ni se avergüenza de aconsejar la
tas letras.^ E¡
.acuera época, -g*lggrsr§gHfib&Q hipocresía para que uno de los suyos sea admitido
dei metisqle6xctüffiilF'oñ; en la Academia. Lo importante era que sus amigos
mucho tiempo re seria rechazado, y fuesen incorporados, no importa por qué medios.
sólo llegó a superar los obstáculos *"r.ná i p"á"-
Dicha preocupación la compartían sus compañe-
rosas protecciones, asl como valiéndose de su
ros. 'Advierto todo lo que de ello resultaría para
consabida hipocresía. sin embargo, d'Alembárt se
la causa común", confesaba d'Alembert. El hecho
dio cuenta de eu€, como iban laI iosas, un Já A
de que la Academia admitiese en su seno a un in-
misma Academia que hasta entonces había descar-
ctédulo implicaba abrir la puerta de los triunfos [i-
tadg a los impíos, podría no ofrecer sus sitiares sino
terarios a tales personajes. Fue así cómo, tras Dide-
a ellos, a los adeptos de ra "filosofía". Así sucedió
rot, llegaron a sentarse en los sillones académicos
de hecho, alpunto de que pronto los librep;;;;"_
La Harpe, adepto favorito de Voltaire; LemierÍe,
res llegaron a conquistar dióha instifución, du
modo señalado por el mismo Voltaire como "un buen ene-
que en la segunda mitad delsiglo xvlil no
constitu- migo de la infame", según lo califica en una de sus

Tá! que una sucursalde la-,.filosofía,'. El proce_ cartas; Brienne, adversario de la lglesia; Condorcet,
so fue bastante acelerado. _LJUja!étf..imp"Artant
lo etc.
99lel-élae.d:lls_iÉI_dp-.pidept,áinstániiáiáávor-
taire y de d'Alembert. "Es piáóíso qLre Diderot
entre
La estrategia alcanzó un éxito total. En pocos
en la Academia -afirmaba Voltaiü_ puru vengar_ años el título de académico se confundiría casi con
nos de.los ataques contra los filósofos el de deísta o ateo, de modo que el cetro de los
t.. ] L;;?"_
vojos dirán que.piderot ha hecho ,nu ábiu de talentos y de las ciencias acabase por coincidir con
me_
ll§l-::9rr:: g{lET:HÍlt n"v'ñil il-"
'que'-ñóIáIithé¿f
"-19:--n
el de la misma impiedad. Y ello bajo la protección
ió,vque.i'Ur"r-*'t¿ de los mismos "reyes cristianísimos". Logróse así
1ésloñdéf
lico; ies tan fácil ser católico!,, óon tul", urgr*;n- un doble objetivo: por una parte, todas las coronas
tos intercedió antg choiseul y también h márquesa literarias se apoyaron sobre la cabeza de los impíos
de Pompadour. D'Alemb"ri, po. su parte, temía del momento; y por otra, se condenaba al despre-
para sf la oposición del ministeiio. neci¿raer" cio y el sarcasrno a todo escritor religioso. La Aca-
qu*
demia francesa, metamorfoseada en club de impie-
1,54 L¿ Navr y uns Tzupes'raors

dad, serviría mejor a la conjura de los sofistas con-


ka el cristianismo que lo que habría podido hacerlo el conde de Ségur escribiría:,ll[...] Nos sentíamos
todo el grupo de Voltaire. Así quedó inficionada dispuestos a reguir con entusiasmo las dockinas
la gente de letras, y la gente de letras envenenó la ntor¿fi.us que expresaban los literatos [...J. Voltaire
opinión pública, preparando a los pueblos para irrashaba nuestros espíritus [. . J, Rousseau. tocaba
.

una apostasía general. Aumentaba la confusión el ñuesto coraz6n-" Querían gozar a'ta vez, y los más
hecho de que siete obispos ocupaban sus sillones pásible, de las ventajas de su posición y de laliber-
entre los "inmortales". [ud nuuua. Poco se preocupaban de sus deberes
áe estado. "Para nosotros, joven nobleza francesa
pot e-l pasa-
-sigue d.iciendo Ségur-, sin.añoranza
2. Los libros y panfletos dolsin preocupación por e[ fufuro, c,aminábamos
que nos
alegremente sobre una alfombra de floreq
áscándfa un abismo," Resulta increíble advertir con
Noolvidemos que la."filosofltestaba por do- y
quier. Se confundía con la liteiahliá. con la ciencia cuánta ligereza los nobles se reían de sí mismos
haclan coro con sus propios detractores'
v con lasaGEñ-
I.§gdgpItes, con AEáffiren h nbTetál con la a
pintura... HeEtrrriendo a todos los medios de apre- señatemos, asimismo, que desde hacía cuaren-
ta años Europa se había visto inundada
por una.mul-
sión, extendía su reino y llegaba con su visión del panfletos, libros,
mundo a toda clase de públicos. Por los canales de iitu¿ de esciitores' anticristianos,
ániávát, novelas, obras de historia, que buscaban
las logias, de los clubes y de los salones, penekaba
en la sustancia misma de la sociedad francesa, ins- irpt"gnur a toda Europa 9n el espíritu d9 la impie-
pirando ese nuevo poder que se comenzaría a lla- ila. Értu plan fue especialmente asumido por Vol-
mar, en los años 1770-1780, "la opinión pública". iui*, d,Alámbert y Féderico ll. La correspondencia
Al fin del Ancíen Régime. ningún francés escapaba qu" *untuvieronentre ellos [o comprueba de ma-
a su influencia; aun el rey y la reina, e incluso los re- náru categórica. En carta a d'Alembert lo exhorta-
ligiosos, estaban marcados por ella. Todos e[ mun- ba Voltaire a suguir adelante con dicha campaña.
;Ño U pido más que cinco o seis buenas palabras
do tenía a gloria el ser "iluskado". Nadie era capaz
de imaginar una manera diferente de concebir a por día; eso basta'" Asimismo recomendaba a sus
Dios, el hombre y el universo. La historia ofrece [ár*uáos de París comprar y hacer circular los Ii-
pocos ejemplos de un contagio semejante. bro, impíos que se pubiicaban en Holanda, y les
ieprocnlba sü falta áe ardor en propaqa.rlgt''t-os
La nobleza no tardó en adherir a las ideas filosó- libros causan revoluciones", se decía. D',Alembert
ficas. Hablando de los jóvenes de su edad -él mis- ffiUá;ñ'Afpf¿eió"6ájo A¿ bs libros, "de modo que
mo tenía 21 años al advenimiento de Luis XVI-, no cuesten más de diez monedas, V Qu€ puedan
ser leídos y comprados por las cocineras" '
L¡ Nave y us Ten¿pHirADES

Entre tantas iniciativas de esta índore destaque- nes de agricultura, cuanto impedirles recibir las lec-
mos una de ellas. cierto médico, uamu¿o ciones habituales de su catecismo o de la religión.
Fiárrc¡sco No dudé en declarar al rey que las intenciones de
Quesnay,_ quien se había insinuado un lu
irt-qil X! tantg que este príncipe gustaba llamar-
"rii*u los filósofos eran muy diferentes de las suyas. Co-
nozco a estos conspiradores,le dije; guárdese, Sire,
lo su "Pensador", parecía ün f,o*Ur?áit
anhelaba Ia felicidad dg ros puebr"r. páá
ñi*u';r" de secundarlos. Vuestro reino no carece de escue-
á"i. pa- las gratuitas. Los libros y los maestros enüiadós
bulo a dicho deseq reunió ,n grupo de sofistas, qu" por esos filósofos harán al campesino menos labo-
se autollamaron ,,Economistal,',
ban especialmente de econo*ia o
b*q*," o"upu- rioso que sistemático. Tengo miedo de que no lo
vuelvan perezoso [...], sedicioso, y por fin rebelde
óo, iá *uno,
Ies gustaba hablar de ella, del orden
poner en [a administración y de losdu;
h;bá;r" [...1. En lugár de maestros enviados y elegidos por
btros *áiio, los filósofos, le aconseié al rey emplear Ias mismas
de aliviar.ar puebro para haáerro teliz. ó;Ár"rñüurt sumas para multiplicar los catequistas, buscar honT-
y otros-adeptos volterianos no tardaron bres prudentes que su Majestad mantendría de con-
.n ánün- cierto con los obispos, para enseñar a los pobres
der todo el partido que podían sacar de ese
tipo campesinos los principios de la religión [...1.
de grupos y, iuntamente ion sus integrantes,
r,üi"- Para tener una prueba más cierta de lo que di-
ron llegar al rey diversas memorias áonde á*ultu-
ban las v.gnJajas, tanto temporal.; ¿"il;;pi;ñ"_ go traté de ganarme la confianza de esos vende-
les,^que dicha agrupación podía procurar dores extraños que recorren elcampo. Sospechaba
a ia clase sobre todo de los que vendían libros, de no ser si-
indigente de su reino. M. bertin, un homUr
á" U no los agentes delfilosofismo junto a este buen pue-
confianza de Luis XV a quien le manejaba
sus fi- blo. Cuando me ofrecían libros para comprar, yo
nanzas personales, trató de alertar al rey sobre les decía: iQué libros pueden tener? áCatecismos
las
verdaderas intenciones de ese grupo qu*, o libros de oraciones? A esas palabras vi que son-
u diferen-
cia de los anterior? a que noJhu*oi r.iuriáá, pu- reían..No, me repondieron, hacemos mejor fortuna
r,ecíapreocuparse de los humildes, pero en con los de Voltaire, Diderot y otros filósofos. iCó-
elfónao
lo que buscaba e1g llegar á^ai.ti genteias mo! ilos aldeanos comprando a Voltaire y Dide-
l.racer
ideas de la '*filosofía". He uqüf su testimonio: roú iDe dónde sacan dinero para libros tan caros?
Me respondieron que los vendían bien barato; y
algunos aldeanos me contaron que esos libros no
Yo no dudaba de los esfuerzos que hacían les costaban nada, que recibían paquetes enteros,
los
filósofos para destruir la religión. Nbt"Uu;;;;_ sin saber de dónde venían; les advertían solamente
objetivo era tener e[os rnismol ru d¡rn."ion que los vendieran en sus cursos al precio más mó-
üesas
escuelas, apoderándose así de ra dico.
pueblo. Entendí que se kataba mucho "au.u.ion-áer
*"no, á"
dar a los hijos dercampesino y der artesanb
b*ü-
158 L¿ Nnve y us FnRNcEsa
TcupESTADES
[¡ Rworucró¡l 159

He aquí un "sa[ón" de beneficencia, aparente-


cenando en la casa de otro funcionario. M. de An-
mente innocuo, converüdo en cento de irmdiación
givilliers. La conversación versó, comoera obvio,
de las ideas revolucionarias. Como se vé, la revolu-
sobre los acontecimientos de esos días, y los he-
ción cultural, partiendo de los grupos de iniciados,
chos fufuros previsibles. De Angivilliers, tras reco-
intentaba tlegár hasta el pueblJmás humiHá, cam-
pesinos y obreros. En las reuniones gue mantenían nocer que estaba arrepentido de haber colaborado
Ios más comprometidos se dedicaban a pergeñar con aquel grupo de los "economistas", le dijo a
su estrategia proselitista. Varios años antes de la Leroy: "Esa sociedad era una especie de club que
habíamos formado entre nosotros, filósofos' y en
Revolución, un párroco de la diócesis de Embrun
tenía frecuentes encontronazos con el maestro de la que sólo admitíamos a aquellos que nos daban
escu.ela de su pueblo. Lo acusaba de ser un corrup-
totalseguridad. Nuestras asambleas se tenían regu-
larmente en el hotel del barón de Holbach. Por temor
tór de los niños, porque les distibuía los libros más
de que se sospechara el objetivo, nos dimos el nom-
opuestos a la moral y a la religión. Pero el maestro
eshba protegido por elseñor del pueblo, adepto pro- bre de «€coriorrlistasr; hicimos a Voltaire' aunque
ausente, presidente honorario y perpetuo de la so-
tector de los "filósofos". El párroco se dirigió enton-
ces al obispo. Este fue al púeblo y revisó ñ b¡btiotn-
ciedad. Nueshos principales miembros eran d'Alem-
ca del maesfuo, encontándola llena de esa clase de
bert, Turgot, Condorcet, Diderot..." El hombre pa-
recía realmente arrepentido. "He aquí cuáles eran
libros. El maestro, haciándose el ingenuq adoptó
nuestas ocupaciones -siguió diciendo-; la mayoría
un tono de buena fe, y respondió quá d había o?do
grandes elogios de esos libros; por lo demás, agre- de esos libros que usted ha visto aparecer contra
gó, no tenía que comprarlos; recibía envíos coñsi- la religión, las costumbres y el gobierno, eran obra
nuestrá o de autores de nuesffa confianza. Antes de
derables de ellos, sin saber siquiera de dónde le
ser entregados a la imprenta, todos eran enviados
llegaban. Al parecer, elprotector de tales maestros
a nuesila oficina. Allí los revisábamos, completába-
no-era sino d'Alembert. Cuando quedába libre al-
guna cátedra en aquellos colegios, enseguida le avi- mos, quitábamos, corregíamos, según las circuns-
tancias lo exigían. Cuando nuesta filosofía se mos-
saban de los lugares vacantes. De está modo, fiel
a la misión que le había dado Voltaire "de insfi"uir traba demasiado al descubierto para el momento
la juventud todo lo que pudiese", según se lo reco-
o para el objetivo del libro, poníamos allí un velo;
mendaba en una carta, había perfeccionado las cuando creíamos que podíamos ir rnás lejos que
maniobras que apuntaban a seducir a los jóvenes. elautor, hablábamos también más claramente; en
fin, hacíamos decir a los escritores todo lo que que-
Cuenta Barruel que en el mes de septiembre ríamos. La obra aparecía enseguida bajo un título
de 1789, es decir, cuando ya la Revolución había y un nombre que nosotros elegíamos para escon-
estallado, un tal Leroy, funcionario del rey, estaba áer h mano de donde partía [...1. Una vezque apro-
160 L¡ N¿vE
L.c y r¡s Te¡rresrenes
Te¡',IpE§TADES
L.l Rrvou.lclÓN Fnn¡'¡cese 161

bábamos todos esos libros, hacíamos publicar, pri-


de nuesbos
mero sobre papel fino u ordinario, un número sufi- cribía a Voltaire: "Usted puede servirse
go-
ciente para reembolsar los costos de impresión, y hü;;;nu látn*unes] según sus deseos; ellos
unidos con
enseguida una canüdad inmensa de ejemptares so- ;;e;,rnu t'iUuttad toial, y "o*o están no dudo de
bre papel menos caro. Enviábamos éstos a librerías ñ d" Hola,',da, Francia Alu*unia,
y
o distribuidoras eu€, recibiéndolos por nada o casi il" t"ü; juzguen
los'mediot d* hacer pa:ar sus libros
a propósito'" Todos esos libros
nada, se encargaban de repartirlos o de venderlos üán¿"
al pueblo al más bajo precio posible. Ello es lo que "Ilo,las *is*us imprentas' compuestos por
*Uun de
cambió a este pueblo, y lo condujo al punto donde iü*i.*oi adeptos, recomendados por los mismos
usted lo ve hoy. Yo no lo veré mucho üempo; yo dlrigentes' para qug veneno llegase a todas las
"l y det interior'
moriré de dolor y de remordimientos." ;#; rá.iá"., dá París Tocqueville
de infilkación cul-
Es cierto que durante el reinado de Luis X! destaca el éxito Ju uru esfoategia
e[ criterio de
hubo cierta vigilancia de la justicia y de la policía. üt"1, o"; tüf**ando po"o u pocg
Los reglarnentos reales prohibían la propaganda i;';.iñ. El aplauso se extendía a los poderosos
a.-óu'o. purt"i, iá*o Fede.lco
(Prusia)' Catalina
y los libros contra la lglesia y Ia fe. Dichas disposi- (Por-
ciones siguieron casi en pie hasta las vísperas de
tuanda (España)' Pombal
H";ü, "i;;;& de(Nápoles),
ü;;ii; y'liun,r..i entue tantos otuos'
la Revolución. Diversos edictos, frecuentemente re-
em-
novados, amenazaban con severas p€nas a los res- Pero no sólo libros fueron los instrumentos
ponsables de publicaciones no autorizadas. Entre pf.ááti. En todos los tonos, desde el panfletario
L775 y l789,la Sorbona y el Parlamento condena- y de Mon-
fiurtá a fo[eüneicl h n..uela de voltaire
ron ochenta obras , y diez imprentas fueron clausu- ññü i*u*aO a Francia entera
con
con
e[
sus alegatos.
tiempo' Espe-
radas. Pero esas medidas no dieron elresultado ape- Este recurso se fue acelerando
tecido. El duque de Choiseul y Malesherbes fueion ciat*nntu desde el reinado de Luis XVI' a través
promotores activos de la divulgación de dichas pro- á;'i;6publicaciones, §e propagaron calumnias el afec-
ducciones literarias. El primero, con toda la fuerza o¿io.u. rtbr" álruyy lareina' paraarrancar
algo semejante
que le daba et despotismo de su alto cargo en el go- to ¿.lor francesel por ta Corona;
que no
bierno, amenazaba a la Sorbona cuando ésta tráta- ;..d¿ con el clero, que es inritil, se-decía'
ba de prevenir a la gente conhna los libros subversi- u
Yl:lfut-
ii.n. patria; porque reconoce qolje{e la política
vos. Malesherbes, desde su cargo de superinten- üá tutn. ofti.ut acabarían volviéndose
dente de las librerías, podía fácilmente eludir las le- de la Revolución'
yes restrictivas, permitiendo la circulación de obras
impías, en perfecta consonancia con d'Alembert. Antoine de Rivarol, en su Carta a la nobleza fran-
ceso, i"t a".at;iu mayoría
de los hombres {e.le-
Desde lejos, pero no sin eficacia, Federico I le es-
bas serán pa; u.táaurior nnu*igos más temibles.
162 [¡ Nnve y r¿s Ter,lpesrepes

Quieren éstos destruir las aristocracias políticas, do aterradas ante el espectáculo de los sacerdotes
persuadidos de que les queda siempre uña indes- de la Vendée, amontonados en los barcos'que Ca-
tuu.ctible, la del espíritu. Les harán lá guerra de los rrier haría sumergir sin piedad alguna en el Océa-
sofismas, y mulüplicarán en torno u,rst"d"r los azo_ no. Hablaban de tolerancia, pero léase lo que Fe-
tq. {g la imprenta, única plaga con que Moisés derico le escribÍa a Voltaire: "Es a Bayle, su precur-
olvidó de castigar a Egipto.,, Ctncluye señalando sor, y a usted, sin duda, QU€ se les debe la'gloria
que elgobierno debería atender a esie terrible ins- de esta revolución que se hace en los espírifus. Pero
trumento del pensamiento, no olvidando nunca digamos la verdad, ella no es completa; los de.votos
"que un escritor puede hacer reclutas enfe .oidu_ tiánen su partido, y jamás se acabará con ellos si
9o.,y que un general no hará jamás reclutas enfue no es con una fuerza mayor: es del Gobierno de
lectores". donde debe partir la sentencia que aplastará a la
El método resultó sumame nte eficaz. Los ideó- infame. Los Ministros ilustrados podrán contribuir
logos se abocaron a repetir sin cesar en sus escritos mucho a ello, pero es preciso que a ellos se una la
palabras talismáticas como,,tolerancia,,,,,razón,, voluntad del soberano. Sin duda esto se hará con
"humanidad". Condorcet nos revela que habían elüempo, pero no sé si usted ni yo seremos espec-
hecho de dichas palabras su ,,grito de guerrui'.-pu_ tiadores de ese momento tan deseado." Pocos años
recía obvio que nadie podía estar en áesacuerdo después esüallaría la Revolución. Entonces la impie-
con aquellos ideales. pero, de hecho, no fueron dad, sentada en eltono, levantaría por fin esa más-
sjng gtopías, completamente alejadas de la reali_ cara de tolerancia con que se había visto forzada
dad. Toygrnos, a modo de e¡emplo, el primer con_ a cubrirse. Sería [a hora de "la fuetza mayor'l. Aún
cepto, el de la tolerancia. iFue de verás ejercida? no se había ltegado a esos momentos' pero en el
Las expoliaciones, las violencias más terrlbles, la entretanto aquellos ideólogos preparaban los ca-
muerte cruel, talsería la "tolerancia,,de los revolu_ minos.
cionarios. Refiriéndose al papa Ganganelli, voltaire Condorcet describió de manera taxativa la tácti-
escribía a Federico: "& hermoso ra6er builarse de ca empleada: "En Inglaterra, Collins y Bolingbroke;
esos arlequines hacedores de bulas: me gusta dejar- en Francia, Bayle, Fontanelle, Voltaire, Montes-
los en.ridí9ul9, pero más me gustaría delpojarlós.,' quieu, y las escuelas formadas por esos hombres,
Aquellos declamadores de la tolerancia preparaban combatieron en favor de la verdad, empleando al-
los futuros exilios, la violencia y la rungi". Én cárta temativamente las armas que la filosofía, el espíritu
al conde d9 Argental, le decía Voltaire:asiyo t vie- y el talento de escribir pueden proveer a la.razón;
se cien mil hombres, sabría lo que habría que ha- lomando todos los tonos, empleando todas las for-
cer." Se hubiera podido nsp".ai que aquelLs per- mas, desde la chanza hasta lo patético; desde la
sonas tan proclives a Ia tolerancia hubie*n quáda- cornpilación más erudita y más vasta, hasta la no-
164 L¿ Nave y us TeupESTADES

vela y el panfleto del día; cubriendo la verdad


con
un yelo que no a los ojos más a¿Uiles, v au_
Syte
je el placer de adivinartu; u.uri.iando está aislado, sino que es parte integrante de un or-
lo. pi"jú¡.io, ganismo social, es miembro de un familia, de un
con ternura, para propinarles luego to,
Sótpes más
certeros; no amenazando casi nuncu u-ruiios lremio, de un municipio, todas cosas bien reales,
a la in[oncadas en la religión, la fe, la moral, las tradi-
vez, ni siquiera a uno solo de manera categórica;
consolando algunas veces a los enemigos dá clones, las lealtades nahrrales y los deberes profe-
la ra- tlonales. En esta exkaña sociedad ideologizada,
zón 1...1." e
en cambio, el iniciado hacía tabla rasa de todo [o
Pierre Gaxotte ha expricitado ercarácter subver-
que era juicio crítico o razonamiento puro. Si algu-
sjvg
{e gsta poderosa tonspiración de escriiores no, ltevádo por consideraciones que brotaban del
de toda Índole, que se anunció en Lizó-,r" pr".ipi-
lntérior v d¿ lo que había heredado, se inclinaba
tg .l 1750, y a É muerteáá iu¡, XV estuvo
ultima_ a [o verdadero, a-lo sólido, a los hechos reales más
d1. Fu9 un pulular de salones literarior, áá
u.uA"_ que a la opinión general, y se animaba a expresar
mias, de clubes.y cafés, donde todo ,á luiu, gu disidencia con el pensamiento imperante, pron-
üAo
se discutía, no sólo los decretos a"
nu"lor-iilpuo- to se daba cuenta de que se hacía desagradable
tos o asuntos atinentes a las cosechas,
sino iárñüi¿n al auditorio, molesto, odioso, ridículo. Se sentía ex-
cuestiones docúinares, como ros dereónor
nut rlu, traño y, si no acababa por cambiar de parecer' en
o los fundamentos de la polftica. Ld;ir";;;r-
pos sociales eran como vasos comunicantes, la primera ocasión oportuna era "depurado"
relaciones de filiación, como
yüor Tal fue el poder de la prensa. Ningún gobierno
rárr"giur,'íJpo, más "literario" que el de Ia Revolución. Lo que se
una coffespondencia incesante "n
que,o*etíu' lá, á" -
pos más aislados y menos activos escribió durante la revolución culturalse convertiría
a los más ahZvi-
luego en texto de las leyes. Durante el siglo XVII,
ior y ya concientizados. De un exfuemo a otro der seRála Gaxotte, los escritores habían sido tratados
Reino. era un perpefuo. ir y veni, au *"n1i;u.
y con la mayor distinción en [a sociedad y en la Cor-
manifiestos que empujabai",, la mismá
y hacian que todo el mundo avanzase
Jir;;;;n, te. No se pensaba que tuviesen una misión política
a un mismo que cumplir. La literatura era considerada como una
ritmo. Del pequeño grupo de iniciados,
lui n¡n"* distracción noble, donde el espíritu se expresaba
ideas se expandían1 ias murüfudes. 'rn-rá
un pensarnientopala por ra críba de ra "iáu, libremente sin oko designio que agradar al público,
u*pnii*n.iu; emulando los modelos literarios legados por la anü-
aquí lo que dominablera ,,la opinión,,, páru
sólo era real [o que obtenía el asentimiento
iá'.i.f güedad. En el siglo XVIil, en cambio, a la literatura
de las áesinteresada sucedió es[a nueva literatura de com-
multitudes, y sólo era verdadero uqu"fb
ba su adhesión. En Ia vida noimai, el luá l.gr" bate, ambiciosa y agresiva. Los escritores se convir-
d;-bré';" tieron en refórmadores profesionales, pero conser-
vando, en su nuevo papel, el respeto y la admira-
1,66 L¿ Nave v r¡s TcupESTADES 167
[¡ Revo¡-uctÓ¡¡ FrnNcesn

ción ganados por sus antecesores. ya nadie pensa-


ba que se podía prescindir de ellos, eran lá5 ;"r¿ manda no es el rey sino la opinión pública'" Asu-
de los salones, adulados por los nobles en medida mió así el trono de la política un nuevo monarca'
superior a todo lo imaginable, más aún, converti- ii opiniOn pública, camino a la total uniformacióngui-
dgs gn directores espirituales de ra aiistocracia áet pentamiento. Fue [a primera guillotina, la
llotina de papel. De un cabo al oko del Reino, es-
refinada y ele.gante. "Mil lindas cabecitas empolva-
das -escribe Gaxotte- se embriagan con las ieorías ;ü Jean dá Viguerie, se usaban los mismos con-
que las harán rodar al cesto del verdugo." ."pto., las rnismás palabras. Existía un sistema de
pensamiento dominante, que era mucho más un
Décadas antes del estallido de la Revolución eran iistema que un pensamiento. Si bien es cierto que
"best-seller" el Emitio de Rousseau, así como las ,bpiniOn pública" nació alfin delreinado de Luis
lu
obras más irreligiosas de voltair€; A veces la socie- iV ü la ve ahora crecer e imponerse' Nadie podía
dad política se decidía a intervenir, aun cuando en adelante susfuaerse a su imperio, el mismo rey
de manera totalmente inoperante, al punto de que debía someters e a ella. "La opinión pública -escri-
algún ilustre "filósofo'', señalado por lá poficía, fue_ be Sebastián Mercier- tiene hoy en Europa una
se cortesmente prevenido de la investigación que fu"oupreponderante a lo que no se resiste." El len-
la fuerza pública se aprestaba a hacer uñru casa.,., guaje áu tot periódicos, de las logias y de.las 4"u-
si no
-era
que los mismos agentes encargados de áemias muestra que elespíritu de la opinión públi-
lleva¡la a cabo se lo avisarañ. Aquella [táatura se ca no se distingue en nada de la cosmovisión de
vendía. El condide de voltaire iue reimpreso 43 las Luces.
veces enke 7753 y ll84;Ia Nueuo Eloíso, S0 veces
Lo peor fue que dicha campaña.mediática,
eltre 1751 y 1789. Bien observa Daniel-Rops que
abrumadora como pocas veces en la historia, no
tal sifuación patentiza un concreto estado áe áni-
halló la resistenc'ia condigna, no enconüó, corno
mo. si la litemtura subversiva enconkó, para exten-
lo señalamos anteriormente' una apologética apro-
{erse tan amplia y rápidarnente, tantas óomplicida- piada en e[ campo católico y tampoco políüco' De
des, incluso en lugares elevados, es porque se be_
Viguerie nos propone como ejemplo de dicha resis-
neficiaba de una complicidad más gen"ial, la del
teñcia tan inadecuada a los bes apologistas más pres-
clima de la época.
tigiosos que actuaron en los años que precedieron
Fue entonces cuando se calificó a la prensa por ala Revolución: monseñor de Beaurnont, arzobis-
primera vez de cuarto poder. Necker puclo deti* po de París, muerto en 1781, y llamado "elAtana-
"Ha surgido una autoridad que no existía hace
dos iio dn su tiempo"; monseñor Le Franc de Pompig-
siglos y con la que había que contar, la autoriJad nan, arzobispó de Vienn e en !789, del que se dice
de la opinión pública"; y de la Riúiére: *euien que fue "elhombre de la religión de Francia"; y mon-
duRot de Ia Luzerne, obispo de Landres, en la mis-
168 Lq Neve y r_Rs TeupESTADEs

ma fecha. Estos kes hombres lucharon


denodada_
mente contra ra "increduridad" y ra ,,impiááud',. menzar por rehabilitar a Dios, para rehacerlo, de-
Pero su- argumentación se mostráu" volviéndole su perfección, su kascendencia, su inac-
a¿üiipfrqu"
era exclusivamente religiosa, en otro cesibilidad. Hubiera sido necesario recurrir a Santo
nivel'que la
de sus adversarios. Tra7an u .u"nto ras Tomás. Nadie se dio cuenta de ello. Sin la ayuda
verdades
de la Revelación, de las_profecías, de
lor rli"gror,
de la filosofía, la teología de los apologistas era
hablaban de Ias penas abr inriern;, muy pobre. Luchaban con ardor, pero carecían de
pasaban. Sus adversarios expre.uUán ñ ü'u J¡rr n, armas."
ru, iá.á,
términos de raeón y eilos res respondían
á^ tá*i-
"n
nos de fe. Frente a los.atgos, por ejemplo, jamás
recurrieron a las consabidas cin.o'p*áuu."áe
existencia de Diol. ¿-po. qué? porquá páru
h
existía una filosofía dignai" uru no*br"
ulf* no
armargun
d.u llreligión. Le Frañc de pompignan,
plo, llegaba a despojar a sócrates d;;j"*-
de su cualidad
cle filósofo; "lo hubiára sido si-fuá*
al margen de la religión". Bte *un"ru
o*iüü-.Lrr"
de confundir
los planos es ab.solutamente opuesta
ulp"n.u*i"n-
to cristiano tradicional, que *uru unir sin
t uu*u,
Ia filosofía y Ia religión. '
P.or otra pa+e, sigue diciendo
de Viguerie, los
apologistas catóricos ástaban impregnadó
a",ánti-
mentalismo, dando primacía aros-senti*ú-nü
no a la razón- "Nuesfuo objetivo no v
es tanto hacer-
les ver que la religión nu ráráuá"ru
.áro ñu.lir",
sentir A^u! es digna de ser amada...,,,
afirmib;L,
zeÍne, fuí entendían lo que debía ,ui
iu ,*figi*-au
un crisüano: "La oración no es en modo
adin" un
arte, es un sentimiento [...], no exige
.onJ.irni"n_
tos, únicamente presupon á tu t"t,.".i EI
contiene las. reglas es nuestro propio
i*;;_
carazón.,, De
concluye elgran escritor francés: ,,para
lo:de
Daur a tos deístas de un modo
com_
eficazhabía qr" .o_
L tu [¡ Neve y us TeptpESTADES

V. I-a Enciclopedia
Obviamente, no había que hablal de guerras
o de guillotinas, Los medios de convencimiento
En la Francia del siglo XVI[, la Corte dejó de á"lát"tofistas debían ser menos tumultuosos, más
pero
ser polo de fomento de la interigencia. Ahoia un escondidos, más subterráneos, más lentos;
y
grupo atrevido y muy consciente de su capacidad árá pntitud y disimulo los hacía más insidioso:
"era preciso
intelectual extendía su influjo en toda la'natión, más efica."r. Co*o escribe Barruel,
especialmente en París. Nada se valoraba másque que la opinión pública pereciera en cierta manera
la conversación ingeniosa y chispeante, sobre todo por la gángt"na, antes de que los altares-cayesen
en los salones, que atraía[en torno a los conterfu_ Ü"i""fi*cia',. Er to que Feáerico moshaba haber
lios una multitud de admiradores. ya hemo,
iánu-
.orpt"ndido a la perfección cuando en otra carta
que- "minar sorda-
lado cómo los "filósofos" enconkaron allí no sólo u vfft"ir", á1 uno i775,le decía
mente y áin ruido el edificio' era obligarlo
a caer
el aprecio social, sino a veces también upoyo eco_
nómicq en el casq de que lo necesitaian. Así la
señora Marfa Teresa Geoffrin recibía a artistas y
escritores; como era acaudalada, los ayudaba ge-
nerosamente, sin dejar a veces de moderar su !, Gestación delo EncicloPedia :

au_
dacia excesiva. otua dama, rnadem"irniiu á" Lerpi-
nasse, recibía a d'Alembert, condillac, condorcet TodocomenzóenlT4S,porunainiciativapro.
An-
y Turgot. u"ni"ntn del mejor editor del reino de F¡ancia'
origina[ había sido una
Se kataba, por cierto, de un proyecto a largo d;á E Le Bretoñ. Su idea
. ñ;i" t aduccián de una obá deuniuersal origen inglés, la
plazo, ya que suponía, según lo acabamos dá ,nnu_ de artes
lar, ir creando una opinión púbrica en ru iurái. pu- iü*"a" C iclopedia o Diccionario
y ciencias, que en L72B editara Chambers en Lon-
ra.ello_era preciso contar con un número conside- "El XVIII
ár"r. Era ia-moda de 1a época. slglo -es-
rable
fe gdeptos, que fuesen penekando, al menos cribe Gaxotte- es el siglo de los diccionarios-
se
con el influjo de sus ideas, [a corte, los parlaÁ"n- Bayle' Se clausura
eiército y los diversos estamentos derpuáut". inaugura con e[ diccionario de
F.r,.nl
Dicha meta suponía una esbategia ae targá-árcan- .o¡ i" Enciclopedia metódica de Panckoucke' en
proliferan
i66 vot6*nnur. De un extremo a[ otro
ce' una estrategia sin tiempo. por algo Feáerico le dic-
había escrito a Voltaire, los inventarios, los tatados, las bibliografías,los
1769, orici¿n-AoU quu jurisprudencia' de,artes

quizás ellos mismos no lregarían tlánutiot de áedicina, de
a ver ro qun de
ban pergeñando. "uiu- áo*áiti.as, de pintura, de tocina, de geografí'a'
ñi*oriu, ¿e titeiaturu,'n[ diccionario del agricultor,
el diccionario sácial, !l diccionario del amor"'"
L¡ Nnve y ms Te¡upesrADES

Para llevar a cabo ra traducción


de Ia obra de
fhaqbep, Le Breton sol¡ciiJh uvuauá"-ui-s""r-
d.e parís, quien dos años a.ípuá,
{:t" tiülu o"r-
dichada idea de llamar un .u uyua;;;;l;rln ¿"
Desde el comíenzo, la Enciclopedia fue anuncia-
32 años llamado Luis Dideiot. mt"
acabó por des- da como debiendo formar el conjunto, el tesoro
plazar al sacerd ote asum r
á *il-* álái'¡ rl..i o n más completo de todos los conocimientos huma-
¡r í

de Ia obra, pronto Diderot entendió nos. Si bien privilegiaría las ciencias exactas y na-
ple traducción era poca cosa, y d; ,nl-ri*_ turales, así como las técnicas, se proponía también
en tñlogr? qu"
el editor aceptara. un nuevo proyecto, dar un lugar a la religión, la teología, la historia, la
mucho más
b:l:^.:: de ina nueva Enciclope- geografía, la asfoonomía, elcomercio, en fin, a todo
il que superaría g!
ota, .!_pubticación
e importan.iu lu lo que puede ser objeto de una ciencia; incursiona-
obra de Chambers. NoTagnifud
ruJ¿¡rncit .bl;;;;;t ;"n- rfa asimismo, en la poesía, la elocuencia, la gramá-
ciller d'Aguesseau er "priviretio
der r,,",'o ,"u, tica, la pinfura, la arquitectura, las manufacturas,
permiso de censura- se aseguiafu
q*É túüu"-"r en todo lo que es objeto de las artes útiles y agrada-
9uÍu compretaen dos anosl d" h"iiá i*aárá .ur¡ bles. Nada dejaría de enconbarse en esta obra. So-
treinta en terminarse. Desde 17s0,
rár;nürlro.,, la ella habrfa de valer por las más inmensas biblio-
habfan ido adquiriendo.on.i.n.ia creciente tecas, y suplirlas a todas. fuí lo dejaron dicho expre-
de su
fyeya .V de su nrlmero. Ahorá parecía samente: "Deberá tener el lugar de biblioteca de to-
haber llega_
do la hora de-ra.acción. y ad( mientras dos los géneros, para un hombrc de mundo, y en
vortaire
en Ia corte de Federico II .*.ágitubu
to, *oJá, ¿u todos los géneros, o<cepto elsuyo, para un profesio-
"aplastar a Ia infa y€,, el litáiato
, Oiaerot,lrrt"_ nal." Nótese la expresión "excepto el suyd', con
mente con el cientffico d'Arembert, lo que se ve que quiso ser una obra de divulgación.
forjábun'ái u"
ma de combate.que habrÍan de ,i¡rirái
que se habían aristado en el
t"at-, r", La Encíclopediasería elresultado de los trabajos
campo anticristiano, de un grupo de hombres elegidos en toda Francia,
la Encíclopedia.
especialistas en cada una de las ciencias. Basta leer
. Tgrulta imprescindible saber con qué plan e in_
tención fue concebida esta empresa,
el notable Discurso preliminar con que la antecedió
d'Alembert, escrito con tanto arte, tan bien pensa-
d *áno, á"r_
de que Diderot la tomó ,ui *anos, y cómo su do y redaCtado, donde muestra la intención de ha-
"n
realización acabó por convertirse
en el primero y cer tomar conciencia al público de los adelantos
el más eficaz de ros medios destinados
a cambiar más recientes del espírifu hurnano, y del carácter
e[ modo de pensar del pueblo, excepcionalde la época presente. AllÍ exalta a "esos
cán a p.opOrito'üfti_
mo de erosionar y desbuir ta éarmori;id;ilt#". grandes hombres, gu€, sin tener la amQición p.eli-
grosa de'arrañcar lá venda de los ojos de sus cofl'
L74 Le Neve y r¡s TeupESTADES
L¡ RevoruclÓN FnnNcesn 175

temporáneos, preparaban de lejos, en la sombra


y el silencio, la luz de que er *unáo debía sei pues, tan condenable como poner kabas a la difu-
ách- itOn d" las luces e impedir el progresode las ciencias.
recido poco a poco y por grados insensiblerii.
Su
ve por estas líneas que para los autores de la
En_
Una de las nociones más recurrentes en la filo-
ciclope.dio el progreio de las ciencias no era argo sqfía de las luces es la noción de utilidad, gue e.stá
nafural, normal, sino que de manera casi tarismati- álát telón de fondo del espírit, de laEncíclopedía.
ca encaminaría a la humanidad hacia alturas
insos- ¿il¿ ¿; iá i,titl En generáI, lo¡ filósofos v los'[ite-
pechadas. Las ciencias serían ra nueva refijián,
er
iuior ilustrados definen ta utilidad por su contrario,
denrn.iando los estados y las profesiÓnes inútiles,
-
nuevo Evangelio anunciado a los hombr.r]
que son ta de los mendigos y la de los monjes' co-
. L" Elgiclopedia era,pues, un proyecto inspira_
Por allí se parece al idlal masOnicq quá ," iá*- mo afirman, todos ellosbcupados en un "servicio
!-o,
bién en ese mesianismo derprogrero
¡-ri* l.*áii.iei deinutilidad'. iPof qué son inútiles?
íbciosos", y por.tanto 'hulos pqf e[ Esta-
ciencias
el símbolo de la victoria de Iós n-ueroi üempos ñ.q* i*
sobre
el fanatism-o y la.superstición. si Jacqu"r ñuij"on, áá;liu ru .oáfunde con el bien. "Entiendo
"tilidad que- sabemos con
discípulo de Diderot, consideraba u'rncicloiLaio ñár bien -afirmaba Spinoz* lo
certezaque nos es útil," Los teóricos de las luces ha-
c9m9,""1
Tf grande y hermoso monumento que
ningún slSlo haya elevado jamás para gloria e ins_ cen dn eite principio una amplia aplicación'.La edu-
.áiion, según Jácques Delile, tiende a "hacer al
fuucción delgénero humanor', seriá á'Abñrb"rt quien
h;;b¿ u§ruauUle v útil en la sociedad" ' Diderot'
mejor nos explique semejante afirmación ,,, Dir-
curso preliminar, Allí, tas rendir homenaje"na los por su parie, escribá que "lo útil circunscribe todo;
bios que inspiraron esta monumental obra, urtá in-
sa-
Irra f,tif [o que, en algunos siglos, dará límites a la
ffsica experimeátd". Tat será lagran tarea dg
la.edu-
mensa empresa educaüva, formula sistemáticamen-
te lo que se ha dado en ilamar er "espír¡t, ;;¿;, hu.", útiles a los alumnos' Coincide d'Hol-
pédico" y sus raices filosóficas, doctrinu qu""n.iJo- Uá.f, cbn d,Alembert cuando dice que "la instruc-
á*pr"- el arte de modificar, de modelar y de instruir
sa en gran parte las convicciones e infuiciones .iOn
propia generación. Dado que la filosofía de las
dá su "r
u ro. niños de modo que se vuelvan hombres
útiles
luces de
v igt á"Ules a su familia' a
su pailia,.y capaces
busca liberarse de toáa referencia a la teologáy go-
a Labor del
la metafísica, no puede sino encontuar otájráit", irüututse la felicidad a sí mismos"'
"n
dentro de la pura.razón, su propio fundameiio, [ittno será, pues, esfotzarse por kansformar en úti-
,i ;
ü; los inutiles, dirigiéndose, por ejemplo, a los
no quiere caer en lo arbibario. El nuevo fundamen-
to será la nafuraleza humana, ra razónpura, realüa- mán¡ár e invitándoloJa salir de su estado de inutili-
des indiscutibles para todo er mundq *ár'ái-ái" áua, tun darioso al Estado; que trabajen más y re-
cen menos, 9d que "los kabajos útiles pueden
reem-
las ensoñaciones teológico-metafísicur. ñáau
será, plazar muy largas oraciones".
L¿ Nave y us Te¡lpEsrADES 177
LA RevouuctÓ¡l Fnnxcesn

El conceptg dg utilidad parece medular


en el a
pensamiento de d'Alembert, tal
cual to u*piu* nn ldeal de los enciclopedistas, en neta oposición
su Díscurso preliminor. AllÍ se advieiñ;;;;ocu_ i;;;i;.Ía de la contemplación, propia de.ta.meta-
pación enorme por ros temas a" ifri." tr^áaicional. Ya Descartes, tan apreciado por
rnaoiá-taln"i.u li-
científica, inclinación proven iente particurarme v
nte
i;; prñdores de la escuela "filosófica", buscógriegos
del empirista inglés Fráncis.o gu.on.
§enah'üauer berár la filosofÍa de los grandes maestros
Pincemin, en una excelente ponencia Vr @n consecuencia,
también de los §randes te6lo-
sobre ,,Las del Díscu rso del Método pro-
iil ábs. en h sexta pari"
ra íces filosóf icas d e l Enci c] op
meta que se impone ar "firósofo" es
ei J; d; Ii l-, u
3án" oun
,.en lugar de la filosofía especulativa que
óoiio.o ru "uu nu- una
turaleea.para llegar a dominarra. ga#'vá Iá ántána en las escuelas, se puede enconkar
áá ,iu- conociendo la fuetza y las ac-
gismos deductivos. E[ nuevo método
ááú"ra ü in- fu;ü por la cual,
ducüvo, en base a la obseruu.ió., ae fos
áná*-áno, áo*.áátr,rugo, deiaire, de los astos, de los cielos
cuerpos que nos rodean' tan
nafurales. Baconocupa el lugar principar
un áro¡r- lá" ttá.s lof otros conocemos los diversos oficios
B er "sabioñpoi e*ceiencia. itne-
curso prelimínar. distintamentecomo
del
migo de sistemas -nos lo dáscribe d,Alemblrt_, áá nun.ttos artesanos, podríamos emplearlas
son.propios,
considera la filosofía como una part;il;;Jt o, ,-lr*" modo en todos los usos que les de [a na-
conocimientos, la cual debe .ont iUui;;';;j"r"- y hu"nrrros como dueños y poseedores
rnos o a hacernos más ferices; parece [uraleza"
rimitarrá a h
ciencia de las cosas útiles, y rácomienau,
toao, kra d'Alembert, el mundo que nos'o-¿u1es in-
el estudio de la nafurarezu.i'-Elro imprica "n
n ánun.iu .og*..ible e inasequibte "n tu ser profuldot.No
limitán-
a Ia trascendencia ya que, colrro señala
E. Cassirer ñáíqu.aa sino aceptarlo como 1o vemos,
en su libro Filosffi de ra lrustración,
entu .on.up- ilnJ; chsificai loi hecho§ que podemos percibir
ción de estos pensadores "la ciencia "
;; üt"Átidos, de modo qub así logremos domi-
rehúsa a reconocer realidad alguna "o*o
lut.u co-
,oü;;Irral natrralezu puru ponerla a nuesto servicio,
o hanshistórica". "áir"
n," biá,eñala Isabel Pincemin, "frente a la actitud
pragmática
ieor¿U.u del mundo griego, la voluntad
.. iCuál es, prosigue Isabel pincemin, Ia preten_ pue-
sión de esa inmensa obra que s€ ttamo'h tir.¿e a dominalett forma exclusiva' sólo
ácicro- "ü
yedia, según el estudio pr"ii*inur de d'Ár"munrtz H ilsi-t;iau *inntras elmundo sea considera-
Bkucturar una antologá de los sab"* do como simplá material de una praxis ordenada
v *Zláá",
á1" piá¿u..iór, de lo necesario. para la. vida".
El
relativos a Ia ciencia, lá poesia, r"r
b;ñ;;'¿"Jju, a una
artes liberales y las artes mecánicas
con sus aplica_ Iluminismo opta por "ilustrarse'l en orden
ciones, los oficios, todas cosas útires. ;suü".'^üru ñi;; conquista áel mundo. La desconfianza
que
res-
supere
poder", tal era la divisa de Bacon.
Es el mismo pnóto de toda forma de conocimiento
'ñplttnpción sánsorial está presente a [o largo de
178 [¡ Neve y ms Tn¡upEsTADEs
Lr Revouctór.¡ FnnNcese 179

todo el Discurso_preriminar. "La nafurareza


cler hom-
cidad inmanente, que ignora y descarta el sufri-
bre -leemos allí-, cuyo estudio
es un misterio impenefoabre para ".
ñ;;;sario, miento y la muerte. Los hombres del siglo XVIH
er hombre áL*o,
cuando sólo la raz6n Ie irumina, y ros creyeron que fuas su denodada lucha conha los pre-
*ár-sruna* juicios y la ignorancia, Iograrían que todos alcanza-
genios, a fuerza de pensar sobiá
u,",u *átEiiu tun
importante, Io único que consiguen n, sen la felicidad, kansposición "iluminista'r deltema
,ubn, un tradicional del Reino de Dios. La humanidad, en
pocg más que el resto de los hJmbres.
Lo mirmo constante búsqueda de su propia perfección, será,
puede decirse de nuestua existencia pruinná
ra, de la esencia,del Ser al que ," la debeirosv iutu- un día, feliz, pacífica, justa, pqro todo eso se alcan-
y
de Ia clase de culto que nos zará con las propias fuerzas y dento de la historia;
"*igu.,,
De ahí la admiración de d,Alembert el paraíso, sí, pero en la tierra.
por la em-
pírica Inglaterra, 'hación menos injusia que El estado de ánimo de los propulsores de la En-
las
otras", que tanto respeta a sus científicor'g-po, ciclopedia era ampliamente optimista, lo cual se
ende, a la fitosofía deia utiridad. De Áibiilriibían revela con toda claridad leyendo las páginas de
llegado. a esa obra monumental. Se trataba de esclarecer a
§r¡ropa conünentailos primeros desteilos
de esa luz filosófica que pronto se o(tendería. la humanidad sumergida hasta entonces en las'ti-
Aho-
ra Francia tiene la parabra, La difusi¿n nieblas de la ignorancia, se trataba de pasar de la
ae ulengru
fr1n9e¡a, que está reemplazunao á l;i;, noche, signada por la falta de conocirniento y por
sIü el
vehículo de la propagación de ras luces.'ririgr" la superstición, a las luces, los resplandores de la
{ym,que en opinióride d,Atemüil; ;;;U;j;",
eliminar toda barbarie, tiene como nota esenciar
razón y de la ciencia, Así se nos muestra aquella
obra desde el DÍscurso preliminar de d'Alembert,
elprimado de las ciencias. Fs cierto que ersigro que fue mirado como una pieza maesta, y su autor
asis-
te a una lamentable esterilidad riteiariu y como el hombre más digno de enconkarse al frente
pero ello parece. ser el precio que hay frtnti.u, de la gran empresa. Dicha inkoducción rebosaba
pugu,
por el triunfo del espíritu crítico y de éu-n de promesas altamente anunciadas. Sin embargo
É ,*0,i.-'
La noción de utiridad parece inseparabte de había un objeto sobre el cualse guardaba un pro-
de felicidad, otra de ras idbas que €nconframos
ra
fundo silencio, y era la intención de hacer de la
en Enciclopedio un inmenso arsenalde todos los erro-
la Enci.clopedia com o leit-motíu. para ,u,
,itil,-iiuuu-
jur basta,.hay que buscar la felicidaa, fli"*ürn res, de todos los sofisrnas, de todas las calumnias,
lg
es útil cuando ér mismo se hace teriz,ii" que desde las primeras escuelas de la impiedad has-
J"n"i r" ta esta enorme compilación pudieron ser inventa-
felicidad de los demás. Esta parabra, rearmeote
con-
vocante en elsiglo XVIII, no expresa lo qu* das conta Ia religión; pero escondiendo tan bien
ul..ir_ el veneno que se derramase muy insensiblemente
üanismo entiende por fericidad. Tiátarn
aá unulln-
en el alma de sus lectores incautos.
180 [¿ Nave y uns Te¡upESTADES
T-
|
"
Rwouctów FnRNcrsn 181

3. Colsb orodores de la Enciclopedia por causa de una mujer, madame d'l-loudetot;


á'Holbu"h con Rousseau, ese "tuhán", como'lo
En 1751 apareció elprimer volumen de la obra. calificaba, o "pequeño pedante", etc. Junto a los
Diderot fue su principal animador, asumiendo, babajos de los colaboradores franceses, todos ellos
como dijimos, la dirección de la empresa. Era un en conflicto con la Sorbona, se añadieron okos
escritor muy inteligente, de estilo brillante, ateo, artículos tuaducidos de los deístas ingleses. '
cultor del materialismo. En un hospectus con apa-
La obra salió bajo el título de: Enciclopédíe ou
riencia de manifiesto, anunciaba que la Enciclo-
Dlctionnaire des sciences, des arüs et des métiers
pedia debía ser "un cuadro generalde los esfuerzos
del espíritu humano en todos los géneros y a lo Wr una societé de gens de lettres, mis en ordre et
'publié
par Díderot... quant'a Ia part mathématíque
largo de todos los siglos", tratando de "exponer par M.- D'Alemberf. El resultado de tantos colabo-
en lo posible el orden y encadenamiento de los
radores, tan diversos entre sí por su inteligencia o
conocimientos humanos" y, al mismo tiempo, ofre-
su capacidad literaria, fue una obra muy desigual'
cer "acerca de cada ciencia y de cada arte, los prin-
El mismo d'Alembert confesaba que aquello era
cipios generales que constifuyen su base y los más
"un vestido de arlequín, en el que había algunos
esenciales detalles que integran su cuerpo y su sus-
pedazos de buena téla y demasiados bapos". Sin
tancia". Para ello el director de la obra necesitaba
ámbargo, g d pesar de tales dificultades, Diderot
de numerosos colaboradores. Y supo encontrarlos.
logró aa. át conjunto, ya que no una unidad total,
Su ayudante más cercano fue d'Alembert, quien
sf por lo menos clertos denominadores comunes'
se había dedicado especialmente a las ciencias
de modo que quedara en claro el "espíritu filosófi-
físicas y matemáticas. Todos los grandes nombres
co" que lo inspiraba, con sus notas características,
de los llarnados "filósofos" fueron convocados para
el cuito de la iazlny del progreso, e[ derecho a la
redactar algun artículo: Voltaire, enke los primeros;
libertad y a la crítica de la cosmovisión tradicional.
Montesquieu, Rousseau, La Mettrie, Buffon, Con-
dorcet, el barón alemán d'Holbach, Helvetius, Tür- El plan, al menos en sentido genérico, resultó'
got, que era economista, e incluso sacerdotes como La puhicación de este diccionario constittlyó indu-
los padres Prades y Raynal. No hay que creer que dablemente la expresión más acabada del nuevo
la concordancia fuese total. Había enke ellos graves espíritu fitosófico. su aparición constituyó el hecho
desinteligencias. Campeón de la libertad, como pre- central de [a historia intelectual del período pre-
tendía serlo Voltaire, o de la igualdad, como se mos- revolucionario, e[ que mejor representó en la opi-
kaba Rousseau, si es cierto que profesaban la "fra- nión de la época la victoria del "partido filosófico'.
ternidad" dentro de sus logias, apenas si la practi- LaBnciclopedia tuvo et valor de un símbolo. Ante
caban entre sí. Rousseau se enfrentó con Diderot, todo por sár una obra colectiva, donde figuraban
[¡ Nave y r¡s Tm,lpEsrADEs

todos Ios grandes nombres de ros ,,firósofos,,


más
conocidos, y Iuego porque acabó p"i
r.i?Lhn.o Iglesia, sino recurriendo a numerosos y variados
preferido de la oposición ar nuevo medios tendientes a desacreditar las verdades de
ideario. En efec-
to, la obra fue combatida con encarnizamiento, la fe en el espíritu de sus lectores, sembrando en
por
Io que su éxito pareció tanto ellos [a duda, la sospecha de los valores aceptados,
más resonánt".uunto
que había sido alcanzado a pesar con frecuencia recurriendo a la ironía.
de las numerosas
---
adversidades a que luego ntr refer¡re*or.
Lejos de ser, pues' una obra de abierto y desca-
rado sectarismo, 9d que incluso colaboraron en
4. El combate solapado ella, según dijimos, algunos católicos, y hasta sacer-
dotes, la Enciclopedia inclinaba a sus lectores a ir
aceptando la supresión de todo lo absoluto, !a abo-
De hecho, los autores de los diversos artículos lición de todo lo sobrenafural, la negación de todo
no rnostraron claramente sus tendencias milagro, de todo misterio, e incluso de toda metafí-
subrrers-i-
vas. si nos trjamos.en ros artícuto. ,álo*i", sica, jamás impugnando directamente las ideas
u
temas políticos o religiosos, lo qrá crisüanas, para evitar que recayese sobre la obra
ng son invectivag directas, sino ideas "*";;;;",
n*ut * á in- alguna prohibición, pero sí insinuando las ideas con-
c¡uso respetuosas. Buscaban mostrarse
sólo cuan- trárias, presentando las verdades religiosas de un
do era necesario, evitando átu.urd f*nü, modo insuficiente o ridículo, poniendo objeciones
uiL.-
do,coq3 Io haría un panfleto. La.oru-.iu'*u.no a [a doctrina fuadicional sin refutarlas de manera
mas sutrl convincente. El error no debía jamás encontrarse
de manera explícita, sino que había de esconderse
. folcierto que.los que dirigieron la compilación
de la En ciclopedío erán *uJho, au n[á, con especial astucia en los diversos artículos. La
Igiárti- religión debía parccer respetada e incluso defendi-
cos. Diderot no c1eía más que en ta
naturaleza, en la ciencia,
,"¿", á" U da cuando realmente era cuestionada. Algunas ve-
LI conocimiento
"n
rimental, com bi nando materialismo ces podría creerse que la objeción era refutada,
"*pu-
y epicureísrno,
tuntg.g! su pensamiento como nn ,ú ,iau cuando en realidad se la hacía más peligrosa- Por
¿oiiaiu- lo demás, varios de los colaboradores de Diderot
na. D'Alembert aborrecía el cristianismo.
La mayo- y de d'Alembert no eran personas de cuya religión
ría de los colaboradores, fueran
il ";;i#j*
{e lo¡ casos, deístas, pensaban"táár-",Éüi prdir_
se pudiese sospechar.
dencia del espíriF ur*Sélico. Como
6;,ü;", Dos fueron los principaies recursos a que recu-
más arriba, a toda costa?vitaban moskarse
dema- rrieron los autores de la obra. El primero fue el ar-
siado, atacando la fe de frente, ni tampoco te de insinuar el error o la impiedad, en artícttlos
a la
donde naturalmente ello no podía esperarse' por
lU4 L¿ Nave v ms TeupESTADEs 185
[¡ REvoLuctÓ¡¡ Fnn¡tcrsn

ejemplo en Ia narración de hechos históricos, en


problemas de química, física o geogmfía, al parecer es y por tanto todo es activo, es lo'ititg inaltera-
tan alejados de los temas hascendentes. H ságundo Ufa, fo único eterno, lo único inmutable":
era el arte de los envíos a otros temas, despuás de A cien leguas de París, descansando en su finca'
haber katado alguna verdad religiosa, remitiendo u leios de loJobstáculos que experimentaba d'Alem-
al lector a otros artículos cornpletámente diversos. 6"ri, Voltaire hubiera preferido que esas intencio-
Para ello bastaba poner al fin del artículo katado n"i i" manifestasen mediante ataques más !ir99tos
y sin tuntas reticencias o disimulos. En carta de
1755
religiosamente un: cf. artículo "Prejuicio', o ,,Su-
,'Lo que se me dice de los artículos de la
perstición" o "Fanatismo". Allí se "matizaba,, lo ár.riUr,
anteriormente dicho. Cuando se üataba de Ia exis- t .i.Sf" y de ia metafísica me aprieta ellocorazón:
que se
tgncia de Dios, de la libertad, de la espiritualidad il;;y áruel imprimir lo contrario de advertía.que
delalma, se lo hacía de manera más o menos acep- piuntái' D'Alembert, siempre astuto,
table para un católico, pero las ulterioresreferenciás bi.hu. escapatorias eran necesarias para no ser "tra-
quería
a los artÍculos "Demosfuación" o "Corrupción',, bo- iá¿o de loio por los mismos a quienes se
rraban con el codo lo que previamentL se había convertir", €s decir, por aquellos a quienes ?9 gun-
escrito con la mano. En eiartítulo "Dios", por ejem- iá ;; f,á.ur ápóstatas.- Cuando bajo el pseudónimo
plo, se encontraban ideas muy sanas, y la demos- e; Sacerdote de Lausanne", Voltaire enviaba
tración filosófica de su existencia. Pero al término ártf.uto, más akevidos, d'Alembert lo llamaba a
del artículo el lector se encuentra remitido al de ;;;i.;;, "Hay que recular para mejor saltar", [e de-
"Demostración", y allí desaparece lo que se había .iu. fun la misma misiva respondía a los reproches
"lnfierno": "Sin duda te-
enconkado en las anteriores pruebas; en ese lugar á.,á f" hacía a su artículo
se dice que todas las demostraciones directas ,,iu- i"*o. malos artículos de teología y de metafísica;
ponen Ia idea del infinito, y que esta idea no es muy páiá .on los censores teológicos lo desafío a que
clara", ni para los físicos, ni para los metafísicos, ts hagu mejores, Hay otros artículos menos desta- por
lo que echa por tierra toda la confianza gue el lec- .áUtnJaond-e todo es reparado." Voltaire acabó
tor había ahibuido a las pruebas anteriormente da- in.ono"ur la habilidad de los ardides de su amigo.
das de la existencia de Dios. Si el lector va a los ÁJ * fo conliaría en una de sus cartas: "Usted tie-
artículos "Enciclopedia" o "Epicureísmo,,, en el ;;';i ii"*po libre para llenar la Enciclapedia
a decir.hace
de
uno se le dirá que 'ho hay ningún ser en la natura- várdades que nadiese habría atrevido
leza que se pueda llamar primero o último', y una ,áintá años." La solicitud de Voltaire muestra hasta
á"á prrt hacía depender de la Enciclopedia
"máquina infinita" tomará el lugar de la divinidad; el.éxi-
en el ofro artículo, el átomo ocupará el lugar de ti aá la gran u*pi*u de subversión le agradaba
cultural. En
Dios; será "la primera causa de todo, porquá todo ;;rt. a Dámilavifiá te decía que mucho
tnu bunn apiezade teatro, "pero más me gustaría
186 [¿ Nnvr y ms.TeupESTADEs Ln Revorucró¡¡ FnaNcesR t87

un buen libro de filosofÍa que aplastase para siem- El veneno se segregaba en los asuntos aparente-
pre a la infame. Pongo todas mis esperánru, mente más ajenos a las cuestiones de la fe. Así,
en la
Enciclopedid_' . Diderot, que era siempre más direc- por ejemplo, unas reflexiones cobre los "Caldeos"
to, noescondía lo que le costaba verse tan a menu- servían para denigrar a la lglesia, o elartículo sobre
do reducido a e*plear artimañar; rruuiáru pi"rrri- el "Caos" daba pie a la crítica del Génesis. La habi-
do mil veces podei exponer sus principios .bn .n*- lldad era manifiesta. OUo ejemplo: en el artículo "[n-
nos reservas.
fierno" se expone largamente la concepción de un
Pongamos más ejemplos del método adoptado, arzobispo anglicano llamado Tillotson, quien había
porque resultaR esclarecedores. En el artículb ,,Bi_ emprendido, se nos dice, fuatar de "conciliar el dog-
blia", tras afirrnar su redactor Ia pureza aásus in- made la eternidad de las penas con los de la iusti-
tenciones para con Ia Sagrada Escrifura, aparen- cia y misericordia divina", insinuándose la imposi-
tando maVol buena fe, ie complacía bifiáad de dicha conciliación. Por lo demás, cada
fa
todos los problemas que suscita el texto "*pon",
"nra.io vez qve resultaba posible, la fe era moshada como
,in
dar las respuestas adecuadas, de modo quá *it".- oponiéndose a larazón. Sin abeverse a negar las
várdades dogmáticas o a expresardudas sobre ellas,
lo1cg¡cluyese necesariamente que nada hay en
Ia Biblia digno de ne. cuando se tratabá án áígún se contentaban con afirmar que había que aceptar
tema atinente a-la moral, se repetía una y otraiez: siempre los dog¡nas' aunque fuese a costa de la ra-
"La moral puede existir sin ra ierigión, zón. É[o cuesta, por cierto, decían, pero es preciso
viu r"rigion
va muchas veces unida a la inrnoÁlidaá," TodJes- inclinarse humiláemente ante la revelación. Vol-
t9 estaba perfectamente calculado. Lo mismo .uun- viendo al tema de la reprobación y de las penas eter-
do se hablaba de la enseñanza católica. e" áquulro, nas, el autor del artículo "Condenación" afirmaba
años, los insüfutos de educación pasaban poiáür* que ello "estaba claramente revelado en la Escritu-
pruebas. A raíz de la. expulsión d-e ta Companiá
ae
,u". Pot tanto se enconkaba más allá de toda discu-
Jesús, más de cien colegios se enconfaban tbtalm"n- sión. "No se trata, pues, de buscar por la razón si
te desorganizados. Pues bien, en erartículo ,'Coln- es posible que un ser finito cometa contra Dios una
gigs", escrito por d'Alembert, se aprovechaba páru ofensa infinita [...], es preciso someterse a la autori-
criticar ferozmente la pedagogía de los jesuitas. dad de los libros santos." Bien señala Jean de Vi-
guerie que talgénero de argumentación es una ver-
En cuanto a los dogmas, tampoco eran ataca_
áadera-caricatura de Ia apologética católica de la
d9s
{e fre1t9, pero se presentaba con complacen_ época, y del fideísmo dominante en el pensamien-
cia e interés las dockinas de los herejes y heierodo-
to cristiano.
xos. Los artículos que desarrollan támás religiosos

L
se muesfuan a veces irreprochablemente Asimismo la retigión cristiana es presentada co-
o.toáo*os. mo generadora de supersticiones, de fanatismo y
l6U [¿ Nnve y r¡s TEupESrADes
[¡ Revorucdu FnnxcrsR 189

de intolerancia. En elartículo "Cristianismo,,, escri-


to por Diderot, no teme afirmarse que la religión sin perdonar a su enemigo, o dejar a su concubina
cristiana es por esencia intolerante. El tema de la [...J." Ello es perfectamente verdadero, y los libros
tolerancia era en aquellos tiempos uno de los caba- de moral y espiritualidad así lo enseñan. Solamente
llitos de batalla, en orden a separar lo temporal la manera de decirlo deja entender que no se trata
de lo espiritual. Todos los males de la humanidad, de una desviación que habría de corregirse, sino
en particular las cruzadas, la Inquisición y las gue- de Io que sucede habitualmente.
rras de religión, provienen de Ia supremacía despó-
Como puede verse, se prefirió la labor de zapa
tica de lo espirifual sobre lo temporal. De ahí que a la confrontación descubierta, para eludir la cen-
lo temporal deba gozar de una autonomía comple-
sura oficial. D'Alembert se refirió a esa "especie de
ta en relación con lo espirifual. La tolerancia jerá
semiataques, esa clase de guerra sorda que resulta
el fruto de dicha separación. Todo irá bien para la
ser la más prudente cuando se vive en vastas regio-
humanidad desde que elpoder temporal, Ii6erado
nes en las que domina el error". Pero el anticristia-
del dominio del espirifual, se despreocupe de [a nismo de la Enciclopedia aparece casi en cada pá-
salvación de las almas. En el nuevo lenguaje, los gina. Pierre-Grosclaude no hepida en afirmar que
adversarios de la tolerancia liberal son nLcásaria-
dicha obra es una "terrible máquina de guerra con-
mente "fanáticos"; merecen asimismo dicho cali- ta la lglesia y contra el cristianisrno en general".
ficaüvo todos cuantos quieren hacer prevalecer una
Como apunta Daniel-Rops, "el resultado era crear
religión sobre ofua. Si bien todas las retigiones son
un clima de difusa hostilidad hacia todo lo que fue-
igualmente nefastas, la más nociva ur iá católica.
ra religioso, una atmósfera de incredulidad en la
Voltaire afirmaba que él no se avenía a elegir ,,enfue que se desterraba lo sobrenatural, en la que el sen-
Ginebra y Roma"; a su juicio, el catolicismo era
tido social sustituía al divino; una perspectiva en
peor que el protestantismo, y su "fanatismo,, se que la lglesia, todas las lglesias, tendrían que desa-
mostraba de lejos como el más funesto. parecer. En tal sentido, laEnciclopediafue más le-
En cuanto a las cuestiones que atañen a Ia lgle- jos que Voltaire quien, por lo menos, admitía que
sia como sociedad y a la vida cristiana, los autores la plebe tuviera una religión".
de la Enciclopedia se muestran más cuidadosos.
Por ejemplo en el artículo "Papa" se trata de resal- En lo que toca a los temas políticos, en los que
tar lo que sería, según su redactoE la degeneración Montesquieu fue el autor predileccionado, las ideas
delpapado. Las órdenes religiosas son fresentadas que sustentan los respectivos artículos son poco re-
como refugios de holgazanes. Allí leemos asimis- volucionarias. Ninguno de los que colaboraron en
mo: "Se puede llevar tranquilamente un escapula- dicho terreno creían en el derecho divino de los re-
rio, decir todos los días el rosario o alguna oratión, yes, pero ninguno tampoco se atrevió a poner en
cuestión la instifución misma de la monarquía.
190 [¡ Neve y us TeupEsxADES

5. Obstácufos que encontró la Enciclopedia del Consejo de Estado prohibió "la ulterior venta
o publicaciór," de la obra y ordenó el seiuesho del
máterial que Diderot había ido reúniendo. iSería
A pesar de.las precauciones que tomaron sus el fin del emprendimiento? Eran casi diez años de
autores para disimurar sus objetivos verduduror, esfuerzos desperdiciados. D'Alembert, fatigado,
no faltaron dificultades, ya quu.i bien en-er parecía dispuesto a renunciar al proyecto. Voltaire,
frim*,
volumen de la enorme cábcii¿n se ható ¿" ,iá-rus- que valotaba más que nadie la importancia de la
citar las reacciones-der crerq o de quienáror-.on- .mptutu, levantó su coraje, y lejos de ceder aldesá-
jurados llamaban "hombres de prejuicios",
á medi- nimo, prosiguió fuabajand.o, pidiendo nuevos artí-
da que la obra avanzaba, las aiirmu.ú;";e'uol_ culos, y enviando sin cesar nuevas colaboraciones.
vían más osadas. Es.cierto que la Ercbt;i¿diá,
.o- Como-leemos en una de sus cartas a d'Alembert
mo rezaba también la portada, saría "coñ upiáuu- y a Diderot, era preciso, en nombte de la amistad
ción y privilegio del rey". Erdibujo der rront¡'spicio, y ennombre de Ia filosofía, no dejarse vencer por
aparentemente ingenuo, era,bien expresivo los disgustos, no dejarse desqnimar en una tarea
de lo
que se intentaba: unos angelitos enteienidos
en las tan hermosa. Así, a los diecibcho meses' se renovó
matemáticas, la geometríá y los oficios, ,nu.,"no_ la publicación interrumpida. Pero en 7757 apare-
ras opulentas representandó a hs cienclas
un gán"- cieron nuevas dificultades. Al comenzar dicho año,
ral, libros en el fondo, figuras coronadas deraürer... el 5 de enero, se produjo un atentado conka el rey'
La portada añadía unJhumanidad *ur.h*áo Era mejor callar por un tiempo. Meses adelante,
u
tientas hacia el conocimiento. Toda ta simuátágía sin embargo, d'Alembert se animó a escribir un
de la "ilustración". artículo sobre Ginebra donde, dejando su ámbito
Cuando en el año lTSl apareció el segundo predilecto, QU€ eraelde las matemáticas, se internó
volumen, estalló un escándalo. El p .luun-i¿u.tin án el campo de la teología; su estudio, que versaba
de.Prades, uno de los colaboradores, r,áüa
,*t"- sobre el éabinismo, apareció precisamente en la
nido en la sorbona una tesis donde r árir*ru" ciudad de Ginebra, lo que provocó un gran escán-
que los milagros de Jesús eran equívocos
si se ros dalo. Se trajo entonces a colación una antigua ley
apartaba de las profecías, ro que rá costo ten"i
ouu
que permitía condenar a muerte a "los autores,
huir g Pr1.rsia, donde vivió udnlunt" ü"J. i;ü._ editores y vendedores de libros que atacaran a la
tección de Voltairy, guign por "n aquellos ti"Ápoí"._ religión o perturbaran al Estadd'. Los "filósofos"
taba allí al servicio de Federico ir. pronto
s'e;;;, se llamaron de nuevo a cuarteles de invierno. En
que Prades era también el autor del artfcül;;i;i; los meses siguientes, varios de ellos "se borraron"
ly T! ru ", u na c o labora ci ón sum u*" nt* .u definitivamente del emprendimiento. Un ataque de

A
u_
J"*t
ble. Era demasiado. En febrero de-r,TSZ",, "rtiO-n los obispos suscitó un nuevo mandato del Consejo
192 L¡ Nevr y us TeupESrADEs
L¡t RrvouuclóN Fn¡¡¡cesn 193

de Estadg por el que prohibÍa la edición y la


venta de la obra con er.se la Enciclopedio continuar. Al frente de dicha admi-
siguiente argumeniá,-,,Lu,
ventaj as.q ue puede n o btenerse por-ra pubri nistración estaba Chrátien de Malesherbes, a quien
cación hemos nombrado anteriormente, que desde L750
de este libro en reración con elprogreso en
ras artes
y ciencias n unca. compensa rái erirrpuruutJiano ocupaba el cargo de director de la Librería, es decir,
delegado delcanciller para la censura de los libros.
que resulta de.ella respecto de la moiar y
¡; ,-
ru
ligión." Sin embargo, la intercesión a" usi*r'á*¡_ Este hombre, que era amigo de las Luces y desea-
gos con que contaban los ,Tilósofos,, ba que la Enciclopedia siguiese adelante, acabó
án los más por consütuirse en-protector y en consejero de la
altos puegtos, sobre todo de mada*á pá*pátrr,
incluido el apovo de Federico de prusia ááóátur¡- empresa. Es claro que quería hacerlo sin grandes
v escándalos. Su tácüca era evitar todo conflicto, con-
lu 9u Rgsia, permitieron que la obra iú"* *unu_ trolando estechamente la redacción de la obra.
dada, si bíen sólo por Didárot, ya que d,Alemüert
prefirió retirarse. Nombró ál mismo a los censores y recordó a los
lmpresores que no podlan seguir editando sin el
Eran muchos los_ que veían con malos ojos consentimiento de uno de dichos censores. Que
et
proyecto de Ia Enciclopedia, no estanrdo los redactores tomaran, pues, las debidas cautelas.
dispGtos
a ingerir el veneno que en efla se ocultabi,
so rechazaban con vigor la ilámadu ,,.ult
! i*lr_ Sin embargo, no se contentó con ejercer un control
riá ñr"rin_ moderador. En algunas ocasiones protegió expre-
ca", que consideraban blasfema. pero no samente el emprendlmiento, cubriéndolo con su
toao, U,
que se oponían, lo hacían por las
mismas razones: autoridad. Por ejemplo en \752, para evitar que
entre ellos estaban los católicos ferri"niás;il;j;r_ los papeles de Diderot cayesen en manos de la po-
senistas, e incluso los que sentían envidia licía, no dudó en esconderlos en su propia casa.
u lor'iu-
tores. Sin embargo dichá oposición n"
ri.rnp;;;;"_ No que Malesherbes estuviera dispuesto a correr
tp..o" el apoyo de [a Corie. Incluso sá;;;;ü" grandes riesgos. Si así obraba era porque él mismo
decir que fue Ia compracencia de ra uuiáriauJ se sabía cubierto por el propio canciller y por la
que permitió a Diderot y los suyos
n
resistir los ata_ marques de Pompadour, que apreciaba tanto a
ques y consumar su obra.
los "filósofos". La favorita del rey solía invitarlos
Es cierto que hubo, según lo hemos señalado, alTrianon, y si no logró que Luis XV se convirtiese
po,'purie dnl d;*J; d"t;;: a la "filosofía", al menos obtuvo delsoberano cier-
3::^r:,1t-lsiones ta tolerancia. Malesherbes lo sabía, y le informaba
,i*á"ááf;;^;j
perado. Ello fue así porque la administraáán regularmente a la Pompadour de todo lo que hacía
no en favor de Ia Enciclopediq.
sólo no siguió el curso de las medidas,i.á
árá ni
zo todo lo que estaba a su alcance para permitir
a Et hecho es que la colección, comenzada en
L751,quedó concluida el año L772:17 vohlmenes
t94 L¿ Neve y ms Te¡,rprsrnors

de textos, 4 suplementos y 31 tablas de planchas número muy grande de masones. Se ignora si Di-
de cobre. Un conjunto realmente impreiionante. , derot lo era, pero pareciera haberlo sidó, dado que
El tiraje fue de 30.000 ejemplares. Lás trompetas la mayor parte de sus amigos lo fueron. Al menos
y todos los periódicos de los ,,filósofos,' llenaron la atmósfera que envolvió a la empresa fue típica-
el mundo con su fama. Pronto la obra se tradujo mente masónica. Gaston Martin, en un notable es-
a varios idiomas. su influrencia fue inmensa, difun- tudio sobe Ia Masonería y Ia Revolución, nos ofrece
diendo por doquier el racionalismo ateizante. To- un testimonio muy categórico de dicha paternidad.
dos querían tener la Enciclopedia. se hicieron edi- Según una declaración del duque en Antin, en ju-
ciones en diversos formatos y precios, pasando a nio de 7740, "Ia Orden exige de cada uno de noso-
ser el libro fundamental de todai las bibliotecas pú- tros conkibuir con su protección, su liberalidad o
blicas o privadas? ya en Francia, ya incluso en pal su kabajo a una amplia obra que reunirá las luces
ses extranjeros, ellibro que había de ser consultado de todas Ias naciones y constituirá una especie de
para todos los temas. biblioteca universal". Comentando este áiscurso,
Los "ilustrados" y los 'Tilósofos', de Europa hi- un orador masón precisó: "Esto, heimanos míos,
cieron de ella su "Biblia". La obra logró suscitar una no es otra cosa que el plan hazado con once años
oleada de errores y de negacionei que llegaron, de anterioridad, de la inmensa publicación que se
más allá de sus enunciados, a veces vacilan-ies,.ai Ilamó la EncicÍopediq."
más absoluto radicalismo. Dios empezí a ser una _ Hay quien afirmó que la Enciclopedío fue la
mera palabra, carente de sentido; el alma, una qui_ "Suma filosófica" del siglo XVIil, destinada a susti-
llera, ya que sólo existe la materia; la religión, una tuir a Ia Sumo teológica de Santo Tomás de Aqui-
farsa, o un cuento de viejas; eldestino ukáteri"no, no. Cerremos este apartado con un jugoso texto
un absurdo; sólo importaban las sensacionu, y de Aníbal D'Angelo, referido a aquella obra: ,.De
hedonismo. Ahora comenzaba una época de fei¡ci- "i hecho, si vemos los cuatro siglos posteriores vemos
dad colectiva para todo el género humano, libera- cómo los influyó. Así la llustración no es sino la
do de las antiguas ataduras, la época de la llustra- puesta en fórmulas, al tiempo intelecfuales y simpli-
9ióI, la época d_e Ia Libertad, de la Igualdad y de ficadas, de lo que ya está en la mente de una anáha
la Fraternidad. con estas palabras carismáficás se proporción de las clases dirigentes europeas en [a
les llenaba la boca. forma aún confusa del estado de conciencia. poco
a poco se ha ido armando un modo de ver el mun-
Hablaremos luego largamen te de la influencia
do, una visión de lo qr-re importa, que sustituye el
de la masonería en la Revolución. En cuanto a su
ryodo y visión trascendentales. La ambigua ieali-
influjo_ sgbre laEnciclopedia,se ha dicho que entre dad del cosrnos es interpretada apartir áe ciertas
Ios colaboradores de dicha obra se encuentra un
«líneaso, de ciertos perfiles que se valorizan más
lyb y t¡s
L.n Nave TeMpE§TADES
L¡ Revou¡clÓN Fne¡¡cesn 797

que okos, dando una significación global at con-


junto. Tcdo ello se desarrolla a partii de un cierto que se ha comparado el papet d e La Enciclopedia
origen y desde allí se prolonga en conclusiones con el que hoy eiercen los medios masivos de co-
lógicas que tarde o temprano tárminan por abrirse municación: "El papel de quebrar el sentido unívo-
paso. Que el hombre sea nafuralmentá bueno y co de las palabras, y de fabricar un nuevo idioma,
qure la humanidad esté llamada a un progreso inde- en el ocultarniento intencional de los verdaderos
finidq son dos premisas formidablementé cargadas significa,Cos, la ruptura del campo semántico de
de conclusiones [...]. Es, en este sentido, un-siglo lit uai.ión es la gran y terrible consecuencia de
de ullegada», de enkada a puerto de la nave de las li Enc¡ctopedia. V ta instalación' en su lugar, de
ilusiones progresistas. Y la Enciclopedía es un vocabúlario nuevo que actúa en la práctica co-
-enhe *o ,nu verdadera técÑca de lavado de cerebro'"
la inmensa literafura del siglo- la qüintaesencia de
aquellas fórmulas y estas ilusiones.,, Acá D,Angelo
kae a colación un¡árrafo del artículo ,,Enciclópe_ **t
dia", que redactó Diderot "Hoy la filosofía avanza
con pasos de gigante, somete á su imperio todos 'Iál fue [a revotución cultural que antecedió a
los objetos que Ie interesan, su voz es É voz domi-
nalte y comienza a romper elyugo de la autoridad la Revolución sangrienta. Poco antes de mediados
y de la tradición, a sostener las láyes de la razón.,, delsiglo pasado, Antonio Gramsci, dirigente coTlu-
juicio
nistaltatiuno, trató de pergeñar cómo a su
iPor qué la Revolución comenz6 en Francia y sería posible llevar a cabo la revolución en occi-
!o 9l otro lugar de Europa?, se pregunta George dente. Acertadamente señala que toda revolución
Rudé en su libro Europ a en elsrgio Xlnt, A lo que
sária ha sido precedida por un intenso trabajo de
responde: "Para hacer una revolución es necesario de penetración cultural, de permeación de
algo más que las dificultades económicas, el des- "Jii.u,
ideas.'A sú parecer, el último gran ejemplo históri-
contento social y la fruskación de las ambiciones
co, el más próximo a nosgtros, 9, Por eso mismo,
polfticas y sociales. Para dar cohesión a los descon-
át *"not diverso del nuestro, es, precisamente' el
tentos y a las aspiraciones de las diversas clases
¿á fa Revolución francesa, que llegó co.n str influjo
sociales debe existir un cuerpo unificador de ideas,
al resto de Europa. El período cultural anterior a
un vocabulario común de esperanzasy de protesta;
la Revolución, afirma, no [ue, como lo presentan
en resumen, algo parecido a una upsicología revo-
lás fáciles críticos teóricos, un revoloteo de charla-
lucionaria» común o un modelo dá ucreeñcias ge- tanes, de superficiales inteligencias académicas y
neralizadas» [...]. En este caso, el terreno lo prefia_ enciclopédicas, que se reunían en salones aristocrá-
raron, en un primer lugar, Ios escritores de la llustra- ticos putu discuiir de todo y de todos; no.fue un
ción. " Acerhdamente obserua Antonio Caponnetto
simple fenómeno de intelectualismo pedante y
198 [¿ Nnve y r¿s Teupesrlpss

árido en torno a una nueva Biblia, la Enciclopedia


de d'Alembert y Diderot. "HJe una revorución mag-
nífica merced a la cual se formó por todá-Europu
como una conciencia unitaria, una internacional
espirifual burguesa, sensibre en cada una de sls
partes a los dolores y a las desgracias comun€s, g
que fue la mejor preparación áe la rebelión san_
grienta ocurrida luego en Francia.,,

Y-
uri dice, acaeció que en ltalia, en Francia y
en Alemania se discutían las mismas cosas, las mis-
mas instifuciones, los mismos principios. cada nue-
va comedia de Voltaire, cada ,,panfleto,' nuevo era
cgmo una chispa que pasaba por los hilos ya tendi_ CapÍrur-o TrRceno
dos entre Estado y Estado, g eue enconhában los
mismos consensos y las mismas oposiciones en to-
das partes y a la vez. De modo,quu cuando las Las sociedades
bayonetas del ejército de Napoleón tt"gurá" á u, secretas
Iugares conquistados, encontraron yult camino
allanado por un ejército invisible de libros, ae ápú.-
c¡rl9s, de panfletos, derramados desde tb,rís a plrtir
de la primera mitad del siglo XVIil, y que f,áUiu"
preparado a los-hombres y a las instiiuciones para
la revolución. 'nMás tarde, una vez que ros hechos
en Francia consolidaron de nuevo la conciencia,
bastaba un movimiento popular en parís purá pro_
vocar otros análogos en Milán, en Viená, y hásta
en las aldeas más pequeñas. TMo esto párá.e nu-
tural, espontáneo, a los facilones, pero en realidad
seríq incomprensible si no se conocieran los facto-
re1 d.e culfura que-contribuyeron a crear aquellos
estados de ánimo dispuestos a estallar por unu .iu-
sa que se consideraba común.,,
Varios son los pensadores que han creído detec-
tar en el telón de fondo de la Revolución, e incluso
en sus propios prolegómenos, el influjo de algunas
sociedádes misteriosas. Resulta, pues, imprescindi-
ble abordar dicho tema.

I. La masonería

En su magnífico libro La franc-mqsonería y la


reuolucíón íntelectual del siglo K/lIl, Bernard Fay
nos ofrece diversas pruebas de que en la lucha inte-
lectual del siglo XVIII fue la francmasonería factor
principal. ?atemos de adenbarnos en la considera-
ción de este asunto, arduo y complejo, por cierto.
202 [¿ y
Nave Y us TeupEsrADES
L¡ Revor-uclÓN FRewcesn 203

L. Los orígenes ing/eses de la masonería


de "grados" o jerarquías, desde los simplemente
iniciádos hasta los más altos dirigentes, a quienes
El padre Ricardo García Villoslada nos revela probablemente nunca lleguen a conocer los que
en su Hisforio de fa lglesia Católica,los orígenes ie un.runtran en los grados inferiores' Para no po-
de la rnasonería actual. Tirvo esta organización sus cas de estas cosas se inspiraron en los anüguos rnis-
comienzos el año 1777 , fecha en que se abrió en terios orientales, por ejemplo los de Eleusis o de
Londres "la primera gran logia". Fue allí donde se Mitra, así como en las costumbres de los gremios
determinaron y precisaron los fines reales de tal mediávales, e incluso en atgunos elementos del
sociedad, aparentemente filantrópica y humanita- cristianismo, de la cábala judaica, etc. El objeüvo
ria, que encomia la tolerancia mutua y la libertad era instituir una especie de religión nattrralista, que
absoluta de conciencia, si bien protegiéndose con debería un día suplantar a las demás religiones'
un riguroso secreto. Dicha filantropía la propugnan
En cuanto a sus orígenes históricos más remo-
realmente, pero de hecho la reservan a sus propios
miembros, ayudándose mutuamente para escalar tos, se han tejido diversas fábulas, todas las cuales
puestos de influencia. Entre ellos se consideran y les ayudan a permanecer envueltol en 9l misterio
y atíbuirse antigüedad legendaria. Se.refierenl Por
se llaman "hermanos", buscando constituir una
gran sociedad internacional, cuyo influjo sea real- á¡emplo, u un urquitecto de nombre Hiram, rey de
mente universal. Tito, qui"n, juntamente con un grupo de fenicios,
uyuáuion a §alomón a constuuir e[ temp]o de Jeru-
Se sabe que en el fondo del corazón humano, si¿n (cf. 1 Re 5, L5-26\; de ellos se declaran suce-
aunque se tate de ateos, late una tendencia incoer- sores o vengadores. Recurren, igualmente, a los
cible hacia lo trascendente. Por eso los masones misterios ae fgipto o de Grecia, como si allí se
dieron a su agrupación un aspecto religioso y mis- enconkasen sus raíces histórlcas. Támbién fuaen a
térico, lo cual, por oha parte, les resultaba conve- colación una supuesta corporación de artes y ofi-
niente para encubrir mejor sus fines y su verdadera cios fundada en Roma por Numa Pompilio, ocho
naturaleza. De este modo, convirtieron sus "lo- siglos antes de la era cristiana. Asimismo pretenden
gias", como llaman a sus lugares de reunión, en .ñfuon.urse en la Orden de los Templarios, etc'
una especie de santuarios o templos, idearon ritos,
ceremonias y objetos simbólicos, capaces de ali- Lo que parece más verosímiles cierta proceden-
mentar satisfactoriamente e[ sentido del misterio, cia de quienes en la Edad Media se llamaron a sí
mismos /ro nc-malons, que significa "constructores
impusieron compromisos y exigieron el juramento
de observar riguroso secreto acerca de sus últimas libres", ó "ulbuñiles", agrupaciones formadas por
intenciones. Dividiéronse, asimismo, en multitud arquitectos, alarife§ y rmaestros,de, obra-s,,'que se
asóciaban ántre sí para independizarse de los gre-

Á
204 L¡ Nnvn v us Te¡*pESTADEs 205
L¡ Revouue¡ÓN Fnn¡¡cese

mios oficiales, reconocidos como tales en cada ciu-


Atgo semejante sucedió en otros países. Pronto los
dad, pudiendo asitener las manos libres para llevar
miámbros de este gremio fueron' adquiriendÓ' nue-
a cabo grandes sonskucciones, sea de catedrales
vos privilegios y exenciones, con lo que llegaron a
o de edificios p(blicos. El espíritu de aquellos gru-
pos seguía siendo profundamente cristiano, aun en
conitituir una corporación poderosa' capaz de in-
fluir incluso en la política'de los Estados, por lo
el siglo XVtl. Se dice que esos "constructores li- que algunos rnovirnientos político§ ingleses procu-
ráron óue dichas sociedades se pusiesen de su par
bres", al esparqirse en todas las regiones de la Cris-
tiandad medieval p4ra levantar los templos del esti-
te. Mái de un noble influyente, inhigado por el
lo gótico, eu€ en su nomento fue tan novedoso
secreto de los albañiles, amigo de vigilar o seguir
como arquitectó¡igamente atrevido, conservaban
de cerca los edificios que había encargado' y cono-
sus secretos profesionales. Los conshuctores de
ciendo el posible potencial del grupo, se ha de ha-
iglesias de esá época, en que no había arquitectos
ber hecho admitir, de uno u otro modo, en Ia co-
especializadqs o escultores profesionales, debían
fradía.
conocer por si mismgs un gran número de técnicas
que guardaban 9n su memoria de generación en La decadencia sobrevino en el Renacimiento'
generación. Algunos de dichos conocimientos pro- Ya no se constuían casi catedrales y se erigían po-
venían de Frañciá, otros de ltalia. También Biian- cos monasterios, por lo que la importancia de los
cio, Siria y Perqia aportaron su contribución al arte albañiles se fue diluyendo. con todo, conservaron
de las catedrales. Tates preceptos, esenciales para parte de su poder. Se construía menos, pero en
el ejercicio de su profesión, revestían a sus ojos tambio 'lse fiiosofaba" más, y de ese modo la cor-
carácter sagrado, por lo que custodiaban celosa- poración recaló en la política. En 1646 los freema-
rnente las prácticas y el secreto que los rodeaba. ionr de Londres adrnitieron en sus filas a miembros
Es cierto que cosfumbres análogas se podían en- de una sociedad filantrópica, también secreta, que
conkar en otros gremios, como por ejemplo el de se llamaba Rosacruz -Bose -croix-, organizada en
los irnpresores, pero los qgnsfuuctores de cátedrales base a las ideas de algunas novelas de Juan Valen-
se sentían depositarios de una tradición más anti- tín Andreas, profesor de Tubinga, que vivió entre
gua y augusta. Por lo demás, entre ellos se recono- 1586 y 1654, y tomó el nombre de Christian Ro-
cían por ciertos signos convencionales -hiángulos, senká2. En ei siglo XVII se fundaron logias filan-
compases, escuadras, martillos, estrellas de cinco hópicas de "rosacruqes" bajo la presidencia.de Elías
puntas-, eml¡lemas que frecuentemente dejaban Asñmole, alquimista y astrólogo, que fue alparecer
impresos en sus obras. quien inirodu¡o la leyenda simbólica del templo
de Salomón, iomo templo paradigmático de aquel
En los siglos XIV y XV había en lnglaterra quie-
que buscaban constuir en los espíritus- Hoy Rosa-
nes se llamaban freestoremosons o freemosons.
ciu, es el grado 18o de la masonería.
206 L¡ Neve y us TeupEsrADES L¡ Revor-uc¡Óu FnnxcesR 207

Decíamos más arriba que en el año LT|Z se cos allí acaecidos. La victoria de los Hannover so-
fundó la gran Logia de Londres, piedra basal de bre los Estuardos, herederos aquéllos de la rnaso-
la masonería universal. Fue entonces cuando la nería, con la consiguiente derrota de los católicos,
antigua masonería pasó formalmente de Ia cons- tajo consigo la terminación de las luchas intestinas.
trucción materialde edificios a la idea de conskuc- En torno u-iu.orona vencedora se agnrparon todas
ción espiritualde la sociedad -construcción simbó- lás fuetzas de la nación: nobleza, milicia, clero y bur-
lica del templo-, según las máxirnas del deísmo. guesía. Según elpunto de vista de los ingleses pro-
De esa fecha data la masonería doctrinaria y filosó- ieitantes, lu .uru de Hannover era el símbolo de
fica, abocada a Ia erección del templo universal su unidad y de su hegemonía; en el campo político
de una religión sin dogmas y de una moral inde- V .utt'.ttrl íepresenta6a
part la cosmovisión de los
pendiente de toda idea religiosa. íencedor"r y para los filósofos racionalistas el em-
Cuando estalle la Revolución francesa ya hacía blema de la iabidurta potíüca y el más perfecto ejem'
tiempo que la masonería estaba acfuando en diver- pfo a" un gobierno "ilusüado". Tal abibución no fue
sas partes de Europa. Grupos numerosos de per- iortuita y Iu rnutonería contribuyó a su logro más
sonas, que se creían de élite, tataban de crear nú- qu" .ruiquier oha fuerzasocial, poniendo al servi-
cleos de reslstencia a [a [glesia, irritados por la doc- áo de los Hannover los ingentes recursos de su pro-
kina que impartla y deseosos de obtener poder e paganda. En cualquier lugar donde se instalase una
independencia. Enfue ellos estaban aquetlos Rosa- iogTu, se colocaba bajo la égida de [a autocracia
cruces de que hablamos. Encontramos, asimismo, in[teia de los Hannoveq protestante y liberal'
aldeísta inglés John Toland, fundador de una *aso- Bernard Fay destaca la influencia de una figura
ciación socrática", eu€ anhelaba someter todo al relevante para nuestro propósito. Se trata de Jean-
imperio de la rceóny el sentido común. Desde ha- Théophil" Detuguliers, hijo d-e u[ Pastor hugonote,
cía tiernpo varias tendencias de ese estilo se volvían
nacido en La Rochele en 1683. Sus primeros años
hacia la francmasonerÍa. Cuando se creó la Gran fueron arduos, ya que lo-s hugonotes estaban en [a
Logia de Londres, pronto se convirtió en el centro mira de los t"yét dá Francia, al punto que §u fami-
de coordinación de aquellos grupos. Desde Lon- lia debió emigrar muy pronto para Inglaterra, radi-
dres comenzaron a extenderse por toda Europa, e cándose en Lóndres, donde Jean, nombrado cape-
incluso América. De modo que es clara la relación
tlán de un templo francés hugonote, acabó por con-
entre Inglaterra y la masonería. Los viajeros de ese
vertirse en el gran pedagogo de la Inglaterra hanno-
país, fuesen diptomáticos, comerciantes o militares,
veriana. El espíritu de Desaguliers se kasunta por
se empeñaron en fundar logias por doquier.
doquier en el iibro Las Constítuciones de los franc-
masones, con la historia, deberes y reglas de esta

&
La aparición de la masoneríaenlas islas británi-
cas está en directa conexión con los hechos políti- anligua g uenerable fraternidad. Compuesta para
208 [¡ Nave y r.qs Tc¡,IpESTADES
L¡ Revoruclór.¡ Fnrutcrsn 209

uso. de /os /ogios.-La obra, traducida al francés,


incluye una parte histórica y una exposición siste- mundo para instaurar un orden socio-político acor-
mática de los deberes de loi francmasones. Al co- de con las nuevas ideas, que no son sino una're-
mienzo se pue.de leer: ,Adán, nuestro primer pa_ posición de las primitivas. "Un masón está obliga-
dre, creado a do por su profesión a obedecer la ley moral; y si
iqagen de Dios, el gran'arquiiu"to
del universo, debe haber vivido ón hs iiencias tiene una comprensión juiciosa del arte nunca po-
libglalgs y la geometría grabadas iu drá ser un ateo estúpido, ni un libertino ineligioso
[...]" Dichos conocimientos, prosigue ""i*¿n
"n diciendo, [...]. Lo más conveniente es no obligar [a los maso-
pasaron a sus hijos, particularmentá Caín y
Set,
n"iJ u pertenecer a ofoa religión que no sea aquella
pues Abel, al morir tian joven, no contó
.on sobie la cual todos los hombres están de acuerdo,
"iti"rn-
po suficiente para completar sus esfudios, quuáun- con facultad de elegir sus propias opiniones indivi-
do así trunca su formación ,,masónica,,, mientras duales, de modo que basta con que sean gente
que su hermano caín, capaz de construir una
ciu- buena y veraz, honrada y proba, cualesquiera pu-
dad, se reveló como albánir eminente. posterior- diesen ier las diversas religiones o sectas a las cua-
mente los profetas, elpueblo israelita y elreysalo- les perten ezcant de modo que la masonería habrá
món recibieron y desarrollaron el artáde la-maso- de ier el centro de unión y el medio de crear una
nerfa. Ello no significa que fuese ignorada del todo verdadera fraternidad entre pe§onas que sin ella
por okas naciones, como los asiiios, los egipcios quedarían para siempre divididas." La nueva ma-
v lgs.qiegos. De al]í pasó al imperio ,órunáIÉ.n"- ünería apáre"e así como una especie de telón de
bándolo hasta el último rincóñ de su ao*¡i¡á. arr fondo de todas las religiones reveladas, en el su-
fue corno llegó a Inglaterra, donde to,,r¡onár,'q"" puesto de que ya no hay distinción enke lo terrestre
por su manera de ser y su concepción aá h polrti.u y lo sobrenatural. No se tratará, pues' de desbuir
tenían predisposición a Ia liberfad y a la filoiáfru, Ías iglesias, sino de reemplazarlas, merced a la ins-
la acogieron con gozo y la hicieron progresar a lo tauración de las nuevas ideas.
largo.de los siglos; Ios tiempos modárnJ., po, Guillermo Gueydan de Roussel, en un excelen-
fin,
y la dinastía de los Hannoú"r Ie restituy"ion todo te capítulo de su libro ElVerbo y el Anticristo,.bujo
el esplendor y la importancia que habíaí .ono.iao el nombre de "La conquista de la opinión pública
en sus mejores épocas. A Cristo sólo se lo mencio_ francesa de parte de tnglaterra en el siglo XVIII"',
destaca el pósible influjo masónico de la Enciclo-
La historia masónica de la humanidad, segui- pedia de Chambers, a que anteriormente aludi-
mos leyendo en la obra de Desaguriers, rá Éoniun- mos. Atlí se llama a los francmasones a uery ancient
d.e, con.los.progresos científicos y
materiale, qr. Society o! body of men, remedando y buscando
el hombre ha ido logrando desdá u .rni.iáni"r reempiarar el concepto cristiano del cuerpo místico.
Dideiot se inspiraría en ella. Había que establecer
270 [¡ N¿ve y t¿s Te¡lpEsrADES
[¡ Rsvor-uclÓN FnnncesR 27L

grancuerpo universal, fundado en el cosmopo-


.yn
litismo de la igualdad, la libertad y ra fraterniáad. lando por las calles antes de reunirse en un ban-
quete y elegir al gran maestre. En realidad no era
Bernard Fay señala que la masonería cons ervó sino un remedo de Io que anteriormente hacía la
la antigua tradición que tenía su origen en las cor-
Iglesia católica, con su liturgia, sus dogmas, su mo-
poraciones medievales, de dividir án dos niveles
ral, tu preocupación por las obras de misericordia
a sus miembros: aprendices y compañeros. Desde
espiritual y corporal. Tht triunfo se debe principál-
el principio trataron de elegir con cuidado a sus mánte al Desaguliers, el hugonote lúcido, quien dio
candidatos. Debían ser ranoi, de buena presencia,
a la sociedad el impulso intelectual que la lanzó a
de-integridad ética g, €h lo posible, no.ár"ntes de
la conquista del mundo.
influencia social. A juicio aá la ru.iu, la lglesia era
Ia culpable de que la civirización fuese a ia deiiva. El influjo de la masonería llegó a las fuerzas ar-
se hacía preciso ofrecer al mundo una nueva áris- madas, quienes tuvieron un papel importante en
tocracla, fundada en hombres sabios y nobles. De su propagación, no sólo en las islas británicas, sino
dicha idea brotó la estrecha unión que medió entre también án las colonias inglesas de América, de la
lndia y de Gibraltar, todo ello promovido por ofi-
h 19b]gra y la masonería en la Eiropa del siglo
xvlll. No ignoraban los nobles que al incorporarse ciales de carrera. Otro fenómeno que caracterizó
a las logias ponían en peligro algunos de sus anti- a la masonería inglesa fue que el clero anglicano
guos privilegios, pero al mismo tiempo presentían entró en masa en sus filas. Elhabajo de descristia-
que adquirirían tÍtulos nuevos y una auioridad re- nización en Inglaterra se hizo en buena parte desde
forzada. Frente a una monarqu ía detenaá"cia ."n- dentro del cristianismo. La masonería fue el princi-
talizante ño podían menos que sentirse fuertemen- pal instrumento de dicho proceso, aportando ele-
te akaídos por esta sociedad internacionalista don- mentos racionalistas y mitos no cristianos a la vida
de se les tuataba con respeto y donde podían hácer religiosa de Inglaterra, como lo haría luego en todo
gala de sus akactivos personales y de sus aficiones Europa. A partir de entonces las logias masónicas
más enfuañables. Apreciaban los discursos, los brin- y el clero de las iglesias se imbricaron mutuamente.
dis, el espírifu de filantropía que se cultivaba en la Así la masonería se fue extendiendo sin pausa.
sociedad y, sobre todo, su exaltación de un ,.modo La [glesia advirtió elpeligro y fue entonces cuando
de vivir filosófico'. Se les ofrecía, asimis*o, .áru_ el pápa Clemente XII publicó la ¡:rimera bula de
monias misteriosas y solemnes, ritos de iniciación, excomunión.
reuniones periódicas, grandes encuentos bimesfu a-
les, imponentes reuniones anuales en las que toáos
los masones de Londres se hacían presuntá con

&
su uniforme rifual, su mandily sus iniignias, desfi-
2L2 L¡ Nave y r¡s Teupesr-noEs
Fnn¡lcese 213
L¡ Éevoructó¡¡

2. La tesis de Barruel
do a Bohemia, para eiercer Ia docencia, más ade-
lante a Moravia, y finalmente a Viena. El periplo
Nos vamos a detener en la tesis del padre Ba- por Alemania y Austria [e permitió conocer de cer-
rruel sobre el tema que nos está ocupando. A su ta los progresos del espíritu racionalista, y de ob-
juicio hubo un complot masónico en regla, minu- servar hasta qué punto la mason ería y el {ilosofis-
ciosamente preparado de antemano, y luego pun- mo habían logrado contaminar a los intelectuales
fualmente dirigido. "En la Revolución francesa to- y dirigentes dá aquellos lugares. En 1773 Clemente
do, hasta sus crímenes más espantosos, todo ha kV Jr.rptimió h Compañía en todo el mundo' Bue-
sido previsto, meditado, combinado, resuelto, esta- nu parin de sus miembros pasaron a ser sacerdotes
tuido [...] por hombres que tenían el hilo de las iu.Lht"t. Así lo hizo Barruel, partiendo poco des-
conspiraciones urdidas en las sociedades secretas." pués a ltalia, en compañía de un joven del que
Así Barruel resume la historia de lo que llama "el Zru pru"uptoi. Luego retornó a Francia en 1774'
jacobinismo". Luis XVI ácababa áe acceder al trono y Barruel
saludó ese hecho publicando su primera obra: Oda
iQuién era Augustin Barruel, a veces llamado
para el glorioso aduenimiento de Luis Augusto'
de Barruel? Nació en 1741. Su padre había sido
funcionario de la cancillería en el Parlamento de Ahora contaba con bastante üempo libre, lo que
Grenoble. El joven Agustín esfudió en el colegio le permitió dedicarse a[ estudio con mayor intensi-
de los jesuitas, donde enseguida se destacó por su dad. Adversario resuelto del "filosofismo" y de la
brillante inteligencia, Pronto se sintió llamado al impiedad, estaba dotado de un fogoso talento de
sacerdocio, y entró a los quince años en el novicia- poiemista que lo llevó a impugnar los P:incipios
do de la Compañía de Jesris. Ti,as terminar sus pri- ,nir*ot de ia Revolución, sin esperar a L7B9' In-
meros esfudios fue enviado a Toulouse como pro- mediatamente el partido de los "filósofos" vio en
fesor de humanidades. Poco después sucedió algo él a un enemigo peligroso y apuntó sus- cañones
que jamás se hubiese imaginado. En 1764 el Parla- literarios en roñtrá suyo. Era el año 1784. Barruel
mento de París, compuesto en su mayoría por ma- respondió en un periódico valiente,lAnée littérai'
gishados jansenistas y galicanos, decidió suprimir re,^que no temía atacar a Voltaire y a ofuos 'Tilóso-
la Orden fundada por San Ignacio en el ámbito foi"'en boga, En 17B8 tomó la dirección del Jour-
de Francia, Barruel tenía por aquel entonces 23 nal ecclé.siásÉique, donde escribiría hasta L792.
años. Su vocación era sólida, y puesto que el exilio cuando se abrieron los Estados Generales, fue uno
se le volvió necesario si quería ser fiel a su compro- de los representantes del clero. Allí se opuso con
miso religioso, prefirió kasladarse a Alemania, don- llamaüvo coraje a la implantación del divorcio y
de pronunció sus primeros votos. Luego fue envia- la Constitución Civil del clero, episodios de que
luego trataremos con [a debida extensión'
214 L¡ Nnve y i¡s TeupEsrADES
[¡ RevoluclóN Fnaxcesn 215

En 1789, e[ año mismo en que estalló Ia gran


revuelta, publicó una obra que liamó Díscuiso siguiente dio a conocer un eshrdio: CuesÉión nacio'
so-
bre las uerdaderos cousCIs dá ta Reuoruci¿n. Árrr," nal sobre la autoridad y sobre los:derechos del pue-
ve cómo desde el principio comprendió cabalmen_ blo en el gobierno, donde examina la Constitución
te las motivaciones profundas áer levantami""to. Civil del clero, rechazándola de manera frontal. Ob-
A su juicio, fueron piincipalmente aor. t-u pilÁnru viamente no era posible que ello quedase impune,
era de orden sobrenatural, a saber, la voluttáa por lo que en 1792 debió esconderse para salvar
¿"
la Providencia de Dios, que quiso castigar a Francia et pellejo, y tas cambiar varias veces de alojamien-
por haber dado a Europa durante toao el to, escapó a Normandía para embarcarse luego a
siglo
xvlll un ejemplo perverso de desorann intul".tuut Inglaterra. Allí fui cordialmente recibido, ya que si
y moral. La segunda causa, de orden nafural-, bien la opinión pública inglesa al principio había
era
la existencia de considerado favorablemente la Revolución, dado
.un complot contra ,,iluñrinadás,,,
lu lgbsü y el
que todo el "establíshement" estaba imbuido de
Estado conducido qor..u1 grupo de
los llarnados "filósofos". tátaiea de estos ideas masónicas, poco a poco, ante el espectáculo
ltti*or, de las atrocidades que se cometían en Francia, el
sostiene, se vio favorecida por la decadencia
dei
clero, ella misma provocadi por el nornbramiento entusiasmo había mermado. El libro del diputado
de obispos mediocres, elegidos dñ;;iril';;"_ de los Comunes Edmund Burke, Reflexiones sobre
nudo por razones mundañas, sin tener en cuenta la Reuolución de Francia, que tuvo gran rep€rcu-
su aptitud religiosa y cultural; esto mismo forma sión, no dejó de contribuir al esclarecimiento de
igualmente parte der castigo providenciai. pá, los ingleses.
ro
dernás, en su libro, el autoránáfiru.on *r.f,ufr"_ En 1795 apareció su gran libro: Memorias para
cisión el estado político de Francia; si bien sosti'ene seruir a la historia deljocobinísmo. Allí atribuye la
la monarquía absoluta, la distingue cuidadosu*"n- gestación del hecho revolucionario a una triple
te de la tiranía, ya que el rey, Jo*o explica, debe áonspiración, la de los incrédulos, que buscaban
respetar el orden natural,_o lo que el Aiciei Régi_ derribar el cristianismo; la de los republicanos y
rne llamaba las leyes fundamentares aer náino,
asr francmasones, que querían derribar los tronos; y,
como la autoridad divina de la cual es vicario en finalmente, [a de los iluminados, que apoyándose
el orden temporal. Barruel fue, sin duda áijunu, sobre los primeros, unían [a impiedad y la anarquía
el precursor de una serie de briirant"r p.nuáüorn. para derribar toda religión y toda autoridad. El li-
contrarrevolucionarios, a los que luego ños referire- bro fue impreso en Londres en L797 , suscitando
mos más puntualmente. una enorme polémica. Los masones le respondie-
En 17?0, es decir, en años ya aciagos, publicó ron con numerosos escritos. Burke, poco antes de
varios folletos sobre el 'Juraménto .lrico;.'el morir, [e envió una felicitación donde le decía que
año
la obra "haría época en la historia de los hombres".
216 L¿ Neve y ms Te¡upESTADEs
L¡ Fnn¡¡cssR
Revor-uclÓN Fnn¡¡cssR
Revor-uclóN 2l'7

Después de diez años de exilio, Barruel volvió


su pakia en 7802. al año siguiente de que se volución, haciendo de ello un timbre de gloria para
? su secta. Gracias a Dios, la obra capitalde Barruel
firmase el Concordato entre el papa y Napáleón,
que suscitó tantos problemas. Allí siguió estudiando ha sido reciententente sacada del cofre de la histo-
y escribiendo, si bienbajo la vigilaniia de la policía, ria, donde esfuvo encerrada por siglos, gracias a
en razón de haber sido anüguo emigrado. Manfuvo la editorial 'Di//usion de la Pensée Frangoise", QD
Íte-
entonces arduas polémicas con ál ex-sacerdote dos gruesos rolú*enes. Sea lo que fuese de la
sis conspirativa" de Barruel, [o cierto es que su
jui-
Grégoire, entonces senador, principalmente rábrn
el tema de Ia soberanía del pueblo. En 1g15 tuvo cio se funda en una rica documentación conserva-
la alegría de ser readmitido en la compañía de Je- da en distintos lugares, pero sobre todo en lq§ ar-
sús, que el papa Pío vlr había restauraáo soremne- chivos de la Compañía de Jesús- Eljesuita afirma
mente. Aunque ya anciano, se abocó a escribir una la existencia de dos cenkales secretas de la Revolu-
gran obra para refutar Ia filosofía de Kant. pero ción: la masoneúay los "iluminados" de Baviera'
Trataremos separadamente de ambas fuentes' Por
lo !1uo tiempo de terminarla. Murió en 1820, a
los B0 años de edad. el mornento nos centaremos en las grandes logias
de Francia, a las que pertenecieron los principales
su obra es impresionante. Toda una existencia dirigentes de la revolución cultural que precedió a
consagrada a habajar por Ia buena causa. pero la ángrienta. Nadie hoy podrá negar que fue el
pronto, fuas ser casi universalmente calumniado por duquáe Orleans, gran maestre delGran Oriente,
Ios enemigos de Ia Iglesia y de la Cristiandud, pásO quián contuibuy ó de manera fundamental a la fi'
a[ olvido, principalmente por Ia acción incansable nanciación de la Revolución sangrienta. Asimismo
de los masones, dedicados a desacreditarlo. En tor- en sus respecüvasMémoires, varios jefes revolucio-
no suyo se hizo la más espesa conspiración del si- narios, como por ejemplo Lafayette, hablan de una
lencio. Quizás lo que más temieron sus enemigos "mano invisible" que dirigía los acontecimientos'
fue Ia lucidez con que logró descubrir y denunáa, También Augustin Cochin, Mons. Debassus y Ber-
los fines reales y teológicós de la Revoiución. nard Fay, toáos especialistas en la historia de las
No son pocos los que se han burlado de su tesis sociedaáes secretas, han creído constatar algo se-
"complot", acusándolo de ingenuidad simpiifi_
del- mejante.
cadora.o d" apego a las teorías óonspiracionistas. Pruebas no faltan, y nos las ofrece puntualmen-
Sin gmlargo, a fines del siglo Xlx,'después áel te el mismo Barruel, de lo que en el siglo XVIft es-
triunfo de la masonería en Fiancia bajo lá Tercera taban kamando las logias de Francia, en conexión
República, algunos escritores masóni.ór rn.onocie- con las de otos países de Europa, DelComité Cen-
ron la realidad del complot antes y durante la Re- tral del Gran Oriente Francés de París salió un ma-
nifiesto "a todas las Logias masónicas", por e[ cual
218 [¡ Nave y us Te¡,rpESxADEs [¡ R¿voluc¡óN Fn$¡cesa

"todas las Logias son intimadas a confederarse, a


verdad las 629logias con que contaba Francia en
unir sus esfuerzos para sostener la Revolución, ha_
L789 estaban muy lejos de manifestar una total
cerle por doquier partidarios, amigos, protectáres,
obediencia a su Gran Maesfue, no solamente por-
propagar su llama, suscitar su espíritu, excitar ei
que se imponían diferencias de doctrina y de ori-
celo y el ardor en todos los países y por todos los gen, sino también porque la amalgama de las con-
medios que están en su poder',. Esie manifiesto
diciones sociales de sus adeptos -aristócratas; ecle-
fue enviado a Inglaterra, y también a Mena, donde
siásticos, burgueses- confería a las logias un carác-
el emperador José II fuvo un ejemplar, firmado por
ter eminentemente local." También Jean Dumont
Felipe de Orleans. Desde que aquella orden [ágó
que simpatlza fraternalmente con Barruel, señala:
q las Logias de los diversos países, todos los perio-
"Se conocen también casos de logias rnasónicas
distas se pusieron de acuerdo en cantar loás a la
claramente cristianas y además monárquicas, que
Revolución y a sus principios. Los escritores siguie-
no solamente no apoyaron la Revolución sino que
ron a los periodistas. En Alemania, Holanda e ln-
glaterra comenzaron a aparecer simultáneamente
la combatieron y la retardaron." De ahÍ que no
parece exacto pensar que de hecho hubo una es-
libros y folletos incendiarios y de masiva dishibu-
pecie de central de "genios", reunidos en torno a
ción, sobre la libertad, la igualdad y los derechos
una mesa, desde donde se planeó, con fechas y
del hombre, todos sospechosamente almismo tiem-
nombre de personas concretas, los sucesivos mo-
po. Más adelante, cuando estallaran las primeras
mentos de la Revolución. En la realidad varios diri-
guerras en el período revolucionario, los ejércitos
gentes se matarían luego entre sí, lo cual muestra
franceses lograrían triunfos con exfuana faiilidad,
que no todo fue tan rectilíneo. Pero que hubo una
Era que sus enemigos estaban ya ,'preparados',
conjura, a[ menos genérica, creemos que es inne-
gracias al espíritu de defección sembrado previa-
gable. Por eso pensamos que [a intuición capital
rnente por la inteligencia masónica en los Íilas de
de Barruel, testigo presencial y fidedigno de los he-
Ios ejércitos europeos. En algunos casos llegaron
chos, responde sustancialmente a la realidad. El
a invitar a los comandantes franceses revoluáona-
mismo autor cita las palabras de un diputado ma-
rios a penetrar en el territorio de sus propias pa-
són, e[ conde de Virieux: "Yo no les diré los secre-
trias, asegurándoles que serían bien recibidos por
tos que llevo en mi interior, pero lo que creo poder
la población local, e incluso aclamados como liber-
decirles es que todo esto es más serio de la que
tadores.
piensan; lo que se kama es una conspiración tan
Es claro que resulta conveniente matizar Ia tesis bien urdida y tan profunda, que será bien difícil
de Barruel, para no caer en simplismos, La maso- tanto a la Religión como a los Gobiernos no su-
nería no era una sociedad compacta y totalmente cumbir." Recurriremos, pues, ampliamente a los
monolítica. Como ha escrito Albert ófiivier: ,,En dos tomos del padre Barruel, reimpresos hace me-
220 [¡ Nnvr y res Te¡qpESTADEs

nos de diez años, para exponer el influjo de las cio Real, llamada "El Club de los Veintidós". Obos
sociedades secretas en la Revolución. hermanos exaltaban la libertad'y la igualdad masó-
nicas en la "Logia del Candor", balbuciendo ya
los futuros "Derechos del hombre".
3. Penetración masónica en
la Francia pre-reu ol ucionaría Los elementos más puros y más activos de la
masonería se enconhabár', la "Logia de las Nue-
llamada"nquizás en homenaje a
ve Hermanas", así
Vayamos a la Francia que precedió a los aconte- las nueve musas, hijas de7*us, que patrocinaban
cimientos revolucionarios, en pleno siglo XVI[. Ya las artes y las ciencias. En ella se reunían Condor-
en la época de Luis XV los "filósofos" y los maso- cet, Desmoulins, Danton, el padre Noel, 9l padre
nes trabajaban de consuno, de modo que se hace Muiot, y otros. Allí se predicaba la "sabiduría" y
imposible exponer los progresos de los unos sin ia "virtúd", se inculcabá, con unfuosa solemnidad,
atender alde los otros. Se trataba de una auténtica un culto superior y rnás antiguo, más amable y más
comunidad de odios y de sistemas, escribe Barruel, "filosófico" que el de los católicos, demasiado pri-
de una sola y misma conspiración, que a veces apun- mitivo y vulgaa se postulaba la justicia social y al-
taba a los altares de Cristo, y otras a los konos de gunas ieformas ¡uridicas. Pero, por sobre todo, se
los reyes. De hecho casi todos los "filósofos" fran-
[ropiciaba la difusión de "las luces", 9. la admira-
ceses se incorporaron a la rnasonería, y ello desde
tiOn mas rendida a las enseñanzas de la revolución
varios años antes de la Revolución. Sólo Voltaire se de los Estados Unidos, inculcándose el culto del
resistió a ingresar en dicha organización. Pero a los porvenir, tal como elcurso inexorable del progreso
80 años cayó del caballo, como Saulo, entendien- se hallaba en vías de PrePararlo.
do que lo que escribía era totalmente coherente con
lo que pensaban las logias. Se inscribió entonces En L773 se llegó a unificar, a[ rnenos teórica-
en el "Gran Oriente" de París. mente, todas las logias en una Gran Logia Nacio-
nal, el Gran Oriente Francés. Esta Gran Logia, in-
Varias fueron las logias de Francia congregadas dependiente de la matriz inglesa, era dirigida por
bajo diversos nombres: 'Amigos Reunidos", "Reu- uná Asumblea de "Venerables". Su gran maesbe
nión de Extranjeros", "San Luis de Martinica", fue nada menos que Luis Felipe de Orleans, duque
"Elección", "Contrato Social", "Centro de Ami- de Charkes, primo delrey Luis XVI y futuro "Felipe
gos", etc. Esta última, constituida el día antes de Igualdad,,. Dádo elcarácter individualista de los fran-
que se reunieran los Estados Generales, funciona- .Zrnr, sólo después de algunas vacilaciones se lo-
r,ía durante toda la Revolución, incluida la época gró organizar este gran maestrazgo, el cual.s.e con-
del Terror. Sieyés formó una nueva logia en el Fala- uirtiO án el cento de toda la acción proselitista en
222 L¡ Neve y r¡s TeupESTADES [¡ Revot-uc¡óu Fnelcese 223

el Reino. Al Gran Oriente pertenecían los diputa- didos, que no pueden sufrir parangón alguno con
dos de las logias diskibuidas en las diversas ciu- la ascétiia y la mística católicas, desde Santa kresa
dades del país, con el encargo de transmitir las ór- a Charles de Foucauld, pero sin embargo en aquel
clenes de la logia centaly de noüficar su ejecución. tiempo no dejaron de resultar atractivos y hasta
Por ternor a que un falso hermano o incluso un fascinantes para personas más curiosas qu€ refina-
masón extraño al control del Gran Oriente se mez- das. Asimismo suscitó interés su ideario filosófico,
clase con los verdaderos adeptos sin ser por ellos tan simple y limitado como el que ellos ofrecían.
conocido, contaban con una palabra clave, un san- Particularmente afuaía el recurso alsecreto y el mis-
to y seña que cambiaba todos los semestres, regu- terio, que le daba a la secta cierto carácter esotéri-
larmente enviado por el Gran Oriente a todas las co. Oüo tanto se diga de su convocatoria a la frater-
logias que de é[ dependían. nidad universal. Lo cierto es que lograron crear una
Así el influjo de la masonería se fue extendiendo atmósfera nueva, recurriendo al poder de la imagi-
paulaünamente en Francia. Su programa hecho de nación. 'Así fueron llevando adelante su cruzada
ideas simples, casi rudimentarias, como las de liber- -escribe Fay-. Su gran invención fue instaurar en
tad, igualdad, fraternidad, razón, progreso, sin en- el mundo bajo el nombre de ofraternidad" o «amor
fuar en sutilezas, logró que a la larga dichas ideas fraternalr, la era de la camaradería, heredera y reem-
se convirtiesen en pahimonio social, e incluso se plazante de la caridad cristiana, como que su gran
fueran transformando en certidumbres colecüvas. bbru intelectualy mística es sustituir a las religiones
Por lo demás, el rifual barroco que se practicaba dogmáticas y a[ misticismo espiritualista, una reli-
en las logias, los banquetes solemnes, así como su giolidad científica y un misticismo cósmico.l'
jovialidad pomposa y afectada, si bien podían re- La novedad que presentaban al mundo de su
pugnar a un espírifu selecto, al estar envueltas en época no carecía de un encantador anacronismo'
cierto ropaje de misterio y misticismo, llegaron a Apelaban nada menos que a volver al estado puro'
crear una 'latmósfera" intelectual, Como escribe pievio a la civilización corruptora. En una de sus
Bernard Fay, "más que ninguna oka fuerza, más inskucciones leemos: "La primera edad dal género
que ningún otro cuerpo constituido en el siglo humano es la de la naturaleza salvaje y grosera'
XVIII, la masonería supo atraer a los hombres, La familia es la única sociedad; el hambre, la sed,
despertar en ellos el deseo y la curiosidad". A no- fáciles de contentar, un abrigo contra la injuria de
sokos nos podrá parecer ridículo el rihralmasónico, las estaciones, son las únicas necesidades de este
con sus mandiles, escuadras, martillos, compases, período. En este estado el hombre gozaba de los
la fraseología indigesta inspirada en Ia cábala, el dos bienes rnás estimables: la iguatdad y la libertad;
talmud, los filósofos neoplatónicos, árabes u orien- gozaba de ellos en toda su plenitud; habría gozado
tales, superficialmente estudiados o rnal compren- áe eilos para siemprc si húbiera querido ságuii ta
224 L¡ Nnve y us Teupesreoes
L¡ Revoruclór.¡ FnnNcesn 225

ruta que le indicaba la Natura [...]. Luego, se desa-


rrolla en los hombres un gerrnen deggraciado, y La imagen que daba en Francia un cristianismo
su calma, su felicidad originaria desaparecen. A históricamente fragmentado por las luchas intesti-
medida que las familias se multiplicaban, los me- nas que el paso de los años no había logrado sub-
dios necesarios para su sostén comenzaron a faltar; sanar, ya que sobrevivían, aunque fuese de manera
la vida errante o nómada cesó, nació la propiedad solapada, coadyuvaba a valorar la capacidad uniti-
[...). Aquí, sin duda, vieron cómo podían entreayu- va de la masonería.
darse; cómo la prudencia y la luerza de un indivi- Doble era su propuesta. La primera' en relación
duo podían gobernar a diversas familias reunidas, con la lglesia, vulnerar a dicha institución, desta-
y proveer a la seguridad de sus campos contra la cando sus defectos, reales o imaginarios, en orden
invasión del enernigo; pero aquí la libertad fue a suplirta; la segunda, frente a la civilización monár-
arruinada en'su base, y la igualdad desapareció quica y católica de Francia, actuar a[ modo de un
[...]. Por eso los salvajes son, en el máximo grado, disobánte, no oponiéndosele brutalmente, sino de
los más esclarecidos de los hombres, y quiás tam- una manera suül, corrosiva y conünua. Esto úItimo,
bién tos únicos libres [...]. Nosotros hemos tenido sobre todo, se manifestaba en sus rituales, donde
la libertad, y la hemos perdido para reencontrarla, ya se iban bosquejando los hechos futuros. Una
y para no perderla más [...]" áe las pruebas iniciáticas por las que la masonería
La§ logias se mosbaban como el lusar donde hacía pasar al aspirante, y ello ya antes de la Revo-
todos los franceses, rnás allá de la clase a que perte- lución, consistía en hacerle llevar a cabo la ejecu-
necían, podían reunirse en un pie de igualdad y ción en efigie de un rey de Francia, sobre un mani-
con una sensación de fraternidad que hacía pasar quí que representaba a Felipe el Hermoso, el mis-
a segundo plano las cuestiones religiosas propia- mo príncipe que había suprimido la Orden de los
mente dichas. Al anüguo espírihr de la nobleza fran- Templarios. El iniciado se trocaba en asesino. Pero
cesa, unida en torno a los valores kadicionales, a el que había de ser vengado no era ya Hir1m, sino
Ia caridad que había enseñado la lglesia, la maso- Jaiques de Molay, e[ Gran Maestre de los Templa-
nería sustifuye la camaradería universal, fundada rios, y aquel al que había de matarse era un rey,
en la solidaridad, que busca remedar y hasta suplir Felipe el Hermoso. Cuando el adepto salía del re-
la vieja catolicidad. Uno de los masones escribía, cinto sagrado, llevando la cabeza de ese rey excla-
en 1785, que [a más grande ventaja entre las que maba: Nekom,lo he matado. Un masón arrepenti-
la secta ofrece a sus integrantes es que "todo miem- do le detalló a Barruellas variantes de las ceremo-
bro de la orden tiene derecho a entrar en todas nias que realizaban. En una de ellas se le presenta-
Ias logias del mundo'. Así fue penehando la maso- ba al aspirante kes maniquíes que figuraba al papa
nería en el tejido mismo de la sociedad francesa. Clemente V, el rey Felipe el Hermoso y el Gran
Maestre de Malta. Sus cabezas estaban cubiertas
226 L¿ Neve y uns TeupEsrADES

con el atributo de sus respecüvas dignidades. EI en Inglaterra, donde los dos prirneros Grandes
pretendiente debía jurar odio y muerte a esas kes Maestres fueron nobles. Cuando la secta'entra en
cabezas malditas. Debía abatirlas, una a una, mien- Francia la preside el duque de Antin, a quien lo
kas gritaba: iVenganza! iVenganzal sucede Luis de Borbón, conde de Clermont. Des-
Señalábamos poco ha que la masonería se fue pués, en 777L, el duque de Charkes, más tarde
inkoduciendo gradualmente en la sociedad france- duque de Orleans, Felipe, el más rico de los gran-
sa. cllegó en algún momento hasta los propios des señores de Francia, fue nombrado Gran Maes-
reyes? Al monarca en persona no se le podía ini- tre. Por [o general las clases altas respondieron po-
ciar. Ello habría sido una imprudencia grave y peli- sitivamente a la masonería. En la propia Rusia, rea-
grosa. Pero sí se podía halagar su vanidad, decla- cia durante mucho tiempo a los avances de la sec-
rándolo protector de la masonería. A veces en los ta, se inauguró , en 1771, una logia de filiación in-
banquetes masónicos se realizaban brindis en su glesa en la que ingresó buena parte de la nobleza
honor y en el de los miembros de su familia. El moscovita, ávida de misterio e interesada por las
objetivo era claro: asegurarse [a supervivencia y nuevas ideas de los "filósofos".
aventar sospechas. De este modo, afirma Barruel,
Perc quedémonos en Francia. Asegura Crane
se puede decir que si bien la realeza no fue "inicia-
Brinton, profesor en la Universidad de Harvard,
da", sí fue "inoculada". Lamentablemente los reyes
que en aquella nación "casi todos los nobles y los
soportaron este extraño pafuocinio. Según Fay, hay
banqueros ambiciosos, casi todos los intelectuales,
derecho a suponer que antes de L764, el mismo
eran masones". Bernard Fay destaca lo curioso del
Luis XV fue englobado de esa forma en el espírifu
espectáculo en esos años febriles en que se incuba
de la masonería, aunque sin coincidir explícitamen-
la Revolución. La masonería apuntó con evidente
te con ella. En okos países hubo soberanos muy
predilección a la alta nobleza para que mediante
destacados que dieron un paso más, pafuocinando
ella se pusiese de moda en los sectores dirigentes
sin ambages la secta. En Prusia, por ejemplo, Fede-
y lograra así imponerse su propaganda filantrópica,
rico [[ no se contentaba sólo con protegerla sino
igualitaria y antinobiliaria. De parte de la alta no-
que llegó a gobernarla, y a veces con dureza, sa-
bleza fue una especie de "suicidio masónico". De
cando de ello excelente rédito para su políüca inter-
ahí el error de tantos historiadores, agrega, que se
nacional, como por ejemplo en orden a consolidar
empeñan por ver en la Revolución el resultado final
la alianza angloprusiana. En Suecia, después de
de los "abusos" delAncíen Régíme, y sólo se [imi-
un período de incertidurnbres, el rey Gustavo III
se avino a favorecerla, colmándola de favores.
tan a enconhar causas económicas y sociales, pa-
sando por alto el papeldecisivo que en dicho pro-
Asimismo la masonería trató de introducirse en ceso cumplió la alta nobleza, sin el cual jamás [a
el ambiente de la noblezo. Comenzó haciéndolo Revolución hubiera podido ponerse en movimien-
228 L¡ NavE v l¿s TeurESrADEs
TgUTESTADES
L¡ RevourctÓ¡¡ Fnnxcesn 229

to. En los dos primeros años de la Revolución, categoría, confiriéndosele enseguida el grado^dn
observa Fay, tanto el impulso inicial como los fon- gá"J*f. Pn osu esperanza quedó defraudada' Sea
dos revolucionarios y los jefes revolucionarios, pro-
io qun fuere,sintiéndose en cierta ocasión desani-
vienen de las clases nobiliarias. Si el duque de Or-
*udo por sucesivas derrotas de los norteamerica-
leans, Mirabeau, Lafayette, la familia de Noailles
nos, oyó hablar de la masonería, y solicitó su ingre-
y demás nombres tocados por el liberalismo, no so en ia logia
*Unión americana". La ceremonia
hubiesen desertado de las filas de Ia aristocracia was-
drc recepció-n tuvo lugar bajo la presidencia de
para servir el ideario revolucionario, les habría fal- masón.
hington, quien ofició allí a título de maesho
tado a los rebeldes el apoyo que les permitió triun- junta-
far desde un principio. Ahora bien, concluye el Cuando Lafayette volvió de América era'
mente con Franklin, la figura estelar de Europa.
pensador francés, "todos los nobles que se suma-
ron de golpe a la causa de las ideas nuevas, per- tigunte común se le acercaba para saludarto reve-
diendo con el tiempo sus fortunas, sifuación, cate- ,enl"men le, y algunos llegaban a ponerle. coronas
goría social y la propia vida, todos eran masones, ¿u turtut un Íu fñnte; en la Ópera, cuando se ad-
y no se podrá ver en todo esto un juego del azar vertía su presencia, los cantantes eran capaces de
so pena de negar la evidencia". interrumpir el espectáculo para entonar arias en
,,, nonor; las mujeres más herrnosas de París se le
El más brillante de ellos, el que dio el ejemplo
ofrecían; la reina misma se complacía en conversar
a los demás, el que verdaderamente impuso la mo- pri-
con él; el, rey, incluso, lo recibía en audiencia
da entre la joven nobleza de Francia, ávida de no-
,adu. buunáo descansaba de éus ocupaciones, se
vedades, fue el marqués Gilberto de Lafayette, f" uriu en su hogar, jugando con sus hljo.s, bajo la
ataído por la masonería entre 1773y 7776.lntere- mirada enterneci-doá" un piel roja que había taído
sante esta figura, de [a que anteriormente hemos
de América en calidad de sirviente y que llamaba
hecho alguna referencia. Movido por razones diver-
u ,u u*o "padre mío" ' Táles actos y circunstancias
sas: el entusiasmo militar, o el gusto de la libertad,
conmovían a todos los corazones' educados- en el
o el deseo de vengar a Francia que se había visto ,ánti*nntalismo de Rousseau, pero en especial ofre-
humillada por los ingleses, o el anhelo de defender
cían a la sociedad embelesada la fascinante imagen
una causa que juzgaba noble, resolvió embarcarse de un gran señor filósofo y masón' Ese
joven,-apues-
con un grupo de camaradas hacia América del üV á,i"untador, pertenecía al linaje de los Noailles,
Norte, previa anuencia de la Corona, en un navío
,.,r,L du los más ílustres de Francia, y se había cu-
fletado por su cuenta, para colaborar en la guerra
Uiuitá de gloria en los campos de batalla. "Pero,
de independencia de los Estados Unidos. El espe- con todo elto no habría sido nada -comenta Fay-
raba que tanto el Congreso como Washington se si su personalidad frívola y brillante no hubiese
es-
sentirían halagados alrecibir a un señor de tan alta
iado adscripta a un grupo, si a su alrededor no
230 [¿ Nnve y Lcs TeTqpESTADES. L¡ Rrvoluctón Fnnxcrse 23L

hubieran existido personas que le proveyesen de de haber faltado quienes considerasen la masone-
las ideas que necesitaba y encaminaran án alguna ría como una fuerza que podría utiliearse en servi-
dirección fervores propios que se dispersaban a los cio de la fe. iAcaso no habiaban ambos -la lglesia
cuatro vientos [...]. De hecho se sometió siempre y la masonería- de las mismas cosas' del hombre,
a Ia disciplina masónica." áu tut derechos, de la sotidaridacl, de la virtud, de
también la masonería trató cle introducirse en ta felicidad? sólo así se explica la actitud del conde
el clero, y Io hizo con gran asfucia, buscando que José de Maistre, orador de [a logia de Chambéry,
capital del departamento francés de Saboya,
quien
los sacerdotes comenzasen a poner en cuestión la
sohaba con ciear en la masonería un estado mayor
doctrina teológico-política tradicional, y creyesen
que para estar con los tiempos debían adoptiar una secreto que hubiera hecho del movimiento un eiét'
concepción nueva de su papel y de sus objetivos. álá pontificio al servicio de una teocracia universal.
Desaguliers, autor de las Constituciones de los
pio"to se daría cuenta de su grave error y pasó a
enrolarse en las filas de los pensadores confuarrevo-
francmasones..., explica en detalle cómo en una
época en que las diversas religionés habían llegado lucionarios.
a un callejón sin salida, únicamente [a masonería Para resolver tiantos equívocos y ambigüeda'des'
podía asegurar ta unión de la humanidad y formar la lglesia creyó necesario tomar claramente posi-
un cuerpo universal, reemplazando así a la lglesia .iOñ .ontra É masonerla. Los jesuitas fueron los
católica, ya perimida. He ahíla religión de los tiem- primeros en sospechar de aquella sociedad secreta,
pos nuevos, por encima de las viejas religiones, prohibiendo a sus miembros que se incorporasen
exhaustas y superadas, que sólo podrán ser'tolera- á ánu. Algunos obispos aprobaron públicamente
das" a título de 'bpiniones" dentro de la sociedad. a los párrocos que negabán los sacramentos o la
Tal fue la inteligente estrategia a la que se recurrió ."putiuru eclesiástica á los masones notorios. En
para corroer a Ia [glesia desde adentro. tigg, por la bula ln inminenúe, Clemente XII con-
De hecho las logias contaron en sus filas con denó' ánérgicamente a la masonería, y trece años
un número grande de eclesiásticos delclero secular más tarde Benedi¡to XIV renovó dicha sentencia.
por
y regular. Se ha dicho que hacia 1789, la cuarta Los galicanos, no ocultando su secreto aprecio
áquátu secta, se las ingeniaron para que las bulas
parte de los masones franceses era gente de lglesia.
Es probable que no hayan pasado de los primeros póntificias no fuesen publicadas en e[ reino de
grados. Es también posible que, seducidos por la Francia,
estrategia de camuflaje a que acabamos de aludir, Eltos insistieron en que no eran sino una socie-
muchos no vierarr incompatibilidad entre Ia fe y dad filanhópica, y que nada obstaba a que sus
su pertenencia a [a masonería. Más aún, no han miembros mantuviesen sus creencias particulares.
232 [¡ Nnve y res TEupEsTADES
L¡ Revorucró¡v FnR¡,rcesn

Lo único que la masonería exigía era seguir la


reli_
gión realmente universar, aquela en qrn"láJ* El padre Barruel nos fuansmite lo que [e contó
tán de acuerdo, la que se ieducu u i"r rin*ror, "u- un testigo ocular, entonces oficial en un regimiento
bonda4¡sost modestos, solidarior, pnr*ná, A" del Sarre:
honor. Tal es la religión natural, desembáiuruau
de dogmas, sin los iimborismos der cristiinlr*o, Nosotros teníamos nueska logia masónica; ella
por más que ellos estableciesen okos, Ia religión no significaba para nosotros, como para la mayo-
fundada sobre un vago ,,deísmd,, po, .uáf u" ría de los otros regimientos, sino una especie de
"i
reconoce Ia existencia de un "GranArquitecto",
si-
juego; las pruebas de los nuevos llegados nos ser-
fuado a distancia, sin pretensión arguna áá i.tur"u- vían de diversión; las comidas masónicas deleita'
nir en la vida espirituar y social aJros t ban nuestros tiempos libres y nos relajaban de
sin sanciones ultraterrenas. En adelante"*uiár, v nuestros trabajos.
el único
juez sería Ia razón. Danier-Rops ha La libertad y la igualdad de que se nos hablaba
señaÉJo ra
identidad sustancial de esta doctrina y la de los no eran iino la libertad y la igualdad de los jacobi-
"filósofos". Era, pues, un deber para h ígbs¡a .on_ nos. La gran generalidad y casi la totalidad de los
denar aquella peligrosa institución, oficiales supieron demosharlo, cuando ltegó la re-
volución. Nosohos no tenÍamos la más remoüa idea
Asimismo la masonerfa buscó penetar en las de esta revolución, cuando un oficialde caballería
fuerzas armadas. y_Ror cierto que ló bgr¿, 6u."- llamado Sinetty, famoso masón, se presentó en
ieron así logias militares, que se agregaron a las nuestra logia. Fue recibido como hermano, No ma-
logias filosóficas. La masoniiación dá ,ti¿r*r¿*nr- nifestó primero ningún sentimiento contrario a los
tituyó probablemente una maniobra dL tos náurc, nuestros. Pero pocos días después, invitó a veinte
que habían adherido a la masonería, para de nuestros oficiales a una asanrblea particular.
¿eúlitu, Creímos que quería simplemente retribuirnos la re-
el poder del rey. Las rogias miritares tiegaroni-rn,
unas 80, con cerca ae2oOO efectivos,".áii to¿os cepción que le habíamos dado. Aceptando su invi-
tación, fuimos a un bodegón llamado "la Nueva
oficiales. De esta manera, Ias fuerzas arrnadas fue-
Aventura". Esperábamos una simple comida rna-
ron dejando de ser para la monarquía un instru_ sónica, cuando he aquí que toma la palabra mos-
p.ento fiel y seguro, como podría .orprobáiru trándose como orador que tiene importantes
fehacientemente en ros hechts acontecidos entre secretos que revelarnos de parte del Gran Oriente.
1787 y L793, donde a veces dichas f*iÁ, Nosotros escuchábamos. lmagínese nuestra sor-
.uri
sin disciplina, parecieron desmovirizadas.
cán ir- presa cuando vimos que de golpe tomaba un tono
cuencia los soldados se negarían a obedecer ras enfático, entusiasta, para decirnos que por fin ha-
órdenes de sus comandant*. Eilo acont".io blá llegado el tiempo esperado; que los proyectos
roúru
todo en Ia marina. tan dignaménte concebidos, durante tanto tíempo
meditados por los verdaderos francmasones de-
23i4 L¡ Neve y us Tc¡¿pESTADES L¡ REvor-ucró¡l Fnar.rcesn 235

bían realizarse; que por fin eluniverso se verÍa libe- nas, incluso bandidos, mozos de cordel, vagabun-
rado de sus cadenas; que los tiranos llamados re-
dos, salteadores, asesinos y malhechores, Estos
yes serían vencidos; que todas las supersticiones
religiosas desaparecerían para dar lugar a la h.rz;
últimos aparecerán pronto en la toma de la Bastilla,
que la libertad y la igualdad iban a suceder a la en los incendios de los castillos, en las masacres'
esclavitud en que gemía el universo; que el hom- en la prisión del.rey y su condena a muerte.
bre por fin iba a recuperar sus derechos. Ni siquiera descuidaron a /os muieres, a'p€sar
Mientras el orador se entregaba a tales decla- de que la masonerÍa es esencialmente masculina'
rnaciones, nosotros nos mirábamos unos a otros Un iaballero propuso cuatro grados para las da-
como diciéndonos: iQuién es este loco? Sin em- mas: aprendiz, compañera, maestra y maesfua per-
bargo nos propusirnos seguirlo escuchando duran-
fecta. Después de haberse aprobado esta innova-
te más de una hora, con [a idea de reírnos después
a nuestras anchas, cuando estuviésemos solos. Lo
ción aud az,laorganización cenkal de la masonería
que nos parecía más extravagante era e[ tono de francesa la aceptó oficialmente en L774. Señala
confianza con que anunciaba que en adelante los Fay que sin tal concesión a la galantería y los gustos
reyes y los tiranos.se opondrían en vano a los gran- de ta nobleza, la secta no habría logrado obtener
des proyectos; que la revolución era infalible y que la colaboración sincera de los nobles. A partir de
estaba próxima; que los tronos y los altares iban L775,fue gran maestra Ia duquesa de Borbón' her-
a caer. Sin duda que se dio cuenta de que nosohos mana del duque de Orleans.
no éramos de los masones de su especie, y nos
dejó para ir a visitar otras logias. Luego de haber, Como puede verse, la masonería no descuidó
nos divertido durante un rato de lo que crelamos ocasión dá [egar a todos los estratos de la socie-
que era efecto de un cerebro periurbado, olvida- dad. Entre 7766 y 7790 se la encuenka por doquier,
mos toda aquella escena hasta que, cuando llegó en los parlamenfos, en el clero' en el eiército, en las
la revolución, nos dimos cuenta de cuánto nos ha- academias, en la corte, en los banios. Pronto los re-
bíamos equivocado. sultados se harían ver. cuando la instauración del
Gran Oriente de Francia y la elección del duque de
Charhes como su jefe, la masonería sólo registraba
Thmpoco la masonería descuidó a la gente hu- 104 logias; 23 de ellas en París, 7l en las provin-
mílde, a las barriadas populares. Durante un tiem- cias, 1Ó en las fuerzas armadas y 45 en f91ry9ción'
po no se afiliaban a ella sino personas de cierto fn iZgg funcionan en Francia rnás de 600 logias
rango, nobles, artistas, escritores, negociantes, bur- regularmente constituidas; 65 en París' 442 enlas
gueses, e incluso gente de clase media, pero nunca provincias, 39 en las colonias, 69 en los regimien-
personas de nivel inferior. De pronto, a partir de ior y 77 en el extranjero.. Todas las clases sociales,
L787, comenzaron a admitir a toda clase áe perso- inclíido el clero, se encontraban representadas'
236 L¡ Neve y 237
r¡s TeupEsTADES [¡ RevoructÓn FnnNcesa

En su tibro La Francmasonería y la Reualución


Así se fue extendiendo la masonerfa. Según una
estadística impulsada por los dirigentes eá !7gT, que si'si-
solamente en Francia no había menos de 292 ¡onr,"ro, Maurice Glmeyr nos asegura
'guiéramás los hechos con nuestros propios ojos'
ciudades que tenían sU pfopia logia. Todas esas kans-
üeríamos a todo un gran país violentamente
logias estaban tan vincr.lladas entre sÍ, que cuando y verdadera Logia, Pof
formado en una inmensa
una orden provenierlte de París llegaba a cuatquie-
obra de la más evidente de las conspiraciones. Lo
g de los grupos dlsgryinados aquí y allí, Cada u"tá.ot lanzado por [a fuerzaa toda una sucesión
"venerable" estaba cgfnprometido por juramente primeras de
de pnrebas masónicas graduadas, las
a hacerla cumplir en sU qggtar. Claro quá hs logias
principales eran las de Pa¡ís, donde volveremos a
lu.'tuul"s disimulaban cuidadosamente el acto
puntual-
encontrar, dos o tres aflos rnás tarde, a todos los
I*;ñ;;;sto desde el comienzo' Todo fuey
dirigentes de la Revolución. U¡3 fuerza demasiado
*"*á dispuesto: la Constitución Civil cismática
eclesiásticos,
grande como para no haber ejgrcido decisiva in-
Jui.t"ro, ü confiscación de los blenes
fluencia en el curso de los acontecimientos. Resul-
ü;b;1i.ión de las órdenes y congregaciones reli-
ti"iár. el expolio de sus posesiones' la deposición
ta así legítimo ver en Ia rnasoneríalamadre de la
Revolución. ; ;ñ;ió;'áu los saceráotes refractarios, la des-
tradicionales del país, la
íul.lO" de los cuerpos
iuLir*iOn del matrimonio, la instauración det dl-
4, La masonerío durante lg Reuolución uátiio, [a enseñanza laica y sil Dios, el matimonio
á;- 1.; sacerdotes, las parodias y profanaciones
r*in"gut, incluidas las violaciones de sepulturas'
La masonería, como lo hemoq señalado, traba- áá*o án Saint-Denis, la desfiucción de iglesias, los
intentos por instaurar un culto nuevo a la
jaba desde hacÍa tiempo para la Revolución. En Razón'
1776 el Comité Central del Gran Oriente encargó al Ser Supremo..-
disponer a sus hermanos a la insurrección, reco- lncluso el asesinato del rcy fue punfualmente
rriendo y visitando las logias en toda la extensión prunuááo. xavier de Roch e, efl su libro Luis xvII
de Francia, y anunciándoles que habla llegado el ielata que en un convento de Wilhelmsbad se reali-
zó un congreso entre los años 1781 y 17.81'
tiempo de cumplir la muerte de los tiranos. es de-
.ir, on.u uáou antes del793,donde simbólicamen-
De los datos que han llegado hasta nosotos re-
sulta que con toda probabilidad las principales jor- ü1" condenó a muerte al rey, la reina y la familia
nadas de [a Revolución fireron cuidadosanrente ma- iáuf, señalándose así la decisión de erradicar un
dfá ia tegitimidad monárquica. Uno de los
partici-
quinadas y hasta ensayadas desde largo tiempo ahás
pantes, impresionado por lo que acabab a de pre-
en las Logias, como se ensaya una pieza de teako.
esáribió a su vuelta; "No les revelaré lo que
senciar,
238 L¡ Neve v r¡s Te¡r.rpEsTADEs [¡ Revouuctó¡¡ Fn¡ncese

allí ha pasado; lo que sólo les puedo Bouligney, presidente del Parlamento. En esa reu-
decir es que
todo esto es rnucho más serio cre ro qrn',,!La", nión se resolvió el asesinato del rey de Suecia y'eL
piensan. se trama una conspiración
taÁ uien urai- de Luis XVI. Ambos volvieron consternados, pro-
9u v tan
profunda que a ra irionarquía y rnetiéndose no volver a pisar una logia, y guardar-
a ra Iqresia
será imposible
les. au ;#;;"r_ se el secreto."
ticipantes en dicho congreso,"riu.;ót;
"icapa,
e! .ñá ;;'Fi irg-
witz, titular de ros gradós más aftor un El padre Abel, jesuita bávaro, e hijo de un minis-
rur't"giu, tro dál rey de Baviera, ministuo primero liberal y
prusianas y futuro ministro de Reraciones
Exürio- filomasón, y luego convertido, y vuelto católico fiel,
res.del rey de prusia, al fin de su vida
declárária, predicando en Viena una Cuaresma dedicada a
'Adquirí entonces la firme convicción de que
el ios hombres, dijo: "La influencia de la francmaso-
drama comenzado. en lZBg llgg,lu ,"rolü¡on
v nería no se eiercesólo confua la lglesia. No perdona
el regicidio con toáos ,ré horrorár, no
H:e's1 habían sido resueltos
sotamente tampoco a la sociedad civil [...]. En 1784 lybo
entonces, sino que
eran el resultads_ de las asociaciones en Frankfurt una reunión exkaordinaria de [a Gran
mentos." En 1T9T obo francmasón;iohn
J¿t ü;I."_ Logia Ecléctica; uno de sus miembros pu-s9 a vota-
náüin_ ción la condenación a muerte de Luis XV[, rey de
¿u p)iiio,
son, publicó un libro bajo el nombie
gonspilaciones ,ont o ndás h, ,"trsiiá, Francia, y de Gustavo III, rey de Suecia. Ese hom-
!" lot los
t?dg: gobielnos de Europa, donde-ru"i¡fi.J V bre se llamaba Abel. Era mi abuelo t...1. Al moriq
lo mi padre me indicó como su última voluntad, QU€
de Haugr,vib: "He. advertido q; Ios
;noonu:ur"üuu
tuvieron parte principar en rá revorüción me aplicase a reparar el ma! que él y nueskos pa-
rián"Éru
Iueron miembros de esa asociación; que rientás habían hecho. Si no tuviese que cumplir
sus planes
han sido concebidos desd, um principios esta prescripción del testamento de mi padre del
y 3L de julio de 1870, no hablaría como lo hago.
ejecutados con su asistencia.,,
No temo, pues, confesarlo: se han cometido faltas
§*::9al-Jacques-Césaire Mathieu, arzobispo en mi familia y soy {eliz de trabajar por mi parte
* l":lrcpnl en una c9{q gue
"#üió;;;i;; en'repararlas."
l:,i.lil,_fgchad3 en 1 B7s, lrir*" Ii:iá *""ffi;
de losgrandes y sinieskor u.ániá.i,r,i;"ñ
tros días han sido,preparados y consumados
ffiü: Dos amigos del barón Jean Debry, prefecto de
Doubs, francmasón, convencional y regicicta, cuen-
por
la francmasonería t...].'HuUá prunfrfuri.n iiSS tan que en la intirnidad de la conversación, el ba-
una reunión de francmasones,"na la que t rón habló del juicio y de la condenación de Luis
"ronlnri_ XV[. Él habfa votado por la muerte del rey. No se
de ta'socied;,-; IJñ;?¿' h:;: excusaba de ello, limitándose tan sólo a explicar
P:::Onprte
mond, inspector de correos, y el señor la causa: "Había salido de mi casa con Ia intención
Maire de
240 [¡ Nnve y ms TeupESTADEs
L¡ RrvoluclóN Fn¡¡rcesn 241

formal de votar eldestierro del Rey y no sLl muerte;


así se lo había prornetido a mi mujer. Uegado a la Jamás Luis XVI llegó a sospechar una trama
Asamblea, se me recordó con un señal eljuramen- tan terrible. Cuantas veces le advertían sobre los
to de las logias. Las amenazas de las kibunas aca- peligros que corría el[ono, solía restarle importan-
baron de furbarme: voté la muerte." liu.-SOto empezó a entender [o que estaba pasando
cuando su fuga a Varennes quedó frustrada' "iQue
El padre Barruel se detiene en señalar este ma-
cabro influjo en las atuocidades que cometió la Re-
no haya .t"ído -dijo entonces a una persona de
su confianza-,que no haya creído, hace once años,
volución. "Elpueblo necesita víctimas", se dijo en-
tonces. El adepto Chenier llegó a confesar: "Si mi
todo lo que v9o hoyl Desde entonces todo estaba
anunciaáo." Éljamás pensó que estallaría algo se-
hermano no está en el sentido de la Revolución,
que sea sacrificado"; eladepto Filipo llevó en kiun- mejante. No se ieprochaba la menor injusticia, icó-
fo a los jacobinos las cab ezas de su padre y de su mo lo iban a expulsar del tronol Considerado co-
mo el más justode los príncipes y el hombre más
madre. Nos gustaría hacer caer sobre Robespierre
y sobre Marat la responsabilidad totalde todai esas honesto del Reino, no tenía ninguno de esos vicios
que suelen suscitar aversión a los monarcas' No
atrocidades, escribe el ilustre jesuita francés, pero
ello no serfa justo ya que provino de la sectJque iefa que aun personas de su confianza colabora-
obligaba bajo juramento a denunciar padres, ami-
ban en preparar la Revolución.
gos, hermanos y hermanos, V mirar sin excepción, "El 14 de julio -cuenta Louis Blanc- un desco-
gomo proscrito, a todo aquel que no compartiese nocido, al dáspuntar el día, se presentó al barón
las ideas revolucionarias. Era el juramento que se de Besenval: «Señor barón -le dijo con'voz impe-
prestaba en las logias. Cuando alguien moitraba riosa- hoy serán quemadas las puertas de la ciudad
su espanto por los hechos revolucionarios, Sieyés t...1. No trate de lmpedirlo. Sacrificará a los
hom-
le decía: "Usted nos habla siempre de los *ed'iot üres sin apagar una tea.r" Todo ocurrió así' De
que empleamos, pero, señoE lo que hay que apren- pronto las-puertas ardieron; bandas de asaltantes
der a ver es el fin y la meta que anhelamos.',- salieron de todos los rincones de la ciudad: los sol-
dados abandonaban en ma§a sus guarniciones, y
Por lo demás, no es casualque los revoluciona- todo el mundo gritaba: "iA la Ba.sti[[a!" A[ mismo
rios más importantes fuesen erninentes masones: tiempo en París se arrancaba el empedrado de las
Montesqu i eu, Volta ir e, Helv etiu s, Diderot, Co nd or-
caltei y se levantaban barricadas; varios incendios
cet, Lafayette, Mirabeau, el abate Sieyés, el obis- estalla-ban a la vez. Finalmente la Bastilla fue toma-
po Talleyrand, Robespierre, Camille Desmoulain, I da por asalto; sus defensores masacrados, su gober-
Danton, Hebert, muchosjefes y oficiales clel ejér- nuáot asesinado, ante la estupefacción de la gente
cito.. que en su inmensa mayoría no comprendía absolu-
támente nada de Io que estaba pasando. Una sor-

{
242 L¿ N,qve v us Te¡¡pESTADEs [¿ REvor-uclóN Fnnncese 243

presa tan fulminante no pudo sino ser preparada Advierte Telmayr que los estatutos, los regla-
con mucha anticipación desde un cuartel ideológi- mentos, las costumbres, y hasta algunas particulari-
co central. Y dicha erupción se reprodujo simultá- dades de vocabulario de los jacobinos reproduce
neamente de un extemo del Reino al ofoo, después rigurosamente el lenguaj e de la masonería. Los
del 14 de julio; en localidades separadas enke sí mismos compromisos, e[ mismo sistema de trans-
por 150 ó 200 leguas, se desencadenó un terror misión de órdenes, así como de santo y §éña: En
semejante. Y conste que en aquellos tiempos no ciertos casos la masonería declaraba "sospechosd'
había radio ni televisión. Las noticias llegaban tar- a alguno de sus miembros; y esta terrible palabra,
díamente. En su libro Les Brigands narra Funck- duránte la Revolución, será frecuentada por los
Brentano: "Un rumor espantoso se propagó por jacobinos como expresión de denuncia. Oka prác-
todos los puntos del territorio: los bandidos -se de- tica de la masonería era cubrir a sus adeptos con
cía- Ilegan, saquean las casas, incendian las cose- un bonete; también será costumbre de los jacobi-
chas, degüellan a las rnujeres y a los niños [...J. nos ponerse un bonete colorado. fuimismo la prác-
En la región de Orleans los paisanos están de tal tica de la delación fue común a la masonería y a
modo enloquecidos, que se arman todos con hoces los revolucionarios.
y orquillas y huyen para todos lados [...]"
Gustave Bord señala: "He tenido [a suerte de
Tiempo después, pondrían alrey en prisión, en entrar en contacto con los procesos verbales origi-
el castillo mismo de los antiguos Templarios. iQué nales de asambleas del Gran Oriente de 7775 a
ocurrió en ese momento? Aconteció una cosa ex- L79A y documentos considerables de la «Estricta
traña, referida por Barruel, testigo presencial, y es Observanciar. Más tarde he tenido a mi disposición
eu€, enseguida de resuelta la detención del rey en numerosos documentos de los capítulos de uAmi-
elTemple, un gran número de masones se distribu- gos Reunidos, e importantes colecciones de 'trítu-
yó por París, y ante elestupor general, comenzaron loso que junto con los «Anuarios y Gblas» de las
a gritar, no pudiendo ocultar su alegría: "EIrey está logias, rne permitieron reconstruir las listas de miem-
detenido, itodos los hombres son ahora iguales y bros de la francmasonería durante todo el siglo
libres! iNuesbos misterios se han realizadol iFrancia XVIil. Me bastó entonces con clasificar a los prota-
entera no es más que una gran logia! ilos franceses gonistas de las jornadas revolucionarias y adjuntar
son todos francmasones, y eluniverso entero pron- a sus nombres elde la logia a que pertenecían para
to [o será!" iNo em este estado de ánimo algo total- descifrar el papel de la rnasonería, He conseguido
mente extraño al espírifu general de los franceses? reconstruir la historia de las logias francesas desde
Es incomprensible que una nación que llevaba en 1688 hasta 1815, con lord Derwenwater, el duque
la sangre la religión y la monarquía, de golpe se de Antin, e[ conde de Chermont y el duque de Or-
aviniese a querer derribarlas con tanta ligereza. leans, con tos enciclopedistas, los parlamentarios,
2M [¡ Neve v us TEr"rpEsrADEs
Fnn¡¡crse
245
L¡ BevolucrÓn

la corte y el foro. He logrado encontrar Ia causa


del sueño de [a mayor parte de las logias durante II. Los iluminados de Baviera
elTerror. Por lo mismo, he visto el papetde la franc-
masonería en la guerra de los cereales, en el asunto el influjo
del collar, en las elecciones de los Estados Junto a la masonería se ha señalado
con aquella-organi-
generales." de un grupo mut emparentado
cons-
,i"i¿nlnícho grlpo, originado en Alemania' ideológi-
Ñ; ;l J;*b.qriea aludir sucjntamente' siguien-
a.e otras corrientes
cas a las que uu*ot
á" t"*Uián hs enseñanzas de Barruel'

L. La Aufklárung

que de-
Se trató de un movimiento poderoso'
vastó el suelo d; dt6"un el iigto xvru' Si bien
en franciu t á unu de sus expresiones más
"n.ot
atevidas enüe los "filósofos", de .quienes
hemos
fue con todo un fenómeno
t átu¿o largamente, no se
piááo*inintn*"ttte francés' A este movimiento
haduciendo el término
i" f,iUá*ado 'iilustración",
Árft mruil, iFjn qué consiste [a llusbación?
es fácil
Ñ" át1á"ir'dufrnitÉ- con exactitud' comqngcual se-
"r""rá,
;;;.d el conc-eptg du Benacimiento, del
fase' su última
Iñ á" ápiniónáá alggnos, la últimaestá' por Renaci-
consecuencia, entenáiendo, claro
*iá"tt cristiano' floración de
no el renacimiento
Los
i" f¿á¿ n¿ediá, sino el laicista y paganizante'
i;.*b¿r'du ü ú,rrla.iOn,,iluminados",
-la-"intellígentzía" d,e
"esclareci-
aouel tiempoj se creían
I
il;1 iu" ñ¿" una cofriente que incluíaliteratos,
un desprecio
;i";tffi.*; frúsofos, a los. que uníaque:
;;;¿; ñt r".ütttia tadiéional' califtcaban
tbs.urantista",'c*a-
de,,escolásticai',; "medieval",
246 [¡ Nnve y Les TeMpESTADES
L¡ Revou¡c¡ó¡¡ FneNcese 247

driculada, y posfulaban una cultura superior, más


científica, más crítica, emancipada de todo condi- dejándola en manos de la autoridad política, cuius
mento dogmático. regío eius religio. Con ello el orden sobrenatural
perdió sus bases, quedando en un tembladeral. Por
Recordemos lo que hernos dicho acerca del en- oka parte, alproclamar el "libre examen", pusieron
ciclopedismo, hermano gemelo de la Aufktarung. las bases del racionalismo, e incluso del "deísffid',
Sus fautores se caracterizaron por pensai.y obrar que ftte la religión de la llushación, al menos en
con pleno desconocimiento del orden sobrenafural, varios de sus exponentes.
un desconocimiento voluntario, que tlegaba al re- Preparí asimismo el espíritu de la Ilustración
pudio de dicho orden, reduciéndolo todo a la razón
el humanismo naturalisüo, constitutivo típico del
y al conocimiento experimental. La fe ha rnuerto. "hombre modernd', €D busca de una perfección
Sólo impera Ia razón, cuya soberanía es absoluta. puramente nafural en esta vida. Dicha concepción
Dios se ve suplantado por Ia Nahrraleza; Ia provi- del hombre se fue gestando desde el Renacimiento
dencia, por las leyes fÍsicas; la revelación, por la re- alsiglo XVm. Igualmente confluyí en el lluminismo
ligión natural; el primado del derecho diüino, por la llamada corriente cíentífico. Fue la hora de la
el derecho nafural, cuyo valor es absoluto. exaltación de las ciencias, la física, las rnatemáticas,
Se trató de una impresionante y generalizada la química, en la idea de que [a ciencia se opone
apostasía no sólo de la fe sino también de [a culfura a la fe. Si bien los grandes científicos, como Copér-
cristiana. No se rcalizó, por cierto, de la mañana a nico y Pascal, siguieron siendo profundamente reli-
la noche, sino que tiene numerosos precedentes giosos, otros se imaginaron poseer la clave de to-
históricos. Quedémonos en los más inmediatos. dos los enigmas del mundo, no admitiendo sino
Resulta innegable, por ejemplo, el influjo de Ia re- fuerzas ciegas y necesarias, en la marginación más
uolucíón protestanúe. Si bien los grandes reforma- total de la Providencia divina y de los milagros.
dores, al exaltar la fe como única causal de salva- Esta tentativa, aun en sus expresiones mitigadas,
ción, parecieran haber elaborado un pensamiento fue creando una "forma mentis", un modo de ver
radicalmente opuesto al de la llustación y el filoso- las cosas matemático y positivista. Así se privilegió
fismo, sin embargo, por el hecho de haberse rebe- lo que Pascal llamaba l'esprit de géometrie.
lado contra Ia suprema autoridad del papa y del Otro aporte lo constituyó la nlreua filosot'ía, que
emperador, rompiendo así la unidad católico-políti- comenzó a esbozarse en el Renacimiento. La ra-
ca del bloque medieval, inclinaror-r al hombre a no zón, cada vez más independiente de [a Escritura y
reconocer la autoridad de la lglesia, ni de la tradi- de la tradición filosófica escolástica, acabó en un
ción. AI desvirfuar e[ sacerdocio, el sacrificio y los franco racionalismo, el cual entró a formar parte
sacramentos, acabaron por secularizar la religión, sustancial de la llustración, que por algo se deno-
minó también "filosofismo".
248 [¡ Nnvr y ms TeUpESTADES

Se ha dicho que el lluminismo del siglo XVIII


nació remotamente con Descartes, pero encontró
una expresión cabal en el siglo XVil con el inglés
I L¡ RevoucróN FnaNcrsn
RevouctóN FnaNcrsn 249

mostrable es, por consiguiente, la nafural, a la que


se accede por [a sola razón. Thl conclusión era de-
masiado tajante, por lo que Federico f de Prusia
Locke, fundador del empirismo, y sus Cartas sobre
hizo expulsar a de Wolff de sus Estados. Sin embar-
la tolerancío, consumándose en el siglo XVIII con go la idea siguió prosperando y extendiéndose, al
la Crítica de la razón pura de Kant. A juicio de Da-
punto de que hacia fines del siglo XVIII; la Aufktti'
niel-Rops, el movimiento intelecfual alemán fue
rung no dejaría subsistir en el campo religioso más
esencialmente un movimiento de profesores, en el que ,nas cuantas cosas: una religión natural, una
que el pretencioso "Herr Doktor" representaba el
dochina puramente humana, un racionalismo que
papelque en otras partes cumplía el escritor, elpe-
no se akevía, por el momento, a declararse antirre-
riodista o los grandes señores escépticos. Se man-
ligioso.
tenían en un nivel de "doctoral gravedad", sin ja-
más recurrir a la ironía y alespírifu tan ligero como Con el ascenso al kono de Prusia de Federico
bufón de un Voltaire o de un Diderot. II, el gran amigo de los filósofos, la Aufkldrung en-
Poco a poco se fue gestando el movimiento lla- contró un ambiente sumamente propicio. Lo pri-
mado Aufk[ürung, el movimiento "que ilurmina". mero que hizo fue devolver a de Wolff su cátedra
Para mejor entenderlo expongamos el ideario de de Hatle. Federico iba a ser el protoüpo de tos "dés-
los principales pensadores que sobresalieron en potas iluskados", una de cuyas características más
Alemania. Como se estaba en el país que había típicas era ayudar a aquellos cuya tarea consistía
fungido de anfitrión del luteranismo, el campo en "ilustar" a la humanidad sumergida en las tinie-
principal de combate fue la Biblia, donde entró a blas de la "superstición". El "partido de las luces"
tallar la razón como faro iluminador. Es lo que se fue animado por todos los medios posibles.
llamó el racionalismo bíblico. Con Christian de Goühold E, Lessin1$729-1781), llevó laAuf-
Wolff (1679-1754), profesor en la universidad de kldrung a un apogeo. Hijo de un pastor protestan-
Halle, en Sajonia, el movimiento tomó empuje. Era te, fue buen escritor, poeta y dramaturgo, filósofo
de Wolff un filósofo de envergadura, quien se im- y teólogo. Su deseo inicial era defender la verdade-
pLrso el deber de demoskar las verdades religiosas, ra religión confoa todos los que la atacaban. Pero
incluidos los misterios y los milagros, como si se l pronto acabó por convertirse en el abanderado de
tratasen de teoremas. Con este propósito escribió I ia escuela de las luces, vulgarizando hábilmente el
una obra monumental: Pen samientos /ilosó/icos pensamiento del grupo, al que añadió ideas masó-
sobre Dios, el Mundo y el Alma humana. Sólo de- nicas recibidas de Inglaterra, y luego otas nociones
be creerse lo que Ia inteligencia tenga 'taeón sufi- de su cosacha, enfoe las cuales la equivalencia abso-
ciente" para admitir. La única religión lógica y de- luta de las hes grandes religiones, eljudafsmó, el cris-

Á
250 [¡ Neve y us TET'IpESTADES
TET'TpESTADEs L¡ Revor-ucrÓ¡¡ Fa¡¡lcesa 251

tianismo y el islamismo, así como la existen cia de La lluskación fue un movimiento pletórico de
un "Evangelio eterno", en el que podrían encon- optimismo. El mismo Kant nos ha dejado.un ensa-
harse todos los espírifus, quedando el cristianismo yo cuyo recuerdo nos resultará útil para t9l99"t
reducido al campo interior y moral. Considerable fue *ejoíta esencia de dicha tendencia. Lo tituló Wos
su influencia sobre Juan Godofredo Herder, espe- ¡st"Nklarung?, ¿Qué es [a llushación? Comienza
cialmente en sus ldeas para la Filosofía de la Hisüo- elaríículo respondiendo directamente a la cuestión:
ria, y también sobre los poetas Goethe y Schiller. .,La Iluskación es la salida del hombrc de su mino-
El movimiento recibió un aporte invalorable ,á ¿u edad. La minoría de edad significa [a incapa-
con Emmanuel Kant, quien vivió entre 7724 V cidad de servirs e de su propio entendimiento sin
1804. El filósofo de Kónisberg era un lector apa- fuivu¿u de otro. Uno mismo es culpable de esta
sionado de Rousseau, de quien decía que le había *inárfu de edad cuando la causa de ella no reside
"abierto los ojos". Su estructura mental se revela en [a carencia de entendimiento sino en la falta
de decisión y valor para servirse poTjí mismo
claramente racionalista. Buscando dar a su filosofía de
una base lo más sólida posible, escribió la Crítica ¿iri; la guíá de otro. Sapere aude! iTen el coraje
de Ia razón pura y después la Crífi ca de Ia razón de servir-t e de tu propio entendimiento! He aquí
pa-
práctica. De la lecfura de ambas obras se concluye el lema de la tlusfuáción." Se esconde tras esüas
que nuestos conocimientos son subjetivos, que no tuuru, un frontal ataque contra la tradición, el dis-
poseen realidad más que en la idea que nosohos iipuludo y el magisterio. "iEs tan cómodo ser me-
nos forjamos. El "idealismo kanüano" termina fun- ñ; a" eáad! Si tZngo un libro'que piensa por mí'
dando toda la actividad moral del hombre en un un director egpiritual que reemplazu fila dieta' etc''
conciencia
"imperativo categóricd', el de la conciencia, que moral, un *ádico que me escribe
pre-
nos manda hacer el bien y evitar el mal. Pero como entonces no necesito esforzarme'" Será, pues'
era nece.sario fundar debidamente ese imperativo ciso, liberarse de los sostenes exteriores. sólo ello
de la conciencia, acabó por recurrir a la existencia hará posible que "la gente se ilustre a sí misma,,
de Dios, la inrnortalidad del alma, etc. Kant agrega algo que nr.uri inevitable sise la deja en libertad".
y
en su sistema un puesto para el cristianismo, pero Po-rque áqué es la libertad sino "hacer siempre
lo entiende como algo más bien emotivo, estético, en tádo lugar uso público de la propia razón?"
una de las formas más bellas que haya tomado la Más adelante Kant señala que ha situado el
religión nafural en la historia; un cristianismo pura- punto .",'tttut de la llustración, a saber, la salida
mente formal, sin iglesias, sin dogmas, carente de á"if,o*Ure de su culpable minoría de edad, prefe-
verdades que no hayan sido elaboradas sino por el rentemente en el campo de las cuestiones religio-
sas, porque en lo quá alrifie al de laE artes
sujeto que las forja. Como dijo Péguy: "El kantismo y: las
tiene las manos puras, pero no tiene manos." ;;;fi., ios dorninadores no tienen interés alguno
252 L¿ Nnve y r¡s Te¡upESTADEs
TeUpESTADES

en hacer de tutores sobre sus súbditos. 'Además, con [a noche de la ignorancia y del error. La Edad
la minoría de edad en cuestiones religiosas es, enfue Media será la gran condenada, [a época eir que
todas, la más perjudicial y humillante." En fin, reinaron las tinieblas; la Antigüedad clásica y el
resume, lo principalserá pensar por sí mismo. "La Renacimiento fueron épocas intermedias, de cla-
inclinación a lo contrario, a [a heteronomía de la roscuro, en camino hacia la luz. Es cierto que per-
razón, se llama prejuicio, g el mayor de todos con- duran rástos de las épocas de Cristiandád,'ii bien
siste en representarse Ia nafuraleza como no some- aminorados, en individuos e instituciones. Deberán
tida a las reglas que el entendimiento, por su propia ser drásticamente combatidos, porque mantienen
ley esencial, le pone a la base, o sea, la supersÉi- al hombre en [a infancia y [e impiden llegar a [a
ción. La liberación de la superstición se flama IIus- adultez del Siglo de las Luces.
tración, porque, aunque esa denominación se da
también a Ia liberación de los prejuicios en general,
la superstición puede, más que los ofuos, ser llama- 2. La figura de WeishauPt
da prejuicio, puesto que la ceguera a la que condu-
ce la supersüción, y que impone incluso como obli-
En el contexto de la Afkldrung debemos ubicar
gada, da a conocer la necesidad de ser conducido
una figura clave, la de Johann Weishaupt. Nació
por otros g, For tanto, más que nada, al estado de
hacia el año 1748 en Baviera. Durante sus años
una razón pasiva." Th[ es el meduloso análisis que mozos fue católico, pero luego se apartó de la lgle-
nos ofrece Kant. Para concluir: "Desde este punto sia, mostando todas las características de un após-
de vista nueska época es eltiempo de [a llustración
tata. Su pasar era modesto, sufriendo aprietos eco-
o el siglo de Federico."
nómicoi, por lo que resolvió buscar una salida la-
Los pensadores de aqueltiempo creían que gra- boral mediante el estudio de las leyes- Nombrado
cias a sus aportes, la humanidad había alcanzado profesor de derecho en la universidad de lngols-
la adultez, que consiste en la autonomía de Ia ra- ladt, comenzó a reunir en torno a sí un grupo de
zón, en el menosprecio de lo que de inútil y de esfudiantes para irlos formando en las ideas revo-
nocivo habían acumulado los tiempos anteriores. lucionarias que estaba pergeñando. Mostrábase
Frente a las luces que la razón había alcanzado, ateo sin escrúpulo alguno. Su vida moralera desas-
todas las instituciones y los personajes de la historia trotá; en cieria ocasión intentó seducir a la viuda
debían pasar frente a ese tribunal soberano para de su hermano; como padre resultó lamentable'
ser juzgados. Puesto que la instancia suprema es Pronto se puso a la cabeza de una conspiración,
la razón, todo ha de ser visto a su luz. Era e[ reino en compafación de la cual los grupos de.d'Alem-
de la madurez en oposición a la infancia, de la críti- bert y de Vottaire no serían sino juegos'de niios'
ca por conhaposición al mito, de la luz en contraste Desde entonces usó de la influencia que su carácter
254 l¡ N¿ve y us TeupESTADES

de catedrático le daba sobre sus alumnos, impar- miento iluminista, con un grupo de jóvenes de L8
tiéndoles a los más adictos lecciones secretas, como a 2O años. Ya desde tiempo atrás,,los había ido
si se katasen de "iniciados". reuniendo con frecuencia en su propia casa. Pronto
Weishaupt admiraba mucho a los jesuitas, dis- el número de seguidores se fue acrecentando. Eran
persos por el mundo, especialmente por el ascen- sus "conjuradosll. Cada vez más se abocó a este
diente que tenían sobre la juventud, sibien .,propo_ nuevo menester, hasta dedicarse totalmente' a' e[lo.
niéndose objetivos diametralmente opuestós". Lo Se ocupaba de los más mínimos detalles, "día y
que hacían aquellos hombres en favor de los altares noche", según su expresión, "escribiendo, fuabajan-
y de los tronos, ipor qué no lo podría hacer yo do, meditando" todo lo que podía consolidar o
contra los altares y los bonos? Cuando comenzó propagar su iluminismo. Tenía apenas 28 años.
a concebir tales proyectos, no conocía aún Ia finali- A los dos primeros seguidores los llamó con el
dad de la masonería. Sólo sabía que los masones pseudónimo de 'Ayax" y "Tiberio", considerándo-
celebraban tenidas secretas, y que áe cualquier na_ los sus "areopagitas", como [e gustaba decir. La
ción y religión fuesen, estaban unidos por lazos asociación se llamaría "la orden de los ilumina-
misteriosos, reconociéndose entre sí por ciertos dos". lnauguró elgrupo en 1776,ttece años antes
signos, ciertas palabras claves. Excogitó entonces de que estallara la.Revolución francesa. Su inten-
una nueva amalgama. El primer ingrediente fue ción era elaborar una moral, una educación, una
luqa menos que el estilo ¿las tácücJs apostólicas política completamente nuevas. Tras cinco años de
{" h Compañía de Jesús. Él era enemigó declara- meditación, redactó el código de su secta. Altí se
{o.dela Compañía pero conocía bien Jlo, padres incluía una serie de principios y de leyes, así como
de_ la Orden ya que, luego de su supresión y aboli_ el estilo de gobierno que regiiía a los iluminados,
ción, varios ex-jesuitas habían permanecidó en In- para lograr las metas que se proponían. El proyecto
golstadt como profesores. Se inspiraría, pues, en tenía todos los visos de una conspiración.
ellos, si bien para sus fines y en el grado qún prdi"_
ra convenirle. EI segundo ingrediente fue-el silencio Los principios que regían la nueva agrupación
misterioso, al estilo de los masones, en orden a pro- eran la igualdad y la libertad, pregonados por el
pagar de manera insensible el espíritu del iluminis- filosofismo del siglo, pero dándoles un giro que los
mo y el moderno filosofismo. hiciesen más aptos para el logro de los fines que
se había propuesto. Partiendo de las ideas de Vol-
Para reclutar las huestes que necesitaba se di_ taire y de Rousseau, Weishaupt creyó que aquéllos
rigió primero a sus alumnos, sus primeros discí- eran demasiado tímidos en sus consecuencias: "La
pyl-oJ, fáciles de seducir. Fue eI LZ de mayo de igualdad y,la libertad son [os derechos, esenciales
1776 cuando puso los fundamentos de su movi- que el hombre; en su perfecciín originaria y primi-
[¿ NNVE Y tAS TE¡r¡PESTADES

tiva, recibió de Ia nafuraleza; el primer atentado


conüa la igualdad fue perpekado por la propiedad; Munich logró entera.rse de la existencia de los "[[u-
el primer atentado contra la libertad lo originaron minados de Baviera", según comenizó"at,llamár-
las sociedades políticas o los gobiernos; Ios únicos ¡elos. Los datos que llegaron a las autoridades po-
apoyos de la propiedad y delgobierno son las leyes lfticas no fueron muy precisos, pero sí lo suficiente-
religiosas y civiles; por tanto para restablecer alos mente reveladores como para sembrar,preocupa-
hombres en sus derechos primitivos de igualdad y ción, máxime en una época tan cafgada'de'fer-
de libertad, hay que com enzar por deJkuir todá mentos revolucionarios. En 1784 el gobierno de-
religión, toda sociedad civil, acabando con [a aboli- cretó la prohibición absoluta de toda "comunidad,
ción de toda propiedad t...1 Sí, los príncipes y las sociedad y confraternidad secreta, o no aprobada
naciones desaparecerán de la faz de la tierra; sí, por las leyes". Pero los lluminados, que habían lo-
llegará el tiempo en que los hombres no tendrán grado ganarse adeptos aun en [a misma Corte, se
ya ohas leyes que el libro de la naturaleza; esta cfeyeron suficientemente fuertes como para no aca-
revolución será obra de las sociedades secretas; és- tar la decisión, y siguieron con lo suyo. Sin embar-
te es uno de nueskos grandes misterios." go, el gobierno no se amilanó. Weishaupt fue de-
puesto de su cátedra de profesor de derecho en la
Pero si quería tener éxito le sería necesario ro- üniversidad de Ingolstadt y declarado en rebelión
dearse de personas convencidas y decididas. "para conta las autoridades políticas, como "famoso Maes-
mis propósitos no puedo emplear a los hombres ke de Logias". Luego, en una requisa realizada en
tales cuales son, es preciso que los forme." Diri- su casa, la policía se incautó de cartas, discursos,
gióse para ello, con especialpredilección, a los ado- reglamentos, proyectos, estafutos, un verdádero ar-
lescentes y a los jóvenes, según lo señalamos más chivo de los conjurados, que el gobierno de Bavie-
arriba, todavÍa susceptibles de ser plasrnados según ra ordenó imprimir bajo el tÍtulo de Escriüos origí-
las nuevas ideas. Era la edad de todas las pasioñes. nales de la Orden de la secta de los lluminados.
Por lo demás, había entendido con claridad que Cuando se vio allí que la conspiración tenía en la
para que una revolución tiunfase, se hacía impres- mira a t<¡dos los tronos e imperios, enviaron una
cindible "iluminar a los pueblos". Para él ,.ilumi- copia de lo que haLrían enconkado a los diversos
nar" era procurar que la gente fuese adhiriendo gobiernos de Europa.
insensiblemente a los cambios que se les proponía.
Ningurno de los conjurados fue condenado a
Las banderas eran claras, aptas para arrastrar tras
muerte, según las costumbres de la época. Sólo
de sí los entusiasmos juveniles.
hubiera podido serlo Weishaupt, por lo que prefirió
EI movimiento se fue propagando con creciente huir a Sajonia, donde enconkó la protección de
rapidez. No sabemos por qué medios la corte cle su príncipe, pudiendo de ese modo seguir allí libre-
rnente con su emprendimiento kuncado. Los otros
258 [¡ Nave Y ¡¡s TeupEsTADEs [¡ Fnencrse
RevoluclóN Fnencrse
RevolucróN 259

conjurados, que al fin optaron por emigrar a diver- La sola palabra "patria" constifuía una suerte de
sos lugares de Alemania, no sólo dejaron de ser blasfemia contra los grandes derechos del hornbre:
perseguidos sino que encontraron amparo en las la igualdad y [a libertad. Lo que cada ilurninado
mismas Cortes locales, confua las que, si bien de hacía en su propia logia era lo mismo que lo que
modo secreto, se dirigían sus intentos. El mismo la secta hacía por doquier. Era preciso que los gru-
Weishaupt, quien se hacía llamar "Spartacus", go- pos dispersos, combinando sus,esfuerzos: y pla-
zaba kanquilamente no sólo de asilo sino también neando en todas partes los misrnos atentados, mar-
de una holgada pensión. Ninguna conspiración chasen unidos. Los que hacían de "zapadores" te-
había sido tan claramente descubierta, y ninguna nían sus comunicaciones subterráneas, para que
encontró más aliados aun enke sus futuras vícti- las explosiones locales serealizasen en el momento
mas. Todo indicaba que la precipitada fuga de oportuno, sin provocar trastornos en la marcha
Weishaupt fue para la secta algo así como la Egira universalpor ellos urdida. Cada conjurado, en cual-
de Mahoma, un preludio de nuevos y más grandes quier parte se encontrara, debía estar seguro de
éxitos. que estaba obrando en comunión con sus herma-
El gran cuidado de los lluminados, después de nos de todo el mundo.
la publicación de sus escritos reservados, fue lograr La secta reconocía una jerarquía interna. En el
que toda Alemania se persuadiese de que la Orden primer nivel había novicios, iluminados menores
ya no existía, de que sus adeptos habfan renuncia- é iluminados mayores. En el segundq novicios' ca-
do no sólo a sus planes conspirativos, sino a toda balleros escoceses y el iluminado director. Eltercero
relación entre sí, iomo miembros de una sociedad y supremo nivel contaba con dos grados' Un9 tenía
secreta. Bastaría con que [a gente creyese que su porblanco la religión. Estaba integrado por los lla-
existencia era solamente quimérica. Así podrían mados Magos o Fílóso/os iluminado.s. Et otro, que
seguir llevando adelante sus planes sin mayores apuntaba a la política, incluía a los llamados Hom-
obstáculos. bres-Reyes. Et objetivo del "Mago" era la difusión
del ateísmo, en orden a la destrucción de la reli-
gión; su meta final: borrar el nombre mismo de
3. l,os objetiuos de la secta y su carácter jerárquico Dios de la faz de la tierra. La tarea del "Hombre-
Rey" en cambio, tendía a la abolición de los tonos,
Los seguidores de Weishaupt tenían pretensio- en orden a instaurar [a soberanía del pueblo y los
nes de índole universal, remeflando en cierto mo- derechos del hombre.
do la catolicidad de la lglesia. Su patria era el mun- Sería preciso comenzar por el proyecto político.
do entero, o mejor, en la secta no había patrias. Para ello, los adeptos debían leer las obras de Miia-

Á
260 L¡ Navr y r¡s TeupEsrADES
TeupEsrADEs
L¡ Revou¡clÓN FnnNcesn 261'

beau, y otros escritos semejantes, ocultándose los


propósitos ulteriores más comprometedores. Pero so lo que quiso hacer Jesús, quien tenía una
dochi-
una vez que el adepto estaba en condiciones de na seireta? Weishaupt interpreta de una manera
el Señor vino a taer' "Se
lanzarse hasta el fin, se lo encaminaba al cumpli- &;;i;il" redenciónir"
qué Jesús fue el salvador,.el
miento de los grandes misterios, los últimos miste- entiende en sentido
rios. Si realmente se mostraba dispuesto a colabo- Liberuaor del mundo. Así se explica la doctuina del
rar en la erradicación de Dios en la sociedad, se pecado original, de la caíd1 del hombre y su res-
le indicaba que primero debía borrar el nombre [aurición. Á6oiu se entiende lo que es el estado
Ju fu naturaleza pura, de la naturaleza lapsa o
de Dios en su propio corazón. Pero ello no debía co-
hacerse público. Hasta entonces se haría preciso ;;üá;; y el.eino de la gracia' Los hombres' del de-
recurrir a la astucia maquiavélica. "Para deskuir i"iááLfZr:t"¿o de su liber-tad original,.salie¡on En
todo cristianismo, toda religión, hemos aparentado Lstado de natur aleza y perdieron su dignidad'
ya
que éramos los únicos en poseer elverdadero cris- sus sociedades, bajo sus gobiernos' no.viven
nahr-
tianismo, los únicos que adheríamos a la verdadera ;"iestado de naturaleza [ura, sino en el.de sus
religión. Acuárdense que el fin santifica los medios, ialeza caída, corrompida. Si logran moderar
que el sabio debe asumir para el bien todos los pasiones y aminorar sus necesidades, retornan en-
medios que los malvados emplean para el mal. [on.". a Áu primera dignidad. En ello consiste su
Aquellos métodos a los que hemos recurrido para ,áJá".ián y'el estado áe gracia. AIIí los conduce
Iiberar a los.demás, aquellos medios que usamos i;;;;;i, táutu todo la más perfecta vuelto.gene-
moral' la de
para librar un día al gánero humano de toda reli- i"r¿,r. Cuandó esta doctrina se haya
gión, no son sino un piadoso fraude que nos reser- ;;i .; ááriuble cerápo' fin sobreComo ta tierra el reino
puede ver-
vamos descubrir cuando el adepto llega al grado áe'bs buenos y de lol elegidos"'
de Mago o de Filósofo iluminado." restauraiión de la santidad origi-
ü "" es más iagracia,
At fin y a[ cabo, agregan, 'hosofuos decimos que á" ru sino una restauración pela-
Jesús no estableció una nueva religión, sino que
"á, "uiá
giana del hombre.
simplemente quiso reestablecer en sus derechos la La figura delMago, al que se reservaba el oficio
au f"uaiadelante este proyecto simiesco tergiver-
religión natural; su intención era enseñarnos cómo y
gobernarnos a nosotros mismos, y establecer, sin sador del cristianismo, era exhibida intencional-
sa-
los medios violentos de las revoluciones, la libertad mente de una manera muy semejante a la d.el
y [a igualdad entre los hombres". Pues bien, sólo cerdote católico. Accedía a dicho oficio mediante
"en los últimos misterios develaremos a los adeptos ,n tit ruf cuidadosamente elaborado, en el que se
este piadoso fraude, para que se den cuenta del inctuía una burlesca parodia de lacena eucarístiéa,
origen de todas las mentiras religiosas". iNo es aca- lo*" parte integfanie de la unci6n,sace-fdÓtal,rUn
velo ,á l"runi"6" dejando ver' el altar, presidido
262 [¿ Nnve v us TeupESTADES.
TeupESrADEs [¡ RevoructóN Fnnxcese 263

por un crucifijo. Sobre el altar estaba la Biblia; en el título de 'Altos Misterios" se lee: "Los adeptos
un pupitre, el rifual de la Orden; al lado, un incen- de dicho grado lel de los Magos] se ocuparán- de
sario y una vasija con óleo. El Decano, que hacía recoger y poner en orden los grandes sistemas filo-
las funciones del obispo, se enconhaba rodeado sófiós, b imasinarán y elaborarán para el pueblo
de acólitos. Tras orar sobre el iniciado, lo bend ecía, unu tuiigión que nuestra Orden quiere dar al uni-
le cortaba algunos cabellos de la coronilla de la verso tJmas pronto posible." Según se üe, e[ pro-
cabeza, y luego, Io revestía de ornamentos sacerdo- yecto no era tanto destruir toda religión cuanto
tales, mienbas pronunciaba oraciones en elsentido crear una nueva. Esa religión, que el mismo Weis-
de la secta. Elcandidato, leemos en elrifual, ,,revis- haupt sugirió a sus Magos, era de cuño absoluta-
te una túnica blanca con franja escarlata,,. áNo se- *nnt" spinozista, no admitiéndose otro Dios que
ría un recuerdo del hábito de los caballeros del el mundo mismo, es decir, en elfondo, un ateísmo
Temple? Luego se le cubría la cabeza con un bone- sagrado. En los últimos grados de Ia secta se les
te rojo. La fórmula que acompañaba el último rito deira a los adeptos que todas las religiones no eran
era: "Cúbrete con este bonete, vale más que la co- más que un invento, una impostura. De allí toma-
r.on-a de los reyes," iNo sería el fufuro gorro frigio ban sü inspiración los dos propósitos de la instifu-
de los revolucionarios? Para la comunión, el óe- ción: el prlmero, ofrecer al mundo [o-Tát pronto
cano le daba al ordenado un poco de miel y de posible üna religión forjada. por los Magos, y el
leche, mientas decía: "He aquí io qun la nafuráleza btto, destruir toda religión. Ambos proyectos.de-
da al hombre. Piensa cuánto más feliz sería si el bían ejecutarse no al mismo tiernpo s-ino sucesiva-
gusto de las superfluidades, alquitarle un alimento mente Las ideas religiosas impregnaban aún muy
tan simple, no hubiese multiplicado sus necesida- fuertemente el espíritu de los pueblos para que Weis-
des, envenenando el bálsamo de la vida.,, huapt esperase árradicarlas a todas súbitamente.
En realidad, Weishaupt no se contentaría con Antás habfa que reemplazarlas por una suerte de
atacar al cristianismo, previa hipócrita defensa del culto capcioso y sofístico que en e[ fondo no era
mismo, perversamente interpretado, sino que fra- ya una áuténtióa religión, como por ejemplo "el
guó el proyecto de suscitar una religión propia, co- Luho de la Razón", eu€ la Revolución francesa im-
mo sucedánea del cristianismo. El famoso adepto plantaría. La pseudo-religión que debían inventar
Phiton-Knigge declaró que se estaba proyectando ios Magos del lluminismo no era sino un primer
formar un Areór:ago del lluminismo, úno de cuyos paso eñ orden a destruir la religión de Jesucristo
fines sería reconciliar todas las especulaciones f'ílo- en el universo entero.
sóficas y religiosas, en orden a procurar la exünción Entre otras estratagemas se decidió infiltrarse
de las ideas religiosas. En un plan en elque convi- en los seminarios. El mismo weishaupt así lo deci-
,,Si
nieron los "areopagitas", fechado en L787, bajo dió: es interesante para nosotros influir en las
264 L¡ Nnve v us TempEsTAoES
L¿ RrvorccróN Fnmtcesn 265

escuelas comunes, es también muy importante ga-


nar los Seminarios eclesiásticos y a sus Superiores. no. Para ello será preciso abolir toda autoridad.
Si lo logramos, tendremos Ia principal parte del Talera la enseñanza de los maestos, según lo reve-
país; pondremos de nuesko lado a todos los más Ió un adepto arrepentido: "Todos los hombres son
grandes enemigos de toda innovación; g lo que iguales y libres -enseñaban-; es su derecho impres-
es más importante, con los eclesiásticos, elpueblo criptibl"; pero no sólo bajo los reyes se pierde el
y la gente común se enconbarán en nuestras ma- usó de esa libertad. Ella también se desvanece
nos." Pero enseguida observa que habrán de to- cuando se somete a los hombres a otras leyes que
marse especiales precauciones con los eclesiásticos. su voluntad propia. Hemos hablado mucho de
Señala también que no se ha de hacer ningún in- despotismo y de tiranía, pero e[ despotismo y la
tento por ganarse a los jesuitas de quienes hay que tiranía no se encuentran sólo en el monarca o en
huir como de [a peste. La estratagema no fue in- e[ aristócrata; se los encuentra también en el pue-
fructr¡osa ya que no pocos eclesiásticos acabaron blo soberano demócrata, principalmente cuando
por integrar las filas de los iluminados. A veces fue pretende ser legislador, tanto como en elrey legisla-
la secta quien los eligió y los formó en su seno pa- áor. áQué derecho tiene ese pueblo o esa multitud,
ra luego infilbarlos en Ia lglesia. Se les dijo: Durante aunque sea mayoría, de someterme a mí y a la
un tiempo disimulen lo que plensan, rnostrando minoría a sus decretos? iEra así el derecho de la
piedad y celo; nosotros harernos de ustedes los naturaleza? [...] iAcaso bajo [a vida patriarcal los
párrocos y pastores de los pueblos. Predicarán en hombres conshuían ciudades, casas' pueblos? Eran
público la doctrina del Evangelio, curnplirán exte- iguales y libres, la tierra era de ellos; la tierra era
riormente todas las funciones, Ifero serán de los igualmente de todos. Su patria en el mundo, y
nuestros en secreto, nos prepararán elcamino, A.sí no Inglaterra o España, Alemania o Francia- Era
lo reveló uno de los iluminados, apodado "Catón- toda la tierra y no un reino o una república en un
Zwach". rincón de la tierra. Sean iguales y libres, y serán
cosmopolitas y ciudadanos del mundo. Sepan
Decíamos que el seglrndo objetivo de la secta
apreciar ta igualdad y la libertad, y no temerán si
era la abolición de los tronos, y consiguientemente
un día ven quemar a Roma, Viena, París, Londres,
del orden tradicional de la sociedad. Dicha finali-
Constantinopla [... ]"
dad estaría a cargo de los Hornbres-Reyes, encar-
gados del ámbito de la política. A havés de ellos Como se ve, la tarea del Hombre-Rey va más
la secta les dirá a los campesinos, los burgueses, allá del mero deshonamiento de las coronas y la
los padres de familia, que ellos mismos de6en ser ulterior imposición de la democraciay la soberanía
soberanos, como lo eran los hc¡mbres en épocas del pueblo. De [o que se hata es de acabar con
primitivas, a las que debe retornar elgénero huma- todós los gobiernosr imponiendo una anarquía
simple y üána. Todos los regímenes caen bajo la
266 [¡ v l¿s
Neve Y ms TEMPEsTADES
Tnr*pEsrADES
[-n Rrvou.,tctóN Fna¡lcese 267

misma condenación. Mientras tanto, sería conve- por encima de cada individuo. Tales son los princi-
niente irse ganando a los príncipes reinantes, de pios de los iluminados, no pareciendo preocuparse
modo que prometan sumisión y obediencia a los jamás por las consecuencias, por desastrosas que
maestros de las logias. Aunque, por precaución, puedan parecer.
Ia secta les oculte los fines últimos que proyecta.
Así varias Cortes se llenaron de iluminados. Sus Se preparaba, asimismo, la abolición de la pro-
príncipes creían que gobernaban sobre ellos, cuan- piedad. Eh uno de los rituales de iniciación se les
do en realidad no eran sino sus cautivos. decía a los iluminados: "Comiencen a renunciar a
Pero había que ir más allá, procurando demoler
todo lo que llaman propiedad de ustedes; dejen
sus casas y sus fincas; abandonen sus campos; ven-
el entero tejido social. En una Instruccián para los
gan a nosotros y digan con nosotros: La primera
dirigentes de la secta se [ee: "No perdamos nunca
Ehsfemia contuá la igualdad y la libertad ha salido
de vista los Colegios militares, las Academias, las
imprentas, las librerías, cualquier establecimiento de la boca del primer hombre que dijo: mi campo,
que influya sobre la educación o el gobierno. Que mi casa, mi propiedad." Como se ve, no se trataba
tan sólo de abolir la distinción entre ricos y pobres,
nuestros Regentes estén ocupados sin cesar en
sino toda propiedad, tanto la del rico como la del
elaborar planes e imaginar la manera de hacernos
pobre.
dueños de todos estos establecimientos." Asimis-
mo será preciso deskuir la familia. "Elpoder pater- Oho sector privilegiado que había que invadir
no cesa con Ia debilidad del niño -enseña Weis- y conquistar era el literario. En un Código de los
haupt-; el padre ofendería a sus hijos si reclamase Íluminados se lee, entre okas cosas: "En elmundo
todavía algún derecho sobre ellos después de esta de la literatura, algunos géneros dominan en cada
época." Apenas los hijos empiezan a ser capace§ tiempo, según la moda, suscitando admiración en
de deletrear las palabras igualdad, libertad y razón, las cábezas débiles. A veces alimentan el enfusiasmo
la voz de los padres pasa a ser para ellos la voz religioso, a veces el espíritu sentimental, otras veces
del despotismo, de la opresión y de la tiranía. Al el elpiritu fitosófico; antaño eran temas bucólicos,
comunicarles las palabras libertad e igualdad, el nouélas de caballería, poemas épicos y odas que
Hierofante les está ya enseñando a blasfemar el fascinaban at público. Hay que trabajar para-poner
amor a la familia, más aún que el amor a Ia nación también de moda los principios de nueska Orden,
y el amor a la patria. El niño, como el tigre, olvida que tienden a la felicidad del género humano", es
a su padre desde que puede correr solo a su presa. decir, esos principios que, bajo elpretexto de llevar
Este conjunto de medidas recuerdan el non ser- a h humanidad a la plenitud de su felicidad, ha-
uiam de quien indujo a nuesfuos padres en e[ paraí- ciendo de ella una sola familia, no dejan subsist[r
so: libres e iguales, ya no hay ni Dios ni hombres una sola'nación, una sola religión, un soto título de
268 L¡ Nave v us Tc¡r¿pESTADES [¿ Revoluctót¡ Fn¡Ncese 269

propiedad. Hay que ganar para estos principios el bárbaros mismos enviados por la naturaleza para
favor de la moda "de manera que los jévenei escri- regenerar a Europa. :

tores los propaguen en el pueblo y nos sirvan sin


quererlo'. Pero los demás, los escritores iluminados Los adeptos son elogiosamente comparados
practicarán el autobombo: "Ti"aten -se les dice a con los vánáalos y los visigodos. Weishaupt impele
Ios Hermanos- que los escritos de nueshos adeptos
a los suyos no simplemente a imitar los saqueos
que proiagonizaron aquellas tribus, sino a superar-
sean exaltados en el público; ustedes harán tocar
lós por la Constancia, la perseverancia y la perpetui-
la hompeta en su favor, cuidando que los periodis-
tas no hagan sospechosos a nuestros esóritores.,, daá de las devastaciones. No vaya a ser que des-
pués de haber logrado que aquellos pueblos con-
En cuanto a los intelecfuales que sin pertenecer aún
quistados retornasen a to primitivo, de haber logra-
al lluminismo tienen principios semejantes a los de
aquella corriente, "pónganlos en la clase de los que
do qr" recuperasen la libertad y la igualdad-primi-
hay que enrolar. Que el Decano tenga, pues, una
gunLt, uuuluu, de nuevo a las andadas. Ustedes
lista de esos hombres, y que de üempo án tiempo áeberán hacerse temeE les dice. Aun los malvados
cuide de hacerla correr entre los Hermanos," deberán verse obligados a enrolarse bajo sus ban-
deras. El error de los hunos y de los vándalos fue
Un detalle sumamente curioso. Weishaupt tenía haberse dejado.enfriar en su furia devastadora' Ha-
una concepción mesiánico-religiosa de su obra, no brá que ser vándalos y hunos hasta ellin, hasta que
sin ribetes racistas. A su juicio, mientras todo el no háya más esperanza de ver renacer la religión,
resto de Europa se habfa visto inficionado por la las leyes, la sociedad, la propiedad y los monarcas'
corrupción del mundo que se cree civilizado, ,,la
naturaleza, que en la zona del Norte conserva in-
tacta su pureza y su vigor original, la verdadera 4. Et reclutamiento y la fórmación de los militsntes
raza de los hombres primitivos, se presenta y [ega
en socorro de la especie. Desde el fondo de sus
comarcas pobres y estériles, convoca a esos pue- El propósito último de la secta era claro' En una
blos so/uajes, y los envía a las regiones de la moli- de sui lñsfrucciones Weishaupt así lo expresa:
cie, de la volupfuosidad, para que lleven, con su "Tendiendo al mismo fin, todos los miembros de
sangre nueva, una nueva vida a esos cuerpos debi_ esas sociedades, cuyo voto es una revolución uni-
litados del Sur, de modo que introducieádo otras versal, apoyándose unos a otros, deben. tratar de
cosfumbres y otras leyes, reestablezcanelvigor de dominar-invisiblemente y sin apariencia de medios
la especie, antes de que el germen superviviente violentos, a los hombres de todos los estados, de
de.la corrupción logre inficionar aquella porción todas las naciones, de todas las religiones; infuodu-
de la humanidad, todavía tan sana", es decii a esos cir por todas partes un mismo espírifu [...] Una vez
270 [¡ Nave y r¿s TeupesrADES L¡ Rsvo¡-uclóN Fnancese

establecido ese imperio por la unión y la multifud cuidado, se les encarece, háganlo conservando el
de lo_s.adeptos, ique Ia fuerza suceda al imperio secreto: "Tal es su regla,.su artículo más'esencial;
invisible! iAten las manos a todos los que resistan! por eso aun en los países en los que hemos adquiri-
iAplasten a todos aquellos a quienes no hayan po- do suficiente poder para mostarnos públicamente,
dido convencer!" aun allí debemos permanecer escondidos."
Weishaupt envía a los suyos a la conquista del Los dirigentes tratarán de que los reclutadores
mundo. Sus palabras nos tmen atrecuerdo la medi- se aboquen principalmente a ganar personas de in-
tación de las Dos Banderas de San lgnacio en sus fluencia, catedráticos, clérigos, consejeros de prÍnci-
Ejercicios espirituales. "No hay estamento, no hay pes y hombres de negocios. Una vez ganados, tam-
edad que deba dispensar a los Hermanos de nues- bién ellos serán enviados como "apóstoles", indi-
fuos habajos, de nuestas pruebas." Si bien la exhor- cándoseles 1o que pueden hacer, y reprochándo-
tación al "apostolado" se dirige a todos los miem- seles lo que no hagan para elprogreso de la organi-
bros de la secta, con todo había un grupo especial zaci6n, La correspondencia de Weishaupt con sus
de ellos, a los que el código llama 'ilos hermanos seguidores es ingente, casi como la de Voltaire' Ni
insinuantes", que estaban especialmente encarga- una palabra que no üenda el mismo fin que los mis-
dos de ganar nuevos adeptos. En uno de sus áis- terios, ni una palabra que no sugiera los artificios
cursos, les dice Weishaupt a los epoptas: *Deben que hay que emplear, los candidatos a quienes
ver que si permitimos a cada novicio haernos un convendría incorporar, los iniciados a los que hay
amigo suyol es para formar una legión, más justa- que hacer progresar, los adeptos que deben ser
mente que los de la Tebea, considerada justa e in- alentados, corregidos, reprendidos, los enemigos
vencible." que hay que descartar, los protectores bajo los que
Especialmente tocaba a los llamados prefectos conviene ampararse. Sus "apóstoles" están en to-
aleccionar a los hermanos proselitistas sobre los dos los lugares; Weishaupt los conoce uno por uno,
argumentos a que debían recurrir para convencer aunque se encuentren lejos. Les dice cómo deben
a los nuevos posibles miembros de la secta. AI mis- comportarse paso a paso, las faltas que han cometi-
mo tiempo era oficio suyo enardecarlos en dicho do, los escándalos que han dado, los lugares que
trabajo, instándoseles a que polarizasen todas sus deben frecuentar; los exhorta, los frena,los amena-
actividades en la prosecución delfin anhelado. ,,eue za, como si fueran chicos de colegio. Es alavez el
esta sea su idea favorita, Miren todo lo que excogl_
hombre de la visión de conjunto y el hombre de
ta la lglesia Romana para hacer su religión sensible, todos los detalles. Los militantes, por su parte, de-
para tenerla como objeto sin cesar presente a loé bían hacer un fichaje de cada uno de los que reclu-
ojos de sus adherentes; tómenla por ejemplo.,, pero taban: su edad, su altura, sus ojos, su carácter, sus
estudios favoritos, los servicios que podían prestar,
272 [¡ Nnve y ¡-es Te¡v¡pEsrADEs
n Revouuctfu¡ Fnnxcnse 273

sus amigos, las personas que Io influían, su situa-


ción económica, su familia, sus enemigos, qué pen- in tomar para ganar a los unos y alejar a los ofuos'
saban de la religión, dela monarquía... La campa- ,l adepto insinuante es e[ que está en mejores con-
ña dio sus frutos. Cuando la gente de Ingolstadt lcionás de conocer a los sujetos cuya recepción
ni siquiera sospechaba [a existencia de Ia Orden, uede proponer, y a aquellos que crea deben ser
ya en sólo Baviera la secta contaba con logias en xcluidos. En las notas que envíen todos los meses'
Munich, en Freising, en Franconia, en el Tirol, y o dejará de exponer las razones para lo uno o
estaba por establecerlas en Ratisbona y en Mena, ara lo otro."
así como en Milán y en Holanda.
En oha de las páginas leemos: "Mienhas el "Her-
En sus Instrucciones para fos Insínuantes, Weis- rano Insinuante, está así, totalmente ocupado en
haupt les da recomendaciones concretas sobre el onocer a los otros, se cuidará bien de darse a co-
modo de proceder: "Para aprender a conocer los ocer a sí mismo como lluminado. La ley es expre-
sujetos que pueden enrolar, todo lluminado debe I para todos los Hermanos, pero es especialme.nte
comenzar por munirse de un «ficheron, en forma ecesaria para el áxito de los Enroladores. A ellos
de diario, <rDiariumr. Espía asiduo de todo lo que t legislador les recomienda que exteriormente se
lo rodee, observará continuamente a las personas rueltren virtuosos, amantes de la perfección, y
con quienes se encuentre; amigos, parientes, ene- viten cualquier tipo de escándalos, que podrían
migos, indiferentes, todos, sin excepción, serán ob- uitarle autoridad sobre los espírifus." A los "Her-
jeto de sus indagaciones. Tratará de descubrir su '¡anos Enroladores" se les dice: 'Aplíquense al arte
lado flaco, sus pasiones, sus prejuicios, sus vincula- e disfrazarse, de ocultarse, d,e enmascararse' cuan-
ciones; principalmente sus acciones, sus intereses,
o observen a los demás, para penetrar en su
su fortuna; en una palabra todo aquello que pueda rterior."
dar sobre ellos los más detallados conocimientos;
cada día incluirá en un fichero lo que haya obser, Tiabajarán dando pábulo alentusiasmo' con la
vado. Este espionaje, deber constante y asiduo de erteza de la victoria en el alma. Llegará un día
todo lluminado, tendrá dos ventajas: una general n que e[ secreto ya no será necesario. Entonces
pag la Orden y sus superiores, y ota para adep- j lViejo de la Moniaña, el último Spgfacus podrá
to. Dos veces por mes presentará una relación deta- ¡lir de su santuario tenebroso al aire libre. No exis-
llada de sus observaciones, las transmitirá a sus rá ya Imperio ni ley; el anatema pronunciado so-
superiores, y así la Orden estará informada de quié- r. Íur na.ion"u y sobre su Dios, sobre la sociedad
nes son, en cada ciudad o en cada aldea, los hom- sus leyes, habrá reducido a cenizas todos los alta-
bres de quienes deba esperar protección o temer rs, palacios y ciudades. El úttimo Spartacus, con-
oposición. Conocerán todas las medidas que debe- rmplando esas ruinas y rodeado de sus [[umina-
os podrá decir a las multifudes: Vengan y celebren
274 L¿ Neve v us 275
Te¡"rpESTADt L¡ RevoruclÓN Fnn¡'¡cesa

Ia memoria de Weishaupt, nuestro padre. Hemc


sus expensas, y que emp ezaba a vanagloriarse co-
consumado sus misterios
mo si iuur" la única que tenía los verdaderos'secre-
tos de la Orden. Si bien los iluminados y los maso-
nes estaban de acuerdo en el propósito común de
5. Iluminodos y rnosones
acabar con e[ cristianismo, los caminos no coinci-
dían. En 1780 Weishaupt les escribía'a Zwach:
"Quizás tenga que elaborar un nuevo sistema ma-
__ Desde que comenzó a gestar su plan iluminist¿ sóirico; quiás me resolveré a incorporar [a {anc-
Weishaupt había entendido las grándes ventaje
masoneiía en nuestra Orden, para no hacer de las
que podía extraer para su intento de [a multitu
dos sino un solo cuerpo. El tiempo decidirá'"
de masongs que por aquel entonces pululaban e
Europa. "Te doy una noticia -le .scribía en ITT En este proyecto solidario Úabajaron Weishaupt
a su adepto Ajax-: antes del próximo Carnaval par y Philon.Knig ge, elmejor insh'umento de Spartacus'
to para Munich, y me hago recibir de francmuió, La inclinaciéñ de Knigge a la masonería le venía
No te asustes. " Le pareció necesario tranquilizar, por su padre, siempre en busca de [a piedra.filoso-
su amigo. En realidad Io que buscaba no era tant, ial. Poi eso no bián tuvo la edad requerida -25
hacerse masón sinó s6lo llegar a conocer un secr€ años-, fue admitido en las logias, haciándose ma-
to nuevo,y de ese modo hacerse más fuerte. Hast sOn. Állf llegó a conocer los grados superiores así
como los más raros y misteriosos de
entonces en los rituales masónicos no había vistr 'rianuscritos
sino juegos de una inocente fraternidad, pero lueg la masonería. La relación de tfuigge con Weishaupt
creyó entrever lo que tras ellos se es.ondía, y fü, venía de,lejos. No bien thigge lo conoció, se alojó
así como recibió los primeros grados de la iÍa., en brazos áel apóstol ilurminado, y fue inmediata-
en una Logia llamada de san Teodoro. satisfech, mente iniciado en los grados sucesivos de la secta.
con su descubrimiento, comenzó a interesarse er weishaupt calibró enseguida la importancia de esta
que sus alumnos de Munich ingresaran en la maso adquisición. Desde entonces l{nigge secundó gshe-
nería. Especialmente les ordenó a todos sus Areo chamente a Weishaupt, logrando que se [e abrieran
pagitas que se inscribiesen en sus filas. sin embar las puertas de todas las Logias de Europa'.Así.fue
go la simbiosis como numerosos masones se pasaron a las filas
19 fue igualmente satisfactoria pari de los [uminados y viceversa. Cuando los llumina-
ambas partes. É conoóía los secretos de los fánc
masones, sí, pero los francmasones no conocíar dos fueron denuntiados en Baviera y perseguidos
los.suyos. sobre todo los Rosacruces vieron cor por e[ poder temporal, no dudaron en establecer
molestia Ia difusión de esta nueva sociedad secreta vínculos con FeliPe de Orleans'
que no poblaba sus logias sino más bien vivía ¡ Es claro eu€, como ya lo insinuamos, no todo
fue romancn. En 1783 escribía Weishaupt: "Estoy
[¡ Neve v us Te¡*lrestepEs
277
[¡ Revol-uc¡ÓN Fnances¡

pensando en organizar la Confederación Polaca,


un paso muy conveniente para introducirla en los nohabÍasidosinountejidodeinmoralidadesy
perdona-
asuntos de nuesko lluminismo, pero simplemente á. t"i.lrn.,
-que ¿o*¿iticas; Él't"y no sólo lo
como francmasonería, de modo que enseguida po- ;; ;il llegó a enviarlo e.n misión secreta a
en Prusia' entre
damos elegir entre ellos los mejores sujetos, para Berlín. Durante"sus tres estancias
evitar la estricta observancia [masónica] y así des- li*6 v ti*7, tomó los má¡ estrechos contactos
déi Afecto'
huirla." f{nigge entendió haber dado un golpe maes- co n los llum in aá-ás;
qui uS lO rod¿áion'
ko sobre Polonia, en la línea del propósito de Weis- Ú" áir"iprlrá aá r<i.,iüse "n [o inició en los misterios
quien ya
haupt, moskando a los polacos que desde hacía Áá*á.tntos del lluminismo' Mirabeau' tas
veinte años la masonerÍa se había alejado de su .á"-."" ttáas las estatagemas que empleaban que el ge-
gran objetivo original. Para volverla a su primer logias masónicas' supg apreciar aquellas
promo-
esplendor, invitaba a los Hermanos animados de ;ü d" Weishaupt lei había agregadoap3{a Francia' co-
verdadero celo, a unirse a aquella parte de los ma- ;;; ht revoluciánes. Una vez vuetto
Lo-
sones que habían permanecido en posesión de los ;;;;¿ u int oducir 10s nuevos misterios en su
"Filaletes"' Yát aún' iuzgó opor-
verdaderos misterios, De hecho la mayoría de los ;;ii;*;d;ae s"usputtiá apóstoles mejor ejercitados
masones se hicieron iluminados. Sea lo que fuere, tuno invitar u
Weishaupt dejó en claro que los iluminados no eran ;;;¿í ; io, utuii.iát aár que
código enrolador', No le
habían hasta entonces
lo mismo que los masones. O mejor; aquellos eran át*p"Uán las razones
quienes integraban "la verdadera francmasonería" . i*p¿Aá; á Ut ¡Jus del tig{nismo tuabajar directa-
Pocos años después, Philon-thigge y Weishaupt ;;"t" por la ctnquista 'de Francia'
que no
Los dirigentes
había que apu-
forjaron un nuevo proyecto, a sabeq lograr que los á" uqulUa secta entendían
franceses se incorporasen algremio de los llumina- ; d;;siado sus conquistas podía ser premahr-
más allá de Estras-

dos. En Francia había ya no pocos adeptos, inicia- ilt* i;e*pt"siOn en Francia


dos en los secretos de Knigge, algunos de ellos ya ; ñ puebü demasiado activo' fogoso a que
y arrogan-
los demás
te, a lo mejor no estaba dispuesto
admitidos en el movimiento de Weishaupt. Die- iguálmente preparados pa-
estuviesen por doquier
kich, el intendente de Estraburgo, por ejemplo, que
luego sería eñ Alsacia el émulo de Robespierre, se ;;'i; gán harana. Weishaupt' sobre tod!l-13^ÍIi
homb-re capazde contentarse con
una revoluclon
encontraba en la lista de los Hermanos. Pero hubo para poner en guar-
adeptos aún más importantes, como el marqués parcial y loád, que sgtojerviría
Mira-
de Mirabeau, que tendría un papel tan destacado dia a tu, .oronlr de Europa. Sin embargo
de tos jefes de ]a
en la Revolución. Resulta casi imposible de enten- beau, vencienáo las reticencias
tiem-
der, pero en su momento los ministros de Luis XVI iÑoi ni, logró persuadirlos de que ya
como
era
Francia,
pondrían su confianza en ese hombre cuya vida ñá; #ifestarse en una nación
para desenca-
que no esperaba más que su ayuda

Á
278 L¿ Nave y t¡s Tc¡.apESTADES ¡ Revou-¡c¡ÓN Fnm¡cesn

denar una revolución que tantos otros conjurados


¿- - El asunto se bató en [a logia del "Gran Oriente"
locales preparaban desde hacía tiempo.
le París, que era, según yalo hemos indicado, el
Los adalides de Prusia y de Francia fueron con_ >unto dá ionfluenciJde iodas las Logias regulares
viniendo que estaba ya cercano e[ momento en lel Reino, representadas por sus diputados' Co¡s-
que las legiones de los Herrnanos, masones o ilu- ituía en cierta manera el gran Parlamento masóni-
en
minados, del sur al norte, del este al oeste, pudie_ )o, con sus cuafuo cárnaras, donde se resolvía
sen salir de sus clubes, de sus logias, de sus'Ácade- ilúma instancia todo lo que tenía relación con los
m¡ps-. Europa entera ardería en Iá fogata ,,iluminan_ ntui"iur de la Orden. Cuando llegaron-a París.los
te" de la Revolución. A la hora seRarada se daría ;ú;irt de los iluminados, el 'oGran Maesbe" de
la señal convenida. Todos los pueblos tendrr* r,, ; ó;;. era "elmuy serenísimo Hermano duque
L9s
74. de julio, todos a la vez; todos los reyes, ie Orleans, primer Í'ríncipe de Sangre"' d.os
ul de rele-
mismo día, se despertarían, como prontoluis XVI, ", masones
iu"lo tugurán en dignidgd era¡r Felipe' Su.cargo
cautivos de sus súbditos. Los Altares y los Tronos vancia, pero muy por duUa¡9 qe
de Gran Maestrá, su impiedad y sus anhelos
de
se de*umbarían por doquier en er mismo i"riunt".
venganza, aseguraba a los diputados del lluminis-
El emprendimiento era demasiado importante
rno LAo io qrru sería capaz de hacer en
su favor'
para ser confiado g adeptos ordinarios. wlishaupt de esa multitud
estando como estaba a ia cabe za
ya se había retirado. Aquel que hacía las veces áe jefe' Dichas
jef,e de Ia Orden de los lluminados,
á;aói"; que lo reconocían como a su
pero
Amélius-Bode, Logiaíse hiabían extendido Pgr toda Francia'
digno sucesor a. la vez de Knigg e y de Weishaupt, Colonia,.Liége'
árñUi¿n en Saboya, Suiza, Bélgica,
se ofreció para llevar adelantelás tratativu, con i.,
üot*tiu, San Pátersburgo, Moscú, en todgs los
Logias francesas por las cuales la hazaña clebía co-
menzar. Tias varias reuniones llegaron a un acuer-
ú;;;¡;nde había colonias francesas' Así Felipe
áJ Ortnuns y su Gran Oriente dominaban tantas
do, decidiéndose que Francia sáría ,,iluminada,,.
f"giá. ..*o tuu que ya sg-fra!ían establecido en
El momento era exkemadamente oporfuno
vá qru Alámania bajo Kniegge y Weishaupt'
el "filosofismo" había realizado en los espírittístoclo
pocos
lo que se podía esperar de los discípulos de vortáire Fue así cómo el lluminismo, que apareció
y de Rousseau, en orden a prepaiar el reino de Ia añosantes de la Revoh'rción francesa' en la ciudad
igualdad y de la libertad, a lo-que se agregaban e;Ídl.tadt, en menos de tres lustros constituyó
uÁu tüu, za d,e enorme relevancia y de
profundo
Ios últimos rnisterios que aportaba
de Wcishaupt, los de [a impiedad y"tpenlarii"nto influ¡o en [a preparación y el desencadenamiento
anarquía má,
absoluta, áe lá Revolutión, en estrecha unión con [a maso-
nería jacobina

¿
Cnphurc Cunnro

Los ideólogos
de la Revolución Cultural
En diversos lugares nos hemos referido a los
distintos gestores ideológicos de la Revolución.
Ahora los hataremos uno a uno de manera particu-
lar. Primero nos referiremos a quienes hrvieron una
acfuación más tascendente en el desenvolvirniento
cultural de la Revolución, y luego a otros menos
relevantes.

Fue Voltaire un personaje lleno de cualidades.


Su estilo merece figurar entre los más brillantes de
las lekas francesas, aun cuando predileccionó la
forma burlesca e irónica. Si hubiera vivido en nues-

¿
.285
L¡ Nnve Y tAs TEMPESTADES L¡ Revot-uc¡Ó¡¡ Fnnncesn

tra época sin duda que hubiera sido un periodista 1. Su biografía


de garra,
Su padre
Entre los diversos pensadores que divulgaron Nació FranEois Marie Arouet en L694'
París y gozaba
"el espíritu filosófico' Voltaire ocupa' por cierto, había sido notario nn et Chátelet de
un lugar privilegiado. A Io largo de su existencia ;ñ; posición económica muy desahog"tl.?-'
muier cllsun-
tan pioloñgada (murió a los 84 años), y tan prolífi- madre, iVlargarita Daumart, fue una
ca en escritos, aparece como un faro que "iluminó" n"id" d" .uá"t"t vivaz, aunque de costumbres bas-
el siglo XVIII, Lo llamaron "el rey Voltaire". Dicha ñt" iig.ras. La infancia y É ¡uventud de Voltaire
su padrino'
expresión no fue solamente válida para elmomen- ,á á"ru-rrollaron tá¡o h piotección de
;l ;;á;- de Cháteáuneuf quien, no obstante, su
to concreto en que fue dicha, cuando los actores sociedad
;ffi;,",*n"ütiastica, pertenecla a una
que acababan de representar sobre elescenario su
escépticos v iiUnttinós' Bajo tales
influjos se fue
obtu lrene,resolvieron coronar allí mismo el busto de
Su natural
del autor, ni sólo para los últimos veinte años de formando ut .rpftitu ánt jou'n Voltuire' que
su vida, cuando su figura era indiscutida por la "in- ;;ii;ñ recibió de ese medio tale.sde estímulos'
ingenio malig-
teltigentzio" europea, Su "tealeza", escribe Daniel- alpoco tiempo ñuel m'chacho
iu y desenfado.
Roñr, üene bases fundadas' aun cuando de índole ic, ; r" á!.rr"-á, ,nordacidad
populista: ante todo, ese don que poseyá.de sentir E"t*áio et tJátio au Luisel Grande' dirigido
"n las humanidades' re-
ton tu tiempo, de expresar lo que pensaba con el ñoito, jesuitas, do"nde cursó permaneció
lenguaje más agradable a su época; de ser un he- velando condiciorru,'upuriores' Allí
con jóvenes
raHt de h Revolución que asomaba en el horizon- durante siete años, trabándo amistad
,de poderosas iu*itiut de la nobleza'
Uno de sus
te. "Si bien no fue un poeta o un novelista eximio,
trepidó.en decirle:
posee el genio de la adaptación, hábil como nin- ñi;;"t,"r páá¡eLeJav, no
fb;ü;ü¿o, ti serás el abanderado de.l1 impie-
gún oU^o para captar al vuelo el hecho de acfuali-
cam'
áad, la idea capea de influir en la opinión, para ¿áJ.;Cuando tuuo edad suficiente' resolviópareció
que le
dar a luz e|libro, e[ folleto o la comedia de que to- üi";sunombo pot el de Voltaire,
do el mundo hablaría", abarcando géneros tan más noble Y sonoro'
diversos como el épico, elfilosófico, eldramatúrgi- Tiassalirdelcolegio,suvidasevolvióturbulen-
co (con 53 obras representadas), y el histórico, a ta. Á pniut de las initancias de su
padle para que
más de haber sido un incansable escritor de cartas' pasar
tig*i"t la carrem de leyes, como élprefirleracalidad
el tiempo nn ,ulonns y lgatros, Io
confió en
que era emba-
á" pái" al *utq*es aá cnatea'uneuf'
iualiftuncés en Hotanda' Éste lo llevó consigo a
286 [¡ Nnve y t¡s
L¡ TzupESTADEs
TzupESTADES L¡ REvot-uclÓN FneNcesn
FneNcesn 287

y
La Haya, pero tales fueron allí sus calaveradas, que cultivar las letras y el trato social, estudiando
deísmo de
fue devuelto al hogar paterno. Entonces su páári_ áát iri¿"¿ose al empirismo de Locke, el
no, aquel extaño sacerdote que era hermaño del ro, riu*pensadores y la física de Newton. Fueron
marqués antes nombrado, entendiendo que debía t es aRo, de intenso aprendizaje y también de fe-
phí-
guiarlo por sendas más gratas a sus inclinaciones, .unai¿ua literaria, ya que escribió sus Lettres
lo introdujo en la sociedad del Temple, grupó tite- hóhú;ás, la tragediá Bruúus v su conocida His-
rario y político de alto vuelo, donde sus iñtegrantes toire de Charles XII.
tenían a gala ser escépticos, sin escrúpulos morales pu-
o religiosos, y sobre todo mordaces. voltaire encon-
En 7729 retorna a París, donde comienza a
bticar su infame poema La Pucelle' paletadT du
tró allí el ambiente adecuado para desplegar sus de Fran-
inclinaciones instintivas. cuando en cieria orcasión b;;t; conka Juana de Arco, la monarquía
le rechazaron un discurso poético, sintiéndose des- .ü V f" ráiigiOr-,. La edición dandestina de sus Car-
{Áiitisa¡¡ás, mordaz tibeto contra la retigión y el
pechado, comenzó a escribir composiciones satíri- un
cas, confua colegas, al principio, luego contra perso_ orden cristiano, le trajo problemas' Cierto día'
impiedad' le di-
najes de la Corte, y finalmente contra el propio ;ii.i"i áu po[cá, t"pábándole su
j"*I'B;tib" to que escrrb..ar ysted no logrará destruir
Regente del reirro, lo que le originó el comienzo
de su táma literaria. A ios 20 añós lo metierol un iá .iuitiración ciistiana." A 1o que Voltaire respon-
pusieron
la Bastilla, permaneciendo allí encerrado por once dió: "Lo veremos." Aquellas "Cartas" lo
,ttt"dicho, ááUitnáo refugiarse en la casa de
meses. Luego viajó durante tres años por diversos "n y
castillos de Francia, donde fue recibidocomo señor fu *utquesa de Chátelet, mujei culta apasionlda'
qu, ,uiá su amante y protectora P-!r ke-9e años'
de las l_etras. Allí vivió una vida libre y de boato obras de filosofía y mu-
Éuiu escribiría variás
señorial, tesifura que Io marcaría durante toda su
vida.. Después recorrió Bélgica y Holandu, intáru- estudios literarios, especialmente el Ensoyo
chos "Uu
sobre los cosúu mbres. se ha dicho
que con este
sándose en asuntos atinentes al comercio. la historia"'
escrito se inicia la "filosofíade
De vuelta a su país , en 1TZZ, se dedicó por en_
tero al teatro y la poesía, con amplios réditbs eco- Las discretas gestiones de la marquesa' lasobras
nómicos. Heredero de cuantiosos bienes, Iogró que nuest o pnñonaje escribió en desagravio del
juntar a su fortuna, Ia gloria literaria. A raíz del¡n tüv á" favór de la Pompadour, le valieron. que
deleitar
incidente con un caballero, fue apaleado, encarce_ üáoáffur le abriese sus puertas y é1 pudiese
lado, y Iinalmente desterrado a Inglateria. Eri el consu§comediaslasfiestasdelaCorte.Sinembar.
año L726. Este viaje resuttó decisivó en la historia n" ro u*aba, por 1o que en 1750 debió
;;;l;;t putfs
de sus ideas. Allí el poeta, recibido con todos los ñ*ii, ¿á hacia Prusia, no desterrado' por cier-
más
honores por la intelectualidad insular, se dedicó a io, p"ro sí no retenido, lo que quizás lastimara

Á
288 L¡ Nave y Lcs TEr,apEsrADtr
TEr,apEsrADES

[,t Revor-ucró¡¡ Fnnxcesn 289


su vanidad. En Postdam fue recibido por su discí-
pulo y amigo Federico el Gmnd., .o*á si frrera
un tio nnaíre p h í losop hique, extra ord i nario i nstru m en-
semidios. Tias colrnarle de honores y de dinerq Io
to de propaganda. Cargado de gloria y de acha-
colocó en el cenho de atención de uña socieaá¿ ¿e
ques, enL778 retornó a París,.tras veintisiete años
literatos, científicos y estadistas, y le tató de iilat a
de ausencia. Fue una apoteosis. La nobleza, la bur-
igual. Allí, a[ contacto con los pensadorn qli" ," guesía, la corte, la gente de teako, las academias,
sentaban a la mesa de Federico, se afianzó ru .on-
los enciclopedistas, los francmasones, todos lo
vicción anürreligiosa. pero pronto comenzó a distan-
abrumaron de elogios y adulaciones, como si se
ciarse de todos, llegando incluso a ridiculizar al pre-
tratara de un sernidios. Era el canto del cisne.
sidente de la Academia de Berlín, por lo quu nl ,"y
Pronto moriría.
"lo autorizí" a dejar la corte aÉmana. Trnrino,
había transcurrido en Berlín. pronto catalina liae De él ha escrito Jean de Mguerie: "Esta vida es
una vida aparte, vida de gloria incesante, pero
Rusia lo invitó a san petersburgo. Ér se sintiJ
halagado y no tendría más quálogios pá, fá iari_
*u, también de soledad. Nada o poco de familia; casi
na. Pero también de allí debió purtir. siñ embargo no conoció a su madre, que murió cuando éltenla
ya sq fama se había hecho universat. A ros 60 siete años; su único afecto familiar fue el de su so-
ános
era un pahiarca escéptico y mordaz. Toda la Euro_ brina, madame Denis. No se casó. Tuvo algunos
pa culta estaba pendiente de su pluma. amigos fieles, pero sobre todo muchos enemigos
encarnizados, que él multiplicaba con gusto por
cerradas para él las puertas de ras dos únicas
sus críticas feroces e injustas- Vida de proscrito y
cortes donde podía ser acogido, voltaire decidió
de nómada durante varios años. Vida de hombre
instalarse en suiza. Poseía ahóra ingentes riquezas.
rico (a los cuarenta años tenía ya 8.000 libras de
Pero también de allí debió salir. cJmpró unián.n,
renta), pero de lo que poco aprovechó, dedicado
un terreno en Fernay, zonafronteriza con Ginebra,
pero en el reino de Francia, y allí se instaló como estaba a trabajar y a luchar' Vida de perpe-
de ma- tuo enfermo..." Habiendcl vivido constantemente
nera definitiva. Durante 23 años elanciano foabajó
en ellibertinaje y en la lucha conta lo sobrenafural,
en ese retiro, escribiendo sin descanso tragedias,
poemas, ensayos, páginas polémicas y murió sin reconciliarse con la lglesia.
de crítica
literaria, artículos pará ra Encicropediá, punn"lo,
casi diarios de diez aveinte páginás, y ún" .oirur_ 2.Int'Íuja social y político
pondenciaepistolar gigantesia, quizás ro más
uario-
so de su obra escrita. No iba a ver a nadie, puro La producción de Voltaire fue ingente y puede
todo el mundo Io visitaba en su finca. Enke át u, ser clasifícada en cinco categorías: la obra literaria,
obras publicó allí el Tiaité de ra toléranciv compuesta de comedias, cuentos y novelas; la obra
"roü: histórica; la obra filosófica propiamente dicha; la
294 [¡ Nnvr v us TenrpEsrADES L¡ Revolucró¡lFnANcEsa
Revolucró¡l FnANcEsa 291

obra militante, es decir, Ios innurnerables panfletos Voltaire tuvo la idea de formar un grupo de "fi-
conta los presuntos abusos deldespotismo, la "su- lósofos", "una academia secreta". Pero no lo logró.
perstición" y el "fanatismd', V las sátiras en verso; Era un hombre de pocas pulgas, que fácilmente
finalmente la obra epistolaE la inmensa correspon- ahuyentaba a los de su entorno, En cierta ocasión
dencia (más de diez mil cartas), que es la parte Rousseau cometió e[ error de referirse a él de ma-
más vivaz y atractiva de su producción. nera despectiva. Lo costó caro. Voltaire no sabía
iCuáles eran sus ideas? Lo primero que debe- perdonar. Hay que ver cómo lo fuató. Lo llamó "ar-
mos preguntarnos es si realmente le pertenecían. chiloco", alma amasada de hiel y lodo, mono de
Su ideario da [a impresión de ser, más que una la filosofía, Judas entre los discípulos de la llustra-
creación personal, un repertorio de los "filósofos" ción, maduro para la picota y mejor para el mani-
de su tiempo. Pero tuvo la habilidad de llegar con comio. Cuando en 1755 el ginebrino le envía su
él a todos los salones de la época. Su encendida Discurso sobre la desígualdad, Voltaire le contestó:
elocuencia, su deseo de agradar a los lectores, jun- 'llamás se puso tanto ingenio para tratar de hacer-
to con una inteligente ironía que con frecuencia nos bestias; leyendo su obra vienen ganas de andar
arrancaba la sonrisa burlona, resultaba fascinante, en cuabo patás." En adelante nunca lo dejaría han-
especialmente a aquellos nobles que no querían quilo, tratándolo como a sus peores enemlgos, has-
permanecer al margen de la historia. Como escribe .ta llegar a pedir para él la pena capital. No soporta-

Vicente Massot: "Poco a poco frases chispeantes, ba las estupideces románticas de Rousseau ni sus
que en principio sonrojan a los presentes [...] van lacrimosas exhortaciones a la igualdad y la demo-
emponzoñando las mentes de la corte. Los grandes cracia. En ello me siento ampliamente solidario con
señores, muchos de ellos con viejas deudas que co- Voltaire. :1

brarse de la lglesia y la corona, encuenban en tama- Lo que la gente más admiraba en él no era la
ños monos sabios a sus aliados naturales. Les falta ciencia, ni la filosofía, materias en las que nada
grandeza para reconocer que la frivolidad -más tenía de original, ni de profundo, sino la forma [ite-
cuando socava los cimientos societarios- no le está raria de sus escritos, tan clara e ingeniosa, gráfica
permitida a [a aristocracia. Ahora bien, sila nobleza y [ana, incisiva, irónica y sarcástica, salpicada de
acogía con beneplácito las recrirninaciones volteria- alusiones malignas, caricaturas y anácdotas pican-
nas, no pocos dignatarios de la Iglesia a Ia par de tes. Era la burla sostenida. "Hay que criticar a los
las duquesas reían cuando [...] afilaba desvergüen- autores que no piensan corno nosotros -escribía
zas conta la catolicidad." fuí lograba que se sonro- sin empacho-, hay que envenenar hábilmente su
jasen de sus antepasados ilustres y abjurasen de conducta [...], hay que presentar sus acciones bajo
las glorias de Francia. Al fin y al cabo él era "filóso- una luz odiosa t...1. Si los hechos nos faltan, hay
fo", lo que le permitía burlarse de todo. que exponerlos, fingiendo callar una parte de slts
292 [¡ Neve vY us
L¡ LAS Te¡,PESTADEs..
IEMPESTADES.. L¿ Revou.¡c¡óN FnRr:{cEsn 293

faltas. Tcdo está permitido contua ellos [..-]. Mostué- Voltaire resultó ser un verdadero precursor de
moslos ante el gobierno como enemigos de la reli- la Revolución francesa. "Una gran revolución.en
Su
gión y de la autoridad; irnpulsemos a los magistra- los espírihls se anuncia por doquier", afirmaba'
áou a castigarlos." Pero, cuidado, no hay que dejar init,r"n.iu no fue en este campo menos importante
kaslucir lai intenciones: "Golpeen y escondan Ia o cultural. Uber-
áuu h que ejerci 6 en elnivel social
mano [...] -les decía a sus adictos-. Los misterios t"d ;lüaldád constihryeron ya el tema de los poe-
que "el ca-
de Mitra no deben ser divulgados." A Ia menor mas dá su juventud, eñtendiendo bien
crítica, a la menor respuesta, aun la más moderada mino de la tiuertad se halla en la ilustración." Mu-
y cortés, hay que gritar "calumnia, injuria, sátira cho mas inteligente que la mayoría de sus contem-
natrozr, tratando a los adversarios de bribones, poráneos, era perfeciamente consciente de los re-
fugitivos de [a cárcel, hipócritas, locos." sultados á. ru- acción y la de los enciclopedistas.
Siempre estuvo interesado en los negocios. En cártu det771 at reyFederico le dice: "Nosohos
junto
Hombre de clara inclinación capitalista, experimen- Ápátutnos en Francia que-la filosofía que está
altono esté pronto denilo." Claro que se daba cuen-
taba un sentido reverencial frente al dinero. Pero lo
su preferencia era la acción política, no por cierto, tá ¿á que la'Revolución no sería inminente. Por
qüáLttiiuÍa en 1764: "Todo lo que veo en torno de
la política populista. Voltaire nada tenía de demó- que infali-
crata, ni esperaba la reforma desde abajo. No le mÍ arro¡a el germen de una Revolución,
será yo tes-
hubiera disgustado, es verdad, la desaparición de blemenie viáne, de la cual difícilmente
tigo. t-ot franceies casi siempre logra1 sy fin.dema-
la aristocracia histórica, pero con talde verla susü-
fuida por oka deltalento. Lo que querÍa erurealizat .iádo tarde, pero alfin lo consigueñ. La luz siempre
sus piopósitos por medio de los príncipes, de los ,n fru difundido en todos sus sentidos; a la primera
ilushados. Al pueblo lo llamaba la canalla. En ]-768 á.utiO¡ sobrevendrá el estallido y luego se produ-
escribía: "Por lo que toca al pueblo siempre será cirá un ruido infernal. iDichoso el que es todavía
nacio y grosero. Son bueyes para los que hay que
joven, pues verá cosas hermosasl"
tener prevenidos un gugo, látigo y heno." Pero co- Fiel a la idea de que la Revolución debía iniciar-
en
mo se hacía preciso mantener sujeta a la canalla, se desde lo alto, comenzí a tender sus redes
juzgaba conveniente que se le siguiese predicando esa dirección. Entró así en contacto con diversos
iu ñtigion. No veía la salvación política sino en la reyes, asl como con algunos príncipes del Imperio
de
accióñ de un déspota ilushado y en una sociedad ;e;inglaterra. No eá po"o' Trató asimismo

4
drásticamente dividida en dos estamentos: el popu- á.ut.u*lu a Luis XV de quien llegó a ser cronista'
lacho, al que le negaba, inclusive, el derecho de ói"r,á i"y, si bien ná era-impío, ni se incorporó al
educarse, y una élite liberal, rica, culta y poderosa, número le tos adeptos, de hecho fue una de las
sin "prejuicios" religiosos o morales. g.andes causas delprogreso de la conjuración' No
[¡ Nnve v ms Te¡wpESTADES
La RevolucróN Fnnncesn 295

tuvo, es verclad, la desgracia de perder la fe, pero elegir personas de prestigio, aparentemente dis-
en las últimas décadas de su vida, esa fe permane- puestos a secundar los buenos propósitos del rey,
ció inactiva. Se rodeó de ministros sin fe, o de {e pero trabajando en realidad para sus enemigos,
muy vacilante, como el duque de Choiseul, y tam- Una re, qr,re los sofistas habían conseguido ubicar
bién Malesherbes, quien según d'Alembert hacía en aquellos altos puestos a quienes podían ser más
en favor de los "filósofos" todo lo que podía, la aptos para sus propósitos, luego ellos dirigirían la
marquesa de Pompadour, etc. Todos ellos manfu- 'bpinión pública", tocando las trompetas de la. fa-
vieron relaciones cordiales con Voltaire. AIgo seme- *á un favor de los adeptos por ellos impulsados,
jante pasó con los ministros de Luis XVI, como los cuales lograrían finalmente influir de manera
Turgot, a quien Voltaire califica de "lleno de filoso- decisiva sobre un rey poco confiado en sus propias
fía, de luces", por lo que al parecer fue un adepto luces.
secreto; de él decía el mismo Voltaire que si hubiera
varios maestros de esa especie "yo temblaría por Thmbién Voltaire ejetció su ascendiente sobre
la infame", es decir, por la lglesia. Uegado alminis- la corte de España. Allí era ministro de Carlos III
terio, Turgot no sólo inspiró aljoven monarca sus e[ conde de Aranda, "el favorito de la filosofía",
principios contra la autoridad de un trono que ál lo calificaban, y el duque de Alba, quien había con-
había jurado sostener como rninisko, sino que trató tribuido para la erección de una estatua en home-
asimismo de hacerlo jacobino. Luego lo ayudaría naje a Voltaire. Alser recipiendiario de tantos apo-
en sLrs perpetuas condescendencias con los rebel- yos, ért" se sentía exultante. "La victoria se declara
des. También Necker, entendido en economía, se- án favor nuestro en todos lados; le aseguro que
ría [amado por Luis a secundarlo en e[ gobierno. dentro de poco no habrá más que la canalla bajo
Era protestante, pero en realidad no tenía oha fe los estandártes de nuestros enemigos", afirmaba
que la del deísmo. Abierto a los "filósofos", usó la eufóricamente en una de sus cartas.
crisis económica en el sentido de la Revolución. Pero las relaciones más cordiales en el campo
Cuesta entender cómo el príncipe tan católico de la política fueron las que tejió con Federico II'
que fue Luis XVI no vaciló en rodearse de minisfuos Cuanáo en1740 murió Carlos V[ en Austria, Fede-
"filósofos", €h realidad impíos. Tambián hubo, por rico le había escrito a Voltaire: "El Emperador ha
cierto, en su entorno, personas virtuosas, buenos muerto. Esto altera todas mis ideas pacíficas ["']'
colaboradores, pero fueron la excepción. Sin duda Ahora es el momento para un cambio completo
ello resultó un logro de los conjurados, quienes del viejo sistema político; esto es como aquella roca
buscando socavar elpoder, lograron que ese grupo que alcaer alcanzó al ídolo de cuatro metales, visto
de ministros rodeasen al rey, como lo señala Vol- fior Nabucodonosor, que los deskuyó a todos.l' En
taire en carta a Diderot. Fue una táctica inteligente, bl sueño de Nabucodonosor, según la interpreta-
296 L¿ N¡ve v ¡-es TeUpESTADES
L¡ RevoruclóN FRnNcrsn 297

ción de Daniel, aquella roca que al caer desfuuyó En referencia a este rey, Diderot, que lo había ido
los cuaho imperios no era sino el Reino de Dios, a visitar, le comunicaba por carta a Voltaire: "Casi
que crece hasta convertirse en una montaña, lle- no me ha hablado más que de usted." El rey de
gando a cubrir la tierra entera. Para Federico, QU€ Suecia, por su parte, se dirigía a Voltaire en estos
calificaba la doctrina cristiana corno fundada en términos: "Rezo todos los días al ser de los seres
"simples fábulas" canonizadas "por el transcurso que prolongue sus días preciosos a la humanidad
del tiempo y la credulidad del pueblo absurdo", y tañ útiles a los progresos de la razón y de la
como le decía en carta a Voltaire, dicha roca era verdadera filosofía."
él mismo, eu€ había logrado destruir el Sacro [m-
perio Romano, esto es, la monarquía de los Habs-
burgos de su tiempo. Corno lo señala Karl Lówith, 3. 'Écros ez l'infáme"
era en el plano político lo que la reforma de Voltai-
re en el plano de la filosofía de la historia. Ambos
fuvieron conciencia de favorecer una gran revolu- Voltaire no fue nunca un hombre religioso, ja-
ción, al mirar "el antiguo palacio de la impostura más experimentó las tribulaciones religiosas de
[...J, fundado mil setecientos setenta y cinco años
Rousseáu, pero tampoco se encontró entre los
ha", como el rcy le dice en una de sus cartas a ateos de la ápo.u, como Diderot. Era una'especie
Voltaire. Y en otra le añade: "El hacha se ha sifua- de término medio. Admitía la existencia de un Ser
do en laruízdelárbol t...1 V las naciones escribirán supremo, aunque sujeto a leyes necesarias; pero
en sus anales que Voltaire fue el promotor de aque- nün.u admitióia inmortalidad y espiritualidad'del
lla revolución de la mente humana que tuvo lugar alma humana, y por ende los castigos y recompen-
en el siglo XIX." De hecho la relación entre ambos sas de la vida futura. No creía en los milagros, ni
acabó mal. Al fin e[ rey se molestó con é1, a pesar en la oración, y pensaba que el cristianismo era la
de que cuando Voltaire fue a Prusia lo había llama- más funesta de las supersticiones. En la'práctica
do "esperanza delgénero humano", y dejó de invi- acabó por ser elpadre de los sofistas impíos- A los
tarlo a cenar, como era su costumbre. Poco tiempo primerós adeptos les dijo: Derribaremos los altares,
despuás, tuvo que dejar Alemania. y etlos no tardarían en agregar: Derribaremos todos
ios cefuos. Durante su estadía en [nglaterra fue don-
Asimismo trató amistosamente con Catalina de
de creyó en la posibilidad del áxito de su emprendi-
Rusia, quien devoraba las obras de Ios enciclope-
miento anticristiano. Condorcet, vuelto su adepto
distas. Al rey de Dinamarca le escribía: "Os ocupáis
y confidente, nos lo asegura: "Fue allí donde Vol-
en librar un número considerable de hombres del
yugo de los eclesiásticos, elmás duro de todos [...J.
iaire juró consagrar su vida a este proyecto, haI
mantenido su palabra."
Hacáis bien, hay que vengarse de los bárbaros."
298 L-a Neve v ues TTUpESTADES Lc RrvolucróN Fnauces¿ 299

De hecho se moshó enemigo acérrimo delcato- comulgaré en Pascua y ustedes me llamarán hi-
licismo, al que achacaba con minuciosidad de con- pócrita cuanto quieran." Y en carta a d'Alembert:
tador crímenes de todo tipo. Nueve millones cua- "iQué deben hacer los sabios cuando se encuen-
kocientos sesenta y ocho mil sumaban las víctimas tran rodeados por bárbaros insensatos? Hay tiem-
"estranguladas, torturadas o ahorcadas por e[amor pos en que hay que imitar sus contorsiones, hablar
de Dios". Consideraba absurda y ridícula la idea sus lenguas." Era pura táctica.
de la kansustanciación. Cuando Federico de Prusia La batalla no debía tener paréntesis, por lo que
le confesaba sus temores de que no fuese suficien- no se cansaba de impulsar a todas las legiones de
temente duro con la Iglesia, Voltaire le respondía oriente y occidente para que participasen en sq
serenándolo: "Vueska Majestad me reprocha, en guerra santa. "Comprometo a todos los hermanos
algunos bellos versos, de acarlciar algunavez ala a perseguir a la infame de viva voz y por escrito,
infame; iah! Dios mío, no. Yo no trabajo sino en sin darle un momento de descanso." No se olvide,
extirparla, y 10 logro bastante bien entre la gente decía, "que la principal preocupación debÍa ser
honrada." aplastar al monstruo". Según su manera de expre-
El grupo de los 'Tilósofos" compartía, por lo ge- sarse, tanto el monstruo como la infame, era siem-
neral, este deseo de deskuir a la lglesia. Cada uno pre la lglesia, o Cristo, o la religión de Cristo. Fre-
debía poner sus propios talentos para el logro de cuentemente sus seguidores se dirigían a é1, espe-
dicho objetivo. Voltaire puso los suyos, a saber, sus rando insbucciones en este sentido. Reyes, prínci-
relevantes dotes de escritor, y bien que las consagró pes, duques, burgueses, con talque fuesen impíos,
a este emprendimiento. Durante los Útltimos vein- le escribían pidiéndole consejos, y a todos respon-
tiocho años de su vida, no vivió más que para ello- día puntualmente. Especialmente Federico lo alen-
Buena parte de sus obras, más de cuarenta volú- taba al tiempo que lo presionaba; mientras las
menes, brotaron de su pluma en orden a ese fin, obras de su amigo eran más impías, rnás Io aplau-
a veces mostándose como materialista, y otras co- dÍa. Vottaire era para aquel rey eldios de la filoso-
mo delsta o escéptico. En ocasiones llevó adelante fía. Lo veía, como le dice en carta de 1766, "coI-
su combate recurriendo a la hipocresía, mienkas mado, lleno de gloria, y vencedor de la infame,
asistía a misa, incluso cornulgando, o colaboraba subir al Olimpo, sostenido por los genios de Lucre-
en la constrr¡cción de alguna iglesia. "Hay que men- cio, de Sófocles, de Virgilio y de Locke, colocado
tir como un diablo -aseguró en cierta ocasión-, entre Newton y Epicuro, sobre una nube radiante
no tímidamente, no sólo durante un tiempo, sino de claridad. Acuérdate de mí cuanto estés en tu
descaradamente y siempre." En carta a[ conde de gloria", Es muy posible que Voltaire no hubiese
Argental le decía: "Si tuviese cien mil hombres sa- ido tan adelante si no hubiera contado con el apo-
bría bien lo que haría; pero como no los tengo, yo irrestricto de Federico, e[ impío coronado.

¿
300 L¡ Navr y us TeUpESTADEs

La RevoluctÓ¡¡
Revor-uctÓ¡¡ Fnq¡lcesn
FR.cNcesR
301

He ahí la gran recomendación de su vida: écra- encllentro


las tonterías de Calvino, decía, y yo- no
sez l'infáme. Cuando en 1773 se enteró de ta su- por la cau-
presión de la Compañía de Jesús, tuvo el gusto áo.u sabios que hagan el m,enor sacrificio
de profetizar: "En veinte años ya no existirá más
;. t inrminába siámpre'. Ecrasez I'infarye. 11:rasez
i;ri,n¡a^", écrasez l'tnidme' En carta de !769
a Fe-
la lglesia." Siempre manfuvo dicha tesitura. En "Cuan-
carta a d'Alembert le decía: "Yo quisiera que usted
aáíi.o ráconocía elfracaso de su proyecto:
San
do se piensa que un loco y un imbécil' como
aplastase a la infame, es el gran asunto." Y a Hel- prosélitos qtte lo
tgnu.il, encontró una doc-ena de
vetius: "Oh filósofos, oh filósofos [...]. Destuid a
la infame suavemente." Para el logro de dicha ha-
siguieron,Vgonohepodidoencontrartresfilóso-
io"s, estu.rá tántado de ueer que la
razón no sirve
zafia se propuso formar un grupo especializado. se vol'ió a encender' rea-
"iCinco o seis hombres de méritos que se enten- ;;;;J" " Pero su celo in-
luJun¿o et combate con libelos, ca4a vez más
diesen -se franqueaba con d'Alembert- no logra- y [gle-
rebosantes de burlas contra Cristo su
rían hacerlo después de los ejemplos que hemos "1rirái, tiái"uto [o corrompe todo decía-' ésta
visto de doce pícaros que triunfaron?" Lo mejor
;i;.-;at
sería constituir un grupo, al estilo de los masones,
;i. mejor de todas las armar." Et propósito cen-
tral seguía piu. Destruir a la infame' afirmaba'
según te escribía al mismo amigo, una academia "n "y dejarla a la canalla para qufl
á"-fá-ü.iedad,
secreta cuyo primer deber será aplastar a la infame.
En carta a Federico le propuso que la sede de di-
tr. tia. hecha'l, íegún [e señalaba en carta a Di-
derot.
cho grupo estuviese en Prusia, junto al rey. Quería
que ese grupo, comunidad monástica de librepen- Cuanto más viejo se volvía' tanto más.crecÍa
sadores, montara también en Rusia una imprenta su odio conta el cristianisrno. "Estoy cansado
di-
que bastaron doce hom-
propia para defender sus ideas. Los ricos habrían i. ", ái"-, áu oír repetir quiero demos-
de aportar el dinero. Los escritos que en ella se bres para propagat ál Ctistianismo;
publicaran debían ser breves, sencillos, atactivos, trarlás fiúkne;ie que basta uno soto para des-
de suerte que cualquier zapatero los pudiese enten- tuirlo."
der, Estaba dispuesto a dejar todo en aras de tal
empresa.
,1. :F I
Sin embargo, no encontró el eco esperado.
D'Alembert, que estaba cómodo en París, se daba
cuenta de que junto a Voltaire nunca llegaría a ser Personaje impresionante éste' Y no menos
más que un segundón. Diderot se sentía mejor en pero. en
desconcertante. A veces parecía religioso,
Francia que en Alemania. Voltaire se puso furioso: bullía incesantámente su odio al cristi-
setecientos hugonotes dejaron su pafuia para seguir "iloráo
anismo. A veces parecía en favor del despotismo
302 [¿ Neve v us Tr¡upESrADEs
Tr¡upESTADES L*q FnR¡lcesn
Revou¡clÓN FnR¡lcesn 303

ilusbado y otras mosfuaba su inquina a los tronos. za." Mejor no se podía expresar 1o que fue la revo-
cuando impartía sus Iecciones anticristianas a los f""iAn cultural. Rbsuftó preciso cambiar primero el
franceses, [a revolución antimonárquica yu nriuuu modo de Pensar de la gente'
germinalmente en su corazón. "ieuiereñ ser
feli- vottaire siguió siendo problemático hasta el fin.
ces? Mvan siempre sin amo." Esta frase descubre lo
Ya era casi octogenario y aún vacilaba: "Todo
su ideario.
q,l.ttot rodea -áecía en una carta- es el imperio
Hemos señalado más arriba que era vortaire á;1" áuda, y la duda es un estado desagradable.
muy consciente de [o que estaba sembrando. ,.To_ aHuy ,rn Oiót como se dice, un alma tal cual se
do lo que veo arroja lai semiilas de *nu ,uüución i*á(inu, hay algo que esperar después del mo-
que sucederá infaltablernente; no tendré el placer
mento de la vida?"
de ser testigo de ella.', Efectivamente, morirá ape_
nas un año después de que estallase formalmente EstandoenParÍssesintiómal.Elpárrocode
la Revolución. En un diario que apareció er T de donde vivía lo quiso visitar, pero no fue admitido.
agosto de L790. condorcet daba ásí cuenta de ra rl .ár"uio lo pudo hacer un antiguo jesuita, el
a tratar de
vida de Voltaire, poco antes fallecido: .,lI ná ha ñ"¿i" Gauttieri quien le dijo que ibaque le había
visto todo lo que hizo, pero hizo todo Io que ve_ ñu.", con é[ ,rnu .,rtución espiritual
mos. Los observadores esclarecidos, los quu.upun iátiao bien días atrás con un poeta de muy mala
escribir Ia historia, probarán a quien"r r.'bnn ,áfln- i"Álp.i su liviandad. "Yo amo a Dios'r, contestó
xionar que el primer autor de eita gran revorución Váttuiiu. -"Pero un amor que no tiene obras, ápue-
que asombra a Europa, y que responde totalmente dn tut sincero", replicó el padre' Entgnces enhó
a la esperanza de los- pueblos y a Ig inquiátuá en nn ni."uifo ún'famitiar de Voltaire: "iPadre, haga
los corazones, es sin duda voltaire. Ér es ;ip;i*"ro el favor de acabar! ve que el señor voltaire escupe
que hizo caer la formidable barrera del des¡iotismo, ;;"g*." El sacerdote ie marchó' "iCómo te ha
el poder religioso y sacerdotar. si no hubieruioto ido con el cura?i, le preguntó entonces elpariente'
el yugo de los sacerdotes, jamás se habría ,áü "Es una buena .áU"ru de botrego'', respondió Vol-
de los tiranos. uno y otro pesaban juntamente so- "l taire. Durante varios días volvió a visitarlo el mismo
bre nugstras cabezas, y se. sostenían tan estrecha- sacerdote, mas no fue admitido. voltaire se lo había
mente, que una vez erradicado el primero, el se_ pedido, pero sus amigos le- irnpidieron la entrada'
gundo debía serlo enseguida t...1. Ér p"nrumiento pái fin iogrO hacerlo. El enfermo le ap-retó la mano
"De muy bue-
de los sabios es el que prepára las reroluciones iiá piai¿ que lo oyeraen confesión' que comence'
políücas, pero el que las ejecuta es siempre na gana -dUo Gaurltier-' pero antes
el brazo
del puebto [...]. Si et pueblo no hubierá rp;;áid" mos es necesaria una retractación." Voltaire es-
a pensar' jamás hubiera podido servirse de su fuer- cribió entonces a la vista del sacerdote que se había
304 [¡ Neve y ms TeupESTADES
TeUpESTADES
L¡ Revot-uctó¡t FRANcesR 305

confesado con é1, que si Dios quería disponer de


é1, quería morir en la Iglesia Católica, como había héroe del sigto. La gente clamaba: "iAlll está! iViva
nacido en ella, y esperaba de la Bondad divina Voltaire!" Al llegar al teafuo le pusieron una corona.
que le perdonarfa todos sus pecados; si alguna vez "iMe queréis sofocar bajo las coronas!", exclamó,
había injuriado a la lglesia, pedía perdón a Dios y embriagado de gloria. Terminada la función se vol-
a la lglesia...Le rogó, asimismo, eu€ hiciera poner vió a levantar el telón. Había sobre el escenario
esa declaración en los periódicos. Tras ello le pre- ,n grun busto de mármol del escritor, que también
guntó al padre si estaba satisfecho. El le dijo que fue coronado, mienkas los artistas le expresaban
no del todo. No era lo suficientemente claro. Tám- su veneración. Al satir, besaban las manos de Vol-
bién el párroco y el arzobispo hallaron la declara- taire, besaban sus vestidos. Una verdaderf |Poteo-
ción insuficiente. Día kas día volvió el sacerdote a sis. 'isodoma lo hubiera apedreado. París le coro-
la casa del enfermo, siempre a pedido de Voltaire, naba", exclamaría de Maistre.
pero ahora ya no lo dejaron enkar. Los amigos A la mañana sigui entele preguntó un conocido:
del "filósofo" le objetaban esta condescendencia "áTienes ahora baitante gloria?" A lo que contestó:
con "la [nfame". Voltaire les respondió que no que- 'Amigo mío; hablas de gloria y yo estoy. en el poto
ría ser arrojado al muladar sin tener un oficio de y *uáro entre horribles tormentos." No se sentía
difuntos en los franciscanos. No se avergonzaba nada bien. Poco después se hizo recibir otra vez,
de mentir aun en el lecho de muerte. según un nuevo ritual, en la logia masónica de las
Sintiéndose algo mejor, quiso volver a Fernay. "Nlueve Hermanas". Los de [a Academia' por su
Pero justamente en esos días se inauguraba en Ia parte, lo invitaron a su sede, y allí lo eligierol direc-
Comédie frangaise de ParÍs una tragedia de su au- iot pát uclamación. Finalmánte retornó a Ferlay'
toría: Irene, bastante mediocre, por cierto. Asistió, el m¿dico de cabecera, QU€ era protestante, relata
sin embargo, una multitud, incluida la reina; sólo así sus últimos momentos: "No puedo pen§ar en
faltaron el rey y Voltaire. Días después comenzó a su fin sin horror. La muerte estaba siempre delante
recibir visitantes, enfue ellos Franklin, quien le llevó de sus oios. Piensen en [a furia de Orestes, iuna
a su nieto. Eran los padres de las dos grandes revo- semejanie se apoderó de su alma! Furiis agitatqs
luciones modernas. Voltaire puso su mano sobre obiiti...l. Preso de furiosas agitaciones, lanzaba
la cabeza del niño arrodillado y lo bendijo en nom- gritos dásaforados, se revolvía, crispábansele las
bre de Dios, de la Tolerancia y de la Libertad. Un áunot, se laceraba con la uñas t...]. Al acercarse
poco mejorado, Voltaire se presentó en el teatro, el fatal momento, una redoblada desesperación se
donde se reponía su obra lrene.lba en un coche apoderó del moribundo: gritaba, diciendo que sen-
que le había regalado Catalina II. Apenas podía tía una mano invisible arrastrarle ante e[ kibunal
avanzar por la multitud de quienes querían ver al de Dios [...]; finalmente, para calmar la ardiente
sed que [e áevoraba, llevóse a su boca el vaso de
306 Le New Y us TeupESTADES

noche, lanzó un último grito, y expiró enfue la in-


l L¡ Rrvorucrón Fnn¡¡cese

lI. D'Alernbert (l"l L7.1783)


307

mundicia y la sangre que le salían de la boca y las .: .. .'

narices." Tenía 84 años.


La lglesia se negó a enterrarlo en suelo sagrado. Pasemos ahora a considerar oka figura clave
En 179,L sus restos fueron llevados a París y pues- de la revolución cultural, la de Jean-Baptiste
tos en el Panteón. Ahora el lugar donde esfuvo se d'Alembert. Como observa Barruel; si Voltaire era
encuentra vacío. Nadie sabe dónde fue a parar el ideal para jugar el papel de Agamenón, en un ejér-
cadáver. La Biblioteca Nacional de París posee su cito de sofistas conjurados, d'Alembert podía en
corazón en una cajita: "Su corazón está aquí; su cierta manera proveerle el Ulises que se necesitaba,
espíritu en todas partes" , reza la inscripción. Dide- con su gran asfucia de zorro viejo. Nunca se supo
rot le llamó "e[ Anticristo". con certeza quién fue, su padre, tantos fueron los
amorÍos de la madre. Esta había sido religiosa, pera
luego dejó los hábitos y perdió la fe. Pronto formó
en París un salón, un grupo de gente de lekas, a
los que llamaba "sus bestias". Cuando nació su
hijo Juan Bautista, para esconder su vergüenza\o
dejó abandonado una noche en la escalera de una
iglesita, y no se volvió a ocupar de é1. El policía
que lo halló envuelto en pañales lo enbegó a una
mujer que se interesó por él como una madre:y a
la que siempre d'Alembert se mostaría agradecido.
Sólo más tarde, cuando ya había adquirido fama,
su madre nahrral se jactó de ser ta[, pero entonces
su hijo no quiso saber nada de esa mujer desamo-
rada.

L. D'Alembert y Voltaire

Después de algunos años de estudio en un co-


legio jansenista, se recibió de bachiller en artes.
Tias algunos cursos en la facultad de derecho,
308 [¡ Neve v us TeupEsrADEs
Ln Rsvou;qóN FnaNcese 309

abandonó [a carrera y empezó a cursar medicina,


que también dejó, para dedicarse finalmente a las fura, los Santos Padres, la historia; d'Alembert está
matemáticas, que será Ia materia que predileccio- permanentemente previendo una réplica que po-
naría. Su juventud coincidió con lds tiempos en dría comprometerle; por ello camina en forma ne-
que Voltaire comenzaba a hacer prosélitos, alimen- bulosa, siempre en espiral, de miedo que se sepa
tando su inteligencia con obras antirreligiosas. hacia dónde se dirige. Cuando le atacan, huye;
Cuando cumplió 23 años fue elegido para la Aca- de nada sirve que alguien le refute un error, lo vuel-
demia de Ciencias de París. ve a reiterar una y otra vez. D'Alembert goza con
el homenaje de los salones; cuarenta manos que
No tardó mucho en hacerse disclpulo de Vol-
lo aplauden en un recinto académico [o hacen iela;
taire, un personaje que en nada se le parecía. Ba-
Voltaire necesita todas las trompetas de la fama:
rruel ha explicitado muy bien las diferencias. Vol-
de Londres a San Petersburgo, de Boston a Esto-
taire era fogoso, colérico e impetuoso, mienkas que
colmo, no alcanzan para su gloria.
d'Alembert se mostraba reservado, frío y astuto.
Voltaire amaba el brillo; d'Alembert se escondía
para pasar desapercibido. D'Alembert luchaba con- 2. EI mentor de los "filósofos"
tra el ctistianismo, pero como quien oculta sus ba-
terías; Voltaire preferíala oposición frontal, dispues-
to a "morir sobre un montón de cristianos", a quie- En LT5L publica d'Alembert el Discu rsio prelimi'
nes llamaba "santurrones inmolados a sus pies", nor, al que aludimos anteriormente, especie'de ma-
como se expresa precisamente en cart¡a a d'Alem- nifiesto-filosófico-histórico que da inicio a[' primer
bert. Este disimulaba por instinto; su guerra era [a volumen de la Encíclopedía- En la primera parte
de un lugarteniente, que goza escondido alver có- comienza por investigar la naturaleza del espírihrhu-
mo sus enemigos van cayendo uno tras otro en mano, y luego pasa a sus manifestaciones en el len-
las trampas que les ha tendido. Sumamente talen-
guaje, la ciencia y el arte; deudor de los prejuicios
toso en literatura, Voltaire era caslnulo en matemá- áe su época, entiende que todas las ideas delespíri-
ticas; el conocimiento de esa ciencia fue, en cam- hr nacán de impresiones sensitivas. En la segunda
bio, para d'Alembert e[ único tífulo de su reputa- sección tata del progreso de las ciencias hasta su
ción; en todos los okos temas era débily abstruso. tiempo. La lectura es clara, pero fría. A taízde dicho
Mientras d'Alembert meditaba un sarcasmo o un esfudio pasó a ser elteórico oficialde la "filosofía".
epigrama, aún no lo había pergeñado del todo Pocos años después fue incorporado a la Academia
cuando ya la pluma fluida de Voltaire había llenado trancesa, de la que tlegó a ser secretario' con lo que
un volumen. Atrevido hasta el caradurismo, Voltai- pudo ejercer en el mundo intelectual un dominio in-
re desafía, niega, afrenta, inventa, falsifica la Escri- contestable, promoviendo numerosas campañas
en favor de las ideas de la llustración'
310 L¡ N¡ve v uqs TzupESTADES 311
L¿ Revou.rclóN Fnexcasn

Recordemos la cosmovisión de aquellos años 3. Un escéptico


y de aquellos pensadores. El sentimiento de supe-
rioridad que caracterizaba a los "filósofos" se basa-
ba en elespectáculo que ofrecía elenorme desarro- En los temas religiosos su estilo no era el de
llo de las ciencias físicas y naturales, cuya constata- Diderot, lleno de odio conka toda religión. Al rey
ción parecía oftecer un sólido fundamento a la con- Federico le escribe en L770: "Montaigne me agra-
cepción nafuralista y maternática del mundo y de da con su «áQué sé yo?r, sobre todo en la cuestión
la vida. En su libro Eléments de philosophie, claro acerca de Dios. Hay en el Universo, especialmente
exponente de su pensamiento filosófico, d'Alem- en [a constitución de las plantas y animales, com-
bert nos muestra una visión muy precisa de este paraciones y relaciones de las partes singulares,
cambio mental: "Cuando se estudia sin prejuicios que seguramente parecen indicar una inteligencia
el estado presente de nuesüo conocimiento no se consciáte, como un reloj indica la existencia de
puede negar que la filosofía ha hecho enhe noso- un relojero. Esto es indiscutible. Mas ahora vaya-
kos progresos notables, La ciencia de la naturaleza rno. *át adelante; preguntemos cómo es esa Inte-
adquiere de día en día nuevas riquezas; la geome- ligencia, si realmente ha creado la materia¡ o ha
tría aumenta su territorio y ya peneha en aquellos oiganizado la ya existente. ¿Es posible u1E -crea-
campos de la física que le eran más próximos; el cióln?, y si no io es'ies la'matériá'étérná?'Y'si la
verdadero sistema del Universo ha sido finalmente materiá es eterna, éno es esa inteligencia sino algo
conocido, desarrollado y perÍeccionado. De la Tie- intrínseco' a la,materia'o está'separada de:ella? Si
rra a Saturno, de la historia de los cielos a la de vive en ella, ies ta materia Dios y Dlos la matéria?
los insectos, la ciencia natural ha cambiado de as- Si está separado de ella, icórno un Ser que no sea
pecto. Y con ella todas las ofras ciencias han asumi- materia puede influir en [a materia? Sierypry es la
do una forma nueva." El texto tiene un dejo de yo?" Como escribe el hi§toria-
r"tpuu.tl: iQué sé iD'Al"*bert
triunfalismo: una nueva concepción del mundo a- a"i.l"un B Weiss: care)ce d:e f'e y de
metafísica o anti-metafísica, impregna el espírifu calor; sólo es ferviente en la tendencia incrédula."
de los iluministas. Si Voltaire fue el adalid de dicho Lo propio de él enel escepticismo, una propen-
movimiento, su propagador concreto, su "periodis- sión muy generalizada en aquellas épocas'- Sus
ta" fue d'Alembert. amigos sL lo echaban en cara' como si en él fuera
una*expresión de cobardía. Voltairq el fogoso, 1o
incitaba con su famosa consigna: "Ecrasez l'infd-
me",a lo que d'Alembert respondió en cierta oca-
sión: "Écrasez l'infáme, me repite'usted sin cesar'
iDios mío, cleje que se derrumbe por sí mismo!"
3LZ v.lns Te¡lprsrADes
L¿ NnvE v.t-ns TeuprsrADcs 313

D'Alembert era demasiado escéptico para compar-


4. Formador de adeptos
tir el odio fanático de sus colegas contra la lglesia.
Sin embargo nunca afirmará que ignora si Dios
existe o no existe. Incluso dejará que la gente pue- Su influjo trascendió las fronteras de Francia.
da pensar que cree en Dios, pero enseguida ataca- En 1762 Catalina de Rusia le ofreció convertirse
rá por insuficientes algunas de las pruebas clásicas en el tutor de su hijo, el gran duque heredero del
de la divinídad; dirá que lo hace por respeto a Dios, trono. 'Acaso tendrá a mi lado más tranquilidad y
que no merece pruebas insuficientes. Finalmente libertad que en su patria", le dijo. D'Alembert de-
acabará por hacer caso omiso de todas las pruebas. ctinó el gentil ofrecimiento. Poco después Federico
Primero dice sí, enseguida dice no sobre el mismo tt lo invitó a ir a Berlín, ofreciéndole nombrarlo
tema, confundiendo de este modo y embrollando Presidente de la famosa Academia de esa ciudad.
a sus lectores, que quedaban sumidos en la incerti- Sólo lo haría más tarde, pero sin permanecer en
dumbre. Se ocupará especialmente en atacar la mo- Berlín, conservando siempre rendida admiración
ral de la lglesia y los mandamientos de Dios, pero por aquel rey. Sin duda que le halagaba el apoyo
a continuación dirá que 'ho existe todavía un solo de los reyes. Escribiendo en L770 a Voltaire le
catecismo de moral al alcance de la juventud", g decía: l'Nos son favorables la emperakiz Catalina,
que hay que desear que un día algun "filósofo' ven- el rey de Prusia Federico II, Christian Vll de Dina-
ga por fin a hacernos este regalo. Más allá de estas marca, la reina de Suecia, Ulrique de Brandeburgo
estratagemas, fue en realidad un pensador profun- y stl hijo, el futuro Gustavo I[[; el,rey de Polonia,
darnente irreligioso, muy hostil al catolicismo. muchos príncipes del Imperio y toda lnglaterra."
Sin embargo en el fondo compartía con Voltaire
Más aún, d'Alembert llegó a ser en París una
no sólo su inquina por la religión sino también su
especie de espía de los autores religiosos. No deja
aversión por los reyes; lo que preferfa era "la filoso-
de resultar singular advertir cómo Voltaire estaba fía republicana", basada en la igualdad. Así como
enterado de tantos datos relacionados con el es-
en su guerra contra elaltar se comportó a [a mane-
tado y la vida privada de hombres a quienes bus-
ra de un zorro, lo mismo hizo en su combate contra
caba refutar, cómo conoció tantas anécdotas, a me-
los reyes; en ambos enfrentamientos se valió más
nudo calumniosas, o a veces ridículas. Era d'Alem-
bien de la pluma de los demás, cuidando de expo-
bert quien le proveía esas informaciones, comuni-
nerse a sí mismo. En la carta a que acabamos de
cándole a su maestro todas aquellas cosas que po-
aludir, le decía a Voltaire: "Yo tengo tanto odio co-
dían denigrar a esas personas, sabiendo muy bien
mo tu por los déspotas." Entre los "filósofos" las
cómo Voltaire se serviría de dichos datos para dar palabras reyes, soberanos, déspotas, tiranos, eran
mayor vivacidad a los argumentos que aducía.
sinónimos.
[¡ Neve Y ¡¡s L¡ Revor-uctÓ¡¡ Fn¡Ncesn
315
3L4 Te¡¿pESTADES

lar. Detrás de estas tramoyas estaba siempre


la ma-
La función principal de d'Alembert más que en
como gestión
el exterior sería en el interior de Francia. Así [o de- no de Voltaire, quien había asumido
seó Voltaire. Dentro de dicha gestión, el mismo personal ir logrando, directamente o por sus perso-
Voltaire le asignó una misión especial, diversa de n"ror, que la "filosofía" accediese a los honos'
la suya propia. Porque Voltaire se encargaría princi- Lamisiónpropiaded'Alembertseríaota:for.
palmente de los ministros, de los nobles, de los mar en Franciá jóienes adeptos a las nuevas ideas'
príncipes y de los reyes, Ganarse sobre todo a los llatu de esclarecer a la juventud todo [o que pye-
jóvenes príncipes, a los niños destlnados a asumir
luego el gobierno de los pueblos, fue la obra privi-
d;l-lt ¿scribía Voltaire. Jamásyuna misión fue
cabal'
cumplida de manera más activa P'{lg*-
legiada por Voltaire. Cuando la corte de Parma re- bert se constituy ó enel protector de todos
los ióve-
quirió hombres capaces de procurar la formación nes de talento (ue iban a París' A los que de eltre
del joven infante, rápidamente intervino ubicando uttot mostraban cierta inclinación a la ambición,
allí a algunos de los suyos. Denko de la misma lu, mortaba los premios literarios y científicos,
los
política, se procuró apartar a obispos de buena lí- soberana-
,iUon.t académiios de que disponía casi
nea, si se trataba de apuntalar Ia educación de al- mente, sea como secretário perpetuo de Ia Acade-
gún príncipe, buscándose un obispo proclive a las
nuevas doctrinas , g efr el caso de no encontrarlo,
;ü; ¿" mediante alguna de aquellas pequeñas
i"tiüut en las que erJ*aesko consumado'
elegían a un sacerdote dispuesto a insinuar a su
ilushe alumno todos los principios de los sofistas. Los que más requirieron su atención fueron
'Yo conozco auno de esos hombres a quienes e[[os aquellos iórrun.t adeptos-en quienes veía condicio-
nes para convertirse en formadores de
los demás'
pusieron -atestigua Barruel-. Le propusieron el
cargo de institutor del Delfín lde Luis XV], asegu- pii"iipamente como preceptore§, o profesores en
jóvenes
rándole que así procuraría fortuna, pero con la ;;i;;;t públicos o privados' v también
c<¡ndición de que al enseñar el catecismo al joven .*v""p"rición económica y social podía constituir-
los en protectores del gran emprendimiento'
Formó
príncipe, no dejase de insinuarle que toda esa doc-
trina religiosa y todos los misterios delcristianisrno asr uná especie de señrillero, de seminario de diri-
poi eso el filosofismo lo consideró siempre
eran prejuicios, errores populares que un príncipe fentás.
debía conocer, por cierto, pero que no debía creer, ;ámo a uno de sus mejores propagandistas'
y que le diese por verdadera doctrina, en sus lec- D'Alembert murió en París cinco años después
ciones secretas, todo su filosofismo." Felizmente qu" úoftaire. Poco antes Condorcef,lemetoso de
il; ;; ;r-,ilti*otamomentos

4
aquelsacerdote respondió que no estaba dispuesto mostrara remordi-
a enriquecerse alprecio de su deber. Lo mismo se ;i;"t;, JunA" ásí sus discípulos un e§pec!áculo
inaccesible, si
intentó en ohas cortes, como lo acabamos de seña- hurnillante, se encargó de hacerlo
316 L¿ Nnrm y us TeupESTADEs [-n Revou]cróru Fnancesa

no al arrepentimiento, al menos a quien pudiera III. Rousseau (17 12-L77 8)


exhortarlo a ello. Cuando acudió un sacerdote no :,,
lo dejó entrar, Posiblemente se hubiese confesado,
pero Condorcet se lo impidió, gloriándose luego La figura de Jean-Jacques Rousseau emerge
de haber logrado que d'Alembert expirase en la por su especial trascendencia entre las grandeg fi-
impenitencia. "Si yo no hubiese estado allí, se ha- gLlras de la revolución cuhtral, con rnatices pro-
bría zambullido", dijo al anunciar su muerte. pios, por cierto.

1. Su biografía

Nacido en Ginebra en t712, procedía de una


familia parisiense que había emigrado a dicha ciu-
dad por ser adicta a[ protestantismo. Su padre era
un relojero muy entendido en su oficio. Su madre,
una mujer inteligente, bíen formada y virtuosa,
murió pocos días después de su nacimiento. "De
ella -diría Rousseau- sólo me ha quedado un cora-
zón lleno de sentimiento [...]. Costé a mi madre la
vida, y mi nacimiento fue mi primera desdicha."
Sin madre que lo cuidara, su padre sólo se preocu-
pó de leerle o hacerle leer novelas. Tenía tan sólo
seis años de edad. "Pronto nos interesamos tanto
por estas lecturas que leíamos alternativamente sin
tregua, y pasábamos noches enteras en esa ocupa-
ción." Fue un alimento prematuro e insalubre que
no le hizo bien porque suscitó en él pasiones dema-
siado adelantadas para su edad y le sernbró ideas
torcidas sobre la vida humana. A partir de los siete
años llegaron a sus manos libros mejores, de histo-
ria, por ejemplo, especialmente las Wcfas paralelas,
de Plutarcq que leyó repetidas veces con su padre.
318 L¡ Nnve y us TeupEsrADES
TeupEsrADES
L¡ Revoluclo¡¡ Fn¿r.rcesa
Fn¿ncesa 319

"Me ímaginaba n*ugo o romano, Vo mismo era la dose con gente desdichada y libertina, dando lec-
persona cuya vida leía." ciones delanto, ya que, era muy' aficionado a la
música, y a veces haciendo de sirviente o de pre-
En cierta ocasión, su padre tuvo un enconko-
nazo con un oficialfrancés, y prefirió salir de Gine-
ceptor de alguna familia noble. Durante su perma-
nencia en Turín, conoció a un joven sacerdote, el
bra antes que ir ala cárcel. Eljoven Jean-Jacques
padre Gaime, quien le dio diversos consejos, V cu-
fue ubicado en la casa de carnpo de un predicador
ya imagen inmortalizaría luego en su Vicario sa-
de Lossay. Allí se sintió feliz durante cuatro años,
boyardo.
echando raíces en su coruzín e[ amor a la nafura-
leza. Luego lo llevaron a Ginebra, donde comenzó Un amigo frívolo de Ginebra' que entonces lle-
a vivir de manera bohemia e inactiva, haciendo gó a Turín, se enconbó con él y lo sgdqlo para
lo que se le daba la gana. Tenía entonces 15 años. [uu ,agaran juntos por la ciudad. Así lo hicieron
iQué estado elegir? iSería relojero, como su padre, mientrai les duró el dinero. Luego Rousseau volvió
predicado¡ empleado? Le encontraron coloóación con la señora Warens, a quien mucho amaba, al
en casa de un escribano; pero le fue mal, luego punto de llamarla "mamá". Ella trató de apartarlo
entró de aprendiz en el taller de un grabador de de las malas compañías y conseguirle algún buen
cobre, hombre grosero y violentq donde aprendió trabajo, pero sus posibles empleadores se negaban
a mentir y hasta a robar. Se sentía muy decaído, diciendo que era un muchacho inúüI. Pronto su
pero Io salvó su afición a la lecfura, que Io llevó a protectora se convirtió de mamá en amante, sin
leer toda una biblioteca prestada, sin criterio algu- que ello implicara que Jean-Jacques renunciase a
no. Ante sus ojos desfilaron Descartes, Leibnitz, otras aventuras amorosas. Para aquel entonces ya
Malebranche; Fenelon, quien le sugirió la concep- se creía un personaje, y comenzó a consignair los
ción idílica del mundo primitivo; Locke, de quien hechos de su vida en un libro que llam aría Confe'
tomaría la idea del contrato social; Pascal, Bayle, siones. Allí leemos: "Emprendo una cosa de la que
Voltaire, etc. Su relación con el patrón se hizo a todavía no se ha visto otro ejemPlo, y cuya ejecu-
tal punto intolerable que debió retirarse, resuelto ción difícilmente hallará imitador. Quiero mostar
a buscar fortuna por elmundo. Comenzó entonces a mis prójimos un hombre en toda la verdad de
a peregrinar por doquieE hasta que recaló en casa su índole; y este hombre no será otro que yo mis-
de una pietista convertida, madame de Warens, mo. Yo y no otro. Yo siento mi corazón y conozco
quien, en coincidencia con el párroco del lugar, lo a los hómbres. No me parezco a ninguno de los
envió a Turín, por ver si se convertía alcatolicismo. que me han presentado, y me imagino que no me
Si bien el joven no quedó muy convencido que I
put.r.o a ninguno de todo e[ anchuroso mundo
digamos, con todo decidió hacerse católico. Conti- i...1. Runque no soy el mejpr, soy de otra suerte.
nuó luego su vida errante y vagabunda, mezclán- Si la Naturaleza ha hecho bien o mal en romper

¿
320 [¡ Nnve y r-es Te¡..rpESTADEs
L-n Revou.¡cróN Fnnncrsn 32r

el molde con que me fundió, no se podrá saber que las artes y las ciencias se aproximan a su per-
sino después de [a lectura de estas páginas [,...J"
il..ián. La eáclavitud, la prodigalidad y la livian-
Su perpetua inquietud lo flevó a dejar Saboya Jad han sido en todo tiempo e[ castigo del sober-
y tuasladarse a la capital de Francia. Pero tampoco bio intento de salir de la ignorancia feliz en que
París le satisfizo, y luego de un vagabundeo por nos había colocado la Eterna Sabiduría. Por tanto
todo el país, regresó donde estaba. Con la señora las ciencias son vanas en su origen y peligrosas en
Warens lue feliz por un tiempo, hasta que contrajo sus efectos. curiosamente el autor obtuvo el
pte'
una seria enfermedad, por lo que se dirigió a Mont- *io, pnro sóto por razón de la forma, qor q fuerza
[e abrieron
pellier, donde el médlco [o trató como enfermo v *urirulidad del estilo. con ello se experien-
imaginario. Al regreso halló que oko había ocupa- íu"ro. horizontes. A pesar de todas sus
do su lugar junto a la señorade Warens. Lleno de cias negativas, de los sufrimientos que le impuso
doloq vofuió de nuevo a París. ü tociáad, un sentimiento poderoso se apoderó
Cerca de esa ciudad, en Vincennes, se encon-
de él: se sinü!ó bueno, radicalmente bueno'
haba por aquel entonces preso Diderot. Rousseau Queestarevelaciónesenciallahayarecibido
lo visitó con frecuencia. Leyendo un día el Mercu- nn ,i,", bosque no fue en su vida algo adjetivo-' El
rlo de Francís se enteró de que la Academia de *g*ro a lá nahrnlezasería uno de sus leiü--'m otiu.
Dijon prometía un premio a quien escribiese sobre Rorusseau tenía un hondo sentimiento de [a belléza
"Si e[ progreso de las artes y ciencias ha contribui- y grande za dela naturaleza, icon qué ternura sen-
do a mejorar o corromper las cosfumbres". La sola tía el encanto de ta soledad en los bosques'' la su-
lectura de la cuestión lo impresionó vivamente: se uti*iaua de los Alpes, [a belleza dél lago azul pro-
le cortó el aliento, le dieron palpitaciones, y hubo úá;. La ciudad, en cambio, le resultaba quien
odiosa.
carecía
de sentarse debajo de un árbol, pasando allÍ una En esto era bien distinto de Voltaire,
totalmente de dicho sentimiento, y hallaba insopor-
media hora con tal emoción que cuando se levantó
halló sus vestidos empapados de lágrimas sin ha- table caminar por el parque o por el bosque'.Para
berse dado cuenta de que había llorado. En su Rousseau ,n iu.no por el campo efa una fiesta,
*refie-
mente se agolparon muchas cosas, entre ellas va- ,u tnfiA¿ua. "iómo jubilaba ya en elbosque
rias de las experiencias que habían jalonado su re en el Emilío-, buicaba algún sitio bravío donde
desgraciada niñez y juvenfud, y con su peculiar nada mostrara la mano de hombre, doncle ningún
tendencia a la exageración, desarrolló una proposi- tercero se interpusiera separándonos entre mí y la
ción: el arte y la ciencia son la causa de la infelici- Ñuturutnza. El bro de [a ietama, la púrpura de los
dad del individuo y de la corrupción de la socie- rayos solares llenaban de encanto mi corazón y
dad; nuestras almas degeneran en la medida en mú ojos, la majestad de los árboles que me cubrían
con i , sombra, la ternura de los ramos que me
L¡ 323
322 L¡ Nnvr y us TeupEsrADES Revot-uc¡Óu FRnNcesa

rodeaban, la sorprendente variedad de las yerbas graron elpatimonio revolucionario de los conjura-
y flores, gue se inclinaban bajo mis pasos, mante- áos. Su manera de pensar no deiaba de extrañar.
nían mi espíritu en incesante atención y admira- Co*o Voltaire, Rousseau era paradojal' Aquél
ción. Mi imaginación poblaba esta bella tierra con creíaen cierta ocasión demoshar la existencia de
seres que eran según mi corazón; me formaban un autor del universo, y al día siguiente toda aque-
na demosbación se reducía para él a meras
posibi-
una sociedad de la que no me creÍa indigno; soña-
iiáu6". y a dudas que era ridículo intentar resolver;
ba en la Edad de oro y me enternecía hasta derra-
mar lágrimas con estos verdaderos deleites de la Cou*uáu un día vLía a Dios en torno a sí, lo "sen-
vida humana, con estos preciosos y puros placeres, tía" no sólo en él sino en toda la naturaleza y le
que
que están tan cerca de la humanidad y de los que áscribía al arzobispo de París: "Estoy cierto de
Dios existe", y al día siguiente le decía en carta a
ahora está tan alejada." Así Rousseau huye del
rnundo ciudadano porque no Ie halla según su úoiiuiru' "Cbnfi"ro cañdidamente que [sobre la
parecen
corazón; embriagado co n la belleza nafu ral, puebla existencia de Diosl ni el pro ni el confua me
el bosque con un universo soñado e impoluto. Al áá*ortudos.,, Voltaire blasfemaba la ley de Cristo,
fin de su vida se atribuiría al privilegio de ser "el se retractaba, comulgaba, y luego escribía a sus
Hombre de la Naturaleza", el hombre intacto, sin colegas a<hortándolos a écraser l'infdme; Rousseau
mancha ni señal alguna de la corrupción que trae hacá de Cristo el más sublime elogio y lo termina-
la civilización. M. Seillere habló de su "inmaculada ba con una blasfemia, viendo en Cristo a un visio-
concepción", V Maritain afirmó que "la bondad na- nirio. por eso Rousseau y Voltaire nunca llegaron
tural es el estado de gracia de Rousseau". á ántenderse. Voltaire acabó por detestar a Rous-
Tias su melancólica experiencia en el bosque seau; a su juicio había que atarlo como si se hatase
comenzó a escribir diversas obras. Pronto se volvió de un locá, pero al mismo tiempo aplaudía que
célebre y recibió sostenidos elogios. Voltaire, d'Alem- toda la juventud lo leyese' Hombre raro nuestro
bert y Diderot se le acercaron. éNo sería conve- Rousseau: se creía el más virtuoso de los hombres
niente que se uniesen en un propósito común? y en la ancianidad se complacía recordando sus
Voltaire le decía en carta a d'Alembert: "Fs una írnpúdicas conquistas, habiendo relegado a sus
lástima que Jean-Jacques, Diderot, Helvetius y us- hüás en un hogár de niños abandonados"'
ted con otras personas de su clase, no se hayan
entendido para écrosez l'infáme. El más grande de 2. Las obras y el pensamiento de Rousseau
nuestros disgustos es ver a los impostores unidos
y a los de la verdad divididos." Pero Rousseau pre-
fería seguir su propio camino, llevando el combate
1

Así como a pedido de [a Academia de Dijon


por separado. Con todo, varias de sus ideas inte- escribió elartícuio a que acabamos de aludir, tam-
324 [¿ Neve y r¡s Te¡'IpESTADES
L¡ Rrvot-uc¡óN FRANcESA 32s

bién a pedido de la misma Academia escribió el


Discours sur I'o.rigine et les fondements de l,inéga- experimentó aquel rapto en el bosque: el hecho
líté parmi les hommes. Trabajó esta disertación de que las cienCias y las artes estaban en el origen
durante ocho días en un bosque; algo muy típico de la depravación de las costumbres. Por eso,
de é1, enamorado de la naturaleza. En Ia primera precisamente, lloró.
parte describe el estado primitivo, tal cual él lo
imaginaba, y en la segunda desarrolla el origen del
A su juicio la naturaleza extge-ula condición
Estado. El hombre en su estado primitivo ela fuer-
igual paiu toda la humanidad. Todos nacemos
te, animoso, sano, hábil, lleno de compasión, me_
iéualei, sostiene, 9, POr tgnt9, igualmente libres'
S-in duda existen desigualdades, tlamadas nafura-
dio animal; pero más vale, añade, ',parácers* á unu
les, entre individuos más o menos fuertes, más o
oveja que a un ángel caído". por lo demás, dos
*árrou inteligentes, pero son conkarias al designio
cualidades distinguían al hombre primitivo de hs
de ta Naturaleza, LaNaturaleza requiere que impe-
fieras: la voluntad libre y la posibili¿aa de perfec-
re la igualdad más eskicta posible entre los hom-
cionarse. Bta úitima resultó ser la fuente de iu infe-
bres, Je suerte que en todo estado político que no
licidad. "Elprimero que cercóuna tierra y declaró:
quiera oponerse a la Naturalezay-a su auto¡ debe-
Esto me pertenece, y halló gente bastante simple
para creerlo, fue el verdadero fundador del orden
ri reinaiuna igualdad social absoluta que compen-
se las desigualáades nahrrales. Bien señala Maritain
civil. iCuántas devastaciones y guerras, muertes y
que lo quá está haciendo es confundir la igualdad
miserias se hubiesen ahorrado al humano linaje,
sialguno hubiera derribado aquella cerca y hubiera
ón la justicia, sin entender que la búsqueda de
una igualdad semejante destniye la justicia, al tatar
clamado a los otros: Guárdense de cÍeer a este
embustero; están perdidos si olvidan que los frutos
a todls de la misma manera' cualquiera sea su
mérito.
del suelo pertenecen a todos y el suálo mismo a
ninguno." Como se ve, si los hombres primitivos Ta[ es la intuición original de Rousseau: "El
vivían libres, eran sanos, buenos y felices, el daño hombre ha nacido libre", un salvaje en el bosque
comenzó en cuanto nació la propiedad, desapare- de la creación. Pues bien, la esencia del hombre y
ciendo así la igualdad. "La elaboración de loi me- la ordenación divina exige la restitución de aquel
tales y la agriculfura fueron Ias dos artes cuya in- estado de libertad o de soberana independencia,
vención produjo esta gran mudanza. EI hierio y el propia del estado primitivo. Desde entonces' co-
trigo civilizaron al humano linaje y arruinaron al ."ñta Maritain, ninguna sumisión a un señor y nin-
hombre." Con la agricultura se repartió la tierra y gún dominio sobre un súbdito resultan admisibles.
con la propiedad nacieron las leyes. Talfue la razóñ EUo no condice, por cierto' con la realidad ya QU€,
del llanto que había brotado de sus ojos cuando según enseña Santo Tomás, aun el estadg de ino-
ceñcia habría cornportado cierto señorío sobre
326 Lq Neve v ¡-Rs Teptpesra»rs
Teprpesra»rs L¡ Revor-ucróu FnR¡rcesa 327

hombres tibres para dirigirlos hacia elbien común. su novela Lo Nouuelle Héloibe, que alcanzó un éxi-
Rousseau excluye Ia posibilidad de dicho señorío. to formidable.
El hombre ha nacido libre, la libertad es una exi- A partir de entonces comenzó una época en
gencia de la Naturaleza; toda sumisión, cualquiera que se consideró un justo perseguido, no vacilando
sea, a la autoridad de otro hombre, es contraria a en tomar distancia de todos sus antiguos amigos
la Naturaleza. De ahí lo que se sigue según el mis- "filósofos". Rousseau ya había condenado las artes
mo autor, a saber, que la democracia es la mejor y las lekas, pero ahora se las tomó con los rnismos
forma de gobierno, porque aleja lo menos posible literatos. La secta filosófica contraatacó, profesán-
de la Naturaleza. dole en adelante un odio imperecedero. Pero se
Rousseau ya se había hecho famoso por sus diría que ese clima de enemistad decuplicó su ge-
primeros escritos. Resolvió entonces volver a Gine- nio. Era el año 7762 cuando apareció su tercer li-
bra, su lugar de origen, y en orden a adquirir la bro: Du Contrat social. En esta nueva obra no ha-
ciudadanía en dicha ciudad, hizo nuevamente pro- cía sino explayarse en la segunda parte de su res-
fesión de calvinismo. Perc sus costumbres inmora- puesta a la cuestión de la desigualdad ente los hom-
les y sus ideas revolucionarias le ocasionaron la bres. El pueblo, o<plica Rousseau, que originalmen-
persecución de sus compatriotas, por lo que debió te vivía en el aislamiento resolvió pasar al estado
retornar a Francia. Una amiga y admiradora suya de sociedad, para lo cual habría renunciado en un
le prestó en.las cercanías de su castillo una casita Conkato primitivo a ciertos derechos privados de
llamada "Ermitage", donde se instaló en compañía los individuos soberanos libres, pero no en favor
de su concubina, Teresa Lavasseur, joven sin cultu- de un kíncipe determinado sino de'la colectividad.
ra pero amable, con quien se había unido siendo Desde entonces, sólo la colectividad crea el dere-
aquélla una simple sirvienta de hotel, y de la que cho; todo lo demás es usurpación; sólo el pueblo
afirma Rousseau que tuvo cinco hijos, a quienes es soberano; su voluntad sola es Ia única soberanía
mandó a una casa de niños expósitos, sin preocu- inalienable; e[ Príncipe es escogido por ella, es su
parse más de ellos, si bien no todos concuerdan funcionario, al cual ha dotado de autoridad, que
en que haya sido así. Su tenaz melancolÍa iba dege- asÍ como se la dio se la puede retirar. Si el Príncipe
nerando en delirio, a pesar de los cuidados de su pretende ser más que un funcionario, se convierte
amante. Por fin, su bienhechora se cansó y lo echó en un usurpador. Exponiendo estas ideas, comenta
de sus dominios. Entonces le ofrecieron otro lugar Maritain que ya los antiguos admitían un cierto
campestre de descanso, donde pasó años agrestes "consensus" en el origen de las sociedades huma-
e idílicos. Su nueva pasión, esta vez por la señora nas, expresión de un deseo natural. El contrato de
de Houdelot, que fue el amor más novelesco de Rousseau, en cambio, tiene su primer principio no
su vida, encontró una kansposición idealizada en en la nafuraleza sino en [a voluntad consciente del
328 L¡ Nave y ms Te¡upesrADES t¡ RevoruclÓN Fnencesn 329

hombre, y da nacimiento a un producto del arte Sea 1o que fuere, en la situación actual lo que
humano, no a una obra que procede de [a nafura- ,,voluntad general", es deciq la voluntad
vale es la
leza. En adelante habrá que pensar que la sociedad del yo común engendrado por e[ sacrificio que ca-
no tiene por primer autor a Dios, autor del orden áiáruf ha hecho de sí rnismo y de todos sus dere-
natural, sino a la voluntad humana. Los antiguos .Áo, sobre el altar de la sociedad. Una especie de
enseñaban que la ley humana deriva de la ley na- Dios inmanente, explica Maritain, un yo común
tural como una especificación de [o que ésta dejaba que es más yo que yo mismo, en elcual me pierdo
indeterminado. Rousseau enseñará que después putu ur,.onirut**,- y al que sirvo para ser libre'
del pacto no subsiste ningún derecho natural y i.Cuando la opinión contraria a la mía vence, esto
quedará desde entonces admitido que en el estado rátá ptueba que me había equivocado y que lo
de sociedad ningún derecho puede provenir más que creía la vóluntad generu! l" lo era' Si mi opi-
que de la convención de voluntades libres. De este ,iiOn particular hubieá vencido, no habría hecho
modo cada individuo, "al darse a todos, no se da mi váluntad sino otra cosa; es entonces cuando
a nadie"; se somete al todo, pero no se somete a ná nuUi"ra sido libre." Así como el cristiano pide
ningún hombre. Esto es lo esenclal, que no haya a Dios que se haga su volunta4 y no la
propia, cuan-
ningún hombre por encima de cada indiüduo. Ca- do alguien votJ se dirige a 1a Voluntad general,
da cual se absorbe enelyo común, y al obedecerle, individual.
fiuru ñuu ru haga ésta y no su voluntad
i,Cudu
se obedece a sÍ mismo. individuo puede como hombre tener una
Es verdad que este ingreso en la vida social infi- voluntad política particular contraria a la voluntad
ciona la inocencia original. Como señala el padre general qle tiená como ciudadano!" se \ee ,n el
"Contrato.
Carlos Biestro, nuestro filósofo hace suya en cierta "Si n1i opinión particular hubiera obteni-
manera la herejía pelagiana según la cual el hom- do la victoria, yo hubiera podido conseguir tam-
bre es naturalmente bueño, V no necesita de la gra- bián lo contrarío de lo que fue mi voluntad, I €D
cia para mantenerse tal. El hombre nace bueno, este caso no hubiera sido libre." Existe de hecho
la voluntad general, lo mismo si es querida
por al-
pero Ia sociedad lo malea, y ahí está e[ origen de
todas nuestras desgracias. Antes de que apareciese guien .omoli no es querida por nadie. Ahora bien,
que ser
la sociedad política, el hombre era un buen saluaje, [utu que efectivamente se haga real, tiene quiere,
que gozaba de una felicidad paradisíaca en puro querida por el pueblo. Si el pueblo no la
estado de naturaleza.Unavezque se ha acostum- ha de sei educado para quererla, porque la volun-
brado a la vida social, que por otro parte le aporta tud gnrnrul está "latente" en la voluntad del pueblo.
algunas ventajas, no puede volver a vivir como un En su magnífico libro Tres ret'ormadore.s,.Mari-
salvaje f.eliz. tain, quien añaliza con gran perspicuidad el pen-
.u*iunto de Rousseau, por lo que nos pareció con-
330 L¡ Neve v r¡s TeUpESTADEs Ln REvot-uctót¡ Fmxcrse 331

veniertte recurrir ampliamente a sus consideracio- sión de la voluntad general; ya no emanará de [a


nes, se explaya sobre esta extraña concepción de razón sino del número. No es, pues, necesario que
Ia política. Segun Rousseau la ley no existe, escribe, la ley sea justa. Só1o debe ser obedecida. Entoa acá
sino en cuanto expresa Ia Voluntad General. Pero la figura y el papel del fegisfador. El pueblo quiere
la Voluntad General es la voluntad del pueblo. "El siempre el bien, pero no siempre está suficiente-
pueblo sometido a las leyes debe ser su auto¡ y de mente informado para alcanzarlo. Por eso a veces
este modo sólo obedece a sí mismo", afirma. El se engaña. De ahí que la voluntad general necesite
individuo es, a lavez, súbdito y soberano. Obede- ser instruida por el legislador. Escribe Rousseau:
ce, pero a sí mismo. La soberanfa reside, pues, 'Aquel que se ateve a instituir un pueblo debe sen-
esencial y absolutamente en el pueblo, en Ia masa tirse capaz de cambiar, por así decirlo, la nafuraleza
de todos los individuos tomados en su conjunto. humana, de tuansformar a cada individuo' que por
Y puesto que el estado de sociedad no es nafural sí solo es un todo perfecto y solitario, en parte de
sino artificial, [a soberanía no puede tener su pri- un todo más grande, debe sentirse capaz de alterar
mer origen en Dios, sino en la libre voluntad del la constihrción del hombre para reforzarla [...J. Es
pueblo. Tál es elprincipio espiritual de la democra- preciso, en suma, que quite al hombre sus fuerzas
cia liberal, absotutamente opuesto a Ia concepción propias para darle otras que [e sean extrañas, y
cristiana del derecho, según la cual la soberanía que no puede usar sin el socorro de otro. Cuanto
deriva de Dios como de su origen primero y sólo más aniquiladas estén sus fuerzas naturales, más
pasa al pueblo para ir a residir en quien tenga la grandes y durables son las adquiridas, más sólida
misión de gobernarlo. "Para ser legítimo, el gobier- de suerte que
-cada es también la institución;
y perfecta
no no debe confundirse con el soberano, sino que Ái ciudadano no es nada y nada puede sin
debe ser su minisfuo; entonces la misma monarquía los otros, y que la fuerza adquirida por el todo es
es república." El Príncipe no posee soberanía algu- igual o superior a la suma de tas fuerzas naturales
na ya que Ia autoridad no reside en é1, sino en la de todos los individuos, puede decirse que la legis-
Voluntad General. No hay en la sociedad ninguna lación ha tlegado al punto más alto de perfección
persona encargada de atender al bien común; la que pueda alcanzar." La figura del legislador pasa
Voluntad General basta para ello. a ser la de un superhombre.
Este mito, prosigue diciendo Maritain, es domi- En su Hisüoría de la lg,tesia Católica en ls Edad
nante en la política de Rousseau como la noción Moderna, señala el padre Francisco J. Montalbán
del bien común lo es en la política de Aristóteles y que en Du contrat social hay tres grandes errores.
de Santo Tomás. La Voluntad Generalse manifies- El primero es e[ aserto de la perfección original
ta por el Número, g es el Número el que promúlga del hombre. El hombre es bueno por natutaleza.
las leyes, ya que Ia ley no es ota cosa que la expre- Así salió de las manos de Dios. La sociedad [o co-
332 [¡ Nnvr v L¿s TeFTpESTADES [¡ Revo¡-ucróN Fnn¡¡crsa 333

rrompe. De ello se sigue que hay que volver a la el cuerpo, lo cual no significa oha cosa sino que
pura naturaleza, a la vida libre del campo y de la se le fonará a ser libre." Adviértase la paradoja: se
selva, sin coacción alguna, para que de esa manera lo fuerza a ser libre. La mayoría está así en condi-
el hombre pueda desenvolver sus inclinaciones ciones de imponer una verdadera tiranía. Lo que
nafurales. Elsegundo error es la igualdad de todos hoy está prohibido puede ser mañana obligatorio.
los hombres. En el estado primitivo todos eran Basta que sea la voluntad general. La mayoría es
iguales. Es la civilización la que ha creado las desi- infalible. 'Al menos en su intención, la ley decidida
gualdades que hoy se advierten, así como los privi- por el pueblo no puede ser injusta, puesto que na-
legios de clases, las esclavitudes y las tiranías. La die es injusto respecto de sí mismd', afirma Rous-
sociedad debe cimentarse en el senümiento de li- seau. Hoy sabemos bien quién dirige los votos: la
bertad y de igualdad. Cada ciudadano se asocia propaganda, el dinero, los medios de comunica-
libremente a los demás por un contrato para for- ción, de modo que la voluntad general es finalmen-
mar el Estado, en el que todos deben gozar de los te digitada por instancias exteriores, no de la colec-
mismos derechos. El tercer error es elde la sobera- tividad sino de pequeños grupos con poder' Pero
nía popular. El pueblo es soberano y no puede Rousseau no se intimida. "En todo caso, un pueblo
comprometerse sino consigo mismo; [a ley no es es siempre dueño de cambiar sus leyes, aun las
sino la expresión de la voluntad general. mejores; porque si le place hacerse el mal a sí mis-
¿Será real esta libertad tan exaltada por Rous- mo, iquién es aquel que tenga el derecho de impe-
seau? Él mir-o dice en su libro: "Desde álmomen- dírselo?" Su pensamiento no carece de contradic-
to en que un pueblo elige sus representantes, ya ciones;junto a las nuevas ideas por él infuoducidas
no es libre t...1. El pueblo inglés se cree libre, mas sigue pujando la concepción tadicionalde la políti-
se equivoca mucho; no lo es sino durante [a elec- ca. Por eso a veces habta de las virtudes del Legis-
ción de los miembros del Parlamento; en cuanto lador, o de la incapacidad del pueblo para saber
son elegidos, es esclavo, no es nada." Hipólito lo que es mejor. Incluso llegó a afirmar que "si hu-
Táine, historiador y filósofo positivista del siglo XIX, biera un pueblo de dioses, se gobernaría democrá-
extrae la consecuencia inevitable de aquel prin- ticamente; un gobierno tan perfecto no es propio
cipio: "El dogma de la soberanía delpueblo, inter- de los hombres".
pretado por la muchedumbre va a producir la anar- Rousseau añadió a su obra un capítulo final,
quía perfecta, hasta elmomento en que, interpreta- que tifuló "De la religión civil". En modo alguno
da por et líder, produzca el perfecto despotismo." podía aceptar la idea de Cristiandad, es decir, de
Rousseau previó las posibles derivaciones de su una sociedad impregnada por el espíritu del Evan-
ideología: "Cualquiera que se niegue a obedecer gelio. iCómo el ciudadano podía tener a la'vez
la voluntad generai será obligado a ello por todo dos legislaciones, dos patrias? Había que suplir la
334 L¡ Nnvs y r¿s TeupEsTADES I-c RrvoLuc¡ó¡¡ FneNcESn 335

Cristiandad por una sociedad laica unida por un despóticos. La "voluntad general" que establece
lazo religioso. Tálsería la religión civil. "Los dbgmas la convivencia social no sufre'la menor desobedien-
de esta religión no le interesan al Estado ni á sus cia. Lo mismo el"preceptor" deljoven Emilio do-
miembros más que por lo que se refiere a la moral mina la voluntad del niño sin que él mismo se dé
y a los deberes para con los otros t...J. Cada uno cuenta. "Que él siempre crea que es el amo, y que
puede tener la opiniones que desee [...1. Mas si usted lo sea en realidad. Se cautiva así la voluntad
alguien, después de haber reconocido púbticamen- misma", leemos en el libro de Rousseau.
te estos mlsmos dogmas se conduce como no cre- El maestro se preocupará porque Emilio lleve
yéndolos, sea castigado con pena de muerte pues una vida despreocupada, casi como la de un vege-
ha cometido el mayor de los crímenes: ha meñtido ta[, hasta los doce años, gozando de entera liber-
a las leyes." Ninguna religión ha exigido más que tad, sin trabas físicas ni morales que turben su
esta cruel docúina, comenta el padre Biestro. felicidad, y sin abrir ningún libro, ni siquiera de
No menos importiantg fue otro libro que Rous- fábulas. Db los doce a los quince años deberá ha-
seau publicó en 1762: Emile, sobre la educación, cerse racional, aprendiendo a reflexionar e instru-
sólo un mes después de haber aparecido e[ Con- yéndose poco a poco de una manera experimen-
trato social. Si con éste quiso rehacer el Estado, tal; empezarápor los conocimientos menos espe-
en el Emilío buscará rehacer al hombre, siempre cuÍativos, como las primeras nociones de física,
en el retorno a la sifuación prirnitiva. A través de geografía, astronomía, etc.; aprenderá también un
esta obra medio didáctica y medio novelesca, quiso áficio, por ejemplo, de carpinterq y no se le-permi-
señalar de qué manera se pueden formar hombres lirá leer más que un solo libro: Robinson Crusoe.
nuevos para la época nueva que se estaba gestan- Desde los quince años, cuando la pubertad se
do, y qué se podía hacer para que los adolescentes manifiesta, habrá que cuidar de que Ro abuse de
retornaran de lo antinafural a la nafuralezaverda- sus pasiones, para Io cual será preciso.cultivar su
dera. Como allí se dice, nadie vive más esclavizado sensibilidad con nobles afectos, como de gratifud,
que el hombre que se cree civilizado. 'Al naceq le amistad, compasión, amor al pueblo y a la huma-
cosen en un envoltorio; cuando muere, le clavan nidad, y al rnismo tiempo desplegar ¡9s fugrzas físi-
en un ataúd, y, rnientras tiene figura humana, le .as con juegos, deportes y tabajos. A los dieciocho
encadenan en instifuciones." Emilio, elniño prota- años se le iniciará en el conocimiento de los hom-
gonista de la obra, será confiado a un mentor des- ür", por la historia, sobre todo a través de la obra
de su primera edad, quien ejercerásobre él un po- de Piutarco, y se 1o formatá en Ia religión natural,
der omnímodo. Como bien lo ha observado de enseñándosele a conocer a Dios, a practicar el bien
Viguerie, no deja de llamar la atención que tanto y huir el mal, pues sin religión- no se puede ser ],¡ir-
su política como su pedagogía instifuyen poderes iuoto. Tias todo ello, ya adulto, se lo hará viajar
336 L¡ Navr v ¡¡s TetrpesrADES
Revoucró¡¡ FnnNces¿
L¡ Revouctó¡¡ FneNces¿ 337

para que complete su educación física y moral.


Contraerá entonces desposorios con Sofía, y a los En el capítulo cuarto de la obra incluye Rous-
dos años, el matrimonio. seau lo que llama "la profesión de fé del vicarió
Rousseau consideró que su Emilio, más que un saboyardo". Algo de dicho personaje, eu€ fue real,
manual de pedagogía, era una obra filosófica, una aunque el autor lo complemente a su guisa, dijimos
investigación "sobre la bondad natr"rral del hom- anteriormente. En la novela se trata de un sacerdo-
bre". Su educación parte del hecho de que la socie- te que, ttas larga experiencia, se decide a relatar
dad, que está corrompida, es también corruptora. su propio caminq defendiendo una especie de reli-
Dicha sociedad desnaturalizada sólo es capaz de gión natural, o cristianismo protestante-liberal, irt-
suscitar individuos divididos interiormente, medio-
pregnado de sentimentalismo religioso. Es cierto
cres en el mejor de los casos y malvados en elpeor.
que también arremete contra el materialismo ateo
Se hace, pus, necesario aislar a Emilio de ese me- de los "filósofos". (Jn día comprendió la necesidad
dio social si Io que se quiere es que sea un niño li- de cerrar todos los libros. l'Sólo existe uno abierto
bre y felí2, un joven fuerte y sano, susceptible de a todas las mirados, g éste es el de la naturaLeza.
convertirse en el ciudadano ideal del Conhato so- Ha sido en este grande y sublime libro en donde
cial. Rousseau se constituye en el preceptor de he aprendido a servir y a adorar a su divino autor
Ernilio, decidido como está a gestar un nuevo tipo t...1. Si utilizo bien las facultades inmediatas que
de hombre, libre de los viejos instintos, prejuicios Dios me conc edi6, aprenderé por mí mismo'a co-
y malos hábitos. nocerle, a amarle, a amar sus obras, a querer lo
que él quiere, y a cumplir para complacerle todos
No hay, pues, que enseñarle "materias". Basta
mis deberes sobre la tierra. iMe enseñará más todo
el contacto con la naturaleza, Lo demás vendrá
e[ saber de los hombres?" Como se ve, nafuralismo
con el tiempo. "Yo preveo la sorpresa de muchos
absoluto, deísmo, certazón total a los misterios so-
tectores viéndome seguir toda la primera edad de
brenaturales. Las religiones nafurales son para él
mi alumno sin hablarle de religión -escribe-. A los
otras tantas instifuciones que dependen de [a idio-
quince años é[ no sabía si tenía alma y puede ser
que a los dieciocho todavía no esté en disposición sincrasia de cada país, y que pueden tenet sus ra-
¿ones en el clima, en el gobierno, en el genio del
de aprenderlo; pero si se le enseña antes de que
pueblo, 'b en alguna otra causa local que hace a
lo precise, corre el riesgo de no saberlo ¡amás." Y
[a una preferible a la otra, según los tiempos y los
en otro lugar: "Existen misterios que no son sola-
lugares. Yo las creo a todas buenas cuando se sirve
mente imposibles de concebir por el hombre, sino
creerlos; y yo no veo lo que se consigue con ense-
a Dios convenientemente. El culto esencial es el
ñárselos a los niños, si no es a enseñarles a mentir
Jel corazón [...]".
prematuramente." Sigue el vicario: 'Antiguamente yo decía la misa
:on la ligereza que se pone a la larga en las cosas
338 [¡ Nnve v l¡s TEr.,rpEsrADEs [¡ Revouucrón FnaNcesa 339

más graves, cuando se las realiza con demasiada ces apenas creen en él y todavía me asombro al
frecuencia; luego de mis nuevos principios, la cele- ver al buen Fénelon que habla en su Telémaco co-
bro con más veneración; me peneho de Ia majes- mo si realmente creyem; mas pienso que debía men-
tad del ser supremo, de su presencia, de [a insufi- tir, pues por verídico que uno sea es preciso a veces
ciencia del espíritu humano, que conoce tan poco mentir cuando se es obispo. Mamá no mentía con-
cuanto se relaciona con su autor. Pensando que migo." Más aún, agrega, "fiel, en suma, a [a religión
yo le llevo los votos del pueblo bajo una forma que había abrazado lla católica], admitía sincera-
prescrita, estoy con atención en todos los ritos; re- mente todo su credo; pero a[ discutir cada uno de
cito atentamente, me aplico a no omitir jamás ni sus artículos resultaba que creía de manera muy
la palabra más leve, ni la menor ceremonia." El distinta de la lglesia, aunque sometiéndose siempre
vicario saboyardo ha resuelto prescindir de la fe, a ella". iAdmirable fórmula del espíritu modernis-
pero sigue permaneciendo en la Iglesia y cumplien- tal, comenta Maritain. Si Juan Jacobo es el padre
do su ministerio como antes, más aún, rnejor que del modernismo, madame de Waren§ es su digna
antes. Es el primer sacerdote modernista, afirma "mamátt.
Maritain. Tlas e[ largo monólogo del sacerdote, Sin embargo, no hay que olvidar, como agrega
concluye ahora Rousseau diciendo que "a la reli- el filósofo francés, que [o que Rousseau buscaba
gión naturalyo me limito con mi Emilio. Si él debe en su alegato naturalista era defender la cÓncep-
tener otra, yo no me considero con derecho a ser ción cristiana y religiosa de la vida conta el espírifu
su guía; a él sólo le incumbe la elección". negativo de los "filósofos"; 9u€ prescindían total-
Maritain cree entrever en estos razonamientos mente de la ayuda de la [nteligencia y de la ayuda
un especial influjo de la señora de Warens. Rous- de la gracia. En los escritos de Rousseau no vamos
seau se había formado en el ambiente espiritual a encontrar las invectivas de Voltaire y de otros
de aquella mujer, pietista mienfuas fue protestante, enciclopedistas contra el cristianismo. En ellos ha-
quietista después de su conversión; ella hacía largas blará de la Providencia, de [a conciencia, del deber;
caminatas con é1, a quien consideraba su "teólogo pero siempre en sentido naturalista. En carta a la
liberador". Entre otras cosas le enseñó a no tener señora de Epinay le decía: "Quiero vivir como un
miedo al infierno y a no creer en el pecado original, hombre de bien y como buen cristiano, porque
el cual, por lo demás, conkadecía demasiado a su quiero rnorir en pa?. y porque ese sentimiento no
corazón, que "se sentía naturalmente bueno". La estorba para nada mi vida, sino que me da una
señora Warens, nos explica Rousseau, no creía en dulce esperanza para cuando esté muerto [...]' Ilu-
el infierno. "l-os devotos, rencorosos y biliosos, no sión tal vez, pero si tuviera otra más consoladora,
ven nada más que elinfierno, porque querrían con- la adoptaría." Dios pasa a ser un mero instrumento
denar a todo el mundo. Las almas amantes y dut- de su tonsuelo. No se pone él al servicio de Dios,
340 L¿ Nave y us TeupEsrADEs
Ln Revou;clót'{ FRANcESR 341

sino que pone a Dios al servicio de su emotividad.


Para fundar [a religión y renovar el cristianismo de encontrar en el Emílio." A lo que Rousseau res-
frente a los agnóstiáor, iRo,rsseau sólo le queda- pondió: "Lo siento por usted, señor, lo siento por
ban las exigencias del sentimiento. "Y si semejante usted y por su hijo."
religión y semejante cristianismo debían volcarse
en la forma católica -concluye Maritain-, sólo po-
dían hacerlo engendrando el modernismo." E[ mis- 3. Lo personalidad romónt\ca de Rousseou
mo Rousseau dice alterminar el excursus del cura
saboyardo que, a veces, alescucharlo aprobar dog-
mas conftarios a los de la iglesia romana le hubiera Rousseau fue un hombre de u1a vanidad apa-
creído protestante, pero alverlo cumplir sus debe- bullante, muy próxima a la soberbia' Poco antes
res, no sabía qué pensar. de morir, asíie esctibía a Malesherbes: "Conozco
mis grandes faltas y siento vivamente mis vicios;
Esa acüfud, más deísta que crisüana, no saüsfieo pnro"u pesar de esto morirá lleno de confianza en
a nadie. Cuando salió el Emílio, el arzobispo de Lt Sut §upru*o, persuadido de que de todos los
París se creyó obligado a oponerse a este culto del
hombres á quienás he observado en mi vida, nin-
corazón, a esta religión del sentimiento, viendo en *á¡or que yo." A 1a señora de la Tour [e
el trasfondo del libro un ataque larvado contra la
Ñ; "ru por mí' no
ilngO a decir: "El que no.se entusiasma
Iglesia. También e[ Parlamento se sumó a la autori-
ái"Agno de mí." Éajo el pretexto de que el amor
dad jerárquica y condenó, como el arzobispo, el de slis [a pasión primitiva, sostenía que debemos
libro. El Procurador General, por su parte, expidió amarnos 'imás qün u toda otra cosa", 91 que "el
una orden de prisión contra su autor. Ellibro resul- u*o, propio" esiuente de toda bondad. Hasta en
tó finalmente quemado. Sin embargo su influencia su traio con Dios, [e gusta destacar este aspecto
fue muy grande en Francia, sobre todo entre las dá su personalidad. El vicario saboyardo, a quien
mujeres, especialmente de los más altos círculos. hace portavoz de sus ideas, "conversa" con Dios
Al hablarse de aquella obra afloraban sentimientos puto 'ho le reza" ,como agudamente observa Mari-
y lágrimas, que las damas enjugaban con pañueli-
iuin. "No [e pido [...] el poder de obrar bien: ápor
tos bordados... q"á p"arle que me ha dado?" Como señató
1o
Al parecer, Rousseau mismo no creía demasia- un estudioso suyo, su oración-tipo sería: "oh Dios'
que te
do en su modo de educar. En cierta ocasión, estan- ven a mf, háblame, consuálame, iy merece
proclame!" No busca que Dios lo eleve a parücipar
do en Bbasburgo, se le presentó un señor y te dijo:
"Está usted hablando con un hombre que educa dt* vida sobrenafural, sino, al conhario, trata de
a su hijo según los principios que he tenido la dicha absorber en sí la divinidad. "El gozo supremo resi-
á. an el contentamiento de uno mismo", escribe.
342 L¡ Neve Y r.cs TEMpEsTADEs L¡ Revoluc¡óN Fnn¡¡cese s43

Su felicidad es "alimentarse con su propia sustan- forma exterior que ponga en peligro la coexistencia
cia, pero ésta no se agota jamás". La felicidad está de sentimientos tan encontrados' constituiría un
en ser como Dios, en bastarse a sí mismo como daño sacrflego a la nafuraleza. En una de sus cartas
Dios. 'Aspiro al momento en eu€, librado de los escribe: "Quiero hablar a tu corazón, no bato de
lazos del cuerpo, seré yo mismo sin contradicción discutir con los filósofos. Aunque éstos me proba-
ni división, y no precisaré más que de mí para ser ran que tengo tazón, yo siento que rnienten, y es-
dichoso," Como comenta Maritain, "estamos en toy persuadido de que ellos [o sienten también' Si
el cenfuo del Paraíso de la Inmanencia". siénies que tengo razón, con esto me basta [...]"
Pocos han penebado en la personalidad de Rous-
Bte hombre tan lleno de dotes, de una inteligencia
seau como Maritain, advirtiendo en é1, a quien tan despierta, de una sensibilidad tan aguda, es
considera "elpadre del mundo moderno", una des- totalmente alérgico a todo lo que tenga que ver
concertante inconsecuencia. Al tiempo que enar- con lo racional. Cualquier esfuerzo de conskucción
bola los más violentos mitos revolucionarids, de- lógica y coherente constituye para él un auténtico
nuncia con horror los peligros de la Revolución. suplicio. Fue esencialmente un "románüco", en una
"Consiente en ser, a lavez, elsíy el no." El mismo esiecie de desenfreno sagrado de la sensibilidad,
que tan ernocionantes palabras escribió sobre la de santa ostentación del yo y de adoración de la
obligación de educar a los niños, envió a los dos primitividad natural.
hijos que le dio Teresa Lavasseur a la Casa de ex- No hay tampoco en él ninguna intención rectifi-
pósitos, con tal ligereza que luego ni siquiera le fue cante de ia voluntad, continúa Maritain, lo que ex-
posible volverlos a descubrir enfue los demás asila- plica sus acciones canaltescas, sus crisis pasionales,
dos. Luego Teresa le dio otros tres hijos, a quienes lus rupfuras de amistades, elnarcisismo de sus sen-
envió asimisrno a[ hospicio, a pesar de los ruegos timientos, todas las miserias de su vida. Estamos
de la madre. en las antípodas de la vida virtuosa. Este perfecto
romántico se detiene V permanece en el plano de
Rousseau fue él mismo una llama viva de senti- lo estético, sin pasar a la ejecución de la obra, que
miento. Vivió en todas las fibras de su ser el prima-
es en donde radica el acto virfuoso. Y así, liberado
do de la sensibilidad. "Hay que ser uno mismo", de [a preocupación del buen obrar, "se contenta
gustaba repetir en sus años poskeros. "Quería decir
con sóñar su vida, con edificarla en el mundo de
que es preciso ser su sensibilidad como Dios es su
los juicios artísticos y de las imágenes; y como es
ser", cornenta Maritain. Segun su manera de enten-
un árüsta volupfuosamente sublime, y tiene el amor
der, toda tentativa de reducir a la unidad las discor- de la virtud, y se complace en la imagen del bien,
I
dancias que inevitablemente suscitan los sentimien- la que conskuye es una asombrosa vida de dulzura
tos, ya vengan de la raz6n, ya de la gracia, toda

fl
y dá bondades, de candor, de simplicidad, de santi-
I
3M L¡ Neve v us TE¡,lpEsrADE§
[¡ RevouclóN Fna¡ces¡ 345

dad sin clavos ni cruz. Hay un desdoblamiento:


lágrimas de un piadoso y slncero enfusiasrnq mien- "Só[o trato de saber lo que interesa a mi conducta.
fuas se abandona a las inclinaciones menos virfuo-
Por lo que toca a los dogmas, que no influyen ni
sas". Él mismo lo sintetiz6 de manera conhrndente: sobre las acciones ni sobre la moral y que tanto
"Desde entonces me torná virtuoso, o al menos atormentan a la gente, no me preocupan en lo más
ebrio de virtud." Su autorreforma no [ega al ámbi- mínimo [...]" La revelación que Dios graciosamen-
to de la moral sino que permanece en el plano ar- te nos hace de una verdad sobrenatural para él
tístico. El alma sigue instalada en [a corrupción. nada significa. "Me abevo a declararte -escribe en
Bien ha observado Maritain que "el espíritu de unu .uitu donde hace la apologla del sentimiento
Rousseau es una continuación delviejo espÍrifu de religioso y del cristianismo de la naturaleza- que
Lutero'1. Por eso el filósofo francés piensa que su todás hs fórmulas en materia de fe sólo me pare-
característica más saliente es lo que llama "el mi- cen otras tantas cadenas de iniquidad, de falsedad
metismo de la santidad". No digo comedia sabia- y de tiranía."
mente calculada, aclara, sino mimetismo espontá- También Daniel-Rops ha creído descubrir hue-
neo, ingenuo, que surge del corazón, y que no es llas protestantes en el pensamiento de Rousseau.
sino un amasijo de todos los desequilibrios introdu- Personalmente indeciso enke el calvinismo de su
cidos en el mundo a partir de la Reforma protes- Ginebra natal y un catolicismo superficial semb¡a-
tante. do en él por una conversión precipitada, escribe,
Por otro lado, su divorcio con la razón lo llevó Rousseau llegó en su edad madura a una concep-
a un total pragmatismo. Las "verdades prácticas" ción de la reiígión totalmente personal, inventada
son las únicas que le interesan. Nunca apeteció la por él según ius gustos, con evidentes rasgos de
verdad por sí misma, la verdad in-útil, [a verdad protestantismo, el derecho al libre examen, el recur-
io único a la conciencia, e igualmente huellas de
contemplada y saboreada, sino sólo en su relación
consigo mismo. "Creo que el mundo está goberna- un catolicismo quietista, en que el abandono a
do por una voluntad poderosa y sabia -escribe en Dios y la rectitud de sentirnientos parecen hacer
el Emilia-, así veo o más bien lo siento, y eso es inútiliodo esfuerzo moral. Lo más trágico fue, co-
lo que importa saber. áEste mundo, empero, es mo sigue diciendo el historiador francés, que su
eterno o creado? iHaV un principio único de las orgufló hizo que se creyera el profeta de una reli-
cosas? cHay dos o más principios? iY cuál es su gión nueva, la única pura y verdadera. Pero, en el
naturaleza? Nada sé, ni me importa. Renuncio a londo, su religión es esencialmente acristiana. Si
semejantes cuestiones, pues son ociosds, V si pue- el elemento central de todo el cristianismo es [a
den inquietar mi amor propio, son inútiles a mi redención, áqué queda de ella en una cosmovisión
conducta y superiores a mi razón." Luego agrega: en que el pecado original resulta inexistente y'ab-
surdb, puesto que la Naturaleza es perfectamente
346 [¡ Nnve Y t¡s TeMpEsTADES L¡ Revoructón Fn¡NcesR 347

buena en sí misma? "Rousseau ha puesto a[ hom- ca contra el nihilismo crítico de la vana taz6n el
bre en el centro del mundo, ha eliminado lo sobre- valorde la naturaleza y de sus inclinaciones primor-
nafuralpara sustituirlo con lo sensible y ha suprimi- diales, cuando hace ia apología de la virtud, del
do la gracia para poner en su lugar la emoción candor, del orden familiar y de la abnegación cívi-
del corazón." .u; .rándo afirma ta dignidad esencial de la con-
A juicio de Maritain, en modo alguno se puede ciencia y de la persona humana, son verdades cris-
afirmar que Rousseau haya sido católico. De la fe tianas las que Rousseau levanta ante sus contem-
y de la vida católica no penehó nunca más que el poráneor.'P"ro son verdades cristianas vaciadas
gusto exterior, las apariencias sensibles. Si bien per- áe sustancia, y de las que sólo queda la apariencia
maneció durante 25 años en la lglesia, nunca fue brillante; al primer choque caerán enpgdaaos, pues
católico de alma. A lo más puédáse decir que fue no reciben más su ser de la objetividad de la razón
y de la fe, sino que sólo subsisten como expansio-
un hombre religioso. Si pasó por Ia lglesia fue para
mejor robarle las palabras de vida. En todo caso íes de taiubjeüvidad del apetito. Sobre todo des-
aceptó el Evangelio, pero no a la lglesia. Y el Evan- naturalizó el Evangelio, arrancándolo al orden so-
gelio que aceptó fue un Evangelio parcial, tergiver- Úrenatural y traspóniendo ciertos asp-ectos funda-
sado. Por eso, si bien es cierto que a lo mejor sus- mentales dál crislianismo a[ plano de la simple na-
citó un retorno al sentimiento religioso de algunas furaleza. sin la condición sobrenatural de la gracia
almas "débiles" como la suya, que hayan podido el crisüanismo se corrompe [...1. Es innegable que
enconkar en él un apoyo conka el ateísmo, han el Evangelio converüdo en cosa puramente nafural
sido muchísimos aquellos a quienes ha desviado ,u uuelü" un fermento de revolución de gran viru-
de la verdadera fe. Conserví, es cierto, algunas lencia. Pues la gracia es un «orden flu€vo» agrega-
parcelas de verdad, pero lo hizo corrompiéndolas, do al orden naárral, y que lo perfecciona sin des-
para hacerlas potables. Tal fue su gran pecado. truirlo porque es «sobrenaturalrr. Rechácese este
orden áe h'gracia en cuanto es sobrenatural, guár-
En este sentido, prosigue Maritain, si Bousseau dese sóto sü fantasma e impóngasele a [o real y
es menos vily despreciable que Voltaire, en el fon- habremos trastornado et orden natural por un su-
do resultó más dañino porque lo que legó a los puesto orden nuevo que quiere suplantarlo'.Basta
demás no fue sólo una negación, sino una religión .orro*per y disminuir el cristianismo paP lanzar
corrompida en sus propias raíces. Dicho autor lo en el mundb «medias verdades» y «virtudes enlo-
ha visto claramente: "Cuando reacciona contra [a quecidas», colrlo dice Chesterton."
filosofía de las luces, cuando proclama, contra el
Et filósofo francés aduce algunos ejemplos de
ateísmo y e[ cinismo de los filósofos, la existencia
esta tergiversación del Evangelio. uno de ellos es
de Dios, del alma, de la Providencia; cuando invo-
el que ráatiza con su dogma de la bondad natural,
348 L¡ Nnw y r¡s TeupEsrADES [¡ Revourló¡l Fnn¡¡cesa 349

dogma que sustenta en el sentimiento y no en la nales, niveladas por igual ante un ídolo de justicia,
razón. En el comienzo, el hombre vivió en un parai que es el alma del igualitarismo democrático.'l Alga
so "puramente nafural" de dicha y de bondad, de parecido acontece con el mito de la Revolución,
inmortalidad, de amistad con Dios. La nafuraleza Ln el que también se ve una nueva "naturizaciór{'
sola desempeñaba eloficio que la docfuina cristiana del criitianismo. Querer adelantar en el tiempo el
atribuye a Ia gracia. Este estado era 'hatural" al juicio universat que hará reinar la justicia e.n la tie-
hombre, es deciq esencialmente exigido por su rra como en el cielo, e intentar que se realice con
naturaleza. No hubo pecado original, no hay en las fuerzas del hombre y no de la gracia, en las
cada uno de nosotos, como consecuencia de di- condiciones de la vida presente; cÍeer que estamos
cho pecado, un foco de concupiscencia y de incli- llamados a vivir una vida nueva' pero creerlo de
naciones desordenadas que nos empujan al mal; nuesha vida nafural y no de la vida de gracia; pro-
más aún, el estado de sufrimiento y de pena es clamar la tey del arnor al prójimo pero separándola
esencialmente "contra natura", introducido por la del amor dé Dios, en un nivelpuramente humani-
civilización, y nuesta naturaleza reclama que lo tarista; querer que la sociedad se restaure por el
desechemos. Thl es en su lógica e[ dogma de la poder y ias fuerzas del hombre y n9 con la ayuda
bondad natural. Pero dicho dogma tiene en el con- áe hs virtudes y de los remedios de que dispone
junto de la obra de Rousseau una derivación la lglesia; en una palabra, laicizar el Evangelio, con-
"práctica" muy clam; para alcanzar el bien es preci- señando las aspiraciones humanas del cristianismo
so guardarse de toda corrección y esfuezo. Como pero sin cristo, tul es lo esencial de la Revolución.
dice en elEmilio: "iNo echemos a perder al hom-
Maritain cierra su análisis señalando que Rous-
bre! iSiempre será bueno sin pena...!"
seau ha consumado la operación inaudita, comen-
Asimismo Rousseau ha desnaturalizado la idea zadapor Lutero, de inventar un cristianismo sepa-
cristiana de la igualdad. Existe, sí, cierta igualdad rado de la lglesia; "es a él a quien debemos ese
de todos los seres humanos, en cuanto que todos cadáver de iáeas cristianas cuya inmensa puhefac-
tenemos alma y todos somos creafuras de Dios, ción envenena hoy el universo". El cristianismo
imágenes del Señor, pero ello no obsta a que Dios sólo vive en la lglesia; fuera de ella muere' y, como
haya querido que viviésemos en sociedad, y que todo cadáver, entra en descomposición. "Siel mun-
en ella hubiese autoridades y jerarquías. "Si se do no vive del cristianismo que vive en la lglesia,
fuanspone al orden natural este igualitarismo, ten- muere del cristianismo corrompido fuera de la
dremos una reivindicación de independencia for- Iglesia."
mulada por todos en nombre del Dios inmanente
de la Nafuralezd, g habremos concebido ese subli- De hecho Rousseau no quedó bien con nadie'
me desprecio de las jerarquías nacionales y racio- Ni siquiera con los enciclopedistas. Si durante al-
350 [¡ Nnve v ms TeupEsrADES L¡ Rrvor-uctóN FnANcese 351

gún tiempo coincidió con Diderot, d'Alembert o dió establecerlas bases de la sociedad en conformi-
Voltaire en algunos puntos, permitiéndosele escribir dad con un sistema filosófico: el individualisrno.
algunos artículos en la Enciclopedia -fueron sólo Talfue, a juicio de Gaxotte, su política revoluciona-
inofensivos artículos sobre música, a la que era ria, cuyo objetivo inmediato sería ir destruyendo
muy aficionado-, como se guardó bien de atacar o ítnpíaiunáo todos los organismos que hasta
a la Iglesia y su jerarquía, apareció ante los demás entonces encuadraban y contenían a los individuos
ideólogos de la revolución culfural no sólo como g gu€, en adelante, serán considerados como in-
un defensor de Dios, lo que hubiera sido de alguna irínr".arente inmorales y opresores' La propie-
manera excusable, sino como un aliado en poten- dad, la familia, las corporaciones, la ciudad, la.pro-
cia de la Infame. Por eso Voltaire, Diderot, Helve- vináa, la patria, la tglesia, son otros tantos obstá-
tius y d'Holbach, que eran violentamente anticris- culos p"rá la libertaá plenaria. Se objetará que la
tianos y ateos, lo odiaron, Pam Voltaire, Rousseau muyoiíu de los ciudadanos las respetan, las aman'
no era sino un "sombrío energúmeno", un "gótico Poáo importa. No hay libertad contua la Libertad'
retardado", un salvaje, extavagante y más que lo- Pero lo más convocante -y corruptor- fue el
co (archifou). Su sentimentalismo religioso no po- carácter religioso que Rousseau supo imprimir a
día sino chocar contra el intelecfualismo árido y el su concepción políüca. convertida en una religión,
convencionalismo formalista de la llusfuación. Pero, la religión ¿" la democracia, la República tendría
como bien observa Gaxotte, no por ello estaba me- ,u ottódoxia, sus etegidos y sus réprobos' Así lee-
nos de acuerdo en lo fundamental con los enciclo- mos en Gaxotte: "Mayorías, elecciones, votos, con-
pedistas, y, en definitlva, "fue su genio el que pres- sultas populares; todo e§o es la fachada, es el
juego
tó brillo a la mística revolucionaria y el que le dio alque se dejan llevar los inocentes, asombrándose
su fuerza de difusión'. de que sus reglas no se apliquen nunca más que
,onüu eilos. nut as de esas agitaciones se halla el
grupito de los fieles y de los iluminados en posesión
4. Su influjo en la Reuolución á* íu verdad, y que se han juramentado para esta-
blecer su impárió. Ettos constituyen la uoluntad ge-
neral, En cuánto a sus adversarios, cualquiera que
El ideario de Rousseau ejerció así enorme in- sea su número, su respeto al sufragio universal, su
fluencia en el estallido y en eldespliegue de la Re- devoción a [a forma republicana' no serán nunca
volución francesa, aunque quizás él ni siquiera lo más que reaccionarios, aristócratas, herejes y, llega-
haya soñado. El elemento principal que le legó fue do eltuso, usurpadores. Contra ellos están permiti-
su concepción de la política. Porque no se limitó dos todos'los mLdios: desde el fraude electoral has-
a las lamentaciones y a las críticas, sino que preten- ta la guillotina. A esto vienen a conducir los idilios
352 L¡ Nave y us TzupESTADEs
Le RevowctÓN Fn¿¡cEsR
353

y las sensiblerías lacrimosas del hombre que ha


nacido bueno." pero faltaba una chispa pala que los materiales se
Los
inflamasen. Esa chispa no fue sino Rousseau'
Se ha dicho que "[a Revolución francesa es el por
Contrato Social en acción". La idea de la voluntad ialones, los cafés y ios clubes contribuyer-on'
cierto, a preparut íu Revolución, pero la idea sub-
general, englobando lo que puede pensar cada
individuo en busca de una unanimidad oficiosa, ;";ád"" dio forma y sistematizó todo viene de
Rousseau.
es lo que movió a los jacobinos y los activistas a
hacer llegar con ese espíritu las "peticiones delpue- Decíamos que' a pesar de e-llo, no 1o quisieron
los ideólogos ánciclobedistas' Thmpotg.lo
quisie-
bto" hasta el palacio de Luis XVI en los días revolu- Ni siquiera
ron, como resulta obvio, tos católicos¡
los protestantes, aunque en1754, e¡la1do u?fi-
cionarios. No otra cosa habían leído en Rousseau.
El Confroto social puso, asimismo, una bomba de éQué
,,ábiu, había vuelto a iñEesar en el calvinismo'
tiempo bajo el kono del mismo rey al aseverar: "No
teniendo elsoberano ota fuerzaque elpoder legis- tenían que ver .ttot t' religión del corazón?
"ón
suerte áel tibio, del equilibrista. Todos [o
lativo, no obra sino por leyes, y no siendo las leyes Sufrió lá
sino actos auténticos de la voluntad general, elso- despreciaron.
berano no podrá obrar sino cuando el pueblo está Antelahostilidadcasigeneral,sevioobligado
en asamblea." Un día no lejano en dichas asam- enL762a abandonar Francia. Quiso instalarse en
bleas se preguntará si placía al pueblo dejar en su Suiza, pero no pudo hacerlo, porque en Ginebra
y
cargo a los qué estaban entonces en elpoder, es de- fu. á"tóridades árdenaron requisar sus libros aun
cir, a los reyes; El reclamo en favor de la igualdad, ptlnánt al autor si ingresaba 9n el cantón'donde
'piná¿iu instalarse. Áhotu se,había convertido en
merced a la cual todos los hombres tienen los mis-
mos derechos así como la idea de que el único so- poco menos qun un prófugo, que vagaba por di-
berano es el pueblo, pasó a ser el evangelio de la ;;r*, ciudadás sin eñcontrar reposo, hasta que el
época. La Revolución harÍa de Rousseau uno de filósofo Hume [e ofreció hospitalidad en lnglaterra'
los dioses de su panteón, si bien poco confirmaría Áriipá.0 algo más de un año, pero sospechando
su tesis sobre Ia bondad natural del hombre! qrlli *ismi Hume lo traicionaba, retottq 3 Fran-
acabó
.1á, nrtuUleciéndose finalmente en París. Allí
Para Charles Maurras, Rousseau ha sido la cau- el áanuscrito de las Confessions, de dondg hemos
sa "formal" de la Revolución, su alma y su genio, extraído diversos datos de su biografía. Enfermo
soliviantando a los humildes, dejando esfupeÍactos yeldo a hospe-
y anestesiados a los poderosos, dando bríos al v .-niá¿o de París deió la capital,
áurru en la casa del márqués de Girardin, en Erme-
ataque revolucionario y debilitando la defensa de nánville, donde en la noche del7 al 3 de
julio de
los valores tradicionales. Todo estaba preparado, t77g faileció.repentinamente. Fue inhumado en
la isla de los Áamos.
3s5
354 L¡ Nnve v i¡s TeupesrADES [¡ RevouuclÓN Fnnncese

Dos meses antes había muerto Voltaire, su ému- IV. Diderot (1713'1784)
lo en gloria e influjo. Rousseau no murió rodeado
de una multitud de aduladores, sino pobre y soli-
una
tario, acosado por su rnanía de persecuciones, tan Denis Diderot nació en 17t3, vástago de
que
insatisfecho de sí que, según se dijo, habría tomado distinguida y rica familia burguesa de Langres'
veneno con el café. h;;f;';á áe 200años se deáicaba a la fabricación
quiso_ que
Je cuchillos. Su padre, hombre honrado,
Gran eco suscitó la muerte de Rousseau, "el
Denis fuera sacerdote. Putu predisponerlo endicha
hombre que tal vez más ha errado en el mundo", jesuitas' donde
dirección lo envió al colegio de los
al decir de Joseph de Maistre, quien pasó a ser el
hizo las humanidades. Al terminar su époct 49 "t-
santo del sigló, una especie de santón laico. Su
tudiante ,."r.rndutio, se negó a seguir no sólo la
tumba se convirtió en lugar de peregrinación. Allí
vocación sacerdotal sino ninguna carrera universi-
se dieron cita la reina y todos los príncipes y prince-
tuiia, y trató de sobrevivir dictando clases de mate-
sas de la corte. Acudieron, asimismo, a la isla de
los Álamos "las almas sensibles", "los buenos re-
*áUtá. y haciendo traducciones. "Conocía -dice
publicanos", a dermmar lágrimas sobre [a tumba uno de íus bifurafos- sesenta y kq mo$o; diver-
del "hombre de [a naturalezay de la virfud"; inclu-
io, a, sacar dinero." En París recibió el títuljr de
maestro en arte. El ambiente de la capital de Fran-
so veneraron sus reliquias, su tabaquera, sus zue- casa
cia lo inclinó a la vida bohemia. En Ia misma
cos, su bonete. "El bonete es signo de la libertad",
que é1, vivía una viuda con su hija, ung,ioven su-
exclamaría en l79l Cherin en Montmorency, rnos-
kando a [a multitud elbonete de Rousseau, "y éste ái."nt bella. como era de esperar, Diderot se
que ustedes ven ha cubierto la cabezadelmás ilus- nna*otO de ella, pero cuando le pidió a la madre
la rnano de su hria, ella le dijo: "áTe quieres casar
ke de sus defensores". La Revolución haría de él
uno de sus dioses, llevando sus cenizas a[ Panteón, sin empleo ni hacienda? No tienes más qu'e una
junto a los restos de su enemigo Voltaire. b;g;;;rada, con [a que has dado vuelta la cabe-
,uá" *i hija." Mientrai tanto, la jove-n quedó em-
para
baraeada. Éntonces Diderot se fue a Langres
ti t" padre le permitía casarse' Este se negó'
"ái
katándolá a* loco. Sin embargo Diderot acabó
por
t a.urlo. su padre te pidió explicaciones. Por toda
respuesta, metió a su mujer y a su hiia en un coche
;É; il"io u Langres, diciéndole a su padre: "Ha-
cuan-
ia allí con ellas lo que guiqn y devuélvamelg! Diderot,
áo esté cansado de ellas." Mientras tanto
[¡ RevoructÓN Fnnncesn
357
356 L¿ Neve v r¡s Tn¡qpEsrADEs

Tál
que era rápido, aprovechó la ausencia de su ama- se dejaba refutar por el abogado del ateísmo'
en,los cafés, a
da para trabar relación amorosa con otra joven, iuu ,no de los *étodor ernpleados
qu"i^t"s hemos aludido. Lá poficía fue informada
madame de Puysieux. En materia religiosa, hacía
tiempo que había perdido la fe. Las lecturas de áá Cuando un oficial le reproch.ó-a Di-
Mqntaigne, Voltaire, Locke y oüos lo convencieron
".i.-irágo.
derot sostener el ateísmo, éste le respondió. con
de que estaba en elbuen carnino, [o que confirmó ;rr"g"*ia: "Es verdad, yo slV ateo, y me gloríola
su intención de vivir según sus instintos, sin trabas de e-llo." Ya no era cuestión de que interviniese
morales. páfi.iu ni [a autoridad. Era tarde. Los sofismas ha-
'biun
entado en la sociedad y allí se habían instala-
Su bohemia se volvió incorregible. No podía que
do. De ahí provino en gran parte [a inclinación
vivir sin pasar largas horas en algún café, arreglan- pronto cambiada en
mostró ta ilventud parisina,
do el mundo en compañía de otros bohemios. religiosos. Sin em-
Cuenta Barruel que coñ frecuencia se juntaba con
*oaá, de disputar sbbre temas
bargo'Diderot debió pronto renunciar a su aposto--
d'Alembert, hoy en un café, mañana en oto, siem-
pre rodeados de curiosos. Allí, sin ser conocido, hdó ateísta en los cufér, por temor a la Bastilla, A
Voltaire no le agradó dicha decisión, pero no
por
introducía alguna conversación sobre temas reli-
giosos. Diderot atacaba, d'Alembert defendía. La ;b e;jó de ahüado, ltamándolo "el iluste filósofo,

objeción era siempre punzante, los gestos de Dide-


;lb;;. Diderot", úno de los más útilesen"caballe'
carta al
ros,' de la conjuración. Así se [o dice
rot y el tono triunfal en que la profería, la hacían
invencible; la respuesta era débil, pero hecha bajo mismo Diderot.
padrq
la apariencia de un cristiano que querÍa sostener En cierta ocasión, Rousseau le presentó a[
el honor y la verdad de su religión. Diderot insistía, Éti*náJ" Condillac, extraño sacerdote, amigo de
de.ellos' y
retomaba y urgía el argumento. D'Alembert acaba- l";;iibt;fos", empirista como muchos
ba por convenir que la dificultad le parecía sin ré- ;iif¿r"i"á. ia'história", de acuerdo a las ideas del
plica. Luego se retiraba como avergonzado, reco- piosiátitmo de la época, según 1o dejó en clato
nociendo con su actifud que toda su teología y su Ln J, discurso de recápción en la Academia france-
amor por la religión no le proveían respuesta rnás ;;,-q"i." tá t izo conocer a 9n impresor que le
inglesa
satisfactoria. Pronto nuestos dos amigos se volvían ;;p.;t traducir al francés lanoEnciclopedia
prosperó, según lo
a encontrar y se congratulaban por la impresión de Chambers. La iniciativa
que su disputa simulada había provocado sobre señalamos más arriba, ya que se prefería hacerla
una multitud de oyentes ignorantes y víctimas de toda en Francia. Sería É futura Enciclopedia'
ese altercado. Se daban luego nueva cita; la disputa
La carrera literaria de Di'derot comenzó bastante
volvía a comenzar; el abogado hipócrita de la reli-
tarde. El primer trabajo fue su Essoi.sur le mérite
gión mostraba siempre el mismo celo, y siempre
358 [¿ NavE y ¡¿s TeupESTADEs 359
L¡ Revor¡c¡óN Fnat¡cesn

et la uertu, donde traduce muy libremente un libro


sino víctimas lentamente consumidas por los pesa-
de Shatesbury; allí se declara deísta, si bien con
res; nosotros protestamos delante de Dios que si
ciertas dudas. Luego escribió La proménade d'un
hay en la tierra una felicidad verdadera somos no-
sceptique, donde se burla tanto de la lglesia como
toúot quienes gozamos de ella a la sombra del san-
de las escuelas de los filósofos. Elplacer es lo único
tuario, y que sifueue preciso optar enke el siglo y
digno de ser saboreadq el egoísmo es e[ móvil de
el claustro, no hay ninguno de nosotros que no
todo. Aún parece teísta, pero a su modo: 'AmplÍen
ratificase, con más alegría aún, su primera elec'
la idea de Dios (elargíssez Dieu)-escribe-; no se
ción." Thl sería la respuesta al plan de las luces para
lo muestren al niño en e[ templo, sino en todas
abatir la vida monástica.
partes y siempre." Así se o(presa en su libro Pen-
sées philosophiques, que escribió en tes días. Ya En obras posteriores, Diderot atacaría mucho
en el primer "pensamiento" defiende las pasiones. más frontdmLnte la doctrina cristiana. No valen
iPor qué serían malas? Si el hombre siente placer las religiones concretas, cualquiera fuese' La única
al satisfacerlas es que no son intrínsecamente ma- digna á" es la que se halla ínsita en el
las. Estamos en pleno hedonismo. En el "pensa- foádo del "n.omio
corazón, Ia que ofrece al Ser Supremo
miento" séptimo dice, refiriéndose a la üda mona- el más puro y digno homenaje''que no está limi-
cal: i'iQu é vozl iQué gritos! iQué gemidos! áQuién tada a determinados lugares o tiempos, sino que
ha encerrado en estos calabozos a todos estos lasti- pertenece a todos los tiempos y lugares, la religión
mosos cadáveres? éQué crímenes han cometido que enseñó Sócrates, y que durará eternamente,
todos estos desgraciados? Unos se golpean el pe- mientras todas las demás están condenadas a
cho con piedras, otros se desgarran el cuerpo óon perecer en la corriente de los siglos. Fe exfuaña la
cilicios; todos tienen el pesar, el dolor y Ia muerte suya, que no vacila en declarar que no cree en
en los ojos. iQuién Ios conderia a esos tormentos? nádu que no se pueda demoshar, Duda de la in-
t...] El Dios al que han ofendido [...]. áCuál es ese mortalidad del aitna, pero temiendo la idea de [a
Dios? Un Dios lleno de bondad t...1. iUn Diós lleno aniquilación le pide al Ser Supremo que no le deje
de bondad encontrarfa placer en bañarse en las de sus manos. Años después ya combate sin tapu-
lágrimas? éNo sería el espanto un insulto a su cle- jos la f.e en Dios y en la inmortalidad.
mencia? Si los criminales fuviesen que calmar los Cierto día llegó a Francia la noticia de que un
furores de un tirano, iquémás harían?" La réplica
tatNicolás Saunderson, ciego de nacimiento, había
la darían en J.790 los cuatro severos Carmelos de
sido nombrado profesor de matemáticas y física
esticta observancia de la diócesis de París, en carta en la universidad de Cambridge. El caso le sirvió
a la fuamblea constifuyente: "Hoy se gusta publi-
a Diderot para impugnar la existencia de Dios. Su
car en el mundo que los monasterios no encierran
Lettre sur les aueugles fue juzgada blasfema' por
360 [¡ Neve v ms Te¡¡pES'TADES
L¡ Revou-lclÓn FneNcesn
361

lo que lo encarcelaron en la torre de Mncennes. inagotable", contánclose "entre los hombres


más
Allí recibió la visita de Rousseau, según lo indica- elcli-
extraordinarios que hubiesen existido", Pero
to que
mos más arriba. Fue quizás la experiencia de la Á. á" san peteisburgo no 1e sentaba, por
cárcely eltemor a reincidir en dicho casügo [o que ilü;ittá au nusiá, si bien con todos tos hono-
hizo que en adelante la mayoría de sus libros, obras t"t. SL consoló juzgando que los rusos node eran
su
de teako, novelas, críticas de arte, sólo fuesen pu- suficientemente *uáutot para la sublimidad
blicadas después de su muerte. En 1753 apareció cuando tenía
filosofía. En su uiuju de vuálta a París'
sulnterpretotion de la nature, de ateísrno manifies- que aüav"ru. poi alguna.ciudad o pueblo.un sir-
to: la materia es eterna, sin principio ni fin; ningún Jü"tá áminaba áeh_-nte de élmien[as decía
a sus

uJÁiiuáátus: "Él qu" pu* es elsrqn D]$3rot"'


Dios la ha creado antes que e[ mundo adstiera; De-
Dios y la Naturalezason una misma cosa; Iibertad últimos años
nis permanecería án Éarís durante los
y albedrío son palabras vacías; todo sucede según áá i" vida, ocupando un suntuoso departamento
las leyes de la interna necesidad. que le regaló Catalina'
Lo
Al parecer no le permitieron ser miembro de la Como escritor no fue nada del otro mundo'
Academia, aun cuando se interpusieron ruegos en quu m"jor le salieron son las narraciones breves'
su favor. Si el rey de Francia desconfiaba de é1, pintura de por'
áándu moskó cierto talento en Ia
Catalina II de Rusia lo veneraba. Cuando oyó que geniq es en
ÁLnor"r. Pero donde más revelará su
Diderot, necesitado de dinero, quería vender hasta en
ni ánot*e esfuerzo de la EncÍclopédi9' fug
su biblioteca,'ella se ofreció a comprarla, con [a dlAguesseau.lo designó
17 46 cuando
condición de que la conservase para sí, y de que "i.án.iUer
editor responsable'de esa empresa ciclópea.' .nom-
aceptase un sueldo anual como bibliotecario. Dos brándo ai misrno tiempo los censores teológicos
áue .uidarían U su;'iodoxia'
años después, le pagó de una vez el suetdo corres- No sólo dirigió la
pondiente a los próximos cincuenta años. 'Ahora empresa sino que él mismo redactó
5565 artículos'
estoy obligado en conciencia a vivir todavía cin- ypotítica'
,oüie todo de iámas de gramática'-arte
cuenta años", decía. En 1753 acudió a una invita- de la
En 1.750 upur*inrán loJprimeros fascículos
ción de la "Semíramis delNorte" a San Petersbur- el ptimer
obra. Al año siguiente estaba terminado
go, donde fue recibido con grandes muestras de de los "filósofos". un
volumen, .on-üián alegría
estima. Al[í redactó para la zarina e[ plan de una por lo que
obispo avizor ienunció e[ contenido'
universidad. Catalina escribiría sobre él a Voltaire: ;ió d;cidió á"á nn adetante nodesaldría ningún
"Le veo muy a menudo; nuestras conversaciones nuevo artículolin u uprobación la autoridad
no acaban nunca, y todos los hombres debieran eclesiástica. En medio de vaivenes, interferencias
tener un corazón como elsuyo." En la rnisma carta y nuevas suspensiones, a que ya nos hemos:eferi-
le decía que era un hombre "de una imaginación pesar de tan-
áo, h obra siguió adelante' Diderot' a
362 L¡ Nnve v us TeupESTADEs
La Revoruc¡ó¡¡ Fnen¡cese 363

tas dificultades, decidió llevarla a fin, a veces en En el campo político, siempre esfuvo dispuesto
la clandestinidad, con el apoyo de los suscriptotes, a acercarse a los déspotas, como lo revela su ffato
pertenecientes a veces a familias distinguidas de con Catalina de Rusia, pero los quería ilustrados,
Francia, y de algunos obispos. La consiancia sin lo más lejos posible de cualquier influjo de la lgle-
desfallecimientos de Diderot permitió que llegase sia. En palabras de Calderón Bouchet, "como Vol'
a término la imponente obra. taire, soñaba con una capellanía laica en elpalacio
áCuál fue la filosofía de Diderot? Hemos de de- de un rey absolutd'.
cir que en modo alguno fue un filósofo en eLsenti- Sin embargo este hombre, reg de los ateos, QUs
do clásico del término, sino en el sentido que se le desde hacía tanto tiempo llevaba adelante con
daba a dicha palabra en aquel tiempo: un pensa- tanto coraje la lucha contra Dios y su Cristo, estuvo
dor que podía tratar de los temas más diversos a cerca del arrepentimiento. Hacia gl fin de su vida
partir de cierta cosmovisión. En cuanto a la ética, se encontraba muy enfermo, con llagas en las pier-
Diderot juzgaba que la moral crisüana estaba com- nas. Eljgven que cuidaba los libros de aquella bi-
pletamente desnaturalizada al ofrecer al hombre blioteca que le había dejado la zarina de Rusia, le
un final extraterreno con la condición de que sugirió llamar a un sacerdote. Diderot aceptó. Va-
dominase sus movimientos instintivos. Si la vida rias veces el padre lo visitó, instándoto a preparar
se enclausta en los límites del üempo de cada per- una retractación pública dg sus érrgrgs. Por desgra-
sona, como élparecía sosteneq lo que corresponde cia, los adeptos vigilabaq de cerca a su antiguo je-
es ser felices aquí y ahora. El ideal ético no será fe. La entuada de un sacerdote gn la gasa de Dide-
sino el carpe diem. En orden a justificar dicha acti- rot no dejaba de ser preoggpante; tpda la secta
fud, se convirtió en un fervoroso combatiente en quedaría deshonrada si un dirigente de tanta im-
favor de la causa inmanentista, como Io mostró portancia les escapaba. Entonces corrieron a su
en elempuje con que llevó adelante, contra viento mansión, [e dijeron que se equivoEaba respecto de
y- marea, la gran empresa de su vida, la Enciclope- su salud, eu€ no estaba tan enfermg como se le
día,yaque la consideraba para su intento un arrna había dicho, y que sólo necesitaba tomar aire de
intelectual de primera calidad. campo para recuperarla. Diderot resistió durante
Religiosamente hablando, dio un paso más que un tiempo, pero al fin se dejó persuadir y se retiró
__
Voltaire porque, a diferencia de éste, no creía en al campo. La noticia de su partida se mantuvo en
Dios n[ en la religación del hombre .on É1, pero, totalsecreto. Los que lo acompañaron, no lo deja-
al igualque aquéI, creía que ambas cosas urán n"- ron hasta verlo morir. Llevaron luego su cadáver
cesarias para asegurar la moral pública y el buen a París, diciendo que el famoso ateo había muerto
comportamiento de "la canalla". "La incredulidad serenamente y sin remordimiento alguno. La gente
-decía- es el principio de la filosofía." lo creyó.
364 L¡ NEVE Y f AS TEMPESTADES
365
L¡ RevoluctÓx Fn¡Ncesa

V. Otros personaj€s
Venecia, Roma, y finalmente Inglaterra' donde-fue
;;ibü" en la fián.musonería. Pronto apareció'su
segunda gran obra Considéraüions sur les
couse§
Digamos algo ahora de otros ideólogos, que si
bien tuvieron menos inftujo en aquella época, no i""li groid"u, des Romains et de leur déca:dence,
fueron en modo alguno desdeñables. liil f,ue fue *;t bien recibido en el círculo de
ior;'rii'árofos". Lrugo publicó De l'esprit des lois'
por los
obru atacada tanto"por los jesuitas como
t. Monte.squfeu (1689 -17 55) j#;üi;;,
-ce
árprrt"'án quu iue incluida en el índi-
de los libros Prohibidos'
su ad-
En Ia última de las obras citadas muesta
Et barón Charles-Louis de Montesquieu era hijo
*iÁti*-po, tui leyes extranjeras, especialmente
de padres nobles, si bien pasó su infancia y adotes- de los tres
cencia lejos del hogar familiar. Tras recibirse de
ffiü;";;áuá aátntñlinun la separación y et judicial. Di-
abogado y contraer mahimonio ingresó en el Par-
üá;;;;1 áTiusirlutivo, et ejecutivo
para los franceses, acos-
inu airtínción era nueva
lamento de Bordeaux y eh [a Academia de la mis- tumbrados desde hacía siglos a ver en su
monarca
ma ciudad. Comenzó iu carrera literaria publican- ;i ;;ñ de la autoridad política' Luis IX' el sran
do las Lettres persanes, una novela que se desa- inu Áuaieval, rodeado de sus súbditos' como un
rro[a en base a cartas que van y vienen. Dos ricos diferendos y se
persas se dirigen al occidente en busca de sabidu-
ñ.1;; d" ,*'h¡ot, escuchaba con toda la autori-
sus

ría, y desde allí escriben a sus amigos orlentales


ñ;;*iuuá rulso sobre.ello¡
iad del primer ñragisha{o {" su reino' Montes- la res-
contándoles sus impresiones sobre las costumbres, qrür,iiñ dujut áe áefender la monarquía'
las leyes y la religión de los franceses. La crftica Éi"áá'uf decii quu "no hay libertad, si el poder de
de Ia sociedad es radical, anunciando elfin del cris- juzgar no es separadodelpoder legislativo y ejecu-
arbi-
tianismo para antes de 500 años. Búrlanse, asimis- tivd'. Si van j.into;, afirmá, el poder se torna
mo, de las descripciones del cielo, de los milagros, *Todo ;;i;;i" perdido ii et mismo hombre
del celibato de los clérigos, de los votos monásticos; 'L-j';i"t;¿;;
trario.
poderes, elde hacer las leves'
lát tnt
el papa -escriben- es "un mago que hace creer al de ejecutar las resoluciones públicas'
y e[ de juz-
que kes no son más que uno". La obra alcanzó gu, lo, .ri*"^ni v lot diferendos de los particula-
gran éxito alpunto que su autor decidió trasladarse
;;.,;-Dicha i¿Lu áontribuyó a acotar la autoridad
que
a París. Allí tuvo acceso a varios de los "salones", Juiruv, haciéndolo depen{er {e [a r4ultitud'
y fue recibido como miembro de la Academia Fran- las leyes por medio de sus representan-
cesa. Luego viajó por Europa recorriendo Mena,
;;;úig; la convo-
i", f"f ór"pOritó ,uiíu el que hizo posibte
que pronto' bajo
cátoria au iót f.tados Generales,
366 L¡ Neve v us TeupesrADEs [¡ Revotuc¡ór-l Fnnxcesn 367

el nombre de Asamblea nacional, harían de Luis banquete. Poseía los mejores vinos y un- cocinero
XVI un.rey qe pacotilla, hasta el momento en que i"Urá.uUente. Se le llamaba "el nuüicio de los filó-
el pueblo soberano se animase a llevar su cabeza sofos", e[ maestresala de la "filosofía". Incluso se
en la picota. Hasta entonces, el pueblo sencillo propuio fundar en Parls una especie de monasterio
francés se sentía cómodo con el rey, lo amaba y ¿filórofos" y de escritores ateos. A las reuniones,
du
lo admiraba. Fue Montesquieu quieÁ'lo soliviantó, qrr. pt"t"ría fúesen en el campo, acudían Diderot
convenciéndolo de que vivía bajo un régimen des_ y Routtuau; juntándose al[í, las reuniones tenían
pótico y que debían imitar las leyes exfuanjeras. cierto carácter bucólico.
Montesquieu murió cristianamente, si bien en Escribió varios centenares de artículos en la
su üda privada se comportó con frecuencia como Enciclopedia. En 1760 rompió con Rousseau se
y
un libertino y sus escritos fueron poco cristianos, lanzó aia publicación de libros clandestinos conka
considerando el cristianismo sólo cual un fenóme_ uf.iútiunismo, algunos con su firma y okos-anóni-
no político, y Ia leg como un absoluto. por su deís- ;;;, ;;ttt ellos I-e Chrístianísme deuoilév Le Sys-
mo y por su combate contra los "prejuicios',, Mon- témedelaNoüure,Enellos,principalmenteenel
tesquieu fue considerado como un hombre de las ,ifti*q que alcanzó amplia repercusión,.se profesa
Luces. simptemlnte materialista. A su juicio, todo es mate-
;ü- L; que los hombres llaman Dios no es sino la
misma materia, y su incesante movimiento ac-
y
2. D'Holbach (1723 -j7 89) ción, el eterno circulo del producirse y mutar' en
q.t. iut partículas se juntan y s.e vuelven a separar;
perrna-
[ás formas cambian, 1a suma de la materia
Recordemos tarnbién al barón paul M. d'Hol- ná." invariable. La ieligión es pura ilusión. Si dicha
bach. Nacido en Weitdesheim (palatinado), fue ilusión persiste es porqu e "elhombre vulgar' ocu-
llevado por su tio a París, donde éste obturo puru
;;á; ; trabajur pátu iubsistrr, delega en sus guías
su sobrino eltífulo de barón y una fortuna Ll cuidado dá pánrur por é1". En política.afirma
"oniidn-a
rable. Dicho legado conhibuiría sustancialmente que compete i qr.rn gobierna ser "el Soberano
la propagación de las Luces, ya que posibilitó la pontífice de su pueblJ", al cual debe someter "a
publicación de libros clandestinos, á hiio de él una
la razón".
especie de mecenas de la "filosofía,,.
Su casa de París y su castillo de Grandval se
convirtieron en sitio de reunión de los librepensa-
dores. Dos veces por semana invitaba u un gran
368 [-a Nnve v t¿s Teupesraoes L¡ Rrvor-uctÓt'¡ Fnaucese 369

3. Condorcet (77 43 -1794) 4. Coglios tro (7743-1795)

Jean Antoine Nicolas de Caritat, marqu és de conde


Giuseppe Balsamo, llamaclo Alexandre'
Condorcet, es el más conspicuo representante de
la segunda generación.de las Luces. Sus padres
de Cagliosfuo, nació enSicilia, dq gafre i,1aio'
ltÍ*
en todas
do aúñ joven recorrió Europa, viéndosele
fueron nobles. Su madre era una mujer piadosa y pero sus preferencias recayeron en
las capitales,
siendo niño 1o consagró a la Santísima Virgen. Des- ñ;;i" y tobtu todo en París' Hombre extraño'
de joven se mostrí precoz en matemáticas, por Io por cier[o, mezcla de curandero y qu alquimista'
y
que se vio admiüdo en la Academia de las ciencias. ástando en Alsacia, se convirtió en el confidente
Luego enfuó en la contoversia filosófica y comenzó ;l;ili*irtu a"i.áiaenal Louis de Rohan' prelado
inaudi-
a atiacar la "moral abyecta" del cristianlsmo. Cono- mundano, QU€ vivia en medio de un fausto
ció'entonces a d'Alembefty a Voltaire, Una idea l. permanecería fiel
io, ii uiun'durante Rerolución
polarizarÍa sus intereses, la idea de la perfectibilidad a la lglesia.
de la especie humana: "Persuadido desde hace de ha-
En cierta ocasión, Cagliosto fue acusado
mucho -escribirá- que la especie hurnana es inde-
finidamente perfectible [...] yo mimba la preocupa-
U", nnguná¿o ; ú as]unto famoso' relacionado
con la-Coronu, en taz6n de lo cual 1o encerraron
ción por acelerar ese progreso como üna de las
ocupaciones más dulces." Cuando estalle la Revo-
ál iu Basülla ptt áiu, meses' Luego fuq lnulsado papa en
áet ,uino. UuiiO en Roma, prisionero del
lución, será elegido en la Asamblea legislativa y vida
áicuriitto du si"t;Ñgelo"Éoco se sabe de su
luego en la Convención. fabricar oro'
tuuf, *at a[á de sus pretensiones de
A juicio de Barruel, Condorcet em aún peor que fr.rnau¿or de li *uroñ"tía egipcia' se decía masón
religiosa
Voltaire. Odiaba a Jesucristo. Al solo nombre de cristiano, pero de hecho su co''tcepción
Dios se eshemecía. En sus estudios, en sus escritos, ári *a, ju¿i,u que cristiana. Creía en la caída origi-
falta
en sus conversaciones, todo se orienta hacia el nal, pero uquuit. caída no provenía de una
ateísmo. Durante mucho tiempo esperó la caída páitá""r, sino que era' a la manera de Rousseau'
qu-e había envile-
de los altares, como un espectáculo que lo llenaría una consuru"nÉiode la sociedad
de gozo. Pero acabó siendo perseguido por Robes- ;iá;-;i ;i;*b; y tambi én de ta po^dría
"superstición".
retornar
pierre. En 1794 se lo encontró muerto en prisión, Gracias a la masónería, el hombre
Sin duda se había suicidado. un día u la prñgenia edad de oro' Como escribe
,,Cagliostro es un iluminado; re-
iáun de Vigueriei
prár""t" lJforma charlatanesca del lluminismo."
Cepiru¡-o Quluro

áFue la resPuesta
adecuada al reto?
con-
Barruel nos ayuda a esbozar una visión de
junto del Ean próyecto pre-revolucionario' Tiatóse'
ránufu, dá una trióle conspiración' Ante
todo' con-
lá áiói"s del Evángetio, iontra todo cristianismo,
,on et propósito de ñacer añicos los altares de Jesu-
.i"t I;i"
; ,"uátio., de los sofistas de la incredu-
li;;iláu la impiedad. En segundo lugar los cons-
il;;;r rá ául.aron a derribar los tronos de los
;ó;;. Finalmente los sofistas de la anarquía'y de la
9ue
ná.inron de los sofistas de la impiedad rybe-
iiá" páririca, ya no conspiraron tan sólo contra el
la
cristünis*o, rino contra toda religión, incluida
sino
;iüió. no solamente conha los reyes'
gobiutno, contra toda sociedad civil'
"atural;
.oñt u todo -especie propiedad; dicho movi-
.ontru toda de
374 [¡ Neve v ras TeUpESTADES L¡ Revo¡-rrclón FnRucesa 37s

miento fue protagonizado por los lluminados, que rácter [ansitivo en la aritrrética elemental. La igual-
se unieron a los sofistas conjurados contra Cristo, dad es un ideal aritmético y aplicado a la sociedad
y a los sofistas conjurados contra los reyes. Tal coa- humana con todos los recursos de una técnica re-
Iición de los adeptos de la impiedad, de los adeptos ducüva llevada a su más alto punto, üene la ventaja
de la rebelión política y de los adeptos de la onar- de inspirar una serie sucesiva de amputaciones que
quía, formó lo que Barruel llama "e[ club de los auspiáian la formación de un orfelinato nacional
Jacobinos". Se trató, pues, a juicio del pensador donde todos, huérfanos por decreto, deberán em-
francés, de una hiple conspiración: confua el altar, peñarse en evitar cualquier rnovirniento que los
contra el trono y contra la sociedad. distinga o beneficie con algún influjo saludable fue-
De la trilogía revolucionaria: libertad, igualdad ra del común."
y fraternidad, los rebeldes predileccionaron la La Revolución se hizo, pues' levantando la ban-
libertad, que los franqueaba de toda autoridad, di- dera de la libertad y de la igualdad, frente a cual-
vina y humana. Sólo así se instauraría la anhelada quier requisitoria divina o monárquica. Pgl supues-
igualdad. En su libro sobre la Revolución francesa, tó que, como señala Barruel, cuando hablaban de
Calderón Bouchet nos ha dejado una ocurrente libertad y de igualdad, no lo haclan al comienzo
descripción de lo que consideraban como igual- refiriéndose a la religión. Asimismo era obvio que
dad. "Es indudable que si se elimina del hombre cuando Voltaire, d'Alembert y tantos ofoos, se veían
todo aquello que debe a las circunstancias acciden- con Federico de Prusia o Catalina de Rusia, no
tales que rodean su nacimiento y apoyan su creci- les hablaban de la destrucción de sus tronos. Su
miento: la buena o mala salud de los padres, su inquina contra el trono, si es que la tenían, ya que
previsión o su imprevisión, su limpieza o su sucie- algunos de ellos pudieron demoskar slmpatíal Por
dad, su.inteligencia o su imbecilidad, su honestidad la monarquía como sistgma de gobierno, debía
o sus vicios, su fortuna o su pobreza, las influencias permanecer larvada, por razones de seguridad per-
del medio, las imprevisibles apütudes personales sonal. D'Alembert vivía de las pensiones de los re-
del niño, su precocidad o su retardo, su simpatía yes de Francia y de Prusia, y su alojamignlo en el
o su antipatía y mil sifuaciones más que sería exce- Lourt" se debÍa a la bondad de Luis XVI. La zari-
sivo enumeraq-lo que queda, muy poca cosa, por na cle Rusia sostenía la fortuna arruinada de Dide-
cierto, es una suerte de idea o noción: el hombre rot. Voltaire tenía sus propios bienes, cuantiosos
absfuacto en su sentido impreciso, universaly gené- por cierto, pero sabía mejor que nadie todo lo que
rico, que üene la suprema virtud de no existir, rae6n ia conspiración contra Cristo debía al apoyo de los
por la cual no enoja ni molesta a nadie. No se pue- adeptoi coronados. No era posible complotarcon-
de dudar que llegado a ese punto la igualdad'es tra príncipes y reyes que eran grandes sostenedores
un corolario tan fácilmente deducido como el ca- de la empresa revolucionaria.
376 [¡ Nnve v us TeupEsrADEs
[¡ Rrvourctó¡l Fna¡lcesn 377

Tales consideraciones imprimieron a la lucha


conha el kono un derrotero totalmente distinto al ello ya lo hemos señalado anteriormente, pero nos
de la conspiración contra el altar. En la guerra de
putt." oporfuno, a modo de colofón del presente
los conjurados contra el Evangelio, la libertad y la iibro, ir recorriendo más concretamente los diversos
igualdad pudieron no haber sido sino un pretexto; estarnentos de la sociedad para considerar el esta-
lo que en elfondo los agrupaba era elodio a Cristo do en que se encontraban y las sendas respuestas
y a su Evangelio. Lo otro vendría en un segundo que dieron al terrible desafío.
momento. Aleccionados para creerse iguales y li-
bres respecto de Dios y de sus miniskos, era natural
que se creyesen iguales y libres frente a los señores
de la tierra. Si como algunos enseñaban, la igual-
dad de los derechos y la libertad de la razón resulta-
ban inconciliables con el magisterio de una [glesia
y de un Evangelio que prescriben la sumisión a
los misterios que la raz6n es incapaz de alcanzar,
no había sino que dar un paso más para llegar a
afirmar que [a igualdad de los hombres y la libertad
de decisión eran incompatibles con la sumisión al
imperio y a las leyes de un solo hombqe, o aun de
varios, que formen parlamentos o senados, ejer-
ciendo poder sobre el resto de la nación, y dictando
a la multitud leyes que el pueblo nunca ha discuti-
do, o que no ha promulgado, o que no ha querido,
o que ha dejado de querer. Al fin y al cabo, todos
los mortales son iguales.
Cuando Voltaire le escribía a Didgrot exhortán-
dole: Écrosw I'lnfáme, áste daba fin al propósito:
"Si me falta una cuerda, colgaré al último rey con
las tripas del último cura."

áCómo respondió Francia a este terrible proyec-


to, que fue primero cultural, o revolución en las
mentes, antes de ser motín en las calles? Algo de
378 [¡ Nevr y ¡¡s TeupESTADES [* Rnvor-uctó¡¡ FnANcesn 379

l. Los Reyes y la Corte del rey,los jefes de los tres órdenes privilegiados)
habían perdido el sentido de sus derechos, la no-
ción de la utilidad, de la bondad, de la necesidad
Es evidente que el estamento político, conside- de su auttoridad ,y elsofisma liberal y democrático
rado en su conjunto, no estuvo a [a altura de las había envenenado esta noción y este sentido."
circunstancias. Buena parte de sus dirigentes esfu-
vieron lejos de advertir, ni siquiera remotamente, Los mismos reyes, no sólo de Francia sino de
la gravedad de la situación. Los conjurados, es cier-
okos países, como ya lo hemos ido considerando,
to, fuvieron la precaución de ocultarse: "Golpeen,
no eran inmunes a esta propaganda. De hecho, [a
perg escondan la mano", decían. Sin embargo hay gran revolución anticristiana fue sustentada por
que reconocer que algunos magistrados se dieron varios monarcas, los que encarnaban el ideal del
"despotismo ilustrado", principalmente Federico y
cuenta de 1o que se estaba viniendo. fuÍ, por ejem-
plo, M. Séguier, abogado general, denunciaba en Catáina. Incluso José II de Auskia, buen alumno
de Voltaire, deFederico tl y de Diderot, había sido
1770 el peligro: "Se ha levantado en medio de no-
sokos una secta impía y audaz; ha adorado su falsa
iniciado en los misterios de los "filósofos"; en su
sabiduría con el nombre de filosofía; bajo ese título momento no vacilaría en suprimir por decreto unos
imponente pretende poseer todos los conocimien- ochocientos conventos,..
tos. Sus partidarios se han converüdo en precepto- Ni siquiera en Francia hubo verdadera alianza
res del género humano. Libertad de pensar, tal es enke el trono y el altar, frente el peligro común.
su grito, y este grito se ha hecho oír de un extremo Luis XV y sus ministros sufrieron el contagio del
al otro del mundo. Con una mano intentan que- espíritu filosófico. Dicho "ralliement" tuvo remotos
brantar e[ trono, y con la otra quieren derribar los antecedentes en la historia de Francia. No olvide-
altares [...]. La revolución, por así decirlo, se ha mos el accionar de Luis XIII y el cardenat Richelieu
realizado, sus prosélitos se han multiplicado, sus en favor delprotestantismo, cuando la herejía esta-
máximas se han extendido, los reinos han sentido ba a punto de ser aplastada por los Habsburgos.
vacilar sus antiguos fundamentos t...]. Et gobierno Como Io señala Belloc: 'Aunque luego la dockina
no debería tolerar en su seno esta secta ardiente protestante decayó y fue reemplazada prirnero por
de incrédulos, que parece no buscar sino la rebe- eldeísrno y luego por un escepücismo materialista,
lión de los pueblos, bajo el pretexto de esclare- no surgió a pesar de ello una cultura vigorosa y
cerlos," unida." Luis XIV hizo lo suyo para que abortara
Pero Ia perspicacia de este magistrado fue ex- el proyecto de España de establecer una Cristian-
cepcional. Como escribe Maurras: "Los órganos dad en el Nuevo Mundo. Por lo demás Luis XV
de defensa social y política (el rey y los consejos estaba demasiado ocupado en atender a sus aman-
380 L¿ Nnve y l*s TE¡prsrADEs [¡. RÉüou.Jc¡ÓN Fnn¡¡cese 381

tes, la Pompadour y la Du Barry; total, Ia ruina nla a los sacerdotes por enemigos personales, prin-
vendrfa después: oprés moí Ie déluge. cipalmente porque ninguno d9 ellos se avenía a
La Corte misma estaba inficionada. Ante todo tÁpartirle la absoluciónsi no daba por terminada
de boato y de vacía grandilocuencia. "No se ha suielación con elrey. Los "filósofos" eran sus ami-
visto nada -escribiría Chateaubriand- si no se ha gos, especialmente Voltaire, el cual escribió para
visto el lujo de Versalles (y esto aun después de átu'p"queñas piezas dramáticas, que se representa-
despedida Ia Familia Reat). Luis XVI vivió allí de ban'enja Corte, desempeñando ella misma diver-
ordinario." La Corte tenía una Guardia de 9.050 sos papeles.
hombres (Guardias Suizos, Caballería de la Guar- Se dice que los reyes estaban al tanto de los
dia, Gendarmería, Custodia de Puertas, etc.), una objetivos de ia masonerfa, si bien de los más exoté-
cuadra de 3.000 caballos, 277 coches y 1.458 ric-os, especialmente los que amenazaban la reli-
servidores. Pero Versalles no era la única morada gión, sin sospechar de sus propósitos contra la Co-
del rey; a veces residía en el Louvre, otras en las Ion.. Fue así como convencieron a Luis XV de
Tullerías, Chambord, Trianon, Meudon, Fontaine- que nada tenía que tem er de ellos. En cuanto a
bleau, y otos lugares. De la corte de L¡is XIV se Luis XVI, en materia religiosa estaba más cerca de
dijo: "Los vestidos de las damas estaban cubiertos la "Revolución ascendente" que de lo que se po-
de perlas y piedras preciosas. Aquel lujo gigantesco dría llamar "el cristianismo tradicional". Así lo afir-
y vivaz de§lumbraba los ojos [...J. Los señores iban ma Jean Dumont, señalando que dicha actitud del
tan ataviados como las damas: rizados, empolva- rey era anterior a§u reinado, concretamente desde
loÁ años 1760 y [a época de la supresión de los
je-
dos, con el cabello en bucles y rizos, corbatas y
puños de encaje, casacas y chalecos de seda, con suitas. Luis XVI 'ho amaba at clero', señalan diver-
adornos y bordados de oro [...J. Por muy fina que sos testigos, tanto de los "filósofos" como del ámbi-
fuese la sociedad parisina, no se equiparaba a la to católico. A veces no se dignaba dirigir la palabra
de Versalles. Comparada con la Corte, París pare- a los obispos que estaban delante suyq mienkas
cía provinciano." alternaba con los revolucionarios más "filosóficos".
lncluso, llegado el momento, se avendría a aprobar
Thnto lujo y boato había ablandado a los corte-
el embargo de los bienes del clero, y hasta aceptó
sanos. El propio manarcd veía disminuido su pres-
la Constitución Civil delclero, con las obligaciones
tigio. Posiblemente nunca un rey haya merecido
anejas, entre las cuales el juramento que se 9rygi¿
tal desdoro frente a su pueblo como Luis XV. En
de los sacerdotes. Sólo cambió de actitud enL791,
su tiempo se pudo hablar de una especie de "te-
al enterarse de que el papa la había condenado.
gencia" de la marquesa de Pompadour, de quien
Justamente cuando en L792 fuviese que optar en-
hablamos anteriormente. Pues bien, esa mujér te-
üe la fidelidad a la Iglesia y la presión de los revolu-
382 [¡ Nnve y [¿ RevoructóN Fn¡Ncesn 383
r¡s Te¡,tpEsrADES

cionarios, eligiendo lo primero, Ia monarquía sería II. La nobleza


finalmente derribada. La Revolución fuá monár-
quica hasta que el rey eligió Ia fidelidad a[ cristia_
nismo. El origen de la nobleza francesa es digno de
encomio]Si ,'ro. remontamos en la historia' adver-
- Los jacobinos hataban de que elrey tuviese ma-
la conciencia. Un adepto así [o conminaba: ,A los timos cómo, en tiempo de las invasiones bárbaras'
pretendidos señores de la tierra, plaga del género la situación era tan dlsashosa que la gente, desam-
humano, ilustres tiranos de vueCtroé sn*eJuntes, purááá, se veía obligada a buscar [a protecciónde
reyes, príncipes, monarcas, jefes, soberanos, ün t oáUre fuerte,-putu sentirse defendida' De

vosotros todos, que sentados en vueshos konos, ü";6; hátnbtut áglerridos nació la nobleza; de
por encima de vuestros sernejantes, habéis perdido los que buscaron y ñallaron salvaguardia en ellos,
las ideas de igualdad, de equidad, de sociábilidad iá. li.r"os; de lai circunstancias históricas brota-
rían, pues, los derechos de la nobleza' En un se-
[...1, yo os conjuro ante el fuibunal de la razón.,, figura, la del
sundá momento apareció una nueva
De hecho lograron su propósito. La Corte esta_ iuUJtuto, defensoi tanto de la Iglesia. como de los
ba acomplejada. Mienfuasquá para seguir adelante p;Ú;t y'desvalidos, la fuerza armada al servicio
con sus designios los revolucionarios no retrocede- á; i" údad desarmada. Así se constituyó el régi-
for-
rían ante ningún medio, por brutal que fuese, los .*n feudal. El campesino se sabía protegido'.
por inte-
amigos de la Corte y los "moderados,' sólo mostra_ Áando con su señoi una familia enlazada
ban indecisión, división, blandüra y hasta mala reses comunes. Los labriegos lo miraban como
a
conciencia. Como puede verse, el iey y quienes ;p;ár¿ y é1, a su vez' se intetesaba por todas las
lo rodeaban no estuvieron a la alfura aá És iir.unr- ciróunstancias de su vida, desde el nacimiento has-
tancias. Alborotos y fumultos en Ia bibunas, ame- ta [a muerte.
nazas, manifestaciones callejeras, tales fueron las
armas usuales de Ia subversión. Frente a todo ello fuí estuvieron las cosas durante varios siglos,
nn q,ru los nobles siguieron viviendo en sus
predios
la Corona perman eceríacomo un espectador más. "Cada fran-
campeshes, en *ráio de sus vasallos.
cés nobte es un rey en su hacienda", observaba
Montaigne. Pero ultlriormente, eltey fue polarizan-
do el entramado social. Luis xlV pudo decir; "El
Estado soy yo.,' Ú y ,u ejército mantenían ahora
el orden que ante. f,ubiu corrido por cuenta de
los señoreá locales. Si bien muchos nobles seguían
384 [¡ Neve v us Tetqpes-repes 385
L¡ REvot-uc¡Ón Fn¡Ncnsn

siendo hombres de talento y de buena formación, pesimistas' y así


en la práctica su posición se había ido deteriorando terminado, que no convenía ser
frivolidad'
por la centralización, perdiendo así raíces en el co- fersistían en su ligetezay
En L784, un buen grupo de grandes
señ.ores'
razón del pueblo.
primer nivel' no-tuvieron
Con el pasar del tiempo, elestamento nobiliario así como funcionáiiot ¿-u
un uiirtir al estreno.de "l-as Bodas de
cornenzó a decaer. Ahora, en vísperas de la Revo- escrúpulo, dirigidas
Fígaro-', una d;^ü^;¿t tágradas
burlas
lución, las circunstancias se habían agravado sus. de teatro de Beau-
tancialmente. Resulta impresionante advertir cuán contra ta noblezul Oitt''" o6tu Pa-
por orim etavezen
numerosos fueron enhe los "filósofos" quienes per- marchais, fue repLsentada
Fígaro
rís en 1Tg4. All"Iñ;;r'..
comienza
tenecían a la clase dirigente, según lo hemos ido "li.lOn, [a oscu-
su conoci¿o morlOlogo' Está
agazapado 9n
advirtiendo a lo largo de este curso. El hecho es de una cita
que la revolución cultural enconhó en la nobleza, ridad, para.oétuna"* h conJertación
entre su novia v-nitá'¿e de
Almaviva' Sus prime-
tan ablandada y frívola, un propicio "caldo de cul- inconstancia fe-
tivo". Y asl fue cómo la clase alta fácilmente se ras reflexiones ;üiñnsabida
en un violento
adhirió al pensamiento de las Luces. Quedaba menina ,. .onJlniián rápidamente
eres un gran se-
"bien" ser amigo de los "filósofos" y participar de á"gato conta el conde' "Pgrque
ñor, te crees ;;,*;enio. ¡"'i'
Nobl:eza' fortuna'
sus burlas a la lglesia, e incluso a la monarquía. e el or-
rango, cargos patfit"it todó.esto
constihry
Por otro lado, también la nobleza estaba mancilla- hecho para mere-
da por la inmoralidad, lo que acrecentaba su des- gr[. d"ihtórb.*. Perc Lquéhas de nac-er"' La
prestigio en el pueblo. Como señala de Viguerie, cer tanto biun'i:fomarte ia molestia
Fígaro' Cuando
el ejemplo del libertinaje venía ahora de lo alto, revolución estabJñil;."da con
los aristó.ratas á-cÉman a
quienes los aholcln en
de la corte del Regente, de la capital de Francia, que no-pasara mu-
de los más altos señores. Farecía algo natural tener el escenario, puede predecirse
realmente' Co-
amantes. Eleroüsmo estaba en boga, y confuibuyó, cho tiempo unLlJu-quu lo haqan
sob-re Rous-
juntamente con la pérdida de la fe, a debilitar los mo escribe J. Lemaike un 'ná obra
Duques' Condesas
caracteres. El espíritu "galante" invadió las letras seau: "Esos Prr.;ñ;;; Condes'
tates nombres
y las artes. "Hemos tenido fiestas encantadoras", y Marquesas' .n ünu ¿poca en que a sí
destruirse
escribía uno de aquellos nobles que habría de aca- significabun ultt, iacáso querían entien-
fe' no
bar en la guillotina. Enüe recepciones y bailes, fácil- mismos? No, páo como ya no üenen
espiritual y
mente se olvidaban de sus deberes y de lo que es- den. Son ,nols S" ptnáan de osadía
sino frases
taba aconteciendo. Aun luego de que estallara la libertad. Por oto [ado, creen n9 ryla.udir
Revolución, en los pocos momentos en que no ha- il;ñá";i.. j. rr *"ir
de Maleiherbes' que se ha-
imprimir la
bía tumultos, fácilmente pensarían que todo había bía tomado tanto tabajo para hacer por
obra ¿e nouss"áu, al cadalso
'"'á "nuiado
386 [-q Nave Y r qs fsypES'TADES
L¡ RevourclóN Fnencese 387

unos canallas ebrios con las ideas de Juan Jaco-


bo." patriciado y las dulzuras de una vida plebeya. Aun
'.uuna" lo que bajo nosotros iban minando eran
Advierte Pierre Gaxotte que ya en el siglo XVII nuestros privilegios, los restos de nuestro antiguo
la gente se burlaba de los nobles, pero sólo por poderío, aquellas escaramuzas nos placían; .como
sus ridiculeces y sus debilidades. Ahora se les ata-
Io á*putimentábamos sus efectos, -n95 le-rvían de
caba en su honor, en sus derechos, y hasta se cues- sub-
t..,1. Como las formas del edificio
tionaba su misma existencia. Más aún, son ellos "rpá.ie"uto
sisiían intactas, no veíamos lo que por dentro que-
mismos quienes animan a sus agresores, los hala-
Jaba minado. Nos reíamos de las graves alarmas
gan, les crean fama y hasta les dan de comer, como
áá tá corte y del clero, que abominaban de este
lo hicieron el conde de Artois y el príncipe de espíritu de innovación. Aplaudíamos las escenas
Condé al alimentar a Sébastien Chamfort, amigo ,"iuUfi"unas de nuestros teatros, losdiscursos filo-
de Voltaire y de Mirabeau, quien sería uno de los
sóiicos de nueskas Academias, las obras atrevidas
primeros en enkar al frente de las turbas en [a Bas-
de nuestros literatos [...]."
tilla; en agradecimiento, Chamfort invitaría a la
nación a que suprimiese la nobleza, y bataría de A veces [a autoridad no só10 fue frívola sino
estúpidos a los cortesanos y de rameras a las francamente haidora. El caso más tÍpico es el del
señoras con títulos nobiliarios. duque de orleans. Los "filósofos" y lo-s masones,
,ubldor"s de que necesitaban de un jefe que.fuese
El conde de Ségur ha dejado en sus MemorÍos poderoso, para no amilanarse ante las dificultades
a dicho
una pintura exacta de esta loca miopía: "Nosotros, iuá toauúía hgllasen a su paso, eligieron
que
la joven nobleza francesa, sin nostalgia del pasado áuáuu fetón. Él sabía bien de lo se tuataba,
y sin inquiefud por el porvenir, marchábamos ale- ffáglnAo a der uno de los principales dirigentes de
gremente sobre una alfombra de flores que nos la'Revolución. Felipe tenía sus propios proyectos,
ocultaba un abismo. Burlándonos irreverentes de puro avanzaba a cabaltode sus sostenedores. Ha-
los usos pasados, del orgullo feudal de nueshos 6á ¡,rruao sentarse en el trono o al menos derri-
padres y de sus eshictas etiquetas, todo lo que era bario. Una juventud pasada en el desenfreno 1o
antiguo nos parecía molesto y ridículo. Nos pesaba h;bá averiádo de raíiiasegura Barruel que basta-
la seriedad de las viejas doctrinas [...], la libertad, ba ver sus ojos para vislumbrar la bajeza de su al-
cualquiera que fuese su lenguaje, nos agradaba por ma. A la edád án qun apenas se conoce el deseo
su audacia; la igualdad, por su comodidad. Se ha- áe atesorar, la gentá lo acusaba de haber invitado
llaba placer en bajag mientras está uno cierto de u ,ur orgíasal ióven prÍncipe de Lamballe sólo para
que podrá volver a subir cuando quiera; así, atur- urugrrrulse [a más rica herencia, haciéndoleencon-
didamente, saboreábamos alavez las ventajas del trar una muerte prematura en elexceso de los pla-
ceres. No hay un solo rasgo en su vida que des-
388 [¡ Neve y urs Te¡r,lpESTADES 389
L¡ Revou;ctÓr'{ FRANcese

mienta Ia akocidad de esa perfidia. A lavez vil y


III. El clero
vengativo, ambicioso y rastrero, pródigo y usurero,
orgulloso de su nombre y de su rango entre los
príncipes y presto a degradarse hasta el nivel del el pa-
más vil populacho. Así describe Barruel aljefe que
ácuál fue la actihrd de la lglesia? señala
afec-
se habían elegido los conjuradós, y el que mejor dre Biestto qun tus hombreJte mostraron
que aquejaban a
simboliza la defección de la nobleza. Conociendo il.; ;;; *áluu .natosot 1vistas!9:
las cosas desde
algo de ello, Luis XVI lo exilió a su castillo, lo que la monarquru v"la'"obi"ru.
gran ascen-
Juáá, la iglesia parecía conseÍvar un
encendió en el coraeón de Felipe el anhelo de la y-religiosas eran
revancha. Odiaba ya a Luis XVI, porque era reyi diente. Enüe sacárdotes, religiosos
declinaba' No porque
odiaba a María Antonieta, porqu e eta reina. Juró ,^itlzE.000, Sin embargo
indignos' Enke los
vengarse, polarizando en torno suyo a los enemi- fueran n,r*.rorlot rát áiuñ'uros
constituirían una
gos de la corona, gu€ acudían a visitarle, Luego r;;;;á.¿i a" rzeg, los corruptos el escándalo' no
de organizar todo, se fue a Inglaterra para dejar a ínfima minoría. Peio si era raro
rutinarios, es-
i;';;;me;s elcelo apostólico. Días
po"u i", unu religión sin fuego' Así vi-
la Revolución el tiempo de madurar.
tudios
Barruel se dirige con indignación a aquellos no- "on clérigos'
vían muchos
todo'.cierta
bles, contemporáneos suyos, que abdicaron de su Daniel-Rops observa que !ubo' con
infftráción ab.t'i*t nn á clero' Algunos. tam-
nobleza: "¡Oh nobles! Habéis sácundado elÉcrasez de sus
l'Infdme. Os gustó. Habéis abandonado a Dios. miembros pur""in,on h aber sido
conquistados.
Dijisteis: No serviremos [...]. Acogisteis una nube pot-iát errores del momento' Podríase
bián ellos
de sofistas. El gran crimen del Jacobino es su im- que se com-
citar un buen número de sacerdotes
piedad, pero su gran recurso es la debilidad, quizás como
pártaron como discípulos y flSunos incluso
la nulidad de vuestra fe. Por vuestra impiedad sois embargo en-modo
aliados de la tn"ü-ñfásóficá: Siñ
hermanos del Jacobino, sois los Jacobinos de la ;ü*. este tipá?¿ tutntdotes "avanzados" o de
Revolución." ,,filósofos con'-sotana" representaban e[ conjunto
creído poder
del clero. un observador imparcialha
vísperas-de la Re-
asegurar qu" d" láS oUitpos.en
deístas"' En
;;ñ;ió", loto tiutá itutt impíos y lres era aún más
elclero, tu ptoporción de incrédulos
to prueba la resistencia que tantos
sa-
á¿bii;ctil
cerdotes oporiic átu, medidas
anticristianas de
la Revolu.iOn.io mismo se diga
del.pueblo senci-
iü pú ut.unáao por las nuevas ideas. Es cierto
390 L¡ Nevn v us TeUpESTADEs 391
L¡ Rnvor-r-lcló¡¡ Fnnwcrsa

que a veces la fe era lánguida, la moral un tanto


sobre todo en la capital, Sus escándalos, d9:311u-
relajada, el catolicismo tocado de tibieza, pero ello "filóso-
les y morales, favorócían el propósito de los
sin el contagio de la irreligión. Por lo que se puede recaían sobre el cuerpo mismo
fosí, cuyas sátiras
decir que aun cuando los libros de los "filósofos" así también a los
¿"f ptu.Uiterio, desacreditando
no llegaron a descristianizar a Francia, sí tuvieron Pero, reiterémoslo, tales sa-
,u.ádotus ejemplares.
una influencia ablandante en elideario de los fieles. pocos' Los ataques persis-
cerdotes felonesfueron
Buena parte de la nación era, ya que no impía u
tentes de los sofistas constituyen el mejor elogio
hostil a la religión, al menos frÍa y distante de la ,de[ clero en general. Con todo hayq.ue notar que
lglesia y de sus sacerdotes. La situación del clero,
si de hecho mantuvieron la fe, les faltó una parte
que se mantenía católico más por rutina que por
importante del oficio del pastor cual es la resisten-
convicción arraigada y bien fundada en la dockina,
cia rrcida y corajuda; les faltó espíritu combativo.
no par€cía contuibuir a que constituyese la barrera
que se hubiera necesitado para detener eltorrente
los sofistá sabíán distinguir muy bien los refmc-
tarios de los blandengues. cuando en cierta oca-
de la impiedad desbordada, e impedirle al menos
sión los obispos trataron de evitar que un cura in-
arrasfuar a [a multifud por los caminos del error y
de la comrpción. La cobardía de los pastores frente
átd; accediese al episcopado, Choiseul que replicó:
"Estos son los hombres que queremos y nos
a tan grave conjuración conta elcrisüanismo, tenía que ápareció la Encictopedia
hacen falta.,' Desde
algo de kaición y hasta de larvada apostasfa.
las Asambleas del Clero protestaron; en cincuenta
Ya hemos señalado cómo desde el comienzo años no hubo una sola de aquellas Asambleas
que
de la revolución culfural el clero aportó traidores no hubiesen advertido a[ fono y a [a magistratura
y colaboracionistas. Enke ellos podemos nombrar los peligrosos progresos del "filosofismo". A la ca-
al padre de Reynal, por ejemplo, cuya Hístoire AurZde-los puitor"r fietes y militantes se encontró
philosophíque des lndes constituye un verdadero rnáns"nor dL Beaumont, arzobispo de Farís, hom-
arsenal de [a incredulidad; así como a los padres bre lleno de celo y de firmeza conka los enemigos
Beauvois, Torné, Fauchet, que figurarían como ¿e ta fe; tambián hubo okos obispos que publica-
diputados en la Asamblea Legislativa o en la Con- ;;;;iorales esclarecedores, como monseñor de
vención. Barruel recuerda también alpadre More- Pornpignan, obispo de Pty, quien denunció los
llet, tan reiteradamente elogiado por d'Alembert y nrroinJde Roussáau y de Voltaire. Varios fueron
Voltaire, y a los padres Beaudeau, Noél, Sieyés. asimismo los sacerdoies que salieron al paso de
Pero elpueblo sabía distinguir a dichos sacerdotes voltaire, así como a sus tergiversaciones de la his-
de los que se mantenían fieles. Sin embargo, uno toria.
de los grandes errores de los obispos fue tolerar la
El padre Beauregarde, predicando en la catedral
multiplicación de sacerdotes anfibios o indignos,
de París tece años ántes de que estallara [a Revolu-
L¿ Nave v us TeUpESTADEs 393
h.REüoluclóu Fn¡utcEsA

ción, afirmaba sin tapujos y no sin cierto aire pro- Áoderados, con la excepció¡ de Yn
pequ"ll:ú-
fético: "iSí, es con e[ Rey -con el Rey y con la Re- H;ü=A;-;;ts'r;;.;'ltintalento;hancomprgldi-
ligión- con quienes se agarran los filósofos; el ha-
cha y e[ martillo están en sus manos; no esperan
;;t";;á.t, 6i* qu, "l tono del siglo ["'].debÍa
religioso'
ánfuat un alguná medida en el sistema
sino el instante favorable para derribar el trono y xvfir no podía ser el de los
á""*r .áú; d"i tisroqt'" para i:it:1i::1j::d"
el altar! iSí, vuestros templos, Señor, serán despo- primeros tiempos v que
jados y deskuidos, vuesfuas fiestas abolidas, vuesüo [u.i. falta ptoteget las formas con accesorios
nombre blasfemado, vuelto culto proscrito! Pero ir;ñ;v *J".Zn- Así no hablan sino raramente
équé digo, Señor? ¡Qué veo! A los cánticos inspira- de,infierno, de de eternidad' Este modo
dos que hacfan resonar estas bóvedas sagradas en ;;i;É;pl.n.."""óá"",
Jt
"á*odo
v <«todo se concilia""'
podia sino per-
vuestro honor; los reemplazan cantos lúbricos y Con,semejantes pastores, la fe no
profanos! ¡Y tú, divinidad infame del paganismo, ;"; il;( dn.uitlrándose totalmen¡s''la
hecho'
moral se
algunos
impúdica Venus, ven acá mismo a tomar audaz- á;tlitJ.... De
tutiu-la apostasía'
mente el lugar del Dios vivo, a sentarte en el trono sacerdotes se refugiatót' tn elevangelio sentimen-
delsanto de los Santos, y recibir el incienso culpa- enc.ontaría
tal de Rourr"ui,-.-Éi vicario saboyardo.
ble de tus nuevos adoradores!" Lo anunciado por los discursos
más de un imitadái ,n el clero. AI leer
elvaliente sacerdote se cumpliría puntualmente po- ; ;i*biá la.expresi ón
g.uao, á"-*nsibilidad", según
en los
cos años después. corriente, a" no pá.ou oradores eclesiásticos
Hay quien se ha tomado el trabajo de revisar años q,ru pr*..áiuton al estallido revolucionario'
mayor
las bibliotecas de los sacerdotes de aquella época, tá-"á"ip*Lba que tomaban prestados' 9ol
del profeta
buen método para conocer sus inclinaciones inte- o menor fortuü, el género y el estilo
de Ginebtu. gtláil dZ entender que con
el.género
lectuales y su nivel cultural. Enconfuó varias buenas
v Átito, u pá* de ciertas
reticencias' fácilmente
y sólidas. En otras, en cambio, se percibe la indife-
"t
hicieran ,uyur, *nqu. fuese parcialmente' las ideas
rencia de su dueño por los temas teológicos. Algu-
nas contienen abundantes obras de los "filósofos" y el sistema de Rousseau'
a lo,largo
del siglo XVIII; la Enciclopedio figura en un lugar En et campo de las letras aparecieron'
que salieron al paso
destacado, en dekimento de los libros de teología det sigto XVId, varios escritores
Las obras principa-
dogmática, de moral y de espiritualidad. de lolembates del adversario.
les de los "filósofos" fueron ocasión de
numerosos
Hubo obispos -nunca faltan- que se ocuparon Aquetla
tiUros y folletoi áestinados a neutualizarlas.
de desacreditar a los sacerdotes más lúcidos y com- de tono' Una
literatura de defánsa fue muy variada
bativos. Así, el arzobispo de Aix, monseñor Boisge- de [a polémica'
gran parte se mintuvo en elierreno
[in: "Nuestros predicadores se muestran bastante como
Áparácieron así varias obras de apologética'
394 L¡ Neve v us Te¡"tpEs.¡ADEt L¡ Revou.¡c¡óN FnnNcrsa 395

por€jemplo, en L77A, el Diccionario antifitosófico cia de algún Chesterton, un Ane.oátegui o un Cas-


de dom Chamdon, y en 7773 elCateasmo fitoáOfi- tellani! A veces aparecía, por ciertq un escritor más
co de Feller. Pero, por lo general, Ias refutaciones avispado. Cierto abogado católico de París, inspi-
no eran del todo convincentes. Los defensores de rándose en Voltaire, inventó la broma de los Ca-
la fe no habían sido formados en la filosofía pe- couacs. iQuiénes eran esos bichos?, se preguntó.
renne. Lo que habfan aprendido en el colegio o el "Los Cacouacs no son en absoluto salvajes: poseen
seminario no era la escolástica sino la filosofía mo- mucho humor, urbanidad, abundantes conoci-
derna dq Descartes y Malebranche. Por lo demás, mientos y artes'en grado superior, incluso el de
salvo excepciones, las respuestas revelaban ciertó los encantamientos. Su origen -si se les cree- re-
fidefsmo, según lo hemos señalado páginas atrás. monta hasta los Titanes que quisieron:escalar el
Sin quererlq por supuesto, los apologistas.le hacían cielo. Pero, como los hijos saben siempre más que
el juego a los "filósofos", oponiendó la fe a la ra- los padres, los Cacouacs sostienen hoy que sus
zón, en el olvido de que la fe; según la definición antepasados eran visircnarios y que cometieron su
del Concilio de Trento, es "un consentimiento fir- más grande locura, no al querer luchar conka Dios,
me, inquebrantable y constante [...] de la intelígen- sino alsuponer que exisla." No dejaba de ser inge-
cia a los misterios revelados", Fara algunos, cómo nioso. El mote tuvo fortuna. Pronto aparecieron
Lefranc de Pompignan, la verdadera filosofía se las Mémoires pour seruir d I'hístoire des Cacouocs,
confunde con el Evangelio. "Tál es, hermanos míos el Cotecís mo al uso de los Cocouocs, etc. Después
{ice-; la fuente única [...] de donde debemos sa- los Cacouacs fueron llevados a las tablas por Chár-
car la filosofía: la palabra de Dios en el Antiguo y les Palissot, cuya comedia Les Philosophes divirtió
el Nuevo' Testamento. " Afirmación asombrosá, ob- al público; las alusiones eran claras, Ias réplicas di-
justamente de Viguerie, y que va a conhape- vertidas; uno de sus personajes caminaba en cua-
:erva
lo de toda la tradición del pensamiento católico, tro patas, mientras masticaba una lechuga, dando
que siempre habla distinguido la filosofía (ciencia a entender que había que volver a la Nafuraleza.
adquirida con la luz nafural de la razón humana) Todos pensaron en Rousseau. Sin ernbargo jamás
de [a teología. No deja de resulüar exhaña una apo- se llegó a igualar la mordaz ironía de Voltaire.
logética que pretende combaür elracionalismo co.
Es evidente que la mejor manera de responder
menzando por negar e[ poder de la razón.
a los "filósofos" hubiera sido exponiendo elmensa-
Asimisrno hemos de confesar que en esa polé- je central del cristianismo, yendo a lo esencial, a
mica faltaba mordiente de parte de los católicos. los misterios, a los dogmas, en el marco de la tra-
Decía un celoso sacerdote: "No sabemos respónder dición. Así lo entendieron algunos de los nuestros.
a esas finas burlas, a esas sátiras ingeniosas." ieué "Habría que pensar seriamente en reavivar los es-
bien hubiera venido entonces contar con la presen- fudios teológicos -escribía en 1750 monseñor de
JYb Le Nnve y uas TeupE§TADES
L¡ Revouc¡ón FnnNcEsR 397

Fitz-James-, en kabajar por la formación de mi-


nistros de la religión que la conocieran a fondg y Armadas
IV. Las Fuerzas .,'..:
esfuvieran en situación de defenderla. Si pudié_ ''.-
], ,',,
ramos hacer revivir a Bossuet, pascal o Fénelon,
la sola consideración de su docfuina y de.u, puiro_
si las Fuerzas Armadas hubiesen tenido clara
nas harían más bien que mil censúras.', Fránte a
conciencia de su misión, la Revolución difícilmente
la Encíclopedio apa.oció un DiccÍo nario uniuersal
hubiera prosperado. Pero no fue así. Támbién sus
de las ciencias Eclesiásticos, del dominico Luis Ri-
integranles habían sido penetrados por las nuevas
chard, que imitó el estilo de aquella compilááOn,
pero desde una perspectiva cris-tiana. Sin ámbárgo
ideá, las logias masónicas y de iluminados, como
lo advertimós anteriormente, [o que melló y ablan-
lo que faltó a la apoiogética católica fue un
S*oo dó su espíritu, hasta llevarlos a sentir vergüenza
de escritores de primeia línea. Como afirmá Oa-
de su propia Profesión
niel-Rops, haciéndose eco del autor reciéncitado,
en los tiempos de Pagcal, Racine y Bossuet, el ge_ Uno de los ministros de Guerra de aquellos
nio estaba del lado de la fe, pero esfuvo enfrente tiempos, La Tour du Pin, era un hombre honesto
en los días de voltaire y Rousieau. El que Ia lglesia y buln sotdado, pero débil, algo senshlero, muy
no haya tenidq para contestar los dicter¡os de"tales áu ,u üempo; unó de esos hombres, afirma Bade-
"filósofos", a pensadores del calibrc de los arriba lin,'quu tritan áe extinguit Yl incendio con una
nombrados, fue sin duda alguna su mayor desgra- átio},¡u. Para la fuambtea Nacional, el eiército
cia en el siglo de las Luces. upareóerla como una fuerza reaccionaria, de la-que
*tu pt"aente desconfiar, 9 Prya acelerar su diso-
lu.iár, pondría en estudio los Estatutos de un Eiér-
cito nulvo. No que el antiguo Ejército fuera exce-
lente, según lo acabamos de indicar' Ya se encon-
Uaba avááado, había gente de toda laya, los oficia-
fes tá*Uién se habíanáivididq unos eran liberales,
liuuton aquellos Quer en 1788, con ocasión de la
íupresión de los Parlamentos, dieron flagrantes
ejemplos de indisciplina; okos eran soldados "pro-
fásionales,', curnplidores estrictos de sus deberes,
pero desarmados por la carencia de doctrina y por
ia debilidad de sus jefes. Tcda una maquinaria, ca-
rente de grandes ideales y de fuertes convicciones,
qge a pu-ttit de octubre de 7789 empezatía a des-
moronarse ostentosamente.
398 [¿ NevE y r¿s TeprpesrADES 399
L¡ RevoruclÓx FnnNces¿

Pierre Gaxotte nos ha explicado cabalmentero de


clerrotados, pero antes de serlo, se apoderaron
que pasaba én Ias Fuerzas Aimadas. La propugun- en Brest, donde
,ná au tos biques y se refugiaron
da en favor del igualitarismo había ,o.árudo-ru,
llegaron en agosto áu L79O-. Fue la señal de un
le-
cuadros. L9s jefes, humillados por los Municipios,
vaitamiento general que terminaría cinco meses
investidos del derecho de requisa, se veían fuatadoé
después. EntJnces tn disputo eldesarme de la
Es-
de sospechosos por los clubes, y así, autoacomple-
cuadra.
jados, no se rnosfuaban capaces de hacerse obáe-
cer. Si aparecía alguno más qnérgicq inmediata_ CuandoenLTgOsecelebróla..fiestadelaFede-
de
ración", aonrn"rnorándose el primer aniversario
ryenle se veía denunciado por las publicaciones, regi-
abuchea{o en la calle y, en casos externos, lapida- Éio*á y destrucción de ta Bastilla, todos para-
los
gran
do o hasta degoltado.lor cuartelásl.áUJrü- p", mientos estuvieron representados en la
da del Campo de Marte. Las delegaciones
p€rma-
convertirse en focos de agitación revorucionaria,
donde pulutaban comités Je soldiaot q;;r; I.o- necieron algunos días en París' Al regresar a sus
gaban el derecho de controlar, por á¡"mplo, la .uurt.I.. uñtut ptovincias, después de haber sido
contabilidad de las unidades. En la primavlra de -it uáot y adottinados por los clubes' llevaban
l7g}llegarían a veinte los Cuerpos que se habíán iu .ub"ru átiborrada de dádamaciones revolucio-
insubordinado, narias.
En los puertos de la marina la situación era aún Unas Fuerzas Armadas así, áqué podlan hacer
sido
peor. Como no recibían de París más que vagas frente a los ,.r"áror revolucionarios? Habían
exhortaciones a.la blandura, seguros de verse de- desarmadosmentalmente.Qgitarleslasarmasma-
sautorizados a la primera sombra de resistencia, teriales sería tarea fácil, si es que no tograrol,quu
los comandantes prodigaban las concesiones y las f"r'p*iáiun áf servicio de la empresa de los "fi[ó-
afirmaciones de civismo, sin obtener a cambiá de sofos".
tales abdicaciones diarias más que un recrudeci-
miento de la anarquía. A fines de l,ZBg los obreros Tál era la situación de la Francia pre-revolucio-
que se de-
abandonaron los arsenales. El 1o de diciembre es_ naria, casi inerme ante una Revolución
talló en Tolón un motín general; cuando el coman- ,un.ádunaría de manera t'multuosa, encontrando
dante ,kató de hacerle frente, la Municipatidad lo tan poco, *riou de contención' El reto había sido
encerró en la cárcel con todo su Estado Mayor, so uigoio.o. La respuesta de los diversos estamentos'
pretexto de sustraerlos a Ia venganza. En Santo Do_ toialmente inadecuada.
mingo, entonces dependiente de Francia, se insu-
rreccionaron las tripulaciones de la base naval, fgr-
mando un Gobierno sedicioso; fueron ciertamente
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El Renacimiento
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L¿ embestlda del hlam El RsnaclñlÉr¡t§ Y el Pellgro


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TEMPESTADE§ Tffi\&Wffi*T&,r1ffi%
TOMO 4 TOMO 6
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Sexla Temoestad Novena TernPesfed
La Quer'eila de ' La Reforma
Ias lnvestiduras Protestante
Séptima:Tempeistad
La Herejía de
los Cátaros '

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La Qrarolls dÉ lae Jnv,ril(l¡raá


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Lt l-lor¿Jla d¿ lo¡ Cát¡ros
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Reprlblica Argentina

Abril de 2A07

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