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Sobre historiar y el método

Introducción

El oficio de escribir la historia, de narrar aquel pasado, ha nacido por la importante


inquietud de buscar respuestas en el pasado a hechos del presente. Pero centrarnos
meramente en ese pasado hoy en día no es suficiente, las demandas parecieran ser cada vez
más exigente. En la actualidad las sociedades buscan respuestas más puntuales, precisas, o
acertadas con poco margen de “error”. Así la actividad del historiador pareciera ser cada
vez más minuciosa, así es como la interiorización de ese hecho pasado es llevado a niveles
de análisis y clasificaciones que apuntan a convertir ese trozo del tiempo en un objeto de
estudio científico, y los problemas que nacen de ello llevan a indagar los principios y
fundamentos del conocimiento humano y determinar así en qué grado se relaciona el
historiador con el objeto que se pretende conocer.

Michel De Certeau ya mencionaba en los años 70’ en su reconocido escrito “La Operación
Historiográfica” que se vivía un despertar epistemológico de urgencia, la teoría no podía
explicar todo, las viejas pretensiones de “leyes generales” en las ciencias sociales habían
caído. Entonces ese pasado ya no se lo puede captar de una determinada manera general,
esa realidad del pasado puede ser captada de distintas maneras “como actividad humana”,
“como practica”, se tiende a combinar, lugar social, practicas científicas y modos de
escrituras. El siglo XX va cerrando con el fin del determinismo, la complejización de las
ciencias va dejando al descubierto sus propios límites, el rearme epistemológico concede
por lo tanto otros instrumentos y otros métodos. La interdisciplinariedad surge entonces
como contención a ese desfasaje de límites que imponía las corrientes naturalistas y
positivistas, es la respuesta más próxima que hubo a esa nueva necesidad de lo minucioso,
y con ello sobrevino lo múltiple que podía ser el rearme metodológico, y que ya no se
producían respuestas aisladas. Las respuestas a las preguntas se tornaron más complejas y
ello fue posible al uso de los métodos de una concepción multidimensional de los
fenómenos que ya a principios del siglo XX Marc Bloch empezaba a esbozarlo en su
distinguida obra “Los Reyes Taumaturgos”. Entonces reflexionar sobre el oficio del

1
historiador hoy en día no deja de ser esa meditación sobre el tiempo pasado con lo vivido
en el presente con la diferencia en que, se van abriendo nuevos ángulos sobre lo conocido,
gracias al planteamiento de nuevos problemas que se sirven de diferentes instrumentos y
métodos. Entonces todo este desarrollo de cambios nos aleja de la unanimidad y nos acerca
a lo multidisciplinario a un pasado constantemente abierto donde no existe un modo
especifico de hacer historia, constantemente estamos en esa directriz heurística, buscar,
descubrir, encontrar lo nuevo, ir hacia lo que se desconoce, entonces ¿podemos seguir
hablando de leyes en la historia? ¿Cuáles son los límites del historiador a la hora de inferir
en el pasado? ¿Cuáles son las reglas, estrategias y conclusiones que tienen hoy la disciplina
histórica? ¿Cómo construye el historiador sus datos? de ello daremos cuenta a
continuación.

Los modos de la historia

El siglo XIX fue el denominado siglo de la ciencia y es allí en donde la disciplina de la


historia empieza a conformarse como un área científica. Desde este punto se fue señalando
que una ciencia debía poseer tres elementos constitutivos; objeto, teoría, y un método.
Muchas fueron las críticas en este tiempo para lograr incluir a la historia como rama
científica, ya que la predominancia positivista y naturalista no veía como objeto de estudio
ese pasado abstracto e “inmaterial”.

Ya a fines del siglo XIX la disciplina histórica poseía varias corrientes interpretativas del
pasado, pero la corriente marxista es la que marco aquel momento y ayudo a un replanteo
epistemológico y ontológico sobre el pasado. En este cambio de siglo ya confluían diversas
maneras de hacer historia desde las perspectivas idealistas, romanticistas, materialismo
marxista, positivista, humanista etc., cada una con un objeto de estudio diferente que daba
respuestas a las preguntas en base a las realidades determinadas que dependían de los
valores de un sector social o científico. Entonces a partir del inicio del siglo XX se trata
cerrar una cuestión muy importante en la cientificidad de la ciencia histórica, la cuestión
del subjetivismo. A través de varios análisis se asume que los intereses no se pueden
despegar de la comunidad científica y que el observador forma parte de lo observado. Se

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busca entonces llegar a una neutralidad científica, y la historia comienza a transitar una
nueva crisis general, donde las críticas apuntan a la mera crónica descriptiva y relativa de la
historia. Estas críticas que mayormente provenían de la filosofía y ciencias naturales
cuestionaron los posibles métodos de representación, organización y justificación racional
del material histórico, provocando una explosión de alineaciones y nociones que empiezan
a atomizar las diferentes concepciones dadas. Un paso distinguido de esta atomización es la
multiplicación “bajo la forma de subgrupos o de escuelas”1 del pensamiento que llevan a la
neutralización del sujeto y la revalorización del proceso histórico, el concepto de proceso
obtiene su connotación de cientificidad y la ciencia de la historia parece formalmente
posible acompañada de una “base institucional”

En este cambio de paradigmas del siglo XX la tarea del historiador en determinar qué fue lo
que sucedió realmente, lo lleva a recurrir a las fuentes a los rastros dejados en el tiempo,
por lo tanto su vínculo con ese pasado es indirecto y a partir de ello el fruto del trabajo es
una tarea de conclusiones lógicas sostenidas en algún registro de hechos. Entonces la
posibilidad del conocimiento histórico no es posible sin algún registro de hechos y una
agrupación de hechos sin conocimiento no posee un importante sentido. De esta manera la
historia es repensada, pero mantiene su objetividad en el registro de los hechos históricos
que a la vez involucra el pensamiento crítico sobre esos hechos y su encuadre institucional,
haciendo así posible una historia como ciencia,

Estas reflexiones inteligentes que se fueron desarrollando en la segunda mitad del siglo XX,
conducen al abandono de aquella búsqueda de leyes generales en la historia, y en cada lugar
se edifican discursos diferentes, de esta manera se cae el centralismo del conocimiento de
determinados lugares, las autonomías académicas e institucionales florecen en varios
espacios dando pie a una nueva forma de construir el conocimiento entre “pares y colegas”2
que circunscriben las posibilidades de organizar los conocimientos. No obstante esta
dinámica trajo una nueva tendencia a generalizar “verdades” a través de instituciones
académicas y de investigación unas más fuertes que otras, organizando así una especie de
“policía del trabajo”3 por lo tanto un estudio particular será definido por las relaciones que

1
De Certeau, M. (1993). La escritura de la historia. Universidad Iberoamericana. pp 73
2
Ibídem., pp 75
3
Ibídem., pp 75

3
se mantengan con los otros, pero he aquí un punto que a veces juega a favor, en conjunto se
exploran las problemáticas y se van formulando avances y desviaciones dando dirección a
la investigación. Entonces el conocimiento que se construye va dependiendo unos de otros
y cuya dinámica forma la historia en un momento dado de acuerdo a sus exigencias y
lugares.

Es a partir de las décadas del 60` y 70` donde las reflexiones filosóficas respecto a las
ciencias marcan una revolución científica, una predominancia de múltiples teorías que
ofrecen respuestas a un problema sin que una logre imponerse a las otras. Pero he aquí
cuando una teoría es aceptada por pares y colegas de la comunidad científica que lleva a
desembocar en un paradigma. Y como todo soporte teórico construido bajo ciertas
condiciones sociales demostraba sus debilidades ante la transformación de la sociedad, y
poco a poco la perspectiva neopositivista no ofrecía respuestas a los historiadores ante la
inquietud de hallar la lógica de la epistemología en las ciencias sociales y para este caso
resulta interesante destacar lo que Pierre Bourdieu manifiesto al respecto “la mayoría de
los errores a los que se exponen la practica sociológica y la reflexión sobre ella radican en
una representación falsa de la epistemología de las ciencias de la naturaleza y de la
relación que mantiene con la epistemología de las ciencias del hombre”4 entonces el
trabajo empírico y el método de la observación-explicación que poseía una coherencia
especifica con las ciencias naturales ya no eran compatibles con las ciencias del hombre,
porque su esencia era totalmente diferente lo que le hacía vulnerable a caer constantemente
en el error epistemológico.

De tal manera el procedimiento de la investigación histórica que los historiadores van


formulando está constantemente abierto a reformulaciones, y he aquí un punto importante
que comparte J.Arostegui “ningún método garantiza la verdad”5 el conocimiento histórico
se construye con la adquisición de información e instrumentos operativos lógicos
conceptuales que permitan penetrar en la realidad del pasado histórico, “Esto quiere decir
que será preciso hablar primero de las fuentes de la historia y luego de las categorías que
emplea el historiador”6 de acuerdo ello el historiador ira obteniendo calidad de información

4
BOURDIEU. P (2002) El oficio del sociólogo Presupuestos epistemológico. Siglo XXI, Argentina pp 23
5
Aróstegui, J. (1995). Teoría y Método de la investigación Histórica. Critica. Barcelona pp
6
Ibídem.. pp

4
que permitan un análisis más fiable. He aquí un punto importante en este giro científico,
justamente la utilización de la documentación histórica viene a extender la concepción del
método científico, cualquier tipo de huella que dé cuenta del pasado es el origen de una
investigación, y el éxito de esa investigación dependerá de las preguntas y problemas que
se realicen a esas huellas.

Es así como la aventura del investigador se convierte en un proceso delicadamente


riguroso en donde el error constituye la falta más común, pero el error no es amigo de los
científicos no obstante la práctica de errar aporta a reforzar toda pauta metodológica.
Bourdieu nos dice que caer en equivocaciones técnicas y metodológicas es “tal tarea,
propiamente epistemológica, consiste en descubrir en la práctica científica misma,
amenazada sin cesar por el error, las condiciones en las cuales se puede discernir lo
verdadero de lo falso, en el pasaje desde un conocimiento menos verdadero a un
conocimiento más verdadero, o más bien, como lo afirma Bachelard <<aproximado, es
decir rectificado>>”7
Este principio de depuración de la información sometido al análisis crítico pasa a ser una
cualidad principal que debe poseer un historiador, el debe reconocer la capacidad y el poder
de un documento para así lograr desestructuralizarlo y juzgarlo, esforzándose “por pesar su
autenticidad y veracidad”8. Este trabajo hermenéutico, conlleva también manejar la lengua
del documento y su contexto conocer el momento histórico, cultural y social donde se
genero y hallar su sentido en relación con la sociedad que lo produce. De tal manera
indagar constantemente las huellas del pasado, deja abierto un carácter amplio y
heterogéneo de la entidad de las fuentes.
Si bien las fuentes tienden a ser teóricamente finitas, ello no dificulta que puedan agotarse,
pues la investigación histórica fue tornándose “de explicaciones cada vez más refinadas”9
ya desde la primera generación de Annales, Marc Bloch advertía que reconstruir el pasado
forzosamente de manera indirecta siempre traería solo una parte de la verdad, y la
“realidad que captamos y explotamos.., es gracias a un esfuerzo de inteligencia personal”10
de allí podemos enunciar principios y métodos con fines de ordenar y clasificar para luego

7
BOURDIEU. P (2002) El oficio del sociólogo Presupuestos epistemológico. Siglo XXI, Argentina, pp24
8
M. Bloch (1949) Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De Cultura Económica. pp 86
9
Aróstegui, J. (1995). Teoría y Método de la investigación Histórica. Critica. Barcelona. pp
10
M. Bloch (1949) Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De Cultura Económica. pp 79

5
evaluar los criterios intercambiando puntos de vistas con los demás. La manipulación de las
fuentes fue permitiendo una variación que atendería a la posición de las fuentes, la
intención, la información cuantitativa y cualitativa. Esta clasificación corresponde a
categorías complejas que hacen a la observación crítica y evaluativa de las fuentes.
Un criterio que desato toda una carga de debates hasta el día de hoy fue el carácter
intencional de las fuentes voluntarias ya sea en su cualidad material o cultural. En las
opiniones de Bloch menciona que “es imprescindible que el historiador tenga al menos un
tinte de las técnicas principales de su oficio. Aunque sea solo para saber medir de
antemano la fuerza de la herramienta y las dificultades de su manejo.”11 Pues a la hora de
trabajar con fuentes testimoniales hay que estar en constante vigilancia a la mas presumible
manipulación que pueda haber sufrido, la crítica de las fuentes se ha convertido así “en una
tarea tecnificada, más compleja”12 La crítica y evaluación de las fuentes ha llevado a crear
nuevas preparaciones teóricas, metodológicas y técnicas que incorporan la intuición y
severidad a la hora de aplicar el método.
Probablemente hasta este punto la crítica o vigilancia epistemológica ha servido al
historiador como puente de disociación entre la teoría y el método que desemboco en un
“sistema de costumbres intelectuales”13 destinados a la práctica de la investigación
forjando sus propias técnicas en base a la reflexión analítica y epistemológica para definir
si es posible un vigilancia con menor margen de error. Conviene reconocer que M. Bloch
dio pie a complejizar la reflexión analítica por medio de su herramienta comparativa, la
importancia de su análisis en los estudios históricos fue de considerada utilidad en donde se
estudiaban varios contextos sociales diferentes en base a algunas analogías que permitieran
comprobar ciertas semejanzas, esta herramienta abrió “la posibilidad de llenar por medio
de hipótesis fundadas en la analogía, algunas lagunas de documentación, apertura de
nuevas direcciones de investigación sugeridas por la comprobación y sobre todo,
explicación de muchas supervivencias hasta entonces inteligibles.”14 Con este propósito se
apuntaba también a un dialogo con otras áreas del conocimiento como la geografía, la
economía, antropología, política, sociología, filosofía, artes, etc., se pretendía romper con

11
M. Bloch (1949) Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De Cultura Económica pp 89
12
Aróstegui, J. (1995). Teoría y Método de la investigación Histórica. Critica. Barcelona pp
13
Bourdieu. P (2002) El oficio del sociólogo Presupuestos epistemológico. Siglo XXI, Argentina pp 16
14
M. Bloch (1928) “Para una historia comparada de las sociedades europeas” En Melanges historiques, Tomo
I. Paris. pp 66

6
ese localismo de los historiadores y pensar comparativamente empleando herramientas
metodológicas de otras disciplinas.

No se agotan las cuestiones que llevaron a la reflexión metodológica a plantearse nuevos


problemas y a volver a reexaminar aquellas viejas cuestiones historiográficas, la historia
comparada pudo ser considerada como una metodología capaz de abrir nuevos campos de
investigación y de formular nuevas preguntas, permitió abrir descubrir elementos que de
otra manera no se habrían captado jamás, entonces la diferenciación cumplió un papel
decisivo. Bloch mencionaba que “Las semejanzas en la historia… no siempre implica
relaciones”15 si no observarlas permiten dar un paso en la persecución de una inquietud y
ello podría conducir a una amplia descripción, fruto de esta herramienta metodología Bloch
escribe una amplia obra La sociedad Feudal un esfuerzo de descripción de varios aspectos
de la sociedad a partir de la comparación de diferentes espacios. Sin embargo atreverse a
realizar tal magnitud encerraba algunos peligros en cuanto a medir el nivel de analogías o
tender a una generalización inmediata, para ello “antes que nada hay que desmontar el
terreno de falsas similitudes, que a menudo no son más que homónimas”16 El historiador
que se adentra en la comparación siempre está expuesto al peligro, teóricamente para no
errar debería conocer de primera mano la lengua de los documentos, pues una información
superficial sería fatal, por ello a menudo esta practica historiográfica requiere de un trabajo
en equipo y la interpretación de un único estudioso para así poder plasmar los resultados
obtenidos de la manera más formal. Así es como la historiografía comparada aporto a la
investigación histórica un mayor aprovechamiento de las fuentes y brindo respuestas a
lagunas que antes se creían no poder dar respuestas, entonces la práctica de comparación
contribuyo a descubrir en qué medida los hombres se vinculaban en determinada época y
espacio.

Conclusión

Hemos tratado aquí de señalar los puntos más interesantes de los cambio historiográficos
por los cuales ha atravesado la disciplina histórica y son a la vez estas modificaciones las

M. Bloch (1928) “Para una historia comparada de las sociedades europeas” En Melanges historiques, Tomo I.
Paris. pp 73
16
Ibídem.., pp 77

7
que fueron implementando la lógica del descubrimiento de la verdad contra el error, un
esfuerzo que llevo a someter las verdades dadas y forjar constantemente una “rectificación
metódica y permanente”17 En estos parámetros, mientras mayor sea la vigilancia y mejor
sea la disponibilidad de herramientas, el investigador es menos proclive a cometer errores
en sus proyectos. Así pues, un análisis excautivo es importantísimo para desenmascarar las
debilidades teóricas y más aun, la vigilancia epistemológica debe ser un proceso realizado
por el mismo investigador que debe repensarse a sí mismo, analizando su objeto de estudio
encontrando lagunas e incoherencias conceptuales.

El oficio de los historiadores es interrogar al pasado y para ello hay que saber qué se le
pregunta, muchas veces los historiador no sabemos qué preguntarle al pasado, y es allí
donde la dinámica metodológica nace en el saber porque y con qué intenciones se indaga al
pasado, de acuerdo a ello se van obteniendo las “recetas de cocina científica”18 que va
agrandando el ejercicio de la vigilancia epistemológica creando nuevas técnicas y
conceptos, estableciendo condiciones, limites, validez etc., pensándose la operación así
misma y en función del caso particular, es allí donde nacen los métodos en la nebulosa del
trabajo de investigación. La actividad histórica hoy en día trabaja sobre el límite, en la
constante experimentación crítica de los modelos, utilizando un “instrumental pesado”19
que le permite obtener el control a la hora de refutar falsificaciones.
La historia tiende a ser hoy en día ambivalente constantemente se está labrando el pasado
con diferentes intencionalidades, pero en donde un historiador cauto sabrá advertir los
limites y excesos que se obtienen de ello para abrir paso a un porvenir. Toda investigación
parte de un problema y el análisis de los datos como marcaba Arostegui debe estar
sometido a operaciones técnicas de análisis de fiabilidad, luego de ello se podrá deducir la
heurística y hermenéutica que dará pie a una amplia indagación de las fuentes.
Este avance que nos aporto la revolución de las ciencias, hoy en día nos permite tener un
amplia gama de técnicas y herramientas de indagación histórica, y observamos que desde
aquellos bosquejos de M. Bloch y su historia comparada conllevo a toda una
interdisciplinariedad provista de resultados favorables a la investigación, pero no así

17
M. Bloch (1949) Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De Cultura Económica pp 18
18
Ibídem., pp 20
19
De Certeau, M. (1993). La escritura de la historia. Universidad Iberoamericana pp 94

8
también “los conflictos epistemológicos son siempre inseparablemente, conflictos
políticos”20 el oficio del historiador no se despega de su contexto social de los intereses
múltiples que llevan a reformulaciones variadas y es por ello que tampoco existen recetas
únicas a la hora de adentrarse en el pasado.

Bibliografía

 Aróstegui, J. (1995). Teoría y Método de la investigación Histórica. Critica.


Barcelona

 De Certeau, M. (1993). “La escritura de la historia”. Universidad Iberoamericana.


 Bourdieu, P (2015). Los usos sociales de la ciencia” Nueva Visión Buenos Aires.
 Bourdieu. P (2002) El oficio del sociólogo Presupuestos epistemológico. Siglo XXI,
Argentina
 M. Bloch (1928) “Para una historia comparada de las sociedades europeas” En
Melanges historiques, Tomo I. Paris.
 M. Bloch (1949) Apología para la historia o el oficio de historiador. Fondo De
Cultura Económica.

20
Bourdieu, P (2015). Los usos sociales de la ciencia” Nueva Visión Buenos Aires pp 15

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