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dirección se trata de hacer presente al único pastor que es Cristo y su misión que es la de
edificar y unir la comunidad. (p. 28)
Los presbíteros, por medio de la ordenación, adquieren participación en el servicio de
dirección que es propio del obispo. Su tarea era colaborar en la enseñanza y predicación,
cooperar en la celebración, y la labor de apoyo y representación. En un principio celebrar
la eucaristía no era tarea propia del presbítero sino del Obispo, pero con el tiempo ante el
crecimiento de la Iglesia, el Obispo encargaba a los presbíteros que residían en un lugar
determinado la celebración de la eucaristía. (p. 28)
Los primeros presbíteros no son “sacerdotes” en el sentido cultual de la palabra sino más
bien “pastores”. La celebración de la eucaristía no ocupaba un lugar especial . Hasta
entrada la Edad Media, la predicación se entiende como servicio de dirección. Esto explica
también que el título de “sacerdotes” sea aplicado exclusivamente para referirse al
presbítero recién a partir del s XI. (p. 29)
El ministerio de dirigir del obispo y igualmente el ministerio de colaborar en la dirección,
propio de los presbíteros, tienen también por objeto la actividad caritativa de la
comunidad.. El obispo lleva el título de “Padre de los pobres”, y este título se aplica
también a sus colaboradores, en primer lugar a los diáconos y luego también a los
presbíteros.
Con la unidad entre la Iglesia y el Estado del imperio constantiniano, el obispo y los
presbíteros como colaboradores asumen una función pública. No sólo celebran el culto
público, sino también asumen funciones administrativas y sociales que tienen por objeto
el bienestar público y privado. En algunos casos, luego de las invasiones bárbaras, serán los
obispos y los presbíteros quienes reorganicen la sociedad.
En los documentos de la Iglesia se pide a los ministros que su relación con el dinero, los
bienes y el trabajo sea acorde con el evangelio. Se los exhorta a llevar una vida austera y a
ser distinguidos no por sus ropas sino por la sencillez de vida.
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De esta manera, el sacerdote realiza la obra de la salvación cada vez que ofrece el
sacrificio. Y además se recomienda que cuanto más frecuente, mejor.
El culto eucarístico separado de la vida de una comunidad, lleva también a un ministerio
sin referencia a una comunidad. Y el sacramento del orden se entiende exclusivamente en
relación a la celebración de la Eucaristía. Se define como la “potestad para ofrecer a Dios
el sacrificio y celebrar la misa”. Santo Tomás de Aquino afirma que el sacramento del
orden está ordenado a la consagración de la eucaristía.
A tal punto era esta acentuación que queda desdibujada la figura del obispo. Lo
importante era ser sacerdote para ofrecer el sacrificio. Ser obispo es sólo una cuestión
jurisdiccional.
El ministerio exaltado de esta manera, más la categoría de funcionarios civiles que
adquirieron con el giro constantiniano hizo que el “clero” se fuera alejando cada vez más
de los “laicos”. A esto se sumaron otras cuestiones: la formación del clero, frente a un
pueblo inculto; la asimilación del sacerdote a la vida monacal, reforzado esto por el
celibato, que convierte al “estado sacerdotal” en un estado de perfección en contraste con
el imperfecto estado secular del laico.