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Existen tres tipos de acentos: el ortográfico, el prosódico y 
 el

diacrítico. Éste último es la clave para decodificar correctamente


En la escritura, cada una de las palabras y oraciones tienen un
sentido, un significado, una intención. Es como el cuerpo humano:
ninguno de sus órganos sobra; quizá unos tengan funciones mucho
más visibles o de mayor peso, pero todos participan para mantener
con vida al individuo.
Lo mismo ocurre con los elementos de la escritura, y uno esencial que le
permite «movilidad» es el acento diacrítico. ¿Por qué «movilidad»? Porque
gracias a este tipo de acento el mensaje no se queda «estancado», se evitan
confusiones o malas interpretaciones en lo que se quiere transmitir y se
consigue entablar una conversación.

A grandes rasgos, el acento ortográfico es el más común
 y conocido por


todos: es la rayita oblicua [´] que indica la sílaba con tilde que debe ser
pronunciada de una forma diferente a las otras sílabas. Por ejemplo: página,
acción, fácil. El prosódico, en cambio, es el tipo de acento que no se marca
con ninguna tilde, pero que sí indica dónde recae el acento en una palabra al
pronunciarla: edificio —recae en la i—, reloj —recae en la o.

En esta categoría entran las palabras monosílabas, que por regla sabemos
que no se tildan.

En cuanto al acento diacrítico —también llamado tilde diacrítica—, podríamos


decir que es la clave que nos permite decodificar correctamente el sentido de
lo que se expresa; es decir, este tipo de acento sirve para diferenciar aquellas
palabras que se escriben de la misma forma, pero que tienen significados
distintos.

Para entender a qué nos referimos, en el siguiente cuadro hay varios


ejemplos de su uso y función:
Casos especiales
• Pronombres demostrativos: se acentúan cuando sustituyen al nombre o
cosa mencionada, pero cuando lo tienen inmediato no es
necesario: Este periódico es de hoy; éste, de ayer.
―Eso, esto y aquello nunca se acentúan porque no tienen contraparte.

• Sólo y solo: se acentúa cuando es un adverbio y equivale a «únicamente»;


no se acentúa cuando es un adjetivo ―de soledad―: Enrique vino solo al
café… vino sólopara hacer las paces contigo.

Nota:

A partir de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española se


recomendó no acentuar los pronombres demostrativos —
éste, ésta, aquél, ése, etcétera— ni tampoco el adverbio sólo. Sin embargo,
no es una regla que deba utilizarse a fuerza sino a criterio de cada quien. Por
ello, en Algarabía decidimos continuar utilizando el acento diacrítico en estos
casos.

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