TESIS DOCTORAL
Realizada por
José Ballester Martínez
Dirigida por
Dr. Juan Miguel González Martínez
Dr. Pablo José Olivares-Olivares
2015
A la memoria de mi amigo,
José Manuel Pastor Osete
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, a mis directores de tesis, el Dr. Juan Miguel González Martínez y
el Dr. Pablo José Olivares-Olivares, por su orientación y dedicación durante estos años
de investigación. Ha sido un honor y un privilegio contar con sus consejos y ayuda.
A mis amigos, que me han apoyado durante esta larga temporada de “ausencia”, y
aún siguen alentándome cada día con sus mensajes y muestras de cariño. Espero
recuperar pronto todo el tiempo que no os he dedicado últimamente.
Por último, y de forma muy especial, a Ana Mª Flores Miralles. Sin ti, esta tesis
no hubiera sido posible. Tus conocimientos y experiencia como psicóloga me han
ayudado a solventar las dudas que iban surgiendo. Tu ayuda, comprensión y paciencia
en los momentos más difíciles han sido clave para no arrojar la toalla. Tu sonrisa y
alegría me han hecho sentirme feliz incluso en los momentos de mayor frustración. Por
ello quiero dedicarte esta tesis, como símbolo de amor que crece cada día junto al bebé
que llevas dentro.
LISTA DE TABLAS
Tabla 4.1: Ejemplos de factores que pueden influir en la expresión de una 119
interpretación musical (Juslin, 2003).
Tabla 4.2: Tabla resumen de los parámetros usados por los intérpretes para 152
comunicar emociones a través de la música (Juslin y Timmers,
2010).
Tabla 5.2: Continuo de los problemas psicológicos experimentados por los 291
músicos profesionales (Brodsky, 1996).
Tabla 5.3: Relación entre las respuestas adaptativas del organismo ante una 296
amenaza percibida y su interpretación sintomática.
Tabla 6.2: Las variables más relevantes de la muestra. Variables exclusivas de 395
la categoría “Alumno”.
Tabla 6.5: Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para 412
el grupo 1.
Tabla 6.6: Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para 413
el grupo 2.
Tabla 6.7: Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para 414
el grupo 3.
Tabla 6.9: Porcentajes totales en función del “Centro Educativo” y el Nivel de 416
AEM.
Tabla 6.11: Porcentajes totales en función del “Curso” y el Nivel de AEM. 417
Tabla 6.18: Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel 423
de AEM para el grupo 1.
Tabla 6.19: Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel 425
de AEM para el grupo 2.
Tabla 6.20: Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel 426
de AEM para el grupo 3.
Tabla 6.22: Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de 427
AEM para el grupo 1.
Tabla 6.24: Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de 428
AEM para el grupo 2.
Tabla 6.25: Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de 429
AEM para el grupo 3.
Tabla 6.29: Porcentajes totales en función de la “Ansiedad Rasgo” y el Nivel de 434
AEM para el grupo 1.
Tabla 6.35: Porcentaje de respuestas en los ítems del MPAI-A (Grupo 1). 442
Tabla 6.36: Porcentaje de respuestas en los ítems del MPAI-A (Grupo 2). 443
Tabla 6.37: Porcentaje de respuestas en los ítems del K-MPAI (Grupo 3). 446
LISTA DE FIGURAS
Figura 3.1: Le Bal (1634). Grabado en aguafuerte (primer estado de los dos que 28
se conocen), realizado por Abraham Bosse (Tours, 1602/1604-1676,
Paris) y publicado por Jean I Leblond.
Figura 3.2: Musical Festival in the Salzburg Dome, 1682. Grabado en cobre 29
realizado por Melchior Küsel.
Figura 3.5: Programa del concierto ofrecido por Paganini en el King´s Theatre, 45
Londres, 27 de junio de 1831 (Stratton, 2012).
Figura 3.6: Programa del concierto ofrecido por Liszt en Donnerstag, 5 de marzo 45
de 1831 (Weber, 2009).
Figura 3.7: Grabado realizado por Frederick Wentworth y extraído del diario 49
Illustrated London News (2 de marzo de 1872), que muestra a Wilma
Norman-Neruda como primer violín de cuarteto en los conciertos
populares de los lunes en St James’s Hall, Londres.
Figura 3.8: Programa del concierto de cámara ofrecido por The Beethoven 50
Quartet Society. Londres, 25 de mayo de 1846 (Weber, 2009).
Figura 3.9: Grabado que muestra el interior del edificio victoriano Royal Albert 55
Hall en su inauguración el 29 de marzo de 1871 (Sheppard, 1975:
191-2).
Figura 3.10: Fotografía que muestra a David Tudor interpretando “Variations II” 65
de John Cage. Concierto celebrado en Fylkingen (1963).
Figura 3.11: Fotografía que muestra la presentación del Acousmonium por Pierre 65
Schaeffer en el Groupe de Recherches Musicales (1974). Foto
extraída de INA GRM.
Figura 4.2: Secuencia musical idéntica con dos escrituras métricas alternativas 107
(Sloboda, 1983).
Figura 4.3: Partitura y gráfica con los perfiles de tiempo de diferentes 115
interpretaciones del comienzo del Estudio en Mi mayor Op. 10 nº 3
de Chopin, con un acorde final de tónica (Repp, 1997: 431).
Figura 4.5: Partitura de la Sonata en Sol Mayor D. 894 de Franz Schubert, 117
Allegro Moderato (3º Movimiento), compases 40-45.
Figura 4.6: Partitura de O légère hirondelle (aria de la ópera Mireille) de Charles 118
Gounod, Acto I.
Figura 4.7: Caricaturas de Liszt al piano, dibujadas por János Jankó en 1873. 127
Figura 4.10: Dos primeros compases de la Sonata en sol menor para flauta dulce y 154
bajo continuo HWV360 (Op. 1, Nº 2) de G.F. Haendel. Ejemplos de
la ornamentación utilizados en el estudio de Timmers y Ashley
(2007).
Figura 4.12: Escala de actuación estandarizada que refleja la relación entre el 211
grado de compromiso del estudiante y su habilidad interpretativa
(McPherson, 2000).
Figura 5.1(B): Proceso de desarrollo del TAS/FS. Modificado del modelo Olivares 275
y Caballo (2003).
Figura 5.2: Gráfico que muestra la predicción de la AEM (MPAI-A) a partir de 285
la ansiedad rasgo (STAI-T), cognición y género (Osborne y Kenny,
2008).
Figura 5.3: Gráfico de LeBlanc et al. (1997) que muestra las medidas de auto- 317
informe de ansiedad en tres condiciones de actuación.
Figura 5.4: Gráfico que muestra los niveles de AEM asociados a diferentes 319
contextos de actuación (Miller y Chesky, 2004).
Figura 5.5: Marco conceptual de la AEM (Papageorgi, Hallam y Welch, 2007). 326
Figura 5.6: Gráfico que muestra el cambio en el potencial del cerebro de un 334
trompista, inmediatamente antes de un solo orquestal (Wilson, 1994:
192).
Figura 5.7: Modelo del desarrollo, mantenimiento y salida de la AEM (Kenny, 366
2011).
Figura 5.8: Grafico que muestra la relación entre la calidad de la actuación y el 371
nivel de estrés puntuados por los expertos y por los propios actores, a
partir de dos ensayos y tres representaciones de la misma obra
(Wilson, 1994).
Figura 6.8: Distribución por “Horas de práctica” y Nivel de AEM para el grupo 424
1.
Figura 6.9: Distribución por “Horas de prácticas” y Nivel de AEM para el grupo 425
2.
Figura 6.10: Distribución por “Futuro Profesional” y Nivel de AEM en el grupo 2. 429
Figura 6.11: Distribución por “Futuro Profesional” y Nivel de AEM en el grupo 3. 430
Figura 6.13: Distribución por “Ansiedad Rasgo” y Nivel de AEM en el grupo 1. 434
Figura 6.14: Distribución por “Ansiedad Rasgo” y Nivel de AEM en el grupo 2. 435
Figura 6.15: Distribución por “Ansiedad Rasgo” y Nivel de AEM en el grupo 3. 437
Figura 6.16: Distribución por “Ansiedad Estado” y Nivel de AEM en el grupo 3. 439
Figura 6.17: Porcentajes obtenidos en las 6 subescalas de los “Estilos Educativos” 449
de los padres del grupo 1.
Figura 6.18: Distribución por subescala “Control Conductual” y Nivel de AEM en 450
el grupo 1.
Figura 6.19: Distribución por subescala “Humor” y Nivel de AEM en el grupo 1. 450
Figura 6.20: Porcentajes obtenidos en las 6 subescalas de los “Estilos Educativos” 452
de los padres del grupo 2.
ABREVIATURAS
AE Ansiedad Escénica
AEM Ansiedad Escénica en Músicos
AMPAS Escala de ansiedad escénica en músicos adolescentes (Adolescent
Musicians’ Performance Anxiety Scale)
AS Ansiedad Social
ASA Ansiedad Social de Actuación
CC Control Conductual
CIE Clasificación Internacional de Enfermedades
CSAI-2 Cuestionario de ansiedad estado competitiva (The Competitive State
Anxiety Inventory CSAI-2)
DCS Diseño Correlacional Simple
DSM Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (The
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders)
DT Desviación Típica
ESCOM Sociedad europea de las ciencias cognitivas de la música (European
Society for the Cognitive Sciences of Music)
FIM Federación internacional de músicos (Fédération Internationale des
Musiciens)
GERMS Modelo multidimensional de expresión de Juslin
I Incertidumbre
ICSOM Conferencia internacional de músicos sinfónicos y de ópera
(International Conference of Symphony and Opera Musicians)
K-MPAI Cuestionario de ansiedad escénica en músicos adultos de Kenny
(Kenny Music Performance Anxiety Inventory)
MEVN Miedo a la Evaluación Negativa
MPAI-A Cuestionario de ansiedad escénica en músicos adolescentes (Music
Performance Anxiety Inventory for Adolescents)
MPS Escala multidimensional de perfeccionismo de Frost (Frost´s
Multidimensional Perfectionism Scale)
OSI-R Cuestionario de estrés ocupacional-revisado (Occupational Stress
Inventory-Revised)
PAQ Cuestionario de ansiedad escénica (Performance Anxiety
Questionnaire)
S. Siglo
SPAI-C Cuestionario de ansiedad y fobia social (Social Phobia Anxiety
Inventory)
SPSS Software de análisis estadístico (Statistical Package for the Social
Sciences)
STAI Cuestionario de ansiedad rasgo/estado (State-Trait Anxiety
Inventory)
STAIC Cuestionario de ansiedad rasgo/estado en niños (State Trait Anxiety
Inventory for Children)
TAS/FS Trastorno de Ansiedad Social/ Fobia Social
ÍNDICE
Primera Parte
MARCO TEÓRICO
Índice
Índice
Segunda Parte
MARCO EMPÍRICO
Índice
I. Introducción
CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN
A esto debemos añadir que la actuación musical requiere un alto nivel de destreza
en una variada gama de habilidades como la motricidad fina y la coordinación, la
atención y la memoria, la estética, las habilidades interpretativas y el control de las
emociones. Alcanzar ese nivel de destreza exige años de práctica, la mayor parte en
solitario, y una constante e intensa auto-evaluación. Por ese motivo, es fácilmente
comprensible que un intérprete pueda verse abrumado al tener que demostrar ese nivel
de destreza siendo el centro de atención de un auditorio. Como señala Brandfonbrener
(1999: 101): “durante la actuación, el músico altamente capacitado o cualquier otro
artista expone su posesión más preciada, por no hablar de la parte más significativa de
su identidad como músico, a un juicio sobre el cual sólo tiene un control limitado”. Para
1
I. Introducción
los músicos su arte es una parte única de su propia identidad, cuando se sienten
criticados, o son auto-críticos, toda su identidad se siente amenazada. Así que, la
creencia de que “como músico, eres tan bueno como tu próxima actuación” a menudo
gobierna la vida de un intérprete, cuyo reconocimiento tiene que ser ganado en cada
actuación. Esta situación le coloca en una posición vulnerable, sobre todo desde el
punto de vista de la estabilidad emocional, pues un fracaso en el intento de alcanzar los
objetivos musicales marcados puede ser muy perjudicial. (Tubiana y Amadio, 2000)
En este marco es donde se inscribe la presente tesis doctoral, marco que delimita
la intersección entre dos disciplinas de lo humano: la Música y la Psicología.
2
I. Introducción
3
I. Introducción
60 años sobre los escenarios, si actuar en público se había convertido en algo así como
pasear por el salón de casa, me confesó1:
[...] ¿cómo? Ni mucho menos, me llevan los demonios cada vez que tengo que salir a
escena. El miedo tiene muchas caras y puede manifestarse de diferentes maneras
dependiendo del día, a veces lo tienes antes del concierto y desaparece cuando comienzas a
tocar; otras veces no lo sientes antes del concierto, pero te asalta súbitamente y te paraliza
cuando llevas un rato tocando [...] De todos modos, me considero adicto al miedo escénico,
porque me encanta salir al escenario, comunicarme con el público y sentirlo.
Esta confesión me hizo reflexionar sobre el tremendo impacto que podría tener la
AEM en la comunidad musical, puesto que incluso los más grandes artistas como
Achúcarro no han sido ajenos a ella (otros casos relevantes fueron María Callas, Enrico
Caruso, Pau Casals, Leopold Godowski, VIadimir Horowitz, Ignacy Paderewski y
Serguei Rachmaninoff). Por otro lado, muchos de mis compañeros de centro compartían
experiencias similares de AEM, lo cual me animó a incluir a los profesores de los
conservatorios participantes en la muestra del estudio empírico.
En este sentido, no hay que olvidar que los estudiantes de música comparten cada
día los factores de estrés comunes del colegio/instituto con la obligación de salir al
escenario del conservatorio y lidiar con los temores de la actuación en directo. La
anticipación de una actuación pública puede socavar la confianza del alumno más
talentoso en el momento que más necesita mostrar su capacidad interpretativa
(exámenes, audiciones, pruebas de acceso, etc.). En esa etapa, los estudiantes quieren
1
BALLESTER MARTÍNEZ, José. “Entrevista a Joaquín Achúcarro en Leioa”. Colección privada,
Murcia, 2009 (6 de julio). Sin publicar.
4
I. Introducción
hacer las cosas bien, pero los errores los expone a la evaluación negativa de la audiencia
sin que existan segundas oportunidades. Algunos estudios muestran que el grado de
estrés al que se ven sometidos los estudiantes durante los años de estudio y preparación
en un entorno de conservatorio es alto (Butler, 1995; Dews y Williams, 1989; Chesky y
Hipple, 1997; Valtonen, 19992). Por ejemplo, Valtonen (1999)3 encontró que un tercio
de todos los estudiantes de pre-grado de la Sibelius Academy, especializada en
interpretación, querían tener a su disposición servicios asociados al bienestar
psicológico.
A este respecto debemos añadir que los resultados obtenidos también pueden
servir para valorar la idoneidad del sistema de enseñanza actual previsto en los
conservatorios de música en España. Es necesario plantearse si las respuestas de
ansiedad que a menudo merman la capacidad expresiva del alumno, pueden ser también
consecuencia de ese sistema educativo, como apoyan los estudios realizados en otros
países (Dews y Williams, 1989; Gelber, 1988; Pruett, 1991; Zaza, 1992). En este
sentido, la actuación en público es un componente esencial en el aprendizaje de un
instrumento musical y en las programaciones de los conservatorios, pero los docentes de
música, al no ser psicólogos, puede que no estemos en las mejores condiciones para
garantizar un asesoramiento preciso sobre cómo nuestros alumnos deben hacer frente a
la AEM. Esto nos llevará inevitablemente a considerar la necesidad de recurrir a
servicios de orientación psicológica especializada para estudiantes de música, servicio
no disponible actualmente.
2
VALTONEN, Helge (1999). Kysely uusille opiskelijoille. Helsinki: Sibelius-Akatemia. Citado en
(Mäkirintala, 2008)
3
Ibid.
5
I. Introducción
estudio con los hallados en estudios realizados en otros países, con diferentes sistemas
educativos y culturas musicales.
Tras este capítulo introductorio, realizamos una revisión de la literatura con el fin
de presentar cronológicamente los estudios más representativos realizados en este
campo desde los años 80. Esta revisión sintetiza las principales conclusiones e
implicaciones extraídas de cada estudio, con el fin de poder establecer el punto exacto
en el que se inserta nuestra investigación.
El tercer capítulo abre el primero de los dos grandes bloques a los que hacíamos
referencia: el marco teórico. Este capítulo plantea un recorrido histórico para conocer la
evolución del concierto público, como institución musical y social, desde sus orígenes
hasta nuestros días. Nos centraremos en la evolución de la función social experimentada
por la música y el músico, desde ocupar un rol limitado al acompañamiento de eventos
sociales, hasta convertirse en el centro de atención y lograr congregar al público
simplemente por el placer de escuchar música de manera formal y regular. En ese
recorrido abordaremos algunos aspectos clave como la aparición del virtuoso, los
distintos géneros concertísticos, el diseño y gestión de las salas de concierto, la
expansión del público, y otros aspectos más actuales como la dicotomía entre música
nueva y música antigua, entre otros.
El cuarto capítulo, segundo de este marco teórico, está dedicado a los aspectos
relacionados con el hecho artístico, a los que da cabida la música. Nos referimos a las
relaciones interpersonales y el comportamiento de las personas que forman parte de ese
evento social que es el concierto público, prestando especial atención a la interacción
entre compositor, intérprete y oyente, así como al protocolo de actuación. En segundo
lugar, dedicaremos un apartado especial a los parámetros interpretativos que determinan
el éxito comunicativo del intérprete, los componentes de expresión planteados en el
modelo de Juslin, y la puesta en escena del intérprete. Seguidamente, analizaremos la
relación entre las emociones que evoca la música y las emociones extramusicales que
experimenta cualquier ser humano, como es el caso de la ansiedad. Este estudio será
6
I. Introducción
los datos. Posteriormente, exponemos los resultados vinculados a cada una de las
hipótesis y realizamos una discusión de resultados.
8
II. Revisión de la literatura
EVISIÓN DE LA LITERATURA
CAPÍTULO II
REVISIÓN DE LA LITERATURA
1980-1989
Hamann (1982) fue uno de los primeros investigadores que fundamentó sus
conclusiones sobre una base empírica, investigando el efecto general de la AEM y su
4
v. 5.3.5.
5
Tabla 5.7.
9
II. Revisión de la literatura
10
II. Revisión de la literatura
6
ADERMAN, M. et al. (1989). “Performance anxiety and nonmusic majors”. Dialogues in Instrumental
Music Education, Vol. 13, Nº 1, pp. 40-48. Citado en (Taborsky, 2007)
11
II. Revisión de la literatura
Wolfe (1989) examinó las relaciones entre la AEM y las variables personales
(edad, género, experiencia, instrumento, y el tipo de agrupación para la actuación). En
este estudio participaron 193 músicos profesionales y aficionados con edades
comprendidas entre 14 y 80 años. A los participantes se les administró cuestionarios
para medir la ansiedad adaptativa (que tiene efectos positivos en la interpretación),
ansiedad desadaptativa (que tiene efectos negativos), y la AEM; este último cuestionario
se dividió en dos partes, cognitivo-atencional y autónomo-emocional. Wolfe encontró
que los sujetos que tenían experiencia profesional informaron de una mayor ansiedad
adaptativa, menor ansiedad desadaptativa, y menor ansiedad cognitiva y emocional que
los músicos aficionados. Los instrumentistas de cuerda informaron de niveles
significativamente más altos tanto de ansiedad adaptativa como desadaptativa que otros
instrumentistas, mientras que el género y la edad no tuvieron un efecto significativo.
1990-1999
12
II. Revisión de la literatura
más intensa. Los autores concluyeron que la combinación de una audiencia de gran
tamaño y pocos co-intérpretes compartiendo escenario puede producir una situación en
la que es más probable que aparezca la AEM.
14
II. Revisión de la literatura
de ensayo con uno de los investigadores presente, y en un sala de ensayo con los cuatro
investigadores, además de un pequeño grupo de compañeros. Las medidas fueron
obtenidas utilizando monitores de frecuencia cardíaca durante cada actuación y el
cuestionario Personal Performance Anxiety inmediatamente después de cada actuación.
Los resultados mostraron incrementos estables en la ansiedad auto-informada con cada
actuación posterior. Por otra parte, los promedios de frecuencia cardíaca aumentaron
drásticamente entre la segunda y tercera situación de actuación. Aunque las mujeres
informaron de niveles más altos de ansiedad percibida y ritmo cardíaco frente a una
audiencia que en el caso de los varones, sus interpretaciones fueron consideradas de
mayor calidad.
2000-2010
16
II. Revisión de la literatura
Ryan (2004) examinó las relaciones entre género, AEM y calidad interpretativa.
En este estudio participaron 26 estudiantes de piano de sexto grado que asistían a
escuelas del sistema escolar urbano de Canadá. Se midió la frecuencia cardíaca de los
estudiantes en cuatro períodos de tiempo: punto de partida (durante una lección de
piano), sentado (en espera de salir a actuar), caminando (entrando al escenario), y
durante la actuación. La conductas ansiosas fueron observadas antes de tocar y durante
la actuación y se administró a los estudiantes un cuestionario para evaluar la ansiedad
estado-rasgo. Ryan encontró que aunque los niños mostraban conductas
significativamente más ansiosas que las niñas antes de tocar, la frecuencia cardíaca de
las niñas era mayor que la de los niños antes de tocar. Las niñas con una calidad
interpretativa moderada mostraron una mayor ansiedad que las niñas con puntuaciones
bajas o altas en calidad interpretativa, mientras que los niños no mostraron diferencias
significativas en los niveles de ansiedad en cada categoría de calidad interpretativa. El
género no fue un factor significativo en relación con la calidad interpretativa.
17
II. Revisión de la literatura
determinar si los niños de estos ciclos sufrían AEM. Los participantes completaron un
inventario de ansiedad en dos ocasiones, en la primera ocasión durante un período de
clase regular, y en la segunda, el día del concierto. Los resultados indicaron un aumento
significativo en los niveles de ansiedad antes del concierto, lo que sugiere que la AEM
podría ser problemática para los jóvenes estudiantes de ciclos iniciales. Ryan encontró
que el género no fue un factor determinante en los cursos intermedios de este ciclo, pero
señaló diferencias interesantes en cursos posteriores, especialmente entre sexto y
séptimo. El investigador concluyó que los hombres y mujeres músicos podrían
comenzar a mostrar respuestas específicas de género a la AEM alrededor de sexto.
18
II. Revisión de la literatura
escala lineal se comparó con sus auto-informes de AEM, medidos usando el MPAI-A.
Los resultados indicaron que la ansiedad rasgo y el género fueron los mejores
parámetros para predecir la AEM, y que la presencia de cogniciones negativas en su
registro de peores experiencias escénicas mejoraba aún esta predicción. Las chicas
mostraron un mayor distrés emocional que los chicos, y obtuvieron puntuaciones totales
significativamente más altas. Estos resultados confirman los patrones que se encuentran
en los músicos adultos y en otras formas de AE en niños (v. gr. ansiedad ante los
exámenes). Este estudio puso de relieve las cogniciones como un elemento importante
para abordar el tratamiento de la AEM en jóvenes.
2010-2015
19
II. Revisión de la literatura
las dos variables: AEM y nivel musical. Sus niveles de AEM eran bastante más altos
que la de los pianistas e instrumentistas de viento-madera y viento-metal).
*********************
20
II. Revisión de la literatura
7
ADERMAN, M. et al., op. cit., pp. 40-48.
21
Primera parte
MARCO TEÓRICO
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
I. La CAPÍTULO III
función social de la música a través del
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA MÚSICA A TRAVÉS DEL CONCIERTO
concierto público. Una perspectiva histórica
PÚBLICO. UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA
3.1. Introducción
25
Marco teórico
[...] el público va a una sala de conciertos, (en la mayoría de los casos adquiere “las
entradas”), se sienta en las butacas destinadas para él, organizadas en filas frente al
escenario. Se espera de él cierto comportamiento de contemplación y cordura mientras el
ejecutante envuelve de música todo el auditorio, desde su ubicación en el escenario, central
y preferiblemente alejada de los oyentes. Ahora la única participación explícita que se
espera de estos últimos se producirá al final de la obra, por los aplausos, con el debido
cuidado de no hacerlo en momentos “impropios”, entre los movimientos o secciones de
dicha obra. (Silva Contreras, 2007: 34-35)
Esa metamorfosis en la función social del intérprete, desde un rol servil destinado
a amenizar eventos religiosos y/o aristocráticos, en el que prima la improvisación y la
interacción distendida con los asistentes, hasta ocupar un lugar clave en ese ritual al que
hacíamos referencia, bajo estrictas normas de protocolo y respeto absoluto hacia la
partitura, es de especial importancia para comprender el contexto en el que se desarrolla
la AEM. La interrelación del intérprete y su entorno, representado por el público que
interactúa con el músico en el escenario, es el factor desencadenante de este fenómeno.
26
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Para esta revisión partiremos de los tratados publicados por los musicólogos
Fubini (2002) y Mila (1998), y las importantes aportaciones de investigadores como
Hildebrandt (1986), Lawson (2011), Siegmeister (1980) y Weber (2001a; 2001b; 2012),
entre otros.
Los orígenes del término “concierto” son inciertos. Se cree que al igual que ocurre
con la palabra concerto, puede derivar del latín concertare (formada por “con-” en el
sentido de unión y por “-certare” que significa competir) y consortium (“sociedad,
participación”), aunque también puede estar relacionado con el significado italiano
principal de concertare (“organizar, acordar, reunirse”) y el inglés consort. Desde el
punto de vista estrictamente musical, tal y como recoge el Harvard Dictionary of Music
(Apel, 1974: 191), el término “concierto” puede definirse como una interpretación
pública de música ante un grupo de personas reunidas con el propósito de escucharla8.
27
Marco teórico
algo habitual en la vida de los conciertos hasta la mitad del S. XIX, cuando algunas
instituciones de conciertos los convirtieron en un ritual de carácter noble, espiritual, y
vinculados estrechamente a la nueva estética del momento.
Figura 3.1. Le Bal (1634). Grabado en aguafuerte (primer estado de los dos que se conocen), realizado
por Abraham Bosse (Tours, 1602/1604-1676, Paris) y publicado por Jean I Leblond. Muestra una escena
cortesana en la que los asistentes bailan y conversan distendidamente mientras una agrupación de músicos
(fondo izquierda) ameniza la velada. Como vemos, los músicos no ocupan el centro de atención, sino que
permanecen en segundo plano.9
Como afirma el musicólogo William Weber (2001a), una importante serie de los
primeros conciertos tuvo lugar en Lübeck durante los años 1620 y 1630. Se llamó
Abendspiel, y más tarde Abendmusik, y era una hora de actuación tras la oración
vespertina, primero en el pequeño edificio Marienwerkhaus, y más tarde en el
ayuntamiento. Aunque la actuación seguía al oficio, se estableció como un evento
separado, y en 1700 el coro y la orquesta se integraban ocasionalmente en la actuación.
9
THE METROPOLITAN MUSEUM OF ART. The Collection Online. Disponible en:
<http://www.metmuseum.org/collection/the-collection-online/search/354641?rpp=30&pg=2&ft=le+bal&
pos=34> [Consulta: 14 de junio de 2013]
28
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Figura 3.2. Musical Festival in the Salzburg Dome, 1682. Grabado en cobre realizado por Melchior
Küsel. Muestra una actuación con cantos antifonales en la Catedral de Salzburgo para una de las fiestas
del Jubileo (Jubeljahr). Se pueden observar los dos coros repartidos entre los cuatro balcones,
acompañados de otros instrumentos (v. gr. trombones). (Salzburgo, Museo Carolino Augusteum) -
Imagen de dominio público. (v. Naylor, 1979: 40).
29
Marco teórico
En Italia los oratorios surgieron en el mismo período, como parte del esfuerzo
realizado en la Contrarreforma para revivificar la iglesia. Pero estos conciertos se
separaron gradualmente de la liturgia; en los primeros ejemplos en Roma y otras
ciudades, podían formar parte de los oficios o bien, acompañar un sermón,
principalmente los viernes y domingos de Cuaresma. A veces, se construían capillas
especiales (“oratorios”), para tal menester. Desde el principio, el oratorio fue el género
preferido por los mejores intérpretes y los aficionados más cultos, y a finales de S. XVII
dejó de estar vinculado a los sermones o a la liturgia. Este género llegó a parecerse
bastante a la ópera.
Por otro lado, el mundo de la ópera surgió dentro del dualismo entre la corte y la
ciudad. La red de teatros en ciudades italianas incluía una gran mescolanza entre las
instituciones de la corte y de la ciudad. Los teatros de ópera fueron importantes por ser
los primeros establecimientos independientes en los que se interpretaba música para
públicos de diversas clases sociales que pagaban una entrada; el primero abrió sus
puertas en Venecia en 1637. Eran relativamente pequeños, como señala Lawson (2011),
siendo el más grande de un tamaño similar al de una pequeña sala de cine de hoy en día.
La nobleza alquilaba gran parte de los palcos por un año (a veces de por vida), y los
asientos restantes estaban disponibles para los que adquirían una entrada única. Otro
30
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
10
Sucesión de notas del mismo valor que se tocan de forma desigual en el estilo francés, según el tempo y
el carácter de la música
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Marco teórico
que sucedía en las negociaciones implícitas entre personas con diferentes intereses. Más
tarde, los teatros de ópera comenzaron a ganar peso en la vida social y económica de las
urbes. Su afianzamiento continuaría durante el S. XVIII y principios del XIX, con un
protocolo mucho más variado, y manteniéndose como punto de reunión social clave
para las clases altas, aunque produciéndose menos interrupciones durante los conciertos
(Johnson, 1995; Weber, 1997).
Por primera vez el público se reunía para escuchar música como tal, un público de amantes
de la música en el que se admitía a cualquier persona adinerada y educada. Liberada de sus
funciones de servicio social, el arte se convirtió en objeto de libre elección, de preferencia
variable.
La liberación de la música como mero elemento servil trae consigo dos hechos de
gran importancia en el devenir del concierto público. Por un lado, el nuevo tipo de
relación entre la obra musical y el público, dado que, más que de un nuevo tipo de
relación, se podría hablar del nacimiento del auténtico concepto de público; y por otro,
el dualismo entre música religiosa y música profana en funciones muy distintas: la
ascesis mística y el objeto de placer.
Otro aspecto importante es el dualismo cada vez más evidente “entre quien
ejecuta la música y, en el mejor de los casos, la compone, por una parte, y quien la
escucha, por otra” (Fubini, 2002: 132). Durante la Edad Media, si bien es cierto que en
la música profana emerge la figura del trovador y el juglar, compositores y poetas que
en ocasiones eran también cantores de su propia obra; en la liturgia, por el contrario,
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
eclesiástica perdió a los dos últimos maestros capaces de ejecutar las más grandes
formas de este género. A partir de este momento, la música eclesiástica fue cediendo
terreno en favor de la música aristocrática de entretenimiento, hasta el punto en que ésta
comenzaba a desarrollar grandes formas propias como la sonata, el cuarteto de cuerda y
la sinfonía, que comenzaron a difundirse regularmente a través de ediciones publicadas.
Este cambio trajo consigo un cambio en las técnicas musicales, estableciéndose una
mayor disciplina en el ámbito de la interpretación, y la aparición de tratados musicales
como los de Quantz, Leopold Mozart y C.P.E. Bach, que abarcaban muchos aspectos de
la práctica contemporánea. En ellos se establece un paralelismo cercano entre la música
y el lenguaje, y se valora especialmente la habilidad del intérprete para emocionar al
público (Lawson, 2011).
Por otro lado, la función servil basada en el sistema de padrinazgo, que mantenía
al músico dentro de los palacios o a merced del mecenas de turno, comienza a alternar
con una propuesta distinta, como paradigma de músico moderno. Uno de los primeros
exponentes de esta propuesta sería W.A. Mozart:
Empezó a dar conciertos y a componer para beneficio propio, creando el tipo del moderno
artista “independiente”, paralelo al libre empresario en la esfera económica. Estimulado
espiritualmente por su independencia (aunque físicamente estaba a punto de morirse de
hambre), comenzó a componer obras de atrevida oposición a la nobleza y al viejo orden en
general. (Siegmeister, 1980: 68)
Sin embargo, este nuevo tipo de músico autónomo encarnado por Mozart y
Beethoven, seguiría alternando con el sistema de padrinazgo. Aunque las actuaciones a
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
cargo de los músicos de la corte irían cambiando gradualmente a las salas de conciertos
de las grandes ciudades. Durante el S. XVIII el poder personal de los monarcas dio paso
a las estructuras burocráticas y la actividad política pública, y las instituciones urbanas
comenzaron a reemplazar a los palacios como foco de la vida social y cultural de las
clases altas. Los conciertos eran ofrecidos por combinaciones de aficionados y
profesionales, dependiendo del tamaño y calidad de los establecimientos de música en
la corte. Esto supuso que en determinados momentos se crearan tensiones entre
aficionados y profesionales, como ocurría con frecuencia en las sociedades musicales de
Gran Bretaña. De hecho, Weber (2012: 40), que toma como referencia a Johnson,
destaca las grandes protestas de 1767 en contra de llevar cantantes de Londres a Halifax
para actuar en un oratorio, y la disolución de la Edinburgh Musical Society como
consecuencia de diferencias de este tipo. La Society of the Friends of Music en Viena
llegó a un interesante compromiso respecto a la actuación de aficionados durante las
tres primeras décadas después de su fundación en 1814. Los profesionales no podrían
aparecer en sus series orquestales (los Conciertos de la Sociedad), pero actuarían en
selecciones de ópera y piezas virtuosísticas en los entretenimientos nocturnos de menor
escala. Esta dicotomía viviría su último episodio en la Revolución de 1848, con la
división entre los conciertos de aficionados y de profesionales (Weber, 2009).
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Marco teórico
estableció como serie de conciertos públicos. Hacia 1850 todos los músicos eran
profesionales.
Las cortes alemanas empezaron a abrir sus conciertos al público en las dos últimas
décadas del S. XVIII. La viuda de Federico el Grande así lo hizo tras su muerte en 1787,
y Federico Guillermo II y sus sucesores continuaron esa política. La corte de Baviera
hizo lo mismo en 1784, comenzando unas series de conciertos de abono a los que se
admitían tanto nobles como burgueses, y donde las obras de los compositores de
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Figura 3.3. Programa de concierto. “Concert Spirituel”, Saal der Gesellschaft derMusikfreunde (Sala de
la Sociedad de amigos de la música).Viena, 10 de marzo de 1833. Conservado en la Universitaat der
Musik und Darstellende Kunst, Viena. Extraído de Weber (2008)
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Marco teórico
gestionados de manera similar por consejos de nobles, y sirvieron de referencia para las
sociedades orquestales del S. XIX.
Por último, destacar que durante el S. XVIII y la primera mitad del S. XIX, se
celebraron conciertos en las casas de familias aristocráticas y burguesas, que eran
bastante parecidos a los conciertos públicos. Los músicos solían actuar en salones, y la
música llegaba a ser en algunos casos, el centro de atención. Pero no siempre era así, y a
finales del S. XVIII aún proliferaban los eventos musicales donde la música ocupaba un
papel secundario. Veamos el gráfico relato del compositor y violinista Ludwig Spohr
sobre una velada celebrada en la corte de Braunschweig en 1800:
Estos conciertos cortesanos en la mansión de la duquesa se celebraban una vez por semana,
y resultaban sumamente ingratos para la orquesta de la corte, dado que, según la costumbre
imperante en aquel entonces, mientras duraba la música se jugaba a las cartas. La duquesa,
con objeto de no verse molestada durante el juego, había ordenado que la orquesta tocara
siempre piano. En consecuencia, el Kapellmeister había eliminado las trompetas y los
timbales y ponía un severo empeño en que jamás se produjera un forte. En vista de que tal
cosa, y por muy quedo que tocara la orquesta, no siempre podía evitarse en las sinfonías, la
duquesa mandó extender bajo la orquesta una gruesa alfombra, a fin de amortiguar la
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
sonoridad. Con lo que el “¡Juego! ¡Paso!”, etcétera, se oía continuamente más alto que la
música. (Hildebrandt, 1986: 20)
El ocaso de la aristocracia en las primeras décadas del S. XIX dio como resultado
la eliminación gradual del sistema de padrinazgo y, con él, la secularización de la
música aristocrática. Por otro lado, continúa la progresiva desvinculación de la música
como actividad al servicio de un texto, de una liturgia, o de un mensaje. Como afirma
Hildebrandt (1986: 22):
No quiere ya ser misa u oratorio, cántico o carmen nupcial, coral o danza; la música quiere
liberarse de todo el lastre que constituye el lenguaje, las palabras y la devoción, y
precisamente en esta época, en torno a 1800, su mayor adversario no es un príncipe ni un
revolucionario de la cultura ni un sacerdote dogmático sino... ¡la voz humana!, pues es ella
la que continuamente quiere decir palabras, cantar canciones, narrar historias, rezar
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Marco teórico
oraciones, describir cuadros y lograr significación. La autonomía de la música supone su
liberación del canto, lo que a su vez supone la música instrumental.
Nos encontramos ante un nuevo episodio del sempiterno dualismo entre música
vocal y música instrumental. Los dos tipos de música se necesitaron y rivalizaron entre
sí a lo largo de esta historia. Y no fue hasta el S. XX cuando en las actuaciones públicas
sólo se programaban piezas vocales o instrumentales. A pesar de que los cuartetos de
cuerdas estaban ofreciendo conciertos sin ningún componente vocal en Viena y París en
1815, los cantantes seguían apareciendo en algunos de estos conciertos, y la gran
mayoría de las series de orquesta incluían piezas en solitario o corales hasta la Primera
Guerra Mundial (Weber, 2012: 44). No obstante, los conciertos organizados por
aristócratas en salas privadas no se vieron condicionados de forma tan estricta por la
moda imperante de programar obras vocales e instrumentales de forma intercalada. Por
ejemplo, Weber (2012: 45) se basa en la investigación realizada por el musicólogo John
A. Rice para señalar que la emperatriz Marie Therese de Habsburgo, cantante por
derecho propio, presentó alrededor del año 1800 varios conciertos a la semana
compuestos casi enteramente por piezas vocales, generalmente ópera bufa u ópera seria.
Los patrones de la música de cámara de Beethoven igualmente celebraban
representaciones privadas dedicadas estrictamente a cuartetos y géneros relacionados. El
heredero inglés al parecer ofreció un concierto en Devonshire House en 1823
compuesto por números de ensemble de Il turco in Italia de Rossini (1814), cada parte
iniciada con una sonata para trompas (Neubauer, 1992).
Por otro lado, el mundo del concierto sufrió una agitación durante la primera
mitad del S. XIX debido a la drástica expansión de sus bases comerciales. Los cambios
sociales de la época, la invención de la litografía, las mejoras en los pianos y otros
instrumentos, la construcción de grandes salas, los teatros de ópera, el desarrollo del
marketing y técnicas de venta agresivas, y las posibilidades de transporte, permitieron el
florecimiento de las carreras de virtuosos e influyeron igualmente en la vida de los
músicos de orquesta, produciendo una expansión de la música pensada para atraer a más
público que en épocas anteriores.
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
cuyos extractos eran interpretados por virtuosos en conciertos y salones, y más tarde
adaptados a los aficionados para tocar o cantar en casa. En este proceso, virtuosos como
Liszt y Paganini hicieron grandes fortunas en sus giras de conciertos, al igual que otros
importantes artistas posteriores.
41
Marco teórico
En este contexto emerge la figura del intérprete virtuoso, como sujeto respetado e
idolatrado por el público, que iba a verse fuertemente influenciado por esta nueva
corriente. El auditorio demandaba nuevas emociones que sólo podían ser satisfechas
mediante un dominio técnico interpretativo de gran nivel. Este avance técnico se
produjo como respuesta a la cada vez mayor variedad y riqueza del contenido musical.
En este sentido, y a medida que las partituras se difundían más ampliamente, las
indicaciones interpretativas tendían a ser aún más precisas. En la música alemana, la
complejidad de los acompañamientos restringió gradualmente la libertad que tenían los
cantantes para ornamentar. De hecho, Lawson (2011: 28) reproduce las palabras del
compositor J. F. Schubert para señalar que “las composiciones de Mozart, Haydn,
Cherubini y Winter presentan menos adornos que las de Salieri, Cimarosa, Martin y
Paisiello”. Por otro lado, y como este autor añade, el establecimiento de conservatorios
en toda Europa tuvo como principal objetivo fomentar el virtuosismo técnico, como
aspecto de la interpretación fácilmente evaluable. De esta forma, el aficionado comenzó
a desaparecer del mundo del concierto público y la actuación virtuosística fue ocupando
progresivamente la atención de la vida concertística. Los instrumentistas tocaban más
rápido, y los cantantes cantaban notas más agudas. El piano mantuvo un puesto central
tanto en el ambiente doméstico (había arreglos para piano a cuatro manos de casi toda la
música orquestal) como en el escenario de concierto, donde Franz Liszt se convirtió en
el máximo exponente de un nuevo tipo de virtuoso itinerante. De hecho, sus
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Figura 3.4. Grabado que muestra a Liszt tocando en la Academia de Canto de Berlín12, ciudad en la que
el compositor e intérprete obtuvo un éxito sin precedentes en el año 1842, época en la que su fama era ya
internacional y sus giras siempre triunfales. Extraído de Blanning (2011)
12
“Las mujeres llevaban su imagen [la de Franz Liszt] en camafeos y broches, se peleaban por conseguir
los posos de su taza de café, desgarraban sus pañuelos y sus guantes, guardaban sus colillas en dijes con
incrustaciones de diamante, convertían las patas rotas de su piano en brazaletes, etc. Una caricatura de la
43
Marco teórico
Y ahora el demonio tienta sus propios poderes; como si quisiera poner a prueba al público,
tocaba en primer lugar, y por así decirlo, con él, dándole a escuchar lo más profundo y serio
hasta enredar, como aquel que dice, a cada cual en las mallas de su arte y, a partir de ese
instante, lograr que todo transcurriese justo como él quería. Ese su poder de subyugar a un
público, de elevarlo, de arrastrarlo consigo y dejarlo caer, puede que no se encuentre en
ningún otro artista en tan alto grado, excluido Paganini. [...] hay que oírlo y también verlo,
Liszt en modo alguno podría tocar tras un forillo, pues ello haría que se perdiera una gran
porción de su poesía (extraído de Hildebrandt, 1986: 174).
Heinrich Heine, poeta y ensayista alemán del S. XIX, hizo una breve descripción
de uno de sus conciertos de la temporada musical de 1841, dejando también constancia
de hasta qué medida la gestualidad interpretativa de Liszt, sus apoyaturas miméticas,
cambiaron y se decantaron a lo largo de su decenio como virtuoso:
Si, por ejemplo, tocaba al pianoforte una tempestad, veíamos saltar los relámpagos en su
rostro mientras sus miembros se cimbreaban como bajo una galerna y los luengos
mechones de su cabello diríase que chorreaban a causa del representado aguacero. Y
cuando toca algo que representa una formidable tronada, se yergue por encima de la misma,
como el viajero que está en una cima mientras en el valle sigue tronando: las nubes han
quedado muy atrás en sus pies, en torno a los cuales se enroscan los relámpagos cual
culebras y él levanta la cabeza sonriendo hacia el puro éter13.
La legendaria aparición ante el público se halla dominada por una gracia llena de soltura,
por una indolencia que es preciso calificar ya de virtuosística, por una tranquilizante
elegancia que parece querer decir: lo conseguiremos, ustedes y yo. Pues la situación
fundamental cuando se trata de este artista, del Liszt que por fin se presenta ante el público,
época de un concierto ofrecido por Liszt en Berlín en 1842 muestra a un público de mujeres
entusiasmadas gritando, desmayándose, intentando subirse al escenario, observándolo con unos
binoculares (desde la primera fila) y lanzándole flores mientras toca el piano” (Blanning, 2011)
13
Extraído de HEINE, Heinrich. The Works of Heinrich Heine [En línea]. Disponible en:
https://archive.org/stream/worksofheinrichh04heinuoft/worksofheinrichh04heinuoft_djvu.txt [Consulta:
20 de diciembre de 2015]
44
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
se ha trocado a la inversa: la fiebre de las candilejas es del público de quien se ha
apoderado; la gente (todos nosotros) aguarda con nerviosismo en sus butacas, con
desconcierto y, en el pleno sentido del término: perturbada. Ahí está, Franz Liszt. ¿Qué
podrá conmover a este hombre en este tenso y gran momento?. (Hildebrandt, 1986: 173)
Figura 3.5. Programa del concierto ofrecido Figura 3.6. Programa del concierto ofrecido
por Paganini en el King´s Theatre, Londres, 27 por Liszt en Donnerstag, 5 de marzo de 1831.
de junio de 1831. Extraído de Stratton (2012) Extraído de Weber (2009)
45
Marco teórico
Para concluir, y como afirma Silva (2007: 21), paralelamente a la nueva función
del músico dentro de la sociedad, “el artista en general recibe un trato especial, que le
acredita la suprema y única posibilidad de llegar a lo más profundo del ser”. El carácter
divino de la música medieval es desplazado a las personas que la protagonizan, y se
mitifica al músico, en contraste con el carácter de oficio humano que tiene el ser
músico.
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Es importante destacar que, si bien en esta época era habitual referirse a estos
conjuntos orquestales como “orquestas sinfónicas”, durante el S.XIX la mitad de
cualquier programa solía contener música vocal. Las sinfonías de Haydn, Mozart y
Beethoven se interpretaban generalmente al comienzo o final de los programas, aunque
cada vez eran más valoradas como modelos de buena música. A pesar de esta
valoración cada vez más positiva, esta música no gozaba aún de la popularidad de las
arias y escenas de óperas y oratorios, las cuales destacaban poderosamente a mitad de
los programas. Los fragmentos de óperas de Rossini, Donizetti y Bellini aparecieron en
muchos conciertos orquestales, y sus nombres o bustos a menudo se colocaban en las
paredes junto al de los venerados compositores vieneses. Hasta final del S. XIX, los
programas se parecían a los de finales del S. XVIII por su gran número de piezas y su
correspondiente longitud, en comparación con la costumbre en el S. XX. En Londres, la
Philharmonic Society continuó interpretando de forma habitual diez obras o fragmentos
hasta la década de 1870.
Sin embargo, y como señala Weber (2001a), los conciertos orquestales fueron el
principal contexto en el que se produciría el cambio de repertorio, pasando de música
contemporánea a música clásica. En los conciertos de la Gewandhaus, por ejemplo,
entre las interpretaciones de todas las obras (no sólo las piezas individuales), la
proporción de compositores vivos se redujo del 70% (década de 1820), a poco más del
20% (década de 1870). Por aquel entonces la proporción de interpretaciones de obras de
compositores fallecidos aumentó a más del 50% en casi todos los conciertos
orquestales. Además, surgió un catálogo internacional de grandes obras aceptado en
47
Marco teórico
toda Europa, muy diferente de los repertorios nacionales separados que habían existido
en el S. XVIII. Se utilizó el término “música clásica” para definir esta música. Aunque
las obras de Mozart y Beethoven se situaban en el centro de este repertorio, se
interpretaron muchos otros compositores, como Bellini, Corelli, Cherubini, Donizetti,
Gluck, Rossini, Spontini, Viotti y Weber.
Figura 3.7. Wilma Norman-Neruda como primer violín de cuarteto en los conciertos populares de los
lunes en St James’s Hall, Londres. El grabado, realizado por Frederick Wentworth y extraído del diario
Illustrated London News (2 de marzo de 1872), también muestra a Louis Ries (violín 2º), Ludwig Straus
(viola) y Alfredo Piatti (cello). (Bashford, 2003: 7)
49
Marco teórico
Figura 3.8. Programa del concierto de cámara ofrecido por The Beethoven Quartet Society. Londres, 25
de mayo de 1846. Conservado en el Centre for Performance History (Royal College of Music). Extraído
de Weber (2009)
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
1840, los coros formados por aficionados se habían convertido en algo habitual,
fundamentalmente en la Sacred Harmonic Society de Londres, muchos de cuyos
miembros pertenecían a clases medias. La nueva habilidad de enseñar a cantar con
cierto éxito, a grandes masas corales de aficionados, aumentó enormemente los recursos
interpretativos durante el resto del siglo. Coros de diferente tamaño, estatus social y
habilidad musical surgieron en toda Europa y América, interpretando desde los
oratorios más famosos de Haendel hasta las óperas de compositores como Rossini,
Donizetti y Verdi. El Mannergesangverein, por ejemplo, fundado en Viena en 1843, fue
un referente entre los coros de lengua alemana, combinando canciones populares y
líricas con oratorios.
Por último, destacar que a principios del S. XIX se hizo cada vez más habitual que
los niños actuaran en público, de la misma manera que los profesores de música
comenzaron a organizar eventos para sus estudiantes y alumnos, a menudo de sólo 14 ó
15 años de edad, en los nuevos conservatorios. Los programas de música para masas
corales llevaron a estos conciertos a una escala mucho mayor. En Francia, a partir de la
década de 1840, el Orfeón Nacional organizó festivales en los que podían llegar a cantar
1000 niños. En Alemania los primeros liceos presentaron conciertos para niños, como
por ejemplo, el de Conradsdorf (Silesia) en 1847, con su jugendliches volksliederfest
(festival juvenil de canción popular) (Weber, 2001a).
51
Marco teórico
El diseño del edificio tampoco permite ningún contacto social entre intérpretes y
oyentes. Parece, de hecho, diseñado expresamente para mantenerlos separados. Ni
siquiera el diseño envolvente de ciertos auditorios modernos, como la Filarmónica de
Berlín o el Roy Thomson Hall de Toronto pueden ocultar el hecho de que una sala de
conciertos alberga dos grupos separados de personas que nunca se encuentran. Como
afirma Small (1998: 27), “la tecnología de la sala de conciertos ha producido un
aumento en la claridad acústica, pero esa claridad es equilibrada con una pérdida de
sociabilidad. Eso, por supuesto, es el rumbo de la tecnología; todas tienen un precio.
Parece que nuestra cultura contemporánea de música clásica siente que esa ganancia en
claridad acústica justifica la pérdida de sociabilidad”.
14
v. apartado 4.2
52
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
53
Marco teórico
Desde la década de 1830, tal y como señala Weber (2001a: 228), muchas salas de
conciertos fueron construidas y gestionadas por fabricantes de piano y editores de
música, esencialmente para los conciertos virtuosísticos y benéficos. Firmas como
Erard, Pleyel y Herz construyeron salas en París, y los editores Breitkopf & Hartel
hicieron lo mismo en Berlín y otras ciudades alemanas. Durante el S. XIX, la oficina
londinense de la firma de pianos Bechstein tomó el liderazgo en la creación de salas, en
estrecha colaboración con sus tiendas y la representación de artistas de gira. Por la
década de 1890 un pianista podía comprometerse fácilmente con una firma como
Bechstein para disponer de los instrumentos preparados en cada fase de una gira en
Europa o América.
Las salas de música que aparecieron durante los años 1840s y 1850s estaban
orientadas mucho más al público y a los intereses comerciales, centrándose en cantantes
estrella y la participación de una pequeña orquesta en lugar de un piano. La gente de
clase media-baja que asistía a estos eventos había presenciado previamente música en
público principalmente en teatros, con canciones y comedias, lo que se llamó vaudeville
en Francia. Las selecciones de ópera italiana, británica o francesa también se
programaron en casi todos los teatros (Weber, 2012: 58-59). Por ejemplo, en 1862 el
Weston's Music Hall de Holborn anunció que ofrecería “Grandes obras de Mozart”, un
popurrí de obras de Rossini y una pieza extraída de Gustavus III (1833) de Daniel
Auber, curiosamente, una selección de música para cuatro instrumentos basada en obras
de Felix Mendelssohn y Vincent Wallace. Más aún, la Canterbury Hall, situada en
Lambeth, cruzando el río desde Westminster, presentó la primera versión británica en
1859 del Fausto de Charles Gounod, en estilo de concierto (Weber, 2009: 292). Sin
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III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
embargo, la gran mayoría del repertorio comprendía canciones populares como “Look
out for a rainy day” y “Champagne Charlie”.
Las salas de conciertos creadas tras la mitad del S. XIX muestran el papel
representativo que los conciertos habían llegado a tener en la vida cultural europea. La
más importante fue la Musikvereinsaal de la Gesellschaft der Musikfreunde en Viena.
Construida en 1870, ocupó un lugar central en la nueva Ringstrasse, avenida hecha
posible gracias a la eliminación de la antigua muralla de la ciudad y, como tal, no fue
simplemente un lugar de recreo, sino más bien una importante institución cívica
nacional. Similar en importancia fueron el Royal Albert Hall de Londres (1871), la
Tonhalle de Zürich (1891) y la Jahrhunderthalle en Breslau (1900). La capacidad del
Royal Albert Hall para albergar a más de 6000 espectadores estableció una nueva escala
de espacios para conciertos (v. Figura 3.9). Esta sala estaba, y aún sigue estando,
destinada a ser un espacio polivalente de montaje, es decir, no sólo para albergar
conciertos sinfónicos, sino también bailes, reuniones políticas, combates de boxeo, y
similares.
Figura 3.9. Grabado que muestra el interior del edificio victoriano Royal Albert Hall en su inauguración
el 29 de marzo de 1871. Imagen extraída de Sheppard (1975: 191-2)
Este tipo de salas son las que, a pesar de haber servido muy bien para las
actuaciones sinfónicas durante más de cien años, están siendo reemplazadas hoy en día
por edificios más especializados. Esto significa que prácticamente todas las obras
55
Marco teórico
musicales compuestas antes de finales del S. XVIII o principios del S. XIX, y muchas
otras posteriores, se encuentran fuera de su configuración original cuando se interpretan
en una sala de conciertos.
música. Pero a la afición de este hombre de negocios por la música se le añade también
una afición por el periodismo, la cual le permitiría no mucho más tarde escribir sus
propias reseñas críticas. En 1880 funda la agencia de conciertos Hermann Wolff y, en
1882, participa decisivamente en la fundación de la Orquesta Filarmónica de Berlín y en
la Sociedad Filarmónica. Una antigua pista de patinaje, el “Skating Rink”, es
acondicionada para sala de conciertos bajo el nombre de Philarmonie, y los “conciertos
de esponsales” de Benjamin Bilse se transforman, bajo la dirección de Büllow, aunque
por lo general con los mismos músicos, en acontecimientos musicales metropolitanos.
Berlín se convierte en un centro musical, y ello se debe en gran medida a la iniciativa de
Hermann Wolff (Hildebrandt, 1986: 280-1). En 1914, ya se había desarrollado una
industria internacional de gestión de conciertos.
57
Marco teórico
[…] esa profunda revolución que se está perfilando en el mundo de la música y también
fuera, que no deja de lado la instauración de una relación nueva con un público también
nuevo; ya no hay que pensar en el saloncito aristocrático ni tampoco en la élite, constituida
por la alta burguesía, de la elegante sala de conciertos parisiense, sino en el público de
masas de la naciente sociedad industrial. […] una nueva época se atisba en el horizonte, la
cual revolucionará de modo radical las categorías estéticas elaboradas por la sociedad del
pasado. La sociedad de masas, que apenas comienza a perfilarse entonces en el horizonte de
la historia, exige del artista efectos más potentes y, desde un punto de vista cualitativo,
diferentes. El virtuosismo orquestal de Berlioz o el pianístico de Liszt o el violinístico de
Paganini no cuentan con un parangón similar en toda la historia de la música, tratándose
como se trata de fenómenos que se dirigen a un gran público [...]. (Fubini, 2002: 300-301)
58
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
(1854), y en París tres series por separado, las de Jules Pasdeloup (1861), Edouard
Colonne (1873) y Charles Lamoureux (1881). Viena llegó sorprendentemente con
retraso en la formación de una nueva orquesta, la Concert Orchestra de 1899.
Del mismo modo, los coros y bandas entraron en la vida concertística de la gente
de clase media baja y trabajadora que anteriormente habían tenido poco que ver con
ella. Los conciertos de banda se presentaron como una institución dentro de la vida
concertística de este momento, gracias al impulso que dio la apertura de parques reales
y aristocráticos al público, y la expansión de las bandas militares durante las guerras
napoleónicas. Como explica Weber (2001a: 229), los conjuntos militares trajeron un
alto nivel de profesionalismo musical a los instrumentos de viento, y en Inglaterra, por
ejemplo, la Royal Military School of Music en Kneller Hall, estaba formada por músicos
del ejército, muchos de los cuales se convirtieron en directores de las mejores orquestas
de Londres. En Estados Unidos, durante el S. XIX la Marine Corps Band ofreció
actuaciones semanales en la Casa Blanca, los cuarteles militares y el Capitolio; J.P.
Sousa, quien la dirigió desde 1880, y posteriormente abandonó en 1892 para formar su
propia banda, se encuentra entre las figuras más destacadas en la vida musical de la
nación. Los conciertos de banda adquirieron una etiqueta social no muy diferente a la de
los conciertos del S. XVIII y los teatros de ópera, donde se produjo un contacto social
informal incluso teniendo a la música como principal foco de atención. La glorieta para
músicos, que se desarrolló en Francia durante la Revolución, le dio un estilo
arquitectónico distintivo a estas ocasiones.
59
Marco teórico
a las clases altas e incluso a las clases medias. Sus actividades estaban estimuladas por
los concursos en festivales.
Por otro lado, los gustos formados alrededor de 1850 continuaron existiendo en el
S. XX, en una medida considerable, y la música nueva, aunque cada vez más
controvertida y menos interpretada en su conjunto, todavía se ofrecía y presentaba a
menudo en interacción creativa con los clásicos. No obstante, algunos viejos conflictos
se harían más evidentes que antes, precisamente alrededor de las dicotomías entre lo
popular y lo clásico, y entre lo nuevo y lo viejo. Como expresa Siegmeister (1980: 97),
“mientras que los compositores burgueses altamente adiestrados continúan produciendo
composiciones ‘serias’ para un público cada vez más reducido de conocedores y
especialistas, las masas populares, que no tienen interés alguno en esta clase de arte,
60
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
tanto porque no expresa sus pensamientos y sus vidas como porque nunca han tenido la
oportunidad de oirla a menudo para que les sea familiar su estilo, toman como suyas las
creaciones de los grupos de música popular”. Esas composiciones serias a las que se
refiere Hildebrandt, eran el resultado de una búsqueda por parte de los compositores de
un arte más impersonal, alejado de la expresión de las emociones humanas del estilo
romántico. Se persigue “la contemplación abstracta, con sensaciones distintas, con
visiones de belleza remota, con el ‘color puro’ y la ‘forma pura’” (Siegmeister, 1980:
94). Este nuevo lenguaje rompe totalmente con la histórica expresividad del estilo
anterior, mucho más atractivo para un oyente neófito, precisamente por la afinidad entre
las emociones evocadas por la música y las emociones humanas. Esto ha hecho que la
programación de obras de compositores contemporáneos en los auditorios actuales, se
haya convertido en una auténtica rareza:
61
Marco teórico
público más allá de la sala de conciertos (Morgan, 1993). En primer lugar, las
posibilidades de grabación cambiaron fundamentalmente el carácter de la ejecución
musical, y el estudio de grabación originó una nueva veneración por la precisión técnica
que a su vez se introdujo en la sala de concierto. La industria de la grabación ha influido
enormemente en la comercialización de diversos tipos de músico, tanto en el campo de
la música popular como en el de la música clásica. En segundo lugar, algunos tipos de
música completamente nuevos, como el Jazz, la música para Big-Band y el Rock 'n' roll,
revitalizaron la vida pública y concertística desde comienzos de S. XX, y aún se
mantienen en plena ebullición hoy en día.
Por último, destacar la división cada vez más perceptible entre músicos
aficionados y músicos profesionales, fundamentalmente en orquestas y coros. Este
hecho, no obstante, favoreció un nuevo tipo de interacción entre aficionados y
profesionales en la música rock. Desde los años 1960 los jóvenes formaban bandas en
comunidades locales con la ambición de convertirse en profesionales de alto nivel,
motivados por el éxito de estrellas como The Beatles o The Rolling Stones. Además,
áreas de música popular comenzaron a desarrollar su propia pedagogía. Mientras
muchos cantantes y compositores de finales de S. XIX y comienzos del S. XX fueron
educados en conservatorios o con profesores tradicionales de música, la formación de
62
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
63
Marco teórico
15
Técnica de composición basada en la edición de fragmentos de sonidos de la naturaleza o de procesos
industriales grabados conjuntamente mediante un grabador de cinta o magnetófono. Las primeras piezas
de “musique concrète” fueron creadas por Pierre Schaeffer, quien colaboró con Pierre Henry. En 1950,
Schaeffer dio el primer concierto (no emitido) de música concreta en la École Normale de Musique de
París. Posteriormente en ese mismo año, Pierre Henry colaboró con Schaeffer en la Symphonie pour un
homme seul (1950), la primera obra importante de música concreta. En París en 1951, en lo que se
convertiría en una tendencia global, la RTF creó el primer estudio para la producción de música
electrónica.
64
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Figura 3.10. David Tudor interpretando Figura 3.11. Presentación del Acousmonium 17 por
“Variations II” de John Cage. Concierto Pierre Schaeffer en el Groupe de Recherches
celebrado en Fylkingen (1963). Foto realizada Musicales (1974). Curioso escenario para un
por Stig A. Nilsson. Extraída del primer número concierto de música. Foto extraída de INA GRM18
de la revista Fylkingen International Bulletin 16
Precisar el límite que separa a los sonidos musicales de los ruidos se convirtió en
el objetivo de innumerables experimentos en este ámbito. Las obras de Varèse y el
Ballet mécanique de George Antheil, escrito en 1924 para diez pianos e instrumentos y
máquinas eléctricas, incluyendo hélices de avión, son un claro ejemplo de ello. Los
recursos electrónicos desarrollados a lo largo del S. XX amenazaron con usurpar
totalmente el papel del intérprete. Sin embargo, y como recuerda Lawson (2011: 30-1),
la notación musical se extendió incorporando elementos gráficos no convencionales
para inspirar la improvisación, mientras que los principios aleatorios (o de probabilidad)
también constituyeron una fuente de experimentación. La indeterminación surge cuando
al intérprete se le pide elegir el orden del material o se le guía mediante algún proceso
hacia un orden evidentemente aleatorio o fortuito, como ocurre en la obra Variations II
(1963) de Cage, destinada “para cualquier número de intérpretes, cualquier sonido o
combinaciones de sonidos producidos por cualquier medio, con o sin otras actividades”.
16
Fylkingen International Bulletin [En línea]. Disponible en: <http://www.hz-journal.org/n19/
hayashi.html> [Consulta: 15 febrero 2014]
17
Sistema de difusión del sonido diseñado por François Bayle en 1974, y utilizado originalmente por el
Groupe de Recherches Musicales (GRM) en la Maison de Radio France. Consiste en 80 altavoces de
diferentes formas y tamaños, diseñado para la reproducción de cinta magnetofónica
18
INA GRM. La création et la recherche dans le domaine du son et des musiques électroacoustiques [En
línea]. Disponible en: <http://www.inagrm.com/categories/un-orchestre-de-haut-parleurs> [Consulta: 15
febrero 2014]
65
Marco teórico
19
Publicado en la primera edición del Groves´s Dictionary (1890)
66
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
Figura 3.12. The Academy of Ancient Music, con su director Richard Egarr al clavicémbalo, durante una
actuación20.
20
Foto extraída de: NPR MUSIC. The Academy of Ancient Music plays J.S. Bach at Carnegie Hall [En
línea]. Disponible en: <http://www.npr.org/2014/09/09/347087214/carnegie-hall-live-the-academy-of-
ancient-music-plays-j-s-bach?autoplay=true> [Consulta: 13 febrero 2015]
67
Marco teórico
Desde comienzos de S. XX hasta nuestros días, los estilos de música popular que
mayor repercusión internacional han tenido son el jazz (en la primera mitad del siglo) y
el rock (en la segunda mitad). Ambos de origen estadounidense, comienzan su
expansión concertística entre los años 1930 y la década de 1950. Las modas que se
habían desarrollado en las salas de baile y clubs en un primer momento parecían ajenas
a la sala de conciertos, debido al papel aparentemente funcional de la música y el toque
informal de las prácticas musicales y sociales, pero en cada caso el estilo de expresión
cambió para permitir al término “concierto” parecer apropiado. Tales repertorios habían
aparecido periódicamente en salas de concierto antes de la década de 1930, pero se
21
El musicólogo y especialista en música popular Philip Tagg (1982: 40) define el concepto de música
popular partiendo de aspectos socioculturales y económicos:”La música popular, a diferencia de la
música culta, (1) es concebida para ser distribuida de forma masiva, y frecuentemente a grupos grandes y
socioculturalmente heterogéneos. (2) Es distribuida y almacenada de forma no escrita. (3) Sólo es posible
en una economía monetaria industrial donde se convierte en una mercancía y, (4) en sociedades
capitalistas, sujetas a las leyes del libre mercado, según la cual idealmente debe vender lo más posible, de
lo menos posible, al mayor precio posible”.
68
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
presentaban principalmente como una curiosidad (Weber, 2001a: 231). Entre 1935 y
1945, primero el swing y más tarde el bebop, fueron muy solicitados por un nuevo
grupo de aficionados y críticos blancos en los EE.UU. que discutían la seriedad de
ambos estilos. El concierto generalmente citado como el descubrimiento del jazz fue
ofrecido por Benny Goodman22 en el Carnegie Hall de New York, el 16 de enero de
1938. Esa noche Goodman y su orquesta acompañante reclamaron un nuevo lugar para
el jazz en la escena cultural estadounidense, en lo que ha llegado a ser considerado
como el concierto de jazz más importante de la historia. Históricas igualmente fueron
las actuaciones de bebop por Eddie Condon en el Town Hall de New York en 1942,
cuya sofisticación rítmica atrajo la atención de los amantes del género. Estas
actuaciones constituyen las primeras jam sessions23 de esa sala.
Como señala Tirro (2001: 52), la mayor presencia del jazz en las salas de
conciertos quedó confirmada con algunas actuaciones en la Philharmonic Hall de Los
Ángeles, entre ellas el primer concierto denominado Jazz at the Philhamonic organizado
por el productor Norman Granz en Los Ángeles en 1944, al que seguirían varios más y
una sucesión de giras bajo el mismo encabezamiento. En ese concierto inicial celebrado
en el Philharmonic Auditorium de Los Ángeles, Granz presentó al trío de Nat «King»
Cole, Benny Carter, Meade Lux Lewis, Illinois Jacquet, Nick Fatool, Barney Kessel y
otros músicos en lo que era una mezcla de jazz clásico, estándar y moderno (Tirro,
2001: 52). Otros eventos que fortalecieron la presencia del jazz en las salas de
conciertos fueron las giras de Charlie Parker y Dizzy Gillespie, durante la década de
1940, y más tarde las de Dave Mulligan, el Dave Brubeck Quartet y el Modern Jazz
Quartet, en la década de 1950. No obstante, los locales donde se accedía al género
también estaban en fase de transformación. Si hasta los años cuarenta, los teatros y salas
de baile eran los recintos más adecuados para las bandas de estilo swing, esta época
supuso el auge de los clubes especializados. La más célebre «calle del jazz» de todas, la
calle 52 neoyorquina estaba ocupada por un sinfín de clubes donde los músicos tocaban
desde el crepúsculo hasta el amanecer. En la década de 1960 los compromisos de
universitarios abrieron nuevas posibilidades para los conciertos de jazz, y el cierre de
los clubes en la década de 1980 y principios de los años 90 orientaron al jazz aún más
hacia la sala de conciertos (Weber, 2001a: 231). Los conciertos de jazz fueron
22
Conocido como el “Rey del Swing”
23
Encuentro informal de músicos que tocan música improvisada para su propio disfrute
69
Marco teórico
Durante las últimas décadas de S. XX hasta nuestros días, esta evolución ha ido en
paralelo a la progresiva sofisticación de la puesta en escena, dando lugar a verdaderos
espectáculos multimedia capaces de congregar a miles de espectadores en un mismo
concierto (v. gr. Jean Michel Jarre, Pink Floyd, U2). En los últimos años, los intérpretes
70
III. La función social de la música a través del concierto público. Una perspectiva histórica
se han beneficiado de las oportunidades que ofrecen la radio, la televisión, los CD, MP3
y diferentes plataformas de descarga a través de internet como Spotify o Youtube, para
la difusión de sus interpretaciones individuales. Mientras tanto, y como señala Lawson
(2011: 31), la gestión orquestal ha considerado los programas educativos como una
manera de llegar a la comunidad y tender puentes entre la vida diaria y la sala de
conciertos, reubicando al público en el centro de la actividad musical.
*********************
71
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
II. LaCAPÍTULO IV
actuación muscial: Un ritual comunicativo
LA ACTUACIÓN MUSICAL: UN RITUAL COMUNICATIVO
4.1. Introducción
73
Marco téorico
con el negro, con la intención de recrear la escala de doce sonidos en pintura. De esta
manera, la escala de color pasaba del blanco puro al negro, con la intención de
conseguir cierta analogía entre ambas artes. A principios del S. XX, la habilidad
sinestésica del compositor Alexander Scriabin, le permitió asociar cada tonalidad con un
color determinado, creando un sistema de colores ordenado según el círculo de quintas
que utilizó en su obra Prometheus: El Poema del Fuego. Se han analizado otras
similitudes como la tonalidad en la obra musical, asociada al color predominante en el
lienzo; el silencio o su equivalente espacial que es el vacío, un elemento expresivo de
especial importancia en el ámbito musical que se relaciona con áreas de baja actividad
pictórica; el tratamiento de capas y planos de un cuadro asociado al entramado
polifónico de una obra musical; o conceptos como el ritmo, la repetición, la imitación o
la variación, estrategias de composición básicas en música que están igualmente
presentes en la pintura, pues los cambios expresivos resultan esenciales en el arte.
La partitura no es más que una serie de instrucciones codificadas para los intérpretes y no
se puede decir que sea la obra misma (aunque el hecho de que podamos llamarla “música”
da a entender que la consideramos de vital importancia), en tanto que el consenso común
acepta que cualquier ejecución, por más eminente que sea el intérprete no abarca más que
parcialmente la esencia de la obra. Parece como si la obra misma sólo existiera como una
idea en la mente del compositor, del ejecutante (que la toca lo mejor que se lo permite su
capacidad, pero no deja de tener dolorosa conciencia de la brecha abierta entre su concepto
y los sonidos reales que produce) y del oyente (que en una ejecución está atento a aquellos
sonidos que concuerden lo más estrechamente que sea posible con la idea que tiene de la
74
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
obra); es una abstracción que quizá nunca se pueda concretar perfectamente en sonidos
reales. (Small, 2003a: 37)
Pero si hay un aspecto de las artes escénicas que las diferencia del resto y que las
caracteriza como un fenómeno vivo e impredecible, es su carácter efímero. Cobran
sentido en el preciso momento de su recreación, como formas de expresión artística
concebidas bajo un concepto de fugacidad en el tiempo, porque sólo en el transcurso del
tiempo existen. Para el actor norteamericano John Malkovich, ésta es la cualidad que
más aprecia del teatro: “Es algo consustancial al propio espectáculo y se manifiesta no
solamente cuando cambias de público o vas a otra ciudad, sino cada noche. El teatro no
ha sido concebido para que se perpetúe” 24 . En este sentido, la pianista y pedagoga
Monique Deschaussées toma como referencia la analogía entre música y arquitectura
que establece Paul Valéry en su obra Eupalinos o el arquitecto, para afirmar:
[…] las arquitecturas del mundo sonoro, tan pronto se desvanece el último eco de la última
nota, desaparecen como los palacios mágicos de los cuentos de las Mil y una noches. La
partitura se vuelve a cerrar y sólo quedan en nuestras manos unas hojas misteriosas llenas
de jeroglíficos. La interpretación musical es efímera por naturaleza y el intento,
verdaderamente embriagador, de petrificarla, de dejarla plasmada en una grabación, es
contrario a su misma esencia; porque la interpretación es un acto de amor entre el intérprete
y la obra que él fecunda, pero su fruto sólo “vivirá” si es recibido por un auditorio de seres
vivos y vibrantes unidos en y por la magia del instante. (Deschaussées, 1991: 130)
Este hecho hace que una obra musical carezca de pleno sentido si no es el marco
de la actuación, en esa comunión a la que hacíamos referencia entre el intérprete,
encargado de transformar el silencio que envuelve una partitura en música, y el público
que asiste a ese momento mágico. La música, a diferencia de una pintura acabada en
una pared del museo, permanecería muda, encerrada en un libro y acumulando polvo en
un estante si no fuera por los esfuerzos del intérprete. Éste contribuye con su tiempo y
pensamiento y el cuidado a la música; sumando su energía vital, emociones e
interpretación al mensaje del compositor, dando vida a la música. Cualquier intento de
inmortalizar ese momento resulta estéril, incluso para las grabaciones, incapaces de
captar la química especial que surge sobre el escenario en esa especie de comunión
24
AGENCIA EFE. “John Malkovich reivindica el carácter efímero del teatro”. elmundo.es. [En línea].
2010 (18 de mayo) [Consulta: 15 febrero 2014]. Disponible en: <http://www.elmundo.es/
elmundo/2010/05/18/paisvasco/1274208397.html>
75
Marco téorico
76
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
25
Dunsby (2001: 368) cita a Clynes y Wallin
26
Traducción al español del término “Musicking” que hace el propio autor, Christopher Small (1999),
con el fin de subrayar el aspecto interactivo de la música. Eso implica no sólo tocar o cantar, sino también
escuchar, proporcionar material para tocar o cantar; lo que llamamos componer; prepararse para actuar;
practicar y ensayar; o cualquiera otra actividad que pueda afectar la naturaleza de ese encuentro humano
que llamamos una actuación musical.
77
Marco téorico
Goffman, al que hacen referencia Platz y Kopiez (2013: 168), la define como “toda la
actividad de un participante dado, en una ocasión dada, que sirve para influir de alguna
forma en otro participante”. Desde esta perspectiva, la interpretación musical se
compone de las actividades de todas las personas presentes en un concierto.
78
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Figura 4.1. Modelo de Ejecución Musical como Proceso Comunicacional de Shifres (2002)
79
Marco téorico
80
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Si una obra musical existe en las relaciones entre los sonidos, tal y como los
intérpretes los crean y los oyentes los escuchan (los intérpretes, por supuesto, son
oyentes también), entonces existe sólo en la interpretación. Para Small (1998: 113), su
identidad y cualquier significado que pueda tener está encarnado en el acto de musicar28
propiamente dicho, siendo inseparables de él:
Una vez que la interpretación ha acabado, la obra “existe”, si podemos decirlo así, sólo en
la memoria de los que la han escuchado, incluyendo a los que la han interpretado. Sólo la
partitura, con sus instrucciones escritas para la interpretación, tiene una existencia real
continua; el resto es memoria. Si un músico cualificado es capaz, en referencia a la
partitura, de escuchar en su mente cómo sonará la interpretación, no convierte a la obra en
nada más que una existencia imaginaria. A este respecto, es como cualquier otro objeto o
evento imaginado o recordado.
28
v. Nota nº26 a pie de página
81
Marco téorico
El acto de musicar está representado por el ritual social que envuelve al hecho
musical. Cada sociedad tiene un patrimonio específico de creencias, ideas, valores,
mitos que unen a una comunidad con sus ancestros, a los individuos entre sí, a estos con
su especie. Un sistema de encuentros humanos en que la gente se une para alcanzar
significados, explorarlos y también celebrar por unos momentos su humanidad
compartida y su sentido de quiénes son y a dónde pertenecen. Todas las culturas tienen
en común la misma base de funcionamiento (producción de mitos, ritos, costumbres,
valores...), pero al mismo tiempo la diversidad de culturas es rica y abundante. Los
rituales sociales son reconocidos por los antropólogos como el lugar de origen de
muchos aspectos de la actuación. Consiste en la repetición estereotipada de una
actividad para conseguir un efecto mágico. El patrón conductual se repite no sólo por
hábito sino porque ha adquirido un significado místico. Durante la representación del
ritual, cada minuto se concentra en conseguir la mayor intensidad posible de la
experiencia. Los participantes se involucran emocionalmente, a veces de forma tan
poderosa, que llegan a quedar “atrapados” en esa experiencia olvidando su propia
identidad. Los orígenes de la actividad pueden ser arbitrarios, accidentales u olvidados,
pero se le atribuye un importante significado social o religioso (v. gr. Fumar la pipa de
la paz, partir el pan, etc.). Rituales de este tipo forman parte del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad que protege la UNESCO29, como es el caso del Flamenco o
la Música de los Bakhshis del Jorasán.
El ritual se fusiona con la actuación en sociedades tribales en las que hay una
frecuente división entre intérpretes (sacerdotes, chamanes, etc.) y audiencia
(congregación). En este sentido, y como afirma Wilson:
Las obras y oratorios de Navidad escritos en Europa [...], enlazan ceremonia con
espectáculo, y las óperas tienen muchos elementos que recuerdan a ritos mágicos. La ópera
incorpora frecuentemente escenas religiosas (por ejemplo, el Himno de Pascua en
Cavalleria Rusticana, bodas en The Marriage de Figaro, coros patrióticos en Aida,
representaciones tradicionales en I Pagliacci, y otros eventos sociales, tales como
competiciones en Los Maestros Cantores). Las obras de Wagner en particular resaltan la
conexión con el ritual, y Parsifal tiene un aire tan religioso que tradicionalmente se le pide
al público que no aplauda como muestra de respeto. (Wilson, 1994: 24)
29
v. UNESCO. Patrimonio inmaterial [En línea]. Disponible en: http://www.unesco.org/
culture/ich/index.php?lg=es&pg=00001 [Consulta: 28 de febrero de 2014]
82
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Como afirman Lehmann, Sloboda y Woody (2007), “las salas de música clásica
de todo el mundo tienen una ‘identidad’ esencial que refleja un consenso históricamente
cultivado y socialmente construido sobre el contexto ideal para la recepción de la
música clásica. Los asientos y la construcción de las salas maximizan la comodidad y
están diseñados para permitir que todos tengan la experiencia visual y acústica más
similar posible. Se hace todo lo posible para centrar la atención en lo que está
sucediendo en el escenario. La iluminación se atenúa en el auditorio, y la decoración a
menudo es escasa y relajante, con todas las líneas convergiendo en el podio”.
En este contexto, Nicolas Bourriaud, al que hace referencia Cook (2013: 273),
establece la base de su “estética relacional” o idea del arte, tomando como horizonte
teórico el ámbito de las interacciones humanas y su contexto social, más que la
afirmación de un espacio simbólico independiente y privado. En otras palabras,
30
v. 3.5.3.
83
Marco téorico
Bourriaud propone que una de las funciones primordiales del arte es construir relaciones
sociales entre sus espectadores. Esta “estética relacional” que defiende Bourriaud
conecta directamente con el “Musicar” de Small, que establece una compleja red de
relaciones entre todos los participantes de una actuación musical. Esta red permanece
mientras dura la actuación:
En el centro de la red están las relaciones que crean los músicos entre los sonidos.
Alrededor, y alimentando a, y alimentado por las relaciones sónicas, están las relaciones
entre los músicos, entre los músicos y los oyentes, si hay algunos, entre los oyentes, así
como con el compositor, si hay alguno aparte de los músicos que tocan, y con cualesquiera
otras personas que estén presentes; o incluso con otras de importancia que estén ausentes,
los antepasados quizás, o los que todavía no han nacido, o la deidad que es la
personificación de las relaciones ideales. (Small, 1999: [En línea])
Por último, este análisis del proceso comunicativo que hemos realizado, deja de
manifiesto la absoluta necesidad de lo que Meyer (2005: 60) denomina “universo
discursivo común en el arte”, ya que como añade, “sin un conjunto de gestos comunes
al grupo social, y sin respuestas habituales comunes a dichos gestos, no sería posible
ningún tipo de comunicación. La comunicación presupone, surge y depende del
universo discursivo que en la estética de la música recibe el nombre de estilo”.
84
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Como nos legaron las partituras cuyo contenido es estable e inmutable, esas criaturas
mitológicas en sí mismas son vistas estables e inmutables. No pueden estar vivos en el
presente. Tienen31 que estar muertos para ser inmortales, y tienen que ser inmortales para
ser héroes de leyenda. (Small, 1998: 89)
Esta veneración por la partitura, como fruto estable e inmutable engendrado por
los grandes maestros de la música ha permanecido durante siglos como la aproximación
musicológica tradicional. Este enfoque plantea que la composición (a menudo
identificada con la partitura impresa o escrita) existe en sí misma como un objeto
autónomo puro, separado de cualquier interpretación específica o de cualquier contexto
específico en el que pudiera oírse. En este sentido, la vida concertística ha estado
dominada por la idea de que las obras musicales tienen una realidad continua que
trasciende cualquier posible interpretación que se haga de ellas, que como afirma Small
(1998: 113), “cada obra musical que escuchamos tiene, en algún lugar ‘ahí fuera’, una
correspondiente entidad platónica que existe previamente y, de hecho, independiente de
toda interpretación, una entidad para la que todas las interpretaciones posibles son sólo
aproximaciones, efímeras y eventuales. Esta idea se debe en parte a la innegable
existencia continua de las partituras como objetos permanentes, que dan a las obras
musicales la ilusión de solidez, pero es el resultado de la tendencia incluso mayor en el
pensamiento europeo, de crear entidades abstractas desde las acciones y después,
31
La cursiva es de Small
85
Marco téorico
tratarlas como si fueran más reales que las acciones reales a las que se refieren”. La
musicología tradicional ha fomentado esta forma de pensar mediante la promoción de
actividades tales como el análisis de la partitura, analizando la estructura y el contenido
de la música de una manera que hace poca o ninguna referencia explícita a las
interpretaciones reales.
Tal y como ocurre con los sacerdotes, el intérprete reclama el derecho a interpretar el texto
sagrado y de imponer su interpretación a los demás. Y si, como muchos sacerdotes,
sucumbe al pecado de la soberbia, de creerse por encima de, o por lo menos igual, al
profeta, puede encontrarse a sí mismo debidamente castigado por aquellos que conocen la
partitura, especialmente por los profesionales curadores y expositores del texto que son
conocidos como los críticos y los musicólogos. (Small, 1998: 113)
Sin embargo, esta corriente tradicional ha cedido ante la creciente importancia del
intérprete como figura de culto a la que rendir pleitesía:
Son los cantantes, una soprano dramática y un tenor ligero, y no Richard Wagner, quienes
reciben los elogios en el Tristan und Isolde. Los auditorios que se arrojan a los pies de un
director “divino” para adorarlo, olvidan fácilmente la contribución de Beethoven a su
propia partitura y alaban la grandiosidad de la versión de un director en particular, de la
Novena Sinfonía. La sobreenfatización actual del papel del intérprete está en fuerte
contraste con la desestimación que recibía en períodos anteriores. (Dorian, 1982: 18)
Esta sobreenfatización actual del papel del intérprete, a la que Dorian hacía
referencia, ha dado paso progresivamente a una nueva corriente musicológica centrada
más en el intérprete que en la partitura, ensalzando la relevancia del proceso
86
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
interpretativo. En este sentido, Small añade que “la interpretación es para los intérpretes
y los oyentes, no para los compositores y, ciertamente, tampoco para sus obras ni para
los musicólogos. La obligación del intérprete, en otras palabras, no es hacia el
compositor (que probablemente esté muerto y no pueda protestar), ni hacia la obra, sino
para su propio disfrute o el de los oyentes, si es que los hay”. (Small, 1998: 217)
Ya no existe algo así como la música pura. Cada objeto o evento musical se
encuentra en un contexto social e involucra actores humanos, con sus suposiciones,
antecedentes y motivaciones. Los objetos y eventos musicales, por tanto, tienen ricos
significados sociales y propósitos para todas las partes involucradas, compositores,
intérpretes y oyentes. Ninguna música sucede a menos que esté cumpliendo un
propósito para alguien, o esté siendo usada para algo. Esta perspectiva se centraría en
las diferencias específicas entre diferentes situaciones que surgen en diferentes
ambientes, las construcciones sociales, y los propósitos que rodean el acto musical.
Otros investigadores, igualmente intentan arrancar esa función servil del intérprete
para con el compositor. Es el caso de Eugène Narmour, una referencia en el campo de la
Psicología musical, que habla de esa “interrelación triárquica” desde una perspectiva
historicista, pero desmarcándose de ciertas creencias románticas:
87
Marco téorico
música. Pero a pesar de todos sus esfuerzos para traducir sus deseos e intenciones, la
partitura nunca puede ser exacta. Sólo contiene los elementos que deben ser
considerados prácticamente invariables, tono, valores relativos de las notas, o los
detalles de articulación rítmica; pero hay otros que, incluso bajo la más estricta
interpretación, deben ser considerados variables de acuerdo a las condiciones
específicas en las que se interpreta la música. Como afirma Sessions (1971: 83), “a esta
categoría pertenecen no sólo las indicaciones dinámicas, y cuestiones tan intangibles
pero vitales como la nitidez con la que las mayores articulaciones rítmicas han de ser
“resaltadas”, o el tiempo y espaciamiento, lo que podríamos llamar la “respiración” de
la música, la fracción de espacio que debe haber entre frases o períodos o secciones,
para que el oyente capte el sentido apropiado del movimiento.” Es labor del intérprete,
encargado de “dar vida a esa partitura”, y de su imaginación, descubrir los gestos
musicales inherentes al texto musical, y después reproducirlos de acuerdo a sus propios
puntos de vista; es decir, con mayor participación por su parte. Ésta es sólo otra manera
de decir que, una vez que ha descubierto las intenciones del compositor, debe dedicarse
a la tarea de reproducirlas con la máxima convicción. Para Sessions (1971: 78), “sin
lugar a dudas, ambos elementos; la fidelidad, no tanto al texto como a la música tal
como se expresa en el texto; y la convicción animada por la naturaleza musical del
intérprete, son esenciales. Sin la fidelidad, una interpretación es falsa; sin convicción, no
tiene vida; en otras palabras, apenas es música.”
88
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
de élite que consigan interpretaciones de gran calidad de estas obras. Las mismas obras
justifican los recursos invertidos en ellas y siempre justificarán tales recursos en
cualquier momento y lugar.
89
Marco téorico
Sin embargo, y como añade Meyer (2005: 60), “el oyente puede adoptar la actitud
del compositor; puede ser consciente en el acto de escuchar. Los musicalmente
ejercitados, y quizá también los instruidos en las restantes artes, tienden, debido a las
actitudes críticas que han desarrollado en conexión con sus propios esfuerzos artísticos,
a volverse conscientes y objetivos en todas sus experiencias estéticas. Y ésta es sin duda
en parte la razón por la que los músicos ejercitados tienden a objetivar el significado, a
considerarlo como un objeto de la cognición consciente”.
32
v. 3.5.3
33
Como afirma la investigadora Laura Silva (2007), inicialmente el público tenía una participación más
directa en la ejecución. Es decir, hacía saber su apreciación de las obras en el propio momento de
ocurrencia de las mismas con alabanzas o abucheos, más que ahora, cuando esta participación se ha
trasladado sólo para el final del concierto.
34
v. 4.2.
90
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Para Davidson (1997: 212), esta etiqueta social opera en dos direcciones, ya que
hay ciertos comportamientos que los intérpretes esperan del público: en términos
generales, usar ropa más informal que ellos, aplaudir conforme el intérprete avanza
sobre el escenario para ocupar su posición, sentarse en silencio durante una actuación,
aplaudir después de la actuación, incluso aplaudir vigorosamente para que el intérprete
sienta la necesidad de tocar una propina o pieza fuera de programa.
Este protocolo resulta más flexible en otros contextos de actuación, en los que los
límites entre el intérprete y el oyente son mucho más confusos, incluso hasta el punto de
llegar a ser inexistentes. Por ejemplo, en los conciertos de rock, el público se mueve
enfervorecidamente, agitando las manos, haciendo palmas, cantando y bailando al son
de la música, etc., pudiendo llegar a ser una parte integral de la propia actuación. De la
misma forma, las jam sessions de jazz fomentan una interacción distendida entre
intérpretes y audiencia, en el que suelen aplaudirse los solos instrumentales en el
transcurso de la música. En otros contextos (v. gr. karaoke, discotecas populares),
cualquier persona del público puede ocupar el lugar del intérprete durante un tiempo. En
algunos lugares (v. gr. el gospel, rituales tradicionales o tribales), todos los presentes
cumplen la función de intérprete.
[…] el hecho mismo de que no se quejan, que parece que no tienen ganas de influir en el
transcurso de la actuación, puede señalar un estado de ánimo, que quizás es no sólo estético
sino político también, en el sentido más general de la palabra. (Small, 1999: [En línea])
91
Marco téorico
ritmos de la interpretación. Ese contenido emocional existe tanto para el intérprete como
para la audiencia y es el primer elemento del impacto estético de una actuación musical.
De forma paralela, el hecho de que el músico se convierta en el centro de todas las
miradas tiene consecuencias en su comportamiento sobre el escenario. Desde esa
perspectiva, podremos discutir posteriormente los factores que influyen directamente en
ese comportamiento, con una incidencia directa a nivel interpretativo. Nos referimos a
la AEM.
Esa habilidad a la que se refiere Bach, es la que hace que hablemos de actuaciones
“inspiradas” de artistas, que “tocan como los ángeles”, y que tanto oyentes como
intérpretes puedan experimentar una sensación de asombro ante el poder aparentemente
imprevisible de algunas actuaciones. No obstante, y debido a la complejidad de la tarea,
35
BACH, Carl Philipp Emanuel (1753). Essay on the True Art of Playing Keyboard Instruments.
Londres: Eulenburg Ltd., 1974, William J. Mitchell, trad. y ed., pp. 148. Este ensayo es la 1ª parte del
que fuera publicado por primera vez en 1753, se cuenta entre los documentos manuscritos más
importantes jamás realizados sobre interpretación musical, como depositario de la práctica y sabiduría del
S. XVIII.
92
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
93
Marco téorico
El verdadero artista vive sólo en la obra que él concibe, y que después interpreta como el
compositor pretendía. Desprecia dejar que su propia personalidad intervenga de forma
alguna; todos sus esfuerzos se emplean en dar vida, en mil colores brillantes, a todos los
efectos sublimes e imágenes que la autoridad mágica del compositor encerró en su obra.
37
v. 4.2.
94
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
mejor que la propia obra. En este sentido, el compositor Igor Stravinsky acota, aún más
si cabe, los límites de acción del intérprete afirmando que:
Sólo a través del ejecutante el auditor puede ponerse en contacto con la obra musical. Para
que el público pueda darse cuenta de lo que es y de lo que vale esta obra, es necesario, ante
todo, que esté seguro del valor de quien la presenta y de la conformidad de esa presentación
con la voluntad del compositor. (Stravinsky, 2006: 157)
95
Marco téorico
El intérprete, a pesar de su intolerable arrogancia, es totalmente innecesario excepto porque
sus interpretaciones hacen la música comprensible para un público bastante desafortunado
por no ser capaz de leerla impresa. (Vinasco Guzmán, 2013: 62)
Pero al igual que en otras formas de arte, no existe una interpretación única e ideal
para una obra concreta; a pesar de que cada interpretación implica algún tipo de análisis
(Levy, 1995). El campo de análisis musical ofrece diversas explicaciones para el
contenido de una determinada composición. Por ejemplo, una pieza puede ser vista
como una jerarquía de relaciones entre las partes y el todo, como el curso lineal que
sigue la tensión armónica, o como una sucesión de estados de ánimo que da lugar a una
unidad de carácter (Sundin, 1984). Sin embargo, el análisis de la música a través de la
partitura no indica cómo un artista puede realmente producir la interpretación deseada
(Dunsby, 1995).
Por ese motivo, se establece una segunda corriente de pensamiento que defiende
la importancia del intérprete como elemento esencial del proceso comunicativo, y que
entronca con el enfoque centrado en la “persona” al que hicimos referencia
anteriormente 38 . Esta corriente es la que Meyer (2001) denomina referencialista, y
sostiene que la música comunica otros significados más allá de los que aporta la propia
partitura, que de alguna forma, se refieren al mundo extramusical de los conceptos, de
las acciones, de los estados emocionales y del carácter. Esta idea alimenta el hecho de
que en una partitura impresa, la obra no está totalmente revelada, y abre un nuevo
38
v. 4.2.
96
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
campo de estudio sobre la interpretación a partir del S. XIX. Esta corriente se desmarca
de las exigencias planteadas por los teóricos y músicos absolutistas citados
anteriormente, y aboga por una mayor libertad del intérprete, guiando la interpretación
de la obra musical a través de su estructura y de las propias emociones que éste
experimenta mientras la interpreta.
Hay muchos músicos que aseguran que la mera comprensión interior por parte del
intérprete establece una vía de comunicación casi automática entre éste y el oyente. Pero
también es harto frecuente encontrarnos ante una interpretación anodina e inexpresiva que
no aporta ninguna emoción o interés al que la escucha aunque, si la analizamos, no es
básicamente «incorrecta» desde un punto de vista técnico y musical: las notas están todas,
las dinámicas también, el tempo parece adecuado, la medida es correcta pero, ¡ay!, no dice
nada; la interpretación resulta plana, gris, aburrida y escolástica porque la música está
«solfeada» más que interpretada. Cuando el intérprete no se sale un ápice de las
instrucciones de la partitura y considera que la duración de las notas tiene que ser
exactamente la que marca el valor de la figura y que, por ejemplo, el rubato o la agogia son
licencias libertinas e inadecuadas en un planteamiento «serio» de la interpretación, en mi
opinión está atentando contra el espíritu de la música que subyace en el texto, espíritu que
hay que saber encontrar porque hay que aprender a leer entre líneas. (Cano Revilla, 1996:
30)
Ya en 1922, tal y como recuerda Cook (2013: 20), Paul Bekker lanza un ataque
contra la idea de interpretación como “reproducción”. Este teórico y crítico de la música
alemana, cuyas ideas anticipan algunas de las principales corrientes de la teoría musical
contemporánea, sostiene que “El objetivo de hoy en día es el artista reproductor”, es
“ponerse totalmente al servicio del compositor, siguiendo sólo sus instrucciones con el
fin de ofrecer un verdadero retrato, o más bien, una reproducción de la voluntad del
creador. Esto suena atractivo y virtuoso a la vez”, continúa, “pero en realidad es
irrealizable”. Y echando más leña al fuego, añade:
97
Marco téorico
La presunción monstruosa que reside tras la idea de una reproducción objetivamente
correcta, fiel a cada nota [...] Esta objetividad falsa significaba, de hecho, la depreciación de
valores decisivos de personalidad a favor de un ideal imaginario de objetividad; la
mecanización de los métodos y objetivos del arte escénico, la subversión de conceptos de
calidad, el avance de la mediocridad, la insinuación de la inmoralidad artística y un recelo
hacia lo extraordinario.
Hacia finales del S. XIX, tal y como señala Peres Da Costa (2001: 1), el famoso
pianista, profesor y compositor Carl Reinecke, aconsejaba de esta manera a un joven
estudiante con respecto a la Sonata para piano Op.111 de Beethoven:
Por otro lado, resulta curioso que algunos de los músicos que se posicionan a
favor de una lectura meticulosa de la partitura, respetando cada una de las indicaciones
98
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
del compositor, no siempre predican con el ejemplo. Este hecho se puede comprobar si
nos remitimos al exhaustivo estudio realizado por el clavecinista, fortepianista y
organista australiano Neal Peres da Costa (2012) sobre la primeras grabaciones de
piano. Éste cita numerosos ejemplos de artistas que defienden las prácticas de
interpretación estrictamente basadas en el texto musical, con algunas de las
características inherentes a estas prácticas como la total sincronización de las manos,
evitar ejecutar arpegios no escritos, evitar las variaciones de tempo, pero más tarde, al
grabar, no llevaban sus palabras a la práctica. Y hay un problema más básico. Tal como
afirma Cook (2013: 20), “lo que parece una descripción de lo que la gente hace, a
menudo es una prescripción de lo que la gente debería hacer, en otras palabras, una
descripción de lo que ellos no hacen”. Se pone en evidencia que los discursos oficiales
sobre interpretación no siempre se ajustaban a lo que realmente ocurría en la práctica.
Un ejemplo claro sea quizás la cierta indiferencia de los pianistas del S. XIX hacia las
indicaciones del compositor, para dar rienda suelta a su virtuosismo e incluso permitirse
la licencia de realizar variaciones e improvisaciones sobre partituras ajenas, e incluso
arias operísticas populares. Pero en cualquier caso, la atención se dirigía hacia el
exhibicionismo y la habilidad atlética sobre el escenario, en detrimento de una
interpretación respetuosa de la partitura original.
En este caso, podemos ratificar el dicho de que los extremos nunca son buenos, y
que en el término intermedio se encuentra el punto ideal entre la interpretación
entendida como mera reproducción de la partitura, siguiendo a rajatabla cada una de las
indicaciones del compositor y evitando cualquier tipo de aportación propia por parte del
intérprete; y la interpretación basada en la exaltación del ego, en la que el intérprete
antepone sus ideas y caprichos interpretativos a los deseos del compositor, y utilizando
la partitura como pretexto con fines exhibicionistas. No obstante, e incluso en los
ejemplos más extremos, siempre ha habido un punto de acuerdo en afirmar que, para
bien o para mal, el intérprete aporta “algo” que no está contenido en la partitura, y que
probablemente escapa al control o a la intención del compositor. En este sentido, el
mismo Stravinsky reconocía que:
Por escrupulosamente anotada que esté la música y por garantizada que se halle contra
cualquier equívoco en la indicación de los tempi, matices, ligaduras, acentos, etc., contiene
siempre elementos secretos que escapan a la definición, ya que la dialéctica verbal es
impotente para definir enteramente la dialéctica musical. Estos elementos dependen, pues,
99
Marco téorico
de la experiencia, de la intuición, del talento, en una palabra, de aquel que está llamado a
presentar la música. (Stravinsky, 1977: 123)
Esos “elementos secretos” a los que se refiere Stravinsky, han sido motivo de
reflexión prácticamente durante toda la historia de la interpretación musical, pero sólo
desde las tres últimas décadas del S. XX se le han dedicado cierta atención a través de
estudios empíricos. Teniendo en cuenta aspectos como la intuición y la experiencia del
intérprete, es posible establecer las diferentes maneras en que cada intérprete interactúa
con la música. La razón por la que determinadas interpretaciones pueden llegar a
resultar “mágicas” para los oyentes, se debe al sabio cálculo de muchos de los efectos o
trucos interpretativos que el intérprete realiza conscientemente, y que constituyen la
base para dar respuesta a esos “elementos secretos” a los que se refería Stravinsky. Esos
efectos interpretativos se basan, como decíamos anteriormente, en una microestructura o
conjunto de minúsculas variaciones de sonido, ataque, tempo, tono, volumen y timbre
que hacen que la música suene viva y humana, y resulte expresiva. Dada la inmensa
importancia de la expresión como factor determinante de la calidad interpretativa,
hemos considerado esencial dedicar un apartado a este concepto. Para ello,
plantearemos nuestra discusión desde la perspectiva de la Psicología de la Música, que
nos ofrece la posibilidad de analizar la música de una forma más dinámica que
exclusivamente desde la partitura (Dunsby, 1995; Rink, 1995). Además, este enfoque
implicaría un intento de ir más allá de la interpretación y considerar la naturaleza de la
persona detrás de la interpretación.
4.3.1. La expresión
100
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
tentativas por parte de diversos teóricos e investigadores. Seashore, uno de los pioneros
de la investigación empírica sobre la interpretación durante los años 1930s, al que hacen
referencia Lehmann, Sloboda y Woody (2007: 89), definió el concepto de expresión de
la siguiente manera: “la expresión artística del sentimiento en la música consiste en el
alejamiento estético de lo que está regulado, el tono justo, la afinación real, la dinámica
uniforme, el tempo metronómico, los ritmos rígidos, etc.”. Debido a que su obra y la
abrumadora mayoría de las investigaciones posteriores se han dedicado a la tradición
escrita occidental, la frase “alejamiento estético de lo que está regulado” se ha
interpretado frecuentemente como los “alejamientos deliberados de las indicaciones de
la partitura” anteriormente comentados. Juslin (2003), en la línea de Gabrielsson (1999,
2003), describe este concepto como “el conjunto de cualidades de percepción que
reflejan relaciones psicofisiológicas entre las propiedades ‘objetivas’ de la música, y las
‘subjetivas’ (o más bien, objetivas pero parcialmente dependientes de la persona)
impresiones del oyente”. Además, añade que la percepción de una interpretación
expresiva puede evocar una emoción39 en el oyente, o incluso una respuesta estética,
siendo clave la gestión de la estructura musical así como de otros elementos básicos
(expectativa-sorpresa, tensión-relajación, etc.). Gran parte de la conducta expresiva se
puede sintetizar en reglas relativamente simples aplicables a diferentes intérpretes y
obras de música. Estas reglas de expresión no sólo comunican información estructural
de forma fiable (v. gr. los acentos, la estructura métrica,...); sino también, información
básica emocional (alegría, tristeza, dolor, ira). Sin estas reglas, los intérpretes se sienten
abrumados por las demandas de miles de pequeñas diferencias arbitrarias entre cada
nota interpretada. Sin embargo, los artistas no son siempre conscientes del
funcionamiento de tales normas. Una vez que las dominan, se vuelven automáticas y
aparentemente espontáneas.
101
Marco téorico
En los últimos tiempos, tal y como señala el teórico Jonathan Dunsby (2001), una
cantidad considerable de investigaciones han procurado especificar los principios
psicológicos que controlan la interpretación expresiva en la música 40 . Dichas
investigaciones han utilizado una combinación de análisis detallado y modelos
computerizados para examinar cómo los intérpretes utilizan expresivamente diversos
parámetros musicales (tempo, dinámica, ataque, timbre, afinación, vibrato, etc.) en la
interpretación. Como afirma Dunsby (2001: 547), algunos estudios experimentales han
demostrado que la expresión puede ser sumamente estable en interpretaciones repetidas
incluso después de varios años, que está presente incluso en las interpretaciones a
primera vista y que puede ser cambiada por el intérprete en el momento. Estas
observaciones han sido utilizadas para argumentar que la expresión no puede ser un
patrón aprendido de tempo, dinámica y articulación que se recuerda y aplica a una pieza
cada vez que se ejecuta, sino que debe surgir de la comprensión de la música por parte
del intérprete en el transcurso de la interpretación.
40
El autor cita a Eric E. Clarke, Johan Sundberg y Neil P. Todd
103
Marco téorico
Este modelo reúne las cinco características señaladas por Davidson, Howe y
Sloboda (1997) que prueban la racionalidad de la interpretación expresiva. En primer
lugar, es sistemática: es decir, existe una relación clara entre el uso de determinados
mecanismos expresivos (v. gr. ralentizar, acentuar, etc.) y particulares características
estructurales de la música, tales como la métrica y la división de frases42. En segundo
lugar, una interpretación expresiva muestra comunicabilidad. De forma que los oyentes
son capaces de inferir las características estructurales de la música con más facilidad
que cuando la expresión está ausente. En tercer lugar, muestra estabilidad, un experto
puede reproducir la misma interpretación expresiva de forma muy parecida, en
intervalos de tiempo de algunos meses (v. gr. Shaffer, 1984). En cuarto lugar, la
interpretación expresiva muestra flexibilidad: un intérprete experto puede atenuar,
exagerar, o cambiar el contorno expresivo resaltando diferentes aspectos de la música
(v. gr. Davidson, 1993; Palmer, 1997). En quinto, y último lugar, muestra
automaticidad. Un intérprete con experiencia no siempre es consciente de los detalles
de cómo la intención expresiva es llevada a la acción (v. gr. Gabrielsson, 1988). Esto
surge del sobre-aprendizaje de mapas consistentes de intención interpretativa y que no
se puedan establecer a menos que fueran sistemáticos y regidos por reglas. A este
41
Terminología anglosajona
42
El autor cita a Neil Todd como uno de los investigadores de referencia
104
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
En una buena interpretación, todos los componentes de este modelo se funden sin
fisuras, aunque para propósitos particulares (v. gr. investigación, enseñanza) puede ser
útil considerarlos por separado. Veamos cómo se integran en el modelo propuesto por
Juslin (2003), partiendo de una breve descripción de cada uno de ellos:
105
Marco téorico
106
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Por otro lado, la utilización de las variaciones dinámicas como recurso expresivo
y estrategia para realzar la estructura de la obra, también ha sido objeto de estudio.
Nakamura (1987) comparó las interpretaciones que 3 músicos profesionales hicieron de
una sonata barroca compuesta por Willem de Fesch43. Esta música barroca fue elegida
por la escasa información sobre expresión, en términos de notación, proporcionada por
el compositor. Tras realizar sus interpretaciones, se les pidió que anotaran en la partitura
sus propias intenciones interpretativas, en términos de símbolos de expresión (p, f, cres.,
dim., etc.). Los resultados indicaron que las intenciones anotadas generalmente se
correspondían con los cambios de nivel sonoro. Y que las dinámicas percibidas por los
oyentes se correspondían de forma bastante fiel con las dinámicas pretendidas por los
intérpretes. En esta línea de investigación, Langner et al. (2000) demostraron la
existencia de estructuras regulares y simétricas, que son la base de las variaciones
dinámicas (sonoridad) presentes en las interpretaciones que intérpretes consumados
hicieron de movimientos clásicos extensos. Una de éstas es la estructura de “arco”, que
se caracteriza por un aumento gradual de alguna cualidad (en este caso, la sonoridad),
seguida de una disminución simétrica de la misma cualidad. Además, pudieron concluir
que una importante diferencia entre las interpretaciones expertas y no expertas de la
misma obra, se encontraba en el grado de organización jerárquica de estos arcos en
extensas estructuras musicales (movimientos enteros), así como estructuras musicales
más cortas (frases).
Otro ejemplo interesante que denota la importancia que tienen las reglas de
acentuación métrica para resaltar los contornos de la estructura musical, lo encontramos
en un estudio realizado por Sloboda (1983)44. En este estudio, Sloboda demostró que los
intérpretes tocaban la misma melodía de forma diferente dependiendo de si la
acentuación métrica estaba desplazada en relación a la secuencia de notas.
43
v. Anexo 1
44
v. Figura 4.2
107
Marco téorico
Figura 4.2. Secuencia musical idéntica con dos escrituras métricas alternativas (Sloboda, 1983)
Este es un ejemplo claro de la aplicación por parte de los intérpretes de una regla
generativa. Como señalan Lehmann, Sloboda y Woody (2007: 92) en su revisión del
estudio de Sloboda, “los intérpretes tendían a tocar los tiempos fuertes de forma
ligeramente más lenta y fuerte que el resto de notas. Curiosamente, los intérpretes no
mostraron conocimiento consciente de que la línea superior e inferior de este ejemplo
contuvieran las mismas notas. Además, a los intérpretes no se les pidió específicamente
que tocaran con expresión. Cambiaron automáticamente su expresión como resultado de
la información métrica visual. Los oyentes fueron capaces de juzgar cuál de las dos
notaciones se tocaba con sólo escuchar las interpretaciones, lo que demuestra que estas
variaciones en realidad tuvieron un efecto significativo en la manera en que los oyentes
percibían la estructura de las melodías”.
Por último, y como añade Juslin (2003), las reglas para la transformación de una
estructura generativa en patrones de expresión son altamente dependientes de los
convenios relacionados a los estilos musicales específicos. El enfoque generativo
dominó la investigación en la interpretación musical hasta la década de 1990. Pero hay
claramente más aspectos asociados a la expresión aparte de transmitir la estructura45.
108
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
sentimientos; la música debería sonar de la misma forma que los estados de ánimo son
sentidos”.
Una serie de estudios realizados en la década de 1990 indican que los artistas
profesionales son capaces de comunicar emociones distintas a los oyentes. Como
demostraron Gabrielsson y Juslin (1996), cuando un músico tiene una intención
emocional explícita, sus interpretaciones de una particular característica musical serán
producidas de forma consistente. Para lograr este objetivo, los intérpretes usan un gran
número de las variables acústicas en la interpretación. Para ejemplificar esta afirmación,
Juslin (2001; 2003) sugirió que “si un intérprete deseara expresar la ternura en una
actuación, puede que use un tempo lento, nivel bajo de sonido, articulación legato,
timbre 'suave', ataques lentos, ritmo regular, reducción de contrastes entre las notas
'cortas' y 'largas', y un vibrato intenso”. En esta línea de investigación, Gabrielsson
(1999) comparó interpretaciones de contenido emocional, con el uso de la expresión que
hacían sus intérpretes. Las interpretaciones de flauta y violín de la misma música
interpretada con diferentes caracteres emocionales indicaban patrones generales de
cambio en la expresión. Interpretaciones de emociones de felicidad e ira se
interpretaban a un tempo más rápido y con un mayor rango dinámico, mientras que las
emociones 'suaves' y tristes se interpretaban a un tempo más lento y un rango dinámico
más reducido. Los inicios del tono eran abruptos en la versión de ira, y más gradual en
la versión triste. En un estudio llevado a cabo por Askenfelt, al que hace referencia
Palmer (1997), se encontraron patrones de expresión emocional similares a los estudios
comentados anteriormente, a partir de diferentes interpretaciones de violín (desde
delicadas a agresivas) sobre un tema de Beethoven. Otro ejemplo representativo fue el
llevado a cabo por Juslin (1997a). Éste pidió a guitarristas que tocaran una melodía
conocida de formas diferentes para comunicar diferentes emociones básicas (alegría,
tristeza, enfado y temor). Luego pidió a los oyentes que juzgaran la emoción que estaba
presente en cada interpretación. Los intérpretes cambiaron sus interpretaciones de
manera similar para comunicar cada emoción específica, y los oyentes fueron capaces
de juzgar con precisión qué emoción estaba siendo expresada. Como señalan Lehmann,
Sloboda y Woody (2007: 93), “la felicidad es la emoción mejor comunicada mediante
una combinación de un tempo elevado, intensidad sonora, y una articulación suelta
(staccato). La tristeza se comunica mejor mediante una tempo lento, dinámicas suaves
(piano-pianissimo), y articulación legato”. Sin embargo, en el estudio no todos los
109
Marco téorico
intérpretes eran igualmente efectivos comunicando la emoción. Otro hallazgo fue que
algunas emociones son menos fáciles de comunicar que otras (Juslin, 1997b). Por
ejemplo, la ternura no se comunica o reconoce tan bien como las emociones básicas de
la felicidad, la tristeza, el miedo y la ira. Finalmente, Juslin y Laukka (2001) atribuyeron
la consistencia de determinados patrones de expresión emocional a su presencia en el
habla y la vocalización. Una persona feliz habla más rápido, con una articulación
staccato, y más fuerte que otra infeliz. La música sigue códigos preexistentes del
lenguaje, que pueden ser la razón por la que llega tan directamente a los oyentes.
También puede ser la razón por la que algunos aspectos de la expresión musical
emocional parecen “naturales” para muchos intérpretes. Transferirán un código ya
conocido del habla en la música.
110
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Una razón del relativo descuido de este componente puede ser que no siempre
funciona en el nivel explícito que se necesita para estudiarlo empíricamente.46
Juslin (2003) decidió incluir este tercer componente a pesar de que contrasta con
la tradición interpretativa basada en la ausencia de errores y el estándar de perfección.
Su justificación fue de carácter estético, afirmando que “las variaciones aleatorias
contribuyen al carácter ‘vivo’ de la música, esa ligera imprevisibilidad que hace de cada
interpretación algo absolutamente único”. Además, realizó una revisión de algunas de
las investigaciones sobre las limitaciones humanas en las habilidades perceptivo-
motrices, principalmente estudios sobre la articulación digital en intervalos isócronos.
En su revisión extrajo algunas de las características de las variaciones aleatorias: (1) la
magnitud de las variaciones aleatorias aumenta con la duración del intervalo inter-
onset47, por lo que los intervalos más largos tienden a producir variaciones más grandes;
o lo que es lo mismo, cuanto menor es la velocidad del movimiento, mayor es la
variación (Wing y Kristofferson, 1973); (2) hay una dependencia negativa respecto a las
duraciones del intervalo inter-onset, es decir, un intervalo que es más corto que la
46
El componente de la emoción en música se discutirá más detenidamente en el siguiente apartado 4.4.
47
Intervalo de tiempo entre el comienzo de una nota y el comienzo de la siguiente
111
Marco téorico
media, está generalmente seguido por uno que es más largo que la media, como una
especie de táctica de compensación de tiempo que da paso a patrones de zig-zag
(Madison, 2000); (3) hay una dependencia positiva de orden superior, o sentido de la
música a tempo (Madison, 2000); y (4) hay una dependencia positiva de la experiencia.
Como afirman Lehmann, Sloboda y Woody (2007) tomando como referencia a Gerard y
Rosenfeld, la práctica repetida de una tarea motriz reduce el grado de variación
aleatoria.
112
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Clarke (2011a: 89), demostró que al dar instrucciones diferentes de movimiento a los
intérpretes, sus interpretaciones variaban considerablemente. En esta línea, Friberg y
Sundberg (1987) comprobaron que los músicos clásicos experimentados interpretan
ritardandos a final de frase de una manera que refleja la desaceleración de los
corredores al llegar a una parada. Este tipo de señales de reducción progresiva en el
tempo nos indica que la música está llegando a una pausa o cadencia natural. Otros
investigadores a los que Dunsby (2001) 49 hace referencia han demostrado que los
patrones espontáneos de tempo de los intérpretes concuerdan con leyes físicas
fundamentales, lo cual sugiere que las interpretaciones que suenan ‘naturales’ imitan el
comportamiento de los objetos en movimiento en el mundo real. En este sentido, Repp
(1992) llevó a cabo un estudio para comprobar las preferencias de los oyentes para
diferentes patrones de tempo en una melodía breve, y encontró que preferían curvas
parabólicas (que imitan leyes físicas) por encima de otras funciones de tempo.
Sin embargo, Shove y Repp (1995: 58) argumentan que “sin una restricción
adecuada la idea de que el cambio en la música induce una experiencia de movimiento
tiene poco poder explicativo”. Una forma de restringir la hipótesis es limitarla a un tipo
específico de movimiento llamado movimiento biológico, basado en patrones dinámicos
de movimiento característicos de los seres humanos. Cabe señalar que tales patrones en
la interpretación musical pueden ser de dos tipos. En primer lugar, se puede asumir que
los intérpretes tratar de volver a crear esos patrones intencionadamente. Shove y Repp
(1995: 78) proponen que una interpretación estéticamente agradable es “aquella cuya
microestructura expresiva satisface las restricciones básicas de movimiento biológico”.
Un ejemplo es la formación del ritardando final explicado por Friberg y Sundberg
(1987) que comentamos anteriormente. Un segundo tipo de movimiento biológico es el
de los patrones de variabilidad no intencional que, como explica Juslin (2003), reflejan
las limitaciones anatómicas del cuerpo en relación con los requisitos motrices de
instrumentos musicales específicos.
113
Marco téorico
La música juega con nuestras expectativas, nos incita a realizar predicciones sobre
qué nota vendrá después y nos enfrenta con nuestros errores. Así, Meyer (2005) sugiere
que las variaciones expresivas en una interpretación musical pueden servir una función
estética por “retrasar una resolución esperada”, o de otra manera, “crear tensión
psicológica”. El bagaje de experiencia-conocimiento musical (obras, estilos e idiomas)
acumulado por los individuos produce expectativas ante hechos musicales del siguiente
tipo: “¿qué es probable que venga a continuación?”. Estas expectativas dependen tanto
de las características de la música como de la experiencia del oyente. En cierta medida,
el arte del compositor consiste en crear y aliviar tensión mediante el control de estas
expectativas. Meyer (2005) sostuvo además que las reacciones emocionales son
resultado de esta violación de expectativas: “El afecto o la emoción sentida se suscita
cuando una expectativa, una tendencia a responder, activada por la situación-estímulo
musical, es inhibida temporalmente o bloqueada permanentemente”. Como añade Juslin
(2003), esto puede suceder cuando un artista se desvía de las expectativas estilísticas
con respecto a las convenciones interpretativas en una cierta parte de la estructura. Por
ejemplo, podría esperarse del intérprete que aclarara la estructura de una determinada
manera (tal y como se ha descrito a través de las reglas generativas), pero en cambio
hace algo completamente diferente. Esto crea momentáneamente tensión psicológica
que es resuelta cuando el intérprete reanuda la “interpretación esperada”. Para explicar
este efecto, Juslin (2003: 284) recoge la siguiente descripción sobre el estilo italiano de
interpretación al comienzo del S. XVIII a cargo del musicólogo francés François
Raguenet:
50
v. 4.4. y 5.3.6
51
El autor cita a Oatley
114
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Tendrá pasajes de tal extensión que al principio confundirán a sus oyentes perfectamente, y
sobre tales notas irregulares infundirán terror y sorpresa en el público, quienes deducirán
que el concierto entero está degenerando en una disonancia terrible; y revelándoles por
estos medios una preocupación por la música, que parecerá estar al borde del abismo,
inmediatamente les reconciliará con tales cadencias habituales que todo el mundo estará
sorprendido de ver a la armonía elevarse de nuevo, en cierto modo, desde la disonancia y
debiendo su mayor belleza a aquellas irregularidades que parecían amenazarla con la
destrucción.
Como señala Juslin (op. cit.: 284), “este componente quizás sea el menos
investigado hasta ahora, pero puede ser fundamental para el desarrollo de una
interpretación verdaderamente original. No se ha intentado aún modelar este
componente en términos de reglas expresivas, quizás debido a la paradoja inherente de
desarrollar reglas para romper otras reglas, y la dificultad de decidir exactamente sobre
qué base se rompe esa regla (no toda regla de rotura es musicalmente satisfactoria)”.
115
Marco téorico
Figura 4.3. (a) Comienzo del Estudio para piano en Mi mayor Op. 10 nº 3 de Chopin, con un acorde final
de tónica; (b) Perfiles de tiempo de los tres componentes principales de las interpretaciones de los
profesionales expertos (aparecen rotados mediante el criterio de análisis factorial Varimax. Las medidas
de cada componente fueron re-escaladas a milisegundos); (c) Perfiles de tiempo de las interpretaciones:
promedio de los profesionales expertos (P-P) y promedio de los estudiantes (P-E). Todas las corcheas
iniciales en anacrusa aparecen en el gráfico a la mitad de sus duraciones totales. Repp (1997: 431)
Tal vez el tempo de la mayoría de los expertos... no era de hecho tan “bueno” como
el de los estudiantes. Después de todo, la pieza de Chopin es muy conocida, casi
estereotipada, y los pianistas experimentados no pueden soportar volver a oírla de forma
convencional. Así que distorsionan deliberadamente su tempo para darle una “nueva”
116
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
forma que ayude a eliminar el estancamiento de la música y estimule a los oyentes
hastiados, a pesar de que esta nueva forma sea menos hermosa para los estándares
convencionales 52 (y los artistas lo saben). Alternativamente, los artistas experimentados
pueden desarrollar hábitos arraigados de tempo expresivo que se desvíe más o menos de la
norma, o como consecuencia de un esfuerzo deliberado por establecerse como una voz
individual en la comunidad artística o como resultado de un tipo de proceso de selección
natural que favorece la diversidad entre los pianistas de concierto. Las consecuencias de
esos hábitos de tempo para una frase serían inconscientes, y el artista puede de hecho creer
que su tempo no convencional representa la norma. (Repp, 1997: 442)
52
La cursiva es de Repp
117
Marco téorico
Figura 4.4. 1ª Sinfonía en Do menor Op. 68 de Johannes Brahms, Un poco sostenuto (1º movimiento),
compases 157-16053.
Figura 4.5. Sonata en Sol Mayor D. 894 de Franz Schubert, Allegro Moderato (3º Movimiento),
compases 40-4554.
53
v. Brahms (1974) en sección de Registros audiovisuales
118
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
El oyente queda impactado por ese contraste tan brutal, que rompe totalmente con sus
expectativas sonoras, y se convierte en uno de los puntos más expresivos y
estremecedores de esta interpretación.
Figura 4.6. O légère hirondelle (aria de la ópera Mireille) de Charles Gounod, Acto I55.
**********************
Como conclusión, podemos afirmar que el modelo GERMS coincide con el punto
de vista de Palmer (1997: 134) de la interpretación musical como “una habilidad
54
v. Schubert (1978) en sección de Registros audiovisuales
55
v. Gounod (2009) en sección de Registros audiovisuales
119
Marco téorico
120
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Oyente Preferencias musicales
Experiencia musical
Personalidad
Estado de ánimo actual
Estado de atención
Contexto Acústica
Tecnología de sonido
Contexto de audición (v. gr. grabación, concierto)
Otras personas presentes
Condiciones visuales
Importancia histórica y cultural del lugar
Si la interpretación es evaluada formalmente
Tabla 4.1. Ejemplos de factores que pueden influir en la expresión de una interpretación musical (Juslin,
2003)
La tarea de aprender una nueva pieza musical puede ser vista como una compleja
tarea de resolución de problemas. Los intérpretes necesitan sistemas conceptuales
explícitos porque las normas de expresión que se automatizan tienden a ser aquellas que
operan en períodos cortos (de pocas notas). Las consideraciones estructurales que se
requieren para sostener una pieza compleja, es muy poco probable que sean de un tipo
que se pueda aprender y manejar de manera espontánea o automática. Para la
planificación a gran escala de la expresión y la interpretación, se necesita algo parecido
a un “argumento” o, como definió Neuhaus (1987), la “imagen estética” de la obra.
121
Marco téorico
¡Cuántas veces he oído a alumnos que no habían recibido verdadera formación musical y
artística, es decir, de educación estética musicalmente poco desarrollada, intentar interpretar
una gran obra! Por falta de comprensión del discurso musical lo transformaban en balbuceo
confuso. Un pensamiento neto se convertía en fragmentos informes, un sentimiento
poderoso en vanos esfuerzos, una lógica profunda en un efecto sin causa, imágenes en
prosaicas regurgitaciones. (Neuhaus, 1987: 21)
122
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Las investigaciones han demostrado que las opiniones de los oyentes sobre la
calidad musical de una interpretación están influenciadas por la apariencia física de los
intérpretes. Por ejemplo, en un estudio realizado con cantantes, Davidson y Coimbra
(2001) descubrieron que las primeras observaciones que la audiencia realizaba por
escrito, solían ser sobre el atractivo del cantante, con frases como “tipo de aspecto
extraño” y “preciosa niña, preciosa voz”. Además, comprobaron que la calidad musical
era sólo uno de los aspectos de interés de la audiencia. Los factores cruciales
adicionales incluían si el intérprete parecía tenso o no, y cómo realizaba sus
presentaciones verbales. Al igual que Davidson y Coimbra, los investigadores Wapnick
et al. (1997) llevaron a cabo un breve estudio sobre las audiciones de acceso a la
universidad también para cantantes. Este estudio no se limitó exclusivamente al
atractivo físico y consideró otros factores que forman parte de la “presencia en el
escenario”, concretamente, el vestuario y el comportamiento escénico. En él,
descubrieron que aquellos que eran más animados, sonreían más a menudo, y
establecían contacto visual con su público de forma constante, fueron mejor valorados y
resultaron más atractivos. Del mismo modo, aquellos que fueron mejor valorados en las
categorías de atractivo, vestuario, y comportamiento escénico, también consiguieron
una alta valoración en su interpretación musical. Posteriormente, McPherson y Schubert
(2004: 71) refrendaron la influencia dominante de las primeras impresiones, que resulta
de un proceso de percepción de la persona como un factor extra-musical en la
123
Marco téorico
El lenguaje corporal
Los humanos empleamos dos tipos de lenguaje bastante diferentes que a veces
coinciden en el mensaje a transmitir, pero otras veces entran en conflicto. El primero es
el lenguaje hablado o lenguaje verbal que todos conocemos, y que dependiendo del
sistema de codificación empleado, da origen a los idiomas (español, inglés, francés,
chino, etc.). Este lenguaje puede ser escrito, y nos ayuda a comunicar información sobre
determinadas impresiones, hechos y cosas, además de resolver problemas, y mantener el
contacto con otras personas que viven a miles de kilómetros, por poner algunos
ejemplos. El segundo es el llamado “lenguaje corporal”, que a veces utilizamos de
forma inconsciente y que expresa los aspectos más sinceros y reales de nosotros
mismos: sentimientos, emociones, necesidades, actitudes, etc. La prueba la tenemos
cuando no podemos escuchar, por lejanía o por un elevado sonido de ambiente, la
conversación entre dos personas, observando sus gestos, expresiones faciales y
movimientos podemos aventurar sus verdaderos sentimientos e intenciones. Este
lenguaje no se puede escribir tan fácilmente, pero es probablemente más importante en
las relaciones entre personas, y de particular interés para artistas escénicos (músicos,
actores, bailarines, etc.), gracias a su extraordinario poder comunicativo.
124
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
125
Marco téorico
Su entrada fue saludada por una entusiasta ovación de todo el público. Luego él empezó a
tocar [...] y el demonio empezó a mover sus fuerzas. Casi como si quisiera poner a prueba
al público, pareció primero juguetear con él, para luego darle a escuchar algo más profundo,
llegando así a engatusar a cada uno de los espectadores con su arte, levantando y
arrastrando al público entero a su antojo. Semejante capacidad para subyugar al público,
levantándolo, arrastrándolo y dejándolo caer, no puede comprobarse en ningún otro artista,
exceptuando a Paganini. [...] Nos vemos sumergidos por una oleada de sonidos y
sensaciones. En el espacio de un segundo se alternan ternura, ardor, fragantes
vaporosidades y enloquecidas extravagancias; el instrumento se hace incandescente y
brotan chispas bajo la mano del Maestro. [...] Hay que escucharle y también verle: Liszt no
podría de ningún modo tocar desde detrás de los bastidores, porque de esta forma se
perdería gran parte de su poesía58.
57
v. 3.5.1
58
SCHUMANN. Robert. “Franz Liszt (1ª parte)”. Neue Zeitschrift für Musik. 1840, Nº 12. En: Gesamme
& Schyiften über Musik und Musiker, 1854/1914, Vol. 1, pp. 479. Citado en (Chiantore, 2001)
126
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
59
v. Lang (2011) en sección de Registros audiovisuales
60
v. Sokolov (2002) en sección de Registros audiovisuales
127
Marco téorico
Figura 4.7. Caricaturas de Liszt al piano, dibujadas por János Jankó en 187361.
128
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Entre los estudios realizados sobre los movimientos expresivos del cuerpo,
debemos destacar a la musicóloga británica Jane W. Davidson (1991; 1993, 1994;
1995), una auténtica referencia en este campo de investigación. Davidson demostró que
los diferentes grados de expresividad en la actuación son transmitidos mediante la
información visual por sí solos. Incluso cuando las imágenes de vídeo se reducían a
puntos de luz en las articulaciones de las extremidades y la cabeza, los momentos
expresivos se podían localizar y clasificar claramente, lo que sugiere que los intérpretes
expertos emplean un repertorio de gestos expresivos, posiblemente asociados a
funciones estructurales específicas. Por ejemplo, en una interpretación de una de las
bagatelas para piano de Beethoven, el pianista utilizó movimientos de cabeza bastante
característicos, de forma constante cada vez que tocaba una cadencia y un movimiento
de contoneo en la parte superior del torso mientras ejecutaba los adornos. Estos
movimientos resultaron ser absolutamente esenciales para la producción de la música.
De hecho, cuando a pianistas, en un pasaje concreto (en el ámbito de dos octavas, que
no requiere ningún cambio en la posición del cuerpo, más allá de la posición normal
vertical), se les impidió mover el torso durante las fases de lectura, aprendizaje e
interpretación final, las actuaciones resultantes fueron bastante menos expresivas
musicalmente que aquellas en las que se había permitido a los artistas usar sus torsos
libremente (Davidson y Dawson, 1995). Davidson (1993) ha demostrado que estos
gestos específicos son de relevancia para los espectadores. Para los co-intérpretes puede
significar que las expresiones físicas de la estructura musical facilitan la comprensión y
el intercambio de intenciones musicales. Pero la investigación de Davidson se centró
específicamente en las percepciones de la audiencia, y demostró que los movimientos
de los intérpretes eran importantes para la percepción que el público tenía de la música.
129
Marco téorico
La propia Davidson (1997: 223) realiza una interesante descripción del estudio
llevado a cabo por François Delalande, en el que explora la relación entre la percepción
de la audiencia y el uso que el intérprete hace de su cuerpo, utilizando como interesante
pretexto la carrera interpretativa del pianista canadiense Glenn Gould. La carrera
profesional de Gould tuvo dos fases distintas: una primera fase (desde 1945 hasta 1964),
en la cual realizó giras de conciertos, así como grabaciones de sonido; y una fase
posterior (desde 1964 hasta 1981), en la que toda su producción musical se limitaba al
estudio de grabación. Ambas situaciones, las giras y las grabaciones, pueden
considerarse como contextos esencialmente sociales, ya que incluso en el estudio de
grabación, existe una audiencia general intencionada, y un número de técnicos e
130
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
ingenieros de sonido presentes durante las sesiones de estudio. Sin embargo, las
grabaciones en video de ambas fases de su carrera, revelan tales diferencias en el uso
del cuerpo que hay que suponer que la presencia de un público en directo tuvo
influencia en el tipo de movimientos empleados por Gould. Delalande descubrió que en
las actuaciones en directo, los movimientos de Gould tenían cierto grado de
imprevisibilidad, pero gran fluidez. Sin embargo, en el estudio de grabación los
movimientos eran mucho más repetitivos y fijos. Es factible pensar, afirma Davidson
(1997: 223), que en sus primeras actuaciones Gould empleara movimientos concretos
con una intención comunicativa con el público, para mostrarle literalmente sus ideas. En
las últimas actuaciones, Gould no estaba quizás tan motivado para comunicarse
socialmente con el público, únicamente para expresar la estructura musical. En cuanto al
movimiento repetitivo y fijo de su etapa en el estudio de grabación, puede relacionarse
con los típicos movimientos oscilantes de algunos pianistas. Estos movimientos,
independientemente de su intención expresiva, pueden no tener más implicaciones que
la mera sensación reconfortante que les produce, dando comodidad al músico durante la
interpretación o generando un estado de ánimo ideal para interpretar música.
Desde Platón hasta los estudios más recientes sobre la estética y el significado de
la música, ha existido cierto consenso por parte de filósofos y críticos en la capacidad de
la música para provocar respuestas emocionales en los oyentes. Los antiguos griegos
argumentaban que las características musicales específicas se asocian con emociones
específicas. Esta idea recibió su formulación más precisa en la doctrina de los afectos
durante los siglos XVII y XVIII, la cual consideraba que varias figuras musicales
podían servir (una vez aprendidas) como signos capaces de comunicar al oyente de una
forma objetiva todo tipo de pasiones, afectos y emociones. Desde entonces, la
concepción de las emociones musicales ha cambiado a lo largo de la historia, junto con
131
Marco téorico
Un músico no puede conmover a otros a menos que él también esté conmovido. Debe
necesariamente sentir todos los afectos que espera despertar en su audiencia, para que la
revelación de su propio humor estimule un humor parecido en el oyente.63
132
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Investigadores como Lehmann, Sloboda y Woody (2007: 217) sostienen que “la
música puede expresar, o, mejor, los oyentes pueden identificar ciertas emociones en la
música, en parte porque puede existir cierta correspondencia entre las experiencias
extramusicales (v. gr. el gesto, la expresión facial y el discurso)64 y el estímulo musical.
La música rápida con un alto y fuerte componente espectral evoca emociones diferentes
a las que hace la música con diferentes señales acústicas. Además, los procesos
cognitivos involucrados conducen a respuestas hacia la música propia de cada cultura,
por ejemplo, cuando una tonalidad mayor se asocia con ‘feliz’ y otra menor con
‘triste’”65.
Otros investigadores han estudiado la relación entre las emociones básicas y los
recursos interpretativos del músico que las provocan, con el objetivo de configurar una
serie de “reglas emocionales”. No obstante, la respuesta emocional de un oyente frente a
la música no resulta fácil de evaluar, y muchos de los estudios que han pretendido
hacerlo, no han sido capaces de encontrar su relación con el estímulo que la provoca. La
prueba de que existe con seguridad se basa en gran medida en los testimonios
introspectivos de los oyentes y en el de los compositores, intérpretes y críticos, y en la
existencia de respuestas emocionales a la música basadas en el comportamiento de los
64
v. 4.3.2. Lenguaje corporal
65
v. 4.3.1.1 Expresión emocional (componente del modelo multidimensional de expresión de Juslin)
133
Marco téorico
intérpretes y del público, así como en los cambios psicológicos que acompañan a la
percepción musical.
Explicar cómo y por qué la música puede evocar emociones en los oyentes es lo
más importante, puesto que la música parece tener un buen número de utilidades en la
sociedad, supuestamente efectivas a la hora de evocar emociones, como la música para
el cine, la publicidad y la musicoterapia. De hecho, hay pruebas de que la música tiene
beneficios para la salud, algo que podría ser aprovechado sistemáticamente hasta el
punto de lograr comprender los mecanismos subyacentes. La emoción es también
crucial en el proceso de crear música, tanto en la composición como en la
interpretación. Numerosos músicos han confirmado el rol fundamental de las emociones
en la escritura, aprendizaje, y la interpretación de música. De hecho, muchos músicos
deciden convertirse en músicos debido a las experiencias musicales emocionalmente
valiosas vividas desde la infancia.
134
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Las observaciones más básicas sin duda provienen de estudios que utilizan auto-
informes. Estos estudios han aportado pruebas de que las personas experimentan
emociones mientras escuchan música, y que perciben la música como expresiva de las
emociones. Un ejemplo interesante descrito por Sloboda y Juslin (2001: 84), es un
análisis fenomenológico realizado por Alfred Pike en 1972 sobre la experiencia musical.
Pike pidió a un número de participantes no formados musicalmente que escucharan
diferentes piezas de música. Después de escuchar cada pieza, que no duraban más de 5
minutos cada una, se pidió a los participantes que escribieran sus respuestas. A través de
análisis del contenido, las respuestas de los oyentes fueron reducidas a un pequeño
conjunto de factores comunes de la experiencia (enumerados por el orden de su
frecuencia de aparición): (a) sensación de placer (96%); (b) percepción de estados de
ánimo estables (86%); (c) sensación de unidad con la música (83%); (d) percepción de
estados emocionales espontáneos y transitorios (72%); y (e) sensación de movimiento
(65%). Este hallazgo sugiere que las respuestas emocionales a la música, al igual que las
respuestas emocionales a otros estímulos, incluye los estados de ánimo estables, las
emociones transitorias, y los sentimientos de placer. Muchos otros estudios
135
Marco téorico
En tercer y último lugar, Sloboda y Juslin (2001) destacan algunos estudios donde
se evidencian reacciones fisiológicas a la música. Por ejemplo, Krurnhansl (1997)
informó de que el conjunto de respuestas fisiológicas que ocurren mientras la gente
escucha música generalmente juzgada como triste, aterradora, o feliz, en condiciones de
laboratorio (es decir, tranquilos y en silencio) son similares, aunque no siempre
idénticas, a ese conjunto de respuestas fisiológicas que otros investigadores consideran
que están presentes cuando las personas experimentan estas emociones en eventos no-
musicales. Nyklicek, Thayer y Van Doornen (1997) hallaron la existencia de diferentes
medidas cardiorrespiratorias de emociones inducidas por la música (felicidad,
serenidad, tristeza, agitación). Otros estudios han explorado un tipo especial de
respuestas emocionales intensas a la música llamadas “excitaciones” o “escalofríos”,
que indica que este tipo de respuestas a la música son bastante comunes, y son más
frecuentes en piezas de música tristes que en piezas alegres (Goldstein, 1980). En este
sentido, Goldstein (1980) y Sloboda (1991) consiguieron identificar una lista de
diversas reacciones físicas producidas en los oyentes por la música: temblores, lágrimas,
66
Sloboda y Juslin (2001) citan a Behne, Gabrie1sson, Krurnhansl, Sloboda y Waterman
67
Velocidad de escritura: Esta prueba se lleva a cabo escribiendo los números en orden descendente
desde 100 en 1 minuto; Aproximación de la distancia: Esta prueba se lleva a cabo cerrando los ojos y
haciendo cierta estimación específica de distancia, colocando las manos separadas. Véase Velten (1968)
136
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Figura 4.8. Caricaturas extraídas de la colección The virtuoso. Pertenecientes a la serie “Concierto de año
nuevo” y realizadas por Wilhelm Busch en 1865. 71
68
v. 4.3.1.1.
69
v. 4.3.1.1.
70
v. 4.3.2.1.
71
Extraído de <http://animationresources.org/inbetweens-wilhelm-buschs-the-virtuoso-1865>. [Consulta:
20 abril 2014]
137
Marco téorico
Los paralelismos evidentes que existen entre las emociones que se experimentan
en la vida ordinaria y las emociones evocadas por la música, han tenido un ámbito de
reflexión más allá del mundo científico. Por tomar el ejemplo básico de la rotura de
expectativas, la emoción provocada por el retraso en la resolución de un acorde
disonante será un deseo afectivo para esa resolución, algo parecido a la nostalgia, tal
vez, y esto será reconocible de forma similar a la nostalgia y el anhelo experimentado en
la vida ordinaria. El estado intencional/afectivo de la conciencia que se despierta en
estos dos tipos de casos es básicamente similar, pero sus objetos son muy diferentes. El
hecho de que sus objetos sean diferentes no apoya la conclusión de que las emociones
evocadas sean diferentes, más que el hecho de que uno puede anhelar diferentes cosas
en la vida ordinaria que demostraría que las emociones vividas en estos casos deben ser
diferentes unas de otras.
El lamento (o pesar) es un deseo o apetito de poseer algo, que es fomentado por el recuerdo
de esa cosa, y al mismo tiempo obstaculizado por el recuerdo de otras cosas que acabaron
con la existencia de la cosa deseada.
138
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Este movimiento captura exactamente y con una potencia única la mezcla de anhelo y
placer nostálgico que es fundamental para la experiencia de esa emoción.
72
v. Mahler (1910) en sección de Música impresa
139
Marco téorico
Madell (2002) sostiene que la música puede evocar patrones altamente complejos
de sentimientos intencionales, y también que los patrones de sentimiento evocados son a
menudo reconocibles como, precisamente, los que podemos experimentar en la “vida
real” o un contexto extra-musical. Sin embargo, y como defiende Meyer (2005: 43),
estos paralelismos evidentes que existen entre las emociones que se experimentan en la
vida ordinaria y las emociones evocadas por la música, “no implican ni estipulan que las
experiencias afectivas musicales sean las mismas que las experiencias afectivas
producidas en respuesta a otros estímulos”. La música, al evocar un patrón de emoción,
refleja la forma fundamental y la esencia de la experiencia humana. Por tanto, los
elementos de lo que la música evoca, son y deben ser los mismos que los elementos
básicos de las emociones en la vida extra-musical. Todas las emociones, tal y como
expresa Madell (2002) basándose en la filosofía de Franz Brentano, se construyen a
partir de un sentimiento intencional positivo y negativo, amar y odiar. Pero esto no
implica que el patrón de sentimiento que la música evoca en ningún caso deba ser
reconocible como un patrón que hayamos experimentado en la vida ordinaria. Como ya
hemos indicado, el patrón de sentimiento intencional que la música puede evocar puede
ser de tal complejidad que nada en la vida ordinaria puede igualar. Pero a veces, de
hecho a menudo, ese patrón puede coincidir con el patrón de la sensación que se
experimenta en un contexto extra-musical. Esto es seguramente lo que ocurre en el caso
del Adagietto de Mahler.
A veces podemos nombrar las cosas que sentimos, como la alegría o la tristeza o el amor o
el odio o la tranquilidad. Pero hay otros sentimientos tan profundos y especiales que no
tenemos palabras para ellos, y ahí es donde la música es especialmente maravillosa. Dicta
los sentimientos por nosotros, sólo con notas en lugar de palabras. (Bernstein, 1962: 32)74
73
Discusión del pasaje extraída del libro The unanswered question: Six talks at Harvard (Londres:
Harvard University Press, 1976) por Leonard Bernstein
74
Charlas para jóvenes sobre el significado de la música. Véase BERNSTEIN, Leonard (1962). Young
people's concerts, for reading and listening. New York: Simon and Schuster, pp. 32.
140
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
En resumen, vemos que a pesar de la evidente similitud que existe entre las
emociones extra-musicales que se experimentan en la vida ordinaria y las emociones
evocadas por la música, el grado de complejidad de estas últimas suele ser mayor y, por
tanto, difícil de expresar con palabras, como afirma Bernstein.
75
Vinculada al formalismo
141
Marco téorico
El punto de vista opuesto, que asegura que la música también evoca emociones,
fue la llamada corriente “emotivista”76 (v. gr. la música es “triste” debido a que produce
tristeza en los oyentes). Esta corriente transformó la idea de que el arte representa las
emociones en la idea de que las expresa, acentuando el subjetivismo de la música
(Marrades Millet, 2005). Por tanto, la música se relaciona con la “comunicación”,
“expresión” o “representación” de las emociones, siendo transmitidas de una persona
(compositor) a otra (oyente) con la mediación del intérprete. Este punto de vista da
lugar a formulaciones sofisticadas, como la de la filósofa Suzanne Langer (2009), quien
llama a la música la “representación de la morfología de la emociones”.
Las principales razones expuestas por Kivy (1989: 155-157), que podrían llamarse
prima facie77, para avalar la superioridad del “cognitivismo” sobre el “emotivismo” son
las siguientes:
76
También conocida como expresionista
77
A primera vista. Esta expresión ha sido literalmente extraída de (Kivy, 1989: 157)
142
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
d) Por último, las emociones comunes son irrelevantes para el carácter expresivo
real de la música y son el resultado de asociaciones personales.
143
Marco téorico
El amor no se concibe sin la idea de la persona amada, sin desear y buscar su felicidad, su
gloria, su posesión. No es sólo por la manera que afecta al alma por lo que se lo puede
llamar amor, sino por el elemento intelectual activo objetivo que se une al sencillo principio
sensitivo. Lo mismo puede ser dulce que violento; tanto puede ser satisfecho como
doloroso, y no dejar por eso de ser amor. Estas consideraciones demuestran evidentemente
que no es apta para expresar más que los adjetivos que pueden acompañar al sustantivo: el
sustantivo mismo (el amor), está fuera de su alcance.
El filósofo Roger Scruton, al que hace referencia Madell (2002: 7), también
comparte la visión de Hanslick al afirmar que:
Cada emoción requiere un objeto: el miedo es miedo a algo, la ira es ira por algo. Podemos
distinguir las emociones y clasificarlas sólo porque podemos distinguir y clasificar sus
objetos (intencionales); y podemos hacer esto sólo porque podemos identificar los
pensamientos a través de los cuales se definen esos objetos. En este caso, es difícil ver
78
Como afirma Cook (2007), este argumento es ampliamente pero no universalmente aceptado. Para
excepciones, ver las explicaciones contrastantes de la compleja emoción de la esperanza ofrecida por:
LEVINSON, Jerrold. “Hope in the Hebrides”. Music, Art and Metaphysics: Essays in Philosophical
Aesthetics, 1990; KARL, Gregory; ROBINSON, Jenefer. “Shostakovich's tenth symphony and the
musical expression of cognitively complex emotions”. Journal of Aesthetics and Art Criticism, 1995, pp.
401-415.
144
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
cómo un arte no figurativo como la música puede realmente tener un verdadero contenido
expresivo. Sería imposible describir ese contenido, ya que su objeto “intencional” nunca
podría ser definido.
Sin embargo, no todos los teóricos que se han pronunciado sobre la capacidad de
la música para expresar emoción, coinciden con los argumentos “cognitivistas”. Otros
teóricos defienden la idea de que la música a menudo evoca o despierta en el oyente
emociones. Por poner el ejemplo habitual, una música triste a menudo evoca un
sentimiento de tristeza en el oyente. Estos argumentan que la expresividad de la música
es esencialmente una cuestión de su capacidad para despertar esa emoción que expresa;
otros, como Levinson (1990), han afirmado que la música que expresa una emoción
dolorosa y negativa, a menudo puede despertar esa emoción en el oyente, y su valor
reside precisamente en que sea capaz de hacerlo, pero niegan que decir que la música
sea expresiva de emoción, simplemente quiera decir que ésta despierte esa emoción.
Madell (2002), por ejemplo, afirma que un análisis satisfactorio de la expresividad de la
música reside y se apoya en una concepción de la naturaleza de la emoción muy
diferente del punto de vista estándar “cognitivista”. Para éste, la música expresa
emoción debido a que exhibe similitudes con el comportamiento expresivo humano. De
forma que un gesto musical puede verse como expresivo de emoción, incluso aunque,
como Hanslick señalaba, no pueda representar un objeto, ni expresar un juicio sobre
algún objeto. Por tanto, Madell (2002: 45) defiende que la única concepción de la
expresión musical que es aceptable es una variante de la corriente “emotivista”, y añade
que Hanslick comete dos errores en su planteamiento, “el primero, es la afirmación de
que si la música evoca una emoción tiene que ser capaz de representar algún objeto
extra-musical de esa emoción. El segundo, es que tendría que expresar un pensamiento
acerca de ese objeto”. A este respecto, Levinson (1990) añade que los sentimientos
despertados por la música no tienen un objeto específico, y es el oyente el que se siente
triste de forma normal al aprehender y entonces identificarse con la tristeza en la
música. Esta aprehensión, tal y como afirma, se basa en el conocimiento del oyente de
algún parecido fundamental entre la música y la conducta expresiva humana de tristeza.
Para reforzar sus argumentos, Madell (2002) pone como ejemplo uno de los
elementos fundamentales de la experiencia musical occidental, la transición de
disonancia a consonancia: la resolución de una séptima de dominante a un acorde de
tónica, por ejemplo. Lo que se evoca en el oyente es una sensación de tensión y un
145
Marco téorico
deseo de resolución. Y cuando esa resolución se retrasa, lo que evoca es una mayor
intensidad de ese deseo, algo parecido al anhelo o la nostalgia79, por mucho que nos
resistamos a estas palabras reales para describir lo que se evoca.
79
v. Figura 4.10
146
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
acepta que también pueda haber significados extra-musicales y que las emociones
musicales pueden variar dependiendo del lugar y momento en el que se produce la
audición. Meyer justifica el hecho de que las emociones producidas por la música no
conduzcan a los patrones conductuales que habitualmente se asocian a ellas (algo que
Kivy criticaba del planteamiento “emotivista”), señalando que se debe a una inhibición
de esos mecanismos conductuales. Es particularmente relevante la triple ecuación
planteada por Meyer (expectación-emoción-significado) al vincular tres esferas de actos
mentales, es decir la volición, el afecto y el símbolo, en una unidad psicológica para
explicar el sentido de la música. La fuente de la emoción musical, y que Meyer plantea
como variante “emotivista”, es la “rotura” de expectativas musicales o anticipaciones
frustradas y colmadas por ellas 80 . Partimos de la base de que la emoción surge al
romperse la regularidad y que, cuanto mayor es la inhibición de la respuesta y lo
inesperado de ella, mayor es el placer obtenido; pero no debemos olvidar, como señala
el musicólogo González Martínez (1999: 159), que “toda ruptura se entiende en relación
con un orden preestablecido [...] (un) marco de referencia en relación al cual las
rupturas se conciben como tales”. Y añade, “el compositor, a cada paso, ha de introducir
incertidumbre para enriquecer el sentido de su discurso (mayor ambigüedad, mayor
cantidad de información) y el receptor puede gozar de esa incertidumbre y darle
significado estético, pero también ha de recibir puntos de apoyo o de referencia. Un
exceso de incertidumbre lleva al caos y a la incomprensión”.
147
Marco téorico
148
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
149
Marco téorico
Por estos motivos, aunque las emociones se han estudiado científicamente desde
hace un siglo, los tratados sobre la emoción rara vez consideran las reacciones
emocionales a la música, salvo honrosas excepciones81. Para Sloboda y Juslin (2001),
esto puede reflejar el hecho de que las emociones experimentadas mientras escuchamos
música son en cierta manera diferentes de otras emociones. Sin lugar a dudas, hay
diferencias importantes entre las emociones musicales y otras emociones, tanto en
81
Sloboda y Juslin (2001: 81) citan como ejemplo de notables excepciones a los autores Fridja, Lazarus,
Oatley y Zajonc
150
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
151
Marco téorico
Juslin y Persson (2002) añaden que pocos estudios han reportado resultados de
manera que hagan estimaciones más precisas sobre la posible exactitud de la
comunicación. Juslin (1997b) utilizó un formato de elección forzada para permitir la
comparación con los resultados obtenidos en los estudios de expresión vocal de la
emoción, y encontró que la precisión de la comunicación era del 75%, alrededor de
cuatro veces más precisa de lo que cabría esperar. Esto sugiere que, al menos en
circunstancias ideales, la exactitud de la comunicación de la emoción en la
interpretación musical puede acercarse a la exactitud de la expresión facial y vocal
(Johnstone y Scherer, 2000). Además, tal y como señalan Juslin y Persson (2002), el
proceso comunicativo parece ser fiable independientemente del formato de respuesta
particular utilizado para recoger los juicios de los oyentes.
152
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Tabla 4.2. Tabla resumen realizada por Juslin y Timmers (2010) de los parámetros usados por los
intérpretes para comunicar emociones a través de la música (se cita un estudio representativo para cada
parámetro. El nombre de los autores está abreviado a las dos letras iniciales del primer autor, y el segundo
autor si fuera necesario para más claridad), y los dos últimos dígitos del año de publicación. Ejemplo,
Ga96 = (Gabrielsson y Juslin, 96).
En esta tabla se incluyen las cinco emociones más estudiadas: alegría, tristeza, ira,
miedo, ternura. Estas emociones representan un punto de partida natural porque, como
explican Juslin y Timmers (2010), todas son consideradas como las emociones típicas, y
propuestas por los investigadores como las emociones básicas (innatas y universales).
Las mismas emociones también aparecen de vez en cuando como indicaciones de
expresión en las partituras (v. gr. festoso, dolente, furioso, timoroso, teneramente).
Además, combina una aproximación categórica a las emociones en música con una
aproximación dimensional, con el objetivo de ilustrar lo que el código permite
153
Marco téorico
comunicar a los intérpretes: señales graduadas (v. gr. nivel de actividad) y señales
categóricas (v. gr. tristeza). Cada emoción básica se localiza en un punto aproximado en
el espacio emocional bidimensional constituido por valencia y nivel de actividad. Para
ubicar cada emoción en ese espacio bidimensional, Juslin y Timmers (2010) se basaron
en gran medida en los hallazgos de un estudio de la psicóloga Cynthia Whissell y
colaboradores, en el que los participantes indicaron el nivel de valencia y actividad de
400 términos de emoción.
154
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Figura 4.10. Ejemplos de la ornamentación utilizados en este estudio de Timmers y Ashley (2007).
Todos los ejemplos muestran los dos primeros compases de la Sonata en sol menor para flauta dulce y
bajo continuo HWV360 (Op. 1, Nº 2) de G.F. Haendel82.
82
v. Haendel (1955) en sección de Música impresa
155
Marco téorico
echan en falta esas “desviaciones expresivas” a las que hicimos referencia cuando
abordamos el apartado dedicado a la expresión.
Juslin y Persson (2002) recuerdan que esta tabla tan sólo recoge unas pocas
categorías de emociones, que podemos llamar emociones básicas, pero plantea la
posibilidad de imaginar cómo estas categorías pueden ser combinadas o mezcladas de
diferentes formas, y también cómo la expresión emocional puede alterarse durante una
interpretación. De hecho, dos estudios recientes indicaron que los intérpretes pueden
comunicar satisfactoriamente diferentes niveles de intensidad (débil vs. fuerte) de la
misma emoción a sus oyentes (Laukka y Juslin, 2007; Timmers y Ashley, 2007). De
esta forma, uno también puede especular si las emociones “secundarias” o “complejas”
podrían transmitirse de alguna manera. Muchos investigadores creen que tales
emociones constituyen “mezclas” de emociones básicas. Por ejemplo, se ha propuesto
que la emoción autoconsciente orgullo implica una combinación de felicidad e ira que,
a juzgar por la tabla 4.2, consecuentemente implicaría algún tipo de relación entre los
patrones de parámetros usados para comunicar felicidad e ira. Algunos estudios han
investigado emociones más complejas, pero las pruebas preliminares sugieren que son
difíciles de comunicar a los oyentes de manera fiable (Gabrielsson y Juslin, 1996), al
menos sin un contexto adicional.
Sin embargo, hay grandes diferencias individuales entre los intérpretes en este
sentido. Algunos intérpretes parecen imaginarse estando en el estado emocional que su
interpretación pretende expresar y dejan que las cosas sucedan (Juslin y Laukka, 2000;
Persson, 2001). Por ejemplo, el violista ruso Yuri Bashmet, en una entrevista realizada
por el periodista Edward Seckerson a la que hacen referencia Juslin y Persson (2002),
comentó: “identifícate con las emociones y las notas, temerosas como son, se cuidarán
solas”. Otros artistas adoptan un enfoque más analítico, ponderando de manera explícita
cómo variar los diferentes parámetros. Pero en la medida en que los parámetros se
156
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Este modelo teórico tiene su base en el código de parámetros acústicos que los
intérpretes usan para comunicar emociones a los oyentes, que fue mencionado
anteriormente. Juslin (2001) sostiene que este código refleja dos factores principales: el
primero (y principal), los programas cerebrales innatos para la expresión vocal de
emociones básicas. Partiendo de la hipótesis de que los intérpretes de música comunican
emociones a los oyentes usando el mismo código acústico que en la expresión vocal.
Por ejemplo, la expresión vocal de tristeza implica lentitud del habla, baja intensidad de
voz, y poca energía en sonidos agudos del espectro de la voz. Señales acústicas
similares se utilizan para expresar tristeza en la interpretación musical (ver tabla 4.2.).
El segundo factor que controla la expresión emocional en la interpretación es el
aprendizaje social y los recuerdos específicos. Éste es un proceso que dura toda la vida
y que comienza con la interacción temprana entre madre e hijo. Cuando las madres
hablan con sus bebés, por ejemplo, si quieren calmarlo, reducen la velocidad e
intensidad de su discurso y hablan con lentas caídas de tono. Si las madres quieren
expresar desaprobación entonces emplean líneas de voz breves, intensas, y tipo staccato
(Papoušek, 1996). Aunque el código utilizado por las madres parece ser universal, el
único estilo expresivo de la madre modula el estilo expresivo del niño. Esta modulación
157
Marco téorico
83
Este modelo al que hacen referencia Juslin y Timmers (2010) fue propuesto por el psicólogo Egon
Brunswik en su obra Perception and the representative design of psychological experiments publicada en
1956.
158
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Como explican Juslin y Timmers (2010), esta versión adaptada del modelo lens
presenta algunos aspectos importantes para comprender el proceso comunicativo:
159
Marco téorico
Los datos que aparecen han sido insertados en la Figura 4.11 con fines
ilustrativos. Como puede observarse, existe una alta correlación entre la intención y el
juicio, lo que significa que el intérprete consiguió comunicar con éxito ira al oyente.
Esto se explica por el alto nivel de compatibilidad entre la utilización de las señales por
parte del intérprete y del oyente.
********************
160
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
161
Marco téorico
162
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
menos hasta mediados de S. XX. Sin embargo, la idea que tenemos actualmente del
término difiere de su función original en la época medieval.
Fue en la década de 1430 cuando el Papa Eugenius IV publicó una serie de bulas
papales que dieron lugar al establecimiento de escuelas de caridad enfocadas hacia la
creación musical, conocidas como la Scuole Eugeniane. Había razones de peso para que
los huérfanos residentes (conservati) pudieran beneficiarse de una educación musical:
los niños formados musicalmente eran útiles para las capillas del orfanato llamadas
ospedali85, y a su salida serían capaces de mantenerse por sí mismos; por lo general, la
institución retendría la mitad de los ingresos del plato recolector, las ventas del libreto y
el alquiler de los bancos, y los huérfanos recibirían la otra mitad. Por lo tanto, un
excelente coro de orfanato podría generar no sólo ingresos regulares para sumar al
apoyo del Estado y de las donaciones, sino también ser capaz de acumular un fondo
para cada niño, que tomarían al salir del orfanato. El repertorio principal asociado a esas
escuelas de caridad fue el oratorio, aunque otros géneros vocales como el motete
también eran comunes.
85
Los primeros ospedali surgen en Venecia y Nápoles en el S. XIV y XVI respectivamente. Los cuatro
principales ospedali venecianos fueron los Ospedali della Pietà (para niños abandonados, fundado en
1346), degli Incurabili (para sifilíticos), dei Mendicanti y,dei Derelitti, también llamado el Ospedaletto
(ambos para enfermos crónicos). En Nápoles, hubo una serie de instituciones, entre ellas Sant' Onofrio,
Santa Maria della Pietà dei Turchini, San Pietro a Majella, Santa María di Loreto y Conservatorio
Poveri di Gesù Cristo (fundado en 1589).
163
Marco téorico
164
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
actividad musical pública. A través de los conciertos ofrecidos por los estudiantes o
auspiciados por la institución, muchas de estas instituciones llegaron a ser de vital
importancia para el desarrollo del concierto público en sus respectivas ciudades. La
enseñanza también se vería influenciada por el clima convulso de finales de siglo, tal y
como destaca Ritterman (2011: 100):
[...] las transformaciones sociales, económicas y culturales que se extendieron por Europa
ayudaron a asegurar que la enseñanza de la interpretación llegara a ser más generalizada,
cada vez más solicitada por la clase media y menos influida por las tradiciones pedagógicas
anteriores. En las grandes ciudades, la demanda de educación musical aumentaba
vertiginosamente, como evidencian los anales, periódicos musicales y otras referencias
especializadas de la época. La enseñanza privada floreció, pero en general los nuevos
conservatorios fueron los que ejercieron una mayor influencia en la sistematización gradual
de la enseñanza de la interpretación a un nivel avanzado. Muchos de ellos incluyeron en su
profesorado de instrumentistas a grandes intérpretes de la época, cuya reputación era
conocida a lo largo de Europa occidental por sus carreras concertísticas. Su influencia
contribuyó mucho a determinar lo que llegó a aceptarse como el repertorio instrumental
estándar.
En París, Londres, Leipzig y otras ciudades, los músicos fueron formados para
participar en la vida musical de la sociedad burguesa. Así surgió la primera escuela laica
de música para estudiantes en general que se establecería en París. Fundada en 1784, fue
reorganizada y rebautizada como Conservatoire National de Musique et d'Art
Dramatique en 1795 por la Convención Nacional (Régimen revolucionario entre 1792 y
1795) como resultado de los esfuerzos del director de banda Bernard Sarrette. Fue la
primera institución de educación musical realmente moderna y se organizó desde una
base nacional, sin fines caritativos y con un trasfondo secular e incluso anticlerical. Su
propósito principal era formar músicos para participar en conciertos públicos, fiestas y
celebraciones organizadas por la República. Se concedió una subvención estatal, el
ingreso fue por concurso, y la matrícula era gratuita. Más tarde, el plan de estudios se
amplió para incluir todas las ramas de composición, técnica instrumental y vocal, y arte
dramático (permitiendo a los estudiantes prepararse para distintas salas de ópera y
teatros de París). Aunque la intención inicial de este conservatorio fue proporcionar una
formación integral a los alumnos, inicialmente 600, y ofertar una amplia variedad de
disciplinas instrumentales, la enseñanza instrumental en 1806 se centraba en la flauta, el
oboe, el clarinete, el fagot, la trompa, el violín, el violonchelo y el piano. La
introducción de otras especialidades fue gradual: por ejemplo, el arpa se introdujo en
165
Marco téorico
Aunque muchos alumnos famosos se rebelarían más tarde contra las severidades
académicas del este conservatorio, llegaría a convertirse en un reconocido centro de
práctica musical y sabiduría. Su nombre cambiaría en 1957 por el de Conservatoire
National Supérieur de Musique. A pesar de esta tendencia hacia la secularización, la
música religiosa seguía estando presente en el plan de estudios de los conservatorios de
la época, y el movimiento para la reforma de la música religiosa dio un nuevo impulso a
la creación de escuelas especializadas para los músicos de iglesia.
166
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
87
El texto acotado entre paréntesis es nuestro, y sintetiza otra de las ideas que aparecen en la biografía de
Wilson.
167
Marco téorico
Graduate School (1924) se unieron en 1926 para formar la Juilliard School of Music, en
la ciudad de Nueva York; esta institución se convirtió en la Juilliard School en 1968.
Entre los conservatorios canadienses y australianos destacan el de Toronto (1886) y el
de Adelaide (1898).
168
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
expansión del movimiento a otros países de América Latina, Asia, este de Europa,
Escandinavia, Países Bajos, Portugal y España, como veremos a continuación.
88
Reglamento interior aprobado por el Rey, para el gobierno económico y facultativo del Real
Conservatorio de Música María Cristina. Madrid en la Imprenta Real. 1831.
89
Real Orden de 15 de julio de 1830, por la que se funda el Real Conservatorio de María Cristina en
Madrid.
169
Marco téorico
Durante todo el siglo XIX, este conservatorio sería el único centro en el que se
impartirían estudios oficiales (con validez académica), erigiéndose en paradigma de la
educación musical nacional. Como tal, sería imitado por el resto de conservatorios
creados en España hasta que el Decreto de 16 de junio de 1905 proclamó los requisitos
necesarios para que los conservatorios de provincias, sostenidos por las
administraciones locales y provinciales, adquiriesen validez oficial.
No obstante, y como afirma Sarget Ros (2001: 121), “el centralismo imperante en
la propia administración educativa y la falta de precisión de la normativa favorecerán el
fomento del arquetipo del conservatorio de la capital obligando a los conservatorios de
provincias a continuar remitiéndose a lo reglamentado para el Conservatorio de Madrid,
así como a la planificación curricular que desarrolle el claustro de profesores de dicho
Centro”. Efectivamente, y como añade, “hasta la promulgación del Decreto 2618/1966,
de 10 de septiembre, el estado no regularía específicamente los conservatorios españoles
situados en las distintas localidades y provincias. La situación es tal que, tanto la
distribución de asignaturas y especialidades como los procedimientos de evaluación,
calificación y promoción de alumnos aplicados en los conservatorios de provincias
hasta 1966, serán prácticamente los atribuidos al Conservatorio de Madrid. Incluso en
los aspectos relativos al profesorado el influjo es decisivo; si bien la categoría
profesional queda a expensas de la Administración que sostiene cada Centro [...]”.
Este hecho propició una corriente favorable para renovar las enseñanzas de
música, que se vio plasmada con la aprobación de la Ley Orgánica de Ordenación
General del Sistema Educativo (L.O.G.S.E), el 13 de Septiembre de 1990, cuando por
primera vez las enseñanzas musicales se incluyen en una ordenación general del sistema
educativo, aunque como enseñanzas de régimen especial no universitario. Éste es el
marco legal en el que se desarrolla la educación musical para la formación de
profesionales desde la década de 1990.
170
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Esta Ley divide las enseñanzas de música en tres grados, a cada uno de los cuales
se puede acceder mediante la superación de una prueba específica. El Grado Elemental,
de cuatro años de duración, que da lugar a la obtención del correspondiente certificado
de estudios. El Grado Medio, estructurado en tres ciclos, cada uno de dos cursos
académicos de duración. La superación del tercer ciclo de este grado da derecho al título
profesional en la especialidad correspondiente. Los alumnos que hayan terminado el
tercer ciclo del Grado Medio obtendrán también el título de Bachiller, si superan las
materias comunes del Bachillerato. La realización de estos estudios transcurre
paralelamente a las enseñanzas de régimen general, aunque la Ley permite incorporarse
a ellos mediante una prueba, en cualquier momento de las enseñanzas, sin
obligatoriedad de haber cursado los ciclos anteriores90.
171
Marco téorico
De esta forma, y como afirma Gutiérrez Barrenechea (2004: 101), las diferencias
entre los decretos de las distintas comunidades autónomas se hace patente, bien a través
de sus propias características, bien por las distintas opciones políticas tomadas en sus
respectivos parlamentos. Así por ejemplo, la tradición coral en el País Vasco, de las
bandas en Levante, o el flamenco en Andalucía, aportan una experiencia docente en
esas áreas mucho mayor que en otras comunidades. De hecho, se han ido incorporando
especialidades de instrumentos autóctonos antes de que hubiera una norma que
estableciera las bases para su desarrollo.
94
Real Decreto 617/1995, de 21 de abril (BOE, 06-06-95).
172
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Kingsbury (1988) quizás sea el teórico que con más audacia ha representado ese
sistema cultural al que hacemos referencia. Para ello realizó una investigación
etnográfica entre 1969 y 1971 en el College of Music at Midland University, donde
95
Gutiérrez Barrenechea (2004) recoge acertadamente la definición de “músico profesional”, dada por la
Comisión para la Educación del Músico Profesional de ISME (International Sociely for Music
Education): “el músico profesional es el que acepta la responsabilidad para desarrollar y diseminar la
música como parte integral de la vida, y cuya creación e interpretación de la música refleja percepción,
entendimiento, apreciación y maestría de forma que tenga significado para la gente.” Seminario ISME,
Malmö, Suecia, 1996.
96
v. 4.5.1.2.
173
Marco téorico
ejerció como profesor de piano y asistente del director. Su investigación fue enfocada
como si él mismo fuera un estudiante, es decir, como un observador-participante o
“infiltrado”.
(1) La evitación del sistema académico estándar de clasificación docente con el fin de
maximizar las cualidades artísticas individuales de sus profesores; los únicos criterios
de excelencia y éxito son los asociados a la reputación de cada uno de ellos como
músico.
174
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Martin Krause, profesor de Arrau, que a su vez fue alumno de Franz Liszt. Por tanto, el
alumno de ese profesor quedaría vinculado de forma directa a la tradición pianística
impulsada por Franz Liszt.
Por otro lado, Kingsbury (1988) señala dos aspectos polémicos del entorno de
conservatorio: los recitales y las clases magistrales. Destacando la agenda oculta de
recitales y concursos, que le sirve para comparar a los estudiantes con “gladiadores”,
donde sólo los más aptos sobreviven. A pesar de que este estudio data de finales de los
80, las duras consecuencias propias de este sistema aún pueden observarse hoy en día.
El ex director de la London Menuhin School (Renshaw, 1990) pone de manifiesto que a
medida que los conservatorios continúen sobre-produciendo músicos profesionales, los
recitales y las competiciones seguirán siendo vistas por algunos profesores e
instituciones como un formato útil para controlar la entrada en peldaños superiores de la
profesión. Sin embargo, Renshaw siente que el coste que acarrea da lugar a que los
estudiantes “participen en un juego de supervivencia que carece de integridad artística y
fracasa al encarnar cualquier tipo de compromiso artístico,... [una situación que es]
psicológicamente perjudicial, musicalmente estéril, y nada menos que una negación de
la educación”. (Renshaw, 1990: 5)
175
Marco téorico
Llegados a este punto, merece la pena hacer una breve reflexión sobre este
aspecto del sistema educativo en los conservatorios españoles. Este sistema tiene como
principal objetivo la formación de intérpretes solistas e integrantes de orquesta,
fomentando desde el comienzo las actuaciones en público, a través de las cuales
familiares, amigos y comunidad educativa pueden apreciar su evolución en la calidad de
la interpretación musical. Parece que la expresión “músico profesional” se corresponde
con la pre-concepción cultural del arquetipo de intérprete, aunque en los últimos
tiempos parece que está cambiando esta tendencia en las Enseñanzas superiores de
música, al crearse diferentes itinerarios97. Como señala Iniesta Masmano (2011: 130),
“obligar a un estudiante a intervenir en una audición con mayor periodicidad parece
considerarse la varita mágica para superar el miedo escénico”; sin embargo, y como
veremos más adelante, programar repetidas exposiciones puede hacer crónico el
problema de la AEM que sufre el alumno, a pesar de las “buenas intenciones” de esta
práctica para conseguir que el alumno se habitúe a la actuación en público. Además, el
carácter evaluativo de los recitales tampoco ayuda a solucionar el problema.
97
El Real Decreto 631/2010, de 3 de mayo de 2010, (BOE, 14-05-2010), que regula el contenido básico
de las enseñanzas artísticas superiores de Grado en Música establecidas en la Ley Orgánica 2/2006,
considera nuevos campos profesionales con perfiles concretos y las pautas fijadas por la Declaración de
Bolonia. Con estas premisas, las nuevas especialidades del Grado en Música propuestas por el Ministerio
de Educación pasan a ser siete: Composición, Dirección, Interpretación, Musicología, Pedagogía,
Producción y gestión, Sonología. Con el nuevo planteamiento, todas las especialidades instrumentales de
LOGSE se integran en la nueva especialidad de Interpretación, pasando a un nivel inferior de concreción
denominado itinerario.
176
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
177
Marco téorico
Holliger (oboe) o Wynton Marsalis (trompeta), pero que hoy en día es dominada por
muchos instrumentistas jóvenes.
4.5.1.2.1. El talento
178
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
algo que poseen todos los niños, aunque en diferentes medidas, y puede presentarse de
diferentes formas. Comportamientos musicales como unirse a cantar, significa que un
niño responde favorablemente a la oportunidad de aprender e interaccionar con la
música, pero no necesariamente que tenga más talento para ella que cualquier otro niño.
Ni significa necesariamente que vaya a mostrar más aptitudes si se ofrece la
oportunidad de aprender un instrumento, es decir, tocar de manera más eficaz y con
mayor rapidez que cualquier otro niño. Digamos que el talento depende de una serie de
cualidades relacionadas con la motivación, el temperamento y la personalidad, en
combinación con determinadas habilidades. En este sentido, Kemp y Mills (2002), que
toman como referencia a los psicólogos Carl Seashore y Raymond Cattell, destacan la
vinculación del talento a capacidades esenciales como la audición, la sensibilidad, la
comprensión, y la expresión de la música que da lugar a un “impulso o deseo hacia
ella”. Y la existencia de tres “modalidades” asociadas al talento: habilidad, personalidad
y motivación.
179
Marco téorico
98
v. 4.5.1.3.
180
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Incluso si hay generoso talento, no se alcanza por fuerza el logro musical. Por cada diez
prodigios musicales (con el presunto talento innato), existen varios prodigios fracasados,
algunos de los cuales abandonan la música del todo, otros lo intentan pero no logran
alcanzar las alturas del logro musical (el mismo Rubinstein tuvo que enfrentarse a varias
crisis relativas a su propio talento y voluntad para hacer música). Por lo general, las
cuestiones de la motivación, la personalidad y el carácter se singularizan como decisivas
aquí, aunque, por cierto, la fortuna también contribuye. Un músico de nuestra cultura debe
ser más que hábil técnicamente. Uno debe poder interpretar música, escudriñar las
intenciones del compositor, efectuar y proyectar las interpretaciones propias, ser un
ejecutante que convenza. (Gardner, 2001: 98)
99
v. 4.5.1.1.
181
Marco téorico
4.5.1.2.2. La práctica
Tal y como plantean Lehmann y Davidson (2002: 549), nadie nace con las
habilidades necesarias para subir al escenario e interpretar una pieza de música, se trata
de algo que no se adquiere de la noche a la mañana y necesita mucho tiempo para
desarrollarse. Por supuesto, existen diferencias individuales que influyen en la
adquisición de estas habilidades, como la personalidad, velocidad de desarrollo, y la
motivación, pero incluso los individuos más “dotados” requieren de grandes cantidades
de entrenamiento y práctica para desarrollar altos niveles de interpretación. Esta fase de
adquisición o desarrollo de habilidades es de especial interés una vez que el nivel
interpretativo supera el nivel medio adulto prevalente en la población, un nivel que se
adquiere casi pasivamente a través de la aculturación. Por ejemplo, la mayoría de la
gente puede cantar el himno nacional o silbar melodías populares; sin embargo, en la
música clásica occidental, nos preocupan los niveles interpretativos que se pueden
alcanzar como resultado de la instrucción y la formación deliberada y lenta.
La práctica ha sido siempre una parte importante de las vidas de los músicos. En
la mayoría de los países industrializados de hoy, los jóvenes estudiantes de música
practican en sus habitaciones o en la sala de estar de casa bajo la supervisión de los
padres. Los alumnos del conservatorio suelen practicar por sí mismos en pequeñas
cabinas o en casa. Todo con el fin de alcanzar el dominio interpretativo al que hacíamos
referencia.
182
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
183
Marco téorico
[...] actividad estructurada, a menudo diseñada por profesores o instructores con el objetivo
explícito de aumentar el nivel interpretativo actual de una persona. [...] Requiere la
generación de metas específicas para la mejora y seguimiento de diversos aspectos de la
interpretación. Por otra parte, la práctica intencionada implica tratar de superar los límites
anteriores de uno mismo, lo que requiere concentración y esfuerzo. En consecuencia, sólo
es posible dedicarse a estas actividades por un periodo limitado de tiempo para poder
descansar y recuperarse.
Por otra parte, “superar los límites anteriores de uno mismo” implica el uso de una
serie de estrategias de práctica instrumental que Tripiana Muñoz (2014: 40-1) define
como:
184
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
almacenar y posteriormente poder reproducir resultados instrumentales, a su juicio,
positivos y en el menor tiempo de consecución posible.
185
Marco téorico
instrumentistas sobre sus propias capacidades, les hace pensar que si se relajan y se
dejan llevar por el trabajo con naturalidad y comodidad, no serán lo suficientemente
competentes como profesionales. Por ello se exceden en la práctica, se fuerzan a sí
mismos e incluso llegan a lesionarse, perdiendo el contacto con el activo más valioso
que poseen como artistas: la capacidad de ser vulnerable, genuino y espontáneo, y
transmitir desde el corazón. Según el trabajo de Clark, Williamon y Lisboa (2007), las
interpretaciones exitosas se conectan frecuentemente con los sentimientos de
preparación suficiente, mentalidad positiva, y un nivel de desafío asumible, mientras
que las interpretaciones menos exitosas parecen vinculadas con una inadecuada
preparación, perspectivas mentales negativas, frustración y falta de confianza en uno
mismo durante la interpretación. Por ese motivo, los mensajes constructivos de auto-
motivación que consisten en cambiar radicalmente los pensamientos y palabras que
conllevan a la auto-limitación o auto-descalificación, por otros más positivos que
refuercen la confianza en uno mismo, resulta de vital importancia. Para el músico, la
creencia en la capacidad de uno mismo es de suma importancia para el éxito
interpretativo. En tercer lugar, la práctica mental de imágenes, se refiere al conjunto de
pensamientos, acciones, reflexiones, pautas de conducta, etc., planificados
sistemáticamente en el tiempo, que son llevados a cabo por el o la instrumentista de
forma intencional durante la práctica para lograr un resultado musical satisfactorio por
medio de la representación previa de una imagen visual, auditiva, olfativa, gustativa,
cinestésica, táctil o multisensorial, dentro de un plan de retroalimentación. La práctica
mental también puede generar una imagen sonora previa de modo que es posible
escuchar la obra en la mente lejos del instrumento. A su vez, los símbolos e imágenes
evocadoras, crean un programa extra-musical o generan una imagen anticipada del
tempo también pueden ayudar al intérprete. Finalmente la práctica mental puede ser de
utilidad para lograr una imagen escénica previa, es decir un escenario mental, que puede
ayudar a controlar la AEM que genera el evento real.
186
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
real posible, su interpretación ideal, tal y como les gustaría que ocurriese. En la
imaginación se puede recurrir a todos los sentidos: oído, vista, tacto, gusto, olfato, así
como al aspecto kinestésico. De este modo los intérpretes pueden imaginarse a sí
mismos observando su propia actuación como miembros del público (enfoque externo)
o visualizar su interpretación como si estuvieran realmente tocando (enfoque interno).
El efecto del ensayo mental, según estos autores, proporciona una especie de
programación neuromuscular de modo que es más probable que el intérprete se
comporte de forma automática, tal y como ha deseado, durante la ejecución real. La
práctica mental se presenta pues como una alternativa o complemento a la propuesta de
tocar. Sin embargo, y como recuerda Tripiana Muñoz (2014), resulta prácticamente
imposible tocar un instrumento sin actividad cognitiva, lo que significa que el hecho de
tocar es, inevitablemente, una combinación de esfuerzo mental y físico.
El pedagogo de piano alemán Karl Leimer (1931), profesor del famoso pianista
Walter Gieseking, es considerado como uno de los principales defensores del
entrenamiento mental. Leimer hacía hincapié en que el artista debe conocer la partitura,
o algunas de sus partes, de memoria antes de proceder a la práctica en el instrumento.
La memorización eficaz podría lograrse mediante un análisis de la pieza en unidades
estructurales adecuadas. Al leer una partitura, uno debe ser capaz de oír la música con
su “oído interno”. La práctica del instrumento debe hacerse con una intensa
concentración en cada detalle de la interpretación, de forma que las sesiones de práctica
deben ser relativamente cortas. El tempo debería ser lento para evitar errores, y ser
incrementado progresivamente hasta alcanzar la velocidad adecuada.
187
Marco téorico
188
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
como es el caso de la AEM. Sin embargo, es importante recordar que el grado en que la
práctica mental puede sustituir a una verdadera interacción física con el instrumento y el
sonido es limitado (Parncutt, 2007). Para realizar progresos mediante la práctica mental
es necesario tener al menos una idea previa del sonido y los movimientos que se
ejecutan durante la interpretación (Klöppel, 2005: 29), pues la práctica mental implica
recordar percepciones sensoriales previas. Por ese motivo, la combinación de práctica
mental y física es la que resulta más efectiva.
usando el pensamiento consciente y, una vez automatizados, estos procesos deben ser
dejados solos durante la interpretación. Pero es necesario ser precavido, ya que los
procesos motrices automatizados durante la práctica que no son compatibles con las
representaciones mentales, como por ejemplo la memorización por repetición, pueden
convertirse en un lastre durante la actuación. Este efecto a veces se observa en los niños
que sufren fallos de memoria catastróficos cuando tocan en recitales de fin de curso.
190
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Bloom (1985); además, encontraron que a los 20 años de edad, los estudiantes de violín
de alto nivel habían estudiado aproximadamente 2500 horas más que otro grupo de
violinistas de un nivel seguidamente inferior, y 5000 más que los de menor experiencia,
lo cual confirmó que los violinistas de mayor nivel eran los que mayor cantidad de
tiempo habían invertido en la práctica instrumental. Por otro lado, observaron que los
músicos profesionales de alto nivel empleaban aproximadamente cuatro horas diarias de
práctica formal, con sesiones de duración próxima a la hora seguida de un descanso102.
Las sesiones de práctica se desarrollaban fundamentalmente por la mañana, fase del día
en la que una persona dispone del máximo de capacidad para realizar actividades
complejas y exigentes, según demuestran algunas investigaciones103. Todos los músicos
expertos señalan la importancia de dormir y descansar para mantener sus altos niveles
de práctica diaria.
Conforme pasan los años, los intérpretes aún deben practicar más para poder
contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento (Krampe y Ericsson, 1996). De
hecho hay evidencias de que las habilidades musicales cognitivo-motoras decaen
comparativamente menos que las habilidades cognitivas no musicales. Los efectos de la
edad pueden también reducirse con estrategias compensatorias, como la elección de
piezas de menor exigencia técnica o tocando más lentamente.
Desde el punto de vista cuantitativo, y como conclusión tras revisar algunos de los
estudios realizados, es evidente que la cantidad de práctica consciente está relacionada
102
El periodo de concentración de los principiantes es menor, tal y como señalan Williamon y Valentine
(2000)
103
Ericcson, Krampe y Tesch-Römer (1993: 392) citan concretamente el estudio realizado por Simon
Folkard y Timothy H. Monk
191
Marco téorico
104
Lehmann y Davidson (2002: 551) citan los estudios realizados por Barry, Hallam y Harnischmacher
192
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
practicar al piano, que siguen siendo aplicadas por muchos profesores actualmente.
Estos autores sostienen que muchos consejos se fundan y basan en la experiencia de
toda una vida; otros, sin embargo, parecen casuales. A veces, vienen en forma de recetas
que, cuando se aplican sin pensar, pueden tener poco o ningún efecto. Por ejemplo, la
idea de la “práctica lenta”, que a menudo es aclamada como un remedio infalible para
todo tipo de problemas. Sin embargo, la práctica lenta sin imaginar la próxima nota en
tu cabeza o prestando atención a pensamientos irrelevantes puede resultar inútil. En este
sentido, el pianista Joaquín Achúcarro (Ballester Martínez, 2011) defiende la práctica
“lentísima” y “fortísima”, en la línea de William Kapell, siempre y cuando se realiza de
forma consciente y atenta. El “lentísimo” favorece la concentración y el “fortísimo” el
desarrollo muscular. Achúcarro considera de vital importancia para el pianista lograr
una concentración mental que le permita, a la hora de tocar a la velocidad normal, saber
la función mecánica y musical de cada dedo y el sentido de cada nota de forma
consciente y no sólo como reflejo condicionado que, por supuesto, también debe existir.
La concentración exigida a la hora de tocar debe ser la misma que a la hora de estudiar y
de esta forma un estudio lento y concentrado, aunque sea muy costoso en tiempo y
energía, favorecerá una interpretación pública concentrada y consciente.
para la mayoría de intérpretes, un largo proceso que puede requerir decenas o incluso
cientos de horas, repartidas en varias semanas y meses. Una creencia extendida entre los
estudiantes de música es que los ensayos técnicos e interpretativos son procesos
separados que se pueden realizar de forma secuencial, primero uno, luego el otro. Los
estudiantes a menudo hablan de “aprender las notas” como un proceso que debe ser
completado, o al menos que ha progresado de manera significativa, antes de que se
añada la interpretación, como si se tratara de una capa final de pintura. El análisis
detallado de la conducta real de los artistas expertos muestra una historia diferente. Los
expertos parecen formular estrategias interpretativas clave más bien en etapas tempranas
del periodo de práctica. Muchos intérpretes de talla mundial se impregnan de la música
a través de la audición, el estudio de las partituras, y la lectura antes de acercarse
siquiera a sus instrumentos. Así que ya saben mucho sobre la música, y cómo quieren
que suene, antes de que el ensayo se lleve a cabo. Un ejemplo lo encontramos en la
investigación realizada por Chaffin e Imreh (2002), que estudiaron la forma en que una
pianista profesional (Gabriela Imreh) montaba el Concierto italiano de Bach en el
período de un año. Aunque las decisiones interpretativas y su aplicación mediante la
práctica expresiva y técnica específica tuvo lugar durante el período total de práctica, la
identificación de las características clave de interpretación tuvo lugar bastante pronto,
en las primeras horas de ensayo con el instrumento.
El profesor juega un papel decisivo para que el proceso de práctica llevado a cabo
por el alumno resulte efectivo. La mayoría de las personas que se convierten en músicos
competentes, lo hacen gracias a la ayuda de profesores. De hecho, el psicólogo y
pedagogo Benjamin Bloom (1985) comprobó que la mayoría de los individuos que
finalmente alcanzaban reconocimiento internacional habían trabajado con reputados
maestros que previamente habían formado a intérpretes de las mismas características.
Un ejemplo lo tenemos en la figura de Heinrich Neuhaus, profesor de Sviatoslav
194
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Richter, Emil Gilels y Radu Lupu, entre otros; o el gran pianista Arturo Benedetti
Michelangeli, profesor a su vez de Martha Argerich y Maurizio Pollini. La práctica
guiada con maestría es esencial para alcanzar las más altas cotas interpretativas, y su
eficacia radica en factores como el tiempo que destinan a la enseñanza, sus
comportamientos verbales y no verbales, el tipo de actividades musicales en las que
involucran a sus estudiantes, y las medidas que adoptan para mejorar específicamente su
enseñanza.
195
Marco téorico
196
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
197
Marco téorico
Por último, señalar que otras personas también cumplen funciones de enseñanza
con los aspirantes a músicos. Entre éstos están los padres, que supervisan la práctica de
sus hijos en casa, los compañeros de música, que ofrecen retos y motivación, y los
músicos profesionales, cuyas actuaciones se convierten en el modelo a seguir.
4.5.1.3. La motivación
Por otro lado, la movilización de recursos que genera la motivación, puede ser
positiva cuando la meta que se persigue resulta atractiva (v. gr. intentar mejorar como
intérprete, llegar a triunfar, ser apreciado por los demás, etc.); sin embargo, también
puede producir una activación cuyo origen se encuentra en sentimientos negativos,
como por ejemplo cuando se percibe el miedo a fracasar o se pretende evitar las
consecuencias negativas de una conducta (v. gr. evitar la desaprobación del profesor o
de los padres, anticipar la posibilidad de fracaso antes de una actuación, etc.). Ambas
formas de generar activación pueden resultar útiles para provocar un estado de alerta en
el intérprete que le permita rendir a su máximo nivel. Es decir, tanto el deseo de
disfrutar de las consecuencias positivas de una buena interpretación, como el temor a
sufrir las consecuencias negativas de una mala interpretación (factor directamente
198
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
relacionado con la AEM), pueden servir para generar motivación y esforzarse, y ambas
pueden conducir al éxito en determinadas condiciones.
Aunque un gran número de personas se sienten atraídas por la música desde niños,
ya sea intrínseca o extrínsecamente, relativamente pocos logran un nivel de dominio
satisfactorio. El desarrollo de una habilidad de cualquier tipo implica necesariamente un
esfuerzo que, como señalan López de la Llave y Pérez-Llantada (2006: 22), “se
manifiesta día a día, minuto a minuto, en el trabajo cotidiano que el intérprete debe
realizar para prepararse, estudiar, ensayar o acometer cada nueva actuación”. En
general, cuestiones de gran importancia en este ámbito, como el nivel de compromiso
que adquiere el intérprete, su dedicación, el interés con el que afronta las metas que
quiere conseguir y las tareas que debe realizar, su capacidad de sacrificio, su espíritu de
lucha ante las múltiples dificultades que ha de superar, etc., dependen
fundamentalmente de la motivación y de los estados afectivos, o emociones. En la
música, el esfuerzo puede incluir una gran cantidad de tiempo concentrada en la
repetición de ejercicios musicales que no son intrínsecamente divertidos. Para conseguir
que este tipo de trabajo no haga mermar la motivación del músico, es importante alterar
las rutinas de práctica para que sean más gratificantes, y buscar maneras de mantener el
esfuerzo necesario en esas actividades inevitablemente desagradables.
En cualquier caso, el éxito del músico dependerá en gran medida de las fuentes de
motivación que sustenten su amor e interés por la música, incluso en los momentos en
199
Marco téorico
los que los obstáculos parecen insalvables, y lo más fácil es arrojar la toalla. Como
apuntamos anteriormente, esas fuentes de motivación pueden clasificarse en dos grupos:
la motivación intrínseca y la motivación extrínseca.
106
SLOBODA, John A. “Music as a language”. En: WILSON, F. & ROEHMANN, F. (Eds.) Music and
child development: The biology of music making. St. Louis: MMB Music, 1990, pp. 28-43. Citado en
(Lehmann, Sloboda y Woody, 2007: 46)
200
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
En el primer floreo, estalló más ruido que música de las cuerdas y, como si hubiera
sucedido ayer, recuerdo mi miedo a esta explosión de sonidos... alterado por el impacto, caí
hacia atrás. Sin embargo, cuando rasgó algunas de esas variaciones que llamó soleares, las
sentí dentro de mí, como si hubieran penetrado por todos los poros de mi cuerpo. (Segovia,
1976: 3)
Esta investigación también sugiere que las experiencias culminantes son más
probables que ocurran en ambientes en los que el niño no percibe exigencias o
amenazas. En tales situaciones, la naturaleza intrínsecamente placentera de la música
puede afectar a los jóvenes; como resultado, muchos deciden convertirse en músicos, o
al menos perseguir una formación musical a una edad temprana.
Por otro lado, la motivación intrínseca por la música es muy importante para los
estudiantes de música que se someten a una instrucción formal. En este caso, Lehmann,
Sloboda y Woody (2007: 47) hacen referencia a dos estudios sobre desarrollo musical.
El primero de ellos fue realizado por los profesores Gary E. McPherson y James M.
Renwick, quienes encontraron que los instrumentistas principiantes que hicieron el
mayor progreso en su primer año de clases de música, solían expresar razones
intrínsecas para su participación, como tener ganas de tocar para su propio deleite; el
segundo estudio se debe a Sloboda y colaboradores, quienes intentaron determinar los
factores que contribuyen al desarrollo de los músicos, entrevistando a estudiantes de
música instrumental con edades comprendidas entre 8 y 18 años, sobre sus actividades
musicales del día a día, y pidiéndoles a muchos de ellos que mantuvieran una práctica
201
Marco téorico
diaria durante el curso de un año. Los resultados mostraron una relación entre la
práctica informal, como tocar sus canciones favoritas por gusto o pasar el tiempo
haciendo música entre amigos, y el logro interpretativo. Los estudiantes con menor
rendimiento académico fueron los que hicieron una menor práctica informal. Aunque
estas actividades probablemente no sean importantes para refinar las habilidades
interpretativas, ofrecen un impulso motivacional para el compromiso de los estudiantes
en su formación y participación musical.
202
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
puedan derivarse de esa actuación (v. gr. el deseo de evitar quedar mal delante de sus
compañeros), el intérprete comienza a sentir cierta presión que convierte la actuación en
una situación incómoda. Su mantenimiento en el tiempo genera lo que denominamos
distrés107, antesala de la ansiedad escénica.
Los padres pueden tener una influencia importante en la naturaleza y forma de los
logros de un niño (Baumrind, 1989; Csikszentmihalyi, Rathunde y Whalen, 1993),
además son una fuente importante de motivación y apoyo en las primeras etapas del
desarrollo musical de sus hijos (Bloom, 1985; Davidson et al., 1996).
Aunque un entorno familiar estable puede que no sea siempre necesario para
alcanzar un alto nivel interpretativo, como fuera el caso de Louis Armstrong o Michael
Jackson, una vida familiar estable y estructurada puede contribuir a mantener y motivar
las actividades de aprendizaje. Como afirman Lehmann, Sloboda y Woody (2007), un
elogio o un estímulo verbal por parte de los padres es un importante premio para los
jóvenes que demuestran el desarrollo de sus habilidades musicales y expresan su interés
por aprender más de la música. Una vez un niño comienza sus estudios formales, el
apoyo de los padres es especialmente importante. Además de pagar sus clases y
proporcionarles transporte, los padres pueden apoyar los logros musicales de sus hijos
107
Malestar. Véase también el apartado 4.5.3.2.
203
Marco téorico
El apoyo de los padres parece ser un requisito básico para que sus hijos continúen
involucrados en la música. La falta de este apoyo es un factor decisivo para que los
hijos abandonen sus estudios musicales. Hay, sin embargo, un lado negativo en la
implicación de los padres. Los padres que presionan demasiado a sus hijos corren el
riesgo de que pierdan el placer intrínseco por la música y finalmente acaben
abandonándola. Como señalan Lehmann, Sloboda y Woody (2007), algunos padres
pueden creer que, aunque la experiencia pueda resultarles negativa, más tarde
terminarán agradeciendo que les hicieran tomar clases de música. Las investigaciones
sugieren que el comienzo de las lecciones formales de aquellos que disfrutan de una
carrera musical de éxito, se realizaron en un ambiente agradable.
Por otro lado, los niños pueden ser también influenciados por hermanos que tocan
instrumentos musicales. En un estudio realizado por Davidson, Howe y Sloboda (1997),
con el fin de examinar la influencia ejercida por los hermanos, la mayoría de los
108
Los autores hacen referencia a los estudios realizados por Howe, Manturzewska, Sloboda y Sosniak
204
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Por último, en este mismo estudio se observó que los encuestados con una menor
implicación parental en su desarrollo musical, tenían menos probabilidades de que sus
hermanos ejercieran una influencia positiva sobre ellos. Esto también explica que
aquellos que finalmente abandonaron la instrucción musical, imitaron a sus hermanos
en las clases iniciales, pero posteriormente abandonaron esta actividad al no contar con
el apoyo parental y, por tanto, no obtener la influencia positiva de los hermanos.
Los profesores
109
Los autores citan los estudios de Rosenthal y Jacobson, y el de Blatchford y colaboradores
205
Marco téorico
206
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
estímulo para obtener el éxito”. Tan crucial como es para un primer profesor de música
ser cariñoso y amigable, es que los siguientes profesores tengan la habilidad de alargar
el compromiso de sus alumnos con la música de una forma inspiradora (Sloboda y
Howe, 1991). En esta etapa, el éxito de un profesor para convertirse en un modelo para
los estudiantes pasa por estar más ligado a sus habilidades interpretativas. De hecho, los
estudiantes de música avanzados tolerarán a menudo una personalidad desagradable si
respetan las habilidades del profesor como intérprete. Incluso los estudiantes más
jóvenes, en edad escolar, pueden separar los juicios que hacen de su profesor como
persona y como profesional. Esto sugiere que el respeto por un profesor como intérprete
e instructor puede ayudar a un estudiante a superar cualquier duda que puedan tener
sobre la personalidad o estilo del profesor.
Conforme los jóvenes músicos entran en la adolescencia, sus iguales pasan a ser
cada vez más importantes. Los gustos y actitudes musicales parecen ser particularmente
constitutivas de roles sociales en los años escolares (sobre todo en el rango 11-16 años).
Existen bastantes pruebas de que los niños esconden sus intereses musicales reales para
parecer que se ajustan a las normas del grupo. En este sentido, Davidson, Howe y
Sloboda (1997: 200) hacen referencia al estudio realizado por Leif Finnäs, quien
encontró una tendencia a sobreestimar la preferencia de la mayoría de compañeros
(fundamentalmente la música dura, reivindicativa y ruidosa similar al Rock). La
motivación extrínseca que proporcionan los compañeros puede eclipsar la influencia
ejercida por padres y profesores, pudiendo llevar a que abandonen su instrucción
musical o continuarla. En este sentido, Howe y Sloboda (1992) informaron de una serie
de casos en los que los jóvenes músicos capaces encontraron que la actitud de sus
207
Marco téorico
Las relaciones entre iguales pueden también ayudar a mantener el interés por la
implicación en la música. Muchos estudiantes de música adolescentes construyen sus
grupos sociales con otros músicos. Es muy común que en institutos existan subculturas
musicales en forma de grupos unidos como “chicos de banda” o coros. El
reconocimiento social en esos grupos está ligado a las habilidades musicales de los
miembros. Por ese motivo, los músicos jóvenes a menudo están motivados con la
práctica para conservar su posición entre sus iguales. Habitualmente, los estudiantes de
música gozan del apoyo y aliento de sus iguales y valoran las oportunidades para hacer
música dentro del colectivo.
112
v. 4.5.1.1.3.
113
v. 4.5.1.4.
208
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Las fuentes de motivación externas juegan un rol importante para mantener las
actividades en música de un estudiante. Sin embargo, los factores de motivación
extrínsecos no pueden reemplazar a la motivación intrínseca. Aquellos intérpretes que
dependen en exceso de reforzadores externos son más vulnerables a que se desgaste y
debilite su motivación que aquellos cuya motivación es básicamente intrínseca. Un
apoyo externo puede evitar que los niños abandonen la música, pero sin una motivación
intrínseca adicional, probablemente no mejorarán mucho musicalmente114. Alcanzar los
niveles más altos de éxito interpretativo parece requerir una combinación de muchos
factores motivacionales. Estos factores se van desarrollando en los jóvenes músicos, y
finalmente terminan definiendo su identidad musical.
Intérpretes profesionales
Son escasos los estudios sobre la influencia que tienen los intérpretes
profesionales y grandes solistas en los jóvenes estudiantes. Sin embargo, existen
pruebas de que los profesionales altamente cualificados que son conocidos
personalmente por los jóvenes estudiantes, o que han sido escuchados y vistos a través
de la radio, grabaciones o video, pueden ser una motivación altamente positiva para que
aumente el deseo de un niño por aprender un instrumento musical. En este sentido,
Csikszentmihalyi, Rathunde y Whalen (1993) sugieren que los profesionales aportan a
la identidad de los chicos, modelos sobre los que construyen y desarrollan el concepto
de sí mismos. De esa manera podemos entender mejor el auge de la práctica pianística
114
Los autores Lehmann, Sloboda y Woody (2007: 53) hacen referencia al estudio longitudinal sobre la
práctica musical en niños realizado por Gary E. McPherson y James M. Renwick
209
Marco téorico
Una vez analizadas las principales fuentes de motivación, vamos a realizar una
breve revisión de las teorías más representativas de la motivación, que ayudan a
comprender la compleja naturaleza de la motivación a nivel interpretativo. En este
apartado utilizaremos como referencia el marco conceptual aplicado al mundo de la
música que proponen O’Neill y McPherson (2002):
210
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
211
Marco téorico
Figura 4.12. Los estudiantes que expresan un compromiso a largo plazo en la música (teoría de la
expectativa-valor) estudian más y logran una mayor habilidad interpretativa como refleja una escala de
actuación estandarizada. Extraído de (McPherson, 2000).
212
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
213
Marco téorico
Teoría del flujo: Buscando el equilibrio entre el desafío musical y la destreza del
músico
En base a este concepto, Csikszentmihalyi (1990) diseñó su teoría del flujo, que
sugiere que la experiencia óptima requiere un equilibrio entre los niveles más o menos
similares de desafío percibido y la destreza de la persona en una situación que implica
una intensa concentración. Según esta explicación, las actividades resultan agradables
cuando el desafío se adapta a los niveles de destreza de esa persona. Si una actividad es
demasiado fácil y los niveles de destreza son altos, aparecerá el aburrimiento; si una
actividad es demasiado difícil y los niveles de destreza son bajos, aparecerá la ansiedad;
214
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
si el desafío y los niveles son bajos, los estudiantes sentirán apatía. Para permanecer en
el flujo, la complejidad de la actividad debe aumentar mediante el desarrollo de nuevas
destrezas o habilidades y asumir nuevos desafíos. La experiencia de flujo se caracteriza
por la presencia de objetivos claros y sin retroalimentación ambigua, la concentración
enfocada, un sentido de los resultados bajo el control de la persona, un sentido
distorsionado del tiempo (v. gr. una hora de práctica parece pasar rápidamente), la
pérdida de un sentido de auto-conciencia, y experimentar la actividad como
intrínsecamente gratificante.
118
Lamont (2012) cita a Woody y McPherson
215
Marco téorico
Pero también, una actuación inminente representa un objetivo concreto en torno al cual
un músico puede organizar sus actividades de aprendizaje.
Las creencias sobre las causas del éxito y el fracaso pueden influir en diversas
conductas futuras, expectativas de logro, auto-percepción, y otras respuestas
emocionales. Así lo afirman O’Neill y McPherson (2002: 36), que toman como
referencia un estudio realizado por Austin y Vispoel, en el que las atribuciones
realizadas por jóvenes adolescentes americanos, en particular las relativas a la habilidad
musical, fueron fuertemente asociadas al auto-concepto y a las puntuaciones obtenidas
en sus exámenes de evaluación, y la magnitud de esas asociaciones fue normalmente
mayor cuando los estudiantes reflexionaban sobre los fracasos del pasado. De hecho, los
estudiantes toman decisiones sobre su continuidad en la música basadas en las creencias
sobre sus propias perspectivas de éxito. En términos generales, el éxito genera más
éxito; los primeros éxitos en la música animarán a los niños a buscar una mayor
participación en ella, pero los fallos pueden acarrear desilusión. Por tanto, las
expectativas son fundamentales para la motivación de continuar, de forma que
comprender cómo los estudiantes atribuyen las causas de su éxito o fracaso, sobre todo
en un ambiente estresante como es una actuación musical, es esencial para comprender
la variación en su rendimiento. En la investigación sobre la atribución, los teóricos
exploran el impacto de estas creencias sobre las expectativas de éxito futuro y la
percepción de los individuos sobre sus propias capacidades y la dificultad de las
diversas tareas. Weiner (1992), el investigador que más ha contribuido en este campo,
considera que no es el éxito o el fracaso en sí, sino las atribuciones causales realizadas
para estos resultados, lo que influye en las expectativas de los estudiantes y si seguirán
haciéndolo bien o mal en el futuro.
216
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
lectura a primera vista”); el esfuerzo (“Si practico más, voy a poder tocar esta pieza”;
“No salió bien el tercer movimiento de la sonata porque apenas lo había estudiado”); la
suerte (“Tuve suerte y toqué bien esta vez”; “Desafortunadamente, la acústica de la sala
afectó a mi interpretación”), o la dificultad de la tarea (“No podría hacerlo mal con esa
música tan sencilla”; “La Sonata de Liszt está por encima de mis posibilidades, y por
eso fallé”). Las atribuciones de suerte y dificultad de la tarea son clasificadas como
externas porque se asume que son causadas por eventos que escapan al control del
músico. Las atribuciones de habilidad y dificultad de la tarea son clasificadas como
estables (poco probable que cambien), mientras que las atribuciones de esfuerzo y
suerte son clasificadas como inestables (muy probable que cambien). Es importante
resaltar que los estudiantes que perciben su éxito como consecuencia de razones
internas como el esfuerzo, son más propensos a tener un mayor sentido de la autoestima
que aquellos que creen que su éxito se debió a razones externas, como la suerte.
217
Marco téorico
examen. Sin embargo, los resultados también revelaron que el 12,4% de los
principiantes, el 9,9% de los intérpretes de nivel intermedio, y el 19,5% de los músicos
avanzados atribuyeron su resultado a la suerte, la dificultad del examen (es decir,
dificultad de la tarea) o su destreza total.
120
Lo cual confirma la importancia que tiene la figura del profesor como una de las principales fuentes de
motivación extrínseca (véase apartado anterior)
218
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
219
Marco téorico
difícil comunicarse con su profesor tras las críticas. Estos resultados sugieren que ser
sensible a la crítica puede tener un impacto en la motivación de los estudiantes de
música y en su rendimiento, y los profesores deben tener especial cuidado al considerar
los efectos que la retroalimentación crítica puede tener sobre los estudiantes altamente
sensibles.
Los músicos orientados al dominio y motivados por metas y desafíos, son a su vez
clasificados por Maehr, Pintrich, Linnenbrink (2002) en dos modalidades: orientados a
la tarea u orientados al ego. Los estudiantes de música orientados a la tarea, se centran
principalmente en la mejora de su interpretación de acuerdo a normas auto-establecidas.
Por el contrario, una orientación al ego lleva a los músicos a preocuparse por cómo sus
habilidades serán juzgadas por los demás. Se centran en prácticas interpretativas
basadas en criterios normativos, y tienen como fin superar los logros de los demás para
alcanzar reconocimiento. De hecho, la decisión de convertirse en intérprete a menudo es
resultado de un deseo de recibir el reconocimiento y alabanza social mezclado con
cierto grado de impulsos exhibicionistas asociados a conductas narcisistas (Persson,
2001). La orientación al ego puede prosperar en la cultura competitiva del
conservatorio, ya que los estudiantes trabajan para alcanzar ciertas cotas de referencia
en el programa, como en tribunales fin de curso, audiciones para seleccionar
agrupaciones, y los recitales públicos de graduación. En un estudio realizado por
Amado Alonso et al. (2013) en el que participaron 332 bailarines de diferentes
conservatorios de danza españoles, comprobaron que el ego entre compañeros tan sólo
predijo la necesidad de competencia, siendo esta variable un predictor positivo de
motivación intrínseca y negativo de desmotivación.
220
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
En realidad, era una máquina de tocar. Nadie tenía la seguridad, la relajación muscular, ese
sonido de seda, la perfección del tono... De él las audiencias esperaban la perfección, y eso
le molestaba... Heifetz estaba convencido... de que el público llenaba las salas sólo para ver
si alguna vez cometía un error. (Brandfonbrener, 1988: 1)
221
Marco téorico
Uno de los conceptos más utilizados por los músicos para caracterizar la relación
entre técnica pura e interpretación verdaderamente expresiva es la voluntad de asumir
riesgos. Como afirma Dunsby (1995: 35), “la música es siempre un riesgo. Una
actuación musical cautivadora está sujeta a esta regla inflexible”. Por supuesto, el
propio acto de caminar sobre el escenario constituye un riesgo en sí mismo, así es la
naturaleza esencial del miedo escénico. Cuando los músicos charlan acerca de tomar
riesgos, se refieren a una experiencia mucho más subjetiva que la decisión de no
permanecer para siempre entre bastidores. El riesgo en cuestión es el de exponer las
imperfecciones técnicas, interpretativas o formativas. El riesgo es el de la posibilidad de
tocar algunas notas incorrectas, o tocar el violín con un tono chillón o cantar con cierta
desafinación. Sin embargo, existe una presunción implícita de que el intérprete no debe
tocar de manera que tan sólo muestre un control excelso sobre el instrumento, sino que
debe trascender la propia técnica para ponerla al servicio de las intenciones del
compositor. Esto implica que el intérprete debe estar dispuesto a asumir riesgos con el
fin de ser musical, o con el fin de hacer música, más allá exclusivamente de las notas.
222
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
La ideología del trabajo industrial ha dirigido la actividad que se ocupa del arte por
derroteros conducentes a la suma perfección, la que hoy percibimos en cualquier disco
gramofónico. Los instrumentistas rinden tributo a este pathos del trabajo y la
profesionalidad por medio de métodos de instrucción en constante proceso de
perfeccionamiento hasta el día de hoy, es decir, a lo largo de más de doscientos años.
Puesto que la ideología capitalista del trabajo en la economía, la industria y la ciencia aún
es íntegramente aceptada, también en el ejercicio de las actividades artísticas se halla en
vigor de manera irrestricta. (Hildebrandt, 1986: 91)
223
Marco téorico
una actividad deportiva, el dolor asociado a las lesiones derivadas de las horas de
práctica se consideran insignificantes. A veces, los propios intérpretes pueden ignorar su
propio dolor, pensando que no es importante. Un ejemplo de esto lo tenemos en el
pianista Leon Fleisher, cuya carrera se vio truncada cuando perdió la movilidad en una
de sus manos.
Había algo de masculinidad en practicar a través de la barrera del dolor. Incluso cuando mi
mano estaba agotada, yo seguía adelante. Aunque pensaba que estaba ejercitando el
músculo, en realidad estaba, desintegrándolo. (Bruser, 1997: 16).
224
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
sobre una serie de cuestiones: “¿Cuáles son los valores que se inculcan a estos futuros
artistas? Si ellos, los estudiantes, van a ser definidos como artistas, ¿cuán importante es
la perfección en lugar de la creatividad y la individualidad?, y la sobreenfatización del
perfeccionismo, ¿puede provocar futuras enfermedades emocionales y físicas que
podrían prevenirse?”.
Solía pensar que era el fin del mundo. A veces me llevaba meses recuperarme. Quería ser
perfecto, divino... más allá de cualquier defecto o error de memoria. Pero eso siempre
produce el efecto contrario. Ahora ya no me perturbo de esa forma. [...] ¿Sabes lo que
sucedía en mis primeros años, cuando algo salía mal? Me daba por vencido. Continuaba
tocando, pero me daba por vencido. Como si el resto de la ejecución no valiera (Arrau en
Horowitz, 1984: 77).
Fijar nuestra atención en la perfección inalcanzable hace muy sencillo sufrir una
decepción tras otra, en las que nos sentimos culpables de desvirtuar la música, de
practicar casi la corrupción, tal y como afirma Silva Contreras (2007: 162). En el caso
concreto de Arrau confluyen algunos aspectos típicos de las personas que expresan su
ansiedad cognitiva. Kenny (2011: 10) desglosa cada uno de estos aspectos de forma
detallada. En primer lugar, el pensamiento catastrófico (para Arrau, un error significaba
“el fin del mundo”); más tarde, la rumiación post-actuación (tomó meses para
recuperarse de una actuación de la que no estaba satisfecho); a continuación, el
establecimiento de metas irreales y el perfeccionismo extremo (quería ser “perfecto,
divino... más allá de cualquier defecto o error de memoria”); y, por último, mostraba
cierta incapacidad para sentir placer o satisfacción con los aspectos positivos de la
actuación (el “resto no contaba”).
225
Marco téorico
226
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Sólo un pequeño porcentaje de los graduados de conservatorio serán capaces de ganarse la
vida como intérpretes. En tal mercado de compradores de talento, los intérpretes pueden
perder un trabajo estable o una oportunidad para realizar una gira de conciertos por culpa de
una sola actuación chapucera.
227
Marco téorico
(a) La introversión.
Las investigaciones sugieren que los músicos en todas las etapas de desarrollo
revelan tendencias a la introversión, tal vez debido a los años de práctica aislada (Kemp,
1996). Esta tendencia se relaciona con el sentido de control personal y la capacidad de
concentración para realizar tareas que se perciben como aburridas o monótonas, y que
generalmente se asocian a la práctica individual de los intérpretes de música. Esto
comienza a revelarse en músicos adolescentes y se vuelve más pronunciado en aquellos
que prosiguen sus estudios en grado superior y en la vida profesional. Por el contrario,
los niños más extravertidos encuentran más difícil gestionar los períodos de separación
de sus amigos y son más propensos a abandonar la instrucción académica instrumental
durante las primeras etapas, prefiriendo actividades más sociales y orientadas al grupo.
Claramente, algunos instrumentos son más exigentes en términos de practicar durante
horas que otros antes de producir un sonido aceptable. Por lo tanto, es de esperar que
exista una interrelación entre el instrumento y el nivel de introversión (Kemp, 1996).
Por otro lado, podemos sacar algunas conclusiones sobre la relación de este rasgo
con la actuación en público. La Ley de Yerkes-Dodson123 sugiere que los niveles de
rendimiento en las tareas es una función de U invertida con respecto a los niveles de
activación, que están condicionados por el nivel de dificultad de la tarea en cuestión.
Esto sugiere que los introvertidos, que se caracterizan por mostrar niveles de excitación
más altos que los extravertidos, tienden a completar una tarea moderadamente difícil de
manera más eficiente en una situación de estrés bajo. Sin embargo, en una situación de
estrés alto, el rendimiento de los introvertidos se deteriorará más rápidamente que en el
caso de los extravertidos. Esto claramente tiene implicaciones importantes sobre la
AEM.
123
Será analizada con más detenimiento en el apartado 5.4.1.
228
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
(b) Independencia.
Los estudios realizados apoyan la idea de que los músicos adultos son
generalmente independientes. Aunque si en la población general la independencia está
invariablemente ligada a la extraversión, en los músicos se asocia con la introversión
(Kemp, 1996).
229
Marco téorico
facilidad para identificar formas musicales y hacer juicios sobre las texturas musicales
están directamente relacionadas con este factor de independencia124.
Uno de los factores del modelo de McCrae y Costa (1985) basado en los “cinco
grandes” factores o dimensiones utilizadas para describir la personalidad humana, a
saber, la “apertura a nuevas experiencias”, además de relacionarse con el tipo de
persona independiente, curiosa e imaginativa, también parece vincularse con aquellos
aspectos de la creatividad que fueron explorados por los primeros investigadores de la
creatividad en los EE.UU.
(c) Sensibilidad.
La sensibilidad es una cualidad que poseen los músicos en todas las etapas de su
desarrollo. En un estudio realizado por Brodsky, Sloboda y Waterman (1994), sobre el
“estilo auditivo” como rasgo cognitivo, el factor dominante que diferenciaba a los
músicos de los no-músicos, fue la conciencia de sensibilidad fina a la música desde la
infancia. Las personas que puntuaron alto en este factor eran conscientes de que sus
experiencias emocionales con la música no se prestaban a la descripción verbal, y esto
las diferenciaba de aquellas en las que interviene la voz. Se sentían atraídos por volver a
124
El autor cita a los investigadores Dennis King, Charles Schmidt, Jean Sinor, Mark Ellis y Clair McCoy
230
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
experimentar acontecimientos musicales que les hubieran afectado, sentían que había
música en sus mentes y se identificaban así mismos como especiales. Otros factores
hacían referencia a la sensibilidad a la voz humana, los aspectos emocionales no-
verbales del habla, la escucha como el vínculo más importante con el medio externo, y
el desarrollo vocal durante la adolescencia.
[...] puede servir como una manera de captar los sentimientos, el conocimiento acerca de
los sentimientos, o el conocimiento acerca de las formas de los sentimientos,
comunicándolos desde el intérprete o el creador al oyente atento. La neurología que permite
o facilita esta asociación no ha sido capaz de resolverla. Aún así, tal vez merezca la pena
especular que la competencia musical no dependa de mecanismos analíticos corticales
solos, sino también de aquellas estructuras subcorticales consideradas fundamentales para
el sentimiento y la motivación.
125
Este concepto es interpretado por Kemp (1996) como una clara tendencia de los músicos a sentir su
camino intuitivamente a través del proceso de hacer juicios. Se presentan tres factores principales
relacionados con pathemia: la sensibilidad, la imaginación y la extroversión. Los dos últimos ejercen un
importante papel en los procesos musicales basados en la investigación de Kemp. Éste sugiere que
pathemia, intuición y sentimiento convergen en la identificación de una cualidad fundamental de las
personalidades de los músicos. El concepto de la pathemia de los músicos se caracteriza por altos niveles
de sensibilidad e imaginación, que Cattell asocia a la “vida relajada e indulgente de sentimientos, con
tendencia a la ensoñación, y a la sensibilidad emocional”, ciertamente característica de los músicos,
particularmente los compositores.
231
Marco téorico
(d) Ansiedad
126
Será objeto de estudio pormenorizado en el siguiente bloque.
232
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
233
Marco téorico
234
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Figura 4.13. Diferencias de personalidad entre compositores e intérpretes varones. Extraído de The
Musical Temperament. Psychology and Personality of Musicians, por Anthony E. Kemp (1996: 200)
Por otro lado, algunos estudios han examinado las características de personalidad
de artistas de pop, rock y jazz, en comparación con músicos de otros estilos. Estos
artistas populares no muestran tanta introversión como sus homólogos clásicos, y
tienden a ser más entusiastas y estar más cómodos en ambientes ruidosos.
235
Marco téorico
236
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
intérprete que realiza sus estudios en una institución musical como el conservatorio, o
que desarrolla una intensa carrera profesional como concertista, miembro de una
orquesta o coro, etc., a menudo supone una amenaza para su identidad como músico,
haciendo aflorar en él un miedo irracional que condiciona completamente su
interpretación.
Cierto es que la mayoría de músicos eligen una carrera musical en base a su amor
por el arte y el deseo de compartirlo con los demás. Sin embargo, desde el punto de
vista de la tradición occidental de la música clásica, ser intérprete hoy en día es una
tarea muy exigente. Para alcanzar los niveles más altos de interpretación, un músico
tiene que estar capacitado física, emocional y mentalmente. Si a esto añadimos que la
interpretación requiere un grado excepcionalmente alto de entrenamiento y habilidad,
hasta un nivel “casi sobrehumano”, como afirma uno de los principales directores del
siglo pasado129; y las grandes exigencias mentales que plantea, como la memoria, la
concentración y el control de las emociones, es fácilmente comprensible que un
intérprete pueda verse abrumado por la envergadura del desafío y la responsabilidad de
saberse en el centro de atención de un auditorio. Las consecuencias de esta desagradable
sensación no son ajenas a muchos de los más grandes intérpretes en la historia de la
música. Neuhaus (1985: 198) describe dos casos bastante representativos, el de los
pianistas Leopold Godowsky y Anton Rubinstein:
237
Marco téorico
“una emoción así es buena y necesaria. El que no fuera capaz de experimentarla solo
sería un funcionario cumplidor de su tarea cotidiana, pero en ningún caso un auténtico
artista” (ibid.: 198). Como veremos más adelante, existe un grado de activación que
puede resultar beneficioso para alcanzar las cotas interpretativas más altas, pero que se
convierte en perjudicial cuando rebasa un cierto límite.
Todos estos elementos hacen que la aparición ante el público figure entre los
avatares más espinosos de la vida del intérprete. Esta situación fue descrita con gran
perspicacia por el periodista y escritor Dieter Hildebrandt (1986: 155-156), refiriéndose
al caso concreto de los intérpretes de piano, los cuales cuentan con la desventaja de
tocar siempre en instrumentos que no son suyos130:
[...] Durante los pocos pasos que da desde su estudio de artista o desde las cajas del
escenario, se encuentra a un tiempo con la más horrible y magnífica de las metamorfosis: la
de cómo, de pronto, el piano de cola ya no está ahí para sí sino que se halla
perceptiblemente rodeado por un aura de miradas al acecho, de expectación, incluso de
impertinencia; de cómo se ha producido una especie de estado de sitio espiritual y se siente
uno asediado por un silencio plagado de rumores, susurros y murmullos... No, dicho más
claramente: de cómo la tensión se transmite en un sentido por entero fisiológico, incluso
físico, cual chispas crepitantes que saltan desde un público, en el cabal sentido del término,
«electrizado». De suerte que de pronto el piano ya no pertenece al ejecutante sino al
130
Sin embargo, hoy en día existe una élite de pianistas encabezada por Krystian Zimerman, que se
aferran a su propio instrumento, pese a todos los problemas de transporte que ello conlleva, para
garantizarse cierta familiaridad. Esta práctica fue habitual entre otros pianistas del pasado como Arturo
Benedetti Michelangeli o Sviatoslav Richter.
238
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
auditorio y, como primera providencia, la ejecución no puede por menos que ser una
reconquista del instrumento, un hacerse de nuevo con él, cuyo teclado, en el que por lo
general se confiaba tanto, súbitamente se ha convertido en una «gigantesca dentadura
blanquinegra» (Alberto Savinio) que pertenece a una criatura llamada público.
El ligero vértigo de cabeza, la pasajera pérdida de visión en los ojos figuran entre las
formas más leves en que se manifiesta la fiebre de las candilejas. Pero ¡y qué les pasa a las
manos! Pues de pronto se las siente como si se negaran a tocar, se ven invadidas por un
súbito y frío hormiguillo, blancas como los nudillos, con los dedos en un estado intermedio
entre el temblor y la parálisis, o en todo caso de un superficial agarrotamiento; no obedecen
ya a la voluntad y actúan insubordinadamente. Por mucho que el pianista se haya ejercitado
[...] esos segundos o minutos hasta la primera pulsación, son como escarcha sobre las
manos. (Hildebrandt, 1986: 156)
239
Marco téorico
A esto debemos añadir que la actuación musical requiere un alto nivel de destreza
en una variada gama de habilidades como la motricidad fina y la coordinación, la
atención y la memoria, la estética y las habilidades interpretativas. Alcanzar prestigio
requiere acercarse a la perfección, y exige años de entrenamiento, práctica en solitario, y
constante e intensa autoevaluación. Ya en la infancia, los aspirantes a músicos pueden
concentrar su tiempo, intelecto y energía emocional solamente en la música con el fin
de tener éxito, a menudo a costa de perderse experiencias sociales y deportivas.
Teniendo en cuenta esto, es importante entender el impacto que un compromiso
extremo en la música tiene en la salud y el rendimiento físico y mental (Tubiana y
Amadio, 2000: 135-136). Lehmann, Sloboda y Woody (2007: 180) afirman que a lo
largo de sus vidas, los músicos deben hacer frente a expectativas y demandas
psicológicas muy diferentes de las del resto de la población.
240
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
que esto coincide con sus aspiraciones. Una habilidad insuficiente para satisfacer las
demandas de actuación en las personas perfeccionistas es probable que tenga una serie
de resultados negativos como el aumento de la ansiedad, temores generalizados de
fracaso, falta de confianza, e insatisfacción con la actuación (Flett y Hewitt, 2005).
241
Marco téorico
importante librarse de esta emoción al salir al escenario, y pensar tras una buena y
concienzuda preparación que “más y mejor que esto, yo no puedo tocar. De modo que
no quiero salir allí como si fuera Heifetz porque no lo voy a ser nunca [...] (Hay que)
tener la humildad de reconocer los propios límites y salir allí olvidándose de uno
mismo” (Ayo, [en línea]). La culpa es una emoción asociada a un comportamiento en
particular, que conduce a la necesidad de pedir disculpas, y/o reparar los daños
ocasionados, igualmente perjudicial para los intereses del músico. Por el contrario, y
como señala Kenny (2011), la vergüenza es una emoción centrada en un yo defectuoso,
lo que conduce a una sensación de exposición, inutilidad, y un deseo de encogerse y
esconderse. Puede surgir tanto en la presencia de otros (es decir, frente a una audiencia)
o solo, en cuyo caso la persona está preocupada en cómo su yo defectuoso puede
parecerle a otros. Sartre (1993: 14) decía en su tratado sobre la vergüenza: “Tengo
vergüenza de mí, tal como aparezco a otros. Soy como el otro me ve”, porque la mirada
de los demás anula nuestra libertad o parte ella.
242
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Masmano (op. cit.) se refiere como “sentimiento de culpa”. La otra mitad es lo que se
conoce como “voz de la conciencia”, o voz interior culpadora que es la que hace que
nos sintamos culpables.
Para los músicos, el éxito se puede medir de muchas maneras, pero a menudo se
basa en cómo otros juzgan sus actuaciones, así como en la propia auto-evaluación (los
propios músicos suelen ser sus peores críticos). Además, para los músicos su arte es una
parte única de su propia identidad, cuando se sienten criticados, o son auto-críticos, toda
su identidad se siente amenazada. Como señala Brandfonbrener (1999: 101), “durante la
actuación, el músico altamente capacitado o cualquier otro artista expone su posesión
más preciada, por no hablar de la parte más significativa de su identidad como músico, a
243
Marco téorico
un juicio sobre el cual sólo tiene un control limitado”. Aquellos que logran resolver
algunos de sus temores acerca de su propia interpretación y ponerlos en perspectiva
pueden llegar a ser capaces de sentir el éxito, incluso frente al fracaso (v. gr. recibir
malas críticas o no ganar un concurso). Sin embargo, en ausencia de tal percepción,
incumplir sus propias expectativas, o no haberse ganado los elogios de quienes los
juzgan, puede ser percibido como un ataque personal devastador.
244
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
En este sentido, no hay que olvidar que los estudiantes de música comparten cada
día los factores de estrés comunes del colegio/instituto, y además deben salir al
escenario del conservatorio para hacer frente a los temores típicos de la actuación en
directo. En esa etapa, quieren hacer las cosas bien, pero los errores son expuestos a todo
el mundo, y no existen segundas oportunidades. Así que practican cada vez con más
ahínco, sujetos a la presión de un estándar de técnica instrumental/vocal cada vez
mayor, para alcanzar ese estándar lo antes posible. Se ha demostrado que las tensiones y
el estrés inherente a una carrera musical a menudo se experimentan durante años de
estudio y preparación (Dews y Williams, 1989; Chesky y Hipple, 1997). Por ejemplo,
en una investigación, Butler (1995) observó el efecto del estrés en la vida de los
estudiantes inmersos en el entorno de conservatorio. Los estudiantes menos brillantes
informaron de más problemas de salud y experimentaron más estrés que los estudiantes
de éxito. Otro estudio al que hace referencia Mäkirintala (2008: 8) es el realizado en
Finlandia por el profesor de viola de la Sibelius Academy Helge Valtonen. Éste encontró
que la mayoría de los estudiantes de pre-grado en la Sibelius Academy, especializada en
interpretación, experimentaban el estudio como estresante. Y un tercio de todos los
estudiantes querían tener a su disposición servicios asociados al bienestar psicológico.
Por otro lado, es importante destacar que los estudiantes de música pasan gran parte de
su vida practicando de forma aislada para mejorar cada día, a pesar de la importancia de
esta etapa para el desarrollo de habilidades sociales. Además, la concentración necesaria
para mejorar técnicamente fomenta cierto grado de introversión que, como vimos
anteriormente 132 , termina convirtiéndose en uno de los rasgos de personalidad más
característicos de los músicos. De hecho, una de las razones por la que los
132
v. 4.5.2.
245
Marco téorico
Es a partir de ese momento cuando decimos que el estrés que genera esa
activación deja de ser adaptativo y pone en serio peligro la actuación del intérprete. Por
ese motivo, aunque solemos identificar el estrés como una condición de amenaza,
debemos distinguir entre el estrés adaptativo que resulta beneficioso, llamado eustrés, y
el estrés desadaptativo que resulta perjudicial, el distrés. Esta última modalidad de
133
Para una revisión más exhaustiva sobre el punto óptimo de activación para el rendimiento
interpretativo, véase apartado 5.4.1
246
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
estrés es la más común y puede estar relacionada con diversos factores como la mala
preparación del repertorio a interpretar, un instrumento en malas condiciones, un
público ruidoso, condiciones inadecuadas de la sala, etc. En cualquier caso, está
ampliamente demostrado que “el estrés prolongado reduce las capacidades del cerebro
para procesar la información y responder eficazmente [y] acaba disminuyendo el
rendimiento [...]” (Ibarrola L. de Davalillo, 2003: 7). De hecho, el distrés puede
provocar falta de confianza y preocupación sobre aspectos como la memoria, que será
de vital importancia para el éxito o el fracaso de la actuación. Estos pensamientos, en
combinación con un elevado nivel de adrenalina, pueden provocar una reacción en
cadena de consecuencias fisiológicas nefastas para la interpretación: temblores que
conducen a errores, confusión de pensamientos que produce fallos en la memoria, etc.
Parece que lidiar con el estrés es algo similar a una habilidad que desarrollan los
músicos de éxito. La falta de adaptación a las presiones puede tener algunas
ramificaciones muy graves, como la depresión y otros trastornos emocionales. La
depresión puede ser un riesgo especial para las personas que son muy perfeccionistas y
autocríticas, dos cualidades que, irónicamente, algunos músicos consideran clave para
alcanzar el éxito en el mundo de la música. De hecho, la autocrítica excesiva en la
práctica del músico y una preparación técnica inadecuada pueden ser factores
predisponentes para sufrir AEM, como veremos más adelante. La autocrítica severa
puede llegar a convertirse en un estilo de gestión de frustraciones, especialmente con
todos los retos implicados en el aprendizaje de la interpretación vocal o instrumental.
Como afirma Sternbach (2008: 44), “los músicos son educados para ser muy
responsables. ‘¿Algo no está lo bastante bien? Vuelve atrás y practica aún más’. Pero
esta misma característica puede hacer que los músicos sean vulnerables a la auto-culpa,
incluso cuando las circunstancias que rodean a una actuación están fuera del control del
intérprete”.
248
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
134
El servicio de orientación psicológica es habitual en muchos conservatorios occidentales. Sin embargo,
y a pesar de su vital importancia, aún no existe en la mayoría de los conservatorios españoles.
135
Brodsky (1995: 30) cita los estudios realizados por Jolanta Kepinska-Welbel, Luca Alverno, Catherine
Butler y Elma L. Kanefield
136
v. 4.5.1.1.3.
249
Marco téorico
250
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
(14%), la ansiedad aguda (13%) y los graves dolores de cabeza (10%). En otra muestra
de músicos de orquesta de la Fédération Internationale des Musiciens (encuesta FIM de
1997) (Steptoe, 2001), los estresores moderados o graves en más del 50% de los
músicos participantes fueron, en orden de frecuencia: trabajar con un director de
orquesta que mina su confianza (73%), tocar un solo de orquesta (73%), la música
ilegible (65%), tiempo de ensayo desorganizado (65%), problemas con el instrumento
(63%), cometer un error durante la actuación (63%), tener un director incompetente
(61%), incompatibilidad con el compañero de atril (61%), tener problemas de salud que
afecten al trabajo (57%), y tocar en una sala fría (55%).
251
Marco téorico
Mäkirintala (2008: 6) en referencia a un estudio realizado por David Fetter, los solistas
necesitan mantener su excelencia musical, habilidad técnica y física, y resistencia
mental, en un grado aún mayor que la media de músicos de orquesta. Además de dirigir
un conjunto o una orquesta, un director debe también atender a diversas
responsabilidades (la selección de la música, la contratación de los solistas, etc.) y
trabajar con otras orquestas como director invitado. Los músicos de orquestas,
asumiendo que no están trabajando como autónomos, tienen vidas más estables que los
solistas o los directores (Tubiana y Amadio, 2000: 152-153). Sin embargo, los músicos
de orquesta sienten la competencia con sus colegas como estresante (Steptoe y Fidler,
1987). También informan de falta de control, ya que los directores seleccionan la
música que tocarán y también determinan cómo será tocada (Boalt Boethius y
Wrangsjö, 1988; Steptoe, 1989).
252
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
Por otro lado, se han registrado frecuentes problemas psicosociales durante una
gira o trabajando en contrato con orquestas interestatales e internacionales, por ejemplo,
la soledad, la nostalgia, la frustración sexual, y ruptura de relaciones. Entre los
problemas laborales se incluyen las barreras del idioma, los arreglos/adaptaciones
extrañas que se realizan entre los bastidores de las salas de conciertos, y la calidad
desigual de los vestuarios. Además de estos factores de estrés psicológico y laboral, está
el estrés físico asociado a los instrumentos móviles y equipaje, adaptarse a diferentes
escenarios y diferentes tipos de sillas, dormir en camas diferentes con almohadas
distintas, hacer frente al jetlag, fatiga general, y falta de sueño. En este sentido, Kenny
(2011: 53), que toma como referencia un estudio de Bronwen Ackermann, admite que
se producen lesiones o dolores con frecuencia en músicos profesionales durante una gira
como resultado directo de estos factores.
Con el fin de alcanzar los más altos niveles interpretativos, niveles esperados por
los propios músicos, el público y sus colegas, la concentración durante los conciertos
debe ser muy intensa. Esto también puede crear problemas como dificultades para
conciliar el sueño. De hecho, Gabrielsson (1999: 566-567) hace referencia a un
realizado por Hugo Schmale y Heinz Schmidtke en el que participaron 1800 músicos de
orquesta alemanes, de los que el 28% informó de desajustes de sueño, el 52% informó
de problemas debido a los cambios climáticos y el 58% tuvo otras dificultades debido a
su ocupación. Como señalamos anteriormente, para un músico de orquesta, otros
factores de estrés pueden ser el miedo a cometer errores, el miedo a perder parte de su
potencial como músico (especialmente a medida que envejecemos), ser un miembro
anónimo de un colectivo, la tensión entre los miembros de la orquesta, directores
incompetentes y limitada o nula influencia en la elección del programa o director (Boalt
Boethius y Wrangsjö, 1988; Gabrielsson, 1999; Panasuraman y Purohit, 2000; Steptoe,
1989).
253
Marco téorico
del sueño. Estos resultados están en línea con los resultados de un estudio realizado en
Suecia (Gabrielsson, 1999), que también comparó los músicos sinfónicos con otros
grupos ocupacionales. Los resultados de esta investigación mostraron que de las seis
ocupaciones estudiadas, los músicos y los manipuladores de carga tenían
comparativamente la presión arterial más alta y la puntuación más baja con respecto a la
autoridad para tomar decisiones en el trabajo. Estos hallazgos avalan la hipótesis de que
una combinación de altas demandas y poca libertad para tomar decisiones puede tener
efectos negativos sobre la salud (Gabrielsson, 1999; Steptoe, 1989). La impotencia de
los músicos en relación a los managers, directores, empresarios y otros que podrían
tener una fuerte influencia en las condiciones de trabajo de los músicos puede ser una
fuente de insatisfacción laboral y de estrés severo. Los músicos populares y de rock
también han tenido generalmente una percepción de sí mismos como personas
altamente estresadas. Sin embargo, a diferencia de los músicos clásicos, los músicos
populares no constituyeron un grupo de alto riesgo en comparación a la norma en la
población general (Gabrielsson, 1999). Por último, Kenny, Davis y Oates (2004)
evaluaron a 32 artistas del coro de la Ópera de Australia y encontraron que sus
puntuaciones en los roles laborales y subescalas de estrés a partir de la escala
Occupational Stress Inventory-Revised (OSI-R; Osipow, 1998) también superó a las de
otros trabajos.
Por todo esto, y como veremos en el siguiente bloque, el estudio de la AEM tiene
una importancia real ya que recogiendo la opinión de Taborsky (2007), los músicos
254
IV. La actuación musical: Un ritual comunicativo
*********************
Para finalizar, es importante recordar que la respuesta de estrés tiene una duración
limitada en el tiempo. De hecho, dependiendo de la intensidad de la reacción, el estrés
puede desaparecer con el simple paso del tiempo, sin ninguna otra intervención, dado
que el organismo busca la homeostasis y la desaparición progresiva de la
sobreactivación. En este caso, y como comentamos anteriormente, decimos que se trata
de una respuesta adaptativa al estrés.
255
V. Música y psicología
III.Música y psicología
CAPÍTULO V
MÚSICA Y PSICOLOGÍA
“[...] ese temor tan intenso que las notas agudas en los cantantes
se desvanecen y toda técnica y maestría parecen evaporarse.”
Claudio Arrau (en referencia a la ansiedad escénica)
(Horowitz, 1984: 271)
5.1. Introducción
Arte y Psicología han estado unidos desde los albores de la historia. Las culturas
más antiguas ya disponían de diversas formas de expresión artística, en las que se
combinaban la creación (pinturas, tallas, cerámicas, etc.) y la interpretación
(representaciones de teatro, danza y/o música). Estas manifestaciones artísticas eran una
representación constante del ser humano, sus pensamientos, forma de vida, religión,
contexto histórico, etc.; y, además, un medio de comunicación mediante el cual los
hombres expresaban sus emociones ante acontecimientos importantes en sus vidas.
257
Marco teórico
considerar al músico en su interrelación con otras personas sobre las que influye y, por
las que es influido, de una manera más o menos determinante. Por este motivo
completamos nuestro análisis desde la perspectiva que nos ofrece la Psicología Social
de la Música, con el estudio del comportamiento musical y la personalidad del músico
en relación con el contexto cultural y social en el que se enmarca, el protocolo de
actuación y la interacción entre roles (compositor, intérprete y oyente).
Entré durante el Kyrie y toqué el final del mismo; y después de que el sacerdote hubiera
entonado el Gloria, toqué una cadencia. Como todo esto era tan diferente de aquello a lo
que aquí estaban acostumbrados, todos se dieron la vuelta... La gente tuvo suficiente para
divertirse. [...] Utilicé el tema con el Sanctus y lo traté como una fuga. Todo el mundo
139
v. 4.4.
140
v. Steptoe (2001)
258
V. Música y psicología
permaneció allí mirando fijamente. El pedal es diferente del nuestro; eso me desanimó al
principio, pero pronto comprendí cómo funcionaba. (Anderson 1988: 370)
Lamentablemente, son muchos los intérpretes que sufren este tipo de emociones al
subir a un escenario. Cuando estas emociones interfieren negativamente en la labor
interpretativa del músico, este problema puede convertirse en el trastorno que
conocemos como AEM. Muchos intérpretes, independientemente de la edad 141 ,
confiesan padecer o haber padecido AEM; algunos sólo lo reconocen en privado, y otros
jamás lo reconocen aunque la padezcan. Ni siquiera una excelente preparación es
garantía suficiente para superarla; de hecho, existen casos de grandes músicos que no
lograron vencerla, a pesar de contar con un amplio bagaje interpretativo y una lista
inmensa de conciertos a sus espaldas. El gran pianista chileno Claudio Arrau se refirió a
ella como “ese temor tan intenso en que se desvanecen las notas agudas de los cantantes
y toda técnica y maestría parecen evaporarse” (Horowitz, 1984: 271). Chopin siempre
evitaba los grandes auditorios por este motivo. Liszt transcribió una confesión de su
colega en su autobiografía: “No tengo temple para dar conciertos. El público me
intimida, me siento asfixiado, paralizado por sus miradas curiosas, mudo ante estas
fisonomías desconocidas” (Hall-Swadley y Pekacz, 2011: 128). Incluso llegaría a
afirmar en una carta dirigida a su amigo Titus W.: “No sabes qué martirio son para mí
los tres días anteriores al concierto”. (Rubio Tovar, 1981: 212)
141
Algunas investigaciones han demostrado que los músicos adolescentes comparten las mismas
experiencias de AEM que artistas de más edad (LeBlanc et al., 1997), y podemos asumir que incluso los
músicos más jóvenes son susceptibles a ella cuando son empujados a situaciones escénicas similares a las
de adultos.
259
Marco teórico
Pero no son los únicos casos, en el ámbito de la música clásica de nuestro tiempo,
muchos grandes concertistas se han visto impotentes para superar la AEM, cediendo
incluso al aislamiento social. Los pianistas Glenn Gould, VIadimir Horowitz y
Sviatoslav Richter son un claro ejemplo de ello. El primero se retiró de los escenarios a
la edad de treinta y dos años, a causa del sufrimiento que para él suponía actuar en
público, y acabó refugiándose en los estudios de grabación. Su caso era de extremo
temor ante la evaluación de los demás y animadversión por ocupar el centro de todas las
miradas. De hecho, en una ocasión llegó a afirmar: “Detesto al público. Creo que son
una fuerza del mal” (Abraham, 2005: 10). Por su parte, el gran temor que sentía
Horowitz al actuar en público aumentó con el tiempo, llegando incluso a ser motivo de
cancelación de conciertos a última hora. Su carácter hipocondríaco y sus
excentricidades lo convirtieron en presa fácil de la depresión, a pesar de ser considerado
como uno de los pianistas más brillantes de la historia. En 1953 se retiró de los
escenarios por este motivo, y no reapareció hasta 1965, en un concierto para la
televisión. Por último, la naturaleza de extrema exigencia y perfeccionismo que
caracterizaban a Richter lo convirtieron en un ser excéntrico, que “si no se veía
preparado para interpretar alguna de las obras incluidas en un programa de concierto, ya
anunciado, no dudada lo más mínimo en anularlo” (Iniesta Masmano, 2011: 145). A
partir de los cuarenta años, comenzó a sentirse cada vez más incómodo tocando ante
grandes audiencias y decidió reducir sus apariciones, limitándolas a pequeñas salas
iluminadas tenuemente por un único foco de luz, como se observa en el documental
Richter, the enigma (Monsaingeon, 1998) 142 . En 1995 ofreció su último recital en
Lübeck (Alemania), de carácter privado, a partir del cual sufrió una fuerte depresión.
Este hecho le llevó a ser ingresado en un hospital de Moscú, donde fallecería el 1 de
agosto de 1997 de un ataque al corazón. El último comentario que realiza para ese
documental143, parece profetizar el fatal desenlace: “No me gusto. Eso es todo.”
260
V. Música y psicología
inesperada, aún a pesar de haber realizado actuaciones previas sin superar ese umbral de
activación. Un ejemplo de ello lo encontramos en la soprano Renée Fleming (2005), que
en su autobiografía recordaba un inesperado y traumático ataque de nervios antes de una
actuación, sin que nada pudiera presagiar que algo así pudiera ocurrirle. Este incidente
provocó que su garganta se cerrara por completo impidiéndole cantar. Aunque llegó a
recuperarse, aquella experiencia le afectó física y psicológicamente durante bastante
tiempo, e incluso hasta el punto de considerar seriamente el abandono de su actividad
concertística.
144
MORATÓ, Cristina. Divas rebeldes. Barcelona: Plaza & Janés, 2010, pp. 64. Citado en (Iniesta
Masmano, 2011: 146)
261
Marco teórico
Nunca pude lograr la sensación de seguridad de que mis dedos funcionarían bien (o incluso
pasablemente) en cualquier actuación. [...] Con frecuencia sentía una total desconexión
entre mis manos y mi mente [...] tensiones internas inhabilitaban mi coordinación natural
[...] Ello supuso un pequeño paso para llegar a la conclusión de que podía reorientar mi
práctica hacia el objetivo de llevar todo mi conocimiento sobre técnica pianística a un
estado de consciencia, el miedo escénico pudo ser aliviado en cierto modo, ya que a pesar
de mi nerviosismo, y después de todo, sabía cómo tocar el piano. (Reubart, 1985: viii)
145
“Conversaciones con el gran violinista Félix Ayo. El miedo escénico”. Youtube [En línea]
<https://www.youtube.com/watch?v=b1Z7LAtXnFg> [Consulta: 3 de diciembre de 2014]
146
ABC News. “Barbra Streisand Looks Back on 25 Years”. abcnews.go.com [En línea]. 2005 (22 de
septiembre). Disponible en: <http://abcnews.go.com/Primetime/Entertainment/story?id=1147020>
[Consulta: 03 diciembre 2014].
262
V. Música y psicología
anunció su retirada de los escenarios al no recuperarse del miedo escénico que padecía
tras sufrir un desmayo el 8 de marzo de ese mismo año en Sevilla147.
Otros músicos célebres que se vieron afectados por este trastorno fueron los
cantantes Luciano Pavarotti, Andrea Bocelli y Jaume Arragall, y los pianistas Leopold
Godowsky, Ignacy Paderewski, Artur Rubinstein y Sergei Rachmaninoff (Ostwald,
1987; Schonberg, 1990; Iniesta Masmano, 2011; Valentine, 2011).
147
EL MUNDO. “La cantante Pastora Soler anuncia que se retira de la música”. elmundo.es [En línea].
2014 (3 de diciembre). Disponible en: <http://www.elmundo.es/andalucia/2014/12/01/
547ca83fca47418d4a8b4573.html> [Consulta: 03 diciembre 2014].
263
Marco teórico
En este apartado seguiremos la línea marcada por los trabajos previos de algunos
de los miembros del equipo de investigación en Fobia Social de la Unidad de Terapia de
Conducta del Servicio de Psicología Aplicada, de la Facultad de Psicología de la
Universidad de Murcia (v. García García, 2012; Olivares-Olivares, 2011; Piqueras
Rodríguez, 2005).
264
V. Música y psicología
Sin embargo, no es hasta principios del siglo XX, en Europa, cuando Janet (1903)
acuñó el término phobie des situations sociales con el objeto de describir a las personas
que temían hablar en público, tocar el piano o escribir mientras les observaban. A raíz
de esta descripción, Marks y Gelder (1966) presentaron la primera delimitación
operativa de la expresión utilizada por Janet (1903), proponiendo una nueva categoría
diagnóstica y clínica en el ámbito de la nosología psicológica. Se trata de la primera
propuesta en Europa para distinguir y describir el FS como forma diferenciada de otros
trastornos de ansiedad. Estos autores diferenciaron cuatro tipos de fobias: fobia a los
animales, fobia específica, agorafobia y FS, entendida esta última como “un miedo ante
situaciones sociales, expresado por timidez, miedo a ruborizarse en público, a comer en
restaurantes, a encontrarse con hombres o mujeres, a ir a fiestas o bailes, o bien a
temblar cuando se es el centro de atención” (op. cit., 1966: 218). Tres años más tarde,
Marks (1969) propondría una nueva delimitación conceptual del término, lo
suficientemente versátil y operativa como para ser asumida por la comunidad científica,
y ser incluida en la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-III) de la Asociación Americana de Psiquiatría (American
Psychological Association, 1980). En esta tercera edición del DSM (op. cit., 1980), la
FS fue considerada como “un miedo excesivo e irracional a la observación o al
escrutinio por parte de los demás en situaciones sociales específicas tales como hablar
en público, escribir o usar aseos públicos”. Hoy podemos decir que la delimitación de la
FS ha cambiado de forma significativa desde su primera inclusión como entidad
diagnóstica en el DSM-III hasta el momento actual, fundamentalmente al considerar que
148
BURTON, Robert (1845). The anatomy of melancholy (vol. 1). Londres: Thomas Tegg, Cheapside.
Citado en (Olivares-Olivares, 2011)
265
Marco teórico
Ahora bien, el reconocimiento clínico oficial del TAS/FS no fue total hasta 1992,
año en que la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10)149, dependiente de
la Organización Mundial de la Salud, la incluye por primera vez como categoría
diagnóstica independiente.
Desde 1980 hasta la actualidad las distintas ediciones del DSM han intentado ir
mejorando la delimitación conceptual con distinto grado de acierto y consenso. A pesar
de esto, se han realizado algunas críticas muy razonables y muy bien argumentadas
como las referentes a la delimitación operativa entre TAS/FS específica o circunscrita y
TAS/FS generalizada, o entre esta última y el Trastorno de personalidad por evitación
(v. Olivares Rodríguez, Rosa-Alcázar y García-López., 2004). En su última edición, el
DSM-5 (American Psychological Association, 2013), zanja la polémica respecto de la
definición operativa del subtipo generalizado no abordándola, y solo se solicita que
cuando se realice el diagnóstico, se especifique si se trata sólo de miedo a la actuación,
es decir, si el miedo se circunscribe a hablar o a actuar en público.
5.2.1.1. Características
266
V. Música y psicología
conversación o relacionarse con extraños o gente poco conocida), actuar frente a otros
(v. gr. hablar ante un grupo, interpretar una pieza musical en público), o son observados
por otros (v. gr. comer, beber, orinar o hablar por teléfono en lugares públicos). El
principal temor radica en la posibilidad de ser evaluados negativamente por todos o
parte de aquellos frente a los que se actúa o con los que se relaciona, mostrando
alteraciones y/o comportándose de una manera que ellos mismos estiman inadecuada
(“descontrolada” o “no ajustada a lo que se debería hacer/decir”) tales como temblar,
sudar, sonrojarse, equivocarse en el empleo de una o más palabras... (Olivares-Olivares,
Olivares Rodríguez y Maciá Antón, 2014), y que les haga sentirse avergonzados o
humillados (Leahy, Holland y McGinn, 2012).
Dentro del ámbito clínico, las personas que sufren este trastorno experimentan con
frecuencia la interferencia significativa en varios ámbitos de la vida entre los que
destacan la actividad académica, la laboral, las relaciones interpersonales y las
relaciones de pareja (American Psychological Association, 2013; Manuzza et al., 1995;
Ruscio et al., 2008). A la luz de los datos disponibles se estima que entre el 7% y el
13% de la población en las sociedades occidentales cumplen los criterios requeridos
para el diagnóstico del TAS/FS en algún momento de sus vidas (Kessler et al., 1994;
Ruscio et al., 2008), lo que le convierte en el tercer trastorno psicológico más frecuente
o común en las sociedades occidentales tras la depresión y el consumo de alcohol
(Kessler et al., 1994), así como un importante problema de salud mental (Wittchen et
al., 2000) y de salud pública (Olivares Rodríguez, 2005).
Los criterios del DSM-5 (op. cit., 2013) confirman los preceptos señalados
anteriormente (v. Tabla 5.1/ Anexo 2). De forma que a una persona le puede ser
diagnosticado el TAS/FS, siempre y cuando informe de miedo y/o respuestas de
ansiedad intensas ante una o más situaciones sociales en las cuales se ve expuesto al
posible escrutinio por parte de otros. Asimismo, ha de temer actuar o mostrar respuestas
de ansiedad que pudieran ser evaluadas negativamente por aquellos frente a los que
actúa, o con quienes se relaciona, y cuya evaluación negativa pudiera hacerles sentirse
humillados o situarlos como centro de una situación embarazosa/desagradable.
267
Marco teórico
A) Temor acusado y ansiedad sobre una o más situaciones sociales en las que el sujeto se ve expuesto a
la posible evaluación por parte de los demás. Son ejemplos las interacciones sociales (por ejemplo, tener
una conversación, conocer a personas no familiares), ser observado (por ejemplo, comer o beber), o
actuar delante de otros (por ejemplo, hablar en público).
Nota: En los niños la ansiedad debe ocurrir en las reuniones con individuos de su misma edad y no
sólo en las interacciones con adultos.
B) El individuo tiene miedo de que actuará de una forma o mostrará síntomas de ansiedad que serán
evaluados negativamente (por ejemplo, será humillado, avergonzado; le rechazarán u ofenderá a otros)
C) Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad
Nota: en niños el miedo y la ansiedad se pueden expresar como llanto, rabietas, quedarse paralizado,
mostrarse muy pegajoso, retraimiento o no hablar en situaciones sociales.
D) Las situaciones sociales se evitan o se soportan con ansiedad o miedo intensos.
E) El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que aparenta la situación social y al
contexto sociocultural.
F) El miedo, la ansiedad o la evitación son persistentes y duran 6 meses o más.
G) El miedo, la ansiedad o la evitación, causan malestar clínicamente significativo o deterioro en el
funcionamiento social, laboral o en otras áreas de funcionamiento.
H) El miedo, la ansiedad o la evitación no es atribuible a los efectos fisiológicos de una sustancia (por
ejemplo, droga de abuso, medicación) o a otra condición médica.
I) El miedo, la ansiedad o la evitación no se explican mejor por los síntomas de otro trastorno mental,
como trastorno de angustia, trastorno dismórfico corporal, o trastorno del espectro autista.
J) Si está presente otra condición médica (por ejemplo, enfermedad de Parkinson, obesidad,
desfiguración por lesiones o quemados), el miedo, la ansiedad y la evitación no están relacionados o
claramente son excesivos.
Especificar si:
Sólo de actuación: el miedo se restringe a hablar o actuar en público.
Especificadores
Los sujetos sólo con el tipo de trastorno de ansiedad social por actuación tienen miedo a la
actuación, que es habitualmente lo que más afecta a sus vidas profesionales (v. gr. músicos, bailarines,
actores, deportistas) o en roles que requieren hablar en público regularmente. El miedo a la actuación
también puede manifestarse en el trabajo, la escuela o el ámbito académico, donde las presentaciones
públicas regulares son obligatorias. Las personas con trastorno de ansiedad social sólo por actuación no
temen o evitan otras situaciones sociales en las que no tienen que actuar.
Tabla 5.1. Criterios diagnósticos para la FS/TAS propuestos en el DSM-5. American Psychiatric
Association, (2013). Traducción al español de Olivares-Olivares, Olivares Rodríguez y Maciá Antón
(2014: 396) (Se han añadido los especificadores)
Las personas con TAS/FS a menudo tienen creencias negativas sobre sí mismos
(v. gr. pensamientos de incompetencia, inferioridad) y tienden a centrarse
excesivamente en sí mismos durante las interacciones sociales. Cuando el nivel de
ansiedad es muy elevado, en algunos casos puede llegar a producirse ataques de pánico
268
V. Música y psicología
Los siguientes tres criterios del DSM-5 (op. cit., 2013) establecen que el miedo a
las situaciones y las respuestas de ansiedad desencadenadas por éste (incluidas las de
evitación) producen: a) malestar o distrés clínicamente significativo o interfieren de
manera relevante en las actividades cotidianas de orden social, académico y, en su caso,
laboral; b) no han de poder ser atribuidas a los efectos psicofisiológicos producidos por
la ingesta de una sustancia (abuso del consumo drogas, medicación, etc.) o a otras
variables de orden biomédico, y c) tampoco encuentran una explicación mejor en la
ocurrencia de otros trastornos de orden psicológico o psiquiátrico como, por ejemplo, el
ataque de pánico, el trastorno dismórfico corporal o el del espectro autista. Así, y como
aclaran Olivares-Olivares, Olivares Rodríguez y Maciá Antón, (2014), si a un
adolescente que teme hablar en público y ha terminado su escolaridad obligatoria hasta
269
Marco teórico
los 16 años, no le produce malestar significativo recordar que teme hablar en público, y
se ha puesto a trabajar en un taller del automóvil, no se le debería diagnosticar de
TAS/FS porque el desarrollo de su actividad cotidiana no se ve afectado por este miedo
y tampoco padece significativamente por ello. Pero, en cambio, si desea proseguir sus
estudios de automoción compatibilizándolos con el trabajo y evita matricularse porque
siente un gran malestar al pensar tener que hablar en clase ante los demás, participar en
trabajos de grupo o realizar preguntas al profesor, entonces si cumpliría el criterio de
malestar o deterioro.
270
V. Música y psicología
271
Marco teórico
A) Fase de génesis
272
V. Música y psicología
Figura 5.1 (A) Génesis de la Fobia Social
E X O R
Variables Patrón de
Variables ambientales Interacción
organísmicas o del sujeto = respuestas
desadaptador
Contexto social negativo Proceso Vulnerabilidad elevada (inicio)
Modelos y
antecedentes Determinantes
► familiares biológicos
1
CC = Cond. Clásico 2CI = Cond. Instrumental 3AO = Aprendizaje observacional 4TI = Transmisión de información instrumental
Figura 5.1(A). Inicio de la fobia social: factores de vulnerabilidad y mecanismo de aprendizaje. Modificado del
modelo de Olivares y Caballo (2003). En Olivares-Olivares, Olivares Rodríguez y Maciá Antón (2014)
273
Marco teórico
El modelo sostiene, pues, que este proceso de asociación puede dar lugar
directamente al TAS/FS, de forma repentina (situación intensamente estresante) o de
manera insidiosa, a través del desarrollo de la timidez u otras modalidades de ansiedad
social sin significación clínica, que paulatinamente pueden ir progresando y/o
predisponiendo hasta que se cumplan los criterios clínicos requeridos para el
diagnóstico de TAS/FS.
Todo ello parece ocurrir con más frecuencia entre los 14 y los 16 años (Olivares
Rodríguez et al., 2003). Los autores hipotetizan que puede ser debido a que los
adolescentes en la cultura occidental: (a) han de hacer frente a un incremento de las
demandas sociales sobre su potencial de respuesta, (b) son más conscientes de la
discrepancia entre cómo creen que los ven los demás y cómo se ven a sí mismos, (c)
están sometidos a un proceso de evaluación continua por el resto de los miembros del
grupo de iguales, (d) han de establecer su lugar y papel en un nuevo sistema social
distinto al de su familia y, (e) han de hacer frente a la inquietud, el desasosiego, la
274
V. Música y psicología
vergüenza y el miedo a no responder como creen que se les requiere. Por tal motivo, los
autores mantienen que el miedo generado no es a la evaluación negativa, pues ésta sería
el efecto, es decir, la consecuencia por no responder adecuadamente a la situación o por
no saber con total certeza si se está respondiendo adecuadamente.
B) Fase de desarrollo
275
Marco teórico
Figura 5.1(B). Desarrollo de la Fobia Social
Niño(a), chico(a) que está aprendiendo a relacionarse y actuar en contextos no familiares y ante
personas poco o nada conocidas
Incremento progresivo de la frecuencia, intensidad y duración de las respuestas de escape parcial (defensivas) y
total (huidas bruscas) de las situaciones de actuación y/o relación con extraños o ante extraños, figuras de
autoridad, personas del otro sexo, etc.
Asociación a una o más situaciones sociales de actuación ante extraños y/o relación con extraños, en presencia de
extraños o personas con las que se coincide frecuentemente
Figura 5.1(B). Proceso de desarrollo del TAS/FS. Modificado del modelo Olivares y Caballo (2003). En
Olivares-Olivares, Olivares Rodríguez y Maciá Antón, (2014)
276
V. Música y psicología
Por otra parte, tanto el temor percibido ante estas situaciones como la intensidad,
frecuencia y duración de las respuestas de ansiedad manifestadas se verán influidas por
un conjunto de variables estrechamente relacionadas con el grado de control y/o
incertidumbre que la persona cree tener sobre la situación. Dichas variables hacen
referencia a:
(A) Se presta menos atención a la tarea, focalizándose cada vez más en los
indicios y señales de peligro tanto provenientes de uno mismo como de la situación. La
atención se focaliza fundamentalmente en las respuestas somáticas y neurovegetativas
alteradas que pueden ser observadas por los demás, los sentimientos de inquietud y
temor experimentados, los pensamientos negativos (“¡Me voy a quedar sin saber qué
decir!”, “¡Voy a decir tonterías!”, “Me temblará la voz.”, etc.) y, los errores cometidos
durante la actuación/relación, los cuales se magnifican;
277
Marco teórico
C) Fase de mantenimiento
Otro elemento clave de esta fase, según los autores, es la progresiva sustitución de
las respuestas de escape por las de evitación. El aislamiento se presenta como un estado
de evitación pasiva (“Si no estoy no me sucede; si no actúo, si no me relaciono no me
encuentro mal”) que pasa a convertirse en una variable relevante para explicar el
mantenimiento del trastorno. Cada vez resulta menos probable que la persona se
exponga a las situaciones temidas y compruebe que no ocurre nada de lo que teme.
278
V. Música y psicología
Figura 5.1(C). Consolidación y generalización: el mantenimiento
Atención selectiva
Miedo a la evaluación negativa (focalización de la atención)
Figura 5.1(C). Consolidación y generalización del TAS/FS: el mantenimiento. Modificado del modelo de
Olivares y Caballo (2003). En Olivares-Olivares, Olivares Rodríguez y Maciá Antón, (2014)
279
Marco teórico
280
V. Música y psicología
(1991) encontró que el 95% de una muestra de músicos adultos universitarios con un
alto nivel de AEM cumplían los criterios para el diagnóstico del TAS/FS151.
Aunque con la publicación del DSM-5 (op. cit., 2013) los subtipos del TAS/FS
(generalizado/específico) fueron reemplazados por el de “actuación”, solamente en
circunstancias donde ésta sea el único miedo de los individuos, nos parece operativo
seguir manejando ambos subtipos. Así pues, el TAS/FS generalizado, se aplica cuando
existe un miedo desproporcionado a la mayoría de las situaciones sociales. Incluye
situaciones donde la persona tiene que actuar y relacionarse con otros interfiriendo
significativamente en el desarrollo de la actividad cotidiana de quienes la presentan. Por
su parte, el TAS/FS específico o circunscrito a una situación concreta hace referencia a
situaciones donde la persona sólo tiene que actuar ante otros (sin que ello requiera
relacionarse con ellos –por ejemplo, orinar en urinarios públicos, tocar un instrumento
ante una audiencia, dar un conferencia en la que no se admiten preguntas, comer en un
restaurante, hablar por teléfono delante de otros, etc.); excepcionalmente el TAS/FS
específico puede incluir una situación que requiera interacción con otros. En este último
caso se dice que el TAS/FS está “circunscrito” a esa situación de interacción.
Un músico con AEM, como cualquier otro fóbico social que sufre un TAS/FS
específico, no es inmune al TAS/FS generalizado. No obstante, la AEM suele
focalizarse en una situación específica, la actuación musical, y no se generaliza a otras
experiencias de actuación. Aunque esta afirmación no permite aún una justificación
empírica, existen indicios en la literatura sobre ansiedad general y, de forma particular,
en la investigación sobre la ansiedad al hablar en público, el temor de actuación más
común identificado en población general (Beidel y Turner, 2007), que lo demuestran.
151
De aquí en adelante, y mientras no se especifique lo contrario, cada vez que hagamos referencia al
constructo AEM será en su condición desadaptativa, es decir, interfiriendo negativamente en la labor
interpretativa del músico.
281
Marco teórico
entre la ansiedad al hablar en público y la ansiedad social, más desde el punto de vista
cualitativo que cuantitativo (Blöte et al., 2009). Para ser identificado como un subtipo
distinto, tendría que mostrar diferencias cualitativas de ansiedad social. La evidencia
para el subtipo fue presentada por Hook y Valentiner (2002), quienes informaron de que
las personas con AE muestran menos miedo que las personas con ansiedad social
generalizada en la mayoría de las situaciones sociales, pero más miedo que el primer
grupo en situaciones específicas de actuación pública. Una revisión posterior (Hofmann,
Heinrichs y Moscovitch, 2004) demostró que la AE específica de hablar en público
estaba asociada a una activación fisiológica parecida al pánico. Además, los patrones de
heredabilidad para las dos condiciones también diferían, los familiares de personas con
AS eran también más propensos a padecer AS, pero no se encontró este patrón familiar
en la AE, lo cual apoya la hipótesis del subtipo.
Del mismo modo, Eng et al. (2000) identificaron tres grupos de individuos
fóbicos sociales, uno de los cuales consistía en ansiedad sólo al hablar en público.
También había un grupo con ansiedad social generalizada y un grupo a medio camino
entre el específico y el generalizado. Los tres grupos mostraron un alto nivel de
ansiedad en situaciones de hablar en público. Furmark et al. (2000) también encontraron
una fuerte evidencia en una gran muestra comunitaria de un modelo tripartito de
ansiedad social consistente en: ansiedad social generalizada, no generalizada y
específica. El subtipo específico fue el más frecuente (7,7% de la muestra), de los cuales
el 40% informó sólo de ansiedad para hablar en público. Sin embargo, al igual que Eng
et al. (2000), Furmark y sus colegas encontraron que los tres grupos informaron de
ansiedad para hablar en público como una entre muchas de sus ansiedades sociales.
Juntos, estos estudios indican que la AE puede ocurrir como un subtipo específico de
AS. La evidencia de un subtipo similar ha sido también informada en adolescentes
(Piqueras Rodríguez, Olivares Rodríguez y López-Pina, 2008).
282
V. Música y psicología
283
Marco teórico
En este sentido, Osborne y Kenny (2008) probaron dos hipótesis relacionadas con
la génesis de la AEM en músicos jóvenes: primero, que los estudiantes de música que
habían tenido alguna experiencia negativa previa en actuaciones musicales informarían
de niveles más altos de AEM frente a los que no las habían tenido; y, segundo, que las
cogniciones negativas serían más reveladoras de la AEM en adolescentes que los
componentes fisiológico y conductual. Se pidió a 298 estudiantes de música de escuelas
secundarias especializadas en artes escénicas que proporcionaran descripciones escritas
284
V. Música y psicología
Tal y como posteriormente describió una de las dos responsables del estudio, la
psicóloga Dianna T. Kenny (2011), emplearon una metodología similar a la de Ryan
(2000), de preguntas abiertas, en las que se pedía a los participantes que generaran sus
propias declaraciones acerca de su experiencia escénica en lugar de responder a los
ítems en los cuestionarios. De esta manera, fueron capaces de acceder a ideas
espontáneas de músicos jóvenes para comprobar si desarrollaban los mismos tipos de
pensamientos ansiosos que los observados habitualmente en adultos con ansiedad. Los
resultados indicaron que la ansiedad rasgo y el género fueron los mejores parámetros
para predecir la AEM, y que la presencia de cogniciones negativas en su registro de
peores experiencias escénicas mejoraba aún esta predicción. Las chicas mostraron un
mayor distrés emocional que los chicos, y obtuvieron puntuaciones totales
significativamente más altas. Estos resultados confirman los patrones que se encuentran
en los músicos adultos y en otras formas de AE en niños (v. gr. ansiedad ante los
exámenes). Este estudio puso de relieve las cogniciones como un elemento importante
para abordar el tratamiento de la AEM en jóvenes. La Figura 5.2 resume el grado de
incidencia de las cogniciones negativas en una mala experiencia escénica, a lo cual se
suma su incuestionable importancia para predecir la AEM, tanto en hombres como en
mujeres. Se contaron el número de pensamientos negativos (v. gr. “Estaba muy
preocupado por mi interpretación”, “Mi maestro tenía grandes expectativas depositadas
en mí”, “Me preocupaba que mi maestro se sintiera decepcionado conmigo”, “Los
examinadores me intimidaban y me ponían nervioso”) producidos de forma espontánea
en la descripción de las peores experiencias escénicas. La cognición se representó en
forma de variable binaria codificada como 0 para los que produjeron ninguna o una
285
Marco teórico
cognición negativa, y 1 para los que produjeron dos o más cogniciones negativas en sus
registros de peores experiencias escénicas.
Figura 5.2. Predicción de la AEM (MPAI-A) a partir de la ansiedad rasgo (STAI-T), cognición y género.
(Nota: Tanto las puntuaciones del MPAI-A como del STAI están en sus unidades originales). Extraído de
Osborne y Kenny (2008). La traducción es nuestra
286
V. Música y psicología
********************
153
VAN SON, Maarten et al. (1999). “Le trac chez les musiciens d'orchestre professionnels: prevalence
et relation avec le bien-être et la problematique psychique”. Médecine des Arts, Vol. 28 (Número
especial: Psychologie du musicien), pp. 24 -26. Citado en (Marinovich, 2006)
287
Marco teórico
peligro inminente, y se prepara para hacerle frente con respuestas como taquicardia,
tensión muscular, hiperventilación, temblor, sudoración... precisamente todo aquello
que impide una buena interpretación musical (Abel y Larkin, 1990; Cox y Kenardy
1993; Hamann, 1982; Roland, 1994; Wilson, 1994). Tras la actuación, si las cosas no
han ido muy bien a causa de la AEM, pueden presentarse emociones desagradables
como ira, tristeza, apatía, impotencia, etc., que no sólo nos hacen pasar malos momentos
sino que provocan futuras situaciones de malestar y nos predisponen negativamente
para próximos conciertos.
Por último, destacar que aunque la AEM comparte el mismo patrón de respuestas
de ansiedad que cualquier otro TAS/FS, la actuación musical requiere múltiples
demandas cognitivas simultáneas (Kenny y Osborne, 2006), atencionales (Kimbrel,
2009), afectivas (Kenny, 2005), cinestésicas (D'Ausilio, 2006), y de los sistemas
154
v. 5.3.4.3.
155
Malestar
288
V. Música y psicología
motores (Kenny y Ackermann, 2009), que sitúan su grado de complejidad por encima
del que revisten otras situaciones o eventos sociales que igualmente pueden ser
desencadenantes de este patrón de respuestas (v. gr. comer en un restaurante,
interacciones interpersonales en fiestas o en el trabajo, firmar un documento en el
banco, o, para los hombres, orinar en un baño público). Este hecho condiciona la
percepción de auto-eficacia del intérprete y agrava su sensación de terror a la evaluación
negativa que caracteriza a los TAS/FS, precisamente por la propia inseguridad que
genera una tarea de tal envergadura.
Un estudio empírico realizado por Iñesta et al. (2008) demuestra las importantes
demandas físicas a las que hacemos referencia. Para ello utilizaron la grabación
continua de la frecuencia cardíaca como herramienta de medición de esfuerzo en 62
músicos profesionales (entre 15 y 71 años), mientras tocaban sus instrumentos en
tiempo real en varias situaciones, como la práctica, los ensayos y los conciertos
públicos. Para evaluar la demanda cardíaca en diversos ambientes de trabajo utilizaron
varias medidas de gasto cardíaco, incluyendo la frecuencia cardíaca, la máxima
frecuencia cardíaca, y el máximo porcentaje de frecuencia cardíaca, para permitir la
comparación por género y grupos de edad. Se realizaron comparaciones de la frecuencia
cardíaca entre el ensayo y el concierto público del mismo repertorio; y entre el primer
concierto y el segundo concierto del mismo repertorio. La demanda cardíaca global de
los profesionales de la música resultó ser significativamente mayor en comparación con
una profesión sedentaria, y significativamente mayor en los conciertos que en los
ensayos con el mismo repertorio.
En otro estudio con 18 pianistas expertos, Yoshie et al. (2009a) evaluaron las
respuestas de estrés subjetivas, autónomas y motoras mediante la medición de la
ansiedad estado subjetiva, la frecuencia cardíaca, la tasa de sudoración y la actividad
electromiográfica de los músculos de las extremidades superiores, mientras
interpretaban una pieza para piano solo elegida por ellos mismos, bajo condiciones de
estrés (concurso) y sin estrés (de ensayo). La frecuencia cardíaca y la tasa de sudoración
aumentaron del ensayo al concurso, como también lo hicieron la actividad
electromiográfica de los músculos más próximos (bíceps braquial y trapecio superior) y
la contracción de los músculos antagonistas en el antebrazo (extensor común y flexor
común de los dedos). Los autores concluyeron que:
289
Marco teórico
Aunque estas respuestas pueden interpretarse como componentes integrales de un sistema
biológico adaptativo que crea un estado de buena disposición motora en un ambiente
inestable o impredecible, pueden influir negativamente en pianistas al desajustar su
delicado control motor en el escenario y al aumentar el riesgo de trastornos
musculoesqueléticos relacionados con la interpretación. (op. cit., 2009a: 117)
5.3.1. Definiciones
290
V. Música y psicología
[...] miedo a la actuación, que es habitualmente lo que más afecta a sus vidas profesionales
(v. gr. músicos, bailarines, actores, deportistas) o en roles que requieren hablar en público
regularmente. El miedo a la actuación también puede manifestarse en el trabajo, la escuela
o el ámbito académico, donde las presentaciones públicas regulares son obligatorias. Las
personas con trastorno de ansiedad social sólo por actuación no temen o evitan otras
situaciones sociales en las que no tienen que actuar.
A pesar de ese guiño a los músicos como potenciales “sufridores” de AE, resulta
alarmante que en las últimas dos décadas ningún DSM hubiera tratado de diferenciar
entre AE, miedo escénico, y timidez en situaciones sociales. Ante este panorama,
nuestra primera parada está dedicada a analizar las diferentes posturas en cuanto a la
distinción entre AEM y Miedo Escénico (Stage Fright). Por un lado, encontramos
investigadores que usan ambos constructos de forma intercambiable (Brotons 1994;
Kokotsaki y Davidson 2003; Papageorgi, Hallam y Welch, 2007; Salmon, 1990;
Wilson, 1997). En este sentido, Cox y Kenardy (1993: 49) señalan que “la ansiedad
escénica, o el miedo escénico, es una manifestación situacional de ansiedad, y se
relaciona con el miedo a cometer un error o no ser capaz de controlar las acciones de
uno frente a otras personas”. Sin embargo, otros investigadores introducen ciertas
matizaciones, como es el caso de Brodsky (1996), que sitúa el miedo escénico en el
extremo de gravedad, presentando la AEM en un continuo de gravedad con el que
pretende diferenciar “los aspectos saludables de estrés y ansiedad del día a día, que son
intrínsecos a la profesión” (1996: 91), de las respuestas gravemente desadaptativas del
“miedo escénico”, que él mismo define como una experiencia cercana al pánico. La
siguiente tabla muestra la relación propuesta entre varios descriptores de AE y su
gravedad relativa:
Estrés típico de la carrera Tensión durante la actuación Ansiedad escénica Miedo escénico
Tabla 5.2. Continuo de los problemas psicológicos experimentados por los músicos profesionales
(Brodsky, 1996). La traducción es nuestra.
291
Marco teórico
292
V. Música y psicología
Esta definición quizás sea la más citada y la que con más frecuencia es tomada
como referencia por la mayoría de investigadores (Gill, Murphy y Ryckard, 2006;
Herrera Torres y Jorge Manjón, 2014; Kirchner, Bloom y Skutnick-Henley, 2008;
Liston, Frost y Mohr, 2003; Reitman, 2001; Thurber et al., 2010; Widmer et al., 1997).
Salmon (1990) alerta de que un enfoque exclusivo de la ansiedad basado en su patrón de
respuestas en un contexto de actuación, no es beneficioso. Argumenta que esta
exclusividad presenta el riesgo de pasar por alto el impacto potencial de los muchos
factores que aumentan la vulnerabilidad, entre los que se encuentran los componentes
pedagógicos, genéticos y los basados en habilidades. En este sentido, coincide con
Steptoe (2001), uno de los primeros investigadores en adoptar el concepto por el cual
los músicos son estudiados más allá del contexto escénico.
293
Marco teórico
En general, y como vemos, no hay consenso entre los autores con respecto a una
definición adecuada (e inequívoca) de AEM y lo que ésta implica (McGinnis y Milling,
2005). La definición de Kenny parece ser la más completa y actualizada entre las
tentativas para etiquetar la AEM como un trastorno independiente, pero en este
momento, aún es demasiado pronto para saber si será aceptada por la comunidad
294
V. Música y psicología
295
Marco teórico
Tabla 5.3. Relación entre las respuestas adaptativas del organismo ante una amenaza percibida y su
interpretación sintomática
296
V. Música y psicología
Pero las respuestas fisiológicas no son las únicas que presenta la AEM, pues como
ocurre con otras formas de ansiedad, se trata de un constructo multidimensional y se
manifiesta a través de una interacción, aunque parcialmente independiente, de otros dos
componentes como son las respuestas cognitivas y conductuales. No obstante, y como
ya comentamos al final del anterior apartado, algunos autores insisten en la inclusión de
un cuarto componente, las respuestas afectivas. Como ya manifestamos, nosotros no
compartimos esa opinión, al considerar que ese cuarto componente es en realidad una
combinación de las respuestas fisiológicas y cognitivas, y no un componente nuevo157.
156
También denominadas “somáticas”
157
v. Modelo explicativo de FS de Olivares y Caballo (2003)
297
Marco teórico
Sin embargo, parece que existe cierto interés por parte de figuras reputadas en el campo
de la AEM de introducir este cuarto tipo de respuestas158.
158
Según Osborne y Kenny (2008) y Barlow (2002), este tipo de respuestas (afectivas) a menudo son
descuidadas en la experiencia de la ansiedad. Pero es importante señalar que el modelo de tres respuestas
de la AEM (que incluye las respuestas fisiológicas, cognitivas, y conductuales) ha sido probado
empíricamente y está bien respaldado en la literatura (Abel y Larkin, 1990; Craske y Craig, 1984; Kenny,
2006; Kenny y Osborne, 2006; Lehrer, 1987; Ryan, 2004; Salmon, 1990; Salmon y Meyer, 1992; Wolfe,
1990). Aún así, algunos investigadores (Barbeau, 2011; Kenny, 2010; Steptoe, 2001) afirman que el
hecho de que este modelo no distinga el componente cognitivo del afectivo hace que esta clasificación sea
menos precisa.
159
KELLY, George A. (1955). The psychology of personal constructs. Volume 1: A theory of personality.
New York: Norton and Company. Citado por (Lehrer, 1987a: 143)
298
V. Música y psicología
No importa si fallo una o dos notas. La gran línea es el objetivo, y parece expresar lo
correcto a la audiencia. De lo contrario hubiera sido echado de los escenarios hace años. El
público no lo permitiría. Creo que soy el campeón de tocar notas erróneas, pero no me
importa. Y al público no parece importarle mucho. (Elder, 1982: 3).
299
Marco teórico
161
La terminología utilizada para hablar de estados emocionales puede ser a veces confusa. En particular,
los términos estado de ánimo y afecto se utilizan con frecuencia de forma intercambiable, a pesar de
referirse a diferentes fenómenos. En términos musicales, el estado de ánimo se utiliza a menudo en
relación con el tono emocional de una composición o tal vez de un estilo de musical particular. El afecto,
por el contrario, a menudo se refiere a la expresión emocional del artista durante una actuación. Ambos
conceptos son importantes desde el punto de vista interpretativo por dos razones. En primer lugar, el
afecto y estado de ánimo son elementos esenciales de la expresión musical. Sin expresividad emocional,
la música pierde gran parte de su poder y atractivo. En segundo lugar, el afecto y el estado de ánimo
componen la base emocional de un intérprete y pueden tanto influir como estar influenciados por las
connotaciones emocionales de la música.
En un contexto psicológico, ambos términos se utilizan con referencia a la persona. El estado de ánimo
describe un tono emocional que prevalece, mientras el afecto se refiere a sentimientos más variables que
generalmente, pero no siempre, son concordantes con el estado de ánimo. En términos meteorológicos,
podría ser útil pensar en el estado de ánimo y el afecto análogos a, respectivamente, “clima” y “tiempo”.
302
V. Música y psicología
Tabla 5.4. Los cuatro componentes de la AEM (Steptoe, 2001). La traducción es nuestra.
Para muchos músicos, las respuestas fisiológicas, especialmente los signos más
visibles de la activación fisiológica, como la sudoración o las manos temblorosas, son
particularmente estresantes, ya que pueden afectar negativamente a la precisión técnica
y el control de la musculatura fina (Niemann, Pratt y Maughan, 1993). Estas respuestas
interactúan con el componente cognitivo de la ansiedad, pudiendo incluso contribuir a
su aumento en determinadas circunstancias (Stephenson y Quarrier, 2005; Wolfe,
1989). Por ejemplo, la sequedad en la boca de un flautista puede causar un fallo al
emitir un tono, lo que puede dar lugar al aumento de la ansiedad cognitiva (Wolfe,
1989). Stephenson y Quarrier (2005: 120) llaman al fenómeno “sensibilidad a la
ansiedad”, que se refiere a “la tendencia del individuo a ser consciente o estar asustado
por las sensaciones corporales o experiencias particulares”.
303
Marco teórico
304
V. Música y psicología
La experiencia clínica nos dice que la AEM es un proceso dinámico que implica
una compleja interacción en el tiempo entre la persona (ansiedad rasgo del intérprete), la
situación (contexto de actuación), y la tarea (nivel de dominio de la tarea musical); el
efecto de cada uno de ellos depende del nivel de los otros. Así se puede comprobar en el
estudio realizado por Cox y Kenardy (1993), que demuestra la interacción entre las
características de la personalidad (ansiedad rasgo) y la situación. Los intérpretes con
TAS/FS se mostraron mucho más ansiosos en un contexto solista que aquellos sin
TAS/FS; sin embargo, no hubo tantas diferencias entre ellos en las interpretaciones en
grupo o en los ensayos. La interacción entre la tarea y la situación puede ilustrarse
haciendo referencia a un estudio realizado por Hamman y Sobaje (1983). La calidad
interpretativa mejoró de forma más evidente en los intérpretes más experimentados, es
decir, aquellos con más años de estudio formal y destreza musical, en un contexto de
gran ansiedad (en la que un jurado evaluaba la interpretación), en comparación a un
contexto de baja ansiedad (en la que el intérprete se encontraba solo en una habitación
con un magnetófono). La ansiedad hizo mejorar la calidad interpretativa de aquellos con
un mayor dominio de la tarea. Por último, encontramos un interesante estudio realizado
por Graydon y Murphy (1995), aunque en este caso en el ámbito del deporte, que
demuestra la interacción entre las características de personalidad (en este caso, la
extraversión) y la tarea (concretamente, el saque en tenis de mesa). Se demostró que los
extravertidos eran mejores que los introvertidos cuando una audiencia estaba presente,
pero los introvertidos fueron superiores cuando actuaban solos. Suponiendo que algo
similar pudiera aplicarse a las artes escénicas (v. gr. tocar el piano), está claro que los
factores situacionales y de personalidad deben ser considerados en conjunto en la
predicción de la calidad interpretativa. Presumiblemente, los introvertidos ansiosos
tienen más probabilidades de sentirse abrumados por la presión y volverse distraídos,
mientras que los extravertidos están motivados positivamente para producir un
rendimiento superior.
Puesto que hay otros estudios que confirman a estos tres grupos de factores como
grandes predictores de AEM, merece la pena detenernos en cada uno de ellos para una
revisión más exhaustiva. Más adelante veremos que muchas de las características
asociadas a estos tres factores pueden ser entendidas de manera integral como una
organización subyacente, resultado de los efectos combinados de vulnerabilidades
biológicas y psicológicas ya descritas en el modelo de Fobia Social de Olivares y
305
Marco teórico
Caballo (2003), aunque más adaptado al contexto escénico mediante los modelos de
Barlow (2000) y Kenny (2009).
162
O “genéticos”
306
V. Música y psicología
comparación con una muestra estándar, algo que también ocurrió, aunque en menor
medida, con sus pares varones (Kokotsaki y Davidson, 2003). Se obtuvieron resultados
similares en un estudio realizado por Nagel, Himle y Papsdorf (1989). Por otro lado,
Craske y Craig (1984) proporcionaron evidencias de que los músicos con un nivel de
ansiedad rasgo bajo, experimentan AEM limitada a respuestas fisiológicas propias de la
activación que genera el evento público. Sin embargo, los intérpretes con alta ansiedad
rasgo pueden tener problemas con el aumento de pensamientos de preocupación y
respuestas conductuales durante la actuación.
163
ADERMAN, M. et al. (1989). “Performance anxiety and nonmusic majors”. Dialogues in
Instrumental Music Education, Vol. 13, Nº 1, pp. 40-48. Citado en (Taborsky, 2007: 18)
307
Marco teórico
encontraron que los sujetos con altos niveles de ansiedad estado interpretaban peor que
los sujetos con niveles bajos o medios de ansiedad estado, y que los sujetos con
mayores niveles de ansiedad rasgo informaron significativamente de mayores niveles de
ansiedad estado. La edad, el curso en la universidad, y el bagaje musical no tuvieron un
impacto significativo en la calidad interpretativa.
En un estudio similar, Wolfe (1989) examinó las relaciones entre la AEM y las
variables personales (edad, género, experiencia, instrumento, y el tipo de agrupación
para la actuación). En este estudio participaron 193 músicos profesionales y aficionados
con edades comprendidas entre 14 y 80 años. A los participantes se les administró
cuestionarios para medir la ansiedad adaptativa (que tiene efectos positivos en la
interpretación), ansiedad desadaptativa (que tiene efectos negativos), y la AEM; este
último cuestionario se dividió en dos partes, cognitivo-atencional y autónomo-
emocional. Wolfe encontró que los sujetos que tenían experiencia profesional
informaron de una mayor ansiedad adaptativa, menor ansiedad desadaptativa, y menor
ansiedad cognitiva y emocional que los músicos aficionados. Los instrumentistas de
cuerda informaron de niveles significativamente más altos tanto de ansiedad adaptativa
como desadaptativa que otros instrumentistas, mientras que el género y la edad no
tuvieron ningún efecto significativo.
164
Op. cit.
308
V. Música y psicología
sin embargo, encontraron que la edad era un factor más significativo en los niveles de
AEM de lo que concluyeron otros investigadores. El pensamiento catastrofista, o el
pensamiento crítico acerca de lo que puede salir mal durante la actuación musical, se
encontró que podía ser un importante predictor de la AEM (Lehrer, Goldman y
Strommen, 1990; Stephenson y Quarrier, 2005; Steptoe y Fidler, 1987). Ryan (2004)
encontró que aunque los niños y niñas respondían de forma diferente a la AEM, no
había una relación significativa entre el género y la calidad interpretativa.
309
Marco teórico
Otro de los rasgos distintivos del músico, caracterizado por ser una gran fuente de
ansiedad, es el perfeccionismo166. De hecho, la definición de ansiedad propuesta por
Barlow (2000: 1249) incorpora “una sensación de falta de control [...] un estado de
indefensión [...] porque uno no es capaz de obtener resultados o los resultados
deseados”. El rasgo de perfeccionismo es definido por altas expectativas irreales, sobre
todo de uno mismo, y la preocupación excesiva por pequeños errores e incongruencias
(Wilson y Roland, 2002), aún a pesar de que estos errores en sí mismos normalmente no
arruinan la experiencia musical a la mayoría de las audiencias. Como vimos
anteriormente, Steptoe y Fidler (1987) encontraron que actitudes más realistas, como la
166
v. 4.5.1.4.
310
V. Música y psicología
creencia de que el público quiera que el intérprete toque bien o ser tolerantes con los
deslices o errores puntuales, estaban asociadas a niveles de activación moderada, y no
con niveles severos de AEM.
311
Marco teórico
312
V. Música y psicología
sugieren que una mayor auto-eficacia musical tiene un impacto positivo en el nivel de
éxito en exámenes de grado (McCormick y McPherson, 2003; McPherson y
McCormick, 2006), y es un predictor positivo de la calidad interpretativa (Ritchie y
Williamon, 2012).
la actuación (Sinden, 1999). Aunque puede iniciarse por una mala actuación, también
puede tener sus raíces en profundos sentimientos de indignidad personal (Reubart,
1985). En tales casos, “el más mínimo percance puede ser el desencadenante de una
ansiedad excesiva cada vez que el intérprete se encuentre con las amenazas de la
actuación” (ibid., 1985: 34).
estímulo situacional, la experiencia previa del individuo con situaciones análogas y los
recuerdos o pensamientos que son evocados o re-estimulados por la situación. Un
individuo que ha tenido una actuación mala y humillante muy probablemente se sentirá
intimidado ante otra actuación por el miedo a sucesivos fracasos (Harris, 1986)167. En
este sentido, Abril (2007) explica que la AEM puede originarse a partir de experiencias
negativas del pasado, y afirma que los profesores de música y miembros de la familia
ejercen una gran influencia sobre la identidad del cantante y su habilidad para el canto.
Esto puede influir en las creencias y afectar emocionalmente al individuo durante un
largo tiempo.
167
HARRIS, S. R. (1986). “A psychologist views music performance anxiety”. American Music Teacher,
Vol. 35, Nº 3, pp. 24-25, 40. Citado en (Papageorgi, Hallam y Welch, 2007: 88)
168
Se revisó la función social de la música a través del concierto público
315
Marco teórico
316
V. Música y psicología
práctica habitual actuaron mejor bajo condiciones de ansiedad aumentada que los
compañeros con menor experiencia.
Figura 5.3. Gráfico de LeBlanc et al. (1997) que muestra las medidas de auto-informe de ansiedad en tres
condiciones de actuación: actuación 1, solo en una sala de ensayo; actuación 2, en una sala de ensayo con
un investigador presente; y actuación 3, en una gran sala de ensayo con cuatro investigadores y un
pequeño grupo de compañeros como público. Los estudiantes informaron de sus niveles de ansiedad en
una escala de 1 a 10. Extraído de LeBlanc et al., 1997. La traducción es nuestra
317
Marco teórico
como ser solista frente a la actuación en grupo, la actuación pública frente a la práctica
en solitario, actuaciones evaluativas (exámenes, recitales, audiciones) en comparación a
tocar por placer en ambientes relajados (Yoshie et al., 2009a) y, como veremos en el
siguiente apartado, tocar obras musicales exigentes o inadecuadamente preparadas en
lugar de piezas fáciles bien aprendidas (Wilson, 1997). De hecho, la intimidación que
plantean los rostros anónimos en una sala de conciertos llena, puede ser igualada por un
público más reducido compuesto por oyentes más significativos, como seres queridos,
expertos en música, miembros de un tribunal, o en entornos de alto carácter evaluativo
como exámenes, audiciones u oposiciones. Para algunos músicos, el tamaño de la
audiencia para la que están actuando no es tan importante como su identidad, es decir,
“quiénes” son esos oyentes.
Los autores concluyeron que la combinación de una audiencia de gran tamaño y pocos
co-intérpretes compartiendo escenario puede producir una situación en la que es más
probable que aparezca la AEM.
Figura 5.4. Niveles de AEM asociados a diferentes contextos de actuación (Miller y Chesky, 2004). Esto
demuestra que los niveles de AEM aumentan de acuerdo con la percepción de la auto-exposición.
319
Marco teórico
generaban mayor ansiedad, con un incremento más dramático en las mujeres que en los
hombres.
169
En farmacología, un beta bloqueante (escrito β-bloqueante) es un tipo de medicamento usado en varias
afecciones, en particular en el tratamiento de los trastornos del ritmo cardíaco y en la cardioprotección
posterior a un infarto de miocardio.
Suelen emplearse para controlar las respuestas fisiológicas asociadas a la ansiedad, como el temblor y la
taquicardia. Aunque no reducen el componente cognitivo de la ansiedad
320
V. Música y psicología
Un tercer factor causal de AEM es la incapacidad por parte del intérprete para
dominar una tarea musical (Wilson, 1994; Fehm y Schmidt, 2005), circunstancia que no
suele estar presente en el TAS/FS, excepto, en cierta medida, en tareas basadas en la
actuación. Los músicos a menudo afrontan actuaciones cuestionándose si realmente
tienen las habilidades necesarias para interpretar la música que figura en el programa.
Tal y como señalan Lehmann, Sloboda y Woody (2007), estar a la altura de las
exigencias técnicas de una pieza puede consumir todas las horas de práctica, y aún así
no ser garantía de una interpretación expresiva de calidad.
321
Marco teórico
Sobaje, 1983), los estudiantes con más años de estudio formal y mayores niveles de
cualificación, demostraron un rendimiento superior bajo condiciones de evaluación más
severas. Estos investigadores equipararon el dominio en la tarea con la eficiencia de las
conductas de actuación cuando los músicos se encuentran bajo presión. Además, su
investigación sugiere que para los músicos con un gran dominio de la tarea, la AEM
adaptativa es un factor de motivación que realmente mejora la calidad de su
interpretación.
170
Discutiremos más detenidamente los efectos de la AEM en la interpretación musical en el apartado
5.4.
171
El término flow (flujo o fluir) describe la experiencia de estar totalmente implicado en una actividad
intrínsecamente gratificante (Csikszentmihalyi, 1993). Experiencias del fluir pueden ocurrir durante la
interpretación de la música. Según la teoría del flujo, el primer requisito para una experiencia de este tipo
es un equilibrio entre el desafío de la tarea y el nivel de habilidad. Véase apartado 4.5.1.3.2.
323
Marco teórico
nivel de AEM hasta cotas desadaptativas. Esta situación puede estar motivada por
diversas causas, Papageorgi, Hallam y Welch (2007) señalaron algunas de ellas172:
324
V. Música y psicología
Motivación para lograr un buen resultado frente al miedo al fracaso. Como ya vimos
anteriormente, otro elemento que se relaciona con la eficacia en la tarea es la
motivación174, que puede desempeñar un papel importante en la conservación del interés
interpretativo. La teoría de la motivación para el logro (Wigfield y Eccles, 2000)
propone que todos los individuos tienen un motivo de búsqueda y un enfoque hacia el
éxito (necesidad de logro) y, al mismo tiempo, una tendencia a evitar el fracaso (miedo
al fracaso) o evaluación negativa, elemento esencial de la AEM. En el contexto de una
actuación musical, la motivación para lograr una interpretación de calidad puede estar
relacionada con su vulnerabilidad a la ansiedad, los objetivos que persigue, y el esfuerzo
que pone en su preparación.
Otros factores relacionados con la capacidad del intérprete para dominar una tarea
musical son las atribuciones causales de logro y fracaso, las expectativas de resultado y
el desarrollo de habilidades metacognitivas.
174
v. 4.5.1.3.1
325
Marco teórico
Figura 5.5. Marco conceptual de la AEM. Extraído de Papageorgi, Hallam y Welch (2007). La
traducción es nuestra.
326
V. Música y psicología
Sin embargo, este modelo ha sido criticado por su simplicidad. Kenny (2011)
describe varios aspectos que influyen en la relación entre la activación y el rendimiento
que no se han incorporado a este modelo, como el nivel de ansiedad estado/ rasgo del
intérprete y su interacción con el nivel de dominio de la tarea musical. Además, los
músicos difieren en sus niveles de activación óptimos, que también dependen de su
experiencia acumulada.
175
Será analizada más detenidamente en el apartado 5.4.1.
327
Marco teórico
328
V. Música y psicología
Causa
Ranking de las 21 causas de AEM en estudiantes de música
N % clasificada en
y danza
primer lugar
1. La presión de uno mismo 100 66.2 21.2
2. Preparación inadecuada para la actuación 75 49.7 16.4
3. La falta general de confianza en sí mismo 64 42.4 8.6
4. Abordar un repertorio demasiado difícil 64 42.4 7.3
5. Activación física excesiva antes de, o durante la ejecución 63 41.7 7.3
6. Mala experiencia de actuación 50 33.1 7.3
7. La preocupación por la reacción de la audiencia 71 47 6
8. Fallos técnicos que causan incertidumbre 83 55 4
9. La preocupación por la fiabilidad de la memoria 71 47 4
10. La falta de confianza en uno mismo como músico 46 30.5 4
11. Los pensamientos negativos/ preocupaciones sobre la 63 41.7 3.3
actuación
12. Retroalimentación (feedback) negativa sobre la actuación 33 21.9 2.6
13. En general, el alto nivel de auto-conciencia 45 29.8 2
14. Tendencia a ser ansioso en general, no sólo en la actuación 28 18.5 2
15. La presión de/ o competir con sus iguales, otros músicos 53 35.1 1.3
16. En general, la baja autoestima 21 13.9 0.7
17. Apoyo insuficiente de las personas cercanas 18 11.9 0.7
18. No saber cómo manejar la activación física 34 22.5 0
19. No saber cómo gestionar los pensamientos negativos/ 33 21.9 0
preocupaciones sobre la actuación
20. La presión del profesor 28 18.5 0
21. La presión de los padres 17 11.3 0
Tabla 5.5. Frecuencias y porcentajes de selección, e ítems clasificados en primer lugar entre 21 causas de
AE en estudiantes de música y danza (n= 151). Extraído de Kenny (2009). La traducción es nuestra.
329
Marco teórico
Causa
Ranking de las 22 causas de AEM en músicos de orquesta N % clasificada en
primer lugar
1. La presión de uno mismo 320 88.6 28.8
2. Activación física excesiva antes de, o durante la ejecución 278 78.3 24.4
3. Preparación inadecuada para la actuación 220 63.0 18.8
4. Problemas de salud 159 45.0 16.8
5. Tendencia a ser ansioso en general, no sólo en la actuación 131 37.3 15.3
6. Los pensamientos negativos/ preocupaciones sobre la 270 76.3 13.6
actuación
7. No saber cómo manejar la activación física 165 48.1 13.6
8. La falta de confianza en uno mismo como músico 175 51.5 11.8
9. Abordar un repertorio demasiado difícil 216 61.4 9.8
10. Apoyo insuficiente de las personas cercanas 92 27.3 9.7
11. La preocupación por la reacción de la audiencia/ Miedo a la 243 67.5 9.6
evaluación negativa
12. Mala experiencia de actuación 277 78.0 9.1
13. La preocupación por la fiabilidad de la memoria 202 57.5 9.0
14. En general, la baja autoestima 122 36.0 8.7
15. La presión del director o el líder de sección 151 43.4 8.5
16. La presión de/ o competir con sus iguales, otros músicos 212 60.7 8.2
17. Fallos técnicos que causan incertidumbre 255 72.2 8.1
18. La falta general de confianza en sí mismo 192 59.1 8.0
19. No saber cómo gestionar los pensamientos negativos/ 161 47.4 7.6
preocupaciones sobre la actuación
20. La presión de los padres 41 12.2 6.3
21. En general, el alto nivel de auto-conciencia 191 55.5 4.4
22. Retroalimentación (feedback) negativa sobre la actuación 113 33.6 3.3
Tabla 5.6. Frecuencias y porcentajes de selección, e ítems clasificados en primer lugar entre 22 causas de
AEM en músicos de 8 orquestas profesionales de Australia (n= 377). Extraído de Kenny, Driscoll y
Ackermann (2014). La traducción es nuestra.
Dos de los rasgos más llamativos de los resultados para los músicos de orquesta
son el número de elementos respaldados como contribuyentes a su AEM y el reparto
equilibrado de los elementos que ocuparon el primer lugar, es decir, el factor percibido
como principal causa de su AEM. Estos resultados llevaron a Kenny (2011) a alertar
sobre la necesidad de obtener una evaluación cuidadosa del perfil de ansiedad de cada
músico, con el fin de aplicar el tratamiento específico para cada una de las
preocupaciones. Aunque tanto estudiantes como músicos profesionales seleccionaron
“la presión de uno mismo” como la causa clasificada en primer lugar y de mayor
frecuencia, el patrón de las primeras causas percibidas de AEM difiere en los siguientes
rankings. Por ejemplo, los músicos profesionales identificaron la “activación física
excesiva antes de, o durante la ejecución” como la segunda causa de ansiedad más
altamente clasificada, mientras que los estudiantes de música optaron por una
330
V. Música y psicología
********************
Los investigadores también han examinado los efectos del momento de actuación
en los niveles de AEM de estudiantes de enseñanzas superiores y profesionales. Los
estudios de Salmon (1990; Salmon, Schrodt y Wright, 1989) mostraron que los
momentos previos a una actuación pueden ser más estresantes que la actuación real. El
nivel de AEM de un intérprete puede aumentar mientras espera a que comience su
actuación, o en previsión de que se puedan producir problemas durante la misma
(Salmon, 1990). En este sentido, un estudio sobre el efecto del entrenamiento de la
relajación en la respiración para reducir la AEM realizado por Su et al. (2010) demostró
que el pico de ansiedad se producía media hora antes de la actuación. También puede
minar la confianza de los músicos (Nagel, 1990). Emmons y Thomas (2008) explicaron
que el “estrés pre-actuación” puede aparecer en cualquier momento, desde semanas
antes de la actuación hasta segundos antes de caminar hacia el escenario, y que también
puede aparecer al comienzo de la actuación.
331
Marco teórico
333
Marco teórico
Figura 5.6. El cambio en el potencial del cerebro de un trompista, inmediatamente antes de un solo
orquestal. Este gráfico refleja la preparación cognitiva para lograr la tarea prevista. Extraído de Wilson
(1994: 192)176. La traducción es nuestra.
176
HAIDER, Manfred; GROLL-KNAPP, Elisabeth (1981). “Psychophysiological investigations into the
stress experienced by musicians in a symphony orchestra”. En: PIPEREK, M. (Ed.) Stress and music:
Medical, psychological, sociological, and legal strain factors in a symphony orchestra musician's
profession. Viena: Wilhelm Braumüller, pp. 15-34. Citado en (Wilson, 1994: 192)
334
V. Música y psicología
335
Marco teórico
336
V. Música y psicología
337
Marco teórico
de alta y baja ansiedad en los parámetros fisiológicos antes de los dos estados de
actuación, un hallazgo que concuerda con investigaciones previas (Craske y Craig,
1984). La interpretación de estos resultados indica que las situaciones de actuación
estresantes dan como resultado la activación general (preparando a la persona para
afrontar un reto) y que dicha activación no está necesariamente relacionada con la
ansiedad. Mientras los músicos con mayores puntuaciones en el STAI mostraron un
mayor aumento en las respuestas fisiológicas auto-percibidas desde la actuación sin
público a la actuación con público, no hubo diferencias en la activación fisiológica real
en comparación con músicos que puntuaron más bajo en STAI. Los estudiantes con
ansiedad alta también mostraron una mayor tendencia a hiperventilar en la actuación
con público que los estudiantes con ansiedad baja, los músicos con menor ansiedad
tendían a hipoventilar en la actuación, mientras que los músicos con ansiedad moderada
mostraron ambas reacciones en la actuación. La medida de hiperventilación no se asoció
con ninguna de las otras variables fisiológicas evaluadas, proporcionando de nuevo
pruebas sobre el grado de disparidad entre las distintas medidas de AEM.
338
V. Música y psicología
Adultos
Niños y adolescentes
339
Marco teórico
340
V. Música y psicología
341
Marco teórico
todo porque sus resultados son avalados por la investigación posterior de Wesner,
Noyes y Davis (1990).
342
V. Música y psicología
343
Marco teórico
344
V. Música y psicología
345
Marco teórico
346
V. Música y psicología
347
Marco teórico
Por último, destacar que la gravedad de la AEM se hace evidente cuando su tasa
de prevalencia se compara con las tasas de los trastornos de ansiedad en una población
más amplia. En su estudio sobre la población de EE.UU., Kessler et al. (2005)
observaron una prevalencia del 12,1% de TAS/FS y una prevalencia combinada del
28,8% de todos los diagnósticos de trastorno de la ansiedad. A pesar de la considerable
variación entre los estudios en el porcentaje de músicos que informan de ansiedad
clínica y déficits interpretativos asociados, todas las estadísticas de músicos
profesionales exceden las tasas de TAS/FS en la población general y también se acercan
o superan las estimaciones combinadas de los trastornos de ansiedad.
Independientemente de si la alta prevalencia de la AEM es un artefacto de la esfera
musical, del tipo de personas que se dedican a actividades musicales, o de una
interacción entre ambas, la AEM afecta a un porcentaje importante de músicos y, por
tanto, no se trata de una cuestión menor. (Ruggiero, 2012)
Niños
Hasta hace poco, se ha prestado poca atención a la AEM en los niños, aunque
varios estudios han reconocido que los niños experimentan ansiedad en otros contextos
de actuación evaluativa como el deporte o la realización de exámenes. De hecho, la
presencia de AEM en los niños fue identificada por primera vez casualmente por Simon
y Martens (1979), cuando en un estudio en el que participaron 749 niños de entre 9 y 14
348
V. Música y psicología
Una serie de estudios realizados por Ryan (1998; 2000; 2004; 2005) y Ryan y
Boucher (2011) exploraron la presencia de AEM en los niños. Encontraron que muchos
niños, incluyendo los de edades comprendidas entre 3 y 4 años, presentaban respuestas
fisiológicas de AEM similares a las de músicos adultos, y que la AEM se correlacionó
negativamente con la autoestima y la calidad de la actuación. En un estudio de niños de
sexto grado de 12 años de edad actuando en una audición de piano, Ryan (1998)
encontró que la ansiedad estaba negativamente relacionada con la autoestima, que la
frecuencia cardíaca de los niños aumentaba de manera significativa en cada fase del
recital (sentados al lado el escenario, caminando hacia el escenario, actuando), y que
más de la mitad de los niños superaba el percentil 50 del estándar de ansiedad. En este
estudio se informó del miedo a cometer errores frente al público como la primera causa
de AEM.
349
Marco teórico
Adolescentes
Los estudios realizados con músicos adolescentes son más numerosos que los
dedicados a niños. En uno de ellos, Osborne y Kenny (2008) probaron dos hipótesis
relacionadas con el origen de la AEM en músicos jóvenes: primero, que los estudiantes
de música que habían tenido alguna experiencia negativa en la interpretación musical
sufrían niveles más altos de AEM que los que no habían tenido experiencias negativas
anteriores en sus actuaciones; y, segundo, que las respuestas cognitivas son capaces de
explicar a nivel etiológico un mayor porcentaje de varianza en adolescentes, que el resto
de respuestas (fisiológicas, conductuales y emocionales 181 ). Para obtener estas
conclusiones, pidieron a 298 estudiantes de música de secundaria en la especialidad de
artes escénicas, con una edad comprendida entre 11 y 19 años, que proporcionaran
181
Componente “afectivo” al que ya hicimos referencia anteriormente. Se trata de una combinación de los
componentes fisiológico y cognitivo
350
V. Música y psicología
En una encuesta anterior realizada por Shoup (1995) entre 425 estudiantes de
música de secundaria y nivel básico (equivalente a ESO), encontraron que la proporción
de estudiantes con respuestas de AEM era aproximadamente la misma que en músicos
profesionales, ya que más del 18% admitieron que esas respuestas eran suficientemente
severas como para tener un impacto negativo en su actuación. En esta línea, un estudio
realizado por Britsch (2005) entre 97 músicos pertenecientes a orquestas juveniles,
351
Marco teórico
352
V. Música y psicología
Por último, el hecho de que la AEM pueda manifestarse tanto en la infancia como
en la adolescencia, al igual que otros trastornos de ansiedad, hizo plantearse a Osborne y
Kenny (2005) la necesidad de desarrollar una medida de AEM fiable para este grupo de
edad. Esa medida es el cuestionario Music Performance Anxiety Inventory for
Adolescents (MPAI-A), al que nos referimos anteriormente, que fue validado por
Osborne, Kenny y Holsomback (2005) y que nosotros utilizamos en nuestro estudio
empírico.
Adultos
Estudios más recientes revelan datos similares. Es el caso del estudio conducido
por Studer et al. (2011a), en el que participaron 190 estudiantes de enseñanzas
superiores de música, que informó de un 33% de estudiantes que consideraban el miedo
escénico como un problema, de los cuales el 22% declararon haber suspendido algún
353
Marco teórico
examen por ese motivo. Más recientemente, un estudio realizado por Papageorgi,
Creech y Welch (2013) encontró que el 39,3% de los 244 estudiantes de enseñanzas
superiores de música reconocieron que su actuación como solistas se veía perjudicada a
causa de la AEM. Aunque este porcentaje se redujo al 22,7% al tratarse de una
actuación en grupo.
182
Véase a continuación
355
Marco teórico
La encuesta poblacional más reciente con músicos de orquesta fue dirigida por
Kenny, Driscoll y Ackermann (2014), y contó con la participación de ocho orquestas
australianas de primer nivel. La muestra fue de 377 músicos, un número que representa
la mitad de la muestra total posible, con una edad entre 18 y 68 años. Los músicos
completaron 5 cuestionarios diseñados para medir la ansiedad 183 , entre los que se
encontraban el State Trait Anxiety Inventory (STAI) y el Kenny Music Performance
Anxiety Inventory - revised (K-MPAI – Kenny, 2009). En este grupo de músicos de
orquesta profesionales altamente cualificados, las principales causas de AEM detectadas
183
Estos cuestionarios son descritos en Kenny, Driscoll y Ackermann (2014: 213)
356
V. Música y psicología
fueron: la presión ejercida sobre uno mismo (88,6%), la excesiva activación física antes
o durante la actuación (78,3%) y una preparación inadecuada para la actuación (63%).
184
McCOY, Lorraine H. Musical performance anxiety among college students: An integrative approach.
Tesis Doctoral. Northern Illinois University, Illinois, 1998. Citado en (Kenny, 2011: 87)
357
Marco teórico
5.3.5.4.2. Género
358
V. Música y psicología
359
Marco teórico
niñas. En el caso de las niñas, se encontró una relación directa entre el grado de
ansiedad experimentado y la calidad de la actuación; en el caso de los niños, aquellos
con una alta frecuencia cardíaca inmediatamente antes de la actuación mostraron pocas
conductas ansiosas, pero tuvieron malas actuaciones. Los niños con una menor
frecuencia cardíaca antes de actuar, por otra parte, mostraron conductas más ansiosas,
pero tuvieron una mejor actuación. Estos hallazgos contradicen los obtenidos en el
estudio de LeBlanc et al. (1997), en el cual las mujeres realizaron mejores actuaciones
pero informaron de niveles de ansiedad significativamente más altos que en el caso de
los hombres. Sin embargo, las edades del grupo varían entre un estudio y el otro, por lo
que podría llegarse a la conclusión de que los chicos de 12 años presentan
comportamientos más ansiosos que sus iguales del género opuesto, antes y durante una
actuación. Las chicas de enseñanzas profesionales, por el contrario, tienen niveles de
AEM más altos que sus pares varones.
Miller y Chesky (2004) mostraron que las mujeres se ven afectadas más
negativamente por las respuestas cognitivas y somáticas de la AEM que los hombres, a
pesar de que ambos géneros informan de niveles similares de intensidad cognitiva y
somática. Rae y McCambridge (2004) también encontraron que las mujeres informaron
de mayores niveles de AEM, pero señalaron que podría ser debido al hecho de que “las
mujeres son más propensas que los hombres a expresar abiertamente que se sienten
ansiosas” (2004: 437), lo que es también apoyado por Abel y Larkin (1990). Esto
concuerda con los hallazgos de Brody y Hall (2008: 397): “La investigación ha
encontrado pruebas consistentes de que las mujeres se consideran más expresivas y
propensas a mostrar ansiedad, mientras que los hombres se consideran más propensos a
mostrar enfado”. Kubzansky y Stewart (1999) estudiaron la relación entre la ansiedad,
el género y la actuación. Y encontraron que los niveles de la percepción subjetiva de la
ansiedad son similares entre hombres y mujeres, pero los evaluadores tienden a percibir
a las mujeres como más ansiosas que los hombres. El caso de los niños es similar, la
cultura occidental aprueba la expresión de vulnerabilidad psicológica de las niñas más
que en los niños y, por lo tanto, es posible que los niños aprendan a reprimir la
expresión manifiesta de ansiedad a una edad temprana (Stewart, Taylor y Baker, 1997).
360
V. Música y psicología
relación entre el género y la AEM es compleja y que los niveles de percepción subjetiva
de la ansiedad a veces son similares entre hombres y mujeres.
*************************
361
Marco teórico
las personas interpretan o evalúan sus situaciones. Sugieren dos formas de valoración:
valoración primaria y secundaria. La valoración primaria está relacionada con la
evaluación de una situación, sus problemas y costos/beneficios potenciales, es decir, lo
que está en juego y el grado de importancia para el individuo (factores situacionales).
La valoración secundaria se refiere a la evaluación de los propios recursos personales u
opciones de afrontamiento (nivel de dominio de la tarea). Lazarus y Folkman (1984:
316) explican que “una característica fundamental de valoración secundaria es hasta qué
punto la persona siente que algo puede o no hacerse para alterar la turbulenta relación
persona-entorno”. En base a estas afirmaciones, la interacción entre la amenaza, los
recursos y las demandas puede influir en los niveles de estrés. En el ámbito musical, un
contexto altamente amenazante podría ser una audición para una orquesta de renombre,
los recursos bajos podrían ser la incapacidad para manejar el estrés de manera efectiva,
y una alta demanda podría ser una pieza muy difícil de interpretar. La interacción de
estos aspectos puede crear altos niveles de estrés. Por otra parte, la interpretación de un
repertorio bien conocido (baja demanda) para un público de amigos y familiares (baja
amenaza) entre los cuales uno se siente con mucha confianza (óptimos recursos) puede
tener como consecuencia niveles mucho más bajos de estrés (si los hubiera).
362
V. Música y psicología
363
Marco teórico
364
V. Música y psicología
estudios realizados, y por ser el modelo en el que se basan los cuestionarios para evaluar
la AEM, que hemos empleado en nuestro estudio (MPAI-A y K-MPAI).
Kenny (2011) revisa algunos casos particulares de músicos con AEM, que
describe como ejemplos vívidos de aprendizaje emocional185. Estos casos le permiten
destacar características fundamentales de la AEM como el sentido de falta de control y
de imprevisibilidad en una situación específica (v. gr. audiciones para entrar a una
orquesta), y la posterior muestra de sentimientos negativos, ansiedad, indefensión y
depresión. También destaca la naturaleza cambiante del entorno de actuación y el
aumento (percibido) de las demandas de la audiencia (“antes estaban sólo mis padres y
ahora están mis compañeros”) en la respuesta de ansiedad de los músicos. Así como el
miedo a la evaluación negativa y a las expectativas excesivamente altas
(perfeccionistas) de su actuación (“me enfado mucho cuando cometo algún error”).
También incluye los sentimientos negativos generalizados (“acabo moviéndome
continuamente y sintiéndome nervioso”), alejamiento atencional de la tarea (“me
concentro mucho para relajarme y luego me sale todo al revés”), y de ansiedad
situacional específica (“la ansiedad se produce al tocar en una orquesta pero no en los
pequeños conciertos, porque nadie te conoce y la gente no está realmente escuchando”).
185
Proceso mediante el cual un estímulo (en este caso, la actuación musical) adquiere propiedades
emocionales
365
Marco teórico
Figura 5.7. Modelo del desarrollo, mantenimiento y salida de la AEM. Extraído de Kenny (2011). La
traducción es nuestra.
366
V. Música y psicología
En este modelo, las dos alarmas (falsa y real) son las emociones negativas
similares al pánico y otras formas de respuesta que han sido condicionadas en base a la
experiencia directa, el estrés, o el condicionamiento en personas con vulnerabilidades
biológicas y psicológicas generalizadas. Como señala Kenny (2011: 162), el modelo da
cuenta además de la aparición de la AEM severa en músicos que nunca han
experimentado un colapso en la actuación. Parece que para las personas con una
predisposición a experimentar mayor activación fisiológica y psicológica, el resultado
real de actuación es de importancia secundaria. Estas primeras experiencias de alarmas,
sean reales o falsas, establecen la tendencia a la aprensión ansiosa en situaciones de
actuación. A partir de este momento, diferentes resultados de actuación son posibles.
Repetidas actuaciones con éxito pueden en última instancia reducir la carga de
aprensión ansiosa experimentada antes de las actuaciones para que la AEM no persista,
al menos no en niveles severos. Sin embargo, si la actuación se deteriora o se percibe
como deteriorada, las emociones negativas y la autoevaluación (cognitiva) subsiguientes
pueden agravar la ansiedad y desencadenar nuevas alarmas que, a su vez, aumentan el
riesgo de afectar a la actuación. Este círculo vicioso conlleva a que el marco de
actuación en sí desencadene alarmas condicionadas, incluso antes de que la actuación
haya tenido lugar. Muchas situaciones de actuación, como las audiciones para formar
parte de una orquesta, son realmente intimidantes, imprevisibles e incontrolables y
pueden acabar con muy pocas posibilidades de éxito a pesar de una adecuada
preparación y el dominio de la tarea. En estas circunstancias, a la actuación le siguen las
consecuencias negativas reales, como el no ser seleccionado tras la audición. Si se repite
esta secuencia, las consecuencias negativas aumentarán la aprensión anticipada antes de
las posteriores actuaciones. En la AEM, y como recuerda Kenny (2011: 164), las
367
Marco teórico
alarmas reales y falsas pueden resultar mutuamente recurrentes, de manera que las
sucesivas deficiencias en la actuación o la exposición sucesiva a experiencias escénicas
realmente amenazantes, pueden llegar a aumentar las alarmas reales posteriores que, a
su vez, aumentan la probabilidad de alteraciones en la actuación posterior debido a los
efectos de interferencia que las alarmas ejercen sobre ella.
368
V. Música y psicología
369
Marco teórico
una actuación musical sólo ofrece una oportunidad para que los estudiantes demuestren
lo que pueden hacer 186 . Una interpretación efectiva no sólo debe ser correcta, sino
también creativa, emocional y comunicativa (Davidson, Pitts y Salgado Correia, 2001:
54). Este elemento expresivo a menudo se convierte en algo particularmente difícil de
transmitir cuando uno está experimentando altos niveles de AEM.
370
V. Música y psicología
cuando el actor apareció en el escenario y disminuyó casi tan rápidamente tras su salida.
Se alcanzó el punto más alto de frecuencia cardíaca durante la interpretación de un largo
monólogo en la primera actuación real, elevándose a 180 pulsaciones/minuto, que es
más del doble de la frecuencia normal. Este alto nivel de estrés se confirmó en las auto-
evaluaciones y evaluaciones de expertos (Figura 5.8).
Figura 5.8. Calidad de la actuación y nivel de estrés puntuados por los expertos y por los propios actores,
a partir de dos ensayos y tres representaciones de la misma obra. Extraído de Wilson (1994). La
traducción es nuestra.
Ambos coincidieron en que los signos de nerviosismo eran mucho mayores en las
actuaciones que en los ensayos. Sin embargo, la calidad de la interpretación también fue
371
Marco teórico
mejor juzgada, tanto por los propios actores como por los jueces externos, con la
presencia de una audiencia. De hecho, el estrés y la calidad parecían estar positivamente
relacionados; ambos alcanzaban los niveles más altos en la primera actuación real, y el
más bajo en el segundo ensayo (que tuvo lugar entre las actuaciones, a modo de
refresco). Los auto-informes apoyaron la creencia popular en el mundo del teatro de la
“caída de la segunda noche” (un anti-clímax tras la emoción de la noche de estreno). Sin
embargo, los expertos calificaron la calidad de la tercera actuación, que se produjo un
mes después, como casi tan baja como el segundo ensayo.
Sin embargo, para otros intérpretes, la AEM puede ser desadaptativa (Sinden,
1999). Los intérpretes que experimentan respuestas físiológicas intensas, como un
aumento significativo de la frecuencia cardíaca, náuseas o sequedad en la boca; o
respuestas cognitivas, como los pensamientos catastrofistas o las expectativas de
fracaso, puede tener gran dificultad para concentrarse en la música que están a punto de
interpretar. No sólo las respuestas en sí restan valor a la ejecución, sino que el sentido
de pérdida de control aumenta el nivel de ansiedad. El círculo vicioso de ansiedad,
respuestas, pérdida de control, y más ansiedad pueden convertir el acto de interpretar en
algo extremadamente difícil e incluso traumático.
Este apartado nace de la necesidad de evaluar el impacto que tiene la AEM sobre
las habilidades interpretativas, al condicionar significativamente la expresividad musical
de un intérprete altamente cualificado. Como hemos visto, es importante destacar que la
AEM no siempre resulta perjudicial para la interpretación, sino que puede llegar a ser
beneficiosa en determinados niveles. A continuación, vamos a discutir cuándo se
produce la activación óptima que favorece el máximo rendimiento interpretativo, y
algunas de las teorías que tratan de explicar los efectos de la AEM en la interpretación
musical.
372
V. Música y psicología
ausencia de tensión muscular, etc., que son elementos clave en el desarrollo de una
buena técnica instrumental; al igual que el equilibrio entre la presión de aire y la presión
muscular de las cuerdas vocales, en el caso de la técnica vocal. En cuanto a las
condiciones psicológicas, algunos investigadores han coincidido en señalar que las
habilidades óptimas para lograr el máximo rendimiento en una actuación pasan por: (1)
establecer metas de forma realista, (2) imaginar o visualizar adecuadamente logrando
los objetivos, (3) mantener la concentración y el control de la atención, (4) el control
cognitivo (pensamientos positivos), y (5) estrategias para gestionar adecuadamente la
activación que provoca la ansiedad (Csikszentmihalyi, 1990; Eysenck y Calvo, 1992).
187
v. apartados 4.5.1.3.2. y 5.3.3.3.
188
También denominada por algunos autores como activación emocional (Seaward, 2004; Hanoch y
Vitouch, 2004)
373
Marco teórico
189
v. 4.5.3.2.
190
Estos tres grupos de factores causales de AEM fueron descritos detenidamente en el apartado 5.3.3.
374
V. Música y psicología
Aunque esta adaptación de Wilson (1994) puede ser bastante útil para explicar
dónde se ubicaría el plano de máximo rendimiento, en base a la interrelación de esos
tres factores, es importante señalar que la ley de Yerkes-Dodson, en la cual se inspira,
no responde a preguntas en relación a la forma de la curva de activación, la naturaleza
de la activación, y el hecho de que la activación óptima siempre se produzca en el punto
375
Marco teórico
376
V. Música y psicología
El principal objetivo de esta revisión, así como uno de los principales intereses de
esta tesis, es conocer con mayor detalle cómo afecta la AEM a la actuación y, por
extensión, a la capacidad expresiva del intérprete. En este sentido, queremos destacar
las teorías de ansiedad más relevantes en su aplicación al contexto escénico, manejando
los conceptos ya mencionados de activación y rendimiento, y sin descuidar los procesos
de ansiedad y estrés en los que se insertan. Nuestra selección incluye tres modelos
teóricos: Modelo de los tres sistemas de miedo (Lang, 1971), basado en el patrón de
respuestas asociadas a la AE; Teoría multidimensional de la ansiedad (Martens et al.,
1990), basado en la ocurrencia temporal de la AE; y el Modelo de la catástrofe (Hardy y
Parfitt, 1991), que destaca la importancia del componente cognitivo (rumiaciones,
pensamientos negativos, imágenes de fracaso, etc.) en el deterioro del rendimiento
escénico, de forma mucho más drástica en comparación a la hipótesis de la U invertida.
Lang (1971) propuso el modelo del triple sistema de respuesta al miedo en el que
tres sistemas interactivos, aunque parcialmente independientes (conductual, fisiológico
y verbal191), describen los componentes de las reacciones al miedo (Craske y Craig,
1984). La independencia parcial de cada uno de los tres sistemas se explica por el hecho
de que ninguno de los métodos define por sí sólo el estado de ansiedad, y cada sistema
no es igualmente sensible a los factores de estrés o estresores.
191
El término verbal puede ser usado de forma intercambiable con el término cognitivo (Salmon y Meyer,
1998; Salmon, 1990)
377
Marco teórico
En realidad este modelo describe los patrones de respuesta de los músicos frente a
la AEM, y puede ser interpretado de dos maneras: (a) la concordancia/discordancia, y
(b) la sincronía/diacronía. Como resumió Kenny (2011: 145), “la concordancia se
refiere al nivel de equivalencia de respuesta entre los tres sistemas en un momento dado;
la sincronía se refiere a la proporción del cambio de los tres factores. La diacronía
podría tomar la forma de independencia o de relaciones inversas entre los sistemas”.
Este modelo sirve de referencia para todos los modelos científicos actuales,
conservando su vigencia a pesar de haber transcurrido más de cuatro décadas desde su
formulación inicial.
Esta teoría fue propuesta por Martens et al. (1990), quienes identificaron dos
componentes distintos y parcialmente independientes de la ansiedad en el deporte de
competición: la ansiedad cognitiva, relacionada con las preocupaciones sobre las
consecuencias del fracaso; y la ansiedad somática, que se define como una percepción
negativa sobre la visión de la activación fisiológica antes de la actuación. Tal y como
378
V. Música y psicología
explica Kenny (2011: 146): “la ansiedad somática es una respuesta condicionada de
miedo asociada al lugar de actuación, y la ansiedad cognitiva se asocia con la
probabilidad percibida de éxito (o fracaso)”.
Figura 5.11. Teoría multidimensional de la ansiedad. Esta representación del paradigma “tiempo hasta el
evento” muestra que la ansiedad cognitiva y la ansiedad somática van seguidas de diferentes rutas antes
del evento, pero no después. Extraído de Kenny (2011: 146). La traducción es nuestra.
192
La dirección de la ansiedad está relacionada con la percepción que tiene el músico de ella. Así pues,
los músicos pueden valorar las actuaciones como amenazantes o estimulantes. Dependiendo de su
valoración se producirán variaciones en los niveles de AEM auto-percibida
379
Marco teórico
confianza, a través de una serie de actuaciones musicales tales como clases normales y
actuaciones ante un jurado, en intervalos semanales y con diversos grados de estrés. El
estudio proporcionó cierto respaldo a la teoría, es decir, dos componentes distintos de la
AEM (somática y cognitiva) que variaron según las demandas de la actuación y los
niveles de auto-confianza. Los cambios en la intensidad cognitiva o somática también se
asociaron con la dirección de la AEM, es decir, si era percibida como beneficiosa o
perjudicial para la actuación. Otra validación empírica de esta teoría la encontramos en
un estudio realizado con bailarines. (Walker y Nordin-Bates, 2010)
380
V. Música y psicología
Figura 5.12. El modelo de la catástrofe. Este modelo ilustra la relación entre la ansiedad cognitiva, la
activación fisiológica y el rendimiento. Extraído de Hardy y Parfitt (1991). La traducción es nuestra.
381
Marco teórico
193
v. Figura 5
382
V. Música y psicología
Según otra teoría, la teoría del esquema del control motor (Schmidt, 2003), el
cambio en el enfoque de atención puede estar provocado por alteraciones en la
ejecución habitual de la tarea motora, por ejemplo, cuando los pianistas tocan en pianos
desconocidos que tienen una maquinaria y calidad de sonido diferentes al instrumento al
383
Marco teórico
que están acostumbrados o cuando las condiciones acústicas de la sala difieren de las
habituales (gran reverberancia o extrema sequedad acústica). Como señala Kenny
(2011: 151), “estas diferencias centran la atención del intérprete sobre la información
sensorial a medida que tratan de adaptarse a esa situación inusual, como el aumento de
la presión de los dedos necesaria para un piano con teclas más duras”. La teoría del
esquema sugiere que en la memoria hay representaciones corporales de las acciones
orientadas a sus objetivos y sus consecuencias, en base a experiencias pasadas. A estas
representaciones se las llama esquemas, y contienen información sobre las relaciones
entre las condiciones situacionales, las órdenes motoras generadas, sus consecuencias
sensoriales, y el resultado del proceso de movimiento en tareas motoras complejas.
Estos esquemas son recuperados, reconocidos y adaptados según las necesidades.
Cuando hay una falta de coincidencia entre el resultado esperado de una acción y el real,
el esquema debe ser actualizado con la nueva información sensorial y de movimiento.
(Turner y Kenny, 2010)
La pregunta que plantea Kenny (2011: 152) en base a esta teoría del esquema, es
si es esperable que los intérpretes expertos sean más vulnerables a los cambios
inesperados en condiciones de actuación que los intérpretes con menos experiencia, al
disponer de procesos motores más desarrollados que dejarían de ser adaptativos. La
misma autora descarta esa posibilidad, al afirmar que “los artistas expertos son más
capaces de adaptarse, ya que su experiencia escénica les ha llevado a desarrollar
variantes en sus esquemas motores, que pueden utilizar una vez relacionan las
condiciones escénicas actuales con la experiencia previa”. En un estudio con cantantes
de música contemporánea, los cambios en las expectativas habituales en el escenario
dieron lugar a peores actuaciones (Turner y Kenny, 2010). Como explica la autora, los
cantantes de este género se mueven libremente por el escenario, a diferencia de los
cantantes de formación clásica que mantienen una postura relativamente estática.
Cuando se les pidió a los cantantes de música contemporánea que cantaran mientras
estaban parados, ninguno fue capaz de mantener los niveles de presión sonora obtenidos
en sus actuaciones normales, que incluían movimientos espontáneos.
En resumen, son muchos los factores que pueden influir en una actividad de
extrema precisión como es la actuación musical. El intérprete convive en todo momento
con la incertidumbre que genera un evento de estas características, en el que no existen
segundas oportunidades y en el que se convierte en centro de todas las miradas. En este
sentido la aparición de la AEM tiene una influencia decisiva en el devenir de su
rendimiento interpretativo, porque como hemos visto, cierto nivel de activación puede
conducir a un rendimiento por encima del habitual. Sin embargo, cuando ese nivel de
activación supera el umbral de lo asumible por el intérprete, puede mermar gravemente
sus habilidades interpretativas afectando a su capacidad expresiva y, por tanto, a su
labor de comunicación con el público.
385
Segunda Parte
MARCO EMPÍRICO
VI. Estudio de campo
6.1. Justificación
194
Recordamos que, mientras no se especifique lo contrario, cada vez que hagamos referencia al
constructo AEM será en su condición desadaptativa.
389
Marco empírico
Los objetivos que guiaron esta investigación son los que mostramos a
continuación.
6.2.1. Objetivos
390
VI. Estudio de campo
6.2.2. Hipótesis
391
Marco empírico
6.3. Método
6.3.1. Sujetos
6.3.1.1. Reclutamiento
El reclutamiento de los sujetos se llevó a cabo en dos fases (v. Tabla 6.1 para un
resumen sinóptico de las fases):
El siguiente paso fue concertar una reunión con cada uno de los directores de los
conservatorios, con el fin de presentar el proyecto y solicitar su colaboración para poder
desarrollarlo en sus centros. La recepción por parte de la directiva fue positiva. En el
primer trimestre del curso académico 2012-2013, se realizaron las diligencias necesarias
para llevar el proyecto a los Claustros de Profesores de cada uno de los centros
participantes. En los meses de septiembre y octubre se presentó el proyecto en Claustro
392
VI. Estudio de campo
393
Marco empírico
La muestra está constituida por 570 músicos de ambos sexos, con edades
comprendidas entre 10 y 54 años, y vinculados académicamente a los conservatorios
gestionados por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia durante los cursos
académicos 2012-2013 y 2013-2014. Las mujeres representan el 54% de la muestra,
mientras que los hombres el 46%. La edad media fue de 19,12 (DT: 9,737). La Tabla
6.2. presenta otros datos descriptivos de la muestra.
394
VI. Estudio de campo
(*) Aunque las especialidades de Canto y Dirección no son instrumentales, han sido agrupadas dentro de
la variable Familia Instrumental con fines prácticos
media de 7,91 horas a la semana (DT: 6,46, rango 0 a 45 h.). Asimismo, se expusieron a
su primera actuación con una edad media de 9,08 años (DT: 4,285).
6.3.2. Diseño
6.3.3. Procedimiento
6.3.3.1. Evaluación
396
VI. Estudio de campo
estado/rasgo para adultos y Escala para la evaluación del estilo parental (todos ellos
descritos en el apartado 6.3.3.1.1.). Las primeras tres pruebas se administraron el primer
día de evaluación, mientras que las restantes fueron administradas en el segundo.
De forma adicional, quince días después de la última sesión se realizó una tercera
sesión más breve (10-15 minutos), con el objetivo de administrar las pruebas específicas
de AEM. Esta tercera sesión se realizó con la intención de una posible validación de las
escalas en el futuro; además, la repetición de la prueba nos permitirá validar la
fiabilidad de la prueba test-retest.
397
Marco empírico
398
VI. Estudio de campo
Los resultados obtenidos por Kenny (2009) al aplicar el K-MPAI muestran fuertes
asociaciones entre las experiencias de falta de control y el desarrollo de la
vulnerabilidad psicológica a la ansiedad y la depresión (Barlow, 2000; Chorpita y
Barlow, 1998).
Para finalizar, añadir que dos estudios posteriores confirmaron las espléndidas
propiedades psicométricas de la escala, demostrando una excelente consistencia interna
(Cronbach α=0.89; Barbeau, 2012) y (Cronbach α=0.957; Rocha, 2012).
198
Uno de estos métodos que se utilizan para estudiar la validez de un cuestionario es la fiabilidad interna
o consistencia, que se evalúa utilizando el alfa de Cronbach. Cuanto más se acerca este valor a 1, mayor
es la consistencia interna
199
El análisis factorial es un procedimiento estadístico usado para descubrir las dimensiones subyacentes
de un grupo de variables o ítems. Reduce un conjunto de datos extraídos a partir de un gran número de
variables, a un número menor de factores. El método de análisis factorial Principal Axis Factoring es uno
de ellos. Por su parte, los procedimientos de rotación intentan separar e identificar claramente los factores
subyacentes en un conjunto de ítems.
399
Marco empírico
La escala que utilizamos es la última versión del MPAI-A, que consta de 15 ítems
con un rango de respuesta tipo Likert que va de 0 puntos (“Nunca”) a 6 puntos
(“Siempre”). Cuanto más alta es la puntuación obtenida, mayor es el nivel de ansiedad y
estrés negativo.
200
Empleada en nuestra investigación
201
Capacidad de un ítem o factor para predecir otro ítem o factor de la prueba
400
VI. Estudio de campo
202
BEIDEL, Deborah C.; TURNER, Samuel M.; MORRIS, Tracy L. Social Phobia and Anxiety
Inventory for Children: SPAI-C. North Tonawanda, (NY): Multi-Health Systems Inc., 1998. Citado en
(Kenny, 2011)
401
Marco empírico
402
VI. Estudio de campo
Escala para la evaluación del estilo parental (Oliva Delgado et al., 2007)
Esta escala sirve para evaluar la percepción que tienen los sujetos sobre diversas
dimensiones del estilo educativo de sus padres y madres (v. Anexo 12). La escala puede
aplicarse de forma que el sujeto evalúe de forma independiente el estilo materno y el
paterno. Sin embargo, en este caso se refiere a la percepción del estilo educativo de
ambos progenitores.
Está compuesta por 41 ítems, tipo Likert, que deben ser puntuados en una escala
comprendida entre 1 (Totalmente en desacuerdo) y 6 (Totalmente de acuerdo), y que,
como establecen Oliva Delgado et al. (2007), se agrupan en las siguientes sub-escalas:
403
Marco empírico
404
VI. Estudio de campo
El análisis de los datos se llevó a cabo con el software estadístico del programa
SPSS para Windows versión 19.0 (Statistical Package for the Social Sciences, SPSS,
Inc. Chicago, Illinois, USA). Las relaciones entre las variables cualitativas se analizaron
mediante la Chi cuadrado de Pearson y la significación se consideró a nivel de p<0,05.
En el apartado de resultados se muestran las tablas y los gráficos que se han efectuado
con la finalidad de conocer si existen o no diferencias significativas entre las variables
más relevantes de nuestra tesis.
6.4. Resultados
Para verificar la hipótesis principal se analizaron los datos obtenidos en las escalas
específicas de AEM, en este caso, el MPAI-A para los menores de edad y el K-MPAI
para los mayores de edad. Previamente al análisis establecimos estadísticamente los
puntos de corte para determinar los niveles de ansiedad:
- Ansiedad baja: Hace referencia a los sujetos que obtienen una puntuación por
debajo de la media de la muestra (<).
405
Marco empírico
- Ansiedad muy alta: Sujetos con una puntuación igual o superior al punto de
corte que se obtiene sumando la media y una desviación típica (≥+σ).
GRUPO 1 (9 a 13 años)
En la Figura 6.1., se pueden observar los niveles de ansiedad de los músicos más
jóvenes. En este grupo se encontró que el 16,3% de los sujetos presentan niveles de
Ansiedad muy alta, frente al 21,7% con Ansiedad alta. Por lo que podemos establecer
que el porcentaje de participantes en situación de riesgo de padecer AEM es elevado.
Ya que si unimos los porcentajes obtenidos de Ansiedad muy alta y Ansiedad alta,
encontramos que el 38% de los músicos entre 9 y 13 años se ven afectados
negativamente por la AEM. Por el contrario, el 41,6% de la muestra presenta Ansiedad
baja.
406
VI. Estudio de campo
Porcentajes AEM
16,3%
41,6%
21,7%
20,5%
Además, los resultados muestran que casi el 20% de los adolescentes músicos
presentan un nivel de Ansiedad alta. Por lo tanto, son un grupo con un alto riesgo de
desarrollar un trastorno en el transcurso de su formación musical. La situación es
preocupante, debido a que el 38,1% de los músicos adolescentes no han sido capaces de
desarrollar estrategias y/o herramientas eficaces para dominar la AEM.
407
Marco empírico
Porcentajes AEM
18,8%
45,9%
19,3%
16,1%
A esta situación debemos añadir que el 16,1% del grupo de adultos presenta
niveles de Ansiedad alta. Esta proporción de participantes representa a los músicos que
están en riesgo de padecer la AEM. Podríamos decir que son aquellos músicos que
actualmente tienen un problema con la AEM, pero su situación no es tan grave, aunque
vivan sus actuaciones con un nivel de malestar significativo.
408
VI. Estudio de campo
Porcentajes AEM
15,1%
16,1% 44,1%
24,7%
Por último, es importante destacar las similitudes encontradas en los tres grupos
de edad. Por un lado, se observó que la Ansiedad muy alta oscila entre el 15% y el 19%
aproximadamente. Aunque sobresale el grupo de adolescentes, al obtener un mayor
porcentaje en comparación con el grupo de adultos, que presenta el menor porcentaje de
toda la muestra. La diferencia entre ambos grupos sería del 3,7%. Por otro lado, lo más
relevante es la semejanza en las cifras que abarcan la Ansiedad alta y la Ansiedad muy
alta en el grupo 1 y el grupo 2. En ambos casos se sitúa en un 38% aproximadamente.
Sin embargo, el grupo 3 (adultos) presenta unas cifras inferiores, concretamente el
31,2%.
En este apartado se muestran las tablas y los gráficos que se han realizado con la
finalidad de conocer el grado de relación y el sentido de la misma entre las variables
objeto de estudio.
409
Marco empírico
Tras el análisis estadístico podemos verificar que existe una relación entre la edad
y el nivel de ansiedad (X23=8,041; p=0.045). En la Figura 6.4., se muestran las
diferencias en función de la edad. Se observa que las diferencias entre los grupos de
edad son prácticamente nulas en Ansiedad baja y media.
Edad
80
60
Porcentaje
Edad 9‐13
40 51,5 51,4 63,5 68,7
Edad 14‐17
20 48,5 48,6 36,5 31,3
0
Ansiedad Ansiedad Ansiedad Ansiedad
Baja Media Alta muy Alta
Nivel de AEM
GRUPO 1 (9 a 13 años)
411
Marco empírico
Tabla 6.5. Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para el
grupo 1
Género
100
80
Varón
Porcentaje
60
Mujer
40 96,3
42 64,7 72,2
0
Ansiedad Ansiedad Ansiedad Ansiedad
Baja Media Alta muy Alta
Nivel de Ansiedad AEM
412
VI. Estudio de campo
tendencia descendente. Sin embargo, en las chicas no se mantiene esta pauta (v. Tabla
6.6), ya que el 14,7% de las adolescentes presentan Ansiedad alta, y esta cifra se repite
en la Ansiedad muy alta.
Tabla 6.6. Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para el
grupo 2
Género
80
60
Varón
Porcentaje
40 Mujer
40 45,7 76,2 78
20
60 54,3 23,8 22
0
Ansiedad Ansiedad Ansiedad Ansiedad
Baja Media Alta muy Alta
Nivel de Ansiedad AEM
413
Marco empírico
Tabla 6.7. Porcentajes totales en función del “Género” y el Nivel de AEM para el
grupo 3
Por otro lado, los datos estadísticos de la Tabla 6.8. indican que no existen
diferencias significativas entre hombres y mujeres con respecto a los niveles de AEM.
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 3 Chi-cuadrado de Pearson 2,738(a) 3 ,434 186
414
VI. Estudio de campo
embargo, esta pauta no se mantiene en el grupo de adultos. Por último, vemos que
ambos sexos presentan cifras similares de AEM.
415
Marco empírico
Centro Educativo
Nivel Ansiedad
C. M. C.M. C.M. C. Superior Total
AEM Murcia Cartagena Lorca Murcia
Tabla 6.9. Porcentajes totales en función del “Centro Educativo” y el Nivel de AEM
Los datos extraídos del SPSS indican que no existen diferencias estadísticamente
significativas entre los centros participantes (v. Tabla 6.10).
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 4,977(a) 6 ,547 166
416
VI. Estudio de campo
En este apartado se exponen las cifras obtenidas por curso y nivel de AEM. En el
análisis descriptivo de la Tabla 6.11. se observan algunas peculiaridades en los rangos
más altos de intensidad de la AEM. Por ejemplo, tanto en el grupo de niños como en el
de adolescentes, el curso que reúne la mayor proporción de sujetos con AEM muy alta
es el 2º curso de enseñanzas profesionales. Por otro lado, el 6º curso de enseñanzas
profesionales es el que presenta el mayor porcentaje de músicos con AEM muy alta del
grupo de adultos, seguido por el 2º curso de enseñanzas profesionales, repitiéndose así,
la tendencia encontrada en el grupo de niños y de adolescentes.
Ansiedad baja 0,9 5,6 8,8 15,3 7,4 5,1 3,2 - - - - 46,3
Ansiedad media 0,5 1,4 4,6 4,2 3,7 1,9 0,0 - - - - 16,2
GRUPO 2
Ansiedad alta 0,9 2,8 3,7 2,8 4,2 3,2 1,4 - - - - 19,0
Ansiedad muy
1,4 3,2 4,6 2,8 2,8 3,7 0,0 - - - - 18,5
alta
Total 3,7 13,0 21,8 25,0 18,1 13,9 4,6 - - - - 100
Ansiedad baja - 6,1 5,2 1,7 2,6 0 4,3 7,8 1,7 3,5 3,5 36,5
Ansiedad media - 0,9 3,5 0,9 2,6 7,0 3,5 2,6 1,7 1,7 1,7 26,1
GRUPO 3
Ansiedad alta - 0,9 0,9 1,7 4,3 1,7 2,6 3,5 0,9 1,7 0,9 19,1
Ansiedad muy
- 2,6 3,5 0,9 0,9 2,6 4,3 0,9 0,9 0,9 0,9 18,3
alta
Total - 10,4 13,0 5,2 10,4 11,3 14,8 14,8 5,2 7,8 7,0 100
417
Marco empírico
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 11,539(a) 6 ,073 166
418
VI. Estudio de campo
media
Ansiedad
8,5 0,0 7,9 1,2 4,2 0,0 - - 21,8
alta
Ansiedad
3,0 1,8 6,1 0,6 4,8 0,0 - - 16,4
muy alta
Ansiedad
6,5 5,6 8,3 7,9 16,7 1,4 - - 46,3
baja
Ansiedad
2,3 1,9 3,7 1,9 5,6 0,9 - - 16,2
GRUPO 2
media
Ansiedad
4,6 2,3 3,7 1,9 6,0 0,5 - - 19,0
alta
Ansiedad
5,6 1,9 4,2 0,9 5,1 0,9 - - 18,5
muy alta
Ansiedad
5,5 3,3 11,6 5,0 13,3 1,7 4,4 0,0 44,8
baja
Ansiedad
1,1 4,4 7,2 2,8 6,1 0,6 2,2 0,0 24,3
GRUPO 3
media
Ansiedad
2,8 2,2 2,8 1,1 4,4 0,6 1,7 0,6 16,0
alta
Ansiedad
2,2 2,2 3,9 2,2 3,3 0,0 0,6 0,6 14,9
muy alta
Total 11,6 12,2 25,4 11,0 27,1 2,8 8,8 1,1 100
419
Marco empírico
Sig. N
GRUPO Valor Gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 20,366(a) 15 ,158 165
Tras esta breve aclaración se exponen los resultados obtenidos para estas variables
en la Tabla 6.15. Como podemos observar, los alumnos alcanzan los mayores
porcentajes de AEM alta y muy alta. Mientras que más de la mitad de los profesores
participantes presentan AEM baja.
Experiencia
70
57,4
60
50
Porcentaje
Alumno
36,4
40
26,3 Profesor
30 19,5
20 17,8
22,1
10 10,3
10,3
0
Ansiedad Baja Ansiedad Ansiedad Alta Ansiedad muy
Media Alta
Nivel de AEM
421
Marco empírico
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 5,709(a) 3 ,127 165
Chi-cuadrado de
Grupo 2 5,399(a) 6 ,494 216
Pearson
Grupo 3 9,983(a) 9 ,352 180
422
VI. Estudio de campo
GRUPO 1 (9 a 13 años)
El grupo de niños está compuesto por los alumnos del último curso de enseñanzas
elementales y los dos primeros de enseñanzas profesionales. Por lo tanto, las horas de
dedicación no son numerosas, en comparación con el resto de grupos. La Tabla 6.18.
contiene todos los aspectos relacionados con esta cuestión; además, muestra los niveles
de AEM de los niños en función de las horas de práctica. Lo más destacado de la tabla
es que casi el 73% de los niños estudian las horas recomendadas para su edad y, por el
contrario, sólo el 4,8% dedica poco tiempo a la preparación o estudio de las obras.
Horas de práctica
Tabla 6.18. Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel de AEM para el
grupo 1
423
Marco empírico
tiempo al estudio (X26=18,800; p=0.005). En la Figura 6.8., se puede observar con más
precisión las diferencias entre aquellos que practican por debajo de las horas
recomendables, frente a los que practican el mínimo recomendable para su edad. En el
primer caso, se observa una relación inversa entre las horas de práctica y la intensidad
de la AEM, es decir, a menos horas de práctica, mayor intensidad de la AEM. Sin
embargo, en el caso del mínimo de horas recomendables, la relación inversa se produce
en sentido contrario, cuanto más tiempo de práctica se dedica al instrumento, menor es
la intensidad de la AEM.
Con respecto a los niños que dedican un número de horas de práctica por encima
del mínimo recomendable, destacar que el 45% aproximadamente presenta AEM alta o
muy alta.
Horas de prácticas
60
50
45,8
50
37,5 Por debajo horas
40
Porcentaje
recomendable (0 a 1h.)
35,1 27 Mínimo de horas
27
30 24,2 recomendable (2 a 6h.)
Por encima horas
20 12,5 10,8 recomendable (7 a 21h.)
10,8
19,2
10
0
0
Ansiedad Baja Ansiedad Media Ansiedad Alta Ansiedad muy
Alta
Nivel de Ansiedad AEM
Figura 6.8. Distribución por “Horas de prácticas” y Nivel de AEM para el grupo 1
424
VI. Estudio de campo
Horas de práctica
Nivel Ansiedad Por debajo de Por encima de
las horas Mínimo de horas las horas Total
AEM
recomendables recomendables recomendable
(0 a 3h.) (4 a 8h.) (9 a 24h.)
Ansiedad baja 10,2 23,6 12,5 46,3
Ansiedad media 4,6 9,7 1,9 16,2
Ansiedad alta 6,9 9,3 2,8 19,0
Ansiedad muy alta 3,7 13,4 1,4 18,5
Total 25,5 56,0 18,5 100
Tabla 6.19. Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel de AEM para el grupo 2
Horas de prácticas
80
70 67,5
60 Por debajo horas
Porcentaje
50 42,1 recomendable (0 a 3h.)
40 Mínimo de horas
27,3 24 recomendable (4 a 8h.)
30 40
18,2 Por encima horas
20 17,4
recomendable (9 a 24h.)
14,5
10 16,5
10 15 7,5
0
Ansiedad Baja Ansiedad Ansiedad Alta Ansiedad muy
Media Alta
Nivel de Ansiedad AEM
Figura 6.9. Distribución por “Horas de prácticas” y Nivel de AEM para el grupo 2
425
Marco empírico
En el grupo de adultos se produce una serie de cambios con respecto a los grupos
anteriores. En primer lugar, el porcentaje de adultos que emplean más horas en la
práctica del instrumento ha aumentado, aunque también se produce un incremento en la
proporción de estudiantes que emplean menos tiempo (v. Tabla 6.20). Ya no vemos una
tendencia tan clara como en el grupo de los menores de edad. En esta ocasión hay una
mayor dispersión.
Horas de práctica
Nivel Ansiedad Por encima
Por debajo horas Mínimo de horas Total
horas
AEM recomendable recomendable
recomendable
(0 a 7h.) (8 a 17h.)
(18 a 45h.)
Ansiedad baja 11,5 19,2 13,7 44,5
Tabla 6.20. Porcentajes totales en función de las “Horas de práctica” y el Nivel de AEM para el grupo 3
El análisis estadístico con el SPSS indica que no existe una relación entre el nivel
de AEM y las horas de práctica en este grupo. En la Tabla 6.21., se observa que la
probabilidad es superior al 0.05.
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 3 Chi-cuadrado de Pearson 4,313(a) 6 ,634 182
426
VI. Estudio de campo
A continuación, se muestran los resultados hallados para cada uno de los grupos
de investigación en relación a la variable “Futuro profesional”.
GRUPO 1 (9 a 13 años)
Tabla 6.22. Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de AEM para el
grupo 1
Los datos estadísticos indican que no existe una relación entre la motivación y el
nivel de AEM. En la Tabla 6.23., se muestra una probabilidad obtenida superior al 0.05.
Sig. N
GRUPO Valor Gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 Chi-cuadrado de Pearson 5,267(a) 6 ,510 165
427
Marco empírico
Las motivaciones de los adolescentes son un reflejo de las halladas en los niños.
En la Tabla 6.24., se muestran unas cifras totales semejantes a las obtenidas por los más
pequeños, el 57,4% de los jóvenes quieren dedicarse a la música, mientras que el 5,1%
descarta esta posibilidad.
Tabla 6.24. Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de AEM para el grupo 2
428
VI. Estudio de campo
Futuro Profesional
60
54,8
50
36,4 36,4
Porcentaje 40 No
30 34,6
22,2 18,2 Sí
18,5 24,7
20 No lo sé
15,3
10 16,9
9,1
12,9
0
Ansiedad Baja Ansiedad Media Ansiedad Alta Ansiedad muy
Alta
Nivel de Ansiedad
Tabla 6.25. Porcentajes totales en función del “Futuro Profesional” y el Nivel de AEM para el
grupo 3
Tras el análisis estadístico se puede afirmar que existe una relación entre el futuro
profesional y el nivel de AEM (X26=14,700; p=0.023). Los adultos que desean dedicarse
a la música presentan unas respuestas de AEM menos intensas, el 40,6% muestra una
Ansiedad baja; en contraposición, el 16,8% informa de una Ansiedad muy alta.
429
Marco empírico
Futuro Profesional
60 50 50
50 40,6
Porcentaje
40 50 40
No
30 22,8
Sí
19,8
16,8
20 No lo sé
10 10
0 0 0 0
GRUPO 1 y 2
430
VI. Estudio de campo
Los resultados del análisis estadístico indican que no existe relación entre la
afinidad que siente la familia por la música y el nivel de AEM en los menores de edad.
En la Tabla 6.27., se observa que los grupos 1 y 2 obtienen una probabilidad superior al
0.05.
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 6,211(a) 9 ,719 165
Chi-cuadrado de Pearson
Grupo 2 10,073(a) 9 ,345 216
Las cifras del grupo de estudiantes adultos son similares al del grupo de
adolescentes, excepto en el porcentaje de ‘poca’ afinidad por la música, que representa
casi un cuarto de los adultos encuestados. De hecho, el 1,7% informa de que no existe
ninguna afinidad por parte de la familia (v. Tabla 6.28).
431
Marco empírico
El análisis estadístico indica que existe una relación entre la Afinidad familia-
música y el nivel de AEM (X29=18,879; p=0.026). En la Figura 6.12. se observa con
más claridad esta relación, concretamente aquellos estudiantes con una familia poco afín
a la música presentan unas respuestas de AEM más intensas, se pasa del 14,8% de
Ansiedad media al 37% de Ansiedad muy alta.
En contraposición, los adultos cuyas familias muestran una gran afinidad por la
música muestran una relación diferente con la AEM. En este último caso, se observa
una disminución en la intensidad de la AEM, el 50% presenta Ansiedad baja frente al
23,5% con Ansiedad alta, pero lo más destacado es la ausencia de adultos con Ansiedad
muy alta. En resumen, aquellos estudiantes con una familia que fomenta un ambiente de
respeto y aprecio por la música, se ven afectados en menor medida por la AEM.
432
VI. Estudio de campo
Afinidad familia‐música
60
50 50 50
50
Ninguna
40 33,3
Porcentaje
30,8 37
Poca
30 23,5
Bastante
30,8
26,5 21,2
20 Mucha
10 14,8
14,8 17,3
0
0 0 0
Ansiedad Rasgo
GRUPO 1 (9 a 13 años)
433
Marco empírico
Ansiedad Rasgo
Nivel Ansiedad
Ansiedad Ansiedad Ansiedad Total
AEM
baja media alta
Ansiedad baja 19,1 21 1,9 42
Ansiedad media 1,9 16 2,5 20,4
Ansiedad alta 1,9 14,8 4,9 21,6
Ansiedad muy alta 1,9 8 6,2 16
Total 24,7 59,9 15,4 100
Tabla 6.29. Porcentajes totales en función de la “Ansiedad Rasgo” y el Nivel de AEM para el grupo 1
El análisis estadístico con el SPSS muestra una clara relación entre la Ansiedad
Rasgo y el nivel de AEM (X26=40,500; p=0.000). En la Figura 6.13., se observa que los
niños con una Ansiedad Rasgo baja presentan a su vez una AEM baja; mientras que
aquellos con una Ansiedad Rasgo alta informan de una AEM alta o muy alta. Es decir,
los resultados muestran una relación directamente proporcional entre la Ansiedad Rasgo
y la AEM.
Ansiedad Rasgo
90 77,5
80
70
60
Porcentaje
50 40
Ansiedad Rasgo Baja
35,1
40 26,8
32 Ansiedad Rasgo Media
30 24,7 Ansiedad Rasgo Alta
13,4
20 12
16
10 7,5
7,5
7,5
0
AEM Baja AEM Media AEM Alta AEM muy
Alta
Nivel de Ansiedad
434
VI. Estudio de campo
mientras que el 11,6% corresponde a los que informan de Ansiedad Rasgo alta (v. Tabla
6.30).
Ansiedad Rasgo
Nivel Ansiedad
Ansiedad Ansiedad Ansiedad Total
AEM
baja media alta
Ansiedad baja 16,3 27,9 2,3 46,5
Ansiedad media 3,3 11,6 1,4 16,3
Ansiedad alta 4,2 11,2 3,7 19,1
Ansiedad muy alta 2,3 11,6 4,2 18,1
Total 26,0 62,3 11,6 100
Tabla 6.30. Porcentajes totales en función de la “Ansiedad Rasgo” y el Nivel de AEM para el grupo 2
Tras el análisis estadístico se puede verificar que existe una relación entre la
Ansiedad Rasgo y el nivel de AEM (X26=17,766; p=0.007). En la Figura 6.14., se
observan las diferencias en función de la Ansiedad Rasgo, los adolescentes con un
Ansiedad Rasgo baja presentan a su vez menores niveles de AEM. Concretamente el
16,1% informa de AEM alta, y el 8,9% de AEM muy alta, frente al 62,5% que informan
de AEM baja. Sin embargo, en el caso de la Ansiedad Rasgo alta las cifras se invierten,
aquellos jóvenes con AEM alta o muy alta presentan a su vez Ansiedad Rasgo alta, las
cifras indican que un 32% y 36% respectivamente.
Ansiedad Rasgo
70 62,5
60
44,8
50
Ansiedad Rasgo Baja
Porcentaje
40 32
36 Ansiedad Rasgo Media
30
18,7
17,9 Ansiedad Rasgo Alta
20 20 18,7
0
AEM Baja AEM Media AEM Alta AEM muy
Alta
Nivel de Ansiedad
435
Marco empírico
Ansiedad Rasgo
Nivel Ansiedad
Ansiedad Ansiedad Total
AEM Ansiedad baja
media alta
Ansiedad baja 14,4 26,5 3,3 44,2
Ansiedad media 1,7 18,8 4,4 24,9
Ansiedad alta 0,6 12,2 3,3 16,0
Ansiedad muy alta 0,6 5,5 8,8 14,9
Total 17,1 63 19,9 100
Tabla 6.31. Porcentajes totales en función de la “Ansiedad Rasgo” y el Nivel de AEM para el grupo 3
Los datos estadísticos indican que existe una relación entre la Ansiedad Rasgo y
el nivel de AEM (X26=52,140; p=0.000). En la Figura 6.15., se observa claramente que
el mayor porcentaje de Ansiedad Rasgo baja corresponde a los adultos que presentan
niveles de AEM baja, las cifras son más significativas en esta ocasión, el 83,9%
presenta AEM baja frente al 3,2% con AEM muy alta. La Ansiedad Rasgo media
también presenta una disminución progresiva en el porcentaje de sujetos con AEM alta
o muy alta. Por el contrario, en la ansiedad rasgo alta se invierte la relación, el 44,4%
presenta AEM muy alta, y el 16,7%, AEM alta. Los datos apuntan a una relación
proporcional entre la Ansiedad Rasgo y la AEM, es decir, cuando aumenta la primera,
aumenta la AEM; en cambio, cuando disminuye la Ansiedad Rasgo, disminuye la AEM.
436
VI. Estudio de campo
Ansiedad Rasgo
90
83,9
80
Porcentaje 70
60 Ansiedad Rasgo Baja
50 42,1
44,4
40 29,8 Ansiedad Rasgo Media
30 19,3
16,7 Ansiedad Rasgo Alta
20 22,2
8,8
10 9,7 16,7
3,2
0 3,2
AEM Baja AEM Media AEM Alta AEM muy
Alta
Nivel de Ansiedad
En resumen, la variable Ansiedad Rasgo tiene una relación directa con la AEM en
todos los grupos participantes, que se ha podido verificar estadísticamente.
Ansiedad Estado
El aspecto más destacado en este grupo es que, tanto niños como adolescentes
presentan bajos porcentajes de Ansiedad Estado alta, un 8% en el caso de los primeros,
y apenas un 4% en el caso de los segundos. Por el contrario, cerca del 45% de los
menores de edad presentan Ansiedad Estado baja (v. Tabla 6.32).
Con respecto a la relación entre la AEM y la Ansiedad Estado, sólo resaltar una
cuestión, en el grupo de adolescentes se puede apreciar que aquellos jóvenes con
Ansiedad Estado media pueden llegar a presentar AEM alta o muy alta. Los datos
apuntan a esa tendencia, pero no se puede establecer la relación estadísticamente.
437
Marco empírico
Sig. N
GRUPO Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Grupo 1 8,367a 6 ,212 162
Chi-cuadrado de Pearson
Grupo 2 10,156a 6 ,118 215
El aspecto más destacado en el grupo de adultos es que más del 60% presenta
Ansiedad Estado baja (v. Tabla 6.34), esta cifra es ligeramente superior a las
encontradas en el grupo de niños y adolescentes. Sin embargo, el análisis estadístico de
los datos indica que sí existe una relación entre la AEM y la Ansiedad Estado, es decir,
se pueden establecer estadísticamente diferencias significativas (X26=24,537; p=0.000).
438
VI. Estudio de campo
Tabla 6.34. Porcentajes totales en función de la “Ansiedad Estado” y el Nivel de AEM para el
grupo 3.
Ansiedad Estado
80 70,4
70
60
Porcentaje
50 Ansiedad Estado Baja
34,2
40 28,8 Ansiedad Estado Media
31,3
30 20,7
Ansiedad Estado Alta
25
20 31,3 16,2
12,5
10 14,8
7,4
0 7,4
Para finalizar este apartado indicar que sólo en el grupo de adultos, la Ansiedad
Estado ha sido una variable relevante con respecto a la AEM.
439
Marco empírico
GRUPO 1 y 2 (9 a 17 años)
440
VI. Estudio de campo
441
Marco empírico
0 1 2 3 4 5 6
La
Siempre
Nº ÍTEM
Nunca
mitad
de las
veces
12 Justo antes de actuar, me pongo nervioso 4,8 9,6 9 10,2 10,8 16,3 39,2
15 Siento mis músculos tensos cuando actúo 30,7 9,6 13,3 16,3 10,2 8,4 11,4
442
VI. Estudio de campo
0 1 2 3 4 5 6
La
Siempre
Nº ÍTEM
Nunca
mitad
de las
veces
12 Justo antes de actuar, me pongo nervioso 3,2 5,5 6 10,1 11 22,9 41,3
15 Siento mis músculos tensos cuando actúo 16,5 9,6 13,8 14,7 13,3 15,1 17
443
Marco empírico
444
VI. Estudio de campo
Otros cuatro ítems asociados a este factor (15, 18, 25, 38), se relacionan con las
preocupaciones derivadas de una posible evaluación negativa de la actuación, tanto por
parte del público como de uno mismo. En el primer caso, observamos que el porcentaje
del ítem 15 revela un 80,5% de músicos que se muestran totalmente, bastante o algo de
acuerdo en que “ser evaluados puede afectar a su rendimiento”; respecto al ítem 18
observamos un porcentaje igualmente al alza con el 63% de músicos que manifiestan
“sentirse preocupados a menudo ante una posible reacción negativa del público”; por
último, observamos cifras similares en el ítem 38, con un 77,9% de músicos que “se
preocupan al sentirse evaluados por los demás”. En el segundo caso, los datos obtenidos
en el ítem 25 revelan un porcentaje muy elevado de músicos, concretamente el 82,2%,
que reconocen que “una vez concluida la actuación, se sienten preocupados sobre si han
actuado suficientemente bien”, es decir, la preocupación de los músicos por su propia
evaluación es igual o mayor que la generada por el público.
Los ítems 26 y 28 hacen referencia a los pensamientos negativos que forman parte
del factor de preocupaciones de actuación. En el caso del ítem 26, un porcentaje del
75,2% varía su respuesta entre ‘totalmente’, ‘bastante’ o ‘algo de acuerdo’ en que “su
preocupación y nerviosismo sobre su actuación interfieren en su atención y
concentración”. No obstante, es importante resaltar que este alto porcentaje se reduce al
36,1% en el ítem 28 (“Generalmente me preparo para un concierto con sensación de
temor y de desastre inminente”), es decir, al pasar de la “preocupación” y
“nerviosismo” del ítem anterior, a la connotación más catastrofista que implica
“desastre inminente” en este ítem.
445
Marco empírico
porcentaje del 70,4% de músicos que están totalmente, bastante o algo de acuerdo en
afirmar que “siguen comprometidos con la actuación a pesar de sentirse aterrados”.
1 2 3 4 5 6 7
Ni de acuerdo
Bastante en
Totalmente
Totalmente
desacuerdo
desacuerdo
desacuerdo
de acuerdo
de acuerdo
de acuerdo
desacuerdo
Algo en
Bastante
Nº ÍTEM
Algo
ni en
en
Generalmente siento que controlo mi
1 0,5 5,9 9,1 13,4 25,8 34,9 10,2
vida
2 Me resulta fácil confiar en los demás 4,3 12,9 11,3 14,5 20,4 27,4 9,1
A veces me siento deprimido/a sin saber
3 21,5 21 9,1 8,1 28 8,1 4,3
por qué
A menudo me resulta difícil disponer de
4 16,1 19,4 12,9 12,9 23,1 11,3 4,3
energía para hacer las cosas
La preocupación excesiva es una
5 11,8 15,6 7 18,3 19,4 16,7 11,3
característica de mi familia
A menudo siento que la vida no tiene
6 44,6 25,3 11,3 7 7,5 3,2 1,1
mucho que ofrecerme
Incluso si trabajo duro en la preparación
7 de una actuación, soy propenso/a a 9,1 12,4 12,4 7,5 16,7 17,7 24,2
cometer errores
8 Me resulta difícil depender de otros 9,7 13,4 14,5 18,8 14,5 20,4 8,6
Mis padres son generalmente sensibles a
9 4,8 7 5,9 15,6 16,1 28,5 22
mis necesidades
Antes de, o durante mi actuación, tengo
10 24,2 12,9 8,6 10,8 18,3 14 11,3
sentimientos parecidos al pánico
Antes de un concierto nunca sé si actuaré
11 6,5 9,7 13,4 9,1 16,7 21 23,7
bien
Antes de, o durante mi actuación, se me
12 10,8 7,5 4,3 12,4 25,8 23,7 15,6
seca la boca
A menudo siento que no valgo mucho
13 49,5 23,7 7 5,9 7,5 4,3 2,2
como persona
Durante una actuación pienso incluso si
14 31,2 18,3 9,7 4,3 17,2 9,7 9,7
seré capaz de acabarla
Pensar en que voy a ser evaluado/a puede
15 8,6 1,6 4,8 3,2 24,2 27,4 30,1
afectar a mi rendimiento
Antes de, o durante mi actuación, me
16 siento mal, siento sensación de desmayo 18,3 17,7 7,5 11,3 21 14 10,2
o tengo el estómago revuelto
Incluso en las situaciones de actuación
17 más estresantes, tengo confianza en 15,6 21,5 17,2 7,5 19,9 12,4 5,9
hacerlo bien
A menudo me preocupa una reacción
18 8,1 11,8 10,2 11,8 24,2 20,4 13,4
negativa del publico
A veces me siento ansioso/a sin que haya
19 16,1 12,4 11,8 16,1 23,1 14,5 5,9
ninguna razón concreta
Desde el principio de mis estudios de
20 11,3 9,7 8,1 10,2 19,9 22 18,8
música, recuerdo estar ansioso/a al actuar
446
VI. Estudio de campo
1 2 3 4 5 6 7
Ni de acuerdo
Bastante en
Totalmente
Totalmente
desacuerdo
desacuerdo
desacuerdo
de acuerdo
de acuerdo
de acuerdo
desacuerdo
Algo en
Bastante
Nº ÍTEM
Algo
ni en
en
Me preocupa que una mala actuación
21 18,3 17,2 11,3 17,7 12,4 14,5 8,6
pueda arruinar mi carrera
Antes de, o durante mi actuación,
experimento un incremento del ritmo
22 4,8 5,4 4,3 8,1 14,5 29,6 33,3
cardiaco, como si el corazón estuviera
golpeando mi pecho
23 Mis padres siempre me han escuchado 4,8 8,1 7 10,8 13,4 23,1 32,8
Debido a la ansiedad, dejo escapar
24 oportunidades para actuar que merecen la 22 15,1 5,9 9,7 19,4 16,1 11,8
pena
Después de la actuación, me preocupo
25 2,7 7,5 1,6 5,9 25,8 33,3 23,1
sobre si he actuado suficientemente bien
Mi preocupación y nerviosismo sobre mi
26 actuación interfieren en mi atención y 4,8 7 7 5,9 26,3 22 26,9
concentración
27 Cuando era niño/a solía sentirme triste 43,5 18,3 3,2 12,4 10,8 5,9 5,9
Generalmente me preparo para un
28 concierto con sensación de temor y de 29,6 16,1 12,9 5,4 16,7 11,3 8,1
desastre inminente
Mi padre o mi madre, o ambos, era(n)
29 18,3 16,7 10,8 19,9 17,7 9,7 7
demasiado ansioso(s)
Antes de, o durante mi actuación,
30 7 5,9 4,8 10,2 27,4 25,8 18,8
aumenta mi tensión muscular
A menudo siento que no hay nada que
31 48,9 17,2 7 9,7 10,8 3,8 2,7
me haga ilusión
Después de haber actuado, repaso mi
32 10,8 10,8 13,4 13,4 21 18,8 11,8
actuación una y otra vez
Mis padres me animaron a intentar cosas
33 6,5 9,1 9,7 21 14 26,3 13,4
nuevas
Me preocupo mucho antes de una
34 13,4 18,8 10,2 11,8 24,2 11,8 9,7
actuación, no puedo dormir
Mi memoria es buena cuando hago cosas
35 11,3 25,3 11,8 19,4 8,6 11,8 11,8
que no tienen que ver con la música
Antes de, o durante mi actuación,
36 5,9 5,9 4,8 5,9 22,6 28 26,9
experimento agitación, temblor o temor
37 Confío en mi memoria 4,3 8,6 15,1 10,8 23,1 23,1 15,1
Me preocupa sentirme evaluado por los
38 4,8 7,5 4,3 5,4 27,4 25,8 24,7
demás
Me preocupa si es cierto lo que pienso
39 5,4 10,8 8,1 15,6 25,8 23,7 10,8
sobre mi actuación
Sigo comprometido/a con actuar a pesar
40 14,5 2,2 2,7 10,2 15,6 21,5 33,3
de que me aterra
Tabla 6.37. Porcentaje de respuestas en los ítems del K-MPAI (Grupo 3).
447
Marco empírico
GRUPO 1 y 2 (9 a 17 años)
El ítem 3 muestra un alto porcentaje de niños que “prefieren actuar solos que
frente a otras personas” ‘siempre’ (41,6%) o ‘casi siempre’ (9,6%). Estos porcentajes
también son elevados en el caso de los adolescentes, aunque más repartidos entre los
que contestaron ‘siempre’ y ‘casi siempre’, con un 35,3% y 22% respectivamente. Los
porcentajes obtenidos en el ítem 11 pueden llegar a parecer contradictorios, ya que el
28,9% y el 9,6% de los niños admitieron que ‘nunca’ o ‘casi nunca’ respectivamente,
“tratan de evitar actuar como solista en un concierto del conservatorio”. Se obtuvieron
porcentajes similares en adolescentes, con un 27,5% y 11,9% respectivamente. Este
dato puede resultar paradójico teniendo en cuenta el nerviosismo y estrés que genera la
propia situación de tocar como solista en público que, de alguna forma, cabría esperar
que nos hubiera deparado resultados en una dirección opuesta.
203
Este factor no es medido en el cuestionario de AEM para adultos (K-MPAI)
448
VI. Estudio de campo
GRUPO 1 (9 a 13 años)
En la Figura 6.17., se observan los diferentes porcentajes obtenidos en el grupo de
niños. El 66,7% de los niños manifiestan que sus padres tienen un alto grado de
optimismo y buen humor, sólo un 11,4% puntúa bajo en la subescala Humor. Además,
los datos indican que el 53,6% manifiesta tener una relación de Afecto y Comunicación
normal con sus padres, ubicándose sus puntuaciones dentro de un nivel medio; incluso
el 9% informan de una implicación aún mayor por parte de sus padres en esta
dimensión. También son relevantes las puntuaciones obtenidas en la subescala de
Control Psicológico, observándose que más de la mitad de los padres no utilizan esta
estrategia con frecuencia. Aunque existe un 16,3% de niños que manifiestan sufrir un
alto grado de manipulación psicológica por parte de sus padres. Otra de las variables
cuantificadas por el instrumento de medición es el Control Conductual, en esta
subescala se observa que el 50% de los padres intentan establecer ciertos límites en la
vida de sus hijos, y el 14% reconocen que ese control por parte de sus padres es alto.
Estilos Educativos
100%
9 16,9 13,9 16,3 17,5
80%
27,1 66,9
60% 53,6 42,8 50 44
40%
56,6
20% 37,3 40,4 36,1 38,6 21,7
11,4
0%
Afecto y Autonomía Control Control Revelación Humor
Comunicación Conductual Psicológico
Figura 6.17. Los porcentajes obtenidos en las 6 subescalas de los “Estilos Educativos” de los padres del
grupo 1.
Los datos estadísticos indican que existe una relación entre la subescala “Control
conductual” y el nivel de AEM (X26=24,308; p=0.000). En la Figura 6.18., se observa
una tendencia descendente en las cifras de músicos con padres que presentan un Control
449
Marco empírico
conductual medio, el 28,9% de estos músicos informan de AEM alta, mientras que el
9,6% lo hace de AEM muy alta. En el caso de los músicos con padres que manifiestan
un Control conductual alto se observa una tendencia opuesta, el 43,5% presenta AEM
muy alta y el 0% AEM alta.
Subescala Control Conductual
60
50
50
43,5
40
Porcentaje
30,40
30 C. C. Bajo
26,1
20 C.C. Medio
15
20 C.C. Alto
10 15
0 0
AEM Baja AEM Media AEM Alta AEM muy Alta
Nivel de Ansiedad
Figura 6.18. Distribución por subescala ”Control Conductual” y Nivel de AEM en el grupo 1
Los datos estadísticos indican que existe una relación entre la subescala “Humor” y
el nivel de AEM (X26=14,597; p=0.024). En la Figura 6.19, se observa que los músicos
con padres que se caracterizan por un Humor bajo presentan respuestas de AEM más
intensas (mayores porcentajes en AEM muy alta), el 10,5% informa de niveles de AEM
baja frente al 31,6% con niveles de AEM muy alta. Por el contrario, los músicos con
padres que presentan un Humor alto muestran una tendencia inversa, el 79,7% informa
de niveles de AEM baja, mientras que el 13,5% presenta niveles de AEM muy alta.
Subescala Humor
60
50 49,5
Humor Bajo
40
Porcentaje
31,6
33,3 30,6 Humor Medio
26,30 31,6
30
Humor Alto
21,60 16,7
20
15,30 19,4 13,5
10 10,5
0
AEM Baja AEM Media AEM Alta AEM muy Alta
Nivel de Ansiedad
Los datos estadísticos indican que no existe una relación entre el resto de
subescalas de los Estilos Educativos y el nivel de AEM. En la Tabla 6.38, se observa
que las cuatro subescalas presentan una probabilidad superior al 0.05.
Sig. N
SUBESCALA Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Afecto y comunicación 12,087(a) 6 ,060 166
La relación de los adolescentes con sus padres sufre algunos cambios con respecto
al grupo infantil (v. Figura 6.20). Se observa que, en término medio, alrededor del 52%
de adolescentes indican que sus padres los animan a tomar sus propias decisiones. Esto
no es incompatible con el hecho de que impongan de forma adecuada límites en el
contexto del hogar, ya que un 52% de los jóvenes manifiesta que sus padres ejercen un
Control conductual sobre ellos, como indican las puntuaciones situadas en el rango
medio de la subescala.
451
Marco empírico
Estilos Educativos
100%
11 11,5 7,8 17
17,9 19,3
80%
46,8 51,8 56 34,4 42,7 38,5
60%
40%
42,2 47,7 40,4 42,2
20% 36,7 36,2
0%
Afecto y Autonomía Control Control Revelación Humor
Comunicación Conductual Psicológico
Figura 6.20. Los porcentajes obtenidos en las 6 subescalas de los “Estilos Educativos” de los padres del
grupo 2.
Los datos estadísticos indican que no existe una relación entre los Estilos
Educativos de los padres y el nivel de AEM en el grupo de adolescentes. En la Tabla
6.39., se observa que las subescalas presentan una probabilidad superior al 0.05.
Sig. N
SUBESCALA Valor gl asintótica de casos
(bilateral) válidos
Afecto y comunicación 4,808(a) 6 ,569 218
452
VI. Estudio de campo
453
Marco empírico
Por otro lado, existe otro grupo de músicos que no reúnen todos los criterios
diagnósticos (cuadro subclínico) para ser diagnosticados de TAS/FS, pero que, sin
embargo, sus respuestas de AEM son lo suficientemente intensas como para convertirse
en un problema que repercute negativamente en su interpretación y, en última instancia,
en su carrera musical (Fehm y Schmidt, 2006). En nuestra investigación, los datos
estadísticos revelan que el 21,7% de los niños, 19,3% de los adolescentes y 16,1% de
los adultos se encontraría en esa situación de riesgo.
454
VI. Estudio de campo
1999: 572). Por el contario, otras investigaciones sugieren que la edad no tiene un
impacto significativo en la calidad interpretativa (Aderman et al., 1989 204 ; Wolfe,
1989).
Nuestros datos han demostrado que los menores de edad presentan diferencias en
cuanto al género, encontrando un mayor número de niñas/chicas intérpretes que
informan de niveles de AEM alta o muy alta con respecto a sus compañeros varones
(Iusca y Dafinoiub, 2012; Kenny, Davis y Oates, 2004; Kenny, Driscoll y Ackermann,
2014; LeBlanc et al.,1997; Miller y Chesky, 2004; Osborne y Franklin, 2002; Osborne
y Kenny, 2005; Osborne y Kenny, 2008; Papageorgi, 2007; Rae y McCambridge, 2004;
Ryan, 2000; Ryan, 2004; Sinden,1999). Kenny (2006) sostiene que las mujeres tienen
de dos a tres veces más probabilidad de padecer AEM que sus pares varones. Por otro
lado, un estudio realizado por Kokotsaki y Davidson (2003) en el que participaron
estudiantes de música de enseñanzas superiores, encontró que las puntuaciones de
ansiedad rasgo de las chicas eran superiores a las de los chicos.
204
ADERMAN, M., et al. (1989). “Performance anxiety and nonmusic majors”. Dialogues in
Instrumental Music Education, Vol. 13, Nº 1, pp. 40-48. Citado en (Taborsky, 2007: 18)
455
Marco empírico
456
VI. Estudio de campo
encontramos con intérpretes que abordan la actuación en público desde edades muy
tempranas.
205
Op. cit.
457
Marco empírico
Hasta este momento siempre habíamos encontrado estudios con los que poder
contrastar, en mayor o menor medida, nuestros resultados. Sin embargo, por primera
vez nos encontramos ante un hallazgo novedoso, que nos permite establecer una
relación entre el nivel de AEM y las horas de práctica invertidas por los menores de
edad. Los resultados muestran una clara relación inversa entre estas dos variables,
puesto que los niños y adolescentes que invierten semanalmente el número de horas de
práctica recomendadas experimentan menores niveles de AEM. Por lo tanto,
hipotetizamos que aquellos músicos con una disciplina de estudio establecida, pero sin
llegar a ser extrema, desarrollan una mayor percepción de auto-eficacia que les permite
mantener niveles adaptativos de AEM. Aunque debemos matizar que estos resultados
no se dan en el grupo de adultos. Lo que indica la influencia de otras variables
mediadoras en la AEM, al menos en este grupo de edad.
458
VI. Estudio de campo
En este sentido, Vispoel y Austin (1993) 206 encontraron que los estudiantes de
grado profesional que atribuían el fracaso de un estudiante de música ficticio al esfuerzo
insuficiente o estrategias de aprendizaje pobres, eran más propensos a anticipar una
mejor actuación futura que los estudiantes que atribuían el fracaso a la falta de
habilidad. La auto-eficacia se relaciona estrechamente con la propia percepción de
control sobre el entorno. Los que tienen un bajo sentido de control a menudo atribuyen
la causa a la suerte o eventos fuera de su control (locus de control externo), mientras
que aquellos que atribuyen los resultados a sus propios esfuerzos se dice que tienen un
locus interno o locus de control alto (Rotter, 1966). Una disminución de la sensación de
control se asocia estrechamente con la experiencia de emociones negativas como la
ansiedad.
206
AUSTIN, James R.; VISPOEL, Walter P. (1998). “How American adolescents interpret success and
failure in classroom music: Relationships among attributional beliefs, self-concept and achievement”.
Psychology of Music, Vol. 26, Nº 1, pp. 26-45. Citado en O’ Neill y McPherson (2002)
459
Marco empírico
460
VI. Estudio de campo
Por otro lado, nuestra investigación ha podido establecer una relación entre la
Ansiedad Estado y la AEM en el grupo de adultos. Estos resultados positivos
concuerdan con los hallados en otros estudios (Aderman et al., 1989207; Brodsky et al.,
1994). Los investigadores encontraron que los sujetos con altos niveles de ansiedad
estado realizaban peores interpretaciones que los sujetos con niveles bajos o medios de
ansiedad estado, y que los sujetos con mayores niveles de ansiedad rasgo informaron de
niveles de ansiedad estado significativamente mayores. Sin embargo, no hemos podido
replicar la relación en los menores de edad, contradiciendo los resultados obtenidos por
Ryan (2005), que hallaron un nivel de ansiedad estado significativamente mayor el día
del concierto de la escuela, que además estaba relacionado con el nivel de ansiedad
rasgo. Aunque debemos matizar que nuestros estudiantes no cumplimentaron el STAIC
el mismo día o momentos previos al concierto, como sí se hizo en la investigación de
Ryan (2005). Por lo tanto, nos encontramos ante niveles de ansiedad estado por debajo
de lo esperable en una situación de estrés pre-actuación.
En cuanto a las hipótesis relacionadas con los factores causales de AEM, es decir,
la vulnerabilidad psicológica del intérprete y el contexto de actuación, los resultados
más interesantes se derivan del análisis descriptivo de los cuestionarios específicos
MPAI-A y K-MPAI. Este análisis descriptivo avala en la mayoría de los casos los
resultados obtenidos en otras investigaciones.
461
Marco empírico
Además, tanto los niños como los adolescentes muestran una preferencia por
actuar en grupo, antes que como solista. Estos resultados avalan los encontrados en
otros estudios, demostrando que el grado de exposición percibido por los intérpretes en
un entorno de actuación también puede tener un fuerte impacto en los niveles de AEM
(Roland, 1994; Wilson, 1997). En este caso, el sentido de exposición está relacionado
con el número de co-intérpretes que ocupan el escenario. Cox y Kenardy (1993)
compararon los efectos de diferentes parámetros de actuación (en una sesión de
práctica, con un grupo frente a una audiencia, y como solista frente a una audiencia) en
la AEM. Y encontraron que la AEM era significativamente mayor durante la actuación
como solista que durante una sesión de práctica o una actuación en grupo. Por su parte,
Ryan y Andrews (2009) investigaron la AEM y los contextos de actuación de cantantes
de coro. Tampoco hubo sorpresas, las actuaciones en solitario eran informadas como
más estresantes que las actuaciones en conjunto, aunque los conjuntos instrumentales
eran más inductores de ansiedad que los conjuntos corales. Estos resultados son
similares a los obtenidos por Cox y Kenardy (1993).
Por otro lado, en el caso del cuestionario K-MPAI queremos destacar los
resultados en ítems asociados a los factores de vulnerabilidad psicológica y
preocupaciones de actuación. En el caso de la vulnerabilidad psicológica, los datos
464
VI. Estudio de campo
muestran que un alto porcentaje de adultos informaron que “antes de un concierto nunca
saben si actuarán bien”. Esta cuestión está relacionada con el descontrol percibido que
genera la respuesta de alerta ante una posible evaluación negativa por parte de los
demás, uno de los rasgos más definitorios de los TAS/FS. Tal respuesta de alerta se
presupone más intensa cuanto mayor es la incertidumbre de la persona respecto al
efecto en la audiencia y las repercusiones de tales reacciones inadecuadas (excesivas) en
su actuación. Un incremento de la intensidad de la incertidumbre tiene un efecto
inmediato: el temor a la actuación ante los demás (Olivares Rodríguez y Caballo
Manrique, 2003). En este mismo sentido, nos encontramos con un número significativo
de adultos en desacuerdo con la afirmación: “incluso en las situaciones de actuación
más estresantes, tengo confianza en hacerlo bien”. Confirma los resultados de otras
investigaciones que demuestran que “la falta de confianza en sí mismo” es una de las
primeras causas auto-informadas de AEM (v. Kenny, 2009; Kenny, Driscoll y
Ackermann, 2014).
Otros ítems asociados a este factor están relacionados con las preocupaciones
derivadas de una posible evaluación negativa de la actuación, tanto por parte del público
como de uno mismo. Los resultados nos indican que el 80,5% de los músicos reconocía
que “ser evaluados puede afectar a su rendimiento”. Además, manifiestan “sentirse
preocupados a menudo ante una posible reacción negativa del público” y “se preocupan
al sentirse evaluados por los demás”. Evidentemente, todos estos ítems se hallan
organizados alrededor del miedo a la evaluación negativa que caracteriza al TAS/FS y
son achacables a la considerable presión que soportan los estudiantes de música para dar
el máximo de su potencial interpretativo. Los estudiantes que han hecho grandes
465
Marco empírico
Los ítems 26 y 28 se relacionan con los pensamientos negativos que forman parte
del factor preocupaciones de actuación. El ítem 26 muestra un alto porcentaje de
adultos que reconocen la interferencia de las preocupaciones en su atención y
concentración. Como ya vimos en el análisis descriptivo del MPAI-A, los pensamientos
negativos influyen perjudicialmente en la calidad de la interpretación (Lehrer, 1987b;
Steptoe y Fidler, 1987). No obstante, es importante resaltar que el porcentaje obtenido
en el ítem 28 es menor (“Generalmente me preparo para un concierto con sensación de
temor y de desastre inminente”). Esto explica que las preocupaciones y pensamientos
negativos que interfieren en la atención y concentración de la mayoría de músicos
encuestados, no lleguen al extremo del “catastrofismo” o exageración irracional ante la
posibilidad de un fracaso, que ya describimos en el Capítulo V.
466
VI. Estudio de campo
propiciar mayores niveles de AEM entre los niños. En el caso de los adolescentes, no
existe una relación estadísticamente significativa entre estas subescalas y la AEM.
467
VII. Conclusiones y consideraciones finales
I.CONCLUSIONES
CAPÍTULO VII Y CONSIDERACIONES
FINALES
CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES
La revisión histórica realizada en el Capítulo III nos deja una concepción actual
del intérprete solista como estandarte de la música académica y la expresión del
individualismo que imperó en la época romántica. Sin embargo, el intérprete actual se
enfrenta a un mundo muy diferente al del concertista del S. XIX, ya que hoy las
demandas técnicas y la competencia para ganarse un futuro profesional en el mundo de
la música son brutales. Los jóvenes estudiantes se exponen periódicamente a un proceso
de selección para acceder a las distintas enseñanzas que ofertan los conservatorios. Y
pronto son empujados al centro de atención de una audiencia, bajo un estricto protocolo
de silencio e inmovilidad entre los oyentes y un respeto absoluto a la partitura. El borde
del escenario forma una barrera tan infranqueable como si fuese un muro de ladrillos
que, en realidad, no es sólo una barrera física, sino también psicológica. Esta
circunstancia se suma a la tendencia interpretativa actual de creer que algo puede ser
“perfecto”, un ideal en delicado equilibrio con el hecho de que la actuación musical en
tiempo real es inevitablemente incierta, y siempre conlleva un elemento de riesgo. El
perfeccionismo se asocia a características como la alta ansiedad y una cierta orientación
al fracaso en las actuaciones, y podría estar alimentado por el clima de competencia que
existe entre los propios estudiantes. En este sentido, los datos obtenidos muestran un
alto porcentaje de estudiantes y profesores que reconocen sentirse preocupados ante la
posibilidad de cometer errores durante la actuación. Estos condicionantes están
vinculados a la AEM, y respaldan los resultados obtenidos.
Los músicos que sufren los efectos desadaptativos de la AEM, ven mermada su
capacidad expresiva debido a la pérdida de control de la musculatura fina y el déficit de
atención que se requiere en tareas cognitivas complejas como la interpretación musical.
469
VII. Conclusiones y consideraciones finales
Entre las variables pedagógicas debemos destacar las horas de práctica invertidas
por los estudiantes menores de edad, que al igual que ocurre en el caso de la motivación
intrínseca de los adolescentes y adultos que han decidido dedicarse profesionalmente a
la música, se relaciona de forma inversa con la intensidad de la AEM. Del mismo modo,
la experiencia se ha revelado como una variable atenuadora de la AEM para el grupo de
profesores y estudiantes mayores de edad. Por lo tanto, los músicos más inexpertos
tienen una mayor probabilidad de verse afectados por la AEM que aquellos con más
experiencia. Por último, el curso, el centro educativo, la edad de la primera actuación y
470
VII. Conclusiones y consideraciones finales
Entre las variables relacionadas con la influencia del entorno familiar, hemos
encontrado que los intérpretes adultos con menores niveles de AEM pertenecen a
familias con una gran afinidad musical, mientras que aquellos con familias menos
interesadas en la música manifiestan niveles más altos de AEM. Probablemente, un
entorno favorecedor permite desarrollar una mayor motivación intrínseca por la práctica
musical, aumentando la confianza en las habilidades musicales y reduciendo el nivel de
AEM. En cuanto a la relación entre los estilos educativos parentales y la AEM, los datos
revelan que conforme mayor es el control conductual que los padres ejercen sobre sus
hijos, mayor es la intensidad de sus respuestas de AEM. Por el contrario, vemos que se
produce una relación inversa entre el “Humor” u optimismo que transmiten los padres y
el nivel de AEM, de forma que un estilo educativo en el que prima un bajo grado de
humor o escaso optimismo puede propiciar niveles más altos de AEM entre los niños.
471
VII. Conclusiones y consideraciones finales
472
VII. Conclusiones y consideraciones finales
de la AEM, más allá de las experiencias personales que cada profesor pueda transmitir a
sus alumnos que, aún siendo importantes, pueden no ser de gran ayuda.
Por otro lado, quizás sean necesarios los ejercicios de visualización, como
estrategia para preparar la interpretación en público. Estos ejercicios podrían ser una
herramienta útil para lidiar con los problemas que plantea la AEM. De hecho, el uso de
la abstracción mental como medio para procurar el ensayo simbólico en ausencia de la
tarea real, es decir, la actuación en público, es ampliamente defendida por pedagogos,
psicólogos e importantes músicos de talla mundial. De forma paralela, el ensayo mental
también puede facilitar la programación neuromuscular, de forma que el músico pueda
automatizar ciertos movimientos durante la interpretación. Otra de las funciones básicas
del profesor es la elección del repertorio que el alumno debe afrontar cada año. Éste
debe ser adecuado a su capacidad técnica e interpretativa y asumible en un contexto
escénico ya que, si el grado de complejidad de la tarea musical excede la capacidad del
músico, puede aumentar su percepción de falta de control y la intensidad del patrón de
respuestas que desencadena la AEM.
Por último, esta tesis doctoral ha tratado de ampliar el conocimiento que se tiene
de la AEM y aspira a aportar conocimientos que sirvan a futuros investigadores a
planificar su prevención y tratamiento, de modo que contribuya a una mayor interacción
entre los que se abocan a la investigación y tratamiento de este trastorno con el mundo
de la música. Para ello sería conveniente promover visiones interdisciplinarias e
integradoras de los puntos de vista de los expertos de la conducta humana con los
especialistas de la música y de la educación musical, en un esfuerzo conjunto de
provecho para la formación y el trabajo profesional de los músicos.
473
VII. Conclusiones y consideraciones finales
En este sentido, consideramos que sería beneficioso tanto para la Psicología como
para la Educación Musical resituar el marco de la investigación en el aula, vinculada al
proceso mismo de enseñanza-aprendizaje, y que fuera llevada a cabo por equipos
cooperativos de psicólogos y profesores, superando la separación predominante actual.
Para ello consideramos necesaria la incorporación de los servicios de orientación
psicológica especializada para estudiantes de música en programas de formación
interpretativa, algo que empieza a ser habitual en otros conservatorios fuera de España.
Los psicólogos pueden ayudar a crear una relación afectiva positiva del alumno con el
entorno educativo (compañeros y profesorado), y a desarrollar técnicas adecuadas para
resolver el problema de la AEM (v. gr. desensibilización sistemática, reestructuración
cognitiva, relajación, exposición, etc.). Para que el aprendizaje se desarrolle de forma
creativa y lúdica, deben darse unas condiciones psicológicas previas para gestionar
factores como la presión competitiva, el miedo, la tensión física y psíquica que en
ocasiones surge en centros de enseñanza musical, y que están detrás de la AEM.
474
VII. Conclusiones y consideraciones finales
Por este motivo, es importante seguir realizando estudios de este tipo, más aún en
el ámbito de los conservatorios de música españoles, en los que prácticamente no
existen. De este modo, obtendríamos información más precisa sobre la magnitud del
problema, así como la frecuencia e intensidad de la AEM en los diferentes grados de
enseñanza musical. A nivel autonómico, también sería oportuno realizar un estudio de
estas características en los Centros autorizados de música privados, homologados por el
Ministerio de Educación, así como en el resto de Conservatorios de Música
municipales, con el fin de cotejar nuestros resultados con los que se obtuvieran en estos
centros.
Una variable que podría ser estudiada es el número de actuaciones realizadas por
los músicos en el último año. De esta forma podríamos valorar cómo influye la
frecuencia de exposición en la intensidad de la AEM que, como advierten otros estudios
(v. Salmon, Schrodt y Wright, 1989; Zarza Alzugaray, 2012), parece tener una relación
inversamente proporcional. Otras variables pedagógicas como el número de ensayos del
concierto con el profesor, la relevancia del evento, la dificultad del repertorio
interpretado o la influencia del sistema educativo, basado en la enseñanza uno a uno de
un instrumento o voz, también deberían ser estudiadas en el marco de la AEM. De
hecho, y en referencia a esta última variable, estudios recientes como los realizados por
Nerland (2007) y Bakker (2005), este último sobre la importancia de la comunicación
emocional entre el profesor y el alumno de música, podrían servir de modelo para futuras
investigaciones, aunque también es cierto que la recolección de datos en una actividad que
se desarrolla de puertas hacia dentro, no resultaría sencilla desde el punto de vista científico.
Por otra parte, y en lo que concierne a variables de corte psicológico que pueden
tener algún tipo de influencia en la frecuencia e intensidad de la AEM, sería interesante
475
VII. Conclusiones y consideraciones finales
Por último, sería conveniente plantear una línea de investigación que aunara el
estudio de la AEM con un estudio empírico de comunicación emocional a través de la
interpretación musical. Como vimos en el apartado 4.4.3.1., se han realizado
investigaciones sobre la comunicación de emociones a través de la interpretación, así
como los parámetros expresivos (v. gr. tempo, nivel de sonido, agógica, entonación,
articulación, timbre, vibrato, ataques, pausas, etc.) que configuran el “código” de
medidas acústicas que los intérpretes utilizan para comunicar emociones a los oyentes.
En este sentido, estudiar la influencia que tiene la AEM en el uso eficiente de esos
parámetros y, por tanto, en la capacidad expresiva del intérprete, supondría un gran
avance para explicar el gran deterioro interpretativo que muchos intérpretes sufren al
actuar en público, y que generalmente sitúa el resultado de su actuación muy por debajo
de unas expectativas razonables si atendemos a las horas de práctica invertidas.
476
VIII. Referencias
VIII. REFERENCIAS
CAPÍTULO VIII
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Lang (piano); Thomas Grube, (dir.). New York: SONY CBS masterworks.
SCHUBERT, Franz (1996). Sonata in G major, op. 78, D. 894; Sonata in B flat major,
D. 894. [Grabación sonora - 2 CD]. Grigory Sokolov (piano). Paris: Opus 111.
550
VIII. Referencias
4. DISPOSICIONES LEGALES
Real Orden de 15 de julio de 1830, por la que se funda el Real Conservatorio de María
Cristina en Madrid.
Real Decreto de 16 de junio de 1905, (Gazeta), por el que se determinan los requisitos
necesarios para que se reconozca la validez de los estudios cursados en los
Conservatorios provinciales y municipales.
Real Decreto 617/1995, de 21 de abril, (BOE, 06-06-95), por el que se establecen los
aspectos básicos del currículo del grado superior de las enseñanzas de Música y se
regula la prueba de acceso a estos estudios, pp. 16607- 16631.
551
VIII. Referencias
552
XIX. Anexos
XIX. ANEXOS
CAPÍTULO XIX
ANEXOS
ANEXO 1
553
XIX. Anexos
ANEXO 2
555
XIX. Anexos
ANEXO 3
557
XIX. Anexos
558
XIX. Anexos
ANEXO 4
559
XIX. Anexos
ANEXO 5
561
XIX. Anexos
562
XIX. Anexos
ANEXO 6a
¿Qué importancia le da tu familia a la música? Pon una X encima de la respuesta correcta: Ninguna Poca Bastante
Mucha
¿Cuántas horas de clase tienes a la semana en el Conservatorio? ___________________
¿Cuántas horas practicas en casa a la semana? _________________________________
¿Usas Twitter, Facebook u otras redes sociales?: ______ En caso de respuesta afirmativa ¿cuál/cuáles usas? ____
______________________________________________________________________________________________
ANEXO 6b
563
XIX. Anexos
ANEXO 7
1 2 3 4 5 6 7
Ni de acuerdo ni
Totalmente en
en desacuerdo
en desacuerdo
en desacuerdo
de acuerdo
de acuerdo
Totalmente
desacuerdo
de acuerdo
Bastante
Bastante
Algo
Algo
1 Generalmente siento que controlo mi vida
208
Traducción al español realizada por José Olivares Rodríguez, Pablo José Olivares-Olivares, José
Ballester Martínez y un traductor jurado
565
XIX. Anexos
566
XIX. Anexos
37 Confío en mi memoria
567
XIX. Anexos
ANEXO 8
0 1 2 3 4 5 6
La mitad de
las veces
Siempre
Nunca
209
Traducción al español realizada por José Olivares Rodríguez, Pablo José Olivares-Olivares, José
Ballester Martínez y un traductor jurado
569
XIX. Anexos
570
XIX. Anexos
ANEXO 9
571
XIX. Anexos
ANEXO 10
573
XIX. Anexos
ANEXO 11
Escala para la evaluación del estilo parental (Oliva Delgado et al., 2007)
A continuación podrás leer una serie de frases referidas a la relación con tus padres. Deberás
indicar rodeando con un círculo el número que mejor define esta relación. No dejes ninguna frase sin
contestar. No hay respuestas correctas ni falsas.
575
XIX. Anexos
35 Se ríen mucho conmigo 1 2 3 4 5 6
36 Es divertido hacer cosas con ellos 1 2 3 4 5 6
37 Les cuento cómo me va en las diferentes asignaturas de la escuela incluso 1 2 3 4 5 6
cuando no me preguntan
38 Cuando llego de la escuela les cuento cómo me ha ido el día (exámenes, 1 2 3 4 5 6
relaciones con los profesores, compañeros...)
39 Les cuento lo que hago en mi tiempo libre 1 2 3 4 5 6
40 Les cuento lo que hago cuando salgo por ahí 1 2 3 4 5 6
41 Les hablo sobre los problemas que tengo con mis amigos y amigas 1 2 3 4 5 6
576