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Medio Ambiente En La Industria

TRÁBAJO PRÁCTICO DE INVESTIGACION


EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El aumento del CO2 llegará a dejar a los océanos, lo que perturbará la biodiversidad
marina, sobre todo en zonas costeras. Los países más afectados coinciden con los países
más contaminantes del mundo: EE.UU., China, Japón, Canadá, Reino Unido y Corea.

Si las conjeturas lanzadas se cumplieran, muchos mares del mundo podrían llegar a
tener aguas corrosivas para sus habitantes marinos, como corales, moluscos, algas,
equinodermos, crustáceos…

El océano, al absorber CO2, se vuelve más ácido, lo que perturba el proceso de


calcificación con el que las criaturas marinas construyen conchas y arrecifes de coral.
Además, los otolitos, unas estructuras de carbono cálcico que se encuentran en el oído
interno de los peces, crecen de forma anormal en un océano rico en CO2, provocando
problemas de orientación y posteriores problemas en su supervivencia

En Junio de 2009 más de una veintena de especialistas en arrecifes de coral y cambio


climático se reunieron en la Royal Society de Londres, en representación de varias
universidades, agencias gubernamentales de investigación y el Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Señalaron que el ritmo previsto de
emisiones supone que para el 2050 se habrá alcanzado una cantidad 450ppm de CO2 en
la atmósfera, lo que pondrá a los corales en el camino de la extinción.

Un objetivo aceptable par evitar estas catástrofes, sería que los gobiernos acordaran un
techo de 350ppm de dióxido de carbono, situación posible si se alcanza una reducción
de emisiones del 85% por debajo respecto del año 2000.

Falta de oxígeno y aumento de la temperatura

Existe una relación entre el calor de los océanos y la falta de oxígeno, reduciendo el
tiempo de supervivencia de los organismos un 74%, en las condiciones actuales de
estos.

Las zonas marinas dónde más se nota son los estuarios, las bahías cerradas, los lugares
con exceso de presión humana y las áreas con poca circulación de agua. A estas
condiciones se suman las riadas en las que el agua dulce y la materia orgánica
arrastradas, ahogarán más las costas, produciendo mayores niveles de estancamiento.

Esta disminución del oxígeno es producida por la estratificación que se produce en el


agua y evita el intercambio de oxígeno en esta.

De entre todos los organismos marinos, los primeros damnificados serán los crustáceos,
mucho más sensibles tanto al aumento de la temperatura como a la falta de oxígeno. En
cambio, la resistencia al cambio climático la podrían liderar los moluscos, mucho mejor
preparados para defenderse de estas situaciones adversas, ante las que responden con
distintas estrategias.

Fitoplancton

El fitoplancton está en declive en el planeta; cada año el fitoplancton global se reduce


un 1% por el cambio climático, especialmente en las regiones polares y ecuatoriales.
Estos microorganismos suponen aproximadamente la mitad de la producción de materia
orgánica del planeta y de oxígeno atmosférico.

Según Daniel G. Boyce, de la Universidad Dalhousie de Canadá), “ el fitoplancton


marino influye en la abundancia y diversidad de organismos marinos, determina el
funcionamiento de los ecosistemas y establece un límite máximo de pesca”. Desde
1950, la reducción en la concentración de estas algas es de un 40% en el hemisferio
Norte. “el declive del fitoplancton debido al clima es otra importante dimensión del
cambio global en los océanos, que ya están fuertemente alterados por la pesca y la
contaminación. El fitoplancton es una parte crítica de nuestra vida planetaria: produce la
mitad del oxígeno que respiramos, absorbe CO2 y, en última instancia, es la base de
toda la pesca” comenta Marlon Lewis. El declive de estos organismos está relacionado
con el aumento de temperatura del agua ya que estos organismos necesitan de la luz
solar y de los nutrientes para proliferar, y la estratificación en capas de las aguas
oceánicas templadas limita la cantidad de nutrientes que emergen a la superficie desde
las profundidades; y el calentamiento del mar estratifica todavía más los océanos
tropicales y reduce los nutrientes.

Fitoplancton contra el cambio climático

Sorprendentemente, mientras están desapareciendo grandes cantidades de fitoplancton


en todo el mundo, grandes masas de fitoplancton están floreciendo en áreas de nuevas
aguas abiertas surgidas de la reciente y rápida retirada de masas de hielo marino y
glaciares alrededor de la Península Antártica. Esta remarcable colonización está
teniendo, paradójicamente, un beneficioso impacto en el cambio climático. A medida
que estas masas culminan su ciclo vital, el fitoplancton vuelve al lecho marino donde
puede almacenar carbono durante miles de millones de años.

En un estudio publicado recientemente en la revista Global Change Biology, científicos


del British Antarctic Survey (BAS) estiman que este nuevo sistema natural de absorción
de CO2 puede estar ya eliminando unos 3,5 millones de toneladas de carbono del
océano y la atmósfera cada año.

El profesor Lloyd Peck, autor principal del estudio, dice: “aunque esta es una pequeña
cantidad de carbono comparada con la emisión global de gases de efecto invernadero en
la atmósfera es, en cambio, un importante descubrimiento. Muestra la habilidad de la
naturaleza para prosperar en medio de la adversidad. Necesitamos calibrar esta
absorción natural de carbono en nuestros cálculos y modelos para predecir el cambio
climático en el futuro. No sabemos si veremos más eventos de este tipo en el resto de la
costa antártica pero es algo en lo que nos vamos a detener para analizar en detalle”.

Este investigador y su equipo compararon los registros de retirada glaciar costera con
los de densidad de clorofila (el pigmento de las plantas verdes esencial para la
fotosíntesis) en el océano. Hallaron que en los últimos 50 años, el hielo fundido ha
dejado al menos 24.000 kilómetros cuadrados de nuevas aguas abiertas en el mar en
torno a la Península Antártica, zona que ha sido colonizada por fitoplancton que absorbe
carbono. De acuerdo con los autores, este fenómeno representa el segundo mayor factor
activo contra el cambio climático con origen en la propia naturaleza tras la aparición de
nuevos bosques en tierra firme en la zona del Ártico.

Glaciares

Cada vez son más los informes científicos que alertan sobre los efectos irreversibles del
deshielo de los glaciares a nivel global, debido a los efectos en cadena que originaría.

El más inmediato, un incremento del nivel del mar (que ya avanza cada año 1,8 cms.),
hasta llegar a los 7 metros en mil años, y un aumento de la temperatura anual superior a
un grado desde hace varias décadas.

Éstas unidades que pueden parecer pequeñas a ojos de un profano, esconden una gran
merma en las cosechas mundiales, una triplicación de la población afectada por el
hambre, y miles de millones de desplazados ante el avance del desierto y la falta de
agua dulce, que constituye sólo un 3% del total de agua disponible en la Tierra. Un
estudio encargado por el gobierno británico advirtió del poco margen de maniobra que
tenemos para mantener los gases de efecto invernadero por debajo de los niveles
“catastróficos”.

Además, es necesario recordar que aunque el aumento de temperatura podría beneficiar


a unas pocas regiones situadas en zonas de montaña suavizando su clima, grandes
asentamientos a nivel del mar se verían perjudicados por el nivel del mar y la acidez de
las aguas, que afectaría a toda la cadena trófica marina, y por supuesto, destrozaría los
arrecifes coralinos.

Los científicos creen que existe la tecnología para frenar el cambio climático, como las
energías renovables o utilizar un tipo de carbón cuya combustión no emita tanto CO2,
pero admiten que su puesta en práctica topa con enormes resistencias económicas,
políticas y de costumbres. Un consenso emergente en la comunidad científica insiste en
la necesidad de urgentes y apreciables recortes en las emisiones de dióxido de Carbono.

Los glaciares son un excelente indicador de la velocidad del cambio climático en la


Tierra. Un “pequeño” aumento de la temperatura (1 grado centígrado), comienza a
fundirlos, y les hace retroceder. Un estudio publicado por el Programa de la ONU para
el Medio Ambiente (UNEP) reveló en agosto de 2005 que los glaciares europeos habían
retrocedido un 25% en los 30 últimos años, cantidad semejante al retroceso
experimentado (un 35%) desde mediados del siglo XIX hasta hace 30 años. Con una
previsión razonable del calentamiento global, se podría llegar al total deshielo en pocas
décadas, dejando sólo algo en los picos más altos, pero nada en la lengua en sí.

El deshielo no es excesivamente grave en España, pero sí en los países alpinos, que


miden cada centímetro. El turismo, el esquí y el alpinismo dependen de ello. Desde el
Servicio Mundial de Control de Glaciares de la Universidad de Zúrich se colabora con
el UNEP para actualizar cada cinco años el estado de los glaciares en el mundo (“los
altavoces del cambio climático”, en palabras del responsable en España de este Servicio,
el catedrático Eduardo Martínez de Pisón).

Los glaciares, finalmente, abastecen a los grandes ríos, de los que beben millones de
personas; si se funden, provocarán inundaciones en un primer momento, seguidas de
largos períodos de sequía. Mientras tanto, según todos los cálculos oficiales, el
termómetro sigue subiendo.

Deshielo

En noviembre de 2009 se ha detectado por primera vez en 15 millones de años que el


Ártico comienza a fundirse. Hasta entonces el Ártico disponía de una cubierta de hielo
permanente, variable en función de la época estival o invernal. Según expertos, el
deshielo completo se produciría en 20 años y, a día de hoy, la realidad es mucho más
pesimista de lo que se había estimado (se ha alcanzado el nivel de deshielo estimado
para el año 2020).

Campaña Acex

Gracias a la capacidad de los glaciares de contarnos que ha ocurrido a lo largo de la


historia (desciframiento de la secuencia de hielo y deshielo), se puede explorar el futuro
leyendo lo que se refleja en el subsuelo del fondo marino. Hasta ahora se sabe que el
océano Ártico comenzó a congelarse hace 47 millones y medio de años de forma
estacional y que en los últimos 14 o 15 millones de años la parte central ha estado
helada permanentemente. Esto se espera que vuelva a cambiar debido al efecto del
cambio climático, produciéndose el deshielo en verano.

Pero obtener el registro de los sedimentos acumulados en el subsuelo marino no es tarea


fácil. Para ello se inició la campaña denominada Acex (verano 2004) que requirió un
buque perforador y dos rompehielos. Las muestras se sacan del fondo marino en forma
de cilindros a partir de una cala vertical de 428 metros de profundidad y con 1.300
metros de agua encima. Esto se constituyó como el primer registro temporal largo del
Ártico, y costó 12,5 millones de euros. La clave de las muestras residió en la presencia
de diatomeas (plantas unicelulares), que, similares a las que se encuentran hoy día, están
adaptadas a vivir a temperaturas muy bajas y en la oscuridad; por lo tanto condiciones
de superficie del mar helada.

Aunque Acex ha dado buenos resultados, científicos del mundo se reunieron en


septiembre 2009 para diseñar una continuación del Programa Integrado de
Perforaciones Oceánicas (IODP), que finaliza en 2013. Los objetivos principales se
centrarán en investigar el papel de los gases de efecto invernadero en la transición entre
periodos fríos y templados de la historia climática del planeta y la magnitud, velocidad
y localización de los correspondientes cambios en el nivel del mar, mediante
perforaciones de mayor profundidad.

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