Bertrand Russell.
Matrícula: 2163014437.
Introducción a la filosofía.
INTRODUCCIÓN.
Russell parte de un razonamiento tan simple, vista desde el sentido común, sin
embargo, al racionalizar el problema como de qué color es la mesa, el filósofo se
encuentra ya, en un gran problema. Preguntarnos por la existencia de la mesa es
tan absurdo a simple vista; sin embargo, Russell afirma que la tarea del filósofo es
aceptar que hasta las hipótesis más descabelladas y absurdas, caben en la
medida de toda posibilidad, no deben verse con mal ojo, sino que es de gran
importancia recogerlas y examinarlas.
En vista de que el sentido común no nos ayudad a resolver los grandes conflictos
de la filosofía, como preguntarse por la existencia de la realidad y la diferencia
entre apariencia y realidad, se enfrenta a una empresa que requiere una
voluntariedad y una examinación ardua y sin duda; peligrosa, en el que todo
parecerá tan posible e impactante. Evidentemente se levantará un campo
problemático lleno de infinitas posibilidades. Sin embargo, sabemos que estos
argumentos para defender los puntos de vista sobre algún tema filosófico, así
como de las ciencias, y en general, sobre cuando se intenta esclarecer alguna
verdad, no deben ser lanzadas al aire, sino que si se quiere convencer realmente,
es obvio que tras un argumento es de vital importancia la justificación, que pruebe
que tal razonamiento es verdadero o al menos que lo pretenda.
Para Russell, cualquier problema, por sencillo que parezca, puede estar repleto
de contradicciones al tomarlo de una manera crítica, sin caer en el dogmatismo o
en la negligencia. Ciertamente, no hay algún conocimiento que el hombre
razonable pueda tomar como verdadero; la duda, es entonces la herramienta del
filósofo si se quiere pretender obtener siquiera las bases de un conocimiento
aparentemente verdadero, o que pretenda alguna validez. Al comenzar a filosofar,
aún el objeto más obvio y simple, conduce a problemas que sólo se pueden
responder de manera incompleta.
Sócrates usa ejemplos como el de que es una figura o el color, pues, si bien al
poner un ejemplo como ‘la redondez’ o el color ’blanco” en si no se está
definiendo que es, sino que se da un ejemplo de ello, y así mismo pasa con definir
que es una virtud y no ´la virtud’.
Sin embargo, para un ciego, este razonamiento sonara extraño, e incluso sería
imposible explicarle que es el color. El ciego puede conocer una figura, pero jamás
llegará a conocer al color.
Ahora tomemos el ejemplo del ciego con el problema de la mesa. Digamos que si
bien, el ciego no conoce la mesa mediante la vista, si puede conocerla mediante el
tacto como también por el oído al golpearla.
Pero, al comenzar a explorar la figura de la mesa con el tacto, ¿podrá recrear una
imagen de ella?, parece que no, puesto que los datos de los sentidos, como los
llama Russell, sólo le proporcionan una experiencia inmediata, sin duda, podrá
reconocer el material de que esta echa y obviamente la función de esta, pero no
puede recrear una imagen de la mesa, pues jamás la ha visto. Entonces sería
prudente decir que un ciego no conoce una figura, sino sólo partes de ella, tanto
como la experiencia del tacto le proporcione, esto parecería ser cierto sólo con
objetos más grandes que sus manos, sin embargo, este razonamiento puede ser
completamente inválido, puesto que es imposible saber si el ciego recrea imagen
alguna al conocer un objeto a través de sus manos, por lo tanto, será mejor hablar
de lo que los sentidos le pueden proporcionar a una persona que tenga todos.
Así, la figura de la mesa, según él, parece ser diferente, dependiendo del ángulo
en el que es vista y cambiando de lugar, la mesa tendrá una figura diferente.
Y lo mismo pasa con los demás sentidos, aquí es donde suscita el problema, la
distinción entre <<apariencia>> y <<realidad>>.
Aquí se hace dos preguntas ¿Existe en efecto una mesa real?, en caso afirmativo,
¿qué clase de objeto puede ser?
Nos apoyaremos en los argumentos de Russell, para después saber si lo que dice
podría pretender ser aceptado con cierta validez.
“La mesa real, si es que realmente existe, no es en absoluto, inmediatamente
conocida, sino que debe ser inferida de lo que no es inmediatamente conocido
mediante los datos de los sentidos, y éstos a la vez nos proporcionan una
experiencia inmediata que es a lo que lo llama sensación.”
Hasta aquí, el autor usa cuatro términos fundamentales; datos de los sentidos,
sensación, objeto físico y materia. Los dos primeros se refieren a nuestras
percepciones, que si bien son subjetivas, debemos creer que no se limitan a
nosotros, sino a las demás personas y animales, si es que estos existen. Los dos
últimos términos, se refieren a las cosas que existen independientemente de
nosotros, si es que son reales y no solo datos de los sentidos que nuestra
experiencia nos otorga en el momento de estar en contacto con objeto alguno, en
este caso; la mesa.
Al definir esto, el autor replantea las cuestiones anteriores y las cambiar por estas:
¿hay, en efecto algo que se pueda considerar como materia?, en caso afirmativo
¿cuál es su naturaleza?
Omitiré las tesis de los idealistas que menciona, para centrarme solo en sus
argumentos, por lo que aquí muestra, parece estar de acuerdo con la mayoría de
los filósofos en creer que en efecto existe una mesa real, sea cual sea su
naturaleza. Precisamente, el segundo capítulo se centra en indagar la existencia
de la materia y explicará las razones por las que pretende demostrar que en efecto
existe una mesa real, el capítulo tercero intenta responder cuál es su naturaleza.
Por lo que nos plantea Russell hasta ahora, parece ser que no tenemos un
conocimiento directo sobre ella, sino solo que nuestros datos de los sentidos no
presentan inmediatamente a través de la experiencia. La realidad no es lo que
aparenta. Es decir, no podemos conocer la realidad en sí misma, por lo tanto,
ningún conocimiento que tengamos sobre ella puede ser en efecto verdadero.
Según Sócrates, solo hay dos cosas que pueden guiarnos bien; el conocimiento y
la opinión verdadera, pero, ¿Existe alguna de estas dos cosas?, supongamos que
sí ¿tenemos forma de comprobar que en efecto hay conocimiento u opinión
verdadera que puedan llegar a ser certeras o que pretendan serlo?
Pero como dice el autor, cuando vemos un cierto color oscuro de la mesa, no es
absolutamente cierto que “Yo veo un color oscuro”, sino que “un cierto color
oscuro es visto”. Después de esto dice que “dentro de los límites de la certeza
inmediata, este algo que ve el color oscuro puede ser completamente
momentáneo, y no ser lo mismo que en el momento inmediato tiene una
experiencia diferente. Así, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos
particulares son los que tienen una certeza primitiva.” Por esto sostiene que “la
certeza de nuestro conocimiento respecto a nuestra propias experiencias no debe
ser limitada por la admisión de casos excepcionales, como por ejemplo: los
sueños y la alucinaciones. En estas justificaciones, apoya su investigación sobre
la investigación del conocimiento.
Al igual que Russell, apoyo la creencia, por sentido común, de que existen objetos
físicos independientes de lo que nuestros datos de los sentidos nos proporcionan
de ellos, pues de otra manera, este dejaría de existir en cuando lo dejara de ver y
tocar, o simplemente al salir del lugar en el que se encuentra aquél objeto,
además de que varias personas tienen necesidad del mismo objeto, basándonos
en que aparentemente, hay una existente realidad independiente de nuestros
sentidos y que no se nos muestra tal cuál es.
Al admitir esto, tenemos razones para creer, que existen otras personas que
perciben a los objetos físicos, con ideas y pensamientos propios, por ende, son
seres subjetivos.
Sin embargo, no debemos descartar otras hipótesis, por ejemplo, que no podemos
demostrar la existencia de otras cosas distintas de nosotros mismo, de nuestras
experiencias, que todo es un producto de nuestros pensamientos, sentimientos y
sensaciones y que la vida no es más que un sueño, producido por nosotros
mismos.
Entonces ¿podemos saber en efecto que hay una realidad inherente a nosotros o
no es más que un sueño? ¿Podemos llegar a obtener un conocimiento que
pretenda valides sobre la realidad?
O podemos decir como Sócrates, que todo conocimiento no es más que un
recuerdo de nuestra alma, pues esta es inmortal y por haber vivido siempre, tiene
dentro todo conocimiento habido y por haber, por lo tanto, nosotros sabemos todo,
y al conocer algo de manera consciente, no hacemos más que recordar, esta
hipótesis es la llamada reminiscencia del alma.
Hay que usar el sentido común, y decir que en efecto, hay objetos físicos
independientes de nosotros, como dice Russell, pues es más fácil que si
suponemos que la vida es un sueño y nosotros somos los productores de los
objetos físicos que se nos presentan.
Ahora pondremos sobre la mesa el hallazgo del autor este dice que “todo
conocimiento debe fundarse en nuestras creencias instintivas, y que si éstas son
rechazadas, nada permanece” y que “es posible que todas o algunas de nuestras
creencias nos engañen y, por consiguiente, todas deben ser miradas con un ligero
elemento de duda”.
Este capítulo nos muestra los argumento que la ciencia da respecto de este
problema, yo me centraré únicamente en lo más importantes.
El autor dice que es esencial para la ciencia que su materia ocupe un espacio,
pero el espacio en que se halla no puede ser exactamente el espacio que vemos o
tocamos, pues el espacio de la ciencia es neutral en relación con el tacto y la vista
y análogamente de los demás sentidos. No sólo los colores y los sonidos, etc.,
están ausentes del mundo científico de la materia, sino también el espacio que
obtenemos mediante la vista o el tacto.
Las formas reales de los objetos que percibimos, ocupan un espacio real, diferente
de los “espacios aparentes” que percibimos al entrar en contacto con ellos. El
espacio real es común, el espacio aparente es peculiar al sujeto percibiente. En
los espacios peculiares de diferentes personas el mismo objeto parece tener
diferentes formas: el espacio real, en el cual tiene su forma real, debe de ser,
pues, diferente de los espacios privados.
Con este argumento, responde a la pregunta de si podemos conocer al objeto en
sí, la respuesta parece ser de momento, negativa, pues estos objetos físicos no
pueden ser completamente iguales a los que nos datos de los sentidos nos
proporcionan, pero si pueden ser considerados como la causa principal de
nuestras sensaciones; a su vez, sentimos o gustamos cuando estamos suficiente
mente cerca de ellos. Son las posiciones relativas del objeto y de nuestro cuerpo
las que determinan cuáles sensaciones derivarán del objeto.
Cabe admitir que hay un espacio físico en el cual los objetos físicos tienen
relaciones espaciales, correspondientes en cada caso a las que tiene los datos de
los sentidos en nuestros espacios peculiares.
Igualmente pasa con la distancia, podemos llegar a conocer mucho más respecto
a las relaciones entre las distancias en el espacio físico que de las distancias en sí
mismas.
El otro argumento, que es en sumo grado importante dice que aunque las
relaciones de los objetos físicos tengan toda suerte de propiedades cognoscibles,
derivadas de su correspondencia con las relaciones de los datos de los sentidos,
los objetos físicos en sí mismos parecen desconocidos en su naturaleza
intrínseca, en tanto al menos que los podemos descubrir por medio de los
sentidos.
Estoy de acuerdo con Russell cuando dice que si queremos responder a estas
preguntas debemos conocer principios generales de algún género, por medio de
los cuales podamos deducir aquellas inferencias, esto es hacer las preguntas por
los fundamentos, los principios últimos, es decir, hacer la pregunta general.
También estoy de acuerdo con el autor cuando dice que estas esperanzas son
sólo probables; pues lo que debemos buscar no es una prueba de que deben ser
cumplidas, sino alguna razón en favor de la opinión según la cual es verosímil que
se cumplan.
Estos está íntimamente relacionado con la experiencia, pues asimilamos muy bien
la causa-efecto, por ejemplo, sabemos que si en este momento es de día,
pasando unas horas anochecerá, porque sabemos que está ligado al movimiento
de la tierra, o cuando se lanza un cohete al aire, sabemos que un momento
explotara, y por eso algunos niños pequeños al ver esto se tapan los oídos.
Esta experiencia nos muestra que la constante repetición de una serie de cosas,
nos lleva a creer que pasarán en el pasado, pues las probabilidades de que no
sucedan son muy vanas.
Sin embargo, no hay que confiarnos del todo, siempre hay que ver cualquier
conocimiento con un elemento de duda. Entonces ¿es nuestro conocimiento sobre
la realidad de fiarse?
Parece ser que cuantas más veces se repita una serie de cosas que estén bajo las
leyes de la realidad, cuando más probabilidad habrá de que se repita e incluso se
acerque a la certeza, pero, el hecho de que las cosas que dejen con frecuencia de
confirmar nuestras esperanzas, no es una prueba de que éstas no se realizaran
probablemente en un caso determinado o en una clase determinada de casos, sin
embargo, esto no es menos cierto como que podemos desmentir esto basándonos
en las experiencias y los casos particulares.
Como el autor nos plantea: toda nuestra conducta se basa en estas asociaciones
que actúan en el pasado y que, por consiguiente, consideramos que seguirán
actuando en el futuro. Entonces, podemos confiar en las leyes y conocimientos
que se nos presentan sobre la realidad, puesto todo conocimiento, sobre la base
de la experiencia, nos dice algo sobre lo que no se ha experimentado, se basa en
una creencia que la experiencia no puede confirmar ni refutar, pero que, por lo
menos en sus aplicaciones más concretas, aparece tan firmemente arraigado en
nosotros como muchos hechos de la experiencia misma.
CONCLUSIONES.
Parece ser, que en efecto, no podemos estar seguros de que algún conocimiento
que tengamos sobre la realidad, sea válido, la forma en la que el autor nos plantea
todas estas cuestiones, en la cuales, concuerdo con algunas, me hacen pensar, al
igual que muchos otros, que no podemos conocer ni llegar a conocer como es la
realidad en sí misma, al igual que los objetos físicos que se nos presentan y la
materia.