Definición: El reflujo gastroesofágico (RGE) es una condición fisiológica normal,
dada por el paso retrógrado, sin esfuerzo, del contenido gástrico hacia el esófago. Cuando este fenómeno se produce con una frecuencia e intensidad suficiente como para provocar daño en la mucosa, sintomatología variable y repercusiones clínicas hablamos de enfermedad por reflujo gastroesofágico. Historia natural: La regurgitación ocurre normalmente en cualquier individuo sano de forma esporádica. Es una condición muy común en la población pediátrica. Tiene su máxima expresión entre el 1°-4° mes de edad, y se resuelve espontáneamente entre los 12 – 18 meses. Sin embargo, si persiste, se observarán períodos de mejoría y recaída con tendencia a persistir hasta la edad adulta en un 50% de los casos. Patofisiología: El esfínter esofágico inferior (EEI) es la barrera anti reflujo más importante. Es una zona de alta presión, se ubica normalmente en la cavidad abdominal, bajo el diafragma y la presión abdominal que es mayor que la presión del tórax permite el mecanismo de esfínter. Una vez el material refluido entra en el esófago, ocurre una distención de la pared y estimula receptores los cuales inducen una contracción que mueve el material de nuevo hacia el estómago. Esta peristalsis secundaria es suplementada por una onda persitáltica primaria inducida por la deglución que permite limpiar el material refluido. Otra barrera fisiológica para evitar el daño de la mucosa esofágica es el reflejo de deglución de saliva alcalina que permite neutralizar el contenido ácido del material refluido. Los episodios de reflujo ocurren con mayor frecuencia durante períodos transitorios de relajación del EEI. Enfoque clínico: los síntomas de RGE son poco específicos en la población pediátrica y varían en cada paciente. Siempre que nos enfrentemos a un niño con síntomas de regurgitación frecuente debemos enfocar la evaluación en dos pasos. El primero consiste en determinar si existen signos de alarma que sugieran que la sintomatología es secundaria a una enfermedad subyacente, por ejemplo, emesis de contenido bilioso, hematemesis, diarrea, distensión abdominal hacen pensar en una enfermedad obstructiva gastrointestinal. El segundo paso es determinar si existen complicaciones secundarias al reflujo como pérdida o pobre ganancia de peso, irritabilidad, síntomas respiratorios como tos, sibilancias o estridor. En caso de existir, estaremos hablando de una enfermedad por reflujo gastroesofágico, de lo contrario podremos hablar de reflujo gastroesofágico fisiológico. Diagnóstico: los procedimientos diagnósticos, además de la evaluación clínica, deben aplicarse cuando los resultados determinen notablemente el tratamiento o identifiquen complicaciones. No son necesarios en el lactante que, pese a la regurgitación frecuente, progrese bien y no muestre otra sintomatología. pHmetría + impedanciometria: el reflujo gastroesofágico puede ser cuantificado por monitorización del pH esofágico y/o impedancia. Sin embargo, estos estudios rara vez son útiles para evaluar el RGE o establecer diagnóstico de enfermedad por RGE en los lactantes. Muchos infantes sanos. Tienen episodios frecuentes de RGE sin consecuencias patológicas. Sólo en ocasiones especiales, como niños con episodios severos de apnea, bradicardia, tos o desaturación de oxígeno, este estudio puede ser usado para establecer si hay una relación entre los episodios de reflujo y estos eventos. La técnica ideal es medir el pH y la impedanciometría con un solo dispositivo en un registro de 24 horas. Estudios radiográficos: la radiografía contrastada con bario tiene un rol en detectar alteraciones anatómicas como fistula, mal rotación, estenosis pilórica o acalasia. No se justifica realizar series radiológicas para el diagnóstico ni para evaluar la gravedad del reflujo. Endoscopia y biopsia: permite la visualización directa de la mucosa esofágica y la biopsia la anatomía microscópica de su mucosa. La sospecha de esofagitis es la principal indicación para esta técnica diagnóstica. Tratamiento: el tratamiento incluye cambios en el estilo de vida, terapia farmacológica y cirugía. La edad del paciente y la presencia o ausencia de complicaciones son los principales factores determinantes. Los cambios en el estilo de vida se refieren a los cambios en la alimentación, la posición y los hábitos en los mayores. En los lactantes se debe tener en cuenta el tipo de fórmula, uso de espesantes y el fraccionamiento. En los adolescentes las recomendaciones se basan en pérdida de peso, eliminación de tabaco y alcohol, dormir decúbito lateral izquierdo con cabecera levantada. En cuanto al tratamiento farmacológico, las alternativas son los antiácidos, antagonistas de los receptores H2, agentes procinéticos e inhibidores de la bomba de protones. Tratamiento quirúrgico, se realiza en aquellos niños con enfermedad por RGE en los que la terapia médica optima ha fracasado o que dependen de esta por largo tiempo, también cuando no hay adherencia al tratamiento o en complicaciones que comprometan la vida. Por otra parte, está indicada en pacientes neurológicos.La fundoplicadura reduce el RGE incrementando la presión del EEI, disminuyendo las relajaciones transitorias y relajaciones asociadas a la deglución, incrementa el largo del esófago intraabdominal y acentúa el ángulo de Hiss. Bibliografía: Ashcraft’s Pediatric Surgery-Saunders (2014) An Illustrated Guide to Pediatric Surgery-Springer International Publishing (2014)