Gobiernos:
1841-1851 Manuel Bulnes
1851-1861 Manuel Montt
1861-1871 José Joaquín Pérez
1871-1876 Federico Errázuriz
1876-1881 Aníbal Pinto
1881-1886 Domingo Santa María
4. Tiempo de Progreso. 1831-1886
Durante este período, el país gozó de una notable expansión económica. Los barcos de vapor
aparecieron, las líneas ferroviarias fueron avanzando a través del desierto, los cables del
telégrafo unieron los pueblos, etc.
Política y prácticas gubernamentales
Los ministros de economía vieron el comercio como el motor de avance económico, donde
buscaron con fe el equilibrio presupuestario.
Después de la independencia, el impulso liberador en la política económica se hizo muy
evidente, a pesar de lo cual el estado siguió mostrando un interés por estimular y proteger la
actividad económica interna: el legado “neomercantilista” era fuerte.
La Cámara de Diputados alegó que los impuestos a las exportaciones de minerales eran poco
podernos y antieconómicos. El Ministro del Interior, Antonio Varas dijo “Ojalá pudieran liberarse
de todo gravamen los productos de la industria nacional”. Por eso, en 1851, más de 100 artículos
quedaron libres de impuestos, la mayor parte materias primas y maquinaria útil en la minería o
en la industria manufacturera.
Trece años después, el Ministro de Hacienda, Alejandro Reyes, estableció un impuesto básico
del 25% y eliminó todas las extensiones de impuestos exceptuando 29 artículos. La nueva ley
terminó con el monopolio interno en el comercio costero.
El crecimiento del comerció demostró ser muy satisfactorio. Los barcos que llegaban a los
puertos chilenos aumentó en 1870 más de diez veces la cantidad en 1840. El volumen del
comercio exterior se multiplicó por 5 con respecto a mediados de 1840 en 1870.
Al finales de 1850, se produjo una seria recesión, provocada por dos malas cosechas, la pérdida
de los mercados de ultramar para el trigo y la harina y la decreciente producción de plata,
sumado a la recesión internacional de 1857. El crecimiento recobró su curso en 1860.
Como resultado, el gobierno confiaba en que podía contar con los impuestos como fuente de
ingreso. Estos aumentaron desde unos 3 millones de pesos en 1840 a más de 16 millones en
1875.
Por otro lado, entre 1861 y 1879 se contrajeron 10 importantes préstamos internacionales por
más de 21 millones de pesos. Una de las razones para este préstamo era que las obligaciones
del estado estaban aumentando progresivamente. La administración pública se había
duplicado. Se incluyeron nuevos requerimientos como la educación, la construcción de
ferrocarriles y los buques de guerra.
El crecimiento comercial ya no era suficiente para sustentar la nueva magnitud de las
operaciones del gobierno.
Minería y Agricultura
La economía de exportación habría sido distinta de no haber sido por las minas del Norte Chico,
que aumentaron la producción anual de plata y cobre, este último llegó a cubrir entre 30% y
50% de la demanda mundial de ese
metal.
Los cateadores (buscadores de minas) se multiplicaron entre los cerros despoblados entre
Copiapó y la frontera boliviana, pero todos fueron chantas, ninguno pudo igualar al
descubrimiento de Chañarcillo. La mayoría de los cateadores provenía de un medio modesto.
Características de la minería de la época: Empresas individuales o familiares, tecnología simple,
actividad marginal de corto plazo ejemplificada por el antiguo sistema del pirquén.
Las minas dependían más del trabajo de los barreteros y apires que de las máquinas de vapor.
Cambios técnicos a la minería: Los cambios se produjeron en el tratamiento más que en la
extracción. En el caso de la plata, el proceso del “patio” fue desplazado por el “método de cobre”,
una variante del método europeo. Ese sistema requería grandes cantidades de mercurio por lo
que se reemplazó por el proceso de “amalgamado Krôhne”. En el cobre, la innovación se vió en
la introducción de los hornos de reverbero.
Se instalaron varias fundiciones: en Guayacán y Tongoy al norte y en Lirquén y Lota al sur. A
partir de entonces se envió aún más cobre al extranjero. Estas grandes fundiciones requerían
mucho combustible. Las fundiciones ubicadas en la zona minera rápidamente agotaron los
escasos recursos madereros del norte, esto produjo un importante desequilibrio ecológico y el
desierto aceleró su avance había el sur. La alternativa para la madera fue el carbón, cuyos
depósitos se encontraban cerca de Concepción y comenzaron a explotarse desde 1840. En
1852, Matías Cousiño inició una operación minera en Lota, al igual que otros empresarios en el
Norte Chico cómo los Goyenechea, Los Matta y los Montt. La mayoría de los empresarios eran
modestos y dependían de un grupo de intermediarios conocidos como “habilitadores”, que les
daban crédito y equipos a cambio de mineral o una participación en las ganancias de la mina.
El habilitador más destacado fue Agustín Edwards.
A pesar de la importancia que la minería tenía en la economía de exportación, relativamente
poco chilenos trabajaban en ella. Alrededor del 80% de la población vivía en el campo,
dominado por la hacienda. Ser dueño de una hacienda era sinónimo de pertenecer a la elite
nacional.
El principal problema que presentaban los hacendados chilenos era la falta de mercados. A
partir de 1850 las perspectivas de las haciendas mejoraron a raíz del descubrimiento de oro en
California. Al ser Chile el único país en la costa del Pacífico con una importante producción de
trigo, Chile podía satisfacer las necesidades de alimentos de la población de la fiebre del oro.
Para satisfacer la demanda de harina, aparecieron varios molinos de tecnología moderna cerca
de Tomé (Talcahuano) y a lo largo del río Maule.
La fiebre del oro también atrajo la atención de todo tipo de chilenos que se dirigieron a USA en
busca de suerte. Algunos se hicieron ricos y nunca volvieron, pero a la mayoría les fue mal
debido a una discriminación e incluso un violento ataque por parte de los norteamericanos.
El rápido auge de las exportaciones a California fue efímero. Pero se reanudó con la segunda
fiebre en Australia en 1851. Ahí se repitió lo mismo que antes.
Entre 1865 y 1875 las haciendas chilenas lograron colocar en el mercado inglés grandes
cantidades de trigo y cebada. Este crecimiento se dio gracias a los altos precios mundiales y a
la mejoras en los embarques marítimos, como también por el hecho de que el producto llegaba
a Inglaterra desde el hemisferio sur antes que las cosechas del norte.
La clave para estos éxitos fue la ubicación del país en el Pacífico sur y la capacidad disponible
en el campo. La agricultura pudo responder a los requisitos de los mercados en expansión sin
alterar el funcionamiento agrario. Para reforzar la agricultura se importaron nuevos cultivos
como el arroz y las cepas francesas pinot y cabernet y la ganadería con nuevas especies del
extranjero como las abejas italianas.
Durante este período de auge de la exportación, se triplicó el área a cultivar, se aumentaron la
cantidad de haciendas y el inquilinato se expandió con el establecimiento de nuevas familias.
El mundo rural patriarcal se vió más fortalecido que debilitado por esta economía.
Signos del progreso
El símbolo de progreso más claro de la época fue la revolución del transporte que acompañó el
la expansión del comercio de ultramar.
Gracias a la apertura de las empresas de navegación, el viaje a Europa se redujo de 3 meses
en barco a vela a sólo 40 días en barco a vapor.
El vapor también revolucionó el transporte por tierra. Se tendió la primera línea férrea en 1851
para unir Copiapó con el puerto de Caldera. Después se extendió hacia el interior de la zona
minera. También se extendió una línea de Santiago a Valparaíso, y entre Talcahuano y Chillán.
A mediados de la década de 1870, Chile contaba con una red de ferrocarriles de cerca de 1,600
kilómetros, más de la mitad propiedad del estado.
El Estado también jugó un papel importante en el desarrollo de la telegrafía. En 1852 se instaló
un telégrafo entre Santiago y Valparaíso. Si bien pertenecía a una empresa privada, el gobierno
creó una red nacional como parte de un servicio postal, donde los sellos de correo fueron
introducidos en 1856. Alrededor de 1876, existían 48 oficinas de telégrafos del Estado, con una
red de 2,500 kilómetros. Santiago y Buenos Aires estaban unidos por un cable tendido a través
de los Andes y en 1874, cuando se tendió el cable submarino al Brasil, Chile quedó comunicado
en forma directa con el viejo mundo.
Respecto a la industria manufacturera local, esta siguió siendo predominantemente artesanal,
en comparación con las grandes industrias, las cuales todas utilizaban vapor, pagaban salarios
en dinero y empleaban más de 10 trabajadores. Algunas de estas grandes industrias fueron las
fundiciones de Guayacán y Lota, la refinería de azúcar de Viña del Mar, modernas lecherías,
fábricas de textiles, una plata papelera y talleres tipográficos mecanizados. Vale la pena
mencionar la Fundición Nacional, que fabricó productos como máquinas de vapor, bombas de
vapor, calderas, hélices, etc.
El ritmo de expansión se vio reflejado en las prácticas monetarias y comerciales. Las monedas
de oro, plata y cobre eran hasta entonces la única oferta de pago legal, no fueron suficientes
para satisfacer las demandas de un comercio creciente. Los empleadotes usaban a veces fichas
como monedas no oficiales.
La principal forma de crédito antes de la década de 1850 eran los prestamistas privados o las
casas comerciales en Valparaíso. A mediados de la década del 50 se crearon los primeros
bancos permanentes, como el Banco de Ossa y el Banco de Valparaíso.
La organización comercial también cambió. Aparecieron las primeras sociedades anónimas, las
cuales fueron las compañías de ferrocarriles.
En la década de 1870, la minería incluía un nuevo negocio: los yacimientos de salitre, de gran
demanda en Europa como fertilizante, la cual era explotada en la provincia peruana de
Tarapacá. El 25% de la producción salitrera era controlada por chilenos. Después se abrieron
nuevos yacimientos en el desierto de Atacama por los chilenos José Santos Ossa y Francisco
Puelma.
Otro importante exponente era el puerto de Valparaíso. Allí se instalaban varias casas de
importación y exportación. En este negocio, los extranjeros eran prominentes, con los ingleses
a la cabeza. De hecho, las relaciones británicas fueron fundamentales en Chile: entre un 30%
y un 60% de las exportaciones iban a Gran Bretaña y lo mismo con las importaciones hacia
Chile. El sistema de comercio con esta nación influyó con la economía de exportación nacional,
por el puro hecho de comerciar con esta nación.
Cambios en la sociedad
Los principales beneficiarios del progreso fue la clase alta y quienes estaban vinculados a la
expansión del comercio.
La clase alta estaba compuesta por los más ricos, ya sea por herencia, por haber hallado en el
comercio una fortuna o por haberla adquirido en la explotación de las minas.
Las familias más antiguas continuaban enorgulleciéndose de su linaje colonial, sin embargo, los
nuevos magnates de la minería o de la banca no tenían problemas para entrar en la alta
sociedad.
La mayoría de clase alta compartían valores comunes: un sentido de superioridad social, una
visión despectiva de las clases más bajas y un fuerte apego a la tenencia de la tierra.
Los ingresos a la clase alta demandaban un alto consumo. Había una demanda de artículos
lujosos importados, una gran cantidad de viajes al extranjero de donde traían nuevas modas e
ideas.
La diferencia de clases era inevitable. Sin embargo, se comenzó a desarrollar una clase
intermedia entre la alta y el pueblo, el cual era bastante misceláneo, resultado de esta expansión
económica. Correspondía a los propietarios de pequeños negocios y campos, funcionarios
gubernamentales, ingenieros extranjeros y oficiales militares de menor rango. La clase alta los
definía como “snobs” o “medio pelo”: No fraterniza con el pueblo, al que define como “rotos”
pero tampoco es aceptado por la alta sociedad.
En la ciudad, los artesanos, los maestros y los comerciantes formaron otro grupo social
denominado la clase obrera, los cuales no se sentían parte de los pobres trabajadores. Debido
a la importación que comenzó a tener el país, estos se vieron muy perjudicados, por lo que
comenzaron a formarse varias mutualidades, para dar mayor seguridad a artesanos y a los
maestros.
En el campo, existía una clara distinción entre los inquilinos de las haciendas, el campesinado
y los peones “flotantes”. A medida que se fue sucediendo el auge de la economía, el inquilinato
mismo se vio más presionado por el aumento en el trabajo de mano de obra. Esto no alteró la
forma de vida primitiva de los inquilinos.
Los peones rurales eran otra cuestión: eran los más afectados por las malas cosechas y las
hambrunas. Algunos seguían siendo vagabundos y sobrevivían del robo de ganado y otras
cosas. La falta de trabajo estable significaba que se veían obligados a deambular en busca de
subsistencia. Algunos se mudaron a la ciudad donde aumentaron la cantidad de “rotos” y otros
tuvieron suerte con la expansión minera. Allá, la tasa salarial era mejor que en la del campo.
Sin embargo, la disciplina era más dura, por lo que constantemente se producían espasmos de
violencia. A raíz del mal trato que recibían los mineros se produjo en Chañarcillo en 1865, la
primera huelga verdadera de la zona minera, la cual ganaron.
Con la construcción de caminos se abrieron puertas de trabajo para los peones a mediados de
la década de 1850. Henry Meiggs, empresario encargado de una serie de tramos en nuestro
país, quedó tan fascinado con el trabajo de los peones chilenos que los contrató para realizar
obras en Perú.
Extranjeros
Para mejorar la condición de los pobres y moralizar al pueblo se trajeron inmigrantes europeos.
En general, fueron cálidamente recibidos. Los británicos se establecieron en Valparaíso, donde
tenían su barrio preferido, el Cerro Alegre o Cerro del Pene erecto. Los norteamericanos
instalaron nuevos molinos harineros y trabajaron en la construcción de los ferrocarriles. El
gobierno contrató algunos extranjeros para realizar tareas científicas: el francés Claudio Gay
compiló la historia de Chile en 30 volúmenes y Amado Pissis, quien dibujó los mapas de la
República.
En la década de 1850, se produjo una pequeña inmigración alemana en las boscosas tierras
escasamente pobladas cercanas a Valdivia, al sur del territorio araucano. Los 3,000 alemanes
limpiaron los bosques, abrieron caminos y establecieron una micro-sociedad.
La ciudades y la cultura
El término “civilización” era utilizado solamente para referirse a las ciudades, en verdad
solamente a Santiago y Valparaíso, ya que las demás ciudades tuvieron un crecimientos mucho
más lento y no tenían vida cívica o atracciones arquitectónicas.
Valparaíso era el primer o único lugar que visitaban los extranjeros. Sin embargo, dejaba mucho
que desear. Si llovía fuerte, los cerros se iban abajo por el lodo, o el viento hacía cagar los
barcos del puerto. Pero a pesar de eso la ciudad progresaba. Un teatro decente, periódicos
todos los días, alumbrado a gas, un verdadero cuerpo de bomberos, tuvo Valparaíso primero
que Santiago. Debido a la influencia extranjera las calles comenzaron a tener un estilo británico.
Antes de 1850, la capital todavía tenía un aspecto esencialmente colonial. El cambio más notorio
lo produjo la fiebre de la construcción que comenzó cuando las familias ricas se construyeron
nuevas mansiones al estilo europeo, junto a nuevos edificios públicos como el Teatro Municipal
o el nuevo Congreso.
Benjamín Vicuña Mackenna hizo varios trabajos por mejorar Santiago: nuevas avenidas,
pavimentación de las calles, un parque público (Parque Cousiño) y la transformación del Cerro
Santa Lucía.
Estos cambios por remodelar la ciudad crearon un duro contraste entre el elegante sector
centras y las áreas más pobres en la periferia.
Este crecimiento produjo un deterioro de la salud pública. Las tasas de mortalidad eran muy
altas, sobretodo la mortalidad infantil. Las acequias de la ciudad eran alcantarillas abiertas. La
tuberculosis y la sífilis eran muy comunes. En la década de 1870 comenzó a difundirse el
concepto de higiene pública, pero el cuidado hospitalario de los pobres seguía siendo una
mierda.
La seguridad ciudadana era muy mal pagada, por lo que era de pésima calidad. Los ladrones
eran muy comunes, los asesinatos no. A mediados de la década de 1840, se construyó una
nueva penitenciaría para reemplazar las antiguas cajas con ruedas. Esta nueva prisión resultó
inadecuada, por lo que se aumentaron los prisioneros en la colonia penal de Magallanes.
Un rasgo importante fue el crecimiento de la prensa. El Mercurio de Valparaíso (fundado en
1827) era el decano de la prensa chilena, con su edición especial para Santiago y sus
suplementos “Del Vapor” para la costa hasta Panamá. Santiago tuvo que esperar hasta 1842
para tener su primer diario que duró hasta mediados de 1850. De ahí nacieron algunos
periódicos como El Ferrocarril, el Independiente y La República.
Durante el mandato de Manuel Montt, se aumentaron la cantidad de escuelas para bajar el nivel
de alfabetismo. La Ley Montt (1869) garantizaba la educación primaria gratuita (pero no
obligatoria). La educación secundaria fue expandida por la fundación de liceos estatales y a la
proliferación de colegios privados. La Universidad de San Felipe, de la colonia, fue reemplazada
por la nueva Universidad De Chile en 1843, de donde se sacó como modelo el Instituto de
Francia.
Un decreto de 1877 admitió a la mujeres cursar la educación profesional, y por ende, entrar a
la universidad.
En relación a logros culturales, cabe destacar la construcción de la Escuela de Bellas Artes
(1849) y el Conservatorio (1850).
Respecto a letras, el “movimiento de 1842” señala el comienzo de la literatura chilena. Destacan
de ahí los artículos de José Joaquín Vallejos y los poemas de Salvador Sanfuentes. La literatura
más destacada corresponde al novelista Alberto Blest Gana con su novela Martín Rivas (1862).
En relación a historiadores destacan Miguel Luis Amunategui, Benjamín Vicuña Mackenna y
Diego Barros Arana.
5. El impulso liberal. 1841-1876
Gobierno de Manuel Bulnes y resurgimiento del liberalismo
A mediados de siglo, una sangrienta batalla se libro entre los defensores del estilo autoritario y
los que tenían un enfoque más liberal. Los liberales tardaron cuarenta años, desde la muerte
de Portales, en desplazar totalmente como partido a los conservadores en el gobierno.
Durante el mandato de Bulnes, Manuel Montt asumió como ministro del interior, el cual era la
nueva esperanza de los conservadores.
En los meses previos a la reelección de Bulnes, algunos liberales (Entre ellos Pedro Félix
Vicuña) movilizaron fuerzas contra el gobierno, incluído el artesanado. Los desordenes fueron
suficientes para unir a la clase política junto a Bulnes en una Sociedad del Orden, creada para
realizar propaganda a favor del gobierno. Vicuña y sus aliados respondieron formando la
Sociedad Demócrata para sí mismos, y la Sociedad Caupolicán para los artesanos.
En marzo de 1846 el gobierno impuso un estado de sitio y arrestó a algunos liberales, incluído
Vicuña. Luego vinieron las elecciones y Bulnes fue reelegido sin oposición.
El congreso aprobó una ley de prensa muy severa. Ahora los liberales veían a Montt como un
gran adversario.
Bulnes designó a su primo Manuel Camilo Vial como sustituto de Montt. El hecho de acumular
cargos comenzó a crear hostilidades dentro del partido Conservador. Cuando se supo que la
lista de Vial para las elecciones parlamentarias de 1849 omitía a varios pelucones, la agitación
se volvió activa.
Bulnes decidió pedirle a Vial la renuncia. El Congreso recién elegido contaba con varias
personas que apoyaban a Vial, por lo que le agarraron mala a Bulnes. Dentro de la gente Vialista
comenzó a crearse una nueva oposición liberal, denominada Partido Progresista. El hombre del
momento para los progresistas era José Victorino Lastarria
La sociedad de la igualdad estaba decidida a ampliar la campaña contra el régimen
conservador. La sociedad rápidamente cerró las filas con la oposición, asumiendo una posición
realmente hostil contra Manuel Montt.
En abril de 1850, Bulnes designó a Antonio Varas como ministro del Interior. La designación fue
interpretada correctamente por la oposición como un endurecimiento de la posición del
gobierno.
A comienzos de noviembre los igualitarios locales de San Felipe tomaron la ciudad. El gobierno
declaró estado de sitio, arrestó y exilió a varios liberales (entre ellos Lastarria) y disolvió la
sociedad, que desapareció prácticamente sin ninguna protesta. Al parecer la oposición se
estaba desintegrando.
El rescate de los liberales provino del sur. En 1851, los ciudadanos de Concepción proclamaron
al general José María de la Cruz, su intendente, como candidato presidencial. Cruz era
conservador y primo de Bulnes.
Las elecciones, realizadas poco después, arrojaron una predecible mayoría para Montt, excepto
en el sur. Cuando Montt tomó el poder, La Serena también se alzó en rebelión. Al día lo
siguiente, lo mismo había ocurrido en Concepción a favor del general Cruz. A la rebelión de La
Serena, se les unieron los que venían escapando de Santiago, entre ellos José Miguel Carrera,
quien asumió el mando como intendente rebelde de Coquimbo.
A comienzos de noviembre, Bulnes avanzó el río Ñuble para detener a la oposición. El primero
encuentro, en Monte de Urra favoreció a Cruz. La batalla decisiva de esta campaña fue la de
Loncomilla. Cruz se rindió debido a la preocupación que tuvo a raíz del aumento de la actividad
guerrillera no oficial. El tratado de Purapel les permitió a los soldados rebeldes unirse al ejército
nacional sin que sus rangos se vieran afectados.
Por otro lado, las tropas bajo el mando de coronel Juan Vidaurre Leal y de Victorino Garrido
habían sitiado La Serena. La resistencia terminó a fin de año. Manuel Montt siguió al mando de
la república, sin cuestionamientos.
Gobierno de Manuel Montt y la Defección Conservadora
La administración de Montt comenzó destacando su interés por el progreso material. El
ferrocarril y el telégrafo fueron los principales instrumentos de modernización.
El auge comercial de su primer período hizo que la clase política olvidara sus recientes
desacuerdos. Pero lo más importante a destacar que durante este período se produjo la
repentina defección del partido conservador.
Desde 1830. el gobierno había considerado a la iglesia como un factor insignificante dentro de
la política. Una poderosa fracción del partido Conservador siempre ha estado fuertemente
vinculado a la iglesia. Por esto Montt designó como miembro de su gabinete al devoto Fernando
Lazcano. El intento de este último por imponer un régimen exclusivamente clerical en el Instituto
Nacional provocó un motín entre los estudiantes. Ahí ya se había producido la primera fisura en
el partido.
En un juicio sobre el despido de un joven sacristán, dos canónigos de la catedral de Santiago
apelaron a la Corte Suprema, esta ratificó la apelación. Rafael Valentín Valdivieso, obispo de la
capital se opuso al fallo y fue amenazado con el destierro. Montt se mantuvo firme de parte de
la Corte. El pueblo se puso ciegamente de parte del clero. Un grupo de liberales comenzaron a
tramar un coup de main. Rápidamente se llegó a un acuerdo; el obispo y los canónigos se
retractaron, pero el daño ya estaba hecho. Este episodio fue conocido como “La cuestión del
sacristán”.
Por otra parte, al elegir a los funcionarios públicos, Montt y Varas estaban más interesados en
el pedigree de la clase alta que en sus méritos, lo que molestó a las familias peluconas.
En 1857, el Senado insistió en aprobar una ley de amnistía, la cual fue neutralizada por Montt.
Los pelucones disidentes se alinearon con los liberales, luego que las cuestión del sacristán fue
la gota que rebalsó el vaso.
La alianza liberal-conservadora trató de demorar la aprobación del presupuesto, para obligar
así a Montt a cambiar su gabinete. El presidente encontró que eso era una ilegitima manera de
utilizar poder por lo que pensó en renunciar.
Ese mismo año, se anunció la creación de un nuevo Partido Nacional para apoyar al gobierno
en las próximas elecciones. Por otro lado, los liberales y los conservadores que habían
desertado no se habían aglutinado en torno a una alianza formal. Por eso, se reunieron todos
en enero de 1858. Los conservadores iban liderados por Joaquín Tocornal y los liberales
representados por Federico Errázuriz, Domingo Santa María y Ángel Custodio Gallo. La nueva
alianza, bautizada como Fusión Liberal Conservadora. Fue despreciada por los seguidores de
Montt como artificial e inestable.
La fusión afirmaba que representaba la “opinión”. Los nacionales conservaron una parte de la
clase alta y atrajeron el apoyo de los nuevos magnates de la minería y el comercio. La fusión
por su lado ganó a lo menos 15 puestos en la nueva Cámara.
Algunos asuntos delicados fueron sacados a la luz por un grupo de jóvenes liberales en torno a
una gaceta liberal: la “Asamblea Constituyente. El 12 de diciembre llamaron a una la cual fue
disuelta por soldados. EL gobierno declaró estado de sitio y cerró varios periódicos.
El ejército siguió siendo leal a Montt. El comité revolucionario de la Fusión tuvo que improvisar
fuerzas propias. Estas no tuvieron mucho éxito. Trataron de tomarse ciudades del Norte como
La Serena o Copiapó pero fracasaron por lo que muchos huyeron a Argentina. Luego de esta
batalla, muchos prisioneros fueron mandados al exilio.
A comienzos de 1860, Jerónimo Urmeneta renunció al ministerio del Interior. Montt le pidió a
Avenida Antonio Varas que asumiera el poder, pero los ministros no podían preparar su propia
candidatura presidencial. Por eso Varas no aceptó el cargo. Luego de esto Montt se dio cuenta
que no podía mantener la tradición autoritaria por más tiempo. En este marco, el Partido
Nacional optó por llevar a la presidencia a José Joaquín Pérez. Este fue elegido sin oposición y
con la abstención de la Fusión.
Gobierno de José Joaquín Pérez
Pérez introdujo una Ley de amnistía global. Los exiliados comenzaron a volver poco a poco al
país. Designó a un gabinete cuyos miembros pertenecían en su mayoría a la fusión, como a
Manuel Antonio Tocornal al ministerio del Interior.
A esta altura, los nacionales desplazados (llamados monttvaristas) ya no estaban solos en la
oposición. El ala radical del liberalismo rechazó por completo la alianza liberal-conservadora. A
estos liberales, llamados ahora radicales emitieron opiniones liberales-demócratas luego
aumentadas por un anticlericalismo. Esto último se debía al estrecho vínculo que tenían con la
masonería.
Tras el triunfo de la fusión, el curso de la política se vio interrumpido por una crisis internacional.
En 1864, una escuadra naval española tomó las islas Chincha, en la costa peruana. Aunque
chile se declaró neutral en el conflicto, a los buques de guerra españoles se les negó el derecho
a cargar carbón en los puertos nacionales. El almirante español José Manuel Pareja exigió más
explicaciones por parte de Chile. Ante este ultimátum Chile le declaró la guerra a España en 25
de septiembre de 1865.
Chile rápidamente encontró aliados (Perú, Bolivia, Ecuador). España ninguno. Su escuadra era
más fuerte que la cagona de la chilena, pero no suficientemente fuerte para mantener un
bloqueo eficiente. El 26 de noviembre, la corveta chilena Esmeralda captura al cañonero
español Covadonga. La humillación fue tan grande para Pareja que se suicidó. En la batalla de
Abato, una pequeña flotilla chileno-peruana derrotó 2 fragatas españolas. Se picaron y
bombardearon Valparaíso que estaba desprotegido. Esto marcó el final de la mini guerra.
Perú y España firmaron un tratado de paz en París en 1879. España con Chile lo hicieron el
Lima en 1883.
Gobierno de Federico Errázuriz y la “política nueva”
La cercanía de Errázuriz a los conservadores le ayudó a conseguir el cargo. No estuvo
destinado a disfrutar de su apoyo por mucho tiempo, ya que las contradicciones internas de la
Fusión se estaban haciendo patentes. Lo que dividió a la fusión fue la libertad de instrucción en
los numerosos colegios del país, muchos de los cuales eran privados. Esto fue un reprobación
para los liberales, los nacionales y los radicales, quienes querían que todos los exámenes
siguieran bajo la supervisión de el Instituto Nacional y La Universidad De Chile. El decreto de la
libertad de exámenes provocó la tensión inmediata entre los conservadores y los liberales. Los
desordenes estudiantiles y el despido del rector del Instituto Nacional, Diego Barros Arana
provocaron la renuncia del Ministro de Educación Abdón Cifuentes en 1873 junto con la retirada
de los conservadores de la fusión, y por ende, su desintegración.
Por otro lado, ahora que los conservadores se encontraban en la oposición, pusieron gran
interés en la reforma constitucional. El Congreso de 1873-1876 aprobó una serie de enmiendas,
como la elección directa del Senado, el derecho de asociación, la modificación de los poderes
de emergencia y la introducción de incompatibilidades limitadas. Para muchos, la reforma
electoral era aún más importante. Se quería principalmente terminar con las elecciones
arregladas entre otras cosas turbias. En 1874 se proclamó una nueva ley electoral que hizo que
la única condición para votar fuera saber leer y escribir.
Mientras se discutía el tema electoral, Errázuriz organizaba una nueva coalición de gobierno.
Tenía la confianza de los liberales pero necesitaba encontrar otro aliados. Es por esto que se
reunión secretamente con el radical Manuel Antonio Matta. Se formó una nueva alianza liberal-
radical con la designación de José Antonio Pico el Apellido como ministro de Relaciones
Exteriores. El sería el primer radical en ingresar al gabinete.
La idea de que la Constitución de 1833 era parlamentaria más que presidencial iba ganando
cada vez más terreno. La práctica parlamentaria reflejaba una tendencia creciente. La cantidad
de asientos en competencia para las elecciones era cada vez mayor y debido a esto el poder
ejecutivo tuvo que recurrir a formas más amplias de fraude, intimidación y violencia.
Esta vez la mayoría recayó en Aníbal Pinto, quien fue nombrado presidente el 18 de septiembre
de 1876.
6. La crisis y la guerra. 1876-1883
La crisis económica
Durante los primeros meses del gobierno de Pinto, el precio mundial del cobre cayó en un 20%
y las exportaciones en un 16%. Las tierras de cultivo sufrieron meses de sequía y luego
torrenciales lluvias que barrió con los caminos, líneas ferroviarias y destruyó ganado y
plantaciones.
Alrededor de 300,000 trabajadores quedaron en paro, el ritmo de los negocios disminuyó y el
precio de los alimentos subió.
Los chilenos dejaron de comprar artículos importados, aumentó el déficit comercial y por
consiguiente, hubo que exportar dinero en cantidades récord. Los desastrosos efectos
combinados de una economía de exportación asolada, una recesión comercial y la fuga de
capitales debilitaron las instituciones financieras: los bancos se quedaron sin fondos para cubrir
los depósitos.
El congreso aprobó una medida que obligaba a los ciudadanos a aceptar los billetes emitidos
por los bancos privados como pago por las deudas. Esta ley salvó a los bancos, pero no ayudó
al gobierno. La baja en exportaciones y en las importaciones redujo los ingresos del estado.
Pinto impuso un aumento del 10% a los impuestos de las importaciones. También redujo el
presupuesto del país, disminuyendo la cantidad de funcionarios públicos, varando buques de la
armada y desmantelando unidades del ejército y la Guardia Nacional.
Los desempleados inundaron las ciudades en busca de trabajo. Los asaltos se convertían en
algo habitual. Una crisis social incipiente, incluso se hablaba de una posible rebelión.
La reacción inicial del congreso fueron medidas tales como azotar a los ladrones, fomentar las
industrias manufactureras para generar empleos, reduciendo así las tensiones sociales.
También aprobó un código arancelario revisado. Los productos y artículos importados
suntuarios que competían con los productos nacionales pagarían un impuesto del 35% mientras
que los instrumentos para el desarrollo de la economía sólo pagarían un 15%. Después se tomó
una medida mas revolucionaria: La Herencia, un impuesto a los regalos y a las propiedades, los
cuales cayeron sobre los más ricos.
Desde entonces, el Estado comenzó a intervenir más para proteger las industrias locales y
gravar con impuestos a los más acaudalados.
La crisis internacional
La crisis internacional surgió por problemas con naciones vecinas como con Bolivia, donde hubo
conflictos fronterizos. Esta recorría el desierto de Atacama, donde como no les era de interés
para ninguno de los dos países nunca delimitaron bien sus límites. Pero una vez que
descubrieron plata, guano y salitre comenzaron a peleárselo. La frontera quedó fijada en los 24º
de latitud sur. Chile no exigió desierto, a cambio de eso, Bolivia prometió no subir los impuestos
de la compañía de salitres y el ferrocarril de Antofagasta.
Por otro lado, en 1870, el gobierno argentino exigió que Chile reconociera su soberanía sobre
el estrecho de Magallanes y la Patagonia, en donde los chilenos habían estado filtrándose.
Presionaron al gobierno para que rechazara las demandas argentinas. Pinto le dijo a Diego
Barros Arana que negociara el acuerdo, pero cuando el violó las instrucciones acordando ceder
la Patagonia y el control parcial del estrecho, estallaron en Santiago una serie de desórdenes
callejeros.
En diciembre de 1878, ambos países firmaron el tratado de Fierro-Sarratea. Este posponía la
discusión sobre la soberanía para más adelante.
Volviendo al tema del salitre, los accionistas de la Compañía del Salitre sobornaron a algunos
diarios para que exigieran al gobierno que cumpliera con las obligaciones del tratado. Los
políticos de oposición le dijeron a Pinto que no sea maraco y que no se rindiera, por lo que en
febrero de 1879, El presidente dio instrucciones al ejército de capturar tanto Antofagasta como
el territorio cedido a Bolivia. Dos semanas después, Bolivia declaró la guerra.
Pinto conocía de la alianza Perú-Bolivia, y de hecho Perú se declaró mediador en este conflicto.
Igual Chile necesitaba asegurar la neutralidad de Perú, por lo que le ofreció concesiones
económicas para que no se metiera. Después de todo esto Perú dijo que iba a mantener el
tratado de 1873 con Bolivia, por lo que Chile le declaró la guerra a ambos países.
Chile estaba mal, después de todo el recorte de presupuesto tenía un ejército muy chanta, la
armada no tenía recursos para costear una guerra. Para que triunfara, necesitaba el control del
mar, y dar la pelea ahí, para así evitar que ataquen la propia tierra. Las perspectivas no eran
prometedoras.
La Guerra del Pacífico
La armada decidió a los acorazados peruanos el Huáscar y la Independencia, que estaban
anclados en el puerto de El Callao, dejando en Iquique a dos barcos de madera, La Esmeralda
y la Covadonga a cargo de bloquear el puerto.
La expedición fue un fracaso. Los buques peruanos ya habían zarpado cuando llegó la escuadra
chilena, de hecho habían atacado el puerto de Iquique y hundieron la Esmeralda en el primer
combate naval memorable de Chile, donde el capitán Arturo Prat murió en un intento
desesperado por abordar el Huascar. Después la Independencia se picó y partió en la mitad al
Covadonga.
Los peruanos aterrorizaron los puertos del norte, mientras otro buque, la Unión amenazaba las
líneas de abastecimiento del Estrecho de Magallanes. En octubre, la flota chilena capturó al
Huascar en Punta Angamos.
En noviembre de 1879, las tropas chilenas desembarcaron en Piragua (provincia peruana de
Tarapacá), donde el contraataque de los aliados aplastó la expedición chilena. Esto hizo que
retrocedieran hasta Arica.
Otra expedición se situó en el cerro San Francisco antes de que el enemigo atacara. El uso de
artillería le dio el triunfo a los chilenos. Los soldados bolivianos huyeron al altiplano y los
peruanos a Tarapacá. Los chilenos avanzaron hacia Tarapacá pero tuvieron que retroceder de
inmediato. A pesar de la victoria, Perú abandonó Tarapacá y eso permitió a los chilenos ocupar
Iquique y las tierras saliteras.
La tercera campaña nortina fue en febrero de 1880, donde Chile desembarcó sus soldados en
Ilo para capturar Tacna. Sin contraataque peruano fue muy fácil y avanzaron tierra adentro. Se
capturó Moquegua y se derrotó a los peruanos en la batalla de Los Ángeles. Llegaron a Campo
de Alianza donde estaban concentradas las fuerzas peruanas, y a pesar de que los chilenos
ganaron, hubo muchas bajas. El ejército siguió rumbo a Arica y capturó el Morro, en uno de los
asaltos más rápidos y heroicos de la guerra.
La batalla de Tacna tuvo tantas bajas que la población chilena de emputeció. A su vez
comenzaron las presiones para que se atacara Lima, pero ya no quedaban suministros para
otra campaña. Se buscó ayuda de civiles y se encontraron suministros para atacar. Primero
rompieron las posiciones peruanas de Chorrillos, después en Miraflores y luego de que el
ejército peruano huyera, entraron a Lima.
La caída de Lima no puso fin a la guerra. Chile exigió la cesión de Tarapacá, Arica y Tacna y
Perú propuso una revancha de guerra. La cosa es que los chilenos no podían salir sin un tratado
de paz, pero tampoco podían aceptar la paz sin que se cumplieran sus demandas.
A comienzos de 1882, el gobierno mandó una nueva expedición al altiplano peruano. Debido a
falta de provisiones esta fracasó, y las tropas de retiraron a la costa. Los peruanos los
alcanzaron en la batalla de Concepción donde aniquilaron a todos los chilenos.
Ahí ya dijeron ¡no más!, por lo que el gobierno peruano aceptó entregar Tarapacá pero no
Tacna. Chile le dijo que le cediera la ocupación de Tacna y Arica por 10 años. Al final, se firmó
el tratado de paz de Ancón con Bolivia, donde se le otorgaba a Chile el derecho de ocupación
temporal del litoral boliviano.
Tercera Parte: La era del salitre
Tras la victoria en la guerra del Pacífico se produjo en Chile, gracias a la guerra Civil de 1891,
el triunfo de las ideas “parlamentarias” sobre el presidencialismo. Pero esta llamada República
Parlamentaria no logro solucionar los nuevos dilemas sociales del período. El desarrollo
impulsado por las exportaciones, mientras tanto, se vio frenado por el auge del salitre sintético
tras la Primera Guerra Mundial y por la Depresión de 1929.
Gobiernos
Domingo Santa María
José Manuel Balmaceda
1891 Junta
Almirante Jorge Montt
Federico Errázuriz
Germán Riesco
Pedro Montt
Ramón Barros Luco
Juan Luis Sanfuentes
Arturo Alessandri
Juntas Militares
Emiliano Figueroa Larraín
General Carlos Ibáñez
Juan Esteban Montero
Gobiernos breves (rep. Socialista)
1932-1938 Arturo Alessandri
7. El período Parlamentario. 1882-1920
Gobierno de Domingo Santa María
Además de negociar el fin de la guerra del Pacífico, el presidente Santa María también tuvo que
lidiar con un poder legislativo cada vez más hostil. Los miembros del Congreso estaban
entusiasmados con las ideas parlamentarias: disminución del poder ejecutivo, control
parlamentario de los ministerios
Agricultura, industria manufacturera, minería cuprífera.
Los años posteriores a la guerra civil de 1891 y la década de 2º fueron años florecientes para la
agricultura. El país desarrolló una economía de pastoreo, especialmente con el ganado ovino
en el sur. También los agricultores crearon empresas que producían leche y subproductos para
las ciudades en expansión. En otros aspectos en cambio el ímpetu de la agricultura se trabó,
como en los cereales y en las cosechas de trigo.
Los años malos se sucedían con bastante frecuencia y el país se vió obligado a importar
alimentos.
Si bien la agricultura sigue idéntica a sí mismo, la manufactura no ya que a ésta le iba
bastante bien. Esta industria se expandió en parte para satisfacer la demanda de una
creciente población urbana y de la zona del salitre.
Pero esta expansión fue desigual; los industriales producían más de la mitad de los
alimentos procesados del país, pero satisfacían menos de la mitad de la demanda de
zapatos, bebidas, productos químicos y textiles.
La primera Guerra Mundial tuvo un efecto fortalecedor en la industria manufacturera
chilena, pues los fabricantes locales tenían poca competencia extranjera a la cual
temerle.
La minería del cobre corrió una suerte claramente irregular durante el período parlamentario. A
mediados de la década de 1880, la mayoría de los yacimientos de cobre más ricos se habían
agotado y los capitalistas chilenos prefirieron invertir su dinero en la nueva industria del salitre.
De esta manera la producción del cobre bajó notablemente.
La salvación para el cobre pareció gracias al norteamericano William Braden quien trajo a la
industria del cobre la tecnología que había preoperado en Estados Unidos. Las nuevas minas
de cobre dependían de la tecnología moderna más que de la mano de obra y las compañías
norteamericanas tuvieron gran éxito.
Salitre
El comercio del salitre fue el verdadero motor de la economía chilena durante el período
parlamentario. Fue un regalo caído del cielo para la economía chilena y tales regalos muy
fácilmente resultan mal administrados.
Se ha estimado que en 1924 las salitreras habían generado alrededor de 6.900 millones de
pesos oro, alrededor de un tercio de los cuales llegaron a las arcas del gobierno. El crecimiento
del comercio del salitre era espectacular.
Todos querían excavar salitre. El trabajo en la pampa salitrera era arduo y peligroso, cargando
sacos pesados y abriéndose camino entre explosiones y desechos. Mucha gente se fue desde
distintos lugares hacia las salitreras ya que estaba bien remunerado en relación a otros trabajos.
En 1914 sin embargo la industria del salitre parecía menos estable que antes. Los clientes
europeos comenzaron a usar fertilizantes alternativos pero la mayor amenaza fue la que surgió
en 1913 cuando en Alemania una planta procesadora comenzó a producir toneladas de salitre
sintético.
La política monetaria
El salitre, la política monetaria y la inflación se vieron conectados cada vez más íntimamente en
las décadas siguientes. El salitre y la inflación, de hecho, podrían describirse con propiedad
como los verdaderos leitmotivs de la República Parlamentaria.
Aparece el peso papel y muchos quieren volver al patrón oro. Luego de muchas indecisiones,
el patrón oro muere y ya pocos lo lamentaron. El retorno del papel moneda puso a disposición
el capital, protegió la industria y elevó los precios de las mercancías. Las tasas de interés
bajaron; la industria manufacturera se expandió; el alza de los precios del salitre, el cobre y el
trigo trajo una renovada prosperidad.
La tentación de seguir imprimiendo moneda papel fue irresistible. Durante 1905-1906 el volumen
de papel moneda aumentó de 55 a 80 millones de pesos.
Población, inmigración, cambio social
Se estima que alrededor de 1918 había 3.900.000 chilenos. Esta cifra puede ser muy subjetiva
ya que mucha gente no inscribía a sus hijos al nacer en el Registro Civil. La cantidad de
nacimientos ilegítimos siguió aumentando significativamente. La iglesia tachaba de “bastardos”
a todos los niños nacidos en matrimonios civiles.
La población nunca aumentó con la suficiente rapidez como para satisfacer la demanda de
mano de obra. Por esto y en un esfuerzo por impulsar la inmigración el Gobierno creó en 1988
la Agencia General de Colonización. No llegaron muchos inmigrantes y la mayoría se quedó en
la franja de la media sociedad. Pero es importante no poner tanto énfasis en el auge de la clase
media ya que la clase alta con la clase baja se separaron de una manera notable.
La vida de la clase alta que siempre había sido buena, se hizo mucho mejor. Se iban de viaje y
compraban casas de verano como locos, mientras que la máxima aspiración de la clase baja
rural era sobrevivir.
Vida Urbana
En 1907, alrededor del 40% de todos los chilenos vivián en comunidades de más de 2.000
personas. La población de Santiago ese año alcanzó las 332.000 personas. Dado que la
población urbana crecía en forma desigual el extremo sur y la zona minera del norte crecieron
más rápido q otras áreas del país. Una vez q el auge del salitre acabó la pampa del norte perdió
mucha población que se fue al valle central. En este período, la vida urbana era más estimulante
que la de campo, pero también era más peligrosa. Las urbes y las ciudades provinciales
carecían de sistemas apropiados de agua potable y alcantarillado. El primer baño (completo,
con tina y cañerías para el agua caliente) apareció en Santiago sólo en 1900.
Las condiciones de vida de los pobres en las ciudades eran terribles. Hacinándolos en grupos
de hasta ocho personas en un solo cuarto, los conventillos se habían convertido en fétidas
incubadoras de enfermedades y sus habitantes morían de tuberculosis, enfermedades
respiratorias o asfixias.
Las enfermedades contagiosas abundaban; La viruela, la difteria, la tos convulsiva, la meningitis
y las paperas diezmaban a los habitantes de las ciudades. Lo mismo ocurría con las epidemias.
De esta forma entre 1909 y 1914 más de 100.000 chilenos perecieron por enfermedades.
No obstante la enfermedad no era la única amenaza. Los crímenes aún abundaban. En 1902
un periódico informó que Chile tenía la tasa más alta de homicidios del mundo. Las cárceles ya
no daban abasto.
Pero la vida urbana igual presentaba atractivos, como por ejemplo las óperas.
Aparecen la tecnología moderna. Entre 1914 y 1918 el uso del teléfono aumentó
considerablemente. El automóvil hizo su aparicion en 1900 y en 1906 ya había 6 en Santiago.
El aeroplano llegó en 1920 y fue utilizado por los militares.
El Ejército y la Educación
Se contrataron instructores alemanes en 1885 para modernizar el Ejército chileno. De cierta
manera, por ende, la influencia alemana en el ejército chileno fue notoria, no solo en el
armamento y en los uniformes, sino q también en la música.
Para algunos de los reclutas, claramente el servicio militar era una bendición ya que por lo
menos proporcionaba a sus conscriptos educación básica y entrenamiento militar, cosa q no
todos tenían.
El ejército tardó mucho tiempo en desarrollar sus servicios técnicos y administrativos.
La suerte de la educación fue significativamente mejor que la del Ejército en el mismo período.
Aquí también la influencia de Alemania fue notable, como fuente de profesores principalmente.
En 1918, había unos 336.000 estudiantes primarios. En 1920, alrededor del 50% de la población
estaba alfabetizada. Los intentos por hacer que la educación fuera obligatoria fracasaron.
Cultura 1880-1920
Alrededor de 1900 la mayor alfabetización junto con la expansión de la educación y el nuevo
papel predominante del periodismo como profesión, afectaron a la actividad cultural. En efecto,
se ha dicho que con el cambio de siglo surgió un nuevo tipo social, el intelectual.
Las últimas décadas del siglo fueron testigo del gran florecimiento de los historiadores nacidos
bajo la égida del gran Andrés Bello. El académico más sobresaliente de este período fue José
Toribio Medina.
De cualquier forma el “criollismo” quizá sea la tendencia cultural más fácilmente identificable
desde comienzos de siglo.
La poesía brilló gracias a Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
También la tendencia criollista se vio bien reflejada en la pintura con pintores como Pedro Lira
y Juan Francisco González.
Otro signo del nuevo interés en lo criollo y en lo local fue el esfuerzo que se llevo a cabo en
esos años por investigar la poesía folclórica y las tradiciones populares en general.
Consolidación del régimen Parlamentario
El retorno al gobierno constitucional tras la guerra civil de 1891 fue rápido. El Almirante Jorge
Montt ganó la presidencia sin oposición en Octubre de 1891. Los partidos se convirtieron en
verdaderos árbitros sobre quién debia estar en el gabinete. La “sagrada unión” entre liberales y
conservadores, forjada durante la guerra civil y con la cual comenzó la presidencia de Montt,
pronto se acabó. En lo que respecta a los derrotados balmacedistas, su retorno a la vida política
no tardó.
A medida que el mandato del almirante Montt llegaba a su fin, la competencia entre los partidos
Radical, Liberal Demócrata y una parte del Liberal se hizo más intensa.
La elección de 1896 fue una dura pugna, con asomos de violencia y soborno. Se creó un tribunal
de honor para establecer la validez de los votos electorales: éste le dio el triunfo a Errázuriz que
fue debidamente ratificada por el Congreso.
La presidencia de Errázuriz simplemente confirmó la forma y el fondo del sistema político que
se estaba desarrollando. Las actitudes anticlericales y antirreligiosas se fueron extendiendo
cada vez más en la clase alta.
Esta continuación de la “guerra religiosa” de Santa María significó una serie de problemas en
una infinidad de temas, la mayoría mas bien triviales. Los radicales siguieron presionando por
la separación de la Iglesia y el Estado.
En la década de 1910 los políticos que incurrían en grandes gastos fueron apodados
Dreadnoughts (acorazados de combate) en honor a unos nuevos buques de la marina.
Si bien el soborno electoral era una costumbre parlamentaria, también lo era la “corrupción
burocrática”: los partidos exigían su cuota de cargos en la creciente administración pública.
Federico Errázuriz murió en julio de 1901 antes de finalizar su mandato. La convención de la
Alianza de 1901 que debía asignar al próximo candidato eligió a German Riesco quien le ganó
fácilmente al candidato de la coalición, Pedro Montt.
El censo de 1992 registró a 48.477 aymaras, de los cuales sólo 2.397 residen en sus territorios
originarios, ubicados en las provincia de Parinacota-Putre y General Lagos. En la precordillera de
Iquique existen tres comunidades aymara que viven en la zona desde hace 1.000 años.
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Kolla
Los kollas actuales hablan además del castellano, el aymara y el quechua, idioma de los
incas. Basan su sustento en la ganadería y en menor medida en la agricultura y la
minería. En los meses de abril y mayo se aparea el ganado de ovejas y cabras. En verano se
dedican a la producción de quesos, cuando las hembras están paridas. Durante la primavera se
trasquilan los animales. Y en invierno, cuando las actividades agrícolas y pastoriles son escasas,
se hila y se teje.
Los kollas, al igual que los aymara, por provenir de los mismos ancestros, veneran a la
Pachamama, Madre Tierra, generadora de vida y que sabe cuándo, cómo y por qué deben
suceder las cosas. Sus sacerdotes son llamados yatiri y son elegidos a través de los sueño. Ellos
curan enfermedades y dirigen las rogativas y ceremonias, que tienen lugar de preferencia en los
cerros y en los lugares de mayor altura.
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Rapa Nui
Rapa Nui es el nombre originario de la Isla de Pascua, lugar
mundialmente conocido por los colosales moais, gigantes de piedra
volcánica construidos por los ancestros de este pueblo. Estas
misteriosas esculturas miden en promedio 4 metros de altura, a
excepción del moai Paro, que alcanza los 10 m. Se dejaron de
construir debido a crisis internas originadas por disputas de poder y
escasez de alimentos en la isla.
Esta isla triangular tiene volcanes situados en sus tres puntas, el
Rano Kau, el Maunga Terevaka y el Poike.
A pesar de las variaciones que sufrieron las ceremonias y creencias ancestrales de este pueblo,
los conceptos de Mana y Tapu han persistido hasta nuestros días.
El Mana es la magia o poder sobrenatural y está en manos de los espíritus y sólo de algunos
iniciados. Cualquier objeto puede contagiarse con esta magia, sobre todo las personas que viven
con hombres poderosos.
En la llamada fase expansiva se produjo una inusual devoción religiosa, relacionada con el culto a
los ancestros. En tal período se llevó a cabo la construcción de unos 300 altares ceremoniales y
cerca de 600 moais: el poder de los sacerdotes y de la nobleza se encontraba en su plenitud.
Luego sobrevino la crisis política y la hambruna; a esta etapa se le llamó fase decadente. Las
peticiones de los Rapa Nui a los dioses, entonces estaban ligadas a la adquisición de alimentos. El
culto al dios Make Make, relacionado con la fertilidad, surge en este período.
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Mapuche
Los mapuche o “gente de la tierra” fueron quienes opusieron una
mayor resistencia a la dominación europea en América. Contribuyó
a esto la ausencia de una autoridad central, ya que los jefes o
lonkos estaban dispersos en el territorio. Asimismo, aunque las
comunidades eran autónomas entre sí, respondían como
nación a la defensa de su territorio. Sus luchas contra los
españoles fueron inmortalizadas en “La Araucana”, el famoso libro
de Alonso de Ercilla. Actualmente constituyen uno de los pueblos
originarios más numerosos, con una población cercana al medio
millón de individuos.
Atacameños
Kawéskar
Diaguita
Casi nada queda hoy día de las tradiciones y la cultura diaguita, ya que fue rápidamente
absorbida por la sociedad criolla hispana. Sun integrantes eran agricultores y diestros
alfareros, y vivieron entre los siglos VIII y XV d.C. También se dedicaban a la ganadería
y al comercio con los pueblos vecinos. Cultivaban el maíz, la teca, los porotos y la
calabaza. Domesticaron la llama y el guanaco, animales que les fueron muy útiles en el
transporte y la carga para comerciar. Probablemente llegaron desde el otro lado de la cordillera
para establecerse en los hermosos valles del Norte Chico en Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y
Choapa. Su arte cerámico es muy conocido, destacándose por una bonita decoración de líneas
rectas, en zigzag y con triángulos adosados a una línea. Generalmente escogían el blanco, rojo y
negro para decorar sus cerámicas.
Patria Vieja
Los hechos ocurridos en 1808 en la Península Ibérica con la ocupación de los franceses
y las abdicaciones del rey Fernando VII en Napoleón alteraron la tranquilidad en Chile.
En esta antigua capitanía general, luego transformada en dos intendencias por
las reformas borbónicas, no ocurrieron grandes hechos que predijeran un alzamiento
popular de ningún tipo, pero las influencias que llegaban de Europa en forma de logias
masónicas y de idearios liberales no tardarían en empezar a caldear el ambiente y en
provocar movimientos revolucionarios.
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Bernardo O’Higgins
Todos estos hechos llevaron al virrey del Perú José Abascal a enviar en 1813 una
expedición a Concepción al mando de Antonio Pareja contra el ejército de Carrera, que
fue hecho prisionero muy pronto y sustituido por Bernardo de O’Higgins que tomó el
mando en noviembre de 1813. Pareja fue sustituido por Gabino Gaínza que intentó
atacar directamente Santiago pero fue frenado por O’Higgins que lo interceptó en su
camino y le obligó a retirarse. El virrey del Perú ofreció la paz a los secesionistas a
cambio de que enviasen representantes a las Cortes de Cádiz y que dejasen retornar a
Perú las tropas enviadas. También se comprometió a no intervenir en Chile. Se llegó a
un acuerdo conocido como el Tratado de Lircay pero el restablecimiento de la
Monarquía Absoluta en 1814 dio al traste con todo. Fernando VII anuló todos los
documentos creados y emitidos por las cortes liberales de Cádiz. Los chilenos, tras
estos enfrentamientos, se mostraron más propensos a la independencia y en sus
distintas tendencias se unieron para hacer frente a una nuevo ejército enviado desde
el Perú y comandado por Mariano Osorio. Los independentistas fueron derrotados en
el hecho conocido como el Desastre de Rancagua provocando la huída del gobierno y
sus juntistas a Argentina para evitar la represión que se dio en Santiago e iniciando el
período de Reconquista.
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de-chile.jpeg
Independencia de Chile
Reformas estructurales
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Al comenzar la década del sesenta sectores intelectuales y políticos manifestaron que la
salida al estancamiento de la economía nacional era la implementación de profundas
reformas estructurales en la sociedad chilena. Estas ideas tenían como base los
planteamientos estructuralistas de la CEPAL, que destacados economistas chilenos
habían utilizado para realizar un diagnóstico sobre las causas y soluciones al
subdesarrollo de Chile, destacando entre ellas la reforma agraria, un nuevo impulso a la
industrialización, la nacionalización del cobre y el incremento de la participación social y
política de los población chilena. Estas ideas fueron parte del programa y gestión de
gobierno del Presidente democratacristiano Eduardo Frei Montalva, entre 1965 y 1970, las
cuales son analizadas con detenimiento en el clásico estudio del economista Sergio
Molina: El proceso de cambio en Chile: la experiencia 1965-1970.
Inquilinos
Libro
La recuperación de la Democracia
Antecedentes
Crisis económica 1982
En 1982 comenzó la mayor crisis económica nacional desde 1930. Chile, al depender
excesivamente del mercado externo, se vio fuertemente afectado por la recesión mundial de 1980.
El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó en un 14,3%, el desempleo alcanzó al 23,7%, mientras
que el gobierno decidió devaluar el peso en un 18%, intervenir más de cinco bancos y licitar
empresas estatales como Chilectra y la Compañía de Teléfonos.
El complejo escenario económico y el malestar de trabajadores, estudiantes y opositores llevó a
que al año siguiente, se instalaran las protestas nacionales y se fortaleciera el movimiento sindical,
motivando una violenta represión.
Para entender mejor el análisis de esta crisis debemos conocer el contexto en la que ocurre, Chile
se encontraba inmerso en el período militar, éste trataba de bajar la alta inflación con varias
medidas una de ellas tipo de cambio nominal fijo adoptado a mediados de 1979, uno de los
objetivos fue fomentar creación del mercado intermediador llegando a existir 45 bancos y 15
financieras en 1981, pero no existía ni el elemento humano ni tecnológico adecuado para velar por
el correcto uso de los recursos financieros। Ocasionando que en el período 1976 al 1981 el crédito
al sector privado creciera en más de 600% con el consiguiente problema de sobreendeudamiento
Las tasas de interés eran tan altas que afectaron a la solvencia de las empresas, las cuales no
pudieron pagar sus deudas, empujando a los bancos comerciales a la quiebra, pero estos
siguieron otorgando préstamos. En noviembre de 1981, el gobierno tuvo que tomar la decisión de
intervenir 8 Instituciones Financieras, de las cuales las más importantes eran el Banco Español-
Chile y el Banco de Talca. Enero de 1982 el gobierno administraba temporalmente 1 financiera y 7
bancos, dos de los cuales eran los bancos más grandes del país y sostenían alianzas con los dos
grupos industriales más poderosos, que controlaban el 45% de los préstamos totales y el 41% de
los depósitos totales en Chile. A mediados de junio, debió tomar la decisión de devaluar el peso
ante el dólar, lo que primero fue un salto a $47, se transformó en agosto en una libre flotación que
llevó al dólar a más de $80.
El Gobierno debió tomar medidas que fueran en ayuda de la liquidez y solvencia de los bancos,
que derivó en una compra de cartera riesgosa que se cambió primeramente por una letra girada y
aceptada por el Banco Central de Chile. Esta medida cosmética no tardó en convertirse en compra
de verdad con dinero। Estas compras iban acompañadas de un pacto de retrocompra a 10 años
plazo. Esta operación daría origen más adelante a la llamada obligación subordinada de los
bancos hacia al Banco Central de Chile.
Mientras, el desempleo y su secuela de descontento social seguían creciendo. En 1983 la cesantía
alcanzó la cifra oficial de un 26,4%, pero en la realidad llegó al 31,1% si se incluía a quienes
estaban en los programas de emergencia. Estos se volvieron todo un símbolo de la recesión: el
Plan de Empleo Mínimo (PEM), creado en 1974, fue revitalizado para dar cabida a un creciente
número de desempleados. Sin embargo, el aumento del volumen hizo crear una nueva iniciativa: el
Programa de Empleo para Jefes de Hogar (POJH), asignado por los municipios a los jefes de
familia. Los sueldos eran bajos y el tipo de labores, de muy baja eficiencia, estaban relacionados
con aseo, ornato, pintura y construcciones ligeras. En mayo de 1983, el PEM tenía alrededor de
500 mil personas empleadas, y el POJH a 132 mil personas.
Se configuró así el escenario para las jornadas de protesta social, que por momentos alcanzaron
altos niveles de violencia, en particular por parte de jóvenes que, cerradas las posibilidades de
acceder al mundo del trabajo, se veían sumidos en la marginalidad.
Agravándose cada vez más el impacto político de la crisis, Pinochet decidió reorganizar sus
equipos, dejando fuera a los Chicago boys, para dar paso a un gabinete cívico-militar en que
políticos más tradicionales y con experiencia asumirían un rol protagónico. El más emblemático,
Sergio Onofre Jarpa, ex líder del Partido Nacional y nuevo ministro del Interior, acompañado por
Modesto Collados en Economía, mientras que en Hacienda asumía Luis Escobar Cerda, un crítico
de las políticas neoliberales
Tras la primera fase de las movilizaciones populares de 1983 y 1984, y debido al establecimiento
del Estado de Sitio de octubre de 1984 que provocó una fase de tensa calma social, el Cardenal
Francisco Fresno, en el interés de la Iglesia de propiciar la Reconciliación Nacional, encabezó
conversaciones con líderes de la oposición y personeros del régimen, que se mostraron abiertos a
la posibilidad de un diálogo entre ambos sectores. Este diálogo, se llevó a cabo a través de
distintas reuniones que se desarrollaron durante 1985, en las que se plantearon las posturas y
diferencias de cada uno de los sectores involucrados.
Las distintas reuniones culminaron el 22 de julio de 1985 en una asamblea final de acuerdos, a la
que asistieron como representantes de los distintos sectores Fernando Léniz (ex ministro de
Economía del Régimen, uno de los líderes del Plan de Ajuste de 1975), José Zabala (vinculado a la
Iglesia) y Sergio Molina (ex ministro de Hacienda de Frei), quienes redactaron la versión fi nal de
los acuerdos entre todos los sectores.
La Iglesia publicó el Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia, el que fue fi
rmado entre otros por dirigentes de los siguientes partidos:
la Unión Nacional (Andrés Allamand, Francisco Bulnes, Fernando Maturana); el Partido Liberal
(Hugo Zepeda, Armando Jaramillo y Gastón Ureta), el Partido Nacional (Pedro Correa, Patricio
Phillips), el Partido Demócrata Cristiano (Gabriel Valdés y Patricio Aylwin), la Social Democracia
(René Abeliuk y Mario Scharpe), el Partido Radical (Enrique Silva C. y Luis Luengo), la Unión
Socialista Popular (Ramón Silva), el Partido Socialista (Carlos Briones y Darío Pavez), y la
Izquierda
Cristiana (Luis Maira y Sergio Aguiló).
Por tanto, del Acuerdo se restaron todos los partidos del Movimiento Democrático Popular que
difería, como hemos visto, en los métodos para alcanzar una democracia plena.
El Acuerdo tuvo nulo impacto inmediato en la voluntad del régimen de renegociar su itinerario
político institucional. Entonces, por la vía de los hechos, se transformó en una declaración de
buenas intenciones, con nulo valor y efectividad política.
Pese a ello, con el correr del tiempo, y una vez lograda la recuperación de la democracia, fue
revalorizado y sirvió de base para lo que más tarde se denominaría la “Democracia de los
consensos”. Además, en lo inmediato permitió un encuentro entre los principales líderes de las
posiciones más moderadas, tanto del régimen como de la oposición, en el sentido de construir
confianzas políticas mutuas, para futuras iniciativas de interés común.
El fracaso político del Acuerdo Nacional reactivó la táctica de la presión de masas por parte de la
oposición.
Desde mediados de 1985, esta comenzó a organizar paros nacionales, al mismo tiempo que
comenzaron a surgir instancias y plataformas orientadas a generar espacios de unidad entre las
fuerzas opositoras.
De entre todos los sectores de la oposición surgió una común pretensión de forzar al Régimen a
renunciar mediante la movilización de masas, aunque algunos sectores opositores se conformaban
con que las protestas lo forzaran a negociar.
En este contexto de altas expectativas políticas, el Partido Comunista levantó la tesis de que 1986
podía ser el año decisivo, y mandó a todos sus militantes a organizar mítines, grupos y
movimientos destinados a aplicar su táctica de rebelión popular de masas (RPM) en un cambio
profundo de sus lineamientos, ya que tradicionalmente había sido un partido institucional, y desde
1983, había optado por la vía insurreccional y armada. El MIR hacía otro tanto, desarrollando su
táctica de levantamientos locales, considerando el alto grado de organización que existía en
distintos movimientos poblacionales tanto de la capital como de provincias.
La Alianza Democrática comenzó a articular instancias de coordinación superior del movimiento
popular que culminaron en distintas instancias de presión, tales como Intransigencia Democrática
(agrupación de personalidades), el Frente Cívico (inspirado por el Partido Socialista), y finalmente,
ya en 1986, la Asamblea de la Civilidad, integrada por dirigentes sindicales y sociales, de distinta
orientación ideológica y política.
La programación de actividades para 1986 incluía una cronología de luchas ascendentes que
culminaría el 2 y 3 de julio, en la que se pretendía forzar al régimen a reconocer su crisis de
legitimidad, y a aceptar negociar con la oposición. Pese a que el plan se llevó a cabo y que las
jornadas del 2 y 3 resultaron un éxito organizativo, no alcanzaron el objetivo político esperado. Al
Régimen no le tembló la mano, y respondió a todos estos “actos de insubordinación” con una
fuerte represión, la cual, sumada al fracaso en el logro de los objetivos, comenzó a hacer mella en
la oposición, la que se dividió entre si se continuaba en la senda de las protestas o se buscaban
otras formas de negociación con el régimen. Mientras se estaba dando esta discusión en las fi las
de la oposición, el 7 de septiembre de 1986 ocurrió el atentado al general Pinochet, llevado a cabo
por militantes del FPMR, en la cuesta Achupallas (en el sector del Cajón del Maipo), del cual este
resultó ileso. Como consecuencia del fracaso de ambos procesos (movilizaciones sociales y
atentado), la oposición se dividió. La Alianza Democrática separó aguas del MDP, y en el interior
de este se produjeron fuertes discusiones acerca de las tácticas de presión al Régimen.
Según el articulado transitorio de la Constitución, tras los ocho años de gobierno de transición de
Augusto Pinochet debía celebrarse un plebiscito de continuidad, convocado por el gobierno en el
que la Junta de Gobierno presentaría al país un único candidato. Según ese itinerario, y en caso de
ganar el plebiscito, ese candidato único debía asumir la Jefatura de la nación, el 11 de marzo de
1989.
La fecha del plebiscito estaba estipulada desde 1985, con ocasión del establecimiento de la ley del
Tribunal Calificador de Elecciones: se realizaría a fines de septiembre o inicios de octubre de 1988.
La oposición buscó torpedear esta seguridad del régimen de cumplir con sus plazos institucionales,
para lo cual se realizaron las protestas de 1986, y se creó un Comité para elecciones libres.
Por su parte, el Régimen Militar, y en particular, el general Pinochet, comenzó a desarrollar ya
durante 1986, una campaña que buscaba reposicionar la fi gura de este como candidato natural
para proyectarse más allá de 1989. En el gobierno se buscaba hacer coincidir los trabajos
legislativos de la Junta, con las campañas de publicidad del régimen con miras a cumplir el
itinerario institucional con éxito, y sin dejar nada al azar.
La débil respuesta a las protestas de 1986, el fallido atentado al general Pinochet, la división de la
oposición tras estos fracasos, y pese a todo ello, los signos de recuperación económica,
robustecieron la moral y férrea voluntad del régimen de llevar a cabo su itinerario institucional.
Imagen 13.
Entre los aspectos más conflictivos de su gobierno destaca la radicalización del conflicto mapuche
en la región de la Araucanía y las normas medioambientales ampliamente permisivas para las
empresas transnacionales.
Imagen 15.
La superación de la pobreza ha sido un tema prioritario de la agenda social durante los últimos 20
años a lo largo de los gobiernos de la Concertación. Desde el retorno a la democracia, en que los
niveles de pobreza se situaban en torno al 40% se ha planteado como objetivo central de los
gobiernos de turno la reducción sistemática de la pobreza y la extrema pobreza o indigencia.
Luego de una reducción significativa de los indicadores de pobreza durante los noventa, el
diagnóstico de principios de los 2000 es que la indigencia se ha mostrado más difícil de reducir que
la pobreza en general. En efecto, mientras la tasa de pobreza se situaba en 1998 en 22%, la tasa
de indigencia llegaba a 6%. Es así como surge el programa Puente y luego el programa Chile
Solidario. Hacia finales de los 2000 se observa una continuación en la reducción de la pobreza,
pero con una velocidad ciertamente menor a lo deseado. La tasa de pobreza a 2009 se situaba en
15% y la tasa de indigencia en 4%, mostrando un estancamiento desde 2006.
Durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, se instauró de manera profunda una serie de
políticas sociales de carácter asistencialista que apuntaban justamente a continuar con la
reducción de la pobreza extrema. El gobierno del Presidente Piñera se encontró entonces con una
estrategia de superación de la pobreza de largo plazo que no ha sido mayoritariamente discutida.
Por el contrario, desde su inicio el gobierno del Presidente Piñera ha planteado profundizar el
carácter asistencialista de la política social en cuestión y el mejoramiento de ciertos aspectos
considerados como deficitarios.
1. Nación y Estado
2. Las primeras aproximaciones del Estado
3. Clasificación del Estado
4. Los poderes del Estado
El Estado cumple sus objetivos de ordenación jurídica y satisfacción de las necesidades públicas
a través de la labor que desarrollan los tres poderes en que se encuentra dividido: ejecutivo,
legislativo y judicial.
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En Chile, para ser elegido Presidente de la República se requiere haber nacido en territorio
nacional, tener 40 años de edad cumplidos y poseer condiciones de ciudadano con derecho a
sufragio.
El Poder Legislativo es el encargado de la elaboración de las leyes que rigen la Nación. Actúa a
través del Parlamento o Congreso Nacional, que en Chile se encuentra compuesto por dos
cámaras: la Cámara de Diputados y el Senado. En nuestro país los miembros tanto de la Cámara
de Diputados como del Senado son elegidos a través de las elecciones por los ciudadanos que
tienen derecho a voto.
En una democracia, el Poder Judicial tal como ocurre con los poderes Legislativo y Judicial, está
dotado de autonomía e independencia. Tiene como misión esencial administrar justicia,
estableciendo lo que es justo para cada caso en particular que le toca conocer y fallar, dentro
del ámbito de su competencia y de acuerdo a los preceptos legales vigentes.
El máximo tribunal en nuestro país que representa al Poder Judicial es la Corte Suprema.
Así como en Chile el poder legislativo está en manos del Congreso, en Inglaterra lo ejerce el
Parlamento formado por la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores.
Montesquieu y Rousseau
Las ideas de Charles Montesquieu (1689-1755) y Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) en Francia,
son fundamentales a la hora de analizar los poderes que rigen el Estado. Montesquieu hizo una
dura crítica a todo intento por mantener la totalidad del poder en manos de una institución o una
sola persona. De esta manera, dio formas precisas a la teoría del gobierno democrático, con la
separación de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, como mecanismo de control
recíproco entre los mismos, acabando con la concentración del poder en una misma persona y
los consecuentes abusos que históricamente había producido el poder del monarca.
Por su parte, Rousseau en su obra El contrato socialpostuló que el gobierno debía ser producto de
un contrato aceptado libremente por los ciudadanos, y que la soberanía no habría de ser
ejercida por un monarca sino que por los propios ciudadanos. De esta forma, la sociedad se
hallaría regida por las leyes emanadas de la voluntad general.
1. La economía chilena
2. La economía en Chile
3. ¿Cómo funciona la economía en Chile?
4. Los mercados bursátil y financiero
5. El comercio exterior
6. Los impuestos
7. Las empresas, agente generador de empleo
8. El Estado en la economía y el bien común
Los que rigen las economías mundiales en la actualidad emergieron de la Revolución Industrial, y
el criterio central para clasificarlos ha sido el papel del mercado y del Estado en la toma de
decisiones. Es así como se reconocen los siguientes: economía de mercado, ligada al desarrollo
del capitalismo; economía centralmente planificada, propia del socialismo, y una economía
mixta que incluye aspectos de los dos modelos anteriores.
Este sistema consiguió, en los países donde fue implantado, un aumento global de la riqueza
hasta entonces desconocido, pero provocó dos tipos de crisis de grandes repercusiones. Por un
lado se produjo una superproducción de bienes, al no ser posible coordinar la oferta y la
demanda de mercancías; y por otro, se generó un problema social, al quedar los trabajadores
indefensos ante las duras condiciones de trabajo impuestas por los patronos en los primeros
tiempos de la Revolución Industrial.
En el primer tercio del siglo XX, el capitalismo fue sometido a una gran revisión, debido a que las
presiones sindicales en favor de una legislación protectora del trabajador obligaron a la
intervención del Estado. Asimismo, la crisis económica que se produjo en todo el mundo en 1929
puso en duda uno de los principios básicos del capitalismo liberal, referido a la capacidad de
restablecimiento espontáneo del equilibrio del sistema en caso de crisis.
A finales del siglo XX, la expresión de este sistema ha sido el capitalismo financiero,
caracterizado por la concentración monopolista de capitales y de grandes multinacionales.
El principal ideólogo del liberalismo económico fue el inglés.
Adam Smith, autor de La riqueza de las naciones. Este autor sostenía que ningún gobernante
podía tener más capacidad para organizar la economía que la que tiene el mercado y que el
Estado solo entorpecía esta tarea.
Karl Marx, cuyas obras más conocidas son Manifiesto Comunista y El Capital. La atención de
Marx se centró en la agudización de las desigualdades, que repercutían significativamente en la
vida de los trabajadores. De esta manera, él imaginó un sistema económico que permitiera
eliminar los defectos del capitalismo liberal. Desde la perspectiva del socialismo, la desigualdad
se soluciona con una propiedad colectiva de los medios de producción que beneficia a todos los
miembros de la sociedad. Es por tanto el Estado quien debe controlar casi todo el aparato
productivo de un país.
La economía mixta refleja la tendencia mundial por la que han optado las naciones, en el sentido
de compartir las tareas entre el Estado y el mercado. Esta situación se relaciona con la
valorización del mercado como mecanismo eficiente en el equilibrio entre la oferta y la demanda,
que permite a las personas acceder a una gran cantidad de bienes y servicios mediante un precio
regulado por su capacidad de compra. Sin embargo, el Estado -en este sistema se conoce como
Estado de bienestar- ejecuta tareas privativas, como son asegurar servicios esenciales a la
población, como la salud, la educación, la previsión social, y todo lo referente a la acción de
control del sistema económico que resguarde el bien común y asegure una distribución de la
riqueza más equitativa.
El modelo neoliberal
En la economía social de mercado el Estado no es el propietario de los medios de producción,
sino que estos quedan en manos de los privados. La base teórica de esta tendencia fue un texto
conocido como El ladrillo, en el cual los economistas que habían estudiado en la Universidad de
Chicago, Estados Unidos, como Álvaro Bardón, Pablo Barahona y Sergio de Castro (los llamados
“Chicago Boys”), luego de analizar la situación del país, proponían este modelo económico.
Por otra parte, aumentaron los gastos en defensa, sueldos y beneficios de las Fuerzas Armadas y
servicios secretos. Una ley determinó que se iba a destinar el 10 por ciento de las utilidades
anuales, producto de las exportaciones de cobre, a la compra de armas.
Tambalea el modelo
En 1982, el gobierno del general Pinochet se encontraba en serios problemas económicos. La
deuda ascendía a 16.000 millones de dólares. Esta situación, atribuida por el régimen militar a
una recesión o crisis mundial, fue agravada por el exceso de libertad económica y la mantención
del dólar fijo, que favorecía a los importadores, pero no a los exportadores. Para enfrentar la
crisis, se terminó con la fijación del dólar, lo que afectó a todos quienes tenían deudas en esa
moneda, pues estas aumentaron fuertemente. Alrededor de 450 empresas quebraron y el
desempleo llegó al 30 por ciento, aproximadamente. El Estado tuvo que intervenir en 1983,
absorbiendo las deudas de algunas empresas, pero sobre todo de varios bancos importantes
quebrados. Fuera de este difícil momento, los últimos años del régimen militar dejaron una
economía sólida y con proyecciones de desarrollo. Se produjo la diversificación de la economía
al exportar productos diferentes a los tradicionales y competitivos en el mercado internacional.
Además, se reforzó la modernización del Estado, privatizando no solo empresas estatales, sino
que también los servicios sociales, de la salud y de la educación.
El presupuesto nacional
Al igual como con una familia o empresa, el Estado también necesita contar con un presupuesto
anual con el que ejecutar sus actividades. En este presupuesto se establecen los ingresos fiscales
y el gasto público que debe destinarse a las tareas prioritarias del país.