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Éxodo 15:1-27

15. Cántico Triunfal de Moisés.


E l paso del mar colocaba a Israel fuera de las fronteras de Egipto,
aunque no fuera de las tierras de su influencia; pero la destrucción del
ejército egipcio ponía el sello a la liberación israelita. Ningún suceso
más merecedor de esta manifestación de alegría para el pueblo y de
hacerlo pasar a la historia con un cántico inspirado. En el libro de los
Jueces, Débora celebra la victoria de Israel sobre los cananeos l. El
cántico de Moisés, conservado en la Sagrada Escritura, sirve para
renovar a través de los siglos las victorias que Dios había concedido a
los suyos.
En la forma actual del cántico se advierten detalles y alusiones
que arguyen una composición posterior al mismo Moisés; v.gr., la
mención de Edom, de Moab, de los filisteos, con quienes, andando el
tiempo, los israelitas tendrán muchos encuentros, pero que en tiempos
del éxodo no les serían conocidos a los hebreos. Se habla, además, del
monte de la heredad de Yahvé, en el cual las manos de Yahvé
fundaron su santuario, el templo de Jerusalén. Todo esto arguye que el
cántico, en su forma actual, es posterior a Moisés. Algo semejante
hemos visto en la bendición de Jacob a sus hijos. De todos modos, en
su primera parte (v.1-11) hay signos de arcaísmo, y bien puede ser obra
del gran libertador israelita. Así, se citan como arcaísmos las
designaciones de Yahvé como un guerrero (v-3) y su comparación con
los dioses (v.11)2.

Primera Parte: la Victoria Sobre los Egipcios (1-11).

1Entonces cantaron Moisés y los hijos de Israel a Yahvé este


canto diciendo:
Cantaré a Yahvé, que se ha mostrado sobre modo glorioso; El
arrojó al mar el caballo y el caballero.
2Yahvé es mi fortaleza y el objeto de mi canto; El fue mi
salvador,
El es mi Dios, y yo le alabaré;
es el Dios de mi padre, yo le exaltaré.
3Yahvé es un fuerte guerrero, Yahvé es su nombre.
4Precipitó en el mar los carros del faraón y su ejército; la flor de
sus capitanes se la tragó el mar Rojo.
5Cubriéronlos los abismos,
y cayeron al fondo como una piedra.
6Tu diestra, ¡oh Yahvé!, engrandecida por la fortaleza; tu diestra,
¡oh Yahvé!, detrozó al enemigo.
7En la plenitud de tu poderío derribaste a los adversarios; diste
rienda suelta a tu furor, y los devoró como paja.
8Al soplo de tu ira amontonáronse las aguas, se pararon las
corrientes olas, como un dique; cuajáronse los abismos en el
fondo del mar.
9Díjose el enemigo: “Los perseguiré, los alcanzaré; me repartiré
sus despojos, hartaráse mi alma. Desenvainaré mi espada, y los
despojará mi mano.”
10Enviaste tu soplo, y los cubrió el mar;
se hundieron como plomo en las poderosas aguas.
11¿Quién como tú, ¡oh Yahvé!, entre los dioses? ¿Quién como
tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas,
obrador de prodigios?

El poeta canta la gloria y poder de Yahvé, que se ha mostrado


venciendo a los poderosos egipcios y anegando al caballo y al caballero
(v.1)3. Se le llama enfáticamente fuerte guerrero, o mejor lit. “hombre de
guerra” (v.3). El texto samaritano considera quizá la palabra
irrespetuosa para Dios, y traduce: “poderoso en el combate.” Los LXX:
“el Señor que rompe las guerras.” El nombre de Yahvé en boca del
poeta es el símbolo del poder y el desafío a los enemigos, como el
“¡Santiago y cierra España!” de nuestros caballeros de la Edad Media:
¡Yahvé es su nombre! Ningún Dios egipcio puede medirse con El, como
queda demostrado en la terrible derrota de los egipcios, que han caído
al fondo como una piedra (v.5). Su furor es como un fuego devorador
que devora a sus enemigos como paja (v.7). Es un símil corriente en la
literatura profética4. Después el poeta describe las ansias de venganza
y de botín de los enemigos que desean caer sobre el indefenso Israel
(v.9). Pero de nada les sirvió su fuerza: se hundieron como plomo en las
poderosas aguas (v.10). Ante ese milagro insólito, el poeta proclama la
grandeza y poder de su Dios frente a la inanidad de los ídolos egipcios:
¿Quién como tú, magnifico en santidad...? (v.11). La santidad de Dios
era lo específico y característico de la divinidad según los hebreos, lo
que le aislaba y situaba en una atmósfera inaccesible a la criatura. Era
una noción algo similar a la nuestra de trascendencia. El poeta, pues,
proclama el carácter único de su Dios, que con un soplo anegó a los
ejércitos del faraón. Es el soberano del mundo, obrador de prodigios.

Los Pueblos Gentiles, Atemorizados ante las Hazañas de Yahvé


(12-21).
12Tendiste tu diestra, y se los tragó la tierra. 13En tu
misericordia tú acaudillaste al pueblo que redimiste, y por tu
poderío lo condujiste a tu santa morada. 14Supiéronlo los
pueblos, y temblaron; el terror se apoderó de los filisteos. 15Los
príncipes de Edom se estremecieron, se apoderó la angustia de
los fuertes de Moab. Todos los habitantes de Canaán perdieron
su valor. 16Cayeron sobre ellos el espanto y la angustia. Por la
fuerza de tu brazo se quedaron inmóviles como una hasta que tu
pueblo, ¡oh Yahvé!, pasó; piedra, hasta que pasó el pueblo que
redimiste. 17Tú le introdujiste y le plantaste en el monte de tu
heredad, ¡oh Yahvé!; en el santuario, ¡oh Yahvé!, que fundaron
tus manos. 18Yahvé reinará por siempre jamás. 19Entraron en el
mar los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros, y echó
Yahvé sobre ellos las aguas del mar. Mas los hijos de Israel
pasaron por en medio del mar a pie enjuto. 20María la profetisa,
hermana de Aarón, tomó en sus manos un tímpano, y todas las
mujeres seguían en pos de ella con tímpanos y en coros, 21y
María les respondía: “Cantad a Yahvé, que ha hecho
resplandecer su gloria, precipitando en el mar el caballo y el
caballero.”

En esta segunda parte se habla del eco que han tenido entre las gentes
los prodigios de Yahvé en favor de su pueblo. Es un canto lírico-épico
de redacción posterior en su forma actual, que procura continuar la
composición poética anterior, si bien reflejando hechos posteriores.
El v.12 parece aludir al hecho narrado en Num_16:30.32: Coré,
Datan y Abirón fueron tragados por la tierra en castigo de su rebelión.
Con ello quedaba acreditada la autoridad de Moisés, como lo había sido
en el paso del mar Rojo contra los egipcios. Yahvé condujo a su pueblo
a la santa morada (v.13), la tierra santa, propiedad de Yahvé, o bien su
mismo santuario en Jerusalén. Yahvé había sacado a los israelitas no
sólo para librarlos de la servidumbre, sino sobre todo para darles la
tierra prometida a los patriarcas5. En su peregrinación hacia la tierra
prometida, Yahvé desplegó su poder sobrehumano, sembrando el pavor
en todas las poblaciones con las que Israel iba entrando en contacto:
Supiéronlo los pueblos, y temblaron; ... filisteos, principes de Edom...,
fuertes de Moab, habitantes de Canaán perdieron su valor (v.14-15). De
este modo se puede decir que Yahvé “ha comprado” a su pueblo a
precio de portentos y maravillas. Son todos motivos para agradecerle
por parte de los beneficiados, los israelitas: Tú le introdujiste y le
plantaste en el monte de tu heredad (v.17), Jerusalén, centro 'de la
teocracia, donde Yahvé moraba en su santuario como en los cielos. Allí
permanecerá para siempre como Rey de su pueblo (v.18).
El v.19 es considerado como glosa redaccional para recordar la
ocasión del cántico. Por su falta de ritmo no encaja en la composición
lírica del contexto.
Las mujeres solían recibir a los vencedores con cánticos y danzas,
como aún ocurre en las tribus del desierto6. Así, María, hermana de
Moisés y Aarón, les sale al paso y se asocia al cántico general. Se la
llama hermana de Aarón, sin mencionar a Moisés, porque aquél era
mayor en edad, y quizá porque se iba a aliar con Aarón contra Moisés 7.
Se la llama profetisa quizá por ser hermana de Moisés, pero sobre todo
porque aparece también como portavoz de Yahvé8. El nombre de María
puede ser egipcio, como el de Moisés. Quizá haya que relacionarlo con
el meri egipcio, que significa amado, que entra en la formación de
nombres teóforos. Unido al nombre de Yahvé (Yam: Yaw), tendríamos el
nombre teóforo: Meri-Yam (Miryam) : “amada de Yahvé.”9 San
Jerónimo, leyendo Mar-yam, traduce stella maris. Probablemente haya
que leer stilla en vez de stella, ya que mar significa “gota de agua.”10

Las Aguas de Mara (22-27).


22Mandó Moisés que los hijos de Israel se partieran del mar
Rojo. Avanzaron hacia el desierto del sur y marcharon por él tres
días, sin hallar agua. 23Llegaron a Mara, pero no pudieron beber
el agua de Mará, por ser amarga; por eso se dio a este lugar el
nombre de Mará. 24El pueblo murmuraba contra Moisés: “¿Qué
vamos a beber?” 25Moisés clamó a Yahvé, que le indicó un
madero que él echó en el agua, y ésta se endulzó. Allí dio al
pueblo leyes y le puso a prueba. 26Les dijo: “Si escuchas a
Yahvé, tu Dios; si obras lo que es recto a sus ojos, si das oído a
sus mandatos y guardas todas sus leyes, no traeré sobre ti
ninguna de las plagas con que afligí a Egipto, porque yo soy
Yahvé, tu salvador.” 27Llegaron a Elim, donde había doce
fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Israel sale de Egipto después de haber vencido la resistencia del


faraón, gracias al poder que Dios había depositado en las manos de
Moisés. Con diversas imágenes, se nos dijo después que Dios
caminaba a la cabeza del pueblo (en forma de “nube” o como “ángel”).
Todo esto debía contribuir a enraizar en el corazón de Israel la fe en
Dios y en Moisés. Como en los comienzos del Evangelio, abundaban
las gracias carismáticas, con que el Espíritu daba testimonio de Jesús,
según dice el mismo Salvador11, lo mismo a los comienzos de la
historia de Israel, cuando Dios se disponía a ligarse mediante un pacto
con el pueblo israelita, abundaban los prodigios acomodados a la
condición del pueblo y a sus necesidades. Bien dice San Gregorio que,
cuando se planta un árbol, es preciso regarle con frecuencia; pero el
riego cesa a medida que el árbol se va enraizando en la tierra.
Estos milagros ofrecen una dificultad cuando se los compara con
los evangélicos, y la dificultad está en la forma de su narración, según
hemos visto en el paso del mar Rojo. Los doctores posteriores de Israel
los han hecho materia de sus meditaciones y objeto de exégesis
haggádica, que a veces ha sido consignada en la Sagrada Escritura.
Todo esto es necesario tomarlo en cuenta, primero para ver la razón de
la abundancia de los prodigios que leemos en el Pentateuco; luego para
entender las dificultades de su exégesis y el valor que puedan tener los
pasajes paralelos posteriores. A esto hay que unir la parte imaginativa
que haya podido haber en la idealización de los mismos hechos
prodigiosos, teniendo en cuenta que han sido cantados por la épica
popular.
La primera etapa en pleno desierto es la de Mara, llamada así por
sus aguas salobres y amargas -filtraciones del mar —, endulzadas
taumatúrgicamente por Moisés. Subsisten todavía, y llevan el nombre
de Moisés: 'Ayun Musa (“fuentes de Moisés”)12.
En el v.26 encontramos una invitación al cumplimiento de los
preceptos de Yahvé, sin que éstos se especifiquen. Probablemente son
una serie de mandatos provisionales para dirigir la vida religiosa y
campamental de los fugitivos antes de la legislación del Sinaí. Hemos
de suponer que Moisés, al encontrarse con su pueblo en el desierto,
tuvo que lanzarse a una obra inmediata de organización, dirigida
siempre por ciertos preceptos religiosos recibidos de la época patriarcal
o impuestos ahora por la autoridad del libertador, que obraba y legislaba
como lugarteniente de su Dios. Estaban recientes las plagas de Egipto,
y era fácil amenazarlos con los flagelos que habían sufrido los subditos
del faraón. De hecho, por entonces el poder taumatúrgico de Moisés era
la gran base de su prestigio político-religioso 13.
La segunda estación es Elim, donde había doce fuentes y setenta
palmeras (v.27), generalmente identificado con el oasis de Wady
Garandel, lugar frecuentado por las caravanas que se cruzaban, camino
de Egipto, en la ruta costera del mar Rojo 14.

1 Jue 0:5. — 2 Cf. Lagrange, Le cantique de Moïse aprés le


passage de la mer Rouge: RB (1899) p.540. — 3 En realidad, los
egipcios no tenían caballería montada, y el texto hebreo dice
literalmente “al caballo y a su conductor,” aludiendo al conductor
del carro guerrero. — 4 Cf. Isa_5:24; Isa_47:14; Joe_2:3;
Abd_1:18; Mal_3:19. — 5 Cf. Sal_78:54. — 6 Cf. Jue_11:34;
1Re_18:6-7. — 7 Cf. Num_12:1. — 8 Cf. Num_12:2. — 9 Es la
opinión de Zorell, entre otros. — 10 Otros prefieren ver una raíz
heb.: marah (ser rebelde) o mara' (ser gorda). Cf. O.
bar-denhewer, Der Name María (1895): “Biblische Studien,” citado
por A. Clamer, o.c., p.152. — 11 Cf. Jua_15:26. — 12 Cf. Bourdon,
La route de l'Exode: RB (1932) p.54Q. Sobre otras identificaciones
véase Abel, o.c., I 434. — 13 Algunos autores ven en el v.2ó una
adición del deuteronomista. No obstante, la alusión a las “plagas”
y el título dado a Yahvé de “sanador” (después de haber purificado
las aguas de Mará) parecen reflejar la mentalidad del desierto. —
14 Ehim puede ser un plural de elah (encina, terebinto),
relacionado por la tradición popular con el nombre El de Dios.
Véase Abel, o.c., II 210.

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