Fobia especifica:
Es la más común, es una ansiedad asociada con un objeto o situación específica, este se evita,
anticipa con temor o se vive con ansiedad extrema llegando a interferir con las rutinas y
actividades normales.
En el DSM IV, la fobia específica se define como un temor acusado y persistente que es
desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos. El
individuo debe reconocer que el miedo es excesivo o poco razonable, tiene que estar asociado
con un malestar subjetivo o un deterioro funcional y normalmente se acompaña por una
inmediata respuesta de ansiedad y la evitación del objeto o situación temidos.
Tipo animal - pueden incluir temores hacia cualquier animal, aunque los animales más
temidos incluyen a las serpientes, las arañas, los insectos, los gatos, los ratones y los pájaros.
Las fobias a los animales tienen su inicio normalmente en la infancia y la edad de aparición
suele ser más temprana que en los otros tipos de fobia.
Tipo ambiente natural - incluyen miedos a las tormentas, al agua y a las alturas.
Tipo sangre/inyecciones/sufrir daño - incluyen los miedos a ver sangre, recibir inyecciones,
observar o sufrir procedimientos quirúrgicos y otras situaciones medicas similares. Suelen
comenzar en la infancia o principio de la adolescencia y son más frecuentes en mujeres,
aunque las diferencias debidas al sexo son menos acusadas que en las fobias a los animales.
Tipo situacional - incluyen fobias específicas a situaciones que temen a menudo los individuos
con agorafobia. Ejemplos típicos incluyen lugares cerrados, conducir, ascensores y aviones. Las
fobias situacionales suelen tener una edad media de aparición en la década de los veinte.
Otros tipos. – son las fobias que no se clasifican fácilmente utilizando los cuatro principales
tipos de fobia específica. Ejemplos de fobias incluidas en la sección de «otros tipos» incluyen
los temores de asfixiarse, vomitar y a los globos, aunque cualquier fobia que no se clasifique
fácilmente como uno de los otros cuatro tipos se incluiría en esta categoría. En general, la
fobia específica es el diagnóstico más frecuente de los trastornos por ansiedad y se encuentra
entre los de mayor prevalencia de todos los trastornos psicológicos.
Numerosos estudios han mostrado que los tratamientos basados en la exposición son eficaces
para reducir temores específicos. Específicamente, se ha encontrado que la exposición es
eficaz para la fobia a la sangre
En muchos casos, la forma en que se lleve a cabo la exposición puede tener impacto sobre su
eficacia. Los tratamientos basados en la exposición pueden variar en numerosas dimensiones,
incluyendo el grado de implicación del terapeuta, la duración de la exposición, la inclusión de
estrategias adicionales de tratamiento (por ejemplo reestructuración cognitiva, relajación), la
intensidad de la exposición, la frecuencia de las sesiones, el número de las mismas, las señales
estimulares a las que se expone al individuo y el grado en el que se afronta la situación en la
vida real versus en la imaginación.
C. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional. Nota: En los niños este
reconocimiento puede faltar.
F. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe haber sido de 6 meses como
mínimo. G. La ansiedad, las crisis de angustia o los comportamientos de evitación fóbica
asociados a objetos o situaciones específicos no pueden explicarse mejor por la presencia de
otro trastorno mental, por ejemplo, un trastorno obsesivo-compulsivo (p. ej., miedo a la
suciedad en un individuo con ideas obsesivas de contaminación), trastorno por estrés
postraumático (p. ej., evitación de estímulos relacionados con un acontecimiento altamente
estresante), trastorno de ansiedad por separación (p. ej., evitación de ir a la escuela), fobia
social (p. ej., evitación de situaciones sociales por miedo a que resulten embarazosas),
trastorno de angustia con agorafobia, o agorafobia sin historia de trastorno de angustia
Agorafobia:
Se define como un temor a los espacios abiertos, por ejemplo estar afuera o dejar la casa sola
y se puede relacionar con una o más fobias, y con el temor de sufrir un ataque de pánico, tiene
que ver con espacios abiertos, y cuando estamos hablando de trastorno de pánico este puede
ir acompañado o no, con agorafobia.
La fobia social no fue reconocida oficialmente como entidad diagnóstica hasta la publicación
del DSM III en 1980, La fobia social se define en el DSM IV como «un temor acusado y
persistente a una o más situaciones sociales o de actuación en público en las que la persona se
ve expuesta a gente desconocida o al posible análisis por parte de los demás. El sujeto teme
actuar de alguna manera (o mostrar síntomas de ansiedad) que pueda ser humillante o
embarazosa» .El sujeto tiene que hacer algo mientras sabe que los demás le estarán
observando y, en cierta medida, evaluando su conducta. La característica distintiva de los
sujetos con fobia social es el temor al análisis por parte de los demás.
El DSM IV indica también, dentro de los criterios diagnósticos para la fobia social, que la
exposición a la situación social temida provoca ansiedad de modo casi invariable en el
individuo con fobia social y que éste reconoce que su temor es excesivo o poco razonable.
Además, las situaciones sociales o de actuación en público se evitan o se soportan con una
ansiedad intensa, los síntomas del trastorno interfieren de manera importante con el
funcionamiento del individuo en una o más áreas y/o se da un notable malestar por el hecho
de padecer la fobia.
Las situaciones sociales más frecuentemente temidas por los sujetos con fobia social son:
El síntoma conductual más habitual de la fobia social es la evitación de las situaciones temidas,
por definición, los sujetos con fobia social temen o evitan situaciones en las que es posible la
observación por parte de los demás. El trastorno presenta un curso crónico e interfiere tanto
en el rendimiento escolar, como en el desarrollo y el funcionamiento individual.
Sus consecuencias en el proceso de adaptación del adolescente son graves; así, podemos
destacar el bajo rendimiento académico y el abandono escolar, el desarrollo de otros
trastornos de ansiedad y del estado de ánimo o el inicio en el consumo de alcohol u otras
sustancias tóxicas. Tampoco podemos olvidar que su persistencia también conlleva la
consolidación y generalización de sus efectos en la vida adulta, con el consiguiente sufrimiento
para el sujeto y la familia, los efectos que generan el progresivo aislamiento del grupo cultural
de referencia, de las relaciones sociales y laborales (en su caso) o la dependencia económica
de la familia, que muchas veces contribuye de forma decisiva a que el sujeto desarrolle un
cuadro depresivo grave y a los intentos de suicidio.
Cuando el individuo con fobia social se encuentra en las situaciones sociales o en las
actuaciones en público temidas, experimenta una preocupación constante por la posibilidad
de que resulten embarazosas y teme que los demás le vean como a un individuo ansioso, débil,
«loco» o estúpido. Estos individuos pueden tener miedo de hablar en público porque creen
que los demás se darán cuenta de que su voz o sus manos están temblando, o porque piensan
que en cualquier momento les puede invadir una extrema ansiedad al mantener una
conversación por temor a no poder articular correctamente las palabras. Puede que eviten
comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás
comprueben cómo les tiemblan las manos. Los individuos con fobia social experimentan casi
siempre síntomas de ansiedad, en las situaciones sociales temidas, y, en los casos más serios,
estos síntomas pueden llegar a cumplir los criterios diagnósticos de una crisis de angustia.
Criterios para el diagnóstico de F40.1 Fobia social [300.23]
A. Temor acusado y persistente por una o más situaciones sociales o actuaciones en público
en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar o a la
posible evaluación por parte de los demás. El individuo teme actuar de un modo (o mostrar
síntomas de ansiedad) que sea humillante o embarazoso. Nota: En los niños es necesario
haber demostrado que sus capacidades para relacionarse socialmente con sus familiares son
normales y han existido siempre, y que la ansiedad social aparece en las reuniones con
individuos de su misma edad y no sólo en cualquier interrelación con un adulto.
B. La exposición a las situaciones sociales temidas provoca casi invariablemente una respuesta
inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o más o
menos relacionada con una situación. Nota: En los niños la ansiedad puede traducirse en
lloros, berrinches, inhibición o retraimiento en situaciones sociales donde los asistentes no
pertenecen al marco familiar.
C. El individuo reconoce que este temor es excesivo o irracional. Nota: En los niños puede
faltar este reconocimiento.
F. En los individuos menores de 18 años la duración del cuadro sintomático debe prolongarse
como mínimo 6 meses.
H. Si hay una enfermedad médica u otro trastorno mental, el temor descrito en el Criterio A no
se relaciona con estos procesos (p. ej., el miedo no es debido a la tartamudez, a los temblores
de la enfermedad de Parkinson o a la exhibición de conductas alimentarias anormales en la
anorexia nerviosa o en la bulimia nerviosa).
Especificar si:
Olivares, J. (Dir. y coord.) (2005). Programa IAFS. Protocolo para el tratamiento de la fobia
social en adolescentes. Madrid: Pirámide.
Guerre, J. & Ogando , N.. (2014, octubre 12). Miedos y fobias en la infancia y adolescencia.
Ventana a otras especialidades, 7, p.65.