junio 7, 2018
Hace un par de semanas expliqué que, en el nivel más
fundamental, todo lo que nos rodea está compuesto por distintos
tipos de energía que se transforman unos en otros constantemente.
Por otro lado, también vimos que la masa es una propiedad que
cuantifica la resistencia al movimiento que ofrece un objeto o, lo que
es lo mismo, su inercia. Por tanto, uniendo los dos conceptos, la
masa (la resistencia al movimiento) es una propiedad que refleja
la cantidad de energía que compone un objeto y se manifiesta a
través de su inercia. Dicho de otra manera, la energía tiene inercia.
A algunos lectores les confundió un poco esta idea. Y me parece
normal, porque, al fin y al cabo, ¿cómo puede ser que todo este
material tan “sólido” que nos rodea esté compuesto sólo de energía?
¿Qué se supone que significa eso? ¿No debería existir algún “objeto”
rígido fundamental que le da solidez a la materia?
Creo que esta otra entrada en la que hablaba del “aspecto” de las
partículas puede ayudar a aclarar un poco la confusión. En ella
mencionaba la teoría cuántica de campos, un modelo con una gran
capacidad predictiva que asume que las partículas fundamentales
son perturbaciones en diferentes campos que permean el universo,
en lugar de bolitas con un volumen determinado. Creo que este
modelo es un buen ejemplo que sirve para ilustrar cómo unos
bloques fundamentales que no son “sólidos” pueden dar lugar a la
realidad tangible que nos rodea.
Representación de una de estas perturbaciones. En este otro
enlace tenéis una animación tridimensional más fiel al fenómeno real.
(Fuente de la imagen)
Dicho esto, pasemos al tema que nos ocupa hoy.
Roberto López-Herrero es un habitual de mi buzón de entrada que
también está interesado en el concepto de masa. Más
concretamente, a él le gustaría saber por qué la masa de un objeto
aumenta a medida que incrementa su velocidad y de dónde sale
esa masa que se suma.
¿Cómo que la masa aumenta con la velocidad? ¿Ahora resultará
que salir a correr engorda?
Para nada, voz cursiva. El fenómeno al que se
refiere Roberto es una de esas consecuencias poco intuitivas de la
teoría de la relatividad que sólo se manifiestan cuando algo se
mueve a una fracción considerable de la velocidad de la luz, mucho
más rápido de lo que cualquiera puede correr. Eso sí: la frase “la
masa de un objeto aumenta con su velocidad” puede dar una
idea equivocada de lo que ocurre en realidad.
Me explico.
En la última entrada estuve hablando de la famosa ecuación E =
mc2 que, en resumidas cuentas, refleja que la energía contenida en
un objeto equivale a su masa, multiplicada por la velocidad de la luz
al cuadrado. Como la velocidad de la luz es una cifra inmensa (ronda
los 300.000 km/s) esta ecuación sugiere que hasta los objetos más
pequeños encierran en su interior cantidades enormes de energía.
Pero también comenté que, originalmente, Einstein había escrito la
ecuación “al revés”, colocando la masa en función de la energía:
(Fuente)
Como podéis ver, la cantidad de energía que se necesita acelerar un
cuerpo hasta la velocidad de la luz tiende al infinito cuanto más se
acerca a ella. Este es el motivo por el que ningún objeto puede
alcanzar la velocidad de la luz propiamente dicha: porque se
necesitaría una cantidad de energía infinita.
Vale, creo que lo he captado. Pero, de todas maneras, ¿todo esto de
que la masa aumenta con la velocidad se ha llegado a observar
alguna vez? ¿O es algún tipo de fenómeno teórico que nadie ha
comprobado?
Vaya si se ha llegado a observar, voz cursiva. Por ejemplo, en el LHC
se aceleran partículas hasta velocidades muy cercanas a las de la
luz, hasta el punto de que los protones que recorren este acelerador
de partículas alcanzan una masa 7460 veces superior a la que tienen
en reposo… O, mejor, dicho, una energía.
Pero un ejemplo más cotidiano es el de las difuntas teles de tubo,
que funcionan disparando un chorro de electrones contra la pantalla
para iluminar cada píxel individual.
(Fuente)
En este caso, un campo magnético se encarga de dirigir los
electrones hacia la zona concreta de la pantalla contra la que deben
impactar, pero, debido a los efectos relativistas, estas partículas se
mueven lo bastante rápido como para que su masa aumente un
0,5% respecto a cuando están quietos. Por tanto, los circuitos que
producen el campo magnético de estas televisiones tienen que estar
ajustados para poder compensar este fenómeno ya que, al tener un
poco más de inercia, se necesita más energía para desviar los
electrones hacia el lugar que les toca.