Peter Blos señala que el pasaje a través del período adolescente es un tanto desordenado y nunca en
línea recta. Hay progresiones, regresiones y disgresiones. Es un movimiento elástico. Sin embargo,
permanece el hecho de que existe una secuencia ordenada en el desarrollo psicológico y que puede
describirse en término de fases
Cuando Blos habla de pubertad, se refiere a las manifestaciones físicas de la maduración sexual, y
entiende por prepubertad al período que antecede al desarrollo de los caracteres sexuales primarios y
secundarios. Califica a la adolescencia como los procesos de adaptación a las condiciones de la
pubertad y denomina preadolescencia al período en el que aún no se ha efectuado esa adaptación.
Entra ambas fases se halla el período de latencia, donde termina la dependencia de lo padres y la
identificación empieza a tomar el lugar de objeto amoroso. Este desarrollo bifásico que prolonga la
niñez, es en gran medida el responsable de los logros culturales del hombre.
El requisito para que surja el proceso adolescente es el paso con éxito a través del período de latencia.
2) Fase preadolescente:
Durante esta fase todavía no aparecen nuevas metas pulsionales. El aumento cuantitativo de los
impulsos caracteriza a la preadolescencia y esta condición lleva a un resurgimiento de la
pregenitalidad. El incremento pulsional lleva el período de latencia a su fin y el niño se hace
inaccesible, más difícil de enseñar y controlar. Durante esta fase hay cierta evitación del sexo
opuesto, con manifestaciones de hostilidad y agresión
7) fase de la post-adolescencia:
Es una fase de transición o intermedia entre la adolescencia y la adultez. Muchos autores la
describen como una fase propia del adulto joven. La tarea de esta fase consiste en integrar y
armonizar las distintas partes componentes de la personalidad.
Así como el heredero del complejo de Edipo es el super yo, el heredero de la adolescencia es el ser
El sujeto, al dejar la adolescencia debe tener una vivencia de unidad de experiencias internas y
externas, sin abandonar el idealismo y las expectativas ilusorias que son los motores esenciales para el
cambio.