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Fuente: Wilfredo Lanza (Comp.

), Actas del IV Congreso Internacional de Fenomenología


y Hermenéutica, Signos Ediciones y Comunicaciones, Valencia, Venezuela, 2015. ISBN
978-980-233-599-2.

El concepto de vivencia en G. Simmel y E. Husserl

Lionel Lewkow

Resumen

El artículo tiene por objetivo bosquejar un concepto de vivencia retomando los aportes de la
fenomenología de Edmund Husserl y el vitalismo de Georg Simmel. De esta manera,
comienzo mostrando el vínculo entre la vivencia y su objeto a partir de la noción
fenomenológica de intencionalidad y el nexo de la vivencia singular con el todo de
vivencias en el planteo de Simmel. A tales efectos, señalo que mientras Husserl enfoca la
vivencia en general y propone un acceso reflexivo a la misma, Simmel da cuenta de la
vivencia excepcional y cómo la misma se manifiesta inmediatamente. Seguidamente,
avanzo en una interpretación del problema de la temporalidad. En este contexto Simmel
sostiene que el tiempo de la vivencia es el de un presente incondicional, Husserl, en
contraste, expone cómo la temporalidad de la conciencia es un continuo que se estructura a
partir de “retenciones”, “protensiones” e “impresiones”. A modo de conclusión buscaré
sintetizar los diferentes aspectos del concepto de vivencia utilizando la noción simmeliana
de vida.

Palabras clave: fenomenología, vitalismo, vivencia, intencionalidad, temporalidad

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The Concept of Experience in G. Simmel and E. Husserl

Abstract

The aim of this article is to draft a concept of experience taking into account the
contributions of Edmund Husserl´s Phenomenology and Georg Simmel´s Vitalism. In that
manner I start by showing the link between the experience and its object in the frame of the
phenomenological notion of intentionality and the relation between the singular experience
and the totality of experience. For that purpose I point out that while Husserl focus on the
general experience and proposes a reflexive access to it, Simmel displays the unique
experience that unfolds itself immediately. Then I go on to interpret the issue of
temporality. In this frame Simmel maintains that the time of experience is that of an
unconditional present and Husserl, in contrast, shows how the temporality of consciousness
is a continuum structured by “retentions”, “protentions” and “impressions”. As a
conclusion I will synthesize the different aspects of the experience concept utilizing
Simmel´s life notion.

Keywords: phenomenology, vitalism, experience, intentionality, temporality

Introducción: “Admirado amigo”

El intercambio epistolar Simmel-Husserl documenta la amistad, la discusión de ideas


entre dos pensadores, los problemas de los intelectuales judíos en el ámbito académico
alemán así como las amargas peripecias de la guerra.
Georg Simmel y Edmund Husserl eran überhaupt amigos. De hecho, en 1907, con
ocasión de una visita que Husserl hace a su maestro Franz Brentano en Florencia, Simmel
le envía una carta en la que le recomienda diferentes recorridos por la ciudad: “Con cuanto
agrado lo conduciría a usted y su esposa por los maravillosos caminos del contorni que a la
mayoría de los extranjeros les son desconocidos” (1994: 404. Mi traducción). Junto a la
carta le hace llegar su ensayo “Florenz” (Simmel, 2007: 37-42).
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Asimismo, comenta una y otra vez a Husserl sus dificultades para obtener un cargo
docente en la universidad. En una carta de 1911 escribe: “Si fuese un hombre rico,
probablemente iría como profesor asistente [Privatdozent] a alguna universidad del sur de
Alemania” (Simmel, 1994: 408. Mi traducción).
Durante los años de la guerra los filósofos no pierden contacto, pero las cartas se hacen
escasas. Con tristeza refiere a ello Simmel: “Encuentro contra natura que en esta dura y
gran época no hayamos intercambiado ni un saludo” (1994: 409. Mi traducción). En 1916
Husserl pierde a su hijo Wolfgang en combate. No falta en esta oportunidad una carta de
condolencia: “…su hijo se ha convertido en una víctima del destino mundial. Cualquier
palabra que se pueda decir sobre ello, sería una profanación” (Simmel, 1994: 410).
Los autores discutieron problemas de filosofía e intercambiaron escritos principalmente
en el periodo previo a la guerra. Dos cartas son ilustrativas. El 19 de febrero de 1911
Simmel le manda a Husserl su Hauptprobleme der Philosophie (Simmel, 2005):
Le envío (…) un pequeño librito mío [ein kleines Büchelchen von mir] que
ciertamente no le ofrecerá nada demasiado novedoso (excepto, tal vez, en la
interpretación del motivo fundamental de la doctrina platónica de las ideas y la
sustancia de Spinoza y, también, por ejemplo, en la representación de Hegel);
pero como indicador de nuestra cultura filosófica no es del todo carente de
interés: han sido distribuidos en 10 semanas alrededor de 13000 ejemplares
(Simmel, 1994: 406).
En la misma carta comenta Simmel que está preparando una compilación de ensayos
cuya aparición está prevista para ese mismo año. Se trata de Philosophische Kultur
(Simmel, 2002).
Poco tiempo después llega a sus manos el artículo “Philosophie als strenge
Wissenschaft” (Husserl, 2007) publicado en el primer número de la revista Logos. La
respuesta no se demora. Bajo el afectuoso encabezado “Admirado amigo”, Simmel escribe
el 13 de marzo de 1911: “Le agradezco por el trabajo que me envió ¿Por qué cree, sin
embargo, que me hará escandalizar? ¡De ninguna manera! Por lo pronto, la crítica a la
psicología experimental es un verdadero deleite…” (1994: 407. Mi traducción). Unas líneas
más adelante, en sentido contrario, agrega:
…en lo que respecta a su mirada sobre la filosofía, la ciencia y la concepción del
mundo, por cierto, trazo otra línea. De todos modos, encuentro en esta

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multiplicidad, a partir de la cual nuestras pobres almas tratan de decir lo indecible
y resolver lo insoluble, algo prodigioso. Nos es dada la capacidad –que me parece
cada vez más un fundamento último de todo lo espiritual– de contraponer
nuestras opiniones y contemplarlas objetivamente en el mismo nivel que las de
los otros (Simmel, 1994: 408. Mi traducción. Subrayado en el original).
La fenomenología entendida como “ciencia estricta” tiene como foco de crítica dos
corrientes intelectuales: el naturalismo y el historicismo. Husserl discute el naturalismo en
tanto se aproxima al ámbito de la conciencia con los métodos de las ciencias naturales y
reduce este terreno de investigación a un objeto empírico. Tal empobrecimiento se sigue del
carácter dominante de las ciencias naturales en la modernidad. Asimismo, en el
historicismo el filósofo advierte un relativismo que subyace a la dispersión de los puntos de
vista o las cosmovisiones.
Frente al naturalismo, Husserl impulsa una ciencia de las “esencias”, de las “ideas”, en
breve: de la “esencia de la conciencia”. Frente al relativismo, la fenomenología intenta
hacer pie en un fundamento firme para la filosofía.
Están presentes aquí los dos momentos principales del método fenomenológico que
cristaliza en Ideen I (Husserl, 1950) pocos años después: la “reducción eidética” –o sea, la
separación de “hechos” y “esencias”– y la “reducción trascendental” o “fenomenológica” –
es decir, la apertura de la esfera de la subjetividad trascendental como fundamento
apodíctico del mundo–.
El texto que Simmel (2005) compone en 1911 acerca de los “problemas fundamentales”
de la filosofía no tiene por objeto elaborar una mirada propia sobre éstos sino exponer los
diferentes intentos de respuesta que suscitaron. Las cuestiones centrales de la filosofía son
el “ser” y el “devenir”, el “sujeto” y el “objeto” así como las “exigencias ideales”. Las
diferentes filosofías se tensan en la respuesta a estos problemas, no obstante, esta tensión es
el nudo de la filosofía. La multiplicidad de puntos de vista es su condición ontológica. La
filosofía se caracteriza por el intento de unificación de la existencia a partir de un elemento
particular. Sin embargo, estas universalizaciones parciales y fragmentarias no carecen de su
propia objetividad: se sustentan en una “espiritualidad típica” o “individualidad típica”.
Estos términos aluden a un “tercero” en el hombre, más allá de la subjetividad individual,
como del pensamiento universal objetivo. De ahí que en una de las cartas citadas, Simmel

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se observe a sí mismo, junto con Husserl, en un plano idéntico de objetividad en el que la
discrepancia es condición primaria del filosofar.
Tal vez por esta razón le haya señalado a Husserl que podría encontrar novedosa su
lectura de Hegel. Según Simmel, la inherencia del “no” y el “sí” en la dialéctica, muestra
“…un profundo sentimiento de lo trágico de la existencia” (2005: 64). La tensión abierta,
no obstante, es desvirtuada por Hegel al congelar su progresión: “Si el principio de la
evolución rige también para el conocimiento, destruye el derecho de cada estado de valer
como definitivo…” (Simmel, 2005: 65-66). Con mayor contundencia: “…lo que debe
señalarse por medio de la metáfora de los «fundamentos», suele ser más incierto y más
«infundado» que lo que está construido sobre ello…” (Simmel, 2005: 66).
Resumidamente, en su intercambio epistolar y en los textos que uno envió a otro, Husserl
y Simmel esbozarían perspectivas encontradas: mientras el primero trató de dar fundamento
absoluto a la fenomenología y evitar la discrepancia de los puntos de vista, el segundo
transformó en valor propio de la filosofía la multiplicidad de miradas.
Incluso así, llama la atención que en su comentario al texto de Husserl, lo que es más, al
destacar la crítica al naturalismo de la psicología experimental, Simmel no alcanzó a ver lo
que está en el trasfondo, esto es: una filosofía de la vivencia. En Hauptprobleme der
Philosophie se muestran sólo contornos del concepto de vida y de la noción de vivencia,
ambos se insinúan fugazmente en algunos pasajes. Sin embargo, por aquel entonces
Simmel ya había tratado el tema de la vivencia en “Das Abenteuer”, texto que introdujo en
Philosophische Kultur (2002: 17-41), próximo a publicarse al momento de escribirle a
Husserl.
Más allá de la contraposición de sus planteos, puede afirmarse, entonces, que Husserl y
Simmel desarrollaron filosofías centradas en la cuestión de la vivencia. Por este medio
echaron nueva luz al nexo sujeto-objeto ante el objetivismo reinante en la modernidad. Este
texto se propone mostrar las aristas del concepto de vivencia que se pueden delinear
recurriendo a estos autores. Así intentaré hacer un uso conjunto de la fenomenología y el
vitalismo para elaborar una imagen más exhaustiva de la noción de vivencia que la que
ofrece cada perspectiva en particular.

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I. La vivencia intencional y la vivencia como intensificación de la vida

En Simmel al igual que en Husserl el tema de la vivencia adquiere una coloración


peculiar que está dada por sus respectivos Grundbegriffe: en la fenomenología el concepto
clave es la intencionalidad mientras que en Simmel es el de vida.
El artículo “Philosophie als strenge Wissenschaft” ofrece la definición de las vivencias
intencionales más sencilla que pueda darse: toda conciencia es “conciencia de” (Husserl,
2007: 35), la conciencia ha de vérselas constantemente con objetos. Por tanto, no es posible
una conciencia vacía, carente de un objeto. En cuanto tal objeto no es necesariamente
empírico –también la fantasía, por ejemplo, tiene un objeto fantaseado–, la intencionalidad
constituye un carácter esencia de la conciencia. De esta manera, como suele señalar
Husserl, hay un “a priori de la correlación” de la conciencia y su objeto.
Ahora bien, siguiendo el planteo de Ideen I, para la fenomenología hay vivencias que no
llevan la impronta de la intencionalidad. Husserl opone a la “vivencia intencional”, las
“vivencias en sentido más amplio”. Así, “…no todo momento real [reelles Moment] en la
unidad concreta de una vivencia intencional tiene el carácter fundamental de la
intencionalidad, por tanto, la propiedad de «ser conciencia de algo»” (Husserl, 2009: 74. Mi
traducción).
En este terreno, se pueden diferenciar dos tipos de vivencias articuladas en la unidad de
la vivencia concreta: vivencias intencionales y no-intencionales. Mientras que las vivencias
no-intencionales son las sensaciones, de modo más preciso, los “datos hyléticos”; las
vivencias intencionales son las “noesis” encargadas de “dar sentido” [Sinngebung] a las
sensaciones.
Como resultado de la síntesis de las noesis con los datos hyléticos se constituye un
“sentido noemático” o “sentido objetivo”. El “noema” es el objeto en el marco de la
intencionalidad.
Sin profundizar en otros aspectos de la correlación entre los objetos y su manera
subjetiva de darse, nótese que para Husserl el objeto intencional, en contraste con las
diversas noesis y los datos hyléticos, si bien es “dependiente” [unselbständig] de las
vivencias, las trasciende. Entonces, la fenomenología expone

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…una esfera absoluta de materias y formas noéticas (…), a cuyos
entrelazamientos de modos determinados con necesidad esencial
inmanente pertenece este maravilloso tener consciente algo determinado o
determinable, dado de tal y cual manera, que es algo frontero [ein
Gegenüber] a la conciencia misma, en principio otro, irreal [irreell],
trascendente… (Husserl, 1950. Mi traducción. Subrayado en el original).1
Según Szilasi (2003: 42), la intencionalidad da cuenta de “…la conciencia en cuanto es
la trascendencia misma (…) estar fuera de sí misma cabe las cosas”. Entonces, en base a
Husserl se puede precisar que un aspecto central de las vivencias es trascenderse hacia un
otro que, sin embargo, está constituido en su seno, trascenderse hacia un objeto.
En el escrito de Simmel Hauptprobleme der Philosophie los conceptos de vida y vivencia
se asoman tímidamente. Todavía no se resuelve el autor en pos de un vitalismo. Tampoco
hay que olvidar que no se propone dar una solución a los problemas que presenta. Incluso
así, aborda las polaridades que encuentra en el pensamiento filosófico en el terreno de ese
“tercer dominio” que también concibe como esfera de las universalidades parciales del
filosofar. Es en el plano del “espíritu objetivo” donde parece encontrar Simmel un posible
enfoque, aunque precario, de la unidad diversa del ser y el devenir, del sujeto y el objeto y
de las exigencias ideales. A partir de ahí rescata de manera crítica la figura de Hegel, la de
Platón y la de Kant.
Con respecto al nexo sujeto-objeto señala que “El tercer dominio ha sido, aunque no una
solución, sin embargo, un término para expresar que el contenido de verdad, no se debe ni a
la espontaneidad del alma ni al ser objetivo de las cosas” (Simmel, 2005: 83). En este
marco, la vida es considerada como entidad biológica, antes que espiritual: “La vida está
ligada a un sujeto (…) mientras la multiplicidad de los elementos, de los miembros, de los
procesos, de los cuales vive el sujeto, existe, por decirlo así, objetivamente, de tal manera
que ella se encuentra frente a él; el ser viviente tiene sus órganos, sus fuerzas, su substancia
y consiste sin embargo simultáneamente en ellos: es ellos” (Simmel, 2005: 76).


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Aquello que Husserl caracteriza como “ireell” es, por contraste con el adjetivo “reell”, lo que no es
componente de las vivencias, o sea, no se temporaliza en la conciencia. Por eso el noema es “ireell”;
trasciende a la conciencia.
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“Inmanente” en tanto es la vivencia del objeto, es decir, la sensación o dato hylético. A modo de ejemplo, se
La vivencia y su nexo con la vida aparecen, centralmente, al final del escrito de Simmel.
Luego de mostrar cómo el formalismo kantiano supone un avance respecto a las morales
fundadas en diversos “contenidos” o “teleologías”, observa Simmel (2005: 120) que “El
postulado más profundo, con el cual se desvía, por supuesto, enteramente este rumbo del
pensamiento del concepto moral kantiano, estaría (…) dirigido al ser del hombre…”. En
este plano alude a la “buena voluntad” como “…una rítmica de la voluntad que sólo se
puede experimentar…” (Simmel, 2005: 120). En contraste, “…los imperativos morales
serían sólo expansiones, formaciones, substancializaciones de la buena voluntad…”, dicho
de otra manera, “…especificaciones discontinuas y simbólicas del íntimo y profundo
proceso vital…” pues “…la voluntad es absolutamente un acontecimiento que solamente
podemos vivir y volver a vivir…” (Simmel, 2005: 121-122). Por supuesto, todavía no llega
Simmel a la modulación tardía de su filosofía moral, la “ley individual” (Simmel, 2001:
115-172).
En lo recién expuesto la vivencia tiene otra connotación que en el planteo
fenomenológico. Si bien Simmel no deja de mencionar la trascendencia de la vivencia hacia
una alteridad, su cristalización en objetividades, “contenidos” –dicho con Husserl: el
carácter intencional de la vivencia– lo que destaca es su inmersión en la vida, en un todo de
vivencias.
Como ya fue comentado, en “Das Abenteuer” (Simmel, 2002: 17-41) es donde puede
hallarse con mayor claridad lo que Simmel entiende por vivencia. Este texto además me
permite afirmar que al autor le interesan especialmente las vivencias excepcionales –de las
cuales Husserl nada dice– y no tanto la vivencia en general.
La aventura se caracteriza por el vínculo entre lo fragmentario y efímero, que,
desgajándose del continuo vital homogéneo, sin embargo, acoge por un instante al conjunto
de la vida. Que se trata centralmente de la relación de la vivencia particular con el todo de
vivencias, se confirma en el hecho de que los contenidos de una vivencia no son
determinantes de la aventura, sino la diferenciación y la unidad de la vivencia fragmentaria
con respecto a la totalidad de la vida. De manera semejante a lo moral como una “…rítmica
de la voluntad que sólo se puede experimentar…” (Simmel, 2005: 120), la aventura implica
un “…predominio del proceso vital sobre los contenidos de la vida…” (Simmel, 2002: 34).

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Otro aspecto que caracteriza a este planteo es el intento de acceder a la vivencia de modo
inmediato. Así asocia Simmel la aventura con el “ánimo romántico” que “…se interesa en
la vida en su inmediatez (…), en su aquí y ahora…” donde “…siente toda la fuerza de la
corriente de la vida…” (Simmel, 2002: 35). Este tipo de vivencias que por su intensidad
compactan el conjunto de la vida en un momento, no se aviene con la “reflexividad
retrospectiva”. De manera idéntica al sueño, deja la aventura escasas huellas en el recuerdo.
En contraste, la vivencia es alumbrada por Husserl, no en su inmediatez, sino en la vuelta
reflexiva de la conciencia sobre sí misma que está a la base del método fenomenológico.
Como señala en “Philosophie als strenge Wissenschaft” (Husserl, 2007: 34), la conciencia
es “vivencia contemplada en la reflexión”.
Entonces, mientras el fenomenólogo nos muestra la relación entre una vivencia y su
objeto, Simmel hace énfasis en el vínculo de la vivencia con el todo de la vida. Por otro
lado, si el intento de la fenomenología es dar cuenta de las vivencias en general, Simmel se
concentra en las vivencias excepcionales. Asimismo, en tanto Husserl expone la vivencia
mediante la reflexión, Simmel trata de enfocarlas en su inmediatez. Pasaré ahora al tema de
la temporalidad.

II. El presente de la vivencia y la doble intencionalidad

Abordar el problema de la vivencia supone dar cuenta del tema del tiempo. La
temporalidad de las vivencias, cualquiera sea la perspectiva que se elija para alumbrarla, es
diferente del tiempo cronológico.
En este marco, Simmel (2002: 19) señala que “Al tratarse de los acontecimientos del día
y del año, nos damos cuenta de que uno de ellos ha tocado a su fin cuando o porque otro
empieza; se determinan mutuamente sus límites y así, en definitiva, se configura o habla la
unidad del contexto de vida. La aventura, por contra, en su sentido específico, es
independiente del antes y del después…”. El tiempo de la vivencia es distinto del tiempo
objetivo que se determina por la secuencia de instantes puntuales limitados según la
diferencia antes/después. Simmel llama al aventurero “criatura del presente” porque no se
encuentra condicionado por el pasado o el futuro. A diferencia del curso homogéneo e

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indiferente de los instantes de la vida cotidiana, la aventura concentra en la intensidad del
presente el conjunto de la vida.
En el texto que había hecho llegar a Simmel a comienzos de 1911, Husserl sostiene que
las vivencias se presentan en un “fluir absoluto”. Pues la conciencia “Es un fluir de
fenómenos ilimitado por ambos lados [futuro y pasado], con una línea intencional continua
que es como si dijéramos el índice de la unidad que penetra en todo, es decir, la unidad del
«tiempo» inmanente, sin comienzo y sin fin, tiempo que no se mide con ningún
cronómetro” (Husserl, 2007: 34). Sólo indicaré aquí algunos pocos aspectos del tema del
tiempo en la fenomenología para hacer un contraste con Simmel.
El tratamiento husserliano más célebre sobre la temporalidad son las Vorlesungen de
1905 sobre la “conciencia interna del tiempo” (Husserl, 1996) publicadas recién en 1928
por Martin Heidegger. No hay indicios de que Simmel haya conocido la versión manuscrita
de este texto. Tres aspectos de estas lecciones son importantes para mis propósitos.
En primer lugar, Husserl (1996: 73) separa dos estratos temporales frente al tiempo
objetivo: el “tiempo pre-empírico” de las vivencias y “el flujo absoluto constituyente de
tiempo”. De hecho, el filósofo delinea su campo de estudio mediante una epojé o
“desconexión del tiempo objetivo” (Husserl, 1996: 4). Al igual que en Simmel, el tiempo
de las vivencias es diferente del tiempo cronológico, pero aquí es la reflexión filosófica, no
la vivencia misma, la que efectúa la separación frente al tiempo “de los relojes”.
En segundo lugar, Husserl muestra cómo una vivencia pasa del presente al pasado
manteniendo abierto su futuro. En contraste, cuando se trata de una vivencia que alcanza la
intensidad de la aventura el tiempo se recorta a la actualidad del presente.
En tercer lugar, en el planteo fenomenológico se distingue el tiempo de las vivencias –
para el cual hay que usar los términos “pasado”, “presente” y “futuro”– del tiempo de la
conciencia que constituye las vivencias –definido por Husserl (1996: 29 y 52) mediante los
términos “proto-impresión”, “retención” y “protención”–. Para dar cuenta del primer estrato
de tiempo mencionado utiliza el filósofo el concepto de “intencionalidad transversal”, para
el segundo refiere a la “intencionalidad longitudinal”(Husserl, 1996: 81-82) . La primera se

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dirige a las fases del “objeto inmanente” que dura,2 la segunda a las propias fases de la
conciencia.
Considero pertinente esta distinción que establece Husserl ya que pone en evidencia que
hay una totalidad temporal ulterior que no se reduce a las vivencias que transcurren. Esta
distinción, a su vez, puede ser útil para deslindar en Simmel el tiempo de las vivencias, que
es el que muestra “Das Abenteuer”, de la temporalidad de la vida, que no está tratada en
este ensayo.

III. La trascendencia de la vida: más-vida y más-que-vida

Recapitularé lo ganado hasta este punto para una consideración de la vivencia en base a
los dos autores. Así, señalé que la intencionalidad muestra cómo la vivencia conlleva la
trascendencia hacia una alteridad que es constituida en su seno: el objeto. Por otro lado,
indiqué que la excepcionalidad de la aventura remite una vivencia particular hacia el
conjunto de la vida. Me detendré por un instante en estos conceptos. Pues estos dos
aspectos iluminan diferentes modulaciones de la vivencia. De hecho, no es errado decir que
los hombres en su vida cotidiana se olvidan de sí mismos y se ocupan de las cosas
mundanas: el “trabajo”, los “bienes”, etcétera. No obstante, tampoco es desacertado sugerir
que en la vivencia excepcional, sea esta una aventura o no, el hombre vuelve sobre sí
mismo sin que medie proceso de reflexión alguno: en vivencias como la angustia y el tedio
el mundo ya no tiene nada que decir. Tal vez sólo así, en este tipo de vivencias, una parcela
de vida se ve remitida al todo de sentido que la subyace y que permanece ciego en el ajetreo
de la vida cotidiana. Así, se contrasta el acceso reflexivo a la vivencia y el acceso inmediato
a la vida a través de la vivencia descollante. Por otra parte, en este tipo de vivencias sólo
cuenta el ahora, a la inversa, en las vivencias corrientes, el presente cae en el pasado como
deslizándose por en un fluido.
Hecho este compendio, restan decir algunas palabras sobre el concepto de vida que
propone Simmel (2001) en su última obra: Lebensanschauung. Vier metaphysische Kapitel.

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“Inmanente” en tanto es la vivencia del objeto, es decir, la sensación o dato hylético. A modo de ejemplo, se
puede decir que si el objeto es un sonido, de lo que está hablando Husserl no es del sonido, sino de la
sensación del sonido.

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Este concepto abarca el conjunto de los temas tratados con anterioridad y la cuestión que
quedó pendiente: la extensión temporal. En concreto, las diferentes dimensiones de la
“trascendencia de la vida” dan cuenta de los contornos que destaqué del concepto de
vivencia. Por un lado, señala Simmel que la vida es “más-qué-vida”. Es decir, cristaliza en
formas que la exceden, se objetiva en éstas. Se puede ver en este planteo aquella
trascendencia de la vivencia que expone Husserl con su concepto de intencionalidad: la
trascendencia hacia un objeto. Por otra parte, la vida es “más-vida”, abundancia de sí
misma. En este punto se advierte cómo toda vivencia particular apunta no sólo hacia un
objeto, sino hacia el conjunto de la vida.
Precisamente, aquello que oscurece conceptualmente –y también en la praxis– la
vivencia extraordinaria, cerrada a las dimensiones del pasado y el futuro, es la extensión
temporal que implica la trascendencia en este segundo sentido, trascendencia y unidad del
flujo temporal que se advierte en la noción husserliana de “intencionalidad longitudinal”.
Al respecto, se pude señalar para concluir, que Simmel (2001: 20-21) también es de la idea
de que si bien la vida cristaliza en formas que la limitan, rebasa el presente puntual,
extendiéndose hacia atrás en la memoria y proyectándose directamente hacia el futuro de
manera volitiva.

Referencias

Husserl, E. (1950). Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologischen


Philosophie. Libro I: Allgemeine Einführung in die reine Phänomenologie (Husserliana,
Vol. 3.1). La Haya: Martinus Nijhoff.
Husserl, E. (1966). “Vorlesung zur Phänomenologie des inneren Zeitbewusstseins ”, en:
Edmund Husserl, Zur Phänomenologie des inneren Zeitbewusstseins 1893-1917
(Husserliana, Vol. 10) . La Haya: Martinus Nijhoff. pp. 4-113.
Husserl, E. (2007). La filosofía como ciencia estricta. Buenos Aires: Terramar.
Simmel, G. (1994). Cartas a Husserl, en: Edmund Husserl, Philosophienbriefe (Husserliana
Dokumente, Vol. 3.6). Dordrecht: Kluwer. pp. 400-411.
Simmel, G. (2001). Intuición de la vida. Cuatro capítulos de metafísica. Buenos Aires:
Altamira.
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Simmel, G. (2002). Sobre la aventura. Ensayos de estética. Barcelona: Península.
Simmel, G. (2005). Problemas fundamentales de la filosofía. Buenos Aires: Prometeo.
Simmel, G. (2007). “Florencia”, en: Georg Simmel, Roma, Florencia, Venecia. Barcelona:
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Szilazi, W. (2003). Introducción a la fenomenología de Husserl. Buenos Aires: Amorrortu.

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