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MIDWAY

El fin de un imperio

En Abril de 1.942, el Imperio del Japón, que apenas llevaba cinco meses en
guerra, había conquistado todos los territorios que sus militares (tanto del Ejército
como de la Armada) habían designado como necesarios para constituir el
“Perímetro defensivo” del propio imperio. Esta circunstancia hizo que muchos jefes
militares japoneses dieran ya por finalizada la guerra, aunque ni el Reino Unido ni
(sobre todo) los Estados Unidos se habían rendido.

Esta sensación de “cosa hecha” se esfumó el 18 de Abril. Ese día, unos pocos
bombarderos B-25, comandados por el coronel Doolittle, bombardearon Tokio y
otras ciudades del Japón. Los daños fueron insignificantes, pero la alarma entre el
Alto Mando japonés fue inmensa, más cuando supieron por fuentes de inteligencia
que los bombarderos, aunque pareciera increíble (y desde luego fue una hazaña),
habían despegado del portaaviones “Hornet”, que se había acercado a menos de
1.000 millas del archipiélago japonés sin ser interceptado, regresando a su base
sano y salvo. El almirante Yamamoto, comandante de la Flota Combinada, un
marino que no se dejaba engañar por la propaganda ni por la autocomplacencia,
comprendió que aún había que asestar un golpe decisivo a los EE.UU. si querían
poner a salvo las islas japonesas de cualquier contraataque. En consecuencia
logró máxima prioridad para ejecutar dos golpes consecutivos contra el poder
naval norteamericano.

El plan de Yamamoto consistía en conquistar Port Moresby (Operación MO), en la


isla de Nueva Guinea, atacando con la 5ª División de Portaaviones (portaaviones
de escuadra “Shokaku” y “Zuikaku”). De este modo se aseguraba la defensa del
flanco Sur y Sureste de la gran base de Rabaul y se aseguraba un trampolín
hacia Nueva Caledonia o hacia la costa Este de Australia, donde se encontraban
los puertos (Noumea y Brisbane, respectivamente) desde los que la US Navy
desplegaba su fuerza en el Sudeste del Pacífico. Ejecutada la Operación MO, se
daría paso a la Operación TEN, según la cual se atacaría a la vez las Aleutianas
en el Norte y, con la 1ª Flota Aérea (1ª División de Portaaviones –“Akagi” y
“Kaga”-, 2ª División –“Hyryu y “Soryu”- y 5ª División), Midway, en el Pacífico
Central. La maniobra contra las Aleutianas era secundaria. Lo importante era
tomar Midway para usar la isla como trampolín contra las Hawai. En ese caso la
Flota del Pacífico tendría que retroceder a San Diego (a 3.000 millas de distancia
de Hawai) o arriesgarse a permanecer en Pearl Harbor al alcance de la aviación
japonesa con base en tierra. La Operación MO se ejecutaría a principios de Mayo,
mientras que la Operación TEN se ejecutaría a principios de Junio.
El almirante Isoroku Yamamoto, el mejor estratega naval de todo el mundo.

La inteligencia norteamericana conocía desde antes de la guerra las claves de la


Armada japonesa, y en consecuencia pudo alertar a sus mandos de los que se
estaba preparando, aunque al principio quedaron confusos ya que no lograron
identificar el “objetivo AF” señalado para la operación TEN. Sólo después de
mucho estudio, y tras resultar con éxito un truco de desinformación contra los
desprevenidos nipones (que ni se imaginaban que en Pearl Harbor leían todos sus
despachos) lograron concluir que AF era la isla de Midway. Como se verá a lo
largo del artículo los norteamericanos contaron con la ventaja de una mejor
inteligencia militar y de un mejor uso de la guerra electrónica, hasta donde lo
permitían los medios de la época.

El 7 de Mayo, en aguas del Mar del Coral, al Sur de Port Moresby, las dos flotas
chocaron. Los norteamericanos perdieron el portaaviones de escuadra
“Lexington”. El portaaviones “Yorktown” quedó gravemente dañado y apenas si
pudo regresar a Sydney. Para los norteamericanos eran unas bajas gravísimas
que no podían reemplazarse a corto plazo. Pero a cambio de tales bajas
consiguieron un doble triunfo estratégico. Primero, rechazaron el intento de
desembarco. Nunca más los japoneses amenazarían Port Moresby. Segundo, los
aviones de la flota habían hundido el portaaviones ligero “Shoho” y averiado los
portaaviones de escuadra “Shokaku” y “Zuikaku”, que tras esta batalla tenían que
incorporarse a la 1ª Flota Aérea. En otras palabras, la operación MO se saldaba
en doble fracaso japonés: no habían tomado Port Moresby y además los refuerzos
para la operación TEN se habían esfumado. Los japoneses (seguramente
ayudados por la inteligencia naval de los EE.UU.) se creyeron que tanto el
“Lexington” como el “Yorktown” habían sido hundidos. Las cosas no habían salido
bien, pero al menos, para el ataque a Midway tendremos una superioridad en
portaaviones de 2 a 1, ya que los yanquis sólo tienen en el Pacífico al “Enterprise”
y al “Hornet” (el “Saratoga” estaba en proceso de reparación en San Diego, y los
japoneses lo sabían). Eso pensaba el Alto Mando japonés. En consecuencia, el
ataque a Midway siguió tal como se planeó.

Sin embargo, y totalmente ignorado por los japoneses, el “Yorktown”, reparado de


fortuna en Australia, llegaba el día 27 de Mayo a Pearl Harbor y entraba en
astilleros. A la vez, el comandante de la flota de portaaviones, almirante Halsey,
tenía que ser ingresado en el hospital a causa de una alergia. El almirante Nimitz
reorganizó el cuadro de mandos de su flota. El almirante Fletcher sustituiría a
Halsey al frente de la flota. La Task Force 16, compuesta por los portaaviones
“Enterprise” y “Hornet”, estaría al mando del almirante Spruance. Esta fuerza
zarparía de Pearl Harbor rumbo a Midway el día 29 de Mayo. El “Yorktown”, si
lograban repararlo, como cabeza de la TF 17, a las órdenes directas de Fletcher,
zarparía el día 30. Y el propio Nimitz se encargó de que el portaaviones fuera
reparado. Arengó a los trabajadores de los astilleros anunciándoles la inminencia
de una batalla en la que de su esfuerzo dependía que el “Yorktown” vengara las
bajas del 7 de Diciembre. Y la arenga tuvo efecto. Miles de obreros
especializados, sin echar cuentas de las horas extras invertidas, tuvieron listo el
buque en el plazo previsto. Para que luego digan que el patriotismo no sirve para
nada.

El día 1 de Junio las dos TF se reunían en el Punto Fortuna (“Point Luck”), y


aguardaban a los japoneses. Así, sin que Yamamoto lo supiera, la presunta
ventaja de 2 a 1 en portaaviones se había convertido en un 1 a 1 (si contamos la
pista de Midway). Gracias a la existencia de un cable telefónico entre Midway y
Honolulu, los norteamericanos pudieron realizar los movimientos previos a la
batalla manteniendo un silencio de radio casi total. Y eso incluía las órdenes a la
guarnición de Midway, reforzada por infantes de marina, y por aviación naval y del
propio cuerpo de Marines.

Foto aérea del atolón de Midway. En primer plano, a la izquierda, el aeropuerto.


El día 4 de junio (fecha de Greenwich) se levantaba el telón sobre la batalla más
decisiva de la Segunda Guerra Mundial.

Nota: A partir de este momento, las horas que se mencionan son horas solares,
eliminando el desfase horario existente entre ambos bandos. Hay que tener en
cuenta que mientras desde el punto de vista de Washington esta batalla se luchó
el 4 de Junio, en Tokio era ya el día 5.

La primera oleada japonesa fue lanzada antes del alba, a las 04:30 del 4 de Junio.
Más o menos a esa hora los aviones norteamericanos de reconocimiento con base
en Midway despegaron para localizar a la flota japonesa.

Un hidro PBY Catalina localizó a los japoneses a las 05:52. Apenas llegado el
aviso a la isla, se ordenó que despegara una oleada de torpederos escoltados por
cazas, que iría seguida de una segunda oleada de ataque formada por
bombarderos B-17. No habían terminado de despegar los aviones de la primera
oleada norteamericana cuando la primera oleada japonesa atacaba Midway.
Barriendo con facilidad la caza enemiga (compuesta de viejos cazas Brewster
Buffalo y de los más modernos Grumman Hellcat, pilotados por infantes de
marina), los japoneses bombardearon a placer la base enemiga durante media
hora. Los detalles del ataque fueron grabados en directo por el gran maestro del
cine John Ford, que se encontraba allí para dar testimonio a la posteridad de la
batalla. A las 06:12 los aviones japoneses se retiraron hacia sus portaaviones. El
teniente de navío Tomonaga permaneció en Midway observando a través del
humo los daños producidos en las instalaciones. A eso de las 07:00 pudo ver
cómo algunos B-17 despegaban de la isla. Una de las tres pistas del campo de
aviación seguía en uso. Tomonaga radió la noticia y recomendó un segundo
ataque a la isla.
Los efectos del bombardeo sobre la base. Fotografía tomada por el equipo de
John Ford.

Los aviones japoneses según iban llegando a sus buques iban siendo repostados
y cargados con torpedos, ya que, según el plan japonés, tras el bombardeo de
Midway vendría el ataque a la flota norteamericana, flota que, una vez conocido el
ataque japonés, sin duda saldría de Pearl Harbor rumbo a Midway a toda
máquina. Sin embargo, y tras evaluar el mensaje de Tomonaga, a las 07:15 se
dieron órdenes de volver a armar a los aviones con bombas, para el segundo
ataque a la isla. Esta orden se basaba en un cálculo de tiempo según el cual la
flota norteamericana no podía haber zarpado de Pearl Harbor antes de las 04:00...

Sobre las 07:10 los aviones de Midway atacaron la flota nipona. Hasta las 07:30
los aviones de los marines intentaron hacer blanco en la flota japonesa, pero los
cazas tipo “Zero” japoneses se lo impidieron. Casi todos los atacantes fueron
derribados. Los que no, volvieron a casa sin haber logrado un solo impacto.

En ese momento pareció que la Fortuna, esa voluble señora, les daba la espalda a
los japoneses.

El plan de Midway preveía que dos hidros transportados en un submarino nodriza


harían un reconocimiento sobre Pearl Harbor para asegurarse de que el día 4 al
alba los portaaviones norteamericanos seguían allí (ya que el ataque a Midway
necesitaba del factor sorpresa). Otros submarinos, apostados en la bocana del
puerto, harían también misiones de vigilancia. Desafortunadamente para los
japoneses, ni el nodriza ni los submarinos de reconocimiento llegaron a sus
posiciones a tiempo. Yamamoto sabía del fracaso del reconocimiento, pero el
almirante Nagumo, comandante de la 1ª Flota, no, y pensó que puesto que
Yamamoto no le había comunicado nada (imperaba el silencio de radio para evitar
ser localizados) es que todo iba según lo previsto.

Así pues, y sin que Nagumo lo supiera, su cálculo de tiempo era inútil, y sus
órdenes, erróneas.

A la vez que la primera oleada contra Midway despegaron de los buques


japoneses varios hidros de reconocimiento. Uno de ellos, el del crucero “Tone”,
sufrió una avería en el motor. Fue reparada, pero el hidro del “Tone” llevaba un
retraso de cerca de una hora en su misión de descubierta. Los demás hidros
regresaron a sus bases sin haber visto nada, confirmando con ello la impresión
que tenía Nagumo de que la Flota del Pacífico seguía en Hawai. Hasta que a las
07:28, el hidro del “Tone” comunicó haber descubierto buques norteamericanos al
Noroeste de la flota japonesa. Pero no dijo ni cuantos ni cuales.

Rechazado el ataque aéreo norteamericano, en el puente del “Akagi”, insignia de


Nagumo, se encontraron con que Midway seguía siendo operativo como pista de
aterrizaje, y que se habían avistado barcos enemigos cuando no deberían estar
allí, según el plan.¿Qué hacer? ¿Atacar Midway otra vez, atacar la flota recién
descubierta, esperar a identificar aquella flota inesperada? Entonces (me lo
imagino perfectamente) todos los presentes en el puente, de almirante para abajo,
miraron a Nagumo esperando órdenes.

Aquí conviene hacer un inciso. Desde aquel 4 de Junio de 1.942, miles de


personas que contaban con la enorme ventaja de haber visto los toros desde la
barrera, y ni siquiera en directo sino en diferido, han opinado y siguen opinando
que en ese crítico momento a Nagumo se le fue la cabeza, metió la pata, se
acobardó, cometió una simpleza de guardiamarina, o sencillamente, como tonto
de capirote que era, lo hizo tan mal como en él era de esperar. Estos señores se
olvidan de que el almirante Nagumo fue el jefe de la flota que atacó Pearl Harbor,
y como primo del Emperador no era, es de suponer que le dieron el mando por su
valía; que fue quien no sólo llevó a cabo el ataque sino que volvió sano y salvo;
quien, consciente de los riesgos que corría, destacó a la 5ª División para
completar la conquista de Wake (Diciembre de 1.941) aunque se sabía que el
“Lexington” iba en socorro de la isla; quien luego mandó la flota que en exitosa
“tourneé” por el Mar de Java y el Océano Índico eliminó la flota ABDA e hizo
retroceder a la Flota Oriental de la Royal Navy hasta Madagascar, obteniendo así
la supremacía naval en el Índico y el Sureste del Pacífico. No es mal currículo para
un idiota o un cobarde.

Los que critican a Nagumo quieren ignorar que a las 07:30 el panorama que se le
ofrecía a Nagumo era incompleto y se olvidan de que, cuando uno lleva
entorchados debajo de la coca y se manda la única fuerza de combate de que
dispone la patria, las decisiones no son tan fáciles de tomar como en una tranquila
biblioteca. En esas circunstancias, presionado y con un cuadro táctico incompleto,
Nagumo se equivocó. Yo en su lugar, quizá también. Y usted también, amable
lector, podría haberse equivocado... Desgraciadamente para Nagumo, todavía no
estaban disponibles en los kioskos las “Memorias” de sir Winston Churchill.

Nagumo decidió esperar y ver. Mientras lo hacía, a las 08:10 la segunda oleada
procedente de Midway atacó sus buques. Otra vez, sin daño alguno.

Apenas había pasado el ataque, cuando a las 08:20 el hidro del “Tone” radió que
había localizado un portaaviones enemigo. Se trataba del “Yorktown”.

A las 08:37 sucedió otra de las circunstancias claves de la batalla. La flota


japonesa recogió los aviones de caza que se habían mantenido de patrulla sobre
los buques, y tras reabastecerlos, los lanzó de nuevo al aire.

Más o menos a esa hora, el hidro del “Tone”, dispuesto a provocarle a Nagumo
una úlcera, comunicó haber localizado más buques enemigos. Se trataba de la TF
16, pero no llegó a ver los portaaviones sino sólo a su escolta.

Urgido por sus oficiales (me imagino que el pobre Nagumo estaría sudando de lo
lindo dentro del uniforme), el almirante decidió a las 09:18 armar a los aviones con
torpedos. Se atacaría a la flota enemiga. El ataque comenzaría a las 10:30. Se
dieron las órdenes oportunas.

Foto del "Hyryu" tomada desde los B-17 que lo atacaron.

Sucedió entonces algo inaudito. Las dotaciones de servicio de los aviones


rompieron la disciplina de seguridad. En lugar de bajar las bombas a los pañoles
según las iban retirando de los aviones, las dejaron a un lado mientras de esos
mismos pañoles subían a las cubiertas los torpedos. De esto no tuvo la culpa
Nagumo, sino los oficiales y suboficiales que quizá pensaron que los muchachos
estaban muy cansados de llevar y traer las bombas y que bien podrían tomarse un
respiro. Ya bajarían los proyectiles más tarde. De momento, en los puentes no se
supo nada de esto, y el armamento de los aviones continuó.

Mientras, la flota norteamericana había ido trazando un cuadro de la situación


táctica. Esperaron incluso a que cesaran los ataques de los aviones de Midway
para completar los datos que tenían. Una vez completo, el almirante Spruance dio
orden de lanzar sus aviones. Esto se hizo sobre las 08:20. La TF 16 lanzó todos
sus aviones en una única oleada de más de centenar de aparatos. Los aviones de
la TF 17, lanzados con algunos minutos de diferencia, iban detrás. Este
lanzamiento de aviones tampoco fue visto por el hidro del “Tone”.
Los aviones de la TF 16 siguieron un rumbo aproximado hacia la última posición
de los japoneses. Según avanzaban, varios escuadrones del “Hornet” se
despistaron. Hay que tener en cuenta que el grupo aéreo de este portaaviones era
muy bisoño. Para colmo de desdichas, al llegar a la presunta posición de la flota
japonesa, vieron que allí no había nada. La formación, comandada por el capitán
de fragata McClusky, del “Enterprise”, se desplegó para buscar blancos, pero al
hacerlo más aviones del “Hornet” se despistaron de la formación inicial y fueron
incapaces de encontrar al enemigo. Sin embargo esta dispersión tuvo éxito,
permitiendo a los aviones de la TF 16 localizar la fuerza de portaaviones japonesa.

Los aviones de la TF 17 habían seguido un rumbo un poco más al Sur que los de
la TF 16. Tampoco vieron ningún barco japonés, pero vieron rastro de humo, y lo
siguieron pensando que el humo los llevaría a la flota japonesa, lo que en efecto
sucedió.

A las 10:20 ambos grupos de aviones localizaron de forma independiente y sin


coordinación a la flota japonesa.

La escena que se planteó entonces fue así: los portaaviones japoneses, con sus
aviones cargados con torpedos en cubierta, listos para lanzar y cara al viento; sus
aviones de patrulla, que llevaban ya dos horas en el aire, escasos de carburante
(Nagumo tenía intención de recogerlos después de lanzar el ataque; hacerlo al
revés, es decir, primero recoger, repostar, lanzar los cazas y luego lanzar el ataque
le hubiera retrasado demasiado) y además a cierta distancia de los barcos para no
causar un “embotellamiento” con los aviones del ataque; de repente, aparecen dos
grupos de aviones norteamericanos desde dos direcciones distintas, y además en
gran número. Por pura casualidad, los norteamericanos aparecieron en el peor
momento posible para los japoneses.

Comenzó el ataque. Los cazas Zero hicieron estragos entre los atacantes, mucho
más lentos y menos maniobrables. Pero sencillamente, eran demasiados. La
defensa de caza japonesa quedó saturada en pocos minutos. Y así, varios grupos
de bombarderos en picado pudieron agruparse para lanzar sus bombas, libres de
interferencias de la caza enemiga.

Entre las 10:25 y las 10:28 fueron alcanzados el “Soryu”, el “Akagi” y el “Kaga”, en
ese orden.

El lugar más inflamable del mundo es la cubierta de un portaaviones. Por puro


azar, las cubiertas de vuelo de los portaaviones japoneses se hallaban atestadas
con aviones cargados de explosivos y los tanques llenos. Y en las cubiertas
inferiores aún aguardaban las bombas de los aviones, pendientes de bajar a los
pañoles. En cuanto los portaaviones japoneses (que carecían de cubierta de vuelo
blindada) fueron alcanzados, comenzó el desastre. Todo el material inflamable de
la cubierta de vuelo y de la inferior comenzó a explotar y a arder. Los incendios
pronto quedaron fuera de control y los portaaviones japoneses, sentenciados de
muerte.
El ataque norteamericano siguió hasta las 11:00, aunque ya casi no hacía falta.
Antes de volver a sus bases, los supervivientes localizaron al “Hyryu” que, oculto
por una neblina, no había sido visto antes. Así pues, los pilotos norteamericanos
informaron de tres portaaviones enemigos alcanzados y en llamas, y uno intacto.

El almirante Yamaguchi, uno de los mayores ases de la flota japonesa, y


comandante del “Hyryu”, lanzó de inmediato a su grupo aéreo, liderado por el
teniente de navío Tomonaga. Escondiéndose entre las nubes, los aviones de
Tomonaga siguieron a los norteamericanos para localizar su procedencia.

A las 12:05 los aviones de Tomonaga localizaron al “Yorktown”. De inmediato lo


atacaron, acertándole varias veces y provocando graves incendios. Los
norteamericanos, que ignoraban que a sus aviones los iban siguiendo los
japoneses, fueron pillados desprevenidos.

Impresionante foto del "Yorktown" recibiendo de lleno el impacto de un torpedo


japonés. Las nubes de humo de deben al tiro de la artillería antiaérea. Ello puede
dar una idea de la dificultad del ataque con torpedos.
La cubierta de vuelo del USS "Yorktown" (CV-5) después del ataque japonés.

Las buenas noticias del ataque fueron recibidas por Nagumo (que había cambiado
su insignia de buque) y por Yamaguchi. Los optimistas aviadores japoneses dieron
por hundido a su blanco. Entonces los dos dos almirantes pensaron lo mismo: si
los yanquis sólo tienen dos portaaviones (que era lo que les había dicho su
servicio de información) y hemos hundido uno, eso significa que estamos 1 contra
1. Si hundimos al segundo portaaviones yanqui, pese a la gravedad de las bajas,
aún podríamos desembarcar. Y dicho y hecho, a las 12:45, sin haber recogido los
aviones de la primera oleada, el “Hyryu” lanzó una segunda oleada. Siguiendo el
rumbo de sus compañeros, los aviones de esta segunda oleada llegaron a la vista
del “Yorktown” a las 13:40. Los japoneses lo atacaron convencidos que se trataba
del segundo portaaviones norteamericano, primero porque así se lo habían dicho
sus jefes, y segundo porque al llegar al blanco no vieron rastro de incendios ni de
humo. Tras el ataque dejaron el buque otra vez tocado, con fuego a bordo y con
una fuerte escora. En ningún momento sospecharon que los equipos de seguridad
de a bordo habían logrado la enorme proeza de apagar todos los incendios
causados por el primer ataque.

El “Yorktown”, aunque escorado tras el segundo ataque, pudo seguir a flote. Se


intentó darle remolque hasta puerto, pero a las 15:00 un submarino japonés
localizó al buque, alcanzándolo y enviándolo al fondo.
El USS "Yorktown" (CV-5) ardiendo tras el primer ataque.

Mientras, convencidos de que el primer portaaviones se había hundido y


confundiendo el perfil del “Yorktown” con el del “Hornet”, cuando la segunda
oleada comunicó el hundimiento del “segundo blanco”, el cuadro que se les
presentaba a Nagumo y Yamaguchi era el siguiente: sólo nos queda un
portaaviones a flote, con la dotación aérea reducida a menos de 30 aviones.
¿Podemos cubrir el desembarco con tan escasa cobertura? La pista de Midway
aún sigue abierta, y eso es un riesgo claro.

Mientras los almirantes japoneses cavilaban sobre estos asuntos, a las 17:00,
aviones procedentes de la TF 16 alcanzaron al “Hyryu”, dejándolo en llamas y con
su pista de vuelo inutilizada. El buque no se hundiría hasta las 9:00 del día
siguiente, pero desde mucho antes los japoneses se habían quedado sin apoyo
aéreo.

Pero la mayor consecuencia del ataque al “Hyryu” fue la confusión total por parte
japonesa. ¿De dónde habían salido tantos aviones? ¿Había un tercer
portaaviones norteamericano en aguas de Midway? ¿Procedían de la propia isla?
Estas dudas, y el hecho de que a la flota japonesa sólo les quedasen dos
portaaviones ligeros para dar apoyo a la fuerza de invasión, hizo que Yamamoto
tomara la decisión, al caer la noche, de retirarse. Los norteamericanos, habiendo
hundido cuatro portaaviones enemigos, y habiendo abortado el desembarco en
Midway, no necesitaban seguir arriesgando en la batalla, y en consecuencia
regresaron a Pearl Harbor.

Las consecuencias de la batalla de Midway fueron inmensas.


Japón perdió en ella la fuerza de choque de su flota, sin que las construcciones
navales previstas pudieran cubrir las bajas. Para empeorar la situación, entre el
Mar del Coral y Midway habían perdido el equivalente a seis dotaciones aéreas,
todos ellos veteranos de la guerra con China y de las primeras fases de la
campaña del Pacífico. Veteranos que eran en sí mismos insustituibles. Veteranos
que no podían ser reemplazados por nuevos pilotos dado que los planes de
entrenamiento de pilotos del Japón no se habían adaptado aún a la escala de la
guerra. La peor pesadilla de Yamamoto se había hecho realidad. Despojado el
Japón de su fuerza de choque, dependía para su supervivencia de su potencia
industrial, enfrentada a la de los Estados Unidos, y en ese sentido Yamamoto,
antiguo agregado naval en Washington, exalumno de Harvard, no se hacía
ninguna esperanza.

La derrota de Japón era ya sólo cuestión de tiempo.


CONCLUSIONES

1. Después del ataque a Pearl Harbor, el Almirante Chester Nimitz fue


designado Comandante en Jefe de la Fuerza del Pacífico, quien
considerando de mucha importancia del Estado Mayor, reunió al maltrecho
resto del Estado Mayor y los organizó para poder hacer frente a la Fuerza
Naval Japonesa.

2. La toma de decisiones la realizó con el asesoramiento de un Oficial de


Inteligencia y de Comunicaciones.

3. La toma de decisiones del Estado Mayor se realizó con el apoyo de


Inteligencia, quienes conocían desde antes de la guerra las claves de la
Armada Japonesa; por lo cual las comunicaciones se interpretaba
anticipadamente a las maniobras del enemigo.

4. Comunicaciones al inicio del ataque no pudo identificar el “objetivo AF”, por


tal motivo el Oficial de Comunicaciones recomienda al Almirante Nimitz
enviar información con el fin de engañar al enemigo, por tal motivo y
después de mucho estudio y tras enviar información sobre la inoperatividad
de la condensadora de agua en Midwey por cuatro días, se pudo identificar
que el ataque al “objetivo AF” estaba dirigido a la Base de Midwey; por lo
que el Almirante Yamamoto también toma la decisión de atacar entre esos
días.

5. Al encontrarse el Comandante de la Flota de Portaaviones Almirante


Halsey, con un cuadro de alergía e internado en un hospital, el Almirante
Nimitz reorganiza el cuadro de mandos de su Flota:

- El Almirante Fletcher sustituiría al Almirante Halsey al mando de la


Flota Task Force 17 embarcado en el Yorktown.
- Mientras el Almirante Spruance al Mando TF16 compuesto por el
portaaviones “Enterprice” y “Hornet”.

6. El Almirante Nimitz, se encargó de que el portaaviones Yorktown que se


encontraba dañado tras la batalla del mar de coral, fuera reparado en un
plazo previsto, arengando a los trabajadores; con la finalidad de estar
tácticamente en igual ventaja que la armada japonesa.

7. Al enterarse de las intensiones del enemigo de atacar Midwey a principio de


junio y enterados de todos los movimientos de la flota japonesa y por otro
lado la desventaja de encontrarse muy alejados de su base, el 1 de junio
las dos TF16 y TF17, se reunieron en el punto fortuna (point luck)
aguardando a los japoneses. La ventaja era de 1 a 1 puesto que se tenía
tres portaaviones y se contaba con la pista de Midwey lo que igualaba
tácticamente a los cuatro portaaviones japoneses “Kaga”, “Akagi”, “Soryu” y
“Hiryu”; asimismo, se realizó movimientos previos a la batalla en un silencio
de radio casi total, se dio órdenes a guarnición de Midwey, reforzada por
Infantes de Marina y Aviación Naval del cuerpo de Marines.

8. El ataque a Midwey se realizó el 4 de junio, iniciando la primera oleada de


ataque a 4.30 por los aviones japoneses, mientras el avión de exploración
americano Hidro PBY Catalina a la misma hora sale al encuentro de los
japoneses y aproximadamente a 5.52 logra localizarlos, comunicando a la
base. esta diferencia horaria permitió a los japoneses atacar la base de
Midwey.

9. A 7.30 Aviones de marines atacan a portaaviones japoneses sin causar


ningún daño, al contrario sufren bajas, a 0810 inician segundo ataque sin
resultados.

10. La flota norteamericana, traza situación táctica esperan que aviones de


Midwey cesaran los ataques para completar datos. Una vez completo el
Almirante Spruance dio orden de lanzar al ataque a sus aviones de la TF16
y TF17 lanzado con un minuto de diferencia detrás, sin embargo se
despistaron de la formación inicial, esta dispersión a la larga los favoreció y
tuvieron éxito en localizar a 10.20 a la fuerza de portaaviones japoneses,
iniciando de 10.25 a 10.28 ataques a los portaaviones Soryu, Akagi y Kaga,
logrando hundirlos; asimismo se hace mención la falla en el tablero de
control eléctrico de los aviones americanos que ocasionó que varios
aviones perdieran sus torpedos al salir de los portaaviones.

11. Uno de los factores que favoreció fue el hecho de que en las cubiertas de
los portaaviones se hallaban aviones cargados de combustible, explosivos y
en cubierta inferior bombas de aviones pendientes de bajar.

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