EL MATRIMONIO
CIVIL EN MÉXICO
(1859-2000)
ISBN 970-32-1596-3
CONTENIDO
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
VII
VIII CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
Hoy parece ser una opinión común entre los juristas que el matri-
monio es un asunto del que tienen que ocuparse los legisladores.
Si el matrimonio es uno de los actos del estado civil, es un asunto,
como dice el artículo 130 constitucional en su penúltimo párrafo,
de la “ exclusiva” competencia de las autoridades administrativas
y que tiene la “ fuerza y validez” que determinen las leyes. De
conformidad con estos preceptos, los legisladores pueden definir
qué es el matrimonio y qué efectos tiene, es decir, qué deberes y
derechos genera entre los esposos y en relación con los hijos y la
familia. A partir de la introducción de este precepto en la historia
legislativa mexicana por medio de la Ley del Matrimonio Civil
de 1859, los legisladores mexicanos se han dado a la tarea de de-
cirnos a los mexicanos qué es el matrimonio, cuáles son sus efec-
tos y las formas de hacer coactivo el cumplimiento de los deberes
que de él derivan.
En este trabajo1 pretendo analizar cómo ha ido evolucionan-
do el régimen del matrimonio civil a partir de su introducción en
1859 hasta la publicación del nuevo Código Civil del Distrito Fe-
deral en el año 2000, con el objetivo de discernir el significado de
este desarrollo histórico. Me he concentrado en el análisis de los
códigos civiles vigentes en el Distrito Federal, sabiendo que han
sido, al menos hasta 1974, los modelos que han inspirado los có-
digos y el régimen matrimonial de las demás entidades federati-
vas. Ciertamente los códigos civiles locales en los últimos años
1 He publicado un avance del mismo: “ Evolución del concepto de matrimonio en el
derecho mexicano (1821-1917)” en Estudios en homenaje a don Manuel Gutiérrez de Ve-
lasco, México, UNAM, 2000, pp. 1-34, y otro, “ El matrimonio en la legislación civil del
Distrito Federal 1917-2000” , que será publicado por Ars Iuris.
IX
X INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN XI
15 La ley puede consultarse en Derechos del pueblo mexicano, 4a. ed., México,
1994, t. XII, p. 1090.
trimonios en él, pero señalaba que los mexicanos que hicieran de-
claración de ser católicos, debían contraer el matrimonio confor-
me a derecho canónico, por lo que para realizar el matrimonio
civil era necesario (artículo 24), además de cumplir los requisitos
legales, que presentasen la constancia del párroco de que se cum-
plieron los requisitos necesarios para recibir el sacramento del
matrimonio. La Ley daba preeminencia al contrato matrimonial
respecto del sacramento, pues prohibía (artículo 36) “ a todos los
eclesiásticos” que celebren el matrimonio religioso sin que antes
se les presentara un certificado del oficial del Registro Civil que
demostrara que se había verificado “ el contrato civil” .
La dicotomía entre el matrimonio-contrato civil y el matri-
monio-sacramento, que la Reforma había pretendido superar me-
diante la preeminencia del matrimonio civil, y que se mantuvo en
la Ley del Registro Civil del Imperio, tuvo un intento de solución
diferente en el proyecto de “ Código Civil del Imperio Mexicano”
(6 de julio de 1866), del cual sólo se publicó el libro primero, relati-
vo a las personas.17 Establecía (artículo 204) que los matrimonios
“ celebrados por la Iglesia... surtirán los efectos civiles” , siempre
que entre los contrayentes no hubiera un matrimonio anterior, ci-
vil o canónico, y tuvieran la edad suficiente; para que surtiera
efectos civiles, era necesario registrar el matrimonio, a lo cual es-
taban obligados los cónyuges (artículo 206); los efectos se retro-
traían a la fecha del matrimonio canónico. Previendo los casos de
mexicanos con otra religión, se disponía que podía darse el mis-
mo tratamiento a los matrimonio contraídos conforme a otra reli-
gión que fuera reconocida (artículo 205).
El proyecto de Código contiene ya una definición material
del matrimonio, que pasaría a los códigos civiles de 1870 y 1884,
que dice (artículo 99): “ El matrimonio es la sociedad legítima de
un solo hombre y de una sola mujer, que se unen con vínculo in-
disoluble para perpetuar su especie y ayudarse a llevar el peso de
la vida” . Es casi literalmente la definición del diccionario de Es-
17 El texto se publicó en el Boletín de las Leyes del Imperio Mexicano, México,
1886, t. III, pp. 169 y ss.
A. El régimen transitorio
B. El régimen federal
21 Véase nota 9.
22 “ Exposición de los cuatro libros del Código Civil del Distrito Federal... que hizo
la Comisión al presentar el proyecto al Supremo Gobierno” , publicada en la edición ofi-
cial del Código Civil del Distrito Federal, México, 1870, p. 16.
23 Ibidem, p. 18.
A. Agustín Verdugo
B. Esteban Calva
35
48 Citados por Sánchez Medal, R., Los grandes cambios en el derecho de familia de
México, México, 1979, p. 18.
49 Sánchez Medal, Ramón, El divorcio opcional, México, 1974, p. 28.
2. La Constitución de 1917
56 La definición provenía del proyecto del Código Civil del Imperio Mexicano, ar-
tículo 99 que decía: “ El matrimonio es la sociedad legítima de un solo hombre y una sola
mujer que se unen con vínculo indisoluble para perpetuar su especie y ayudarse a llevar el
peso de la vida” , que era también la definición de matrimonio que sostenía la doctrina
mexicana previa a la codificación.
D. El régimen de bienes
les, conforme al cual todos los bienes que adquirieran los esposos
durante el matrimonio formaban un fondo común que se reparti-
ría entre ellos. Bajo la perspectiva del divorcio vincular y del ma-
trimonio como contrato más que sociedad o alianza, tal régimen
parecía excesivo; así lo declara la Exposición de Motivos de la
ley cuando dice que la indisolubilidad del vínculo matrimonial
generaba una comunidad permanente de intereses, la cual hacía
necesaria la sociedad legal de gananciales, pero una vez admitido
el divorcio vincular, es necesario que el Estado intervenga para
evitar los abusos de quienes quisieran aprovecharse de los bienes
de la mujer, de cuyas ganancias disfrutarían por mitad según el
régimen de sociedad legal, para luego abandonarla.59 En conse-
cuencia la ley terminó con la sociedad legal de gananciales como
el régimen propio del matrimonio, mientras no se pactara la sepa-
ración de bienes, y estableció la regla inversa: en principio cada
cónyuge sigue siendo dueño de sus bienes y de los frutos o rendi-
mientos que le produzcan (artículo 270), es decir el régimen ordi-
nario es la separación de bienes, aunque se reconoce que pueden
pactar la comunidad de algunos bienes y de sus productos (artícu-
lo 273).
A fin de proteger la situación económica de la familia, la ley
disponía que la casa donde residiera el matrimonio y los mue-
bles que contuviera, independientemente de quién fuera el pro-
pietario, no podía enajenarse ni gravarse más que con el consen-
timiento de ambos cónyuges; pero esto se limitaba a las casas
cuyo valor, considerado el de los muebles que contuviera, no ex-
cediera de $ 10,000 (diez mil pesos).
61 Ibidem, t. I, p. 177.
62 Ibidem, p. 178.
63 Ibidem, p. 179.
66 Ibidem, p. 307.
67 Loc. cit.
A. El concepto de matrimonio
a. Divorcio
85 Ibidem, p. 327.
86 Ibidem, p. 332.
87 Ibidem, p. 334.
91 Ibidem, p. 350.
92 Ibidem, p. 353.
93 Ibidem, pp. 434 y ss.
94 Ibidem, p. 435.
95 Rojina Villegas, R., Derecho civil mexicano, México, 1962, t. II, vol. 2, pp. 241 y ss.
96 Ibidem, p. 251.
B. Rafael de Pina
D. Luis Muñoz
128 Idem.
129 Ibidem, pp. 445-447.
130 Ibidem, p. 510.
131 Idem.
137 Ver artículo 267-VI del Código Civil para el Distrito Federal.
138 Couto Ricardo, op. cit., nota 60, pp. 434 y 435.
no procedía porque para que hubiera matrimonio se requería de una “ formulación expresa
de voluntad” . Un voto particular manifestaba su inconformidad porque la legislación de
Tamaulipas no exigía la declaración expresa, por lo que en su opinión habiendo consenti-
miento por el hecho de la convivencia había contrato y matrimonio.
83
B. Reformas de 1983
D. Reformas de 1994
E. Reformas de 1997
149 Los trabajos se publicaron en Memoria del Primer Congreso Mundial sobre Dere-
cho Familiar y Derecho Civil, México, UNAM, 1978.
150 El proyecto de Código se encuentra reproducido en la Memoria; el artículo 69 en
la p. 91 y el artículo 70 en la p. 92.
C. Antonio de Ibarrola
Tres años después de la reforma constitucional, Antonio de
Ibarrola publica su libro Derecho de familia152 en el que aporta
una visión del tema conforme con la moral cristiana. El capítulo
en que inicia el tratamiento del matrimonio se titula “ La sagrada
institución del matrimonio” .153 Ahí refiere diversas concepciones
del matrimonio y asume la posición de que el matrimonio “ no
fue instituido por obra de los hombres, sino por obra divina...; y
que, por lo tanto, sus leyes no pueden estar sujetas al arbitrio de nin-
gún hombre, ni siquiera al acuerdo contrario de los mismos cónyu-
151 Memoria del Primer Congreso Mundial sobre Derecho Familiar y Derecho Civil,
México, UNAM, 1978, p. 104.
152 Ibarrola, Antonio de, Derecho de familia, México, 1978.
153 Ibidem, p. 105.
ges” .154 En consonancia con esa posición, propone que la ley me-
xicana, asumiendo la fe católica de la mayoría de la población,
reconozca que el matrimonio canónico produzca todos los efectos
civiles. Hace suya la crítica de Sánchez Medal a las reformas de
1975, especialmente en lo relativo a que niegan el llamado débito
conyugal, y dedica un capítulo a criticar el divorcio vincular por
considerarlo un instrumento que disgrega la familia y la socie-
dad.155 No trata el tema de los deberes entre los cónyuges.
E. Alberto Pacheco
184 A lo largo de la obra, el autor repite esta idea de las diversas fuentes de la familia:
al hablar de las fuentes de las relaciones jurídicas familiares (p. 233) menciona matrimo-
nio, concubinato, madre soltera, parentesco y otras; al hablar de las fuentes del “ estado de
familia” (p. 257) menciona otra vez matrimonio, concubinato, procreación y otras; las fa-
milias, dice “ se constituyen no sólo por el matrimonio, sino también por el concubinato,
el amor libre y con las madres solteras” (p. 390).
185 Ibidem, p. 320.
186 Ibidem, p. 327.
ca, por tanto, creada por una sociedad” .195 Según ella, los fines
que ahora se atribuyen al matrimonio, procreación y ayuda mu-
tua, son simplemente los fines que los grupos de poder han logra-
do establecer socialmente. Bajo esta perspectiva de que los fines
se imponen a los contrayentes, concluye que el matrimonio (tanto
el canónico como el civil) es una “ institución... que crea una es-
tructura de poder que somete a la mujer ofreciéndole una cierta
seguridad económica en tanto dura la crianza, a cambio de cierta se-
guridad para el varón acerca de la procedencia de la prole, pero
que no sólo no asegura la felicidad de ninguno de los involucra-
dos en la relación conyugal, sino que cierra las posibilidades de
que cada pareja busque sus propias vías para alcanzar su plenitud,
pues es una institución en que, por decreto social, la pareja debe
darse hijos(as) y además guardarse entre sí fidelidad... además de
cohabitar y ayudarse mutuamente” .196
La autora esperaría una evolución hacia una igualdad del va-
rón y la mujer “ dentro de marcos de mayor libertad” . Lamenta
que todavía pese “ sobre la pareja la expectativa social de la pro-
creación” y el deber de fidelidad, pues aunque el Código no lo
señala expresamente, lo cual, dice la autora, “ nos haría pensar en
que el legislador de 1928 tenía en mente una institución abierta
en lo que se refiere a las relaciones internas de la pareja” , sin em-
bargo, castiga el adulterio.197
Se entiende que con la concepción del matrimonio como es-
tructura de poder impuesta a la pareja, la autora sea proclive a
facilitar el divorcio. Ella inicia el tratamiento del tema con una
“ discusión ética en torno al divorcio” , pero no da argumentos
éticos, sino que ella los toma de la psicología. Dice que el divor-
cio como institución “ no puede ser calificado en términos de
bueno o malo” , y por consiguiente tampoco vale decir que es un
mal necesario. La cuestión es si es útil a la sociedad. Ella dice
que es útil porque aporta “ un principio de solución” a los con-
A. Concepto de matrimonio
El Código nuevo propone una definición del matrimonio en
su artículo 146, que estipula literalmente:
C. Divorcio
Se introducen (artículo 267) nuevas causas de divorcio.
Aparte de la ya citada de la separación del domicilio, con o sin
causa justificada por más de un año, ahora se contemplan estas
otras: el uso no terapéutico de sustancias, lícitas o ilícitas, que
produzcan efectos psicotrópicos, si amenazan arruinar la familia
o son motivo de continua desaveniencia entre los esposos (frac-
ción XIX); el empleo de métodos de fecundación asistida sin
consentimiento del otro cónyuge (fracción XX), o el que un cón-
yuge le impida al otro practicar cualquier actividad lícita (frac-
ción XXI), lo cual está redactado en términos tan amplios, que
podría ser hasta la oposición a que el marido practique un deporte
o que la esposa se reúna periódicamente con sus amigas para ju-
gar barajas.
El procedimiento para el divorcio contencioso se facilita, al
señalar el artículo 271 que los jueces, respecto de todas las causa-
les de divorcio, “ están obligados a suplir la deficiencia de las
partes en sus planteamientos de derecho” .
D. Concubinato
Ante el debilitamiento del matrimonio como vínculo jurídico,
el concubinato gana terreno. El nuevo Código introduce un capí-
E. El régimen de bienes
IV. EPÍLOGO
EPÍLOGO 117
trato” , pero no igual a los demás sino sui generis; dicen primero
que es un contrato indisoluble y luego que es disoluble; otros más
dicen que es contrato pero también institución o conjunto de re-
glas que forma un estado de vida; otros dicen que no es contrato
sino un acto del poder estatal. Finalmente algunos abandonan la
noción de contrato y de acto jurídico y lo consideran como una
mera comunidad de vida o comunidad afectiva.
Otro ejemplo de vulnerabilidad de la doctrina que no tiene
más asidero que la ley es el divorcio vincular, que habiendo sido
introducido de manera revolucionaria y como una medida excep-
cional, termina siendo aceptado por casi toda la doctrina, primero
como un mal necesario y luego como un remedio saludable.
EPÍLOGO 119