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Si estás decidido a convertirte en un súper vendedor, el primer paso es preparar una estrategia
efectiva que te permita alcanzar los objetivos que te traces. Para ello, comienza por seguir estas
10 reglas básicas. Y recuerda: lo primero que debes aprender es a venderte tus ideas a ti mismo.
El vendedor de éxito se ocupa primero por el cliente y luego por los productos.
Después, hay que identificar cuáles son los obstáculos que tu cliente potencial enfrenta
para obtener lo que quiere. Esto es importante porque regularmente esos impedimentos se
convierten en las objeciones por las cuales las personas no han conseguido lo que necesitan.
Por ejemplo, productos o servicios con precios inaccesibles para determinado segmento.
El consejo es elaborar un plan que te permita superar esos problemas para darle a la gente lo
que demanda.
En este caso, el “pitch del elevador” es clave: cuando alguien te pregunta a qué te dedicas
o qué es lo que vendes, tienes que ser conciso, a tal extremo que puedas dar una buena
respuesta, incluso, en 30 segundos. El objetivo no sólo es que la otra persona sepa qué es lo
que haces, sino también transmitirle cierta emoción para despertar su interés por obtener más
información.
La realidad es diferente: todos los integrantes de una empresa desde la persona encargada
de contestar las llamadas hasta el director general deben tener esa habilidad. No olvides que
todos forman parte de una misma organización.
Recuerda que si quieres cerrar tus ventas como todo un profesional, tienes que remitirte a la
razón emocional por la cual tu prospecto quiere hacer la compra. Ponte del lado del cliente; si
observas que el vendedor entiende tu postura o muestra interés por saber cuál es tu necesidad,
lo más probable es que sientas un elevado grado de empatía o rapport, que quizá no tendrías
con otra persona. De acuerdo a mi experiencia es lo que sucede en la mayoría de los casos.
Después, hay que establecer “la realidad compartida” con la otra persona. Esto significa
encontrar algo en común que tengas con tu cliente. Por ejemplo, si tanto tú como él tienen hijos
de edades Similares, éste puede ser un buen inicio para tener un tema de conversación que
rompa el hielo. El tercer paso se llama “verificación”, es decir, confirmar que estás entendiendo
exactamente lo que tu cliente expresa en cada una de sus respuestas. “Lo que quieres decir
es que tu objetivo es comprar una computadora porque la que tienes es demasiado lenta, ¿es
correcto?”. En ese punto suceden dos cosas: primero, la otra persona termina de convencerse
de que realmente la estás escuchando. Segundo, la ayudas a tener claro lo que quiere o lo
que necesita.
Bajo su dirección e iniciativa, todos ayudaban a vender porque todos estaban conectados
con la misma visión de ofrecer un excelente servicio al cliente. Suena sencillo, pero resulta
algo difícil de lograr que en tu empresa vendas una idea a todos para llevarla a cabo. Girard lo
consiguió recompensando a sus compañeros con cenas mensuales y diciéndoles lo importante
que consideraba su labor.
También hay que destacar que este vendedor no era nada tímido y de verdad se interesaba
por la gente y disfrutaba atenderlos.