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INTEGRACION DE CASOS

UNIVERSIDAD WESTHILL
MARCO FRESNEDO

Joey: UN «NIÑO MECÁNICO» por Bruno Bettelheim


Caso de Esquizofrenia y Autismo infantil
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“En una edad temprana empezó a preocuparse por la maquinaria, incluyendo un viejo
ventilador eléctrico que podía armar y desarmar con sorprendente maña.
dirigido por las máquinas de su propia y poderosa fantasía creadora. No solamente creía él
mismo que era una máquina, sino que lo más sorprendente era que creaba esta impresión
en los demás…era un chico al que le habían robado la humanidad…un mundo de fantasía
estar poseído por él…Los chicos perturbados no siempre son capaces de hacer el viaje de
vuelta; permanecen retirados, prisioneros del mundo interior de ilusión y fantasía…
El delirio de Joey no es infrecuente hoy entre chicos esquizofrénicos. Él quería zafarse de
su insoportable humanidad, llegar a ser completamente automático.”
La esquizofrenia a menudo resulta del rechazo paterno, había sido completamente
ignorado.
«No quería verlo ni criarlo», declaraba su madre. «No tenía ningún sentimiento de
aversión real, simplemente no quería cuidarlo».
Un bebé que sufría cólicos, se le mantuvo en un rígido programa alimenticio de cada
cuatro horas, no se le tocaba si no era necesario y nunca se le acarició ni se jugó con él.
“la conducta patológica de Joey parecía ser la expresión externa de un abrumador
esfuerzo por permanecer casi inexistente como persona.”
“en cuanto al aseo se le educó con gran rigidez, de forma que no diera molestias.”
A muchos chicos se les educa así. Pero en la mayoría de los casos los padres hacen una
profunda inversión emocional en la actuación del niño. La respuesta del chico, a su vez,
hace de la educación una ocasión para la interacción entre ellos y para la constitución de
relaciones genuinas. Los padres de Joey no realizaron ninguna inversión emocional en él.
Su obediencia no les produjo ninguna satisfacción y a él no le ganó ningún afecto o
aprobación. Como niño educado en su aseo, él le ahorró a su madre trabajo, exactamente
como se lo ahorraban las máquinas domésticas.
El no sufrió ninguna privación física; tuvo hambre de contactos humanos. El que
simplemente cuiden de uno no es bastante para relacionarse.”
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MARCO FRESNEDO

UN CASO DE BRUNO BETTELHEIM


Joey o el autismo
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En la década de 1950, los 9 años.
Desde muy pequeño, incluso antes de cumplir 18 meses, Joey iba con frecuencia al
aeropuerto.
“Ventilador que sus padres le habían regalado cuando tenía un año, aparato que Joey
desarmaba y armaba incansablemente.
La madre de Joey sufre un gran dolor, un hombre de quien está
muy enamorada muere en un raid aéreo. Poco después conoce a un militar, también él
aquejado de un mal de amor. Se casan e intentan borrar sus desdichas llevando una
agitada vida social. Al poco tiempo nace Joey, un hermoso bebé fuerte y saludable.
Sólo se lo tocaba en caso de necesidad, no se lo acunaba nunca y nadie jugaba con él; si
tenía hambre antes de la hora prevista para darle el biberón, se lo dejaba llorar. El padre
sólo intervenía para castigarlo cuando Joey se ponía demasiado molesto. Pero pronto el
niño empieza a sufrir de cólicos. Se golpea violentamente la
cabeza y se balancea rítmicamente hacia adelante y hacia atrás y
también lateralmente.
Construye nuevas defensas, invalidantes, obsesivas que llama
“sus prevenciones”. Desde entonces, sólo expresará temores y
deseos a través de máquinas, máquinas-pantallas que coloca entre él y el mundo. Comer,
beber, dormir, defecar u orinar son actividades que sólo cumplirá mediante complejos
sistemas.
la mujer dedica todos sus cuidados a la hermanita.

¿Cómo curar a Joey?


Tener afectos implica ahora para Joey correr el riesgo de ser
destruido.
El único modo de sobrevivir es defenderse de toda emoción.
Inventa otras de las que se vuelve dependiente.
En este período, Joey admite que las lámparas también pueden
lastimarlo, que hay lamparillas buenas y lamparillas malas, unas
útiles y otras nocivas. Por primera vez, en su universo de máquinas se instaura cierto
orden humano.
Joey nunca había designado a nadie con
expresiones que no fueran: “aquella persona”, “la pequeña persona” o “la persona
grande”.
Este alter ego poderoso y destructor está en el origen de
todos los sucesos —sobre todo los desagradables— que se
producen en el mundo de Joey en la Escuela Ortogénica. ¿La
diarrea? ¡Es de Kenrad!
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MARCO FRESNEDO

Yo no tuve mucha carencia en mis necesidades físicas solamente hambre de vez en


cuando, pero mis padres no me atendieron emocionalmente. > Esas necesidades
emocionales eran un estorbo a mis padres. > Me dolía el estómago y no sabía
porque solo lloraba.> Mi mama dice «No quiero verte o criarte. «No tengo ningún
sentimiento de aversión real, simplemente no quiero cuidarte».> Lloraba y mi
padre me regañaba y pensaba que era molesto. > Mis emociones me pueden
destruir. > Ahora tengo la necesidad de ignorar mi propia existencia. Me enseñaron
firmemente a siempre estar limpio para que nunca me limpiaran o estorbar. > Me
regalaron un abanico mecánico de juguete, se convierte en mi obsesión, porque
representa a mis padres y lo puedo hacer y deshacerse cuantas veces quiera. > Yo
debería de ser una máquina, entonces me convierto en máquina. > Si tengo
contacto con aparatos mecánicos no puedo comer, beber, dormir, defecar u orinar
> Ya no necesita hablar o comunicarme. > Si no tengo una conexión con energía
dejo de funcionar. > Tengo 9 años > Estoy en un hospital donde me cuidan. > Tarde
un año en encariñarme y llamarle a alguien por su nombre > Aprendo que hay
maquinas buenas y malas. > Tengo un amigo imaginario con el que es bueno con el
cual me comparo y aprendo y un dios malo que gracias a él pasan cosas malas. >
Tengo fobia a las heces y me construyen un arenero con lodo y puedo expresar mis
emociones. > Tal vez soy un niño indio-nativo, porque no puedo ser un niño
normal. > Creo que puedo enfrentarme al mundo sin correr el riesgo de ser
destruido > En tiempos de pascua vi una maquina empolladora de huevos y vi
politos nacer. > Ahora soy un pollo. > “Yo puse mi huevo, rompí el cascarón y me
hice nacer a mí mismo.”> Tengo 12 años capaz de sentir emociones, desea ser
amado y convertirse en actor de su propia vida. > Tengo 18 años quiero volver a
vivir con mis padres.

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