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Apertura de la sucesión: “Hernández Pacheco, Joel Armando”.

Resumen del caso:

Doña Ramona y Laura Inés ambas Mora Aravena solicitan en juicio de partición al
tribunal que determinaran quienes con los interesados en la partición y cuáles son los
derechos que corresponden a cada uno de ellos.

El causante, Ramón María Mora Gutiérrez, había otorgado testamento en la Notaría


de Parral donde las hijas naturales del testador serían consideradas herederas universales del
remanente de la sucesión del causante. Se da paso a la ejecución del testamento y a la debida
partición de bienes, es allí que, teniendo en cuenta el testamento y la situación conyugal de
la cual se vio enmarcado el causante se solicita determinación de los montos en el juicio de
partición. El causante fallece el año 1998. El patrimonio el causante consistía exclusivamente
en la existencia de un bien inmueble. El causante adquirió el predio por sucesión por causa
de muerte y antes de casarse con doña Elsa López Lobos.

El 17 de enero de 2003 comparece don Joel Armando Hernández Pacheco a fin de


solicitar al tribunal la citación para designar juez partidor a las comuneras doña María
Ramona Mora Aravena y Laura Inés Mora Aravena, a objeto que se efectué la partición de
los bienes quedados al fallecimiento de don Ramón María Mora Gutiérrez. Al momento de
solicitarse la designación de juez partidor, la comunidad hereditaria estaba conformada por
sus hijas doña María Ramona Mora Aravena y Laura Inés Mora Aravena, y como cesionario
de derechos hereditarios de la cónyuge sobreviviente doña Elsa Teresa López Lobos, el
solicitante de autos don Joel Armando Hernández Pacheco.

El 7 de mayo de 2009, se lleva a cabo el primer comparendo en rebeldía de las


comuneras Laura Inés y María Ramona, ambas Mora Aravena, fijándose como objeto de la
partición: "la división de la comunidad hereditaria integrada por Joel Armando Hernández
Pacheco, María Ramona y Laura Inés, ambas Mora Aravena; comunidad que recae sobre el
predio rústico ubicado en el lugar de Perquilauquén, de la comuna de Parral.

El solicitante Joel Armando Hernández Pacheco falleció el 2 de junio de 2010,


haciéndose parte en el presente juicio como herederos del interesado y solicitante Joel
Armando Hernández Pacheco la cónyuge sobreviviente y los 4 hijos del causante por vía de
derecho de trnasmisión.

la Juez Titular del juzgado de letras de Parral, resuelve que respecto del único bien
objeto de la partición consistente en el predio rústico ubicado en Perquilauquén, comuna de
Parral le corresponden a cada uno de los comuneros las siguientes cuotas: a) un 50% a las
hijas naturales y b) un 50% al cesionario Joel Hernández Pacheco, quien le transmitió los
derechos en la sucesión de Ramón María Mora Gutiérrez a sus herederos: 1.- A su cónyuge
sobreviviente a quien le corresponde 2/5 del 50% que le corresponde en la herencia quedada
al fallecimiento de Ramón María Mora Gutiérrez, y; 2.- A sus 4 hijos, les toca a cada uno 1/5
del 50% que le corresponde en la herencia quedada al fallecimiento de Ramón María Mora
Gutiérrez.

Que esta sentencia fue aclarada con fecha 09 de julio de 2014 en el sentido de precisar
que a la cónyuge sobreviviente de don Joel Hernández Pacheco le toca 2/6 del 50% que le
corresponde a este último en la herencia quedada al fallecimiento de Ramón María Mora
Gutiérrez, y que a los hijos de don Joel Hernández Pacheco, cesionario, les toca a cada uno
1/6 del 50% que le corresponde a este último en la herencia quedada al fallecimiento de don
Ramón María Mora Gutiérrez.

El derecho de transmisión, regulado en el artículo 957 del Código Civil, se regula


trata de la situación en que, al fallecimiento del primer causante, uno de los herederos no
ejerció el derecho de aceptar o rechazar la herencia al momento de éste también fallecer. Por
su parte el Artículo 955 del Código Civil establece que la apertura de la sucesión es al
momento del fallecimiento del causante, por tanto, tal determinación de los hechos
determinará, entre muchos otros efectos, la legislación vigente que aplique a la sucesión. La
ley 19.585 o más conocida ley de filiación entre otros efectos relevantes eliminó la distinción
entre hijos legítimos, naturales e ilegítimos haciendo primar también principios de
investigación de la paternidad entre otros: con esta legislación se derogaron varios artículos:
entre ellos al antiguo artículo 959 y 1178 del Código Civil. En términos generales el antiguo
artículo 959 del CC. establecía que para llevar a efecto las disposiciones del difunto o de la
ley, había que deducir, entre otras cosas, la porción conyugal a que hubiere lugar, en todos
los órdenes de sucesión, menos en el de los descendientes legítimos. Esta norma se
encontraba íntimamente relacionada al artículo 1.178 del mismo Código (hoy derogado por
la ley de filiación), lleva a concluir que, al no haber descendientes legítimos, dicha parte
correspondiente a la porción conyugal ascendía a la cuarta parte de los bienes de la persona
difunta.

Las demandadas apelan la sentencia, una sala de la Corte de Apelaciones de Talca lo


confirmó. En contra de esta última decisión la parte demandada interpuso recurso de casación
en el fondo, basando su impugnación en la vulneración de los artículos 959, 990 de la ley
10.271 y 1182 del Código Civil. La Corte establece que corresponde acoger el recurso puesto
que, atendida la época de apertura de la sucesión hereditaria en cuestión, el texto vigente del
artículo 959 del Código Civil, establecía que en toda sucesión por causa de muerte, para
llevar a efecto las disposiciones del difunto o de la ley, había que deducir, entre otras cosas,
la porción conyugal a que hubiere lugar, en todos los órdenes de sucesión, menos en el de los
descendientes legítimos; norma que relacionada con lo que establecía el artículo 1.178 del
mismo Código antes de la reforma de la Ley 19.585 de 1998, lleva a concluir que, al no haber
descendientes legítimos, dicha parte correspondiente a la porción conyugal ascendía a la
cuarta parte de los bienes de la persona difunta. Adicionalmente, la sentencia recurrida ha
desconocido las disposiciones contenidas en el testamento del causante, formulado por
escritura pública otorgada ante el Notario de Parral, que instituyó como herederas universales
del remanente a sus hijas naturales, sumado a la circunstancia que ha dado aplicación a la
norma del artículo 990 del Código Civil, disposición que está establecida para la sucesión
intestada. En consecuencia, en virtud de las disposiciones contenidas en el testamento y por
aplicación expresa de las normas establecidas en los artículos 959 y 1178 del Código Civil,
le corresponden a las hijas naturales del causante un 75% de la herencia mientras que por
porción conyugal, al cónyuge sobreviviente, representado por su cesionario, y éste a su vez
por sus herederos por transmisión, un 25%.
Observaciones personales:

La apertura de la sucesión es un fenómeno de extrema relevancia ya que, según


Abeliuk, es el hecho habilitante por medio del cual los asignatarios podrán adquirir a título
de propiedad los bienes hereditarios que el causante les transmite.

Resulta de gran importancia entonces determinar el momento de su conformación ya


que de esto derivan importantes efectos temporales como: determinar la retroactividad de los
efectos de la aceptación o repudiación de la herencia y la indivisión testamentaria como
referencia a los efectos retroactivos de los juicios de partición; para también evaluar la
capacidades e indignidades del causante para poder testar según lo dispuesto en el artículo
1005 del Código Civil, al igual que las incapacidades e indignidades para poder suceder; para
eliminar la sanción de objeto ilícito a un pacto de sucesión (ya que deja de ser pacto de
sucesión futura según los artículos 1463, 1909 y 1910 del CC); y para finalmente, según los
Artículos 18 y 19 de la ley de Efecto Retroactivo, determinar la legislación vigente aplicable
a la sucesión.

Bien sabemos que en este caso el causante fallece con anterioridad a la vigencia de la
ley 19.585 del año 1998, y al momento del fallecimiento del causante se produjo la apertura
de la sucesión siendo aplicable como legislación vigente los antiguos artículos del Código
Civil que deducían reglas completamente distintas para las bajas generales de la herencia y
para al mismo tiempo deducir las porciones correspondientes para el cónyuge sobreviviente
y al tratamiento de los hijos naturales.

A partir de esto la legislación vigente a la sucesión del causante en autos era de


datación anterior a la actual que busca guardar concordancia sobre a la igualdad ante la ley
en el tratamiento de los hijos (independiente su condición) y eliminar la distinción de los
órdenes regulares a irregulares de la herencia distinguiendo aquella aplicable a los hijos
legítimos o ilegítimos. De la misma forma busca establecer normativa más clara respecto a
la deducción a la baja de la herencia para ser más objetivo con la realidad en cuestión.

A simple vista esta sentencia puede llegar a hacer creer al lector que específicamente
la situación de las hijas naturales del causante se vio beneficiada ante la aplicación de la
normativa antigua, pero en realidad el principal objeto en cuestión para poder aumentar las
porciones que le correspondería a cada heredero no se debió a la aplicación de una normativa
antigua si no que se omitió la disposición testamentaria expresa del causante que designa
como herederas universales a las hijas naturales. Por esta misma razón, habiendo aplicado la
legislación antigua o la actual, siempre tuvo que haberse considerado por el abogado partido
de la causa la disposición testamentaria, cuestión que no tomó en cuenta para poder dividir
la herencia.

El partidor simplemente tomó el total de la herencia y la dividió según las reglas de


la sucesión intestada correspondiéndole desde ya a la cónyuge sobreviviente, o al causante
en cuestión de la causa voluntaria (el cesionario y sus herederos) más de lo que realmente le
correspondía.

El juez partidor no consideró el artículo 996 del Código Civil el cual establece en su
inciso tercero que prevalecerá en casos de proceder sucesión testada e intestada al mismo
tiempo lo que se disponga en el testamento, regla que resulta ser absoluta en materias
cronológicas, debido a que esta no fue sujeta a ninguna modificación. Sin perjuicio de esto
el inciso final del mimo artículo fue modificado por la ley 19.585 antes analizada para hacer
primero esta regla teniendo en cuenta las mitades legitimarias que le corresponderían a los
dos órdenes de sucesión que se consideran en la sucesión testada aplicando las reglas
generales. Aun así, el resultado sería el mismo ya que deducidas las asignaciones de la
legítima rigorosa el cónyuge habría recibido el cuarto de la herencia y las hijas naturales del
causante la proporción que les correspondía y en el remanente llevar el otro 50% del
patrimonio del causante correspondiente a la cuarta de mejoras y de libre disposición.

Por eso no se tiene que llegar a creer que por la aplicación de una ley anterior
aplicando correctamente las reglas de la apertura de la sucesión según lo dispone el artículo
955 del Código Civil conlleve necesariamente a este resultado positivo.

Es más, según el mismo artículo 959 del Código Civil antes de ser modificado por la
ley de filiación deducía baja general de la herencia considerando al cónyuge en todo tipo de
hipótesis y en detrimento de los hijos naturales, ya que esta baja no se consideraba respecto
a los hijos legítimos, cuestión que en la causa analizada existían hijas naturales y no legítimas
posibles de beneficiarse por esta institución.

La apertura de la sucesión es un paradigma que al parecer muestra que en la práctica


no es correctamente abordado. Este tipo de normas constituirán el hecho habilitante para la
procedencia de múltiples instituciones por medio de las cuales se condicionan los derechos
a la herencia que tienen los asignatarios, sobre todos los que se encuentran dentro de los
órdenes de sucesión sea esta testada o intestada los cuales tienen una estricta regulación legal
que puede hasta prevalecer a la voluntad del testador si es que ésta no respeta las proporciones
por ley establecidas. Esta institución como vemos genera vacíos que pueden tener grandes
consecuencias, entre ellas la avaluación de las asignaciones e inclusive determinar el derecho
aplicable cuando en la sucesión encontramos un elemento extranjerizante por medio del cual
procede la aplicación de una u otra legislación privada, pero en un conflicto de índole
internacional.
Carvacho / Garrido
Resumen del caso:
El 14 de marzo de 2011 José Orozimbo Garrido Hormazábal celebró un testamento,
en virtud del cual, en su cláusula quinta, hace asignatarios de la cuarta de libre disposición
en partes iguales a los 4 hijos fruto de su primer matrimonio: José Fernando Garrido Chirino,
Carlos Rolando Garrido Chirino, María del Carmen Garrido Chirino y Marilyn Gina Garrido
Chirino. Además, agrega una clausula sexta en la justifica no incluir como beneficiaria de la
cuarta de libre disposición a la hija de su segundo matrimonio, Carolina Garrido Carvacho,
en cuanto ella debe recibir de manera íntegra una propiedad que en vida el causante vendió
a la madre, Viviana Carolina Carvacho Morales.
Al fallecer el causante, don José Garrido, su cónyuge sobreviviente, Viviana Carolina
Carvacho Morales y la hija de ambos, Carolina Garrido Carvacho, interpusieron una
demanda de acción de reforma de testamento solemne abierto, solicitando al tribunal declare
que dicho testamento no se ajusta a derecho pues en virtud de él se les está negando el derecho
a concurrir en la sucesión, derecho que ambas tiene por ser legitimarias.
Argumentos de la parte demandante: La masa hereditaria está compuesta solo por el
bien inmueble objeto de la asignación testamentaria efectuada a los legitimarios mencionados
en el testamento en la cláusula quinta, con cargo a la cuarta de libre disposición, pues los
otros bienes fueron transferidos en vida por el causante mediante ventas y donaciones, y así
se constata en el Conservador de Bienes Raíces.
En nuestro país, los testamentos son restringidos, dado que no existe la libertad
absoluta para disponer de los bienes, ya que la ley obliga al testador a cumplir con las
asignaciones forzosas a favor de ciertas personas, como es el caso de las legítimas, que se
componen por el 50% de los bienes, la que le corresponde a los herederos como el cónyuge,
descendientes o ascendientes. En este sentido la cláusula quinta debe ser modificada, puesto
que, con dichas asignaciones, se violan las legítimas rigorosas, toda vez que las demandantes,
en calidad de legitimarias y acreedoras en la mitad de la masa hereditaria, han sido ignoradas
por el testador. Por tanto el testamento debe ser modificado en la medida que se entere
primeramente a los asignatarios forzosos, que por ley incluye a las actoras, con cargo a la
masa hereditaria, en sus calidades de legitimarias.
En cuanto a la cláusula sexta del testamento, el inmueble que vendió el causante a la
madre de Carolina Garrido Carvacho, antes de contraer el vínculo matrimonial con ella, se
realizó sin ninguna cláusula que advirtiera que se debiese entregar el inmueble a doña
Carolina Garrido Carvacho de manera íntegra, por lo que el causante no puede disponer de
aquel y menos pretender dejarlo en calidad de herencia.

Argumentos de la parte demandada: Don Jorge Orozimbo Garrido Hormazabal otorgó


testamento solemne abierto a los demandados, por medio del cual, según se lee en la cláusula
quinta, instituye como herederos de la cuarta de libre disposición. Agrega que el asignatario,
voluntariamente, distribuyó parte de sus bienes entre sus hijos, parte que corresponde, como
se expresa en el testamento a la mencionada cuarta de libre disposición. Añaden que en la
cláusula sexta, se expresa que no deja como beneficiara de esta cuarta de libre disposición a
Carolina Garrido Carvacho, expresando que ella debe recibir de manera íntegra la propiedad
que se vendió a la madre.
La doctrina nacional ha definido el concepto de la cuarta de libre disposición como
aquel 25% de los bienes del causante que el testador podrá dejar libremente a la persona que
estime pertinente y no necesariamente a uno de sus herederos forzosos, por lo que, en el caso
de autos, el asignatario manifestó su voluntad referente a la forma de distribuir dicha porción
de sus bienes, sin hacer mayor referencia a la distribución y asignación del 75% restante de
sus bienes.
La acción de reforma de testamento, por su lado, solo puede ser ejercida por los
legitimarios, y que su objetivo es proteger a las legítimas en cuanto constituyen asignaciones
forzosas. En este caso los demandados han sido llamados a suceder en la parte de la que el
causante puede disponer libremente, existiendo perfecta compatibilidad y concordancia entre
la disposición testamentaria voluntaria y las asignaciones forzosas, ya que los bienes que ha
dispuesto a favor de los demandados corresponden a aquella porción que el asignatario puede
disponer sin mayores restricciones.
Por lo anterior, sostienen que la institución como herederos de los demandados no
perjudica a las demandantes, pues éstas igual concurren en la herencia como legitimarias
respecto del resto del patrimonio del causante, que estaría compuesto por otro dos inmuebles.
Razonamiento del tribunal: el artículo 1.167 del Código Civil, define como
asignaciones forzosas aquellas que el testador es obligado a hacer, y que se suplen cuando
no las ha hecho, aun con perjuicio de sus disposiciones testamentarias expresas; así
constituyen asignaciones forzosas las legítimas y la cuarta de mejoras en la sucesión de los
descendientes, de los ascendientes y del cónyuge. Y de acuerdo al artículo 1.181 del referido
cuerpo legal, la legítima es aquella cuota de bienes de un difunto que la ley asigna a ciertas
personas llamadas legitimarias; los legitimarios son por consiguiente herederos; y en lo que
nos importa, son legitimarios los hijos personalmente o representados por su descendencia y
el cónyuge sobreviviente. Además, en virtud de los dispuesto en el artículo 1216 del Código
Civil, los legitimarios a quienes el testador no haya dejado lo que por ley les corresponde,
tendrán derecho a que se reforme a su favor el testamento, y podrán intentar la acción de
reforma (ellos o las personas a quienes se hubieren transmitido sus derechos), dentro de los
cuatro años contados desde el día en que tuvieron conocimiento del testamento y de su
calidad de legitimarios. Luego, el artículo 1217 del referido cuerpo legal, establece que, en
general, lo que por ley corresponde a los legitimarios y lo que tienen derecho a reclamar por
la acción de reforma, es su legítima rigorosa, o la efectiva en su caso.
En relación a lo anterior, y considerando que la parte demandada no probó, ni
impugnó la prueba de la parte demandante, en cuanto a la existencia de mayor patrimonio
que el inmueble dejado a título de cuarto de libre disposición, el tribunal dio a lugar a la
demanda por ser contraria a derecho la cláusula quinta discutida en autos.
Observaciones personales:
La causa analizada precedentemente deja dos importantes conclusiones, la primera es
una muestra de la importancia del principio de protección de la familia en el derecho
sucesorio chileno, el cual debe reformarse; y la segunda da cuenta de la poca educación de
la población en lo que refiere a temas legales, y más aún en uno tan fundamental como es la
sucesión por causa de muerte pues, nos gusté o no, es concerniente a todos.
La herencia está basada, en gran parte, en la defensa de la familia, manteniendo sus
bienes, asegurándole que el patrimonio con el que cuenta subsistirá dentro de ella más allá
de la vida de alguno de sus componentes.
Ahora bien, desde el punto de vista sucesoral, se reconoce la libertad para disponer
por testamento, pero en cuanto no perjudique la familia del causante. El sistema sucesoral se
organiza bajo la idea de voluntad presunta del causante y de preeminencia del interés familiar
sobre el interés individual. Desde el primer punto de vista, la organización del régimen
sucesorio significará que la herencia va a los parientes cercanos del difunto, con la idea de
que “el amor desciende, luego asciende y por último se extiende”. Así, sucederán los
descendientes, luego los ascendientes y por último los colaterales.
De este principio de protección de la familia, se sigue la existencia de asignaciones
forzosas, las cuales por el solo ministerio de la ley, sin admitir pacto en contrario, obligan a
dejar a lo menos el 50% del patrimonio del causante a sus legitimarios, pues el causante está
obligado a efectuar ciertas asignaciones; su facultad de disposición tiene como límite el
derecho de los asignatarios forzosos.
La institución de las asignaciones forzosas no ha estado exentas de críticas, la mayoría
proviene de la falta de fundamento para mantenerlas, pues esta se justificaba en que en la
antigüedad los negocios y la economía en general se verificaban en el ámbito familiar, por lo
que se buscaba mantener dicho espacio protegiendo su continuidad. Sin embargo, en la
actualidad esto ya no es así, pues la vida en sociedad y la apertura de los mercados ha llevado
a la creación de sociedades por acciones donde en su mayoría los socios no se conocen entre
sí. Esto da cuenta de una marcada la falta de modernización del derecho sucesorio chileno
(las reformas introducidas en el Código Civil por la ley N° 19.585 fueron más bien
adaptaciones al nuevo Derecho de Familia), hecho del que da cuenta la escasa aplicación
práctica del testamento en nuestra sociedad, por lo que deberíamos abogar por la ampliación
del ámbito de libertad de disposición del causante, tal como se aprecia en el derecho
comparado. En este sentido existen numerosas propuestas tendientes hacia un aumento de la
parte de libre disposición, una reducción del número de legitimarios, una mejora en la
posición del cónyuge sobreviviente y hacia la mantención del patrimonio del causante a
través de pactos sucesorios o de restituciones en dinero.
Además considerando el aumento en la esperanza de vida de los chilenos, solo se
justifica la mantención de la legítima como asignación forzosa únicamente en favor de los
hijos menores y de los hijos discapacitados, debiéndose suprimir como asignatarios, por
ejemplo a los ascendientes del causante. Por el contrario, y en atención al mencionado
aumento de la esperanza de vida, es correcta la mantención de una protección especial para
el cónyuge sobreviviente pero no a través de la legítima y mejoras. Resulta imprescindible
elaborar el régimen sucesorio de protección del cónyuge sobreviviente teniendo a la vista
otras instituciones, a saber, como el régimen patrimonial del matrimonio, el derecho de
alimentos entre cónyuges, el derecho de adjudicación preferente del cónyuge sobreviviente
y los derechos conyugales provenientes de la Seguridad Social.
Respecto a la causa en análisis, está claro que el causante se preocupó de transmitir
sus bienes en vida, pues seguramente consideraba injusta la forma en que la ley la prevé dicha
asignación, dejando solo un bien disponible para adquirir por sucesión por causa de muerte
de la manera que creyó más equitativa. Y aquí entra en juego mi segunda conclusión, la
ignorancia de la población y de los mismos abogados relativos a este tema.
En primer lugar, al parecer nadie le explico a José Garrido Hormazabal que la cuarta
de libre disposición, tal como hace referencia su nombre, solo permite disponer de un cuarto
de su patrimonio, y que existían acciones judiciales, como la usada por su cónyuge
sobreviviente y su hija, para impugnar el testamento si este violaba dicho principio. En este
sentido, hubiese sido más práctico hacer beneficiarios a los demandados también del cuarto
de mejoras, lo cual habría sido perfectamente lea en cuanto sus cuatro hijos eran legitimarios,
y dejarlos definitivamente con un mejor derecho respecto del bien en cuestión. O por último,
hacer al igual que con el resto de sus inmuebles, ventas simuladas, con lo cual habría
asegurado de forma más permanente que los demandados se adjudicasen el bien, pues es
sustantivamente más complejo probar la simulación de una compraventa ficticia.
Además, tanto la parte demandada como demandante pudieron intentar impugnar las
ventas y donaciones que hizo en vida el causante en cuanto eran simulaciones, pues no eran
otra cosa que intentos de transmisión en vida, cosa admitida por ambas partes, y de las cual
incluso da cuenta el propio testamento, y así lograr que hubiese más bienes sobre los cuales
hacer la partición. Esto claramente fue responsabilidad de los abogados que representó a cada
parte en juicio, los cuales tienen el deber de dar cuenta a sus clientes de todas las acciones
pertinentes de ser usadas en el caso en cuestión,
En cuanto a la cláusula sexta, donde evidentemente el causante intentó dejar entrever
que al contrario de lo que pareciese sí que estaba dejando parte importante de su patrimonio
a su hija, fruto del segundo matrimonio. Al parecer nadie le advirtió que dicha cláusula en
derecho no tiene ninguna validez toda vez que el causante estaba intentando disponer de un
bien que no era propio, por lo que dicha disposición excedía con creces sus facultades, pues
recordemos que nadie puede dar más derecho de lo que tiene, y el señor Garrido no tenía
ninguno respecto de dicho bien.
Desde mi perspectiva, y como mencioné precedentemente, el derecho sucesorio
chileno necesita una reforma urgente, pues a pesar de que existen casos en que se justifica
plenamente la existencia de asignaciones forzosas, casos como el de autos, que son los que
concurren mayoritariamente, dan cuenta de que en la actualidad hay una necesidad imperante
de que exista mayor libertad al momento de hacer un testamento.

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