desarrollo en Colombia
Ponencia presentada para el VIII Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Geografía (ELEG) 2016
próximo a realizarse en la Universidad Nacional de Asunción en la Ciudad de San Lorenzo, Paraguay.
Introducción
La presente ponencia pretende dar cuenta, a partir del modelo económico extractivista, la
configuración de diferentes formas de vida y estructuras sociales y el modelo de producción, como una
conjunción reflejada en las relaciones económicas, jurídicas, ideológicas y culturales en Colombia. La
investigación se desenvuelve alrededor de un “ir y venir” entre la práctica y la teoría como una forma de
producción de conocimiento y de acción social, siendo a su vez una propuesta nueva con respecto al
quehacer antropológico y geográfico en clave del materialismo histórico.
El extractivismo y la minería son los ejes principales en los que se desarrolla la problematización de la
investigación y la propuesta metodológica. A partir de estos aspectos, se desarrolla un estudio de caso que
gira alrededor de múltiples problemáticas condensadas en el territorio, el agua, el carbón y el
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
extractivismo en general. El estudio de caso se sitúa en El complejo de minería del Cerrejón, en el
departamento de La Guajira, a partir del cual se indagó por las relaciones sociales generadas alrededor de
la extracción del petróleo, la violación de derechos humanos, la contaminación ambiental y por último, la
resistencia local y los movimientos sociales.
Es así como la investigación pretende evidenciar la situación actual de Colombia con respecto a la
implantación de un modelo de desarrollo basado en el despojo y la explotación de recursos naturales,
siendo el Cerrejón uno de los ejemplos más emblemáticos del país, donde la locomotora minera y los
conflictos que genera la presencia de la minería a gran escala y la extracción sin escrúpulos a lo largo del
Territorio Nacional han generado conflictos y debates al interior del mismo reflejados en la producción
teórica y académica, la denuncia por la violación de derechos humanos y ambientales, y sobre todo, los
movimientos sociales y la lucha y la resistencia del pueblo colombiano.
En esta economía, los –tal vez mal llamados- “países periféricos” dependen de la inversión extranjera
proveniente de los “países del centro”, como podemos observar en el caso de Colombia que, pese a
ostentar la soberanía de los productos que se obtienen de las actividades mineras, termina subyugado a los
intereses de quienes convierten estos productos en unos que sea posible mercantilizar. Sin embargo, se ha
obviado cómo estas mercancías dependen de las materias primas de manera directa, y a raíz de esto, cómo
los países “del centro” se han configurado a partir de los productos extraídos de los “países periféricos”.
Teniendo lo anterior en cuenta, se podría decir que usualmente no se ha pensado en los países
periféricos como la base del sistema económico capitalista, así como no suele pensar en la clase obrera
como componente fundamental e indispensable del funcionar del mundo en el que vivimos. Por esto es
importante problematizar el extractivismo desde la definición de Rosa Luxemburgo, reconocida teórica
marxista, quien menciona que en este tipo de economía:
“Las materias primas que no son constituyentes de un elemento de los adelantados hechos por el capital, el
objeto de trabajo, no es, aquí, producto de trabajo anterior, sino que está dado gratuitamente por la
naturaleza. Así ocurre con los minerales, carbón mineral, piedras preciosas, etc. El capitalismo […] en un
impulso de apropiación, para fines de explotación, recorriendo todo el mundo, sacando medios de
producción de todos los rincones de la Tierra, cogiéndolos o adquiriéndolas de todos los grados de cultura y
formas sociales […] Para llegar a un fin, el cual es una condición histórica del capitalismo, que constituye
el comercio mundial, que en las circunstancias concretas, es, esencialmente, un trueque entre las formas de
producción capitalistas y las no capitalistas". (Luxemburgo, 1967)
Es decir, y como lo menciona Eduardo Gudynas (2012), investigador uruguayo en el Centro Latino
Americano de Ecología Social, “[…] el extractivismo se caracteriza por la explotación de grandes
volúmenes de recursos naturales, que se exportan como commodities y dependen de economías de
enclave (que pueden estar localizadas, como los campos petroleros o las minas, o bien ser espacialmente
extendidas, como el monocultivo de soja).” (p.131). Entonces, se ha convertido el extractivismo en la
nueva forma de renovar el capitalismo, dando sustento material a la riqueza que ostentan los “países
centro” y –sin duda alguna- en una nueva forma de colonialidad, donde se reproduce esta lógica no sólo al
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
no luchar contra ella, sino al adaptarnos a ella, al aceptarla, al juzgarnos a nosotros mismos “[…] por
medio de ideas de desarrollo eurocentristas […] pues lo que se vislumbra como horizonte de superación
del subdesarrollo es el desarrollo […].” (Porto-Gonçalves, 2004, p. 21).
Así se hace visible la explotación al permitir al sistema generar y acumular capital, lo que sólo es
posible a partir de la generación y reproducción de relaciones de dominación -aceptadas y no siempre
cuestionadas por el dominado-. Dicha acumulación de capital, permite explotar con el fin de generar un
plus-valor para el explotador, haciendo insuficiente y dependiente al explotado.
Sin embargo, el problema va más allá de una relación de explotación, dependencia y colonialidad. Por
ejemplo, en el caso colombiano específicamente, es preocupante cómo se generan políticas para promover
y proteger la gran empresa minera y extractiva en el país, en pro del llamado “desarrollo”, el cual se ha
entendido desde una dimensión fundamentalmente económica basada en el sistema capitalista. Esta
dimensión va más allá de producción y consumo, y más bien está definida por “[…] priorizar la
acumulación incesante de capital” (Wallerstein, 2005, pág. 124). Adicionalmente, vale la pena recalcar
que este discurso desarrollista se ha querido mostrar como un desarrollo sostenible, promocionado
contantemente por la legislación colombiana y por las mismas empresas y compañías encargadas de la
explotación y extracción de los recursos naturales (el concepto desarrollo sostenible será desarrollado a
mayor profundidad en el marco teórico y conceptual).
Entonces, nos centramos en problematizar sobre los actores de esta lógica extractiva, y cómo las
grandes empresas privadas transnacionales son respaldadas por los estados nacionales a través de una
amplia serie de estrategias (entre las que sobresalen los aparatos jurídico-legales) y priman entonces los
intereses transnacionales a los constitucionales. En este sentido, el bienestar colectivo se fija justo debajo
del privado, y el daño producido como resultado de esta lógica es profundo, y se sitúa nada más y nada
menos que en la totalidad que autores como Henri Lefebvre (filósofo marxista francés) plantean como la
suma de la formación social y las relaciones de ésta con el modo de producción, pues esto configura las
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
relaciones de producción, jurídico-políticas e ideológicas de los individuos que a esta totalidad
pertenecen.
Entonces persiste el interrogante sobre cómo la lógica exractivista ha roto, desplazado o modificado
las relaciones de la naturaleza, de todo lo vivo y no vivo, de todo lo humano y no humano, pues le ha
dado una primacía a la acumulación, concibiendo la tierra y sus recursos naturales como objetos sensibles
de ser mercantilizados. Otra cosa sucede con las lógicas locales que encontramos en la periferia, y es por
ello que nos preguntamos por esas otras concepciones acerca la tierra y los recursos naturales, la vida y
los elementos deseables de conservar, donde se entiendan como algo más que una sencilla mercancía,
donde persiste una propuesta económica sustentable. Cabe sin duda alguna preguntarse además por la
manera en la que cambian estas lógicas, cómo se modifican las relaciones de los hombres y la naturaleza
(relaciones de producción), las ideologías, las creencias, las costumbres y sus dominadores (relaciones
jurídico-políticas e ideológicas). Es por esto que se hace necesario aclarar, como lo dice Marx, que las
relaciones sociales van contenidas en sí mismas dentro de las relaciones de producción; esto significa que
las relaciones sociales se estructuran a partir de cómo los hombres participantes de un modo de
producción específico se relacionan, pues son estas relaciones la consecuencia de las condiciones
materiales de producción correspondientes a un momento histórico.
Sin embargo este planteamiento no se limita sólo a las relaciones sociales en sí mismas, sino a toda la
formación social. Por ejemplo, en el ámbito jurídico político, en su Prólogo a la Contribución a la Crítica
de la Economía Política, Marx plantea que “[…] las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado,
no pueden explicarse ni por sí mismas, ni por la llamada evolución general del espíritu humano; que se
originan más bien en las condiciones materiales de existencia […]” (2001, p. 1). Podemos plantear pues,
desde Marx, que la formación social y todo lo que ella contiene y produce es reflejo del modo de
producción y de la economía misma. Dicho en palabras de Marx, “ […] “la estructura económica de la
sociedad, es la base real sobre la que se alza la supraestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social” y de que “el régimen de producción de la vida material
condiciona todo el proceso de la vida social, política y espiritual” […].” (2002, p. 28)
Nos hemos enfocado en un estudio de caso de coyunturas actuales sobre ejercicios mineros (de
explotación a gran escala) en una zona del país cuya principal fuerza productiva es la minera y en la que
se generan diversas dinámicas de resistencia desde los pueblos, para la vida y por su sustentabilidad. La
minería es una actividad que no sólo configura unas relaciones de producción, una forma de
relacionamiento entre el hombre y la naturalez;, si no que se extiende también a la configuración de
Sin embargo, y como intentamos recalcar, no se trata sólo de la explotación, daño y expropiación de
tierras; se trata también de la extracción de recursos naturales, sin medida, prejuicio o remordimiento,
cayendo tal vez en un tipo de fetichismo, ignorando que no son infinitos y que son sustento de toda la
vida humana y no humana. Se trata de la indignación por la mercantilización de lo que nos mantiene
vivos, la compra y venta indiscriminada de agua y territorio es lo que tanto indigna a los habitantes de La
Guajira: los grandes intereses tanto gubernamentales como trasnacionales han generado todo un proceso
de resistencia frente a estas situaciones. Es por esto que pensamos que no todo está perdido, y es acá
justamente donde entran los procesos de lucha y resistencia, sea cual fuere la manera en la que se
expresen.
Marco Teórico-Conceptual
Entendemos que dentro del contexto de esta investigación es fundamental plantear un marco teórico,
con el fin de dar claridad acerca de los conceptos que se tocan a lo largo de éste.
Inicialmente, el modo de producción se entiende como la forma de engendrar los distintos bienes
necesarios para la subsistencia dentro de una sociedad. Se caracterizan por el tipo de fuerzas productivas
y el tipo de relaciones de producción que dentro de él se originan. La formación social, por su lado, son
las sociedades humanas concretas, que definen el actuar de los sujetos pertenecientes a estas, resultado de
un determinado desarrollo histórico consecutivo (sociedad primitiva, feudalismo y capitalismo, en el caso
de Europa) en el que las relaciones de producción y los medios de producción son conjugados de forma
única y específica según las condiciones materiales u objetivas de su historia. Sin embargo, la formación
social puede no expresar un solo modo de producción, sino que puede ser la expresión de varios en una
sociedad concreta.
Estos elementos condicionadores han sido llamados fuerzas productivas, que son el conjunto de los
medios de producción (naturaleza, tecnología y trabajo), los cuales tienen un carácter histórico y
dependen de un tipo determinado de relaciones de producción, pues como plantea Marx, “Las
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
condiciones de producción corresponden a un estadio determinado del desarrollo de sus fuerzas
productivas materiales. La totalidad de esas condiciones de producción constituye la estructura económica
de la sociedad […].” ( 2001) Las fuerzas productivas se comprenden a partir de la relación entre los
medios de producción (recursos naturales, materias primas, maquinarias, desarrollo técnico) y trabajo.
En definitiva, las relaciones entabladas entre la sociedad y la naturaleza, son la base sobre la que se
construye y se fundamenta el modelo económico capitalista y extractivista, relaciones que según la
antropóloga colombiana Astrid Ulloa, están condicionadas por un momento histórico específico, es decir
un espacio y contexto determinado, en el que confluyen múltiples manifestaciones de conflictos en torno
al uso, defensa y conservación de los recursos naturales. Esto es, que la naturaleza es una construcción
social estructurada por condiciones sociales, económicas y políticas, lo que también la convierte en un
espacio de guerra, control y dominación. De igual manera lo afirma la filósofa estadounidense Donna
Haraway al referirse sobre la naturaleza como
“… eso que no podemos dejar de desear [...] Atrozmente conscientes de la constitución discursiva
de la naturaleza como <<otro>> en las historias de colonialismo, del racismo, del sexismo y de la
dominación de clase del tipo que sea, sin embargo encontramos en este concepto móvil,
problemático, etnoespecífico y de larga tradición algo de lo que no podemos prescindir, pero que
nunca podemos <<tener>>. (1999, p.122).
Teniendo claro que la sostenibilidad o el desarrollo sostenible son todos aquellos cambios, procesos
y/o herramientas, implementadas para mantener el sistema y el modelo económico capitalista, vale la
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
pena llevar la discusión a la pregunta ¿Cómo preservar y producir la vida antes que reproducir el
capital? Es en éste sentido que aparece la sustentabilidad como esa alternativa, ese otro concepto que le
hace frente a la sostenibilidad económica y ecológica; la sustentabilidad se presenta como ese afán de
cambiar la matriz de pensamiento, con el objetivo de readaptar el desarrollo a un cambio cultural.
Para Ángel, la cuestión del territorio es entendida como ese espacio de subsistencia y de progreso, no
sólo entre y para la especie humana, sino también, como aquel donde viven y se relacionan múltiples
formas de vida. “Uno de los problemas más inquietantes suscitados por la conciencia ambiental consiste
en el reconocimiento de que el hombre no puede vivir solo en el universo, con sus animales domésticos y
las pocas plantas que seleccionó para su alimento. (Ángel, 2003, p. 174)
Cuando se habla del mejoramiento de las condiciones de vida, sin referirse únicamente a los humanos,
sino a todo el componente biótico que constituye la vida como tal, se refiere a una cuestión
epistemológica más amplia denominada “cosmovisiones relacionales”, en la que se emplea como
principal premisa la crítica al desarrollo moderno, por medio de la convivencia entre lo humano y lo no
humano, a partir de la configuración de concepciones integradoras no duales de la vida. Las
cosmovisiones relaciones le apuestan casi de inmediato a otra perspectiva teórica: La del buen vivir,
entendido como la articulación y combinación de múltiples formas locales de ver y entender el mundo y
la vida. El buen vivir, es el equilibrio entre las relaciones de los hombres, las mujeres, los seres vivos y no
vivos, y toda la naturaleza en su totalidad.
El buen vivir, según Escobar (2010) es la oportunidad de crear un nuevo régimen de desarrollo
colectivo, en el que se privilegien los derechos de la naturaleza, lo que significa un giro del
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
antropocentrismo moderno al biocentrismo. La sustentabilidad propuesta desde las cosmovisiones
relacionales y el buen vivir, le apuesta a la transición cultural e ideológica del desarrollo, para la creación
de espacios colectivos locales de relaciones con la naturaleza. La sustentabilidad reconoce la
multiplicidad de definiciones, imaginarios y sentires, alrededor de las diferentes formas de sustento,
relaciones sociales y prácticas económicas.
Sin duda, es la sustentabilidad la columna vertebral de las resistencias locales y los movimientos
sociales. En un primer momento, si se busca definir la “resistencia local” se debe partir del concepto de
“local”, relacionado directamente y de manera indisociable con el concepto de lugar, entendido como
“[...] experiencia de una localidad específica con algún grado de enraizamiento, linderos y conexión con
la vida diaria, aunque su identidad sea construida y nunca fija [...]” (Escobar, 2000, p. 1).
En sentido general, la localidad no se refiere exclusivamente a los escenarios físicos donde tienen
lugar las interacciones cotidianas, sino que implica en sí mismo que estos escenarios y contextos están
utilizados de manera concreta y rutinaria por los actores sociales de estas interacciones, por lo cual es
posible identificar la localidad como escenario físico necesariamente asociado a las relaciones cotidianas
que se establecen con el medio (Oslender, 2002). La localidad hace referencia, entonces, a los escenarios
físicos y a los contextos materiales que los habitantes construyen en sus interacciones sociales cotidianas
(Oslender, 2008, p. 166), las cuales dan pie a modos específicos de generar, usar y percibir el espacio.
En este sentido, si es el espacio es el producto y el proceso, el territorio es el poder, las tensiones y los
conflictos que ostentan los diferentes intereses sobre el espacio. Es el escenario donde intervienen
diferentes actores quienes producen o recienten los cambios estructurales y funcionales. El territorio es
una división artificiosa y política, está representado en el Estado, donde interviene el gobierno en
representación a las instituciones y la población.
Es a causa de lo mencionado por Oslender que el foco de atención al estudiar la “localidad” no se debe
centrar únicamente el concepto per se, sino que es pertinente ampliarlo hacia la comprensión de los
múltiples vínculos entre las prácticas y los lugares en relación con los modelos de naturaleza, en otras
palabras, el conocimiento local, que son los modelos culturales de la naturaleza establecidos localmente,
Estas resistencias locales se ven evidenciadas de manera fáctica en los movimientos sociales a modo
de práctica política como estrategia alternativa surgida por las tensiones generadas entre las formas de
existencia locales y los proyectos hegemónicos de desarrollo. Si entendemos el movimiento social como
“[...] una forma organizativa de actores sociales que constantemente y de manera sostenida implementan
procesos de protesta cultural o política a partir de un consenso y una identidad colectiva compartida.”
(Oslender, 2008. P. 36), entendemos entonces que los movimientos sociales son a la vez piedra angular y
expresión básica de resistencia, por lo cual tomamos ambos conceptos como indiscutiblemente necesarios
el uno para el otro.
La empresa se presenta como uno de las apuestas más importantes y claves para el progreso y el
impulso empresarial del país, incluyendo un gran número de programas sociales y ambientales que, según
el registro de la misma empresa, ha recibido varios premios internacionales. Según el mismo, el Sistema
de Fundaciones Cerrejón ha trabajado de la mano con el Gobierno colombiano y con entes internacionales
para promover un supuesto desarrollo sostenible y equitativo para el departamento de la Guajira. Además,
es una empresa vinculada a otras empresas como Billiton, Anglo American y Glencore.
Es clave para este caso, antes de iniciar la discusión con respecto a las resistencias locales, entender
cómo se da ha articulado el discurso de la empresa, afirmando un "desarrollo sostenible": según esto, el
Cerrejón se enmarca en pactos mundiales e internacionales de protección al medio ambiente, como por
ejemplo, el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, los Principios Voluntarios y el Global Reporting
Estudiantes de X semestre, pertenecientes a los programas de Antropología y Geografía de la facultad de
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá.
Intiative. Adicionalmente, argumenta su presencia y actuar en la región, por programas asociados a la
vinculación laboral de gran parte de la población de la Guajira, explicando que las comunidades vecinas
se ven beneficiadas por la generación de empleo y de regalías.
Ciertamente, resulta muy interesante la concepción del cuidado medioambiental, en el cual se mitiga y
compensan los impactos de la extracción a cielo abierto con la conservación de la biodiversidad y la
aplicación de estándares operacionales de la industria minera mundial.
Con ánimos de expansión empresarial, una de las nuevas obras que buscan impulsar requiere del
desvío del río más importande de la Guajira, impactando 26 kilómetros con el fin de acceder a
yacimientos de carbón de dicha zona. Frente a esta situación, los movimientos indígenas en defensa de la
vida y el río Ranchería, impidieron el desvío del río. Fue un proceso de resistencia fuerte que impactó en
la vida y seguridad de muchos de sus pobladores quienes se vieron amenazados e incluso vieron sus vidas
en riesgo a causa de la resistencia contra la empresa. Adicionalmente, el apoyo a las comunidades
indígenas por parte de comunidades afro y campesinas, significó la creación de soluciones y alternativas
frente al despojo, como la creación de las “jornadas por la vida la autonomía y la permanencia en el
territorio” (Chomsky, s.f.)..
Conclusiones
Si analizamos el capitalismo como producto de un largo proceso histórico que aún no se detiene, esto
nos invita a pensar la naturaleza de las relaciones de los humanos y el territorio, relaciones que orbitan
alrededor de la visión extractiva e inmediatista del capitalismo, que sin medir las consecuencias de su
proceso incesante de acumulación de riqueza, ignora las consecuencias reales que este conlleva en todas
las esferas de la existencia.
Durante la reflexión que realizamos, se hizo evidente para nosotras que la situación del Cerrejón, y el
proyecto minero colombiano en general son expresiones de un fenómeno global, esto es, son
representaciones fieles del funcionamiento del sistema económico mundial, por lo que el caso del
Cerrejón no es aislado, sino que las situaciones y consecuencias que allí se viven pueden extrapolarse y
compararse con cualquier otra región de Colombia, e incluso, cualquier país considerado “periférico” –en
África, Suramérica y algunos países de Asia-, puesto que la lógica extractiva que ha venido con el
capitalismo y el sistema económico mundial apuesta el todo por el todo cuando se trata de acumulación
de capital y el enriquecimiento de unos pocos bajo la bandera del “desarrollo”.
Es por esto que resaltamos la vital importancia que tiene actualmente darle cabida a nuevas
discusiones sobre las repercusiones del sistema económico en los ecosistemas, en lo vivo y lo no vivo, lo
humano y lo no humano, tratando de enmarcarlas y encaminarlas dentro del concepto de la
sustentabilidad y no en la sostenibilidad. Abordando la situación desde la sustentabilidad es posible
Adicionalmente, estas cosmovisiones relacionales pueden llevarnos no sólo hacia un futuro donde el
fin de la vida no sea inminente, sino que nos permitan entender la relación de las partes del todo de una
manera diferente, donde las resistencias locales no sean únicamente una estrategia de vida y
supervivencia, sino un punto de tensión que, como lo podríamos ver desde el materialismo histórico, sea
la antítesis de un modelo que existe en la actualidad, con el fin de enfrentarse, dialogar y modificarse
mutuamente, lo que nos haga movernos hacia adelante en la historia.
Por último, resaltamos la importancia del papel que juegan las resistencias locales como protectoras
de vida, que situadas desde su lugar en el tiempo y el territorio han logrado adaptarse y modificar su
relación con el todo y cada una de sus partes para pervivir como una muestra de la necesidad latente de un
llamado de atención hacia nuestro futuro, nuestra supervivencia como especie, como comunidades y
sociedades organizadas, y sobre todo, la permanencia de los millones de especies con quienes
compartimos el mismo planeta, lo que nos invita a pensarnos como una más –que, ciertamente, es la más
prescindible- y desplazar el centro de nuestro mundo y nuestra comprensión hacia un nuevo horizonte.
Referencias
Angel, A. (2003). “La Diosa Némesis: desarrollo sostenible o cambio cultural (Programa de
Administración Ambiental). Corporación Universitaria Autónoma de Occidente: Vicerrectoría de
Investigación y Desarrollo Tecnológico.
Escobar, A. (2010). Una minga para el postdesarrollo. Lima: Programa Democracia y Transformación
Global.
Gligo, N. (2006). Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo
después. Serie Manuales. CEPAL, División De Desarrollo Sostenible Y Asentamientos Humanos.
Gudynas, E. (2012). Estado compensador y nuevos extractivismos. Las ambivalencias del progresismo
sudamericano. Revista Nueva Sociedad, 237(128–146).
Haraway, D. (1999). Las promesas de los monstruos: una política regeneradora para otros
inapropiados/bles. Política Y Sociedad, 30, 121-163.
Lee, y. (2015). Nuclear waste a growing headache for SKorea.. The Big Story. Retrieved 9 May 2016,
from http://bigstory.ap.org/article/nuclear-waste-growing-headache-skorea
Marx, K. (2001). Contribución a la crítica de la economía política. México: Ediciones Librerías Allende.
Marx, K. (2003). Salario, precio y ganancia. Santa Fe, Argentina: El Cid Editor.
Marx, K. & Engels, F. (2004). Manifiesto del partido comunista. Santa Fe, Argentina: El Cid Editor.
Puerta, C. (2010). El proyecto del Cerrejón: un espacio relacional para los indígenas wayu, la empresa
minera y el Estado colombiano. Boletín De Antropología, Universidad De Antioquia, 24 (41), 149-
179.
Quiroga, R. (2001). Indicadores de sostenibilidad ambiental y de desarrollo sostenible: estado del arte y
perspectivas. Serie Manuales. CEPAL, División De Desarrollo Sostenible Y Asentamientos
Humanos.
Salas, J. (s.f.). El programa de educación ambiental dentro del plan de manejo ambiental: el caso del
Cerrejón. Biblioteca Virtual De Desarrollo Sostenible Y Salud Ambiental. Organización
Panamericana De La Salud.
Santos, M. (2000). La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción. España: Ariel S.A.