La medicina hegemónica pretende modificar esa práctica con nuevas normas (por ella
impuestas), sin tener en cuenta el cómo y el por qué de dicha práctica, con lo cual,
(creemos) de antemano está condenada al fracaso. Haremos un intento de analizar la
alimentación como práctica social desde la arqueobiología, pasando por la historia
colonial, y llegando en la última parte de este análisis a una reflexión, desde la psicología
social, de las prácticas sociales de nuestra sociedad actual.
La humanidad como género existe desde hace unos 4.000.000 años, en el transcurso de
los cuales se fueron dando condiciones evolutivas y ambientales que derivaron en nuestra
humanidad actual. Se postula aproximadamente 4.000.000 años, pues se cree que entre
el Miocénico tardío y el Piloceno, los simios (48 cromosomas) y el hombre (46
cromosomas) divergieron genéticamente por una mutación neoténica, que produce una
conducta abierta, juvenil, no estereotipada, que hará posible que los homínidos tengan
esa capacidad creativa que les permita entrar en un corredor evolutivo que los colocará
en la superioridad de otros géneros.
En estas épocas el homínido era más presa que predador (se han encontrado restos de
ellos en nidos de aves, en cuevas de predadores, etc). Acompañando al bipedalismo
encontramos el cambio de alimentación: de una primera nutrición insectívora, se fueron
incorporando los vegetales, las frutas y la predación de otros mamíferos (en un principio
era carroñeo), hasta llegar al omnivorismo, que produce un acortamiento del intestino y
posibilita el proceso de encefalización, por mayor aporte de proteínas.
Al “achatarse” las caderas y encefalizarse, hubo que proteger a la mujer gestante (presa
de los grandes carnívoros). En este caso, la evolución adaptativa no la dio la biología sino
la sociología (se protegían entre ellos), formando grupos con características de “harem”,
ya que las hembras estaban receptivas sólo en algún período (estro). Junto a la mayor
variación alimentaria, estos grupos comienzan a consumir y transportar el alimento de
diferentes maneras, colaborando entre ellos para poder subsistir a los predadores. Surge
el comensalismo, la necesidad del OTRO cultural para poder ser omnívoro.
Esta colaboración dará paso a la sexualidad continua, que junto con el bipedalismo y el
omnivorismo, son las principales características de los primeros homínidos, como por ej:
el Homo Habilis, que junto con la recolección de vegetales se alimenta de un carroñeo
débil, porque no tiene grandes garras ni mandíbulas. Aprovecha los restos de caza de los
grandes carnívoros, utiliza piedras con filo para cortar rápidamente y escapar.
El Homo Erectus, que aparece hace 1.000.000 años, pasa de ser presa a predador: sale
de cacería desde África hacia Medio-oriente y Asia. En este período podemos hablar de la
dieta paleolítica: que consistía en ensalada con carne. El Homo erectus obtenía más del
50% de su valor calórico total de fuentes vegetales y la carne era magra, ya que los
animales de caza son magros. Consumía pocos H de C y grasas y abundantes fibras.
Esto, acompañado de un ejercicio permanente, ya que caminaba 5 Km diarios para
conseguir el alimento, hace que las poblaciones paleolíticas estuvieran muy bien
alimentadas; con cuerpos esbeltos y altos. Se calculan alturas promedio de 1.80m para la
mujer y 1.90 para el hombre, y peso entre 65 a 70 Kg.
Con la tecnología que se poseía en el neolítico, el planeta quedaba chico para alimentar a
la población, que se calculaba para ese momento en 50.000.000 de habitantes en todo el
mundo, para solucionar este conflicto se inventaron dos cosas: la guerra y la pobreza.
Nacen las sociedades redistributivas: aparecen estratificaciones sociales: reyes,
sacerdotes, guerreros, súbditos, etc. Todos los recursos se ponen en un pozo común (no
en forma voluntaria sino obligatoria) y el rey lo redistribuye.
Aparecen los cuerpos de clase (hace aproximadamente 4.000 años) bien diferenciados,
con distinto acceso a los alimentos y calidad de vida diferencial. Ej: en Egipto
encontramos la cocina campesina, a base de mijo, que condiciona la desnutrición y las
hambrunas, y la alta cocina que consume vacunos, peces, aves, frutas y verduras.
Esto condiciona la obesidad en las clases altas y la desnutrición en las clases bajas.
Otra manera de redistribuir era la guerra: no sólo a través del exterminio físico, sino que
para formar un macho feroz para combatir se sacrifican dos hermanas (se las priva de
alimentación, de educación y de otros recursos).
• En 1965: los pobres (5%) se alimentaban con todas las necesidades adecuadas,
(74 alimentos)
• En 1996: los pobres (31%) consumen 22 alimentos, los más rendidores, es decir,
los más baratos, que producen saciedad y de saber agradable: las grasas. y
azúcares, con carencias de calcio, hierro y otros micronutrientes.
El comer nunca fue natural, siempre fue un hecho cultural (siempre estuvo el “otro”,
necesario para poder ser omnívoro).
“El código de la comida es uno de los elementos básicos para descifrar las reglas
culturales de etiqueta, identidad y pertenencia a un grupo social” (Marcela Romo).
Transcurrimos en este milenio con un cuerpo paleolítico viviendo en una sociedad post-
industrial. Nuestra evolución cultural fue muchísimo más acelerada que nuestra evolución
biológica, el genoma que nos protegía de aquel ambiente, actualmente se ha tornado en
nuestro enemigo. Creemos de suma importancia tener en cuenta toda nuestra historia
como hombres, a la hora de poder comprender por qué nuestra manera de vivir
condiciona nuestra manera de enfermar.