EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
La violencia es una patología social que afecta a todas las sociedades sin distinción. En el
Perú dicha violencia ha tenido diferentes matices a lo largo de su historia; uno de los más
recordados es la violencia terrorista de hace más de dos décadas. Sin embargo, en los últimos
años se ha ido manifestando un tipo de violencia en crecimiento y esta es el tipo de violencia
que se denominada “Feminicidio” que se define como: “… la muerte de mujeres a causa de
la discriminación de género, constituye la manifestación más cruel que adopta la violencia
contra la mujer y representa un grave problema social...” (INEI, 2017)
Por otro lado, según el “Registro de Feminicidio del Ministerio Público, se contabilizaron
1053 víctimas de feminicidio entre enero de 2009 y diciembre de 2017, en promedio habría
10 víctimas de feminicidio por mes. También se indica que Arequipa y Junín son los distritos
fiscales con más casos de esta naturaleza con 62 y 88 casos respectivamente”. (PERU 21,
2017)
Hay varias causales que provocan este tipo de violencia, una de las primigenias es el Modelo
de Patriarcado Machista que aún persiste en la sociedad peruana actual. Las leyes imperantes
tienen que luchar con estas costumbres heredadas del pasado, siendo los estratos bajos los
que se llevan la peor parte por la falta de información y educación. Sin embargo, no es causal
determinante, la Salud Mental es un problema latente y que no ha recibido la atención
suficiente en los últimos años.
“De acuerdo al Minsa, el 15 % de nuestra población, vale decir 5 millones de peruanos, sufre
de una enfermedad mental, llámese depresión, ansiedad, bipolaridad, psicosis y
esquizofrenia, que al no ser tratada de forma idónea con políticas públicas de prevención
social y salud, desencadena en casos de violación sexual de menores, situaciones de violencia
y feminicidios”. (PUBLIMETRO, 2018) Podemos notar que la salud mental en el Perú está
en emergencia y las normas vigentes no ofrecen condiciones necesarias para la prevención
de este mal que tarde o temprano desbordará en la pérdida de vidas humanas. Además y para
empeorar la situación, el Minsa nos dice: “…el 80% de peruanos con trastornos mentales no
recibe tratamiento, es decir, de los 5 millones de potenciales pacientes, solo un millón es
atendido por especialistas del Ministerio de Salud…”
Queda claro que nos enfrentamos a un problema complejo que no puede ser abordado desde
el aspecto técnico ya que conlleva un tema de prevención que se puede canalizar desde la
presente ley disminuyendo la incidencia de estos casos.
La propuesta se motiva por los altos índices de violencia feminicida que existe en nuestro
país, además, se considera como un condicionante importante la Salud Mental de la población
peruana. Conocer esta información serviría como un elemento preventivo y disuasivo al
momento de contraer matrimonio, además, del tratamiento de parte del ESTADO a la persona
diagnosticada con algunas de estas patologías. Pudiendo contraer nupcias posteriormente con
un “resultado favorable”.
El presente marco normativo reconoce la exigencia de las pruebas médicas para descartar
algunos tipos de enfermedad que puedan repercutir en la pareja o la descendencia de esta,
siguiendo esta lógica, se hace viable el requerimiento de una evaluación psicológica para
determinar la salud mental de los contrayentes.
Con las medidas que propone incorporar el Proyecto de Ley al artículo 248° del código civil,
se espera una disminución de los índices de feminicidios, además, de prevenir actos de
violencia que pudiesen tener ese desenlace. De otro lado, la presente ley debe ser
complementada con políticas públicas que buscan brindar atención psicológica a la población
nacional, la misma que se ve desentendida en este ámbito por carencias económicas y el
apoyo limitado del ESTADO.