Mundo extenso
Ensayo sobre la mutación
política global
IV. La máquina
1
Gilles Deleuze, Post-scriptum sobre las sociedades de controi Valencia, Pre-Textos, 1999, p. 7.
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MUNDO EXTENSO
era sobrecogedora, más orgánica que mecánica, como si estuviéramos viendo las
primeras etapas de un proceso evolutivo en aceleración en el que todas las fronte-
ras entre los hombres -nacionalidad, raza, religión, riqueza- se volvían invisibles
e irrelevantes, de forma que un físico en Cambridge, un operador de la bolsa en
Tokio, un estudiante en una aldea remota de la India y el director de un comercio
en Ciudad de México se mezclaban en una constante y vibrante conversación,
con el tiempo y el espacio cediendo ante un mundo tejido enteramente de luz.3
Imagen 1. La nube.
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MUNDO EXTENSO
SOCIEDADES
4
Lo que ocurrió con la música y la industria cinematográfica, por dar sólo dos ejemplos
de apropiación pública, tiende a convertir el conocimiento y sus beneficios en patrimonios
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LA MÁQUINA
SOCIEDAD CONEXIONISTA
de la humanidad, con una resistencia cada vez menor por parte de los autores (que ya no se
ven como elegidos) y una mutación de los modelos de negocios (diversificación de los ser-
vidos) por parte de las en1presas mediadoras.
51
' ¡Q
MUNDO EXTENSO
5
Luc Boltanski y :Eve Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid, Akal, 2002,
p. 215.
52
@_
LA MÁQUINA
aquello que [hoy] se dice en el lugar político no pretende valer sólo para un
sitio en concreto, sino todo lo contrario [... ] La gente se reúne en el lugar para
valer en todas partes. Y esta extensión inicial va a ser reapropiada desde fuera
por gente que dirá: "Como desde cualquier sitio puedo estar ahí, voy a tratar
de hacer lo mismo': Ahí hay un va-y-viene. Como la subjetividad de aquellos
6
En cibernética, la emergencia de propiedades globales inesperadas designa la manera
en que las interacciones (conexiones) entre los componentes de un sistema generan patro-
nes de autoorganización que estaban ausentes en los subsistemas tomados individualmen-
te. Véase Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1994.
7
En este punto, nuestro pensamiento se acerca al conectivismo de George Siemens, la
teoría del aprendizaje que elaborara junto a Stephen Downes, y que reúne aspectos de neu-
rociencia, ciencia cognitiva, teoría de redes y sus análisis, teoría del caos, sistemas adaptati-
vos complejos y disciplinas afines.
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MUNDO EXTENSO
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V. La tecnología
1
Gilbert Simondon, El modo de existencia de los objetos técnicos, Buenos Aires, Prome-
teo, 2007, p. 33.
SS
MUNDO EXTENSO
Este modo del devenir -que ha dejado de ser una característica de Occi-
dente para extenderse a todo el planeta- trajo aparejado el temor a una.
tecnología independizada de la voluntad humana, pero a riesgo de resul-
tar fastidiosos, es preciso recordar que la tecnología no es autónoma. Que
durante la modernidad la técnica haya facilitado dispositivos sociales de
vigilancia y de administración cada vez más refinados, con exigencias so-
bre individuos -y cuerpos- que carecían de las herramientas psíquicas y
anímicas necesarias para sobrellevar un contrato social tan severo, no es
endilgable a nadie más que a nosotros. Por más que benjaminianamente
volvamos la vista atrás y, como el Angelus Novus de Paul Klee, sólo vea-
mos las ruinas que ha producido el progreso, no podemos sustraer nues-
tra historia individual de la historia humana. No hace falta haber sido
contemporáneos de las purgas estalinistas, de la Shoá y de las muertes en
vida en las minas de Kolyma, de las matanzas de Armenia, del genocidio
de Ruanda, del millón de muertos en Indonesia y Burundi, de los 100 mil
hombres, mujeres y niños enterrados vivos en los campos camboyanos,
de los centros de detención clandestinos donde desaparecieron 30.000
3
Pierre Lévy, Cibercultura. La cultura de la sociedad di'gitaL Barcelona, A.1thropos,
2007. p. 2.
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MUNDO EXTENSO
los obreros de las fábricas textiles del siglo XIX mientras que los ordenadores
personales aumentaron la capacidad de actuar y de comunicar de los indiVi-
duos durante los años ochenta del siglo pasado. Es decir, no se puede hablar
de los efectos socioculturales o del sentido de la técnica en general, como
tienden a hacerlo los discípulos de Heidegger o los que se alinean en la tr~
dición de la Escuela de Frankfurt [... J Detrás de las técnicas actúan y reac-
cionan ideas, proyectos sociales, utopías, intereses económicos, estrategias
de poder, el abanico entero de los juegos del hombre en sociedad. Toda afec-
tación de un sentido unívoco a la técnica no puede ser más que dudosa. 4
4
Pierre Lévy, op. cit., p. 7.
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IX. Un mundo bárbaro
1
Alessandro Baricco, Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación, Barcelona, Anagrama, 2008.
79
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2
Alessandro Baricco, op. cit., p. 95.
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UN MUNDO BÁRBARO
81
MUNDO EXTENSO
3
Alessandro Baricco, op. cit., p. 111.
82
UN MUNDO BÁRBARO
4
lbid.
5
Ibid., p. 110.
6
Recordemos que el criterio PageRank de clasificación de Google está basado en el
modelo Science Citation Index (scI) elaborado por Eugene Garfield para el Instituto
para la Información Científica (ISI) en Estados Unidos durante la década de 1950, y
que consiste en la asignación de méritos científicos a partir del número de publicacio-
nes y/o referencias bibliográficas que un investigador consigue en los trabajos de otros
científicos.
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MUNDO EXTENSO
Lo que nos enseña Google es que en la actualidad existe una parte u"ª'""''
de seres humanos para la que, cada día, el sa~er que importa es el que
capaz de entrar en secuencia con todos los demás saberes. No existe casi nin-
gún otro criterio de calidad, e incluso de verdad, porque todos se los traga
ese único principio: la densidad del Sentido está allí por donde pasa el sa-
ber, donde el saber está en movimiento: todo el saber, sin excluir nada. La
idea de que entender y saber significa penetrar a fondo en algo hasta alcan-
zar su esencia es una idea que está muriendo: la sustituye la instintiva con-
vicción de que la esencia de las cosas no es un punto, sino una trayectoria,
de que no está escondida en el fondo, sino dispersa en la superficie, de que
no reside en las cosas, sino que se disuelve por fuera de ellas, donde real~
mente comienzan, es decir, por todas partes. En un paisaje semejante, el
gesto de conocer debe ser algo parecido a surcar rápidamente por lo inteli~
gible humano, reconstruyendo las trayectorias dispersas a las que llamamos
ideas, o hechos, o personas. En el mundo de la red, a ese gesto le han dado
un nombre preciso: surfing.7
7
Alessandro Baricco, op. cit., p. 110. (Las cursivas pertenecen al original.)
ªPierre Lévy, "Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio'; Washington,
Organización Panamericana de la Salud, 2004, p. 9. Disponible en línea: <http://inteligencia-
colectiva.bvsalud.org>.
UN MUNDO BARBARO
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MUNDO EXTENSO
Occidente por más de dos mil quinientos años. La inadvertida mup,ciiin •11
de los bárbaros da de baja las certezas epistemológicas con que la mc•<!eorc
nidad orientaba su proa hacia el progreso y la Aüfklarung [ill1st1caciónl
universal. Esto que explica -y aplica- Baricco suspende las categorías
pasado, presente y futuro con que hasta ahor~ leíamos el tiempo, de
modo que el sentido que durante siglos estuvo ligado al eS<:la1cec.imien-''I
to por medio del concepto y a un ideal de permanencia, sólido y
bada, se disuelve en un movimiento que se resignifica verti¡girtosarr1ertte•\ll
bajo la égida de un presente absoluto, sin solución de continuidad. A
se refería el filósofo Tomás Abraham en su Pensamiento rápido,
do en 2001 decía que la filosofía ha perdido su largo plazo y de repent''''7i!I
se ve compelida a pensar espasmódicamente, con otros tiempos, que
no son los del apacible atardecer en que el búho de Minerva ievama- .,~
ba su vuelo, tampoco el de las entusiasmadas luces que en el siglo MHt ,00
alumbraban un largo porvenir, ahora los tiempos son rápidos y urgen-
tes como los fogonazos de los fuegos artificiales. 9 No faltará quien digá
que eso no es pensar, que pensar es lo que reclamaba Heidegger cuan.:
do nos echaba en cara que huíamos del pensar y nos incitaba a recu-
perar el pensamiento meditativo (la reflexión "elevada"), en detrimen-
to del "pensamiento calculador" que nos había llevado al olvido del Ser.
Pensar, para esa concepción, es sinónimo de densidad, de gravedad, de
profundidad, en oposición al pensar liviano y extenso del presenteísmo.
Uno exige circunspección y seriedad, establecer una distancia apren-
siva frente a lo novedoso y lo diverso; el otro conlleva espontaneidad,
improvisación y desprejuicio frente a lo disruptivo. Uno representa el re-
conocimiento y la autoridad, nadar cerca de la costa; el otro implica asu-
mir la errancia como camino, abrirse a lenguajes y formatos que puede~
prescindir de la palabra y de una verdad unívoca. ¿Pensar de esta manera
es alejarse del pensamiento meditativo? Desde Heráclito y los filósofos
perros para acá, la filosofía reflexiona sobre la incertidumbre, sobre el
misterio y el enigma, sobre el absurdo o, como dirían los existencialistas,
sobre esa angustia imperecedera que nos acompaña en el tránsito hacia
9
Ambos conceptos, tanto el "pensamiento rápido" como el "presente absoluto': fueron
acuñados y desarrollados por Tomás Abraham con clarividencia apenas cruzamos el um-
bral del siglo XXI. Véanse de Tomás Abraham, Pensamiento rápido, Buenos Aires, Sudame-
ricana, 2001, y El presente absoluto, Buenos Aires, Sudamericana, 2007.
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UN MUNDO BÁRBARO
10
La filosofía de Clément Rosset es un exponente de esta idea, que sostiene que, aun ad-
mitiendo la tragedia como un sino irrevocable de la vida, se puede estar en las antípodas
del pesimismo. La conciencia de la tragedia de morir no lleva al pesimismo, sino, por el
contrario, a la celebración del gozo de vivir: al hedonismo.
X. Otro modo de pensar
BARICCO SIEMPRE dijo que los escritores italianos anteriores a él, como
Calvino, Pavese o Moravia, no fueron referentes para los de su genera-
ción porque pertenecían a la civilización de la escritura. Sus influencias
fueron extraliterarias, como el cine o -como él mismo suele decirlo- John
McEnroe, en cuyo revés dice haber encontrado buena parte de su estilo
literario. Baricco creció en los márgenes de una tradición literaria consa-
grada, no se hallaba en la morosidad de un Giuseppe Tomasi di Lampe-
dusa, ni siquiera en los rastros existencialistas de Dino Buzzati; siempre
se sintió más cómodo leyendo a Beppe Fenoglio, un escritor reconócido
tardíamente por su estilo diligente, o a los estadounidenses, como He-
mingway, el más celebrado, por el modo en que estos escritores incor-
poraban la lógica cinematográfica a la literatura. Esa naturaleza anfibia
y su propio recorrido literario, osado y multifacético, funcionaron como
piedra de toque para que Baricco pudiera, por un lado, valorar la emer-
gencia de un nuevo registro escritura! y, por el otro, el agotamiento, no
sólo- de cierta concepción literaria, sino de la cultura libresca. Las novelas,
ese género que con su impronta marcó el tono y el ritmo del relato social
moderno, dice Baricco, no sólo fueron escritas para gente que participaba
de una historia y de un gusto cultural (el de la Ilustración), sino que ade-
más demandan un tiempo anómalo (el de la lectura). Para leer a Faulkner
según el canon, ejemplifica, no sólo hace falta saber leer, sino haber leído
mucho, casi tanto como para apropiarse de una nueva lengua. Hace falta
participar de cierto gusto y de cierta idea de belleza que fueron construi-
dos en el seno de una tradición literaria cuya pertenencia tiene tantos re-
quisitos como para ser admitido en la nobleza europea.
MUNDO EXTENSO
1 No hace falta aclarar que lo que estamos describiendo no desmerece la obra de Faulk-
ner ni la de Musil, por caso; el estilo refinado de estos escritores sigue proporcionando pla-
cer a un importante universo de lectores. Pero, a la vez, es innegable que son nombres em-
blemáticos de la cultura libresca, de un modo de entender el conocimiento, de llll gusto
estético de referencia, frente a otro que corrió su eje al mundo de la transmediación, la des-
territorialización y la inestabilidad.
2
Alessandro Baricco, op. cit., p. 90.
90
OTRO MODO DE PENSAR
dones de uso, por lo tanto y como bien afirma Baricco, no están en los
libros, están en la televisión, en el cine, en la publicidad, en la música
rápida, en. el periodismo, en los mensajes de texto, en el chal, en la blo-
gósfera, en los insondables laberintos de los cómics. El error en el que se
suele caer -no Baricco evidentemente, porque admite que el mundo ha
pasado a mano de los bárbaros- está en considerar que estos nuevos mo-
dos de expresión son consustanciales a los guetos culturales; o que van
en desmedro de la capacidad reflexiva y expresiva del lenguaje (logos),
que hasta ayer nomás era «la morada del ser". Nada más lejos de la reali-
dad. Mal que le pese a quienes permanecen anclados en los valores de la
cultura libresca, esta lengua se ha vuelto la lingua franca de nuestro tiem-
po y, contrariamente a lo que dictaban los prejuicios, no ha engendrado
una generación de descarriados, incultos o indiferentes; como tampoco
ha limitado la expresividad de un sujeto social cada vez más expansivo
y cosmopolita. Ya nadie sostiene sin cierta animosidad que se lee menos
desde la aparición de Internet; desde el punto de vista cuantitativo -si
esto tiene alguna importancia, no la tiene para los bárbaros-, en la inte-
racción digital se maneja y asimila mucha más información que la que
incorpora un lector de soportes físicos.
El saber bárbaro no se acumula ni se atesora como un bien perso-
nal fetichizable en sagrados muebles de roble, no se objetiva en fasttiosos
edificios de museos. El saber bárbaro es un saber vivo, es lábil, mutable,
con valor circunstancial. Lo que hoy me ayuda lo utilizo y lo comparto;
mañana, cuando ya no sirva, se desechará y se compartirán otras cosas.
Bajo esa concepción, los bárbaros ponen a disposición del mundo mate-
rial bibliográfico, cinematográfico, discográfico, artístico, técnico, cientí-
fico y de la más variada índole, incluso aquel que ni la escuela ni la cien-
cia han sistematizado aún. Lo cual está demostrando no sólo un espíritu
cooperativo pocas veces visto, sino también el asombroso desarrollo de
una expertise plebeya sin institucionalidad que crea condiciones de vida
pública. Este tráfico, que satisface diferentes niveles de demanda y que a
diario es visitado, recomendado y reproducido a través de las redes so-
ciales, no es siquiera calculable. Las conferencias de Technology, Enter-
tainment, Design (TED), por dar un ejemplo conocido, son traducidas en
forma cooperativa y desinteresada a numerosos idiomas. 3 Así funciona
'La conferencia que brindó sir Ken Robinson en TED en febrero de 2006 sobre la muer-
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MUNDO EXTENSO
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OTRO MODO DE PENSAR
UN ESTATUTO BÁRBARO
6
Ducdo Trombadori, Conversaciones con Foucault. Pensamientos, obras, orrdsiones del
último maitre-d-penser, Buenos Aires, Amorrortu, 2010, p. 75.
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MUNDO EXTENSO
Sin duda este hombre [el pintor moderno J, viajando siempre a través del
gran desierto de los hombres, tiene un fin más elevado que el de un simple
paseante, un fin más general, otro que el placer fugitivo de la cir,CUI1Sl•mc:ia;
Busca algo que se nos permitirá llamar la modernidad[ ... ]. Se trata para
de separar de la moda lo que puede contener de poético en lo histórico, de
extraer lo eterno de lo transitorio. 7
Del mismo modo, nuestra época transcurre errante y sin nombre. Por
supuesto que, frente a esto, se puede hacer caso omiso e insistir con la
máxima hegeliana que sostiene que "si los hechos no coinciden con las
ideas [que pensamos nuestro presenteJ, tanto peor para los hechos"; pero
se corren serios riesgos de caer en la autorreferencialidad, el esencialis-
mo u otro tipo de porfías que se sobrellevan gracias a la clemencia ge-
neral, como esas familias de la nobleza europea que, aun cuando man-
tienen el ampuloso ceremonial de otros tiempos, son sólo remedos sin
7
Charles Baudelaire, El pintor de la vida moderna [1863], ed. bilingüe, trad. de Julio Ba·
quera Cruz y Silvia Acierno, Madrid, Cuadernos de Langre, 2008.
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OTRO MODO DE PENSAR
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