John Womack JR., “V. Los revolucionarios oficiales actúan”
4to reporte de lectura
Ideas principales
Dentro de la lucha revolucionaria se pueden identificar dos grupos: uno
compuesto por revolucionarios respetuosos a la ley y el otro conformado por revolucionarios rebeldes. Ambos abogaban por reformas populares en favor al pueblo, los primeros sujetándose a las autoridades locales, mientras los otros podían presidir de ellas. A su vez, estos grupos se identificaban con el Plan de Ayala proclamado el 15 de diciembre 1911. Zapata y el grupo de rebeldes veían con ansias la caída del gobierno de Madero. Creían que pronto sería así pues este no estaba cumpliendo con sus demandas. Además, tenían conocimiento de conspiraciones en contra del presidente. La junta que proclamó el Plan de Ayala estaba comprendida en su mayoría de jefes rebeldes que carecían de organización y fondos para su buen funcionamiento. Además de la falta de compromiso de estos con el Plan de Ayala y con el mismo Zapata. Zapata proclama la legitimidad del Plan de Ayala, ordena a su ejército libertador dar toda clase de garantías a la gente del pueblo y reivindica la importancia de una tropa respetuosa que no desprestigie la causa y la lleve al éxito. A pesar de ser una asociación de estructura débil estuvieron a punto de lograr el dominio militar del estado de Morelos, esto en parte debido a que las fuerzas federales eran torpes en el territorio, muy al contrario de los rurales rebeldes que conocían y andaba con facilidad por sus rumbos y les llevaban ventaja en cuanto a la cantidad de hombres. Las fuerzas rebeldes en Morelos tomaron gran fuerza en el estado, siguiendo su ejemplo en Tlaxcala, Puebla, Michoacán, la Ciudad de México, Guerrero y Oaxaca comenzaron a simpatizar con el movimiento de Ayala. Madero aceptó la renuncia de Ambrosio Figueroa a la gobernaría de Morelos con el fin de recuperar la lealtad de los moderados locales y que Figueroa terminara con los levantamientos. Figueroa tenía de su lado a Aurelio Velázquez (secretario de gobierno) y Ruperto Zuelta para restaurar su autoridad. Francisco Naranjo, nuevo gobernador interino, llegó con la intención de obrar a favor de la gente del lugar. Antonio Soto y Gama rechaza su ofrecimiento de la Secretaria de Gobierno. Naranjo identifico la falta de tres elementos en el estado de Morelos: arados, libros y equidad. Sus buenas intenciones se vieron frenadas ante los revolucionarios que no simpatizaban con él. Aurelio Velázquez siguió como secretario de gobierno y con ello prosiguieron los abusos y expulsiones de ediles y concejales. Hasta qué Julio Cárdenas lo denunció y Jacobo Ramos Martínez asumió el cargo e intentó ponerse en contacto con Zapata. La rebelión se agravó cuando Juvencio Robles es nombrado jefe militar de Morelos, quién aplicó una política de recolonización que quemaba cualquier lugar que quisiera evacuar. Así las llamas consumieron sierra enteras con todo y casa y familias. Comienza el fracaso de los jefes rebeldes. Después de una agotadora lucha contra los federales con cartuchos siempre llenos, que de una u otra forma siempre recuperaban las ciudades, en la que a fin de cuentas habían perdido más que ganar tierras. Jesús Flores Magón , nuevo ministro de gobernación consideró entablar nuevas relaciones con Zapata sin lograr resultados favorables. En una reunión extraordinaria organizada por Madero se resolvió sustituir a Naranjo, pero Naranjo no quería irse sin hacer sus planes. Sin embargo fue sustituido por Aniceto Villamar.