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Casa de Oración Iglesia del Nazareno

Tema 29: El respaldo de Dios.


Base bíblica: Éxodo 33:1-15.
Introducción
¿Cuántos desafíos por conquistar tienes frente a ti? Seguramente muchos. Te diré algo
que tal vez ya sabes; los desafíos no son cosa nueva en la vida de una cristiano. Cada
personaje de la Biblia, al igual que tú, tuvo que lidiar con la adversidad, tuvo que luchar
incansablemente para alcanzar el cumplimiento de una divina promesa. Lo extraordinario y
realmente novedoso, es la experiencia de enfrentar los distintos desafíos de la mano de
Dios.
¿Estás sufriendo? Si así fuera, debes saber que Dios está contigo, caminará contigo y te
dará el descanso que tanto anhelas. ¿Descanso? Si, descanso en medio de tus más
grandes luchas. ¿Tranquilidad? Si, tranquilidad aun cuando tus recursos se agotan. ¿Paz?
Si, paz aunque las cuentas crezcan. Es que el desafío no importa tanto, cuando Dios está
con nosotros.
Ahora bien, Dios promete acompañar a sus hijos en cada desafío, así como darles
descanso. Pero para que aquella promesa se cumpla, es necesario:
1. Ser humildes.
“Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura
cerviz”.
Tanto el pecado como la falta de humildad se constituyen en dos grandes obstáculos para
acercarnos a la presencia de Dios. ¿Cuánta gente ha perdido bendiciones por causa del
orgullo? La humildad es una virtud importante en nuestras relaciones con otros, pero es
aún más importante cuando se trata de relacionarnos con Dios.
La guía y dirección de Dios está condicionada, si, no tiene precio, pero vale mucho y la
mejor forma de demostrar que en realidad la estimamos y valoramos es respondiendo a
ella con humildad. Dios no puede guiar a una persona que no esté dispuesta a cambiar sus
planes. Es como tratar de guiar con palabras y suaves tratos a una bestia. Un pueblo de
dura cerviz no se guía, se doma. ¿Te dejarás guiar por Dios o no lo consideras necesario?
2. Anhelar la presencia de Dios.
“Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino,
para que te conozca”.
Una de las cosas más incómodas de la vida ocurre cuando debemos llegar a un lugar en el
que nuestra presencia no es deseada. Lo contrario también es maravilloso. Cuando
llegamos a un sitio donde hay gente que quiere compartir con nosotros y que espera por
nuestra compañía, es extraordinario. Sentimos que valoran nuestra presencia y que en
realidad quieren estar a nuestro lado.
Dios es caballero, Él siempre llega donde lo anhelan, ni siquiera donde lo necesitan; son
cosas distintas. Las respuestas de Dios en el reino no se dan cuando hay urgencia por
ellas, sino cuando en realidad se anhelan como a un incomparable regalo de gracia. No
hay forma de descansar lejos de la presencia de Dios, para estar cerca de ella, es
necesario un deseo nacido desde el corazón, eso es mucho mejor que un deseo nacido del
afán o de la necesidad.
3. Una resolución a ser diferentes.
“…y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de
la tierra?”.
Moisés entendió que la diferencia entre el pueblo de Israel y los demás pueblos de la tierra
la haría, la presencia de Dios, no otra cosa. Un cristiano se diferencia sustancialmente de
las personas del común, porque vive en total dependencia de la presencia de Dios. Le
interesa en sobremanera agradar a Dios y por tal razón piensa y actúa de manera
distintiva.
La presencia de Dios hace de nosotros personas sustancialmente diferentes. Ella es
nuestra carta de presentación. Si tu trabajaras por mantener en la presencia de Dios,
seguramente tendrías que esforzarte menos tratando de lograr tus metas. Con la presencia
de Dios también tendrás el favor de la gente, puertas se abrirán y personas querrán estar
contigo porque anhelan aquello que por gracia recibiste.
Conclusión
La humildad no es debilidad, en cambio, es una virtud de los grandes hijos de Dios. El
Señor se complace en bendecir a los humildes. Anhelar la presencia de Dios es la clave
para disfrutar de ella. Recuerda que en el reino de Dios no se tiene lo que se quiere, sino lo
que se anhela.

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