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El laboratorio político en Argentina: el Estado y… ¿La Nación?

Si interesante resulta la lectura de Elogio de la diversidad de José Carlos Chiaramonte más aún las
ideas que el autor propone. No es casual la palabra diversidad en el título, el autor nos invita en su
escrito a redescubrir los conceptos fundamentales para entender el proceso de conformación del
Estado nacional y la construcción de una identidad que no pudo manifestarse sino
dificultosamente muchos años después por influencia de la marcada heterogeneidad cultural. El
caso Argentino es singular precisamente porque “el desarrollo de la sociedad y de la cultura
argentinas no ha mostrado la homogeneidad cultural correspondiente al concepto romántico de
nacionalidad”1

Chiaramonte nos presenta el concepto de nación como resultado y no como fundamento del
proceso revolucionario, no solo porque en el siglo XIX los conceptos de nación y estado eran
considerados sinónimos sino que además no podemos evidenciar una marcada intención
independentista en los ‘revolucionarios’ de mayo de 1810. El Estado o república era visto como
“conjuntos humanos con un cierto orden y una cierta modalidad de mando y obediencia”2.

Otro concepto acuñado es el de identidad, fundamental en la construcción del sentimiento


nacionalista que legitimaba la existencia de los nuevos estados y era por consiguiente reflejo de un
proceso histórico de construcción de la unidad política del país, iniciado hacía 1810 y en gran parte
completado hacía fines de siglo.

Si no debe pensarse en una identidad nacional anterior a la construcción del Estado es porque ya
existía un sentimiento: el de español americano, hijos de españoles nacidos en suelo americano.
Este es un importante antecedente que marcaba una leve pero evidente diferenciación con los
españoles del viejo continente y puede considerarse según el autor como el primer sentimiento de
identidad política aunque no barajara aún el alejamiento de la corona española.

En síntesis, la conformación del Estado como unidad política autónoma dependió en gran medida
de un sentimiento de nacionalidad que debió ser construido al igual que la identidad que
comenzaría a manifestarse años después y sería uno de los grandes logros del proceso. El principal
problema consistía en cómo conformar una unidad nacional con la gran heterogeneidad
estructural presente en una sociedad hija de varias madres.

11
Chiaramonte, J.C.” Elogio de la diversidad” en ¿…. Pág.?
2
Ídem.
¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

Como dije anteriormente a principio y mediados del siglo XVIII Nación y Estado eran considerados
sinónimos ya que carecían de una diferenciación conceptual como la que tenemos actualmente.
Sin embargo puedo afirmar que es un error situar temporalmente a la nación antes que al estado.

Chiaramonte nos habla de la nación como un resultado porque “la emergencia de la Nación como
fundamento y/o correlato de los Estados nacionales y del nacionalismo es un fenómeno moderno,
que nace en las postrimerías del siglo XVIII”3, y esa idea puede reforzarse con Altamirano quien
asegura que “una sociedad sólo se reproduce como nación en la medida en que el individuo,
desde su nacimiento hasta su muerte, es constituido como un ciudadano del Estado nacional
desde una red de instituciones, como la familia o la escuela”4.

Es imposible por lo tanto pensar en una nación carente de instituciones que se encarguen de
difundir una ideología determinada que busque favorecer la unificación de una identidad
colectiva. Por el contrario, es el Estado quien se encarga de construir la unidad nacional. Entonces,
si en toda sociedad existe un conjunto de instituciones y dispositivos simbólicos sobre los que se
edifican la identidad individual y colectiva, dichas identidades son construidas a través de “un
proceso de identificaciones”5 que permite diferenciarnos del resto del mundo. La experiencia
nacional dispuso de dicha diferenciación desde un principio y tuvo su gran debut en el proceso de
independencia movilizando al pueblo para la guerra.

3
Chiaramonte. ‘’’¿’¿’¿¿’ p.53
4
Altamirano… pág 23
5
Altamirano p23
La identidad nacional: entre la educación y el adoctrinamiento

La identidad nacional es una construcción y como toda obra arquitectónica pudo ser moldeada a
medida de los intereses de las elites , principales actores de la vida política de un Estado que
estaba legitimado por el denominado principio de nacionalismo. Pero ¿cómo construyeron esa
identidad?

Tomando a Carretero las dudas comienzan a disiparse, el autor nos dice que “la nación suele
presentarse como una suerte de conglomerado de grupos caracterizados a partir de rasgos
propios y más bien absolutos, cuyas historias son narradas en pequeños relatos que siguen
construyendo identidades”6, es claro que en el nuevo Estado argentino de mediados del siglo XVIII
intentará conglomerar a la sociedad bajo un mismo relato que los identifique a todos. Ese relato
sería implantado en el ámbito educativo, la escuela fue la principal institución encargada de la
tediosa tarea y la disciplina histórica fue tergiversada vilmente.

La escuela tiene la particularidad de ser una institución oficial y por tanto su función es “formar
ideológica y cognitivamente a alumnos”7, esta característica le brinda un poder tan grande como
sigiloso. Bordieu habla de ‘habitus’, es decir, procesos de interiorización de lo social en los sujetos
por medio de sistemas de costumbres no conscientes, algo similar a una memoria imperceptible.
Esta es la capacidad adoctrinadora de la escuela, considerada como un aparato de reproducción
ideológica del Estado.

La escuela tenía el poder y también el arma más poderosa: la historia. La enseñanza de la


disciplina está íntimamente relacionada con el surgimiento de los Estados liberales, desarrollando
la lealtad y patriotismo aunque de una manera violenta, no física sino psicológicamente. La
Historia “era grabada en la mente de los niños, cincelada de acuerdo con ciertos patrones que
debían continuar vigentes en la vida adulta”8. De esta manera el alumno carecía de herramientas
para discernir o generar debates históricos, hecho que limitaba en gran medida su formación
como sujetos críticos, no así de ciudadanos patrios listos para cantar el himno en cualquier acto
escolar.

6
Carretero… pag.49
7
Carretero pag38
8
Carretero pag 45
Es un falso supuesto el considerar que el proceso de homogeneización haya concluido y creado
una fuerte unidad nacional. Creo que somos muy distintos al tener valores regionales muy
marcados por ser hijos de distintas madres y tener distintas pautas culturales: costumbres, léxicos,
anécdotas, historia.

En palabras de Grimson:

“En todas las naciones hay más diversidad cultural que la que los Estados están generalmente
dispuestos a admitir y a tolerar. Casi todos los países han tenido su propia producción de una
mitología de la ‘cultura nacional’. Eso que supuestamente los hace particulares, únicos, distintos
de todos los otros pueblos del planeta”9

9
Grimson, A. “Mitomanías argentinas. Cómo hablamos de nosotros mismos”, Bs.As. Siglo XXI Editores, 2012.
Pág. 109

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