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El Abuso Sexual Infantil

Presentado por:

Valentina Vergara – 1155391

Presentado a:
Myriam Vásquez Vásquez

Clínica y ciencia

Junio 7 del 2018

Universidad San Buenaventura Cali.


Una abrumadora realidad en la que las víctimas son los niños.

El Abuso Sexual Infantil (ASI) es una de las peores formas de maltrato hacia los niños,
implica una interacción sexual en la cual el niño no es consciente de que está siendo
víctima de abuso como tal, ya que en muchas ocasiones no entiende. Este abuso
puede ocurrir con contacto o sin contacto, incluye: manoseo, frotamiento, besos
sexuales, penetración sexual o intento por vía vaginal, anal y bucal, obligar al niño a
mostrar su desnudez o desnudarse delante de él, exhibición de pornografía, entre
otros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 5 mujeres y 1 de
cada 13 hombres declararon haber sufrido abusos sexuales en la infancia. Los abusos
sexuales ocurren sin importar los estratos socioculturales, sólo que en los niveles
socioculturales más altos tienden a denunciarse menos que el resto.

Resulta sorprendente que en la antigüedad el abuso fuese considerado un acto


natural en el que el niño se veía como objeto sexual, y no obstante, se creía que la
víctima no sentía dolor alguno, pues pensaban que cuando se era un niño se ignoraba
el dolor y el placer, no se creía en todo lo que ellos podían llegar a sentir en ese
instante en el que su cuerpo estaba sufriendo un dolor el cual no se lograría superar,
dolor físico y psicológico, porque el victimario abusa del poder que tiene para acceder
a la víctima, invadiendo su cuerpo y su propia alma.

En la actualidad, estos casos de abuso sexual siguen ocurriendo, a pesar de que


existan códigos de sanción para los victimarios, por ejemplo según la ley 1236 de
2008 en algunos artículos del Código Penal mencionan que las personas que accedan
carnalmente a una persona menor de catorce años, incurrirá en prisión de doce a
veinte años, pero, ¿realmente este artículo se cumple al pie de la letra? La respuesta
es no, en muchas ocasiones se le brinda al victimario una cantidad de beneficios que
les permiten salir mucho más rápido de lo previsto según su condena, por ejemplo: al
aceptar su delito, por lo general la pena se reduce en un 50%, por ende, lo que eran
20 años se reduce a 10 años, además les dan la oportunidad de hacer descuentos de
trabajo como en la cocina, cerrajería, reciclaje, zapatería e incluso madera, y les
brindan la posibilidad de estudio en derechos humanos y/o hacer el bachillerato, y
según el tipo de descuento que realicen, su pena se reduce, es decir, ya reducidos
10 años por aceptar cargos, se reduce aproximadamente 2 años por redimir el tiempo
en actividades que realizan ahí dentro, sin mencionar que en ocasiones ellos piden la
prisión domiciliaria o condicional y se las aceptan, y es que nadie dice que no
merezcan una segunda oportunidad, pero es increíble que no paguen realmente por
todo el daño que le han causado a su víctima, un menor de edad que en ese instante
del abuso no tenía cómo defenderse, no sabía qué era lo que realmente estaba
ocurriendo. Es necesario que se niegue cualquier tipo de beneficio al victimario, para
que se muestre una sanción ejemplar en la que nadie quiera incurrir en este tipo de
delitos, temiendo por pagar de esta manera el daño que hacen. Además, es
importante concientizar a las personas, porque de los niños no se debe abusar, no se
deben maltratar ni mucho menos se deben torturar y matar, pues ellos no merecen
ser tratados de esta manera, ni ellos ni nadie. Ni siquiera aunque el victimario presente
una patología por ejemplo, trastorno de la personalidad debe ser inimputado de su
delito, pues él sabe lo que está haciendo y cada uno debe ser responsable de las
acciones que va a realizar, cada uno debe asumir sus enfermedades y síntomas,
porque si esta persona no supiera lo que está haciendo ¿por qué tiene que actuar a
escondidas y en silencio?, pues si lo hace así es porque sabe perfectamente que lo
que esta cometiendo es un delito, es un acto en el que invade el cuerpo de un menor
y en el que se apropia de su alma y le quita toda la alegría de ser niño causándole un
dolor tal vez insuperable.

"Lo que entristece aún más es ver que los lazos de sangre, en lugar de constituir una
barrera para esas tendencias imperdonables, con harta frecuencia sólo sirven para
favorecerlas: los padres abusan de sus hijas, los hermanos de sus hermanas".
Ambroise Tardieu (1878).

Un delito como este no se puede quedar impune, primero porque los niños son los
más afectados, tanto física como psicológicamente, ellos necesitan que se pague por
el daño que se les causó, necesitan saber que la persona que los ha destruido está
pagando por las consecuencias, y aunque claramente con esto no logre arreglar lo
que ha ocurrido, por lo menos la víctima se dará cuenta hay personas que están
luchando por su bienestar, demostrándoles que a pesar del dolor que se les ha
causado, ese victimario está pagando. Además, otras personas lograran reflexionar
no sólo acerca del dolor que puede tener la victima sino también de las consecuencias
que puede conllevar un acto como este, si se aplica una sanción ejemplar de la cual
se ha hablado anteriormente. Los niños no merecen sentir dolor, pues lo único que
deben sentir es la alegría y la tranquilidad de saber que se encuentran en un entorno
en el que nada les va a suceder, saber que van a jugar a un parque cualquiera que
sea y nadie les va a hacer daño, saber que pueden entrar a la casa de sus amiguitos
y nadie estará ahí como un “monstruo” para acceder violentamente a ellos, saber que
puede ir a la escuela y que su maestro le compartirá su conocimiento y no lo lastimará,
saber incluso que su casa es el lugar más tranquilo y no hay nadie allí que les perturbe
su paz, que aunque se encuentren solos con sus padres, tíos, primos, hermanos, ellos
están ahí sólo para brindarles la seguridad, para protegerlos y enseñarles las cosas
maravillosas que pueden descubrir, enseñarles a andar tranquilos en la calle,
enseñarles que nadie puede tocarlos, enseñarles cuales son las muestras de cariño
sin que en estas este involucrado un acto sexual, enseñarles el amor y que a éste no
hay que temer, enseñarles todo lo bueno y bonito, pero también enseñarles que hay
personas que no siempre quieren hacer el bien pues a lo mejor tienen doble intensión
y por eso tienen que cuidarse, enseñarles que si ellos no quieren nadie los puede
tocar, abrazar o besar; pues los niños según la manera en la que son criados van a
seguir esos patrones, y si se logra interiorizar todo esto en ellos, posiblemente así
será de generación en generación y se evitarían muchos abusos hacia la infancia.

¿Qué sucedería si se empezara a escuchar más a los niños? ¿Por qué se opta por
guardar silencio y no denunciar? ¿Qué pasa realmente en la mente de estos
pequeños?, hay un montón de preguntas que se pueden plantear y pocas son las que
tienen una respuesta como tal. Los adultos en muchas ocasiones consideran que el
niño fantasea e inventa sus propios cuentos, por ende pocas veces logran creer
cuando éste empieza a contar los hechos que le han sucedido, pero es necesario
reconocer que a través de los juegos, los cuentos, las palabras y los dibujos la victima
nos puede revelar mucho de las experiencias traumáticas por las que ha pasado. El
niño abusado tiene una lucha interna, siente muchas emociones tanto al momento del
acto abusivo como al momento de contarlo, por ejemplo el miedo invade su cuerpo,
la ansiedad y el sentimiento de culpa, lo hacen en muchas ocasiones guardar silencio,
pero es por esto que entre el adulto protector y el menor víctima se debe generar
confianza que le facilite contar la experiencia dolorosa por la que ha pasado, pero,
¿qué pasa cuando ese adulto que se creía que era el protector es el abusador? La
víctima no sabe qué hacer, no sabe a quién debe acudir porque se supone que esta
persona que le hace daño es la que siempre cuidaría de él, y se sentirá desprotegido,
es por esto que es fundamental que en otros lugares como colegios, estaciones de
policía, entre otros se le cuente al niño qué debe hacer al respecto, por ejemplo,
actualmente se enseña por la televisión un comercial en el cual muestran una línea
de atención en la que el niño que está siendo víctima de abuso puede llamar y ahí le
indicaran qué debe hacer, aunque también es necesario que cuente con más
personas a su alrededor para que decida contárselo a ellas pero si no las hay, es ahí
cuando decide guardar silencio y callar su dolor.

La víctima del abuso sexual necesita sentirse protegida, porque siente miedo, siente
impotencia de que si cuenta lo que está ocurriendo no se le crea y es ahí cuando se
presenta de nuevo un acto violento sobre el psiquismo de ella, pues ha decidido por
fin confesar por lo que está pasando y se hace caso omiso ante esta situación,
entonces la víctima se va a sentir de alguna manera más enojada con la persona a la
que se le confeso que con el victimario, pues en cierta parte ella ha confiado y la
necesita, debe saber que aún hay alguien dispuesto a velar por su seguridad, cuidado
y protección, debe entender que no todos los adultos le quieren hacer daño y es por
esto que es importante que se le crea y que hagan algo al respecto. Si se lograra
escuchar lo que el niño quiere decir, lo más probable es que se evitarían muchos más
posibles abusos que se pueden cometer en su contra, el menor que ha sido víctima
puede tener una “cura por la palabra” pues, al él poder expresar todo lo que le ha
sucedido logra “descansar” de ese secreto que tanto le hacía daño, posiblemente
sentía una carga al guardarlo.

Además, los menores víctimas no tienen idea de qué es lo que pasa, pues aún tienen
inmadurez sexual y poco conocimiento acerca de la sexualidad, imagínense un
desconocido o peor aún una persona con la que han construido un vínculo muy fuerte
ya sea padre, madre e incluso hermano que se acerque con la intensión de hacerle
daño, pero lo haga a ganándose su admiración y confianza, llegando al punto de
engañarlo y manipularlo, o también puede lograrlo por medio de la fuerza, imagínese
por un segundo la angustia que se siente el ser tocado cuando no se desea, el ser
besado o torturado, imagínense que alguien acceda a su cuerpo de una manera
violenta tocándole o penetrándole y no obstante que usted no haya tenido relaciones
sexuales sino sólo hasta ese momento en el que alguien ha decidido por usted y le
hace daño, causando en usted una enorme tristeza, dolor y muchos otros
sentimientos encontrados que con su poca edad no sabe ni cómo procesar. Ni los
menores, ni ningún ser humano merece sentirse de esta manera, los niños no
merecen que prácticamente su infancia se vea arrebatada por otro, otro que sólo
piensa en satisfacer su placer sexual sin importarles el daño que causa a la víctima,
éste otro que resulta siendo el victimario invade de manera violenta el cuerpo y el
alma del niño sin respetarle su privacidad e identidad propia.

Como sociedad tenemos una gran responsabilidad por el cuidado de los niños,
tenemos que protegerlos y evitar que se sigan presentando situaciones que atenten
contra su bienestar, pues ellos necesitan vivir tranquilos, necesitan salir y no pensar
en que algo malo les pueda ocurrir. Necesitamos empezar a pensar más en el otro
que en sí mismos pues sólo así podremos llegar a evitar no sólo esta situación sino
muchas más, pues sólo en la responsabilidad absoluta del otro, se llega a ser sujeto.
Es necesario además que el psicólogo intervenga en el abuso sexual pues, con la
orientación de él, el niño victima lograra expresar mediante palabras o juegos lo que
ha pasado y logra recordar el hecho traumático pero de una manera en la que pueda
darle nombre a lo que sucedió, y es ahí cuando el menor puede conocer el significado
de la sexualidad según la edad en la que se encuentre, hay que explicarle a la víctima
que lo ocurrido fue un proceso abusivo y las causas que esto conlleva, pero además
es fundamental que al niño se le haga saber que ha tenido una fuerza y valentía para
seguir adelante a pesar de esa experiencia y el hecho de contar significa dar un gran
paso el cual le permitirá “descansar” de su dolor. El psicólogo logra hacer un
acompañamiento con la víctima y ésta se desahogará y expresará los sentimientos
que ha sentido en ese instante, para esto es importante que se establezca una
identificación que permita la confianza y empatía. Aunque en muchas ocasiones no
sabemos quién ha sido víctima de abuso sexual, tenemos que estar dispuestos a
escuchar al otro y a no hacer juicios de valor, pues estas personas como se ha
mencionado anteriormente han pasado por sucesos realmente aterradores. Debemos
ponernos en el lugar del otro y ayudarlo. El niño necesita de un adulto que siempre
esté dispuesto a protegerlo, necesita alguien que le transmita seguridad y paz,
necesita que siempre este presente y dispuesto a realizar un acompañamiento en
todo el sentido de la palabra, necesita de un adulto lo suficientemente bueno y eso es
lo que le debemos demostrar al niño, debemos enseñarle que tiene adultos a su
alrededor dispuestos a hacer muchas cosas por él, a pesar de que alguien les haya
hecho daño, debemos demostrarles que no todo el que se acerca es para causar
dolor.
Bibliografía
Berlinerblau, V. (2016). Abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes: Una guía
para tomar acciones y proteger sus derechos. Fondo de las Naciones Unidas
para la infancia, 1-20.

Enrique Echeburúa, C. G. (21 de octubre de 2008). Tratamiento psicológico de las


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Reflexiones desde la Psicología y Forense. Pensamiento Psicológico, 183-202.

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