/// la ciudad de Buenos Aires, a los ocho días del mes de marzo del
año dos mil dieciséis, se constituye el tribunal, integrado por los
jueces Mario Magariños, en ejercicio de la presidencia, Pablo Jantus y
Horacio Dias, quien reemplazó al juez Carlos Alberto Mahiques por
hallarse este último en uso de licencia (conf. Regla Práctica 18.11 del
Reglamento y Acordada 20/2015, ambos de esta Cámara), a fin de
celebrar la audiencia prevista en el art. 454, en función del art. 465
bis, del Código Procesal Penal de la Nación, en la causa nº
35225/2004/TO1/CNC1, caratulada “Incidente de prescripción de la
acción penal de Mussio, Gabriel Eduardo en autos Mussio, Gabriel
Eduardo s/ defraudación contra la administración pública y estafa”. Se
informa que la audiencia está siendo filmada; el registro audiovisual
forma parte integrante de la presente actuación y se agrega al
expediente. Se encuentra presente la parte recurrente, representada por
el Defensor Público Oficial a cargo de la Unidad de Actuación N° 1
ante esta cámara, doctor Claudio Martín Armando, y el representante
del Ministerio público Fiscal, doctor Oscar A. Ciruzzi, titular de la
Fiscalía N° 7 ante los Tribunales Orales en lo Criminal de esta ciudad.
Se da inicio a la audiencia y se concede la palabra al recurrente, quien
procede a argumentar su posición. Seguidamente se otorga la palabra
al representante del Ministerio Público Fiscal, quien expone los
fundamentos de su postura. En último término, la defensa respondió a
preguntas del juez Jantus. A continuación, el tribunal se retira a
deliberar en presencia del actuario (arts. 396 y 455 CPPN).
Constituido el tribunal nuevamente en la sala de audiencias, en
presencia del recurrente, el señor Presidente hace saber que esta Sala
III de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal, por mayoría, ha RESUELTO: RECHAZAR el
recurso de casación interpuesto por la defensa, y en consecuencia,
CONFIRMAR la resolución impugnada (art. 471 a contrario sensu
Fecha de firma: 10/03/2016
Firmado por: MARIO MAGARIÑOS,
Firmado por: PABLO JANTUS,
Firmado por: HORACIO L. DÍAS,
Firmado(ante mi) por: MARTIN PETRAZZINI, Secretario Ad Hoc
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del Código Procesal Penal de la Nación). Seguidamente el juez Días
pasa a exponer los fundamentos de la decisión, refiriendo que la
jurisprudencia pionera del Tribunal Europeo de Derecho Humanos,
luego seguida por la Convención Interamericana y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, ha identificado los tres
criterios para establecer cuándo se viola la garantía de ser juzgado en
un plazo razonable, vinculados con las características del hecho que
constituye el objeto procesal, con la diligencia del órgano
jurisdiccional y con el comportamiento de quien reclama la garantía,
esto es, del acusado. Indica que, ciertamente, en estos precedentes
también se ha dejado en claro que lo que se denomina plazo
razonable no es algo que pueda ser medido en días, semanas, meses y
años, sino que se trata de un criterio normativo que se deduce expost,
teniendo en cuenta las características del caso concreto y analizando
en definitiva esos tres requisitos. Refiere que en el caso particular, de
la lectura del objeto procesal se desprende que no es un caso sencillo y
que cabe denominarlo complejo; que existe pluralidad de imputados;
que el encuadre jurídico también es complejo porque se está hablando
de una responsabilidad por omisión, y que tampoco es sencilla la
acumulación de prueba en tanto se trata de una imputación a
funcionarios públicos en ejercicio de las funciones. Del mismo modo,
sostiene que tampoco la demora en la solución del caso transita
únicamente por una actitud displicente del órgano jurisdiccional, sino
que confluyen en este resultado actividades de las plurales defensas,
pedido de postergación de actos judiciales y audiencias frustradas. De
esta manera, en la inteligencia de que no se satisfacen los requisitos de
un hecho sencillo y que la mora no puede ser imputada al Estado, no
se dan los requisitos para que pueda sostenerse en el caso lo que
nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación ha denominado en el
precedente “Mattei”, insubsistencia de la acción o que cierta doctrina
penal refiere como requisito de perseguibilidad. Menciona que estos
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equiparados públicos – incidente de prescripción de la acción penal”
de esta Sala (reg. n° 104/2015, rta. 29/5/15), en la que trató en extenso
toda la cuestión del plazo razonable. Sin perjuicio de ello, aclara que
dará algunos fundamentos sobre por qué razón entiende que el recurso
de la defensa debe ser receptado en esta instancia, y casarse la
resolución recurrida. Con relación al hecho de que los imputados no
se encuentran privados de su libertad, coincide con el colega Días en
que ello importa una confusión entre las garantías de los arts. 7.5 y 8.1
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; que el
primero establece que toda persona detenida o retenida debe ser
llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la
ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, que se trata de
una garantía contra la prisión preventiva, que no se justifique de
acuerdo a las circunstancias del caso; el art. 8.1, a su vez, sostiene que
Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, y que
de esta se está hablando. Observa que en la resolución recurrida el
tribunal reconoció que lo que la razonabilidad debe evaluarse en cada
caso y según sus circunstancias, pero al mismo tiempo estableció una
suerte de lista de cuáles son los casos que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación resolvió, obteniendo un promedio para
determinar si se violó el plazo razonable o no, pero que el supuesto de
autos registra un término inferior al de los tratados por el Alto
Tribunal. Sostiene que ese argumento es contradictorio, porque lo
cierto es que no se explicó cuáles son las circunstancias de cada caso
que llevaron a la Corte a establecer que en los precedentes citados se
había violado el plazo razonable, y tampoco se analizó en qué casos
que dicho Órgano entendió que no se había violado la garantía, que no
va a tener relación con la duración de la causa sino con las
circunstancias concretas relacionadas con esa duración. Refiere que en
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el caso “Barroso” citado en el fallo en revisión, se trató de un proceso
que duró diez años y, según su recuerda había estado en la Suprema
Corte de la Provincia de Buenos Aires durante muchos años, lo que se
hizo notar. El precedente “Amadeo de Roth”, de dieciocho años de
duración, no se trató de un supuesto de plazo razonable sino de
errónea interpretación de la ley, vinculado con la ley vieja de secuela
de juicio, ya que la declaración de rebeldía de la imputada, acusada
del delito de lesiones culposas, se renovaba cada vez que se
encontraba próximo a prescribir; allí la Corte sostuvo que el mismo
acto procesal no puede generar secuela de juicio, con lo que en
realidad era un caso de prescripción, y se estableció que lo relevante
era el primer acto interruptivo, en el caso, la declaración de rebeldía.
Sentado ello, expresa que para resolver el caso hay que analizar sus
circunstancias y que según el criterio desarrollado en el caso “Julián”
ya mencionado, de la combinación de los arts. 62.2 y del 67 del
Código Penal que establecen que el plazo de prescripción no puede
exceder a doce años, tomando las cuatro causales de secuela de juicio
que admite la ley, es posible afirmar que doce años es el plazo
máximo de duración de una causa. Entonces, si se multiplica cada uno
de esos tramos por el máximo previsto para el delito del que se trata,
que en este caso es de seis años, y suponiendo que tenga uno de doce
años, podría afirmarse que el plazo razonable es de cuarenta y ocho
años, o de veinticuatro en el caso del delito que nos ocupa; ello
claramente no se condice con las pautas a tener en cuenta en cada
caso. Agrega que no parece razonable sostener que el de cuarenta y
ocho años sería un plazo razonable, con lo que si bien la prescripción
es una forma de ordenar el procedimiento, para que se juzgue al
imputado dentro de un plazo razonable, no es el único. Sostiene,
conforme a ello, que con esos dos parámetros deben evaluarse las
circunstancias de la causa y, en coincidencia con la argumentación del
defensor, hace hincapié en que la causa se inició hace más de once
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