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Apuntes de Clase: La Edad de la

Tierra y los Días de Creación de


Génesis 1
Por: Héctor A. Delgado

1. ¿Qué opina usted de la edad de la tierra? ¿Cree que tiene


unos pocos miles de años, o cree que tiene millones de años?
¿Cómo armonizaría usted la supuesta edad de la tierra con el
relato bíblico de la creación? (¿Fueron seis días literales,
períodos largos de tiempo, o es un relato simbólico?)

Respuesta: Nuestro material de texto(1) no nos dice nada


concluyente. Sólo leemos que “parece más fácil entender que la
Biblia sugiere (pero no exige) el concepto de una tierra joven,
aunque los hechos observables de la creación parecen favorecer
cada vez más el concepto de una tierra joven” (p. 138). También
leemos: “[…] con la información que ahora tenemos, no es del todo
fácil decidir este asunto con certeza […] Ambos conceptos (de una
tierra vieja y una tierra joven) son posibles, pero ninguno me parece
enteramente cierto por ahora” (Ibíd.).

Debemos reconocer que semejante cavilación puede ser el producto


de una sincera confesión, pero también de la falta de investigación o
de la exigencia de una cantidad de información (o “pruebas”) que
posiblemente la Biblia nunca proveerá, o por lo menos por ahora.
Tal vez la luz vendrá cuando dejemos de estar ahogados en
cuestiones sencillas que se han puesto a un lado por razones que
solo Dios conoce (como también quien lo hace). Digo esto para no
emitir juicios sobre la posición de ningún escritor.

Si bien es cierto que son muchos los argumentos que entran en


juego a la hora de analizar la edad de la tierra, debemos mantener
presente que muchas ideas que trabajan los eruditos cristianos
están matizas por presuposiciones que no tienen nada que ver con
el registro bíblico. El mismo profesor Grudem ha refutado con éxito
algunos conceptos que atentan contra el relato bíblico de la
creación(2), sin embargo, desde mi punto de vista, a la hora de
analizar el tema de la edad de la tierra muestra cierta ambivalencia.
Me parece que la claridad con la que aborda otras cuestiones
pudiera ayudarlo a trabajar mejor esto último.

Personalmente creo que habría sido de utilidad si el profesor


Grudem hubiese analizado la duración de los días de la creación.
Pero es evidente que la ciencia moderna con su postulado
evolucionista ha puesto en aprieto a los teólogos. No basta decir
que creemos en la Biblia y que esta o aquella doctrina es errónea o
veradera, existen mentes amplias que no han sido persuadidas aun
por razonamientos sólidamente bíblicos, lógicos y coherentes. Los
creyentes en la Biblia sabemos que cuando somos verdaderos
buscadores de la verdad y la encontramos, este hallazgo queda
reconfirmado por el testimonio interno del Espíritu Santo quien nos
dice: “Este es el camino, andad por él” (Isa. 30: 21). Por otro lado,
solo Dios sabe qué tipo de información necesitan algunos eruditos
para inclinarse por alguna idea desconocida o ignorada hasta el
momento; con todo, la experiencia demuestra que muchos no
terminan aceptando aún los mejores argumentos. De manera que,
aún las mayores evidencias resultan insuficiente.

Con estas palabras estoy listo para dar respuestas a las preguntas
formuladas más arriba.

1) ¿Una tierra joven o vieja, miles o millones de añor? R. Creo


que la tierra es joven desde el punto de vista bíblico, y esto no tiene
que avergonzarnos ya que la misma ciencia enfrenta terribles
dificultades para sostener sus propios postulados. Desde los
primeros cronólogos judíos helenistas y durante largo tiempo, se ha
sostenido la idea de una tierra joven.(3) La crónica completa más
antigua de los judíos, Seder Olam Rabbah o Libro del Orden del
Mundo, (que contiene el esquema cronológico aceptado incluso hoy
por ellos) postula un creación reciente. Esta crónica registra los
eventos que tuvieron lugar junto a sus fechas A.M. desde la
creación hasta la rebelión de Bar Kokhba contra los romanos
(alrededor del año 31 d.C.). Algo interesante es que existe una
fecha secular que se relaciona con las fechas judías A.M. y es la
segunda destrucción del templo en el año 69-70 d.C. que equivale a
la fecha judía de 3.830 A.M., lo que sugiere que el templo fue
destruido 3.830 desde la creación de acuerdo a los cáculos de dicha
fuente. Al restar los 69 años a 3.830 obtenemos una fecha a.C. para
la creación: 3.761.

2) Tenemos también el testimonio de algunos de los padres de la


iglesia quienes sostuvieron la idea de una creación reciente
(alrededor de 5,500 a.C.). Por otro lado, los eruditos de la Edad
Media fecharon el nacimiento de Cristo en el año 4.000 después de
la creación. Como se puede apreciar, las fechas varían, pero apunta
hacia una creación reciente.

Hay que admitir, sin embargo (y es la opinión de buenos eruditos),


que al analizar los datos cronológicos provistos por la Biblia, resulta
imposible establecer con exactitud la fecha de la creación. Aunque
muchas mentes capaces han luchado con estos esquemas
cronológicos no se ha podido plantear una solución definitiva. El
distinguido erudito adventista Gerhard Hasel, concluyó: “No se
conoce actualmente ninguna solución sencilla” con relación al
“problema de prioridad sobre las diferentes cifras en estas
recensiones”. Es bueno saber a manera de ilustración, que en el
año 1738, Des Vignolles (de la Real Sociedad de Berlín), dijo
conocer por lo menos unas 200 cronologías bíblicas diferentes de
las cuales dos no eran iguales; pero todas apuntaban a un creación
reciente (entre 6.000 a 10.000 años). Con todo, una cosa
es completamente clara, la tierra es joven. Y esta verdad surge
independientemente el modelo cronológico bíblico que
adoptemos.(4) Los siguientes puntos refuerzan esta idea.

3) No podemos abandonar alegremente el concepto de una


creación reciente motivado por el empuje creciente de los
descubrimientos científicos modernos, y más aún, cuando
abordamos este tema hacemos bien en no olvidar que al leer la
Biblia estamos ante la Palabra de Dios. “Toda la Escritura es dada
por inspiración de Dios, aunque la Escritura no pretende tener el
registro de toda la historia. Cada vez que se dispone de pruebas
fidedignas, es animador ver cómo el registro de las Escrituras
resulta vindicado como historia exacta”.(5) Es bueno recordar (para
refrescar la memoria) que la investigación cuidadosa ha demostrado
una y otra vez que muchos de los rasgos cronológicos de la Biblia
han demostrado ser sorprendentemente confiables y exactos. El
siguiente ejemplo es iluminador.(6) Todo estudioso de las Escritura
sabe que durante largo tiempo los datos cronológicos de los libros
de Reyes y Crónicas no se consideraron confiables para realizar
reconstrucciones históricas, sin embargo esa problemática
actualmente no existe. ¿Cómo quedó resulta? La obra fue de Dios
por medio de uno de sus siervos, el erudito adventista Edwin R.
Thiele. Perplejo por las discrepancias aparentes, se dispuso a
descubrir el misterio.

“No se puede hacer – le dijo su profesor W. A. Irwin – Si para


empezar las cifras hubieran sido correctas, podría haber sido
posibles desenmarañar la cronología hebrea, pero el total de los
años que reinaron los reyes no fueron registrados correctamente al
comienzo, así que no nada que podamos hacer con eso hoy”. W. A.
Irwin era el decano del departamento de Antiguo Testamento en el
Instituto Oriental de la Universidad de Chicago. Cabe decir que Irwin
rechazó la solicitud de Thiele para hacer de la cronología de los
reyes hebreos su tema de tesis de maestría. Pero Thiele no se dio
por vencido, y cada vez que recordaba la voz de su profesor
señalando las constantes contradicciones y errores de las fechas de
los reinados, un fuego interior lo movía a investigar más
detenidamente el tema. Por alguna razón Thiele eligió otro tema,
pero al terminar su maestría y casi comenzar su doctorado, volvió
de nuevo donde su profesor Irwin para solicitarle que el tema de su
tesis doctoral fuera el tema de los reyes hebreos, pero nuevamente
el profesor Irwin rehusó, diciendo que era completamente imposible
resolver ese problema. Entonces Thiele habló con otro de sus
profesores, George Cameron, profesor de cuneiforme, pero también
Cameron era de la misma opinión que Irwin. Pero esta vez Thiele
estaba más que decidido, así que decidió hablar con el profesor A.
T. Olmtead, renombrado asiriólogo y erudito hebreo. Oldtead le dijo
a Thiele que por más de 2.000 años los eruditos bíblicos habían
estado luchando por resolver ese problema, pero que hasta ahora
habían sido incapaces de hacerlo. Y dijo mas, si ellos no han podido
hacer nada, tampoco usted, Thiele, podrá hacerlo. El mismo
Cameron dijo que había estado tratando con el tema de la
cronología de los reyes hebreos durante toda su vida, y sin éxito, de
manera que si Thiele lo iba a intentar – dijo Cameron – fracasaría en
el intento también. ¿Se rendiría Thiele ante las devastadoras
opiniones de los eruditos? He aquí sus propias palabras:

“Pero no podía resignarme a creer que los datos bíblicos de los


reinados de los reyes hebreos eran una masa de errores. Creía que
la dificultad era que los que habían estado trabajando sobre el
problema no entendían los métodos cronológicos originales
empleados por los antiguos encargados de llevar los archivos. Si
estos métodos podían sacarse a la luz, el orden reemplazaría al
caos aparente. El tema me fascinaba, así que le dediqué mucha
intención. Andando el tiempo (Ah, ¡el tiempo! Ahí está el secreto de
todo) se resolvieron las dificultades principales. Encontré que las
declaraciones bíblicas comenzaban a armonizar”.

Y así, el estudio dedicado y laborioso del erudito Thiele resolvió el


problema de la cronología de los reyes hebreos. La tesis terminó
convirtiéndose en el libro The Mysteroius Numbers of the Hebrew
Kings que fue publicado la editorial de la Universidad de Chicago. Y
es más, el mismo profesor Irwin (quien le rechazó la solicitud un par
de veces) proporcionó un testimonio apropiado a la firmeza de la
actitud del creyente en la Biblia hacia las dificultades de la Biblia en
su introducción a la obra del Dr. Thiele.

En este contexto, el tiempo, la pasión, la entrega, el compromiso, la


sinceridad y la humildad, son las cosas que Dios espera ver en sus
siervos; no importa la denominación religiosa a la que pertenezcan,
Él quiere ayudarlos a entender las cosas que son para nuestro bien,
no los misterios que Dios ha reservado en su sola potestad (cf.
Deut. 29: 29). De manera que la paciencia dará sus seguros frutos a
su tiempo y a través del tiempo.

De manera que es probable que muchos cosas que no entendemos


bien actualmente en el registro bíblico (como otras tantas en el
pasado), al seguir analizándolas con humildad, fe y oración, llegarán
a ser más comprensible en el futuro. Debemos recordar que muchas
críticas que se le hicieron en el pasado a las narraciones bíblicas
hoy han sido respondidas y verificadas satisfactoriamente. Todo era
asunto de tiempo, así que los eruditos bíblicos deben ser pacientes
y perseverantes.

4) Rechazar el concepto del tiempo corto (creación reciente) por el


hecho de que no resulta completamente satisfactorio desde el punto
de vista científico, es incoherente por parte de los eruditos
cristianos, pues se sabe (y es algo que reconocen aun los hombres
de ciencia responsables) que el tiempo largo (creación antigua)
también es insatisfactorio. A estas alturas resulta iluminador saber
que el factor tiempo en discusión entre los creacionistas y
evolucionistas (y aun entre los creacionistas conservadores y
liberales) es un elemento determinante. Estoy completamente de
acuerdo con la opinión del erudito adventista Ben Clausen (hombre
de fe y ciencia) de que “la intervención sobrenatural afecta la
percepción del tiempo”. Luego nos da un ejemplo que
personalmente me abrió la mente para entender la juventud de la
tierra mientras que trambién transmite el hecho de ser vieja.
“Cuando Jesús transformó el agua en vino, aceleró inmediatamente
el proceso natural mediante el cual el agua era absorbida por la vid
e incorporada a las uvas que luego eran exprimidas por los seres
humanos para obtener el jugo. Si un bioquímico hubiese analizado
el vino en Caná, ¿habría re conocido que la conversión del agua en
vino había tomado segundos en vez de meses, a juzgar por el
producto?”.(7) Lo mismo podemos decir de la tierra al terminar de
ser creada y de Adán y Eva al término de su creación el sexto día.
Las investigaciones científicas analizan elementos materiales que
son el producto de la creación sobrenatural de Dios y es probable
que muchas de sus conclusiones sean correctas, pero por el hecho
de que rechazan el elemento sobrenatural no pueden llegar a
resultados concluyentes. Siempre le hará falta el eslabón que une
ambos mundos, el natural y el sobrenatural. Desde mi punto de
vista, este constituye el verdadero “eslabón perdido”. Como el vino
de Caná, la materia que hoy es medida por la datación radiométrica
proyecta una edad larga, pero realmente se ignora cómo el
elemento sobrenatural alteró o dejó huellas de tiempo largo en la
materia al ser traída a la existencia. Es decir, no sabemos cómo el
poder o energía creadora de Dios impregna de ciertas cualidades la
materia que trae a la existencia con su poderosa palabra (cf. Heb. 1:
3), de manera que siendo jóven proyecte una edad vieja. Aquí está,
para mí, la posible solución a la armonía que debe existir entre el
modelo de la creación reciente provisto por los datos bíblicos pero
que los científicos, al analizar, les parece de edad muy extensa.

5) Sin embargo, hay que reconocer que aún aquellos que aceptan
el elemento sobrenatural (científicos creyentes) enfrentan serias
dificultades para explicar muchos fenómenos de la naturaleza. Y es
que la misma naturaleza, como el carácter de su divino autor está
cargada de misterios insondables (sin que lleguemos a la conclusión
de que la naturaleza es tan misteriosa como Dios lo es, porque
entonces estaríamos de alguna manera igualándola con Dios
mismo). Por otro lado, es pretensioso procurar desentrañar
misterios en unas cuantas décadas de estudios útiles (pues vivimos
tan poco) que fueron dispuestos por Dios para ser un libro de texto
en la vida inmortal (Algo que perdimos por la entrada del pecado).
Más aún, el mismo pecado afecta la naturaleza así como al ser
humano, lo que dificulta el alcance de una visión completa y
unificada de los elementos naturales que nos rodean. Nos guste o
no tendremos que esperar hasta la vida inmortal que nos traerá la
consumación final del Plan de Dios y entonces sí, las maravillas de
la vasta creación serán abiertas al estudio en un dimensión mucho
más abarcante y planamente satisfactorias. Aún allí, los misterios
que saturen nuestras mentes inmortales, serán explicados por el
Maestros de los maestros, nuestro glorioso Creador. En aquella vida
gloriosa, aun las mentes más brillantes de la tierra veverán de la
sabiduría omniabarcante de nuestro Dios.

Sin embargo, debo reconocer que el ejemplo del vino en la Boda de


Caná viene a plantear una solución lógica y coherente para mí (que
soy un hombre de fe y un completo creyente en la Biblia), pero,
¿qué ocurrirá con la mente científica, ya sea teísta o atea? Los
primeros podrán aceptar algunas presuposiciones bíblicas y podrían
superar el inconveniente de la actividad sobrenatural en la creación
(así como en el diluvio), pero la mentalidad científica atea (en su
mayoría, para ser optimista), de seguro que rechazará de tajo el
argumento. Pues bien, hasta ahí llegan entocnes nuestros mejores
esfuerzos, porque no podemos forzar la fe en las mentes de otros.
Creo, que después de haber presentado lo mejor posible nuestros
argumentos, nos resta orar por los que creemos extraviados y para
que el Señor nos provea mayor luz y nuevas formas de expresar
nuestras ideas así como para encontrar mayores evidencias
naturales que respalden nuestro modelo creacionista.

El mismo Benjamin Clausen reconoce como científico que “cualquier


modelo bíblico incluiría alguna actividad sobrenatural, lo que
inmediatamente lo haría incompatible con las ciencias naturales.
¿Será posible que en nuestros intentos por explicar el diluvio
científicamente estemos dejando a Dios fuera del cuadro? [Para
Clausen, tanto la creación como el diluvio incluyen elementos
sobrenaturales evidentes e innegables desde la perspectiva bíblica].
Si encontramos un modelo científico que explicara el diluvio, no será
que quienes se negaran a aceptarlo argumentarían entonces que
nuestro modelo demuestra que la intervención divina nunca fue
necesaria?

“No deberíamos basar una creencia en las Escrituras sobre la


evidencia científica. Si lo hiciéramos pondríamos a la ciencia por
encima de la Biblia y la razón y la percepción sensorial por encima
de la revelación, lo cual nos tentaría a descartar las Escrituras
cuando las evidencias científicas fueran incompatible con nuestra
percepción de la Palabra de Dios”.(8) Aquí debe primar (como en
todo analisis) la primacía de las Escrituras.

Creo que para un buen entendedor estas últimas palabras son


suficientes. Por eso creo que no existe razón válida para afirmar que
la Biblia “sugiere (pero no exige) el concepto de una tierra joven”,
sino que apunta en esa dirección sin ambigüedad. Tampoco creo
que deberíamos encontrar difícil “decidir este asunto con certeza”
con “la información que ahora tenemos” y seguir creyendo que
“ambos conceptos (de una tierra vieja y una tierra joven) son
posibles, pero ninguno me parece enteramente cierto por ahora”.
Como creyente en la autoridad normativa de la Biblia, debemos
rechazar semejantes razonamientos cargados de ambigüedad.

Recién ahora, estamos listos para responder la siguiente pregunta.

¿Cómo armonizaría usted la supuesta edad de la tierra con el


relato bíblico de la creación? (¿Fueron seis días literales,
períodos largos de tiempo, o es un relato simbólico?) R. Aquí
mis respuestas serán más breves. Sólo puntualizaré algunas ideas
que creo claves para entender el elemento tiempo de los “días” de la
creación. Y creo que aquí estamos ante una de las tantas ironías de
la vida: Un asunto sencillo dejando de ser percibido aun por mentes
brillantes. Explicaré.(9)

1) El lenguaje de la formula bíblica (“Y fue la tarde y la mañana el


día primero… segundo… tercero… cuarto… etc.) no permite creer
que estos días constituyan largas eras por medio de las cuales Dios
trajo todo a la existencia. Primero encontramos el verbo “ser” que
aparece dos veces seguido de la porción del día como relacionada a
la oscuridad y a la luz: tarde y mañana.

2) Debemos notar que se le da un número al día y también existe


una palabra para el día “en sí mismo”. Por eso, en esta fórmula
compleja se declara que ocurrieron los elementos de tiempo, que
constituyeron un día y que se numeró cada día. Esta idea queda
justificada bíblicamente al notar que cada vez que los escritores
inspirados del AT usaron este tipo de fórmula (cf. Gén. 33: 13; Éxo.
12: 18; Neh. 5: 18), no existe duda de que ellos estaban hablando
de un periodo de veintecuatro horas de luz y oscuridad que
constituía un día completo.

3) La expresión “fue la tarde y la mañana un día”, literalmente dice:


“Tarde fue, mañana fue, día uno”. Se ha observado que la
declaración literal “tarde fue [con las horas siguientes de la noche], y
mañana fue [con las horas sucesivas del día], día uno” es
claramente la descripción de un día astronómico, esto es, un día de
24 horas de duración. Así, el pueblo hebreo, que nunca puso en tela
de juicio el significado de esta expresión, comenzaban el día con la
puesta del sol y lo terminaban con la siguiente puesta del sol (Lev.
23: 32; Deut. 16: 6).

4) El lenguaje del cuarto mandamiento de la Ley de Dios refuerza


claramente lo que hemos dicho en el párrafo anterior: “Porque en
seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas
que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éxo. 20: 11). Esto
puede ser llamado con seguridad una “sana interpretación
escriturística”.

5) Recientemente publiqué un artículo en nuestro Blog Reflexiones


Teológicas del extinto erudito Gerhard Hasel sobre los días de
creación en Génesis 1. Desde mi punto de vista, esté amplio y
erudito artículo zanja el tema cuestión. Recomiendo
encarecidamente su lectura.(10) Los aspectos abarcados por el
estudio de Hasel son los siguientes: “1) Proveer observaciones
metodológicas con una breve historia de interpretación; 2) citar
opiniones representativas en publicaciones recientes que sugieren
que los ‘días’ de la creación son largas épocas y no días literales de
24 horas; 3) presentar la relación de Génesis 1 con los otros usos
del término en el Antiguo Testamento; 4) aplicar a los datos de
Génesis 1 los requisitos de la lingüística estándar y las
investigaciones semánticas de sana erudición basada en el
conocimiento más adelantado actual”.

Otro artículo valioso que publicamos en nuestro Blog sobre cómo


Interpretar Génesis 1, es el del erudito Richard M.
Davidson.(11) Pero aquí aportaré solamente algunas ideas
contenidas en la investigación de Hasel que considero oportunas.

6) Desde el punto de vista “puramente comparativo de estructuras


literarias, de patrones de lenguaje, de sintaxis, de fenómenos
lingüísticos, de terminología, de la secuencia en la presentación de
los eventos de la creación, Génesis 1 no difiere del resto del libro de
Génesis ni del Pentateuco”. Por consiguiente no hay razón para
atribuirle a la palabra ‘día’ de Génesis 1 un significado diferente. Sin
embargo, hay ocasiones en que en el mismo libro de Génesis la
palabra “día” tiene un sentido más dilatado (cf. Gén. 2: 4), pero eso
es claramente discernibles.

7) En este mismo tenor, “el termino hebreo yôm, en su variedad de


formas, puede significar, además de un ‘día’ literal, un tiempo, un
período de tiempo (Juec. 14: 4) y en un sentido más general ‘un
mes de tiempo’ (Gén. 29: 14), ‘dos años de tiempo’ (2 Sam. 13: 23;
14: 28; Jer. 28: 3, 11), ‘tres semanas de tiempo’ (Dan. 11: 2, 3). En
la forma plural puede significar ‘año’ (1 Sam. 27: 7), ‘una vida
entera’ (Gén. 47: 8)”.

8) Y más aún: “Cuando la palabra yôm, ‘día’, es empleada junto con


un numeral, que se repite 150 veces en el Antiguo Testamento, se
refiere invariablemente a un día de 24 horas. Esta regla es
persistente en el Antiguo Testamento. La única excepción en los
números de uno a mil se encuentra en un texto escatológico en
Zacarías 14”.

9) “Basado en su relación con el resto de Génesis y la Biblia en


conjunto, el relato de la creación (Gén. 1: 1-2: 3), puede ser
correctamente clasificado en su forma literaria. El relato de la
creación en Génesis es un registro histórico en prosa, escrito en
estilo rítmico, informando factual y correctamente ‘qué’ sucedió en la
creación de ‘los cielos y la tierra,’ indicando el tiempo ‘cuándo’
aconteció, describiendo el proceso de ‘cómo’ fue hecho, e
identificando el Ser divino que es ‘quién’ la realizó”.

10) Es bueno destacar (y esto no puede ser considerado de poca


importancia) que “los más reconocidos lexicones y diccionarios del
hebreo publicados en el siglo 20 afirman que el término ‘día’ en
Génesis 1 lleva el propósito de comunicar un día de 24 horas, a sea,
un día solar […] Los lexicógrafos del hebreo se cuentan entre los
más ilustrados y calificados de los eruditos en hebreo. Se espera
que pongan gran cuidado en sus definiciones y además en general
agregan las alternativas si el término las tiene o se justifican.
Ninguno de los lexicógrafos se ha apartado del significado de ‘día’
en Génesis 1 fuera de su uso regular de día de 24 horas”.

Ahora, tomando en cuenta nuestra conclusión en el apartado


anterior y las evidencias del elemento tiempo de los días de
creación en Génesis 1 que hemos presentado en esta sección,
creemos estar en terreno sólido al sostener la idea de días literales
de 24 horas y una tierra joven. Es más, me parece la única
conclusión posible.

Y sobre la ambigüedad de algunos eruditos en entender el elemento


tiempo de los días de creación, me parece que deben ampliar más
su abanico de investigación y no permitir (en caso de que esté
ocurriendo) que el orgullo denominacional interfiera en su carrera.
Las videncias que se han presentado son bastante amplias y bien
documentadas como para dejarla a un lado descuidadamente.

Notas y Referencias:

1 Wayne Grudem, Doctrina Bíblica, enseñanzas esenciales de la fe


cristiana (Miami: Editorial Vida, 2005), pp. 124-143.

2 Ibíd., pp. 131 – 137

3 Para un análisis detallado de los cálculos judíos de la creación,


véase a Randall W. Younker, La Creación de Dios, explorando el
relato del Génesis (Miami: Asociación Publicadora Interamericana,
1999), pp. 43-47.

4 Los modelos cronológicos disponibles para estudio son los


siguientes: 1) Los números que nos provee el texto hebreo (también
llamado masorético). 2) Los números de la traducción de la LXX
(versión griega de las Escrituras del AT). 3) Los números del
pentateuco Samaritano. Se sabe que estas tres traducciones provee
números diferentes de las genealogías de los caps. 5 – 11 de
Génesis, aunque regularmente la mayoría de los eruditos han
concordado en que el texto hebreo es el más confiable, por eso lo
han usado como la base principal para hacer traducciones. Pero
aún esto plantea sus problemas, pues algunos de los traductores
del NT (tales como el apóstol Pablo) usaron la versión griega del AT
(la LXX). Esperamos que estudios futuros puedan aportarnos
mejores resultados.

5 Comentario Bíblico Adventista (California: Publicaciones


Interamericanas, Pacific Press Publishing Association, 1978), tomo
I, p. 206.

6 En esta historia sigo de cerca las palabras del erudito Samuel


Koranteng-Pipim, en su obra Recibiendo la Palabra (Argentina:
Asociación Casa Editoria Sudamericana, 1996), pp. 358-361.
7 Ben Clausen, Génesis, Historia de los Orígenes (Miami:
Asociación Publicadora Interamericana, 2006), pp. 82-83.

8 Ibíd., pp. 83 – 84.

9 Mi ideas siguen de cerca la del erudito William Shea expresada en


la obra Teología, Fundamentos Bíblicos de Nuestra Fe (Miami:
Asociación Publicadora Interamericana, 2005), pp. 183, 184.

10 Los Días de Creación en Génesis 1, ¿Son “Días” Literales o


“Períodos Figurados” de Tiempo?:

https://reflexionesteologicas.wordpress.com/2010/09/10/los-dias-de-
creacion-en-genesis-1/

11 En el Principio: Cómo Interpretar


Génesis 1 https://reflexionesteologicas.wordpress.com/2011/05/04/
en-el-principio-como-interpretar-genesis-1/
https://reflexionesteologicas.wordpress.com/2011/06/27/apuntes-de-clase-la-edad-de-la-tierra-y-
los-dias-de-creacion-de-genesis-1/

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