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LA PERSONA

para poder analizar la estructura de una sociedad y su comportamiento, pese a distintos


factores, tenemos que poner como base que: el fundamento de una sociedad es la persona, sin la
cual no tiene ser ni sentido. Sin embargo, el hombre o persona es algo sobre lo que sabios y menos
sabios hasta ahora no se han puesto de acuerdo.

A pesar de esto, lo que se pretende en estas líneas es dar una justificación filosófica a la concepción
de persona como ser social, sin embargo; sería una gran impostura pretender desconocer la
complejidad humana, aunque fuera como simple método de investigación, puesto que no se trata de
construir un sistema ideal (utópico) sino de descubrir y explicar algo real.

Tenemos que entender por lo tanto que la complejidad y unidad de la persona – ya decían los sabios
griegos: el hombre es un microcosmos (de lo que se puede deducir que es un pequeño sistema
político, como mencionaba ya Platón, que su constitución de cabeza tronco y extremidades inferiores
constituyen el sistema de la polis…) ha de servir de paradigma y condicionado de la complejidad de la
sociedad. Ahora bien, son múltiples las ciencias que aportan datos sobre el ser humano: la teología,
filosofía, psicología, biología y sociología serían las fundamentales, pero no las únicas. Todas estas
ciencias convergen o son usadas en las concepciones actuales, los conceptos se mueven en:

a) Posiciones religiosas: aceptan la existencia del espíritu (alma) y por ende de la trascendencia
b) Posiciones agnósticas: entiende que la única fuente de conocimiento es la razón y no acepta
los presupuestos ni exigencias de la fe. Se deja a la ciencia como la única guía. El hombre con
su razón es el único protagonista de la historia: del presente y del futuro.
c) Posiciones materialistas: reducen la realidad a lo puramente material y el hombre solo a lo
biológico

Empezamos evaluando la posición materialista, que es enormemente reductora, además encierra en


el determinismo del azar un tema fundamental constituyente de la persona humana que consta de
evidencias objetivas y subjetivas, la libertad en el materialismo no existe.

La concepción agnóstica presenta un problema similar al de la concepción materialista, puesto que


difícilmente permite algo más que la cárcel estrecha de un laboratorio.

La posición religiosa, aquella que admite el factor espiritual del hombre y su trascendencia parece ser
la más completa y la más valiente, puesto que aborda y proporciona descanso teórico y practico a la
libertad, la inteligencia y los sentimientos

Dentro de la postura cristiana solo recordaremos las definiciones más clásicas sobre la persona.
Tenemos como punto de partida la teoría aristotélica del hilemorfismo. Algo importante es que las
distintas creencias religiosas explicaran de manera diversa la unión de sus componentes y el destino
final del alma inmortal. Pero en todas se destacará el alma como centro y fundamento.

Ahora bien, decimos que le hombre es persona, pero ¿Qué significado tiene la persona? Salta como
primer resultado la definición de Boecio: sustancia individual de naturaleza racional; la individualidad
exige unidad y con la racionalidad se resalta la espiritualidad y de esta la inteligencia, voluntad y
libertad humana como principales factores.

Además, no solo basta con comprender que el ser humano es una composición de materia y forma,
sino que ambas partes, puesto que es una unidad son necesarias y deben perfeccionarse – podemos
utilizar una famosa frase popular: mente sana en cuerpo sano- para comprender la meta
trascendente a la que apunta esta posición
1. Carácter social. -

Dentro de las peculiaridades de la persona humana tiene una importancia capital su carácter
social, puesto que se ha definido al hombre como: animal socia o animal político; el carácter social de
la persona nace de su naturaleza espiritual y el carácter espiritual de por si trae el conocimiento que
es la puerta de entrada imprescindible para que exista sociedad, además todo espíritu posee
igualmente voluntad y libertad que ayudan a la sociabilidad.

A pesar de diversas filosofías socialistas, tenemos el talante individualista del liberalismo clásico y la
consideración negativa de la sociedad que defiende Rousseau, pese a todo esto es necesaria la
sociedad humana.

2. Inteligencia

A la inteligencia se le considera la más evidente muestra de la espiritualidad humana, a pesar de


que se plantea la existencia de la inteligencia artificial, inteligencia animal, la inteligencia humana se
distingue por la complejidad de operaciones y no por la cualidad de estas, evitando el riesgo de caer
en disquisiciones que no nos conducen a ningún lado, tomaremos a la inteligencia como conciencia,
esta conciencia abre el presente y las puertas del futuro. La vida del hombre es fundamentalmente
futuro y solo la inteligencia(conciencia) puede demostrarlo; sin ella la persona queda reducida a un
presente ciego, sin ningún porque ni para qué.

3. Voluntad

La voluntad ha sido destacada en la filosofía clásica como la segunda potencia del alma, pero esta
voluntad en la modernidad ha quedado sometida libremente al ámbito del apetitus, es decir a lo no
razonable, pero esto no debe ser aso, puesto que la inteligencia debe prestar el humilde servicio de
guiar a la voluntad, de pastorear a la voluntad. Por otro extremo se ha categorizado a la razón como
la única capaz de decidir, pero como ya se ha dicho no se trata entre elegir una o la otra – razón o
apetito; inteligencia o voluntad – sino que ambos son medios para alcanzar el fin personal.

La filosofía clásica afirma que todo conocimiento despierta un apetito, una inclinación positiva o
negativa hacia lo conocido, por lo cual el conocimiento sensible daría lugar al apetito sensible y el
conocimiento intelectual a la voluntad o apetito elicito, es la inteligencia la que debe armonizar estos
apetitos, no siendo un servidor de la pasión sin primero constituirse en su juez.

El amor es algo que mueve a la voluntad, por lo cual una persona que ama es un ser activo. Saber la
dirección en que se mueven los hombres es una sociedad – inclinación o apetito – es una
comprensión de los que aman.

4. Libertad

La libertad es la propiedad humana que más importancia tiene en la filosofía social, de aquí se
tiene una premisa importante: las sociedades no se organizan o se trastornan pensando en una
mayor inteligencia o voluntad, se mueven al grito de libertad.

En la filosofía clásica la libertad es una propiedad de la voluntad, para la tradición la libertad está
definida por la posibilidad de elección; no ocurre así en la filosofía moderna, el concepto que se
maneja es más bien libertad como ausencia de coacción o de límites, esto plantea dos ámbitos en los
que se mueve la libertad, el primero – interior – se ejercía la libertad interna ante el poder atractivo
de los bienes; en el segundo se insiste en la autonomía del hombre al realizar sus elecciones con
absoluta independencia. La libertad ha de tener dominio en el interior y en el exterior, si limitamos la
libertad a un solo ámbito, ¿Qué entendemos por libertad?
Las cualidades de la inteligencia solicitan en primer lugar la existencia de la voluntad; el comprender
lleva al querer, pero este reclama a su vez la posibilidad de decisión y de consecución, es decir, la
libertad, por lo tanto, la libertad viene a ser una exigencia de la inteligencia como lo es la voluntad.
Pero la libertad no es una necesidad comprendida, pero tampoco es espontaneidad, por lo que pasa
a ser patrimonio de todos los vivientes, pero los animales no eligen lo que quieren hacer, entonces
¿cómo podríamos comprender a la libertad como patrimonio? La libertad es patrimonio de la
inteligencia, porque la comprensión de nuestros actos nos lleva a la posesión de nosotros mismos y
por ende a la posibilidad de elección y no más bien a la determinación de actuacion

5. Grados de libertad

Este es un tema que puede parecer controversial, ¿no somos todos igualmente libres?; no pasa
nada si afirmamos que una persona es más lista que otra, pero puede surgir un gesto de extrañeza si
decimos que tienen diversa libertad. Esta muy extendida la opinión de que todos los hombres somos
igualmente libres, sin pensar en posibles diferencias en este aspecto.

Podemos empezar diciendo que el hombre es muy poco libre, y esa libertad va desarrollándose con
los años, se puede conceptualizar a la libertad como auto posesión, el hombre en este sentido
escasea en libertad.

El hombre puede ir aprendiendo, pero sin llegar hasta el fondo; su autodominio, su libertad, es solo
parcial, adquirirá nuevas dimensiones conforme vaya creciendo en ciencia y en capacidad de dominio
sobres si y el mundo.

San Agustín dice: el hombre que no es capaz de llevar a efecto algo que está llamado a realizar, no es
libre. La libertad surge cuando adquiere la capacidad suficiente para realizar su deber. El deber
reclama su realización, la voluntad decide el hacerlo o no, la libertad permite su ejecución.

El pensamiento está llamado a conocer, a decirnos lo que las cosas son, el deber se enmarca en eso
que las cosas son. Por esto la voluntad tiene que trabajar de la mano con el pensamiento o
inteligencia y fruto de este trabajo se realiza una libertad plena. Por eso podemos decir que cuando
hacemos uso de la libertad eligiendo lo debido, realizamos un acto libre

La aparición del deber le impone al hombre la obligación de realizarlo, por ello se habla de que la
libertad ha de estar acompañada de responsabilidad.

Este tema no debe confundirse con los tipos de libertad, ya hablamos de los grados, la verdadera
libertad se comprende y se desarrolla únicamente sirviéndose de la luz de la verdad que proporciona
la inteligencia y el deber que impulsa a la voluntad a realizar algo, aun así, queda en el poder de la
libertad la posibilidad de elección.

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