Vida
Guerrero comenzó a estudiar música en la infancia con su hermano Pedro. Fue niño cantor
de la catedral de Sevilla y allí recibió las enseñanzas del maestro de capilla Pedro
Fernández de Castilleja. Más tarde, entre 1545 y 1546, tuvo oportunidad de estudiar en
Toledo con Cristóbal de Morales, al que admiraba enormemente.
En 1546 fue elegido maestro de capilla en la Catedral de Jaén. Dos años más tarde fue
despedido por no prestar la suficiente atención a los niños cantores, pero enseguida fue
readmitido y permaneció en el puesto hasta 1549, año en que fue nombrado segundo
maestro de la Catedral de Sevilla.
Guerrero no estaba conforme con la precariedad del puesto que tenía en la catedral
hispalense, por ello decidió presentarse a oposiciones para ser maestro de capilla en
Málaga. En 1554 sucedió a su difunto maestro Cristóbal de Morales en la citada catedral,
pero ese mismo año regresó a Sevilla, ya que el Cabildo de la ciudad le ofreció un cargo de
mayor estabilidad en la catedral. Como parte de su trabajo, Guerrero había de ocuparse de
los seises además de componer obras para las celebraciones religiosas.
Al finalizar el viaje y ya de regreso a Europa, Guerrero recaló unos días en Venecia para
supervisar la edición en Italia de sus libros de música titulados Liber secundus missarum y
Liber vesperarum.
Obra
Como compositor fue uno de los grandes maestros de la escuela andaluza del Siglo de Oro
español y ejerció una gran influencia en la música española posterior. Además, casi todas
sus obras llegaron a ser publicadas fuera de España. En su juventud escribió algunas obras
profanas, aunque sólo autorizó su edición junto con textos religiosos. La mayoría de su
producción es de música sacra: en ella se encuentran 106 motetes, utilizados especialmente
en festividades religiosas, 18 misas a cuatro y cinco voces, dos Magnificat, varias pasiones
y libros de salmos e himnos.
Guerrero utilizaba en sus obras vocales textos en latín y también en castellano. Algunos
ejemplos de obras escritas en esta lengua son las canciones Mi ofensa es grande, Oyd oyd
una cosa, Apuestan zagales dos, O celestial medicina y O venturoso día entre otras
muchas.
El compositor sevillano consideraba que la música polifónica debía estar muy presente en
las ceremonias religiosas, y así se lo mostró al papa Pío V en la dedicatoria de uno de sus
libros de música. Además, opinaba que la música sacra debía contar con pocos ornamentos
y ser austera para así honrar a Dios. Para él la misión de la música era enriquecer y dar
mayor expresividad a las palabras del texto al que acompañara. En su lenguaje musical
empleaba el contrapunto con gran maestría, en especial las formas fugadas y canónicas.