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UNIVERSIDAD DE CONCEPCION
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ISBN 978-950-23-1633-8
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
O 2008
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www.eudeba.com.ar
Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Prólogo..................................................................................................................................................15
Introducción.........................................................................................................................................21
El proceso de la investigación..............................................................................................22
Preguntas.................................................................................................................................... 24
La reconstrucción..................................................................................................................... 27
La estructura.............................................................................................................................. 28
Reconocimientos...................................................................................................................... 29
Parte I
LA TRAMA
1. El ‘68 argentino.............................................................................................................................. 32
2. Vanguardia y modernización......................................................................................................40
El proceso de modernización en el campo cultural...................................................... 41
El circuito institucional modernizador.............................................................................. 42
La plástica de vanguardia en los ‘6 0 .................................................................................. 52
Rasgos..........................................................................................................................................58
Los movimientos...................................................................................................................... 62
La vanguardia porteña............................................................................................................63
La vanguardia rosarina...........................................................................................................66
1966: “el año de la vanguardia”........................................................................................... 68
1967: el avance de la desmaterialización..........................................................................71
El boom rosarino...................................................................................................................... 72
Diferencias entre los movimientos..................................................................................... 73
La recepción de la vanguardia............................................................................................ 74
3. Arte e izquierda en los años ‘6 0 ................................................................................................78
Las acciones colectivas .......................................................................................................... 90
P arte II
El itin erario del '68
P arte III
U n arte para la rev o lu ción (con sid eracio n es fin ales)
Parte IV
E n trevistas
Bibliografía........................................................................................................................................ 459
I. Bibliografía teórica e histórica de referencia............................................................ 459
II. Vanguardias argentinas y latinoamericanas............................................................ 462
III. Arte, sociedad y política en la Argentina de los años ‘60 ..................................465
Fuentes consultadas............................................................................................................. 4 7 t "
índice de documentos..........................................................................................................473
índice de nom bres.................................................................................................................475
PRÓ LO G O
El trabajo que aquí presentamos constituye un aporte importante al campo de los estu
dios sobre arte, cultura y política del momento en el que la vanguardia artística de los
'60 expresaba con máxima intensidad la complejidad y las múltiples tensiones que la
atravesaban. Al focalizar su trabajo de investigación en torno al ‘68, Ana Longoni y
Mariano Mestman logran develar la compleja trama de la que formaban parte los secto
res de la vanguardia artística más identificada con la vanguardia política del momento;
sus múltiples y a veces contradictorias relaciones con el resto de la vanguardia artística,
así como con otros actores —institucionales y n o - del “circuito del arte”. Se vivía una
crisis política de larga duración agudizada a partir del golpe de Onganía, escenario que
en el último tercio de la década experimentaba cambios traumáticos particularmente
acelerados. Gracias al rigor de la perspectiva teórica y del análisis empleados en este
trabajo, los autores contribuyen a esclarecer tensiones y contradicciones que aparecían
hasta ahora como zonas opacas dentro de una compleja problemática. El título D el Di
Telia a “Tucumán A rd e” da la clave de una fértil idea conductora, en este caso el tránsito
del sector de la vanguardia artística que pasó del compromiso autónomo -sartreano- a
una vinculación más directa del artista creador y su obra con la “nueva izquierda” revo
lucionaria, abandonando en esta opción los espacios renovados del “circuito del arte”
en los que antes habían actuado. Este abandono del sector relativam ente más
autonomizado y abierto de los espacios del arte contemporáneo se planteaba, durante
el período estudiado, como la “ruptura con las instituciones”, y constituía una suerte de
quema de naves, propia de quienes -desde diversas posiciones- vivían un clima revolu
cionario, en un contexto político de dictadura militar ultraconservadora. Este desplaza
miento político vanguardista tiene lugar fundamentalmente en Buenos Aires, pero tam
bién en menor medida, en Rosario, La Plata, Tucumán y Córdoba, trasladando este
15
\
P rólogo
16
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
17
P rólogo
un largo período, incluyendo las primeras décadas de este siglo en que allí se desarrolló
la sucesión veloz de diversos movimientos estéticos post-impresionistas, que configura
ron la vanguardia de lo que después se conocería en las artes plásticas como “arte
moderno”. El circuito del arte en esa ciudad era, y aún hoy sigue siéndolo, extremada
mente rico en recursos de todo tipo. Por comparación con Buenos Aires, sus principales
artistas creadores, por ejemplo la llamada “École de París”, fueron en realidad no sólo
pintores y escultores franceses, sino muchos otros atraídos de diversos países por lo
que esa ciudad podría brindar; algo que hubiera sido imposible de lograr en el Buenos
Aires del Presidente Onganía, el censor Tato, los ministros Astigueta y Borda, y tantos
otros representantes de los sectores que detentaban el poder. Es ilustrativo recordar que
París se convirtió en foco cuando la mayor concentración de poder económico se halla
ba ubicada en Londres. Más tarde, a partir de la post-Segunda Guerra Mundial, Londres
y Nueva York pasan a convertirse también en grandes centros de la vanguardia artística,
quitando a París la exclusividad del sitial que había ocupado. En los EE.UU. tanto el
gobierno como numerosos creadores y actores del circuito del arte convergen en el
proyecto, de transferir el principal foco, o por lo menos una buena parte de él, a ese
país, aprovechando la gran acumulación de medios de todo tipo relacionados con el
quehacer cultural artístico que ya se había concentrado en Nueva York. Así entran los
EE.UU. por primera vez como lugar de atracción e irradiación en lo que se refiere al arte
contemporáneo, configurándose una situación en la que París retiene algo de su antiguo
predominio y Londres entra también en ese tablero. Durante unos pocos años, Buenos
Aires logra producir, en la periferia, un movimiento de vanguardia artística significativo
reconocido por importantes críticos y teóricos del arte moderno y contemporáneo, que
fue sostenido por una convergencia de múltiples actores del circuito de arte contempo
ráneo que intentaban establecer un diálogo y un intercambio con los grandes centros,
de igual a igual. Como es sabido, la vinculación cultural artística de Buenos Aires con
los principales centros europeos siempre había sido estrecha, pero fuertemente asimétrica
y subordinada, a pesar de los esfuerzos de sectores localistas tradicionalistas, populis
tas o nacionalistas.
Este fenómeno de acumulación de capacidades y recursos en sociedades urbanas
culturalmente dinámicas y complejas, como condición necesaria para un florecimiento
artístico, fue bien estudiado y descripto por historiadores del arte como Castelnuovo y
Guinzburg, en su H istoria d el Arte Italian o, y más recientemente reconocido también en
numerosos trabajos de carácter sociocultural. El presente trabajo desarrolla un análisis
de la riqueza de “recursos” del “circuito del arte contemporáneo”, existente especialmen
te en el caso de Buenos Aires, con la expansión casi explosiva del número de jóyenes
artistas creadores, el crecimiento y transformación del público, la presencia de recursos
institucionales bastante diversificados, que estimulan el fortalecimiento de un movi
miento de arte contemporáneo en donde la vanguardia artística encuentra un apoyo no
desdeñable, lo cual existe en menor grado en Rosario, Tucumán, La Plata. Esta situación
revierte después del golpe militar del ‘66 por efecto de la represión a la que ya hemos
hecho referencia. La consideración pormenorizada de estas dimensiones permite, por
ejemplo, superar el equívoco de que fue debido a la politización radicalizada de algunos
18
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
sectores de la vanguardia artística que ciertas instituciones del circuito del arte fueron
avasalladas o cerradas. Exagerando, esto sería como atribuir la responsabilidad del cie
rre del Bauhaus o la persecución de corrientes artísticas como el expresionismo durante
el nazismo, a la politización radicalizada de sectores de la vanguardia artística alemana
(lo cual es precisamente el pretexto que usa un gobierno de esas características para
ejercer la represión cultural). Sólo quienes tenían el poder hegemónico absoluto podían
cerrar o hacer cerrar instituciones -e n un contexto político de características totalitarias
o cuasi-. Este trabajo contribuye a poder precisar las responsabilidades por la destruc
ción de sectores estratégicos del circuito del arte, la persecución de artistas y el desman-
telamiento ya hacia fines de los ‘60 de un arte contemporáneo comprometido.
Otro aspecto sumamente interesante de la investigación realizada consiste en po
ner en evidencia el vacío en el que quedaron muchos artistas creadores de vanguardia
identificados con la “nueva izquierda”, después de grandes experiencias de arte compro
metido con la vanguardia política, por los efectos devastadores de la represión cultural
y política, en medio de una crisis y de un conflicto que se agravaba. Esto llevó poco
después a que muchos de esos artistas tuvieran que exilarse, o replegarse a ámbitos
muy estrechos y algunos, inclusive, dejar de producir a veces por períodos muy prolon
gados, a pesar de que la vanguardia política aunque reprimida no había desaparecido.
También resulta muy productivo en el trabajo, el análisis de los cambios que se
van produciendo al interior de la vanguardia en el plano de los lenguajes de las artes
visuales. El sector de la vanguardia artística que en el ‘68 estaba ya más directamente
vinculado a la vanguardia política del momento, participa por lo menos desde la década
de los ‘50 en esos cambios de carácter estético. Las experiencias que llevaron a la ruptu
ra de las fronteras de los géneros tradicionales de las artes plásticas, instalaciones, pro
ducciones interdisciplinarias, arte conceptual, bappen in gs y otras múltiples formas de
expresión y creatividad artística estuvieron muy presentes en el sector de la vanguardia
estudiada por los autores. Dicho sector aparece también como un movimiento complejo,
integrado por múltiples tendencias estéticas, sin que existiera una línea dominante im
puesta por alguna autoridad política o artística exterior al mismo. La polémica era inten
sa, el tiempo transcurría velozmente, y de muchas obras y experiencias de entonces han
quedado pocos y en algunos casos ningún rastro. Tampoco la idea de la obra de arte
perdurable, eterna, estaba presente en la intención de esos artistas creadores, que bus
caban en cambio una comunicación “orgánica” con los “actores del cambio”.
El análisis que los autores realizaban de las diversas tendencias de este sector de
la vanguardia incluye a la obra de Ricardo Carpani. La ubicación que los autores reali
zan en este trabajo de su pensamiento político y estético, así como de la producción de
este artista, que optó desde la década de los ‘50 por desarrollar su labor artística por
fuera del circuito del arte, resulta también esclarecedora de la diversidad del sector de
las artes plásticas vinculadas a la vanguardia política. Carpani, ubicado en una izquier
da nacional obrerista, no foquista, es un buen ejemplo de esa complejidad y de las
múltiples vicisitudes que llevaron a la conformación de la nueva izquierda argentina de
los ‘60. En este sentido son muy ilustrativos los enfrentamientos analizados por Longoni
y Mestman de este artista con las posiciones del realismo socialista sostenido por el
19
P rólogo
Partido Comunista, incluso con pintores creadores de ese origen que innovaron y produ
jeron aperturas interesantes, como Berni, cuya forma de representación de las clases
trabajadoras era también denostada por Carpani, quien diferenciaba de manera neta al
artista “comprometido”, pero inserto en el circuito de arte convencional, con artistas
netamente militantes de los movimientos políticos dé vanguardia, Carpani era conscien
te de que muchos integrantes de la vanguardia artística no lo consideraban vanguardista
en términos estéticos, los autores analizan también la defensa que este artista hace de su
postura artística.
El filósofo Paul Ricoeur, quien ha realizado importantes contribuciones sobre la
relación entre la memoria individual, la memoria colectiva y la historia, plantea la nece
sidad, en relación a períodos relativamente recientes del pasado en los que han ocurri
do grandes tragedias, de llevar a cabo un “trabajo de la memoria” en profundidad. Este
trabajo en una sociedad y una cultura compleja como la nuestra requiere de buenos
testimonios, búsqueda de documentación, trabajo de investigación preciso y bien reali
zado y la construcción gradual de un discurso que es lo que finalmente construye una
“memoria colectiva”. En una etapa posterior serían los que él llama verdaderos historia
dores - a quienes Halperin Donghi denomina historiadores profesionales-, quienes esta
rían, entonces, en condiciones de producir nuevas narraciones sobre ese pasado con el
instrumental de la historiografía y la filosofía de la historia. Como es sabido en este
proceso de elaboración colectiva no hay versiones únicas ni definitivas. En el caso ar
gentino recién en la década de los ‘90 han aparecido contribuciones de investigación del
tipo de las que Ricoeur considera necesarias para un proceso de construcción de la
“memoria colectiva”. La presente contribución de Ana Longoni y Mariano Mestman cie
rra la década con un aporte valioso a esta importante tarea de construcción de la “memo
ria colectiva” a través de un excelente trabajo de investigación, ubicado en el cruce
problemático de las vanguardias artística y política en un momento intenso y conflictivo
el breve período del ‘68, de nuestra historia reciente.
Enrique Oteiza
Noviembre de 1999
20
IN TRO D UCCIÓ N
El proceso de la investigación
1. Así denomina Fredric Jameson (1997) al período que va desde mediados de los ‘50 a mediados
de los ‘70.
22
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
23
I n tr o d u c ció n
Preguntas
Este volumen intenta ordenar las preguntas que impulsaron nuestro trabajo. A lo
largo de la investigación, esos interrogantes -y las respuestas que íbamos construyen
d o - fueron reformulándose o volviéndose otros.
Lo primero que nos inquietó a medida que nos involucrábamos en los materiales
de esta historia fue la constatación de que la gran mayoría de los artistas que protagoni
zaron el itinerario del 68, inmediatamente después había decidido -colectiva o indivi
dualmente— abandonar el arte.
¿Qué había pasado? ¿Qué circunstancias podían conducir a una decisión unánime
tan tajante y dolorosa en un grupo caracterizado por una febril creatividad? ¿Se trataba de
un último acto de resistencia ante el carácter efímero del momento rupturista de cualquier
movimiento de vanguardia, que aunque se niegue a ser absorbido por las instituciones
artísticas, termina exhibido como “arte” en una sala de museo? Para aproximarnos a este
final abrupto, reconstruimos las diversas dimensiones de la compleja trama en la que
estaban insertos estos artistas de vanguardia y otros grupos culturales en esa coyuntura.
En otro orden de cuestiones, nos preguntamos también si podemos definir al grupo
de artistas como vanguardistas y a sus realizaciones como manifestaciones de vanguardia.
Esta caracterización puede pensarse como incongruente o contradictoria con cierta pers
pectiva de la teoría de la vanguardia. Esta, abocada a comprender los movimientos histó
ricos de vanguardia europeos, articula una caracterización restrictiva, que hace falta revi
sar y precisar cuando se trata de acercarse a formaciones artísticas como éstas, situadas en
otro contexto temporal y espacial: en los años ‘603 y en un país periférico.4 Caracterizar al
experimentalismo plástico de los ‘60 (y aquí estamos hablando del que emerge en la
Argentina y en otras partes del mundo) en términos de una “neovanguardia” integrada a la
3. La Teoría de la vanguardia de Peter Bürger (1987) limita sus alcances al dadaísmo, el primer
surrealismo, el futurismo italiano, la vanguardia rusa posterior a la Revolución de Octubre, y -con
reparos- el cubismo. Para este autor, los alcances de la ruptura vanguardista se verifican hasta\
1930, y las tentativas “neovanguardistas” de los años ‘60 no pueden postular el reingreso del arte \
a la praxis vital en la sociedad existente, una vez que han fracasado las primeras vanguardias. La
institución arte ya está preparada para la absorción de la protesta vanguardista, que -si bien fue
originalmente realizada con intenciones antiartísticas- ha llegado a considerarse como arte. La
actitud de protesta de la neovanguardia es, desde su punto de vista, inauténtica.
4. No se puede pasar por alto la discusión en torno a la existencia de vanguardias latinoamerica
nas. La historiografía del arte y la literatura ha entendido los procesos periféricos como coletazos
tardíos o ecos deslucidos de los procesos desencadenados en las metrópolis. Por ejemplo, el
crítico Justo Pastor Mellado afirma contundentemente que “propiamente hablando, en Chile no
hay vanguardias artísticas autónomas, sino agentes grupales de transferencia diferida que trabajan
en la reducción de la distancia centro-periferia” (1995; p. 26). Nosotros tendemos a pensar -en el
mismo sentido que Gonzalo Aguilar, 1997- que para construir una teoría coherente de las van
guardias sería necesario ampliar el corpus vanguardista, después de la mirada sesgada que signi
ficó la Teoría de la Vanguardia de Bürger. Esto es, reconsiderar las diferentes estrategias que
adoptan los vanguardismos en entornos ciertamente diversos (metropolitanos, periféricos).
24
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
institución arte, percibida sin conflictos por el público y la crítica, termina siendo un corset
que impide pensar en la diversidad de circunstancias y de casos.
Adoptamos, en cambio, una definición de vanguardia menos restrictiva: aquella
que la entiende a la vez como ruptura y como avanzada. Porque si bien es cierto que las
primeras irrupciones vanguardistas son protagonistas del asalto más violento que cono
ce el arte moderno, también lo es que muchos de sus procedimientos han sido posterior
mente asimilados por la institución arte, y convertidos en la nueva estética dominante.
En ese sentido, la vanguardia es, en el momento histórico de su irrupción, una ruptura
violenta contra la estética hegemónica, y en perspectiva, una “brecha hacia el futuro”,
una avanzada (de la sensibilidad creadora) que puede llegar a ser dominante en un
momento histórico posterior (Williams, 1997).
Preferimos aproximarnos a este proceso en términos de “lo emergente” que propo
ne Williams, que sugiere la dificultad de anticipar la direccionalidad que va a adoptar
una manifestación cultural nueva. Mientras es emergente, no permite vislumbrar si se
constituirá en alternativa u oposicional frente a los cánones hegemónicos, o si derivará
en una forma renovada de lo dominante.5
En este sentido, dentro de la vanguardia argentina de los ‘60 podemos señalar la
coexistencia de distintos itinerarios sucesivos o simultáneos, incluso en los mismos
sujetos y grupos de artistas, que incluyen intervenciones y opciones diversificadas y
hasta contrapuestas. ¿Puede pensarse como un proceso emergente dentro del que con
viven sectores y posturas que van en distintos sentidos: hacia lo dominante, lo alter
nativo o lo oposicional?6
Entre los artistas que emergieron en el campo artístico argentino a mediados de la
década del ‘60, no sólo hubo expresiones radicales como la que describimos en este
libro, quienes no han dejado atrás la pretensión de devolver el arte a la praxis vital, propia
de los movimientos históricos de vanguardia, sino que la retoman y la llevan hasta conse
cuencias extremas. Con estas expresiones, coexistieron otras, que circunscribieron la reno
vación al plano de las formas o los materiales, y fueron asimiladas y aceptadas por el
medio artístico. Si muchos artistas rompieron estruendosamente con el Instituto Di Tella,
las galerías y los premios que venían albergándolos y legitimándolos, y proclamaron a
5. “Por ‘emergente’ quiero significar, en primer término, los nuevos significados y valores, nuevas
prácticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente. Sin embargo,
resulta excepcionalmente difícil distinguir entre los elementos que constituyen efectivamente
una nueva fase de la cultura dominante [...] y los elementos que son esencialmente alternativos o
de oposición a ella” (1980; pp. 145-146).
6. Williams (1982; p. 65) señala, entre los tipos de relaciones externas en las formaciones cultu
rales, las alternativas y las de oposición. El primer tipo aporta medios alternativos para la produc
ción, exposición o publicación de obras, dado que las instituciones existentes las excluyen o
tienden a eso. El segundo implica una oposición activa frente a las instituciones establecidas y a
sus condiciones de existencia. Considera que las posiciones alternativas son aquellas que están o
se sienten excluidas de los circuitos consagrados. Las posiciones de oposición implican una beli
gerancia activa frente a las instituciones establecidas.
25
I n tr o d u c ció n
viva voz que mantenerse en su seno limitaba su impacto sobre el mundo social, algunos
decidieron que la mejor manera de preservarse a sí mismos y a sus creaciones del hosti
gamiento de la dictadura militar era emigrar a Europa, mientras que otros persistieron
en el circuito artístico local sin mayores conflictos.
Aunque no lo desarrollaremos aquí, es inevitable remitir este estudio de caso a
una constelación mayor: la de otras experiencias de cruce entre vanguardia artística y
vanguardia política, tanto en los movimientos históricos de vanguardia como en las
llamadas “neovanguardias” en Europa7 y en Latinoamérica,8 especialmente ciertas pro
puestas de confluencia entre cultura y acción política en los años ‘60, como las que se
plantean entre los estudiantes, artistas e intelectuales alemanes (la declaración del
Kursbuch, las intervenciones de H. Marcuse, H. M. Enszenberger o Rudi Deutschke), las
proclamas del Situacionismo, las experiencias político-culturales durante el Mayo fran
cés, las del teatro de guerrillas en Estados Unidos, así como las de otros países latinoa
mericanos, especialmente Uruguay,9 Brasil,10 Chile,11 Perú12 y México.13
Otra zona de preguntas tiene que ver con la forma en que impacta en las produccio
nes, intervenciones y definiciones de estos artistas de vanguardia la expansión que alcanzan
los mass m edia y la circulación de nuevas teorías comunicacionales. En este sentido, desa
rrollamos en extenso la estrecha vinculación que “Tucumán Arde” guarda con los desarro
llos experimentales que incorporaron o tematizaron los medios masivos, en especial la ten
dencia conocida como Arte de los medios, así como también la presencia de ciertos autores
como Roland Barthes y Marshall McLuhan en la circulación de ideas de la vanguardia.
7. Hitos ya conocidos como los lazos de los vanguardistas poetas, plásticos y cineastas rusos
durante los primeros años de la revolución soviética, la adhesión del dadaísmo alemán a la Liga
Espartaquista, la adhesión de muchos surrealistas al Partido Comunista francés, el manifiesto escri
to por Bretón y Trotsky sobre el arte revolucionario. Puede verse al respecto el libro de Donald
Drew Egbert, El arte y la izquierda en Europa (1980).
8. Una sistematización al respecto, en relación a la literatura latinoamericana se encuentra en
Pizarro, 1981.
9- Véase al respecto los trabajos de Gabriel Peluffo, “Instituto General Electric de Montevideo:
medios masivos, poder transnacional y arte contemporáneo” en WAA, Cultura y política en los
años ‘60, 1997, y “El acto gráfico de los ‘60”, texto del catálogo “Dibujando los ‘60”, Museo
Municipal Juan Manuel Blanes, agosto de 1998.
10. Para este caso, puede consultarse el extenso volumen de Aracy Amaral, Arte p ara que? A
preocupagao social na arte brasileira (1930-1970) (1984); y el artículo de Marília Andrés Ribeiro,
“Arte e política no Brasil: a atuagao das neovanguardas nos anos ‘60” (1995).
11. Pensamos en el caso de las brigadas de muralistas que surgieron en los partidos de izquierda
durante la campaña electoral de Allende en 1968, o en la producción de algunos artistas experi
mentales como Francisco Brugnoli y Virginia Errázuriz o Guillermo Núñez durante los años pre
vios al golpe militar de 1973. Véase Oyarzún (1987-88), Longoni (1999 y 2001).
12. Acerca de la experiencia del "pop achorado” durante el velasquismo, véase Gustavo Buntinx, “Mo
dernidades cosmopolita y andina en la vanguardia peruana”, en WAA., Cultura y política en los años
‘60, op. cit. Véase también el trabajo de investigación de Miguel López y Emilio Tarazona (2007).
13. Nos referimos, por ejemplo, a la producción de afiches durante las movilizaciones estudianti
les de 1968 que culminaron en la masacre de Tlatelolco. Véase Grupo Mira, La gráfica del '68
26
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
La reconstrucción
La tarea de reconstruir el itinerario con estos treinta años en el medio no resulta fácil (y
esta afirmación puede hacerse extensiva a gran parte de la producción experimental de esa
década), por el carácter desmaterializado y discontinuo de estas producciones (en general,
acciones de arte), que no sólo no se conservaron por estar hechas de materiales efímeros o
intangibles, sino que además no siempre se registraron (a través de fotos, filmaciones, gra
baciones) ya que no se le otorgaba ninguna importancia a guardar prueba de ellas14 ni a
buscar obras perdurables. Pero quizá la dificultad fundamental en la reconstrucción radique
en la escasez de documentación al respecto.15 La falta de conciencia archivística de las insti
tuciones estatales o privadas del país nos enfrentó cotidianamente a dificultades para con
sultar, a pesar de la relativa cercanía del período estudiado, fuentes primarias indispensa
bles para realizar un relevamiento documental mínimo. A esto se suma que demasiadas
veces nos topamos con que, debido a su carga ideológica, los documentos, las obras de arte,
las colecciones de publicaciones, fueron directamente destruidos por la acción represiva de
las últimas dictaduras u ocultados para resguardar la seguridad de sus autores.
Recorrimos, entonces, un camino que partía de los trabajos críticos existentes, de
la consulta de fuentes hemerográficas y de archivos de artistas (en los que poco a poco
apareció una buena cantidad de documentos escritos y fotográficos inéditos, en especial
en casa de Graciela Carnevale), y especialmente del testimonio oral de los protagonistas
del proceso (artistas, gestores, intelectuales, sindicalistas). En nuestra reconstrucción
ocuparon un lugar fundamental los testimonios actuales (recogidos a través de entrevis
tas abiertas) de los artistas y otros testigos protagónicos del itinerario del ‘68.
Se trató, entonces, de una labor de rompecabezas que por momentos nos pareció
interminable, en la que todavía pueden quedar piezas sueltas, superpuestas o perdidas.
Este libro reúne buena parte de esos fragmentos dispersos. Antes que por un anexo
documental, hemos optado por intercalar los documentos (salvo que por su extensión
interfirieran demasiado en el cuerpo del texto, en cuyo caso van al final del capítulo
correspondiente) en el momento del relato en que se hacía referencia a ellos (y en dar la
voz a los entrevistados incluso para que manifiesten diferencias y disputas entre sí o aun
con nuestra versión). De todos modos quisimos respetar la unidad de cada testimonio,
y extensos fragmentos de las entrevistas se incluyen al final del libro. Estos registros
(1988). Véase el más reciente y completo catálogo La era de la discrepancia. Arte y cultura
visual en México , 1968-1997, México, UNAM, 2006.
14. Tendencia que sin duda se revierte en los años posteriores, cuando registrar mediante foto
grafía o video las acciones de arte pasó a tener una importancia crucial como modo de garantizar
una forma de existencia material de la obra y, por supuesto, su circulación.
15. Algo similar ocurre con los materiales del cine independiente de ese período. Beatriz Sarlo lo
señala para un conjunto de films de vanguardia realizados en 1970: “la desaparición (extravío,
destrucción) de estos cortos de 1970 subraya, con ese sentido fuerte que a veces sólo la casua
lidad produce, su carácter de capítulo final, donde el grupo creyó que en la lucha política podía
intervenirse también con los instrumentos de la vanguardia estética” (1998: 250).
27
0334335
I n tr od u cció n
La estructura
La primera parte del libro se propone descomponer la trama (social, política, cul
tural y artística) en la que se inscribe el caso que analizamos. En el primer capítulo, “El
‘68 argentino”, analizamos la coyuntura del ‘68, en la que el ámbito de la CGT de los
Argentinos posibilitó la confluencia entre núcleos intelectuales y sectores político-sindi-
cales de oposición (además de “Tucumán Arde”, el grupo Cine Liberación o la labor de
Rodolfo Walsh y su equipo en la realización del semanario CGT).
En el capítulo 2, “Vanguardia y modernización”, sintetizamos los rasgos y la histo
ria de los movimientos de vanguardia que confluyen luego en el itinerario del ‘68. Carac
terizamos la aparición de un circuito institucional modernizador en el campo de las artes
plásticas argentinas, que se consolida en la década del ‘60 y despliega distintas estrate
gias hacia la vanguardia.
Nos preguntamos, en el capítulo 3, “Arte e izquierda en los años ‘60”, cómo funcio
na esta experiencia dentro del mapa del arte político, las producciones y concepciones
de otros artistas vinculados a la izquierda tradicional o a la nueva izquierda. Sin agotar
la cuestión, que requiere una investigación mucho más exhaustiva, realizamos un paneo
de esas otras formas de la plástica política en la Argentina de los ‘60.
La segunda parte del libro es una reconstrucción pormenorizada del itinerario del
‘68, que parte de la primera acción (la intervención de Eduardo Ruano en el Premio Ver
y Estimar el 30 de abril de 1968), y llega a las postrimerías de “Tucumán Arde”: la crisis
y la disolución de los grupos, el abandono del arte, los primeros balances y las lecturas
posteriores que se hicieron (y se hacen) desde la historia del arte, la sociología y la
política, del proceso estudiado.
La tercera parte condensa, a modo de conclusión, los núcleos de la “nueva estéti
ca” que los artistas idearon inscripta en el proceso revolucionario que percibían de
resolución inminente, y problematiza los alcances del vínculo entre la vanguardia artís
tica y la vanguardia política y sindical.
La cuarta parte reúne, como hemos dicho, fragmentos de muchas de las entrevistas
realizadas a lo largo de la investigación a quienes protagonizaron el itinerario o fueron
testigos de lo ocurrido.
28
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
Reconocimientos
29
PARTE I
LA TRAM A
La historia de las vanguardias artísticas a lo largo de este siglo puede narrarse, a pesar
de su diversidad, a partir de un tem po en común, un ritmo compuesto por un momento
inicial de ímpetu rupturista, de grandes y aceleradas intensidades que eclosionan contra
el orden artístico instituido, al que sigue inmediatamente la crisis de los movimientos, el
estallido de los grupos. Un tercer momento, diferido en el tiempo, es aquel que marca la
asimilación o la reiteración del recurso experimental antes eficaz y conmovedor, y ahora
neutralizado. Se podría postular que la historia de buena parte de la vanguardia plástica
argentina de la década del ‘60 se erige a partir de ese mismo ritmo y esa variante postre
ra, que es la que hoy estamos especiando.
La historia de algunos movimientos de vanguardia es también la de una serie de
intentos radicales (más o menos fallidos) de romper el aislamiento al que está condena
do el arte en la sociedad burguesa y devolverlo a la vida de los hombres, lo que muchas
veces se tradujo en la utopía de fusionar el arte y la política. Dos lógicas, la de la van
guardia artística y la de la vanguardia política, que ante el sentido común aparecen
como incompatibles, buscaron ser articuladas. En el campo intelectual argentino de los
‘60, ello parecía posible.
El año en el que centramos este libro condensa una secuencia de acciones y defi
niciones de un significativo núcleo de jóvenes artistas rosarinos y porteños, que marca
la intención de redefinir las prácticas artísticas a partir de su vinculación con la política
radicalizada. Los límites de esta experiencia (evidenciados en la clausura de su realiza
ción más ambiciosa, “Tucumán Arde”) son también los límites de la vanguardia artística
de la década: se generaliza entre ellos, finalizado el ciclo, el abandono del arte.
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P a r te I. L a t r a m a
En el caso que nos atañe, al acercarnos al meollo de esa crisis, que se expresa en
toda su complejidad a lo largo de 1968, distinguimos dimensiones distintas que se
entrecruzan y forman una compleja trama, que intentamos descomponer y analizar en
esta primera parte del libro, antes de abocarnos a la reconstrucción del itinerario del ‘68.
En primer lugar, nos detendremos en la coyuntura política que se da en el ‘68
argentino, en la que se combina la dimensión autoritaria de la dictadura del general
Onganía con un incipiente proceso de radicalización política, y tiene lugar la aparición
de ámbitos de confluencia inéditos entre sectores sindicales y políticos de oposición y
grupos culturales provenientes de la renovación de tinte modernizador de sus discipli
nas respectivas.
En segundo lugar, condensaremos la historia de la dinámica modernizadora del
campo artístico y la emergencia de la vanguardia plástica, hasta llegar al momento de
mayor radicalidad artística (que se entrecruza con la radicalización política). Los artistas
que emergieron en los sucesivos momentos de la vanguardia de la década del ‘60, articu
lados al circuito institucional modernizador, conmovieron la escena artística con expe
riencias radicales que significaron una puesta al día inédita en nuestro campo artístico.
El curso antiinstitucional que adopta buena parte de la vanguardia hacia fines de la
década nos obliga a pensar el vínculo entre el circuito institucional modernizador surgi
do desde fines de la década del ‘50 y los movimientos de artistas, que hasta ese momen
to habían podido convivir. \
Por último, el cruce singular entre arte y política que proponen estos artistas no se
presenta aislado, sino que tiene sus antecedentes dentro de la misma vanguardia de la
década, y además disputa con concepciones y prácticas de otros sujetos del campo artísti
co, que representan posiciones y tradiciones diferentes en la resolución de ese encuentro.
Ésa es la trama que repercute sobre la vanguardia artística, transformando honda
mente tanto sus acciones como sus concepciones acerca del arte, el artista, la obra y la
inserción institucional y social. Analizarla nos permite aproximarnos a su relación tensa
con el circuito del arte y, en otro sentido, con el mundo de la política.
1. El '68 argentino
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D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
1. Estamos pensando, además de en los artistas de vanguardia que trabajamos en este libro, en el
caso del grupo Cine Liberación (con el film La hora de los hornos y los Cineinformes), o en el
grupo de periodistas que realizan -dirigidos por Rodolfo Walsh- el Semanario CGT\ órgano oficial
de la CGTA.
2. Este autor ha caracterizado el comportamiento de los actores sociales en la Argentina a partir
de 1955, como motivado por la “lógica de un ‘empate’ entre fuerzas, alternativamente capaces
de vetar los proyectos de las otras pero sin recursos suficientes para imponer de manera perdu
rable, los propios”. En este sentido, sostiene que desde la caída de Perón faltó “una ecuación
política capaz de articular a la Sociedad con el Estado, de establecer mecanismos claros de exclu
sión y de recompensa, de fundar, en fin, una legitimidad reproductora del sistema, basada en la
fuerza y también en el consenso”. De esta forma, la particularidad, “el alcance ejemplar”, del
período abierto en 1966 derivaría “de que entonces se puso en marcha el experimento más
coherente y en las mejores condiciones de factibilidad desplegado por la fracción dominante en
la economía para superar el ‘empate’ a su favor y transformar su predominio en hegemonía”.
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P a r t e I. L a t r a m a
Véase Juan Carlos Portantiero, 1989- Otras valiosas interpretaciones sobre los alcances, el signifi
cado y los aspectos estructurales del proceso de la Revolución Argentina, no necesariamente
coincidentes con la citada, pueden encontrarse en Guillermo O’Donnell, (1977 y 1982), Marcelo
Cavarozzi (1983), Oscar Braun (1973), Carlos Ramil Cepeda (1971).
3. Esto implicaba una significativa redistribución de ingresos en detrimento de los asalariados
(riguroso control salarial), por un lado, y el sector agrario (reorientación de recursos de las expor
taciones agrarias), por otro. Véase Daniel James, 1990.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
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P a r t e I. L a t r a m a
frentista de la nueva central obrera resultó atractiva para diversos núcleos intelectuales
que buscaban una vía de vinculación (y en muchos casos de organicidad) con la clase
obrera. Si bien existen antecedentes inmediatos de vinculación de sectores intelectuales
al movimiento obrero argentino, lo particular de la experiencia de la CGTA fue el alcan
ce de esa convocatoria explícita y masiva, así como la cantidad de grupos que respon
dieron a la misma.
Una de las formas en que la CGTA se planteó la incorporación de sectores de la
cultura, intelectuales y profesionales a sus filas fue a través de las Comisiones y Sub
comisiones de Trabajo.4 Cada comisión tuvo distintos niveles de organización y activi
dad: existieron algunas que efectivamente funcionaron con reuniones periódicas y
otras que se convocaban más esporádicamente, o que simplemente nucleaban even
tual e informalmente a grupos para actividades puntuales. Algunas funcionaron como
espacio de discusión y elaboración de propuestas que hacían llegar a la dirección
sindical.
El lugar de la CGTA como ámbito de confluencia para diversos sectores extra-
sindicales, en particular para diversos núcleos del movimiento estudiantil, es reconoci
do por diversos autores. Silvia Sigal (1991) ha relacionado esta apertura y las “fogosas
actitudes” asumidas, con su “escasísimo peso en el movimiento obrero y su defensa de
sectores en crisis”. Sin embargo, la reducción de su peso en el movimiento obrero se
evidencia recién a fines de 1969 -s i bien la CGTA pasa por más de un sobresalto previa
mente-, ya que en su origen, aun sin la adhesión de los sindicatos más importantes de
la industria que se alinearon en el vandorismo y el participacionismo, la CGTA aglutinó
a un significativo grupo de gremios y regionales del interior del país, lo que le permitió
obtener la mayoría en el mencionado congreso normalizador. Por otra parte, es justa
mente el apoyo obtenido de los principales gremios en conflicto (representantes de “los
sectores en crisis”) lo que le permitió constituirse en una instancia de cruce entre bases
y dirigentes, al mismo tiempo que le otorgó una visibilidad política y social significativa.
No queremos sobredimensionar el lugar de la CGTA en la confrontación política
que se abre en esos años -aunque sin duda jugó un rol importante en la conformación
de los sectores revolucionarios del peronismo-. Simplemente buscamos destacar el
lugar que ocupó en el año previo al Cordobazo, como espacio de encuentro y de
organización de fuerzas sociales que cuestionaban al régimen o el orden social, y más
en general como ámbito de referencia de parte significativa de la oposición al Onganiato.
Coincidente con el nacimiento de la CGTA, se forma el Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo (MSPTM). Entre los días 1 y 2 de mayo de 1968 se realiza el primer
Encuentro Nacional de este movimiento en Córdoba, con la participación de 21 sacerdotes
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
5. En relación a los artistas, dice Beatriz Sarlo: “Hay una conexión progresiva de una zona de la
vanguardia con las preocupaciones políticas... Esa conexión se produce más aceleradamente
después del golpe de estado del 66, donde ya es la ideología de ese golpe la que concibe a la
vanguardia como enemiga”. En King, John, op. cit., p. 302. En el mismo sentido, dice Oscar Terán
(1991): “Onganía se colocó como adversario de todos: vanguardia estética, marxistas, racionalistas,
disidentes sindicales”.
6. Un reciente y completo estado de la cuestión puede encontrarse en María Cristina Tortti, 1999.
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7. El ambicioso proyecto del onganiato termina fracasando. Como observa Portantiero (1989), hacia
1969-1970 se verifica una “crisis orgánica”; esto es, social, cultural y política. En el ‘69 estallan un
conjunto de conflictos generados en los diversos sectores excluidos del modelo oficial: los industria
les pequeños y medianos del interior; los sectores asalariados de las ramas más dinámicas que ven
modificarse sus condiciones de trabajo con la racionalización empresaria y los sectores empleados
en las administraciones estatales provinciales en crisis por el modelo concentrador; los sectores
medios excluidos de la participación política, los núcleos profesionales e intelectuales presionados
con la censura oficial y la ocupación de la Universidad (después de la “Noche de los Bastones
Largos”); e, incluso, las tensiones verificadas en el agro. Así es, entonces, como la presión de todos
estos sectores confluye en la crisis que tiene su expresión en 1969 en las movilizaciones populares
del interior del país y que constituyeron “el comienzo del fin” de la dictadura de Onganía.
8. A mediados de 1959 irrumpe la primera guerrilla peronista, los Uturuncos, en Tucumán; hacia
fines de 1963 se instala en Salta el Ejército Guerrillero del Pueblo de Jorge Ricardo Masetti,
promovido por el Che. Véase, entre otros, Roberto Baschetti, 1988; Ernesto Goldar, 1990, y
Gabriel Rot, 1997.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
el imperialismo, el sistema) ejercen sobre “nosotros” (el pueblo, el país); por el otro, la
violencia “blanca”, que salva y libera, la fuerza de los oprimidos insurgiendo contra los
opresores, único camino de transformación social o política.9
Si bien la preocupación por la política (en términos generales) estuvo presente a
comienzos de los ‘60 entre muchos intelectuales (incluso algunos habían mantenido una
adhesión o militancia política en partidos de la izquierda), es hacia fines de la década
que se observa una expansión de la politización del ámbito de la cultura junto con una
reformulación de los modos de articulación conocidos entre cultura y política.10
En este sentido resulta productiva la distinción establecida por Silvia Sigal (1991;
196) entre dos fases en la relación de lo político y lo cultural para una franja vinculada a
una nueva izquierda emergente en esos años:
“[En la primera fase] lo político está, naturalmente, presente pero como santo y seña de
una comunidad, como signo de reconocimiento público de los artistas y no como criterio
clasificatorio de las obras. Hacia 1960 comienza esta primera fase de la modernización
cultural, que conviene distinguir de la segunda, posterior al Cordobazo, caracterizada por el
predominio del ‘todo es política’. ”
“[Este momento] fue caracterizado por una exigencia de fusión entre autor y obra, y por la
disolución de la entidad intelectual, de la distancia entre pensamiento y comportamiento.
Se trata de los años que implantan, también en la Argentina, una idea dominante - ‘todo es
política’- que reemplaza esa autonomía que describimos como la combinación entre com
promiso personal y libertad cultural.”
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P a r t e I. L a t r a m a
propio golpe militar de 1966 tiene, en una suerte de ‘efecto boomerang’, una influencia
también significativa en la radicalización política de diversas formaciones culturales.11
Las repercusiones locales de la rebelión popular de mayo de 1969 podrían compa
rarse en diferentes aspectos, en especial por su alcance simbólico, al impacto del Mayo
francés en el plano internacional. Ambos procesos también coinciden en cuanto allí se
generan producciones culturales -literaria, plástica, gráfica, teatral o cinematográfica- que
se inscriben como parte de estas movilizaciones desde diversas propuestas formales.12
Pero más allá de la identificación de un momento o un hecho preciso -d e todas
maneras insuficiente para explicar la complejidad de esa tendencia, cuyas repercusiones
son desiguales en los distintos ámbitos-,el predominio de lo político se torna evidente
y efectivo a fines de la década.
Nos abocamos aquí a pensar el año previo al levantamiento popular del ‘69, con la
hipótesis de que en esa coyuntura se registran formas distintas a las existentes en lo
referido a la confluencia entre producción cultural e intervención política.
2. Vanguardia y m odernización
Para reconstruir el escenario en que se produce el itinerario del ‘68, no basta con
dar cuenta de la radicalización política que incluía una amplia zona del campo cultural,
y que tuvo a la CGT de los Argentinos como un ámbito privilegiado de articulación de
esos sectores con el movimiento obrero. No basta tampoco con mencionar que la dimen
sión autoritaria del Onganiato impulsó a esos diversos sectores a abroquelarse en un
bloque común contra el régimen.
Reconstruir esta trama implica, además, reponer otra historia: la dinámica autóno
ma13 del campo artístico argentino de los ‘60, en la que se articulan la modernización
institucional iniciada en la segunda mitad de la década del ‘50 y la emergencia de una
11. Al respecto, cfr. el debate entre Silvia Sigal y Oscar Terán, publicado en “Los intelectuales
frente a la política”. En Punto de Vista, N° 42, abril de 1992; 42-48.
12. En ese sentido, se habla de un ‘68 teatral -véase, por ejemplo: De Marinis, Marco: El nuevo teatro,
1S>47-1970 (1988)-, o cinematográfico -véase, entre otros, W.AA.: Los años que conmovieron al
cinema. Las rupturas del 68 (1988)-, o gráfico, en especial en relación a los sucesos del Mayo francés
y en las movilizaciones estudiantiles mexicanas que culminan con la masacre de Tlatelolco el 2 de
octubre de 1968 -sobre este último caso, véase Grupo Mira, La gráfica del ‘68. Homenaje al movi
miento estudiantil (1988)-. En este aspecto, es decir, en cuanto a partir de sucesos políticos se
desencadenan producciones culturales, también son comparables hitos inmediatamente previos, como
la guerra de Vietnam, la revolución cubana y el asesinato del Che Guevara. Véase por ejemplo el
volumen preparado por Lucy Lippard, A Different War: Vietnam in Art, (1990); o la selección de
afiches políticos reunida en Decade o f Protest, Santa Mónica, Smart Art Press, 1996.
13- Pierre Bourdieu se refiere a la “autonomía relativa” del campo artístico (como la de otros
campos) en tanto condición que regula su funcionamiento interno con reglas y ritmos propios,
históricamente variables. La autonomía es producto de un proceso histórico y de diferenciación
interna, de constitución de posiciones y capitales específicos (Bourdieu, 1967, 1983, 1995 a y b).
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
potente vanguardia plástica. Esta dimensión ayuda a explicar las repercusiones, trans
formaciones y rupturas que provoca el itinerario que estudiamos, no sólo en su tensión
hacia la acción política, sino fundamentalmente al interior del campo artístico.
14. Usamos el término modernización a sabiendas de las dificultades que ello acarrea. El paradigma
de la modernización es una “teoría antimarxista desde el punto de vista político”, que “implica una
concepción del desarrollo fundamentalmente rectilíneo” del capitalismo, entendiéndolo como “un
proceso de flujo continuo en el que no hay una auténtica diferenciación entre una coyuntura o época
y otra, a no ser en términos de una mera sucesión cronológica de lo viejo y lo nuevo, lo anterior y lo
posterior” (Perry Anderson, en Casuilo, 1995; p. 98). En los ‘50 y ‘60, programas políticos (económi
cos, culturales) de corte desarrollista apelaron a él como horizonte de expectactivas de las transforma
ciones estructurales y superestructurales que alentaban. Nuestro uso refiere críticamente, por cierto, a
ese imaginario, y a las señales concretas (desde nuevas ideas hasta nuevas instituciones) que lo
sostuvieron hasta que el proyecto encontró sus límites (materiales y discursivos).
15. Sigal (1991) diferencia la rapidez con que los cambios se perciben en la Universidad y
sectores del campo intelectual vinculados a ella ya desde la caída del gobierno peronista, que no
es igual al proceso más gradual de modernización en otras zonas del campo cultural, que se torna
visible recién entrados los años ‘60.
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P a r t e I. L a t r a m a
16. Según Peter Bürger (1987), la institución arte es el aparato de producción y distribución del arte
y las ideas que sobre el arte dominan en una época dada y que determinan esencialmente la
recepción de las obras. Se caracteriza en la sociedad burguesa por su status de “autonomía”, esto es,
porque los productos que funcionan en su seno carecen de función social, no se ven afectados
(directamente) por pretensiones de aplicación social.
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
En la década del ‘50 ciertos indicios dan cuenta de la aparición de alientos institu
cionales a la renovación plástica. En un lugar marcado por relaciones de mecenazgo, se
ubica el Instituto de Arte Moderno, creado por Marcelo De Ridder, un “mecenas ilustra
do”17 que gestó una importante colección de obras de artistas argentinos contemporá
neos.18 Con objetivos distintos, la Asociación Ver y Estimar contribuyó en los años ‘50 a
la difusión del arte moderno y a la formación de un público de arte más ag g iorn ad o. En
1956, por iniciativa de Rafael Squirru, se crea una institución oficial, el Museo de Arte
Moderno. En ese entonces, a su vez, se inicia un movimiento estudiantil en las escuelas
de arte que logra la reforma de los vetustos planes de estudios vigentes.
Si bien éstos y otros focos institucionales impulsan la renovación en el campo
artístico, es a partir de la consolidación del circuito modernizador en la década siguien
te, en el que el Instituto Di Tella tiene una posición protagónica, que las tendencias
experimentales adquieren una visibilidad mucho mayor.
Fundado en 1958 por la familia del empresario Torcuato Di Telia, al cumplirse diez
años de su muerte, el Instituto se definió como una “institución pública aunque no estatal”,
“una entidad de bien público sin fines de lucro” dedicada a canalizar “actividades hacia
tareas de creación e investigación”.19 El Instituto se sostuvo con el apoyo de fondos del
grupo empresario Siam-Di Tella -manejados a través de la Fundación Di Tella-, a los que se
sumaron subvenciones externas, y concentró sus actividades en la promoción del arte con
temporáneo (en la sede de la calle Florida) y la investigación de las ciencias sociales (en la
sede en el banio porteño de Belgrano R), si bien también realizó investigaciones médicas
(en el Hospital de Niños). Aunque la labor en el campo de la sociología, con la incorpora
ción en 1962 del equipo de Gino Germani, fue también muy importante, el programa de Arte
Contemporáneo, bajo la dirección general de Enrique Oteiza desde 1960, fue el que alcanzó
mayor resonancia pública a través de una oferta continuamente renovada de exposiciones,
espectáculos y conciertos. Estaba organizado en tres centros: el Centro de Experimentación
Audiovisual (CEA) dirigido por Roberto Villanueva, el Centro de Artes Visuales (CAV) dirigi
do por Jorge Romero Brest (director) y Samuel Paz (subdirector), y el Centro Latinoamerica
no de Altos Estudios Musicales (CLAEM) dirigido por Alberto Ginastera.
El Instituto Di Tella construye un modelo institucional basado en la filantropía más
que en el mecenazgo, en el que la relación entre el empresario y el artista ya no es directa,
sino que está mediada por una gestión profesionalizada con cierto grado de autonomía en
las decisiones y recursos propios, siguiendo el modelo de las fundaciones culturales de los
países anglosajones.20 En ese sentido, al insertar al Di Tella en la tradición de financiación
17. Así califica Enrique Oteiza a De Ridder y a Victoria Ocampo en “El cierre de los centros de
Arte del Instituto Di Tella”, (en W.AA., Cultura y política en los años ‘60, 1997: 83).
18. Esa colección fue el sustento del actual Museo de Arte Contemporáneo, iniciativa privada que
funciona en Buenos Aires desde 1977.
19. Memorias del Di Tella 1963, Buenos Aires, Ed. del Instituto, 1964.
20. Véase Oteiza, 1997; p. 83- Esta relación podría clasificarse dentro de lo que Williams (1982)
llama “relaciones de patronazgo moderno” en lo referido a los vínculos que establece el “artista
institucionalizado”.
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P a r te I. L a t r a m a
cultural privada que también conforma la revista Sur, John King diferencia la concepción
del Instituto como “un cuerpo corporativo no privado que se mantendría al margen de
intereses familiares o empresarios... De este modo constituía un intento de romper con el
viejo orden de financiación aristocrática” (King, 1985: 14).
No fue un caso excepcional en Latinoamérica. Iniciativas de esta índole (institucio
nes que en la década del ‘60 reúnen y difunden el arte de vanguardia) son una constante
en las capitales más importantes del continente, muchas veces subsidiadas desde funda
ciones de Estados Unidos o Europa: la Metalúrgica Matarazzo en Sao Paulo, el General
Electric en Montevideo, Acero del Pacífico en Chile, la Esso en Colombia o el Instituto
Nacional de Cultura (INC) en Lima.
El Di Tella es una presencia innegable en el Buenos Aires de los ‘60, que generó
reacciones encontradas y polémicas. Su ubicación geográfica es crucial: la sede de los
centros de arte (ubicada en la calle Florida al 1000), se abre al público a mediados de
1963 y se convierte en un punto ineludible en esa zona céntrica de Buenos Aires en la
que se concentran, en pocas manzanas, diversos ámbitos de la actividad cultural renova
dora: varias galerías, centros culturales, salas de teatro independiente, librerías, cafés,
las sedes de varias facultades (incluyendo la recientemente creada carrera de Sociolo
gía) y editoriales. Este acotado espacio que la prensa llamó “la manzana loca” posibilita,
por esta continuidad espacial, el tránsito de numeroso público por estos distintos ámbi
tos. Podría pensarse este espacio, como propone Beatriz Sarlo, “a la manera como
Bourdieu piensa ciertas zonas de París, que en determinado momento están signadas
por una actividad cultural de vanguardia o de modernización”.21
Muchas veces se asocian, en un sentido de pertenencia, al Di Tella, o más preci
samente a sus centros de arte, y a la vanguardia artística que eclosiona en Buenos
Aires en los años ‘60 (en artes plásticas, espectáculos, teatro, bappen in gs, música). Es
indudable que tuvieron una articulación muy intensa, productiva y a la vez conflictiva.
Las relaciones entre los plásticos experimentales y esta institución no fueron pacíficas
ni homogéneas. Si algunos de ellos eran vistos y se reconocían a sí mismos en un
lugar de integración o pertenencia (eran “del Di Tella”), otros señalan que su vínculo
se limitaba a invitaciones ocasionales, en las que aprovechaban los recursos que el
Instituto otorgaba.
El Instituto, por su parte, sostiene hacia la vanguardia varias estrategias: de selec
ción, de sostén material e institucional, de “consagración alternativa” (a partir de los
premios nacionales e internacionales que allí se otorgaban). La intervención de esta
institución es clave para legitimar a las nuevas tendencias. Por un lado, el Premio
21. Entrevista a Beatriz Sarlo, incluida en John King (1985). En el mismo sentido puede citarse a
Oscar Terán: “Por su ubicación urbana este centro formaba parte de una infraestructura topográfica
para la definición de un campo intelectual en esos años en Buenos Aires, que articulaba el mencio
nado Instituto Torcuato Di Tella, la Facultad de Filosofía y Letras de la calle Viamonte, algunos cafés
de la bohemia y la estudiantina porteñas, teatros independientes, las librerías Verbum o Galatea, el
cine Lorraine, ciertos cineclubes” (1991: 85).
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
Internacional era parte de la red que postulaba la estrategia de inscribir a Buenos Aires
en la escena internacional.22
Esta estrategia se manifiesta cuando el Di Tella promueve la visita de críticos y
artistas extranjeros, así como la organización de muestras de producciones visuales y
del espectáculo de la escena artística contemporánea europea, norteamericana y latinoa
mericana, y el envío y organización de muestras de artistas locales en el extranjero. Todo
ello conlleva un contacto más intenso con los centros mundiales a lo largo de la década,
lo que se experimenta (y se imagina) como una puesta al día de las producciones locales
respecto de los procesos artísticos centrales.
Además, por las convocatorias por invitación al Premio Nacional23 o a las Expe
riencias,24 y las exposiciones que se organizaban en el CAV, transitaron desde expresio
nes de vanguardia más consagradas o aceptadas, como los integrantes de la Nueva
Figuración, los artistas enrolados en el arte geométrico, en el arte cinético, hasta mani
festaciones más polémicas, resistidas o incomprendidas por la crítica más tradicional y
en algunos casos destacadas por el nuevo periodismo: aquellas cercanas al pop , al
minimalismo y al arte conceptual.
El lugar del Di Tella fue, más que el de “creador” o descubridor de la vanguardia,
el de “impulsor” y “dinamizador” de tendencias que ya venían desarrollándose y que, en
todo caso, lo excedían.25 Lo que sí posibilitó fueron los recursos para la reunión, el
trabajo interdisciplinario, la experimentación y el contacto con un nuevo público de
arte, crecientemente masivo. Además de los premios y becas que otorgaba, se trata de
un ámbito adecuado para probar nuevas técnicas y vincular diversas prácticas artísticas
a partir del trabajo conjunto de los creadores al que se instaba a través de políticas de
intercambio y espacios en común entre los centros de arte.
22. “El premio Internacional era útil en la medida en que ofrecía contacto directo con la obra de otros
artistas modernos y brindaba a los principales árbitros del gusto crítico en los ‘60 la oportunidad de
ver obras argentinas. La pretensión de transformar a Buenos Aires en otro centro metropolitano era
desde luego exagerada, pero quizá el mito del internacionalismo contribuyó a alentar una pujante
escena local” (King, 1985: 65-66).
23. El Premio Nacional funciona entre 1960 y 1962 en las salas del Museo Nacional de Bellas Artes,
entonces bajo la gestión de Jorge Romero Brest. A partir de 1963, la exposición se lleva a cabo en
el local de la calle Florida. La modalidad del premio varía también: hasta 1965, consiste en una beca
de formación en el extranjero; en 1966, la recompensa es una suma de dinero en efectivo, cambio
de criterio que puede leerse como un aliento al autodidactismo y a la dinámica local.
24. Desde 1967, el Premio Nacional del Di Tella fue reemplazado por otra modalidad: las Expe
riencias Visuales (luego, sólo Experiencias). El cambio se produjo por iniciativa de los mismos
artistas convocados a participar en la edición de 1967: “Dijimos que los premios estaban pasados
de moda, que los críticos eran arbitrarios”, relata Delia Cancela (King, 1985). Los artistas pidieron
que el monto del premio se repartiera previamente entre todos los convocados para poder
financiar las obras presentadas.
25. “El Di Tella no creó nada, sino que reunió y respaldó esas diversas iniciativas”, dice King
(1985; p. 29). Oteiza (1989) afirma que “no era la institución la que producía los artistas”, aunque
remarca el “carácter creativo del actor institucional”.
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26. Estos fondos eran parte de la política subsidiaria que se desprendió de la Alianza para el Progre
so, estrategia con la que la administración norteamericana respondió a la Revolución Cubana. Frente
al proceso de ascenso de la lucha de masas latinoamericanas iniciado entonces, Éstados Unidos y 19
estados latinoamericanos firmaron en 1961 la Carta de Punta del Este, en donde definieron acuerdos
para garantizar una ‘Revolución en libertad’, que tuviese como eje el desarrollo económico y social.
Es esta estrategia política la que abre la puerta a los numerosos subsidios que las fundaciones
norteamericanas destinaron a América Latina, aportes que recibieron el Instituto Di Tella y otras
instituciones de difusión y promoción de la modernización cultural.
27. Véase Oteiza (1997). Cuando se produce el cierre, Enrique Oteiza, que había sido Director
Ejecutivo del Instituto desde la fundación, presenta su renuncia porque consideraba que “no se
podía clausurar la institución que fuera centro de la actividad cultural modernizadora durante una
década sin dar explicaciones públicas, incluyendo el señalamiento de la responsabilidad que le
correspondía al gobierno militar”. La familia Di Tella prefirió el silencio, o -en todo caso- acudió a
explicaciones de orden estrictamente financiero.
28. En 1963 Romero Brest renuncia y lo sucede en el cargo el arquitecto Samuel Oliver, que
continúa con las líneas de gestión que había impulsado su antecesor.
29. Jorge Romero Brest, Catálogo Vasarely, 1958.
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salas (en 1960, “Cinco pintores argentinos: Fernández Muro, Testa, Ocampo, Grilo, Sakai”;
en 1962, Raquel Forner, Libero Badii; en 1963, “Deira, Macció, Noé, De la Vega”, “Ocho
artistas constructivos: Brizzi, Espinosa, Lozza, MacEntyre, Martorell, Sabelli, Silva, Vidal”,
Ennio Iommi y Claudio Giróla; en 1964, el Groupe de Recherche de l’Art Visuelle), ade
más de que el museo es sede de algunas instancias claves del circuito modernizador.
Entre 1960 y 1963 se realizaron allí las primerás ediciones del Premio Di Tella y algunos
espectáculos (como el audiovisual C an don ga) del Instituto (que todavía no contaba con
el local de Florida). El Museo también fue sede algunos años del Premio Ver y Estimar, y
desde 1964, del Premio Georges Braque, patrocinado por la Embajada Francesa.
El Museo de Arte Moderno, institución oficial creada como parte de la ola renova
dora abierta en la segunda mitad de la década del ‘50, estuvo a cargo del crítico y escritor
Rafael Squirru. Luego lo sucede en la dirección Hugo Parpagnoli (desde 1963 hasta su
muerte, en! 1969). Según consta en los registros del museo, desde 1959 Squirru comenzó
a formar la colección del mismo. Adquirió o recibió en donación obras de artistas consa
grados o que entonces muy pocos conocían y que luego se convirtieron en figuras reco
nocidas:30 desde pinturas de Pettoruti hasta un objeto de Emilio Renart (1964), pasando
por un centenar de obras de artistas argentinos o extranjeros (predominantemente lati
noamericanos) que incluye a los movimientos de vanguardia de Buenos Aires, La Plata
y Rosario. Entre las adquisiciones o donaciones de los años 1960-64 están también pre
sentes los informalistas y los integrantes de la Nueva Figuración.
Hasta 1960, el Museo de Arte Moderno existe sólo en los papeles,31 no tiene sede
fija y utiliza para montar muestras galerías privadas (que le prestaban sus salas a
cambio del auspicio), talleres de artistas, parques públicos y hasta garajes. Recién ese
año se instala en la sede del Teatro Municipal San Martín y realiza una importante
muestra colectiva inaugural con motivo de los festejos del sesquicentenario, que pre
tende incluir todas las expresiones de pintura moderna producidas en el país. Esta
“Primera exposición internacional de Arte Moderno” incluye a un centenar de artistas
argentinos y extranjeros. Para esta megamuestra, Squirru logra, incluso, que el Museo
de Arte Moderno de Nueva York envíe obras de Pollock, de Kooning, Kline y Tobey.
En el Museo de Arte Moderno se realizó también la exposición “Objeto 64”, una mues
tra de avanzada en cuanto al formato propuesto. En ella se reúnen muchos de los
artistas que luego pasarían por el Di Tella.
Las galerías fueron para los artistas un ámbito que les permitió conocer y acercarse
a la obra de sus pares, entrar en un primer contacto con el público y empezar a mostrar la
propia producción. Entre las muchas galerías de arte existentes en Buenos Aires, que
fueron proclives a la vanguardia, estaban aquellas con mayor poder de consagración,
47
P a r t e I. L a t r a m a
como Bonino, y aquellas adonde hacían sus primeras armas los artistas jóvenes: Lirolay,
Arte Nuevo, Van Riel32 y Guernica,33 entre otras.
Fundada a comienzos de los ‘50, la galería Bonino se mostró receptiva frente aque
llas formaciones artísticas emergentes en ese momento.34 La galería tuvo un rol determi
nante para el arte argentino, e incluso para el arte latinoamericano de esos años, en la
promoción y consolidación de una red de distribución que excedió el circuito nacional
(Andrea Giunta,1995). A cien metros de distancia uno de otro, Bonino y el Di Tella no
sólo compartían la misma trama urbana, sino que estaban involucrados como agentes
protagónicos del mismo circuito institucional. Esta proximidad se tradujo en la circula
ción de los mismos artistas por ambos lugares, por contactos con galerías del extranjero
a fin de promocionar el arte nuevo argentino.
De todas maneras, el “nuevo arte” que promocionaba Bonino no incluía la totalidad
de las experiencias de la vanguardia, ni mucho menos, sino sólo aquella zona de la plás
tica sin duda renovadora pero sujeta a los géneros y formatos tradicionales. Si la galería
pretende “exportar” arte nuevo argentino, su apuesta -e n tanto galería comercial- se man
tiene dentro de aquella vanguardia menos radical, y no arriesga con objetos, acciones y
otros nuevos formatos en los que estaban incursionando las tendencias experimentales de
los ‘60. Es a ese sector que Bonino aporta su prestigio simbólico al colaborar en consagrar
los nacional y -e n lo posible—intemacionalmente. Aún con esas distancias hacia las van
guardias radicalizadas, Bonino no quedó al margen de los arrebatos vanguardistas: fue en
aquella galería donde empezó la acción que realizaron Alberto Greco y Antonio Gades en
diciembre de 1964, para mostrar al público en qué consistía un vivo-dito
Gran parte de las propuestas vanguardistas que obtenían un lugar relevante al ser
convocados por el Di Tella a los Premios Nacional e Internacional (hasta 1966) o a las
Experiencias (1967 a 1969), habían expuesto previamente en la galería Lirolay, que per
tenecía al matrimonio francés Fano.36 Es decisiva la gestión de quien se desempeñó
como directora artística de la galería, Germaine Derbecq, artista y crítica francesa que
32. En la Sala 5 de la Galería Van Riel, Franz Van Riel (el hijo del dueño) propició un espacio,
desde los años ‘50, que destinaba a exposiciones de artistas experimentales.
33. Dirigida por Roberto Yanhi, contó con la colaboración de Germaine Derbecq.
34. Expusieron individualmente varios pintores del Grupo de Artistas Modernos (Ocampo en
1952, Sarah Grilo en 1958 y 1961, Fernández Muro en 1958 y 1962), Alfredo Hlito (en 1960) y
Enio Iommi (en 1966 y 1969). También fue el ámbito donde los artistas rosarinos del Grupo del
Litoral expusieron por primera vez en Buenos Aires (1953).
35. Este género, ideado por Greco, consistía en demarcaciones de situaciones o escenas cotidia
nas en la calle. Por ejemplo, podía encerrar, en un círculo dibujado con tiza a una señora que
esperaba el colectivo, y luego firmarlo como obra de arte de su autoría.
36. En 1960, cuando abre la galería, exponen Greco y Kemble. En 1962, Santantonín expone sus
“cosas” y Minujin “collages”. En 1964, Puzzovio, Squirru, Cancela-Mesejean se les suman y realizan
una exposición conjunta. Allí montaron sus primeras muestras individuales Suárez, Jacoby, Carreira,
Lamelas, Bony y muchos otros; también expusieron los rosarinos Camevale, Escandell, Renzi y
Bortolotti en el año ‘66 y en el ‘67, en unas de sus primeras presentaciones en Buenos Aires.
48
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
era mujer del escultor Curatella Manes. Fue ella la que propició la apertura de la galería
a los jóvenes desconocidos que más tarde serían nombres clave de la experimentación
plástica, además de realizar simultáneamente una sólida labor de crítica periodística en
Le Quotidien, periódico de la colectividad francesa en Buenos Aires (Longoni, 2002).
El Premio de Honor que otorgaba anualmente la Asociación Ver y Estimar, iniciado
en 1960, tuvo como promotores a Samuel Paz y a Francisco Díaz Hermelo. Sus criterios
de selección estaban muy ligados al CAV a través de la figura de Romero Brest: “destacar
se en él, puede ser el primer paso para recibir una invitación en el premio T. Di Tella”
(Slemenson y Kratochwill, 1967; 34). Un jurado especial seleccionaba a los invitados a
participar con un criterio amplio: estaban representadas todas las corrientes emergentes
dentro de la nueva plástica. Luego se elegía a los premiados por el voto de los integran
tes de la Asociación Ver y Estimar. El año inicial, 1960, se realizó en las salas de la galería
Van Riel. Luego en el Museo Nacional de Bellas Artes, mientras Romero Brest fue su
director. Más tarde en el Museo de Arte Moderno, cuando éste estaba bajo la dirección
de Hugo Parpagnoli.
El Ver y Estimar se convierte con el correr de la década en una puerta de acceso
para los artistas más jóvenes. Si bien el premio era simbólico (no consistía en una beca,
ni un viaje ni un monto de dinero importante), implica cierta capacidad legitimante que
se refuerza con el lugar donde se organiza anualmente la exhibición de los participan
tes: las salas del Museo Nacional de Bellas Artes. Fueron distinguidos en esa “platafor
ma de lanzamiento” los artistas argentinos que después participaron en las bienales de
Sao Paulo (1967) y Venecia (1968) -Rómulo Macció, Juan Carlos Distéfano, David Lamelas,37
Emilio Renart, Antonio Trotta- Resultaron premiados también Bony, Renzi, Píate y otros
integrantes de la segunda camada de la vanguardia.
Un lugar también significativo en la promoción de las tendencias experimentales
le corresponde al Premio Braque, convocado por la Embajada Francesa, no por invita
ción sino a través de un sistema de preselección de proyectos. Se trataba, como escribe
Aldo Pellegrini, de “uno de los acontecimientos anuales en el dominio de las artes plás
ticas en Buenos Aires”,38 cuyo beneficio era viajar a Francia con una beca de estudio.
En varios artistas experimentales de Buenos Aires se repite el mismo recorrido:
empiezan exponiendo en Lirolay, convocados por Germaine Derbecq o los Fano, allí
son “descubiertos” por alguno de los gestores más destacados (Romero Brest, Squirru,
más adelante también Jorge Glusberg) que los invitan a participar en algún Premio o
exposición colectiva; si obtienen un premio, ello les abre las puertas de otras galerías;
si se trata de una beca, pasan un período en Estados Unidos o Europa.
En el caso de la vanguardia rosarina se pueden señalar sus vínculos locales con
alguna galería (la galería Carrillo) y coleccionista (el Dr. Isidoro Slullitel) que configuran un
soporte institucional para las actividades del grupo en la primera etapa. La relación del
grupo con gestores porteños como Romero Brest y Glusberg posibilita la participación de
37. David Lamelas obtuvo uno de los diez grandes premios en la IX Bienal de Sao Paulo.
38. Catálogo de la edición del Premio Braque 1967.
49
P a r t e I. L a t r a m a
varios rosarinos en muestras colectivas hechas en Buenos Aires, Mar del Plata, Montevi
deo, etc. Los rosarinos se vinculan de este modo al circuito modernizador de la capital: en
1966 organizan algunas muestras en la Capital y en 1967 participan colectivamente en la
Semana de Arte de Avanzada (muestra “Rosario” en la Hebraica y participación en Estructu
ras Primarias II). En 1968, Renzi gana el Premio Ver y Estimar, y el Di Tella otorga al grupo
rosarino un importante subsidio para la realización del Ciclo de Arte Experimental.
Las políticas culturales que se desprenden de la Alianza para el Progreso fueron
impulsadas no sólo por las instituciones de Estado norteamericanas, sino también por
instituciones oficiales y privadas latinoamericanas. Es el caso de las Bienales America
nas de A rte,39 organizadas por Industrias Kaiser de Argentina, una poderosa
transnacional de la industria automotriz que se había instalado en Córdoba a media
dos de los años ’50.40 Esta iniciativa contó con fuertes apoyos en el campo artístico local
(en especial, Rafael Squirru, Director de Cultura del Ministerio de Relaciones Exteriores
y también Director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) e internacional (José
Gómez Sicre, activo Jefe de la División de Artes Visuales de la OEA). Ellos postulaban,
frente al “peligro comunista” que acechaba al continente, que la Bienal Americana, al
estar limitada, en su primera edición, a la Argentina y los países limítrofes, impedía
peligrosas “infiltraciones” tanto rusas como cubanas.41
Las imágenes por las que apostaron en este proyecto fueron cambiantes: de un
informalismo americanista al terreno de las novedades tecnológicas. Si en su primera
edición (1962), el Gran Premio lo obtuvo la artista argentina Raquel Forner (una repre
sentante de la renovación pictórica dos décadas atrás), en la segunda (1964) yl tercera
(1966) bienales, se premia a dos artistas venezolanos integrantes, junto con el argentino
Le Pare, del Grupo de Investigación Visual en Francia: Jesús Soto y Carlos Cruz Diez.
Esta apuesta por el arte cinético no estaba aislada, sino que contaba con el espaldarazo
del segundo premio a Soto (1964) y el primero a Le Pare (1966) en la Bienal de Venecia,
que repercute en nuestro medio en la masiva asistencia y crítica favorable a la muestra
del argentino en el Instituto Di Telia.42
39. Véase Andrea Giunta, “Bienales Americanas de Arte. Una alianza entre arte e industria”, en
Patrocinio, colección y circulación de las artes, XX Coloquio Internacional de Historia de Arte,
Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, México, 1997.
40. Este vínculo entre gran empresa e iniciativas de promoción artística no era infrecuente en el
país. Además del ya mencionado caso del Di Tella, en Tucumán, por ejemplo, la familia Nougués,
dueña de numerosos ingenios, promocionaba en los ‘60 las artes plásticas locales a través de la
organización de salones provinciales.
41. Gómez Sicre, a su paso por Argentina convocado como jurado internacional de la Bienal,
expresa a la prensa sus preocupaciones sobre aquellos “complots políticos internacionales” que
pretendían convertir a la Bienal de Sao Paulo en una tribuna de difusión dentro de América Latina
de las “maravillas de la cultura plástica del bloque soviético". Por primera vez, la URSS participaba
en dicha bienal.
42. Fue la muestra que mayor número de visitantes atrajo al Di Tella.
50
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
“Se hacía la Bienal y ninguno de nosotros había sido invitado y en un momento determi
nado apareció por Buenos Aires María Rosa Roca [...] diciendo que disponían de un
espacio que podíamos utilizar y crear una especie de Bienal Paralela, una cosa joven, con
hechos audaces, y nos prendimos en la idea. Armamos en dos días una muestra que fue
bastante suceso, fue muy visitada y cerró de una forma estrepitosa [...]. La Bienal había
sido armada con una idea tan solemne y formal... que esto parecía una explosión de vida
frente a un mausoleo”.45
43. Las fisuras no sólo se expresaron en la Antibienal; también se vieron adentro de la misma
Bienal. En el texto de presentación del Catálogo de la III Bienal, Hugo Parpagnoli insinúa algunas
criticas: menciona el dinamismo que caracteriza a las “corrientes poderosas” que agitan el arte
argentino, de los que la Bienal no daba suficiente cuenta. Hugo Parpagnoli, “Vanguardia vital y
móvil”, Catálogo, III Bienal Americana de Arte, Córdoba, 1966.
44. “Los paralelos”, Primera Plana, N° 200, 25 de octubre de 1966,p. 76.
45. Entrevista a Pablo Suárez, en Guillermo Fantoni (1994).
51
1 ARTE1. LA TRAMA
46. Por ejemplo, dentro de las selecciones anuales de una institución tan poco permeable a la I
novedad como el Salón Nacional de Bellas Artes, a fines de los ‘60 parecen evidenciarse signos del I
impacto de algunas manifestaciones renovadoras. Nos referimos al otorgamiento de primeros pre- I
mios a artistas como Rómulo Macció (1967) y Nicolás García Uriburu (1968). También es significa- I
tiva, entre 1968 y 1971, la convocatoria al Certamen de Experiencias Visuales como nueva sección I
del Salón, que incluía hasta entonces sólo los géneros tradicionales (pintura, escultura).Véase Ana I
Longoni, “Investigaciones Visuales en el Salón Nacional (1968-1971): la historia de un atisbo de I
modernización que terminó en clausura”, en M. Penhos y D. Wechsler (eds.), 1999
47. Edward Lucie-Smith (1984) considera que “aunque el arte se desplazó de lo extremada y I
casi desesperadamente personal a lo fríamente impersonal, las condiciones del conflicto esta- I
ban ya fijadas”.
52
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
48. Jacques Leenhardt (1995) llega a conclusiones similares sobre los intentos vanguardistas
posteriores a los movimientos históricos: “Cortando con la sociedad con la cual ya no se comuni
caba directamente, el arte se desarrolló de manera aislada. Intentó nuevamente, durante los años
‘50 y ‘60, relanzar su proyecto total, tal como lo había concebido a comienzos de siglo; pero fue
en vano. El único vínculo que logró establecer fue el que le propusieron las instituciones cultura
les, gracias a las políticas de difusión que a partir de esta época fueron puestas en práctica. El
museo, las casas de la cultura y el mercado, más o menos manipulados por el sistema mediático,
se hicieron cargo de una esperanza que los propios artistas habían ido abandonando poco a poco.
La reinscripción del arte en la dinámica misma de la sociedad sigue siendo, al alba del siglo XXI,
un proyecto a retomar sobre nuevas bases”.
49. Victoria Combalía, “El descrédito de las vanguardias”, en Combalía (comp.), 1980.
53
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
48. Jacques Leenhardt (1995) llega a conclusiones similares sobre los intentos vanguardistas
posteriores a los movimientos históricos: “Cortando con la sociedad con la cual ya no se comuni
caba directamente, el arte se desarrolló de manera aislada. Intentó nuevamente, durante los años
‘50 y ‘60, relanzar su proyecto total, tal como lo había concebido a comienzos de siglo; pero fue
en vano. El único vínculo que logró establecer fue el que le propusieron las instituciones cultura
les, gracias a las políticas de difusión que a partir de esta época fueron puestas en práctica. El
museo, las casas de la cultura y el mercado, más o menos manipulados por el sistema mediático,
se hicieron cargo de una esperanza que los propios artistas habían ido abandonando poco a poco.
La reinscripción del arte en la dinámica misma de la sociedad sigue siendo, al alba del siglo XXI,
un proyecto a retomar sobre nuevas bases”.
49. Victoria Combalía, “El descrédito de las vanguardias”, en Combalía (comp.), 1980.
53
P a r t e I. L a t r a m a
nuevo marco institucional, producen unas rupturas previstas por los mecanismos de
control cultural y comercial, y en otros, como una imposibilidad de llevar adelante los
proyectos transformadores que se proponen.
Sin embargo, la deslegitimación de las neovanguardias no es una postura unívoca.
En los últimos años, se escuchan voces que las reconsideran desde otras perspectivas.
El norteamericano Hal Foster50 enfoca el retomo a las vanguardias de los años ‘50 y ‘60
como la aspiración de una conciencia crítica similar a la existente en las vanguardias del j
primer cuarto de siglo, tanto en cuanto a las convenciones artísticas como a las condicio- I
nes históricas. Foster ha querido refutar buena parte de las críticas que Peter Bürger hizo
al arte contemporáneo en su Teoría d e la van gu ardia, para demostrar que la neo-van-
guardia no ha perdido su sentido crítico, pues tiene la función de “comprender” pero no
“completar” el proyecto de la vanguardia original.51 Por su parte, el alemán Andreas j
Huyssen (1995) se enfrenta al “argumento, ya formulado en 1962 por Hans Magnus I
Enzensberger y también, de un modo diferente, a comienzos de los ‘70 por Peter Bürger, I
de que el revival neovanguardista surgido a partir de finales de los ‘50 era más ilusorio [
que utópico”. Huyssen, en cambio, considera que:
“una defenestración tan global no tendría en cuenta lo específico de una situación histórica I
en la cual, después de un hiato de casi treinta años de represión y amnesia, el I
redescubrimiento de la vanguardia histórica podría efectivamente generar una vez más I
una intensidad de energías utópicas que ya no podían extraerse de la tradición del alto
modernismo” (Huyssen, 1995: 23).
50. Hal Foster, The Return o f the Real, Cambridge, Mass.-Londres, G. B., The MIT Pres, 1996.
51. Siguiendo el argumento de Foster de que, en realidad, es la neovanguardia quien ha emprendi
do la crítica institucional, Cuahtémoc Medina (1998: 656) considera que “aunque en un primer
momento Rauschenberg y Kaprow recuperaron la vanguardia histórica y, en efecto, la transforma
ron en institución, tal represión (similar a la repetición freudiana) permitió a la segunda neo-van-
guardia de los sesentas (Marcel Brothaers y Daniel Burén) emprender la crítica de esa domestica- ¡
ción. [...1 Más que cancelar la vanguardia, la neovanguardia pone en práctica su proyecto por vez 5
primera -una primera vez, que seguramente es teóricamente interminable”. c
54
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
En Argentina, a partir de la segunda mitad de los años ‘50, tiene lugar un proceso de
emergencia de nuevos artistas y movimientos, con los consiguientes desplazamientos,
recolocaciones y cambios de funciones dentro del campo artístico. El fenómeno vanguar
dista no se restringió a Buenos Aires, sino que tuvo otros centros de efervescencia en otras
ciudades. Tanto el Grupo de Artistas de Vanguardia (Rosario) como el grupo SI (La Plata)
-si bien mantienen lazos eventuales con el Di Tella y el circuito institucional moderniza
dor porteño- manifiestan un desarrollo relativamente autónomo, lo que puede pensarse
como un fenómeno significativo dentro de la historia cultural argentina.
En el caso porteño, habría que distinguir entre zonas diversas de la vanguardia.
Algunos artistas y ciertas tendencias obtuvieron un rápido reconocimiento dentro del
circuito institucional modernizador -prim ero- e incluso sus versiones más moderadas
dentro del circuito tradicional, lo que podría encajar bien en la caracterización que ha
cen diversos autores del destino de las “neovanguardias”.
Pero otros artistas y tendencias transitaron por un itinerario muy distinto. Si es
cierto que estuvieron insertos en el circuito modernizador, recibieron allí pocos o nin
gún aval (premio, beca, etc.), la crítica los defenestró o puso en circulación lecturas
banales de sus producciones, y el público que los siguió fue escaso.
El contexto político y social en que se dieron estas prácticas era bien diferente al
que podía vivirse en Nueva York o París: en general, dado que los campos culturales
tienen un régimen débil de autonomía en las sociedades periféricas;52 en particular, en
el caso argentino, el golpe de 1966, la intervención a la universidad, el clima de tensión
social y su respuesta represiva, contribuyeron a definir la toma de posición de los acto
res y su inscripción en tendencias a la radicalización política de amplias franjas sociales.
No puede negarse que en nuestro campo artístico repercutían las tendencias
neovanguardistas vigentes en las grandes metrópolis. Pero aquí los planteos estéticos
vinculados a variantes del p o p y al imaginario de la cultura de masas alcanzaron un desa
rrollo propio, en medio de condiciones muy distintas de producción, circulación y recep
ción de las obras, de otro estado de conformación de los sujetos y de la estructura del
campo, de otras formas de relación con el poder político. Al respecto, dice Fantoni (1993):
52. Como han señalado García Canclini en su “Introducción” al libro de Bourdieu, Sociología y
Cultura (1980), y también Sarlo y Altamirano, Literatura/Sociedad (1983).
55
P a r t e I. L a t r a m a
53. La periodización que proponemos no pretende marcar límites precisos, ya que en verdad se
producen superposiciones entre los diferentes momentos. Indudablemente muchas de las pro
ducciones más rupturistas de los primeros ‘60 se vinculan con los radicales quiebres en los formatos
y los espacios artísticos tradicionales que se plantean en la segunda mitad de la década.
54. En una posición dominante dentro del campo plástico, se ubicaban desde fines de los ‘50 los
artistas abstractos que integraban el Grupo de los Cinco (Fernández Muro, Sarah Grillo, Ocampo,
Sakai, Testa).
55. Un proceso -y una estética- comparables son los del Grupo Signo (Balmes, Barrios, Martínez
Bonati, Pérez) que surge en los mismos años en la plástica chilena.
56
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
56. Este rasgo excede, por supuesto, a la vanguardia argentina, ya que se trata de un proceso
generalizado en la escena artística internacional.
57
P a r t e I. L a t r a m a
artistas (los porteños y los rosarinos) que están involucrados en la experiencia que
reconstruimos en este libro.
Rasgos
a. Experimentación continua
57. Jacoby relata el proceso en estos términos: “Así se entra en una loca carrera que hace que en
unos pocos años los plásticos pasen del espacio bidimensional del cuadro al objeto, en sus
múltiples variantes, de ahí a las obras-concepto, a los mensajes que reflexionan ¿obre sí mismos,
a la disolución de la idea de obra y su extensión a las transformaciones operadas sobre medios de
comunicación masiva, a los recortes de contexto o señalizaciones de la vida social, etc. Todos
esos planteos extraían al pintor de sus relaciones con los materiales tradicionales, y lo llevaban a
reflexionar sobre sus relaciones con las instituciones culturales de la burguesía, sobre las posibili
dades de realizar una práctica transformadora y sobre la mejor manera de llevarla a cabo: la
vanguardia se politizaba” (Roberto Jacoby, “Una vidriera de la burguesía industrial”, en Los libros,
N° 12, octubre de 1970). Es interesante su última observación respecto del proceso de
radicalización del ‘68 porque entiende la politización como fase del proceso estético.
58
D el D i T ella a " T ucum án A rd e "
/
En pocos años, pues, las nuevas camadas de plásticos abandonan los formatos
tradicionales (pintura, escultura): primero se salen del cuadro (incorporándole objetos,
quitándole los límites del marco), luego pasan a construir objetos, y después a expandir
se en el ambiente. Rápidamente se acentúa la tendencia a la desmaterialización,58 que
alude al desénfasis o incluso a la desaparición del objeto físico y su reemplazo por una
materialidad de otro orden (hasta devenir en conceptos o acciones).
La desmaterialización de la obra de arte es un rasgo generalizable a varias tenden
cias plásticas experimentales de los años ‘60 a nivel internacional. Algunos artistas con
ceptuales atacaron la noción, argumentando que una hoja de papel o una línea de pie
dras, por muy efímeros que fuesen, eran materiales. Evidentemente, con ese concepto se
quiere aludir no al fin absoluto de la materialidad, sino al desplazamiento del interés
sobre ciertos aspectos materiales que apuntan a la obra única y permanente, para focalizar
ya no en el objeto sino en los conceptos y los procesos que se desatan a partir de
situaciones creadas por ese objeto.
Este proceso conduce a postular una ampliación del campo de lo “artistificable” (si se
nos permite el neologismo), bajo el lema de que “todo puede ser considerado arte” o del
principio duchampiano de la descontextualización: “cualquier cosa, desplazada de su con
texto habitual y trasladada al artístico, puede llegar a ser arte”. Lo será desde el momento en
que una conciencia determinada la califique como tal y la intervenga. Así, materiales muy
diversos que jamás fueron considerados como artísticos (desde objetos de desecho, hasta
fragmentos de la naturaleza; desde personas hasta marcaciones sobre la realidad; desde las
formas más austeras y elementales hasta disciplinas como la matemática, la lógica, la socio
logía)59 fueron apropiados por los artistas en sus realizaciones, que adoptaban los formatos
más diversos (fotografías, películas, cassettes, comunicaciones telefónicas, documentos cla
vados en las paredes, entrevistas, textos, proyectos presentados como documentos sin signi
ficación formal, envíos de tarjetas postales, telegramas, premisas matemáticas, estadísticas,
representaciones de actos públicos, acciones callejeras).
58. El término “desmaterialización” es retomado por Oscar Masotta a partir de una cita del
vanguardista ruso El Lissitzky para describir la propuesta del arte de los medios de comunica
ción en el artículo “Después del pop , nosotros desmaterializamos” (en Conciencia y estructu
ra, 1969). También lo emplean, contemporáneamente, la crítica norteamericana Lucy Lippard,
en Sixyears... (1973), y el español Simón Marchán Fiz en Del arte objetual al arte del concep
to (cuya primera edición es de 1972). Véase una génesis del concepto desmaterialización, en
Longoni y Mestman, 2004.
59. Estos cruces se dieron, por ejemplo, en el Colectivo de Arte Sociológico, que actúa en Europa
en los años ‘70, que se apropia de técnicas, conocimientos, otorgados por la sociología, la comu
nicación y otras disciplinas, para realizar acciones artísticas. Al respecto, García Canclini considera
que “sus experiencias, sus manifiestos y los libros en los que Hervé Fischer y Fred Forest sistematizan
tales búsquedas configuran uno de los esfuerzos más orgánicos efectuados hasta ahora para
transformar el arte en función del conocimiento sociológico de lo real, e incluso para revisar los
principios de la sociología y volverlos más flexibles a la peculiaridad de la cultura” (1979; p. 21 ).
59
P a r t e I. L a t r a m a
d. El nuevo público
60. Tomamos esa fórmula de Jacoby: “Para eso tenía que imponerse otra manera de imaginar las
relaciones humanas. La idea de vida aum entada tenía que ver con la conquista de la libertad, la
conquista del planeta" (entrevista publicada en La Nación, Suplemento “Vía Libre”, 21 de mayo
de 1998, p. 28)
61. Sin duda, este rasgo no puede generalizarse a toda la producción de ese entonces. Jacoby
habla del sector kitsch que dentro del Di Tella “halagaba los aspectos más triviales del público
tradicional: el grupo kitsch. Brindaba una visión edulcorada, digerida de la vanguardia” (“El Di
Tella”, en La revista de los jueves, Clarín, 2 de septiembre de 1971).
60
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
vanguardia argentina de los años ‘6 0 - fue Alberto Greco, con sus vivo-dito. Otro precursor
-menos reconocido como tal por la vanguardia-62 fue Ricardo Carpani (en quien nos
detenemos en el capítulo próximo), que desde comienzos de la década del ‘60 instaló su
obra gráfica y muralística en circuitos extraartísticos: la calle, los sindicatos y las publica
ciones políticas. El grupo “Arte gráfico Buenos Aires” (que integraban Juan Carlos Rome
ro y otros artistas) hizo grabados en la calle, que luego vendían a precios populares. La
primera manifestación colectiva y pública de la vanguardia rosarina fue, como veremos,
en una plaza céntrica. Y en 1966, los planteos del Arte de los Medios proponen una
incursión en los medios masivos.
La tendencia a instalarse en la calle también es explorada por la SAAP (Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos) en gran parte de las convocatorias colectivas que realiza
desde fines de los ‘60 y a principios de la década siguiente: murales, volanteadas, actos
relámpago, pegatinas de afiches, etc.63
c. Creación colectiva
62. Acá se puede marcar la excepción de Ferrari, que lo ha reivindicado en muchas oportunida
des en este sentido.
63. Véase el capítulo siguiente.
64. ¿Cómo explicar entonces que instituciones comerciales, como las galerías de arte, les abrieran
sus puertas? Porque si bien no todas las galerías de arte lo hicieron, algunas de ellas (Lirolay, Van
Riel, en algunos casos Bonino, Carrillo en Rosario) aparecen como actores institucionales de gran
importancia en la difusión de manifestaciones vanguardistas. Una respuesta parcial es que los ges
tores de algunas de estas galerías (la francesa Germaine Derberq en Lirolay, el hijo de Van Riel)
61
P a r t e I. L a t r a m a
existencia material en el evento para el que habían sido diseñadas, y no estaban pensa-1
das para entrar en un living pequeñoburgués ni en un museo, ni siquiera para conser-1
varse íntegras en los talleres o habitaciones de los artistas. Tanto es así que de muchas
de esas producciones no ha quedado soporte material ni registro alguno. Jacoby recuer
da las manchas de sangre de Carreira, que distribuía en galerías y calles de Buenos
Aires, los monumentos gigantescos de Suárez, las carpas bordadas con lentejuelas de
Dalila Puzzovio, el huevo de yeso inmenso que Federico Peralta Ramos construyó en las I
salas del Di Tella. Agregaríamos el enorme objeto fálico que Bony abandonó en una I
plaza pública, los cisnes de papel maché que Rodríguez Arias y Stoppani hundieron en
el río, la imagen de Peralta Ramos demoliendo su huevo y la de todos ellos rompiendo |
su obra al final de las Experiencias. “De siete años de actividad sólo quedan retazos,!
fotos, algunos recuerdos”.
La petición que hicieron los mismos artistas para que el monto del Premio Nacional J
Di Tella se repartiera entre los invitados a las Experiencias es acorde con esa concepción.
“No pensaban en términos de mercado”, afirma King (1985; p. 115): sus obras no eran
“vendibles”. Una excepción puede ser el grupo que trabaja con la moda o con diseño de
indumentaria (Puzzovio, Squirru, Giménez, Mesejean-Cancela), cuyas producciones se ins- i
cribieron pronto en ese otro campo.65
La precariedad económica caracteriza la vida cotidiana de la mayoría de los jóvenes
integrantes de la vanguardia artística. La única retribución económica posible para estos
artistas, al producir por fuera del mercado, son las becas y los premios, que les permitían
viajar a otros países donde acceder a un ambiente artístico menos hostil. No se planteaban j
vivir del arte. Para subsistir, trabajaban en las actividades más diversas: desde modelo de
un taller de dibujo hasta empleado telefónico.
Los movimientos
tuvieran afinidades artísticas y vínculos personales con la vanguardia, y eso posibilitará la entrada de
los jóvenes creadores. Otra respuesta -también parcial- es que las galerías cobraban a los artistas
nuevos sus primeras muestras, hasta que tuvieran algún tipo de reconocimiento.
65. Un ejemplo es la serie de zapatos de doble plataforma con la que Dalila Puzzovio ganó el
segundo premio Nacional Di Tella 1966. La firma Grimoldi lanzó esa línea de calzado a la venta.
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Las rupturas y fusiones internas que las atraviesan son complejas, y su organización
interna es variable: incluye tanto la asociación consciente o identificación grupal, como
la organización alrededor de alguna manifestación colectiva pública (por ejemplo, una
exposición, un manifiesto). Las formaciones postulan una posición cultural muy gene
ral, con frecuencia política.
La vanguardia porteña
66. El desplazamiento de París se empieza a evidenciar, en las artes plásticas, a partir del triunfo
del expresionismo abstracto en Europa a fines de los ‘40. Esa primera incursión estadounidense
en la fortaleza europea da comienzo a un conjunto de estrategias que permiten a la “Escuela de
Nueva York” disputar y obtener la hegemonía artística del mundo occidental. La economía del
arte moderno se ve profundamente afectada por estos cambios. En el boom artístico de la década
del ‘50, los artistas estadounidenses se convierten en los principales beneficiarios de un creciente
interés por coleccionar arte contemporáneo.
67. Entrevista, en King, 1987. Los hermanos Guido y Torcuato Di Tella eran parte del directorio
del Instituto Di Tella.
68. En 1963, Jacques Lassaigne, director del Museo de Arte Moderno de París, opinó sobre Buenos
Aires: “Es uno de los centros más activos de la pintura actual”. En 1965, Pierre Restany, escribe
sobre la capital argentina: “estaba ante una gran mutación orgánica, comparable a aquella que hizo
de Nueva York un centro de creación contemporánea” (“Buenos Ayres et le nouvel humanisme”,
Domic n° 425, abril de 1965). Otro crítico extranjero, Alan Solomon, consideró que “el grupo de
Experiencias hace una obra realmente original, que se da por primera vez en el mundo; es lo que
más me interesa de vuestro país”. Citado en Análisis, N° 407, Io de enero de 1969. Véase una
historia de este proyecto de internacionalización del arte argentino en Giunta, 2001.
63
P a r t e I. L a t r a m a
64
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
Tella, los convocaban al Prem io Ver y Estimar o al Braque. Leían y discutían los mismos
libros y revistas .71
Si en los primeros años de la década, el grupo Nueva Figuración se había ajustado a
los rasgos que propone Williams para una formación cultural (asociación consciente, ma
nifestaciones colectivas públicas, en especial, exposiciones), en cambio, dentro del segun
do momento de vanguardia en Buenos Aires los lazos son más laxos y cambiantes. Ya no
se puede hablar de un único grupo, sino de varios grupos, que podían funcionar articula
dos y desarrollar a la vez estrategias distintas.72
Slemenson y Kratochwill tam bién los caracterizan com o “parte de un m ovim iento”.
Esta veintena de individuos “en algún m om ento fue caracterizada com o grupo: desde
afuera, por la crítica y las invitaciones de galerías y m useos para exponer en forma
conjunta; desde adentro, por afinidades profesionales y lazos afectivos nacidos de la
frecuentación continua y/o la convivencia en talleres”. Las afinidades son imprecisas
pero existen: están juntos, se ven a diario, los unen vínculos de amistad, intercambian
entre ellos información sobre el am biente artístico, y funcionan com o evaluadores de las
obras de sus pares (Slem enson y Kratochwill, 1967: 18).
De acuerdo a los testimonios de los artistas entrevistados, siem pre hubo entre
ellos diferencias estéticas e ideológicas que no impidieron conform ar un grupo en este
sentido amplio. Si echam os un vistazo sobre las producciones de sus integrantes, son
notorias las diferencias: mientras a mediados de la década Suárez hacía sus “m uñecas
bravas”, esculturas grotescas con las que montaba escenas de burdel, y tam bién colabo
raba en La M enesunda, Jaco b y em pezaba a experim entar con m edios masivos junto a
Masotta, Costa y Escari; Rodríguez Arias dirigía teatro experim ental en el CEA del Di
Tella; Carreira incursionaba en tem pranos planteos conceptuales.
También eran distintas sus simpatías políticas, aunque los uniese una simpatía
común hacia distintas zonas de la nueva izquierda. Jaco b y y Carreira son reconocidos
71. La revista Airón es mencionada por Jacoby como parte de la trama secreta de los ‘60.
También Slemenson y Kratochwill la nombran dentro de los consumos culturales del grupo. Salió
entre 1960 y 1965 (del N° 1 al 9). En su grupo de redacción: M. Benítez, Eduardo Costa, C.
Dujovne, M. Ezcurra, R. M. Rey, M. Teglia (responsable desde el N° 2), B. Papastamatíu. Colabo
ran además nombres como E. de ípola, Saúl Karsz, Enrique Molina, Leandro Katz, Jaime Rest.
Publican, entre otras, notas sobre Tel Quel, el existencialismo, el realismo crítico y la vanguardia.
Véase Lafleur, H., Provenzano, S., Alonso, F., 1968, pp. 292-294 y 309-
72. Se trata de un grupo amplio que a su vez tenía varios subdivisiones eventuales (por afinida
des, por proyectos). El grupo que integraban Suárez, Jacoby, Carreira, Ruano, Ferrari, entre otros.
Lamelas y Paksa, que trabajaron un tiempo juntos en obras minimalistas. Los realizadores del Arte
de los Medios (Jacoby, Massota, Escari y Costa). Otro grupo, los que trabajaban en el taller de
Pacheco de Meló, nombrado por la crítica como el grupo pop , se autodenominaba Grupo TSE
(“sigla que no quiere decir nada sino un homenaje íntimo a T. S. Elliot”, dice Marilú Marini, Clarín ,
2 de abril de 1994): Píate, Cancela y Mesejean, Squirru, Puzzovio, Giménez, y los habitantes del
taller. Esta división en grupos no implica que no compartieran encuentros habituales, proyectos y
realizaciones con integrantes de otros grupos. O que varios de esos agrupamientos tuvieran un
tiempo de vida muy breve como tales.
65
P a r t e I. L a t r a m a
com o los que “aportaron una cuota ideológica más precisa y que, de alguna manera, nos
movió el piso a todos ”.73 Las diferencias políticas, com o verem os más adelante, socavan
la unidad del grupo: “Las [peleas] más importantes aparecieron cuando fuimos tomando
posiciones más duras políticamente. [Aunque] Podía pasar que una semana uno estuvie
ra en la vereda de enfrente del grupo de Dalila Puzzovio, pero a la otra semana estába
mos juntos de nuevo, haciendo cosas ”.74
¿Qué los unía, entonces? Los sostenía com o grupo el intercambio de ideas en una
clave com ún, que configura - e n términos de W illiam s- una “estructura de sentimiento”
com partida. Al rem em orar esos acuerdos, P ablo Suárez habla de la intención de
desacralizar la obra de arte, en tanto obra única, de la centralidad del espectador, en la
medida en que la obra estaba diseñada para provocar una reacción en él, del lugar
primordial de la ética en los planteos estéticos de todos ellos. En el mismo sentido,
Roberto Ja co b y m enciona la capacidad del grupo de servir de interlocutor de las obras
que ellos mismos elaboran, aún en códigos y formatos muy diversos, capacidad que no
hallaban en el público, ni en la crítica especializada, ni siquiera -llegados a determina-^
do p u n to - en las instituciones que venían dándoles cabida.
Entonces, algunos ámbitos en común, ciertos recorridos coincidentes son indicios
de la existencia de un grupo de artistas, lo que no debe entenderse com o una formación
orgánica, consolidada, ni una producción hom ogénea. Lo que los unía era el diálogo, la
circulación y discusión de ideas, el cuestionam iento radical a los cánones estéticos, al
lugar asignado al espectador com o participante en la creación de la obra, y el convenci
miento de que no se puede desvincular la estética de la ética.
En esos diálogos está quizá la clave de la fecundidad de la circulación de ideas, la
elaboración de la inform ación que recibían de lo que estaba ocurriendo en el arte en el
exterior, pero sobre todo la incesante discusión de propuestas. En ese clima de ebulli
ción e interacción se generó la posibilidad de que las ideas y las producciones de unos
se entrecruzaran con las de los otros. De allí surgieron manifestaciones muy diversas,
unidas por un ánim o colectivo de indagación y creatividad que potenciaba cualquier
capacidad individual.
La vanguardia rosarina
En el caso del otro foco vanguardista que está involucrado en el itinerario del ‘i
partamos de pensar a Rosario, importante centro urbano moderno, com o un campo
cultural consolidado, que a lo largo del siglo XX ha sido escenario de una historia de
sucesivas rupturas estéticas que Guillermo Fantoni (1993) denomina de “vanguardia je
intermitente”. Esas coyunturas, que tienen en com ún “intensidades vanguardistas”, “las a
73- Entrevista a Pablo Suárez, en Tiempo Argentino, 13/7/1988. Romero Brest también los distin-J
gue del resto cuando dice: “últimamente (1966) hemos atraído hasta a los más reacios y 7:
comunizantes, como Carreira y Jacoby” (Slemenson y Kratchowill, 1967; p. 35) p<
74. Ibíd. a
66
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
transgresiones al establishm ent cultural” y “la intención de producir cambios que exce
dían el ámbito específico del arte”, tuvieron lugar en los años treinta (con Berni y la
“Mutualidad”), en los cincuenta (con el “Grupo Litoral”), y por último en los años ‘60
(con el llamado Grupo de Artistas de Vanguardia). Si mencionamos esta secuencia, es
con la intención de señalar como hipótesis la relativa autonomía de la historia cultural
rosarina y la potencia y expansividad de sus momentos de ruptura.
Hacia fines de los ‘50, el Grupo del Litoral había logrado “una posición verdadera
mente hegemónica e integrada al tramado institucional” en el campo artístico rosarino,
resultado de su “exitosa síntesis modernizante y de sus significativas aportaciones forma
les”, así como de “un conjunto de transformaciones como la captación de nuevos públicos,
el redimensionamiento del mercado de bienes simbólicos y una modificación de los con
sumos artísticos” (Fantoni, 1993: 109). El Grupo Litoral deja de ser una formación alterna
tiva y migra del campo de la producción al de las instituciones de formación y difusión.
Es en este terreno, el de la formación de jóvenes artistas, en que los vínculos entre el
Grupo Litoral y la nueva generación son evidentes. Los centros de enseñanza en el área
plástica eran esencialmente dos, el taller de pintura que Juan Grela tenía habilitado en su
casa, y la Escuela de Bellas Artes (entonces dependiente de la Universidad del Litoral,
actualmente de la UNR), donde primaba la figura de Carlos Enrique Uriarte, el pintor de
mayor prestigio en el cuerpo docente. Ambos eran antiguos integrantes del Grupo Litoral,
pero sus diferencias estéticas y políticas los habían distanciado. Por estos dos centros
pasó la mayoría de los jóvenes integrantes de la vanguardia rosarina de los ‘60.
En 1965, son dos los lugares en los que se reúnen los creadores jóvenes: el taller de la
calle Bonpland, de ex-a'umnos de Juan Grela, donde estaban Juan Pablo Renzi, Aldo Bortolotti,
Carlos Gatti y Eduardo Favario; y el taller de la calle 1° de mayo, de egresados de Bellas
Artes, que integraba a Ana María Giménez, Martha Greiner, Coti Miranda Pacheco y Guillermo
Tottis. Alrededor de ellos circulaban otros artistas, aliados esporádicos o permanentes. Des
de fines de los años cincuenta, existía también el Grupo Taller, que reunía a artistas prove
nientes de las aulas de Uriarte con una producción pictórica informalista, egresados algunos
años antes que los artistas antes mencionados: Rubén Naranjo, Osvaldo Boglione y Jaime
Rippa, quienes a mediados de los ‘60 promediaban los 35 años.
Al año siguiente, 1966, se empieza a formar otro taller de cuatro artistas recién
egresados de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad. Este taller, ubicado en la calle
Tucumán e integrado por Lía Maisonnave, Graciela Carnevale, Noemí Escandell y Tito
Fernández Bonina, se convierte en la sede de reuniones de todo el grupo rosarino.
Además de todos los núcleos mencionados, a éste se integran otros artistas, como el
joven Norberto Púzzolo, Rodolfo Elizalde, Emilio Ghilioni y José María Lavarello (también
alumnos de Grela), que participaron en diversas instancias de este proceso vanguardista.
A partir de 1965 los jóvenes integrantes de varios talleres deciden acabar con la
puja heredada entre Grela y Uriarte,75 que no sentían propia, para iniciar un camino
75. La rivalidad entre Grela y Uriarte, que no sólo provenía de diferencias estéticas sino de
posicionamientos ideológicos y de rencillas personales, parecía trasladarse -com o una herencia-
a sus alumnos. En esa puja “estaban en juego sus colocaciones institucionales, su inserción en la
67
P a r te I. L a t r a m a
68
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Este nuevo género, que trabaja con formas abiertas y fluidas, sin comienzo ni fin
estructurados, implica una “síntesis interdisciplinar” (Marchán Fiz, 1988). La genealogía
del happening puede rastrearse tanto desde el estallido de las formas y los espacios
teatrales convencionales como desde la progresiva desmaterialización de la obra plásti
ca (a partir del procedimiento del collage, y el pasaje al assemblage y a la ambientación).
Se trata de experiencias efímeras y discontinuas que ponen en evidencia su inadecua
ción al marco de las instituciones culturales tradicionales.79
El happening ocupó parte importante de la atención del Di Tella en 1966: su catá
logo de actividades registra la organización de happen in gs de Minujin, Masotta y “el
equipo de Roberto Jacoby”. En el primer caso se trata de “Simultaneidad en simultanei
dad”, una de cuyas fases se realiza en Buenos Aires organizada por Marta Minujin, al
mismo tiempo que otras por Alian Kaprow en Nueva York y Wolf Vostell en Berlín.
Masotta (1967: 173) realizó el suyo en noviembre, y lo caracterizó poco después como
“un acto de sadismo social explicitado”. Como en el caso del pop, una conferencia de
Masotta y otra de Alicia Páez se detuvieron en el fenómeno. También visitaron la ciudad
dos grandes realizadores del género: Alian Kaprow y Jean-Jacques Lebel, quien incluso
realizó un happening en las salas del Di Tella.
Si la intención del happen in g como manifestación vanguardista era provocar un
shock en el espectador y un trastocamiento de los lugares y los tiempos en la recepción
convencional de la obra de arte (Lebel,1967: 37), lo cierto es que pronto la prensa creó
una “moda” en tomo al nuevo género. Una vez que los medios de comunicación cons
truyeron el “mito” del happening, era difícil recuperar ese potencial utópico que para
algunos buscaba ubicarlo como género total, que fusionara todos los demás y reinsertara
el arte en la praxis vital. Al evidenciarse estas limitaciones, dentro de la vanguardia
empieza a gestarse un nuevo género que en ese mismo año 1966 emerge como alterna
tiva: el arte de los medios de comunicación de masas. Los impulsores del arte de los
medios fueron básicamente el núcleo formado por Oscar Masotta, Roberto Jacoby, y los
escritores Raúl Escari y Eduardo Costa (Herrera, 1997; Longoni y Mestman, 1995 y 2004).
En 1966 se ubica, además, el temprano inicio de planteos conceptuales. Nos refe
rimos en especial a la obra de Ricardo Carreira, presentada en el Premio Ver y Estimar.
Consistía en un piolín que atravesaba toda la sala del Museo de Arte Moderno hasta
llegar al cubículo que habían destinado a cada artista. Allí, un pedazo del mismo piolín
se exhibía en un pequeño caballete de madera, rodeado de fotocopias, en las que se
veía la imagen en negativo del piolín enrollado y a su alrededor, un texto diseminado:
letras, palabras, frases. Este juego entre la presentación y la representación lleva a espe
cular sobre si el piolín que atravesaba la sala era una señal del de la fotocopia, o si en la
fotocopia estaba la huella del piolín exhibido. Como dice Jacoby, se trataba de “una
compleja tesis acerca de la discontinuidad entre concepto, imagen y objeto” que “lo que
79- Sobre el desarrollo de este género en nuestro medio, véase Oscar Masotta (comp.), Happenings
(1967). Sobre la noción de happening, véase en particular el artículo de Alicia Páez incluido en
ese volumen.
69
P a r te I. L a t r a m a
80. El conceptualismo que desarrolla Carreira desde los años ‘60 se aproxima notablemente a la* j
propuesta de Joseph Kosuth. La obra de éste, “Una y tres sillas” (1965), presenta una estructural ¡
similar a la obra del piolín montada por Carreira en el Premio Ver y Estimar de 1966, y a las! t
desconstrucciones lingüísticas de sus Poemas (publicados en 1996). La obra de Kosuth consiste (
en una silla plegable de madera, una fotografía de una silla, una ampliación fotográfica de la (
definición de silla del diccionario. El artista pregunta al espectador en cuál de las tres sillas reside ^
la identidad del objeto: en la cosa misma, en su representación o en su descripción verbal; y si esí ,
posible descubrirla en las tres juntas. j
81. Entrevista a Guillermo Tottis, realizada por Fantoni, 1987. e
82. Este manifiesto ha sido publicado en Fantoni, 1998. “
70
D el D i T ella a " T u c lm á n A rd e"
cultura oficial. Este texto, conocido com o el Manifiesto Anti-mermelada, constituye una
toma de posición explícita contra las formas y prácticas oficializadas del arte, y expresa
una mayor consolidación y autoconciencia del grupo de su ubicación en el campo.
1966 es también el m om ento es que se inician los contactos del grupo rosarino con
la vanguardia porteña: en abril, una muestra de uno de los talleres rosadnos en la
galería Pro-Ar, la participación de algunos artistas rosarinos en el “H om enaje al Viet-
Nam”, en la galería Van Riel, ambas de Buenos Aires; en octubre, la participación con
junta en la Bienal Paralela en Córdoba, organizada com o alternativa a la III Bienal Ame
ricana de Arte.83
71
P a r te I. L a t r a m a
El boom rosarino
72
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
“Hace diez años, nadie hubiera imaginado que uno de los corazones de la vanguardia plástica
argentina latiría en Rosario: menos aun, que ese corazón podría irrigar un fenómeno indepen
diente de Buenos Aires, tan autónomo como para que la metrópoli sólo le sirva de dato
referencial. [...] El proceso centrípeto que los fue llevando a constituir el mayor y más cohe
rente grupo de la nueva plástica”.
Al llegar el ‘68, año del itinerario compartido que estudiamos en este libro, el
grupo Rosario es una formación consolidada en tanto hace públicas sus opiniones a
través de manifiestos y declaraciones, interviene colectivamente en una serie de aconte
cimientos públicos, discute internamente qué tipo de intervención deben realizar sus
integrantes en relación con las instituciones del campo, etc. Como veremos luego, la
autogeneración y autosostén en un local propio del Ciclo de Arte Experimental (entre
mayo y octubre de 1968) da cuenta de una identidad colectiva mucho más cohesionada
que la que puede notarse entre los artistas porteños en ese momento.
De lo dicho hasta aquí se desprende que en Buenos Aires no se puede hablar,
como en Rosario, de una única formación. Los artistas se agrupan a partir de afinidades
o amistades, y suelen actuar en grupos más amplios a partir de una convocatoria pun
tual. Existen distintos talleres y agolpamientos flexibles, así como ámbitos de encuentro
donde se discute e intercambian proyectos. Se producen obras e intervenciones colectivas
para las que se constituyen grupos esporádicos. Sus pertenencias no eran excluyentes
de otros vínculos: un artista podía estar trabajando simultáneamente en varios grupos.
Se trata, en definitiva, de otro tipo de formación.
Nuestra hipótesis es que las diferencias en las modalidades e intensidades de
participación en el itinerario del ‘68, que recorreremos en la parte II, encuentran en
parte su explicación en la historia y las constituciones de cada grupo. En ese sentido,
puede volverse al informe que elaboran Slemenson y Kratochwill sobre una base de
datos relevada en 1966. Allí concluyen en relación al grupo porteño que “nuestra
impresión es que esa unión está muy resquebrajada y que el grupo como tal está a
punto de desplomarse”. Entre las causas para sostener esa suposición mencionan que
“no existe ya un sujeto o grupo de sujetos capaces de nuclear a los demás”, que “riva
lidades internas” afectan la unidad, que tiende a desaparecer la “afinidad artística”
entre ellos, que las becas “provocarán la desintegración de los lazos (al trasladar a
P a r t e I. L a t r a m a
algunos de ellos al exterior)”. Concluyen que “puede preverse que la mayoría de los ¡
sujetos pasará a integrar nuevos grupos de afinidad profesional” constituyendo “esla-l
bones hacia adelante” (1967: 18-19). Poco después citan una entrevista con uno de
ellos, en la que dice: “nuestros valores comunes son difíciles de definir. Quizá lo más
semejante es que consideramos todo provisional y que queremos una permanente
experimentación” (1967: 21).
Otra característica -q u e es común pero con diferentes matices en ambos casos- es
que los grupos de afinidad no incluían exclusivamente a artistas plásticos: se incorporan
intelectuales (Masotta, en Buenos Aires; María Teresa Gramuglio y Nicolás Rosa, ení
Rosario), escritores, actores, cineastas, fotógrafos. En Buenos Aires, las pertenencias!
“disciplinarias” no eran estancas: en muchos casos, los roles eran múltiples, intercam-l
biables; los lugares no estaban delimitados. El mismo individuo que experimentaba con
medios plásticos, podía hacerlo con medios audiovisuales, cine, teatro, danza o cual-l
quier otro medio que tuviera a su alcance. Se exceden los límites tradicionales de los:
géneros, al mezclarlos, y también los lugares asignados a cada actividad.88 En cambio en
Rosario, si bien se integraron en algunas instancias a intelectuales y al músico Dante
Grela, cada cual se mantuvo en su especialidad.
Aun más: no es inhabitual que se produzca arte al mismo tiempo que se lleva ade
lante una reflexión teórica al respecto. Se ubican en una zona vaga, un lugar de cruce
productivo entre la experimentación y la teoría social y estética, que ellos mismos conce
bían como conflictivo, difícil de clasificar, “intranquilizador” para los cánones vigentes en
el campo artístico y cultural.
La recepción de la vanguardia
88. Una anécdota es ilustrativa al respecto: Susana Salgado, ganadora del Premio Nacional Di
Tella de 1966, no asistió a la entrega de premios porque en ese horario estaba actuando en la
obra teatral Drácula , dirigida por Rodríguez Arias.
89- Tomamos la noción de Michael Baxandall, Painting an d Experience in Fifteenth Century.
Para él, el “ojo de la época” es la preparación con la que el público de un pintor del siglo XV (esto
es, los otros pintores y las “clases protectoras”) podía contar ante estímulos visuales complejos ;
(cuadros). Esas técnicas se esbozan a partir de la experiencia general, la de vivir la vida del >
Quattrocento. La posibilidad de la recepción está determinada por la sociedad que ha influido en i
su experiencia como receptores. Muchas instituciones culturales forman parte activa de la forma- i
ción de la sensibilidad de la Italia quattrocentista, y convergen para producir el “ojo de la época”. ]
74
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
90. Algunos testimonios de los protagonistas de la vanguardia nos hablan de una percepción
conflictiva de la propia creación. Roberto Jacoby reflexiona sobre la sensación de desconcierto e
inutilidad a la que llegan él y su entorno: “No había adonde ir. [...] Cuando se llega a esos niveles
de reflexión estética tan abstractos, tan revolucionados y tan idos de mambo, ¿qué hacés des
pués? No te sostiene la sociedad, ni el mercado, no tenés legitimidad. Era una situación medio
desesperante”. En el mismo tono, el rosarino Aldo Bortolotti considera que estaban “metidos en
un medio donde a nosotros no nos bancaban nada, sin recursos... Sin receptividad y sin posibilida
des”. Pablo Suárez dice al cronista de Primera Plana, refiriéndose a la muerte de la pintura: “Ese
trabajo era un callejón sin salida. Nuestros espectadores eran sólo los críticos, los intermediarios,
algunos necrófilos. Hacía rato que la vida había quedado afuera, y la única aventura real consistía
en salir del callejón” (“Argentina: La muerte de la pintura”, en Primera Plana N° 333, mayo de
1969).
91. Especialmente Pellegrini, Parpagnoli, Cousté y la ya mencionada Germaine Derbecq. Hay
casos más ambiguos como el de Basilio Uribe (que escribe en la revista católica Criterio), que
se esfuerza por comprender el rumbo del arte actual. También eventualmente algunos artistas
escribieron, ante el vacío reinante, análisis de los sucesos (como Edgardo Vigo en El Día de La
Plata, y por supuesto, Oscar Masotta, a quien nos referimos en extenso más adelante).
92. Los ataques hacia esta vanguardia vinieron tanto desde la derecha (por ejemplo, Ernesto Ramallo
en La Prensa) como de críticos cercanos a la izquierda (como Cayetano Córdoba Iturburu, que
había sido integrante del Partido Comunista hasta su expulsión en 1949 y provenía de la experien
cia vanguardista de los martinfierristas).
93. Resulta interesante la observación de Terán (1991; pp. 81-82) respecto de las contradiccio
nes que en los alientos a la modernización pueden evidenciarse, por ejemplo, en un pilar de este
proceso como fue Primera Plana : “mientras [...] promueve la modernización económica y social
al propugnar una mayor racionalidad y eficiencia para potenciar la productividad industrial, o al
enfatizar fenómenos como la urbanización y la importancia de los medios de comunicación de
masas, por otra parte aparece escasamente moderna toda vez que se trate de ampliar el ámbito
de la ciudadanía política en los términos reales en los que esta cuestión estaba planteada por la
proscripción del peronismo”.
P a r te I. L a t r a m a
94. Sigal (1991) toma como acontecimiento clave del proceso modernizador la aparición del
semanario Primera Plana, a fines de 1962. Efectivamente, Primera Plana, junto a otros semana
rios de actualidad, contribuye a la renovación del discurso periodístico al tiempo que introduce al
lector en los nuevos temas en boga en el mundo. Colaboran en la introducción de nuevos autores
y paradigmas en las ciencias sociales (como el psicoanálisis, la antropología estructural, la semio
logía, la lingüística, etc.). Funcionan no sólo como puesta al día de un ampliado público lector;
sino también como un espacio de consagración y legitimación en el campo cultural (Alvarado y
Rocco-Cuzzi, 1984).
95. Gregorio Klimovsky, “El papel de la crítica de las ideologías en la comunicación social”.
Simposio “Los intelectuales argentinos y su sociedad”, nov.-dic. de 1966. En Rodríguez Bustamante
(comp.): Los intelectuales argentinos y su sociedad, Buenos Aires, Libera, 1967.
76
D e l D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
96. Silvia Sigal (1991; pp. 194 y 195) analiza estas críticas en los siguientes términos: “Aún a fines de
los ‘60 las experiencias de la ‘manzana loca’ del Di Tella, subversivas a los ojos de la policía, fueron
ignoradas o despreciadas por numerosos intelectuales marxistas. La mezcla de apoliticismo y de
innovación características del Di Tella de Florida escandalizaba a intelectuales ocupados en arreglar
cuentas con el pasado y en busca de su identidad política. [...] Partidarios de la obra comprometida
podían formular, gracias a la larga historia de tensión entre cultura y política en las expresiones
artísticas, reproches a los ‘estetizantes’ (análogos a los de ‘cientificistas’)”.
97. Véase, entre otros: Helio Casal, “Salones Privados”, Cuadernos de Cultura, N° 71, Buenos
Aires, noviembre-diciembre de 1964; Comisión de Plásticos Comunistas, “Salones Privados, Fun
daciones y Becas”, Cuadernos de Cultura, Buenos Aires, N° 91, septiembre-octubre de 1968;
Jorge de Santa María, “Los artistas plásticos, la vanguardia y la hegemonía cultural”, Cuadernos de
Cultura, N° 94, marzo-abril de 1969.
77
P a r t e I. L a t r a m a
Muchas veces a lo largo de esos años, la crítica de arte cuestiona en los jurados de
los Premios del Di Tella, la excesiva valoración de la novedad por encima de cualquier
otro criterio. Marta Traba98 llega más lejos, al considerar que esa carrera de consagracio
nes y renovación ininterrumpida era un acelerado “salto al vacío de las vanguardias”:
“En la primera generación (Macció, De la Vega, Noé, Deira) hay fuerza, potencia. Pero ¡
después no, porque el Di Tella es castrador, porque no seguía con los artistas. Pedía todos |
los años una cosa nueva y eso destruye la continuidad de una forma artística. Igual que en
Estados Unidos, el Di Tella inventó la estética del deterioro, se consume una cosa y des- [
pués tienes que cambiarlo. Fue una especie de horno crematorio”.99
98. Traba había sido discípula en los ‘50 de Romero Brest en la Asociación Ver y Estimar, y en los i
‘60 -instalada en Bogotá a cargo del Museo de Arte Moderno- evaluó el arte latinoamericano f'
desde los postulados de la teoría de la dependencia.
99- Entrevista a Marta Traba, en King, 1985.
100. Pueden consultarse los ya citados libros de Silvia Siga! y Oscar Terán, así como diversos ?
trabajos que abordan aspectos de la cuestión (Véase las referencias a Beatriz Sarlo, María Teresa '
Gramuglio, David Viñas, Nicolás Casullo, Horacio González y Héctor Schmucler, en la bibliogra
fía). Asimismo, puede consultarse el ya citado volumen colectivo Cultura y Política en los años j
sesenta (1997), que compila investigaciones llevadas a cabo en los últimos años sobre diversas i
perspectivas del cruce entre cultura y política de izquierda en Argentina de esa década (Jorge
Cernadas, Guillermo Fantoni, José Fernández Vega, Ana Filippa, Claudia Gilman, Andrea Giunta, [
Carlos Mangone, Enrique Oteiza, Horacio Tarcus y nosotros). Este debate se viene manifestando
en los últimos años en forma privilegiada en las revistas culturales (Punto de Vista, Confines, El
ojo mocho, El Rodaballo, Sociedad, Utopías del Sur, Causas y azares, entre otras).
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
propusieron politizar su labor creativa y hacer política desde ella (y más allá de ella).
Desde distintas posiciones ideológicas, militancias políticas y desarrollos estéticos, pue
den reconocerse planteos que resolvieron de diferente modo la conflictiva relación entre
arte y política. En este punto, queremos reponer -m uy someramente—esas otras posicio
nes del arte político de los ‘60, que son el marco de referencia obligado de la vanguardia
para diferenciarse y debatir o para acordar y llevar a cabo iniciativas conjuntas.
En un (esbozo del) estado de la cuestión de las posiciones que formulan vínculos
entre artes plásticas e izquierda hacia mediados de los años ‘60, podríamos destacar: (a)
la influencia del Partido Comunista sobre una vasta zona del campo cultural (aunque
cada vez más limitada por las sucesivas fracturas políticas de núcleos intelectuales y las
consecuentes influencias de la naciente nueva izquierda); (b) la marcada presencia pú
blica de Ricardo Carpani (al comienzo junto al grupo Espartaco) con sus murales y grá
fica sindical y política; (c) la creciente tensión hacia la política en algunos vanguardistas
hasta allí vinculados a las instituciones modernizadoras; (d) el inicie de la confluencia
de artistas de diversas identidades políticas y estéticas en muestras de carácter colectivo
convocadas en torno a un eje político aglutinante.
Ricardo Carpani fue, sin duda, el creador de las imágenes que se asocian inevi
tablemente con la militancia política y sindical de los años ‘60 y setenta. Sus dibujos y
gráficas circularon en afiches callejeros, tapas e ilustraciones de revistas, volantes o
periódicos de izquierda (sobre todo peronista) y sus murales ocuparon paredes de
más de un sindicato. Para entender la trayectoria de Carpani es ineludible tener en
cuenta su inserción política. Estuvo involucrado, desde los años cincuenta, con diver
sas variantes de la corriente de origen trotskista autodenominada “izquierda nacio
nal”, cuya firma más visible fue Jorge Abelardo Ramos, y que buscaba interpelar fun
damentalmente a la clase obrera peronista. La militancia estrictamente política no fue,
pues, periférica en la vida de Carpani; y esta doble pertenencia (al campo político, al
campo artístico) no fue vivida por él como contradictoria, sino como indisociable.
En 1958, aparecía en la revista Política, que dirige Ramos, el Manifiesto “Por un Arte
Revolucionario en América Latina” con la firma de Mario Mollari, Juan Manuel Sánchez,
Carpani, Julia Elena Diz y Esperilio Bute.101 Allí se precisaban los posicionamientos estéti
cos y políticos de estos artistas, y se señalaba la voluntad de pasar de la pintura de caballe
te “como lujoso vicio solitario”, al “arte de masas, es decir, al arte”.102 El Manifiesto parte de
destacar la presencia, en la mayor parte de los pintores argentinos y en particular en los
promovidos por la crítica, de un “total divorcio con nuestro medio, el plagio sistematizado,
101. Otro manifiesto -muy similar-, titulado “Por un Arte Nacional” y firmado sólo por Bute,
Carpani, Mollari y Sánchez, apareció en el primer número del periódico antiimperialista El Mache
te, de Zárate, el 20 de octubre de 1958.
102. En 1957, dos años antes de la creación del grupo Espartaco, Carpani y Sánchez presentaron
dos grandes murales en la galería porteña Huemul, donde podía percibirse la influencia del muralismo
mexicano. A comienzos de ese año, el crítico Ernesto Schóo citaba a Carpani destacando la pintura
mural como el gran arte de todos los tiempos frente a la pintura de caballete, que el artista caracte
rizaba “en cierto modo una aberración”.
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P a r t e I. L a t r a m a
la repetición constante de viejas y nuevas fórmulas... que al ser copiadas sin un sentido
creativo se convierten en huecos balbuceos de impotentes”. Entre las causas determinantes
del “coloniaje cultural y artístico” que se denunciaba, se señalaba el carácter dependiente
del país y el rol de una oligarquía vinculada al imperialismo y “caracterizada en el plano
cultural por una mentalidad extranjerizante”. Esto llevaría al artista a acomodar su produc
ción a los gustos y exigencia de la clase dominante, a divorciarse de las mayorías popula
res, “vaciando de contenido su obra, castrándola de toda significación", a limitarse a un
“mero juego con los elementos plásticos, virtuosismo inexpresivo, en algunos casos de
excelente técnica, pero de ninguna manera arte, ya que éste sólo es posible cuando se
produce una total identificación del artista con la realidad de su medio”.
Frente a esto, el grupo proponía el desarrollo de un “arte nacional”, en el sentido de
latinoamericanista, se reconocía en la trayectoria de Orozco, Rivera, Tamayo, Guayasamín,
Portinari, entre otros, y consideraba que el arte latinoamericano, un “insustituible arma de
combate”, debía estar necesariamente imbuido de un contenido revolucionario.103
Éstos son los lincamientos del grupo Movimiento Espartaco (Bute, Carpani, Pascual
Di Bianco, J. Elena Diz, Raúl Lara, Mollari, Carlos Sessano y Sánchez), constituido públi
camente en 1959. En agosto, su muestra en la galería Velázquez había sido recibida con
beneplácito por algunos críticos y por otros, con un duro cuestionamiento hacia los
principios colectivos señalados. Cuando al año siguiente el grupo expuso en Van Riel,
tanto el crítico de C larín (11/8/60) como el de N oticias G ráficas (12/8/60) reseñaron
favorablemente la muestra. Mientras el primero destacaba que no se trataba simplemen
te de una pintura de propaganda, Baliari sostenía: “No es pues una condición inhibitoria
la de descubrir que realizan pintura de tendencia mural. Es uno de sus méritos”. Carpani
había presentado, entre otros trabajos, el óleo Los desocupados, reproducido en la nota
del diario Nuestro P u eblo (24/8/60). El crítico de este medio, ubicaba explícitamente al
grupo como testimonio de “la presencia del movimiento de la IV Internacional o trotskis-
mo en la plástica argentina”104 y señalaba la reacción de estos “jóvenes pero talentosos
artistas [...] frente a tanta obra abstracta y sin argumento humano”. En lo referido a la
temática, el crítico destacaba la valentía del grupo al presentar temas todavía “canden
tes” como los fusilamientos de 1956, las villas miserias, la desocupación.
103- Con estos posicionamientos, en noviembre de 1958, junto a Mollari y Sánchez, Carpani
exponía dibujos y pinturas en la Galería Van Riel, una muestra que fue reseñada por la prensa de
izquierda. Con el título “Arte Social en Van Riel”, el periódico Revolución, que dirigía Marcos
Kaplan, órgano del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Praxis) cuyo mentor fue Silvio
Frondizi, reproducía un cuadro de Mollari y se preocupaba por confrontar la adhesión de un
“público entusiasta” el día de la inauguración, con el “mundo indiferente que deambula por las
galerías de la ‘elegante’ Florida”. En un número anterior, del mes de mayo, el periódico había
reproducido un dibujo de Carpani, titulado “I o de mayo”, que ilustraba una entrevista al mismo
Carpani, junto a Sánchez, Bute y Mollari.
104. Dice también: “Este movimiento, tan activo en los medios estudiantiles y obreros, ya ha
tenido manifestaciones destacadas en la literatura, la historia y la sociología. El grupo a que nos
referimos viene a representarlo ahora en el campo de la pintura”.
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105. Esto varía a nivel internacional, ya que Carpani en gran medida se mantenía económicamen
te, desde los años ‘60, gracias a la venta de sus pinturas y dibujos en Europa, en donde organiza
numerosas exposiciones en el circuito de galerías.
106. Sobre este grupo de plásticos anarquistas, que actuaron en Buenos Aires en las décadas del
'10 y el ’20 (véase Muñoz, 1997).
107. Véase “Advertencia”, fechada en diciembre de 1961, en La política en el arte, op. cit.
108. A pesar de que León Trotsky, figura de referencia política de Carpani, tuvo una sensible
apertura hacia las manifestaciones de vanguardia (de lo que dan cuenta desde sus artículos sobre
el futurismo ruso, su simpatía por la escritura del francés Louis Ferdinand Céline -distanciando la
obra de las posturas fascistoides del autor-, su aproximación en el exilio en México a la obra del
muralista Diego Rivera, y el manifiesto que redactara con André Bretón en 1938 proclamando
“toda libertad en arte”), muchos trotskistas no heredaron esa amplitud de perspectiva sino una
impronta hostil hacia el arte moderno (de la que el marxista ruso Plejanov, que había llegado a
calificar el cubismo como “un disparate al cubo”, es una expresión extrema).
109. Un signo del camino que comenzaba a recorrer desde la “izquierda nacional” al “nacionalis
mo revolucionario”, como veremos enseguida, se encuentra en el hecho de que este libro está
prologado por Juan José Hernández Arregui, quien destaca como problema teórico del mismo “la
misión del Arte como instrumento educador de las masas”.
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P a r t e I. L a t r a m a
mismo año cuando realiza su primer mural en el sindicato de Sanidad, la tarea que
denomina de “gráfica política ‘militante’” (para diferenciarla de la “gráfica política ‘ar
tística’”). Se distancia desde entonces del circuito de las galerías y museos.110
Su producción gráfica repercutió rápidamente en el mundo obrero. Cuando la
CGT, bajo la dirección de José Alonso, convocó a la Semana Nacional de Protesta entre
el 27 y el 31 de mayo de 1963, cubrió las paredes de las principales ciudades del país con
un afiche mural de Carpani, con la consigna “BASTA”.111 Este afiche había aparecido,
asimismo, en el número de mayo de 1963 del boletín oficial internacional de la CGT. En
el número de agosto aparecería otro trabajo de Carpani que se convertiría en símbolo de
uno de los tantos reclamos obreros y populares de esos años: el rostro de Felipe Valiese,
ilustrando una nota con motivo del primer aniversario de la desaparición del militante
obrero metalúrgico.
El año 1964 sería particularmente activo para Carpani en el terreno político. Junto a
Rubén Bortnik, Alberto Belloni y Mauricio Prelooker (conocido desde los años ‘40 en las
filas de la “izquierda nacional” por su seudónimo Niceto Andrés) funda la revista Progra
m a, ilustrando la tapa de su primer número y publicando allí un artículo sobre el arte y la
vanguardia obrera .112 Tam bién en 1964, junto a Juan José Hernández Arregui (de quien
provino la iniciativa), Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Alberto Belloni, Rubén
Bortnik, Oscar Balestieri y Rubén Borello participa en la fundación del grupo CONDOR
(Centros Organizados Nacionales de Orientación Revolucionaria).
En el Manifiesto de CONDOR, que se autodefinía com o movimiento o tendencia de
pensamiento y rechazaba la idea -propia del grupo que lidera Ramos y de la que el sector
de Carpani termina alejánd ose- de constituirse com o partido, se explicitaba la presencia
entre sus fundadores de más de un “campo ideológico”: “el movimiento nacional peronista”
y “la izquierda nacional”. Esa fusión los llevaba a buscar “el entronque del pensamiento
revolucionario nacional con la actividad política del proletariado peronista, la única fuer
za, esta última, que en oposición real al imperialismo, por su composición de clase, puede
consumar la REVOLUCIÓN NACIONAL”.
110. Aunque esa participación fue cada vez más esporádica en el circuito local, en 1962 participa
de la muestra organizada por el Museo de Arte Moderno que visita Londres, Edimburgo, Gotemburgo
y Estocolmo.
111. Si desde ciertas publicaciones antiperonistas se lo cuestionó como un “autorretrato totalitario”
de los “autócratas de la CGT”, desde la prensa del peronismo revolucionario se identificaba como
expresión no de la dirigencia sino de los trabajadores, rescatando su contenido “emotivo e ideoló
gico”, su mensaje “insurreccional y revolucionario”, que “excedía en mucho las intenciones de la
dirección cegetista”. Y en este sentido se lo confrontaba con dos afiches posteriores de la CGT, que
en la perspectiva de la publicación representaban el “trasnochado reformismo y temor (a las bases
y a los poderes constituidos) de la dirección cegetista”. Periódico Compañero, 16 de junio de 1963.
112. El segundo número de esta publicación, de 1965, se dedica a su texto “Estrategia y Revolu
ción”. Ese mismo año, Programa, ahora como editorial, pone en la calle un Martín Fierro ilustrado
por Carpani, cuando el Martín Fierro de Eudeba, ilustrado por Castagnino, llevaba ya 200.000
ejemplares vendidos. Al año siguiente edita su carpeta de láminas La Montonera.
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113. Sobre el antiintelectualismo que atravesó la cultura política de esos años, véase Terán (1991)
y Gilman (1994, 1997, 2003).
114. Además del movimiento obrero y la izquierda peronista, también algunas organizaciones del
movimiento estudiantil incorporaron la gráfica de Carpani, ya por esos años. A fines de setiembre
de 1965, por ejemplo, Carpani exponía tres paneles murales y afiches para el movimiento obrero
invitado por la Subcomisión de Artes Plásticas del Centro de Estudiantes de Ingeniería “La Línea
Recta” y en los años siguientes su trabajo ilustrará publicaciones de otros organismos estudiantiles.
115. El doctor Valotta, tras su experiencia frondicista se había vinculado con sectores que iban
desde el marxismo al peronismo, integrándose finalmente al Movimiento Revolucionario Peronista
de Gustavo Rearte. Editó unos 77 números de Compañero entre junio de 1963 y febrero de
1965. En 1968, la publicación vuelve a aparecer brevemente en una II época.
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“Y para ser revolucionario, nacional y gran arte no puede fundarse en los aspectos parcia
les, estáticos y negativos de la miseria obrera en que se inspira la casi totalidad de nuestros
artistas ‘de izquierda’. De lo contrario, en lugar de arte revolucionario que el pueblo argen
tino necesita y exige, sólo tendremos lo que desgraciadamente hemos tenido la mayor
parte de las veces: un arte miserable”.119
Por otro lado, puede considerarse, como hipótesis sobre la configuración del
campo artístico en las décadas previas, la existencia de un circuito de producción,
exhibición y consumo vinculado al entorno del Partido Comunista, que contaba al
menos con un buen número de reconocidos pintores relacionados más o menos
orgánicamente o como “compañeros de ruta” con el comunismo, varias revistas cultu
rales,120 una suerte de mercado propio constituido por profesionales o empresarios
vinculados al partido, una notable incidencia en la conducción de la Sociedad Argen
tina de Artistas Plásticos (SAAP).121
No es este el lugar para reponer los debates que en el seno del comunismo se
dieron desde mucho tiempo antes, pero si podemos enunciar que la pugna entre la
doctrina oficial (que regimentaba com o canon el realismo socialista, en contraposi
ción al arte de vanguardia que era defenestrado por esteticista, deshumanizado,
elitista y decadente) y otras posiciones de mayor apertura a la vanguardia termina
ron reiteradamente con la expulsión o la ruptura de los díscolos. En 1948, en una
serie de reuniones plenarias, Rodolfo Ghioldi -u n o de los principales dirigentes del
PC argentino-, promovió la necesidad de adoptar un canon estético realista único
119- Por esos años de mediados de la década, el periódico Compañero incluyó un artículo de
J. J. Hernández Arregui sobre Carpani y Di Bianco, ilustrado con fotografías de dos murales
realizados en sindicatos (Alimentación y S.O.I.V.A.). La nota confrontaba la aceptación por parte
de “millares de argentinos anónimos” de su obra muralista presente en la calle con el “enmude-
cimiento” de la “prensa colonial” y la “crítica áurea”. Aquí reaparece el cuestionamiento a los
artistas de la izquierda, “con prensa en la derecha y la izquierda, pero sin contacto con el
pueblo y sus luchas nacionales”. Por el contrario, Hernández Arregui rescataba a estos dos
artistas sin partido pero con ideas políticas que los vinculan a las 62 Organizaciones y la CGT,
“es decir, al proletariado argentino”.
120. Además de la oficial, Cuadernos de Cultura, otras revistas se movían en esta órbita, aunque
a veces mantuviesen polémicas con la línea oficial: El escarabajo de oro, Hoy en la cultura,
Gaceta Literaria, etc.
121. La intervención gremial en el campo artístico era promovida, asimismo, desde las páginas de
Cuadernos de Cultura. Hacia mediados de la década, por ejemplo, a propósito de la situación de
los Salones, Helio Casal sostenía: “Las formas de organización de estos salones, estrecha y sectaria
(sólo se participa por invitación), desprecian olímpicamente toda la estructura gremial, lograda
por los artistas a través de años de lucha [...] En este aspecto concreto, se me ocurre que las
sociedades de los plásticos (SAAP, Estímulo, MEEBA, Sociedad de Ramos Mejía, etc.) deberían
iniciar una campaña tendiente a establecer un mismo régimen en todos los salones de arte del
país, ya sean privados o estatales” (en Cuadernos de Cultura, Buenos Aires, año XV, N° 71;
noviembre-diciembre de 1964).
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P a r t e I. L a t r a m a
para la creación cultural de los artistas comunistas. Los artistas concretos, encabeza
dos por Tomás Maldonado, fueron expulsados del Partido cuando polemizaron con
la em bestid a o ficial que acu saba a las form as m odernistas de propagar “el
irracionalismo, el antihumanismo, la reacción”. Poco después, Cayetano Córdova
Iturburu, poeta y crítico de arte, que -co m o ya m encionam os- había participado en
los años ‘20 en la revista M artín F ierro , respondió a Ghioldi que “no es posible un
arte revolucionario, nuestro, comunista, sin la utilización de los elementos estéticos
y técnicos proporcionados por la gran experiencia artística y literaria de nuestra
época”. El corolario de esta discusión también fue la expulsión (Tarcus y Longoni,
2001, y Longoni y Lucena, 2003/2004).
En la segunda mitad de los ‘50, el intelectual comunista Héctor Agosti, quien si bien
“en el terreno de la crítica y la teoría de la cultura, abogó por el realismo, nunca compartió
la orientación soviética del ‘realismo socialista’”,122 promovió cierta apertura a otras postu
ras, al calor de un aggiorn am ien to en clave gramsciana. Sin embargo, los límites de esa
“renovación frustrada” se evidenciaron en las sucesivas rupturas o expulsiones de grupos
de jóvenes intelectuales que se habían cobijado bajo el padrinazgo de Agosti. En abril de
1963, se produce la expulsión del núcleo de intelectuales cordobeses y porteños de Pasa
d o y presen te (José Aricó, Oscar del Barco, Héctor Schmucler, Juan Carlos Portantiero, etc.)
(Aricó, 1988). En 1964, son expulsados José Luis Mangieri y Carlos A. Brocato, que edita
ban La rosa b lin d ad a, junto a los escritores Juan Gelman y Andrés Rivera, y a los plásticos
Norberto Onofrio y Carlos Gorriarena (Kohan, 1999).En 1967, luego de una cruenta polé
mica desatada por una serie de retratos de Spilimbergo realizados por Carlos Alonso, el
pintor se aleja de las filas partidarias (Longoni, 2002). Ese mismo año se separan los
sectores que simpatizan con la revolución china, y emprenden la construcción de un nue
vo partido: el Partido Comunista Revolucionario (PCR), arrastrando con ellos de nuevo a
otros intelectuales.123
Quizá pueda leerse como un reflejo de este intento de apertura, de esta flexibilidad
“de hecho”, más que cambio doctrinario, que en los años ‘60 los más conocidos de estos
pintores, aún los que abordan temáticas de denuncia social en sus obras, no pueden
clasificarse como cultores del realismo socialista. Las opciones formales entre ellos divergen
muchísimo y es difícil buscar puntos de contacto: van desde la abstracción pura que venía
cultivando desde los años ‘40 Raúl Lozza, hasta los collages y los monstruos de Antonio
Berni que se asocian directamente a la vanguardia e incluso expone con gran éxito en el Di
Tella. Muchos otros artistas estuvieron vinculados al comunismo: Juan Carlos Castagnino,
Lino Eneas Spilimbergo, Demetrio Urruchúa, Juan Grela, Jorge Santa María y varios otros.
Aunque desde estéticas muy diversas, podrían encuadrarse en un rótulo tan poco especí
fico como “figurativos”. Esa diversidad, aun cuando estuviera vinculada con las revisiones
de la ortodoxia realista soviética tras el XXII Congreso del PCUS de 1961 y otras discusiones
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en el seno de los partidos comunistas que tienen lugar a lo largo de esa década, más que
señalar un cambio en la perspectiva partidaria hacia la defensa de la libertad en el arte,
parece indicar una política más laxa hacia los artistas conocidos para evitar que figuras
prestigiosas siguieran alejándose de las filas comunistas .124
Dentro de las publicaciones de la nueva izquierda, La rosa b lin d a d a brindó un
espacio significativo a los plásticos, no sólo com o productores de imágenes, sino otor
gándoles la palabra (Gorriarena publica varios artículos en la revista, y a partir del sexto
número, la sección “Cuadro escrito” está a cargo del ilustrador del número). La posición
de la revista acerca del m odo de resolver el vínculo entre arte y política no era hom ogé
nea. Si Brocato, uno de los directores, podía promover una estética realista en la línea
del PC italiano, ello no era un mandato asumido por los plásticos cercanos a ese grupo.
El caso de Antonio Berni es significativo por .el cruce que implica entre la vanguar
dia y la izquierda tradicional. Viejo comunista, en los años ‘30 transita del surrealismo al
nuevo realismo (Fantoni, 1977), y en los ‘60 incorpora a sus pinturas y grabados, técni
cas vanguardistas com o el collage a partir de la inclusión de m ateriales de desecho
industrial y consumo urbano. Sus series de obras de personajes marginales, “Juanito
Laguna”125 y “Ramona Montiel ”,126 lo reafirman en el cam ino de sostener la crítica social
en una continua renovación formal. A propósito de Juanito, Berni señalaba que se trata
ba de una narrativa hecha con elem entos del propio ámbito del personaje (su barrio),
encontrados en baldíos o senderos: esas cajas, latas y “plásticos del rezago de la gran
industria que son recuperados por esa población aledaña de inmigrados del interior
argentino o de los hermanos países vecinos”.
Más allá de sus posicionam ientos públicos al respecto 127 y de ser identificado
como un artista de izquierda, para la sensibilidad de la em ergente nueva izquierda, la
opción de Berni com enzaba a representar las limitaciones de un m odo de intervención
política desde el arte. Las diferenciaciones podían ser en tanto se lo concebía com o
representante de un “arte de la m iseria” apropiado para el m useo o las casas y oficinas
de la burguesía (en palabras de Carpani); o por la necesidad de superación del tema
social representado para asumir lo político com o propósito de la obra (com o diría León
124. Esta tolerancia parece mayor en el terreno de las artes plásticas, que otras disciplinas cultu
rales, científicas o profesionales, en las que la adscripción al canon oficial y la condena de zonas
modemizadoras fue más estricta”. Véase Jorge Cemadas, 1997; p. 545.
125. Desde fines de 1958 Berni había comenzado a tomar apuntes en barrios pobres para lo que
desde comienzos de la década del ‘60 se convertiría en la serie de Juanito Laguna, con la que
adquiere consagración internacional en la Bienal de Venecia de 1962.
126. Luego de “Juanito Laguna”, Berni desarrolló el tema de la miseria (esta vez más moral que
meramente material) con “Ramona Montiel”, “personaje de arrabal, como surgido de una letra de
tango”, señalaba el artista. Se trata de una situación particular: “pasa de ser costurera a amante de
varios individuos [...] toda una complicada trayectoria propia del siglo XX”.
127. “Juanito no pide limosna, reclama justicia”. O: “Es un símbolo que yo agito para sacudir la
conciencia de la gente”.
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P a r te I. L a t r a m a
Ferrari). Pero también por su ausencia en convocatorias con ejes políticos amplios, como
veremos respecto del Homenaje a Vietnam de 1966.128
En el caso de la vanguardia, a pesar de ser considerada en general por los otros
sectores del arte político como frívola y despolitizada (cuestión que varios de sus inte
grantes reconocen de sí mismos), incluye en su seno un sector cuya producción se tensiona
hacia preocupaciones de orden político desde mediados de la década. Ello no va en
desmedro de que muchos de ellos tuvieran adscripciones políticas diversas o estuvieran
fuertemente ideologizados desde mucho antes. Se trata de un buen ejemplo de las dos
primeras fases de la relación entre cultura y política que propone Sigal (1991) para la
década: si en la primera, la política es parte de la identidad de los artistas, en la segun
da, lo es de las obras. En la creciente tensión hacia la política que vive esta zona de la
vanguardia incide no sólo el contexto social y político que ya hemos descrito, sino
también la dinámica misma de la experimentación.129
La intervención que señala la conflictiva irrupción de esas inquietudes en la insti
tución auspiciante de la vanguardia fue la serie de obras presentada en agosto de 1965
por León Ferrari al Premio Nacional, organizado por el Centro de Artes Visuales del Di
Tella, cuyo director, Romero Brest, pretendía mantener al margen de la política.130
Unos días antes de la inauguración, Ferrari instala sus cuatro piezas. La más gran
de (2.20m x 1.25m x 0.50m), titulada La civilización o c cid en tal y cristian a, es un Cristo
de utilería crucificado sobre un avión de guerra norteamericano, que replicaba aque
llos que se estaban utilizando en ese mismo momento para bombardear Vietnam. Las
tres restantes son cajas que aluden a las terribles secuelas de esta y otras guerras del
128. En cualquier caso, las divisiones y alineamientos son variables. A mediados de la década, por
ejemplo, el grupo Espartaco (ya sin Carpani), realiza una muestra en la galería Van Riel que es
registrada en las páginas de Compañero. En las declaraciones a esta publicación, explicitan su
predisposición a colaborar con las organizaciones obreras y desarrollar una línea crítica que en varios
aspectos se asemeja a la de Carpani. Consultados sobre las razones por las que continúan exponien
do en la calle Florida y no en los barrios, los espartaquistas (Cessano, Sánchez, Mollari y Diz)
responden que buscan luchar en todos los terrenos y plantean su colaboración con las organizacio
nes populares que lo soliciten. Asimismo, sus críticas se dirigen a Romero Brest “y su camarilla” y a
la censura oficial, mientras rescatan a Berni y Spilimbergo como parte de los grandes pintores
argentinos, diferenciándolos de “los más [que] viven y se desenvuelven bajo una órbita de europei
zación total”. Aunque sostienen: “Creemos ser más reales mostrando a hombres y mujeres de
nuestro tiempo, en cualquier espacio, que pintando naturalezas muertas [...] o añadiendo arpilleras
o trozos de latas a los cuadros”.
129. Fantoni (1993) señala que: “El cuestionamiento de la normativa estética vigente, de las
formas hegemónicas y de las instancias de autoridad del mundo de la plástica implicaba, en la
mayoría de los casos, un sentimiento tácito de disconformidad respecto a otras esferas. En la
medida en que ese incipiente sentido crítico se conectó con una zona de preocupaciones políti
cas, las tensiones excedieron el campo del arte para alcanzar las dimensiones sociales y políticas
de la efervescente vida nacional”.
130. Cfr. entrevista a Romero Brest, en King, 1985.
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imperialismo. Una representa un bombardeo sobre una escuela vietnamita; otra tenía un
crucifijo con un esqueleto en lugar del Cristo y recortes de diarios con noticias y fotogra
fías de la guerra; en la última, que se refería a la intervención norteamericana en Santo
Domingo, catorce aviones se despliegan dando lugar al título “Catorce votos en la OEA”
(Giunta, 1997, 2001 y 2004).
Según nos relata el artista, el día anterior a la inauguración Romero Brest le exigió
retirar de la muestra la obra mayor, la cruz-avión (que había estado colgada en los días
previos a la inauguración e incluso figuraba en el catálogo), admitiendo que dejara las
otras. Argumentaba la inconveniencia de la exposición dada “la situación del país”, y la
posibilidad de que ofendiese la sensibilidad religiosa de muchos espectadores o del
propio personal del Instituto.
La respuesta de Ferrari al cuestionamiento del crítico del diario La Prensa, Ernesto
Ramallo, al tiempo de explicitar el lugar de la política en su intervención, anticipa defi
niciones acerca de la amplitud del estatuto de lo artístico que, como veremos en la Parte
II, sostendría y llevaría hasta las últimas consecuencias en los años sucesivos:
“Ignoro el valor formal de esas piezas. Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir
lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que
me permitan con la mayor eficacia condenar la barbarie de Occidente; es posible que
alguien me demuestre que esto no es arte: no tendría ningún problema, no cambiaría de
camino, me limitaría a cambiarle de nombre; tacharía arte y la llamaría política, crítica
corrosiva, cualquier cosa”.131
Aunque la obra de Ferrari en la exposición del Premio Anual 1965 pudo parecer
aislada, su gesto tuvo algo de inaugural: las búsquedas que sintetiza fueron clave en el
recorrido posterior de la vanguardia.
Otro antecedente de esta tensión hacia la política, esta vez en una iniciativa colec
tiva en la que están involucrados tanto porteños como rosarinos y cordobeses (Marilú
Marini, Suárez, Jacoby, Costa, Bony, Carreira, Gatti, Bortolotti, Renzi, entre otros) puede
encontrarse, en 1966, en la Bienal Paralela, convocada en oposición a III Bienal Ameri
cana de Arte. Además de los objetos, las ambientaciones y otras manifestaciones experi
mentales, la Bienal Paralela también ofrecía espectáculos de danza, acciones y happenings,
algunos de los cuales pueden ser leídos como posicionamientos críticos.132
Allí se gestó improvisadamente una acción colectiva que es un claro antecedente
de una de las acciones del itinerario del ‘68. El último día el público había sido convocado
131. León Ferrari, “La respuesta del artista”, en el periódico Propósitos, Buenos Aires, 7 de
octubre de 1965.
132. Lea Lublin, por ejemplo, fue la protagonista de una acción titulada “Happening patrio:
invitado de honor: Manuel Belgrano”, repartiendo entre los presentes escarapelas y banderitas
argentinas y organizando una marcha por el salón, con Romero Brest a la cabeza, con los compa
ses de “Aurora” y “Mi bandera”.
89
P a r t e I. L a t r a m a
para el h ap p en in g titulado “En el mundo hay sitio para todos”. Cuando el público estaba
reunido esperando que empezara, los artistas tapiaron la entrada clavando la puerta. Se
fueron, dejando encerrado al público durante una hora hasta que artistas y estudiantes
(quienes estaban en conflicto contra la política oficial en la universidad y en repudio del
asesinato del dirigente estudiantil Santiago Pampillón) irrumpieron en el lugar coreando
consignas, y realizaron una manifestación, que concluyó con el discurso de un dirigente
estudiantil (Fantoni, 1988 y 1990).
Es llamativo observar, como expresión de las miradas cruzadas sobre arte y política
que estamos comentando, una lectura de la Bienal Paralela desde la revista Cuadernos de
Cultura,133 En ella, Marcos Winocur realiza una extensa y dura crítica a la III Bienal de Arte
Americano de la Kaiser, en tanto expresión de una política regional promovida por el
capital monopolista norteamericano, pero también por la arbitrariedad en las exclusiones
de artistas argentinos consagrados y jóvenes, así como por expresar la “repetición mecáni
ca de técnicas ya agotadas”. Sostiene que no sólo se trató del “despliegue de una plástica
no comprometida”, sino que además hubo un gran ausente: “el acto de creación”. También
vincula la preocupación de las empresas monopólicas por el arte con una “vasta maniobra
imperialista para distraer a las clases medias [...] de la lucha social”, y en este sentido,
destaca que la Bienal se “coló” en medio de una cierta agitación social en Córdoba, llegan
do a desplazar, en cierta medida, el centro de la preocupación pública. En este marco,
considera la Bienal Paralela no como una antibienal, sino como una sub-bienal, “el espec
táculo acostumbrado: la competencia de excentricidades en nombre de la ‘libertad de
espíritu’”. No menciona la improvisada acción colectiva que citamos más arriba, pero sí
relaciona -d e otra manera, claro- el conflicto externo con los sucesos de la Bienal Parale-!
la: “caras que habíamos visto en la calle batirse contra la policía, allí estaban. [...] Y así se
explicaba el concubinato del gobierno y la alta jerarquía eclesiástica con los devotos de
los happenings, a pesar de ser estos últimos tan dados a no observar las normas de mora
lidad dictadas por los primeros. Formalmente contrapuestos, en el fondo hacían negocio
en común: meter a los estudiantes, a la pequeña burguesía ilustrada, en cualquier cosa
que no condujera a la revolución”. Como veremos, los plásticos de vanguardia que habían
protagonizado la acción junto a estudiantes no quedaron atrapados en el atolladero que
les pronosticaba Winocur...
Al igual que lo ocurrido entre intelectuales y artistas en muchas partes del mundo
en esos años, sucesos políticos contemporáneos llevaron a los artistas argentinos a
explicitar colectivamente una postura a través de sus producciones que demostraban soli
daridad (a los que combatían y resistían al imperialismo) o impugnación (a la invasión).
133. Marcos Winocur: “La Bienal-Kaiser o el precio del irracionalismo”, en Cuadernos de Cultura, í
n° 83, enero-febrero de 1967.
90
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
“En este homenaje nos hemos reunido artistas de todas las tendencias plásticas con
gente de las letras, la ciencia y otras actividades. Tenemos diferentes ideas sobre nuestro
trabajo y también sobre política. Pero todos pensamos que hay algo mucho más importante
que nuestras diferencias: nuestra unánime condena a la barbarie que demuestra el go
bierno de los Estados Unidos de Norteamérica en su declarada intención de dominar el
mundo por el terror”.137
A pesar de que se trata, sin duda, de un significativo hito colectivo del período,
por su alcance en número de participantes, y de la más amplia en la diversidad estética
y política de los mismos, en la muestra no participó un artista de izquierda de la trayec
toria de Antonio Berni. En el último número de la revista La R osa B lin d a d a (setiembre
de 1966), Gorriarena reivindica la muestra, fundamentalmente por la numerosa adhe
sión que despertara. En un recuadro puede leerse una obligada referencia a la ausencia
134. Un estudio del debate sobre la revolución cubana en una zona del campo cultural argentino
en los '60, puede verse en: Mangone, 1997.
135. Algunas frases del texto de convocatoria recuerdan las reflexiones de Ferrari de 1965 en
torno a su obra La civilización Occidental y Cristiana y al libro-collage (luego llevado al teatro
por Pedro Asquini) Palabras Ajenas. En particular las críticas a la noción de “civilización” y a su
utilización como justificativo para la invasión de Vietnam.
136. En una nota aparecida en La Rosa Blindada (n° 9, 1966, pp. 61-64), Carlos Gorriarena, uno
de los organizadores de la muestra, afirma que se trataba de la primera exposición en Sudamérica
de esa envergadura, incluso con pocos antecedentes mundiales “de tal cantidad de plásticos
homenajeando, con su obra, la resistencia de un pueblo ante el invasor”. En ese sentido, señalaba
que su organización había comenzado antes que la que los norteamericanos habían realizado en
Los Angeles, conocida como “Torre de la Protesta”, en el mes de marzo de ese mismo año.
137. Declaración de los convocantes al “Homenaje al Viet-Nam”.
91
P a r t e I. L a t r a m a
138. Decimos obligada por lo que señala la propia revista: la permanente presencia en su obra del
la “intención de raíz social que en algunos casos llegó al panfleto de carácter político”, su pintura|
“de denuncia”, su carácter de “hombre de izquierda”: “Inclusive podríamos decir que por una!
extraña coincidencia son muchos los que piensan que Antonio Berni es típicamente un represen
tante de las ideas marxistas entre los intelectuales argentinos”.
139- Véase el testimonio de Gorriarena citado en: Néstor Kohan (comp.), 1999. Véase también!
nuestra entrevista a Ferrari en el anexo.
140. Véase “Los artistas argentinos con Vietnam”, firmado con las iniciales A.V., Cuadernos del
Cultura, mayo-junio de 1966. Allí se reproduce completa la declaración de los artistas, con las|
firmas, y se rescata la afluencia de público y su diversidad, y la “jerarquía artística” alcanzada por la
muestra, más allá de altibajos. Se cuestiona, además, el silencio guardado por diarios como La
Nación y La Prensa ; y se destaca la importancia de su carácter unitario, “el encuentro de todas las
comentes”. A diferencia de lo señalado por Gorriarena, la nota considera la iniciativa de los colegas!
norteamericanos en Los Ángeles como el antecedente en que se inspiraron los argentinos, aunque
señala que la de éstos últimos “por sus características, es virtualmente única, y, en la medida en que
se conozca su iniciativa puede inducir a los artistas de otras regiones a seguir su elogiable ejemplo”.
141. La convocatoria a exposiciones o acciones colectivas de ánimo frentista en torno a un eje I
político de actualidad es una modalidad de intervención que la SAAP impulsó a menudo durante
los años en los que Ignacio Colombres participó de la conducción del gremio: 1967-1969. Luego!
de ese lapso, la dirección de la SAAP fue “recuperada” por la lista que encabezaban Presas yi
Lozza, vinculada al PC.
92
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
“Un conjunto de artistas, impresionados y heridos por hechos de la vida cotidiana [...]
deciden llevar a cabo una exposición colectiva con muestras de su labor y comienzan
por hermanarse. [...] Dentro del concurso de signos que desde luego la representación
pictórica contiene, no hay en los cuadros de esta exposición -a sí quiero suponerlo, a
juzgar por los motivos que la han suscitado- la deliberación de ahincar en el elemento
eminentemente artístico; éste, antes bien, se desempeña en el presente caso dentro de
un ámbito más vasto que el de su mera función y aparece al servicio de un contexto, de
una serie de reflexiones y emociones que, aun cuando no explícitas, se sienten lúcidas y
firmes merced a la totalidad de las obras que componen el salón. En este sentido, se trata
de un salón colectivamente unitario.”
93
P a r t e I. L a t r a m a
Suárez, por su parte, sugiere que si bien varios artistas de la vanguardia participaban en estas
colectivas, no necesariamente coincidían con el tipo de planteo estético ni lo consideraban eficaz!
políticamente. Como veremos en la parte II, Suárez y otros artistas de vanguardia generaron, enI
el mismo momento, las “fuentes rojas”, otro tipo de acción artístico-política en homenaje al Che.|
145. Véase el capítulo 11 de la II parte.
94
PARTE II
“Si se lleva el cuestionamiento del criterio tradicional de obra de arte hasta las últimas
consecuencias, ¿no sería lícito afirmar que hoy la mejor obra es un buen tumulto?”
(Horacio Verbitsky, “Arte y política”, Confirmado, Io de agosto de 1968)
95
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
plomo apoyado en el piso y señalado con flechas, de modo que se visualizara como
parte de la obra.
Pero la obra no eran la vitrina y el ladrillo, sino el acto que interrumpió la ceremo
nia inaugural. Acompañado por un pequeño grupo, Ruano concretó rápidamente laj
destrucción de la vidriera, apedreando y rayando la imagen con el ladrillo.
El disgusto de las autoridades del museo se tradujo en la solicitud de intervención
policial y, antes de que llegaran las fuerzas del orden, el grupo manifestante se retiró
rápidamente.1 Cuando el cronista de P rim era P la n a (“El happen in g inoportuno”, 7 de
mayo de 1968) describe irónicamente que al culminar la acción “la columna abandonóla
sala en formación”, pone en evidencia que su carácter de agitación militante fue percibi
do como una intrusión de otro orden. Una intrusión (política) a la que se responde con
otra intrusión (policial), en uno de los escenarios más importantes del ambiente renova
dor de la plástica. Esa confusión se refuerza, según el propio Ruano, por la modalidad
de la acción, que era habitual en un acto político:
“La gente quedó confundida. Si era un acto relámpago y rompieron una obra por el retra
to..., o si había estado yo y el acto era parte de la obra. Creo que justo coincidió con que el
PCR2en ese momento había lanzado un acto relámpago en otro lugar, entonces la confu
sión fue más grande. No se sabía qué relación había entre uno y otro”.
El “atentado” le vale a Ruano no sólo la expulsión del Premio sino una suerte de
prohibición de acceso a los demás espacios del ambiente: según su relato, esta censura se
expresa en que no vuelve a ser invitado a ningún premio, ni es bienvenido en galerías:
“Después de lo del Ver y Estimar, yo tenía la entrada prohibida a los museos. Incluso lo
recuerdo porque entro al Museo y la secretaria me decía: ‘no entrés, que hay lío’. Pero
justamente la intención era también violentar esos lugares sagrados del arte de vanguardia,
que en esa época convocaba bastante gente. Por ejemplo, una muestra como la de Le
Pare, con quien también charlábamos [...] Luego de los incidentes en el Ver y Estimar
1. Basamos nuestra descripción de esta acción en varios testimonios de protagonistas del hecho,
fundamentalmente en el recuerdo del propio Ruano. Circulan descripciones distintas, algunas más
libres que otras, como la que propone Eduardo Díaz Hermelo en Ver y Estimar previo al Di Tella
(Buenos Aires, Catálogo del MNBA, 1994): “En medio de la fiesta de inauguración, rompe el vidrio
de una pedrada y profiere gritos contra el imperialismo yanqui, mientras dos personajes disfrazados
de policía, que también se encontraban en la misma fiesta, lo llevan de los brazos para representar
la censura y la represión. Este acto estético realizado dentro de un museo, de neto corte foquista
guevariano fue interpretado por algunos como una censura pues al día siguiente ya no estaba la
vidriera en exposición, pero en realidad era que la obra, como consta en el catálogo, ya había
concluido y su objetivo logrado sin censura” (p. 21). Parte de esta confusión puede haberse gene
rado a partir de la versión de los hechos que da E. Ramallo, crítico de La Prensa: “La denuncia
posterior a las autoridades correspondientes también habría sido prevista como parte de la obra”
(La Prensa , 8 de mayo de 1968).
2. Partido Comunista Revolucionario, de orientación maoísta.
96
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Según ese mismo testimonio, es la vanguardia política la que de algún m odo pres
ta atención a partir de su acción al acontecer de las artes plásticas experimentales. Cuen
ta Ruano que, sin tener ningún contacto con organizaciones políticas, en algunas publi
caciones aparecen notas en las que proponen com o m odelo de acción artística la obra
en cuestión.3
Ruano es expulsado de la muestra, pero la efectividad de su obra ya estaba logra
da. La obra de Ruano no es ni el panel intacto e iluminado de los días previos a la
inauguración, ni los restos del destrozo (que además fueron mandados a retirar inme
diatamente por las autoridades del Museo). Si el vidrio roto sugiere rem iniscencias
duchampianas,4 la vuelta de tuerca de Ruano es notable: la rotura no es casual sino
premeditada, y los fragmentos del vidrio destrozado no son aquí la obra, com o sí en
Duchamp. La obra de Ruano es la acción misma de apedrear a Kennedy, de hacer un
acto de violencia política contra su imagen oficial en el seno de la institución artística .5
Así, en la apertura “social” del calendario del am biente plástico del año ‘68 se
inauguró también una modalidad de intervención artístico-política de la vanguardia. El
pasaje de la obra-objeto a la obra-acción que, com o vimos varios artistas de esta genera
ción venían explorando -fundam entalm ente desde mediados de la d écad a- con los pri
meros happenings y am bientaciones, es acom pañado en este caso por otro corrimiento.
Se deja de lado la representación de la violencia política, para pasar a realizar actos
(artísticos) de violencia (política).
En estas acciones, los artistas se apropian com o m ateriales estético s de recur
sos, modalidades y proced im ientos propios del ám bito de la política o - m e jo r - de
97
P a rte II. El i t i n e r a r i o del '68
las organizaciones de izquierda radicalizadas.6 Son ellos mismos los que definen poco
después la intervención en el Ver y Estimar como un “atentado”,7 que se dirige al mismo
tiempo contra dos frentes: la política exterior norteamericana y aquello que Peter Bürger
denomina la institución arte.
La acción de Ruano pone de manifiesto la incipiente ruptura con las instituciones del
circuito modernizador, los premios, museos y galerías que venían acogiendo a la vanguar
dia, aunque este quiebre todavía se instale en el interior de las mismas. Su escenario es un
evento relevante de ese circuito, la inauguración de un premio que había otorgado visibi
lidad y promocionado a muchos jóvenes artistas experimentales desde su creación, en
196o, y cuya sede era justamente el Museo de Arte Moderno, una institución creada en
1958 como parte de los proyectos modemizadores.
Hay que señalar que este proceso de ruptura es todavía contradictorio. Si bien ape
nas un par de semanas después, en las Experiencias 1968 del Di Tella, estalla a todas luces
el conflicto entre gran parte de la vanguardia y la institución, todavía en abril el Premio Ver
y Estimar es visualizado como un lugar al que es legítimo presentarse desde la perspectiva
de los artistas experimentales. Tanto es así, que Graciela Carnevale, Roberto Píate, y Juan
Pablo Renzi participan en la muestra con envíos en la tónica de las ambientaciones que
cuestionan la distancia entre arte y realidad, entre la representación y lo representado,
línea en la que venían trabajando desde el ‘67. Incluso los ascensores de Píate reciben el
primer premio, y el patio de baldosas con plantas de Renzi, la Faja de Honor.8
Por otro lado, la acción de Ruano, si bien es una obra firmada por un artista, requie
re del apoyo de un colectivo, que es sostén solidario de la acción de un autor individual,
y que se expone con él frente a las autoridades (artísticas y policiales). Ya aquí este grupo
incluye al menos a un rosarino (Renzi), primer indicio de la confluencia entre los porteños
y los rosarinos que daría lugar a realizaciones conjuntas pocos meses después.
De ninguna manera “el atentado” fue, como se desprende del capítulo 3 de la I Parte,
la primera manifestación política en las artes plásticas de los años ‘60. Señalamos, sin
embargo, su carácter inaugural en tanto inició una seguidilla de acciones artístico-políticas
llevadas a cabo colectivamente por un significativo núcleo de la vanguardia plástica argen
tina de los años ‘60, que postula (y en alguna medida efectiviza) una forma excepcional de
cruce entre arte y política. Hemos denominado a esta secuencia, concentrada entre abril y
noviembre de 1968, el itinerario d el ‘6 8, nombre que por cierto no alude solamente a la
cronología, sino, pór supuesto, al clima de época que se condensa y se simboliza, por
ejemplo, en las revueltas estudiantiles y populares que conmovieron en mayo a Francia y
6. Díaz Hermelo habla incluso de “foquismo estético” (catálogo Ver y Estimar, previo al Di Tella,
ya citado). La “teoría del foco” revolucionario había sido elaborada por Ernesto Guevara, como
generalización de la experiencia guerrillera cubana.
7. Así consta en la Cronología elaborada en diciembre por los mismos artistas.
8. La tensión entre participar y cuestionar el premio no estaba ausente, sin duda. Ruano recuerda
que Renzi, “a quien le dieron el premio, luego me dijo como con culpa que el premio era para
mí, no era para él” (entrevista).
98
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
entre agosto y octubre a México, en cuyo seno se originan radicales experiencias de pensa
miento y de acción. Este itinerario puede congelarse en una serie de escenas que mues
tran la crisis y la ruptura de los plásticos con los ámbitos artísticos en los que venían
interviniendo hasta entonces, y muestran, paralelamente, la progresiva disolución de las
fronteras entre acción artística y acción política.
A la reconstrucción del itinerario del ‘68 está abocado este libro. Entenderlo como
una secuencia que comienza con la acción de Ruano no es sólo un efecto de lectura
posterior, sino una autopercepción inmediata de los mismos protagonistas9 e incluso
una temprana conclusión del crítico de P rim era P la n a (7 de mayo de 1968), que sugería
la lectura del atentado de Ruano en tanto secuencia de un proceso:
“Otras fuentes sindicaban el hecho como un modesto eslabón de una cadena más comple
ja: según ellas, Ruano no sería más que. un sacrificado emisario de un revulsivo grupo de
artistas plásticos enfrentados en este momento al Instituto Di Tella, y a las corrientes que
cobija el seráfico profesor Jorge Romero Brest.”
A la distancia podemos decir que, más que “un modesto eslabón”, el mitin en el
Premio Ver y Estimar fue el enérgico comienzo de un recorrido que alcanzó rupturas
drásticas y radicalizadas tomas de posición.
El panel de Kennedy intacto y luego de la acción de Ruano, según la crónica de Primera Plana.
99
P a rte II. E l i t i n e r a r i o del '68
Las “Experiencias 1968” convocadas por el Instituto Di Tella, a las que John
King define com o el “epítome de la experimentación y también de las tensiones del!
desarrollo cultural argentino a fines de los años ‘60” (King, 1985; 115), constituyen,
por todo lo que se condensa en ellas, un momento clave dentro del itinerario del:
‘68. Ese año, en el mayor acontecim iento anual de la vanguardia porteña se expresa,!
en primer lugar, una puesta en límite de la experimentación que transitaban las!
diversas tendencias.
En segundo lugar, la creciente radicalización política de muchos de estos artistas*
se manifiesta tanto en algunos de sus planteos artísticos como en los modos de interven-I
ción que se generan a partir de la censura.
En tercer lugar, se desencadena entonces la estruendosa ruptura de la vanguardia*
con la institución más importante del circuito que la albergaba.
Por último, los hechos ocurridos dan cuenta del agravamiento de los conflictos del
régimen de Onganía tanto con el Di Tella como con los artistas: a la clausura policial de;
una obra siguen la persecución judicial a los directores del Instituto y la detención de
varios artistas.
Estas dimensiones, que disociamos sólo como estrategia de análisis, se entremez
clan tanto en el conjunto de experiencias propuestas individualmente por cada artista!
invitado a participar, como en la reacción colectiva que señala su fin.
Este carácter definitivo se vislumbra en los testimonios de los entrevistados. Para [
muchos de los participantes, las Experiencias significaron “el lugar de corte”, por laI
ruptura institucional que implicaron, no sólo para el sector más politizado de la van-l
guardia plástica, sino como fenómeno generalizado al conjunto.
Las obras
100
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
primeros episodios graves de los problemas psiquiátricos que lo alejarían casi perma
nentemente de la actividad pública en los años siguientes.11
En el caso de Ruano, ya mencionamos que luego de su acción en el Premio Ver y
Estimar fue excluido de premios y galerías. Pero, aunque no fue invitado oficialmente a
las Experiencias, Ruano buscó la forma de estar presente. Él y Pablo Suárez optaron por
realizar acciones en los márgenes de la institución y en contra de ella. A través de volan
tes, que definieron respectivamente como “una obra” y “un hecho estético”, explicaban
los motivos de su desconfianza frente a la convocatoria, y hacían pública su renuncia a
participar de alguna otra manera.
Pablo Suárez recuerda que inicialmente había proyectado montar una oficina de
información y crítica de las demás experiencias,12 pero optó finalmente por reemplazar
esa propuesta por otra: entregó al público, instalado en la vereda lindante al acceso al
instituto, miles de copias de una carta dirigida a Romero Brest, mediante la que renun
ciaba a participar de las Experiencias:
Hace una semana le escribí dándole a conocer la obra que pensaba desarrollar en el Instituto Di Tella.
Hoy, apenas unos días más tarde, ya me siento Incapaz de hacerla por una imposibilidad moral. Sigo
creyendo que era útil, ACLARATORIA, y que podía poner en tela de juicio los conceptos sobre los que
estaban fundadas las obras de algunos de los artistas invitados, y tal vez llegar a conflictuarlos. Lo
que yo ya no creo es que esto sea necesario. Me pregunto: es importante hacer algo dentro de la
institución, aunque colabore a su destrucción? Las cosas se mueren cuando hay otras que las
reemplazan. Si conocemos el final, por qué Insistir en hacer hasta el último paso? Por qué no situarnos
en la posición límite? Ayer precisamente comentaba con Ud. cómo a mi entender, la obra iba desapa
reciendo materialmente del escenario, y cómo se iban asumiendo actitudes y conceptos que abrían
una nueva época, y que tenían un campo de acción más amplio y menos viciado.
Es evidente que, de plantear situaciones morales en las obras, de utilizar el significado como una
materialidad, se desprende la necesidad de crear un lenguaje útil, una lengua viva y no un código
para élites. Se ha Inventado un arma. Un arma recién cobra sentido en la acción. En el escaparate
de una tienda carece de toda peligrosidad.
11. El deterioro de su salud psíquica, como señalan sus amigos Suárez, Paksa, Ruano, Jacoby y
Ferrari y su mujer Kuky, en las entrevistas realizadas, derivó ese mismo año en su internación.
12. Muy en la tónica de lo que se venía discutiendo en el grupo, prueba de lo cual es que David
Lamelas presentó una obra semejante en la Bienal de Venecia, en el mismo mes.
13. Optamos por transcribir los documentos originales respetando las grafías (o su ausencia),
salvo cuando se trate a todas luces de una errata ortográfica.
101
P a r t e II. El i t i n e r a r i o del '68
Creo que la situación política y social del país origina este cambio. Hasta este momento yo podía
discutir la acción que desarrolla el Instituto, aceptarla o enjuiciarla. Hoy lo que no acepto es al
Instituto, que representa la centralización cultural, la institucionalización, la imposibilidad de valorar
las cosas en el momento en que estas inciden sobre el medio, porque la institución sólo deja
entrar productos ya prestigiados a los que utiliza, cuando, o han perdido vigencia o son indiscu
tibles dado el grado de profesionalismo del que lo produce, es decir los utiliza sin correr ningún
riesgo. Esta centralización impide la difusión masiva de las experiencias que puedan realizar los
artistas. Esta centralización hace que todo producto pase a alimentar el prestigio no ya del que
lo ha creado, sino del Instituto, que con esta ligera alteración justifica como propia la labor ajena
y todo el movimiento que ella implica, sin arriesgar un solo centavo y beneficiándose todavía con
la promoción periodística.
Si yo realizara la obra en el Instituto, esta tendría un público muy limitado de gente que presume de
intelectualidad por el hecho meramente geográfico de pararse tranquilamente en la sala grande de
la casa del arte. Esta gente no tiene la más mínima preocupación por estas cosas, por lo cual la
legibilidad del mensaje que yo pudiera plantear en mi obra carecería totalmente de sentido. Si a mi
se me ocurriera escribir VIVA LA REVOLUCIÓN POPULAR en castellano, inglés o chino, sería
absolutamente lo mismo. Todo es arte. Esas cuatro paredes encierran el secreto de transformar
todo lo que está dentro de ellas en arte, y el arte no es peligroso, (la culpa es nuestra).
Entonces? Entonces, los que quieren trepar, trabajen en el instituto, yo no les aseguro que lleguen
lejos. El I.T.D.T. no tiene dinero como para imponer nada a nivel internacional.
Los que quieran ser entendidos en alguna forma, díganlo en la calle o donde no se los tergiverse.
A los que quieran estar bien con Dios y con el Diablo les recuerdo: "los que quieran salvar la vida
la perderán". A los espectadores les aseguro: nadie puede darles fabricado y envasado lo que
está dándose en este momento, está dándose el Hombre. La obra: diseñar formas de vida.
(firma)
Esta renuncia es una obra para el Instituto Di Tella. Creo que muestra claramente mi conflicto frente
a esta invitación, y por lo tanto haber cumplido con el compromiso.
Pablo Suárez”
El artista nos relata que imprimió una tirada de 25.000 ejemplares de la carta, y
no sólo la repartió él mismo en la entrada del Instituto durante los días que duró la
muestra; también recurrió a sus contactos con el gremio de los canillitas, a través de
los cuales consiguió que la carta se entregara junto con diarios y revistas, en los kioscos
de la calle Florida.15
14. Señalamos que hay ligeras modificaciones entre esta carta original y la que reparte el mismo
Suárez en la Fundación Banco Patricios en 1994, durante la muestra “90-60-90” (detalles de
puntuación, tipografía, alteraciones de orden o de léxico). Obviamente, la aquí transcripta es la
versión original.
15. Entrevista con Pablo Suárez.
102
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
16, En la entrevista refuerza esa definición: “Cuando hice la carta al Di Tella no me pareció una
cosa rarísima que eso fuera la obra, ni a mí ni a nadie de mi época. Años después, todos decían
‘esto es un absurdo, esto es una renuncia’. Y yo decía ‘no es una renuncia, en la medida en que
no fue concebida como renuncia sino como obra’. Yo no tenía por qué renunciar a un lugar donde
no se me había contratado, es una ridiculez, no me ligaba nada a la institución, ningún lazo. Era un
show para generar otro tipo de cosa, y para cuestionar. La carta la concebí como una obra para
una exposición”.
17. En “Di Tella: La sangre llega al río”, Primera Plana, 282, 21/6/68, p. 70.
103
P a rte II. El i t i n e r a r i o del '68
- - ABAJO LA R EPRESIO N !
- - FUERA LA POLITICA CULTURAL 1
- - A QUE VIENEN LOS PATROCINADORES DEL MUSEO DE
A RTE MODERNO DE N. YORK, SINO A COMPRAR CON
CIENCIAS Y TRATAR DE PROSTITUIR A LOS ARTISTAS
ARGENTINOS ?
VIVA LA LIBER TA D !
E sto es un hecho e sté tico . Quien a s í no lo com prenda, le
doy la libertad de tom arlo com o quiera. EDUARDO RUANO.
104
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
M ensaje en Di Tella
Este mensaje está dirigido al reducido grupo de creadores, simuladores, críticos y promotores, es
decir, a los que están comprometidos por su talento, su inteligencia, su interés económico o de
prestigio, o su estupidez a lo que se llama “arte de vanguardia”.
A los que metódicamente buscan darse en Di Tella “el baño de cultura”, al público en general.
Vanguardia es el movimiento de pensamiento que niega permanentemente al arte y afirma permanen
temente la historia. En este recorrido de afirmación y negación simultánea, el arte y la vida se han ido
confundiendo hasta hacerse inseparables. Todos los fenómenos de la vida social se han convertido
en materia estética: la moda, la industria y la tecnología, los medios de comunicación de masas, etc.
“Se acabó la contemplación estética porque la estética se disuelve en la vida social”.
Se acabó también la obra de arte porque la vida y el planeta mismo empiezan a serlo.
Por eso se esparce por todas partes una lucha necesaria, sangrienta y hermosa por la creación del
mundo nuevo. Y la vanguardia no puede dejar de afirmar la historia, de afirmar la justa, heroica
violencia de esta lucha.
El futurodel arte se liga no a la creación de obras, sino a la definición de nuevos conceptos de vida;
y el artista se convierte en el propagandista de esos conceptos. El “arte” no tiene ninguna importan
cia: es la vida la que cuenta. Es la historia de estos años que vienen. Es la creación de la obra
colectiva más gigantesca de la historia: la conquista de la tierra, de la libertad por el hombre.
R oberto J a c o b y
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P a r t e II. El f u n e r a r i o del '68
20. Citado en el texto de Patricia Rizzo incluido en Instituto Di Tella Experiencias ‘68 (1998). Enj
la misma línea, recientemente Jacoby declaró: “Eran tres mensajes puestos descarnadamente uno!
al lado del otro [...]. Una especie de exasperación del sentido” (La Nación, “Vía Libre”, 21 de
mayo de 1998; p. 28).
21. Revista Análisis, N° 376, 27 de mayo de 1968.
22. El mismo Carballa había comprado y mandado matar las palomas. Como el proceso de
embalsamamiento completo era muy lento (seis meses), el artista optó por un proceso parcial!
menos duradero.
23. La Prensa, Buenos Aires, 21 de mayo de 1968. El explícito anclaje ideológico de la obra fue
cuestionado por algunos críticos: “otros desvalorizan su valentía formal merced a una ingenuidad
ideológica” (Primera Plana N° 282), o “los simples llamados de paz llorosa y sentimentaloide. Por
la Paz se lucha, creemos” (Edgardo Vigo, El Día, La Plata). Al artista le valió, empero, ser fichado en
la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado).
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D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
El artista repartía a los asistentes un papel en el que explicaba que el poder sobre su
obra lo detentaba la élite que poseía las llaves.
La obra era parte de una serie titulada “Altares”, com puesta por el Altar Nupcial,24
el de la Muerte y el de la Virgen. “El poder de las llaves” era justamente el segundo altar,
el de la Muerte. El episodio de censura al que hace referencia Ruano en el volante que
reparte en Experiencias afecta una instalación titulada “El Altar de la Virgen ”.25
24. El “altar nupcial” consistía en una bañadera cubierta de mercurio, sobre la que se elevaba
una estructura tapada por una tela blanca con reflejos plateados de la que colgaban tres focos
de luz encendidos.
25, Véase la descripción de esta obra en la entrevista con Carballa.
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P a rte II. El i t i n e r a r i o del '68
Oscar Bony había propuesto inicialmente realizar una experiencia titulada “Dife
rencia de tiempo de dos sonidos que materializan un espacio”,26 pero optó por presen
tar “La familia obrera”.27 Se trataba de una instalación compuesta por Luis Ricardo
Rodríguez, matricero, residente en Valentín Alsina, su mujer Elena Quiroga y el hijo de
ambos, Máximo, sentados sobre un pedestal. Los acompañaba una banda sonora que el
artista había obtenido grabando ruidos de la vida cotidiana de su hogar. Allí, en medio
de la sala, comiendo, fumando, leyendo, conversando, este grupo humano persistió
hora tras hora, todos los días que duró la exposición, a pesar de la reacción adversa del
público, que en algunos casos trató de convencerlos de que abandonaran su puesto,
Sobre la plataforma, el autor había colocado un cartel que, según recuerda Bony, decía:
“Luis Ricardo Rodríguez, matricero de profesión, percibe el doble de lo que gana en su
oficio, por permanecer en exhibición con su mujer y su hijo durante la muestra”.
26. En la descripción que Bony presenta a Romero Brest el Io de abril se proponía aislar dentro del
Instituto un espacio en el que a través de un sistema de micrófonos y parlantes, el espectador
escuchara en un tiempo diferido de pocos segundos los sonidos que él mismo producía. La preten
sión era, en la línea de las estructuras primarias, materializar el espacio por medio del sonido. La
propuesta debe haber quedado en el camino por dificultades técnicas en su concreción.
27. Un análisis pormenorizado de la presentación de Bony puede hallarse en Herrera, 1993.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
Esta obra, que según el analista de P rim era P la n a “consuma en un solo acto el
destino del p o p -a rt", fue una de las que atrajo mayor atención (adversa) de la crítica
periodística. El cronista de la revista A n álisis le endilgó falta de originalidad, com pa
rando este planteo y el que “Alberto Greco y Oscar Masotta [hicieron] hace varios
años”, en relación al uso de personas reales en sus com posiciones. Otros medios
cuestionaron la obra desde la perspectiva de los modelos (apelando a la moral tradi
cional, calificándola como un atentado a los valores del trabajo y la familia), y tam
bién desde la perspectiva del público, considerándola una “agresión impune” al
espectador.28 Incluso algunos artistas la recuerdan con cierto rechazo.29 El mismo
Bony dice al respecto: “La obra estaba fundada sobre la ética y yo asumí el papel de
torturador”.30
Al trasponer la entrada del Instituto, el público se topaba con un largo lienzo
detafeta de nylon azul cobalto, que atravesaba las tres salas, y terminaba 200 metros
más allá, en un enorme turbante que era portado por una modelo (sentada en una
silla y con otra silla vacía al lado), que ocasionalmente conversaba con el público. A
lo largo del lienzo estaban colocadas 200 manzanas verdes, dispersas como lunares,
“que el público comió ávidamente” (Romero Brest, 1992: 140). Se trataba de “Todo lo
que Juan Stoppani no se pudo poner en la cabeza”.31 Al respecto, Stoppani declara:
“Todo era muy bello y elegante. La única diferencia es que yo había sacado la escena
del cuadro”.
28. En La Prensa, Buenos Aires, 21 de mayo de 1968; Análisis N° 376, Buenos Aires, 27 de mayo
de 1968.
29. Eduardo Ruano nos dice que él y otros consideraron que la obra era humillante para la familia
obrera contratada. Rubén Naranjo, integrante del Grupo de Artistas de Vanguardia de Rosario, recuer
da hoy esa obra como uno de los motivos de su inmediata toma de distancia respecto del Di Tella.
30. En La Maga, Buenos Aires, 16 de junio de 1993, p. 11. Al respecto dice: “que la obra está
fundada sobre la ética es obvio en el sentido que a mí me ponía incómodo ponerlos a ellos en
ridículo” (entrevista).
31. La revista Así (Io de junio de 1968) menciona un título más extenso y descriptivo: “Todo lo
que Juan Stoppani no se pudo poner. Doscientos metros de tafeta de nylon, un vestido, 200
manzanas, un turbante y dos sillones”.
P a rte II. El i t i n e r a r i o del '68
Margarita Paksa diseñó un área, una pista de arena, donde imprimió las huellas del
los cuerpos de una pareja.32 Allí el público podía escuchar en dos tocadiscos Winco, las|
dos caras de un disco titulado “Comunicaciones”, que de un lado contenía “Santuario
del sueño”, una descripción repetitiva, obsesiva y sedante de un ambiente, y del otro,
“Sólo me importa el amor” o “Candente” -según la fuente-, la grabación de los jadeos del
una pareja haciendo el amor. Ambos lados tendían a anularse o equilibrarse. El perio-l
dista de P rim era P la n a consideró que la reunión de estos elementos conseguía unal
“función totalizadora”: el espacio y el movimiento, lo estático y lo dinámico, lo lleno y lo|
vacío, la virtualidad de la imagen en el disco y su valor efímero en la arena.
32. El día de la inauguración, la acción la llevaron a cabo ella y su marido, cubiertos por una malla
negra. Luego, una vez por semana mientras duró la muestra, consiguió a una pareja para que los
reemplazara.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
Aspectos de la experiencia de Margarita Paksa. (a) El público escucha las dos caras
del disco “Comunicaciones”. (Detrás, un fragmento del retrato publicitario de Freud,
que encargó Rodríguez Arias.) (b) La artista y su pareja estampan la huella de
sus cuerpos sobre una pista de arena.
Alfredo Rodríguez Arias, integrante del autodenominado grupo TSE, que se aglutinaba
entomo a la casa-taller de la calle Pacheco de Meló, y que venía trabajando en la dirección
de proyectos teatrales (D rácu la, Futura, Love a n d Song) en el Centro de Experimentación
Audiovisual del Di Tella, presentó una gigantesca imagen de Freud. Las distintas versiones
lo señalan como “un retrato de Freud perfectamente pintado, hiperrealista” (entrevista a
Jacoby), “una enorme foto” (entrevista a Paksa), o “un gran panel pintado por artesanos
con el retrato de Freud, símbolo para él de la cultura que termina” (Romero Brest, 1992:
141). La del propio artista es que encargó un retrato de Freud a aquellos que pintan
carteles de películas: “Me pareció que Freud fue la persona que encontró la llave en este
siglo, que abrió una perspectiva conceptual sobre cada uno de nosotros [...]. Me pareció
una imagen emblemática”.33 El artista explicó graciosamente su obra como el “Movimiento
Freud-Guevara, por la libertad sexual y social”.34
33. Entrevista publicada en La Nación, Suplemento Vía Libre, 21 de mayo de 1998, p. 28.
34. Revista Gente, Buenos Aires, 6 de junio de 1968.
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P a rte II. El i t i n e r a r i o d e l '6 8
Delia Cancela y Pablo Mesejean expusieron sobre una mesa un paquete de revis
tas, que no eran en sí mismas la obra sino más bien su prueba. Un cartel aclaraba que
se ofrecían en venta a la entrada del Instituto. Se trataba de ejemplares de una revista
confeccionada por ellos mismos, que ponían así en escena, según el cronista de Pri
m era P la n a , el “paso definitivo a la serialización de la obra de arte, un concepto más
vasto que el de su fugacidad”.35 Además de su intención desmitificadora respecto del
arte, los venía preocupando la moda como sistema significativo o de representación.36
Menos inquietantes para la crítica y el público que el resto de las Experiencias
(aunque no por ello mejor acogidas) resultaron las presentaciones de Lamelas, Azaro
y Trotta, en la línea -y a conocida- de ciertos desarrollos previos de la vanguardia,
ligados al arte cinético y a las estructuras primarias.37
David Lamelas tomó como material la luz: su obra consistió en dos linternas que
proyectaban haces de luz sobre paredes enfrentadas, uno sobre una pared plana y lisa,
otro sobre una superficie rugosa e imperfecta.38
Rodolfo Azaro trabajó con el movimiento congelado: presentó una estructura
que mostraba la trayectoria de una pelota que rebotaba contra una pared mediante
barras de aluminio,39 que se leyó como “un planteo lúdico despojado de compromi
so”40 que desentonaba con el tono del conjunto.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
41. Véase Romero Brest, 1969; p. 141 y “Di Tella: el vacío relleno”, en Análisis N° 376, 27 de
mayo de 1968.
42. Primera Plana N° 282, 21 de mayo de 1968, p. 70.
43. El artista seguía en la línea de su trabajo premiado ese año en el Ver y Estimar, en el que
presentó una réplica de los ascensores del Museo de Arte Moderno que generaron confusión en
el público, que tocaba la botonera y hacía fila en los “falsos” ascensores.
44. Roberto Píate, escrito para la justificación de la obra presentada previamente al Instituto Di Tella.
45. Véase el recuerdo de este incidente por Oteiza, “El cierre de los centros de arte del Instituto
Torcuato Di Tella”, en W AA., Cultura y política en los años ‘60, 1997; p. 99-
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P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
Un salto al vacío
Las trece propuestas descritas, aún con sus diferencias, sostienen un ritmo general
de aceleración hacia planteos conceptuales y desmaterializados, un cuestionamiento radi
cal del estatuto de la producción artística.49 Rodríguez Arias define el ánimo y la actividad
de los participantes en términos de un “trabajo coral”, una “pulsión colectiva”.50 No sólo
exceden los géneros convencionales sino que tampoco pueden encuadrarse bajo los nue
vos rótulos de objetos, happenings o ambientaciones.51 Postulan a partir de la selección
49. La revista Análisis hipotetiza sobre el destino que tendrá la puesta en crisis del estatuto
artístico inscripta en algunas experiencias: “Sólo Paksa y Jacoby intentan romper el cerco que
parece amenazar, apenas abiertos, a todos los caminos de las artes plásticas. Sería prematuro
vaticinar sobre la autenticidad de estos intentos en la Argentina. Si lo son, sus próximos frutos
(sobre todo en Jacoby) se darán sin duda fuera de las artes plásticas y lejos de las galerías”.
Revista Análisis, N° 376, 27 de mayo de 1968.
50. La Nación, Suplemento “Vía Libre”, 21 de mayo de 1998, p. 28.
51. En Primera Plana N° 282 (21 de mayo de 1968) se publica un sugestivo artículo sobre estos
acontecimientos, en el que se los examina a la luz de la trayectoria de la vanguardia estética,
observando que: “una vez agotada la frivolidad de los objetistas, asfixiada de intelectualismo la
aventura de las estructuras primarias, la vanguardia estaba justamente condenada a volver a la
figuración para sobrevivir; habiendo pasado del plano al volumen, de allí al espacio, y hasta a la
temporalidad que proponían las investigaciones cinéticas, ese regreso se parecía a un callejón sin
salida... No podía resolverse sino a través de la propuesta que Experiencias 68 significa: un trance
agónico; un juego de cartas que abomina de la estética, a riesgo de pasar el resto del tiempo a la
intemperie, en una tierra de nadie que las artes plásticas no reclamarían, y que ni siquiera el
espectáculo -happenings mediante- podría reconocer como suya”.
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P a rte II. E l i t i n e r a r i o del '68
Con Experiencias 1968 y continuando en cierto modo Experiencias Visuales 1967, un grupo de
jóvenes artistas intenta plantear el problema de la creación en términos casi extremos. Quien más
quien menos, según el temperamento, presenta una situación vital que no se aleja de las que
tradicionalmente presentaban las obras de arte sino por la falta de representación en imagen.
Como si quisieran acercar el arte a la vida -el mayor deseo de los artistas en toda época-
superando el intermediario de la forma-símbolo.
La palabra ‘experiencia’ origina interpretaciones distintas y hasta puede ser redundante su em
pleo, ya que toda obra de arte implica una experiencia del creador, destinada a provocar otra en el
contemplador. Aquí, sin embargo, es usada con intención definida, para indicar que no son estáti
cas 'obras de arte’ -terminadas y definitivas- sino proyectos de creación dinámica para el
contemplador. Se trata de otra actitud, que va más allá de la mera contemplación de imágenes
pintadas o esculpidas: se trata de alertar al contemplador acerca de lo que tiene a la vista y en lo
que tal vez no repara, para que intensifique su contemplación hasta vivir él mismo con la mayor
intensidad, tomando conciencia de su posición en el mundo.
Aunque parecerá extraño a muchos que no alcanzan a comprender las “experiencias", estos
creadores están movidos por un ansia de verdad, queriendo ser ajenos a cualquier forma de
retórica. Por lo cual apelan unos a personas reales para que participen en ellas, otros exigen la
colaboración del público para perfeccionarlas, otros plantean una problemática que obliga a volver
sobre los pasos consabidos para desembocar en lo más obvio, y hubo quien se negó a realizarla
atacando la institucionalidad del lugar. Con una nota curiosa en todos, que no deja de ser fecunda:
que dicho acercamiento del arte con la vida se realiza a la par en términos fuertemente intelectuales.
Sabemos que por tales motivos las Experiencias 1968 no son fácilmente aceptadas, por los pre
juicios que destruyen, pero tampoco hemos querido abundar en ‘explicaciones’, ya que el arte de
ahora, como el de antes, no se ‘explica’. Cuando más cabe hacer esta mostración de intenciones,
sólo para asegurar a los contempladores atónitos que no se trata de una arbitrariedad. No sin
agregar, y vaya que es lo más importante, que con tales planteos de situaciones la creación
artística se torna más libre y apunta directamente a la libertad de quienes la viven, lo que constituye
una meta para cualquier artista. De suerte que aún en el error, si lo hubiere, quedaría en pie el alto
significado ético de la intencionalidad operante.
¿Por qué no dar oportunidad, entonces, a que estos jóvenes se manifiesten? El Instituto Di Tella es
fundamentalmente centro de experimentación y por ello no rechaza ninguna experiencia, con la
única condición de que tenga calidad y apunte a la libertad del hombre. Así como nos hemos
complacido en organizar las exposiciones de los artistas argentinos, Julio Le Pare el año pasado,
52. Hablamos de silencio porque “por primera vez, el Di Tella rodeó de silencio una inaugu
ración: no cursó invitaciones, no imprimió catálogos, ahorró discursos en el vernissage” (Pri
mera Plana N° 282, 21 de mayo de 1968, p. 70).
116
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
Antonio Berni y Lucio Fontana antes, o Libero Badii recientemente, nos complacemos en organizar
esta manifestación de frescura y libertad, sin extremar el juicio en momentos en que es tan difícil
ejercerlo con verdadera eficacia”.
53. Este texto de Jorge Romero Brest fue escrito el 23 de mayo de 1968 a pedido de las
autoridades del ITDT, como información pública ante la clausura del El Baño de Píate.
54. Ladistancia entre las dos ediciones de las Experiencias fue percibida por el ya citado cronista de
Primera Plana que añade el dato de ciertos indicios institucionales acerca de la dificultad para dar
cuenta de lo que se exhibía: “Lo único que tienen en común ambas muestras es su hábitat: [varían]
desde la actitud de los organizadores [...] a la de los participantes, en las antípodas de la investiga
ción formal que convirtió en lujosa la edición del año pasado"(Primera Plana N° 282, p. 70).
55. La expresión está tomada del artículo de Primera Plana N° 282, 21 de mayo de 1968, p. 70.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
En la calle
Con una intervención policial y judicial se ha clausurado una de las obras expuestas en la muestra
EXPERIENCIAS 68 del Instituto Torcuato Di Tella. Esta es la tercera vez que en menos de un año la
policía suplanta las armas de la crítica por la crítica de las armas, atribuyéndose un papel que no le
corresponde: el de ejercer la censura estética.
Por lo visto no sólo tratan de imponer su punto de vista en la moda y los gustos, con absurdos
cortes de pelo y detenciones arbitrarias de artistas y jóvenes en general, sino que también lo hacen
con la obra de esos artistas.
Pero los artistas e intelectuales no han sido los principales perseguidos: la represión también se
dirige contra el movimiento obrero y estudiantil; una vez logrado esto, pretende acallar toda con
ciencia libre en nuestro país.
Los artistas argentinos nos oponemos resueltamente al establecimiento de un estado policial en
nuestro país.
ALFREDO RODRIGUEZ ARIAS / PABLO SUAREZ / ROBERTO PLATE /ROBERTO JACOBY/ JUAN
STOPPANI /JO R G E CARBALLA /OSCAR BONY /DAVID LAMELAS (Ausente) /ANTONIO TROTTA
(Ausente) / RODOLFO AZARO / PABLO M ESEJEAN / DELIA CANCELA/ MARGARITA PAKSA.
Adhesiones
MARIO TREJO / VICTOR CHAB / HUMBERTO RIVAS / EDUARDO RUANO / CARLOS CUTAIA /
JO RG E CENTOFANTI /SERGIO MULET/OSCAR MASOTTA/ NACHA GUEVARA/MARI ORENSANZ
/ LEON FERRARI / BUTE / JO R G E ALVAREZ / RICARDO CARREIRA / ROBERTO ALVARADO /
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D el D i T ella a " T ucu m á n A rd e"
Sin restarle contundencia a esta masiva definición, cabe señalar que no fue unáni
me la actitud de los participantes en las Experiencias: ya se muestran indicios de las
fisuras en la vanguardia porteña que poco después se tornarían en enfrentamientos.
Carballa, que firma y participa en el episodio en la calle Florida (aparece como portavoz
de los artistas ante algún medio),56 decide no romper toda su obra y preserva la caja del
destrozo, escondiéndola en una bou tiqu e de una galería cercana. Trotta, que figura como
firmante ausente de la declaración, es tajante al declarar recientemente: “Yo no estaba y
habían destruido mi obra sin permiso [...] Para mí la destrucción de las obras fue una
acción nazi en el sentido histórico, porque cuando un país empieza a destruirse, no hay
revolución posible”.57 Poco después, el artista deja la Argentina y vuelve a Italia, su país
natal. Por último, Lamelas, que también aparece como ausente en la declaración, estuvo
en Europa durante las Experiencias, y allí se instalaría durante los años siguientes.
Romero Brest, al evaluar el curso de los acontecimientos, dice con sorprendente
agudeza: “detrás de la anécdota policial se ocultaba la verdadera noticia: el triunfo de
una preceptiva basada en la perturbación; el paso por el cual la vanguardia desertaba de
la frivolidad y elegía el compromiso” (Romero Brest, 1992: 144).58
El semanario P rim era P la n a (N° 284, 4 de junio de 1968) concluye el relato de la
clausura de las Experiencias considerando que:
“A estas alturas, el triunfo de Experiencias era total. Pensada como una reacción moral
contra toda estética, como una participación en la realidad, su desarrollo fue un deterioro
inquietante como el de un animal vivo: si algo le faltaba, este rotundo gesto antropofágico
acaba de agregárselo”.
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P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
En esta escena del itinerario del ‘68, que implica el definitivo quiebre de gran parte
de la vanguardia plástica porteña con uno de los principales actores institucionales
modernizadores que los había albergado, podemos encontrar dos formas de abolición
del arte. Por un lado, la que se ejerce desde el Estado autoritario a través de la censura,
la persecución judicial y la represión policial. Por el otro, cuando los artistas deciden
destruir sus obras y arrojar los restos a la calle Florida, ejercen como respuesta al régi
men de Onganía, una acción de violencia contra la materialidad de sus propias obras.
Están aboliendo una modalidad artística (en tanto práctica y en tanto ámbito) en la
medida en que perciben que hasta allí no pudieron evitar que su producción -aun la
más crítica y revulsiva- fuera absorbida y neutralizada por las instituciones artísticas.
Pero ese corrimiento a una zona inclasificable no significa, como veremos, que
renuncien al arte. Algunos de estos artistas apuestan a la formulación de un “arte revo
lucionario”, otros emigran a Europa para buscar condiciones de producción menos hos
tiles. Un año antes de su cierre, el Di Tella se despobló de la gran mayoría de aquellos
jóvenes creativos que habían dejado en sus salas a lo largo de la década huellas de
colores violentos y brillantes.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
Una nueva acción, esta vez protagonizada por la vanguardia rosarina, sella la
ruptura conjunta de los artistas con lo que llamaban “las estructuras de la cultura ofi
cial”. El 12 de julio de Í968, Jorge Romero Brest fue interrumpido, mientras daba una
conferencia en la sala Amigos del Arte en la ciudad de Rosario. Diez artistas protagoni
zaron una suerte de “asalto”: tomaron la sala, coreando consignas, cortaron las luces y
leyeron a oscuras una declaración contra la cultura institucional representada por el Di
Tella y a favor de los movimientos populares. El texto, leído por Juan Pablo Renzi,
Norberto Puzzolo y Rodolfo Elizalde, expresa en términos que pueden entenderse como
los de un manifiesto la concepción del arte - “los principios de una nueva estética”- a la
que habían arribado los artistas de la vanguardia rosarina:
(en la oscuridad)
-Creemos que el arte no es una actividad pacífica ni de decoración de la vida burguesa de nadie.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
-Creemos que el arte significa un compromiso activo con la realidad, activo porque aspira a
transformar esta sociedad de clases en una mejor.
-Por lo tanto, debe inquietar, constantemente, las estructuras de la cultura oficial.
-En consecuencia declaramos que la vida del "Che” Guevara y la acción de los estudiantes
franceses son obras de arte mayores que la mayoría de las paparruchadas colgadas en los miles
de museos del mundo.
-Aspiramos a transformar cada pedazo de la realidad en un objeto artístico que se vuelva sobre la
conciencia del mundo revelando las contradicciones íntimas de esta sociedad de clases.
-Mueran todas las instituciones, viva el arte de la Revolución! (a coro).
Esta acción es definida, pues, como un “acto”, una “pequeña violencia que hemos
perpetrado al imponerles a ustedes nuestra presencia”, “este simulacro de atentado” y,
finalmente, como “una obra de acción colectiva”. Procediendo con una modalidad pro
pia de un “comando”, cada integrante del grupo tenía una tarea asignada: uno llevó a
Romero Brest al fondo, otro cortó la electricidad, los demás se pusieron adelante del
público, y a medida que unos leían la proclama, otros gritaban consignas a coro.
Mientras tanto, según un cronista, “Romero Brest se mantuvo inmutable. Escuchó
atentamente los vivas al Che Guevara que colofonaron la interrupción, se sentó, tomó
un sorbo de agua y comenzó su conferencia”.61
b.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
“No es sólo por un planteo moral, que también está implícito, ya que nos negamos a
seguir participando de una maquinaria de prestigio que termina por utilizarnos en su
provecho, sino por un planteo estético: la obra, puesta en el marco de referencia de la
institución que la cobija, pierde eficacia: se confunde fácilmente con la institución mis
ma, se pone a su servicio”.65
Con esta puesta en escena en dos actos, rompían con la institución que a lo largo
de la década jugó un rol decisivo en la legitimación de las vanguardias artísticas y,
emblemáticamente, con la institución arte en su conjunto, con sus relaciones, sujecio
nes, espacios, formas de funcionamiento y prebendas.
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P a r t e II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
Señor
Consejero Cultural y d e .
Cooperación Técnica de la
Embajada de Francia
Robert Perroud
Estimado Señor:
He recibido la carta con fecha 4 de junio de 1968, en la cual se me comunica que he sido seleccio
nada para participar en el Premio George Braque 1968, que tendrá lugar en el Museo Nacional de
Bellas Artes.
Le comunico que no participaré. Considero que he presentado diapositivas y que mis trabajos y
actuación pública son bien conocidos. No acepto por lo tanto, el hecho de tener que sujetarme a las
condiciones por usted presentadas, por carta de esa misma fecha.
He leído varias veces esas indicaciones, y si bien puedo entender la necesidad de ordenar la
entrega de trabajos sujetos a montaje, simplemente por razones de eficiencia, veo que nada tiene
que ver con ello “señalar la posible existencia de fotos, leyendas o escritos que integren la obra” y
reservarse el derecho de “efectuar los cambios que juzgare necesarios”.
No puede haber cambios bajo ningún concepto, por parte de ninguna institución, ni jurado, sobre
la obra de creación personal artística. Además, siendo un Premio por invitación, considero que el
jurado tiene plenos poderes para seleccionar a quien le convenga.
Es allí donde comienzan y terminan sus derechos, para dejar lugar al derecho de los demás, al libre
juego de su pensamiento, que el artista ejerce bajo su propia responsabilidad.
Es la crítica, la opinión pública en general, a través de sus vehículos naturales, la que hará el
posterior juicio.
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D e l D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
Novoy a entrar en disquisiciones sobre la libertad y la censura. La vida política, gremial y cultural
de nuestro país, demuestra ya bien claramente que toda intromisión es nefasta.
Que esa intromisión, siempre pretende acallar, destruir y disolver las opiniones de los más lúcidos,
tratando de sembrar la confusión, antes que el orden. Que la autoridad se destruye a sí misma, al
ejercer un acto, que en su aparente fuerza, es una demostración de temor.
Lo saluda,
M argarita Paksa
La siguió Roberto Píate, también renunciante, con una “explosiva carta de decidi
do tono político”, que repartió desde el 26 de junio, donde se manifiesta:
125
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
El carácter antiinstitucional que progresivamente adoptan los tres textos refleja, por
un lado, la profundización de la ruptura de la vanguardia con las instancias de legitima
ción de la institución arte, que entienden como aquellas que “ostentan el ‘poder’ de adju
dicar valor artístico” dentro de los límites “que la burguesía propone”. Al rechazo a los
lugares instituidos del “arte burgués”, se agrega en esa coyuntura un elemento provenien
te de la coyuntura política internacional: el repudio a la represión que el gobierno francés
había desatado contra los estudiantes y los obreros manifestantes en Mayo.68 Por último,
la autodefinición de los rosarinos (“quienes nos proponemos modificar las leyes del juego
y subvertir el orden instituido”) señala el tenor de la radicalización que viven los artistas.
El acto
Luego de esta extendida toma de posición frente a la censura, varios artistas inten
tan generalizar el boicot al Premio. Al no conseguir la adhesión de todos los participan
tes, intentan presionar -sin éxito- a los organizadores para que levanten la convocato
ria. Contemplan, también, la posibilidad de armar una muestra paralela, pero deciden,
por último, actuar en la ceremonia de entrega de los premios.
El acto público se realizó el 16 de julio en el Museo Nacional de Bellas Artes, con
la presencia del embajador francés, Jean de la Grandville, del director del museo, Samuel
Oliver, y de otros altos funcionarios argentinos.
Poco después de las 19 horas, mientras se iniciaba el discurso de Oliver, el grupo
que optó por no participar inició un acto-relámpago contra la censura y el “colonialismo
cultural”. De acuerdo con varias versiones periodísticas, la primera en interrumpir la cere
monia fue Margarita Paksa, que impuso su voz sobre la de Oliver. La siguió otro artista. De
acuerdo con la versión de la revista Gente, se trataría de Roberto Píate, que “vociferaba
Terminemos con la represión ideológica’”.69
68. La vinculación entre la apresurada cláusula de censura impuesta a los artistas argentinos y los
disturbios en Francia apareció entonces como un hecho evidente. En la revista Análisis (N° 384,
22 de julio de 1968), por ejemplo, se considera que dicha medida subraya “la reacción del
régimen francés ante los recientes disturbios estudiantiles”.
69. Pablo Suárez recuerda: “Nosotros fuimos igual pero con un show preparado y mientras el
conde Grandville hacía su discurso, nosotros gritábamos el nuestro encima del mismo micrófono”
(entrevista en Tiempo Argentino, 13 de julio de 1988). Algunas crónicas de la época tergiversan
el objeto de la protesta, al señalar que “impugnaba los premios por haber sido mal adjudicados”
(Clarín, 17 de julio de 1968). Otras señalan que la intervención de Paksa aludió a “la infiltración
del imperialismo y el fascismo en los fenómenos de la cultura” (La Prensa, 17 de julio de 1968).
La crónica del diario La Razón (17 de julio de 1968) relata que “la pintora Margarita Paksa
interrumpió al director señalando con vehemencia que se rechazaban los premios por estar en
desacuerdo con influencias fascistas y no permitirse participar en los certámenes a artistas de
auténtico mérito”. Análisis (N° 407, I o de enero de 1969, p. 57) se refiere como uno de los
motivos de la protesta a “la expulsión de Francia de dos plásticos argentinos: Le Pare y Demarco”.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
FATRAC
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(Fren te A n tiim p erialista de T rab ajad o res de la Cultura)
16-7-68
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
70. Según la versión de Gente, Eduardo Ruano quiso agredir a Polesello y le gritó ‘traidor, no
deberías aceptar ese premio, vendido’. Polesello respondió con impecable upper-cut, mientras
era cubierto por una lluvia de volantes”.
71. La nómina de los detenidos, que primero pasaron por la Seccional 19 para después ser
recluidos, por unos días, en la cárcel de Villa Devoto y en la cárcel de mujeres El Buen Pastor,
incluye a los plásticos porteños Margarita Paksa, Pablo Suárez, Roberto Jacoby, Ricardo Carreira,
Eduardo Ruano, y al rosarino Eduardo Favario. Se suman a ellos el poeta y médico Martín
Micharvegas, Javier Arroyuelo, Mario Ravoy, Rafael López Sánchez y Domingo Sapia.
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P arte II. E l itinera rio del '6 8
La doble ruptura
Los sucesos del Premio Braque implican un segundo quiebre institucional, a poco
de haber roto porteños y rosarinos con el Di Tella. Esta vez, la ruptura se pone en
escena en un espacio hegemónico: el Museo Nacional de Bellas Artes, que todavía dis
putan como propio.72 Y se manifiesta contra los premios y becas, la forma de consagra
ción que para los jóvenes integrantes de la vanguardia era la única puerta de retribución j
económica por la labor artística, dado que difícilmente lo que ellos producían llegara a|
insertarse en el reducido mercado de arte.
A la vez, los incidentes del Braque imprimen un sello político al quiebre: los artis-1
tas actúan contra una cláusula de la embajada francesa, teniendo presentes las recientes
revueltas estudiantiles y obreras contra el gobierno de De Gaulle, y se solidarizan explí
citamente con los manifestantes reprimidos. Reafirman, con esta intervención, el doble j
carácter (político y artístico) de la ruptura que viven, que ya se insinúa en las escenas ¡
anteriores,73 pero que en los sucesos del premio Braque se explícita.
En el enfrentamiento entre los artistas rebeldes y las instituciones (política, la |
embajada francesa, y artística, el Museo Nacional de Bellas Artes), las tensiones artísti
cas y políticas aparecen entrecruzadas, superpuestas. La crítica que los artistas realizan
incluye en un lugar central la denuncia política (al régimen francés) a la vez que su
protesta se ampara en la defensa de la libertad de creación frente a una cláusula de
censura que afecta la autonomía del artista. El lugar del oponente -represor y censor-1
aparece encarnado en una única instancia.
La solicitud de las autoridades del museo de una inmediata y enérgica interven-1
ción policial pone de manifiesto nuevamente que el ámbito artístico cada vez brinda
menos amparo y protección a los rebeldes. No era la primera vez que un grupo de
artistas terminaba detenido.74 Pero, en el Premio Braque, las reclusiones en la cárcel y la
apertura de causas penales, así como la posterior persecución policial contra los que
habían sido detenidos, son elementos que dan cuenta del agravamiento de los enfrenta-1
mientos entre la vanguardia artística y el régimen militar.
Pocos meses antes, el director del Museo, Samuel Oliver, había querido decidir la I
disposición de algunos elementos en un montaje de Jorge Carballa. Se trataba del Altar
de la Virgen, que había sido construido en el Museo Nacional de Bellas Artes para una
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
exposición colectiva: una estructura piramidal escalonada de madera de casi seis metros
de alto por cinco metros de base, que estaba cubierta por manteles blancos almidona
dos, decorados por enormes faroles (los mismos que se utilizan en la iluminación calle
jera). A la vez la estructura estaba alumbrada por poderosos reflectores. Alrededor de la
estructura, sobre el piso, grandes ladrillos de pan de molde completaban la obra. Este
altar fue censurado por Oliver, quien mandó al artista quitar el pan del piso.75 Como el
artista se negó a seguir sus directivas, fue obligado a retirar su obra del Museo. En este
caso, el conflicto entre la vanguardia y la institución se resolvió también con violencia,
la que implica una prohibición, pero fue ejercida por un poder hegemónico del campo
artístico. En cambio, cuando se convoca desde adentro del campo artístico a una abierta
intrusión del aparato represivo para resolver una contienda interna, el campo pierde su
autonomía “por arriba”. Si las autoridades artísticas acusan a los artistas de “politizar” el
conflicto con la institución, lo cierto es que la estrategia de resolución que emplea ésta
última no sólo los sanciona con los mecanismos propios del campo artístico (exclusión
de premios, galerías, etc.), sino que nuevamente delega la resolución del conflicto en
agentes coercitivos externos.
Los sucesos del Braque implican también una primera instancia de articulación para
la organización de una acción conjunta entre la vanguardia porteña y la rosarina. Los
rosarinos participaron no sólo escribiendo y difundiendo su posición a través del mani
fiesto. Algunos de ellos viajaron a Buenos Aires, invitados por los artistas porteños, parti
ciparon en el acto-relámpago, e incluso Eduardo Favario se contó entre los detenidos.
No se trata ya de intercambios informales o voluntades individuales, sino de un
acuerdo para una acción conjunta, lo que es el antecedente inmediato de la confluencia
que a partir del Primer Encuentro Nacional de Arte de Vanguardia (realizado en agosto)
se profundizaría, y que culminaría con la planificación y realización de “Tucumán Arde”.
En el mismo sentido, el proyecto -n o concretado- de realizar una muestra paralela
en la CGT de los Argentinos76 en boicot al Braque y el hecho de que fueran abogados de
esa central obrera los que encararan la defensa de los detenidos, son dos datos que
hablan de un creciente vínculo entre esta franja de artistas y el sindicalismo combativo,
relación que ya se había perfilado con la firma de Rodolfo Walsh en la declaración final
en las Experiencias ‘68, y que a partir de entonces se formalizaría relativamente a través
de la participación de algunos artistas en la Comisión de Acción Artística de la CGT de
los Argentinos. Estos también son antecedentes inmediatos de “Tucumán Arde”, instan
cia en la que la relación entre la vanguardia plástica y el sindicalismo combativo alcan
zaría un compromiso mayor.
75, Al parecer, ofendía cierta creencia religiosa que impone que el pan nunca debe tocar el suelo.
76. Según la versión de Horacio Verbitsky, que integra junto a Walsh y Rogelio García Lupo
el equipo de periodistas que editan el Semanario CGT, “los disidentes pretendían organizar
una muestra paralela en la CGT de Ongaro, que no se concretó por problemas prácticos y
falta de tiempo”. En “Arte y política”, op. cit.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Los incidentes en el Premio Braque plantean, de nuevo y con mucha fuerza, una
serie de cuestiones que tienen consecuencias directas en las definiciones posteriores de
la vanguardia. Así lo percibieron, contemporáneamente, dos periodistas que analizaron
lo ocurrido como parte de un proceso complejo e intrincado que iba mucho más allá de
la simple anécdota policial. Transcribimos la crónica de Alberto Cousté, titulada “Se
acabó la diversión” (.Prim era P lan a, 23 de julio de 1968), y el comentario de Horacio
Verbitsky, “Arte y política” (.C onfirm ado, I o de agosto de 1968), que plantean lúcidamen
te el conflicto de la vanguardia ante la absorción y neutralización que su inserción insti
tucional supone.
La bomba explotó a las siete y cuarto de la tarde, el martes de la semana pasada, durante el acto
de entrega de los premios Braque 1968, en las rutilantes salas del Museo Nacional de Bellas Artes,
al 1400 de la Avenida del Libertador. Pero su onda expansiva siguió escuchándose a lo largo de los
días siguientes: el sábado nadie dudaba ya de que su estruendo había puesto a la plástica
argentina en pie de guerra.
Todo comenzó con el habitual discurso de agradecimiento al Gobierno francés, por la institución de
los premios, que en sus seis ediciones “han permitido a 24 artistas argentinos viajar a París", a
cargo del arquitecto Samuel Francisco Oliver, director interino del Museo. "La pintora Margarita
Paksa -se equivocó La Razón, al día siguiente- interrumpió al director señalando con vehemencia
que se rechazaban los premios por estar en desacuerdo con influencias fascistas y no permitirse
participar en los certámenes a artistas de auténtico mérito”.
Como si se hubieran puesto de acuerdo en el error, otros periódicos y noticiarios de televisión
repitieron parecida teoría: reducían así un complejo proceso a una rencilla doméstica; desvirtuaban
la toma de conciencia d éla vanguardia argentina, hasta convertirla en un caluroso muestrario de
celos artísticos, o en una improvisada provocación adolescente.
Durante veinte agitados minutos, los panfletos arrojados por los disidentes, los forcejeos y corridas
por el interior del Museo, y la repentina aparición de numerosos efectivos policiales, probaron que
el acto relámpago había sido un éxito. Casi enseguida pudo comprobarse que la represión no lo
era menos. Se clausuraron las puertas de la casa, impidiendo la entrada y salida de público
mientras los retrasados -entre los que figuraban algunos expositores, el profesor Jorge Romero
Brest y Samuel Paz- se amontonaban en las escaleras del palacio, los revoltosos eran paciente
mente identificados y conducidos al hall de entrada, desde donde partieron a la seccional 19° en
Charcas al 2800.
Margarita Paksa, Pablo Suárez, Roberto Jacoby, Ricardo Carreira y el rosarino Eduardo Favario
figuraron entre los detenidos: la lista se duplicaba casi, incluyendo un error de percepción policial
al detener a un médico que oficiaba de comedido mediador para calmar los ánimos.
A medianoche, los pronósticos sobre la suerte de los artistas parecían sombríos. Menos de veinticua
tro horas después se supo que eran fundados: el grupo abandonó Charcas rumbo a Villa Devoto, en
cuyo pabellón D fue alojado, previo corte riguroso de pelo. A pedido de las autoridades participantes
en la detención, se supuso que la pena podía llevar las reclusiones a treinta días, "por infracción al
edicto sobre desorden”; también, que el abogado del grupo se disponía a apelar el fallo.
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D el D i T ella a " T ucum án A rde"
A puertas cerradas, y con una incomodidad de la que sólo el elegante Embajador de Francia,
Conde Jean de la Grandville, parecía estar ajeno -una hora mas tarde solicitó, gentil pero vanamen
te, la liberación de los artistas- pudieron ser entregados los premios. El de Pintura fue obtenido
dificultosamente por Rogelio Polesello (5 votos contra 4 de su seguidor, Jorge Carballa), mientras
que el de Dibujo se otorgaba por unanimidad a-Carmelo Carrá, un talentoso calabrés de 23 años,
que parecía un candidato indiscutible a esa recompensa. Carrá y Polesello se alzaron así con la
precaria beca de 750 francos mensuales (150 dólares), que se les asignarán durante el medio año
de su permanencia en París. Carballa y Miguel Fresán recibirán la aun más escuálida asignación de
400francos, mientras que los mencionados (Hugo Soubielle, Jacques Bedel y Eduardo Giussano-
Jorge Schnelder, en pintura; Juan Andino y Mari Orensanz, en dibujo) debieron conformarse con
simbólicas medallas.
Dentro del Museo terminaba, así, el proceso del Premio Braque 1968. Había que retroceder un
poco para comprender que afuera acababa de iniciarse otro más vasto y significativo.
Una hoja suplementaria acompañaba las bases del Braque que se remitieron a los invitados (no así
las repartidas a la prensa, tan inofensivas como en años anteriores). En ella se especificaba que los
bocetos de los candidatos deberían señalar “la posible existencia de fotos, leyendas o escritos que
integren la obra”; más adelante, una nota advertía que el Museo no sólo se reservaba la habitual
elección de lugar para cada pieza, sino “ios cambios que juzgara necesarios”.
Margarita Paksa fue la primera en alzarse ante el velado intento de censura, con una renuncia a la
invitación, a la que pronto se sumaron otras, entre ellas la explosiva carta de Roberto Píate, de
decidido tono político. Los integrantes del Ciclo de Arte Experimental de Rosario eligieron la misma
actitud, aunque no la comunicaron a los organizadores; imprimieron, en cambio, un lúcido manifies
to, Siempre es tiem po d e no s e r cóm p lices: en él, el Premio Braque se advierte ya como una
anécdota menor, como un pretexto del fenómeno que se ha puesto en movimiento.
Cuando el jurado reaccionó, enviando una carta de aclaración a los dimitentes, ya era tarde: la
vanguardia había decidido desentenderse de las instituciones, dejar de colaborar con una maqui
naria de prestigio que, según sus teóricos, no sólo se capitalizaba con sus obras, sino que impedía
laprobable eficacia efe ellas, al reducirlas a un sistema de comunicación caduco. Ese sistema no
sería otro que el de los salones, galerías, m a rcha nd s, institutos y demás intermediarios entre la
obra y el espectador.
La vanguardia, en definitiva, pretendía cambiar los estatutos previstos para h a c e r la carrera, des
echaba la fama en beneficio de la vida, se disponía a salir a la calle para hacerse cargo de su libertad.
Mal podía, por lo tanto, haberse planteado el boicot del 16 por "no permitirse participar en los
certámenes a artistas de auténtico mérito”: el grupo de plásticos detenido esa noche no cuestionaba
la calidad de los expositores, proponía una actitud. Y parece lógico que el ágora elegido para
debatirla haya sido ni más ni menos que el respetable Museo Nacional de Bellas Artes, esa catedral.
Las reuniones que poblaron la semana a partir del martes dejaron ver que, en todo caso, ningún
acontecimiento de la temporada había conmovido tanto el agitado ambiente de las artes plásticas.
El criterio predominante era de apoyo a los arrestados, aunque se cuestionaba la eficacia de su
acción y, más aún, su problemático futuro. Olvidaban, probablemente, que todo proceso dinámico
sejustifica a sí mismo, precisamente, en la acción; que parece prematuro pedir una mayor coheren
cia a un brote fulminante e indiscutible como una epidemia.
Por lomenos desde los surrealistas se sabe, también, que arte es el sinónimo más representativo
de subversión; que las vanguardias que no se alimentan de ese pan incómodo se transforman
velozmente en academias. Peligro que rozó el objetivismo y la frialdad de las estructuras prim arias,
y que los animadores del 16 de Julio no parecen dispuestos a transitar.
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Arte y política
(En C onfirm ado, 12 de ago sto de 1968, p. 32)
Voy a copiar el texto de varios panfletos que fueron arrojados mientras el embajador de Francia
entregaba los premios Braque a Rogelio Polesello y Carmelo Carrá. Todos están firmados por
FATRAC (Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura): “Resistamos combativamente la
penetración cultural imperialista en todas las formas que ésta se exprese”; “Incorporémonos al
proceso de liberación que se está dando en nuestro país, a través de nuestras obras en tanto
orientadas a demitificar la cultura del sistema y a afirmar consecuentemente una cultura de nuevo
tipo"; “no aceptamos ningún tipo de tutelaje económico que convalide el sistema de opresión
imperante en el mundo capitalista, ni aceptamos ninguna forma de censura a nuestras obras”; “no
estamos dispuestos a avalar ningún proyecto cultural que provenga del fascismo francés ni de
ningún otro centro del poder imperialista".
Ya se ha difundido que se les impuso un arresto de 30 días a Ricardo Carreira, Pablo Suárez,
Margarita Paksa, Eduardo Favario y Roberto Jacoby, detenidos luego de no pocos sofocones en
el Museo Nacional de Bellas Artes, que se les cortó el pelo a los varones y que uno de ellos
apostrofó ingenuamente al vigilante que lo conducía: “Déjenme, soy un artista”.
Falta decir que el método elegido para la protesta, y sus consecuencias, impidieron que se profun
dizara una polémica sumamente válida sobre las relaciones entre el artista y la sociedad, y, más
agudamente, entre el arte y la política.
El conflicto surgió cuando varios postulantes al premio Braque entendieron que una cláusula que
demandaba una descripción y fotografías de la obra a presentar implicaba una forma de censura
previa. La embajada de Francia se apresuró a precisar, en carta dirigida a los concursantes, que
su intención no era esa, pero ya se habían producido varias deserciones. Los disidentes preten
dían organizar una muestra paralela en la CGT de Ongaro, que no se concretó por problemas
prácticos y falta de tiempo.
Pero, ¿qué habría ocurrido si Jacoby exponía en un sindicato sus teletipos que transmiten noticias
sobre la guerra y la miseria en el mundo? ¿O Bony a su familia obrera, que permanece ocho horas
en un pedestal cobrando un salario por dejarse mirar? ¿O Pablo Suárez a sí mismo repartiendo
volantes en los que explica por qué no participa en la exposición en la que en realidad sí participa
exponiéndose a sí mismo que reparte volantes explicativos de por qué no participa? Un escándalo,
sin duda, porque los artistas de vanguardia no han encontrado la forma de comunicarse con
públicos no especializados.
Todos ellos son víctimas de una enorme incomunicación. Ni los obreros ni los sectores de clase
media con los que desean identificarse disponen de los medios económicos para sostener sus
experiencias. Negarse al premio Braque y a concursar el DI Tella supone una contradicción similar
a la que afronta Cortázar rechazando un reportaje para una revista argentina dependiente de Time-
Life, mientras publica sus libros en una editorial argentina fundada por uno de los mayores mono
polios eléctricos del mundo.
En Estados Unidos el conflicto se ha superado en una forma poco alentadora: la supercivilización
industrial és capaz de digerir sin sobresaltos toda rebeldía artística. Desde los poemas desespe
rados de Alien Ginsberg, muy hermosos por otra parte, hasta mediocres obras teatrales como
M ac-B ird, en la que se sugiere que el presidente Johnson hizo asesinar al presidente Kennedy.
Todo es susceptible de convertirse en un buen negocio.
Para ahogar la voz de un gran rebelde, nada mejor que un gran premio. El último recurso es
negarse a la lisonja, como hizo Sartre, marginarse de la carrera por los efímeros laureles que
concede, precisamente, el esta blishm e nt enjuiciado. Despreciar el premio Nobel, limitado a unos
pocos: primero es preciso ganarlo, cosa que por desdicha aún no le ha ocurrido a ningún artista
argentino. Le Pare, que con una máquina cosechó el premio de pintura en Venecia, sintió la contradicción,
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aunque a su obra no le interese la política. "Queremos modificar una mentalidad”, advirtió (la del arte
tradicional definida por la obra, quietita y respetable, y el espectador, quietito y respetuoso) “pero
para eso debemos servirnos de las estructuras existentes”. Siempre el problema de los medios,
cómo gritar para ser oído.
La Argentina ha avanzado algunos pasos en ese camino sutil. Si hace tres años el Di Tella expulsó
una obra de León Ferrari (un Cristo crucificado en las alas de un bombardero norteamericano),
hace dos, Kaiser permitió en su bienal una sala dedicada a los crímenes de la guerra en Vietnam.
Y desde hace muchos años, copias del escalofriante G uernica de Picasso decoran los livings más
satisfechos de Buenos Aires.
El epílogo del Braque prueba que en nuestro país el arte es, pese a todo, algo vivo, que sus
relaciones con la política aún pueden ser fecundas. Que esto vaya a reflejarse en obras, como
informa uno de los panfletos, y no sólo en actitudes, me parece menos seguro; pero si se lleva el
cuestionamiento del criterio tradicional de obra de arte hasta sus últimas consecuencias, ¿no sería
lícito afirmar que hoy la mejor obra es un buen tumulto? Desde luego, es seguro que no serían
expertos en arte los encargados de analizar esas obras. •
H oracio Verbitsky
¿Se puede pensar el “tumulto” del Premio Braque como una acción artística? El
atentado de Eduardo Ruano en el Ver y Estimar, la carta-renuncia de Pablo Suárez y el
volante del mismo Ruano en las Experiencias ‘68 fueron presentados por los propios
artistas como hechos estéticos, igual que la interrupción de la conferencia de Romero
Brest en Rosario. En el caso del premio Braque, se reitera la apelación a procedimientos
propios de las organizaciones políticas radicalizadas (el acto relámpago, el volanteo, la
agitación, las proclamas -orales o escritas-, los huevos podridos, petardos o bombas de
mal olor), lo que señala una vez más cómo las acciones de los artistas incorporan proce
dimientos propios de ciertas formas de intervención política.
Los límites del arte estaban siendo profundamente cuestionados y ampliados: la
acción política es tomada como la más eficaz y legítima acción artística.77
77, Eduardo Ruano lo reafirma en la entrevista que nos concedió: “No importaba lo que pensaran
los demás. Para mí, [el Braque] se trataba de un acto artístico”.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
FATRAC
(Frente A n tiim perialista de Trabajadores de la C ultura)
COMUNICADO DE PREN SA
Ante las manifestaciones de denuncia y protesta realizadas por un numeroso grupo de artistas
plásticos en oportunidad de la inauguración del Premio Braque 1968, y la violenta represión ejerci
da por la policía civil y uniformada, instalada en la sala a pedido de la Embajada Francesa, repre
sión ejercida contra todo el público presente, a la que se sumó la detención de los artistas plásticos:
Ricardo Carreira, Roberto Jacoby, Javier Arroyuelo, Margarita Paksa, Pablo Suárez, Mario Ravoy,
Martín Micharvegas, Eduardo Ruano, Eduardo Favario y Sapla.
El FATRAC (Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura) declara:
1. Su abierta solidaridad con los artistas detenidos por intentar expresar sus ¡deas en el plano de
la cultura.
2. Adhiere integralmente a las denuncias contra el carácter discriminatorio del Premio Braque, que
fuera impugnado por los artistas detenidos.
3. Compromete su resistencia combatiente ante las fuerzas e intereses que orientan la perspectiva
imperialista, pro-fascista y anti-popular en el plano cultural. Por ello repudia a los empleados
gaulllstas, que por un lado pretenden con sus dádivas Intencionales acallar las expresiones iden
tificadas con los intereses populares, y por otra parte expulsan de su país a los obreros e intelec
tuales extranjeros que allí adhieren al pueblo francés en lucha contra el régimen. Tal el caso de
nuestro compatriota Julio Le Pare y Mario Demarco.
4. Felicita fraternalmente la posición de los artistas plásticos rosarinos por el valiente rechazo que
hicieran del llamamiento al Braque 1968.
5. Exigimos la Inmediata libertad de los artistas presos y el Inmediato retiro de las Fuerzas Policiales
del Museo Nacional de Bellas Artes.
COMITÉ EJECUTIVO
Buenos Aires, 16 de julio de 1968
(dado a las 22 hs.)
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
FATRAC
(Frente A ntiim perialista de Trabajadores de la C ultura)
COMUNICADO DE PRENSA
FATRAC llama a todos los artistas e intelectuales a repudiar públicamente -mediante todos los
medios a su alcance- el salvaje atropello policial cometido en la sala del Museo Nacional de Bellas
Artes, contra los artistas asistentes que denunciaron de viva voz el carácter discriminatorio del
llamamiento al Premio Braque 68, auspiciado por la Embajada Francesa.
Llama a su vez a solidarizarse con los nueve artistas plásticos detenidos, exigiendo su inmediata
libertad y el desalojo inmediato del Museo Nacional de Bellas Artes, por parte de las fuerzas
policiales.
COMITÉ EJECUTIVO
Buenos Aires, 16 de julio de 1968 (22 hs.)
78, El FATRAC aparece mencionado con relieve en las crónicas periodísticas y en las entrevistas
relacionadas con los sucesos del Braque y, meses más tarde, como motor de las acusaciones al
grupo de sociólogos del proyecto “Marginalidad”, que estallaron en los encuentros “Cultura 1968”,
en la SAAP. Véase más adelante.
79. Entrevista con Nicolás Casullo, inédita, Buenos Aires, octubre de 1994.
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P arte II. E l it in e r a r io del '6 8
producción estética en la calle; [...] era -aunque parezca al revés- una experiencia esté-B
tica que tenía connotaciones políticas”.80
En este orden de cosas, puede entenderse su intervención en el Premio BraqueM
Dos integrantes importantes de la vanguardia porteña que impulsa el itinerario de»
‘68 (Ruano y Carreira) se habían incorporado al FATRAC. La organización participa®
de las reuniones donde se discutía el boicot al premio, con la intención de impulsar,®
organizar y volver aún más extremos los planteos de ruptura de los artistas. ComoH
señala Ruano:
“el FATRAC tendía, como toda organización que se propone una actividad política, a des-B
bordar los límites. En ese momento empieza a haber divisiones muy grandes entredi
FATRAC y otro sector; ya se empiezan a dividir las aguas por diferencias políticas e ideoló-H
gicas: si eras peronista o no, si eras trotskista, o del PC, etc. Esa situación desbordaba yaloB
cultural” (entrevista).
80. Entrevista a Casullo, ya citada. Ruano recuerda que “El FATRAC cumplía una función política.
Vinculaba intelectuales y sectores de la cultura para un trabajo en conjunto, pero no sobre el arte
en sí” (entrevista).
81. El Combatiente, Año I, N° 12, 22/7/1968, p. 6 . Probablemente redactada por Daniel Hopen,
82. Este llamado fue especialmente irritativo para algunos artistas presos, ya que interfería en el
vínculo que ya existía con la CGT de los Argentinos, que había puesto a disposición sus abogados
y que publicó una nota al respecto en el semanario CGT\ Año I, N° 13, 25 de julio de 1968.
83. Nos referimos puntualmente a los testimonios de Margarita Paksa, Pablo Suárez y Roberto
Jacoby, que pueden consultarse en la IV parte de este libro.
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podridos... Le reprochan, también, que una vez detenidos los artistas, FATRAC se con
virtiera inconsultamente en vocero de los presos.
Estas disputas llevaron a los artistas no pertenecientes al FATRAC a adoptar una
actitud de creciente desconfianza que se expresó -com o verem os- durante los prepara
tivos de “Tucumán Arde”. Creemos que la distancia que establecen ciertos artistas en
relación al FATRAC es un indicio de cierta autonomía que el conjunto pretende mantener
respecto de la integración orgánica a las fuerzas políticas, al tipo de trabajo en los fren
tes culturales, a los “usos” que éstas hacían de sus adherentes “intelectuales”.
Órgano de otra fracción del trotskismo, P olítica O brera (año III, 5 de agosto de
1968) también publicó una extensa nota titulada “Rebelión de los artistas plásticos”.
Allí refiere los incidentes en la inauguración del premio Braque, que ubica no como
“un estallido aislado”, sino como “un episodio de un proceso de politización que en
los últimos meses abarca a muchos artistas plásticos”. Señala que no es novedoso
“que haya artistas antiimperialistas y de izquierda”, lo novedoso es “la lucha directa, el
combate frontal” por el que estos artistas han optado. “De ahí que esta rebelión, inci
piente aún, ideológicamente confusa, haya causado el temor de la burguesía hasta el
punto de utilizar la represión abierta. Ningún ‘arte social’ vendido a precio de oro para
decorar livings burgueses mereció tanto honor por parte de la dictadura”. El artículo
se distancia tanto de los “burócratas del Partido Comunista” como del “oportunismo”
del Posadismo (la tercera tendencia del trotskismo vernáculo, que tenía una fuerte
presencia entre los estudiantes de arte). Respecto de los primeros, afirma que “sea en
su variante de ‘realismo socialista’ [...] o del nuevo ‘oportunismo sin fronteras’ de
Garaudy [parodiando su título Un realism o sin fron teras] (una especie de ‘policentrismo’
en el arte; todo vale si es burocrático) consiste en la subordinación del artista a la
claudicante línea’ del partido”. En cuanto a Posadas, el dirigente cuestionado, critica
suconcepción del arte “que [según él] nació con la lucha de clases, desaparecerá con
el comunismo; que es una manifestación individual pequeño burguesa que sirve para
dar escape a las tensiones internas de la sociedad capitalista; en resumen, que los
artistas, si quieren ser revolucionarios, deben dejar de pintar”.
¿Qué propone P olítica O brera a los artistas rebeldes? Aunque cita el manifiesto
de Trotsky y Bretón (“toda licencia en arte”), restringe esta posibilidad: “Esto no
significa justificar los dudosos ‘apoliticismos’, ni propiciar un imposible arte de la
boratorio, separado de la vida. [...] Creemos que los artistas deben ser parte activa
en la transformación del mundo, en la tarea de borrar del mapa al imperialismo [...].
Eso significa contribuir prácticamente a forjar la vanguardia revolucionaria que en
cabece a la clase trabajadora a tomar el poder y a cambiar el mundo”. En última
instancia, el programa del posadismo y el de Política Obrera terminan siendo en la
práctica el mismo: el artista debe volverse un militante más del Partido revoluciona
rio... Ese era el mandato que asumía en forma creciente todo el espectro de la iz
quierda (Gilman, 2003).
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P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
En los sucesos del Premio Braque queda planteada otra zona de tensión: la quel
ocurre entre artistas que hasta entonces venían produciendo en ámbitos comunes, comol
el Instituto Di Tella y el circuito de galerías y premios abiertos al arte experimental.
Esta cuestión es explícita en el caso del enfrentamiento de Rogelio Polesello conl
los manifestantes, e inclusive la posición de Jorge Carballa, que no adhiere al boicot alI
Braque, y obtiene allí el segundo premio en la categoría Pintura y Experiencias Visua-I
les. En una entrevista realizada pocas semanas después de la accidentada ceremonial
Polesello aclara:
“el supuesto planteo que parecía haber contra mí, no es sino un problema con la Embajada
de Francia, una reacción política ante la actitud imperialista del gobierno francés. [...] Mi¡
idea es que había que presentarse. [...] Si existe por eso algún problema conmigo, la única
que lo manifestó fue Margarita Paksa cuando gritó ‘Vos seguí haciendo banderas’.”84
“Yo trabajo desde hace trece años, no pierdo el tiempo charlando en el Bar Moderno, ni
tengo una mamá que me mantenga; así es muy fácil hacer política.!...] Carreira, Suárez,
Jacoby, están en otra posición. Yo vendo objetos materializables, ellos venden espacióse
ideas. Evidentemente no les interesa el problema económico o no lo plantean como algo
importante; yo, sí. [...1 Para ellos, el artista que vende es un mal artista, un burgués, y eso
me resulta divertido”.85
Si dentro de la plástica experimental de los ‘60 Polesello no era uno de los artistas más
cercanos al grupo motor de la protesta, sí lo era Carballa. Recordemos que fue uno de los
pocos que no destruyó su obra al final de las Experiencias 1968. La que presentó en el
Braque se titulaba “El artista y el Jurado”. Había visitado a cada uno de los integrantes del
Jurado (Romero Brest, la directora de la Alianza Francesa, el Agregado Cultural de la Emba
jada de Francia, Berni, Soldi, entre otros) y les había tomado un registro dibujado de los
contornos de sus sombras. Estas siluetas habían sido pasadas luego a gasa negra, y de
vuelta pegadas en estandartes de la misma gasa negra. Iluminados, proyectaban sus som
bras amenazadoras sobre otra silueta, esta vez la del artista desnudo, hecha en espejo y
apoyada sobre dos almohadones negros. “Así me sentía yo frente al Jurado”, grafica Carballa.
Su participación en el Braque defraudó a muchos de sus antiguos compañeros,
según él mismo recuerda. Pero entendía que había que tomar posición a través de las
84. “El acrílico del escándalo”, entrevista a Rogelio Polesello publicada en Análisis, N° 389, 28 de I
agosto de 1968.
85. Ibíd.
140
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
obras. Y justifica: “yo creo que la lucha contra los espacios convencionales del arte no
puede ciarse en el contexto de esos mismos espacios. Llegó un m om ento en el que las
instituciones me parecieron agotadas para albergar lo que yo quería producir. Entonces,
sencillamente, dejé de ser parte de ellas ”.86
Estos dos casos permiten ejemplificar, más allá de la anécdota, cómo dentro de lo
que puede denominarse a grandes rasgos como “vanguardia de los ‘60” conviven posi
ciones muy diversas frente al mercado, las instituciones artísticas, la relación entre el
arte y la política.
Un nuevo premio
86. Entrevista a Jo rg e Carballa, en La Nación, Suplem ento Vía Libre, 21 d e m ay o d e 1998, p. 29.
87. Entre otras, co n v o cab an la C ám ara d e industria plástica, la C ám ara d e fab ricación d e cem en to ,
Duperial, Alba, Vidriería V asa, S ociedad Mixta Siderúrgica A rgentina y Fab ricacio n es Militares.
88. 5.200.000 pesos en total. El p rim er p rem io ascen día a d os m illones d e pesos.
141
P a rte II. E l it in e r a r io del '68
años por robo a mano armada, junto a NN, un condenado a diez años por incitar a la
subversión del orden público, o NN, un condenado a dos años por arrojar panfletos en
la vía pública, etc. A un costado de la mesa, un cartel enlozado rezaba algo así como:
“Agradezco al subdirector de los Institutos Penales, Coronel Fulano de tal, por facilitar
me el acceso a 48 prontuarios. Agradezco a Monseñor mengano por permitirme el ingre
so a la cárcel tal, etc.”. El objeto, además de ser una metáfora del calabozo, revivía la
situación agobiante en las cárceles y denunciaba que los presos políticos eran tratados
como presos comunes.
El día de la inauguración, con las manos vendadas a causa de las heridas del
ácido, Carballa conoció a Jean Clay y a Lucy Lippard, los dos críticos extranjeros que
integraban el jurado, quienes le informaron que había ganado el primer premio. Algu
nos medios problematizaron su colocación diferente a la de otros artistas en el proceso
de radicalización artístico-política que conmovía la escena plástica. Esto es lo que sugie
re el crítico de Análisis-,
“[La obra de Carballa] plantea una dialéctica arte-sociedad que pone de manifiesto una
serie de connotaciones interesantes, acaso también las originadas en el hecho de que
Carballa fue el único expositor -y además premiado- del grupo disidente que se negó a
participar en el último Premio Braque en Buenos Aires. La detención policial de entonces
de Margarita Paksa, Roberto Jacoby y Pablo Suárez, así como la evolución política del país,
están implícitas en la obra de Carballa; igualmente, la respuesta del artista respecto de su
condición y de las posibilidades de represión que tiene el sistema social” (Análisis, N° 393,
25 de septiembre de 1968).
142
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
Lamelas participó otra vez desde afuera del país.89 Envió instrucciones precisas para
que Silvia de Ambrosini ejecute su obra: una serie de planchones metálicos y móviles que
entorpecían el paso de los asistentes a la muestra. Gross, con una estructura mínima consis
tente en un sobre acrílico con agua, provocaba la distorsión de las imágenes reales.
En segundo lugar, el panorama de los artistas presentados y los premiados da
cuenta de las líneas experimentales que sobrevivían dentro de las instituciones: aque
llas que aún en las versiones más precarias, todavía se sostenían en materialidades. El
nombre del premio no puede ser más explícito: en el generalizado proceso de
desmaterialización, se premia (cuantiosamente) a los artistas que persisten en trabajar
con “materiales”. El caso de Carballa señala que, dentro de la vanguardia, aún había
lugar (no por mucho tiempo más) para problematizar la crisis que atravesaban los artis
tas tensionados hacia la política.
En tercer lugar, el Premio Materiales significó la llegada al país de la norteameri
cana Lucy Lippard90 y el francés Jean Clay,91 que aprovecharon la invitación a actuar
como jurados para entrar en contacto con los artistas rosarinos y porteños que prota
gonizan el itinerario del ‘68. A instancias de Jorge Glusberg, varios rosarinos (entre
ellos, Renzi, Carnevale, Bortolotti, Favario) se reunieron con ambos en la ciudad de
San Nicolás (a mitad de camino entre Rosario y Buenos Aires), durante una larga tarde
de septiembre. Este contacto es significativo a la hora de explicar la temprana circula
ción internacional que alcanzó el itinerario del ‘68, a través de los contactos epistola
res que mantuvieron desde entonces los artistas argentinos con estos dos críticos.
89. El platense Alejandro Puente, que vivía también en el exterior, recibió el premio reservado a un
artista del interior: estaba en Nueva York gracias al beneficio de una beca Guggenheim. Estas dos
“ausencias” son indicios claros de la creciente dispersión que asolaría a la vanguardia en poco tiempo.
90. Nacida en Nueva York en 1937, es Master en Artes y colaboradora en las revistas Arts
International, The Hudson Revíew, DArs Ágency. Vinculada al “conceptualismo lingüístico”, en
especial a Sol Lewitt, escribió en 1973 el extenso volumen Six years: The dematerialization of
the art objectfrom 1966 to 1972, en el que menciona algunas de las producciones conceptuales
argentinas que conoció en este viaje y a través de la correspondencia que mantuvo con algunos
artistas argentinos (entre ellos, Graciela Carnevale) al menos hasta 1973.
91. Director de la revista Robho, colaborador de Realités, vinculado en París al Groupe de la
Recherche, integrado entre otros por los argentinos Le Pare y Demarco.
P a rte II. E l it in e r a r io d e l '68
local alquilado, el N° 22 de la galería comercial Melipal, en Córdoba 1365. Este último dato
es significativo, porque da cuenta de la capacidad del grupo para autogenerar un espacio
de exhibición propio, alternativo a las galerías tradicionales. Si en primera instancia ese
local se alquila con fondos del Di Tella, luego del asalto a la conferencia de Romero Brest
en julio, cuando le devuelven el subsidio, los rosarinos empiezan a autofinanciarse.
El desarrollo del Ciclo (que se extiende entre mayo y octubre) muestra el acelera
do itinerario del grupo: si sus planteos iniciales significaron el abandono de las estruc
turas primarias (en las que varios artistas habían incursionado en 1967) para pasar a las
ambientaciones y acciones, su culminación marcó el abandono del espacio de la galería,
previa ruptura de los vínculos con el Di Tella. Fantoni considera que en el Ciclo puede
encontrarse “un grado de autoconciencia traducible en obras que combinaban la gravi
tación ideológica con un grado muy alto de desmaterialización” (Fantoni, 1989).
Se puede trazar un paralelo -salvando las distancias- entre el Ciclo y las Experiencias
‘68. Empiezan en forma coincidente, vinculadas a la misma institución modemizadora (el Di
Tella). En ambas instancias, las obras manifiestan -e n medio de la diversidad evidente- las
formas que adopta la radicalidad estética (y crecientemente política) alcanzada por los artis
tas. Si quedan algunas estructuras y objetos, lo que predomina son las ambientaciones y las
acciones. Las Experiencias y el Ciclo terminan (aunque en tiempos distintos) con otra coin
cidencia: el abandono del lugar, la revuelta y, por último, la intervención policial.
La revista rosarina B oom reseñaba así el impacto de la propuesta:
“El equipo está compuesto por quince francotiradores, pero se las ingenian para producir
el mismo estrépito que una carga de caballería, para ser tan eficaces como un batallón de
coraceros. El Ciclo de Arte Experimental que conmueve a Rosario desde la última sema
na de mayo, así parece demostrarlo [...] El aletargado público rosarino ha visto trocarse
todos sus esquemas: su relación con las artes plásticas se ha vuelto una batalla campal.
No pueden comprender, con frecuencia, que los cuadros se hayan transformado en ac
ciones: que el gratificante gozo estético de contemplar imágenes y colores en pacífica
armonía, se les convierta en una exigencia de participación, en un llamado al compromi
so. [...] [Es] la mayor muestra de irreverencia y antidogmatismo que haya soportado la
ciudad: también, la señal del proceso revolucionario más coherente que viven las artes
plásticas en el interior del país”.
Cada una de las experiencias que componen el Ciclo se acompaña con un afiche
que anuncia la inauguración, y un volante con un texto del propio artista o de otro (Juan
Pablo Renzi o Nicolás Rosa), o citas que se considera conveniente poner en relación con
lo exhibido. El conjunto de estos textos arma un catálogo general del Ciclo. Como pre
sentación inicial, los artistas imprimen un nuevo volante, en el que aclaran una serie de
postulados teóricos que explican el Ciclo como parte de un camino recorrido. Los artis
tas rosarinos se presentan a sí mismos como “movimiento orgánico consciente”:92
92. Así lo consideran ellos mismos en “Para nosotros, la libertad”, Boom N° 2, Rosario, 1968.
14 4
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
93. La revista Análisis (N° 407, Io de enero de 1969) describió el Ciclo como “sucesivos intentos de
transformar los mecanismos de la percepción y las relaciones de la obra con el espectador”; la
revista Boom (N° 2, Rosario, 1968) lo consideró como “una exigencia de participación, un llamado
al compromiso”. Dice el mismo artículo más adelante: “(El Ciclo) se propone que usted tome
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P a r te II. El it in e r a r io del '6 8
conciencia de un hecho, en lugar de contemplarlo. Usted no se podrá llevar ninguna de esas obras
al living de su casa: no tendrá más remedio que vivirlas”.
94. “Plástica: la libertad llega a Rosario”, en Primera Plana, 9 de julio de 1968.
95. Encontraremos una idea similar en las muestras de “Tucumán Arde”, cuando se tapiza el piso
de la entrada con los nombres de los dueños de los ingenios, poniendo al público en la disyuntiva
de pisotear o eludir esos carteles.
96. Catálogo del Ciclo de Arte Experimental, Rosario, 1968.
146
D el Oí T e l l a a " T ucumán A rde"
La clausura
147
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
a.
b.
Si bien esta “acción itinerante” (Fantoni, 1989) permite ser leída como una alusión de
las acciones de censura que el régimen de Onganía ejercía contra las más variadas expre
siones culturales, puede entenderse también que el artista se propone clausurar un ámbi
to tradicional de exhibición de la obra de arte (la galería), obligando al público a despla
zarse a la calle, y dispersando la obra en un ámbito más extenso e inmanejable: la ciudad.
148
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
La pelea
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P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
que éste sepa (hasta el final, cuando se arrojan los volantes-catálogo al aire) que se
trata de una acción artística.
Si la acción se instala otra vez en la calle, hay aquí algunos elementos nuevos: los
propios artistas ejercen la violencia sobre sí mismos, sobre su propio cuerpo; el público
ya no es el núcleo “preparado” que seguía de cerca las experiencias de la avanzada
rosarina, sino el espectador casual, involuntario y anónimo, que se involucra en la obra
y participa en ella sin saber que se trata de un simulacro.
Por otro lado, es la única obra del Ciclo que se plantea un trabajo en equipo,
aunque la elaboración y producción de otras obras fueron producto de un ámbito colec
tivo de discusión.
E M IL IO
C H IU O N I
RODOLFO
E L IZ A L D E
2 3 A L 28
DE S E T IE M B R E
Esta obra que presentamos hoy al pú cuestionamiento de ideas y actitudes que participar. Para lograrlo hemos invitado
blico rosarino, como trabajo de equipo, se aceptan sin discusión (por el solo apo previamente en forma individual a un
es el resultado de una actitud de estu yo del argumento de autoridad) para ob gran número de personas, a las que se
dio y de constantes replanteos críticos tener en el participante una toma de suman los transeúntes. Llegado el mo
sobre las manifestaciones dinámicas del conciencia de lo que en verdad estas mento comenzamos, junto con nuestros
arte de vanguardia. En los últimos me ideas y actitudes significan. Queremos colaboradores, a crear mediante gritos,
ses, reconsiderando una vez más nuestra que nuestras obras nazcan y se desarro interjecciones, frases, carreras, rotura
concepción sobre la obra de arte, hemos llen en una realidad que les pertenece de afiches (propios), el clima < desea
llegado a considerar la importancia de las y a la que luego se integrarán como he do. Se producen varios focos de ac
siguientes proposiciones: urgente nece chos vitales. ción. Los parlamentos (que aluden di
sidad de ampliar nuestro público para rectamente al arte tradicional y al nue
romper la estrecha órbita del mercado Con esta obra pretendemos problemati-
vo arte de vanguardia) comprometen al
de arte institucionalizado; realización de zar la relación tradicional del público
público y lo llevan a terciar en la dispu
nuestras obras en medios y situaciones con la obra de arte impuesta por un arte
no habituales que invaliden el espacio también tradicional y proponer en su ta, aunque sea en silencio. Una vez ob
tradicional de exposición de galerías y reemplazo un arte nuevo, vital, fuera tenido cierto climax se distribuyen y se
museos; empleo de un lenguaje artístico del mercado comercial. Un arte social, tiran volante (este programa) al aire, con
claro y eficaz para lograr la participa tanto por sus significados como por sus lo que damos por finalizado el hecho.
ción vital de público al que asociamos a formas. Por eso hemos creado en la calle Lo esperamos a conversar acerca de
la creación y materialización de la obra; (un lugar no habitual para la obra de nuestra obra desde el martes 24 hasta
proceder mediante la instauración de la arte) un disturbio que sorprende al es el viernes 2 7 d e l 9 a 2 1 y e l sábado 28
obra real en la realidad cotidiana, al pectador, al que de hecho se compulsa a por la mañana.
150
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
Los ejes de este texto (el abandono de los espacios institucionales, la búsqueda de
un nuevo lenguaje y un nuevo público, la incorporación del espectador en la materiali
dad de la obra y, fundamentalmente, los planteos de fusión del arte en la praxis vital)
son núcleos reiterados de las discusiones y elaboraciones estéticas que vivía gran parte
de la vanguardia plástica en ese momento crucial de su itinerario.97
El encierro
La acción del encierro, realizada por Graciela Carnevale, fue -sin proponérselo-
el cierre del Ciclo.98 El público había sido convocado a través de invitaciones y de un
aviso en el diario a una nueva inauguración del Ciclo de Arte Experimental.
Salvo la artista, el crítico literario Nicolás Rosa -q u e colaboró en la redacción del
texto del catálogo que se entregó a la salida, explicando la obra- y un fotógrafo que
registró los acontecimientos, nadie sabía de qué se trataba. Llegada la hora, y cuando se
habían reunido numerosos asistentes en el reducido Local 22, Carnevale sale del mis
mo, cierra con un candado la única puerta y se va. En el volante que repartió al finalizar
la obra explicaba así su intención:
97. Como se desarrolla más adelante, estos ejes se habían discutido más o menos sistemática
mente un mes antes de la realización de esta obra, en el I Encuentro de Artistas de Vanguardia.
98. Tiene un claro antecedente en el happening “En el mundo hay salida para todos”, organizado
en la Bienal Paralela de Córdoba, 1966, que ya referimos en la Parte I. Allí, después de clavar la
puerta encerrando al público durante una hora, artistas y estudiantes irrumpieron en el lugar coreando
consignas, y realizaron una manifestación, que concluyó con el discurso de un dirigente estudiantil.
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P arte II. E l it in e r a r io del '68
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
acción de rescate”.99 Un integrante del Grupo, pensando que se arruinaba la obra, descar
gó un paraguazo sobre la cabeza del decidido... Y llegó la policía. Era el 7 de octubre de
1968, primer aniversario del apresamiento del Che Guevara. Si Graciela Carnevale no lo
había tenido en cuenta, la policía no le creyó y clausuró el local.
El “encierro” ya no es vivido como simulación -com o finalmente sí, al ser expli
cadas como “arte”, las dos acciones anteriores—, sino como una experiencia vital carga
da de violencia.
Materializar un acto agresivo como hecho artístico implica necesariamente colocar
se en un lugar riesgoso, tanto para la artista, como para su público e incluso para el local
que albergaba el Ciclo. Además de la represión policial y la clausura, trajo represalias
personales hacia Carnevale.100
Con estos incidentes, el Ciclo precipitó su fin. A pesar de que estaban planificadas
las entregas de Bortolotti y Renzi, no pudieron realizarse a causa del cierre del local.
Aunque quizá la razón más importante para suspender el Ciclo fue que “ya no importa
ba”:101 el grupo de artistas había concentrado para esa fecha todos sus esfuerzos en la
preparación de “Tucumán Arde”.
La acción de las fuentes rojas, realizada en Buenos Aires la madrugada del 8 octubre
de 1968, es prácticamente desconocida y ha sido ignorada por la historia del arte. Segura
mente a causa de que los mismos realizadores consideraron que fue un fracaso y porque
no tuvo repercusión en los medios de comunicación. Ya que no quedan fuentes directas ni
registros escritos o visuales de esta acción, recurrimos a los testimonios de varios de los
participantes para dar cuenta de lo sucedido.102
Al cumplirse el primer aniversario de la muerte del Che, un grupo de artistas de
vanguardia (Roberto Jacoby, Pablo Suárez, León Ferrari, Margarita Paksa, Beatriz Balvé
y Juan Pablo Renzi, que estaba de paso por Buenos Aires)103 y otros colaboradores se
plantean hacer “algo de tipo agitativo ligado a la pintura”,104 y deciden teñir las aguas de
las fuentes de las principales plazas porteñas de color rojo, en alusión a la muerte de
Ernesto Guevara.105
154
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
deverde las aguas de canales venecianos y de diversas fuentes, con ánimo de denuncia ecologista.
Si el procedimiento es similar (verde/savia, rojo/ sangre), los planteos son contrastantes: mientras
los canales verdes aluden a la defensa de la vida, las fuentes rojas recuerdan que se ha cometido
un crimen.
106. Entrevista con Beatriz Balvé.
107. Como ya vimos, además de la clausura del Ciclo en Rosario, la policía cerró ese mismo mes
la exposición colectiva “Homenaje a Latinoamérica” convocada por la SAAP al cumplirse un año
del asesinato del Che.
108. Aluden a esta cuestión tanto Paksa como Balvé, que menciona que había sido convocada
“gente muy vinculada a los medios de comunicación, a la revista Primera Plana".
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P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
"Llega la revolución"
Una vez concretada la salida de las instituciones artísticas, los mismos artistas se
autoconvocan en el I Encuentro Nacional del Arte de Vanguardia. Realizado en Rosario, a
lo largo del fin de semana del 10 y 11 de agosto, es la instancia colectiva que muestra con
mayor densidad el proceso de elaboración y discusión de las ideas estéticas y políticas
que sustentan el itinerario del ‘68, y pone de manifiesto la autoconciencia de los plásticos
acerca de la “situación límite” en la que se encuentran.
La intensidad de las rupturas que venían protagonizando los vanguardistas porteños y
rosarinos, los instalaba fuera del (o más aún: en oposición al) circuito modernizador con el
cual habían convivido hasta entonces. Ese desplazamiento, el abandono de los lugares y los
soportes (físicos, materiales, institucionales) conocidos o ya transitados para hacer arte, es
vivido por los artistas con una actitud autorreflexiva muy marcada. Esta actitud ya podía percibirse
en los escritos (manifiestos, volantes, cartas) con los que acompañan sus intervenciones a lo
109- Tampoco existen, por esto último, referencias publicadas en relación a estas acciones, salvo
el testimonio de los participantes, que -en este caso- no permite precisar fechas, aunque de
acuerdo al tipo de planteo podrían ubicarse poco antes de “Tucumán Arde”.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
largo del itinerario del ‘68. Pero, sin duda, es el I Encuentro el que congrega al colectivo en
un ámbito de discusión y elaboración, al que se suman otros intelectuales.
Según explícita el temario de la reunión,110 el objeto del debate es articular “una
teoría que oriente específicamente y aclare él campo de nuestra acción futura”. Coinci
den en evaluar que las últimas acciones artístico-políticas colocan a sus protagonistas en
una posición distinta, nueva y sin posibilidad de retorno a las instituciones y a la “cultu
ra burguesa”. Se proponen como perspectiva la búsqueda de “un nuevo campo”, “una
nueva función” y “nuevos materiales que realicen esa función”, para lograr “una nueva
obra que realice en su estructura la conciencia ideológica del artista”. Esto es lo que
ellos mismos llaman una “nueva estética”, que recupera del ideario de las vanguardias
históricas la intención de fusionar el arte y la vida, lo que implica -para ellos- concebir
un arte inscripto en el proceso que percibían como revolucionario.
El Encuentro supone la voluntad de construir una instancia colectiva mayor -m ás
allá de los grupos, talleres, amistades y afinidades ya existentes-, que aglutine a los
artistas de vanguardia del país.111 Implica, también, la ubicación de los artistas en un
lugar de producción y elaboración teórica, poco habitual en el medio plástico. No se
agrupan para hacer una obra, ni organizar una muestra. Se reúnen para evaluar ellos
mismos en qué lugar están y adonde deben dirigirse.112
Los testimonios recogidos muestran los cruces y contactos que se establecen en
esa reunión entre este núcleo de artistas y los ámbitos, los discursos y los sujetos del
campo académico.113 La sede de la reunión fue el Centro de Estudios de Filosofía y
Ciencias del Hombre, que funcionaba en una casona céntrica de Rosario, en donde se
nucleaban varios profesores expulsados o renunciantes de la Universidad en el ‘66,
entre ellos, Adolfo Prieto, Nicolás Rosa y María Teresa Gramuglio.
La incorporación de otros intelectuales (no artistas) al debate (y más tarde a la reali
zación de “Tucumán Arde”), así como la sede misma del Encuentro (un centro de estudios
universitarios) nos remiten a la valoración de los artistas de una mirada teórica sobre su
práctica, pero además nos hablan de la intensa conexión entre artistas e intelectuales.114
110. Presentado por Juan Pablo Renzi, y consensuado al menos entre los rosarinos.
111. Recordemos que el evento se llamaba Primer Encuentro Nacional de Arte de Vanguardia, si
bien sólo congregó a rosarinos y porteños.
112. Esta actitud puede entenderse como un gesto propio de la vanguardia. Jaime Brihuega
(1981) define la actividad artística de vanguardia a partir de una triple dimensión: obra, teoría y
práctica. La dimensión teórica implica un lenguaje y unos presupuestos ideológicos y funcionales
específicos.
113. No es un hecho aislado sino un cruce habitual en esos años. La articulación entre campo
artístico y campo intelectual se manifiesta en la constitución de sujetos que son a la vez teóricos
yproductores de arte de vanguardia. Un ejemplo paradigmático es sin duda Oscar Masotta.
114. En la Parte I desarrollamos la idea de que el autoritarismo de la dictadura de Onganía
impulsó a diversos sectores a abroquelarse frente al régimen. Si bien en este caso el contacto
entre intelectuales y artistas puede explicarse anecdóticamente en la relación de pareja entre
Juan Pablo Renzi y María Teresa Gramuglio, puede ser un buen ejemplo de articulación entre
unos, excluidos de la Universidad por la intervención de 1966, y otros, hostilizados por la censura.
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Por otra parte, también en el I Encuentro se adoptan (como en las acciones del
itinerario) modalidades propias de la organización política. Uno de los participantes,
Roberto Jacoby, recuerda que “la organización y la movilización (del Encuentro) eran
como de un partido político”.115 La adopción de formas de organización híbridas -entre
académicas y “partidarias”- para un encuentro de artistas puede inscribirse en una ten
dencia general en la década a articular y hasta fusionar los ámbitos, los géneros, los
discursos, las disciplinas, las prácticas, los sujetos de campos diversos.
Las discusiones
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D el D i T ella a " T u cum án A rde"
119. Jacoby recuerda que, entre otros autores, en esos años leía a Gramsci, Barthes, McLuhan,
Sontag, etc.
159
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '68
artistas como Carlos Alonso o Ricardo Carpani, por ejemplo. Allí nosotros nos opusimos
mucho, porque considerábamos que esa manera de manifestar la política o el arte, al
estilo del Partido Comunista, no era nuestra propuesta. Nuestra intención era desde la
vanguardia tomar la ideología, no poníamos el arte al servicio de la ideología, como
mero mensajero, como mera forma de transmitir mensajes, sino que tenía que ser una
confluencia dialéctica, creativa y creadora de una nueva situación formal. Situación que
se daría a partir de la conjunción de la actitud de vanguardia, de indagación experimen
tal, con la actitud ideológicamente revolucionaria” (cit. en Fantoni, 1998: 59). Esta ver
sión es coherente con las actividades colectivas que Ferrari impulsaba, cuando convoca
ba a un amplio espectro político y artístico a partir de temas políticos aglutinantes. Nos
referimos al “Homenaje al Viet-Nam” en 1966 y las muestras colectivas en torno a la
SAAP en los años siguientes.
En las ponencias, sin embargo, esta tensión interna no aparece en un lugar evi
dente. Carreira relativiza la capacidad revolucionaria del arte: “el arte es conflictuante,
pero no comprometedor. [...] Con arte no se hace la revolución total. El arte puede
acompañar”. Rosa considera que la conciencia política revolucionaria debe producir
obras estéticamente revolucionarias (“el apoyo de una conciencia revolucionaria, políti
camente hablando, hace más urgente la creación de obras estéticamente revoluciona
rias”). Renzi y Ferrari coinciden en señalar que el carácter revolucionario de la obra no
está en la intención subjetiva del creador, ni en el mensaje, sino en la efectividad de la
obra en el medio donde se realice y el público al que se dirija.
Por otro lado, Ferrari y Renzi vuelven a coincidir cuando afirman que la sucesión
vertiginosa de tendencias experimentales es un recurso voluntario de los artistas de
vanguardia para evitar ser absorbidos por las instituciones. Renzi indica que “la con
cepción vanguardista como una inserción inquietante en los esquemas culturales bur
gueses choca irremediablemente con un fenómeno, hasta ahora, históricamente irre
versible [...] la pérdida de virulencia [...] y la indefectible absorción y consumisión de
esos productos por parte de quienes eran los destinatarios del ataque”. También Ferrari
señala la capacidad de la institución de absorber toda manifestación crítica que se
produzca dentro de sus márgenes: “La vanguardia se niega a agregar un eslabón más
en la cadena abstracción geométrica, informalismo, neofiguración, neogeometría, arte
pop, happen in gs, etc, y se traslada a otros medios donde experimentará con intencio
nes estéticas absolutamente diferentes”. A partir de allí, ambos indican que resulta
ineludible para el grupo la ruptura con “los intermediarios”, las instituciones de la
“cultura burguesa”, lo que les exige encontrar un lugar alternativo para desarrollar la
nueva obra. Consideran que sólo al margen de las instituciones artísticas, ésta podrá
mantener su carácter revolucionario. Incluso, la caracterización política de que el triunfo
de la revolución es inminente e inevitable, lleva a Renzi a evaluar que, definitivamente
rotos los lazos con la cultura burguesa, se abría una etapa de “obras de transición’’ ya
que “un nuevo contexto social cobijará nuestras obras”.
A partir de la caracterización de la etapa como de inminente resolución revolucio
naria, se formulan el interrogante acerca de qué relaciones debe establecer la vanguardia
con las instituciones artísticas y no artísticas. Rosa pone en cuestión la función que
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
ejerce la crítica de arte al sancionar o normativizar las producciones del arte experimen
tal, y redefine el lugar del crítico, que de alguna manera es su propio lugar.
Por su parte, Renzi enlaza una secuencia que va de la ruptura con el mecanismo
de prestigio y las instituciones con las que la burguesía controla el fenómeno cultural, la
incorporación consciente al trabajo del grupo de las acciones políticas y la lucha de
clases, la definición de la función del intelectual en la sociedad, la toma de conciencia
de la imposibilidad de permanecer al margen de la historia hasta la definición de si se
está “con o contra la revolución”.
Se trata de delimitar tanto las formas y medios de acción como las alianzas políti
cas y las relaciones institucionales para la vanguardia en esta nueva etapa. Este punto es
crucial para explicar el pasaje de las instituciones modemizadoras (el Di Tella) a institu
ciones ajenas al campo artístico, que ocupan un lugar de oposición al régimen (la CGT
de los Argentinos).
En cuanto a los rasgos que tendrá la nueva obra, Renzi propone la búsqueda de
“una obra que, partiendo de la consideración de que las enunciaciones ideológicas son
fácilmente absorbibles, transforma a la ideología en un hecho real a partir de su propia
estructura”. La fórmula que propone Ferrari para las nuevas obras de vanguardia es:
“el significado en el hallazgo de una nueva forma de expresión. Eso es lo que las hace
fuertes [...] Nuestro trabajo consistirá entonces en organizar esos significados con otros
elementos en una obra que tenga la mayor eficacia para transmitirlos, revelarlos y señalar
los. [...] Los significados claros, los compromisos sociales, la ideologías, constituyeron enton
ces lo que Noé120 llamaría una de las antiestéticas más perdurables e inconmovibles. Era
previsible que, aunque sólo fuera por motivos profesionales la vanguardia la elegiría para
hacer de ella su nueva estética. Es lo que está sucediendo.”
161
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
señala Ferrari. Y sigue: “las villas miseria con latas pegadas se vendieron a muy buenos I
precios y los obreros revolucionarios con puños cerrados se colgaron en los salones deI
sus patrones”.
Fundamentalmente, la discusión con las otras variantes del arte político pasaría I
por considerar que no basta con el compromiso o la adhesión del artista como sujeto aI
la causa revolucionaria. La posición de Carreira sobre el compromiso del artista es queI
no debe medirse en términos de “exigencia moral” sino por “los grados de efectividad deI
este arte”. Rosa y Ferrari coinciden en señalar que la carga revolucionaria de la obra noI
está en la intención del creador, sino en la efectividad objetiva de la obra cuando entra I
en contacto con el público al que se dirige.
La cuestión de la eficacia de la obra es, entonces, uno de los grandes nudos del I
debate: ¿cómo aportar efectivamente desde el arte en el proceso revolucionario enI
marcha? Se trata de realizar -co m o afirma Renzi- “un tipo de obra que produzca efec-1
tos similares a un acto político”, y para ello no basta con la presencia de determinados I
contenidos: para expresarlos revolucionariamente, para que la obra actúe eficazmente I
sobre la conciencia de los receptores, es imprescindible el tratamiento revulsivo, per-1
turbador, e incluso violento, que se le dé a ese material. “El arte no será ni la belleza I
ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación. La obra de arte lograda será I
aquella que dentro del medio donde se mueve el artista tenga un impacto equivalente I
en cierto modo al de un atentado terrorista en un país que se libera”, concluye Ferrari I
Las alusiones a la lucha armada no son sólo metafóricas. Carreira considera que “aI
mayor cantidad de hombres y mujeres que mueren o están dispuestos a morir, mejor el
arte de la vida, la culpa y la victoria” y propone “la lucha solidaria”. Renzi es aún más
explícito: “el futuro cambio social al que aspiramos sólo puede darse por medio de la
revolución popular armada”. No se trata sólo de definiciones políticas, sino también de
un programa artístico. Además de la metáfora de la obra como atentado, Renzi habla
explícitamente de “la violencia como lenguaje estético”.
En defensa de la eficacia (política y a la vez artística), estos artistas se pronuncian
por mantenerse en el terreno del arte: definen sus acciones como arte de vanguardia ya
sí mismos como artistas de la “verdadera vanguardia” (ahora, en contraposición a una
“falsa vanguardia” formalista y despolitizada). El resguardo de la especificidad artística
como condición de eficacia política se expresa claramente en el texto de Renzi:
“Políticamente hablando, nuestra actitud tendrá su peso cultural mientras actuemos como
grupo, y mientras nuestra actividad se defina claramente en los límites de nuestro trabajo
específico: la creación estética. De otra manera se corre el peligro de caer en la ambigüe
dad, por ende, de perder eficacia”.
Otra zona de coincidencias tiene que ver con el medio en que se inscribirá y el
público al que interpelará de ahí en más la vanguardia, abandonada la élite cultural,
Ferrari propone la incorporación del público como coautor de la obra, y define que la
obra “no es el resultado del trabajo de un hombre sino que es el resultado de una
multitud de factores que se canalizan a través del autor, en especial el medio donde se
162
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
163
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Ante la posible elaboración de una obra de arte con un sentido completamente nuevo, los teóricos
y artistas de vanguardia de nuestro país se reúnen para considerar ética, estética e ideológica
mente la nueva situación planteada.
164
D el D r T ella a " T ucum án A rd e"
Laobra de arte com o producto de la relación conciencia ética-co n cien cia estética
(Intento de fundam entación del tem ario presentado
al “Prim er encuentro nacional del arte de va ng uardia ")
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a cc ió n p o l í t i c o - ,
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-Creo necesario que nos propongamos una limitación previa a la discusión de los temas por los
cuales nos hemos reunido. Esta limitación debe orientarse en el sentido de extraer la problemática
de la experiencia directa que hemos realizado en este último tiempo y que nos ha llevado a
plantearnos una situación límite. Tal situación se presenta como un complejo cuyos componentes
diversos plantean una gran dificultad de análisis y ordenación, dadas las especificidades diferen
tesde los campos de donde han sido extraídos, y nos obliga, por lo tanto, a observar con atención
las especiales que se han creado en las estructuras de las acciones (obras) realizadas.
Poresto creo importante que la discusión llegue a establecer las bases, no ya de una teoría general
del arte, pero sí de una teoría que oriente específicamente y aclare el campo de nuestra acción
futura. Este es el sentido de la limitación de la que hablaba, y es sobre esta base que hemos
confeccionado el temario presentado.
-Dichotemario está estructurado a partir de la premisa de que la obra de arte (que nos proponemos)
debe surgir de la relación consciente entre la posición estética del artista y su posición ideológica;
entiendo aquí por posición estética a los postulados más o menos vagos, más o menos definidos -
filosóficos o técnicos- que definen dinámicamente la dirección de nuestra creación. Tal premisa no
surge arbitrariamente, sino que ha sido deducida de nuestra acción político-cultural y de algunas
obras de transición que la suponen. De cualquier manera, en el diagrama que acompaño, está
considerado como fundamentación general de este presupuesto, un estudio de la relación entre
estética e ideología que, en caso de realizarse, puede comprobar o no lo extraído empíricamente.
Si consideramos, por lo tanto y en primera instancia, como válida, esta relación, es lógico compro
bar, entonces, que el temario haya sido dividido en dos temas (conciencia ética y conciencia
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
estética). Esta división, al igual que las subdivisiones internas, se justifica a los fines de poder
efectuar el análisis, pero no por esto se deja de tener en cuenta que en la consideración directa de
la obra de arte ella es absolutamente arbitraria. Para compensar la arbitrariedad metodológica de
esta división es que ha sido confeccionado el diagrama, en el que puede comprobarse que si bien
subsiste la división, lo hace en coexistencia con las relaciones a las que está sometida. Es por eso
que, salvo el punto (D), que significa una visión panorámica del problema desde otra perspectiva,
los demás puntos están relacionados cíclicamente, y la existencia de cada uno supone la existencia
del inmediatamente anterior en el ordenamiento.
Si tomamos, por ejemplo, el punto 3), que se refiere a nuestra acción político-cultural (una experiencia
realizada, un hecho real, y bueno, por lo tanto, como referencia) comprenderemos inmediatamente
que tai acción supone una posición política y, desde luego, una Ideología que la haya definido. En el
otro sentido, las consecuencias de nuestra acción: la ruptura voluntaria con el mecanismo de presti
gio y las instituciones de la burguesía, la propuesta de un arte-maquis marginal y subversivo, nos
están proponiendo, de hecho, un nuevo contexto para la obra, así como un campo distinto, una nueva
función y la posibilidad (o necesidad) de utilizar nuevos materiales. A esta altura -tal vez el punto
álgido del problema, pero que no es posible abordar sin la clarificación previa de los anteriores- se
puede proponer que la nueva función de la obra realice la ideología del artista.
- Aceptado, entonces, que el temario contempla con bastante realidad el problema que nos
interesa, entro a comentar rápidamente el sentido de los temas que lo constituyen.
La ubicación en primer término de los temas Ideológico-políticos está justificada ya por la discusión
previa del ordenamiento y sus relaciones; su inclusión en el temario es indiscutible desde el
momento en que fue uno de los motivos fundamentales de este encuentro. Pero, ¿se justifica su
tratamiento desglosado en puntos tales como: “materialismo dialéctico", “marxismo”, “lucha de
clases”, “Argentina país subdesarrollado”, etc. etc.? Creo que sí, porque si la coincidencia general
que tenemos al respecto es ya un sobreentendido, creo que no podemos eludir en esta situación
la responsabilidad de comprobar exactamente en qué términos se da, realmente, esta coinciden
cia. Y hablo de responsabilidad porque nuestra acción futura está proyectada, en gran parte,
como acción conjunta, donde los planteos individuales se transforman en colectivos. Además, la
responsabilidad de la que hablo debe extenderse más allá de la simple comprobación de la
existencia de coincidencias. Creo que la tarea de clarificación y conclencialización (sic) ideológica
es un imperativo, de acuerdo con la forma en que se han planteado las cosas. Porque si una
intuición ideológica vaga era suficiente para el artista que se planteaba problemas generales de la
realidad (por ejemplo: crítica a la imagen y al conocimiento intuitivo, crítica a la percepción e
intensificación de ésta como propuesta de vida, etc.) no lo es para el tipo de obras y acciones que
nos proponemos.
En otro sentido, los puntos indicados bajo el subtítulo “definición ideológica” son, a mi entender, los
necesarios (y suficientes) para establecer en la discusión una definición ideológica clara y profun
da. No es mi intención desarrollar aquí los temas allí indicados (porque excedería los límites de esta
comunicación; más bien lo propongo para un trabajo posterior al encuentro), pero quiero dejar
constancia de mi convicción de que la teoría general deJ m arxism o, c o n s u s actu alizacion e s y
derivaciones, la concepción materialista y dialéctica de la realidad y de la historia, como así también
la comprensión de que los cambios fundamentales en ésta se dan a raíz de la lucha de clases, y
que el futuro cambio social al que aspiramos sólo puede darse por medio de la revolución popular
armada, es la mejor forma posible de interpretación de la realidad. A partir de esta teoría se
desprende, en otros órdenes, una concepción materialista de la vida y una exaltación de los
métodos racionales y reflexivos de interpretación de los fenómenos naturales y sociales, concep
ción que se ha reflejado ya en muchas de nuestras obras realizadas.
En el mismo sentido, instrumentando con claridad la ideología enunciada, podemos analizar nuestra
realidad socio-económica, y las formas tácticas y estrategias políticas y culturales de la burguesía.
Debemos tener bien claro, en este sentido, que una denominación genérica de burguesía no coincide
con nuestra realidad, sino que existen diferentes grupos, con intereses distintos, de acuerdo con los
166
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
diferentes medios de producción que los sustentan, sus relaciones distintas con el imperialismo, etc.,
y, por lo tanto, con manifestaciones políticas diversas (y cambiantes, por supuesto, en cuanto cam
bian los factores económicos y de poder dentro de los cuadros Internos del capitalismo en nuestro
país). Un estudio de esta realidad permitirá de nuestra parte una acción político-cultural más clara.
-Los puntos “Apoyo a las luchas de liberación de los países subdesarrollados” e “Identificación
con Cuba Revolucionaria” se han incluido al efecto de consolidar más claramente nuestra definición
política, y evitar así las confusiones con grupos que diciéndose marxlstas han demostrado una
política reformista y no consecuentemente revolucionaria,
- Una consideración de nuestras últimas acciones y obras (la obra de Ruano en el “Ver y Estimar
1968", la obra-renuncia de Suárez en “Experiencias 68” y la posterior acción de la mayoría de los
expositores de esa muestra, el "Ciclo de Arte Experimental” de Rosario, el asalto a la conferencia de
Romero Brest en “Amigos del Arte" y el acto y las declaraciones alusivas al “Premio Braque 1968”) da
como resultado un llneamiento que, consideradas aparte sus connotaciones estéticas, ha creado una
situación definida desde el punto de vista político. Es importante, en consecuencia, la discusión, en
este encuentro, de sus proyecciones. Pero, adelantando una opinión, es posible -a pesar de la
diversidad de puntos de vista con que puede encararse el problema- señalar las limitaciones que
nuestra actitud ha impuesto a nuestras acciones futuras. Quiero que quede claro que no entiendo esa
limitación como una carencia, sino como una ganancia en definición; la entiendo como cambio. Tal
limitación Implica una ruptura real con el mecanismo de prestigio y las Instituciones que instrumenta la
burguesía para controlar el fenómeno cultural. Implica además, una incorporación consciente, a
nuestro trabajo, de las acciones políticas, y una definición de nuestra función de intelectuales en la
sociedad. Significa terminar con la posición “distante” del artista, más allá de la lucha de clases, y una
incorporación de ésta como problemática en nuestra propia realización. Significa también la toma de
conciencia del hecho de que ningún tipo de actividad es “inocente” (y menos la artística), y que en la
lucha siempre se está de un lado o del otro, con la revolución o contra la revolución.
Por lo tanto, el planeamiento y la discusión de nuestras formas y medios de acción, de nuestras
alianzas políticas y de nuestras relaciones con las Instituciones debe hacerse de manera que
consolidemos constantemente nuestra definición revolucionaria.
-El plano estético se presenta mucho más complejo aún. Sabemos, aproximadamente, qué cosas
no pueden hacerse ya, ¿pero de qué manera realizaremos artísticamente la conciencia adquirida?
La respuesta pertenece al plano de nuestra creación Individual, pero tal vez sea necesaria una
reflexión de conjunto sobre el problema. Porque si hay un detalle que se presenta más o menos
claro, es el hecho de que, políticamente hablando, nuestra actitud tendrá su peso cultural mientras
actuemos como grupo, y mientras nuestra actividad se defina claramente en los límites de nuestro
trabajo específico: la creación estética. De otra manera se corre el peligro de caer en la ambigüe
dad, y por ende, de perder eficacia.
- Hasta aquí, entonces, el análisis de la situación concreta y de sus antecedentes. Mediante la
discusión de los temas explicitados y de sus connotaciones diversas, podremos llegar, con mayor
omenor claridad, a proyectar un campo de acción, siempre a partir de las premisas sentadas en
loactuado. Pero esta proyección debe ser enriquecida con un análisis más en profundidad, y es
por eso que debemos señalar una distinción en la a cc ió n re a liz a d a ^ sus motivaciones. Insisto en
este punto, porque creo que es el núcleo y origen de la nueva perspectiva. La a cció n realizada se
compone de hechos concretos, que ya fueron situados en el párrafo precedente, algunos
definidamente políticos, otros artísticos, y algunos situados en una línea fronteriza. Por otro lado,
tenemos que algunas de las obras “politizadas" se caracterizan por un proceso literal de transpo
sición de una problemática política al plano estético, lo que revela una intención ética consciente.
Siguiendo la descripción en este sentido, vemos que algunos de los actos políticos realizados
tienen como origen la misma motivación, salvo que aquí se trabajó en su plano específico y por lo
tantosus contenidos no fueron elaborados como lenguaje.
Junto a estos actos y obras de voluntarismo ético confluyen otros y otras cuyas motivaciones
tuvieronorigen en un problema perteneciente al campo específico del arte: la concepción vanguardista
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P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
como una inserción inquietante en los esquemas culturales burgueses choca irremediablemente
con un fenómeno, hasta ahora, históricamente irreversible. Me refiero a la pérdida de virulencia
que, con el tiempo, sufren las experiencias de vanguardia, y la indefectible absorción y consumi
ción de esos productos por parte de quienes eran los destinatarios del ataque. El proceso es
hartamente conocido; los epígonos que siguen a los creadores inventan una academia de esas
experiencias y descontenidizan las formas creadas, las inocentizan y las transforman en digeribles;
crean un proceso de inversión de significados en el cual son arrastradas también, las obras
originales. Ese proceso de inversión de significados lo realizan también, aunque de otra manera,
las instituciones de la cultura burguesa, que con distintos grados de sutileza apadrinan las obras
de vanguardia, como último recurso para que éstas no sean una expresión francamente contra
ria al sistema.
La respuesta más inmediata a este problema ensayada durante bastante tiempo, es la de inventar
otra vanguardia en cuanto la existente ha dejado de ser eficaz; (este esquema es aplicable funda
mentalmente al siglo XX; en otros períodos históricos las razones del cambio se deben también a
otras causas) pero dada la coyuntura que se ha planteado, resulta claro que no podemos seguir
usando una estrategia cuya operancia es cada vez más efímera (los lapsos entre el surgimiento de
una vanguardia y otra son cada vez menores) y se hacía necesario, por lo tanto, proponer una
nueva forma de ataque y una real defensa (no ya un paliativo) contra la absorción. En virtud de esto
es que nacieron los actos y obras de que hablaba. Acciones como las del Premio Braque, la
renuncia al auspicio del Di Tella en el Ciclo de Arte Experimental, y la decisión de no participar más
en salones y exposiciones dentro de las instituciones burguesas (la renuncia al prestigio!) fueron
actos políticos (cuyos contenidos ideológicos fueron acrecentándose) esgrimidos como primera
reacción contra el problema citado. Por otro lado, obras como la renuncia a “Experiencia 68" de
Suárez o el asalto a la conferencia de Romero Bfest, por citar algunas, se erigieron como denuncias
estéticas al mismo problema.
Vemos, por lo tanto, que a partir de caminos diferentes se llegó a crear una situación común, la cual
tiene ya características definidas que regirán, seguramente, la creación de una nueva perspectiva.
Sobre las bases de estas características, he elaborado las siguientes posibilidades:
- La obra debe realizarse fuera del circuito institucional burgués. Esto no implica pensar que de
esta manera se está ya fuera de la cultura burguesa (ello no es posible mientras la otra clase, el
proletariado, no elabore su propia cultura, lo cual sólo será factible cuando tome el poder). En
realidad, esta actitud es una respuesta de ataque a la cultura burguesa, pero también significa un
cambio de contexto que modifica a la obra misma, fortalece su eficacia y posibilita su libertad real
de investigación.
- La obra con estas características desaparecerá, dejará de existir en cuanto se la trasplante a una
institución. Esto Imposibilitará el academismo (que funciona en las instituciones, por supuesto) y
preservará la eficacia de los contenidos. Se deduce, en consecuencia, que la obra deberá
estructurarse estrechamente vinculada al contexto que se proponga para su realización.
- Obras colectivas de acción y la violencia como lenguaje estético pueden ser principios para una
nueva obra.
- Un tipo de obra que produzca efectos similares a un acto político.
- Una obra que, partiendo de la consideración de que las enunciaciones ideológicas son fácilmente
absorbibles transforma a la ideología en un hecho real a partir de su propia estructura.
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
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P a r te II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Cuando dije antes que la conciencia es más fácil que aguantar que un dolor de muelas, no siempre
es así. El sexo se lo vive con culpa, a la libertad no se la vive y comer, se come con vergüenza.
El capitalismo que es violación, posesión, sexualidad desenfrenada y traición en Caín y Abel, robo
al hermano, traición y culpa gregaria; necesita pagar, y me pregunto, a pesar de todas las institu
ciones simétricas que crea: jurídicas, políticas, militares tranquilizan, justifican, ordenan pero no
pagan, adonde va a parar esa culpa.
Hay datos patológicos importantes de la culpa en el sexo y la represión de todo tipo de libertad
(pues el hombre enajenado sólo vive todos sus gestos ya institucionalizados) no vale la pena
nombrarlos. Pero qué me dicen de comer? No podemos admitir a un hombre elegantemente
vestido comiendo pizza por la calle. Y con respecto al arte volviendo al arte aclaro que pienso que
es importantísima la Investigación llamada formal.
R icardo Carreira
La nueva vanguardia estética que se está constituyendo en nuestro país tiene, a mi criterio, tres
características que se refieren a: 1° el significado de la obra, 2° la eficacia con que dicho significado
se transmite y 3oel público al cual se dirige.
El grupo de arte experimental que desde hace unos diez años está trabajando sobre las diversas
tendencias internacionales de la plástica, tiene el mérito de haber formado una generación de plásti
cos que se distinguen por su espíritu de búsqueda, de renovación, de revolución estética. Esa
preocupación renovadora, que constituye uno de los fundamentos de la nueva vanguardia, fue
posiblemente la causa de que un sector de aquella generación se diera cuenta que, mientras se
dedicaba a realizar y renovar sus obras y tendencias en un clima de aparente y festejada libertad,
estaba en realidad obedeciendo las reglamentaciones de una academia que le ordenaba hacer arte
sin ideología, sin significado y para un público de élite cultural y social. Nuestra vanguardia, en efecto,
como casi todas las vanguardias contemporáneas, dirigió sus obras a los críticos, teóricos, coleccio
nistas, museos, instituciones, muestras internacionales, periodistas, etc., que los comprendían, alen
taban y daban prestigio. Este primer público al que se dirigía el artista, esta suerte de élite cultural de
la plástica, hizo entonces las veces de intermediario y explicador de las nuevas tendencias introdu
ciéndolas en los sectores más pudientes; ya sea con los argumentos que esgrime el interés comercial
de los comerciantes de arte; ya sea con los a menudo herméticos y especializados razonamientos de
los teóricos que suelen limitar sus estudios a lo que ellos mismos encuentran en las obras descartan
do lo que las mismas significan para el común de los mortales; ya sea por las charlas y conferencias
de divulgación realizadas en asociaciones de amantes del arte o de sostenedores de museos; ya sea
a través de artículos periodísticos que suelen descartar de la obra todo lo que no sea raro, curioso o
divertido, deteniéndose en cambio en detalles y aspectos secundarlos que puedan servir para darle
a la publicación la “agilidad periodística” o el “cinismo sofisticado" que asegure su venta.
Estos intermediarios, y las élites que ellos arrastraban, y el grupo de artistas mismos, constituía la mayor
parte de su público. Cabe señalar que no todas las élites estaban con la vanguardia: parte de los
intermediarios, y las élites sociales que ellos representaban, atacaron a la vanguardia quizá porque su
ideología era tan conservadora que los irritaba cualquier signo de revolución, aunque sólo se tratara de
una revolución de formas plásticas. El panorama era todavía más complejo si se tienen en cuenta las
críticas que la vanguardia recibió desde la izquierda y que generalmente no tomó en cuenta.
170
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Es posible que una de las causas de aquella situación se deba a que las vanguardias se dedican
en general a desarrollar nuevos lenguajes cuyas claves desconoce la mayoría, desconocimiento
que las Induce a rechazar la obra o a mostrarse indiferente, actitud que origina el alejamiento del
artistaquien se vuelve hacia las minorías que dicen comprenderlo. Esas minorías entonces realizan
con el artista una suerte de canje de prestigios: le ofrecen sus salas, sus premios, sus becas, sus
publicaciones, sus fiestas, que prestigian al artista, y le toma sus obras, o su amistad, que la
prestigian y que usa como indicadores de posición social y cultural. Es decir que la cultura produ
cida por artistas que ideológicamente se sienten cerca de las mayorías populares, es usada por
las minorías como un arma en su constante lucha contra las mayorías, en su constante búsqueda
de argumentos que justifiquen sus privilegios, en su constante afirmar que eso que la élite entiende
por cultura da derechos a poseer y gobernar.
Pero sucede que muchas veces esa cultura no existe y es simulada con signos y señales que
tácitamente colocan a su propietario en la escala de los cultos. Y una de las señales más cómodas
es el cuadro que se cuelga en una pared, que no da el trabajo de ser leído, ni de ser estudiado, ni
de ser escuchado: basta con decir que es gustado para recibir su contagio cultural. Los artistas
solemos ser entonces algo así como tejedores de taparrabos culturales para los desnudos enri
quecidos cuya ideología combatimos. La cultura es entonces un arma enemiga de guerra en la
guerra fría de las clases sociales y en la guerra total de los países desarrollados contra los así
llamados subdesarrollados. Pocas veces se oye hablar tanto de cultura como cuando se habla de
las guerras colonialistas del pasado y las neocoloniaíistas del presente: son guerras del culto
contra el inculto y eso las justifica a los ojos de quien define cultura. Es así como la cultura que el
artista está haciendo es su enemiga.
El artista de izquierda sufre entonces una disociación entre lo que piensa y lo que hace, que se va
multiplicando a medida que tiene éxito, a medida que los intermediarios lo promueven, a medida
que la élite social lo acepta, lo toma y lo usa. Hubo artistas que descubrieron esta evidencia y
reaccionaron suprimiendo la primera etapa de su disociación. Hicieron entonces obras de arte en
las que expresaron sus ¡deas, obras con mensaje, con contenido, con denuncia. El triunfo de sus
obras significó el fracaso de sus intenciones: el pequeño público y los intermediarios demostraron
su extraordinaria capacidad de absorción tomando la obra por sus formas y minimizando sus
contenidos. El arte es tan importante para ellos que si la obra es arte la denuncia desaparece. Las
villas miserias con latas pegadas se vendieron a muy buenos precios y los obreros revolucionarios
con puños cerrados se colgaron en los salones de sus patrones. El comprador sólo pide que haya
arte, no le interesa lo que el pintor dice, sólo le interesa cómo pone la pintura y cuál es su prestigio.
Nole importa que lo insulten si el insulto es artístico. El arte todopoderoso sublima y abraza todas
lasideologías. Crítico, intermediario y comprador miran la denuncia y ven arte. Y entonces el arte se
convierte también en un enemigo del artista, en un deformador de sus ideas, en un apaciguador de
sus rencores; porque la denuncia que es comprada por el denunciado muere y se convierte no
sólo en un indicador de jerarquía social sino también en un indicador de la tolerancia, el humor, la
inteligencia, de la clase social, que él está condenando. El denunciado que compra una denuncia
está “sobrando” al denunciante, lo está usando como un distintivo de la sabiduría de su clase.
Porotra parte debemos tener presente que la obra no es el resultado del trabajo de un hombre sino
que es el resultado de una multitud de factores que se canalizan a través del autor, en especial el
mediodonde se realizan y el público al que se dirigen. El constante cambio de opiniones entre autor
yobservador, la trascendencia que se suele dar a las críticas periodísticas, la fuerte competencia que
se desarrolla entre los plásticos, los deseos de promoción y éxito, los premios, becas y el humano y
natural deseo de ganarse la vida vendiendo sus obras, condicionan en tal forma al artista que se
puede afirmar que la obra se realiza en colaboración invisible entre artista y su público, entre el artista
y los intermediarios. Este hecho fue perfectamente comprendido por los intermediarios que apoyan
y promueven a las nuevas corrientes organizando exposiciones nacionales o internacionales. Estos
personajes en un principio limitaron su acción a la selección de un grupo de artistas que participaba
en la exposición con las obras que cada uno de ellos resolvía. Pero luego los organizadores se
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
transformaron en tutores del arte y en creadores: sus obras eran las exposiciones colectivas que
organizaban pretendiendo que las diversas piezas expuestas se ajustaran a sus directivas. Propu
sieron entonces formas, descartaron temas, sugirieron otros, rechazaron ideas y obras y terminaron
exigiendo informes previos sobre las obras a exponer. El caso límite se registró este año cuando el
director del Museo Nacional de Bellas Artes, Arquitecto Samuel Oliver, suspendió el montaje de una
obra porque su autor se negó a disponer algunos materiales de la misma en la forma como dicho
personaje exigía. Es como si antes de colgar una muestra cubista o dadá los cuadros debieran pasar
por las oficinas del director del museo donde el buen señor, pincel en mano, procediera a modificar
las formas y colores que encontrara de mal gusto.
El caso mencionado unido a los numerosos episodios de censura, autocensura y discriminación,
tolerados en un principio por los artistas y agudizados durante el corriente año, señalaron muy
claramente que una de las funciones de los intermediarios es impedir que los artistas hagan obras
que molesten a las minorías. Ante esta realidad, la vanguardia se encontró frente al siguiente
dilema: o seguir trabajando en desarrollos formales bajo la dirección y censura de los intermedia
rios, en obras destinadas a las minorías y reflejando tendencias y modas, que nos llegan del
exterior donde también están destinadas a las minorías, o cambiar de público. Es decir que si el
pequeño público era una suerte de coautor que deformaba sus obras, el artista se vio ante la
necesidad de buscarse otro que las esclareciera. Y esto es lo que ahora está sucediendo: por
primera vez nuestra vanguardia no se limita a un mero cambio formal, realizado con no-significados
frente a un pequeño público, sino que rompe con todo el medio que lo alentaba y controlaba,
rechaza a las minorías y a sus intermediarlos nacionales y extranjeros, y se dirige a las mayorías.
Es decir que la vanguardia se niega a agregar un eslabón más en la cadena abstracción geométrica,
informalismo, neofiguración, neogeometría, arte pop, happenings, etc, y se traslada a otros medios
donde experimentará con intenciones estéticas absolutamente diferentes.
Cabe señalar que ha habido algunos intentos de acercar el arte a un público más amplio. Aparte de
todos los usos y aplicaciones que el arte tiene en publicidad, modas, diseño industrial, etc, una vez
que el lenguaje desarrollado por las vanguardias comienza a ser comprendido y gustado, hubo
algunas obras de la vanguardia formalista que tuvieron carácter más popular pero que nada tienen
que ver con las intenciones de la nueva vanguardia. Algunas obras de Marta Minujin, por ejemplo,
y las exposiciones de Julio Le Pare, con ser muy diferentes tienen en común la intención, o el
resultado, de presentar obras con características ingeniosas, novedosas o divertidas, que origi
nan una mayor afluencia de visitantes. Son obras que el artista abre al gran público desde su
posición de élite en estrecha alianza cultural con las minorías y, a veces, desde las instituciones de
las minorías. Esto las hace aparecer como participando del paternalismo cultural que las minorías
suelen sentir por las mayorías.
En un plano bien diferente se encuentra alguna de las obras del arte de los medios y, por encima
de las obras, las ideas que publicó Roberto Jacoby sobre la utilización de los medios masivos de
información en obras que no se limiten aun juego formal sino que “actúen sobre el receptor”, de
"hacer hacer”. Las ideas expuestas incluyen la ampliación del público receptor y el uso de los
medios de información para llegar a él, y constituyen uno de los más valiosos antecedentes de la
nueva vanguardia.
El cambio de público, el cambio de coautor, implica un cambio en la manera de analizar y estudiar
una obra. El artista ya no verá más a su obra en el espejo formado por los aplausos y críticas de los
teóricos de la élite, que se detienen en los aspectos formales de la misma, sino que la verá a través
de las reacciones y opiniones de las mayorías, que suelen preocuparse más por lo que la obra
significa que por su estilo formal. Es decir que el artista juzgará sus obras, y las ajenas, por loque
las mismas signifiquen para el público al que van dirigidas. Las obras no son entonces geométricas,
informalistas o figurativas; sino que son significantes o no significantes.
Encarando el estudio en esta forma nos encontramos con dos casos extremos. Uno de ellos sería
una obra informalista que reprodujera la mancha simétrica de un test Rorschach; una encuesta
entre un grupo de observadores nos indicaría que hay tantas interpretaciones como observadores,
172
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
pues cada uno de ellos proyecta en el significado de la obra su propia personalidad. Estas obras,
que podrían llamarse de arte Rorschach, son de significado abierto, libre o múltiple, y su persona
lidad significante es casi nula pues se limitan a ser un punto de apoyo, un centro de sugestión, para
que el observador encuentre en ella lo que él mismo determina, o la rechace de plano si no le
interesa. Con este tipo de obras el autor no puede hacer mensajes pues si los incluye en su cuadro
su mensaje se deformará al transformarse su significado en el observador.
El otro caso extremo es el de una obra cuyo significado sea igualmente interpretado por todos los
observadores: es una obra de significado cerrado, único o ineludible. Entre estos dos puntos
extremos se encuentran todos los matices que resultan de la mayor o menor preponderancia de la
obra o del observador cuando se produce el choque entre ambos. Allí se encuentran también las
obras sobre las cuales la mayoría de los encuestados conteste que no significan nada: son obras
sin significado.
Cabe señalar la diferencia que existe entre una naturaleza muerta, por ejemplo, cuyo significado es
sólo un soporte para hacer buena o mala pintura, y otra obra a la cual el autor premeditadamente
quiere dar un significado más trascendente.
La mayor parte de las obras de vanguardia de los últimos años son de significado libre, sean
cuales hayan sido las intenciones de sus autores y las Interpretaciones que los críticos le hayan
dado. Y se puede sospechar además que gran parte de los artistas no se preocuparon por los
significados sino que invirtieron todos estos años en renovar las formas. De modo que la vanguar
dia, cuya característica es la de romper reglamentos, normas y leyes estéticas, se limitó a destruir
leyes formales sin darse cuenta quizá que su afán de cambio se limitaba a un aspecto de la obra,
que su destrucción de academias estaba gobernada por una academia invisible e inviolada: la
academia de la revolución formal, la academia del significado libre o del no significado.
Las obras de vanguardia tuvieron un significado, a pesar de todo, un significado que se refiere
precisamente al cambio formal que esa vanguardia propone. El significado principal de las primeras
obras informalistas no se desprendía del cuadro en sí, sino de la aparición de la mancha en oposición
a la abstracción geométrica. El significado era el hallazgo de una nueva forma de expresión. Eso es
lo que las hace fuertes. Pero perdido ese significado inicial por el rápido desgaste de las nuevas
formas, esas escuelas mueren en el arte decorativo y académico. La vanguardia se lanza entonces
a buscar otro cambio y a buscar otro significado de cambio que dé vida a sus obras, pero se limita
a buscar nuevas formas de decir cosas sin preocuparse por lo que esas formas en definitiva van a
decir, sabiendo quizá que, de todos modos, su obra tendrá una interpretación oficial, vector resultan
te en un principio de las interpretaciones de los observadores contemporáneos, en especial de los
críticos, teóricos, etc, y más adelante, cuando esto sea historia, de su ubicación en el tiempo estético.
Si consideramos a la obra de arte como una organización de materiales estéticos seleccionados
por su autor y realizadas siguiendo reglas inventadas por el autor o tomadas prestado, podemos
comprobar que lo que la vanguardia ha hecho ha sido ampliar constantemente la lista de materias
primas usables en arte y renovar constantemente las leyes que las organizan. Así fue como al óleo
yal bronce se agregaron los trapos, las latas, lo cursi, la luz, el sonido, el tiempo, el ambiente donde
se expone, los medios de difusión, la autodestrucción, la acción, etc. Pero al ampliar la lista, la
vanguardia y sus teóricos olvidó o rechazó uno de los materiales estéticos más importantes: los
significados. Cuando algunos teóricos afirman que la ideología es el anticuerpo del arte o que los
significados son irrelevantes en el juicio de la obra y cuando algunos artistas afirman que no es
posible mezclar la política con el arte, están en realidad afirmando que los contenidos, por lo menos
los contenidos políticos, no son materiales estéticos sino que son aestéticos o antiestéticos. La
vanguardia obedeció a esos principios como si le hubieran ordenado: de los colores no usarás el
amarillo. Olvidando que no hay absolutamente nada que no pueda ser usado para hacer arte y que
quien afirme que el rojo, el tiempo, el significado, la política, no es compatible con el arte, no es
material estético, desconoce lo que es vanguardia.
Los significados claros, los compromisos sociales, la ideologías, constituyeron entonces lo que
Noé llamaría una de las antiestéticas más perdurables e inconmovibles. Era previsible que, aunque
173
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
pues cada uno de ellos proyecta en el significado de la obra su propia personalidad. Estas obras,
que podrían llamarse de arte Rorschach, son de significado abierto, libre o múltiple, y su persona
lidad significante es casi nula pues se limitan a ser un punto de apoyo, un centro de sugestión, para
que el observador encuentre en ella lo que él mismo determina, o la rechace de plano si no le
interesa. Con este tipo de obras el autor no puede hacer mensajes pues si los incluye en su cuadro
su mensaje se deformará al transformarse su significado en el observador.
El otro caso extremo es el de una obra cuyo significado sea igualmente interpretado por todos los
observadores: es una obra de significado cerrado, único o ineludible. Entre estos dos puntos
extremos se encuentran todos los matices que resultan de la mayor o menor preponderancia de la
obra o del observador cuando se produce el choque entre ambos. Allí se encuentran también las
obras sobre las cuales la mayoría de los encuestados conteste que no significan nada: son obras
sin significado.
Cabe señalar la diferencia que existe entre una naturaleza muerta, por ejemplo, cuyo significado es
sólo un soporte para hacer buena o mala pintura, y otra obra a la cual el autor premeditadamente
quiere dar un significado más trascendente.
La mayor parte de las obras de vanguardia de los últimos años son de significado libre, sean
cuales hayan sido las intenciones de sus autores y las interpretaciones que los críticos le hayan
dado. Y se puede sospechar además que gran parte de los artistas no se preocuparon por los
significados sino que invirtieron todos estos años en renovar las formas. De modo que la vanguar
dia, cuya característica es la de romper reglamentos, normas y leyes estéticas, se limitó a destruir
leyes formales sin darse cuenta quizá que su afán de cambio se limitaba a un aspecto de la obra,
que su destrucción de academias estaba gobernada por una academia invisible e inviolada: la
academia de la revolución formal, la academia del significado libre o del no significado.
Las obras de vanguardia tuvieron un significado, a pesar de todo, un significado que se refiere
precisamente al cambio formal que esa vanguardia propone. El significado principal de las primeras
obras informalistas no se desprendía del cuadro en sí, sino de la aparición de la mancha en oposición
a laabstracción geométrica. El significado era el hallazgo de una nueva forma de expresión. Eso es
loque las hace fuertes. Pero perdido ese significado inicial por el rápido desgaste de las nuevas
formas, esas escuelas mueren en el arte decorativo y académico. La vanguardia se lanza entonces
a buscar otro cambio y a buscar otro significado de cambio que dé vida a sus obras, pero se limita
a buscar nuevas formas de decir cosas sin preocuparse por lo que esas formas en definitiva van a
decir, sabiendo quizá que, de todos modos, su obra tendrá una interpretación oficial, vector resultan
teen un principio de las interpretaciones de los observadores contemporáneos, en especial de los
críticos, teóricos, etc, y más adelante, cuando esto sea historia, de su ubicación en el tiempo estético.
Si consideramos a la obra de arte como una organización de materiales estéticos seleccionados
por su autor y realizadas siguiendo reglas inventadas por el autor o tomadas prestado, podemos
comprobar que lo que la vanguardia ha hecho ha sido ampliar constantemente la lista de materias
primas usables en arte y renovar constantemente las leyes que las organizan. Así fue como al óleo
yal bronce se agregaron los trapos, las latas, lo cursi, la luz, el sonido, el tiempo, el ambiente donde
se expone, los medios de difusión, la autodestrucción, la acción, etc. Pero al ampliar la lista, la
vanguardia y sus teóricos olvidó o rechazó uno de los materiales estéticos más importantes: los
significados. Cuando algunos teóricos afirman que la ideología es el anticuerpo del arte o que los
significados son irrelevantes en el juicio de la obra y cuando algunos artistas afirman que no es
posible mezclar la política con el arte, están en realidad afirmando que los contenidos, por lo menos
los contenidos políticos, no son materiales estéticos sino que son aestéticos o antiestéticos. La
vanguardia obedeció a esos principios como si le hubieran ordenado: de los colores no usarás el
amarillo. Olvidando que no hay absolutamente nada que no pueda ser usado para hacer arte y que
quien afirme que el rojo, el tiempo, el significado, la política, no es compatible con el arte, no es
material estético, desconoce lo que es vanguardia.
Los significados claros, los compromisos sociales, la ideologías, constituyeron entonces lo que
Noé llamaría una de las antiestéticas más perdurables e inconmovibles. Era previsible que, aunque
173
P a r t e II. E l it in e r a r io del '6 8
sólo fuera por motivos profesionales, la vanguardia la elegiría para hacer de ella su nueva estética.
Es lo que está sucediendo.
El significado solo no hace una obra de arte. Los diarios están llenos de significados que la gente
lee Indiferente. Nuestro trabajo consistirá entonces en organizar esos significados con otros ele
mentos en una obra que tenga la mayor eficacia para transmitirlos, revelarlos y señalarlos. Nuestro
trabajo consiste en buscar materiales estéticos e inventar leyes para organizarlos alrededor de los
significados, de su eficacia de transmisión, de su poder persuasivo, de su claridad, de su carácter
ineludible, de su poder de obligar a los medios de difusión a publicitar la denuncia, de su caracte
rística de foco difusor de escándalo y perturbación.
El arte no será ni la belleza ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación. La obra de arte
lograda será aquella que dentro del medio donde se mueve el artista tenga un impacto equivalente
en cierto modo a la de un atentado terrorista en un país que se libera.
Algunos de estos pensamientos originaron las obras que expuse o publiqué en los últimos años.
Otros se los debo a conversaciones con amigos o a la observación de sus obras, en especial de:
Ricardo Carreira, Roberto Jacoby, Pablo Suárez, Eduardo Ruano, Margarita Paksa.
León Ferrari,
Agosto de 1968
El fenómeno estético, como cualquier otro fenómeno cultural, puede ser considerado por la teoría
de la comunicación. Esto no significa aceptar que la teoría puede explicar la complejidad del hecho
estético cuyas propias características lo hacen sujeto de enfoques más diversificados. Para dar un
ejemplo que me atañe particularmente y mostrar las interpretaciones abusivas del método podría
recordarse la crítica de Chomsky a la suposición de ciertos teóricos de la comunicación que
formalizaron el carácter lineal de la lengua. Según Chomsky, la lengua no se desarrollaría linealmente
sino que estaría organizada, por decirlo así, de arriba hacia abajo y no de izquierda a derecha. Esto
no significa impugnar la teoría de la comunicación sino recordar sus peligros o si se quiere recono
cer sus limitaciones.
Ej. del carácter lineal de la lengua.
Es decir sobre una oración básica (kerne l sentences) se operan las transformaciones.
La teoría de la comunicación forzada por sus presupuestos debió concebir el lenguaje como un
sistema cuyas unidades están condicionadas probabilísticamente por las unidades precedentes.
Lo que es cierto, pero no a todos los niveles.
174
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Pero fuera de este campo específico, es tal vez, necesario recordar que si la teoría de la comuni
cación puede ser aplicada al proceso de los fenómenos estéticos es porque, dialécticamente, su
teoría ha generado un arte de las comunicaciones y, a la inversa, el nuevo arte da lugar a la
manifestación de una teoría que lo explícita.
Muchas de las características de la experiencia estética más contemporánea sólo pueden ser
entendidas a partir de la teoría de la comunicación puesto que procede de ella. En un primer lugar
la equivalencia obra = mensaje (por cierto que es más que equivalencia pero eso no importa
discutirlo ahora) trae como consecuencia el desplazamiento de los fenómenos generales de la
comunicación a los más específicos de la comunicación estética. E insisto en especial a la comuni
cación originada por el arte experimental.
El arte experimental, en su acepción más amplia, opone originalidad a banalidad. Me permitiré
recordar algunos conceptos muy conocidos por todos Uds. pero que mi propia exposición -
resuelta como una clarificación personal- exige así. Cuando más ordenado y comprensible tanto
más previsible es un mensaje, pero al mismo tiempo es menor la cantidad de información que
aporta. Es un mensaje banal. Es importante recordar que la cantidad de información depende
también de la fuente de donde proviene. Por lo tanto podemos concluir -por oposición- que la
originalidad aporta más información pero recordando que esto no significa en absoluto que dicha
información sea consumida por el medio receptor al que va dirigida. Nos encontraríamos, en el
caso del arte experimental, frente a una ruptura del circuito de la información. Una especie de
información “suspendida’’. Y todavía más, podríamos afirmar que es rechazada. Es necesario que
ocurra lo que podemos llamar un proceso de b analización para que acceda a un campo receptivo
cada vez más amplio; proceso de una gran complejidad y que se cumple históricamente por
diversas mediaciones sobre todo en la dinámica del arte, del cual la re d u n d a n c ia llevada a los
niveles del texto y el contexto constituye el proceso cuantitativamente más importante.
La imprevisibilidad del mensaje es la causa eficiente de la originalidad de la obra, si bien hay que
destacar que esta calidad de imprevisibilidad no es la única ni mucho menos la más importante
puesto que puede encontrarse en estructuras no puramente estéticas.
El discurso estético es entonces, desde el punto de vista informacional, una relación dialéctica de
originalidad e imprevisibilidad. Específicamente se lo ha afirmado del discurso poético: el lenguaje
poético por excelencia sería aquel que se aparta de las leyes generales de su estructuración, es
decir un lenguaje de efracción.
Reconociendo el carácter de originalidad, en el sentido informacional del término, del arte experimental
y de su previsible rechazo, se plantea entonces el problema de la percepción de la obra -de la
recepción de la obra- dentro de un contexto social determinado. Desde un punto de vista fenomenológico
podemos decir que percib ir es un emergente original en la actividad de interacción individuo-ambiente
quetiene una capacidad propia de estructurar el material de experiencia en el acto que se proyecta
haciael futuro. Es decir que entendemos que la interpretación debe hacerse mediante el aporte de una
psicología transaccional que considere la relación interactiva entre el estímulo y el mundo mental del
receptor. Al nivel informacional: un proceso de codificación y de decodificación.
175
P a r t e II. E l it in e r a r io del '68
1) modelo organizado
2) modelo desorganizado
Es evidente, también que la aceleración de este proceso es propia del mundo occidental, por lo
menos por ahora (los pueblos presuntivamente llamados “primitivos" lo son precisamente porque
poseen modelos estéticos que ya no alcanzan a satisfacer todos sus compromisos humanos).
El p ro b le m a se plantearía de la siguiente manera:
Si la organización de formas asuntivas: responde al esquema:
1) ambiente generador -mediación humana -formas asuntivas
donde
Las form as a su ntivas e sta b le s = formas sociales conservadoras y sacralizadas
el a rte e xp e rim e n ta l = ruptura de los modelos asuntivos a través de las formas de la percepción
tradicional (y recordemos que en este sentido el campo perceptual no solamente abarca la tradicio
nal contemplación de la obra sino también el esquema total del sujeto), bajo la posibilidad de
elaborar un mundo de asunciones en el que el sistema de probabilidades sea menos estrecho que
en el pasado, es decir, en el que la a c titu d d e e xp e c ta tiv a no implique tanto una previsión de lo
esperado (es decir: reconocimiento, una tautología esencialista, Barthes ha analizado muy bien la
dinámica de la tautología como vector del pensamiento de la derecha) cuanto una espera de lo
imprevisto que implique verdadera información estética, sensible, ajena a la pura información
adjunta; es decir: conocimiento, adquisición de lo nuevo.
Interrogante. No implicaría esto el reconocimiento en el orden sociológico, de que una nueva forma
asuntiva como sería la expectativa de lo im previsto opuesta a la expectativa d e lo p revisto termina
ría por estructurarse rígidamente como un nuevo modelo esclerosado, produciendo:
1e) la dislocación histórica qlel arte experimental -como hecho histórico?
22) su depredación ético-histórica dentro del proceso de progresión dialéctica de la historia total?
R espuesta: Creo que la respuesta posible sería:
12-Admisión de la dinámica de estructuración-desestructuración de los procesos en la historia del
arte dentro del marco de las resoluciones de los períodos históricos parciales.
2S- El reconocimiento del verdadero arte experimental como positivo dentro de la dialéctica mayor
de los procesos de totalización histórica.
176
D el D i T ella a " T ucu m á n A rd e"
yconcretamente, puesto que es el nuestro. En primer término y al nivel teórico significa el reconocimiento:
12) de que los canales o medios por los cuales se vehiculizan y se transmiten los mensajes son por
lo menos tan importantes como el mensaje mismo. Esta importancia nace del hecho de que:
2a) la diferencia de canales afecta en forma cualitativamente distinta al contenido de la información
estética transmitida por ellos y a su vez
3S) afecta la estructura y la significación misma que para los receptores tienen los contenidos de la
información.
Todo esto, asentado sobre el reconocimiento básico de que llega a afectar retrasando, ocultando
o deformando el nivel ideológico específico, el desarrollo de los procesos de formación de concien
cia de clase y de conciencia social reflexiva que una comunidad tiene sobre sí misma. Todos
sabemos que una ideología no es, per se, independiente de las instituciones o personas que la
sustentan, o en todo caso ambos elementos sirven como canales o medios de la información
ideológica. En ese sentido podríamos decir que el hombre es esencialmente un medio receptor,
transformador y emisor de información. Este problema de los canales y medios que es la forma
positiva de funcionamiento [b o rra d o en e l o rig in a l] destacar la relación entre la información y la
“realidad”. Es ley general en la teoría de la información que una “realidad” o “sistema de hechos”
determinado está mediado por la información que de ellos se hace, y cómo las formas en que se
elabora la Información y los canales por los cuales se transmite esta información implica operacio
nes por las cuales se llega a desvirtuar, deformar, encubrir en su totalidad o en parte, la “verdad”
o la "realidad" presentada. Esto significa reconocer de plano la dependencia de la ideología de
otras realidades que hacen a su forma de funcionamiento concreto y que hacen a su misma
existencia puesto que por este mismo proceso de degradación la connotan en lo que tiene de
específicamente ideológico. Esto da origen al estudio de los complejos mecanismos sociales que
convierten por ej. a un método filosófico en una moda (recordemos al exlstenciallsmo, al pop, o
ahora al estructuralismo) o a ciertos productos culturales en una mitología.
Me interesa destacar ahora y porque es para nosotros importante, un aspecto de la teoría de la
comunicación que podríamos llamar un poco pretenciosamente la perversión de la comunicación. Más
alláde tosfactores sociales que han sido estudiados y que forman parte de la comunicación social, grupal
e interpersonal propiamente dicha estarían aquellos como la propaganda, el rumor, la distorsión delibera
da, lacalumnia, que formarían parte de una patología de la comunicación. Particularmente importante es
señalarel carácter degenerativo, que en las sociedades burguesas adquiere el contenido semántico del
hechoestético al pasar de un nivel a otro. Podría señalar como ejemplo la apropiación de los fenómenos
estéticos de la vanguardia por los círculos s n o b s - positivos en otros aspectos- equivocando su significa
ciónsocial y en un plano mucho más importante la falencia de una crítica devoradora que superficializa
el hecho o meramente lo constata, sin aportar una interpretación pertinente. La crítica de constatación,
meramente descriptiva, no merece mayor atención. Es reguladora de poder, es cierto, pero su poder
deformante no es autónomo sino que depende del circuito donde se halla insertada. La crítica superficial
es doblemente peligrosa puesto que conviven en ella el poder deformante de la crítica de constatación
yel propio. Ese poder autónomo puede ser detectado en el empleo de una terminología coincidente con
el fenómeno experimental pero vacía de contenido real y despojada de sentido verdaderamente
“crítico": es decir termina por convertirse en una “fraseología”. Este aspecto de la crítica entendida como
unapatología de la comunicación social merece particular atención por la fuerza que esta crítica y los
grupos que la detentan ejercen sobre los artistas de vanguardia.
La crítica estética (prefiero esta denominación a la de crítica artística) es un metalenguaje donde la
verdad intralingüística (su propia organización como lenguaje) pasa a un segundo plano frente a la
verdad extralingüística (su formulación como lenguaje proposlcional y normativo). Como lenguaje nor
mativo debe proponerse como una axiología puesto que se maneja con formulaciones que tienden a
absolutizarse: debe determinar lo valioso estético de lo negativo estético (al nivel diacrónico) y su tarea
confina, éticay peligrosamente, al nivel sincrónico, con las oposiciones bueno-malo, verdadero-falso.
Cuando la crítica asume una posición crítico-positiva (quiero decir trata de determinar los criterios de
177
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6
validez y por lo tanto tiende a crear lo inteligible) ante el fenómeno experimental, cumple una función axial
en la elaboración de su propio mensaje; cuando asume una posición ponderativa que tiende a absorber
el fenómeno, su mensaje se desarrolla en el plano referencial: elabora un mensaje falso y obliga al
receptor a considerarlo como bueno. (No creo necesario recordar que esta valoración falso-verdadero
no tiene una connotación ética sino más bien lógica y se refiere explícitamente al metalenguaje crítico,
independiente del valor de las obras). Es evidente entonces que el mensaje cumple funciones no sólo
diferentes sino opuestas según sea el receptor: 12) frente al consumidor masivo de esta crítica una
función positiva puesto que prestigia un arte necesitado de apoyaturas para ir desgastando la ansie
dad de expresión y prepara el campo para elaborar un respuesta que dinamice la imprevisibilidad. 2a)
frente al artista de vanguardia una función meramente adventicia cuando es descriptiva y francamente
coercitiva cuando equivoca la significación de la experiencia de vanguardia al codificarla falsamente.
Nicolás Rosa
8. "Tucum án A rd e"
Punto de partida
121. Como ya dijimos, según Horacio Verbitsky, entonces cronista de Confirmado y periodista-
organizador del semanario CGT, los plásticos “disidentes” del Braque iban a organizar una muestra
paralela en la CGT de los Argentinos. El espacio que expresó ese vínculo fue la Comisión de
Acción Artística de la CGTA. Si bien sus integrantes y actividades sobrepasaban considerablemen
te a los plásticos de vanguardia, varios artistas estaban vinculados desde antes a la central obrera.
178
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
Por otro lado, la mayor fluidez en la relación entre el grupo de avanzada porteño y
el rosarino, que se había iniciado cerca del ‘66 a partir de la amistad entre algunos de ellos
{Jacoby y Suárez con Renzi, por ejemplo) y la participación de rosarinos en el “Homenaje al
Viet-Nam”. Además, varios rosarinos viajaban a menudo a Buenos Aires a estudiar, o para
asistir o participar en alguna muestra. Como ya vimos, este vínculo se volvió más estrecho
a partir de resoluciones y acciones coincidentes del ‘68. Después de los incidentes del
Braque, en julio, Favario estuvo preso junto a los porteños. En esa circunstancia es que las
conversaciones apuntan a que las coincidencias entre ambos grupos de artistas se traduz
can en acciones conjuntas.122 El Encuentro, en agosto, explícita las bases teórico-
programáticas de esa confluencia, y “Tucumán Arde” es su realización más significativa.
Como ya vimos, entre los artistas e intelectuales rosarinos y porteños reunidos en el
I Encuentro, existía la voluntad de realizar una obra en común, con un fuerte sentido
político. La nueva obra a la que apuntaban debía instalarse por fuera del circuito artístico,
de su público de élite, de sus convenciones y dispositivos, en una poco delimitada zona
donde arte y política mezclaban sus procedimientos, donde los artistas definían sus accio
nes como arte de vanguardia y medían su eficacia en términos políticos. Restaba definir de
qué modo, con qué formato, en qué circunstancias se materializaría el proyecto.
Todavía corría agosto, cuando se hizo una segunda reunión de artistas porteños y
rosarinos, de características muy distintas a las del I Encuentro. Tuvo lugar en la casa de
Margarita Paksa, en la localidad bonaerense de Castelar. Fue una reunión interna y reduci
da, en la que se abordaron cuestiones organizativas y se discutieron criterios para terminar
de definir la obra colectiva que -según la mayoría de los testimonios—ya tenía nombre.
En este segundo encuentro también se hizo explícito un primer conflicto interno,
cuando el FATRAC intentó participar en la reunión, lo que fue interpretado por algunos
artistas (Suárez, Jacoby, Ferrari y Paksa) como un intento de “copar” la obra, de manipu
larlos. Al parecer, los rosarinos asistentes a la reunión (Renzi y Favario) terminaron de
mediadores en la disputa entre los dos grupos. Ante los integrantes del FATRAC, cuenta
Renzi, “afirmamos nuestra independencia de los movimientos políticos concretos, aun
cuando alguno de nosotros pudiera coincidir con sectores o partidos” (Fantoni, 1998:
60). El incidente terminó con la “expulsión” del FATRAC, lo que fue la causa principal de
que ni Ruano ni Carreira participaran en la obra.
La decisión de tomar la denuncia de la situación tucumana como objetivo de la
obra fue, también, posterior al I Encuentro.123 No estamos ante una elección aleatoria: la
122. Incluso Pablo Suárez recuerda la detención como el momento en que empezaron a pensar
enaquello que terminó siendo “Tucumán Arde”: la cuestión “ya se habló en Devoto” con Jacoby,
Carreira, Javier Arroyuelo, Rafael López Sánchez, en términos de “una obra que pudiera desarro
llarse en distintos planos simultáneamente” y también como “una obra que sirviera para algo”
(“Los últimos esperanzados”, entrevista a Pablo Suárez en Tiempo Argentino, 13-7-1986, p. 4).
123. Según el relato que se desprende de varias entrevistas, la iniciativa nació de pequeños gmpos de
trabajoen que se dividieron los rosarinos después del I Encuentro para elaborar propuestas en base al
plande lucha de la CGTA (en los que además de la crisis tucumana, surgió la posibilidad de centrar la
179
P a r t e I I. E l it in e r a r io del '68
situación tucumana conmovía a la opinión pública, no se vivía como una crisis provin
cial más, ni era un problema marginal o desconocido en el resto del país. El problema
social causado por el cierre de los ingenios azucareros, el consiguiente desempleo masi
vo y las protestas de la población acaudillada por un combativo sector sindical, eran
cuestiones que formaban parte de la agenda política de esos días. “La tradición de lucha
y la existencia de una fuerte organización sindical explican la ‘visibilidad social’ del
problema azucarero”, dice al respecto Silvia Sigal.124
Lo determinante en la elección de Tucumán como material para la obra colectiva fue
que se trataba de uno de los ejes sobre el cual la CGTA venía haciendo campaña insisten
temente. Ya en los manifiestos fundacionales de la central obrera (la Declaración del Iode
abril de 1968 y el Mensaje del I o de mayo de 1968) se menciona la situación tucumana
como el caso que torna evidente que “los planes oficiales causan tantos padecimientos a
nuestro país y a nuestro pueblo”. Los sucesivos ejemplares del semanario CGT constante
mente muestran, durante ese año, el problema tucumano. Las luchas frente al cierre de los
ingenios, la situación sindical de la provincia norteña, la represión policial, ocupan varias
veces la tapa, la contratapa o las páginas centrales del semanario.125
Aun así, la elección de Tucumán no se debió, como podría pensarse, a una suge
rencia de los sindicalistas a los plásticos. Fue, a la inversa, una iniciativa de los artistas
coincidente con el plan de lucha de la CGTA. El vínculo fluido de algunos artistas con la
central obrera y la apertura de un sector del sindicalismo a iniciativas de movilización
cultural crearon las condiciones para que la CGTA se convirtiera en un ámbito institucio
nal capaz de apoyar - y contener- un emprendimiento como “Tucumán Arde”.
La situación de miseria en el noroeste no era nueva; sin embargo, la profundidad que
asumía en esos días la crisis de Tucumán estaba asociada a la política socio-económica del
Onganiato. Se trataba de uno de los frentes más conflictivos que afrontaba, y asumía un gran
peso simbólico para el régimen, puesto que había sido uno de sus cuestionamientos a la
180
D el D i T ella a " T ucu m á n A rd e"
gestión de Arturo Illia a la hora de derrocarlo.126 Así, frente a la visibilidad social del proble
ma tucumano y la permanencia del conflicto en la zona, el gobierno encaró el “Operativo
Tucumán” que, iniciado en 1966, consistía en una serie de medidas de promoción industrial
y diversificación agraria, ante la grave crisis de la industria del azúcar.127
En la Declaración que acom pañó la muestra de Rosario,128 los artistas denuncia
ban “la verdad oculta detrás de este Operativo”: el intento de destrucción del combativo
gremialismo del noroeste argentino con la atom ización en grupos de obreros dispersos
u obligados a emigrar a otras zonas del país; el carácter de “experiencia piloto” de esta
política oficial en Tucumán, “con la que se intenta com probar el grado de resistencia de
la población obrera”.
Desde la perspectiva de los artistas, el régimen acom pañaba el “Operativo Tucumán”
con una campaña pública que por un lado intentaba ocultar o matizar los efectos socia
les de la crisis, y por otro —ante su evidencia— difundía las medidas tomadas y los su
puestos logros obtenidos, con lo que se pretendía convencer a la opinión pública de
que la apertura de industrias y la diversificación agraria constituían un paliativo para la
situación desatada por el cierre de los ingenios:
“Este Operativo Tucumán se ve reforzado por un ‘operativo silencio’, organizado por las
instituciones de gobierno para confundir, tergiversar y silenciar la grave situación tucumana,
al cual se ha plegado la llamada ‘prensa libre’ por razones de comunes intereses de clase”.129
126. “A nivel nacional quienes estaban preparando el derrocamiento del gobierno de Illia esgri
mían como argumento el advenimiento de un aparente caos social y Tucumán se presentaba
como un ejemplo de la intensidad y peligro de los conflictos sociales que generaba la inoperancia
del Estado para resolver problemas estructurales. Así, Tucumán se convierte, para el gobierno
militar que surge después del golpe de 1966, en un lugar de compromiso en el que necesaria
mente se debía actuar con ‘energía revolucionaria’”. Análisis y evaluación del plan de transfor
mación agro-industrial de la provincia de Tucumán, Informe Final, Edición del CFI, Serie Téc
nica N° 17, 1973- Investigación realizada por Horacio Boneo (coord.), Marcelo Cavarozzi, Néstor
Lavergne, Guillermo Picabea y otros, en 1972.
127. Cfr. Boneo (coord.), Informe de CFI ya citado. Este conjunto de medidas buscaba desarticu
larlos graves conflictos sociales que venían estallando en la provincia. Observaba Silvia Sigal (op.
cit.): “Durante mucho tiempo, y particularmente entre los años 1964 y 1968, la provincia de
Tucumán constituyó el ‘polvorín de la República’, amenaza social -y ejemplo de irracionalidad
económica- para la derecha, y esperanza para la izquierda opuesta a la institucionalización del
movimiento sindical”. Un tratamiento más reciente del tema pude verse en Crenzel, 1991.
128. “Tucumán Arde”, declaración de la muestra de Rosario, redactada por M. T. Gramuglio y N.
Rosa, noviembre de 1968, transcripta más adelante.
129. Ibíd.
181
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
El diseño
A partir de esta estrategia se hace evidente que para comprender “Tucumán Arde”
no basta con describir -e n los términos en que puede contemplarse una muestra de arte
tradicional- el material exhibido en las sedes sindicales. Las muestras son sólo una fase
-n i siquiera la final- dentro de una secuencia mayor.
La obra fue concebida -y realizada- como un proceso que atravesaba sucesivas
etapas (en el tiempo, en el espacio), que fueron planificadas previamente y figuran
descritas (con algunas mínimas variantes) en distintos documentos del grupo.11’ Los
momentos diseñados son, de acuerdo con esas fuentes, los siguientes:
(1) Recopilación y estudio del material documental sobre la realidad social y cultural de
Tucumán. Esta etapa incluye un primer “viaje de reconocimiento” y primeros contactos.
(2) Confrontación y verificación de la realidad tucumana, a través de un segundo viaje
a Tucumán, en el que los artistas van acompañados por un equipo técnico y
130. Ibíd. Al respecto, Pablo Suárez reconstruye que “el cerco de silencio que se había cerrado
sobre Tucumán hacía que no se filtrara nada en los diarios. Pasando la información a través de
las artes plásticas se podía hacer una especie de voltereta y cruzar ese cerco”, en “Los últimos
esperanzados”, Tiempo Argentino, 13/7/1986, p. 4).
131. La sobreinformación a nivel cuantitativo podría pensarse como “reiteración de datos en abun
dancia” (o simplemente como redundancia). Si bien estos conceptos pueden resultar por ahora
limitados para dar cuenta del sentido en que se utiliza esta noción, se prestan menos a la confusión
que conceptos como el de “saturación”. La diferencia central reside en que con la sobreinformación
se busca atrapar al público en la problemática que se denuncia, tanto a nivel perceptual como
racional. La saturación, en principio, generaría el efecto contrario.
132. Hemos recopilado tres documentos de diversa índole que hacen referencia a este punto;
dos de ellos son escritos internos o gacetillas de prensa (sin fecha ni firma), que conservó Graciela
Carnevale (la responsable de prensa del grupo Rosario) en su archivo personal; el tercero, de
carácter público, es la ya citada “Declaración de la muestra de Rosario”, firmada por María Teresa
Gramuglio y Nicolás Rosa, y fechada en noviembre de 1968. Las diferencias principales entre
estas fuentes, que corresponden a distintos momentos en la elaboración de la obra, radican en la
partición en tres o en cuatro etapas, según se incorpore o se excluya la etapa inicial (relevamien-
to de información y primer viaje a Tucumán).
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
Como veremos en las páginas que siguen, este plan se cumplió hasta la tercera
etapa (en su mayor parte), cuando el levantamiento abrupto de la muestra en Buenos
Aires interrumpió el desarrollo de la obra. Quedaron en suspenso, entonces, dos mues
tras planificadas (en Santa Fe y en Córdoba), y la cuarta etapa. Aunque esta última -cuyo
objetivo era “provocar una información de tercer grado” reunida en una publicación- no
llegó a concretarse, es importante contemplarla como parte del proceso -a l menos del
diseño original- de “Tucumán Arde”. Contando con esa publicación, el público de la
obra no hubiera sido sólo el que asistió a las muestras, ni el anónimo receptor de las
fragmentarias informaciones que aparecieron en los medios de prensa. Hubiera sido un
público capaz de seguir el proceso íntegramente, un público que excediese la coyuntura
temporal y espacial.
En este esquema inicial no se menciona una fase importante de lo que más tarde
fue la obra: la campaña de propaganda que, simultáneamente al segundo viaje a Tucumán,
desarrolla un grupo de artistas en Rosario y Buenos Aires, con el objeto de generar
expectativas en un público masivo.133 La misma definición del nombre “Tucumán Arde”
estaría justamente vinculada con esa “estrategia publicitaria”. Los artistas buscan un
nombre corto, que impacte y quede grabado en la opinión pública. Juegan entonces con
la alusión a ¿Arde París? (P arís brul-t-il?'), el film de René Clement de 1965, que había
estado en cartelera poco antes.
133. Esta omisión es llamativa, porque varios testimonios señalan que el diseño de la campaña
fue parte de la' planificación de la obra, desde sus comienzos.
183
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Los participantes
134. A quien Renzi menciona como integrante de la comisión de trabajo que integraba él mismo
(véase Fantoni, 1998: 61).
135. No pretendemos homologar, como ya vimos en la Parte I de este libro, ambas formaciones
culturales. En el caso rosarino, estamos ante un grupo cohesionado y en plena actividad. El
panorama de los artistas porteños es más disperso y heterogéneo.
184
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Trotta y David Lamelas, quienes habían dejado el país o estaban a punto de hacerlo;136
Oscar Bony había abandonado el arte; Rodolfo Azaro y Jorge Carballa persistían en las
instituciones artísticas.
Tanto como las ausencias, también son significativas las incorporaciones. En algu
nos casos se trata de artistas plásticos recién integrados a la producción, o cuya trayectoria
no había sido confluyente hasta entonces con la de estos grupos de vanguardia (por
ejemplo, Beatriz Balvé, rosarina radicada en Buenos Aires, o los plásticos de Santa Fe).
Pero en muchos casos se trata de colaboradores no-artistas, que se integran a la realiza
ción como lo venían haciendo los intelectuales desde el I Encuentro. De hecho, los redac
tores de la extensa declaración de la muestra en Rosario son, justamente, dos críticos
literarios: María Teresa Gramuglio y Nicolás Rosa. Aparecen un cineasta como Oscar
Pidustwa o un cineclubista como David de Nully Braun. Figuran personas que no tenían
otro vínculo que la amistad o relaciones familiares, y que trabajaron a la par de los artistas.
Entre ellos, por ejemplo, Sara López Dupuy, entonces mujer de Eduardo Favario, que se
desempeñaba como bibliotecaria en la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil.
La integración de los santafesinos Graciela Borthwick y Jorge Cohén se logra a
partir del contacto con algunos rosarinos, en especial Graciela Carnevale y Juan Pablo
Renzi. Eran parte de un grupo de jóvenes artistas egresados de la Escuela de Arte, pinto
res o escultores que querían generar, junto a cineastas y otros intelectuales, un espacio
alternativo al acartonado ambiente de la cultura oficial. No se puede decir que coinci
dían en las búsquedas experimentales de porteños y rosarinos, ya que trabajaban en
formatos más tradicionales.
Aunque no figura en la lista de firmantes, hay otro sector que se integra y colabora
considerablemente en la realización de la obra: los sociólogos vinculados al CICSO.137
Ellos aportaron información extraída de investigaciones en curso, colaboraron en la
confección de cuadros y estadísticas, y redactaron un extenso informe titulado igual que
la obra, que se imprimió y repartió a los asistentes a las muestras, y fue extractado por
diversas publicaciones de esos años.
El grupo que lleva finalmente adelante “Tucumán Arde” no sólo es heterogéneo
por los oficios o disciplinas diversas que aglutinó. Otro factor aparece como dispara
dor de diferencias: el diverso grado de politización de sus integrantes. Si algunos
(Renzi, Favario, Naranjo, Rosa, Jacoby, Suárez, Ferrari, Paksa, entre otros) tenían una
historia previa de posicionamientos políticos e incluso compromisos militantes,138 otros
185
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
(los más jóvenes, por ejem p lo) vivieron esta realización com o su primera experiencia
p o lítica .139
Con esta obra se puso en marcha un vasto operativo que involucró a mucha gente:
artistas, amigos, familiares, colaboradores de todo tipo. Los “autores” de “Tucumán Arde”
son, en ton ces, m uchos más de los que firman la citada declaración, y sus tareas
variadísimas: desde prestar la bañadera de la casa para revelar o fijar los enormes pape
les fotográficos sobre los que se hicieron las copias para la muestra hasta pegar las
obleas o repartir los volantes de la campaña.
“Tucumán Arde” se sostuvo, entonces, en una red compleja de relaciones y colabo
raciones extra-artísticas, que realizan una concepción de autoría que sostiene el anonima
to y la elaboración colectiva, y que integra a artistas y no artistas en un pie de igualdad.
En este sentido, se puede pensar que, de alguna manera, ese listado “congela” la
nómina de participantes en un m om ento dado de la obra (la muestra en Rosario), y
distorsiona lo que fue este proceso de creación.
A m ediados de septiem bre tiene lugar el primer viaje exploratorio a Tucumán, a fin
de preparar el terreno para la llegada del grueso de los artistas. El objetivo de este viaje,
que duró unos tres días, era establecer contactos con los dirigentes estudiantiles y sin
dicales, por un lado, y con las autoridades de las instituciones culturales y los medios de
com unicación, por otro. Esta primera delegación estuvo com puesta por dos rosarinos y
dos porteños: Rubén Naranjo, Ju an Pablo Renzi, Pablo Suárez y Roberto Jacoby.
D e acuerdo al testim onio de Renzi, este primer viaje “fue una experiencia muy
buena porque recogim os muy buen material, que sirvió para organizar después lo que
iba a ser el segundo viaje, muy puntualmente, con mucha econom ía y eficacia” (Fantoni,
1998: 63).
La estrategia de impactar en los medios masivos se inicia ya en esta fase de la obra:
este viaje alcanza una cierta repercusión, com o lo demuestran un par de notas publica
das en diarios tucum anos. En ellas se informa de la presencia de los artistas en San
Miguel de Tucum án y de su interés por hacer “arte inform acional” tomando por objeto la
realidad de la provincia. En este primer viaje los artistas no llamaron a conferencias de
prensa (com o sí lo hicieron en dos oportunidades durante el segundo viaje). Su apari
ción en los m edios sólo da cuenta de “la visita de Suárez y Jaco b y a la redacción” para
anunciar la obra .140
Como parte de la vinculación con las autoridades culturales, Rubén Naranjo se entre
vistó con la Vocal del Departamento de Artes Plásticas de la Provincia, María Eugenia Aviar,141
186
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
yle solicitó autorización para realizar una conferencia de prensa en las instalaciones del
Museo cuando llegara a la ciudad el contingente mayor de artistas, para explicarle a los
medios de prensa locales la propuesta de trabajo a desarrollar.
Ya en Rosario, Naranjo le escribe a Aybar una carta el 9 de octubre anunciándole la
próxima llegada de los “pintores rosarinos” y pidiéndole apoyo en la realización de la
conferencia de prensa. La versión de la obra que se hizo pública frente a Aybar ocultaba
toda intención de denuncia, como parte de la estrategia de resguardo planeada por los
artistas: “la obra consistiría en una creación a concretarse a través de los medios de
información, y los significados explícitos de la misma se referirían al acerbo cultural de
esa ciudad”.142
La respuesta de Aybar (16/10/68), en la que felicita a los artistas por la iniciativa y
les da su apoyo, fue usada por éstos como una suerte de “salvoconducto” para legalizar
sus actividades durante la segunda estadía en Tucumán.
Así, un mes más tarde los artistas partirían por segunda vez a Tucumán. Si en el
primer viaje la presencia de porteños y rosarinos fue equilibrada, el contingente del
segundo estuvo conformado casi exclusivamente por rosarinos.143 No viajó ningún
porteño, con la excepción -a m edias- de Beatriz Balvé, que es rosarina pero se había
radicado en Buenos Aires poco antes. Tampoco lo hicieron los dos plásticos santafesinos
que se incorporaron a la obra: Graciela Borthwick y Jorge Cohén. Entre los rosarinos
que no viajaron, Renzi se encargó de organizar la campaña publicitaria en Rosario.
Al indagar los porqués de esas ausencias se ponen en evidencia algunas primeras
fisuras e;> el bloque de rosarinos y porteños que tenía existencia explícita desde el I
Encuentro. Las razones de estos quiebres, que atravesarían de allí en más toda la obra,
son de diverso orden.
De los testimonios surgen alusiones a conflictos internos tanto en Rosario como
enBuenos Aires, causados por cuestiones de prestigio y disputas por el liderazgo. Algu
nos entrevistados reflexionan sobre las dificultades de los artistas plásticos -cuyo traba
jo habitualmente es una actividad solitaria y competitiva- para integrarse en instancias
de creación colectivas, en las que se desdibuja el aporte individual.
Ciertos testimonios hacen alusión a diferencias que plantearon algunos porteños
respecto del carácter (predominantemente estético o político) de la resolución de la
obra. Para que este litigio no paralizara el desarrollo de “Tucumán Arde”, se decidió
otorgar cierta autonomía a los artistas de cada ciudad en la definición de la campaña, el
montaje de la muestra, etc.
Se menciona también el factor económico como una variable que causó resquemo
res: los dineros obtenidos por cada grupo no se destinaron a un fondo común, lo que
redundó en que los rosarinos (que contaban con dos importantes aportes) tuvieran
142. Rubén Naranjo, carta a M aría Eugenia Aybar, fech ad a en R osario el 9 de octu b re de 1968.
143. De acuerdo a los artículos aparecidos en esos días en diarios tucum anos y rosarinos, el grupo
estaría compuesto por Aldo Bortolotti, Graciela Carnevale, Rodolfo Elizalde, N oem í Escandell, Eduardo
Favario, Rubén Naranjo, Norberto Puzzolo, Beatriz Balvé, Emilio Ghilioni, Carlos Shork y O scar Pidustwa.
187
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
mayor capacidad de decisión y de acción.144 Para financiar los altos costos de la obra
(que Rubén Naranjo estima en unos dos millones de pesos de entonces), los rosarinos
obtienen, fundamentalmente a través de las gestiones de Rubén Naranjo, dos donaciones.
La más significativa provino de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil (donde el men
cionado artista tenía un cargo directivo),145 que ascendió a un millón de pesos. El segun
do aporte (de 200 mil pesos) provino del Dr. Slulitell, un médico que coleccionaba obras
de artistas plásticos rosarinos, incluyendo a los jóvenes vanguardistas a quienes venía
apoyando desde hacía algunos años.
Los porteños no consiguieron fondos tan cuantiosos. Pidieron apones a artistas
reconocidos para paliar los gastos, y -d e acuerdo al testimonio de Jacoby- Antonio
Berni y Juan Carlos Castagnino colaboraron con obras que se vendieron a través de la
galerista Sofovich.
Estas contribuciones, sin embargo, no pueden hacemos olvidar el esfuerzo que hicie
ron los propios creadores y las colaboraciones en tiempo, trabajo, materiales e incluso dine
ro, que no puede medirse en cifras. Para tener una dimensión de los gastos que implicó la
obra, pensemos en los viajes y estadía de un contingente de quince personas en Tucumán,
los implementos fotográficos, de grabación, de filmación, de envío de los materiales a Rosa
rio; la impresión de afiches y obleas, y los materiales para las pintadas en la fase de la
campaña publicitaria; la dimensión de los paneles fotográficos (cerca de un metro cuadrado
cada uno) expuestos en las muestras, proyecciones, desgrabaciones, impresiones de mate
rial documental; los traslados de la muestra, etc. Pensemos también en que tres décadas
atrás estas técnicas eran sin duda mucho más caras que lo que resultan hoy. Fueron necesa
rios muchos aportes personales y trabajos no remunerados, toda una red de colaboradores
que se puso a disposición de la obra, en Tucumán, Rosario, Buenos Aires y Santa Fe.
144. El proyecto inicial era ambicioso y según sostiene Roberto Jacoby no se detenía en contem
plar los posibles gastos. Jacoby incluso dice que él supuso que iba a ser otro proyecto “loco'
condenado a quedar en los papeles, y que fue gracias a los fondos conseguidos por los rosarinos
que pudo concretarse. Véase entrevista en IV parte.
145. Considerada como la mayor experiencia en educación popular en América Latina de esos
años, “la Vigil” comenzó a funcionar en 1957 en el barrio Sur, una zona obrera de Rosario. Lo que
empezó siendo una Sociedad Vecinal, creció incorporando una biblioteca, cursos de capacitación,
jardines de infantes, una Escuela de Música, otra de Teatro y una de Artes Visuales. A principios de
los ‘70 se inauguran una escuela secundaria y una primaria. Pasaron por las aulas de la Vigil más de
10.000 alumnos a lo largo de esos años. A ello hay que agregar la ampliación del servicio bibliote
cario y la creación del departamento editorial, inaugurado en 1966. En 10 años se publicaron más
de cien títulos, con una tirada total superior a los dos millones de ejemplares, en gran medida
destinados a donaciones. En relación a los recursos económicos que solventaron tamaña infraestruc
tura, se originan en parte en una rifa anual, con pago mensual escalonado. Fue clausurada tras el
golpe militar de 1976. Los vínculos del grupo de artistas rosarinos con esta institución se establecen
a partir de Rubén Naranjo, quien estaba fuertemente vinculado a la Vigil desde 1963, primero
organizando la Escuela de Artes Visuales y luego al frente de la editorial. En la Vigil trabajaban como
188
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
C f/Y c /tc tr
El segundo viaje
docentes en la Escuela de Artes Visuales Noemí Escandell y Graciela Carnevale, entre otros. Para
ampliar esta breve descripción véase el fascículo “Biblioteca Popular Constancio C. Vigil”, de la
colección Rosario. Historias de aqu í a la vuelta, N° 16, escrito por el propio Rubén Naranjo.
189
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
190
D el D i T ella a " T ucum án A rde"
Héctor Marteau, “se vivía una especie de pequeño verano cultural por abajo de lo que
era una dictadura política y con una situación económica explosiva” (entrevista). Había
una intensa vida teatral, se sucedían eventos de magnitud como la organización de un
fastuoso Festival de Opera de Cámara, de un Festival de la Canción con la presentación
espectacular de Duke Ellington (evento cuyo costo ascendió a 5 millones de pesos de
entonces), o la realización de varios salones de pintura como el Salón de Artes Plásticas
“San Pablo”, patrocinado por la familia Nougués, que también financiaba becas para
estudiantes de música. Los artistas analizaban que estos hechos:
“...parecieran envolver a la ciudad más triste de la República con una momentánea ráfaga
de lujosa cultura. Las contradicciones de una política cultural sostenida por los organismos
de difusión de la provincia y la Dirección General de Cultura de la Municipalidad con
verdadero desenfado económico, alcanzan por momentos ribetes patológicos sino revela
ran en última instancia la íntima resolución de ocultar el rostro del hambre y la desocupa
ción. La fascinación que el arte lujoso y ostentatorio ejerce sobre los funcionarios tucumanos
llega a la ingenuidad de programar funciones de títeres para un público de niños hambrien
tos o hasta la miserable desaprensión de llevar un conferenciante para que diserte sobre el
tesoro real de Tutankamón ante un público de obreros semianalfabetos. El secretario de la
Directora del Museo de Bellas Artes, Sr. Acevedo, canta loas a la munificencia de la familia
Nougués (radicada en Europa) que no sólo auspicia el Salón de pintura ‘San Pablo’ sino
dona ‘una silla de ruedas para un obrero enfermo’ o subvenciona becas para los ‘obreros
que observan buen comportamiento gremial y no contribuyen a la agitación’”.150
De acuerdo al plan trazado, los artistas convocan a dos conferencias de prensa que,
de una manera simbólica -y también literal-, abren y cierran el viaje. El 25 de octubre,
apenas llegados a Tucumán, organizan una mesa redonda, en la sede de la biblioteca
“Brígida Almaraz de Roux”, que fue auspiciada por el Departamento de Artes Plásticas del
Consejo Provincial de Difusión Cultural. Allí se reunieron representantes de los medios,
artistas locales y funcionarios estatales a cargo de la difusión cultural de la provincia. Si
bien, evidentemente, no todos los artistas tucumanos estaban involucrados en los meca
nismos de la cultura oficial,151 los visitantes no tuvieron una estrategia para convocar al
sector local a unirse a la obra, salvo como parte del escenario montado en esa conferencia.
undía, entradas que se distribuyen popularmente. La gente puede ver entonces, como nos lo hizo
notar no sin cierta emoción el señor Abraham, obras como El abanico de Lady Windermere. Pero
no es solamente el teatro el beneficio. Tucumán cuenta con abundantes salones, con los que hasta
lasfiguras de segunda categoría tienen su lugar [...]. Los plásticos cuentan con salones y galerías, con
ayudapara la compra de obras y la impresión de catálogos, con delegación oficial en Buenos Aires”.
En“Tucumán: llora, amado país”, Boom , N° 4, Rosario, diciembre de 1968.
150. Documento “Informe: Viaje a Tucumán de los artistas”, transcripto más adelante.
151. Ya en el primer viaje, el porteño Pablo Suárez recuerda haber entablado contactos con el
cineasta tucumano Gerardo Vallejo. Y Héctor Marteau señala la intensidad con que impactó
'Tucumán Arde” entre un sector de jóvenes artistas plásticos que más adelante realizaron algunos
murales para la CGT local.
191
P a rte II. El í t i n e r a r i o del '68
En ella, los móviles de la estadía de los artistas en la ciudad son comunicados a los
medios y a las autoridades m ediante una inform ación falsa (o, mejor, retaceada), presen
tando una versión camuflada de la obra. Los realizadores informaron que trabajaban
sobre generalidades tales com o “la presencia de los medios de difusión en la vida con
tem poránea”, “la transmisión de la obra de los creadores en los medios populares” y “la
significación de la noticia y sus posibilidades desde el plano del arte y de la cultura”.1’2
La inform ación falsa difundida en esa primera conferencia sirve com o “pantalla"
de la actividad paralela de búsqueda de inform ación en los ingenios cerrados o en
conflicto y en los barrios populares. Esa segunda zona de actividad en la provincia es
hasta cierto punto sem iclandestina. Para realizarla, los artistas se apoyaron fundamen
talm ente en los con tactos previam ente establecidos con sindicalistas de la CGT local,
especialm ente los de la FOTIA y los “Cañeros independientes” (agrem iación de los
pequ eños productores), Francisco Arancibia, dirigente docente, y H éctor Marteau, Se
cretario G eneral del Centro de Estudiantes de D erech o y representante por la Coordi
nadora Estudiantil en la d irección de la CGTA tucumana.
Foto tomada en Tucumán por los artistas para demostrar el acaparamiento patronal de
azúcar (Archivo Graciela Carnevale).
192
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
153. Según el testimonio de Borthwick, los materiales se mandaban por tren de Tucumán a Santa
Fe, donde lo recibían ella y Cohén, y lo despachaban a Rosario.
154. “Informe: Viaje a Tucumán de los artistas”.
193
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
155. En la medida en que los artistas tuvieron algunos problemas con las autoridades en el
relevamiento de datos en los ingenios, podemos pensar que para la segunda conferencia de
prensa ya había un alerta acerca de la denuncia que se haría, por lo que parte de las autoridades
provinciales no concurrieron a la misma. Pero más allá de esa limitación, nos interesa la intención
de la operación, su diseño.
194
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
d.
(a) “Pueblo Fantasma” de un ingenio cerrado, fotografiado por los artistas, (b y c) Registro
de las maquinarias desarmadas, las piezas abandonadas, las condiciones precarias de
trabajo y de existencia, (d) Noemí Escandell entrevista a un trabajador en un ingenio
(Archivo Graciela Carnevale).
La campaña
156. El material gráfico (obleas, afiches) usado por los rosarinos se envió a Buenos Aires, en
donde fue difundido por los artistas. Algo similar ocurre en Santa Fe, de acuerdo al testimonio de
Graciela Borthwick. Sin embargo, en estas dos ciudades la campaña no tuvo la envergadura que
alcanzó en Rosario, y que aquí se analiza.
195
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
La campaña tenía por objetivo generar una expectativa masiva en torno a la con
signa “Tucumán Arde”, y -com o objetivo asociado- convocar a las muestras a partir de
canales de difusión no convencionales dentro del circuito artístico.
Su diseño (en tres etapas) y su realización combinan técnicas y prácticas tomadas
de la acción política, el campo de las relaciones públicas, los desarrollos artísticos expe
rimentales y los criterios básicos de la labor publicitaria.
En un primer momento, la campaña consistió en pegar en carteleras y paredes del'
centro y los barrios de las ciudades de Rosario y Santa Fe afiches con una sola gran
palabra: TUCUMÁN. Las fotos muestran, por ejemplo, puertas de fábrica, paredones,
carteleras, empapelados con ese escueto cartel, compartiendo el espacio callejero con
afiches de productos comerciales. Esta primera etapa también incluyó, para un público
más acotado, el mismo procedimiento: la palabra TUCUMÁN impresa en el margen de
las entradas del cineclub Grupo 65 y otros cineclubes independientes, a los que asistían
cotidianamente sectores universitarios o integrados a la renovación cultural. Al comen
zar la función de trasnoche, además, se proyectaba una diapositiva con la misma pala
bra en la pantalla, intercalada entre la tanda publicitaria.
196
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
d.
Aspectos de la segunda fase de la campana; ta) Oblea diseñada por Renzi. (b) Nueva
mente, la entrada del cineclub intervenida, (c) y (d) Distintas pintadas callejeras.
157. Recuerda Renzi: “Obleas con letras flamígeras, hechas a d hoc pensando que eso podía
representar bastante el tema y era comunicador aunque nos pareciera grosero estéticamente”
(en Fantoni. 1998: 62).
158. Una fotografía da cuenta de una de estas obleas pegada en la Facultad de Humanidades de
laUniversidad Nacional de Rosario, acompañada por otro cartelito, colocado espontáneamente
por alguien. Este, intentando imitar el mismo tipo de caracteres, dice: “Tucumán se quemó”.
197
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Cuando los otros artistas ya habían retornado de Tucumán, y a pocos días déla
inauguración de la muestra en la CGT de Rosario, se inició la tercera fase de la campaña,
que podía leerse disociada de las anteriores. Consistió en la promoción de la muestra
con un afiche que convocaba a la “Primera Bienal de Arte de Vanguardia”, haciendo
constar la fecha de inauguración (3 de noviembre) y el lugar (CGT de los Argentinos,
Córdoba 2061). Respecto del inesperado título “Primera Bienal de Arte de Vanguardia’
existen diferentes versiones: la más reiterada es presentarlo como parte de la “fachada
legal”, jugando con que las bienales tenían cierto prestigio y ese nombre podía atraer a
público habitual de las muestras de arte de vanguardia, a la prensa, y no llamarla
atención de las autoridades de facto. La otra versión respecto del título señala su carga
irónica: es la puesta en evidencia -sutil, es cierto- del desplazamiento institucional19
159- Se nombraba “bienal”, justamente, a esa obra que fijaba la ruptura con las instituciones
“modernizadoras”, entre ellas las Bienales de Venecia y de Sao Paulo o las tres Bienales America
nas de Arte en Córdoba entre 1962 y 1966.
198
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Con la campaña se monta, entonces, una estrategia que apelaba a una diversidad
de medios y a distintos públicos, para generar una incógnita a partir de una doble
ambigüedad. En primer lugar, en cuanto al “producto” promocionado: ¿se trata de un
viaje turístico, una campaña política, el anuncio del estreno de una nueva película? En
segundo lugar, en relación al tipo de campaña presentada: si por su circulación, los
afiches y las obleas remiten a un género poco definido (político o publicitario), la frase
enlas pintadas alude más claramente a la agitación política. Al mismo tiempo, la campa
ñaen los cineclubes sugiere la publicidad de un film a estrenar. Los volantes repartidos
a la salida de eventos culturales y otros lugares de concentración multiplican los seg
mentos de público a los que se alcanza y los posibles sentidos atribuibles a la frase.
Aun cuando, en el segundo momento de la campaña, se pasa de “Tucumán” a
“Tucumán Arde” en la propaganda, la polisemia o la ambigüedad de sentido se mantie
nen. Aunque en este último caso el verbo podría remitir a una situación latente de
convulsión o conflicto, es importante tener en cuenta que -incluso considerando la
repercusión local del Mayo francés, la visibilidad pública de la crisis tucumana, las lu
chas sindicales locales y las campañas de agitación de la CGT de los Argentinos- el
marco político-social (como elemento importante de anclaje del sentido) en que circula
bael mensaje todavía no era el mismo clima de agitación social y política que se vive un
año después, cuando se desencadenan hechos como el Cordobazo y el Rosariazo.
Así, la campaña logra crear una incógnita en quien recibe el mensaje. Este efecto
sereforzaba en la estructura interna dei último afiche, el de la convocatoria explícita a la
“Primera Bienal de Arte de Vanguardia” a realizarse en la sede de la CGTA de Rosario.
Evidentemente la aparición en la propaganda de la fecha y el lugar era imprescindible
para que el público pudiera concurrir, pero la ausencia del nombre de la muestra
(“Tucumán Arde”) no permitía vincularlo directamente con los demás segmentos de la
campaña. Al mismo tiempo este cartel, a pesar de especificar fecha y lugar de una mues
tra artística, refuerza la confusión respecto al hecho: si por un lado la tipografía de
“Primera bienal de arte de vanguardia” es de avanzada en publicidad y remite a un
evento artístico, el lugar de realización del mismo puede resultar contradictorio o extra
ño: ¿una muestra de arte de vanguardia en la sede de la central obrera?
199
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Las muestras
200
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de la CGT160 implicó aprovechar todos sus espacios y posibilidades para integrar e in
cluso interferir creativamente en la rutina del sindicato.161 Así. podrían pensarse las
muestras de “Tucumán Arde”, más que como una exposición tradicional de arte en un
sindicato, como la puesta en juego de un modo en que el arte se instala en/se apropia
de/se confunde con un espacio público, alternativo a los circuitos artísticos.
Es pertinente, en ese sentido, pensar las muestras de “Tucumán Arde” como
ambientaciones, y entender algunos de sus procedim ientos de m ontaje en ese
sentido.162 Ello mismo se propone en algunos documentos de la obra, en los que se habla,
por ejemplo, de la creación de “un marco de referencia ambiental”.163 El público deja de
estarfrente a la ob ra para situarse en la obra, p en etrán dola, m oviéndose dentro d e ella.
Esta se compone por materiales de diverso orden (visuales, táctiles, auditivos), lo que
redunda en una ampliación de la percepción. No se trata de una nueva técnica de exposi
ciónen el sentido tradicional, sino de una configuración distinta del entorno circundante.
Los recursos empleados para exponer los resultados de la investigación y el mate
rial hasta allí compilado y utilizado, son variados. Alguien recuerda que la puerta de
entrada al edificio estaba bloqueada por bolsas que derramaban azúcar. 16‘* El piso del
pasillo se tapiza por carteles con los nombres de los dueños de Tucumán, indicando
cuáles son sus ingenios y otras propiedades, y sus vinculaciones con el poder político.
El público se ve obligado a decidir entre pisar esos nombres o evitar cometer la agresión
bordeando los carteles.
160. Varios realizadores entrevistados hacen referencias directas o indirectas a esta cuestión.
Rubén Naranjo, por ejemplo, recuerda que al ingresar a la muestra, “la gente se metía en el
mundo de la pobreza”. “Porque ‘Tucumán Arde’ fue una toma total del edificio, con una cantidad
de acciones que se preparaban para esa toma”, sostiene Margarita Paksa. “El concepto era el de
unaocupación para evitar que se diera el espacio determinado de la muestra. Todo el edificio era
Tucumán Arde’; estaba tomado por la muestra, las escaleras, las paredes”, afirma Beatriz Balvé.
161. El testimonio de Héctor Quagliaro, secretario general de la CGT rosarina, da cuenta de esta
irrupción: durante las dos semanas en las que se prolongó la muestra en Rosario, los asuntos
regulares de la central obrera se atendieron en un rincón de la cocina.
162. Respecto de la definición de esta modalidad artística, sostiene Marchán Fiz (1986; 173): “El
término ambiente [...] implica un espacio que envuelve al hombre y a través del cual éste puede
trasladarse y desenvolverse. Tal vez la nota fundamental es la extensión y expansión transitable
de la obra en el espacio real. No se trata de una reproducción, sino de la instauración de una
situación espacial... [El espectador] se verá envuelto en un movimiento de participación e impul
sado a un comportamiento exploratorio respecto al espacio que le rodea y a los objetos que se
sitúan en él”.
163. Documento de la Secretaría de Prensa, CGT de Rosario.
164. Entrevista a Quagliaro.
201
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
Los nombres de los dueños de los ingenios en el piso obligaban a los asistentes a
pisarlos o bordearlos dificultosamente (Archivo Graciela Carnevale).
165. Esa vasta información se completaba con una obra que al parecer se perdió y que el mismo
Ferrari relata así: “extraje una sucesión de frases agresivas de los discursos oficiales sobre la gente
de Tucumán y las puse una a continuación de otra, dejando un pequeño espacio, de modo que
lo que se leía era como una catarata de agresiones” (en “Nosotros no sabíamos”, Causas y azares,
N° 2, Buenos Aires, otoño de 1995, p. 121). Esta obra retomaba el procedimiento de montaje a
partir del que había construido la obra teatral Palabras ajenas, publicada por Falbo en 1967: a
partir de fragmentar el discurso de los oponentes y de rearmarlo como un collage a varias voces,
aparece un sentido que se mantenía oculto en la información de los medios.
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Una de las fotos tomadas por los artistas que exhibe la situación de miseria
de la población tucumana. Su ampliación fue expuesta durante las muestras
(Archivo Graciela Carnevale).
Más adelante, en el hall central del edificio, cruzado de lado a lado por franjas de
tela con slogans pintados a mano, se exponen grandes ampliaciones fotográficas con
imágenes de pobladores tucumanos (tomadas por los artistas en el segundo viaje). Se
veían rostros de niños masticando un trozo de caña, mujeres trabajando en la cosecha
con su crío a cuestas, ancianos cargando enormes fardos, hombres, mujeres y niños en
las entradas de sus miserables viviendas, escolares desarrapados. También, imágenes
demovilizaciones de la FOTIA, protestas y ollas populares, y de enfrentamientos con las
fuerzas de la represión.
203
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Acompañan estas imágenes caitas escritas con dificultad, en las que, p or ejemplo,
las madres explican a la maestra que no podían mandar a sus chicos a la escuela porque
no tenían zapatos que ponerse. Enormes carteles hechos a mano (en general con la
estética descuidada de los carteles políticos) en los que se consignan datos, porcentajes,
estadísticas acerca de los niveles de desempleo, desnutrición, analfabetismo, mortali
dad infantil, etc. Estos índices fueron aportados por el equipo de sociólogos, así como
un organigrama explicando la concentración de riqueza y las relaciones de poder en la
provincia. Los sociólogos también prepararon un extenso informe titulado “Tucumán
Arde... ¿por qué?”ll,<>que da cuenta de los resultados de una investigación realizada en la
provincia, del que se repartían copias mimeografiadas a los visitantes a la muestra.
166. Este informe fue preparado especialmente para la obra por un equipo del CICSO integrado
por M. Murmis, S. Sigal y C. Waisman.
204
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
Cajas con alimentos recolectados entre los asistentes a la muestra para enviar a
Tucumán (Archivo Graciela Carnevale).
205
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
167. Este dato aparece en varias entrevistas. Otra versión es que “en la cafetería, se dispondrá a
la vez de ‘azúcar de Tucumán’ y de otro azúcar anónimo”, como modo de forzar a los asistentes
en una nueva elección (artículo ya citado en Robho N° 5-6, trascripto más adelante)
168. Jacoby, incluso, aparece entrevistando al público en las fotografías del día de la inauguración. Se lo
ve acompañado por otro colaborador porteño de la obra, que tampoco la firma, el arquitecto Tomás Bar.
206
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
“Hemos caminado mucho por el país, por nuestra tierra. Hemos estado en las ollas
populares. Hemos visto el grado de humillación y vejación que significan. Nuestra pala
bra no podía transmitir todos esos dramas: no sólo la falta de pan, sino la explicación de
por qué falta el pan; no sólo el cierre de los ingenios, sino la explicación de por qué
169. Otros rosarinos asistieron el día de la inauguración en Buenos Aires, pero -según recuerdan-
se sentían ajenos a la muestra.
170. Esas diferencias aparecen en los testimonios recientes de los protagonistas. León Ferrari, por
ejemplo, recuerda que en la muestra de Buenos Aires se puso mayor énfasis en la exposición de
larepresión policial contra el pueblo tucumano. Por su parte, la mayoría de los rosarinos coinci
den en señalar que la muestra de Buenos Aires les pareció más abiertamente política (Graciela
Carnevale la califica de “partidista” o “peronista”), sin llegar a precisar en qué elementos concre
tos radicaba ese carácter. Naranjo dice: “fue distinto en Buenos Aires; allá hubo más espectáculo”
(La Maga, 24 de febrero de 1993).
171. El conflicto petrolero que tuvo epicentro en la zona de Ensenada-La Plata entre octubre y
noviembre de 1968, fue por su alcance y dimensión uno de los más significativos del año y en el
que la CGTA puso esfuerzos y expectativas, dedicándole un considerable espacio en las páginas
del semanario CGT.
207
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
cierran los ingenios. Gracias a estos artistas es posible que más trabajadores en todo el
país conozcan lo que pasa en la Argentina. [...). Ellos [los gobernantes] tienen los tanques,
Vas ametraWadotas, tienen Vos percas. Nosotros tenem os hoy este pedacvto de lienzo y
O ü ÍUOÚCB y nos b m IU 05M CSÍS5 imágenes para que tengan miedo, porque
saben que no podrán nada contra el despertar de las conciencias, que nosotros convoca
mos para liberarnos ”.172
“En la CGT, ese día de calor, que es el de hoy, muchas cosas se estaban desmoronando, yal
mismo tiempo aparecía el germen de otras nuevas, la brillante uña en el índice del muerto,
VapVantiXa et\ eVVadnVVo. La muestra de Tucumán fue Vevantada eVmartes, por presión poVicial.
Los llamó un comisario a Calipo y Ranelli, los amenazó con cerrar la gráfica. Hablaron con
nosotros, se buscaron formas intermedias de negociación. Pero no hubo tal negociación. El
martes a mediodía levantaron las fotos”.173
lista es quizá la única foto que registra parcialmente lo que fue el montaje
de Tucumán Arde" en la CGT-A de Buenos Aires.
208
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
174. Justamente Oscar Masotta decía en Happenings (1967: 68-69) que la ambientación y la
discontinuidad eran las dos características sobresalientes de la estética contemporánea.
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175. Es clarificador el recuerdo de Juan Pablo Renzi sobre las intenciones de la obra: “Penetraren
los medios de comunicación para meter la información sobre la tragedia tucumana. Ese era en
última instancia el objetivo y además, hacer una obra que no fuera una exposición tradicional,
pero que tuviera también la forma exposición. Que fuera una obra que su construcción, su
armado, durara a través del tiempo y no fuera puntual, en un solo lugar, en un solo espacio, en un
solo momento. Y que tuviera distintos mensajes, como desconectados, pero que luego, en el
momento final, que era el de la exposición, cobraran totalmente sentido” (en Fantoni, 1998; 61-62).
176. La galería Lirolay y el Instituto Di Tella fueron espacios donde se produjeron muchas
ambientaciones a lo largo de la década.
210
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
antes que en el objeto. Aunque no se trata de una obra antiobjetual en el sentido estricto
del arte conceptual más purista, lingüístico o tautológico, que rechaza cualquier vincula
ción referencial al mundo exterior; sí es evidente el desplazamiento del énfasis en el
objeto tradicional a favor de la idea, la composición y el proyecto.177 Tampoco es del
todo cierto que en ella predominen los medios fríos y se ponga “el énfasis en la parte
mental de las mismas, relegando en importancia su realización material, sensible”
(Combalía, 1975: 15). En las muestras de “Tucumán Arde”, como vimos, se apeló a afec
tar todos los sentidos de los asistentes. Respecto de la extensión de lo artístico a mate
riales y disciplinas no artísticos propia del arte conceptual, sobreviven dos factores esen
cialmente artísticos: la comunicación de la obra (a través de canales) y el contexto artís
tico en que está inscripta. Si “Tucumán Arde” cubre el primer requisito, no lo hace en el
caso del segundo: fue realizada (y mostrada) en un contexto extraartístico.
Lo que sí es claro es que la obra se emparenta con otras vertientes del conceptual
como la empírico-medial y especialmente con el conceptualismo ideológico.178 Acerca de las
condiciones de emergencia de esta última tendencia, Marchán Fiz evalúa que el impacto de
las tensiones provocadas por las contradicciones sociales incide en la aparición de un
tipo diferente de arte conceptual vinculado a preocupaciones políticas radicalizadas.179
“Tucumán Arde” ha sido definido por Beatriz Sarlo como un "happening concep-
tual-político” (1998: 239). Extiende esta caracterización a otras experiencias de la época:
“La acción política proporcionaba así su modelo a la acción cultural, pero este modelo
se implantaba sobre las huellas de una estética: la del happening" (Sarlo, 1998: 252). La
puesta en juego de diversos medios y aspectos informacionales y la dimensión procesual
sinduda emparentan la obra con ese género experimental. Está muy lejos, sin embargo,
del rasgo de improvisación, contingencia y azar que caracteriza los planteos de gran
parte de los happenistas.180 Al revés, “Tucumán Arde” posee un diseño preconcebido y
177. Andrea Giunta apunta en un sentido similar cuando escribe: “En varios aspectos (la explora
ciónde la interacción de los lenguajes, la centralidad que tiene la actividad requerida al espectador,
el carácter inacabado, abierto, y el valor dado al proceso comunicativo, la importancia de la docu
mentación, la disolución de la idea de autor, el cuestionamiento del sistema artístico y de las institu
ciones que lo legitiman) “Tucumán Arde” se emparenta con el repertorio del arte conceptual. Pero
no en su forma tautológica y autorreferencial en la que, en definitiva, se reconfirma el paradigma
modernista” (Catálogo de la I Bienal de Artes Visuales del Mercosur, Porto Alegre, 1997, p. 521).
178. Marchán Fiz (1987) menciona dentro de esta tendencia, además de “Tucumán Arde”, al
Grupo de los Trece, y sus muestras en los primeros ‘70 en el CAyC y otros ámbitos.
179. Al respecto, dice Marchán Fiz: “En países de una conflictualidad social acentuada y con
sistemas represivos ‘en la calle’, la implicación escoge el camino que, en arte, es el más efectivo
'dentro de las circunstancias’: el simple nombramiento de los hechos” (1988: 36). En este caso, la
práctica autorreflexiva no se satisface en la tautología, sino que se ocupa de las propias condicio
nes productivas específicas, de sus consecuencias en el proceso de apropiación y configuración
transformadora activa del mundo desde el terreno específico de su actividad (1987: 269).
180. Por ejemplo, los planteos de Lebel, que había pasado por Buenos Aires en 1966. Véase
lebel, 1967.
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P a r t e II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
181. La propone Jorge Glusberg en dos artículos publicados entre fines de 1968 y comienzos de
1969- Se trata del largo artículo publicado en la revista ARTiempo N° 4 (Buenos Aires, enero-
febrero de 1969), titulado “17 artistas detrás de la dialéctica de lo simple. Tucumán: planta piloto
para un nuevo concepto” en el que retoma algunas ideas que había formulado en “Comunicación
a nivel social”, Análisis N° 399, 6 de noviembre de 1968 (firmado con las iniciales J.B.G.).
182. Está incluido en la muestra “Arte de acción 1960-1990” (en el Museo de Arte Moderno, 1999), en
un recorrido que de nuevo arranca en Arte Destructivo (1961) para llegar a propuestas actuales que
siguen esa línea conceptual.
183. Elena Oliveras, texto del catálogo de la muestra “Noventa-sesenta-noventa”, en Fundación
Banco Patricios,1994.
184. Fernando López Anaya, “La mirada crítica”, La Nación, 29-11-1998, Sec. 6 , p. 7. En su
Historia del arte argentino (1997), se refiere a “Tucumán Arde” como a un “operativo” encua
drado dentro del “arte político”.
212
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
de aquella tendencia, al mismo tiempo que es uno de los “ideólogos” de la obra de 1968,
en tanto la misma se estructura en torno a la intervención sobre los medios masivos y
apuesta a materializarse en ellos, a interpelar un público masivo y anónimo, a poner en
evidencia los mecanismos de producción y circulación de la información.
Es cierto también que este interés no era exclusivo de este grupo, sino que se había
extendido a muchos otros artistas de vanguardia desde mediados de la década y era parte
de sus discusiones teó ricas.18’ Lecturas acerca de las teorías inform acionales y
comunicacionales (en especial McLuhan y Barthes) que circulaban en esos años en el
campo cultural argentino, repercutían en la vanguardia plástica, en cuanto a los soportes,
los circuitos, las tecnologías y la iconografía a los que recurrían.186
En Rosario se trataba de un proceso incipiente, pero varios testimonios coinciden en
señalar que la preocupación por trabajar sobre los medios masivos se había instalado tanto
enel debate teórico187 como en la producción de obras.188 Incluso Aldo Bortolotti establece
una relación directa entre incipientes planteos informacionales y “Tucumán Arde”.189
Si bien, como venimos diciendo, el “arte de los medios” es una referencia evidente
en todo el diseño de “Tucumán Arde”, es particularmente en la primera etapa, la de la
búsqueda de la información en Tucumán, en la que encontramos similitudes con una
obra clave de aquella tendencia, conocida como el anti-h ap p en in g .190
185. Véase el libro compilado por Oscar Masotta, Happenings (1967), que según él mismo sostiene
enel prólogo debería “llevar el título menos general de Happening s y medios de información de
masas. Otro intento de articulación de estas teorías con las prácticas artísticas experimentales se
halla en la ponencia de Nicolás Rosa presentada en el I Encuentro (reproducida en pp. 170-174).
186. Pensamos, en especial, en algunos happenings y ambientaciones de Marta Minujin (por
ejemplo, “Simultaneidad en simultaneidad”), o en obras de David Lamelas (que expuso “Situa
ción de tiempo”, catorce televisores que emitían una luz pulsátil y un sonido vago en las Expe
riencias Visuales 1967 en el Di Telia). León Ferrari, como ya vimos, trabajaba desde Palabras
ajenas sobre informaciones extraídas de los medios.
187. Nos referimos a lecturas a las que muchos de los artistas entrevistados remiten: McLuhan.
Eco, Barthes. Y sobre todo a la labor formadora y difusora de Oscar Masotta, quien además de
incidir fuertemente en integrantes del núcleo porteño, viajó en esos años a Rosario a dictar
varias conferencias.
188. Nos referimos aquí, por ejemplo, a ciertas obras de Greiner, Favario, Bortolotti, Gatti y Carnevale,
realizadas a principios de 1968. En “El arte por el aire” (Mar del Plata, verano de 1968) Carnevale
presentó “Esto es lo que ocurre en el mundo en el tiempo que transcurre la exposición según tres
periódicos argentinos”, una acumulación creciente de periódicos sobre una tarima. Allí mismo Favario
mostró “Paquete de diarios y su desarrollo planimétrico sobre piso y pared”. Respecto de Greiner,
ver su obra en el Ciclo de Arte Experimental.
189. Sostiene en la entrevista: “Nosotros estábamos arrancando, estábamos un poco buscando
una apertura en un arte informacional. Hubo propuestas, habíamos presentado propuestas a una
muestra que iba a hacer Romero Brest sobre estéticas conceptuales. ‘Tucumán Arde' fue una
aceleración que le dio un tinte político a planteos de trabajo que teníamos hechos”. Véase tam
bién la entrevista con Rubén Naranjo.
190. Ampliamos esta comparación en Longoni y Mestman, “Masotta, Jacoby, Verón. Un arte de
los medios de comunicación...”, 1995. Véase también el artículo de María José Herrera, “La
213
P a r t e II. E l í t i n e r a r i o d e l '6 8
experimentación con los medios masivos de comunicación en el arte argentino de la década del
‘60: el ‘Happening para un jabalí difunto’”, 1995.
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
“...al revés, mi posición consiste en afirmar que en el interior mismo del happening existía
algo que dejaba entrever ya la posibilidad de su propia negación, y que por lo mismo la
vanguardia se constituye hoy sobre un nuevo tipo, un nuevo género de obras [...] Este
nuevo género de actividad artística, que ha surgido en Buenos Aires en el año 1966 tiene
ya un nombre: Arte de los medios de comunicación de masas’” (Masotta, 1967: 244).
Esta negación del happen in g en pos del nuevo género, le permitía replantear la
relación del arte de vanguardia con la política. Es decir, cuando en diciembre de 1966 el
epistemólogo Gregorio Klimovsky -e n la línea de las críticas de la izquierda hacia el Di
Tella que ya revisamos- cuestionaba a los intelectuales dedicados a los happen ings y les
aconsejaba invertir su imaginación en la atenuación de los problemas del hambre, Oscar
Masotta (1967: 159-161) contestaba que la alternativa “o bien happen ings o bien política
de izquierda” era falsa, e insistía en que se trataba de dos términos, el happening, en
tanto género artístico, y la preocupación por el hambre, que no pertenecían al mismo
nivel de hechos. Casi dos años después, en los días de “Tucumán Arde”, Masotta revisa
ba su idea del “arte de los medios” y explicitaba la potencialidad de confluencia entre
este nuevo género artístico de vanguardia y la política revolucionaria:
“Brevemente: que las obras de comunicación masivas son susceptibles -y esto a raíz de su
propio concepto y de su propia estructura- de recibir contenidos políticos, quiero decir, de
izquierda, realmente convulsivos, capaces realmente de fundir la ‘praxis revolucionaria’ con
la ‘praxis estética’. Las obras así producidas serán las primeras que realmente no podrán ser
conservadas en los museos y que sólo la memoria y la conciencia deberán retener: pero un
tipo muy específico de memoria y de conciencia. No serán los objetos de los archivos de la
burguesía sino temas de la conciencia post-revolucionaria”.191
Finalmente, ¿fue “Tucumán Arde” la obra de los medios que realiza ese programa
masottiano? ¿O hay que encuadrarla dentro del conceptualismo ideológico? ¿Se trató de
un “happening político-conceptual”? ¿De una obra de acción? ¿Las muestras fueron
ambientaciones? Cualquiera de estas clasificaciones tiene algo de cierto. Pero lo que
define la obra, en nuestra lectura, es el modo en que recupera elementos de estas ten
dencias experimentales para postular una realización (a veces limitada o fallida) de los
principios de la “nueva estética” inscripta en el proceso revolucionario.192
Si las acciones previas que conforman el itinerario del ‘68 ya habían delineado
algunos de los rasgos de esta “nueva estética” (la salida de las instituciones artísticas, la
191. Advertencia de septiembre de 1968 al libro Conciencia y Estructura, Buenos Aires, Corregi
dor, 1990: 14-15.
192. En tanto, como dice Beatriz Sarlo, “las prácticas estéticas del cine o de la plástica (se refiere
respectivamente a La hora de los hornos y a “Tucumán Arde”) debían anunciar aquello que la
revolución realizaría concretamente: la unificación de las esferas que la modernidad había separa
do” (1998: 254).
215
P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l ' 6 8
193- Repartida en la muestra de Rosario y redactada por María Teresa Gramuglio y Nicolás Rosa,
esta declaración fue el texto de presentación pública de la obra en Rosario, a diferencia de los
demás documentos que fueron de circulación interna o restringida. Puede consultarse completo
más adelante.
216
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
“¿Para qué pintar una anciana en el cañaveral, encorvada, con una pavita,
si podíamos fotografiarla?
Y además tiene que ,existir esa mujer para que la fotografía pueda estar.
Tiene que existir el viaje, y el boleto era la prueba de que habíamos ido.
Que no era ni una actriz, ni una reconstrucción, ni una actuación.
No era ficción, era verdad” (Noemí Escandell).
Más allá de los vínculos que podemos establecer entre “Tucumán Arde” y los desa
rrollos experimentales previos, en esta obra se plantea una zona de tensiones nuevas
entre las búsquedas formales y las adecuaciones que exige la inserción en una sede
sindical y la convocatoria a un público no especializado, popular.
A esta cuestión había aludido Ferrari en su ponencia del I Encuentro, en la que
señala que el problema del lenguaje ocupa un lugar destacado cuando la vanguardia
cambia de medio y de público, abandona el lenguaje de élite del arte experimental
desconocido por las mayorías, y pasa a buscar un nuevo lenguaje capaz de transmitir
217
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
“significados” a ese nuevo público. El texto de Nicolás Rosa también había dejado plantea
do el conflicto entre comunicabilidad y experimentación.194
En el montaje de las muestras se percibe el predominio de la dimensión infor
mativa por sobre la búsqueda estética. En este sentido, algunos participantes de
“Tucumán Arde”19’ recuerdan las muestras en términos que dan cuenta de su decep
ción frente al em pobrecim iento del lenguaje artístico,196 al que perciben instalado
en códigos previsibles.
La dominancia del registro documental en las muestras, en la búsqueda de un
lenguaje “transparente”, se asocia a la relación con la CGTA. Efectivamente, la lectu
ra que los dirigentes sindicales hacen de la obra (“gracias a estos artistas es posible
que más trabajadores en todo el país conozcan lo que pasa en la Argentina”, decía
Ongaro en el discurso inaugural ya trascripto) refuerza esa dimensión informativa
de denuncia, pero es importante insistir en que no se trata de una imposición de la
central obrera, sino que para estos artistas lograr la comunicabilidad de la obra es
un objetivo principal.197
El abandono de ambigüedades sintácticas en pos de potenciar la eficacia comunica
tiva mediante connotaciones más concretas e inteligibles se traduce en la opción por un
registro documental, fuertemente referencial, y la utilización de un lenguaje visual vincula
do a códigos masivos y convencionales. Se apela así al registro periodístico, el cartel
194. Una manifestación de esa tensión puede rastrearse en una lectura detenida de las diferentes
versiones del documento que desembocó en la ya citada declaración de la muestra de Rosario. Hay
dos gacetillas previas a esa redacción definitiva cuyas variaciones pueden sugerir el curso de las
discusiones en tiempos de la elaboración de la obra. Si la primera versión dice, en un pasaje, que
“los artistas de vanguardia responden a este ‘Operativo Silencio’ con la realización de la Primera
Bienal de Arte de Vanguardia ‘Tucumán Arde’”, la segunda versión dice que “el Grupo de Plásticos
Argentinos de Vanguardia responde a este ‘operativo silencio’ con un ‘OPERATIVO DENUNCIA’
denominado ‘TUCUMANARDE". La noción de “Operativo Denuncia” se mantiene en otro docu
mento, el “Informe: viaje de los artistas a Tucumán”. Evidentemente, la definición pública de
“Tucumán Arde” (¿una bienal de arte de vanguardia?, ¿un operativo de denuncia?) estaba en proce
so de precisarse. Ambas nociones podrían asociarse respectivamente con las dimensiones artística
e informativa de la obra. La versión definitiva opta simplemente por decir que “los artistas de
vanguardia responden a este ‘operativo silencio’ con la realización de la obra ‘Tucumán Arde’”. Tal
vez justamente en la búsqueda de un equilibrio entre las dos dimensiones, por considerarse el
término “Operativo Denuncia” demasiado restringido a lo político-informativo y el nombre “Bienal
de arte de vanguardia” demasiado restringido a lo artístico.
195. Véase entrevistas a Suárez, Paksa y Jacoby.
196. Al referirse a lo que se vio de “Tucumán Arde”, los términos que aparecen en boca de
algunos artistas en las entrevistas son: “pobre”, “feo”, “triste”, “sin vuelo”.
197. Una tensión similar es la que Anna Boschetti (1990) detecta en la obra de Sartre. Señala su
decisión de priorizar el polo “comunicativo” sobre el “experimental" en su escritura teatral: “Sartre
ya no considera la posibilidad de optar por una dirección experimental, como la que se perfila en
Artaud [...sino que] busca exclusivamente la eficacia, sin retroceder frente a los procedimientos más
previsibles, frente a los procedimientos típicos del teatro ligero, predilecto del público burgués”.
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198. “Todo el material mostrado [...] no tiene nada que ver con la forma de los informativos, que
son limpios y transparentes, despojados, la palabrita justa. ‘Tucumán Arde’ no era eso: había un
exceso de información, no nos guardamos nada, todo estaba sobre las paredes. Entonces la gente
miraba y se quedaba conmovida, no se olvidaba de lo que veía” (entrevista con Rubén Naranjo).
199- Véase Margarita Ledo, 1998: 65 y ss. No se trata en este tipo de fotografía de “pruebas” en
términos científicos, como señala Carlón siguiendo a Schaeffer; aunque, por otra parte, está “lega
lizada” socialmente (Carlón, 1993: 46).
200, En el sentido que analiza Barthes en un artículo de 1961 (incluido en Lo obvio y lo obtuso,
1988; 26) para ciertas fotografías de prensa.
201. En la Argentina, el grupo Cine Liberación explica: “En los países no liberados, saturados de
una falsa información o directamente carentes de ella, asume carácter prioritario la elaboración de
un cine (o de cualquier otra henamienta de comunicación: literaria, plástica, musical, etc.) que
tienda a suplir, en la relativa medida de sus posibilidades, ese vacío de información que es
peculiar a las situaciones neocoloniales. [En este sentido,] ¿qué es un cine de imágenes documen
tales, de hechos-testimonios, o de abordamiento directo de la realidad sino un cine de dato y
deprueba irrefutable?". (Solanas y Getino, 1973: 161-162. El artículo es de 1971. El subrayado es
nuestro). Podría asociarse esta cuestión también, en el caso del cine, a los filmes franceses de
mayo del ‘68, centrados en el trabajo (contra)informativo, como los ciné-tracts de Chris Marker y
Jean-Luc Godard. Andreas Huyssen menciona a su vez la proclama de Kursbuch del ‘68 a favor
de un documentalismo de dossiers políticos, entrevistas y reportajes (1995/96: 23).
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Contra el mito
202. Por ejemplo, los materiales preparados por León Ferrari, que rescata de la prensa periódica
y reúne toda la información ya circulante sobre Tucumán, construyendo un nuevo sentido. (
203- Las citas corresponden a la ya citada declaración “Tucumán Arde”. La incorporación de
“especialistas” en las etapas de la obra en las que se recoge información otorgaría un mayor grado
de “objetividad” y “veracidad” a la actividad de los artistas.
204. Afirmar esto restaría importancia a su propia elaboración y generaría una sensación de
omniconsciencia en la realización de la obra.
205. Del documento “Tucumán Arde”.
206. Sobre la lectura “desmitificante” del mitólogo, véase Barthes, 1991: 221.
220
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él mira
confiado
el futuro
TUCUMAN SETRANSFORMA
En el mismo aviso, un texto en letra más chica en el cuarto inferior, al tiempo que
explícita las ideas de “prosperidad y desarrollo”, de “cultura y progreso”, da cuenta de
una situación de “grandes dificultades” en la provincia, y de esta manera reconoce -aun
con eufemismos- la crisis. Podría pensarse que con esto se socava el mito que se acaba
bade elaborar. Pero, ¿qué importa? Del mito se espera un efecto inmediato: “Poco impor
ta si el mito es después desmontado; se presume que su acción es más fuerte que las
explicaciones racionales que pueden desmentirlo poco más tarde. Esto quiere decir que
lalectura del mito se agota de un solo golpe”. Parafraseando a Barthes (1991: 224), pero
con nuestro ejemplo: echo al pasar un vistazo al afiche; recojo un solo sentido pero leo
allí una significación verdadera, recibo la presencia de la modernización, el progreso y
el desarrollo a través de la acción gubernamental en la transformación de Tucumán. Eso
es todo y es suficiente. Una lectura más minuciosa de ningún modo aumentará ni el
poder ni el fracaso: el mito es a la vez imperfectible e indiscutible.
Si la naturalización, en tanto función esencial del mito, lleva a su consumo inocen
te, para el mitólogo (los realizadores de la obra) la propaganda oficial se recibe como
“una impostura”, una tergiversación de los objetivos del “Operativo Tucumán”, un ocul-
tamiento de la realidad de la provincia. Y podemos pensar que es a partir de este tipo de
lectura que consideran que la propaganda sobre el “presunto programa de recuperación
de la economía provincial que incluía la creación de industrias paralelas y diversificadas
221
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
como medio para aliviar la desocupación y sus graves consecuencias” [...] oculta que
“hoy, a dos años de la puesta en marcha del Operativo, la realidad es la siguiente: a) el
cierre de los ingenios pretende concentrar en un monopolio todo el proceso de indus
trialización y comercialización del azúcar [...]; b) las nuevas industrias creadas [...] ocu
pan aproximadamente a 1000 obreros sobre un total de 70.000 desocupados”.207
Si “el mito priva totalmente de historia al objeto del que habla” (Barthes, 1991:
246), si la ideología burguesa rehúsa la explicación de los hechos, el informe preparado
por los sociólogos analizará la historia de la industria del azúcar en Tucumán y explicará
la crisis presente. “Hay grandes dificultades”, afirma el afiche oficial y así verifica el
hecho pero no lo explica; “se trata de una región donde la riqueza no es utilizada pro
ductivamente debido a la forma de la explotación; es la forma capitalista oligárquica de
producción del azúcar sin control por parte del poder público la que permitió que los
capitalistas tucumanos, orientados por la obtención de la mayor ganancia y la satisfac
ción del consumo suntuario, canalizaran la riqueza fuera de Tucumán”, sostiene el infor
me respecto de las causas de dichas dificultades.
Frente a la presentación oficial de la situación como caso insólito -a través de la
figura del “exotismo” (Barthes, 1991: 249)- que relega a ese otro (los marginados por la
crisis) a los “confines de la humanidad” (la provincia norteña) para que ya no atente
contra la propia seguridad, el mismo informe explícita que “la situación tucumana no es
un desgraciado caso excepcional sino la reproducción de la política económica general
llevada al límite”. También los carteles colgados en la muestra advierten de la amenaza
que se cierne sobre todos: “no a la tucumanización del país”.
Si el mito esencializa, naturaliza la situación, los informes historizan la crisis, los
afectados la denuncian a través de las grabaciones o filmaciones, y los dirigentes socia
les de la provincia, los de la CGTA y los propios artistas, dan testimonio de lo que han
verificado cuando dialogan con el público en las muestras. “Ni el problema del azúcares
el resultado natural de una serie acumulada de ‘errores’ de diferente origen, ni la ‘solu
ción’ actual es la actitud firme y decidida de resolver el problema tucumano y empezar
de nuevo que pretende”,208 desmitifican.
En última instancia se trata de una lucha por definir el sentido de la crisis tucumana, i
“Grandes dificultades” (casi naturales) para la campaña oficial, “explotación social” para
los realizadores de la obra.
Las muestras, entonces, se plantean como la contracara de la propaganda oficial, el
contradiscurso que evidencia la “otra” Tucumán. Si esa propaganda recurre al asentado 1
slogan “Tucumán, Jardín de la República”, al ingresar al edificio de la CGT de Rosario
puede verse un cartel cruzando el pasillo que nos invita: “Visite Tucumán, Jardín de la
Miseria”. Esto es, “Tucumán Arde”.
222
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
\r
Para evaluar la recepción inmediata de “Tucumán Arde”, hay que discriminar entre
dos públicos que no se superponen necesariamente: el público masivo y anónimo al
que se dirigía la estrategia comunicacional, y el público que asistió a las muestras en
Rosario y Buenos Aires.
Respecto del segundo segmento, los entrevistados consideran que, en las dos sema
nas que duró la muestra en Rosario, la afluencia de público alcanzada y su diversidad
fueron sorprendentes. Este público responde en parte a la expectativa creada a través de la
campaña y de la aparición en los medios, pero se mezcla con los sectores convocados por
lacentral obrera (a través de circulares internas a los gremios), y con los asistentes habi
tuales a las muestras experimentales. Se compone entonces un interlocutor distinto a aquel
núcleo selecto que venía siguiendo a la vanguardia plástica, que excede largamente los
alcances previsibles de la convocatoria a una exposición de arte.
Así, el día de la inauguración en Rosario confluyeron en el local de la CGT sindi
calistas y dirigentes obreros, estudiantes, militantes políticos, seguidores del arte expe
rimental, críticos de arte, y seguramente también un buen número de curiosos atraídos
por la campaña callejera. Una mezcla muy poco habitual, que sumó más de mil perso
nas, cifra significativa si se piensa que la muestra transcurrió en plena dictadura de
Onganía, y cuando el período que Beba y Beatriz Balvé (1989) denominan de “lucha de
calles” todavía no se había instalado en el paisaje político.
223
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Ahora bien, es un aspecto dificultoso del balance de la obra medir con precisión
hasta qué punto se logró alcanzar una repercusión masiva a través de las intervenciones
en los medios y de la campaña callejera.
Algunos testimonios rescatan los logros de la estrategia “sobreinformacional” en la
intervención en los medios masivos, pero en general se reconoce su alcance parcial. Esta
noción era congruente con el imaginario de los artistas en relación a la presencia en la
agenda pública que requería la “verdad” de la crisis tucumana. Una comparación estable
cida por Mimí Escandell puede resultar ilustrativa de la dimensión que alcanzaría esta
estrategia: “El hecho ‘sobreinformacional’ no se logró en ese momento. De acuerdo a la
expectativa nuestra, un hecho sobreinformacional, ¿quién lo logra ese año? A mi juicio, lo
logra Christian Barnard con su primer trasplante de corazón”.
Escandell hace alusión a un episodio ocurrido unos meses antes. En febrero de 1968
había visitado el país el Dr. Christian Barnard, el médico sudafricano que había realizado
con éxito los primeros trasplantes de corazón. La repercusión de su visita fue enorme. No
sólo desarrolló actividades de divulgación y conferencias entre colegas. Visitó al presiden
te Onganía, al intendente de la ciudad, al cardenal. Y ocupó la primera plana de los
diarios, que informaron que “estuvo rodeado en todo momento por gente que pugnaba
por acercársele para darle la mano, pedirle autógrafos y manifestarle su simpatía, aclaman
do en repetidas oportunidades su nombre y aplaudiéndolo”.209
La temática persistió en los medios ya que pocos meses después médicos argenti
nos realizan el primer trasplante de corazón en el país.
Es cierto que “Tucumán Arde” (en sus diversas instancias) apareció registrada en
diarios, revistas de interés general y publicaciones políticas tucumanos, rosarinos y por
teños y en algunas publicaciones extranjeras,210 especialmente después de su finalización.
Sin embargo, si comparamos la repercusión pública de la obra con la resonancia de las
noticias sobre los trasplantes de corazón, es evidente que el alcance mediático de
“Tucumán Arde” fue limitado.
En este sentido es pertinente retomar la advertencia que dos años antes había hecho
Elíseo Verón al referirse al “antihappening' de Jacoby, Escari y Costa: una vez que la informa
ción es tomada por los medios, los datos proporcionados “se introdujeron en un circuito
donde los factores determinantes de los resultados no estaban ya del mismo modo bajo el
224
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
control de los autores”; esto es, las reglas de funcionamiento de los medios de comunicación
demasas estaban fuera de su alcance y por ende “los autores no podían anticipar las trans
formaciones que se producirían en el material entregado a los medios, (ni) qué medios
publicarían la noticia y cuáles no, ni la reacción de los consumidores”.211
Los realizadores eran conscientes de las limitaciones y los riesgos de este tipo
de trabajo con los medios masivos. Jacoby (1967: 128-129) había dado cuenta de su
complejidad: “Sabemos bien que los medios de comunicación de masas son fundamentales
enel control de una sociedad y que por lo tanto son instrumentados -n o menos que la
escritura, en otro tiem po- por los grupos que hoy detentan el poder. ‘Su manejo encie
rra, pues, muchos peligros para el artista y para la correcta comprensión de su actividad
por parte del público. Incluso diría que son sistemas lo bastante complejos como para
que resulte difícil escapar de sus propias trampas ideológicas, en el momento mismo en
que se cree estar denunciándolas’” (Verón).
El artista proponía entonces “estar ligados a grupos sociales con suficiente poder
como para que sus mensajes culturales sean escuchados” (Jacoby, 1967: 129), lo que se
concreta al articular el arte de vanguardia con la CGT de los Argentinos.
Los límites de esa relación llevan a barajar una alternativa. En los días de la muestra
enBuenos Aires apareció un documento de la Comisión de Acción Artística de la CGTA
quesostenía la necesidad de “contribuir a crear una verdadera red d e in form ación y com u
nicaciónp or abajo, que se oponga a la red de difusión del sistema”. Este último fue, como
veremos enseguida, el camino encarado por algunos de los participantes en esta obra.
“Al día siguiente (de la inauguración), empezaron las presiones del gobierno: llamaditas de
origen policial para protestar por una foto o un cuadrito; visitas de ‘amigos influyentes’ con
graves noticias sobre clausuras, cierres y otras desgracias. Al final los agentes de la repre
sión se sacaron la careta: o la exposición se cerraba o clausuraban el local de la Federación
Gráfica Bonaerense.
Esto no es más que una muestra de la violencia cotidiana que se ejerce contra los sindicatos
y contra la oposición al régimen; al gobierno no le gustan las protestas, ni siquiera las que
tienen forma artística y por eso clausura, cierra e intimida”.212
211. La cita pertenece a “La obra”, inédito de Eliseo Verón escrito para formar parte de un libro
que nunca se publicó sobre la obra de Jacoby, Escari y Costa. El texto está fechado en Buenos
Aires, 13 de mayo de 1967 y consta de 18 páginas mimeografiadas. Publicado en Ramona, 9-10,
Buenos Aires, 2000-2001.
212. “Por qué arde Tucumán”, en CGT, N° 33, 12 de diciembre de 1968.
225
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Las versiones de los artistas sobre la inmediata clausura de la muestra en Buenos Aires
coinciden -e n su mayoría- con la explicación sindical: el levantamiento se decide de común
acuerdo entre sindicalistas y artistas, ante la amenaza del gobierno de intervenir la central
obrera, quitarle la personería jurídica o clausurar el local sindical. Se repetía, una vez más,
una modalidad de intervención del poder político sobre la esfera cultural tan frecuente en
esos días: la censura, persecución o clausura inmediatas de cualquier hecho, muestra, es
pectáculo que planteara críticas al régimen. Según varios testimonios, el aspecto de la mues
tra que irritó especialmente a las fuerzas represivas fueron las fotos que evidenciaban la
brutalidad policial en los enfrentamientos con las manifestaciones obreras en los ingenios.
Hay, según algunos testimonios, otro elemento que perturba las relaciones entre
los artistas y la vanguardia político-sindical: el resquemor que causa en una fracción de
la conducción de la CGTA el cartel (que apareció en un lugar indiscutiblemente visible
en las dos muestras) que pedía “Libertad a \os patriotas de Taco Rulo" ,1Vi
Cartel en alusión a Taco Ralo que se vio en las muestras de “Tucumán Arde
(Archivo Graciela Carnevale).
213. Taco Ralo es, como ya mencionamos en la I Parte, el paraje tucumano donde fueron detenidos
por las fuerzas represivas el 19 de septiembre de 1968 una veintena de guerrilleros caracterizados
como “protoperonistas”.
226
D el D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
El recelo de un sector sindical214 ante este apoyo parece haber debilitado la conten
ción institucional que la CGT brindaba al proyecto. Al desatarse un frente de conflicto
interno, la actitud de los dirigentes gremiales ante las amenazas represivas fue acaso me
nos enérgica de que lo que hubieran esperado algunos artistas y sectores políticos.215
Aunque “Tucumán Arde” fue una experiencia significativa, la vinculación entre la
vanguardia artística y la central obrera opositora también reveló sus límites. Si la buena
disposición de la dirigencia sindical hacia las iniciativas político-culturales tenía el aliento
de una convocatoria amplia, la relación se tensionó -e n algunos casos- a partir de
ciertas definiciones políticas.
Como se desprende del diagrama inicial de la obra, “Tucumán Arde” constaba
de una cuarta fase, posterior a la realización de las muestras programadas en Rosa
rio, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. En. esta fase final, definida com o “el cierre del
circuito sobreinformacional creado acerca del problema tucumano”, estaban com
prendidas las siguientes actividades: recopilación y análisis de la documentación;
publicación de los resultados del análisis; publicación del material bibliográfico y
audiovisual; y, por último, fundamentación de la nueva estética y evaluación.
Sin embargo, la rápida clausura de la muestra en Buenos Aires desalienta esa pers
pectiva, y se bloquea la culminación de la obra. Se había evidenciado la fragilidad del
soporte institucional que ofrecía la CGTA frente a la andanada represiva del régimen, por
loque los artistas optan por no realizar las muestras programadas en Santa Fe y en Córdo
ba. Tampoco se continúa con el plan de recopilación, análisis y publicación de los mate
riales que componían las muestras. Estos retornan a Rosario, y en los años siguientes se
van dispersando: algunos son reciclados en diferentes usos y otros se pierden.
A pesar de todo, la suspensión de la obra no es relatada por los artistas como una
frustración, sino como una decisión tomada en parte porque la acción represiva había
mostrado los riesgos de trabajar tan expuestos, dentro de la central obrera, y en parte
porque ‘“Tucumán Arde’ ya había sido”.216 El vértigo en el que había vivido toda la
década la vanguardia plástica de nuevo imponía abandonar el camino iniciado, y los
impulsaba a buscar por otro lado.
214. Recelo que reflejaba una discusión a propósito del “foco armado” en la izquierda peronista,
enuna coyuntura en la que se está gestando lo que sería la “Tendencia Revolucionaria”.
215. Roberto Jacoby es quien opina que la causa de la falta de reacción frente a las amenazas
gubernamentales fue el litigio entre diferentes fracciones de la cúpula de la central obrera,
frente a ese cartel. Rubén Naranjo, por su parte, indica: “fue una clausura a medias, porque fue
una amenaza y la gente del sindicato se asustó y se pudrió todo”. Véase entrevistas. La publi
cación del MLN, Liberación (Buenos Aires, 2° quincena de diciembre 1968), también sostuvo una
postura crítica frente a la actitud de “autocensura” de la conducción de la CGTA, que -según esta
fuente- levantó la muestra “aceptando la provocación policial sin oponer reparos ni condenar
el atropello”.
216. Entrevista con Graciela Carnevale.
227
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
1ra. etapa: Recopilación y estudio de material documental sobre el problema tucumano y la realidad
social de la provincia. Esta etapa se completó con un viaje previo de reconocimiento para calibrar
los aspectos esenciales de los problemas y establecer los primeros contactos.
2da. etapa:
a) Confrontación y verificación de la realidad tucumana, para lo cual los artistas viajaron a Tucumán
acompañados de equipo técnico y periodistas, donde realizaron encuestas, entrevistas, reporta
jes, grabaciones, filmaciones, etc., para ser utilizados en el montaje de la muestra-denuncia que
evidenciará la contradicción de los contenidos de la información oficial y de la realidad de hecho,
como parte del Operativo Denuncia.
b) De acuerdo con el plan de la obra los artistas realizaron a su llegada una primera conferencia de
prensa en el Museo de Bellas Artes con anuencia de su Directora Srta. María Eugenia Aybar, donde
se reunieron representantes de los medios, artistas locales y funcionarios estatales a cargo de la
difusión cultural de la provincia. Este procedimiento tenía como finalidad encubrir los móviles de
denuncia política de la obra y paralelamente facilitar la tarea de los artistas y evitar la represión. La
actividad de los mismos fue comunicada mediante una falsa Información a todos los medios y las
autoridades de la capital tucumana presentando una versión camuflada déla obra. Para poner en
evidencia el verdadero sentido de la obra y consec'Jir la repercusión política implícita en su formu
lación ideológica, se efectuó el última día de permai iencia en la ciudad una segunda conferencia de
prensa a la que habían sido invitados los representantes de la actividad oficial.
Allí se procedió a la realización de una acción violenta para desenmascarar las profundas contra
dicciones originadas por un sistema económico-político basado en el hambre y la desocupación y
en la creación de una falsa y gratuita superestructura cultural.
217. Hemos seleccionado, de un corpus muy nutrido, aquellos documentos que consideramos
definitivos y más significativos en los diferentes momentos de la obra. En los casos en los que
encontramos versiones previas o parcialmente diferentes, lo aclaramos en una nota al pie. En
cuanto al resto, por su extensión, optamos por citarlos extensamente o glosarlos en el texto. Se
trata del Informe “Tucumán Arde”, preparado por los sociólogos del CICSO, y de varias gacetillas
de prensa que reiteran zonas de lo aquí trascripto.
218. Como ya dijimos, la muestra se extendió una semana más de lo previsto inicialmente.
228
P a rte II. E l it in e r a r io del '68
2da. etapa:
a) Confrontación y verificación de la realidad tucumana, para lo cual los artistas viajaronaTu'
acompañados de equipo técnico y periodistas, donde realizaron encuestas, entrevistas, r
jes, grabaciones, filmaciones, etc., para ser utilizados en el montaje de la muestra-denuncia!
evidenciará la contradicción de los contenidos de la información oficial y de la realidadde
como parte del Operativo Denuncia.
b) De acuerdo con el plan de la obra los artistas realizaron a su llegada una primeraconferencí
prensa en el Museo de Bellas Artes con anuencia de su Directora Srta. María EugeniaAybar,di
se reunieron representantes de los medios, artistas locales y funcionarios estatales acargo
difusión cultural de la provincia. Este procedimiento tenia como finalidad encubrir losmóvileí
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prensa a la que habían sido invitados los representantes de la actividad oficial.
Allí se procedió a la realización de una acción violenta para desenmascarar las profundas
dicciones originadas por un sistema económico-político basado en el hambre y ladesocu
en la creación de una falsa y gratuita superestructura cultural.
217. Hemos seleccionado, de un corpus muy nutrido, aquellos documentos que consi
definitivos y más significativos en los diferentes momentos de la obra. En los casos e#|
encontramos versiones previas o parcialmente diferentes, lo aclaramos en una nota al
cuanto al resto, por su extensión, optamos por citarlos extensamente o glosarlos en el t
trata del Informe “Tucumán Arde”, preparado por los sociólogos del CICSO, y de varias
de prensa que reiteran zonas de lo aquí trascripto.
218. Como ya dijimos, la muestra se extendió una semana más de lo previsto inicia
228
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
4ta. etapa: La cuarta y última etapa consiste en el cierre del circuito sobreinformacional creado
acerca del problema tucumano y comprende: a) recopilación y análisis de la documentación; b)
publicación de los resultados del análisis; c) publicación del material bibliográfico y audiovisual; d)
fundamentación de la nueva estética y evaluación.
Tucumán: pobre, hambrienta, enferma, analfabeta, azotada por la desocupación, castigada por la
represión policial, poblada de rostros tristes, no es sino la representación agudizada de la situación
general que vive la Argentina 1968.
La tierra tucumana, empobrecida por el monocultivo, es el rostro descarado del latifundio: 20
grandes propietarios que usufructúan el 25% de la totalidad de la superficie cultivada, erigiendo
verdaderos feudos sobre más de 50.000 ha. donde ejercen dominio absoluto sobre la vida y
trabajo de los obreros. El 75% de la superficie restante se divide entre 20.520 propietarios de
aproximadamente 175.000 has., sufriendo las graves consecuencias de un sistema de parcelación
de la tierra que los somete, indefensos, a las presiones económicas de los grandes propietarios
comprometidos con la realización de la actual política económica del gobierno.
Esta organización de la tenencia de la tierra origina la agrupación de los propietarios en dos
entidades: el C.A.C. TUC. (Centro de Agricultores Cañeros Tucumanos) que agrupa a los grandes
terratenientes, y la U.C.I.T. (Unión Cañeros Independientes Tucumán) que representa a los peque
ños. Apenas se profundiza en esta aparente y clara política de intereses se descubre que la
U.C.I.T., agrupando al mismo tiempo a pequeños y grandes propietarios, engendra en su seno una
contradictoria política de intereses económicos antagónicos que termina por acentuar la situación
de dependencia que agobia al pequeño propietario determinando la Imposibilidad de crear un
sistema que defienda sus propios intereses.
El férreo empeño en mantener un sistema de monocultivo que empobrece la tierra e impide la
diversificación de los cultivos y sus posibles derivaciones industriales, nace de la voracidad
propietaria urgida por obtener un rendimiento inmediato del valor de la tierra, olvidando la
proyección social que posee el trabajo y abandonando la preocupación por el futuro económi
co de la región.
Esta situación se agrava debido al sistema de explotación de los ingenios que no han alcanzado el
gradode tecnificación necesaria para una producción racional por las siguientes razones: la falta
total de interés de parte de los propietarios por renovar las maquinarias desmintiendo en la práctica
lassupuestas intenciones de renovación técnica que el gobierno auspicia mediante su Operativo
Tucumán. El espectáculo de las viejas maquinarias y la disposición y estructura edilicia de los
Ingenios remite el recuerdo involuntario de la típica fábrica europea del siglo XIX. La última renova
cióntécnica de los Ingenios tucumanos data de los años ‘20 y, en algún caso, sorprende la insólita
presencia de un poderoso y moderno trapiche arrumbado como chatarra mientras sigue en funcio
nes el viejo trapiche ubicado allí desde la fundación del ingenio.
El persistente monocultivo y la explotación inadecuada, sostenidos por una política que apoya
desembozadamente los intereses de la clase propietaria, han determinado la cruel situación del
obrero tucumano enfrentado con la desocupación motivada por el cierre de los Ingenios; sobre
este hecho no es necesario abundar puesto que la prensa del país se ha ocupado extensamente.
Este estado de cosas, recrudecido por la política del actual gobierno argentino, pretendió ser
ocultado por el legendario “Operativo Tucumán", presunto programa de recuperación de la econo
mía provincial que incluía la creación de industrias paralelas y diversificadas como medio para
aliviar la desocupación y sus graves consecuencias. Hoy, a dos años de la puesta en marcha del
Operativo, la realidad es la siguiente: a) el cierre de los ingenios pretende concentrar en un
monopolio todo el proceso de industrialización y comercialización del azúcar centrado en el Ingenio
San Pablo, proceso que no sólo despoja de sus fuentes de trabajo a los obreros sino que liquida
alos pequeños propietarios; b) las nuevas industrias creadas, fabrica de pilas Hitachi (capitales
extranjeros), CARFIN (Fábrica de caramelos), PANAM (Fábrica de suelas) y Perfecta Lew, ocupan
aproximadamente a 1.000 obreros sobre un total de 70.000 desocupados.
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
escandalosa: 20% de analfabetos, excluyendo los que sólo saben firmar. La deserción escolar es
una plaga sin posibilidades de erradicación: 70% en la provincia que aumenta al 90% en las zonas
rurales. La misma Secretaría de Cultura y Educación de la Nación confiesa: de 39.373 alumnos
inscriptos en 12 grado, 29.034 abandonan antes de terminar el ciclo primario. Arancibia señala
crudamente las causas de tal estado de cosas: desnutrición y sus secuelas en la salud Infantil,
disminución del rendimiento escolar como consecuencia de la enfermedad latente, la desnutrición,
lainseguridad social, desintegración de los núcleos familiares por el éxodo de trabajadores des
ocupados, depresión moral y sus funestas consecuencias a raíz de las penurias económicas. No
hay soluciones parciales, propone Arancibia, sólo un claro programa de política económica que
encarece a fondo los problemas tucumanos desde un punto de vista estructural puede ser el
remedio. Y no olvidar tampoco que el problema educacional de nuestra provincia está relacionado
con la política educativa nacional. El desprestigio de nuestra escuela pública, la negación sistemá
tica de la Ley de Educación Común 1420, encarada por las actuales autoridades nacionales
agravan si es posible un poco más la desesperada situación tucumana.
Laorganización de un suntuoso Festival de Opera de Cámara, o la presentación espectacular de Duke
Ellington, o la realización del Salón de Plástica “San Pablo” (adobado monetariamente por el mecenazgo
de los dueños del Ingenio “San Pablo”: familia Nouguós) parecieran envolver a la ciudad más triste de
laRepública con una momentánea ráfaga de lujosa cultura. Las contradicciones de una política cultural
sostenida por los organismos de difusión de la provincia y la Dirección General de Cultura de la
Municipalidad con verdadero desenfado económico, alcanzan por momentos ribetes patológicos sino
revelaran en última instancia la íntima resolución de ocultar el rostro del hambre y la desocupación. La
fascinación que el arte lujoso y ostentatorio ejerce sobre los funcionarios tucumanos llega a la ingenui
dad de programar funciones de títeres para un público de niños hambrientos o hasta la miserable
desaprensión de llevar un conferenciante para que diserte sobre el tesoro real de Tutankamón ante un
públicode obreros semianalfabetos. El secretario de la Directora del Museo de Bellas Artes Sr. Acevedo,
canta loas a la munificencia de la familia Nougués (radicada en Europa) que no sólo auspicia el Salón de
pintura“San Pablo” sino dona “una silla de ruedas para un obrero enfermo” o subvenciona becas para
los “obreros que observan buen comportamiento gremial y no contribuyen a la agitación".
La mezquindad e insolencia de esta política de consumo cultural pone de manifiesto al mismo
tiempo la gratuidad absoluta de una clase que devoradora de bienes de cultura asienta su predo
minio sobre la cúspide de una pirámide social injusta y provocadora, y la total incoherencia e
incomprensión de las autoridades oficiales para diagnosticar las verdaderas causas de la situa
ción tucumana y arbitrar sus posibles y reales soluciones.
Mientras tanto la clase obrera tucumana despojada de su único bien: el trabajo, y desposeída de su
única esperanza: un cambio real y radical, alimenta alternativamente su acción de rabia y desaliento.
El ingenio cerrado genera una resistencia exaltada y capaz de lucha, el ingenio en vías de cierre se
consume en el miedo y la exasperación, el ingenio que todavía trabaja y produce aquieta los ánimos
obreros y los insensibiliza frente a la situación de los demás. La F.O.T.I.A. nuclea toda la actividad
gremial de la provincia; la generalidad de las bases murmuran su inactividad, su falta de combativi
dad, su creciente pasividad ante el gobierno que les impone el Operativo Tucumán, el vasallaje
económicoy la colonización. Hay quienes se atreven a denuncias concretas: en algunos Ingenios los
delegados sindicales han colaborado con la policía en la represión contra los obreros en huelga. Hay
algunas actitudes que parecieran confirmar estos hechos: Lazarte, secretario general de F.O.T.I.A.
acusa a los otros dirigentes por no arbitrar una línea dura de combate y oposición.
Prensa
231
P a r t e II. E l fu n e r a r io d e l '6 8
“T u c u m á n A r d e ” : O b ra d e v a n g u a rd ia en la C o n fe d e ra c ió n G eneral
d e l T ra b a jo d e lo s A rg e n tin o s -R e g io n a l R o sario
Secretaría de Prensa
232
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
[D e c la ra c ió n d e la m u e s tra d e R o sa rio ]
Apartir del año 1968 comenzaron a producirse dentro del campo de la plástica argentina, una serie
de hechos estéticos que rompían con la pretendida actitud de vanguardia de los artistas que
realizaban su actividad dentro del Instituto Di Tella, la Institución que hasta ese momento se adjudi
caba la facultad de legislar y proponer nuevos modelos de acción, no sólo para los artistas
vinculados a ella, sino para todas las nuevas experiencias plásticas que surgían en el país.
Estos hechos que irrumpieron en la decantada y exquisita atmósfera estetizante de las falsas
experiencias vanguardistas que se producían en las instituciones de la cultura oficial, fueron
connotando incipientemente el lineamiento de una nueva actitud que conduciría a plantear el
fenómeno artístico como una acción positiva y real, tendiente a ejercer una modificación sobre
el medio que lo generaba.
Esta actitud apuntaba a manifestar los contenidos políticos implícitos en toda obra de arte, y
proponerlos como una carga activa y violenta, para que la producción del artista se incorporara a
la realidad con una intención verdaderamente vanguardista y por ende revolucionaria. Hechos
estéticos que denunciaban la crueldad de la guerra de Vietnam o la radical falsedad de la política
norteamericana indicaban directamente la necesidad de crear no ya una relación de la obra y el
medio, sino un objeto artístico capaz de producir por sí mismo modificaciones que adquieran la
misma eficacia de un hecho político.
El reconocimiento de esta nueva concepción llevó a un grupo de artistas a postular la creación
estética como una acción colectiva y violenta destruyendo el mito burgués de la individualidad
del artista y del carácter pasivo tradicionalmente adjudicado al arte. La agresión Intencionada
llega a ser la forma del nuevo arte. Violentar es poseer y destruir las viejas formas de un arte
asentado sobre la base de la propiedad individual y el goce personal de la obra única. La
violencia es, ahora, una acción creadora de nuevos contenidos: destruye el sistema de la cultura
oficial, oponiéndole una cultura subversiva que integra el proceso modificador, creando un arte
verdaderamente revolucionario.
El arte revolucionario nace de una toma de conciencia de la realidad actual del artista como
individuo dentro del contexto político y social que lo abarca.
El arte revolucionario propone el hecho estético como núcleo donde se integran y unifican todos los
elementos que conforman la realidad humana: económicos, sociales, políticos; como una integración
233
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
de ¡os aportes de las distintas disciplinas, eliminando la separación entre artistas, intelectuales y
técnicos, y como una acción unitaria de todos ellos dirigida a modificar la totalidad de la estructura
social: es decir, un a rte total.
El arte revolucionario acciona sobre la realidad mediante un proceso de captación de los elementos
que la componen a partir de una lúcida concepción ideológica basada en los principios de ia
racionalidad materialista.
El arte revolucionario, de esta manera, se presenta como una forma parcial de la realidad que se
integra dentro de la realidad total, destruyendo la separación idealista entre la obra y el mundo, en
la medida en que cumple una verdadera acción transformadora de las estructuras sociales: es
decir, un a rte transform ador.
El arte revolucionario es la manifestación de aquellos contenidos políticos que luchan por destruir
los caducos esquemas culturales y estéticos de la sociedad burguesa, integrándose con las
fuerzas revolucionarias que combaten las formas de la dependencia económica y la opresión
clasista: es, por lo tanto, un arte social.
La obra que realiza el Grupo de artistas de vanguardia es la continuación de una serie de actos de
agresión intencionada contra instituciones y representantes de la cultura burguesa, como por
ejemplo la no participación y el boicot al Premio Braque, instituido por el Servicio Cultural de la
Embajada de Francia, que culminó con la detención de varios artistas que concretaron violenta
mente el rechazo.
La obra colectiva que se realiza se apoya en la actual situación argentina, radicalizada en una de
sus provincias más pobres, Tucumán, sometida a una larga tradición de subdesarrollo y opresión
económica. El actual gobierno argentino, empeñado en una nefasta política colonizante, ha proce
dido al cierre de la mayoría de los ingenios azucareros tucumanos, resorte vital de la economía de
la provincia, esparciendo el hambre y la desocupación, con todas las consecuencias sociales que
esta acarrea. Un “Operativo Tucumán” elaborado por los economistas del gobierno, intenta enmas
carar esta desembozada agresión a la clase obrera con un falso desarrollo económico basado en
la creación de nuevas o hipotéticas industrias financiadas por capitales norteamericanos. La ver
dad que se oculta detrás de este Operativo es la siguiente: se intenta la destrucción de un real y
explosivo gremialismo que abarca el noroeste argentino mediante la disolución de los grupos
obreros, atomizados en pequeñas explotaciones industriales u obligados a emigrar a otras zonas
en busca de ocupación temporaria, mal remunerada y sin estabilidad. Una de las graves conse
cuencias que este hecho acarrea, es la disolución del núcleo familiar obrero, librado a la improvisa
ción y al azar para poder subsistir. La política económica seguida por el gobierno en la provincia de
Tucumán tiene el carácter de experiencia piloto, con la que se intenta comprobar el grado de
resistencia de la población obrera para que, subsecuentemente a una neutralización de la oposi
ción gremial, pueda ser trasladada a otras provincias que presentan características económicas y
sociales similares.
Este “Operativo Tucumán” se ve reforzado por un “operativo silencio", organizado por las institucio
nes del gobierno para confundir, tergiversar y silenciar la grave situación tucumana, al cual se ha
plegado la llamada “prensa libre” por razones de comunes intereses de clase.
Sobre esta situación, y asumiendo su responsabilidad de artistas comprometidos con la realidad
social que los incluye, los artistas de vanguardia responden a este “operativo silencio” con la
realización de la obra “TUCUMÁN ARDE”.
La obra consiste en la creación de un c irc u ito s o b re in fo rm a cio n a l para evidenciar la solapada
deformación que los hechos producidos en Tucumán sufren a través de los medios de información
y difusión que detentan el poder oficial y la clase burguesa. Los medios de comunicación son
poderosos elementos mediadores, susceptibles de ser cargados de contenido diverso: de la
realidad y veracidad de los contenidos depende la influencia positiva que estos medios producen
en la sociedad. La información sobre los hechos producidos en Tucumán vertida por el gobierno y
los medios oficiales tiende a mantener en el silencio el grave problema social desencadenado por
el cierre de los ingenios, y a dar una falsa imagen de recuperación económica de la provincia que
234
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
losdatos reales desmienten escandalosamente. Para recoger estos datos y poner en evidencia la
falaz contradicción del gobierno y de la clase que los sustenta, el grupo de artistas de vanguardia
viajó a Tucumán, acompañado de técnicos y especialistas, y procedió a una verificación de la
realidad social que se vive en la provincia. El proceso de la acción de los artistas culminó con una
conferencia de prensa, donde hicieron público, y de manera violenta, su repudio a la actuación de
lasautoridades oficiales y a la complicidad de los medios culturales y de difusión que colaboran en
el mantenimiento de un estado social vergonzoso y degradante para la población obrera tucumana.
Laacción de los artistas fue realizada en colaboración con grupos estudiantiles y obreros, que se
integraron así a la materialización de la obra.
Los artistas viajaron a Tucumán con una amplia documentación sobre los problemas económicos y
sociales de la provincia y un conocimiento detallado de toda la Información que los medios habían
elaborado sobre los problemas tucumanos. Este último informe había sido sometido previamente a
unanálisis crítico para medir el grado de tergiversación y desvirtuación ejercido sobre los datos.
En una segunda Instancia se elaboró la información recogida por los artistas y técnicos que serviría
para la realización de la muestra que se presenta en las Centrales Obreras. Y finalmente, la
información que los medios han elaborado sobre la actuación de los artistas en Tucumán, integrará
el circuito informacional de la primera etapa.
La segunda parte de la obra es la presentación de toda la información reunida sobre la situación y
sobre la actuación de los artistas en Tucumán, parte de la cual será difundida en sindicatos y
centros estudiantiles y culturales, así como la muestra que en forma audiovisual y actuada se
realiza en la CGT de los Argentinos regional Rosario y posterior traslado a Buenos Aires.
El circuito sobreinformacional que tiene como intención básica promover un proceso desalienante
de la imagen de la realidad tucumana elaborada por los medios de comunicación de masas, tendrá
suculminación en la tercera y última etapa al provocar una información de tercer grado que será
recogida y formalizada en una publicación donde constarán todos los procesos de concepción y
realización de la obra y toda la documentación producida junto con una evaluación final.
La posición adoptada por los artistas de vanguardia les exige no incorporar sus obras a las
instituciones oficiales de la cultura burguesa, y les plantea la necesidad de trasladarlas a otro
contexto; esta muestra se realiza entonces en la CGT de los Argentinos, por ser éste el organismo
que nuclea a la clase que está a la vanguardia de una lucha cuyos objetivos últimos comparten los
autores de esta obra.
María Elvira de Arechavala, Beatriz Balvé, Graciela Borthwick, Aldo Bortolotti, Graciela Carnevale,
Jorge Cohén, Rodolfo Elizalde, Noemí Escandell, Eduardo Favario, León Ferrari, Emilio Ghilloni,
Edmundo Giura, María Teresa Gramuglio, Martha Greiner, Roberto Jacoby, José María Lavarello,
Sara López Dupuy, Rubén Naranjo, David de Nully Braun, Raúl Pérez Cantón, Oscar Pidustwa,
Estella Pomerantz, Norberto Puzzolo, Juan Pablo Renzi, Jaime Rippa, Nicolás Rosa, Carlos Schork,
Nora de Schork, Domingo J. A. Sapia, Roberto Zara.
T55
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
D e c la ra c ió n d e B u e n o s A ire s
La violencia del régimen es cruda y clara cuando se dirige contra la clase obrera, es más sutil en
cambio, cuando apunta a artistas e intelectuales. Porque además de la represión que implica la
censura de libros y películas, la clausura de exposiciones y teatros, está la otra, la permanente
represión. Hay que buscarla en el interior de la forma que asume el arte en estos momentos: un
artículo de consumo elegante para una clase determinada. Ya pueden los artistas Ilusionarse creando
obras aparentemente violentas: serán recibidos con indiferencia y hasta con agrado; serán vendidos
y comprados, su virulencia será un producto más del mercado de compra y venta de prestigio.
¿ Y p o r qué es q u e e l sistem a p u e d e a p ro p ia rs e y a b s o rb e r hasta las o b ra s d e a rte m ás audaces
y re n o v a d o ra s ?
Puede hacerlo porque esas obras están dentro del marco cultural de una sociedad que hace que
al pueblo sólo lleguen aquellos mensajes que cimenten su opresión (fundamentalmente a través de
la radio, TV, diarios y revistas). Puede hacerlo porque los artistas están aislados de la lucha y de los
reales problemas de la revolución en nuestro país, y sus obras todavía no dicen lo que hay que
decir, no aciertan los medios apropiados para hacerlo, y no se dirigen a quienes precisan de
nuestros mensajes.
¿Cómo haremos entonces los artistas para no seguir siendo servidores de la burguesía?
En el contacto y la participación junto a los activistas más esclarecidos y combativos, poniendo nuestra
militancia creativa y nuestra creación militante al servicio de la organización del pueblo para la lucha.
Los artistas deberemos contribuir a crear una verdadera re d d e info rm a ción y com unicación por
a b a jo que se oponga a la red de difusión del sistema.
En este proceso nos iremos descubriendo y decidiéndonos por los medios más eficaces: el cine
clandestino, los afiches y volantes, los folletos, los discos y cintas grabadas, las canciones y
consignas, el teatro de agitación, las nuevas formas de acción y propaganda.
Serán obras que al régimen le costará reprimir porque se fundirán con el pueblo.
Serán obras hermosas y útiles. Señalarán al verdadero enemigo, infundirán odio y energía para
combatirlo.
Nunca más los artistas sentiremos que nuestra capacidad sirve a nuestros enemigos.
Se dirá que lo que proponemos no es arte. ¿Pero qué es arte?
¿Lo son acaso esas formas elitistas de la experimentación pura?
¿Lo son acaso las creaciones pretendidamente corrosivas, pero que en realidad satisfacen a los
burgueses que las consumen?
¿Son arte acaso las palabras en sus libros y éstos en las bibliotecas? ¿Las acciones dramáticas en
el celuloide y la escena y éstos en los cines y teatros? Las imágenes en los cuadros y éstos en las
galerías de arte? Todo quieto, en orden, en un orden burgués y conformista; todo inútil.
Nosotros queremos restituir las palabras, las acciones dramáticas, las imágenes a los lugares
donde puedan cumplir un papel revolucionario, donde sean útiles, donde se conviertan en “armas
para la lucha”.
Arte es todo lo que moviliza y agita. Arte es lo que niega radicalmente este modo de vida y dice:
hagamos algo para cambiarlo.
Esta muestra, las acciones contra las instituciones culturales de las clases dominantes que la
precedieron y las obras que otros artistas llevan en la misma dirección son un comienzo.
P lásticos d e vanguardia
d e la C om isión d e A c ció n A rtística d e la CG T d e los Argentinos.
Buenos Aires, noviembre de 1968
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
219. Ricardo Carpani redacta y presenta para la discusión una declaración de los plásticos que
habían participado dos meses antes en el “Homenaje a Latinoamérica” en la SAAP. En dicha
convocatoria figuran, como ya vimos, Alberto Alonso, Carlos Alonso, Ricardo Carreira, Juan Carlos
Castagnino, Jorge de la Vega, Ernesto Deira, León Ferrari, Rómulo Macció, Martínez Howard,
Marta Peluffo, Juan M. Sánchez, Pablo Suárez y Roberto Jacoby. Posiblemente el documento de
Carpani haya sido consensuado con varios de ellos.
220, Es el caso de Carpani y los integrantes de la vanguardia plástica, o de representantes del
teatro realista (Juan Carlos Gené, que también estaba invitado) y del espectáculo experimental
vinculado al ámbito del Di Tella (Graciela Martínez).
237
P a r t e II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
en las ponencias del I Encuentro, sino que es clara la voluntad política de construir un
frente de intervención a partir de coincidencias en un horizonte político revolucionario - ]
más allá de opciones ideológicas diversas. El informe con el que Margarita Paksa abrió
Cultura 1968 expresa “la firme voluntad de entrar en contacto personas y grupos de
procedencia ideológica diversa para trabajar en común. [...] Unidos más allá de las diferen
cias formales, más allá de las diferencias ideológicas, en camino de un Arte Nacional”,21
En el mismo sentido, el trabajo preparado por León Ferrari reivindica tres he
chos del año ‘68: la reunión de artistas con tradición en arte político con otros que
recién se inician en esa tendencia; la desintegración de la vanguardia formalista, déla
que se desprende un numeroso grupo que renuncia al “circuito controlado por la
élite” y realiza “Tucumán Arde”; y, por último, el agrupamiento (expresado en “Cultura
1968”) de artistas e intelectuales ya no por proximidades estéticas sino por acuerdos
ideológicos.222 En este último caso, Ferrari resalta: “el cambio de actitud de algunos
artistas de izquierda que solían antes agruparse con artistas ideológicamente indife
rentes o liberales, obedeciendo a coincidencias estéticas y olvidando diferencias ideo
lógicas, y que ahora adoptan la actitud contraria: las coincidencias ideológicas están
por encima de las divergencias estéticas”.
A pesar de esta voluntad frentista, que los ponentes refrendan, los textos reiteran
algunas diferencias. Carpani, por ejemplo, defiende la conciencia y la creación indivi
duales, y cuestiona “la concepción medioeval que, en aras de una supuesta inspiración
socialista, proclama la anulación de la individualidad del artista en obras de tipo colec
tivo”. Esto podría leerse como una diferenciación respecto de la postura que reniega de
la autoría individual que se manifiesta en “Tucumán Arde” y en gran parte de las accio
nes del itinerario del ‘68, igual que a ciertos grupos de teatro y cine que postulaban
también la colectivización y hasta el anonimato de la creación.
Otro aspecto en el que persisten posiciones distintas es en cuanto a qué lugar le
corresponde al arte en el proceso revolucionario. Carpani formula las tareas que se
deberían encarar desde la plástica desde un programa explícito de servir de “ilustración’
de la política (“desde el simple volante agitativo hasta los muros de una organización
sindical o política, pasando por los afiches, las ilustraciones en periódicos, revistas,
libros, en fin, todo aquello que acepte la inclusión de una imagen plástica, puede y debe
transformarse en vehículo de la incorporación del arte a la lucha”), lo que era de hecho
la labor que él mismo llevaba a la práctica desde principios de la década, y que adopta
rían como modalidad algunos de los vanguardistas participantes en el itinerario del1
Paksa, en cambio, sostiene la especificidad de la revolución que les conespondía a
los artistas: “lo que a nosotros nos toca demoler, aproximar, transformar es el Arte, La Esté
tica”. Ella entiende que la fusión del arte en la vida empieza a tomar cauce en experiencias
221. Véase el informe que presenta en la primera sesión, transcripto más adelante.
222. “Nosotros nos agrupamos no con quienes usan las mismas formas sino con quienes tienen las
mismas ideas y quieren usar la estética para expresarlas y luchar por ellas”, dice Ferrari en “Cultura”,
diciembre de 1968.
238
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
como las del teatro de agitación, el cine-debate y las acciones de los plásticos en el ‘68,
que son “experiencias creadoras de vida”, acciones creadoras de situaciones.223
A diferencia de los documentos previos del itinerario del ‘68, en esta instancia
adquiere una presencia marcada cierta inflexión populista y nacionalista dentro del uni
verso cultural izquierdista. Esto no sólo en la ponencia leída por Carpani, que estaba
instalado en esos tópicos desde hacía mucho tiempo, sino en Paksa (que habla de “un
Arte Nacional”) y en Ferrari (que propone “acercarnos a todo este mundo de la cultura
popular”). Este giro puede hacerse extensivo a Jacoby, como veremos en breve al anali
zar algunos textos suyos de los primeros años ‘70.
- Estas diferencias pasan a ser sutilezas cuando las reuniones de “Cultura 1968” se
convierten en terreno de batalla. El Encuentro se prolongó hasta marzo del ‘69, con
reuniones semanales a las que asistían entre 50 y 200 personas en el local de la SAAP
(en Florida 846),224 pero esta extensión de los plazos previstos no se debió a la concre
ción del proyecto de la convocatoria. Es en ese ámbito que se desencadena una discu
sión encarnizada en torno a la labor y a la fuente de financiamiento del equipo de
investigación sociológica conocido como “Proyecto Marginalidad”.
Esta investigación, que dirigía José Nun, e integraban Juan Carlos Marín, Miguel
Murmis, Ernesto Laclau, Néstor D’Alessio, Beba Balvé y Marcelo Norwersztern, estaba
radicada en el Instituto Di Tella y recibía, como otras actividades del Instituto, fondos de
la Fundación Ford. Su objeto de estudio eran las nuevas formas de marginación social
en América Latina.225
Las acusaciones que los sociólogos del FATRAC e Ismael Viñas226 encabezaron
contra estos investigadores,227 así como las réplicas de éstos, plantearon un nuevo eje
que desplazó el foco de la discusión y terminó obstruyendo la formulación de nuevas
iniciativas en común. El peso que tenía el tema del financiamiento de fundaciones nor
teamericanas (ante el impacto del escandaloso caso Camelot en Chile, en el que se había
comprobado la injerencia de la CIA) marcó el tono de las acusaciones a los sociólogos
argentinos y se convirtió en una fuerte divisoria de aguas.
223. Paksa conecta el proceso de desmaterialización que atravesó las producciones de la van
guardia con este acercamiento a la vida: “La vida estaba plasmada en el cuadro y él colgado en
una pared; retiramos el marco, se transformó en objeto y pasó al ambiente de la sala; luego
ocupó el edificio y cuando aún le pareció mucho encierro se fue a la calle”.
224. Estos datos figuran en un texto inédito de Margarita Paksa sobre “La constitución de un arte
político en la Argentina”, escrito en 1983.
225. Una extensa defensa de los objetivos de esta investigación puede encontrarse en el número
69/2 de la Revista Latinoamericana de Sociología , publicada por el Centro de Investigaciones
Sociales del Instituto Di Tella (Buenos Aires, 1969).
226. Ismael Viñas había sido el director de la revista Contorno en la década del ‘50, junto a su
hermano, el escritor David Viñas, y luego fundador del MLN.
227. Rápidamente se extendieron a otros sectores de la izquierda: desde Nahuel Moreno (PRT-La
Verdad) hasta el Granma cubano publican notas denunciando a los sociólogos de “Marginalidad”.
239
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
“La duda que seguramente quedará planteada en esta reunión es la siguiente: ¿sirve
realmente la estética, el arte, para hacer política? [...] Me temo que la respuesta puede
ser negativa, que la estética no nos sirva, que no sepamos usarla, que no logremos
inventar otra. En tal caso, me parece, será mejor abandonarla y buscar otras formas de
acción y de expresión”.
228. Documento sin título, inédito, Buenos Aires, abril de 1969, pp. 1-3.
240
D el D t T ella a " T ucum án A rd e "
INFORME Y DEBATE
INVITAN
Beatriz B a lb é Luis Felipe N o é Rodolfo W a ls h
A belardo Castillo M a r g a rita P aksa Carlos A lonso
Ricardo C arreiras C arlos P era lta A lb erto A lonso
David Cohon Ricardo Pig lia P a b lo O b e la r
Haroldo Conti Ju a n P a b lo Renzi Ricardo C a rp a n i
Ernesto Deira N ico lás Rosa C arlos Sessano
León Ferrari Ed uardo Ruano Esperilo Bute
Octavio G ettino León Rozitchner A lfre d o P lan k
M aría Teresa G ra m u g lio M a b e l Rubli A lfre d o M a rtín e z H o w a rd
Ju a n Carlos G e n e P a b ’o Su árez M a r io Erlich
Roberto Ja c o b y Fern an do So lan as Ju a n M a n u e l Sánchez
Zulem a Katz A nto nio Trotta
Ign acio Colom bres
Rodolfo Kuhn D a v id V iñ a s
lr.mael V iñ a s Ed uard o R.ivero
Leopoldo M arech a l
Graciela M artín ez G o ra rd o V a lle jo s Ja im e C o g an
PRIMEROS 1
Luis Felipe N o é A b e la rd o Castillo
Ismael V iñ a s
O c ta v io G ettino
R icard o C a rp a n i
Rodolfo W a lsh León Ferrari
M argarita P a k sa Ju a n P a b lo Renzi
Roberto Ja c o b y
S.A.A.P
SOCIEDAD ARGENTINA DE
ARTISTAS PLASTICOS
241
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
Este Primer Encuentro de Buenos Aires “Cultura 68”, es un hecho que nos pertenece a todos; a los
que estamos aquí presentes y también a los que ofrecieron su nombre para oficiar como invitantes
y en este momento no pudieron acompañarnos, como Leopoldo Marechai y otros. Para constituirlo,
una cantidad de personas de distintas procedencias, a raíz de mi iniciativa, decidimos colocar
nuestro nombre uno junto al otro.
Éste ha sido un hecho muy significativo que demuestra a priori, algo que seguramente será corrobo
rado como resultado de estas reuniones. Latirme voluntad de entrar en contacto personas y grupos
de procedencia ideológica diversa, para trabajar en común bajo el lema de una imprescindible
condición. Encontrar, seguir en el juego de las ideas, más las coincidencias que las disidencias.
Sin embargo, para no caer en falsos voluntarismos, no podremos eludir la necesidad de compro
bar en qué términos se dan realmente estas coincidencias. Y no podremos eludir esta necesidad
de comprobar, porque el éxito de toda acción futura conjunta, como interacción de grupos, depen
derá en gran parte, de que los planteos individuales se transformen en colectivos.
Es posible que el plano de las coincidencias se dé más fácilmente al identificar al enemigo común
en la Cultura Nacional; es posible que las tácticas a emplear para luchar contra él sea el motivo
de nuestras disidencias. Pensando en ello es que cuando conversábamos sobre la elección de
un temario para esta reunión, entendimos que este debía ser amplío, abierto, sin especiales
caracterizaciones.
La palabra CULTURA se presta a ello y nuestras preguntas fundamentales serán a no dudarlo
¿Qué es Cultura? y ¿Qué es Cultura Nacional desde el ángulo de 1968?
En cierta forma deberemos retrotraer el tiempo, colocar la palabra Cultura, como si ya no hubiera
sido suficientemente definida por la palabra y la acción de muchos de los que estamos aquí
presentes y nuestra obligación será tender a clarificar aún más si es posible, volverla a enunciar,
Es por ello que estamos aquí reunidos. Nuestra función como artistas intelectuales, trabajadores de
la Cultura, deberá ser la de reiterar constantemente lo que pensamos, tendiendo a crear conciencia
colectiva de los hechos.
Una de las cosas de la que ya tenemos plena conciencia es que la Cultura entendida en términos
tradicionales como superestructura de una sociedad, está basada en el esfuerzo y el trabajo del
conjunto todo de la misma. Que no hay superestructura que no se base en la estructura del trabajo
manual. A su vez la superestructura también lo tiene, mas su fruto, el trabajo intelectual, pertenece
por lo tanto a todos.
Y digamos algo más, la Cultura así como la vida, el derecho de aprender y enseñar nos pertenece
a todos. Así también nos pertenecen las ideologías y la política. Porque lo que queremos vencer
son los compartimentos estancos en la sociedad.
La unidad entre nosotros (tema ya difícil) y con respecto a otros sectores, deberá darse como
conciencia de necesidad, como un hecho natural. Hubiera sido para nosotros muy fácil invitar a
nuestra mesa a un representante obrero y decir así que ya toda unidad estaba conseguida.
Es la conciencia del desfasaje de nuestras problemáticas, la que nos ha llevado a evitarlo. Es en la
acción, en los reclamos, huelgas, manifestaciones, como ya lo hemos hecho, donde demostrare
mos nuestro afán de unidad y no alrededor de una mesa hablando.
Nuestras artes visuales, han estado desde siempre dirigidas a un público de élite, a un intermedia
rio, el crítico, el marchand, el coleccionista, sin posibilidades de acción directa sobre el público, sino
siempre a través de esta intermediación, la más de las veces poseedor único de nuestra obra.
Lo que a nosotros nos toca demoler, aproximar, transformar es el Arte, la Estética, entendida como
barreras que nosotros mismos levantamos para diferenciarnos. Entonces será más fácil entender
nos. Pero en afán de realidad, sabemos que no podemos arrancar sectores y transponerlos a
otros tan fácilmente; que nosotros con nuestro quehacer estamos implicados, contaminados,
242
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
viviendo nuestra contradicción en cuanto seres concientes, asistiendo a una sociedad que nega
mos y proponiendo otra a la cual aspiramos.
Esta dura tarea, la de crear conciencia aún en nosotros mismos, es la que hará válido aún, que
adoptemos métodos y formas diversas de acción, que puedan llegar a invalidar aún nuestras
propias palabras. El proceso será lento, pueblo y arte unidos, y no pocos los oportunistas que
dirán que ya todo está conseguido.
Arte y Vida
El artista realiza un proceso de apropiación de la vida; al reelaborarla a través de sí mismo, entrega a la
sociedad un producto, una imagen llámese cuadro, cine o texto. Este es el procedimiento tradicional.
¿Será posible plantearse un nuevo objetivo como propuesta estética?, ¿a la vida restituirle la vida?
Lavida estaba plasmada en el cuadro y él colgado en una pared; retiramos el marco, se transformó
en objeto y pasó al ambiente de la sala; luego ocupó el edificio y cuando aún le pareció mucho
encierro se fue a la calle.
Esta es brevemente la historia de algunos de nosotros que comenzamos a desenvolver el pensa
miento, sin prejuicios estéticos, con voluntad de dirigirnos y servir a las mayorías con voluntad
desalienante. Estas características se dieron sobre un número limitado de artistas, en un corto
lapso de tiempo (no más de 8 años) con la presencia de un diálogo productivo, en muchos de los
casos con obra colectiva y anónima.
Por todo ello, para sorpresa de los que "tradicionalmente’' se adjudicaban conciencia política
en su quehacer de artistas, han debido ver la incongruencia de coincidir con artistas
vanguardistas* -tachados prejuiciosamente de apolíticos- con quienes tradicionalmente tam
bién se encontraban reñidos.
Es una comprobación positiva vernos hoy aquí reunidos, unidos más allá de las diferencias forma
les, más allá de las diferencias ideológicas, en camino de un Arte Nacional.
M a rg arita Paksa
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P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Nunca, en la historia de la humanidad, la situación del arte y del artista dentro de la sociedad ha
adquirido un carácter tan problemático como en el presente.
Nunca, como ahora, los artistas sinceros y conscientes han experimentado como desgarradora
frustración la acción de crear, hasta el punto de cuestionarse la importancia social de dicha acción
y la legitimidad de su supervivencia histórica.
Nunca, como ahora, en fin, el artista se ha visto obligado a justificar ante sí mismo y ante los demás
la necesidad social de su existencia como artista y la validez social, es decir, humana, de su obra.
Tal situación reconoce dos causas históricas fundamentales, dialécticamente intercondicionadas:
la paulatina pérdida de la función social (religiosa, política) que caracterizó al arte de las épocas
precedentes, y la transformación, coincidente con dicha pérdida, de la obra de arte en una mercan
cía de consumo individual.
Una y otra causa, consecuencia a su vez ellas del desarrollo de los modos y relaciones de
producción capitalistas, con toda la superestructura ideológica y cultural que les corresponde,
determinaron la prevalencia de una concepción del arte como lujo innecesario y, en cierto modo,
hasta superfluo.
Despojada de su función condicionadora de la emotividad colectiva, del carácter público que hasta
entonces había poseído, y del contacto estable y permanente con la comunidad, la obra artística
devino un objeto suntuario destinado a procurar gozo estético al comprador individual, en el
estrecho marco de su círculo social, o en el más estrecho aún de su vida privada. Valorizóse como
objeto de cambio, como mercancía, todo lo que perdió como objeto socialmente necesario.
El artista, por su parte, vivió angustiosamente este proceso, como imposibilidad creciente de
comunicación con la sociedad global a la cual dirige su mensaje, y pérdida del poder de actuar con
su obra sobre la realidad social, modificándola. Sintióse, de este modo, marginado de la acción
colectiva por la cual la humanidad va construyendo su propio destino.
La comunidad, a su vez, especialmente en lo que hace a las grandes mayorías populares, vive
también esta situación como privación de una de las más importantes fuentes enriquecedoras de
su emotividad, y mutilación de una parte esencial de su propia condición humana.
La conciencia creciente -condicionada por la crisis general del sistema capitalista que estamos
viviendo- del carácter alienante y deshumanizante de tal situación, plantea en nuestros dias la
necesidad y la posibilidad de su superación, exigiendo del artista el abandono de la actitud
¡ndividual-monologuista en que refugió su aislamiento forzado y su frustración para proyectarse a
acciones de tipo colectivo. Sólo así retomará el lugar que le corresponde en la lucha del hombre por
conquistar su propia humanidad, restituyendo el arte, en la dinámica de esa lucha, la función social
que justifica su existencia, y rescatando a la obra artística, a través de la superación del régimen
capitalista, de su actual alienación como mercancía.
Esa lucha no es otra que la lucha política revolucionaria, y en ella el artista tiene el deber y el derecho
de participar con su obra, incorporando el arte, como un arma más, de denuncia, desmitificación,
y de acción exaltante, insustituible en el campo de la emotividad humana que le es propio.
El mismo desarrollo capitalista, generador del divorcio y aislamiento entre el arte y la sociedad
plantea en la actualidad, y como un ejemplo más de la esencia contradictoria del sistema, la
posibilidad concreta de esa incorporación del arte a la lucha revolucionaria, en una proporción y
con una eficacia inalcanzables en otras épocas.
La magnitud y perfección de los mecanismos de comunicación de masas, mediante los cuales
dicho sistema ejerce la mayor parte de su acción alienante y distorsionadora de la conciencia
colectiva (periódicos, publicidad comercial, radio, TV, etc.) y el hecho de que esa acción se realice
244
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
principalmente a través de la utilización desvirtuada de los medios expresivos propios del arte
(imagen, sonido, color, etc.), así lo demuestran.
En el terreno de la plástica, por ejemplo, desde el simple volante agitativo hasta los muros de una
organización sindical o política, pasando por los afiches, las ilustraciones en periódicos, revistas,
libros, en fin, todo aquello que acepte la inclusión de una imagen plástica, puede y debe transfor
marse en vehículo de la incorporación del arte a la lucha.
Atentos a lo expuesto, los artistas plásticos agrupados el mes de octubre último con motivo del
homenaje a Latinoamérica y a nuestro compatriota Ernesto “Che” Guevara, hemos decidido man
tenernos unidos, aunando esfuerzos en función del logro de tal fin, sabiendo que de dicho logro
depende en última instancia nuestra realización humana integral, dando un sentido socialmente
valedero a nuestra obra e iniciando la marcha hacia su rescate de la alienación en que se encuentra.
Tenemos clara conciencia de que todas estas aspiraciones sólo lograrán su satisfacción total con
la superación definitiva del régimen capitalista. Que mientras éste se sobreviva será imposible
restituir al arte la plenitud de la función social que le corresponde y rescatar totalmente a nuestra
obra de su condición de mercancía.
El control por parte de la burguesía y el imperialismo de los más poderosos medios de comunica
ción social actuará permanentemente como un impedimento a la difusión masiva de un arte verda
deramente expresivo de la realidad social, es decir, humana, dejando filtrar tan solo aquellas obras
cuya inocuidad para el régimen constituye la mejor garantía del carácter superficial, cuando no
falaz, de su contenido.
Por otro lado, así como el obrero más consciente y revolucionario no puede sustraerse, bajo el
régimen capitalista y por razones de supervivencia, a alienar su propia fuerza de trabajo en
beneficio del capital que lo oprime, por idénticas razones, tampoco los artistas podremos sustraer
nos a la alienación como mercancía de una parte de nuestra obra.
Pero tenemos también plena conciencia de que, si bien la total realización de los fines propuestos
depende de la definitiva superación del capitalismo, una y otra cosa, sólo serán alcanzadas en un
proceso de lucha constante e implacable en el cual ya nos encontramos envueltos junto a todas las
fuerzas sociales conscientes del carácter deshumanizante de la situación presente.
Asumir esa conciencia en forma activa y práctica como artistas, en absoluta Identificación con
nuestra actuación como militantes revolucionarios, es la tarea que nos proponemos y de la cual
derivará todo nuestro programa de acción.
El carácter de esa tarea y los fines que tiende a realizar están determinando de por sí el principal
destinatario que ella debe tener. Tal destinatario no puede ser otro que el agente histórico de
cambio social. Y ese agente en la actualidad de nuestro país, es la clase obrera y las mayorías
populares que ella está llamada a acaudillar.
Las formas de nuestro accionar estarán también determinadas por los fines propuestos. La pre
sencia permanente de esos fines en los medios empleados para llegar a ellos tiene que ser una ley
inquebrantable de ese accionar.
Si concebimos la superación definitiva del capitalismo, con los vicios ideológicos inherentes a la
escala de valores burgueses que le es propia, como la instauración del socialismo en escala
mundial, tal cosa significa que en las formas de nuestro accionar habrán de ser abandonados
todos esos vicios dando paso a las normas de conducta que el ideal socialista expresa.
Así, por ejemplo, en el terreno específicamente plástico, dichas formas deben asumir cada vez que
lascircunstancias lo permitan, un carácter experimental colectivo, tendiente a superar el aislacionismo
individualista burgués que ha caracterizado al arte de los últimos siglos.
Pero, decimos superar, y no simplemente negar. Esto significa elaborar formas en las que la
individualidad del artista, lejos de esfumarse, despliegue al máximo sus posibilidades en el marco
de acción colectiva y gracias a ella.
Si, tal como pensamos, lo individual sólo se desarrolla a través de lo social y toda actitud de
repliegue y aislamiento frente a él se erige en un obstáculo al pleno y sano desenvolvimiento del
individuo, no podemos entonces aceptar la expresión cerradamente individualista y aislada, como
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P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
la forma más perfecta posible de expresión artística. Pero tampoco podemos aceptar la concep
ción medioeval que, en aras de una supuesta inspiración socialista, proclama la anulación de la
individualidad del artista en obras de tipo colectivo. El nacimiento de la conciencia individual fue,
probablemente, el saldo más positivo que ha dejado la cultura burguesa. Negarlo en el arte, en
función de una idealización del colectivismo indiferenciado que precedió a su nacimiento es asumir
una actitud totalmente ajena al carácter histórico superador implícito en la concepción socialista del
hombre y de la vida.
Conocemos de antemano las dificultades que presenta la realización de una tarea como la que nos
proponemos. Ellas derivan del peculiar momento histórico y político que vive el país.
La propiedad privada burguesa y el Estado que la sostiene controlan los resortes fundamentales
de difusión política y cultural, combatiendo, como es lógico, toda posible proyección social de un
arte de contenido verdaderamente revolucionario.
Por lo tanto, un arte tal, considerando su naturaleza y sus fines, no podrá difundirse masivamente
si no es con el apoyo de la clase obrera política y sindicalmente organizada en función de objetivos
revolucionarios.
La actual ausencia de organizaciones políticas realmente representativas de los intereses históri
cos fundamentales del proletariado y el oportunismo político de los sectores burocratizados que
constituyen la mayor parte de la dirección sindical, se erigen, pues, en un serio obstáculo a
nuestras aspiraciones.
De ahí que la lucha por incorporar nuestro arte a la actividad revolucionaria de la clase obrera,
se entronca dialécticamente con la lucha de ésta por acceder a la autoconciencia de sus
finalidades históricas.
Sin dicha autoconciencia no podrá existir en escala masiva la incorporación del arte a la lucha, y, al
mismo tiempo, todo lo que se haga en pro de esa incorporación debe estar impregnado de aquella
finalidad política fundamental: la toma de conciencia por el proletariado de su papel directivo, sin
tutelajes de ninguna especie, en el proceso de liberación nacional y social de nuestra patria
latinoamericana.
C ultura
Al hacer este balance de la cultura pienso que debemos tener en cuenta que "cultura" es una sucia
palabra; y que la más usada de sus muchas acepciones es la que implica que cultura es una parte
de los bienes que poseen algunos reducidos grupos sociales. Me refiero en especial a la cultura
estética. Las ciencias, humanidades, etc., si bien comparten algunas de las características déla
estética, tienen otras que las diferencian.
Me parece que hay una suerte de escondida e inconsciente complicidad entre las élites producto
ras de dinero y las élites productoras de cultura estética para limitar el significado de aquella
palabra a lo que ellos mismos hacen, compran o usan. En plástica, por ejemplo, cultura general
mente significa, y significaba para muchos de nosotros hasta hace muy poco tiempo, la historia
oficial y culta del arte, en especial la más reciente, es decir el impresionismo, el cubismo, el
surrealismo, la abstracción, etc. Nuestra actividad estética sufría una fuerte influencia de aquella
historia y nuestros propósitos se dirigían a participar en la elaboración de un nuevo eslabón de
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
aquella cadena de escuelas, a producir una nueva rotura, un nuevo sobresalto, algo que se solía
llamar “revolución" en el arte, y que luego se transformaría en un nuevo peldaño en la escalera del
arte culto, escalera que es sólo transitada por sus constructores, por sus compradores, por un
pequeño público de gustadores de arte, y por los intermediarios, críticos, periodistas, funcionarios
de la cultura estatal, m archands, etc.
La actividad artística suele estar gobernada por un intercambio de prestigios. La élite del dinero
prestigia a los artistas financiando los salones y premios estatales y privados, prestando espacios
en sus medios de información para publicitar al arte, para ir escribiendo por medio de los teóricos
y estetas la historia del arte que ella prefiera, y publicando los libros y revistas que jerarquizan, que
sacan de la nada, las obras que ella elige.
Los artistas así aureolados por la élite le entregan en canje sus cuadros, sus poemas, su música,
todas esas cosas que la élite del dinero necesita y utiliza como señaladores de prestigio cultural y
con los cuales justifica su poder y su dinero.
El arte, proclamado por sus autores y por sgs compradores, como una de las más generosas y
elevadas actividades humanas destinado a enriquecer la vida de todos los hombres, es en
realidad un adorno de un pequeño reducto desde el cual los grupos adinerados lanzan sus
campañas de represión, sus cuartelazos militares, su policía brava, sus bombarderos. El arte no
sirve hoy para enriquecer la vida humana: sólo se usa para complacer a unos pocos y para que
éstos la usen como un arma más para poner la vida humana a su servicio, al servicio de las
minorías cultas o seudo cultas.
Los artistas en general no saben, no se dan cuenta, que son los colaboracionistas de los gobiernos
del dinero sostenidos por los fusiles y justificados por la cultura occidental y cristiana, que ellos
están prolongando. No se dan cuenta que cada vez que se produce un levantamiento revoluciona
rioen alguno de los países llamados económica y culturalmente subdesarrollados, la cultura occi
dental es una bandera que instantáneamente aparece y acompaña a la policía, a los generales, a
las bombas. Y que mientras éstas actúan, los artistas siguen tejiendo nuevas banderas que serán
usadas en nuevas represiones.
Las banderas, ya utilizadas por los ejércitos colonialistas para esclavizar indios y negros con el
pretexto de civilizarlos y cristianizarlos, es enarbolada ahora mismo en Asia donde un país con una
de las más copiosas producciones culturales intenta aniquilar metódicamente a un pueblo cuya
cultura nosotros ni siquiera conocemos. Cuando nosotros observamos los cuadros pintados en
Estados Unidos lo hacemos en una actitud estética que olvida que esos cuadros forman parte de
esa cultura en cuya defensa se hace y se justifica esa guerra, y que esa cultura vista desde un
pueblo vietnamita oombardeado toma su verdadero significado, el que le atribuye Fanón: cultura
occidental significa muerte.
Singular es la diferencia en las reacciones que despierta una guerra entre países cultos a las que
origina el asalto a un país “subdesarrollado’' por parte de un país culto. Cuando los alemanes
invadieron Europa, la guerra tenía dimensiones catastróficas y los alemanes eran tan nazis como su
cultura. Cuando en cambio Estados Unidos invaden Vietnam la guerra, en vastos sectores del
mundo “desarrollado”, es vista como lejana y accidental y la mayor preocupación que despierta es
su posible extensión al mundo culto. Y por otra parte cuando se acercan a su cultura lo hacen como
si fuera el producto de otro país. Matanzas en el Vietnam y arte norteamericano son considerados
como dos expresiones independientes. Me pregunto si eso es cierto y si no tenemos que tener por
iomenos la sospecha que así como gran parte de la cultura alemana era nazi, la cultura norteame
ricana, que en parte es la nuestra como occidentales, participa en algún grado de la conducta de
sus clases dirigentes, apoyadas por la mayoría de los norteamericanos, que paralelamente a la
fabricación de sus bombarderos y con el mismo dinero, se preocupan por fomentar su arte,
desparramar su cultura, endiosar a sus artistas.
Una buena parte de la cultura estética que hoy se produce tiene una característica que en el
pasado no poseía: su impenetrabilidad; la limitación en el público que llega hasta el arte contempo
ráneo no se debe entonces solamente a la valla del dinero, a ese mínimo nivel económico necesario
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para tener tiempo, energías y estado de ánimo como para buscar y gustar la obra de arte, sino que
a eso se suma el tipo de obra que se produce que es en general inaccesible, incomprensible, para
el común de los mortales.
Pareciera que las clases pudientes, en su afán por diferenciarse del pueblo, en su afán por buscar
un señalador que los distinga de las “masas” y que no pueda ser vulgarizado y utilizado por otros,
perdiendo así su característica diferenciante, hayan fomentado a los artistas, en especial a la
vanguardia, a producir los indicadores más incomprensibles, las palabras más difíciles, los signos
más impenetrables para que, expuestos a la luz del día, continuaran conservando ese carácter de
secreta contraseña de la logia de la cultura y del poder. Los artistas, al producir esas contraseñas,
se desinteresaron en su mayoría de todos aquellos que sus obras no comprendían, el pueblo, y
establecieron en cambio una activa interacción, un dar y recibir, con el público que decía compren
derlos, es decir, con la élite del dinero y sus intermediarios.
Es posible que se piense a esta altura en las diferencias entre las diversas escuelas y grupos y se
suponga que existen diferencias en el grado de inconsciente complicidad de los artistas con su
pequeño público. Si bien tales diferencias existen en algunos pocos casos, en la mayoría sólo se
trata de matices estéticos. Me parece que la realidad es ésta: la élite del dinero no es un todo
indiferenciado sino que comprende grupos distintos con gustos distintos; existe una cierta estra
tificación cultural que demanda un estratificado suministro de señaladores de prestigio cultural, de
objetos que adornan su vida y sus casas. La estratificación de los artistas, que abarca de la
academia a la vanguardia, responde a las exigencias de ese mercado consumidor. Ese mercado
tiene galerías, salones, críticos y teóricos para todas las tendencias. Las luchas Internas, las
críticas despiadadas de una a otra escuela, academia versus vanguardia, figuración versus abs
tracción, que parecen reflejar grandes divergencias ideológicas, en realidad sólo se refieren a
distintas opiniones estéticas por la competencia personal y las luchas de prestigio, que desapare
cen cuando se observa la realidad del conjunto de casi todo el arte contemporáneo aislado del
pueblo y al servicio de las clases adineradas.
En la asociación del adinerado con el artista surgió un arte que tiene un casi constante común
denominador, un invisible reglamento académico que gobierna a casi todas las obras contemporá
neas y en especial a las vanguardias que se precian de ser antiacadémicas: la preponderancia de
la forma sobre el significado que o no existe o es intranscendente, oscuro o accidental. La obra no
refleja el pensamiento de un autor y menos su ideología: se limita a ser una composición formal
destinada a complementarse con la personalidad del espectador para excitarlo, conmoverlo, sor
prenderlo o complacerlo, pero sin decirle nada claro y racional. Lo que eliautor del cuadro puede
eventualmente querer decir es presentado en forma tan confusa que, al pasar por el filtro de la
sensibilidad del observador, se transforma en cualquier cosa que éste desee o le plazca interpretar.
Algunos artistas rompieron aquel reglamento y se propusieron transmitir ideas, críticas, política,
con sus obras. Sufrieron uno de estos tres destinos: o fueron prohibidos por la censura policial o la
autocensura de los intermediarios; o fueron ignorados por los medios de información y por los
intermediarios; o fueron alborozadamente festejados por la élite que esos mismos cuadros estaban
atacando. El triunfo de las obras significó el fracaso de las intenciones. La denuncia fue ignorada y
el arte fue aplaudido: el arte se convirtió en el enemigo del denunciante, en el apaciguador de sus
rencores, en el tranquilizador de sus ideas. Frente a esos cuadros políticos casi nadie habla de
política, todos hablan de arte. La denuncia es comprada por el denunciado y usada no sólo como
señalador de prestigio cultural, sino también como señalador de esa tolerancia, de esas libertades
que, como la libertad de expresión y de prensa, constituyen otro de los mitos que maneja con
eficacia la élite del dinero.
Para volver al tema de esta reunión, me parece que en 1968 se han producido, además de todo lo
negativo que dio este año, algunos hechos que tendrán influencia en nuestra futura estética.
Limitándonos al campo de la plástica algunos de esos hechos son:
La formación de un grupo de arte político constituido por artistas que desde hace años y contra la
indiferencia y a veces el rechazo de una buena parte del medio cultural, trabajan en esa tendencia,
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
con otros que ahora se inician, y que se concretó en el homenaje al Che, segunda edición de la
muestra que se realizó en 1967, y que me parece fue uno de los mejores ejemplos de arte con
contenido claro, directo y eficazmente transmitido. La suerte de la primera muestra, clausurada
bajo amenaza policial, y de la segunda casi totalmente Ignorada por los medios de información,
señala el destino que aguarda a las obras que hieren o desagradan a las clases que nos gobiernan
oa sus representantes policiales o militares.
Un segundo hecho lo constituyó la desintegración de la vanguardia formalista que se agrupaba
alrededor del Instituto Di Tella, Museo Nacional, Museo de Arte Moderno, Premio Ver y Estimar, etc.,
de la cual se desprendió un numeroso grupo de artistas de Rosario y de Buenos Aires, con el cual
trabajé, y que produjo además de la muestra-denuncia "Tucumán Arde", clausurada también bajo
amenaza policial en la CGT, numerosas conversaciones y discusiones que sirvieron para aclarar y
fundamentar la posición de nuestro grupo. Entre ellas, quizá la principal, sea la de renunciar a todo
tipo de premio, galería, etc, que integre el circuito controlado por la élite.
Un tercer hecho que me parece importante es un cambio en la actitud de algunos artistas de
izquierda que solían antes agruparse con artistas ideológicamente indiferentes o liberales, obede
ciendo a coincidencias estéticas y olvidando diferencias ideológicas, y que ahora en cambio
adoptan la actitud contraria: las coincidencias ideológicas están por encima de las divergencias
estéticas. Este cambio de actitudes ha hecho posible la realización de este encuentro, excelente
¡dea de su organizadora Margarita Paksa, y señala además que las formas estéticas no nos
interesan por sí mismas sino por su utilidad para transmitir ideas. De modo que la larga serie de
escuelas cuya principal caracterización era formal, es abandonada. Nosotros nos agrupamos no
con quienes usan las mismas formas sino con quienes tienen las mismas ¡deas y quieren usar la
estética para expresarlas y luchar por ellas. Esta no es una escuela formal, este es un grupo que
se distingue por los significados, la intención y los propósitos de su obra, cualquiera sea la forma
elegida, óleo, fotografía, cine, etc. El arte se mide por la eficacia de la obra.
La duda que seguramente quedará planteada en esta reunión es la siguiente: ¿sirve realmente la
estética, el arte, para hacer política? Sabremos nosotros usar, para otros fines, la experiencia
estética que adquirimos haciendo cultura para la élite? Podremos desembarazar nuestra sensibi
lidad de los vicios allí adquiridos para poder acercarnos a todo ese mundo de la cultura popular
que la élite rechaza y hacer entonces una estética antiélite que nos permita comunicarnos con los
sectores sociales cuya ideología compartimos?
Metemo que la respuesta puede ser negativa, que la estética no nos sirva, que no sepamos usarla,
que no logremos inventar otra. En tal caso, me parece, será mejor abandonarla y buscar otras
formas de acción y de expresión.
León Ferrari
Castelar, 25/12/68
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P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
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D el D i T ella a " T u cum án A r d e"
11. La disolución
“La mayoría de los artistas plásticos que hicieron ‘Tucumán Arde’ dejaron, momentánea o
definitivamente, de pintar. Se podría decir que este dato revela una de las formas más
extremas que puede adoptar la relación entre estética y política, que consiste en la absorción
de la práctica estética por la función política. Pero aunque no se tratara sino de un caso
extremo, da la tónica de un clima... sin cuyo reconocimiento resultarían poco comprensibles
buena parte de las experiencias estéticas de esos años”.229
229. María Teresa Gramuglio, “Estética y política”. En Punto de Vista N° 26, Buenos Aires, 1986, p. 3.
230. Si bien podría pensarse que la práctica de expulsiones es frecuente en el comportamiento
sectario de otros grupos vanguardistas (por ejemplo, el Surrealismo, el Letrismo y el Situacionismo),
eneste caso el motivo que desencadena la expulsión remite a condiciones de funcionamiento
análogas a las de los grupos políticos clandestinos).
231. Según nos relata Mimí Escandell, llegaron a convocar a un equipo de psicólogos que, en una
sesión grupal, intentó conjurar lo que parecía inevitable.
251
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cxvxe nírv^jjxvo cié eVVos tevottvo a\ ámbito de las 'Artes plásticas en Vos años inmediatos.
Los artistas (los porteños y los rosarinos, los que estuvieron y los que no en esa última
reunión de balance) cumplieron el pacto durante mucho tiempo...
Algunos optaron por volcarse a la actividad política directa-, es el caso de Eduaido
Favario y el de Eduardo Ruano, que ingresan en el Partido Revolucionario de los Traba
jadores (PRT-El Combatiente), que en 1970 formaría el Ejercito Revolucionario del Pue
blo (ERP), la más importante guerrilla marxista argentina de esos años.
Desde ese momento a octubre del ‘75, en que Eduardo Favario, junto a otros cuatro
integrantes del ERP, es acribillado por el Ejército mientras estaba haciendo prácticas enun
campo cercano a Santa Fe, quedan escasos testimonios de lo que fue su experiencia, yaen
la clandestinidad. La necrológica que firma su compañera en la publicación “Estrella Roja”233
informa que participó de la dirección regional de Rosario, ligado a tareas de propaganda,
para pasar en 1973 a formar parte de la Redacción Nacional de la organización.234
Rubén Naranjo abandonó la pintura desde entonces y se abocó a la militancia en
los organismos de derechos humanos, actividad que vertebra su vida hasta hoy.
Mimí Escandell se integró al Grupo Pueblo de Rosario, que entre otras actividades
político-culturales organizaba proyecciones clandestinas de “La hora de los hornos”. 1
Emilio Ghilioni dejó de pintar por nueve años. Graciela Carnevale se alejó de toda
actividad artística por largos años, exceptuando algún evento colectivo: en 1972 viaja a
Santiago de Chile y en 1973 a Cuba para participar de la delegación argentina en el
Encuentro de Artistas Plásticos del Cono Sur y en el Encuentro de Artistas Plásticos
Latinoamericanos, a los que haremos referencia en las páginas siguientes. También en
1973 integra con Renzi y Lavarello lo que llaman “Grupo de Contrainformación”, que
produce un audiovisual referido a la masacre de Ezeiza, los violentos incidentes produ
cidos en los alrededores del aeropuerto, el 20 de junio, cuando retornó Juan Domingo
Perón a la Argentina.235 El grupo, al presentar el audiovisual, emite una extensa declara
ción de la que extraemos los siguientes párrafos:
232. Al respecto, el testimonio de Rubén Naranjo: “Después de esa experiencia tan contundente
y traumática, sin acuerdo de partes, sin acordar no pintar más, todo el grupo dejó de trabajar [J
El que en menor tiempo empezó a pintar demoró cinco años. Habíamos recibido un shock". En
“El jardín ha vuelto a florecer”, en Risario, Rosario, N° 15, abril 1984.
233. “Tte. Eduardo Favario”, en Estrella Roja N° 67, Organo del Ejército Revolucionario del Pue
blo, 29 de diciembre de 1975. Véase catálogo Eduardo Favario: entre la pintura y la acción,
Parque de España, Rosario, 1999.
234. Sobre el pasaje de Favario a la política, véase Longoni, 2000.
235. El guión de este audiovisual está publicado en el libro ya citado de Guillermo Fantoni (1998:
113).
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D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
Equipo de Contrainformación
Los componentes del grupo provienen del ámbito de la plástica. Como pintores o dibujantes
participaron en años anteriores de diversos grupos y movimientos que fueron algunas de las
formas de expresión de la vanguardia artística de nuestro país.
A través de una crítica a esa misma vanguardia acceden, cada uno por distinto camino, a un
cuestionamlento político e ideológico del hacer artístico.
En 1968 participan junto a otros pintores, fotógrafos, escritores y sociológos en “Tucumán Arde”,
obra de denuncia colectiva sobre la miseria y explotación del pueblo de esa provincia.
La búsqueda posterior de un camino correcto para encauzar su actividad los lleva a constituir en
1973el equipo de Contrainformación.
Son objetivos del grupo el integrarse como militantes revolucionarios, por medio de los instrumen
tos expresivos específicos, a la lucha del pueblo por su liberación. Para ello se han propuesto
realizar trabajos que estén al servicio de las tareas de concientización y propaganda y que al
mismotiempo estimulen las distintas formas de expresión popular, pretendiendo de esta manera,
contribuir al largo proceso de formación de una cultura revolucionaria.
En tal sentido el grupo adhiere plenamente a los documentos: “Llamamiento a los artistas plásticos
latinoamericanos, La Habana 1972” y “Declaración del Encuentro de Plástica Latinoamericana, La
Habana 1973”. [...]
Laelección del tema “Ezeiza”, se realizó a poco de ocurrir la masacre, bajo el impacto emocional de
laenorme movilización popular y la tremenda agresión orquestada por la derecha del peronismo.
La obra se desarrolla en dos niveles narrativos: el relato testimonial de un obrero peronista del
interior que viaja a recibir a su líder, relato éste ¡lustrado con dibujos en colores, y el relato documen
tal en el que se expresa la posición del grupo y que se apoya en fotos documentales y en banda
de sonido grabada en el lugar de los hechos.
En este relato se vincula esta masacre a otras de nuestra historia que mostraron siempre al pueblo
como víctima y a la reacción como verdugo.
La forma de expresión elegida obedece al criterio de que el lenguaje debe estar al servicio de la
comunicación y supeditado, por tanto, al contenido y al destinatario del mensaje. Esta obra está
pensada básicamente para proyectarse en barrios y sindicatos y provocar una polémica posterior.
Suvalor sólo se puede medir en relación a su eficacia, es decir, en la medida en que llega a cumplir
sucometido político.
"Ezeiza” fue realizado cuando no era posible todavía tener una clara conciencia de todas las
proyecciones políticas del hecho. Por eso hoy debemos expresar una conclusión que no figura en
la misma, ya que es evidente que esta masacre marca el comienzo de una profunda ofensiva
reaccionaria caracterizada por la represión a las movilizaciones populares y a las organizaciones
revolucionarías, a cargo de la misma policía y ejército de la dictadura militar y del accionar de los
grupos parapoliciales y paramilitares fascistas que actúan con creciente Impunidad, asesinando a
un número ya impresionante de militantes populares. Todo ello en el marco de una legislación
represiva que no responde a las expectativas populares.
Por eso Ezeiza es también el comienzo de una gran decepción y de un proceso que marcará un salto
cualitativo en la conciencia de la clase obrera llevándola a desligarse de todo proyecto burgués.
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El grupo porteño, si bien nunca había tenido el grado de organicidad que demues
tra el grupo rosarino, había llegado a la muestra prácticamente disgregado y cruzado por
enfrentamientos que ya mencionamos. Cada uno de sus integrantes siguió trabajando
por su cuenta en diversas iniciativas de militancia político-cultural, por fuera del circuito
de las artes plásticas.
León Ferrari -p o r varios años- dejó de trabajar en arte, salvo algunas convocato
rias colectivas de arte político, especialmente las que impulsó la SAAP. Entre el ‘70 yel
‘76 milita activamente en el Foro de Buenos Aires por los Derechos Humanos y en el
Movimiento contra la Represión y la Tortura. Después del último golpe de estado, debe
exiliarse en Brasil, en donde retoma su producción artística.
Margarita Paksa trabajó hasta los primeros ‘70 en una Unidad Básica peronista <
La Tablada (localidad del Gran Buenos Aires), en la que coordinaba diversas activida
des (murales, teatro, etc.) en villas miseria de la zona. Vuelve a exponer, recién en el año
1977, una serie de dibujos que pueden ser leídos como metáforas de la tortura y 1
represión, titulada “El Banquete”.
Pablo Suárez colaboró en los primeros meses de 1969 con el comité de huelga de
“Fabril Financiera”, un establecimiento gráfico. Integró, con otros artistas, un grupo que,
para la agitación del conflicto, diseñó, produjo y distribuyó materiales gráficos como
afiches e historietas.236 Optó, poco después, por retirarse al campo, en donde se aisló
durante años de casi todas sus relaciones.
Roberto Jacoby integró, junto a Beatriz Balvé,237 al cineasta Octavio Getino y al psicoa
nalista Antonio Caparros, entre otros, el grupo “Agitación y Propaganda”. Además de cola
borar en proyecciones clandestinas de “La hora de los hornos”, el grupo produjo dos núme
ros de la revista (o, mejor, antirrevista) Sobre. Consistía en la recopilación de materiales
disímiles y de diverso origen (afiches, volantes, historietas, artículos sobre experiencias
culturales en el país y el extranjero, manifiestos, documentos, etc.), dentro de un sobre de
papel madera que llevaba impreso el contenido en el frente, y en el dorso un llamamiento
explícito al lector a intervenir en el Sobre, extrayendo o agregando el material que quisiera.
La circulación mano a mano preveía que cada lector usara y modificara el Sobre, antes <
pasarlo a otro.238 Luego de esta nueva experiencia, que él define irónicamente como
“ultraclandestina”, Jacoby deja el ambiente de las artes plásticas por más de veinte años.
Otros integrantes del grupo porteño, que no habían participado en “Tucumán Arde”,
optaron por el abandono del arte más tarde o más temprano. Bony incluso lo recuerá
como una decisión colectiva.239
236. Dos de estas historietas, que no llevan firma, fueron incluidas en Sobre N° 1, mayo de 1969.
237. Beatriz Balvé no volvió a la actividad plástica, dedicándose desde entonces a la investiga
ción sociológica.
238. Véase el artículo de Ana Longoni, “Sobre : una antirrevista en el año del Cordobazo”, en
Causas y Azares N° 2, otoño de 1995.
239. Dice: “junto a Paksa, Píate y Suárez tomamos una decisión que, en mi opinión, superaba en
mucho la importancia de nuestras obras y que constituyó un hecho probablemente único en el
254
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Jorge Carballa persistió un par de años más en producir obras políticas dentro del
circuito artístico.240 Cuando en 1970 es invitado a la muestra de arte conceptual
“Information”, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la decadencia y el lujo
escandaloso del medio cultural norteamericano que desfiló el día de la inauguración
llevaron al artista a despedazar su propia obra y conducirla consigo a la calle. “Estará
mejor mañana, cuando la recojan los basureros, que allí dentro, entre esa gente”, recuer
da Carballa que pensó en ese momento. Fue su última incursión en las instituciones
artísticas por muchísimos años. Había adoptado -so lo y en el centro mundial del arte
experimental- el mismo gesto que sus compañeros habían tenido colectivamente en el
Di Tella al finalizar las Experiencias 1968.
Otros artistas de vanguardia, que no habían participado en “Tucumán Arde”, indi
vidualmente o en grupo, prefirieron preservarse a sí mismos y a su producción artística
de la hostilidad de la dictadura de Onganía y optaron por emigrar a otro medio cultural.
Es el caso del núcleo liderado por Alfredo Rodríguez Arias,241 e integrado por Juan
Stoppani, Roberto Píate y Marilú Marini. Píate conecta este traslado con la clausura del
“Baño” y dice al respecto: “La confirmación de esa censura es que hubo que tomarse un
avión e irse [...]. Me fui en octubre de ese año (1968) en el mismo avión de Alfredo Arias,
Mamcha Bo y Marilú Marini”.242 Este grupo venía de incursionar dentro del Di Tella
tanto en la plástica como en el teatro y la danza, actividades que continuaron desplegan
do en París, donde hoy son ampliamente reconocidos.
Por su parte, David Lamelas se instala en Londres en abril del ‘68, y continúa
produciendo obras conceptuales. Trotta vuelve a Italia -su país natal- en el ‘68, abando
na el arte conceptual y se dedica a la escultura. También la pareja Cancela-Mesejean
decide viajar a Nueva York en 1969 y al año siguiente se instala en Europa. Trabajan
como ilustradores de modas en Vogue y H arpers B a z a a r . En 1971, crean en París una
marca de ropa: P ablo a n d D elia.2Ai
Más allá (o más acá) de la opción de emigrar que adoptaron estos integrantes de la
vanguardia, trazar un mapa que rastree el final de los participantes en el itinerario del ‘68 nos
mundo: negamos nuestras carreras profesionales. Fue una reacción drástica ante los hechos de
censura que se venían sucediendo y una radicalización de la idea que teníamos entonces sobre el
papel que debía ocupar el arte en la sociedad”. Entrevista publicada en La Nación, Suplemento
‘Vía Libre”, 21-5-98, p. 27.
240. Véase la descripción de éstas y otras obras en la entrevista.
241. Así explica Rodríguez Arias: “El Di Tella representaba un lugar libre y todo lo que se hacía allí
era considerado una agresión contra los poderes constituidos: pelo largo, cualquier ligero acto
político. El Baño de Píate fue considerado políticamente ofensivo. Esa es la diferencia entre
Europa y América Latina: la idea de libertad es diferente. Por eso decidí marcharme, porque la
idea de poder se había vuelto muy arbitraria.!...] Tal vez no era intencional pero ese lugar (el Di
Tella) se volvió político para las autoridades”. En King (1985), pp. 272-273.
242. La Nación, Suplemento “Vía Libre”, 21 de mayo de 1998, p. 26.
243. Jorge López Anaya, Historia del arte argentino, Buenos Aires, Emecé,1997, p. 293.
255
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
lleva del vértigo que provoca un camino de sucesivos y abruptos quiebres, a una desoladora
culminación donde aparecen la muerte, la locura, el exilio, el abandono del arte.244
Los que después de ocho, diez o quince años pudieron volver a levantar un pincel
o se animaron a mostrar una obra, y de alguna manera lograron reinsertarse en el circui
to artístico, sintieron que algo similar a una traición aparecía entre sus manos.2'” Algo
similar a la vergüenza, a la delación, a la violación del juramento, a la mostración dolo-
rosa de las heridas. Guardaban un sentido de la ética que paralizaba toda posibilidad de
volver atrás, de regresar (o regresionar) a búsquedas estéticas previas.
Otras opciones
2 44. Las p alabras d e Renzi p ara exp licar su vuelta a la pintura (e n los añ os d e la última dictadura,
en el resgu ard o d e su ám b ito d om éstico , sin e x p o n e r durante m u ch o s añ o s) son sintomáticas:
“Para n o m o rirm e”. “P o rq u e si n o , m e volvía lo c o ”, d ice B o n y al co n tar su decisión similar
2 45. En e so s térm inos s e e x p re s a Em ilio Ghilioni: “Lo d e ‘T u cu m án A rd e’ nos paralizó a todos
durante m u ch o s añ o s y a varios p ara siem p re. M uchos creim o s q u e el arte n o servía para nada.
Q u ed ó un v a cío d o n d e la p ro d u cció n m erm ó y retom arla d esp u és era em p ezar de la nada, con
to d o lo q u e significaba el re to m o : era, d e alguna m an era, una traición a los principios que se
h abían estab lecid o allí. El reto rn o fue individual [...] y d olorosísim o, p orq u e el quiebre cotilas
instituciones trad icionales h abía sido total... Fu e un m ovim ien to radicalizado al m ango donde no
q u ed ó n ad a en pie, d e m o d o q u e q u ed am o s al m argen d e la socied ad , sin recu rsos, sin relaciones
y sin prod u ctividad . R etom ar, en to n ces, era u n a ca d e n a de vergüenzas" (lo s subrayados son
n uestro s). E n “La m u estra ‘T u cu m án A rd e’ fue un h e ch o inédito en el p aís”, en La Maga, 24 de
feb rero d e 1 9 9 3 ).
256
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
246. Se trataba, de acuerdo a un documento del gremio, de carteles y murales titulados: “La
Montonera”, “Homenaje a Felipe Varela”, “El Che Guevara”, “Martín Fierro”, “Por un 17 de octubre
socialista-revolucionario-nacional”, “Hacia la liberación de los argentinos junto al Tercer Mundo”,
‘Sóloel pueblo salvará al pueblo”, “Córdoba, 1969-1971, por un Argentinazo Definitivo”, “Home
najéalos compañeros revolucionarios presos”, “Dibujos de Solidaridad y Lucha”, “Contra la violen
ciade los opresores, la violencia revolucionaria de los oprimidos”, “Homenaje a los compañeros
asesinados por la oligarquía en 1956”, “El corazón de la guitarra” y “La defensa del patrimonio”.
247. Aparece, por ejemplo, en folletos de grupos político-culturales vinculados a este sector,
comoel grupo de cine “17 de Octubre” de Santa Fe, uno de los núcleos de exhibición clandestina
del film“La hora de los hornos” en el interior del país.
257
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
248. El grabador Alberto Alonso, uno de los organizadores, señalaba: “El situacionismo parece haber
justificado su nombre: naturalmente, sólo por la situación creada nos reunimos para manifestarj
nuestra propuesta. Después de haberlo hecho recordamos la semejanza de actitud con nuestros
compañeros de Europa”. Panorama, 29/4/1969. Sobre el situacionismo, véase W.AA., Lacream\
abierta y sus enemigos (1997).
249. Según el registro periodístico de Panoram a (29/4/69), en el primero estaban Carlos Alonso,
Martínez Howard, Espirilio Bute, Mario Erlich y Ricardo Carpani. En el segundo, Ignacio Colombres,
Pablo Obelar, Alfredo Plank, Carlos Sessano, Juan Sánchez, Franco Venturi y Hugo Pereyra. j
250. Véase A. Longoni, “Los intelectuales en el Cordobazo”, en Todo es historia, N° 382, mayo
de 1999.
258
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
Salón Nacional), en 1971, son una manifestación flagrante de esta estrategia, llevada a
cabo colectivamente por un importante número de artistas.251
En aquella ocasión, varios artistas decidieron colectivamente participar con obras
que denunciaran la situación de los presos políticos del régimen de Lanusse. Había un
dato que predisponía a tomar esa decisión: algunos integrantes del jurado designado
tenían estrechos vínculos y coincidencias con este núcleo de artistas. Este jurado decidió
el 21 de octubre otorgar el Gran Premio de Honor al trabajo de Ignacio Colombres y
Hugo Pereyra “Made in Argentina” y el Primer Premio a “Celda”, de Gabriela Bocchi y
Jorge de Santamaría.
La obra de Colombres y Pereyra tenía como tema la picana eléctrica. Se trataba de
unafigura humana de acrílico, con las piernas atadas y los labios sellados con cinta adhesiva.
El cuerpo, quebrado por la cintura y anudado con un cable eléctrico que termina en una
picana, estaba dentro de una gran caja transparente de acrílico, en cuya base había un
letrero: “Picana eléctrica: instrumento de horror para la explotación y el coloniaje”. En el
extremo de la caja opuesto a aquel donde estaba la picana, se encontraba un tablero
eléctrico con el comando y el regulador de voltaje.
“Celda” (de Bocchi y Santamaría) consistía en un calabozo construido con tergopol,
conuna puerta cerrada con candado y una ventanita con barrotes. Cuando el espectador
se asomaba a esa ventana, un espejo lo reflejaba detrás de los barrotes, devolviendo
una imagen en la que él se veía preso. Junto a la puerta, estaba dispuesta una larga
(aunque incompleta, según aclaran) lista de más de 250 presos políticos y sociales.
Sin embargo, no sólo estos resultados no se anunciaron oficialmente, sino que los
dos primeros premios fueron declarados desiertos por la Subsecretaría de Cultura, la
inauguración del certamen no se realizó en la fecha anunciada y el Estado inició contra
los artistas mencionados una persecución judicial por delitos tales como “apología del
crimen” y “traición a la patria”.252
Al año siguiente, una asamblea en la SAAP decidió no participar y llamar al boicot
enla conformación del Jurado del Salón Nacional de 1972. Se resolvió también organi
zar un Salón Paralelo, bajo las consignas “libertad a los presos políticos, gremiales y
estudiantiles” y “derogación de las leyes represivas, de la pena de muerte, las torturas y
lacensura en el campo de las artes”.
la ausencia de una mayor frontalidad con las instituciones oficiales que algunos artis
tas deploraban en la posición de la dirección de la SAAP (que había vuelto a ser ocupada
porla lista encabezada por Leopoldo Presas y Raúl Lozza, orientada por el PC) aparece como
unode los detonantes de que un grupo más radicalizado de plásticos optara por organizar
por su cuenta un Contrasalón.
251. Para una reconstrucción más pormenorizada, véase A. Longoni, “Investigaciones Visuales en
el Salón Nacional (1968-1971): La historia de un atisbo de modernización que terminó en clausu
ra', en M. Penhos y D. Weschler, Tras los pasos de la norm a , Buenos Aires, Ed. del Jilguero, 1999-
252. Fueron censuradas también las obras de Oscar Smoje, Américo Castilla, Emilio Renart y María
LuisaSan Martín, y directamente rechazadas las presentaciones de León Ferrari y Ricardo Carpani.
P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
253- Integrado por Diana Dowek, Daniel Costamagna, Alfredo Saavedra, Magdalena BeccariniJ
Fermín Eguía y Norberto Maylis.
254. Mientras la SAAP estaba en ese momento bajo la conducción de una lista cercana al Partido
Comunista, algunos integrantes del Grupo Manifiesto estaban vinculados a uno de los sectores
que pocos años atrás había roto con el PC pro-soviético y estaba adherido a las posiciones del PC
pro-chino: el PCR.
255. El Grupo de los Trece, que aparecía en el catálogo como el Consejo de Dirección del
CAyC, estaba conformado por Jacques Bedel, Luis Benedit, Gregorio Dujovny, Carlos Ginzburg,
Víctor Grippo, Jorge González Mir, Jorge Glusberg, Vicente Marotta, José Luis Pazos, Alberto
Pellegrino, Alfredo Portillos, Juan Carlos Romero, Julio Teich, Edgardo Vigo y Horacio Zabala,
Se había constituido un tiempo antes a partir de una convocatoria de Jorge Glusberg.
260
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
256. En la misma línea conceptual era leída la actividad del CAyC en esos años por Marchán Fiz
(1986).
257, En la entrevista nos refiere que su obra “representaba la lucha de clases de una forma no
demasiado metafórica ya que en el juego siempre perdían los que detentaban el poder”.
261
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
catálogo por la violencia como elemento constitutivo de un “arte del pueblo”;2’8 una dimen
sión que él y Romero desarrollarían en muestras posteriores.
Horacio Zabala, con el título “300 metros de cinta negra para enlutar una plaza
pública”, presentó una obra que consistió justamente en rodear la plaza con una extensa
cinta negra. Cuestionando la “pretendida autonomía del arte”, insistía en el texto del
catálogo en que “el arte se define por la función que cumple dentro de la sociedad”.
Un año más tarde, en agosto de 1973, Leonetti, Pazos y Romero, junto a Perla
Benveniste y Edgardo Vigo, presentaron una obra común en el premio Acrilicopaolini,
realizado en el Museo de Arte Moderno. La obra, titulada “Proceso a nuestra realidad",
consistía en un muro de ladrillos de cemento de unos siete metros de largo. En el mismo
se colocaron carteles e inscripciones referidas a los sucesos políticos de esos años. El
posicionamiento de los artistas sobre la política inmediata aparecía expresado en una
consigna que se generalizaba en vastos sectores movilizados por esos días, escrita por los
artistas con una gráfica similar a la utilizada en los muros de la ciudad: “Ezeiza es Trelew",
El único elemento de acrílico (una exigencia para participar en el premio) se
encontraba en una tarjeta que se distribuía al público. En ella, una gota de acrílico
rojo, que representaba la sangre derramada,259 era acompañada de un texto que vincu
laba las masacres de Ezeiza y Trelew, exigía el castigo a los culpables y anunciaba que
“esta ‘g o ta d e s a n g r e ’ denuncia que el pueblo no la derrama inútilmente”. Del otro lado
de la tarjeta se retomaban definiciones sobre el tipo de arte a realizar: “un arte nacio
nal y popular, un trabajo grupal al servicio de los intereses del pueblo”.260
En el mismo premio, Zabala presenta una serie de botellas con diversos contenidos:
una rosa en agua, nafta y aceite (aludiendo, claro está, a la construcción de las bombas
caseras llamadas “molotov”).
En abril de 1973 Juan Carlos Romero realiza una exposición en el Centro de Artey
Comunicación (CAyC), titulada “Violencia”. Allí ocupó tres pisos del Centro y cubrió paredes
y piso con un afiche con una sola palabra: “Violencia”. Junto a esto expuso fragmentosdej
textos de diversos autores sobre el problema de la violencia e imágenes fotográficas dela
violencia en el país y el mundo tomadas principalmente de la revista sensacionalista ,-la j
El artista caracterizaba su propuesta como “arte de concientización ideológica”.®
sistía en otorgar un lugar privilegiado al espectador: “Lo que yo intento es que aparezca d
espectador-actor, el espectador que se meta en la obra artística como si fuera parte de él',
258. En un breve texto presentado en el catálogo bajo el título “Hacia un arte del pueblo',]
sostenía que el mismo debía ser directo, accesible, comprensible para todos; ético (“debe primar!
el contenido sobre la forma, cumpliendo cada obra una clara labor de concientización”); nacionfi
en su temática; comprometido en tanto cuestionador de las formas de todo tipo de poder,
violento, “como toda expresión de los pueblos que luchan por su liberación”.
259- Gota de sangre que podría remitir a los charcos de sangre, también de acrílico, que Ricardo
Carreira realizó en 1966.
260. Andrea Giunta analiza esta obra en “Destrucción-creación en la vanguardia argentina del sesentt
entre Arte Destructivo y 'Ezeiza es Trelew’”, en VV.AA., Arte y violencia, México. UNAM, 1995. m
262
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
El convulsionado clima político que se vivía se manifestó también entre los estudian
tesde Bellas Artes. En 1972, Ricardo Longhini y Claudio Garreta, estudiantes de escultura de
laEscuela Prilidiano Pueyrredón, generaron un movimiento en el tumo noche en tomo a
una propuesta vinculable al arte p ov era: acumularon desechos, trastos, obras inservibles,
abandonadas o inconclusas. En 1973, a partir de la lectura del libro de Rodolfo Ortega Peña
yEduardo L. Duhalde, Felipe Valiese: proceso a l sistema, quince estudiantes colaboraron con
Longhini en la realización de un mural en FOETRA: una chapa oxidada de 23 metros de largo
por tres de alto. “En un extremo, una foto en negativo blanco y negro de una persona
agarrada a un árbol, como relata el libro que fue la reacción de Valiese para evitar su secues
tro”. La chapa tenía marcas que recordaban sus manos aferradas. Al otro extremo de la
chapa, una puerta con la lista de los secuestradores que figura en el mencionado libro, bajo
el título: “Estos son los responsables del secuestro y desaparición de tu compañero Felipe
Valiese. Tu deber y el de todo argentino es hacer que lo paguen”.262
Poco antes de la asunción de Cámpora, en mayo de 1973, una serie de murales
fueronexpuestos en un acto público en la esquina de Avenida del Libertador y La Pampa.
Anteunas doscientas personas los organizadores exigían que no hubiese ni un solo día de
gobierno peronista con presos políticos. Debajo de un cartel pintado reclamando “indulto
alos combatientes”, se expusieron siete trabajos (de un metro y medio por dos de alto)
261, Aunque el cronista de la revista Así señalaba en una nota (Io de mayo de 1973) que “una
simple ojeada a los titulares de revistas y periódicos bastó para que el artista encontrara el
fundamento de su pensamiento, ia certeza de que vivimos en una sociedad violenta y violenta
da; suobra derivaba de una reflexión que trascendía en mucho “una simple ojeada” y se vincu
laba con su actividad artística y política en esos años, así como con su experiencia desde la
década del sesenta en ambos campos.
262. Texto de León Ferrari, en el catálogo Juventud maravillosa, muestra de esculturas de 1972
ydibujos de 1973 de Ricardo Longhini, Filo espacio de arte, 1999.
263
P a r t e II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
que configuraban, según Hugo Monzón (crítico de La Opinión), “un friso de unitario con
tenido político”. Colombres y Pereyra insistían en la línea de su obra censurada de 1971,
con una figura encadenada y torturada; mientras los otros artistas, Ricardo Carpani, Oscar
Smoje (que había diagramado las páginas del semanario CGT en 1968), Fazzolari, Juan
Manuel Sánchez, Luis Felipe Noé y Elena Diz, presentaron trabajos que también represen
taban la situación de los detenidos y las consecuencias de la violencia represiva.
En vísperas del fin de año de 1972, un amplio grupo que incluía a León Ferrari y
Ricardo Carpani denunció en una conferencia de prensa en la Asociación Argentina de
Psiquiatría, la sistemática violación de los derechos humanos en las cárceles de la dicta
dura. La denuncia pública coincidía con el inicio de una huelga de hambre de los 600
presos gremiales, políticos y sociales del país, junto a sus familiares. Uno de los voceros
del grupo, el escritor Noé Jitrik, al explicar la iniciativa se refirió a su compromiso en
tanto intelectuales, a quienes definió como un “grupo específico, en el cual la sociedad
entera deposita ciertas expectativas (y ante las cuales) nos vemos colocados delante de
una responsabilidad que afrontamos con absoluta seriedad”.
Este tipo de posicionamiento público en el que los sujetos reivindican su condi
ción de intelectuales para intervenir públicamente se repitió en los años sucesivos. A
fines de 1973, ya con Juan D. Perón en la presidencia, otros “trabajadores de la cultura’,
entre los cuales se encontraba nuevamente Carpani, denunciaban las proyectadas refor
mas del Código Penal, incluyéndolas “dentro de la escalada represiva instrumentada
por la amenaza del autoritarismo oscurantista”.
263. Allí participaron artistas de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, México, Panamá, Perú,
Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.
264
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
264. Como parte de la misma iniciativa regional, en la Argentina, se intentó organizar en 1972 la
edición de carpetas con la participación de alrededor de 40 artistas. Aunque finalmente la inicia
tivano pudo concretarse, el título de las carpetas era también “La América del Che”, y se progra
maba que los originales de 42 cm x 60 cm, en blanco y negro, circularían por diversos países.
265
P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
Ante los hechos que denunciaba, los artistas se proponían no permanecer ajenos,
sino participar de las luchas populares con su oficio y sus obras, organizando exposicio-1
nes o espectáculos de protesta bajo el tema: “Contra la Represión y la Tortura - Por la
libertad de los Presos Políticos”.
La repercusión del encuentro de La Habana llega a París, donde varios artistas
latinoamericanos residentes, entre ellos Julio Le Pare -q u e había participado de ese
evento-, se constituyeron en un grupo de trabajo con el nombre “América Latina No
Oficial. Grupo de París”. Entre otras actividades, el grupo se proponía hacia noviembre
de 1972 la edición de un boletín para difundir acciones y documentos de artistas y|
grupos incluidos en los principios del Llamamiento, a partir del boletín que se editaba
en La Habana, y programaban para enero del año siguiente una exposición en París
sobre el tema “Opresión, Represión y Lucha del Pueblo Latinoamericano”.
En octubre de 1973, al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte del Che, se
realizó el Segundo Encuentro de Plástica Latinoamericana, nuevamente en La Habana.
Allí participaron 37 “delegados” de varios países de la región, y la presencia argentina
fue más numerosa que el año anterior. Esta vez estuvieron, según consta en el catálo
go, Graciela Carnevale (integrante del FADAR), Ricardo Carpani, Ignacio Colombres,
León Ferrari, Luis Felipe Noé y dos residentes en París, Le Pare y Marcos.
Realizado a un mes del derrocamiento de Salvador Allende en Chile, la situación
de este país y el homenaje al presidente asesinado ocuparon gran parte de las discusio
nes políticas del encuentro. Asimismo se expusieron obras de artistas participantes yse
analizó el trabajo realizado en cada país por los centros coordinadores derivados del
encuentro y Llamamiento del año anterior.
Las conclusiones y acuerdos arribados en este segundo encuentro se orientaron
en la misma línea de los del primero. Se constataba que a partir de aquel Llamamiento se
había desarrollado una “amplia movilización en el medio artístico” cuyos principales
aspectos eran una mayor participación en los movimientos y organizaciones revolucio
narios, la defensa de los presos políticos y la denuncia de la represión y las torturas, la
movilización contra agresiones imperialistas y en función de fechas y hechos revolucio
narios significativos, la realización de trabajos plásticos ligados a la militancia política
de base, el cuestionamiento y boicot de manifestaciones culturales promovidas por el
imperialismo y las burguesías dominantes.
Si pensamos este programa en el caso argentino, eran much as los artistas que
venían asumiendo esa participación mayor, algunos desde la especificidad de su oficio,
otros integrados a la militancia en organizaciones políticas revolucionarias.
Es interesante observar que, si el Llamamiento de 1972 había promovido como
deber la oposición a las manifestaciones de opresión cultural por parte del imperialismo,
ya sea mediante protestas, abstenciones, boicots, o cualquier otra táctica “adecuada",
incluso “la respuesta violenta a la violencia colonizadora del sistema”, en esta declara
ción de 1973 se reconocía “el tradicional ámbito enmarcado por galerías, salones, escue
las de bellas artes, etc.,” como “ámbitos donde el artista puede realizar obras de concien
cia revolucionaria y alcanzar con ellas resultados de gran eficacia política”. Sin embargo, se
insistía en que “no debe enclaustrar en ella sus posibilidades de acción”, se consideraba
266
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
que “es función de los artistas, en tanto y cuanto militantes, trabajar no sólo para el
pueblo, sino aún más fundamentalmente con éste, porque sólo de éste, en definitiva
será la expresión en una nueva sociedad revolucionaria”.
Con estas definiciones, la Declaración proponía continuar y fortalecer la organiza
ciónde los centros coordinadores de la región surgidos del encuentro de 1972, incorpo
rando a otros países. Frente a las nuevas condiciones, se promovía la realización simul
tánea en diversos países de muestras colectivas contra la dictadura chilena, así como la
acción para salvaguardar a los artistas y obras amenazados por la Junta Militar. Asimis
mo, se retomaba la definición del año anterior referida a que “para el artista... la actitud
militante vale tanto, tiene tanta importancia como su obra”, al tiempo que se insistía en
una mayor inserción de la “actividad artística militante” en el seno de la clase obrera y
los sectores populares, la incorporación de la imagen plástica a la “lucha cotidiana de la
base”, la realización de “obras multiplicables” (carteles, ilustraciones) en función de la
demanda de los movimientos revolucionarios, e incluso la promoción de “talleres plás
ticos de militancia de base” para que fuera el mismo pueblo quien comenzara a asumir la
elaboración de las imágenes en función de sus necesidades específicas.
En nuestro país llegaron a realizarse actividades plásticas de solidaridad con Chile
yla Declaración de 1973 alcanzó también cierta difusión en publicaciones políticas ar
gentinas. Algunos de los participantes (Carpani, Colombres, Ferrari y Noé), elaboraron
uninforme que, entre otros, publicaron a fines de 1973 la revista M ilitan cia y un libro de
Balance de la CGT de los Argentinos. Comentando la historia de los dos encuentros de
LaHabana y del de Santiago de Chile, así como las resoluciones de los mismos, y reco
nociendo que “el campo artístico constituye también un importante frente de batalla”,
destacaban la idea de que en la medida en que el principal protagonista de la lucha era
el pueblo trabajador, “a él habrá de corresponder en última instancia la elaboración de
las nuevas pautas en que se basa ese lenguaje plástico nacionalmente diferenciado”; es
decir, “sólo así, al calor de la lucha política revolucionaria y aprendiendo del pueblo
qué hay que decir y cómo, para que el mensaje sea eficaz, surgirá un nuevo lenguaje y
podrá el artista despojarse de los lastres colonizados y elitistas, inherentes a su forma
ción profesional en la sociedad capitalista”.
El informe anuncia la constitución en Argentina de un centro coordinador de las
actividades promovidas por los Encuentros, “responsable de la integración en su seno
de todos aquellos compañeros, sean artistas, profesionales, estudiantes o militantes de
base sin experiencia plástica alguna, que estén dispuestos a participar activamente con
sus medios y posibilidades...”.
Por otra parte, el texto rescata la importancia de los Encuentros para efectivizar la
solidaridad y colaboración regional y señala su significación para los artistas revolucio
narios argentinos, “ya que nadie ignora que uno de los próximos objetivos de [la] ofen
siva imperialista lo constituye nuestro propio país. De hecho, esa ofensiva tendiente a
paralizar la profundización del proceso revolucionario, neutralizando y desviando de
los objetivos liberadores al gobierno popular peronista, ya está en marcha, asentada en
laalianza entre los burócratas traidores, los políticos burgueses, los militares entreguistas
y la burguesía seudonacional”.
267
P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
Estrategias
Del relato que acabamos de hacer se desprende que el itinerario del ‘68 no fue la
única modalidad que asumieron los plásticos para articular prácticas artísticas y políti
cas en tiempos del “todo es política”. Coexistieron estrategias que no deben pensarse
como momentos sucesivos, como etapas, sino como episodios que muestran que hubo
propuestas y concepciones distintas dentro de la tendencia general al predominio dela
instrumentalización de la política sobre las prácticas culturales.
En el caso de la plástica, no creemos que una estrategia preceda a la otra, y que
una vez fracasados los intentos de generar una confluencia entre vanguardias artísticas
y políticas, se produzca un vuelco hacia la supeditación del arte respecto de la política,
desde una concepción más tradicional o instrumental.
El análisis pormenorizado del itinerario del ‘68 nos permitió indagar, a partir de
sus producciones, sus acciones, sus definiciones, en los conflictos de la vanguardia con
las instituciones artísticas, con las organizaciones políticas y con el campo de poder, Sin
embargo, a partir de las variadas experiencias que hemos relatado en este punto, pode
mos postular un contraste en las estrategias de cruce entre el arte y la política que aquí
dejaremos sólo planteado.
Si la “nueva estética” sostiene la creación de una obra de arte “objetivamente revo
lucionaria” que provoque los efectos de un “acto político”, varias realizaciones posterio
res plantean la vuelta al arte como ilustración de la letra de la política. Si bien se pone en
evidencia, otra vez, el impacto que tenía la radicalización política sobre un número
extendido de artistas, sobre sus producciones, sus modos de intervención y sus organi
zaciones, ahora la política (incluso la violencia política, tanto la del sistema como la de
sus oponentes) aparece como material “temático”, al que se hace referencia y se comenta
desde el arte, y ya no como realización. Se representa la política (muchas veces, corrien
do riesgos mayúsculos); no se realiza.
Respecto del curso antiinstitucional que había llevado hasta sus últimas conse
cuencias la vanguardia de los ‘60, lo que se produce en los años siguientes es una serie
de intervenciones artístico-políticas en las instituciones del campo artístico. Los
vanguardistas que sostuvieron el itinerario tenían muy presente como preocupación la
recepción de la obra como medida del efecto político que ésta pudiera tener. Sabían que
no basta con que la obra sea política, su impacto depende en gran medida del lugar en
que circule. Mientras en el itinerario del ‘68 los artistas se alejan de las instituciones
artísticas, pasan a promover acciones callejeras y se vinculan a la central obrera oposito
ra, varias realizaciones artístico-políticas de los ‘70 se instalan en los espacios de la
“institución arte”. La estrategia de estos otros artistas consiste en aprovechar cualquier
espacio institucional dentro o fuera del circuito artístico del que habitualmente partid-
paban, se trate de un premio oficial o privado, de una exposición en un museo o en una
galería, o también de una actividad callejera. La intención parece ser apropiarse de
todos los espacios en los que se pudiera postular una intervención política.
Así, las instituciones artísticas (incluso las iniciativas oficiales a las que habían
prestado escasa atención hasta entonces, como el Salón Nacional) pasan a ser lugares a
268
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
Para comprender la distancia entre los balances inmediatos y los actuales que
realizan los artistas que protagonizaron el itinerario del ‘68, hay que partir de una obser
vación que es bastante obvia: la variación que ha sufrido desde esos años la concepción
de la política, su legitimidad, su sentido. No podemos aproximarnos a la comprensión
de las posiciones artístico-políticas de estos artistas sin tener en cuenta la perspectiva
que los alentaba: la inmediatez del cambio revolucionario aparecía entonces como in
discutible. Hoy, lo que aparece como dominante en el imaginario social es la capacidad
del capitalismo para recomponer y renovar sus formas de dominación.
265. En las obras políticas del Grupo de los Trece reconocemos la dinámica propia de algunos de sus
integrantes (Romero, Grippo, Zabala, Leonetti y Pazos) antes que un lineamiento de su patrocinador.
269
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
intervinieron en la disputa por definir el sentido de “Tucumán Arde”, divulgando los ma
teriales que habían producido. En este punto, reaccionaron muy pronto contra lo que
percibían como una neutralización o una apropiación por parte de las instituciones artís
ticas: la comprensión de “Tucumán Arde” como una manifestación del arte conceptual.
Signados por la crisis y el agotamiento de la vanguardia, en estos balances puede
leerse también el lugar que ocupó crecientemente la política en esos años. A pesar de la
cercanía que guardan con los acontecimientos que analizan, podemos notar en estos
textos variaciones significativas con las acciones y los pronunciamientos del itinerario
del ‘68. Si en algunos casos todavía definen la relación con la política desde la propia
especificidad, varios de estos textos dan cuenta de la obturación que la creciente pre
eminencia de la política provoca en esos años sobre diversas prácticas culturales que
pretenden confluir con ella. Se evidencia en ellos un desplazamiento de la preocupación
por la dimensión artística en función de las “necesidades” de la política. El renuncia
miento al arte es una de las formas en que se expresan esas tensiones, que hasta enton
ces habían tratado de conciliarse en el intento de constituir un nuevo programa estético
que adoptara las formas de la acción política.
Agrupamos en este apartado documentos y realizaciones que en alguna medida se
plantean como balances del itinerario del ‘68, y que fueron dados a conocer entre 1969
y 1973 por algunos de sus protagonistas, ya sea en forma individual o como parte de
nuevos colectivos. A continuación glosamos las repercusiones inmediatas que alcanzó
la obra tanto en el campo artístico como en el político.
En el primer número de la ya mencionada publicación Sobre, que editaba entre
otros Roberto Jacoby, se pusieron en circulación varios materiales relacionados con el
itinerario del ‘68. En primer lugar, una cronología que puntualiza mes a mes muchos de
los hechos clave de ese año en el proceso de radicalización de la vanguardia plástica,
Está acompañada por una antología de los documentos y manifiestos elaborados por los
artistas. La antecede una declaración firmada por un insólito “Comité Coordinador de la
Imaginación Revolucionaria” y fechada a días de la clausura.
La n u e v a v a n g u a rd ia c u ltu ra l a rg e n tin a
Durante 1968 un importante grupo de artistas de vanguardia (ligado a lo que se dio en llamar el
grupo ‘‘Di Tella”) a partir de la experiencia directa con su producción -el arte de vanguardia-
comienza a hacer conciente la caducidad e inutilidad de los planteos de la cultura vigente, aún los
propios, hasta ese momento aparentemente revulsivos y disolventes.
La dictadura oligárquico-imperialista arrecia en sus manifestaciones de dominio; se hace entonces
evidente y cruda la censura, tanto desde los organismos policiales como desde dentro de las
instituciones culturales (museos, premios, etc.).
Caen entonces las ilusiones de producir hechos culturales verdaderamente agresivos hacia las
estructuras vigentes dentro del aparato cultural burgués.
Esto inicia un proceso que demanda un replanteo total de la función y el accionar del artista y el
intelectual, exige buscar nuevos marcos institucionales, designar un nuevo público, diseñar nuevos
270
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
medios y mensajes. Sabemos que en nuestro país y en el extranjero comienzan a surgir manifes
taciones similares y, por lo tanto, deseamos difundir el accionar de nuestro grupo entre los artistas
de todos los países y entre los partidos y movimientos revolucionarios y conectarnos con los que
actúan en la misma dirección.
A ese documento se agrega la reproducción del fragmento del informe de los so
ciólogos para “Tucumán Arde”, que ya había sido publicado en el semanario CGT, y el
testimonio del hijo de Hilda Guerrero de Molina que se había mimeografiado y repartido
durante las muestras. La elaboración y puesta en circulación de estos materiales habla
de una temprana capacidad de este grupo de mirar hacia atrás y concebir como una
unidad la secuencia de episodios que acaban de protagonizar. Muestra, además, que el
itinerario del ‘68 no es una construcción hecha a posteriori, sino una autopercepción de
sus protagonistas en el momento en que lo vivían, que ya habían demostrado en docu
mentos colectivos anteriores.
La cronología empieza refiriéndose a discusiones entre los artistas de vanguardia
realizadas en los meses de enero y febrero, “centradas en la posibilidad de crear un
fenómeno cultural que cumpliera verdaderamente con el papel revulsivo y disolvente de
los principios éticos y estéticos de la sociedad que toda vanguardia debe asumir, que no
pudiera ser absorbido por la moda y el gusto institucional”. Ya entonces habrían tenido
en vista “la creación de ‘estrategias culturales alternativas’, en la definición de nuevos
modos de vida, y en la contribución de los artistas a producir un nuevo tipo de socie
dad’’. Es significativo que luego la cronología realice un salto hasta las Experiencias ‘68
en el Di Tella, sin mencionar la obra de Ruano en el Premio Ver y Estimar. Significativo,
decimos, porque es una omisión que podría leerse como una secuela del enfrentamien
to con los integrantes del FATRAC, a diferencia de otras menciones como la que hace
Renzi en su ponencia del I Encuentro, en la que sí incluye ese acontecimiento como el
inicio de “nuestras últimas acciones y obras”.
El ultimátum policial que desencadenó la clausura en Buenos Aires, concluye la
cronología, “nos obliga a replantear nuevos métodos de acción: deberemos ir realizan
do simultáneamente aquellas obras planteadas dentro del marco legal y otras difíciles
de reprimir, de tipo clandestino, a través de las estructuras de los grupos y partidos
obreros revolucionarios”.
En el mismo sentido de esta última afirmación se inscribe un breve pero significa
tivo balance escrito de “Tucumán Arde” titulado “Límites de lo legal”, también incluido
enSobre N° 1. La nota, que aparece firmada por el Grupo de Artistas de Vanguardia de la
Comisión de Acción Artística de la CGTA,266 define “Tucumán Arde” como “una acción
266. Apesar de esa firma, no creemos que haya sido discutido y acordado por todos los realiza
dores de “Tucumán Arde”, sino más bien elaborado por Jacoby y su entorno más cercano.
271
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
directa para producir un hecho político”. Considera que la clausura policial de la mues
tra de Buenos Aires pone en evidencia los riesgos de trabajar demasiado expuestos. Los
riesgos de una intervención policial en los locales sindicales, concluye el escrito, llevan
a plantearse nuevas acciones a través de “redes de difusión radicalmente diferentes”, y
“un cambio de método”: “unirse a las capas más combativas del pueblo en la lucha
concreta”. Por ese rumbo caminan la misma revista Sobre, el audiovisual de Ezeiza, yel
apoyo brindado al comité de huelga de Fabril. Y concluye: “Se pudo comprobar que una
muestra de estas características era excesivamente vulnerable, por cuanto estaba conce
bida en términos de una semilegalidad que no correspondía al momento político ni al
mensaje que se proponía difundir”.
Volviendo a la cronología, es llamativa la mención, al referirse a las decisiones que
se habrían tomado en el I Encuentro de agosto, de una definición que el grupo de Sobre
recupera como consigna: “la inserción de los artistas en un campo que podría llamarse la
‘c ultura d e la su bversión ’, es decir un proceso cultural que acompañe a la clase obrera, el
pueblo, en el camino revolucionario”. “Cultura subversiva: un manifiesto” es justamente el
título del documento firmado de nuevo por el Comité Coordinador de la Imaginación
Revolucionaria, que al parecer también estuvo incluido en el Sobre N° l . 267
C u ltu ra s u b v e rs iv a : un m a n ifie s to
Para los artistas latinoamericanos de vanguardia no hay salida sólo por medio del "arte". (¿Existe
una salida para alguien en algún lugar del mundo?).
El problema no es crear tal o cual objeto, tal o cual estilo. El arte como producto de nuestra sociedad
será siempre absorbido y convertido en algo inútil por la burguesía. No cambia nada.
Y nuestro propósito es destruir esa forma de vida.
Arte es cualquier mensaje que transforma, que crea y destruye, que quiebra los límites de la
tolerancia del sistema.
¿Qué es lo que queremos transformar?
Al hombre latinoamericano -nosotros mismos-: víctima de la explotación neocolonial, de nuestra
oligarquía nativa, de todas las formas de degradación y humillación, concierte e inconciente, que
modela nuestros valores humanos y culturales, nuestra verdadera existencia.
Para conseguir llevarlo a cabo: ¿podemos seguir pensando y actuando como artistas de la burguesía?
¡NO!
267. Documento publicado como parte del dossier “Argentine Subversive Art”, en The Drama
Review, Vol. 14, number 2, winter 1970, pp. 98-103, New York University. La traducción es
nuestra, y seguramente no coincidirá de modo literal con el texto original, ya que no hemos
podido hallar este documento en castellano. Roberto Jacoby lo reconoce como propio y cree
recordar que salió en Sobre N° 1, pero en el único ejemplar que encontramos de esa revista no
estaba (se trata de materiales sueltos, de modo que su ausencia no es extraña). Esto es coherente
con la fecha, las ideas y el tono de los demás materiales que se incluyen allí, que además fueron
la fuente del dossier antes indicado.
272
D el D i T ella a " T ucum án A rd e "
No podemos seguir realizando trabajos individuales, sino que debemos diseñar y organizar una
estrategia cultural alternativa que sea totalmente independiente y sistemáticamente opuesta al arte
y la cultura occidental, los medios masivos, la coerción y el terror.
La eficacia es la única estética válida.
Dejemos que llamen a nuestro trabajo propaganda, terrorismo o guerra de guerrillas. Esperamos
ser capaces de participar en todas ellas, e incluso si fracasamos, al menos existe más creatividad,
más vida, más amor en la mera intención que en todos los “trabajos de arte” que sólo sirven para
adormecer la mente y la sensibilidad.
[...] Todo marcha bien con "Tucumán Arde” . Nuestra demostración fue breve pero fructífera: una
sola semana de exposición en Rosario y los dos días en Buenos Aires provocaron las reacciones
de la policía y la clausura de los locales del sindicato.
Estos pocos días sirvieron para que los grupos políticos y sindicales más combativos se dieran
cuenta de que nosotros no solamente éramos capaces de emprender acciones de agresión contra
lacultura burguesa (“Experiencias 68” y “Premio Braque”) sino de elaborar también formas positi
vas de lucha. Estas nos han permitido, a nosotros “los artistas”, percibir claramente el estado de
ánimo y las necesidades de nuestra clase obrera y sus militantes.
Finalmente, la clausura nos ha hecho tomar conciencia de que no es posible, en nuestro país, trabajar
enuna semi-legalidad. Una acción cultural suficientemente agresiva, capaz de esparcirse y orientada
aaquellos que pueden hacer el mejor uso de ella, cae instantáneamente bajo los golpes de la represión.
Es por eso que las nuevas formas culturales que elaboramos deben ser clandestinas. Algunas de
nuestras ¡deas se han esparcido, lo que nos permite constituir a partir de ahora un frente de acción
común con otros artistas e intelectuales que acuerdan con nosotros. Pensamos reagrupar nuestro
punto de vista en una publicación que acabamos de crear: Sobre. Su forma, su concepción
268, Tampoco ha sido posible recuperar esta carta en su versión original, de la que Jacoby no
guardó copia. Traducimos del francés los pasajes publicados en R obho.
273
P a r t e II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
corresponden a nuestra ¡dea de la cultura: fuera del sistema cultural neocolonial, fuera de su mercado
de consumo, en el corazón de la militancia de liberación. Ella estará presente en todo el país comosi
nosotros mismos estuviéramos en todos lados y servirá de estímulo para el acercamiento entre la
política cultural y la política a secas. Sobre debe escapar al consumo individual y repartirse decenas
de revistas distribuidas mano a mano para escapar a los circuitos de venta, etc.
La creación cultural, si quiere desmitlficar el arte, sin por ello hacer nacer un nuevo mito estético de
vanguardia burguesa y colonial, debe provocar la formación de una conciencia nacional y revoluciona
ria en el seno de los militantes políticos y servir de base concreta a la lucha de liberación. La creación de
medios de comunicación de nuevo tipo (como Sobre) o la utilización de medios tradicionales comoel
cine, pero con criterios totalmente diferentes (ejemplo: “La hora de los hornos”) permiten comprender
cómo eliminaremos las contradicciones entre la vanguardia estética y la vanguardia política [...].
[R oberto Jacoby]
Buenos Aires, 21 de julio de 1969
“No entendemos que el cambio que debe darse sea solamente trasladar el arte, tal cual
está entendido, de un sistema social a otro, de izquierda a derecha y viceversa; esto sena j
un mero reformismo.
El arte deberá constituirse de nuevo. No deben asustamos los 500 años pasados, que será I
sólo un período, debemos responder a las nuevas realidades sociales, dinámicas, j
intercomunicadas, inmersas en los medios de comunicación, con nuevas formas donde qui-1
zás sea posible a la vida restituirle la vida”.
Entre 1970 y 1971, Roberto Jacoby escribe un par de artículos coincidentes: unode
ellos, publicado en la revista Los libros (N° 12, octubre de 1970) se titula “Una vidriera de
la burguesía industrial”; y el otro, “El Di Tella”, aparecido en “La revista de los jueves”, que
editaba el diario Clarín (Buenos Aires, 2 de septiembre de 1971). En ellos, analiza desde|
una perspectiva sociológica269 la articulación entre el proyecto modernizador encamado!
en el Di Tella y la construcción de hegemonía de la burguesía industrial-importadora,3!
269- Ese mismo año forma parte del equipo del CICSO que cubre la nueva conmoción social
llamada el “Viborazo” en Córdoba, y prepara un informe sobre el mismo que es insumo paraefl
libro coordinado por Beba y Beatriz Balvé, Lucha de clases, lucha de calles (1973).
270. Coincide con la matriz de análisis de los textos de Néstor García Canclini sobre el tema|
(1973, 1979) que comentamos un poco más adelante.
274
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
Así el Instituto “se corresponde con una ilusión: la de cierta burguesía industrial que
concluida la primera etapa de la sustitución de importaciones abandona sus aspiraciones
autonomistas y espera poder continuar su desarrollo en términos de una dependencia activa
conel imperialismo”. La crítica más eficaz a ese proyecto no vino de afuera del Instituto, sino
quefue “el proceso que siguió un sector de los propios artistas ‘ditellianos’, dinamizados por
suideología de ‘cambio’ y convocados por las luchas populares” (Jacoby, 1970).
En el primer artículo, Jacoby polemiza con el entonces recientemente aparecido
libroEl arte en la A rgentina (1969; 99), de Jorge Romero Brest, que decía:
Jacoby responde a quien hacía recaer sobre los artistas la responsabilidad de ha
ber ocasionado el fin del movimiento de vanguardia, atribuyéndole el rol de político
cultural de la burguesía: “su técnica consistió en encabalgarse en las nuevas corrientes
cuando ya estaban lanzadas y tratar de institucionalizarlas”.
Un año después, en el segundo artículo sobre el tema (“El Di Tella”), Jacoby plantea
una conclusión bien distinta acerca de la contradictoria relación entre el Instituto y la
vanguardia artística:
“Así acaba la que fue divertida historia de la vanguardia ditelliana. Muchos emigraron a
Nueva York, Londres o París. Otros sobreviven dedicados a diversos menesteres artesanales:
cosen ropas, diseñan fantasías, atienden boutiques. No faltan quienes cantan y unos pocos
han pasado a ser la ‘nueva Academia’.
Sin embargo, el proyecto Di Tella ha cumplido una misión: la de posibilitar el advenimien
to de una serie de experiencias y artistas con características diferentes e incluso nacionales,
y que con todas las deficiencias del caso constituyeron una vanguardia para la integración
de una cultura nacional. Y ese quizás sea el preanuncio de una generación de creadores
que se sumen al proyecto cultural que desde hace algunos años se viene gestando en el
seno del pueblo argentino.”
275
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Esto es: una diferenciación respecto de posiciones que reivindican las manifes
taciones de la cultura popular como paradigma del programa artístico que deben asir
los “intelectuales revolucionarios”, al adoptar el punto de vista de la clase obrera.«
son sus concepciones ni sus creencias las que debemos reivindicar, piensa Jacoby, sr
las “nuevas ideas [que] dependen de la esfera de la acción política”.
Dos obras de Juan Pablo Renzi de los primeros ‘70 pueden pensarse en secuencia
con “Tucumán Arde”, como sus coletazos. En 1971 se organiza la muestra “De la Figura
ción al Arte de Sistemas” en el Camden Arts Center de Londres, en la que Jorge Glusber
lo invita a participar.
Durante el Rosariazo, un estudiante había sido muerto en la calle. Partiendo de
este hecho, Renzi preparó una fotografía blanco y negro tomada por C. Saldi, ampliada
a gran tamaño, de un muchacho tirado sobre el empedrado, boca abajo. Sobre ella
pintó, con esmalte rojo, sangre chorreando sobre los adoquines. Adelante del panel, un
balde simulaba estar lleno de sangre. En la parte superior de la foto, un texto en inglés
anunciaba que: “Esta sangre es sangre latinoamericana derramada en nuestra lucha p!
la liberación. Tarde o temprano habremos de cobrárnosla”.271 Acompañaba esta obra
un gráfico que traducía al inglés la primera parte de su ponencia en el I Encuentro
Nacional de Arte de Vanguardia, y un texto, también en inglés, titulado “Panfleto N° 2”,
en el que explicaba sus principios estéticos:
Este trabajo es una respuesta a una actitud común a todo artista revolucionario del tercer mundo:
nosotros creemos que el arte no es una actividad inherente de la condición humana. Creemos que
es producto de las sociedades de clases, un instrumento de la clase dominante para asegurar el
sometimiento y la explotación de sus pueblos. Este trabajo es, por lo tanto, una respuesta (no
importa si artística o no). Es una piedra que devolvemos como una parte de la realidad, resultado
del sometimiento y la explotación.
Ju an Pablo Renzi
Foto: C. Saldi
Rosario (Argentina), 1970.
271. La descripción de la obra está hecha en base a la entrevista a Renzi en Fantoni (1998:66),
y a nuestra entrevista a M. T. Gramuglio.
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Ahora lo que está de moda es el arte conceptual (renovar el stock periódicamente para incentivar la
venta de su mercancía-que, entre otras cosas, es siempre la misma- es uno de los sistemas que
caracterizan a la cultura burguesa), y resulta que soy (al menos para algunos críticos como Lucy
Lippard y Jorge Glusberg) uno de los responsables de la iniciación de este fenómeno (junto con mis
compañeros de los ex-grupos de artistas revolucionarios de Rosario y Buenos Aires en los años 67-68).
Estaafirmación es errónea. Como es errónea toda intención de vincularnos a dicha especulación estética.
La cultura burguesa siempre ha tendido a descontenidizar todo acto de creación artística, y este
arte conceptual de hoy, no es más que la variante sin contenido (y sin sentido) de nuestros
esfuerzos por comunicar mensajes políticos.
Porque si la cosa era comunicar mensajes a través del mensaje (sin que importara el medio), y
nosotros la iniciamos, esto nada tiene que ver con las acrobacias de quienes se enloquecen por
transmitir como mensajes, mensajes que no existen.
Acontinuación enumero las razones que nos diferencian:
DE NUESTROS M ENSAJES:
1. No nos interesa que se los considere estéticos.
2. Los estructuramos en función de su contenido.
3. Son siempre políticos y no siempre se transmiten por canales oficiales como éste.
4. No nos interesan como trabajos en sí, sino como medio para denunciar la explotación.
277
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Malos Aires
Otra antirrevista, esta vez en un incómodo formato que obligaba al lector a des
plegar su única hoja de alrededor de un metro cuadrado, se publicó poco antes que el
primer número de Sobre. M alos Aires, cuyo comité de redacción estaba formado por
Juan C. De Brasi, Carlos Espartaco y Martín Micharvegas,274 incluía entre sus colabora
dores a un buen número de plásticos de vanguardia.275
Si bien ninguno de ellos había participado directamente del itinerario del ‘68, se
incluye allí una nota titulada “‘Tucumán Arde’ en Paseo Colón”, seguramente escrita pot
Carlos Espartaco, aunque no lleva firma, seguida por la declaración de la Comisión de
Acción Artística de la CGT de los Argentinos (fechada en Buenos Aires en noviembre del
‘68). Comparte la columna con otra nota, esta vez sí firmada por Espartaco, sobre El
sentido de la experiencia Importación y Exportación”, en la que cuestiona por frívolala
propuesta de Minujin y “el pavoneo de la plástica en el Instituto Di Tella”. La nota sobre
“Tucumán Arde” se estructura justamente a partir del contrapunto entre aquella “prome
sa de viaje importado y exportado” y “este viaje acabado, testimonio angustioso e igno
rado de nuestra situación nacional”. Dice también:
274. El médico y poeta que cae preso junto a los plásticos tras los incidentes del premio Braque,
275. Entre otros, colaboraron-en el número 1/2 (marzo 1969), Barilari, Deira, Noé, De la Vega,
Marta Peluffo, Espirilio Bute, Peralta Ramos y Carlos Silva.
278
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
La muestra significa la posibilidad de gestar una conciencia lúcida que descubra al artista-
tecnócrata altamente calificado en la ceremonia del consumo, y lo reemplace por el artista-
hombre sumergido en el desgarramiento cotidiano. [...] ¿Se pretende por estas acciones
establecer la vigencia de un arte crítico o la tarea reformista de determinar los alcances de
una nueva crítica a un arte?”
Huellas en la política
Las repercusiones del itinerario del ‘68 en la esfera de lo político, aquella sobre la
cual se proponían impactar los artistas, pueden vislumbrarse parcialmente en las publi
caciones que se hicieron eco de lo acontecido.
Por un lado, algunos documentos producidos y difundidos en la obra, en especial el
Informe de los sociólogos, alcanzaron muy pronto una circulación autónoma importante en
publicaciones políticas o político-culturales. Por ejemplo, la revista quincenal A m érica Lati
na, que dirigía Edgardo Greco, publica en su N° 10 una extensa selección del informe men
cionado. En Cuadernos d e M archa (Montevideo, N° 27, julio de 1969), en un número dedi
cado al Cordobazo, aparece con la firma de Miguel Murmis, Silvia Sigal y Carlos Waisman
unanota que se presenta como una “actualización y condensación [...] de una investigación
decampo que con el mismo título se publicó en folleto”, según se aclara en el copete. Se trata
de una versión del informe que se repartiera durante las muestras. Por su parte, la agrupa
ciónestudiantil Arau imprime un material que también extracta partes de la nota de Miguel
lazarte, dirigente de la FOTLA, aparecida en el N° 8 del semanario CGT. Lo interesante es que
estas tres notas se titulan “Tucumán Arde” (incluso la de Arau reproduce el logo de las
obleas), pero ninguna de ellas hace referencia al origen de esa denominación: no se alude al
antecedente “artístico” de ese nombre, ni a la inserción de esos materiales en un
emprendimiento de arte de vanguardia. En ese punto, podría evaluarse que lo que se ha
logrado es ubicar en cierto circuito el nombre “Tucumán Arde” como una consigna que
concentra una significación que excede a la obra en sí y remite más bien al “operativo
denuncia” que impulsaban los artistas. Esto es, la desaparición de la obra como tal, paralela
ala aparición de sus fragmentos en estas publicaciones da cuenta de un relativo impacto
mediático de “Tucumán Arde”, al menos sobre segmentos politizados de la sociedad.276
276, Por otra parte, encontramos un indicio significativo de la lectura que se hizo desde el campo
del poder: en 1974, cuando Eduardo Favario es detenido, acusado de haber participado en un
279
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Por otro lado, el grupo de lecturas que desde la política evalúan la obra es francamen
te escaso. La revista C uadernos d e Cultura, órgano del frente cultural del Partido Comunis
ta,277 publica un par de notas en la primera mitad de 1969 que se refieren a la obra.
En un artículo ya citado,278 Jorge de Santa María caracteriza la irrupción de institucio
nes privadas dedicadas a promocionar las artes en el medio local, como parte de la ofensiva
desatada en la lucha por la hegemonía ideológica en las artes plásticas. Sin embargo, distin
gue entre vanguardia e institución, entre “la tarea honesta y el aporte al lenguaje pictórico-
y con éste, a la cultura y el humanismo- del investigador plástico”, de la “utilización econó
mica y comercial que puede hacerse de esa labor”, llegando a afirmar -en sintonía con los
planteos de la vanguardia rosarina y porteña- que “ambos esfuerzos son antagónicos, yque
de este choque de intereses surge el divorcio entre una tendencia y el aparato promocional
de ideas y mercados”. A partir de aquí, Santa María avanza en un recomdo sobre la relación
entre tendencias y promotores en la última década, rescatando aspectos de la investigación
experimental que pasarían a convertirse en un “boom erang ideológico para los estetas dela
reacción, quienes alientan entonces otras orientaciones de la investigación”. En ese marco,
el autor recupera obras de Ferrari y algunas acciones del itinerario del ‘68, para llegar a
“Tucumán Arde”, que considera como una concreción del acceso de este grupo a obras “más
comprometidas con la problemática social y nacional”. Aunque Santa María toma distancia,
señalando que en estas manifestaciones existe “más de un elemento polémico”, insiste ensu
valor en tanto “retomo a la ofensiva, a la auténtica vanguardia encabezada por la clase de
vanguardia” (en relación con la vinculación a la CGTA). Y convoca a una intervención unitaria:
“que llegue a las sociedades de artistas el diálogo entre los grupos que coinciden en
objetivos tan fundamentales como el de arrancar la ofensiva cultural de manos de lareac
ción y llevar el hacer a su principal destinatario -los sectores populares-, experimentar
nuevas formas de comunicación con quienes tenemos algo que decir”.
En la línea de una convocatoria hecha el año anterior por los plásticos comunistas3 :
a organizar un frente de lucha conjunto y colectivo ante la “proliferación en el medio
atentado, el periódico brasileño O Globo, el 4-10-74, publica una nota titulada “Preso líder do ERP'
en la que se menciona a “Tucumán Arde” como un film documental de exhibición prohibida. Dice:
“Él [Favario] fue conocido después de realizar un film documental - ‘Tucumán Arde’- que tienesu
exhibición prohibida en todo el país” (la traducción es nuestra). Más allá de la distorsión en los datos,
el hecho de que se mencione a “Tucumán Arde” como el inicio del “prontuario subversivo’ de
Favario señala que la obra no pasó inadvertida para las “fuerzas del orden”.
277. Respecto de Cuadernos de Cultura pueden consultarse el trabajo de Jorge Cernadas, No
tas sobre la política cultural del comunismo argentino” (en Mario Margulis y Marcelo Urresti,
comp., 1997; p. 545) y el libro de José Aricó (1988), que proporcionan un marco de referencia
de la publicación, aunque sus análisis se centran en los años anteriores.
278. Jorge de Santa María, “Los artistas plásticos, la vanguardia y la hegemonía cultural”, Cuader
nos de Cultura, N° 94,marzo-abril de 1969.
279- “Salones privados, fundaciones y becas”, firmado por la Comisión de Plásticos Comunistas,
Cuadernos de Cultura, N° 91, septiembre-octubre de 1968.
280
D el D i T ella a " T u cu m á n A r d e "
280. Se trata de Ariel Bignami, discípulo del portavoz de los intelectuales comunistas, Héctor
Agosti, y uno de los pocos jóvenes intelectuales que había permanecido en el PC luego de las
rupturas de 1963 y 1967. A menudo, cubría la sección de artes plásticas en la revista.
281
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
pintadas, etc.”. Señala ciertos límites en la experiencia: ‘“Tucumán Arde’ despertó inte
rés; sin embargo, no se logró, o se logró en parte mínima, el objetivo de llegar a otro
público”, de lo que responsabiliza en parte a la dirección local de la CGT
Es llamativa la separación que establece entre el grupo rosarino y sus pares porte
ños: “Ignoramos hasta qué punto algunos miembros del mismo pueden compartir plan
teos de ciertos representantes de la vanguardia plástica bonaerense, que llegan a negar
el papel del lenguaje artístico esp ecífico ”. El autor, fiel al planteo racionalista
dellavolpiano,281 se muestra irritado por la puesta en cuestión de los límites del arte: Es
puro tremendismo negar el papel cognoscitivo siempre, y a veces transformador, dela
poesía, la música o la plástica en sí mismas”. Esto es, la postulación de que el arte yla
política son dos esferas autónomas; y que en todo caso la fórmula de aproximación
entre ellas sea la del artista (tanto el que produce obras de contenido político como el
que no) que además es militante.
En este camino todavía abierto, que los artistas comunistas ya habrían planteado,
Bignami reivindica la autocrítica de los vanguardistas y arriesga que “tendrán que pro
bar la validez de sus experiencias en el terreno artístico (no ajeno a lo político, perosí
distinto) y también en el terreno específicamente político, dado que sus planteos se
orientan cada vez más en esa dirección”. Y aquí, de nuevo, el problema a dilucidar esla
relación que establezcan con el PC.
En suma, desde cierta zona del Partido Comunista (lo que quedaba del intento de
renovación cultural, y persistía en despegarse de los mandatos del realismo socialista
que había defendido a ultranza la misma revista en sus inicios) se leyó el itinerario del
‘68 con cierta expectativa, aunque de forma selectiva: mientras Santa María llamas!»]
unidad, Bignami reivindica a los rosarinos, y no a los porteños; comprende su ruptura
con la vanguardia formalista como una señal de aproximación a la “política correcta”;sn
escandaliza frente a aquellos planteos que amplían los límites tradicionales del arte,
renuncian a su especificidad y postulan una fusión con la política...
Otra lectura desde la política fue realizada desde Liberación, el quincenario del
MLN, en donde apareció una nota sin firma titulada “Tucumán Arde”.282 Más que un
balance del proceso que vivían los artistas o de la obra en sí -a la que describe como
una “muestra preparada fundamentalmente con material documental (fotos, diapositivas
y películas), obtenido por los plásticos en Tucumán (y que) era la denuncia concreta de
la miseria del régimen y de los resultados sociales del Operativo Tucumán”- , el articulóse
281. En el libro de G. della Volpe Crisis de la estética romántica, publicado por Jorge Álvarezen
Buenos Aires en 1964, sostiene -además de la reivindicación del arte como modo de conocimiento
racional del mundo-, la idea de que cada disciplina artística es irreductible e intraducibie a lasotras¡j
pues posee un lenguaje y medios específicos. Estos principios se aproximaban poco a la compren-,
sión del arte experimental de esos años, que fusionó disciplinas (del espectáculo, la música, la]
plástica) dando lugar a géneros interdisciplinarios y puso en cuestión sus propios límites, al postular
su encuentro con la vida.
282. La misma, que ya citamos anteriormente a propósito de la clausura, apareció en la 2° quin
cena de diciembre de 1968.
282
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283
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284
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Disueltos los lazos que posibilitaron la conformación del colectivo de artistas que
impulsó la obra, los relatos actuales de varios protagonistas tienden o bien a idealizar
'Tucumán Arde”, construyendo una versión mítica, ocultando o minimizando las dificul
tades y los conflictos que surgieron, o bien a denigrarla, endilgándole en ambos casos a
'los otros” limitaciones, errores o fallas. En los testimonios pueden leerse las expresio
nes de viejas (y nuevas) rencillas, surgidas en parte por los distintos posicionamientos
il interior del campo artístico, que resignifican las lecturas actuales de la obra.283 ¿Qué
cuestiones están operando allí para que exista esa puja por la reivindicación de una
manifestación que justamente apuntaba a demoler el valor otorgado por el canon artís
tico a la originalidad y la autoría individual?
Los contrastes entre esas perspectivas y las versiones inmediatas del itinerario del
‘68, imponen considerar los cambios ocurridos en estos treinta años tanto en el campo
artístico como en el campo del poder y en la sociedad como dimensiones que explican
loscorrimientos y los enfrentamientos que hoy encontramos.
En las versiones que se construyen en los ‘90 impactan, entre otras dimensiones,
lascolocaciones actuales en el campo artístico, la circulación del mito construido a partir
delas intervenciones de los historiadores, los críticos o los mismos artistas, la variación
dela concepción de la política en el imaginario social y en las apuestas políticas indivi
duales, y también ese factor que Bourdieu llama el “lenguaje transtornado”284 del inte
rrogado frente a la situación de entrevista, que selecciona y adecúa la información que
daa lo que considera más valioso rescatar desde parámetros diversos.
Una selección de dos evaluaciones actuales de protagonistas de “Tucumán Arde”
(que escogemos de las muchas realizadas justamente por su distancia) nos permitirá
exponer las operaciones de apropiación o repudio, de mitificación o denigración que
genera hoy aquel proceso artístico-político.
El primer fragmento pertenece a la entrevista realizada al porteño Pablo Suárez:
‘Mucho tiempo después, cuando uno reconoce que la muestra fue un panel documental
sinninguna gracia, coincidimos en que fue un desastre haber trabajado tanto para haber
degenerado así”.285
El segundo, a la rosarina Noemí Escandell: “Yo a veces me alegro que no haya
quedado nada de ‘Tucumán Arde’. Porque si hubieran quedado todas las imágenes de la
283. Una expresión pública de esas tensiones es la nota publicada en La Maga, el 16-6-1993,
enlaque algunos artistas se manifiestan contra otros, intentando aparecer como los verdaderos
creadores y realizadores de la obra.
284. En “El mercado lingüístico”, Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990.
285. Es notorio cómo contrasta esta perspectiva con la que él mismo daba apenas siete años antes:
'Lamuestra fue cerrada al día siguiente pero no sólo llegamos a montarla sino que hizo impacto y
lasituación de Tucumán pasó inmediatamente a ser pública. La idea fue linda porque era totalmen
teanónima y podría haber sido una base muy importante para una serie de posibilidades de las
artes”(“Los últimos esperanzados”, en Tiempo Argentino, 13 de julio de 1986, p. 4).
285
P a r t e I I . E l it in e r a r io d e l '6 8
obra, hoy tendría un tamaño mucho más chico del que tiene. Tendría el tamaño déla
realidad de lo que fue en aquel momento. [...] Pero así se renueva el tamaño de Tucir!
Arde’. Eloy tiene un tamaño nuevo que es el que se le está adjudicando”.
Estas dos posiciones en la evaluación de “Tucumán Arde” (la defenestración tajante
de lo que fue la obra, la autoconciencia de la construcción de un mito en tomo a ella)
señalan los extremos del arco de posiciones que plantean hoy los entrevistados. En gene
ral, puede decirse que los artistas porteños tienden a marcar un distanciamiento crí‘‘
(hasta cáustico) en relación a aquella experiencia, mientras entre los rosarinos predomina
una mirada en cierta medida idealizada.
La sobredimensión de la obra a partir de una lectura mitificadora es percibida porj
otros artistas que no participaron en “Tucumán Arde” pero que están vinculados a la CGT
de los Argentinos en el mismo año 1968: Ricardo Carpani y Juan Carlos Romero. Sus
testimonios aportan la perspectiva de otras variantes del arte político ante el lugar que
ocupa la obra en la historia del arte:
“En aquella época, mi imagen llegó a ser para el movimiento obrero y la militanciaun
símbolo de la resistencia popular. Sin embargo, en algunas historias de arte publicada!
posteriormente, escritas por gente que viene del Di Tella, lo único que figura como hedí
plástico-político es ‘Tucumán Arde’.[...] ‘Tucumán Arde’ fue una exposición de fotogra&I
con textos, carteles, denunciando la situación en Tucumán, una típica experiencia délo
que se llamaba arte conceptual. Supieron darle una enorme difusión publicitaria, inclusoal
nivel internacional, al punto que aparece como lo único o lo más importante que sehizo!
en el terreno plástico-político. Sin embargo, no es así, ni mucho menos” (entrevista*
Ricardo Carpani).
“Cuando se habla de ‘Tucumán Arde’ me resulta gracioso porque iba casi todos losdía
al local de Paseo Colón [...], entraba y salía y jamás percibí nada en las paredesqufl
llamara fuertemente la atención, algo que tuviera relación con ‘Tucumán Arde1, *
teniendo en cuenta que como artista tenía que darme cuenta enseguida de lom
estaba pasando.
Creo que existió en los papeles y en la buena voluntad de los artistas. Para mi criterid
“Tucumán Arde” es un mito, es algo de lo que se habla ahora, 25 años después, peroqj
en aquel momento nadie vivió nada en la CGTA tal como se cuenta, nadié entrabavi
quedaba pasmado frente a la obra; los problemas de los trabajadores eran tan grandes!
pesaban tanto, la lucha era tan densa que uno entraba, se paraba frente al ascensor ylo(¡I
le preocupaba era lo que estaba pasando políticamente con el gobierno militar de turan
(entrevista a Juan Carlos Romero).
286
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
286. En el hecho de que no fueran porteños en el segundo viaje a Tucumán, se apoyan algunas
versiones actuales de la obra, según las cuales “todo el trabajo pesado” lo hicieron los rosarinos
(véase “La muestra ‘Tucumán Arde’ fue un hecho inédito en el país”, La Maga, 24/2/93).
287. Aunque ya en la etapa final de la obra puede hallarse un precedente al fijar la “composición
definitiva” del grupo y sacarlo del anonimato: el listado de nombres que acompaña las gacetillas
deprensa elaboradas en Rosario, que incluye a tres porteños (Paksa y Suárez no están nombra
dos), dos santafesinos y veinticinco rosarinos, entre artistas, intelectuales y colaboradores. Norberto
Puzzolo afirma que, si bien la decisión inicial era mantener el anonimato en cuanto a la autoría,
fue una necesidad “firmar” la obra ante el aporte financiero de un coleccionista (seguramente
Slulitell) que requería a cambio algo que mantuviera el estatuto de una “obra de arte” (Conversa
ción, Buenos Aires, septiembre 2003).
288. Esta cuestión tiene su expresión material en un cartel en alusión a los guerrilleros de Taco
Ralo, apresados en 1968, que desencadenó una fuerte polémica entre los artistas, que se exten
dió-según algún testimonio- a los sindicalistas. Véase Longoni, 1997.
289. Esas desvalorizaciones “en clave estética” se encuentran fundamentalmente en los testimonios
dealgunos artistas porteños: “Muchos nos encontramos con que, queriendo hacer una obra compro
metidaen su temática, nos salían trabajos de muy mala calidad”, dice Margarita Paksa. Pablo Suárez nos
dice: “Con una sola miserable idea de las que había ahí se podría haber hecho quinientas muestras
válidas, interesantes. Lo redujeron a mayor información para romper esa especie de bloqueo”.
287
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '6 8
desdibuja cuando la obra es abordada desde una perspectiva convencional, que hace
hincapié en aquel segmento que puede ajustarse a las valoraciones y los instrumentos
de análisis propios de una exhibición plástica tradicional.
Una cuestión que aparece insinuada en los testimonios, y que exploraremos mása
fondo en el siguiente capítulo, es que la dimensión actual mitificada de “Tucumán Arde’
tiene que ver con una serie de operaciones desde el ámbito de la historia del arte, que
otorgaron a la obra una envergadura que no alcanzó en su momento. Además de los
fragmentos ya citados de Escandell, Carpani y Romero, Nicolás Rosa dice, por ejemplo,
que ‘“Tucumán Arde’ no tuvo ningún tipo de proyección inmediata”; y Emilio Ghilioni,
que “lo interesante es que ‘Tucumán Arde’ no tiene fin [...] Tal vez hayan sido más impor
tantes ciertas publicaciones que se hicieron en distintos medios que la obra misma’’.2®!
En conclusión, las distintas versiones, tanto las actuales como las contemporáneas
a los hechos, ponen de manifiesto hasta qué punto en la circulación actual de la obra
operan construcciones discursivas realizadas por sujetos involucrados (artística, pero
también afectiva o políticamente) en ella, sus posiciones cambiantes y sus pugnas enel
campo artístico, su balance de la experiencia político-cultural de los años previos ala
última dictadura, etc. Veremos también, en el capítulo que sigue, cómo inciden en esta
construcción las lecturas que legitimaron las ciencias sociales y la historiografía del arte
respecto de este proceso.
291
Dossier A rgentina: Los hijos de M arx y M ondrian
(E n revista R o b h o , N25-6, París, 1971)
"La lógica de la vanguardia consiste, de aquí en adelante, en que ella amplía al campo políticoy
social los mecanismos de su búsqueda. El arte sólo tendrá sentido si escapaaKg/ieftoque le ha
preparado la burguesía. Debe manipular las fuerzas, las tensiones, las contradicciones de la
historia que se está haciendo. Nosotros prescindiremos de soporte: el/íuadro a ejecutar es la
sociedad donde estamos sumergidos. Es tiempo de aplicar a los pintores lo que Marx decía de los
filósofos: 'ellos no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes maneras. De lo que se
trata ahora es de transformarlo'”.
Tal es, brevemente resumida, la línea de conducta que se desprende del dossier argentino presentado
hoy por Robho. Este dossier refleja las discusiones de un conjunto de jóvenes que eran, en 1968(enel
momento en que ellos cuestionaron políticamente su trabajo), no solamente los artistas más audaces de
su propio país, sino también, en sus investigaciones, uno de los equipos más brillantes del mundo.
Su campo de Investigación: una reflexión semiológica sobre la circulación de los mensajes, la
manipulación de la información, las analogías de lo ¡cónico y lo sonoro, la utilización combinada de
diferentes medios de comunicación, la acumulación, la redundancia, la saturación de sentido, el
cuestionamiento y la liberación del espectador, el ambiente, el arte conceptual. Investigaciones
290. En “La muestra ‘Tucumán Arde’ fue un hecho inédito en el país”, de F. Fariña y H. Ameijeiras,
en L a M a g a , 24/2/1993: 29.
291. Traducción de Silvia Méndez y Mariana Suárez.
288
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
todas que hacen de autores como Paksa, Carballa, Bony, Suárez, Jacoby, Trotta, Lamelas, etc., y
de todo el grupo de Rosario, un colectivo de primer nivel.
Es necesaria la singular selectividad de los órganos de la prensa artística, casi todos financiados
por el sistema de las galerías (publicidad y publicidad redaccíonal) para que esta actividad haya
permanecido desconocida. Emisarios de New York, llamados por Romero Brest, particularmente
Leo Castelli, vinieron a examinar en 1967 y 1968 la producción argentina. No viendo bien “loque
había para ganar” al hacer conocer a Buenos Aires como polo de atracción artística, excepto
drenar todos sus talentos hacia New York -lo que rechazaba la nueva generación-, prefirieron
olvidar su existencia y condenarla al silencio comatoso del subdesarrollo (esquema que vale
igualmente para Brasil donde operaban artistas como Ligia Clark y Oiticica).
El grupo argentino que da origen al d o s s ie r "Tucumán Arde" no está, pues, compuesto de frustra
dos que se habrían pasado a la política faltos de talento. Su reflexión, vuelta más urgente por la
situación neocolonial de su país, tierra de expansión del imperialismo, ha nacido de una voluntad de
superar la vieja antinomia entre:
Por un lado, la investigación p ura cuyo objetivo sería traducir y modificar -a imitación de la investiga
ción científica- los datos psicológicos, físicos, sensoriales y espacio-temporales de nuestra época.
Porotro lado, la a cc ió n p o lític a -q u e tiende a derribar el capitalismo y crear una sociedad más justa.
Para los argentinos,-que ven operar el capitalismo delante de sus ojos, con la franquicia expeditiva
que se le conoeé en América Latina y el cortejo de miserias que mantiene en la mayoría de la
población, hay una suerte de imposibilidad de concebir en tubo de ensayo las experiencias y las
especulaciones intelectuales -cuando es la totalidad de la estructura colectiva, cuando es la ¡dea
misma de las relaciones humanas la que está siendo cuestionada por la humillación permanente y
ladegradación física que golpea a los más desposeídos. Allí donde los principios más elementales
quefundan una colectividad rozan la caricatura, la investigación en laboratorio les resulta demasia
do poco a estos artistas. Ellos tienen la impresión, como decía Brecht, de “pintar naturalezas
muertas sobre la carcaza de un navio en peligro de naufragio”.
"Disputar en la vitrina”
Este escándalo -la explotación del hombre por el hombre- habría podido reclamar de parte de los
radicalizados argentinos una respuesta de tipo “realista socialista”: pintar consignas, aportar al
museo, al Salón, slogans movilizadores. Pero ellos objetan a ese método que “disputar en la vitrina
es también ser parte de la vitrina”. Militar en el museo es dejarse arrastrar sobre el terreno elegido
por el adversario. Desde el momento en que una pintura es tolerada por el sistema dominante, es
tolerable. La única manera de comportarse en las instituciones oficiales es, por el contrario, propo
ner allí actos y productos intolerables para el sistema. Y el éxito de una empresa de ese tipo se
reconoce en que es inmediatamente prohibida. Recuperados o censurados: para los radicalizados
argentinos no hay término medio.
En este punto se puede añadir una segunda objeción: incluso si se considera despreciable el
problema de la forma, la pintura figurativa llamada política (que recurre a modos de expresión
tomados del arte del pasado) utiliza un lenguaje que vehiculiza él también, como todo lenguaje,
significaciones latentes. El cuadro-slogan, edificante o imperativo, postula un espectador menor,
lobotomizado, condenado a la absorción pasiva, pavloviana, de consignas elegidas y masticadas
por él. El se inscribe en la lógica de la bombardeo propagandístico, análoga en algunos aspectos
al machacar publicitario. Una gestión progresista tendrá como primer criterio la toma de conciencia,
laresponsabilidad y la intervención activa de los espectadores. En lugar de reforzar su pasividad,
valorará sus posibilidades de acción. Los incitará sin tregua a reaccionar, a cuestionar en su
entorno cada día, el orden establecido y su dispositivo de cretinización de las conciencias.
A través de la experiencia argentina, sería posible que una nueva síntesis entre lo político y lo
cultural se diera a luz poco a poco. No es contra sus investigaciones sino en la línea de éstas que
losradicalizados de Buenos Aires y Rosario se han conectado con la realidad social. Los artistas no
289
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
renunciaron a sus obras. Son ellas las que naturalmente, los han conducido a emerger más alládel
campo cultural burgués, donde se los intentaba encerrar.*
La lógica de la participación de los espectadores, consiste en escapar de las fronteras que el
sistema le impone; la dinámica del trabajo en equipo lo arrastra tarde o temprano a emerger enel
mundo de la acción. Principalmente preocupados, como se ha visto, por el estudio de los fenóme
nos de la percepción, de la comunicación, de la información, los argentinos han querido expandir
sus investigaciones a la escala de todo el país y realizar una obra colectiva original que no podiaser
lo que ha sido sino porque ellos pusieron la totalidad de su saber de investigadores. El plus de
imaginación que se encuentra en “Tucumán Arde", si se lo compara por ejemplo con una campaña
de agitación clásica, viene expresamente de una práctica y una reflexión previas sobre las nocio
nes de acontecimiento, de participación y de proliferación de la experiencia estética.
Ciertamente, entre el momento en que una veintena de artistas han planeado el diseño de “Tucumán
Arde” y el momento en que millones de ciudadanos han tomado, gracias a ellos, conocimiento deun
escándalo social y de sus causas, captando al mismo tiempo la relación entre ese escándalo
ejemplar y su propia situación, ha habido una intervención de factores imprevistos que añadieron
a la experiencia una zona de indeterminación y que quitaron al esquema un poco de su legibilidad.
Pero lo que importa aquí, es la línea directriz, la hipótesis de una movilización de la imaginación
creadora en el sentido de la lucha contra el imperialismo.
La obra "Tucumán Arde” se caracteriza en primer lugar por la sensata elección de un terreno
social en crisis latente, que una chispa puede hacer estallar (decenas de miles de desocupa
dos, hacinados en las villas, alrededor de los ingenios cerrados, separados de la ciudad
misma de Tucumán por los cordones policiales que han sido ubicados allí con el propósito
reconocido de hacerlos dispersar en "la naturaleza”). Es también un terreno que simbolízala
situación económica de la Argentina. En Tucumán, el viejo capitalismo nacional, malthusianoy
anticuado, basado en el monocultivo y los bajos salarios, es reemplazado con la ayuda de los
militares en el poder, por industrias de transformación de capital norteamericano. De ahí el
lema: “No a la tucumanización de nuestro país". Sabiendo que desde largo tiempo la oligarquía
intenta levantar, dentro de la clase obrera, a los asalariados estables contra los “temporarios",
el equipo de "Tucumán Arde” se va a esforzar en poner de relieve en el seno de la clase
dominante, agrupada hasta ese momento en los mismos sindicatos, los conflictos de intereses
que separan a los pequeños propietarios, numerosos y pobres, de las pocas familias ricas
que poseen la mayoría de los cultivos y los ingenios.
Pero el grueso de su esfuerzo, se dirige al proletariado que es invitado a explayarse, en basea
entrevistas filmadas y registradas, sobre sus aspiraciones y sus condiciones de vida y de trabajo.
Ese material, que expresa todas las taras del subdesarrollo (mortalidad infantil, vagabundeo del
jefe de familia, condiciones sanitarias repugnantes, etc.) tiene dos funciones. En el lugar: clarifica
ción de los problemas por los propios interesados, discusiones, movilización, mítines, conciencia
más clara de la explotación y de la relación real de las fuerzas. Se presentará por ejemplo lá historia
de los grandes propietarios, el origen de su fortuna, su modo de vida (generalmente Instalados en
Europa), todo comentado por los obreros.
Segunda función: una vez tratada, la información será empleada a escala nacional para alertar alos
particulares y a los medios de comunicación. Ese “tratamiento” tiene por objetivo no sólo aportarlos
hechos en bruto sino obligar a los espectadores a tomar parte en el “caso” Tucumán, en un gesto,
si bien modesto, que los sacará de la apatía. La información se propone, entonces, bajo unaforma
alternativa. Dos ejemplos: la entrada de la exposición (titulada “Primera bienal de arte de vanguar
dia") ha sido en parte obturada por grandes fotos fijadas al suelo que representan los más notables
e importantes explotadores de Tucumán. Se puede caminar sobre ellas o evitarlas. En la cafetería,
se dispondrá, a la vez, del “azúcar de Tucumán” y de otro azúcar anónimo. Toda la exposición se
encuentra de este modo “sensibilizada”, de piso en piso, y cada paso es una nueva elección.
Se advertirá que la contribución de los medios de comunicación es un principio esencial para
los argentinos. Desde sus primeras acciones utilizaron para sensibilizar a la población, esos
290
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
altoparlantes que constituyen la prensa masiva, la televisión, etc. Algunas veces, burlando al
sistema, en la medida en que éste último se esfuerza, al contrario, por hacerlos pasar inadvertidos.
En Tucumán, ciudad de provincia situada a mil kilómetros de Buenos Aires, el equipo principal,
venido de la Capital, se presentó en primer lugar como un grupo de artistas de vanguardia,
auténticos "niños juiciosos" de la cultura, en viaje de estudios por el interior del pafs. Recibidos por
el intendente, los notables, el jefe de policía, las autoridades eclesiásticas, multiplicaron las entrevis
tasy las conferencias de prensa para hacerse conocer. Al final de su estadía convocaron de nuevo
a los periodistas -pero esta vez para decirles, documentación en mano, todo lo que piensan de la
situación. De ahí el escándalo. Un poco más tarde, en Rosario y después en Buenos Aires, las
intervenciones de la policía para cerrar las exposiciones presentadas en los locales de la C.G.T.
hanconducido allí otra vez a la prensa para explicar arñpliamente lo que pasaba.
Los argentinos practican, asimismo, la acción concertada -que se desarrolla en varios puntos a la
vez- para crear un acontecimiento. La visita a Tucumán ha sido precedida por dos oleadas de
afiches en las tres principales ciudades de Argentina: primero simplemente la palabra “Tucumán”
repetida hasta la obsesión; luego, mientras el equipo de encuestadores llegaba al lugar, el título
completo, deliberadamente enigmático: “Tucumán Arde".
Por último, la mayoría de ellos no se preocupa por consideraciones legalistas cuando se trata de
pasar a la acción. Su investigación marcha sobre dos pies: el pie oficial y el pie clandestino. Hacen
uso del primero mientras pueden, pero no esperan, para intervenir, la autorización del sistema
dominante cuando éste, alertado, opone a sus intenciones su “ley” de clase (la cual, además, es
remodelada poco a poco según las necesidades del poder). Es así como el giro actual de los
acontecimientos los conduce a desarrollar, para las publicaciones y los filmes, toda una red de
informaciones paralelas que no se somete fácilmente a los sistemas convencionales de distribución
ycontrol. Aquí también los métodos son nuevos, cuando por ejemplo la proyección de filmes se
292
interrumpe cada media hora, para suscitar que se tome la palabra.
La experiencia argentina es una etapa, ciertamente todavía imperfecta, en una evolución que
concierne al conjunto del arte internacional. Ella surgió al final de un camino lógico en el cual un
momento-ahora superado- ha sido, por ejemplo, la actividad de) GRAV con sus manifestaciones
callejeras y su voluntad de arrancar al espectador de la pasividad.
Bajo la etiqueta de arte, tres productos se proponen actualmente:
1. El arte com o m etafísica, como sublimación del individuo, como victoria sobre el tiempo y la
muerte. Sus ideólogos (Elie Faure, Malraux) proponen el arte como un diálogo donde unas "voces"
se responden de siglo en siglo, donde el “canto de nebulosas" (canto confuso), se eleva, más allá
de las contingencias, para componer una suerte de religión del hombre. La historia del arte tiene
sus héroes, sus profetas que llevan sobre sus espaldas la suerte de la especie.
2, El arte com o lectura d e lo real, como desciframiento del continuo espacio temporal y sensorial en
el cual nos bañamos. La obra es aquí un producto totalmente laico, el artista canaliza en su
proposición una cierta lectura de la realidad, contribuyendo así a clarificarla y cambiarla. Es la línea
Panofsky-Francastel. Así las cosas, la búsqueda artística puede entonces ser aproximada a las
investigaciones matemáticas, de las cuales Merleau-Ponty escribió que “han dejado de ser largas
cadenas de razón" y que “los seres matemáticos no se dejan alcanzar más que por procesos
oblicuos, métodos improvisados, tan opacos como un mineral desconocido". Una batalla incesante
contra la oscuridad del mundo real, tal es el objetivo de esta tendencia.
291
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
Una subcategoría, más pasiva, ha sido definida por Max Bill y Umberto Eco. Para este último, “el
conocimiento del mundo tiene en la ciencia su canal autorizado” y el rol del arte es simplemente
revelar “-por similitud, metáfora, resolución del concepto en figura- la manera en que la ciencia, o
en todo caso, la cultura contemporánea ve la realidad". Ei arte deviene aquí ilustración, encarnación
de ecuaciones científicas.
3. Los p o s e e d o re s d e l arte p raxis, de los cuales los radicalizados argentinos son unos de los
conductores actuales, se proponen diluir su creatividad en el campo social. Ellos constatan que los
conceptos de movimiento, de proliferación y de indeterminación de la obra, la proyección de ésta
fuera del espacio cultural, la autonomía creciente del espectador, han arrastrado estos últimos años
la experiencia artística sobre un terreno ambiguo donde lo social y lo cultural se mezclan. Acentuan
do ese proceso, se han vuelto a encontrar en pleno corazón de la política.
En Robho, no somos de los que subestiman el trabajo de “laicización" operado en la línea del
constructivismo, por tres generaciones de artistas. Poniendo al arte como una actividad racional,
despreocupada de toda metafísica, ellos despojaron a la investigación artística de sus tufos idealistas.
Nada de esto sería posible sin ellos. No subestimamos tampoco la larga reflexión progresiva que
ellos han operado sobre el objeto a partir del cubismo, y los modelos de pensamiento que nos han
proporcionado para comprender mejor, dominar y cambiar la realidad física y psicológica donde nos
encontramos. Ellos probaron que el arte no estaba muerto, sino solamente el arte como metafísicay
sustituto de la religión. Su lección de claridad vale todavía hoy para el 80% de la producción artística.
Por todos lados hoy, las nuevas generaciones parecen cuestionar cada vez más esta búsqueda
como si, aún cuando conectada con las grandes leyes de la materia y de la vida, les pareciera
todavía demasiado alejada del mundo que se desarrolla todos los días bajo nuestros ojos, con su
dimensión inmediatamente política, la de la opresión y la explotación.
Nosotros comprobamos y aprobamos este proceso. Participamos de él. Se trata de franquear el
paso que conduce de la investigación a la praxis, de s e r los hijos de M ondrian p e ro también los de
M arx. Todo sucede como si en el seno mismo de una actividad que toda entera, por definición,
pertenece a la historia, el mundo artístico tomara oscuramente conciencia de una cierta urgenciay
desplazara su campo de actividad de “un polo frío”: la investigación en laboratorio, hacia un “polo
caliente”: la experiencia en vivo, la lucha concreta contra el imperialismo. Y ciertamente, es impre
sionante que en el mundo entero, en este mismo momento, los artistas de las nuevas generaciones
inscriban cada vez más frecuentemente sus investigaciones en el campo social. Como si todos
tuviéramos el presentimiento de que una batalla se prepara y se libra ya contra las fascinaciones y
las violencias del sistema capitalista, contra su “tolerancia represiva” que tiende a fabricar "una
sociedad de esclavos sin amos”, de esclavos que conceden. Destruir la “vitrina", sembrar el
desorden, aportar la nota falsa en el concierto “unánime" de la llamada sociedad de la “abundancia"
-aparece aquí tanto más urgente en cuanto que la burguesía, por su parte, rodea al artista de una
solicitud cada vez más sospechosa. Los tiempos no son ya aquellos en que los nazis quemaban los
cuadros y, cuando podían, también a los pintores. Hoy los coroneles se hacen fotografiar en uniforme,
muy sonrientes, delante de Paul Klee y Kandlnsky. Los representantes de la oligarquía son amigos de
la “cultura”. Todo un aparato-el de las galeríasy los museos-tiene la misión de llevar nuevamente la
creatividad del artista hacia el terreno inofensivo de las instituciones burguesas.
Lo que se desprende desde ahora de la situación mundial, es la oposición creciente entre un arte
del hacer y un arte del tener. Del teatro vietnamita al teatro puertorriqueño de New York, pasando
por los estudiantes de Berkeley, los radicalizados argentinos, los tropicalistas brasileños, la Exploding
G a la xi de Londres, una fisura geológica parece abrirse y extenderse bajo la civilización de la
mercancía y la estética que ella engendró: aquella del objeto, del fetiche, de la posesión, del valor
material y la acumulación. Enfrente, surgen los valores nuevos: la acción colectiva y masiva, la no
propiedad, la espontaneidad, la toma directa sobre lo real.
292
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Cada día más, al arte de los coleccionistas, de los poseedores, recuperable y decorativo, viene a
oponerse el arte acontecimiento, el arte salvaje. Es entre estos polos de atracción: investigación y
praxis, arte del hacer y arte del tener que se anudan las tensiones actuales, y también nuestra
reflexión, nuestra acción que, sin dogmatismo, intentaron clarificarlas.
*Estamos aquí en desacuerdo con el texto del doss/erfirmado por la C.G.T. de Buenos Aires, que no
ve en las primeras investigaciones de los jóvenes argentinos más que “abstracciones y sutilezas".
Las dos líneas que recién mencionábamos se inician en textos en cierta forma
fundacionales de los modos de circulación posteriores de “Tucumán Arde”: en ellos se
apoyan otras lecturas, que repiten y legitiman determinada versión de la obra, despla
zando la otra.
En la primera línea podemos mencionar el artículo que encabeza el dossier de la
revista Robho, publicado en 1971 por Jean Clay, que acabamos de transcribir, y dos traba
jospublicados por el Centro Editor de América Latina en 1973, que -com o parte del análi
sis que proponen de los procesos artísticos contemporáneos- dan cuenta de “Tucumán
Arde” desde una perspectiva que reivindica la lucidez de su búsqueda estético-política.
Nosreferimos, por un lado, al texto de Bedoya y Gil incluido en el fascículo “El arte en la
Argentina”, en el que los autores dicen: “En el ámbito del Instituto Di Tella se cuestionaron
todos los símbolos de la cultura y al final del proceso un grupo, el más lúcido, asumió la
última forma de rebelión que le quedaba: la política” (Bedoya-Gil, 1973). Y por otro lado
al fascículo de Néstor García Canclini, “Vanguardias artísticas y cultura popular”. Este
último considera a “Tucumán Arde” como la “experiencia principal” dentro de los intentos
293
P a r t e II. E l it in e r a r io d e l '6 8
“Un mérito a reconocer a los artistas de Tucumán Arde’ es haber comprendido que
transformación fundamental consiste menos en sustituir un estilo por otro que en cues''
nar la organización del campo artístico, las instituciones que lo integran, las estrate'
simbólicas de las clases dominantes. Experiencias que son un punto de partida para
quier intento de construir la cultura como satisfacción solidaria de las necesidades detod'
(García Canclini, 1979).
293. Contra esta clasificación, que consideraban un síntoma de absorción institucional, se ha''
pronunciado tempranamente Renzi y Ferrari, como ya vimos.
294
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
Objectfrom 1966 to 1972 (“Seis años: la desmaterialización del objeto artístico desde
1966 a 1972”), publicado en New York, en 1973. En el epílogo del libro, Lippard señala
el carácter diferente que han tenido las realizaciones latinoamericanas, sumergidas en
contextos sociales que les exigen una intervención política y recuerda que el ‘68 fue un
añoclave en su vida porque, entre otras cosas, el viaje a la Argentina marcó el inicio de
supolitización.
“La cuestión de las fuentes del arte conceptual se ha vuelto irritante desde entonces.
Duchamp fue la fuente histórica más obvia, pero el nuevo arte en New York provenía de
más cerca: los escritos de Ad Reinhardt, la obra de Jasper Johns y Robert Morris y las fotos
de Ruscha. [...] Desde mi propia experiencia, la segunda vía de acceso a lo que luego se
llamó arte conceptual me llegó en 1968, a través de un viaje a la Argentina para oficiar
como jurado. Allí tomé contacto con artistas cuya combinación de ideas políticas y concep
tuales fue reveladora” (Lippard, 1973).
294. Lo dice Jacqueline Barnitz: “Argentina produce dos tipos de arte conceptual. Por un lado, el
queincorpora tecnología: el CAyC, abierto en 1968 y vinculado al New York EAT (Experimentos
enArte y Tecnología) y Marta Minujin, que depende de la tecnología y los medios de comunica
ciónen la mayoría de sus trabajos de los ‘60; y por otra parte, las acciones del arte politizado
realizadas por grupos en las ciudades de Rosario y Tucumán” (En Encounters/displacements,
Archer M. Hungtinton Art Gallery, The University of Texas at Austin, 1992; la traducción es
nuestra). Lo repite Juan Acha: “Después de varios episodios [...] que ocasionaron airadas protes
tas, muchas de carácter político, un grupo de artistas de Rosario organizó la exposición ‘Tucumán
Arde'!...]. Si el Di Tella la limitaba (a la vanguardia) al Buenos Aires europeizado y ‘apolítico’, el
grupode Rosario le dio empleo político durante una dictadura militar”. Juan Acha, Las culturas
estéticas de América Latina, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994. Lo reite
rahace muy poco Nelly Perazzo en “Tucumán Arde”, en revista Art Nexus N° 31, enero-marzo
1999, Bogotá, quien considera la obra como una realización exclusivamente rosarina, concedien
doque, a lo sumo, “hay que considerar que en la acción revulsiva del grupo rosarino había
participantes bonaerenses” (p. 50). Una versión distinta es la de Mari Carmen Ramírez, que -en
elcatálogo de la muestra “Conceptualismo Global”- recupera el carácter específicamente políti
codel conceptualismo latinoamericano.
295
P a r t e I I. E l it in e r a r io d e l '6 8
Entre los ‘70 y los ‘90 encontramos una zona de quiebre en la recuperación dela
obra por parte de la historia del arte. Jorge Glusberg publica en 1985 Del pop art ala
n u eva im agen , en el que dentro del escaso espacio que dedica a los años ‘60, coloca en
un lugar más relevante al resto de lo que nosotros llamamos el itinerario del ‘68 quea
“Tucumán Arde”, obra que confunde con el nombre ficticio del tercer afiche de la campa
ña de incógnita por su nombre.295 Por su parte, la temprana y abarcadora mirada del
historiador inglés John King sobre la década, que toma forma en su libro El Di TeliayA
desarrollo cu ltu ral argen tin o en la d é c a d a d el sesenta, apenas nombra “Tucumán Arde’
como “un acto político que exhibió material reunido en Tucumán en noviembre de 1965
(sic)”, cuando “la definición del arte como arma política incitó a muchos artistas a recha
zar el trabajo en el Di Tella, aunque siempre se les permitió comentar libremente sus
ideas dentro del Instituto” (King, 1985: 122). La mención de “Tucumán Arde” tambiénse
relega dentro de la historiografía del arte conceptual internacional.296
En cambio, en los años de la “transición democrática”, aunque en forma muy aisla
da, algunos artistas plásticos argentinos recuperaron “Tucumán Arde” como parte de
una tradición crítica que era necesario reconsiderar.
En Rosario, una nueva generación de artistas agrupados en una cooperativa de
carácter gremial llamada APA (Artistas Plásticos Asociados), entre los que estaban Graciela
Sacco, Daniel García, Gabriel González Suárez, entre otros, organiza en 1984 en el Mu
seo Castagnino una muestra sobre la vanguardia de esa ciudad en el período 1966-1968.
Convocaron para la curaduría a Guillermo Fantoni, quien redactó el texto del catálogoy
coordinó unas Jornadas de discusión. Las Jornadas se convirtieron en una operación de
rescate de obras, documentos, materiales y artistas que habían quedado desperdigados,
y en una forma de establecer un puente entre generaciones, después del quiebre yel
silenciamiento provocados por la última dictadura.
A partir del material reunido de esas jornadas, tres entonces estudiantes de Bellas
Artes, Sacco, Sueldo y Andino, elaboran la monografía “Tucumán Arde”, en la que reco
pilan un buen número de documentos y material periodístico.297 Este trabajo, prologado
295. En la página 91 habla de ella como una realización de los rosarinos llamada “Primera bienal
de arte de vanguardia”.
296. La única mención de la obra que hace Marchán Fiz en su extenso volumen no es demasiado
precisa: “En el grupo argentino suele existir contradicción entre las propuestas y la propia práfr
tica, bastante comprensible si atendemos a las dificultades de desembarazarse de los mimetismos,
Algunos, como J. Renzi, animador de “Tucumán Arde” (1968), manifiestan un compromiso polí
tico más explícito. Equipo de Contrainformación prosigue estas experiencias de comunica!
mensajes políticos” (1973: 269). Dicha tendencia se ha revertido notablemente en los últimos
años, como señalamos en el Epílogo a esta segunda edición.
297. Mucho tiempo después, Graciela Sacco rememora aquel acontecimiento como el que le
permitió armar su memoria artística: “Con la apertura democrática, hace ya más de diez años,
junto a un grupo de artistas compartimos la inquietud de reunir las obras dispersas de la vanguardia
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
“Desde el punto de vista sociológico, ‘Tucumán Arde’ realiza una reorganización del
campo artístico tradicional: por su producción en equipo, empleo resemantizado de los
mass-media, reemplazo del receptor individual y calificado por un público masivo del
que se requiere una participación explícita (la movilización), rechazo frontal del merca
do de arte y búsqueda de espacios alternativos (locales de la CGTA) que permiten la
integración con un estrato social secularmente olvidado por las políticas económicas y
culturales: el de los trabajadores”.298
La experiencia de las Jomadas del ‘84 también se articula con los comienzos de la
investigación que, desde 1987, Guillermo Fantoni realiza sobre las coyunturas de renova
ciónestética en el arte rosarino y argentino contemporáneo, haciendo foco primero en la
|década del ‘60 y a partir de allí en las décadas del ‘30 y del ‘50. Ha construido desde entonces
unrelato consistente sobre lo que llama la “historia intermitente” de la vanguardia rosarina,
ysus cruces y conflictos con la escena porteña.
En uno de sus primeros textos, Fantoni considera que “Tucumán Arde” es repre
sentativo del fenómeno que María Teresa Gramuglio ha señalado como uno de los indi
cios que marcan el fin de la década, esto es la crisis de la relación pacífica entre vanguar
diaestética y vanguardia política. Y sigue:
En los mismos años, esta indagación sobre la historia de “Tucumán Arde” como
parte de la propia historia silenciada, obstruida, se da también en Buenos Aires. Es el
caso del grupo CAPataco (Colectivo de Arte Participativo, tarifa común), integrado
entre otros por Coco Bedoya, Emei y Daniel Sanjurjo, que inscribió desde los primeros
rosarina que fuera la principal protagonista de ‘Tucumán Arde’. Por primera vez después de
muchosilencio, todo ese material nos permitía armar nuestra memoria artística, y llenar un hueco
lamentable en la historia del arte argentino; a partir de esto creo que pude pensar y sentir la
práctica artística desde un lugar cotidiano con una conciencia ética-estética diferente”. En Catálo
go¿Tucumán Arde?, Buenos Aires, Centro Cultural Borges, 1998.
298, Elsa Flores Ballesteros, “Notas sobre la poética de ‘Tucumán Arde’” (en Sacco, Sueldo y
Andino, 1987).
297
P a rte II. E l i t i n e r a r i o d e l '68
años ‘80 su producción callejera por fuera de las instituciones artísticas, articulándose
con movimientos sociales, de derechos humanos y políticos de oposición.299
“No sé si no funciona porque las obras estaban pensadas para ser experimentadas en un
m om ento preciso y no en otro. Lo que es claro es que no ayuda ver algo revolucionario en
un lugar que suena tan a m useo” (Esther Cross).®
“E! artista de vanguardia, al nacer com o ‘artista’ para la sociedad, muere como ‘vanguardia’ pan
sí mismo. La aceptación de su propuesta marca precisamente su caducidad” (Roberto Jacoby).311
“Paradojas de Tucum án Arde: pretender un arte sin artistas y quedar atrapada en la historia
com o una obra de arte” (Norberto Puzzolo).®
En la última década, como parte del revival sesentista, “Tucumán Arde” ha sido
consistentemente aceptada en ámbitos académicos y curatoriales como parte “legítima”de
la historia del arte argentino. También últimamente se la suele citar en los medios masivos
como una referencia conocida, dentro de la recuperación formalista que las experiencias
ditellianas (y aledaños) tienen en la actualidad. Son manifestaciones de un efecto de lectu
ra neutralizador respecto del carácter convulsivamente político que muchas de (estas u
otras) manifestaciones artísticas contenían.303
299. Este grupo estuvo vinculado al Frente de Artistas del Movimiento al Socialismo (MAS), de
orientación trotskista. Emei, en un texto reciente, recuerda a CAPataco “guacho del ya hoy mítico
‘Tucumán Arde’, huérfano de los que uno a uno salimos a buscar: Suárez, Jacoby, Ruano, Carballay
los demás. Sólo con Ricardo Carreira -encontrado por Bedoya- capataqueamos juntos. ‘Tucumán
Arde’, legado vía Canclini hace rato su propio Torquemada”, en “Virtudes de un múltiple oportunis
ta”, autoedición, 1999- Justamente, ambas recuperaciones -la rosarina y la porteña- se cruzan enel
Boletín N° 6 (junio de 1985), publicación de los artistas del MAS, en el que se publica una entrevista
a Gabriel González Suárez, en donde relata la experiencia en el Castagnino: “Con las Jomadas
quisimos memoriar, movilizar y fomentar la discusión sobre un tema sepultado tras estos años de
oscurantismo. Cuando empezamos a prepararlas encontramos resistencia en quienes habían vivido
esa etapa, dificultades en recordar, en aportar documentación. [...] Cuando preparábamos las jorna
das, habíamos recibido críticas de que estábamos museificando un período marcadamente anti
institucional. Creemos que ese debate y las 1500 personas participantes demuestran lo contrario: lo
que logramos fue desmuseificar el museo y no museificar la vanguardia” (p. 17).
300. Lo dice en relación a su visita a la muestra “En medio de los medios”, Página/12, Suplemen
to Radar Libros, 5 de septiembre de 1999, p. 8.
301. Roberto Jacoby, “El Di Tella”, en La Revista de los Jueves, Clarín, 2 de septiembre de 1971
302. Norberto Puzzolo, Antológica, 2004: 44.
303. Aunque no se trata de ningún modo de la matriz que predomina en la última década, ha
habido también algún intento de reaparición de la lectura en clave de la sociología marxista, que
hoy constituye una perspectiva -como hemos visto- residual. En un análisis que difiere mucho
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
de aquel que propusiera Canclini, Beatriz Balvé expuso en 1994 una ponencia titulada “El pro
blema de la constitución de una política cultural de masas”, en el que presenta a “Tucumán Arde”
como ejemplo de una política cultural propia de los años ‘70. Balvé, una de las protagonistas de
la obra y -desde entonces hasta su disolución, ocurrida hace muy poco- integrante del CICSO,
define a “Tucumán Arde” como “un hecho único con capacidad ejemplificadora y de propaganda
de lo que ellos postulan como el arte puesto al servicio de la revolución” (p. 8). Su hipótesis es
que “Tucumán Arde expresa en lo artístico, como forma ideológica, la cosmovisión ideológica de
capas y fracciones de la sociedad, que van tomando cuenta de las transformaciones que se
operan en la estructura económica y social que se van produciendo en la década del sesenta,
donde a partir de su imposición se revolucionan conceptos, nociones e ideas expresándose en el
mundo de lo artístico como proceso de descorporatización o desinstitucionalización de los ámbi
tos de la cultura oficial y de rechazo al mismo”.
304. Al cumplirse veinticinco años, Fernando Fariña, crítico rosarino, reconoce que la difusión de
la obra alcanzó dimensiones míticas, por su circulación en los medios y su reelaboración en la
memoria colectiva. En “De la ‘manzana loca’ al arte comprometido”, en La Capital, Rosario, 28 de
noviembre de 1993, 5o Sección, p.l. Al cumplirse treinta años, el crítico reconocidamente
antiizquierdista Jorge López Anaya, la considera “la mayor manifestación de arte contestatario de
la década del ‘60”, que fue “prodigiosa para el movimiento artístico en la Argentina”. Define la
categoría “arte contestatario” como una “modalidad artística nacida en los ‘60, orientada hacia el
juicio o análisis crítico de algunas situaciones sociales o políticas [...] El arte contestatario puede
manifestarse en el contexto de los lenguajes plásticos más o menos convencionales, pero es en
el arte del concepto y en algún realismo contemporáneo donde tiene sus expresiones más
destacadas”. En “La mirada crítica”, en La Nación, 29-11-1998, Sec.6, p. 7.
305. Lo sorprendente de esta última exposición colectiva es que siendo “Tucumán Arde” su
intertexto explícito, las obras allí reunidas, salvo la excepción de la obra de Sacco y el texto de
catálogo de Flores Ballesteros, no retrabajaban sino sobre el nombre mítico de aquella realización.
“‘¿Tucumán Arde?’ trabaja con la memoria, y desde ese espacio de recogimiento casi religioso, de
oración fúnebre, actúa como una procesión icónica, como un lacerante auto sacramental”, dice el
texto de Figueroa en el catálogo.
306. María José Herrera preparó el video “Tucumán Arde”, que se presentó en la muestra
“Conceptualismo Global” en el Queens Museum of Art (New York), a principios de 1999, y luego
en la muestra “En medio de los medios”, realizada en agosto del mismo año en el MNBA. Esta
última exhibe un valorable trabajo de investigación y de recuperación de obras y materiales perdidos
sobre las diversas maneras en que los medios fueron interpelados por el arte experimental argentino
299
P a rte I I I . U n a r t e pa r a l a r e v o l u c ió n ( c o n s id e r a c io n e s fin a l e s )
Esta reapropiación (de signo muchas veces neutralizador), que ahora alcanza a
“Tucumán Arde”, se suma a la recuperación de parte de la vanguardia de los ‘60 que tiene
lugar desde hace pocos años, desde el punto de partida que significó la muestra sobre el
Di Tella en la Fundación San Telmo, prosiguiendo en 1993, con la exposición “90-60-90'
en la Fundación Patricios; en 1994, “Ver y Estimar antes del Di Tella”, en el Museo Nacional
de Bellas Artes; en 1998, y “Experiencias ‘68” en la Fundación Proa. A estas exposiciones
colectivas, se suma la reconstrucción de algunas obras de esos años de artistas como Bony
(en el Museo de Arte Moderno en 1998), Paksa (en el mismo museo y el mismo año),
Puzzovio (en el ICI en 1998), Renzi (en el Parque de España, de Rosario), etc.
Esta circulación motorizó, obviamente, que también se multiplicaran las referen
cias de la crítica de arte al período y a la obra. En medio de esta profusión de citas, sin
embargo, no debe perderse de vista que conviven apropiaciones muy distintas.307 Pre
domina -a nuestro entender- una versión banalizada, despolitizada, descontextualizada
o recortada del proceso que implicó el itinerario del ‘68. Si los realizadores de “Tucumán
Arde” pretendían originalmente impactar sobre el campo político, al inscribirse las lectu
ras de la obra casi exclusivamente en el campo artístico, se transforman las evaluacio
nes, incluso las de los mismos autores, de acuerdo a los parámetros que rigen hoy el
funcionamiento de ese campo.
Nos preguntamos, por otro lado, si esa abundancia de apelaciones a “Tucumán Arde”
logra devolver en los anodinos ‘90 algo de aquel ánimo que alentó una de las experiencias
más radicales y significativas de confluencia entre la vanguardia artística y la vanguardia
político-sindical de los años ‘60, considerando la “despeligrosidad” a la que están sometidas
la política y el arte de vanguardia hoy.
de los ‘60. Excluye, sin embargo, los incipientes trabajos relacionados con los medios que los
integrantes del Grupo de Artistas de Vanguardia rosarino habían realizado antes de “Tucumán
Arde” (véase nuestra referencia en páginas anteriores). Esta obra, junto a Palabras ajenas de
Ferrari, es clasificada dentro del amplio cruce “Arte y realidad social”.
307. La que predomina es aquella matriz de lectura que opera sobre el temprano texto de
Lippard: esto es, “Tucumán Arde” como paradigma de una vertiente del arte conceptual. Por
ejemplo, Figueroa, el curador de “¿Tucumán Arde?” define la obra del ‘68 como “una experiencia
artística que inauguró en nuestro país -entre otras- el conceptualismo” (catálogo ya citado).
Alberto Giudici, crítico de Clarín, la señala como “la primera muestra de arte conceptual en la
Argentina; o sea la re-presentación plástica de un concepto político. Así se la valora y se la estudia
hoy en las academias” (Clarín, 21-3-1998, p. 74).
300
PARTE III
Para acercarse a una “época”, el historiador puede optar por caminos distintos:1
definir los rasgos dominantes y construir con ellos un “sistema”, reducirla a una “unidad
coherente de significados, donde son sacrificados como mera excepción los que están
ubicados en los márgenes” o bien rescatar -e n términos de Williams- aquellas zonas o
tendencias emergentes que no llegan a convertirse en hegemónicas, o —como propone
Benjamín- la “mónada”, el instante en que queda reflejada toda una vida y en una vida
toda una época, y en una época toda la historia.2
Nuestra opción quiere asemejarse al segundo gesto. No pretendimos en este libro
hacer una “historia del arte argentino de los ‘60”, ni una “historia de la vanguardia”, ni
siquiera una “historia del arte y la política” en ese período. Concentrados apenas en un
aso (que era en gran medida desconocido, o conocido parcialmente como nombre
mítico) ocurrido en un año vertiginoso, sabemos que dejamos afuera o apenas mencio
namos a artistas y acontecimientos importantes de la época. Los que protagonizaron el
itinerario del ‘68 no eran los artistas hegemónicos de ese período, ni los más resonantes
en los medios, y muchos de ellos nunca volvieron a producir obras.
301
P a r t e I II. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
Nos interesó, más bien, reconstruir las ideas y las acciones que emergieron de un
cúmulo de tensiones y cruces, y que configuraron una opción que por su radicalidad no
pudo ser asimilada en todas sus dimensiones ni desde la historia del arte ni desde la de la
política. Una opción en un sentido derrotada y en otros, todavía inquietante por el desafio
que implicó sobre los lugares, las prácticas y los modos instituidos del arte y de la política.1
Para concluir la exposición de este caso, condensaremos algunas discusiones que
están dispersas en el libro. En primer lugar, sintetizamos las líneas de aquello que los
protagonistas del itinerario definen como una “nueva estética”. En segundo lugar, postu
lamos el carácter inaugural que tiene este movimiento de vanguardia en nuestra historia
artística. A la luz de los materiales expuestos, queremos retomar las discusiones plantea
das al iniciar este texto respecto de la pertinencia de considerar a la plástica experimen
tal de los ’60 en los términos de la teoría de vanguardia. En tercer lugar, discutimos la
singularidad del caso respecto de otras opciones de cruce entre arte y política contempo
ráneas: su planteo de confluencia entre el arte y la política. Revisamos, también, las
tensiones entre vanguardia artística y vanguardia política que se evidenciaron a lo largo
del itinerario del ‘68. Estos distintos abordajes nos llevan a postular, como cierre, desde
dónde recuperamos más de treinta años después esta experiencia.
“Les ofrecem os a Ustedes y a Vuestras Conciencias, este acto, este simulacro de atentado,
com o una Obra de Arte Colectiva, y también los principios de una nueva estética” (texto del
asalto a la conferencia de Romero Brest).
3. Aquí nos resuena aquello que postulan los artistas chilenos de avanzada, integrantes del CADA,
en un manifiesto de 1982, respecto del potencial de un “arte de la Historia”, “su éxito o fracaso
no es ajeno al éxito o fracaso de las perspectivas de alteración total del entorno y, en última
instancia, de la producción de una sociedad sin clases” (en Ruptura, N° 1, Santiago de Chile,
agosto de 1982).
4. “No teníamos ninguna duda de que la revolución iba a venir”, nos dice Jacoby. Ya en 1966, el
mismo Jacoby hablaba de “un arte positivamente social”. En “Contra el happening", en O. Masotta
(comp.), 1967; p. 129. María Teresa Gramuglio afirma, en el mismo sentido: “Todo lo hacíamos
porque creíamos que la revolución estaba a la vuelta de la esquina” (entrevista).
302
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
5. Lo señala también Guillermo Fantoni (1990) cuando afirma que las ideas estéticas en torno al
acercamiento de arte y vida que predominan en los años ‘60 asumen, en el contexto argentino
de fines de la década, connotaciones particulares, “cuyo correlato inmediato en el marco de las
nuevas constelaciones históricas y sociales fue la fusión del arte y la política”.
303
P a rte III. U n a r te para la r e v o lu c ió n (co n sid era cio n es fin a le s )
“La agresión intencionada llega a ser la forma del nuevo arte. Violentar es poseer y destruir I
las viejas formas de un arte asentado sobre la base de la propiedad individual y el goce per
sonal de la obra única” (Declaración de la muestra de Rosario).|
6. Contra las lecturas de la violencia que la interpretan como “recurso extraordinario” del Estado(la
“legítima” coerción física) y, en consecuencia, condenan la legitimidad de la violencia popular, es
imprescindible insistir en que la violencia es estructural e históricamente constitutiva de la políticayel
Estado (y el Derecho), y que se verifica cotidianamente en la exclusión social (véase Grüner, 1997).
Por otra parte, conviene recordar que la violencia institucional (como “recurso extraordinario" i
Estado, si se quiere) estuvo presente permanentemente en las décadas previas a la coyuntura que
estudiamos. Y se ejerció en golpes y gobiernos militares (iniciados en 1955, 1962, 1966) con un
fuerte apoyo civil, incluido el compromiso de los principales partidos políticos o de importantes
dirigentes de éstos. Es esa historia la que ayuda a comprender (nunca a justificar) la presencia masiva
de funcionarios e intendentes de la UCR y en menor medida el PJ o el Partido Demócrata Progresista j
durante la última dictadura militar en la Argentina, la más violenta y sangrienta de nuestra historia,
304
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
305
P a rte III. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
La ruptura institucional
“La posición adoptada por los artistas de vanguardia les exige no incorporar sus obras a las
instituciones oficiales de la cultura burguesa, y les plantea la necesidad de trasladarlas a otro
contexto; esta muestra se realiza entonces en la CGT de los Argentinos, por ser éste el organis
m o que nuclea a la clase que está a la vanguardia de una lucha cuyos objetivos últimos com
parten los autores de esta obra” ( “Tucumán Arde”, Declaración de la muestra de Rosario).
forma general; y después la relación entre esta forma general y una época” (1975: 18). Según \
Sarlo y Altamirano, “es la cultura de un período determinado, pero es más que eso: es la formae
que esa cultura fue vivida por sus productores y su público, la experiencia concreta que com- ¡
prende ‘actividades particulares integradas en formas de pensamiento y de vida’” (1980: 39-40),
12. Por condiciones de preemergencia, Williams (1980) entiende, más que productos acabados,
la presencia viviente, lo movilizador, lo que escapa a lo fijo, lo explícito o lo conocido. Un tipode
sentimiento y pensamiento efectivamente social y material, en fase embrionaria, antes de con
vertirse en un intercambio plenamente articulado y definido.
13. Núcleo que, como vimos, excede largamente al grupo que luego realiza “Tucumán Arde',
e incluye a muchos de los que poco después elegirían la opción de emigrar a Europa oa|
Estados Unidos.
306
D el D i T e l l a a " T u c u m á n A r d e "
acción, aún la más radical y revulsiva, perdía su potencial crítico y era absorbida, por el
hecho de estar dentro de las instituciones artísticas.
Ello se combina con el repudio a las instituciones y al arte “burgueses”, por su carácter
de clase. La posición antiinstitucional es justificada, también, como repudio al carácter bur
gués del circuito artístico. Mantenerse fuera de las instituciones garantizaría simultáneamen
te contar con libertad para sostener el carácter vanguardista de la experimentación, lograr
independencia respecto de la clase dominante y postular efectividad política.
La ruptura con los espacios y cánones tradicionales de la institución arte desata la
búsqueda de un soporte social e institucional radicalmente distinto, y les exige a los
artistas encontrar un lugar alternativo para desarrollar la nueva obra.
Una vez alejados de las instituciones artísticas, los artistas indagan la posibili
dad de instalar su actividad en la calle. Organizan improvisadas acciones callejeras
(con resultados bastante limitados), lo que pone en evidencia los límites y los peli
gros de actuar fuera del resguardo del ámbito propio y sin un soporte institucional
que los contenga.
Más tarde, se vinculan a una institución ajena al campo artístico: la CGT de los
Argentinos.14 Esta confluencia se puede leer como la inscripción del nuevo programa
artístico en un espacio público atravesado por disputas y contradicciones, y que posibi
litaun vínculo (real e imaginario) con el movimiento obrero, los sectores populares, sus
luchas y reivindicaciones concretas.
El desplazamiento de una obra de arte de vanguardia hacia una institución políti
co-sindical de oposición impone nuevas reglas de juego, otras formas de negociación,
una circulación distinta de la obra. Esta vinculación, así como la autoría colectiva y los
esfuerzos evidentes por llegar a un nuevo público (masivo y popular) y encontrar un
nuevo lenguaje son expresiones de una búsqueda: la de redefinir el vínculo del arte y la
vida, el arte y la política, a partir de la necesidad de dirigir el impacto de la creación
artística hacia la sociedad.
En esa búsqueda, se retoma la preocupación por vincular las teorías de la
comunicación con los fenómenos estéticos así como el recurso a la experimentación
con los medios masivos (que está presente en la producción y la reflexión artística
en esos años, com o vimos, tanto en Buenos Aires como en Rosario). En “Tucumán
Arde” la intervención en los medios, el lugar que ocupa el documentalismo en las
muestras, el recurso a códigos convencionalizados (políticos, periodísticos o publi
citarios) se asocia a la eficacia en la com unicación que se pretende entablar con ese
nuevo público. La articulación de estos elem entos en la obra, en aras de un objetivo
contrainformacional, introduce una resolución novedosa a los problemas que se
plantea este itinerario de vanguardia.
14. En el caso de los rosarinos, además se vinculan a otra institución ajena al circuito artístico: la
BibliotecaPopular Constancio C. Vigil, que les otorga fondos para realizar “Tucumán Arde”. Se podría
postular que esta institución también les permitía a los artistas entrar en contacto con un público
popular, a través de actividades de formación (algunos se desempeñaban allí como docentes),
edicióno incluso de exposición de obras plásticas.
307
P a r t e I I I. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
Entendemos el itinerario del ‘68 como el pasaje desde una posición alternativa a
otra oposicional.15 No emergieron en ese lugar de oposición16 sino que fueron impulsa
dos por el proceso de radicalización política y el autoritarismo del régimen de Onganía,
que terminó presionando a diversas formaciones políticas, sindicales y culturales, a una
posición en la que no necesariamente se ubicaban poco tiempo antes.
Estos artistas, entonces, dirigieron su mirada y viajaron no ya hacia el centrada!
centros) -Nueva York, París, Buenos Aires-, sino hacia una golpeada provincia norteña
(en todo caso, uno de los “centros” de conflicto político). Se instalaron en un circuito
distinto acorde a las definiciones del arte que defendían, involucrándose en otro mar
co institucional (la central obrera más combativa), tajantemente alejado de las galerías
y museos. Interpelaron a otro público (que incluía a sectores populares). Defendieron
la concepción de la obra como acción, que se constituía en un proceso interdisciplinario,
y pregonaron la fusión de arte y vida. Se plantearon también otra noción de autoría: la
de un colectivo que integraba a los sujetos involucrados en el momento de creacióny
en el de recepción.
Puede decirse que si bien el circuito modernizador fue capaz de asimilar y promover
excentricidades de tipo formal, o tolerar ciertos hábitos intelectuales y manifestaciones
sociales de los artistas, no tuvo suficiente flexibilidad frente al carácter radicalmente
politizado de las producciones del ‘68. Se produce un endurecimiento del aparato institu
cional, evidenciado en episodios de censura, clausuras, cambios en los reglamentos de
los premios, exclusiones, etc. La cuestión de la limitada permisividad de los circuitos
institucionales modernizadores (por ejemplo, la censura de Romero Brest a la obra de
Ferrari de 1965) y la solicitud de las autoridades para que intervengan las fuerzas represi
vas para dirimir los conflictos con los artistas (por ejemplo, en el premio Braque 1968) dan
cuenta de las condiciones peculiares del régimen de autonomía del campo intelectual en
las sociedades latinoamericanas, expuesto a la interferencia continua de instancias exte
riores, en especial, del campo de poder.
15. Raymond Williams (1982) sostiene: “lo alternativo, en áreas significativas de lo dominante,es
considerado a menudo como de oposición, y bajo presión, es convertido en una instancia de
oposición [...]. Ha sucedido con frecuencia que los ataques de la opinión establecida contraIJ
grupos alternativos, los han llevado hacia una oposición consciente”, aunque distingue este pasa
je de aquellos “grupos plenamente oposicionales que comienzan con ataques a las formas artís
ticas predominantes y a las instituciones culturales, y a menudo con ataques ulteriores alas
condiciones generales que en su opinión las sustentan”. En Las políticas del modernismo (1997),
Williams plantea explícitamente que el tránsito de la fase modernista a la fase vanguardista tiene
que ver con el pasaje de una posición alternativa a una de oposición.
16. Como sí se puede pensar -en cierto sentido- de Ricardo Carpani, quien desde comienzos de
la década se ubica en un lugar al margen de las formas de circulación tradicionales del arte, id
poner su producción gráfica y muralística al servicio de los sindicatos.
308
D el D i T ella a " T u cum án A r d e "
17.Diana Wechsler (1995) sostiene el carácter moderado de la vanguardia plástica de los años ’20.
18.Andrea Giunta (1997) ha señalado algo similar en relación a Arte Destructivo, comparándolo con
elsimposio sobre Assemblage que reúne en Nueva York en 1961 a Duchamp y Huelsenbeck con
Rauschenberg. “Pero lo que en el país del norte podía leerse como la reedición, sin duda actualizada,
deundadaísmo que, en algún sentido, ellos habían experimentado, en Buenos Aires, pese a los
intentos de la crítica por leerlos como un gesto desfasado, esta intencionada subversión de los
dores establecidos, encontraba su momento inaugural”.
309
P a rte III. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n ( c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
Opciones de la vanguardia
‘“Tucum án A rde’ fue el paso al acto revolucionario com o acto último o agónico'
(Nicolás Rosa, entrevista).
19. Renato Poggioli (1964) señala entre los momentos que transita la vanguardia, el “activismo1
caracterizado por una vertiginosa dinámica creadora que lleva al movimiento hasta los límites,y
luego el “agonismo” que le impone un sacrificio extremo similar al de las vanguardias militaresen
la guerra: poner en riesgo su propia vida con el supuesto de que otros vendrán luego a construir:
sobre lo arrasado.
20. En ese sentido, hemos visto que tanto Renzi como Ferrari reaccionaron explícita y pronta
mente contra la inclusión de “Tucumán Arde” dentro del ane conceptual.
310
D el D i T ella a " T ucum án A rde"
sobrevivieron-. Lo indudable es que, después del ‘68, la vanguardia perdió su vigor, los
ámbitos que había habitado se vaciaron o se clausuraron, y los que habían sido sus
protagonistas estaban en otro lado. El emprendimiento colectivo de “Tucumán Arde”,
dentro de los intentos por superar la crisis y las contradicciones que vivían, puede
leerse así como una tercera opción, que aglutinó -com o ya vim os- a un grupo de la
vanguardia porteña y a la gran mayoría de la vanguardia rosarina.
21. Encambio, no se trata en el contexto internacional de un gesto insólito, sino que se vincula con
otras experiencias contemporáneas en América Latina, Estados Unidos y Europa, que podrían
englobarse en lo que Marchán Fiz señala “la nueva sensibilidad de la Nueva Izquierda”: “A grandes
rasgos, la ‘nueva sensibilidad’ ha sido un reflejo más o menos explícito de la ideología ambiental,
subyacente, de la transición, propia del movimiento estudiantil y, en menor medida, del campo
artístico, de Marx a Fourier, de Marx a Bretón o la más contemporánea de ‘Marx a Marcuse’. Precisa
mente, éste último ha sido el intérprete teórico más acertado de esta nueva sensibilidad que ha
pretendido aliar la revolución con la utopía estética, recordando la propuesta inicial del surrealismo.
Estatendencia culminó a finales de los años setenta. [...] En el dominio artístico está apareciendo un
movimiento social (entendido como sistema de prácticas que tienden objetivamente a la transfor
mación cualitativa del orden social) específico y parcial que acusa convergencias, y no tanto alian
zasexplícitas, con ciertas propuestas emancipatorias de algunos movimientos sociales recientes, en
general con lo que se viene denominando la ‘Nueva Izquierda’” (Marchán Fiz, 1988: 155-157).
22. Hacia allí apunta la idea de Oscar Masotta en la “Advertencia” a Conciencia y estructura, escrita
enseptiembre de 1968, en tomo a la idea de “fundir la ‘praxis revolucionaria’ con la ‘praxis estéti
ca”', o la percepción actual de muchos artistas, entre los que puede citarse a la rosarina Graciela
Carnevale de que “no existía el límite entre arte, política, vida” (véase entrevista).
311
P a r t e I I I. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
Encuentros y desencuentros
El itinerario del ‘68 no es recorrido en bloque y sin fisuras por los grupos de
artistas porteños y rosarinos. A medida que la vanguardia estética se entrecruza conla
vanguardia política, se producen deserciones y desacuerdos entre los que venían coin
cidiendo o al menos coexistiendo en ámbitos comunes.
Los cortocircuitos tienen que ver con ciertas definiciones políticas que dividen
aguas, como la explicitación del apoyo a la lucha armada o la creciente polarización
entre peronistas y marxistas y, también, con las tensiones y resistencias que se provocan
cuando se entrecruzan lógicas diferentes (la de los grupos políticos o sindicales y lade
los artistas).
Estos conflictos explican, como hemos visto, la desvinculación de los artistas que
adherían al FATRAC después de los incidentes del Premio Braque, determinando suno
participación en “Tucumán Arde”, después de haber sido protagonistas en las primeras
acciones artístico-políticas del año ‘68.
Los incidentes del Premio Braque también ponen de manifiesto otro flanco de con
flicto desatado a partir de las definiciones (y las acciones en consecuencia) de los artistas:
la fragmentación de la vanguardia. Ya mencionamos que dentro de esta generación de
artistas coexistieron diversas estrategias, y que no todos los artistas coincidieron enla
ruptura con las instituciones. Esto se evidencia muy poco después de la abrupta salidadel
Di Tella, luego de la intervención policial en las Experiencias 1968. Los que impulsáronla !
iniciativa del boicot al Premio Braque se encontraron con que varios artistas no coincidían
en ese punto y decidían presentarse en esa y otras convocatorias.
En cuanto al vínculo con la CGTA durante la realización de “Tucumán Arde”, éste
no implicó limitaciones a la obra. Fue una propuesta más, explicitada en la Comisión de
Acción Artística (en Buenos Aires) y presentada ante la dirección de la Regional (en
Rosario), acogida con relativo entusiasmo por los sindicalistas. Si bien éstos no impusie
ron temas ni formatos, la denuncia de la crisis tucumana era una de las principales
campañas de agitación de la central obrera. La CGT brindó a los artistas no sólo las
sedes sindicales para realizar las muestras, sino también toda una red de contactos en
Tucumán, que fueron esenciales para desarrollar el trabajo de relevamiento, solucio
nando cuestiones como la entrada a los ingenios, las entrevistas con dirigentes obreros,
312
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
23. Que nos remite, por un lado, a la apropiación estética de discursos, formatos y procedimien
tospropios de la militancia política radicalizada, que ya analizamos. Pero también señala la apari
ción(fugaz) en esa coyuntura de un grupo guerrillero y verbaliza una defensa de la opción por
lasalida armada.
24. La controversia entre los artistas -de acuerdo a diferentes testimonios recogidos- tiene varios
frentes. Algunos rechazan la “partidización” o “peronización” de la muestra ocasionada por la
aparición de una referencia concreta y explícita a un grupo guerrillero que se reivindica peronista.
Otrosaluden a que el término “patriotas” pertenece a una tradición discursiva (de nuevo peronista)
nocompartida por otro grupo (orientado a la izquierda marxista). Cf. entrevistas en la IV parte de
este volumen.
313
P a rte III. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
"Todo es política"
Hemos visto como a fines de 1968 se clausura una tentativa de fusionar arte y
política en la que el primero de los términos no perdía su especificidad. Frente a la
perspectiva que concebía el modo de intervención del arte en la política, como ilustra
ción o representación de su letra, el itinerario del ‘68 había puesto en juego una inter
vención del arte como acción, que pretendía impactar eficazmente desde su (nuevo)
lenguaje y sus medios en el proceso de transformación radical de la realidad.
Con esta concepción, el itinerario del ‘68 sostiene una alternativa de confluencia
del arte y la política diferente a las existentes entonces en la Argentina. Pero, sobre
todo, es una alternativa (efímera, es cierto) a la opción que se impone entre los mis
mos artistas poco tiempo después, cuando el peso que adquiere la dimensión política
obtura la posibilidad de intervenir con una modalidad y desde una lógica propias de
la vanguardia artística.
En esos años, se extiende entre los intelectuales radicalizados la convicción de la
necesidad de supeditación de la labor específica frente a las urgencias de la lucha revo
lucionaria. La búsqueda de la confluencia entre vanguardia artística y política quedará
relegada o perderá su sentido, cuando los artistas experimenten la lucha política como
un imperativo a subordinar las prácticas culturales al mandato de la política.
Cuando se interroga acerca de “en qué medida la decisión de eliminar cualquier otro
tipo de referencia, estableciendo el reinado exclusivo de lo político’, acarrea una pérdida
de identidad intelectual y una sumisión de la esfera cultural a la esfera política”, Silvia
Sigal (1991: 249) considera que:
“sería apresurado concluir de la decisión de supeditar las prácticas culturales a los objetivos
políticos, que la cultura o, mejor dicho, los artistas y los intelectuales vean disuelta su
entidad en la esfera de la política y hayan perdido su autonomía cultural como cuerpo, Al
contrario. En las condiciones de la sociedad argentina de fines de los ‘60 y comienzos de
los ‘70 la decisión de dar el primado a lo político fue expresión de la más absoluta y
vertiginosa autonomía de los intelectuales”.
Nos gustaría ahondar en esta paradoja, para discutirla y recuperar, para el caso
que nos atañe, las distintas dimensiones que se entrecruzan y forman la compleja trama
que nos propusimos desentrañar a lo largo de este libro.
En primer lugar, disentiríamos con Sigal cuando relativiza la “interferencia eficaz
del campo político en las reglas de juego culturales” (1991: 248) en la Argentina délos
‘60/70. La injerencia del campo del poder no respeta las mediaciones, sino que habla de
la fragilidad extrema de la autonomía del campo artístico en la Argentina: los artistasy
las obras sufren, como muchos otros entonces, censuras, clausuras, persecuciones, jui
cios, detenciones, cárcel.
Esta condición alterada del régimen de autonomía de nuestro campo cultural ya
ha sido señalada por algunos autores como un rasgo de la precariedad extensible a los
campos culturales latinoamericanos. La noción de autonomía que propone Pierre
314
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Bourdieu se condice con un mercado simbólico altamente unificado (el campo artístico
yliterario francés del último siglo). Pero en los países latinoamericanos, Sarlo y Altamirano
(1982) han planteado que “difícilmente el campo intelectual posea la coherencia y la
regularidad que Bordieu le atribuye”, dada la debilidad de los sistemas políticos liberal-
democráticos, que ha conspirado contra la autonomía relativa rota por la injerencia
directa de los poderes exteriores al campo. Aquí las relaciones económicas y políticas
nohan permitido la instauración de un amplio mercado cultural de élite como en Euro
pa ni la misma especialización de la producción intelectual ni instituciones artísticas y
literarias con suficiente autonomía respecto de otras instancias de poder. Por ello, como
dice García Canclini (1980), “el campo cultural se presenta con otro régimen de autono
mía, dependencias y mediaciones”. En la coyuntura que nos ocupa, el “bloqueo tradicio-
nalista” (Terán, 1991) es constitutivo de ciertas particularidades que asume el régimen
de autonomía en este período, y el golpe militar de 1966 introduce una interferencia
eficaz y decisiva.25
En segundo lugar, la misma dinámica que adquiere la relación con la política
(digamos: las urgencias de la lucha revolucionaria), en el marco de la fuerte tendencia
antiintelectualista, vuelve crítica la pertenencia al campo artístico. Puede ser cierto,
como dice Sigal, que esta renuncia al ámbito específico o la supeditación de la activi
dad intelectual haya sido una opción autónoma de los intelectuales, pero sus conse
cuencias fueron justamente -a l menos para estos artistas de vanguardia- la pérdida de
esa (precaria) autonomía que hasta entonces habían aprovechado en la intervención
política, y la subordinación de la producción artística a las demandas, necesidades y
urgencias de la política, en los códigos (comunicables, “ilustrativos”) que exigía la
política.26 En los casos más extremos, implicó -co m o vimos en el corolario del itinera
riodel ‘68- el abandono de la práctica artística.
Creemos que entender ese pasaje como una decisión plenamente autónoma po
dría llevar a pensar la autonomía no como una condición objetiva del campo cultural,
sino como un estado subjetivo de una franja de intelectuales, que se autoarrogan la
mayor “libertad de crítica frente a los poderes”, como dice Bourdieu, derecho que por su
parte ni las instituciones del propio campo ni el poder político les concede, y que ni
siquiera la lógica dominante en las fuerzas políticas revolucionarias (que ellos mismos
adoptan, en muchos casos) termina de reconocer.
25. Véase al respecto Terán (1991: 163-183). Allí sintetiza la siguiente hipótesis: “sin el golpe militar
de1966 el campo intelectual podría haber resistido las posteriores e inmoderadas invasiones de la
política que terminaron en muchos casos por desdibujar la figura misma del intelectual” (179).
26. Quisiéramos insistir en que el caso que analizamos no fue, en este sentido, insólito dentro del
ampo intelectual. Pueden citarse muchos ejemplos al respecto. Valgan dos destacados: la deci
siónde Rodolfo Walsh de suspender su escritura literaria para abocarse por completo a las tareas
déla política, o el más reciente comentario autobiográfico de B. Sarlo: “En mi historia intelectual
hayuna quebradura que se produce alrededor de los años ‘70 o ‘71, y que se mantiene hasta el
77, período en el cual dirijo revistas pero escribo muy poco porque mi ideal era convertirme en
uncuadro político revolucionario” (en Hora y Trímboli, 1994).
315
P a rte III. U n a r t e p a r a l a r e v o l u c i ó n (c o n s id e r a c io n e s f i n a l e s )
¿Qué queda hoy de “Tucumán Arde” y de las otras acciones que componen el
itinerario del ‘68? En gran medida, estas intervenciones vanguardistas son “textos sin
texto”. Los retazos que hemos encontrado de lo que fue la materialidad de las obras
(documentos internos, declaraciones, volantes, gacetillas, obleas, fotos) se entremez
clan, formando un mosaico (muchas veces disonante, contradictorio) con las versiones
que la historia del arte ha ido legitimando y con los recuerdos actuales de los que fueron
sus protagonistas. Es -e n parte- la desaparición o la dispersión de su soporte material lo
que alimenta la aparición de versiones contrapuestas. Pero también la disputa, treinta
años después, por definir el sentido de esa experiencia radical.
¿Cómo nos hemos adueñado nosotros, después de todo, del itinerario del ‘68? Con
este relato que reconstruye e interpreta ese entramado, que le devuelve imágenes yque
apela a muchas voces —y también señala omisiones y silencios-. Un relato que da cuenta
de que la historia de esta secuencia de acciones y definiciones de un grupo de artistas
(como toda historia) es un espacio de pugnas por definir su sentido y su impacto. Noso
tros vemos en ella, fundamentalmente, una experiencia que irrumpe como un desafío
radical a los poderes artístico, cultural y político.
Nuestro relato pretende ser un aporte a la historia del arte y a la historia de la
política en Argentina. Pero quisiéramos no sólo contribuir a repensar nuestro pasado
reciente (la historia de las vanguardias artísticas argentinas, la historia de los imagina
rios utópicos y las prácticas políticas a fines de los años ’60), sino también las dimensio
nes de esa historia que actúan (incluso desde su silenciamiento) sobre nuestro presente,
La historia de un caso que se resiste a ser considerado como residuo de la historia: ni
objeto de culto ni objeto muerto, sino cúmulo de experiencia peligroso y en peligro, i
A. L. y M.M,
(noviembre dé 1999)
316
PARTE IV
EN TREV ISTAS
317
P a rte IV. E n t r e v is t a s
mantuvimos una extensa charla telefónica con María Eugenia Aybar, que en 1968 era
directora del Museo Municipal de Artes Plásticas y responsable del área de Cultura enla
provincia. Conversamos también, con Oscar Bony, Kuky, la viuda de Ricardo Carreira, y
sus hijos, y con Ester Alperín, la viuda de Ignacio Colombres.
Listado de entrevistas
318
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
—Aldo, te q u ería p reg u n ta r sobre tus obras NN que piensa y NN que grita, d el ‘66,
¡tenían una carg a d e d en u n cia p o lítica o social?
AB: —La sigla NN no tenía la connotación que tuvo después. Fue, en todo caso, una
premonición terrible. Lo mismo que en el díptico Algo q u e nos supera, en que había hecho
eldibujo de dos manos. En esa época, vivíamos un poco la problemática del ‘66, que fue
bastante torturante. Estábamos volcados a pintar pero empezaba a salir algo sin que lo
quisiéramos hacer, porque veníamos de una tradición donde el arte mezclado con la polí
ticaera mala palabra. No había habido una buena resolución de esa problemática.
Nosotros nos formamos en el taller de Grela, y él tenía la bandera socialista. De
todas maneras Grela planteaba privilegiar el arte; daba libertad para discusiones polí
ticas, que se armaban en el taller, pero estaba planteado trabajar en lo específico. Y
una de las cosas que se tomaban como puntal en lo que estábamos haciendo era la
idoneidad, por eso se trabajaba mucho en el tema de la pintura. Se era riguroso en lo
específico. Si uno tenía una idea, no daba lo mismo hacer cualquier cosa, total ahí
estaba la idea. Y contrariamente en esa época, a raíz de un prejuicio, había un grupo
queno aceptaba lo que venía del arte político, que no aceptaba nada de lo que saliera
del taller. Grela trabajó mucho para romper eso y buscar la integración con los chicos
que salían de la Escuela, que no tenían tanto prejuicio. La gente de Uriarte no lo
aceptaba a Grela. La primera experiencia que se hizo fue en la Plaza I o de Mayo que
319
P a rte IV. E n t r e v is t a s
fue importante justamente por eso de unir todo, aunque a veces las cosas no son
juntables. Y ahí estaba la pretensión de borrar ciertas cosas en pos de la unidad. Y las
cosas se borran cuando hay un cambio estructural que hace que se borren. Es un
fenómeno de pueblo chico, de acá. Es cierto que no entendíamos por qué se daban
esas diferencias. Eran cosas que se vivían como si fuéramos hinchas de uno u otro,
una irracionalidad. El aporte de Grela era luchar contra lo irracional, y él en eso se
brindó. Si Slulitell tuvo cosas nuestras y Oliveira Cézar también,3 fue por la gestión
particular de él, que consiguió allanar los caminos.
3. Se refiere a los dos coleccionistas de arte rosarino que adquirieron algunas obras de integrantes
del Grupo de Arte de Vanguardia.
D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
321
P a r te IV . E n t r ev ista s
otra cosa para seguir. Todos nuestros planteos, eso lo digo desde ahora, estaban teñidos
con la utopía del momento. Realmente en ese momento creíamos que podíamos modifi
car la sociedad con esta actividad. No existía el límite entre arte, política, vida. Se mez
claba todo. Vos estabas leyendo a Brecht, a Piscator. Relacionabas la plástica con el
teatro. Era una cosa integral y por eso salió lo de la interdisciplinariedad.
322
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
C atap u ltados.
AB: — Claro. Y un poco los que miraban desde afuera pensaban que era un movi
miento mucho más potente de lo que realmente era, porque teníamos una debilidad
intrínseca. Aparecía como algo fuerte pero los hechos demostraron que no.
GC: — Yo creo que fundamentalmente no había coherencia política en el grupo.
— Todas las rupturas co n los soportes trad icion ales d e la o b ra los habían dejado m
p o c o en e l vacío...
GC: — Exacto. Y todo eso, además, te llevaba al campo político y era ahí dondeel
grupo no tenía coherencia, porque en la parte estética en su momento había ido tenien
do coherencia, por lo menos los que estábamos, compartíamos las cosas que se iban
dando, las estructuras. Pero en la medida en que las decisiones pasan a lo político, ahí
es donde creo que no había coherencia. Porque el salto de “Tucumán Arde” te llevaba
directamente al campo de la política. Y es como vos decís, se rompieron todas las rela
ciones con el campo tradicional del arte.
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P arte IV . E n t r ev ista s
C atap u ltados.
AB: — Claro. Y un poco los que miraban desde afuera pensaban que era un movi
miento mucho más potente de lo que realmente era, porque teníamos una debilidad
intrínseca. Aparecía como algo fuerte pero los hechos demostraron que no.
GC: — Yo creo que fundamentalmente no había coherencia política en el grupo,
— Todas las rupturas co n los soportes trad icion ales d e la obra los habían dejado m
p o c o en el vacío...
GC: — Exacto. Y todo eso, además, te llevaba al campo político y era ahí dondeel
grupo no tenía coherencia, porque en la parte estética en su momento había ido tenien
do coherencia, por lo menos los que estábamos, compartíamos las cosas que se iban
dando, las estructuras. Pero en la medida en que las decisiones pasan a lo político, ahí
es donde creo que no había coherencia. Porque el salto de “Tucumán Arde” te llevaba
directamente al campo de la política. Y es como vos decís, se rompieron todas las rela
ciones con el campo tradicional del arte.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
1Graciela Carnevale4
325
P a rte IV . E n t r ev ista s
producción de la gente del taller de la calle Tucumán empieza a interesarle a otros grupos,
y un poco el espaldarazo lo da Grela, cuando una vez viene al taller y nos recomienda para
las galerías que en ese momento daban lugar a los jóvenes, fundamentalmente la galena
Carrillo. Ahí, a partir de estar discutiendo sobre arte, nos empezamos a vincular.
— ¿Estéticamente, los gru pos ten ían vin cu lacion es o h a c ía n cosas muy diferentes?
— Había cosas que tenían que ver, propuestas que unificaban. Pero cada grupo
tenía características diferentes; inclusive las propuestas de los integrantes de cada
grupo entre sí eran diferentes. Plásticamente, viéndolo desde ahora, era más intere
sante lo que hacía el grupo de Juan Pablo [Renzi] y Aldo [Bortolotti], Estaba mejor
resuelto. Lo mío iba tendiendo a una cosa mucho más primaria, que después tiene
que ver con las estructuras primarias. Después ya entramos en el campo de la plásti
ca, se hacen exposiciones en Santa Fe. Luego hicimos muestras en Lirolay y en Vignes,
en Buenos Aires, y a partir de estas exposiciones nos invitan a la Semana del Arte
Avanzado, que organizaba Romero Brest, y entramos con “estructuras primarias”. No
sé los otros, pero yo sinceram ente cuando hacía eso no tenía idea de si eran estruc
turas primarias o no. Toda la investigación plástica que uno iba haciendo, con la
simplificación de las formas naturales -y o trabajaba con la línea ondulada-llevó al
espacio y al objeto, al volumen, a salir de la obra para observar para ir a una obra
que se pudiera usar. Hay una serie de proyectos que al final nunca hice que tendían
a eso, a objetos para usar.
En esos días organizaron en Rosario el Premio Gemul,5 que fue bastante importan
te porque en la organización estaba la gente joven. Un jurado progresista, que se negaba
a aceptar las obras tradicionales, dejó afuera a todos los consagrados, y todo lo que se
vio era de la gente joven. Causó un revuelo total. Una bomba de tiempo en el ambiente
artístico. Se presentaron, por ejemplo, el cubo virtual, de Renzi, sombras proyectadas
sobre el piso, de Favario, dentro de una línea más conceptual. Y el grupo de Mam
Greiner se expresó dentro de una línea más pop. Aldo [Bortolotti] presentó lo de los
tubos fluorescentes. Estructuras, relieves, pintura geométrica. En ese momento el que
nos comienza a tener en cuenta es Glusberg. Por otra parte, en ese año, la colección j
Slulitell primero se expone en Rosario y luego en Santa Fe. Yo todavía no expongo,
porque eran las obras que ya tenía la colección.
— ¿Era u n a colección p r iv a d a ?
— Sí, Slulitell era un médico de Rosario que venía coleccionando pintura, 1
mentalmente rosarina. Él tenía relación con Grela, que le servía de consejero, e i
comprando o hacía de sponsor, ponía plata para que se hiciera determinada cosa. Yse
iba quedando con obras, una colección muy importante. Slulitell también nos dio algo
de plata para “Tucumán Arde”.
5. El Primer Salón Gemul de Pintura Joven del Litoral se realizó en Rosario en junio de 1966.
326
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
Entonces, de las muestras en Buenos Aires, salió la invitación para la Semana del
ArteAvanzado en el Museo de Arte Moderno, que se llamó “Rosario 67”, y en la Hebraica
los que hacíamos estructuras primarias. En el Museo de Arte Moderno éramos más o
menos los mismos que veníamos con los manifiestos desde 1965- A Hebraica fuimos
algunos, los que consideraron que hacíamos estructuras primarias. Había gente de otras
partes, de Mar del Plata, de Buenos Aires. Lo organizó Glusberg e invitó a toda la gente
que por su obra podía incluirse. Yo para esta época ya estaba trabajando con este tipo
decosas que evidentemente entraban dentro de las estructuras primarias. Volví a pre
sentar las ondulaciones junto con otras obras. La repercusión que tenía en ese momento
enlos medios lo que se estaba haciendo en el campo artístico era impresionante. Sobre
todo en Prim era P lan a, Análisis. Otros medios no entendían nada o no sacaban nada.
En noviembre de 1967 hicimos la muestra OPNI, Objeto Pequeño No Identificado.
Fue una muestra que hicimos para shockear, pero siempre dentro del campo artístico.
Llevamos objetos, pero con una gran carga de ironía y de joda. Ya empieza a aparecer lo
conceptual y muy m inim al. Creo que Aldo Bortolotti plantea lo del cheque, la venta de la
propia obra: compra la obra que es eso mismo. Eduardo Favario presenta un billete de
S5.000 del derecho y del revés. Yo presento la materialización del kilo de plomo y el kilo
deplumas (una bolsa de plumas y un pedacito de plomo). Era el momento del “continen
te”y el “contenido”. Entonces, otro presenta un frasco de mayonesa con mayonesa, otro
conSavora,6 distintos calditos de Knorr Suiza con distintos gustos. Igual continente, distin
tocontenido. Hubo una crítica7 donde nos decían de todo, fue muy cómico: (lee) “cada
unode los expositores dan su yo interno en sus vocaciones personales... Fernández Bonina
consu despensa crea un nuevo ismo, almacenerismo. Favario, mercantilismo, con su vo
cación de banquero mostrando un billete de pesos cinco mil..., electricismo, cañerismo...”.
Nosotros les tomábamos el pelo a ellos, y ellos a nosotros. Guillermo Tottis presentó una
obra llamada Hot dog, un perro salchicha de verdad con unos almohadoncitos alrededor.
Cosas por el estilo. Ya ahí nos consideran, en los medios, “la vanguardia local”.
Ya en la galería Lirolay, en el ‘67, empezamos con una propuesta más conceptual. Mi
obra fue una habitación blanca, vacía. Pinté paredes y techo de blanco y tapicé todo el
piso. Y al entrar se escuchaba el latido del corazón, grabado. El proyecto era así, directa
mente el espacio y el tiempo. Noemí Escandell hace la escalera con la pared semipintada.
Fernández Bonina cierra con un nylon transparente el espacio que le tocaba a él, y Lía
Maissonave presenta la mesa con la máquina de escribir, en la que el público podía escri
bir. Es decir, ya hay otro tratamiento, algo altamente conceptual. Yo había planteado dos
opciones. La otra era una sala de conferencias: las sillas dispuestas, la tarima en el frente,
lamesa, el micrófono, todo de blanco, y por supuesto nádie que dé la conferencia. Igual
queuna obra de Oppenheim, según me enteré hace poco. Increíble. Y tengo un montón
deproyectos, metidos en la cosa conceptual y llegando a la desmaterialización de la obra.
Enese momento, uno podía leer y tratar de poner la fundamentación teórica de lo que
327
P a r te IV . E n tr ev ista s
estaba haciendo, de informarme y justificarme, pero lo mío era mucho más dejarme II
por lo que iba surgiendo, y después sí le podía encontrar una justificación. Pero en pr'
ra instancia era volcar y volcar las ideas que iban saliendo. El tiempo y el espado e
zan a ser las temáticas que aparecen.
Después fuimos invitados todos a Mar del Plata.8 La obra ya fue concepto
bastante desmaterializada. Yo trabajé con los medios de comunicación, la noticia,
mandé plata a los organizadores para que compraran La N ación, La Razón, La Capi
un diario de Mar del Plata, todos los días que durara la muestra. Y en una tarima sei
acumulando los diarios. La idea era ver cómo las noticias se repetían, con modifica
nes de acuerdo a de dónde venían, y cómo en determinado lugar se podía privil
más una noticia u otra.
Se llamaba “Esto es lo que ocurre en el mundo en el tiempo que transtfl
exposición según tres periódicos argentinos”. Y en el análisis que yo hacía en ese
mentó ponía [lee]: “la construcción del mensaje, diarios. Medios masivos de comirJ
ción e información, objeto cotidiano, categorización de la noticia, la misma en dis
medios, acumulación de ejemplares y noticias, diferenciación dada por el diario del
anuncio de la exposición que estaba en el mismo diario, absurdo de la cantidad
papel acumulado en un mes y pico”. Hasta fines del ‘67, entonces, estamos en
cuestión siempre dentro de la plástica, y no enganchados en lo político.
8 . Se refiere a la muestra colectiva “El arte por el aire”, realizada en Mar del Plata, ene
de 1968 .
328
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
—¿Fue la últim a?
—Faltaban las de Bortolotti y Renzi, pero no se hicieron. Yo planteaba que ante la
violencia que te ejercía el sistema no podías salir si no ejercías una violencia aún mayor. El
sistema te obligaba a permanecer pasivo, todo estaba armado para que no fueras violento,
paraque no reaccionaras. Mi hipótesis era que yo encerraba a la gente y me iba, y la única
forma de que ellos pudieran salir de ahí era que ejercieran una violencia rompiendo el
vidrio. Lo que nunca supuse es que el que iba a romper el vidrio era alguien de afuera, la
gente, el público que se juntó afuera. Yo pensaba que los que tenían que ejercer la violen
ciaeran aquellos sobre los que se había ejercido esa violencia, que eran los de adentro.
329
P arte IV. E n tr ev ista s
Empezaron ellos a desarmar las puertas, que tiene que ver con eso de “no rompas nada”.
Pero se generó tal tensión entre el adentro y el afuera, los encerrados y los que habían
llegado tarde, que la acción de romper el vidrio fue de los de afuera.
— Una a c c ió n d e rescate.
— Claro, un rescate. Y había un compañero nuestro, que no sabía de qué se trata
ba, que cuando el de afuera dio la patada para romper el vidrio, pensó que había arrui
nado la obra, y le rompió un paraguazo en la cabeza.
Ahí ya no sigue más el ciclo, faltando dos obras, yo creo que por dos razones: una,
porque ese día que yo inauguraba, aunque no lo pensé en función de eso, era el aniver
sario de la muerte del Che Guevara; entonces cuando vino la policía -porque al romper
se la vidriera hubo un disturbio- la clausuraron. Y los tipos que nos alquilaban el local
no quisieron seguir alquilándolo. Entonces, pagamos la vidriera, dejamos las cosas en
orden -éram os niños buenos en ese momento- y dejamos de alquilar. Pero además, ya
no importaba. La idea del Ciclo de Arte Experimental ya había pasado.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
amediados del ‘68, se rompe con eso, se devuelve el dinero a Romero Brest. Hubo una
discusión en el grupo sobre si había que devolverlo o usarlo y romper igual. Pero ya se
creaotro tipo de compromiso, otro tipo de conciencia.
—¿Cuáles son los p lan team ien tos p a r a rom per con el Di Tella?
i —Porque justamente se conoce y empieza a pesar que el Di Tella contaba con la
ayuda y los capitales de la Ford, de las multinacionales. Y nos planteamos no avalar
todolo que venía fomentado por ese lado.
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3. Noemí Escandell9
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que nos proponíamos una cosa semejante. No pasó. Si bien como obra fue una de las más
difundidas en el país y en el exterior. Pero creo que fue un hecho sobreinformacional enel
transcurso del tiempo; pero no en ese momento.
Además, si bien el material de la obra se perdió, a veces me alegro que no haya
quedado nada de “Tucumán Arde”. Porque si hubieran quedado todas las imágenes de
la obra, hoy tendría un tamaño mucho más chico del que tiene. Tendría el tamaño dela
realidad de lo que fue en aquel momento. A lo mejor las fotos estarían amarillas. Pero
así se renueva el tamaño de “Tucumán Arde”. Hoy tiene un tamaño nuevo que es el que
le estamos adjudicando. Que es la trascendencia de su contenido.
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P arte IV . E n tr ev ista s
4. León Ferrari11
— ¿Qué activ id ad es desarrollaste en tre ese p rem io N acion al Di Telia del 1965y la
o b ra “T ucum án A rd e”?
— En aquellos años había una cierta rivalidad entre los grupos renovadores y los
que hacían arte más tradicional. Entre los que están cerca del Di Tella y los que estaban
fuera. Se acusaban recíprocamente de reaccionarios. Los primeros decían que la obrade
los otros era académica. Los artistas de izquierda acusaban a los del Di Tella de estar
vinculados a una institución de elite financiada por instituciones extranjeras.
Propuse en el ‘66 realizar la colectiva “Homenaje al Viet-Nam” con la idea de rom
per aquel enfrentamiento, es decir, reunir a los artistas por sus ideas políticas por enci
ma de sus diferencias estéticas. Hablé primero con Portantiero quien me vinculó con
Gorriarena. Se armó un grupo organizador con gente de ambos bandos. Gorriarena,
Basia Kuperman, Hugo Monzón, Alicia Benítez, Pedro Gaeta, Jorge Santamaría, HelioCa
sal y otros por un lado, y Ricardo Carreira, Roberto Jacoby, Pablo Suárez y yo vinculados
11. Síntesis de las entrevistas realizadas en Buenos Aires, los días 24 de julio y 7 de octubrede
1992 y el 11 de noviembre de 1993- Supervisada por León Ferrari en septiembre de 1999. i
12. Aparecido en el diario La Prensa, Buenos Aires, 21 de septiembre de 1965.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
alos del Di Tella. Se reunieron más de 200 artistas. El texto lo escribimos con Luis
Seoane. Franz Van Riel nos ofreció la galería en una actitud muy valiente: eran tiempos
duros. Pegaron afiches en la calle atacándolo. Esa muestra tuvo influencia en la politización
de la vanguardia del Di Tella. Allí estaba la obra de Ricardo Carreira, la mancha de
sangre de poliéster en el piso. A Juan Pablo Renzi lo conocí allí. El y otros rosarinos
partidparon. Recuerdo que el padre del Che visitó la muestra.
Después del ‘65 me dediqué al collage literario P a la b ra s Ajenas, un paralelo entre
Johnson, Hitler y las divinidades cristianas. Para componerlo reuní todo tipo de diarios
yrevistas {La Prensa, La N ación, Time, Newsweek, L ’Osservatore R om ano, Le M onde, etc.)
delos que sacaba párrafos que incorporaba al libro. Distribuí entre amigos una primera
versión en mimeógrafo en el ‘66, y en el ‘67 lo editó Falbo. La obra fue puesta en escena
por Leopoldo Mahler en Londres, y más tarde por Asquini aquí en el ‘73. Es una obra
que, salvo una nota irónica en Prim era P lan a a la primera versión, fue ignorada por la
critica. En cambio su versión teatral, puesta por Asquini, mereció varias notas, entre
ellas dos de Roberto Jacoby en La Opinión.
En el ‘67 participé de una pequeña colectiva de arte político de vanguardia en la
Galería Vignes, en la que participaron amigos del Di Tella. En ese mismo año participé de
lamuestra al Che organizada en la SAAP. Ese año mandé una obra del ‘64 a la muestra
surrealista que organizó Aldo Pellegrini en el Di Tella. En esa época escribí el ensayo
inédito Paulo VIy el Vietnam en el que analizaba la política vaticana frente al conflicto.
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P arte IV . E n tr ev ista s
otro en Buenos Aires en la casa de Margarita Paksa, concretaron las dos muestras.
Recuerdo que yo estaba trabajando en otra versión de P ala bra s A jenas y en el ensayo
P au lo V Iy e l Vietnam, cuando me llamaron Carreira, Suárez, Jacoby, para invitarme a
participar. Yo no estuve en los primeros pasos de esa iniciativa que creo salió de conver
saciones entre ellos y Margarita Paksa, con Juan Pablo Renzi, Maria Teresa Gramuglio,
Nicolás Rosa, Graciela Carnevale y otros rosarinos. El plan de la muestra se completó en
los dos encuentros mencionados. En el primero presenté el escrito El arte de los significa
dos, que reunía diversas ideas, algunas resultado de conversaciones con Margarita, Ricar
do, Roberto y Pablo, que expresan mi interpretación de ese movimiento: el público que ve
la obra debe ser considerado coautor de la misma, el lenguaje que se usa con una clase
social se construye con ella y es diferente al que se desarrolla cuando se encuentra con
otro público: el arte de y con el hambre, por así llamarlo, es diferente al del bien comido,
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
obra de arte pero éticamente terrible. Sería bueno hacer algo como “Tucumán Arde”
dedicado a esta obsesión de Occidente por la crueldad.
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P a rte IV. E n t r e v is t a s
Quiero señalar que si bien “Tucumán Arde” suele considerarse como la más signi
ficativa muestra de arte político, no fue la única. Antes durante y después se realizaron
numerosas obras y exposiciones resultado del clima cuestionador de aquella época.
Después del “Homenaje al Vietnam”, se presentó una colectiva realizada en la galería
Vignes por parte del grupo Di Tella en 1967, las colectivas organizadas en la SAAP
cuando Colombres estaba en la dirección como “Homenaje a Latinoamérica” del ‘67,
organizada por Carlos Alonso, Martínez Howard, Bute y Plank, y una muestra de home
naje al Che Guevara en el ‘68, “Malvenido Rockefeller” del ‘69 -q u e organizamos con
Carpani y Noé-, En el ‘71 fue el II Certamen Nacional de Investigaciones Visuales donde
Colombres y Pereira presentaron la picana, y donde yo presenté el Calendario de la
C asa R osad a que, a pesar del esfuerzo de algunos del jurado, fue rechazada; en el ‘72 el
Salón Independiente y el Contrasalón; en el ‘73 la obra Ezeiza es Trelew de Benveniste,
Leonetti, Pazos, Romero y Vigo en el Salón Acrilicos Paolini, etc.
342
D e l D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
Loera desde el punto de vista de los medios, que tomaban al Di Tella como una repre
sentación o un espacio significativo. Pero a mi manera de ver el Bar Moderno era más
importante que el Di Tella, porque era ahí donde se producían los cruces de la vida real,
cotidiana, entre gente que venía del Bar La Paz, del Bar La Comedia, de la Librería de
Jorge Álvarez, gente que estaban acá e iban para allá, iban al Coto, iban al Bar Florida,
estudiaban en las facultades, estaban en el Di Tella o eran enemigos del Di Tella, y
exponían en una galería que quedaba a la vuelta.
Toda la gente más interesante del Di Tella no empezó exponiendo en el Di Tella,
empezó exponiendo en Lirolay. Los dueños de Lirolay eran los Fano, un matrimonio
de judíos franceses, gente muy fina y adorable que tenía como asesora a una artista
francesa, Germaine Derbecq, que también era crítica de Le Q uotidien, el diario francés
de Buenos Aires. Era la esposa de un gran escultor argentino, Curatella Manes, y
había sido originariamente modelo, conocía a todos los artistas europeos, a Picasso. A
Le Corbusier lo llamaba Corbu porque eran amigos. Una persona maravillosa. Ella fue
una de los principales detectoras de artistas y los hacía exponer en Lirolay, los
promocionaba, escribía comentarios. Después venía Romero Brest, uno o dos años
más tarde, los “descubría” y los llevaba al Di Tella. Pero había una mediación muy
importante que era esta mujer.
14. Se refiere al Colegio Nacional Buenos Aires, en donde cursó estudios secundarios.
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P a r te IV . E n t r ev ista s
Con Sandro pintábamos juntos y fuimos a estudiar con Pati Blumencweig, pintora
informalista casada con Pucciarelli, el jefe de la escuela informalista, o al menos el más
destacado. Yo estaba en segundo o tercer año y empecé a ir a las galerías, a conocer a
los pintores, a ir a sus almuerzos, los sábados al mediodía. Para nosotros era sentamos
en un rincón con todos esos monstruos. Ahí lo conocí a Greco, a los neofigurativos. j
— E stam os h a b la n d o d e fin e s d e los cin cu enta, prim eros sesenta. En ese momento\
surge el g ru po Espartaco, y C arpan i em p ieza a p ro d u cir en relación con los sindicatos, ¿Te
a c o r d á s d e có m o veían eso?
— Sí. A los chicos trotskistas del colegio les encantaba Carpani, por supuesto, con
esa idealización del proletariado. A mí me parecía respetable en los primeros años,
después me parecían más revolucionarios Noé o Greco.
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D el D i T ella a " T u cum án A r d e "
ese momento el director del museo era Parpagnoli, un tipo bastante moderno. Carreira
cruza toda la sala con un piolín, y en la parte que le correspondía a él puso fotoco
pias. En esa época no había xerox, eran unas fotocopias que venían en negativo. Se
veían las letras en blanco y el fondo en negro. En la fotocopia se veían el piolín
enrollado sobre el papel y unas letras, A, B, C, y después un pedacito del piolín
puesto en el centro del espacio que le tocaba a él, puesto sobre una armazón hecha
con unas varillas de madera muy finitas, com o un caballetito. Esa obra es una de las
primeras [conceptuales], no sólo en Argentina sino probablemente del mundo, para
la época.
Lo que hace Carreira es la reducción a los componentes mínimos de la significa
ción. Esto es materia, es un piolín, está acá presente y marca un espacio. Rompe con
todo: no es escultura, ni pintura, ni fotografía, no es nada. Pero a su vez el piolín es una
señal, no se sabe si el piolín es la señal de la fotocopia o la fotocopia es la señal del
piolín. Lo que te señala es la diferencia. Los diferentes niveles de la significación, las
distintas instancias de la representación, el espejamiento de la materia significante con
los significados, y todas las teorías que quieras. Carreira empieza a meter [en la obra] las
palabras, las letras, los textos, para ordenar los espacios.
—¿Cómo en ten d ías la relación en tre la p o lítica y el arte, m ás a llá d e los sign ifica
dos explícitos?
—Hacia 1967 yo pensaba que “el medio es el mensaje” y que por lo tanto lo que se
transmite no es simplemente el “mensaje” explícito. En 1968 me empezó a importar mu
cho la eficacia, el efecto, las consecuencias de lo que se hacía y esto en términos políti
cos. En “Mensaje en el Di Tella” traté de exasperar el “mensaje” dirigiéndome de manera
directa a la audiencia, convirtiendo al Di Tella en medio para incidir en el mundo cultu
ral político.
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P a rte IV. E n tr ev ista s
— R etom em os tu historia.
— Me presenté a un premio Braque [en el ‘631, y estaba pintando todavía. Y cuando
entré de lleno al mundo de la pintura ¡dejé de pintar! La pintura ya me parecía pobre para
transmitir todo lo que había que decir. En el ‘64 estuve en Europa unos meses. Estuve en
la casa de Seguí, con Lea Lublin y con Macció. Luego, en España, ayudé a Alberto Greco a
pintar unos cuadros para una muestra, que no lograba terminar a tiempo.
Antes de irme yo había empezado a estudiar Sociología, hice unas materias y des
pués me fui. Cuando volví, dejé la carrera, decidí dedicarme nada más que al arte.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
esetipo de cosas. También recibía de segunda mano, predigeridas, sobre todo por Masotta.
Masotta no sólo se informaba sino que teorizaba sobre el arte contemporáneo. Fue el
granteórico argentino y muy superior a la mayoría de lo que hacían los norteamericanos
enla época porque tenía lecturas europeas además de las yanquis, sobre todo francesas
e italianas que en Estados Unidos sólo tenía Susan Sontag.
Me acuerdo de un libro que escribe Lucy Lippard después de estar en Argentina,
donde le copia ostensiblemente el concepto de desmaterialización del arte que Masotta
yahabía publicado y no lo cita. Pero me parece que estamos mezclando las fechas.
—Beatriz B alv é nos con tó q u e tam bién ustedes ten ían un taller p o r la z o n a d e
Congreso...
—Ésa era mi casa, en la calle Cangallo. Vivíamos juntos varias personas, dependien
dode las épocas: estuvo Beatriz Balvé, Lepes -e l dueño de Paladium- con Cacha Miranda,
que era fotógrafa.
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—M arta T raba su giere q u e esa ren ovación constan te era algo q u e im puso el Di Tella
yRomero Brest.
—Es una mentira total y absoluta. Esa persona no conocía nada de lo que pasaba
en el ambiente de los artistas de Buenos Aires. Esa afirmación es parte de una discusión
por el control de la política cultural latinoamericana que ella tenía con Romero, que
pasaba por otro lado. Yo también puedo tener discrepancias con Romero pero el Di
Tella reflejaba lo que estaba pasando. No imponía, ¿cómo podría haberlo hecho?
—Ella (y con tem p orán eam en te algu n os otros críticos d e diversas p osicion es id eoló
gicas y estéticas) d ic e que, p re m ia n d o siem pre lo nuevo, im p on ía ese criterio d e v alora
ción: lo nuevo p o r sob re todo.
—Es el típico conservadurismo, lo que predominaba en la izquierda y en la dere
cha de la época, mezcla de prejuicio e ignorancia. Es obvio que el culto de lo nuevo no
es un invento de Romero Brest, es intrínseco al arte del siglo XX. Además Romero Brest
nunca premió a la ultravanguardia sino a la línea más potable. A Carreira, a Stoppani, a
Pablo Suárez, a mí, nunca nos dieron ningún premio, nada.
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circuito de comunicación no localizable. Eso son las obras de los medios, obras que no
están en ningún lugar, pasa algo que te desestructura en algún punto.
Éramos del Di Tella en ese sentido: por ahí nos prestaban un teléfono, pero no es
que venía Romero Brest y nos decía: “¿Por qué no hacen una obra sobre los medios de
comunicación? ¿Por qué no hacen algo nuevo, que ya hace tiempo que no hay nada
nuevo?”. Es imposible. Si a un señor como Romero se le hubieran ocurrido esas ideas,
las hubiera hecho él. Si a mí me dicen que eso se lo atribuyen a Masotta, que él promo
vía el cambio constante, puede ser, por la trayectoria de su vida, las cosas que hizo. Es
más creíble que atribuirle a Romero ese poder.
— Una cuestión q u e nos resulta llam ativa es el a b a n d o n o m asivo del arte de toda la
v an g u ard ia en el ‘69, q u iz á a p a rtir d e la ra d ica liz a ció n p olítica.
— Algunos dejan el arte. Otros se van al extranjero, donde hacen mucho menos arte
pero les va muchísimo mejor. Pero es antes del ‘69- Creo que el lugar de corte son las
Experiencias 68 en el Di Tella, donde se produce la primera gran ruptura institucional.
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porque así por lo menos hay 10 o 20 pintores que no se mueren de hambre. Pintan,
bueno, por lo menos eso, si no desaparece todo. En ese sentido yo soy mucho m
radical que antes. En el ‘68 hubiera dicho que no pinten, que no vendan, que se mué
que no haya más pintura. Ahora no, es preferible que haya algunos artistas.
Toda esa carga destructiva que fue un gesto muy importante, que se puede a 1
zar históricamente, es triste, es un suicidio.
—Ju stam en te e l cronista d e Primera Plana u saba la m etáfora d e “un salto en el vado-
p a r a describir la situ ación d e la van gu ardia después d e las Experiencias ‘68. Tam''
M arta Traba recu rre a u n a expresión similar.
— Es un suicidio, pero una cosa es que lo digas en contra y otra cosa es
entiendas la situación, la tragedia argentina: una pequeña fracción intelectual en Bu
nos Aires y un poco en el interior, que tiene un impulso de avanzada muy grande,
que la sociedad no absorbe, que no admite ni comprende esos ritmos. El nivel deb
rie intelectual, conceptual, política, que tiene la gente que maneja el país es inimag’
ble y afecta a toda la elite, no sólo a la burguesía.
— Respecto a l clim a d e ag otam ien to a l q u e h aces referencia, ¿lo lees desde hoyo&
sen tían entonces?
— Yo creo que estaba muy claro que era una consumación. Era diferente en distitj
tas personas, y por distintas razones. Se mezclaban muchas cosas: la represión dela
dictadura, la radicalización política... La represión sexual y de costumbres. Te ponías
una camisa rosa y te tiraban con todo en la calle. Yo usaba el pelo largo y la gente de
izquierda de la facultad me insultaba.
— D escribinos tu o b r a en “E xperiencias ‘6 8 ”.
— Lo mío era un manifiesto apocalíptico escrito en un enorme pizarrón dondj
anunciaba la fusión del arte y la vida y el surgimiento de un mundo nuevo a través de
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
una sangrienta guerra civil. Adscribía a la épica del combate y la sangre. En la pared
había una foto de un negro con un cartel en el pecho, que estaba en una manifestación
contra el racismo y la guerra de Vietnam. Además había una teletipo conectada con la
agencia France Press, que mandaba cables todo el tiempo, las noticias internacionales,
que casualmente coincidían con el Mayo francés, porque fue justo en mayo del ‘68. De
manera que llegaban las noticias: “los estudiantes han tomado La Sorbona”, “los estu
diantes han tomado París”, “la huelga general”. El teletipo es como una máquina de
escribir grande, que cuando está recibiendo el teletipo lo va imprimiendo y se iba ha
ciendo un rollo. El público podía leer la noticia, arrancar el papel, llevárselo. No era una
obra estricta y puramente mediática, más bien una mezcla mediático-político-utópica.
Ya en ese momento me daba cuenta que el arte de los medios no caminaba, en el
sentido de que no se podían producir demasiadas cosas. No daba para más que una o
dos obras, y no tenía acción, no podías accionar, no entraba, te quedabas ahí. Yo había
estado en Estados Unidos y había hecho unos proyectos loquísimos, de manifestaciones
políticas sin objetivo y de instalaciones tecnológicas con medios que no pude llevar a
cabo. Una situación medio desesperante: tenía las ideas de lo que tenía que hacer y no
podía hacerlo. Esa era mi situación.
Pero otros artistas pasaban por otras situaciones. Pablo Suárez estaba harto de
que en última instancia no importaba lo que hicieras, podía ser algo bárbaro, interesan
tísimo, inteligentísimo, pero era inútil. Y a mí me gustaba lo que hacía Pablo y a él le
gustaba lo mío, a Santantonín también le iba a gustar. Pero, en última instancia, nos
dábamos cuenta de que hacíamos cosas interesantes en un círculo que era muy estre
cho, un mundo totalmente limitado. Piensen en lo que es hoy, y en cómo lo habremos
vivido nosotros en esa época, donde el nivel de absorción y comprensión era tan poco.
Éramos los “locos del Di Tella”.
Éramos gente que hacía cosas totalmente diferentes. Margarita Paksa o el grupo
que se dedicó a la moda y hacía pullóveres, ropa, zapatos, o el grupo que se fue a
Europa a hacer teatro.
Stoppani en las “Experiencias” hizo una obra absolutamente maravillosa, una mujer
que estaba sentada en el fondo del Di Tella con un turbante enorme, de color azul
cobalto, y la tela del turbante seguía y seguía por las tres salas hasta la vereda. Era un
poco como lo de Carreira del piolín pero en una versión desopilante. La tela tenía una
decoración de cientos de manzanas verdes, como si fueran lunares. ¿Qué hacía eso en
Buenos Aires de esa época? ¿Cuál era la lógica? ¿A qué se dedicaba, adonde lo mostraba,
aquiénes? ¿Qué podía hacerse después?
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todo porque inventan una versión propia, “rbsarina”, donde parece que Rosario fuera
otro país. Y que Buenos Aires fuera el enemigo.
17. Se refiere a los reportajes de la nota “La muestra ‘Tucumán Arde’ fue un hecho inédito en el
país”, La Maga, Buenos Aires, Año 2, N° 74, 24-02-1993.
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— E ran p erso n a s proven ien tes d e m uy diferen tes sectores, p o r ejemplo, dentro délos
p lásticos un espectro q u e va d e C arpan i a la van gu ardia.
— Carpani quería hacer sus afiches, que de hecho hacía. Estaban también los psi
quiatras, Kesselman y su esposa Susy, Antonio Caparros.
En la CGT tenían un programa sobre qué puntos darle al bombo, entre ellos el
tema de Tucumán. Les voy a contar una versión que va a discrepar absolutamente conla
de Rosario y en 30 años nunca la conté porque me parecía muy baja una polémica de
esta índole. Para mí lo de “Tucumán Arde” era una obra anónima, estaba más allá délas
firmas y las autorías. Pero como ustedes son los primeros que están investigando seria
mente quiero que tengan mi versión.
En relación con la tarea propuesta por la CGT pensábamos que si queríamos hacer
algo, tenía que ser algo vinculado a la CGT. Eso de agarrar un cuadro y venderlo, no.
Además no pintábamos cuadros, así que quedaba descartado. Tampoco vendíamos.
Totalmente descartado. Hacer una obra de teatro en la calle, no. Así que todo eso no
eran cosas que pudiéramos hacer.
Entonces, nos sentamos un día con Pablo Suárez, él y yo. Lo que pensamos en
hacer una obra comunicacional y armar una especie de gran quilombo en los medios,
que se hable del tema, y usar como dinamizador, como excusa para generarlo, el tema
de los artistas que van, y documentan y testimonian y hacen un evento que constituye
una especie de multimedia (cine, audiovisual, grabación, esto y lo otro). Pensamos toda
la campaña como si fuera una campaña de publicidad, con una etapa de incógnita,
diseñada como una cosa de agitación.
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—¿Fue m u ch a p lata?
—Para nosotros, muchísima.
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— ¿Y la f a c e t a m ediática?
— Me parece que salió más o menos bien. La parte que a mí no me gustó, que nome
importaba pero me parecía medio triste y pobre era la muestra en sí. Sin ningún nivel
artístico...
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Francia, a todos los lugares del mundo que se te ocurran con “Tucumán Arde”, conífl
distintas carpetas en el bolsillo. Es penoso, ¿no?
6. Rubén N aranjo18
— ¿Qué los reu nía? P orqu e c a d a ta lle r - d e los tres que integran el Grupo Rw
tenía u n a p ropu esta estética bastante distinta: las chicas (Carnevale, Escandell, Maf~
h a c ía n estructuras p rim arias; Renzi, Bortolotti, Gatti y Favario estaban en un
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más conceptual; A n a M aría Gim énez, M artha Greiner, M iran da P a c h eco y Tottis, con
una propuesta v in cu la d a a l pop...
—Sí. Y yo estaba en el informalismo, la materia. Las propuestas eran distintas pero
había una bronca en común, y llegó un momento en que coincidimos todos.
Todos teníamos ciertas tendencias de izquierda, nadie se manejaba con los grupos
de derecha de Rosario. Nos entendíamos bien con la gente de izquierda, del teatro
independiente, de los cineclubs, esos lugares comunes. Había una predisposición hacia
la izquierda. Grela era un viejo militante del PC. Lo habían echado o se había ido, no sé,
pero era un marxista. Uriarte era lo opuesto, no era un fascista, pero no quería saber
nada con las formas del stalinismo, con la ortodoxia. Así que la gente de la plástica en
Rosario estaba próxima a la izquierda. Por ejemplo, todos teníamos un gran respeto por
la revolución cubana. Como revolución popular fue asimilada por plásticos y los actores
independientes en forma inmediata.
Es difícil explicar porqué nos juntamos. Son los colectivos; los grupos que se for
man no sólo por edades, formación, conceptos, esas cosas. Había elementos comunes,
no explícitos. Si había un acto político por Cuba, allí estábamos todos. El que pintaba
naturalezas -porque la gente de Grela era muy figurativa- y el que pintaba abstracto.
Estábamos todos.
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20. Se refiere a La fam ilia obrera de Oscar Bony, expuesta en las “Experiencias 1968”.
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de trabajar con los medios. Era un planteo inocente, porque no existía la bibliografía
que existe hoy. Masotta era la única figura local importante. McLuhan y Masotta eran los
referentes fundamentales. Veíamos, ya en la época de Onganía, cómo mentían los me
dios y cómo las mentiras se convierten en verdades cuando el medio las repite. Las
mentiras en imágenes son verdades para la gente. Eso era la esencia del planteo. Al
guien no informado que escucha una mentira por la radio, la considera verdadera por
que es el medio el que la legitima. Entonces nos planteamos: “¿por qué no hacemos una
obra donde sea el medio el que dé la información verdadera?”. Esa discusión se dio en
reuniones del grupo...
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Otro ejemplo, las cartas a las maestras de Tucumán. Yo fui detenido en el ‘71, y en
la cárcel estaba preso Edgardo Lescano, “el Negro” Lescano, un dirigente maestro muy
importante de Rosario, al que después mataron. Él era peronista y yo de izquierda, pero
en esa hermandad de compartir la celda, cuando salimos hicimos muchas cosas juntos,
estábamos muy pegoteados. Como él era maestro, usó esas cartas. Nosotros no tiramos
nada. Todo se usó. Yo no te puedo decir qué pasó con lo que quedó en Buenos Aires,
pero lo que había acá se fue insertando en la lucha social. Se fue extendiendo
anónimamente. Nosotros no figurábamos ni firmábamos nada. Era una actitud natural
para una obra como “Tucumán Arde” que ya había tenido su historia.
—A penas term in a d a la obra, el gru po rosarin o en tra en crisis. ¿Era im posible seguir
adelante?
—Después de la obra todo el grupo tiende a disolverse. Pero creo que no estuvi
mos bien. Hubo cosas que pasaron, muy menores. Cuando terminó el montaje toda la
cuestión política pesó mucho: habíamos protagonizado un hecho político muy impor
tante, por la cantidad de público y los contenidos expuestos.
Para mí, el problema con la gente de Rosario, después de Tucumán, fue que no
teníamos un panorama claro de qué seguir haciendo, no queríamos volver a las galerías.
Intentamos hacer una evaluación lógica, nos reunimos muchas veces. Pasaron cosas con
la gente de Buenos Aires en relación con la obra.
Lo que quería mostrar la obra, como obra de los medios, era que éstos podían
producir hechos: los hechos fueron ir a Tucumán, levantar información y trabajarla. Pero
cuando volvimos a Rosario, dijimos: “¿ahora qué hacemos?”. Si hacemos un atentado, una
tarde, viene la policía y nos reprime, y nosotros podemos tener un gesto heroico pero no
hacíamos nada con lo que trajimos de Tucumán. La única alternativa era que lo viera
mucha gente. Pero cuando terminamos, vimos muchas cosas, hablamos con mucha gente,
el país ya no era el mismo, y no pudimos seguir adelante. No porque haya sido un acto
fallido: todo el grupo se quedó impactado, detenido. Nos planteamos un balance de la
obra, que costó mucho. Había sido algo en que habíamos dado todo, nos pasábamos
horas, con mucho gusto, desde que salíamos del trabajo hasta la madrugada. Estábamos
tan juntos. Claro que fue posible porque esa dictadura no se pareció en nada a la del ‘76.
Era otro país. El ‘76 establece un corte muy profundo, realmente cambia la historia.
7. Margarita Paksa22
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P a r te IV . E n t r ev ist a s
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D e l D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
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P a rte IV . E n t r ev ista s
Durante esos años, a pedido de Romero Brest, presenté una cantidad de proyectos
al Instituto. Algunos se realizaron y otros permanecieron en calidad de proyectos no
realizados. “Ultra”, una invasión tecnológica en la cual sumergir al espectador y una
representación estático-dinámica del tiempo y el proyecto para una mesa redonda “Esto
no es juicio”, una crítica de los eventos similares, fueron presentados en abril y mayo de
1967 respectivamente. En el verano de 1968 presentamos, con Juan Risuleo y Eduardo
Costa, quien ya partía hacia Nueva York, el proyecto P ara la ed ición d e un impreso oral,
una revista bajo la forma de casette o disco, destinada a la divulgación de las actividades
del Instituto, que tampoco se realizó; eran ciertamente propuestas muy ambiciosas yla
única respuesta era la falta de fondos.
372
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
adelante con su teletipo y Pablo [Suárez] repartiendo su carta abierta casi en la puerta.
Una exposición muy estremecedora, que culminó cuando arrojamos nuestras obras a la
calle Florida, en repudio a la censura.
373
P a rte IV . E n tr ev ista s
— La relación a n terior q u e ustedes ten ían con la CGTA, ¿con qu ién la estableció
¿Con los dirigentes sindicales, con Walsh?
— Con los dirigentes sindicales, a través de Walsh, que dirigía el periódico dela
CGTA y había nucleado a una gran cantidad de artistas e intelectuales, como Haroldd
Conti y otros, a favor de su lucha. Habíamos participado en cierta cantidad de reunio
nes con el fin de brindar un apoyo cultural al trabajo de oposición a la dictadura que
estaba realizando la CGTA. N osotros cuidábam os m ucho esa relación con el
peronismo revolucionario, de allí que nos molestó muchísimo ese seudoemban-
deramiento con el FATRAC.
23. Se refiere a la nota “Trabajadores de la cultura’ , que aparece en el Semanario CGT, Año I, N°
13, 23 de julio de 1968, en la que se informa de los incidentes ocurridos en la ceremonia de
entrega del premio Braque y la detención de los artistas, citando los comunicados de prensa que,
al respecto, emitió el FATRAC.
374
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
—En lo q u e v en ía tra b a ja n d o Ja co b y .
—En lo que venía trabajando Jacoby y que se adaptaba a esta situación que también
era grupal. De Buenos Aires estábamos trabajando León Ferrari, Pablo, Roberto y yo.
375
P aute IV . E n t r ev ista s
cotidianas, y algunos artistas corrían a los medios como para tratar de señalizar que
eran ellos los promotores principales.
Esto me llevó a abandonar la partida, para mantener mi serenidad mental, y justa
mente en ese momento también se retiró Pablo Suárez. Ricardo Carreira no había queri
do participar de entrada, desde cuando salimos de la cárcel.
— ¿.Porqué?
— Bueno, Ricardo vivía otra circunstancia. Tenía un problema de temperamento,
entonces estuvo internado por algunos ataques. Era una persona extremadamente sen
sible, y todas esas convulsiones políticas lo habían perjudicado muchísimo. Recibió un
mal tratamiento médico y dijo que no podía aguantar todas esas tensiones.
— Respecto a la id e a d el circu ito sobrein form acion al, ¿cóm o pen saban garantizar
q u e la o b r a p u d ie r a lleg ar a los m edios?
— Lo primero que se decidió fue mentirle a los medios. El viaje a Tucumán ya
estaba aprobado pero se decidió que los artistas que viajáramos a Tucumán, hablaría
mos de un futuro trabajo sin explicitar los objetivos.
Yo no viajé porque mis hijos estaban en edad escolar y me era imposible hacerlo.
Creo que nuestros planteos eran en cierta forma muy voluntaristas, pero siempre choca
ban con la misma barrera. De hecho, la muestra en la CGTA duró muy poco, ya que la
amenazaron con quitarle la personería jurídica.
— Eso se hizo, n o con fo to s sino con los n om bres escritos d e los dueños de la provin
cia, a l m enos en la m uestra d e Rosario.
— Por eso digo que todo esto fue elaborado muy en conjunto. Lo que no se hizo
acá se hizo allá. Se participó de muy distintas formas. Acá no se hizo lo de poner las
fotos, que ya era un acto extremadamente agresivo. Era más fácil poner los nombres. En
cambio, fueron puestas en distintos lugares las fotos de denuncia de las villas miserias y
las ollas populares. Y entiendo que cada uno trató de darle una conformación estética lo
más agresiva posible.
— ¿Se logró ese objetivo?¿Estaban contentos con los resultados “estéticos”de la muestra?
— Al momento final yo ya no participaba, pero pretendíamos mucho más. Había
un factor económico de por medio, como en el caso de las fotografías. Entonces una se
376
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
daba cuenta que cada vez, por distintas razones, se hacía más difícil. También había
ciertas autocensuras; había ciertas cosas que no se podían hacer, por estar en la sede del
sindicato de Gráficos. Se sentía recortada la figura estética. También pensábamos salir a
la calle, no quedarnos encerrados en el local, sino marchar hacia la calle, pero estába
mos en dictadura.
— C uando h a b lá s d e las disiden cias, ¿te referís a d iferen cia s p olítica s o tam bién
estéticas entre los distintos grupos?
—Las dos cosas. Conseguimos el local de la SAAP gracias a que tenía una buena
comisión directiva en ese momento. Si bien siempre discrepamos de la orientación
estética de Carpani o del grupo Espartaco -ello s nos repudiaban, nosotros los repu
diábamos-, en realidad frente a la dictadura pensábamos que teníamos que unirnos.
Frente a la dictadura hubo un movimiento aglutinante muy importante. Pero pasaba
que entre muchos participantes había problemas ideológicos. En estas reuniones, los
primeros informes señalaban coincidencias, lo que habíamos aportado durante el año,
pensando en un proyecto para seguir haciendo, trabajando contra la dictadura, y se
guir haciendo este balance.
Posteriormente la denuncia del proyecto “Marginalidad”, de Pepe Nun y su gente,
fue el tema predominante. Nosotros hicimos todo lo posible por sacar las reuniones de
377
P arte IV . E n tr ev ista s
esa encrucijada, porque no tenía resolución. Una situación complicada, porque estos
sociólogos fueron tratados como espías.
24. Se refiere a las accio n e s d e N icolás G arcía Uriburu q u e se iniciaron en 1968 en Venecia y otras
ciud ades eu ro p eas, en las que co lo re a b a de v erd e las aguas de los canales y fuentes.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
ahí. Pero no se la vamos a discutir. Las informaciones no corrían tan rápido como ahora,
puede ser que hubiera alguna información pero no lo recuerdo. Para nosotros fue inédi
ta y la hicimos con todo gusto y a todo riesgo. Nos organizamos con uno que hacía de
campana, para que los otros trabajaran tranquilos. Fue nuestro acto guerrillero.
8. Eduardo Ruano25
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P a rte IV. E n t r e v is t a s
retiramos. O sea que la gente del público se quedó confundida, si era un acto relámpa
go contra la obra..., o si había sido yo, el autor, y el acto era parte de la obra, incluso
lo relacionaron con un acto relámpago de la esquina del café La Paz que se había
hecho en el mismo momento. O sea que la línea que separaba hasta ese momento “el
arte” y “la vida” quedó en suspenso, nadie -p o r un instante- podía saber si participaba
de un hecho artístico o de un atentado a una de las obras expuestas. El “acto”, y lo que
produjo en la subjetividad de todos, era el eje de la obra.
— ¿Cómo record ás los d ebates con otros sectores d e plásticos dentro del Di Tella? ;
— El Di Tella com enzó siendo un centro de experimentación muy interesante.
Cuando la situación social, cultural, política, comienza a ponerse más dura, obvia
mente las obras comienzan a reflejar esa situación... Me acuerdo la obra de León Ferrari
del avión...26 Comienza a crearse un temor muy grande en la gente que dirigía el Di
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Tella, en Romero Brest. No era ésa la función que querían del Di Tella en el arte. Ahí es
cuando nos proponen ese año una exposición sobre el arte tecnológico. Podías hacer lo
que quisieras, con televisores, etc., etc. Fíjate el significado que tenía en aquel momento
esa cuestión, tampoco era gratuito sabiendo que el Di Tella estaba amparado por la Fun
dación Ford. Entonces había una negativa muy grande, por lo menos de muchos en acep
tar un arte condicionado. Lo que [el Di Tella] había abierto en un momento, lo cierra; sin
querer dejar de ser ese lugar de expresión de vanguardias, pero con ese dirigismo, o
condicionamiento, es decir, te estaban poniendo en un plano artístico que a mucha gente
no le interesaba, y además, era evidente el manejo. Y de ahí comienza una situación tensa.
Cuando se inauguraron las Experiencias del ‘68 y vinieron los del museo
Guggenheim al Di Telia,27 hice una obra que consistía en un volante, donde denunciaba
esto, y el hecho era reivindicado como un hecho estético.28 En esa obra participaban
algunos pintores y estudiantes, yo ya tenía la entrada prohibida a los museos, pero
justamente la intención era violentar esos lugares sagrados del arte de vanguardias.
No eran acciones políticas. Eran obras artísticas que intentaran crear nuevas formas
en lo estético, no experimentadas hasta ahora. Buscábamos trabajar sobre la cabeza de la
gente y el efecto que producía este tipo de obras, un arte que no se pudiera asimilar.
27. Seguramente se refiere a la d elegación del M useo de Arte M od ern o de N ueva York.
28. El volante al q u e R u an o h a ce referen cia se rep ro d u ce en este m ism o volum en.
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P a rte IV. E n t r ev ista s
— ¿Te sen tías id en tifica d o o n u clea d o con algu nos artistas en particular? ¿Con quié
nes d e estos artistas te m ovías más, com partías un ám bito cotidiano?
— La relación más grande al principio la tenía con Jorge Carballa, Rómulo Rochi, y
con otros. Después a partir de un círculo más definido: Suárez, Carreira, Ferrari, Jacoby,
Paksa, etc. Luego estaba el grupo de los p o p con los que yo no tenía mucha relación.
Otros, como Pablo Suárez, sí [la tenían]. También teníamos relaciones con los rosarinos.
29. Se refiere a la m uestra realizada en el m arco d e la Sem ana del Arte A vanzado en la Argentina, en
1967, en la que participan Carballa, Ornar Pérez, R oberto Píate, Róm ulo Rochi y Eduardo Ruano, i
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Con Ricardo Carreira hicimos varios viajes a Rosario para difundir estas propuestas. Y
ellos también viajaron para acá, por ejemplo para el Premio Braque.
—¿En los a ñ os prev ios vos tenías u n a p reo c u p a ció n p o r la p o lítica o u n a id en tid ad
política d e izqu ierda, en térm inos generales?
—Claro. Por ejemplo, cuando estaba en el secundario fui invitado a exponer a una
exposición de homenaje a la revolución cubana en Montevideo, en la que había escrito
res, pintores, cineastas, etc. Pero en ese momento el arte y la política estaban separados.
Yo militaba en un partido de izquierda, por un lado, y pintaba por otro. Entonces era
sumar una cosa a la otra. Nada que ver con lo que hice después.
Otra ruptura de ese momento, o ya de tiempo antes, tiene que ver con el tipo de
relación con los centros internacionales del arte de vanguardia. Hasta ese momento aquí
el arte se manejaba en relación a las revistas internacionales que llegaban y se conse
guían en el Di Tella. Muchos las escondían y no las prestaban. Pero en un sector hubo
una ruptura con aceptar las pautas que venían desde afuera.
383
P arte IV. E n t r e v is t a s
aguas por diferencias políticas e ideológicas: si eras peronista o no, si eras trotskista, o del
PC, etc. Esa situación desbordaba ya lo cultural.
— ¿R ecordás q u e en el FATRAC ustedes discu tieran en torno a cóm o debía ser esa
relación arte-política?
— El FATRAC cumplía una función política. Vinculaba intelectuales y sectores déla
cultura para un trabajo en conjunto, pero no sobre el arte en sí. Estas discusiones se
hacían en términos individuales, eran charlas entre pintores. Sí recuerdo el peso que
tuvo el FATRAC en la denuncia del proyecto “Marginalidad”, denuncia que llegó hasta
Cuba y salió en el periódico G ranm a.
— ¿Qué p a s ó después?
— Recuerdo cuando el Cordobazo que se hizo un paro, en el que estuvo la gente
de teatro. Por ejemplo, en las funciones salía un actor a dar un discurso contra la repre
sión. Estabas totalmente intrincado, porque esa era la función; no era solamente “hago
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
mi obra y me corro”. Era asumir también el costo. Claro, casi salíamos a la calle pensado
que se tomaba el poder al otro día.
En los artistas creo que hay algo de esa percepción; no era casual lo que venía
sucediendo: las manchas de sangre de Ricardo Carreira en 1966, una cosa increíble.
Había una crisis que uno percibía.
9. Pablo Suárez31
30. Probablemente se refiere a la h uelga d e la zon a d e E nsenad a-L a Plata, de los m eses de
octubre y n oviem bre del ‘68.
31. Entrevista realizada en B u en o s Aires, el 3 d e d iciem b re de 1993.
385
P a rte IV . E n tr ev ista s
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D el D i T ella a " T u cu m á n A r d e"
— Ya en el Di Tella.
—Yo me vinculo al Di Tella en el año ‘64. Viajé a Estados Unidos en el ‘65 y
cuando vuelvo empiezo a generar una relación más directa con algunos grupos. El gru
po de artistas del Di Tella empieza a constituir un bloque donde, si bien había intereses
muy distintos, había ciertas pautas generales que nos unían bastante.
387
P a rte IV. E n t r e v is t a s
obras para mostrar. Además estaban muy problematizadas las cosas: si no mostraban
hechos documentables, claros, los fondos que mandaba la Fundación Ford podían ser
cortados. Me acuerdo de algunas peleas con Romero Brest que quería que hiciéramos
muestras de Arte y Tecnología, cuando nosotros estábamos hablando de compromiso, y
nuestra negativa rotunda a hacerlo. Hasta que en el ‘68 nos vamos.
388
D e l D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
vida cultural del país, creíamos que teníamos cierta responsabilidad. Cuando empeza
ron nuestras “desdichas”, dejaron de cuestionarnos.
—¿A q u é te referís?
—A cuando empezamos a ser perseguidos, molestados, presos, desde el ‘67. A
partir de entonces generamos un montón de propuestas que los involucraban a ellos
mismos, a ellos también. De alguna manera, cambió nuestra imagen frente al medio.
—¿Estás p en san d o, p o r ejem plo, en las m uestras colectivas con un eje político, com o
las realizadas en la SAAP en h o m en a je a l Che?
—Por ejemplo, donde participaron los que eran nuestros “adversarios”. Eran muestras
de una estupidez estética apabullante, eran amontonamientos de gente de buena voluntad.
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P a ete IV. E n tr ev ista s
— ¿Lo h a b ía n p la n e a d o o f u e im provisado?
— Se nos ocurrió en ese momento. Pedían más, querían un happening, bueno, ahí
tienen un happen in g. Ya estábamos hartos.
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D e l D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
—En el a ñ o ‘6 8 tam bién se rea liz a la o b ra “T ucum án A rd e”. ¿Cómo surgió la idea?
—Cómo nació la idea: la pensamos en un restaurant que se llamaba Yapeyú que
no sé si todavía existe. Creo que del grupo Rosario estaba Nicolás Rosa. Estaban Marga
rita [Paksa], Roberto [Jacoby] y un montón de gente. Pero el único rosarino era Nicolás.
En un coloquio en Rosario33 había empezado a nacer esa idea. Creo que de alguna
manera Roberto, Margarita y yo estuvimos lo suficientemente claros como para que Juan
Pablo Renzi entendiera el mecanismo de lo que se estaba planteando, que no era defi
nimos políticamente, que eso lo hace cualquiera, sino cómo utilizar lo que teníamos
para de alguna manera generar algo. Una estructura formal que sostuviera y le diera
eficacia a todo ese material.
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P a rte IV. E n t r e v is t a s
— Pero, ad em ás, ¿no se expresa, en esas discusiones, la preocu pación de varios artis
tas sob re có m o lleg ar a m ás gente, h a c ien d o el m en saje m ás explícito y evitando la oscu
r id a d d el len g u aje v an gu ardista?
— Sí, hubo esas discusiones en el grupo, porque de alguna manera el lenguaje era
la materia.
— ¿R ecordás q u e este tipo d e p lan teos estuviesen presentes en otra gente de la que
p a rtic ip ó en “Tu cu m án A rd e”?
— Me dio la sensación de que de todos los rosarinos, Nicolás Rosa estaba más
cerca de este tipo de planteos.
392
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
servicio de la política... Recuerdo que Margarita [Paksa], con la que discutimos muy
duramente ese día, tenía una posición más o menos parecida a la de ellos.
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P a r t e IV. E n t r e v is t a s
— ¿Ese tedio f u e g en e ra l en tre los q u e vieron con vos la m uestra o entre los artistasde
B u en os Aires?
— No sé. Mucho tiempo después, cuando uno reconoce que pasó eso, que la muestra
fue un panel documental sin ninguna gracia, coincidimos en que fue un desastre haber
trabajado tanto para haber degenerado así. Con una sola miserable idea de las que
había ahí se podría haber hecho quinientas muestras válidas, interesantes. Pero lo redu
jeron a mayor información para romper esa especie de bloqueo de los medios.
394
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
—¿Estabas v in cu la d a a l Di Tella?
—No, porque vivía en Rosario y estaba concentrada en mi actividad como esculto-
ra bajo la dirección del maestro Nicolás de San Luis y en mis estudios en la Escuela de
Bellas Artes. Puede interesar saber que en Rosario nuestros referentes en pintura eran
Herrero, Uriarte, Gambartes, Juan Grela, Berni, entre los nacionales. Ellos marcaban el
rumbo para las nuevas generaciones y además contaban con un mercado bastante fluido
para la colocación de sus obras. En este contexto y más precisamente a partir de 1965
localizo el comienzo de mi crisis ideológica respecto a la producción artística, producto
de que comienzo a vincularme a un conjunto de artistas e intelectuales influenciados por
la visión que imponen los fundadores de la revista C ontorno (algunos de ellos militan
tes y ex miembros de la U.C.R.I.).
Comienza a manifestarse entonces mi crisis con respecto al arte de caballete o
como se quiera llamar. Creyendo que el problema pasaba por la expresión, abandoné la
escultura y me volqué a la pintura, hasta que finalmente dejé todo de lado. El terreno de
lo emotivo o sensible que define la labor del artista había comenzado a desplazarse
hacia lo social. No encontraba en el arte la manera de expresar esta nueva motivación.
Creo que lo que me iba sucediendo a mí y a otros artistas era la lógica consecuencia de
comenzar a sentirnos convocados por las luchas de la clase obrera.
En ese proceso me enrolo políticamente en el Movimiento de Liberación Nacional,
expresión política de los ideales del grupo Contorno. Ese mismo recorrido lo hacen
otros intelectuales, poetas, escritores rosarinos y también algunos pintores como Juan
Pablo Renzi, aunque él seguía pintando y yo no.
La paradoja de todo esto es que mientras muchos de nosotros comenzaba el proce
so de crisis respecto del arte, en Buenos Aires otros pintores hacían su entrada al ámbito
de la modernidad, que en ese entonces era el Di Tella.
Cabe aclarar que mi desvinculación con la tarea artística obedecía más a un com
promiso con lo político y el mundo de lo social que a una crítica respecto al arte y sus
instituciones, como a los pocos años se comenzó a planear entre los artistas de la llama
da vanguardia del arte. Es más, muchos de estos artistas hicieron una ruptura con el arte
pero esto no implicó su entrada activa a la vida política, como después se vio.
Entre la gente de “Tucumán Arde”, un importante sector, casi diría los que lideraron
la experiencia, venían del Di Tella y dentro del mismo sistema institucional -porque el
Di Tella formaba parte de las instituciones- comienzan a hacer rupturas.
—¿Cómo vetas a l Di Tella? P orqu e d e h ech o el Di Tella tien e conflictos con las
instituciones tradicionales.
—Sí, pero no estaba por fuera. Era una alternativa dentro del sistema institucional.
Con “Tucumán Arde” se hace la ruptura, porque se dio totalmente por fuera del Di Tella.
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P arte IV. E n t r ev ista s
Hacia fines de 1967 en Buenos Aires tomé contacto con algunos de los artistas
plásticos más comprometidos con el ITDT. En ese momento ellos estaban realizando su
crisis y habían empezado la retirada del Instituto. Vista a la distancia creo que esta crisis
ideológica era diferente a la mía. En estos artistas -m e refiero a Roberto Jacoby, Pablo
Suárez, León Ferrari o Juan P. Renzi- la crisis tiene más que ver con las instituciones del
arte, centralmente con el Di Tella, museos, premios, etc. Toda la problemática de la
autonomía de la obra y cómo evitar la absorción de los mensajes más radicales por parte
de las instituciones oficiales de la cultura.
Por intermedio de Juan Pablo Renzi, que era quien establecía el puente entre la
vanguardia de Rosario y la de Buenos Aires, conocí a algunos artistas de Buenos Aires y
fui invitada a sumarme al proyecto de “Tucumán Arde”.
Paralelamente, emprendimos una acción al cumplirse el primer año del asesinato
del Che. Nos planteamos hacer algo de tipo agitativo ligado a la pintura. Entre varios
pintores y artistas de otras disciplinas decidimos teñir de color rojo las aguas de las
fuentes de las plazas de la ciudad de Buenos Aires. Fue un desastre total, éramos impro
visados en tareas callejeras. Estaba Roberto Jacoby, Pablo Suárez, León Ferrari. Gente
muy vinculada a los medios de comunicación, la Revista Primera Plana, etc. Por eso
pensamos en hacer algo impactante, pensando en el apoyo de los medios amigos. Arma
mos parejas que iban con otro de campana y llevaban un concentrado de anilina roja
para tirar en la fuente. Pero desconocíamos cómo se surten las fuentes, a donde van las
aguas. Nos juntamos en la casa de Roberto Jacoby a preparar la anilina en la bañadera,
que nunca más se salvó. Cubrimos muchas fuentes, cada pareja iba a una: la del Colón,
la de Lavalle, la del Congreso, la de Plaza de Mayo. Hasta ahí llegaban los más combativos,
íbamos hombre y mujer para simular que éramos novios. No pasó nada, porque tirába
mos la anilina y desaparecía. Pero refleja cuál era el estado de ánimo nuestro. El resul
tado fue nulo dado que nadie se enteró salvo nuestros amigos. Sin embargo, visto este
hecho y las experiencias que vinieron después a la distancia, creo que nosotros estába
mos elaborando o colaborando a construir social y políticamente la artesanía de lo que
después, en 1969, se va a constituir en los grandes hechos de masas (Cordobazo, Rosariazo),
Después vino “Tucumán Arde”, que sí fue un proyecto mucho más elaborado des
de el punto de vista conceptual. Creo yo que respondía a un programa de orden políti
co. Nuestra claridad respecto a la secuencia de las acciones, la elección de los territorios
y espacios que involucrábamos, el empleo de técnicas y metodologías de la acción, etc.,
devino desde mi perspectiva como consecuencia de nuestra adscripción al programa de
lucha del movimiento obrero organizado en la CGT. En definitiva lo que nos ordenó fue
un programa político.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A rd e"
movilización social y política fue el cierre masivo de los ingenios del azúcar. No sé si
todos o algunos de nosotros llegamos a visualizar o a hacer consciente que Tucumán era
el territorio donde se daban las condiciones para el enfrentamiento social. Esta elección
del lugar y del momento habla de cuál era nuestra disposición a la lucha.
Volviendo a “Tucumán Arde”, el plan de acción contemplaba distintas etapas y una
de las primeras consistía en la recolección de la información sobre el terreno. Entonces,
un grupo de unas 20 personas nos vamos para allá, para hacer trabajo de campo por
todos los ingenios, hablando con los obreros, sus familias, los sindicalistas y dirigentes
obreros, y los dueños de los ingenios. El trabajo se basó en testimonios grabados, fílmicos
y fotográficos.
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rosarino, que mantenía una distancia con el movimiento obrero organizado sindicalmente
al que caracterizaban de “burocracia sindical”. Uno de los grupos que hizo de puente
entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero, a partir del surgimiento de la
CGTA, fue el FEN35 de Rosario.
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— ¿En q u é con sistía El poder de las llaves, tu o b ra en las Experiencias 1968 del
D i Tella?
— Era una gran caja a modo de ataúd forrada en terciopelo negro con un tablero
reversible: sobre una cara, tres palomas blancas semi-embalsamadas. Yo mismo había
comprado y mandado matar las palomas, pero como el proceso de embalsamamiento
completo era muy lento (seis meses), opté por un proceso de embalsamado parcial,
menos duradero. Además de las palomas, se leía “V ietn am ”. Sobre la otra cara, un
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— Esas d iferen cia s con otros artistas se reiteran en el P rem io B raqu e, p o c o después,
cuando algu nos artistas org a n iza n el boicot y vos p articip a s en el p rem io...
—Todavía sentía que era la obra la que tenía que hablar del problema, el de la
institución. Lo que presenté se titulaba “El artista y el Jurado”. Había visitado a cada uno
de los integrantes del Jurado (Romero Brest, la directora de la Alianza Francesa, el Agre
gado Cultural de la Embajada de Francia, Berni, Soldi, entre otros) y les había tomado
un registro dibujado de los contornos de sus sombras. Después había pasado estas
siluetas a gasa negra, y las había pegado en estandartes de la misma gasa negra. Ilumi
nados, proyectaban sus sombras amenazadoras sobre otra silueta, esta vez la mía, la del
artista desnudo, hecha en espejo y apoyada sobre dos almohadones negros. Así me
sentía yo frente al Jurado.
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“Requiem para la libertad”: una mesa de unos seis metros de largo por dos de ancho, y
arriba una gruesa plancha de acero (que les había pedido a los de SOMISA). Había
estado pintando la plancha con grafito y ácido, igual que las armas, hasta el último
minuto, así que en la inauguración estaba fresco y ensuciaba las ropas de los que se
acercaban demasiado. Encima de la mesa, había 48 espejitos, y al dorso de cada uno una
foto gris de un papel mecanografiado que informaba usando un vocabulario técnico que
en ese espejo se había reflejado tal, un condenado a cadena perpetua por asesinato, o
tal otro, un condenado a cuatro años por robo a mano armada, junto a NN, un condena
do a diez años por incitar a la subversión del orden público, o NN, un condenado a dos
años por arrojar panfletos en la vía pública, etc. Presos comunes junto a presos políti
cos. A un costado de la mesa, un cartel enlozado a lo antiguo decía algo así como:
“Agradezco al subdirector de los Institutos Penales, Coronel fulano de tal, por facilitar
me el acceso a 48 prontuarios. Agradezco a Monseñor Mengano por permitirme el ingre
so a la cárcel tal, etc”. Era una metáfora de la celda que revivía la situación agobiante
que se vivía en las cárceles.
El ácido me había quemado todas las manos, así que fui a la inauguración con las
manos vendadas. Allí estaban Jean Clay y Lucy Lippard, que me informaron que había
ganado el primer premio... Mucho después ella me dijo que esa obra la había conmovi
do para siempre, que le mostró las posibilidades del arte político.
404
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También invité a algunos amigos, también a través de estas cartas formales. Con
traté a un paje, vestido de negro, que estaba en la entrada con la orden estricta de sólo
dejar pasar a aquellos que tuvieran invitación.
Matilde Sábato, que estaba asustadísima por la llegada de las fuerzas del orden que
consideraba irremediable, abandonó su propia galería y me dejó solo en la inauguración.
A la hora señalada, empiezan a llegar algunos invitados amigos. Federico Peralta
Ramos -cla ro - ocupa el sillón principal, otros se ubican en las sillas. La tensión reinan
te, a la espera de que llegara el allanamiento, era cada vez mayor. De golpe, me llama el
paje porque había lío en la entrada. Era Raquel Forner, que no tenía invitación, y quería
entrar. Pero no se le permitió pasar...
un poco alteradas (casi cuadrada), hecha de cristal: dos franjas de cristal azul y la inter
media de cristal espejo. El día de la inauguración contraté un servicio fúnebre que llevó
j la obra a la galería en un furgón. Es bajada delante de todos por dos funebreros y
I colocada en la entrada de la galería en un atril para coronas, bajo la lluvia que caía a
cántaros. Me acuerdo que esta acción la filma Juan José Jusid.
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P a rte IV . E n tr ev ista s
con un letrerito que indicaba el título y el autor de la pintura, y aclaraba que el valor de
compra era de cien libras esterlinas, mientras el valor de venta ascendía a doscientas.
Quería demostrar que dentro del ámbito artístico sólo se puede comprar y vender. Nose
les puede dar nada a esa gente.
Poco después me vinculo a través de un amigo a Montoneros. Me proponen que
dé clases de pintura a la gente de una villa en San Justo. En una casita precaria, de piso
de tierra, se reunían seis o siete muchachos con él. Uno de ellos, misionero, era basure
ro y poeta, un poeta de las cosas cotidianas. Ellos esperaban que yo les enseñe a pintar
y de entrada les digo que voy a hablarles del arte conceptual. A las pocas reuniones,
como se acercaba el 26 de junio, les propongo hacer un homenaje a Evita. Blanqueamos
con cal las paredes y muros libres de la villa. Y con restos de pinturas de diferentes
colores salimos una noche a pintar coronas de ñores. Coronas como las que se dejan en
el cementerio para homenajear a un muerto. Debajo de cada corona, sin que yo tuviera
nada que ver, los artistas, porque lo eran, agregan frases, invocaciones: “Evita madre de
los pobres”, cosas así.
Poco después se produce una ra z z ia policial en la villa, y mueren varios compañe
ros de este grupo. Años después, ya durante la última dictadura, volví solo a la villa y
encontré una de las coronas, intacta. Como un altar.
Otro proyecto de la misma serie que la de Evita, que nunca llegué a hacer, tomaba
fragmentos del Himno Nacional Argentino (“Oid, mortales”/ “El grito sagrado”/ “Liber
tad”, etc.). La idea era colocar en una villa postes altos que permitieran colgar pancartas
de tela blanca por encima de las casillas. La obra no se realizó por falta de recursos
económicos (esta vez no hubo sponsors) y de apoyo político dentro de la villa. Me pro
pusieron mucho después llevarla a la bienal de Sao Paulo y realizarla en una favela, y
me negué. ¿Qué puede decir el himno argentino en una favela?. Esa es, para mí, la
expresión máxima de cómo funciona el circuito artístico: cualquier obra en cualquier
lado da igual, porque no significaba nada sobre el contexto.
Después de eso proyecté obras para hacer fuera del circuito artístico, y ni siquiera
en la calle. Obras para una escala familiar, doméstica. Hice un jardín.
Mucho después, en los ‘80, inicié una obra que nunca llegué a mostrar. Les propu
se a un grupo de amigos, a los chicos, que se fotografíen entre ellos a muy corta distan
cia: que sólo entre en el cuadro el rostro y parte del torso. Una selección de esas fotos,
tomadas después de una cena, en blanco y negro, fueron enmarcadas en viejos portarre
tratos octogonales, con vidrio cóncavo. Semejaban pequeños ataúdes, para rostros de
gente que estaba viva, que tenía apenas veinte años. Un efecto muy raro.
Esos retratos se iban a colgar en el Parakultural, alrededor de una mesa cubierta
por un mantel azul bordado con lentejuelas. Arriba de la mesa, jarrones de vidrio de
esos que se usan en los cementerios para dejar flores, llenos de plantas y flores. Y los
restos de una comida típica del grupo de amigos: pizza y birra. Restos que el grupo
habría dejado allí después de compartir una nueva cena en ese ambiente, rodeados de
sus retratos... Algún día la voy a terminar. Va a ser extraño, porque ahora ellos ya tienen
más de treinta años. No son los mismos.
406
D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e"
— ¿ T rabajaban en pintura?
—Algunos hacían pintura, otros dibujo. Yo hacía pintura. Fui alumna de Gambartes.
No lo tuve de profesor en la Escuela, sino que lo fui a buscar porque es el pintor que
más me interesa del Litoral. Le pedí que me tomara como alumna. Y en realidad uno en
ese tiempo era capaz de pedir y producir muchas cosas. Siento que fue una época en que
golpeaba muchas puertas. Bueno, entonces yo hacía pinturas en aquel momento y des
pués pasé al trabajo con la tierra.
— ¿A la construcción d e objetos?
—Más que el objeto, la escultura. La propuesta no de un objeto sino de una imagen,
de una forma; de algo que me interesaba decir con la tierra. El volumen me interesa mucho.
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\
P a rte IV . E nttrevistas
Porque un poco era decirle al gobierno: “esto que ustedes hacen es realmente indigno”.
Porque no ayudaban a los que nosotros en ese momento considerábamos que eran los
jóvenes que necesitaban ayuda.
408
D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Aires a aprender a modelar en resina poliéster en el Otto Krause, donde iban los demás
a hacer lanchas y heladeras. Pero yo iba y trabajaba todas las noches.
Luego de ese año volví a Santa Fe y pedí otra beca. Me dieron medio año, y eran
becas óptimas. Es la época en que el Fondo estaba al servicio del artista. Ese medio año
empecé a darme cuenta que quería meterme en el mundo de las galerías. Y expuse en
Ver y Estimar, en Van Riel. Y ahí empiezo ya los encuentros con la gente de Rosario.
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P a rte IV . E n tr ev ista s
Recuerdo que vivía en una casa tipo chorizo, de once habitaciones y que en el
patio de adelante trabajábamos con la información que llegaba de Tucumán, pasaba por
Santa Fe e iba a Rosario. Y trabajamos con unas papeletas grandes, esa imagen tengo.
Por ahí nos acompañaba algún amigo del grupo de Santa Fe.
La CGT de Santa Fe no dio demasiado apoyo. Nosotros fuimos un nexo y sobre
todo un apoyo al proyecto, que para mí tuvo un significado muy importante.
Juan Pablo Renzi funcionaba como nexo entre Santa Fe y Rosario, y también como
nexo entre Rosario y Buenos Aires. El rol de Juan Pablo fue muy importante. Él era el líder.
— ¿Qué te a c o r d á s d e la m uestra?
-—Mucho despelote. Esto de la información era para nosotros tan innovador que
nos hacíamos mucho lío. Era trabajar con medios no habituales. Una de las grandes
discusiones que teníamos era que la comunicación se rompía, que la información no
llegaba por los canales tradicionales; y cuando comprobaba que lo que venía de Tucumán
llegaba y que nosotros lo podíamos transcribir, pasar y mandar, era un hallazgo.
La información la mandaban directo de Tucumán, vía carta. Recuerdo que una vez
fuimos al tren a buscarla. Pero también hablábamos por teléfono con Graciela [Carnevale].
Era un poco como podíamos, no había una cosa estructurada.
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D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
— Nos in teresaba h a b la r con vos—com o tam bién con N icolás Rosar- sobre la incorpo
ración d e los intelectuales a l colectivo q u e realizó “Tucum án A rd e”. Lo q u e veíamos, en el
proceso d e la v an g u ard ia rosarina, es q u e el lu g ar d e los intelectuales f u e variando, de
una p rim era co la b o ra c ió n m ás “tr a d ic io n a l”, redactan do, p o r ejem plo, los textos d e los
catálogos a un in v olu cram ien to m u cho m ayor...
— Hay que tener en cuenta, desde mi punto de vista, dos cosas. Por un lado, la
trayectoria universitaria de algunos de nosotros. Y por otro lado, los lazos de amistad,
no sólo las afinidades políticas, porque si nos pusiéramos a pensar en las afinidades
políticas, más bien había muchas desafinidades. La prueba está en que después todos
terminamos en distintas cosas: PRT, ERP, Montoneros. Nos reunía, según percibo y re
cuerdo, a los intelectuales más próximos, la pertenencia a la Universidad. En mi caso,
me considero una hija de la universidad de los ‘60, en la que Adolfo Prieto fue decano
de la Facultad de Filosofía [de la UNR], Prieto no sólo fue decano, sino que también llevó
a la carrera de Letras profesores como David Viñas, Noé Jitrik, gente de izquierda...
Eso, además de ciertas lecturas, fue creando un sentido de formación intelectual
de izquierda muy fuerte, que se correspondía con los acontecimientos mismos no sólo
aquí, en el mundo entero, desde la revolución cubana en adelante. Todo eso fue un
rush, digamos así, intenso, una experiencia intensa, y quedó muy ligado a lo que era
nuestra vida en la universidad.
Yo era presidenta del centro de estudiantes. Juan Pablo Renzi, que era mi ma
rido, estudiaba bioquímica, cosa que nadie podría creer, y había pasado por el PC y
por cuanto grupo de izquierda aparecía, hasta que recaló en el Movimiento de Libe
ración Nacional.
Creo también que en el caso de los intelectuales, para llamarnos así, ceremoniosa
mente, se podría rescatar no sólo el compromiso con las ideas de izquierda, que des
pués se canalizó en distintas fracciones y afiliaciones, sino un sentido de responsabili
dad intelectual muy fuerte. Es decir, había que estudiar, había que saber, había que leer,
no había ningún “viva la pepa”. A veces tengo la impresión de que se ha perdido un
poco ese espíritu. Si íbamos a ser dirigentes estudiantiles, por ejemplo, teníamos que ser
los mejores estudiantes.
411
P a rte IV . E n t r ev ista s
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
pero todo el tiempo se hablaba también de política. Un día una alumna me cuenta que
en su casa vive Quagliaro. La casa era una casa vieja, de barrio, con piezas para alquilar,
íbamos a verlo con Juan Pablo, y para mí fue importante porque no conocía el mundo
sindical. No íbamos a verlo para que después saliera de allí “Tucumán Arde”, pero ven
cómo ciertos encuentros se dan de un modo azaroso, ¿no?
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P a rte IV. E n tr ev ista s
más obvio en el cual hay que pensar, porque esa inquietud de la reflexión tenía que ver
con una necesidad donde lo ético y lo político empezaban a invadir todo...
Para muchos de nosotros -insisto-, la formación universitaria tenía que ver con la
idea de que no había espontaneísmo; la obligación de saber, la necesidad de pensar, era
algo que teníamos muy claramente incorporado.
Por eso tantas tensiones. Esa idea de responsabilidad inmediatamente te lleva
ba a un intercambio, a un proyecto colectivo o compartido por lo menos, y eso
atenta gravemente contra el narcisismo del artista, de un modo terrible. Es una ten
sión muy grande.
En el grupo había muchas peleas y también gente que se abrió, por las razones
más diversas, desde que no compartía el proyecto, hasta que no se bancaba la tensión.
Y vos fíjate hasta qué punto fue así que, si no recuerdo mal, recién en el ‘73, después de
Ezeiza, tres participantes en “Tucumán Arde", José María Lavarello, Graciela Carnevale y
Juan Pablo hicieron un larguísimo audiovisual, que después tuvimos que quemar, sobre
lo ocurrido en Ezeiza. Fue una de las primeras cosas colectivas que volvimos a hacer.
Habían dejado de pintar y de trabajar en la plástica.
41 4
D el D i T ella a " T u cum án A rd e"
El grupo de Rosario era muy grande, había mucha gente implicada, comprometida,
apoyando. En la muestra también se plegó gente de Buenos Aires, pero no toda. El
esfuerzo lo hizo la gente de Rosario.
La muestra fue espectacular y duró muchos días. Era explosiva. Había tantas cosas,
los pisos estaban pavimentados con carteles, de las paredes también colgaban carteles,
todas esas fotos de niños; se hacían reportajes a la gente todo el tiempo. A mí todavía me
sigue asombrando que la consigna de juntar comida fuera oída, y hasta qué punto: se
empezó a llenar la CGT de comida. La gente espontáneamente empezó a llevar bolsas
de azúcar, harina... Una repercusión popular, no sólo en la clase media.
Ahí logramos una respuesta diferente, de sectores de público diferentes a los habi
tuales. No quiero decir con esto que toda la gente que iba a la cancha de Rosario Cen
tral, por ejemplo, fuera a la CGT a ver “Tucumán Arde”...
— ¿Q u erían preservar d e alg u n a m a n era u n a a ctiv id a d esp ecífica den tro d el cam po
artístico o cu ltu ral en térm inos m ás am plios?
— Sí, artístico y/o intelectual. Pero ese no era el espíritu general, quiero aclararlo.
Digamos que fue el motivo de ásperas y agrias discusiones y acusaciones de traición y
de toda clase de cosas. Tanto es así que, por ejemplo, cuando Juan Pablo volvió a pintar
lo ocultaba. Pesaba la idea de que ahí había una culpa que pagar.
415
P arte IV . E n tr ev ista s
decía que había un auspiciante que fuera la Biblioteca. No había una relación eviden
te con la institución.
— ¿A q u é te referís?
— Recuerdo que entré, cuando ya estaba toda la muestra montada, y me encontré
con que se había agregado un cartel que decía “libertad a los patriotas de Taco Ralo".
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
Creo, no podría jurarlo, que lo agregó la gente de Buenos Aires. No era con la defensa
de los presos que no estaba de acuerdo; en ese momento creíamos que los de la gue
rrilla eran mártires que necesitaban de nuestro apoyo. Pero la palabra “patriotas” me
sacaba de quicio. Prefería “luchadores”, “combatientes”, “guerrilleros”, pero no “pa
triotas”. Ésa es una de las diferencias ideológicas del grupo. “Patriotas” respondía a
una visión peronista, nacional-popular. Teníamos visiones de lo popular totalmente
distintas, y eso se fue agudizando con el tiempo. Estaba dispuesta a pedir la libertad
de los presos. ¡Si voté a Cámpora en el ‘73, a pesar de que la consigna del PRT era
votar en blanco! Y lo voté porque Cámpora había prometido liberar a los presos polí
ticos. Teníamos la idea de que los tipos que estaban en la guerrilla eran héroes: todas
esas cosas que después tuvimos que revisar críticamente, que todavía estamos revi
sando. Pero en ese momento no dudábamos en darles apoyo, fueran peronistas o no,
y máxime si habían sido capturados.
—¿V ospercibiste q u e esa visión m ás ‘peron ista ” respon día a la gen te d e B u enos Aires?
— Nosotros no la teníamos. Cuando digo “nosotros” me refiero al grupo más próxi
mo a mí, porque Nicolás Rosa terminó siendo llamado “el decano montonero” de la
Facultad de Filosofía. En ese momento nosotros éramos marxistas. ¿Ustedes se acuerdan
como titula la revista R obho la nota referida a “Tucumán Arde”? “Les fils de Marx et de
Mondrian” (“Los hijos de Marx y de Mondrian”). Creo que vanguardia, marxismo y com
promiso sartreano era la constelación ideológica que nos marcó.
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P arte IV . E n tr ev ista s
manera más extravagante, con aros p o p y corazones de cartulina brillante sobre las pe
cheras, porque después se iban a una fiesta. Estábamos todos en esa mezcla, ¿no?
— ¿Cómo era la co m u n icació n , p rev iam en te a “Tucum án Arde", entre ustedes y los
artistas d e B u en os Aires? ¿H abía u n a relación m ás o m enos flu id a ? Renzi aparece, en
m u ch as entrevistas, co m o la fig u r a vin cu lan te entre R osario y B u enos Aires.
— La historia ahí pienso que debe pasar por múltiples canales personales, por
distintos artistas o grupos de artistas que hacían contacto con Buenos Aires, con algu
nas galerías inclusive. No sé si podría hacer un relato demasiado lineal y preciso de
eso, pero lo que pienso -tam poco recuerdo muy bien las fechas- es que había, en
Buenos Aires, algunas galerías muy interesantes como la vieja galería Lirolay, un espa
cio para las experiencias y para la gente joven. Y había un lugar que era el Di Tella al
cual todos los rosarinos íbamos religiosamente a ver cuanta exposición importante
había. Cómo fueron surgiendo las relaciones, cómo conocimos a Jacoby, cómo conoci
mos a Pablo Suárez, cómo conocimos a León Ferrari, no podría recordarlo. Recuerdo
que de golpe una vez estábamos acá cenando con Carreira, otra vez pasando un fin de
semana en Castelar en casa de León Ferrari, pero cómo se iniciaron esas cosas, no sé.
Pero lo que sí sé es que no sólo el Di Tella (con Romero Brest, por supuesto) fue el
lugar de articulación, de encuentros, conocimientos, sino que también fueron impor
tantes los medios, algunos periodistas de los medios. El caso de Glusberg, por ejem
plo, que fue un atento seguidor desde los inicios de todos los movimientos de la
vanguardia rosarina. En el caso de Romero Brest también creo que fue surgiendo un
vínculo, pero más bien era una figura con la cual había que discutir, por todo lo que
representaba. Me parece que para la gente más radicalizada de Rosario, el Di Tella
tenía dos caras: una era excesivamente frívola, y eso no era muy bien visto. Me da la
impresión de que, por lo menos los del grupo con el que yo más me conectaba, eran
más radicales (en el sentido anglosajón del término).
418
D el D i T ella a " T u cu m á n A rd e"
Pero volviendo al asunto, el proceso era contradictorio, porque por un lado esta
ba todo aquello de que había que hacer más cosas (y vino el Rosariazo, vino el
Cordobazo), y al mismo tiempo estaba la idea de que no todo el mundo estaba dispues
to a bancarse los resultados de esa operación, que era artística. Por otro lado, se llevó a
una tensión insoportable la misma noción de la creatividad de los artistas. Por algo
después la gente dejó de pintar, se llegó a un límite, no se podía hacer nada más. Un
estado de estupefacción. Con “Tucumán Arde” logramos esto, realmente creo que fue un
shock para los mismos que participamos. Decíamos: ¿y ahora qué? ¿hasta dónde? Nadie
sabía muy bien. Y creo que también había que sumar el enorme desgaste de ese año.
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P a r te IV. E n t r ev ista s
a estar nosotros solos, deambulando entre los cartelitos y las cosas, alguien moviendo
la maquinita con las películas, mirándolas nosotros! Y no podía entrar a la CGT, ¡era
algo impresionante! Ahí pensé: “funcionó”. Hasta ese momento no lo sabíamos. Funcio-(
nó en cuanto a la respuesta del público, quiero decir.
— ¿A q u é atribu ís las d iferen cia s en tre las m uestras d e R osario y Buenos Aires1
— Me da la impresión de que en Rosario fuimos por un lado más estrictos y por el
otro, más laxos. Quiero decir lo siguiente: fuimos más estrictos con el trabajo, había que
hacerlo, y hacerlo bien, ¡sí o sí! Y más laxos en el sentido de que no permitimos que las
diferencias [que existían] obstaculizaran el ingreso de cosas diferentes en la obra. Y
estuvo bien, fue una buena combinación. Si nos hubiéramos dejado llevar por nuestras
diferencias, es probable que la obra no se hubiera hecho.
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D el D i T ella a " T ucu m á n A rd e"
de “Tucumán Arde”. Era mucho más cuidado, mucho más controlado, pero estaba muy
comprimido. Y no sólo porque los medios fueran limitados -u n solo proyector y todo
eso- sino que me parece que la creatividad plástica no estaba absolutamente liberada,
estaba muy constreñida, subordinada, más “al servicio de...”
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P a rte IV. E n t r e v is t a s
— ¿Cómo se in ic ia e l vínculo en tre usted y los artistas plásticos con los que luego
fir m a “Tu cu m án A r d e”?
— Yo estaba muy vinculado, primero porque siempre un elemento significante nos
vinculaba (un poco, no totalmente): la Universidad. Pero además era muy amigo de Rubén
Naranjo, a quien quiero y respeto muchísimo; era muy amigo de Juan Pablo, muy amigo
quiere decir que estábamos de alguna manera siempre juntos y por supuesto siempre nos
peleábamos. Mi relación con él siempre fue muy intensa, porque teníamos casi las mismas
ideas. Pero fue muy interesante porque fue muy productiva. Yo creo que realmente la
acción política reabsorbe este tipo de diferencias.
Había un personaje muy importante de la medicina rosarina, el Doctor Isidoro
Slulitell que tenía mucha plata, pero de alguna manera estaba vinculado evidentemente
con el PC, tenía un espíritu progresista. Él quería estar vinculado con los principales
centros pictóricos y compraba muchas obras de artistas locales. Formó una colección
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D el D i T ell a a " T u c u m á n A rd e"
muy grande de arte rosarino. Yo escribí el catálogo de esa colección en una exposición
que se hizo en 1966. Gran parte de la vanguardia estaba representada allí. Eran los que
formaron parte del grupo “anti-mermelada”, que se enfrentaba de alguna manera a lo
que podríamos llamar la pintura oficial y también lo que se llamaba -y sobre esto tuvi
mos mucha discusión a nivel teórico- la pintura de caballete.
En este catálogo no aparecen solamente las personas que luego van a tener rele
vancia sino un grupo grande de pintores que, yo creo, casi todos firmaron el “manifiesto
anti-mermelada”, para oponerse de alguna manera a la pintura tradicional del momento.
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P a rte IV . E n tr ev ista s
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D el D i T ella a " T ucu m á n A rd e"
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P a rte IV . E n tr ev ista s
sino establecidas por el pintor, aparecía como cuerpo “presente”, él era su propia pintu
ra, que fue una de las experiencias típicas de toda esa vanguardia.
— ¿Vincula esta ex p erien cia con los m edios m asivos con las ideas y realizaciones
d el gru po d e M asotta, fa c o b y , E s c a r iy Costa en B u en os Aires?
— Tenía bastante contacto con Masotta. Pero las experiencias de Rosario no te
nían nada que ver con sus planteos del arte de los medios. Aunque sí, a lo mejor por
la presencia de Roberto Jacoby, el arte de los medios masivos, si es que se puede hablar
de un arte de los medios masivos, sí tenía que ver con una experiencia que de alguna
manera se estaba “teorizando” (entre comillas), sobre todo cuando venía Pierre Restany,
que era amigo de Masotta. Pero yo creo que el paso al arte político produce una
escisión, Masotta no pudo hacerlo por muchas razones, incluso personales; pero no
sotros sí queríamos.
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D el D i T ella a " T ucum án A rde"
potencia al acto, y al acto revolucionario como acto último o agónico. Hay tres actos
últimos en nuestra cultura: la mística como entrega definitiva, la conciencia absoluta,
la de Dios, digamos, cosa que es imposible, y el acto revolucionario. Lo de Masotta era
un arte político, no un acto revolucionario.
41. Favario no recibió esa distinción. El integrante del grupo rosarino que sí fue premiado, pero
en el Ver y Estimar, fue Juan Pablo Renzi.
42. Se refiere al homenaje al Grupo de Arte de Vanguardia organizado en Rosario en 1984 por
una asociación gremial en la que participaban entre otros Graciela Sacco y Gabriel González
Suárez, y colaboraba Guillermo Fantoni.
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P a et e IV . E n t r ev ista s
— ¿Cóm o se estableció la relación en tre la cen tral obrera y los artistas que hicieron
“T ucum án A rd e”?
— La relación con “Tucumán Arde” surgió por los vínculos con la Biblioteca Vigil.
Ellos eran compañeros surgidos de la misma experiencia, unos nos dedicamos al frente
social, como Augusto Duri, que es ahora presidente de la Asociación de Cooperadoras y
fue el genio, el inventor, el motor de la Vigil. Él era compañero de colegio secundario
mío, éramos toda una camada que aparecimos en el ‘55, impensadamente en la actividad
sindical. Habíamos sido alumnos del colegio de Obras Públicas, con una beca, estudiá
bamos y trabajábamos.
Había entre nosotros una relación que se establecía en lo humano, en lo político,
y en el trabajo, en hacer cosas, desde una perspectiva bastante independiente, autóno
ma, no vinculada con los aparatos.
Rosario en esa época era un foco de alteración, era mucho más activo y militante
que Córdoba. Había una movilidad enorme en todas las fábricas, el frigorífico y el pleno
desarrollo y la actividad del cordón que iba de Granadero Baigorria a Puerto San Martín,
También fuimos la primera dirigencia sindical que se animó a constituir dos comisiones,
con la CGTA: comisión de movilización, encabezada por compañeros hoy desaparecidos
como Eduardo Lescano, y el CROE. ¿Qué era el CROE? Era como institucionalizar nues
tras relaciones entre obreros y estudiantes: Comisión de Relaciones Obrero-estudianti-
les significaba la sigla.
43. Entrevista realizada en Rosario, en junio de 1995, con la participación de Rubén Naranjo (RN),
Si no hay aclaración contraria, las respuestas son de Quagliaro.
44. Asociación de Trabajadores del Estado, gremio al que el entrevistado pertenece.
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D el D i T ella a " T ucum án A rd e"
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P arte IV. E n tr ev ista s
vine con mi señora, y era una cosa que no se podía ni caminar. Hicimos hacer cola a la
gente para que ingresaran y salieran ordenadamente, porque no había mucho espacio
para caminar adentro.
— ¿La CGT ten ía otras activ id ad es con sectores extrasin dicales com o proyección de
p elícu las, charlas, etc.?
— Lo único que hacíamos era algo que en esa época estaba de moda: la proyección
de La h ora d e los hornos. El misterio, la clandestinidad para reunimos para ver la película,
pero era una cosa más pegada al peronismo. Como actividad diseñada, armada por noso
tros no había. Yo creo que lo más serio fue “Tucumán Arde”. No hubo ni antes ni después
un trabajo común con grupos culturales.
— ¿R ecuerda un cartel en la m uestra en alu sión a los guerrilleros que habían caído
p resos en Taco Ralo? P orqu e según otros testim onios ese cartel ca u só malestar.
RN: — Aquí no hubo conflicto a nivel sindical. Cuando fuimos a Tucumán ya sabía
mos lo que había pasado en Taco Ralo, lógicamente.
— H a b ía sido un m es antes.
RN: — Un par de meses o un poco más. Estaba la FOTIA muy comprometida, esta
ba Arancibia, el secretario general del gremio de los maestros en Tucumán. Hablábamos
mucho de Taco Ralo en ese momento. Para ellos había sido una experiencia importante,
muy importante, que quedó muy tapada.
HQ: — Algunos años antes se había vivido la experiencia de los Uturuncos. Luego,
cuando en 1965 vino Isabel al país para quebrar las intenciones del neo-peronismo, yo
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D el D i T e l l a a " T u c u m á n A rd e"
fui invitado a sumarme a su comitiva. Lo hacía en nombre de las “62 de Pie” que había
mos roto con el Vandorismo y éste colocó en esa misión a Elpidio Torres, un dirigente
del SMATA de Córdoba que terminó muy relegado y golpeado políticamente. Cuando
estuvimos en Salta, fuimos a la cárcel a visitar a los compañeros detenidos por haber
formado parte de ese grupo de la guerrilla y no pudimos ver a todos porque la mayoría
estaban en huelga de hambre para exigir mejor trato y una alimentación adecuada. De
jamos nuestra solidaridad moral y medios económicos a las familias.
RN: — Pero acá cuando se planteó el cartel en defensa de los de Taco Ralo nadie
planteó ningún tipo de dudas, no recuerdo que haya habido ninguna oposición dentro
del sindicalismo de Rosario.
HQ: — Yo quiero pensar hoy que lo de Taco Ralo se gestó dentro de la CGT...
— ¿Cuál e r a su a c tiv id a d g rem ia l en el m ovim iento estu dian til d e Tucum án y cóm o
se con ecta co n la g en te q u e rea liz a “T ucum án A rd e”?
— Yo era el Secretario General del Centro de Estudiantes de Derecho, también
representante por la Coordinadora Estudiantil en la CGTA (CGTA), por lo tanto era uno
de los codirigentes de la CGTA, organizada junto con la FOTIA (Federación Obrera
Tucumana de la Industria Azucarera), los maestros y otros gremios. En la conducción
nacional de la CGTA estaba Benito Romano (FOTIA) y en Tucumán había un cuerpo
colegiado integrado también por dirigentes estudiantiles. Una concepción de CGT com
pletamente distinta...
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P a r te IV. E n t r ev ista s
Pero el grupo de “Tucumán Arde” no solamente se conecta a partir de ahí, sino que
nos conocemos con algunos de ellos por vinculaciones anteriores, en relación con la
vida universitaria y en un marco político. Había tantos elementos afectivos de por medio
que, por ejemplo, se hospedaban en mi casa.
Esas vinculaciones anteriores con los artistas y los sociólogos se daban porque el
movimiento estudiantil de ese período está muy ligado a todos los movimientos cultura
les que estaban construyendo el fenómeno revolucionario en la Argentina; estaba co
nectado a hechos diversos como por ejemplo la atomización del Partido Comunista, la
emergencia de P a sa d o y Presente, L a rosa b lin d a d a, El esca ra b a jo d e oro y otras revistas
del interior no tan famosas como éstas, aunque sí en su medio, que hacen la experiencia
de ruptura con las viejas prácticas políticas y simpatizan en general con el socialismo.
Algunos sin desprenderse del peronismo, otros alejándose del peronismo y avanzando
directamente hacia un socialismo sin partido. De manera que por esa vía había una red
de contactos muy difícil de descifrar incluso desde ahora. Uno tiende a descifrar de
acuerdo a los nombres que se han perpetuado, pero esos nombres inmovilizan lo que
era la dinámica de la realidad. Es decir, había múltiples relaciones.
Confluían allí movimientos obreros y estudiantiles que ya trabajaban solidaria
mente, desde el ‘67, contra Onganía, movimientos sociales de reivindicación de los pre
sos, contra la tortura y la represión, contra el decreto anticomunista. Esto había creado
una red de conexión y solidaridad en el país que rompía todos los marcos previsibles
institucionales. Además porque las instituciones estaban muy relativizadas. Acá en Bue
nos Aires estaban prohibidos los centros estudiantiles pero en el interior tuvimos fun
cionando los centros hasta el último día de la Revolución Argentina, aunque sin su rol
institucional académico. Esto es más posible de entenderlo ahora cuando uno compara
con la última dictadura y habla, para el caso de la de Onganía, de una “dictablanda”.
Entonces, nosotros teníamos un cierto marco institucional vinculado a los reclamos es
tudiantiles frente a las intervenciones en las facultades.
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gente influyó sobre sus colegas o en estudiantes avanzados, que son los que en definitiva
sirvieron de conexión con “Tucumán Arde”. “Tucumán Arde” no hizo la conexión con el
primer nivel, más conocido, sino con el segundo nivel, que es el más numeroso y además
es el que empezaba a asentarse en Tucumán.
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con otros artistas de vanguardia, por ejemplo los de Rosario. No se olviden que había una
enorme proliferación de revistas culturales. Como había una enorme circulación, tanto de
medios como de personas, el contacto era constante. El Di Tella, por ejemplo, tenía fama,
tenía mucho prestigio. Yo creo que “Tucumán Arde” lo hace conocer verdaderamente al Di
Tella en Tucumán, aunque envuelto en críticas y oposiciones como arte elitista y de masas.
— ¿En q u é sentido?
— En el sentido que le da una proyección distinta: de un lugar académico, alejado,
donde hay personas importantes, reconocidas, lo transforma y lo convierte en algo más
visible, y que puede trabajar con formas locales.
— ¿La CGT en T ucum án estaba tam bién abierta a intelectuales y artistas com o en
Buenos Aires o Rosario?
— Era más obrero-estudiantil. Después de “Tucumán Arde” mantiene un núcleo de
artistas próximos, pero no logra constituir un grupo de apoyo constante. Lo q u e logra es
abrir la posibilidad a todos los artistas que de vez en cuando frecuentan la CGTA. No
como una constante, no organizadamente, pero sí suelen aparecer en plenarios, concen
traciones, a veces hacen murales, afiches, volantes.
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P arte IV . E n t r ev ista s
artistas cercanos al Partido Comunista, derivada a su vez de una concepción local del
llamado realismo socialista. Y explico cómo esa es la imagen que la burguesía desea
tener del proletariado —la nena muerta de hambre en la villa miseria, etc - y cómo esa
imagen es por eso mismo vendible y rentable económicamente.
Mi visión de la realidad popular estaba centrada en la rebeldía obrera, en sus
luchas; encarnadas principalmente por la Resistencia Peronista.
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D el D i T ella a " T u c u m á n A r d e "
— Usted p articip ó con otros artistas, entre ellos algu n os d e los artistas d e van gu ar
dia, en m uestras colectivas, p o r ejem plo en 1968 con m otivo d el an iversario d e la m uerte
del Che.
— Se hizo una primera muestra en el ‘67, cuando muere el Che, a la que a mí no me
invitaron. Entonces hice una lámina con el retrato del Che, que se regalaba. La venta
estaba prohibida. En el ínterin nos reunimos un grupo de pintores y ganamos las elec
ciones en la SAAP (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos), con Ignacio Colombres
como Presidente. A partir de allí se hicieron cosas muy importantes y, sin embargo,
tampoco figuran en aquellas historias.
Organizamos la segunda muestra de homenaje al Che, en el ‘68, en el primer ani
versario de su muerte, que titulamos “Homenaje a Latinoamérica”. Participamos
Colombres, Alonso, Castagnino... Éramos doce o trece. Hicimos una silueta del Che
Guevara que está marchando en una manifestación del brazo de otra silueta anónima.
Cada uno de nosotros trabajó la silueta del Che a su manera, dejando en blanco el
contorno de la otra. Unimos todos los trabajos en un mural, que era como el frente de
una movilización en marcha: el Che, la silueta anónima, otro Che, otra silueta, etc. La
expusimos en la SAAP, que en ese momento estaba en la calle Florida. La muestra duró
tres días y hubo que cerrarla pues nos mandaron la policía. Todos esos trabajos fueron
enviados a Cuba y ahora están una parte en Casa de las Américas, y otra parte en el
Palacio de la Revolución.
Poco después fue lo de Villa Quinteros. Formamos dos equipos: en uno estába
mos Carlos Alonso, Martínez Howard, Bute, yo y alguien más. En el segundo estaban
Colombres, Obelar, Plank y otros. En una noche pintamos dos enormes murales sobre
los sucesos de Villa Quinteros. Eran murales colectivos, donde participamos todos,
sin boceto previo; un verdadero trabajo en equipo. Nosotros hicimos una alegoría con
los cuatro jinetes del Apocalipsis. Fue una experiencia realmente interesante. Se inau
guró la muestra al día siguiente, en la SAAP. Por el momento y las circunstancias, fue
un hecho político.
Cuando vino al país Rockefeller organizamos una muestra de afiches en la SAAP
que se llamó “Malvenido Rockefeller”. También tuvimos que levantarla por la policía.
Me acuerdo que una noche fuimos Colombres, mi mujer y yo, recogimos todos los afiches
y los escondimos en un altillo. Nos habían avisado que al día siguiente iría la policía
con orden de cerrar la SAAP. En el montaje de esta muestra estaba también León Ferrari,
y ahí empezó la colaboración con la gente que se había ido del Di Tella.
47. Se trata del libro Carpani. Gráfica Política, Ediciones Ayer, Buenos Aires, 1994.
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P a rte IV . E n t r ev ista s
Cuando mataron a los estudiantes Bello y Blanco, poco antes del Cordobazo,
organizamos con la participación de algunos de ellos (Ferrari, Pablo Suárez, etc.) algu
nas acciones en la calle Florida. Hicimos más de cien retratos de Blanco y Bello, y
cada artista o estudiantes llevaba uno. Se hizo un acto relámpago, y dejamos los
retratos de los muchachos puestos contra la pared por toda la calle. Tuvo que venir
la policía a levantarlos uno por uno. Estos fueron sólo algunos de los hechos que orga
nizamos a nivel artístico-político.
Yo, por mi parte, desarrollaba simultáneamente toda mi actividad con la CGTA, los
sindicatos, con Ongaro, Di Pasquale. Esa era mi militancia principal.
— ¿Qué recu erd a d e la discu sión d el Proyecto M arg in alid ad en las reuniones de
“Cultura 6 8 ”, en d iciem b re d e ese añ o?
— Esas reuniones las presidí yo, pues se realizaban en la SAAP. Participaban Er
nesto Laclau, Daniel Hopen, Bastianes, Pepe Nun, Beba Balvé, Ismael Viñas, Portantiero,
entre otros. En ese momento Nun, Murmis y otros estaban desarrollando un proyecto de
investigación de la marginalidad, financiado por la Fundación Ford, en el área de socio
logía del Instituto Di Tella. El grupo de Ismael Viñas, Bastianes, Hopen y otros, plantea
ron que eso implicaba una entrega al imperialismo. Entonces se armó una discusión
muy interesante. Se discutía si los datos y las conclusiones de la investigación eran
aprovechables por el imperialismo o por el campo popular.
La misma acusación respecto del financiamiento externo recaía sobre el conjunto del
Di Tella.
Bueno, la financiación venía, fundamentalmente de la Fundación Ford, y también
de la Fundación Rockefeller. Pero en música Ginastera hizo una excelente labor; en
teatro se hicieron experiencias interesantes. En pintura, en cambio, estaba Romero Brest
que hizo una gestión al servicio de su propia colonización cultural. En sociología se
hicieron también cosas importantes. Todo dependía del área en que se trabajara. Ahora,
los fondos eran, indudablemente, del imperialismo; la cuestión es a quién servían los
resultados de lo que se hacía con esos fondos.
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retiramos. Nunca más la SAAP volvió a tener alguna trascendencia política. No obstan
te, nosotros continuamos desarrollando actividades desde fuera de la SAAP.
Una de ella fue el Salón de Investigaciones Visuales, tan importante como el Salón
Nacional de Pintura. Allí participaba todo el arte experimental, el arte cinético, etc. Junto a
Noé, a Eduardo Rodríguez y otros conseguimos tener mayoría en el jurado. Mandamos
unos cuantos trabajos con un fuerte contenido político. Yo mandé el afiche que en ese
momento estaba pegado en la calle, pidiendo por la libertad de Ongaro y Tosco, otro que
había hecho anteriormente en homenaje a Felipe Valiese y otro más. Los títulos eran:
Experiencia d e co m u n icació n d e m asas 1, E xperiencia d e com u n icación d e m asas 2, y
Experiencia d e co m u n icació n d e m asas 3 •Ignacio Colombres y Pereira hicieron un artefac
to de plástico que si mal no recuerdo se titulaba P ica n a eléctrica, invento argentino. Con
seguimos que se le diera el Primer Premio. Se armó una batahola tremenda: el gobierno de
Lanusse no permitió la apertura del Salón. Luego, Colombres y Pereyra iniciaron juicio
para que les pagaran el premio. Nunca más se hizo ese Salón. Y a ellos les costó el exilio.
Pienso que todo esto fue mucho más importante y de mayor trascendencia en su
momento que “Tucumán Arde”. Sólo que nosotros, cumplido su cometido, no nos pre
ocupamos por publicitario y divulgarlo internacionalmente.
— ¿Cómo f u e tu fo r m a c ió n artística?
— A partir de los 10 años, hice la primera formación en la Asociación Gente de Arte
de Avellaneda donde me enseñaban a hacer la clásica flor de lis en carbonilla y después
fui a talleres en distintas escuelas y centros de arte particulares en forma totalmente
irregular. En la época de mis estudios secundarios en la escuela industrial iba los domin
gos por la mañana a un taller de dibujo en un Centro de Formación Obrera.
Nací en Avellaneda y provengo de una familia obrera, por lo tanto vivía en un
barrio de trabajadores, por lo que de alguna manera era casi inevitable que fuésemos
peronistas, todo como resultado de las transformaciones económicas que se habían
producido con la presencia de Perón en el poder.
Por esa época mientras estudiaba en el secundario de noche, trabajaba en el taller
mecánico de una fábrica y a los 17 años me eligieron delegado gremial junto a dos
delegados que ya tenían experiencia sindical. En ese momento estaba bajo la influencia
ideológica de un tornero que ya me comenzaba a hablar de socialismo, una palabra
nueva y desconocida por mí hasta ese momento.
Ya empezaba a ponerme crítico del peronismo, aunque con cierta confusión ya
que en algunas oportunidades concurría con mis compañeros a los actos de la Plaza de
Mayo que siempre se cerraban con la palabra de Perón.
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P a rte IV . E n t r ev ista s
Después viajo como técnico a trabajar a YPF en Comodoro Rivadavia con el fin de
ahorrar y poder irme a España aconsejado por una artista amiga que me aseguraba que
allí podría estudiar mejor que en el país. Finalmente no viajo y de vuelta en Buenos
Aires comienzo a trabajar como técnico telefónico con la idea de poder tener tiempo
suficiente para estudiar.
En 1954 voy a los talleres de MEEBA a practicar dibujo con la idea de ingresar a la
Cárcova y en 1955 con la caída de Perón mis planes tienen que reorientarse, ya que los
estudiantes de las escuelas de arte de Buenos Aires se movilizan para cambiar los planes
de estudio y desplazar a los profesores que tenían criterios muy antiguos con respecto a
la enseñanza artística. Es entonces que decido estudiar en La Plata y allí comienzo una
formación más sistemática en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad
donde tengo como profesores a Fernando López Anaya en grabado, Héctor Cartier en
fundamentos visuales y Adolfo de Ferrari en dibujo.
Otra vez tengo que hacer referencia a 1955: con la llegada de la Revolución
Libertadora, los militares comienzan a perseguir a los delegados peronistas y los tele
fónicos nos movilizamos para pedir por su libertad y su reincorporación al trabajo.
Allí me eligen delegado de mi oficina y es justo en los momentos en que también se
comienzan a producir renovaciones en el ambiente sindical. Ya había comenzado Be
llas Artes en la Plata y en 1957, estando como delegado telefónico, debo abandonar
un año el estudio porque se desata uno de los conflictos gremiales más importantes
que haya tenido que afrontar la Revolución Libertadora que culmina con 56 días de
huelga. Los delegados somos perseguidos y en muchos casos fuimos detenidos aun
que finalmente sin mayores consecuencias.
Sigo tanto con la militancia gremial com o con mis estudios en La Plata, visitan
do las galerías de la calle Florida y concurriendo al Museo Nacional de Bellas Artes
que prácticamente era el único que mostraba obras contemporáneas debido a que
en esa época lo estaba dirigiendo Romero Brest que lo actualizó y le dio un empuje
muy importante.
Me comprometo más con el gremialismo telefónico y junto a otros compañeros que
nos habíamos conocido durante la huelga del ‘57 creamos una agrupación gremial de
izquierda independiente de los comunistas y los socialistas llamada Avanzada con el fin
de presentarnos a elecciones en el sindicato Buenos Aires de la Federación de los Tele
fónicos. En los primeros tiempos recibimos algún asesoramiento político de parte de
Silvio Frondizi y Marcos Kaplan ya que en general teníamos poca experiencia en los
nuevos tiempos que corrían debido al extenso tiempo en que habían dirigido los gre
mios los sindicalistas peronistas hasta 1955.
Tuvimos mucha aceptación entre los trabajadores que no querían saber nada con
el peronismo burocrático o con las agrupaciones de la izquierda tradicional que se pre
sentaba como muy sectaria. Nunca fuimos elegidos para algún cargo en el sindicato pero
éramos muy respetados tanto por nuestra prensa como por nuestras propuestas en las
asambleas y en los plenarios de delegados.
Sigo militando en el gremio hasta que toma el poder Onganía y poco tiempo después
se crea la CGTA en donde organizamos una agrupación revolucionaria de trabajadores de
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empresas del Estado en la que participaba el actual dirigente ferroviario Pedraza. Básica
mente éramos telefónicos y ferroviarios que queríamos defender el patrimonio nacional.
Cuando terminé los estudios de plástica en Bellas Artes, comencé a ejercer la do
cencia como profesor de grabado en la misma escuela. También comencé a enviar a los
salones de Grabado que era en lo que me había especializado y empiezo a obtener los prime
ros premios en salones de La Plata y Mar del Plata.
Por la formación que me habían dado el grabador Fernando López Anaya y el
teórico Héctor Cartier, comencé a interesarme por el arte cinético y comencé a hacer
grabados dentro de esa corriente, lo que me colocó en una situación privilegiada ya que
empecé a tener premios en salones de distinto tipo: nacionales, provinciales, municipa
les y algunos organizados por empresas como el Premio Swift de Grabado. Hice lo que
en aquel momento podía hacer un artista cuando recién comienza y esto es enviar obras
a los salones.
En esos momentos no pensaba en exposiciones individuales ya que no tenía mu
cho tiempo para pensar en mi carrera artística. No quería abandonar el arte, hacía gran
des esfuerzos para seguir pero siempre estaba allí esa dualidad entre el arte y la política,
entre el arte y el gremialismo, que para mí era una forma de hacer política y que con el
tiempo desembocó en una práctica política más activa. Si calculo el tiempo fueron veinte
años: desde 1955 hasta 1976.
Así que trabajaba de telefónico a la mañana, iba a dar clase dos veces por semana
a La Plata y el resto del tiempo y los fines de semana me dedicaba a hacer grabados y
enviar a los salones. Entre el sindicalismo y la docencia estaban los envíos a los salones
que en esa época se hacían en distintas provincias y además en ciudades del interior.
Llegué a tener 15 premios entre los que se cuenta el Gran Premio Nacional de Grabado
del año 1969- En esa época los salones nacionales de grabado eran muy vanguardistas
ya en algunos casos los jurados aceptaban obras de un claro sentido experimental den
tro de las técnicas más tradicionales.
Con el premio Swift de Grabado hice un trabajo que hoy lo podría llamar con
ceptual por la forma en que estaba presentado, pero también era político porque a
través de textos de Johnatan Swift señalaba la corrupción, la explotación y las guerras.
Ya después pasé a una propuesta más política.
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descifrando lo que estaba escrito y allí aparecía lo que produjo irritación a tal punto que
el crítico de La R azón se enojó mucho porque decía que era vergonzoso que fuera a
criticar a la empresa que me podía dar el premio.
En el jurado estaba Fermín Fevre, y años después cuando alguien hacía obras de
carácter político y lo censuraban por ello, argumentaba que cuando la obra era buena no
importaba su contenido sino su calidad artística y allí ponía el ejemplo de este trabajo mío.
Finalmente fue premiado aún a mi disgusto porque estaba convencido que hacien
do un trabajo “incómodo” no me darían el premio pero allí descubrí que uno siempre
podía ser neutralizado en sus proyectos críticos.
Creo que esta fue la primera obra en la que yo despegué con un trabajo definitiva
mente político.
Antes había participado con un trabajo en la muestra de Homenaje a Vietnam en la
que traté de combinar lo político con el tratamiento geométrico que hacía en ese momento
utilizando un collage con una imagen de un diario y el papel recortado que estaba hacien
do hasta ese momento.
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49- Después de un par de décadas de residir en Europa, Horacio Zabala ha vuelto a instalarse en
Buenos Aires desde 1998.
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D e l D i T ella a " T ucum án A rd e"
personal- le dije que estaba de acuerdo sin pensar que haríamos si Glusberg intentaba
borrar las cruces. Pero, finalmente, esto no ocurrió. La exposición fue inaugurada con
una gran acción colectiva.
El tercer día - o sea el lunes al mediodía- fue la policía y, con la ayuda de emplea
dos municipales, comenzó a desmontar las obras. Yo había hecho, también, un enorme
globo inflable que tenía impresas palabras en lunfardo que decían algo así como “el
represor golpea al detenido”. Lo primero que intentaron hacer fue desinflar el globo y
como estaba relleno con gas helio casi se queman. Por eso en los diarios salen notas
que dicen que en la plaza había material explosivo...
Al principio de 1973 expongo en el CAyC una muestra que se llamó “Violencia”. En
un piso trabajaba con las tapas de una revista amarilla que se llamaba Así. Cada imagen
hacía referencia a la violencia política en distintos lugares del país. En otro piso coloqué
cuadros con la definición de “violencia” que hacían filósofos, políticos, religiosos y poetas
de distintas épocas. Y en la sala principal del CAyC empapelé el piso y las paredes con la
palabra “Violencia” impresa en afiches similares a los que se usan para anunciar bailes
populares en los barrios del suburbio de Buenos Aires.
Mientras tanto, siguen las movilizaciones en las escuelas de Bellas Artes tanto en
Buenos Aires como en La Plata, en las que participo en forma activa junto a los alumnos
en un nuevo intento de cambiar los planes de estudio. En La Plata era docente en Graba
do y en la Escuela de Cine, donde el panorama era muy politizado y los alumnos traba
jaban casi exclusivamente en sus filmes con temas políticos. El trabajo del ERP y de
Montoneros se hacía muy evidente.
Un grupo de alumnos de artes plásticas decide realizar un mural en Berisso frente
al frigorífico Swift de La Plata, como el profesor de la materia “Mural” no los acompaña,
nos piden ayuda a Néstor García Canclini y a mí para que los asesoremos en cuanto a
cómo encarar el mural, que termina siendo una de las primeras realizaciones de carácter
político de los alumnos de Bellas Artes en la calle.
Ya en 1973 y con la euforia del período de Cámpora que duró muy poco, se
trabajó en distintos murales en sindicatos y en paredes de la ciudad, que se termina
ron con la presencia del lopezrreguismo en el poder. Este período que tiene su punto
más alto en 1973, me encuentra en el Grupo de los 13 con Glusberg y activando en las
escuelas de Bellas Artes. La actividad política era tan intensa que casi no dormía y
hacía mi trabajo artístico cuando podía con el consiguiente deterioro de mi presencia
en los lugares de exposición.
Respecto de mi actividad estrictamente política, me separo del grupo inicial que ya
mencioné y tengo una rápida pasada por Vanguardia Comunista, que organiza una jor
nada de arte en la Facultad de Arquitectura. Entre 1973 y 1975 comienza mi actividad en
los proyectos de Montoneros principalmente en La Plata y una fugaz participación en
Telefónicos junto a la JTP.
El último trabajo importante de este período fue una obra que hicimos en conjunto
con Edgardo Vigo, Luis Pazos, Perla Benveniste y Eduardo Leonetti. Nos invitaron a
participar en el Salón Acrílicos Paolini, que organizaba esa empresa. Los artistas debían
trabajar con acrílicos como condición para participar. Presentamos una obra que se
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llamaba E z eiz a es Trelew y consistía en una pared de bloques de cemento que tenía
aproximadamente unos 7 u 8 metros de largo y 3 metros de alto. De un lado pegamos
afiches con las caras de los 16 fusilados en Trelew y del otro lado una foto de los
sucesos de violencia en Ezeiza. En ambos lados la consigna “Juicio y castigo a los culpa
bles”. Para cumplir con la consigna de hacer algo con acrílico se hizo una tarjeta con la
consigna “La sangre derramada no será negociada” y a la tarjeta iba atada una gota roja
de acrílico que representaba la sangre.
Esa misma obra la llevamos a la Facultad de Derecho y allí -com o no daba el lugar
para hacer una pared- hicimos una cruz con los bloques y volvimos a pegar los afiches.
Al día siguiente, un grupo de choque de derecha decide balear la facultad y destruye
nuestra obra que estaba en medio del patio instalado como un monumento.
A partir de los acontecimientos del Premio Acrñicos Paolini y de la distribución de
los premios hicimos una movilización de artistas y allí mismo decidimos crear el Sindica
to Único de Artistas Plásticos (SUAP), del que me eligen como Secretario General. Cuen
ta con la activa participación de varios artistas, en especial Diana Dowek, que se habían
entusiasmado con las posibilidades de la existencia de un gremio. Tuvo una corta vida
ya que deja de funcionar exactamente el 24 de marzo de 1976, el mismo día en que se
inicia el Proceso.
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EPÍLO G O A LA SEG U N D A ED ICIÓ N
Como cierre a esta nueva edición, no queremos pasar por alto algunas reflexiones
acerca de las transformaciones y alteraciones que afectan la trama de debates y posicio
nes en la que nuestro trabajo se inscribe. Ciertas coordenadas en las condiciones de
recepción de esta segunda edición distan mucho de las de la aparición de este volumen
(a comienzos del año 2000) y aún más de aquellas en las que iniciamos la investigación
que le dio origen, a comienzos de los años '90.1 Es evidente que, a lo largo de estos
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E p íl o g o a l a s e g u n d a e d ic ió n
“Tucumán sigue ardiendo” afirma un stencil que apareció sobre algunos afiches
publicitarios o paredes de Buenos Aires, realizado anónimamente por un solitario artis
ta de 23 años, Leandro Iniesta, en 2004. La frase, en negro y rojo, replica la tipografía
levemente psicodélica de la oblea autoadhesiva que diseñara Juan Pablo Renzi en 1968,
y alude inevitablemente -para quien la haya oído siquiera nombrar- a la obra que
marcó el momento culminante del itinerario del ’68.
Acompaña al stencil un texto sin firma en el que constan datos estadísticos recien
tes sobre la situación socioeconómica tucumana, a partir de la siguiente caracterización:
“Tucumán tes una] provincia pequeña, demográficamente densa e históricamente empo
brecida desde la década del ‘60 con el cierre de los ingenios azucareros y los procesos
de desindustrialización”.
Así, esta intervención, que parece a primera vista un guiño interno al circuito
artístico a partir de una cita a la historia del arte, cuya comprensión estaría limitada
exclusivamente a los que cuentan con la referencia de la mítica obra de los ‘60, permite
otra lectura, la del peatón no informado que se topa en la calle con la frase y puede leer
la información sobre la provincia, sin necesidad alguna de remitirla a aquel episodio
acaecido casi cuatro décadas atrás, ni de entenderla como “arte” (o mejor meta-arte).
Tucumán sigue ardiendo, deduciría ese hipotético peatón, porque continúa siendo ex
ponente de la miseria crónica, como señala cada tanto la primera plana de los diarios,
volviendo noticia alguna de las reiteradas muertes infantiles por desnutrición en los
hospitales públicos de la provincia norteña.
El sencillo procedimiento de Iniesta, entonces, va más allá de la mera cita de un
nombre emblemático. Conoce y emula en microescala la complejidad del procedimiento'
de “Tucum án Arde” en varios sentidos. Primero, en su apuesta por construir
contrainformación en el espacio público y para un espectador masivo, por fuera del
restringido circuito artístico. Segundo, la puesta en cuestión de los espacios de exposi
ción artística: Iniesta se negó a estampar “Tucumán sigue ardiendo” dentro de una mues
tra de stencils realizada en el Centro Cultural Recoleta, porque considera que entrar en
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2. Guillermo Fantoni, “La vanguardia revisitada: politicidad del arte y relaciones con la política”,
en Faro N° 2, Rosario, junio 2007, p. 40.
3. Entre las muestras internacionales en las que ha participado “Tucumán Arde” cabe mencionar la
I Bienal de Artes Visuales del Mercosur (Porto Alegre, 1997), “Global Conceptualism: Points of
Origin 1950s-1980s” (Queens Museum of Art, New York, 1999) y “Heterotopías. Medio siglo sin-
lugar: 1918-1968” (Museo Reina Sofía, Madrid, 2000-2001), “Antagonismos”, Macba (Barcelona,
2002), “Ex Argentina”, Museo Ludwig (Koln, 2004), “Ambulantes” (Sevilla, 2004), “Inverted Utopias”
(Houston, 2004), “How do you want to be govern” (Barcelona y Miami, 2004), “Be what you want
but stay where you are” (Rotterdam, 2005), “Collective creativity”, Museo Fridericianum (Kassel,
2005), “Archivo Tucumán Arde”, Gallery Nova (Zagreb, 2005), “Again for Tomorrow”, Royal Collage
of Art (Londres, 2006), “Conceptual Art”, Generalli Foundation (Viena, 2006). Las iniciativas en
Argentina son menos: además de la temprana exposición “Arte de vanguardia”en el Museo Castagnino
(Rosario, 1984), figuran “El arte de los medios”, Museo de Bellas Artes (Buenos Aires, 2000). “Arte
y Política en los 60”, Palais de Glace (Buenos Aires, 2002), “La sociedad de los artistas” (Museo
Castagnino, Rosario, 2004) y “L(a) normalidad, Palais de Glace (Buenos Aires, 2006).
4. Por ejemplo, el cuadernillo “Tucumán Arde. Artistas plásticos de vanguardia a fines de los ‘60”,
publicado por Contraimagen, La Plata, noviembre de 2001, o El aromo. Mensuario cultural
piquetero, del grupo trotskista Razón y Revolución, le dedica una nota titulada “Tucumán todavía
arde” (Año I, N° 7, noviembre 2003)-
5. En la última década empiezan a configurarse otros relatos de los inicios del conceptualismo
fuera del centro. Sin duda, las operaciones curatoriales que Luis Camnitzer, Jane Farver y Rachel
Weiss, Mari Carmen Ramírez y equipo han llevado a cabo a partir de 1999 fundamentalmente
en algunos museos y universidades de Estados Unidos, contribuyeron a sacudir con fuerza el
relato canónico angloamericano y ampliarlo. “Tucumán Arde” tiene en estos nuevos relatos un
lugar significativo. En la antología Conceptual Art, editada por Alexander Alberro y Blake Stimson
(The MIT Press, Massachussets-London, 1999), se traduce uno de los manifiestos centrales de
la obra. Fue parte de las exposiciones del Queens Museum of Art (1999) y el Museo Reina
Sofía (2000-2001), referidas más arriba. Es también una referencia en los libros más recientes
sobre el tema como el de Luis Camnitzer, Conceptualism in Latin American Art: Didactics o f
Liberation, Nueva York, Paperback, 2007.
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Arte activista
6. Roberto Jacoby, “Tucucu mama nana arara dede dada. La madre de todas las obras políticas
cumple el destino de los mitos”, en Ramona N° 55, Buenos Aires, 2005.
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7. Ese proceso fue seguido por M. Mestman en una serie de notas publicadas en la revista italiana Lo
Straniero. Arte, Cultura, Societá: “Argentina: note sulla crisi” (N° 17, julio 2001), “Argentina: la crisi,
la protesta e la gente" (N° 21, marzo 2002, pp. 143-154), “Argentina: una crisi non solo economica”
(N° 25, julio 2002, pp. 76-82), ‘L'Argentina verso la normalitá" (N° 40, octubre 2003, pp. 54-58).
La coyuntura actual ha variado notablemente. En los años de gobierno de Néstor Kirchner (2003-
2007), sucedido en el poder por su esposa, Cristina Fernández, la situación argentina viene recobran
do ciertos visos de estabilidad (política y económica) y se reinstaló un pacto hegemónico en términos
de gobemabilidad. En este nuevo y complejo escenario, los movimientos sociales se disgregan, pier
den la dinámica que tuvieron y en muchos casos devienen en las formas tradicionales de la política
local, al establecer relaciones clientelares o partidarias. Es evidente la fragmentación tajante del nuevo
activismo (no sólo artístico) a partir del parteaguas de ser adherente u opositor al gobierno, que
provoca una profunda incisión entre quienes hasta no hace mucho impulsaban juntos las mismas
luchas, en particular contra la impunidad de los genocidas de la última dictadura militar.
8. Una ampliación de esta escueta descripción del arte activista en la última década y sus diálogos
con la radicalizada vanguardia artística de los ’60 puede consultarse en: A. Longoni, “Brennt
Tucumán noch immer?/ Is Tucumán still burning?”, en Collective Creativity/ Kollektive Kreativitát,
Kunsthalle Fridericianum, Kassel, 2005, pp. 150-174. Publicado en español como “¿Tucumán
sigue ardiendo?”, en: Revista Sociedad, N° 24, Buenos Aires, invierno de 2005. Un aporte al
balance de esta experiencia puede verse en A. Longoni, “Encrucijadas del arte activista en Argen
tina”, en Ram ona, N° 74, Buenos Aires, 2007, pp. 31-43.
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E píl o g o a l a s e g u n d a e d ic ió n
Es en este contexto cuando surge una enorme avidez por rastrear experiencias previas
en el arte argentino, encontrando una suerte de escena primordial en la década del ’60.9
Existen -sin duda- aspectos que habilitan ese legado. Al igual que en el grupo Arte de los
Medios y en “Tucumán Arde”, varios de los nuevos grupos pretenden instalarse en el
circuito de la comunicación masiva (la publicidad callejera, los afiches, la gráfica urbana)
para subvertirlo, y también apuestan a generar medios de contrainformación.
Comparten con los artistas del itinerario del ’68 la capacidad de autoanálisis,
cuando reflexionan acerca de la colocación compleja de sus prácticas artísticas dentro
del circuito del arte y fuera de él, en sus cruces con la dimensión social y la política. Se
proponen pensar los modos en que estas prácticas artísticas entran en relación con los
movimientos sociales y políticos en los cuales se inscriben, qué les demandan y cuáles
podrían ser sus aportes específicos. También debaten acerca de formas horizontales
de organización de los colectivos y sostienen espacios o formas alternativos de expo
sición. Otra coincidencia entre el arte activista y el itinerario del ’68: se trata de inicia
tivas con una fuerte impronta en las ciencias sociales (especialmente la sociología y la
filosofía política), que avanzan en generar nuevo pensamiento sobre la reformulación
del estatuto de lo artístico en relación con la crisis de legitimidad de las viejas formas
de la representación (tanto de la política como del arte).
Por supuesto, es obvio que las distancias de época respecto de las expectativas de
cambio revolucionario de la sociedad son ciertamente notables. Tampoco comparten la
distinción entre el afuera y el adentro de la institución artística: en un movimiento inver
so al del ’68, cuando los artistas protagonizaron una cruenta ruptura con los espacios y
los modos de circulación restringida del arte para salir a la calle y buscar ámbitos alter
nativos ajenos al campo artístico, los artistas activistas fueron rápidamente interpelados
por las instituciones artísticas para que muestren sus prácticas callejeras (o su registro)
en espacios de exhibición convencionales. Podría pensarse que el trayecto (con relación
a la institución arte) corre el riesgo de ser paradójicamente inverso al del ’68, en tanto las
nuevas prácticas surgieron en la calle al calor de las movilizaciones, ajenas al circuito
artístico, y en los últimos años se vieron implicadas en convocatorias institucionales
(locales pero sobre todo internacionales) propicias al arte político.10
Más allá del riesgo fagocitador de la institución arte, que -p o r otra parte- parece ser
el destino inexorable de todas las vanguardias, una pregunta crucial es cómo es leída
“Tucumán Arde” por los artistas militantes que se volcaron en los últimos años a la agita
ción callejera, y qué conocen efectivamente de su relato. La mitificación puede acanear el
efecto de que se diluyan o se ignoren las tensiones y conflictos inscriptos en la propia
historia del itinerario del ’68, que en parte son similares a los que vienen atravesando los
9- Una señal de ello es la masiva concurrencia a la ya mencionada muestra “Arte y política en los
‘60”, en el Palais de Glace, en mayo de 2002, curada por Alberto Giudici.
10. En la Bienal de Venecia de 2003, por ejemplo, el Grupo de Arte Callejero fue invitado a participar,
lo que generó discusiones internas y dio lugar a interpelaciones externas. Una situación de tensión
semejante fue uno de los factores que desencadenó la disolución del TPS (véase Longoni, 2007).
456
D el D i T e ll a a " T u c u m á n A r d e "
El legado en litigio
Cuando en 1999 terminamos de escribir nuestro relato del itinerario del ’68, apos
tábamos a intervenir con este libro en un espacio de pugnas por definir el sentido y el
impacto de esta experiencia radical, propiciando el rescate de su desafío no sólo en su
tiempo sino en el nuestro. El imprevisto interés de curadores, críticos y espacios institu
cionales (muchos de ellos, históricamente reactivos a cualquier manifestación artística
que pusiera en cuestión su status de autonomía o pretendiera una relación crítica en su
entorno) por las manifestaciones más radicales de la vanguardia argentina de los ’60
podría convencernos de la inutilidad de nuestro gesto, que incluso terminó contribu
yendo a alimentar la versátil capacidad deglutoria de la institución arte. Sin embargo,
11. Un ejemplo: el 8 de octubre de 2002, un grupo replicó una acción en homenaje al Che
Guevara que había fracasado el mismo día de 1968, que consistía en teñir de rojo el agua de las
fuentes importantes de Buenos Aires. En aquel entonces, el operativo de verter la anilina había
tenido que lidiar con la represión reinante en la dictadura de Onganía. Los artistas ignoraban que
el agua se renovaba todo el tiempo y por lo tanto, el tenue color se diluyó en instantes sin dejar
rastros... Esta vez, 34 años más tarde, la decadencia del Estado nacional argentino estancó el agua
de la fuente de la céntrica Plaza del Congreso en charcos inmóviles y acotados, que lograron ser
teñidos de sangre.
457
E p íl o g o a l a se g u n d a e d ic ió n
aún sostenemos que está abierta la disputa por definir el signo del legado de aquellas
experiencias. Hoy ya no se trata de reconstruir un episodio olvidado o silenciado, de
reunir sus escasos restos materiales y devolverles alguna legibilidad, sino de terciar -en
medio del clamor glam oroso- por insistir en la condición radicalmente política de esta
herencia, que se resiste a quedar reducida a formas pacificadas, estilos renovados y
clasificaciones tranquilizadoras, y sigue obligándonos a preguntar -una y otra vez- por
lo que aún no entendemos ni resignamos. Como escribe Guillermo Fantoni, "no se trata
simplemente de emular los estilos de las vanguardias, sino de encontrar allí una reserva
de sentido que contribuya a una crítica del presente y potencie la constmcción de un
futuro; en otras palabras, de un mundo más habitable y comprensivo”.12
¿Es posible salirse de la encerrona de la canonización, para que este acontecimien
to del pasado se vuelva críticamente sobre nuestro presente? ¿Cómo provocar, recurrien
do al concepto acuñado por Ricardo Carreira, que nos deshabitu em os a “Tucumán Arde ”?
¿Puede dejar de ser parte de un paisaje previsible? El desafío quizá sea volver sobre sí
misma la capacidad desmitificadora de “Tucumán Arde”. Ello implicaría un movimiento
similar al que propone Hal Foster (1996) cuando defiende la capacidad crítica de la
neovanguardia frente a los cuestionamientos lapidarios de Peter Bürger, debate al que
ya referimos en la Introducción de este libro. Comprender y no completar “Tucumán
Arde”; ¿será ése el camino para reactivar su sustrato utópico, su tremendo ímpetu inau
gural sobre nuestro tiempo?
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Fuentes consultadas
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DIARIOS:
Buenos Aires: Clarín, La Nación, La Prensa, Página/12, Tiempo Argentino, Crónica.
Rosario: La Capital
Tucumán: La Gaceta, Noticias
La Plata: El Día.
SEMANARIOS POLITICO-PERIODISTICOS
Buenos Aires: Prim era Plana, C onfirm ado, Análisis, Gente, Siete Días, Así.
Rosario: Boom
Montevideo: Marcha, Cuadernos de Marcha.
PUBLICACIONES CULTURALES
Airón, Cuadernos de Cultura, La Rosa Blindada, Literatura y Política, Crisis, M archa, La Maga,
Malos Aires.
PUBLICACIONES POLITICAS
Compañero, Propósitos, Proyecto, Sem anario CGT, Liberación, El Combatiente, Estrella Roja,
Cristianismo y Revolución, Peronismo y Socialismo.
471
ÍN D IC E D E D O C U M E N T O S
475
Í n d ic e d e n o m b r e s
Bamitz, Jacqueline 295 Bourdieu, Pierre 40, 44, 55, 285, 294, 315, 317
Barrenechea, Ana María 412 Braun, Oscar 34
Barrios, Gracia 56 Brecht, Bertolt 281, 289, 294, 322
Barthes, Roland 26, 112, 159, 176, 213, Bretón, André 26, 81, 139, 311
219, 220, 221, 222, 346, 350, 352 Brihuega, Jaime 157
B a s ch e tti, R o b e rto 38 Brizzi, Ary 47
B a stia n e s, C arlo s 240, 440 Brocato, Carlos A. 86, 87
B axan d all, M ichael 74 Brothaers, Marcel 54
B e c ca rin i, M ag d alen a 260 Broullon, Roberto 119, 382
B e c e rra , N e lso n 317 Brugnoli, Francisco 26
B e d e l, J a c q u e s 133, 260 Buntinx, Gustavo 26
B e d o y a , C o c o 297, 298 Buonarotti, Miguel Ángel 340
B e d o y a , J. M. 293 Burén, Daniel 54
Bellizi, M iguel 335 Bürger, Peter 24, 42, 53, 54, 98, 269, 303,
B e llo , A d o lfo 258, 440 306, 458
B ello n i, A lb erto 82 Bute, Esperillo
B e n e d it, Luis 260 79, 80, 93, 118, 258, 278, 342, 439
B e n íte z , A licia 338
B e n íte z m M. 65
C
Benjamín, Walter 294, 301, 316, 424 Cabral 258
Benveniste, Perla 262, 342, 449 Cage, Johm 351
Berman, Marshall 63 Cage, John 351
Berni, Antonio 20, 67, 68, 84, 86, 87, 88, Caldera, Rafael 17
91, 92,117,140, 188, 260, 359, 395, 403, 437 Calipo 208
B ig n am i, A riel 281, 282 Calipo, Francisco 208
Bill, M a x 292 Cámpora, Héctor 263, 417, 447, 449
B la n c o , Luis 230, 258, 440 Cancela, Delia 45, 48, 62, 64, 65, 68, 100,
B lu m e n c w e ig , P ati 344 112, 117, 118, 184, 255
B o , M a ru ch a 255 Cantamesa, Pierre 334
B o c c h i, G ab riela 259 Caparros, Antonio 254, 358, 362
B o g lio n e , O s v a ld o 67, 184 Capurro, Nanni 93
B olívar, S im ón 265 Carballa, Jorge
B o n e o , H o r a c io 181 64,100,106,107,118,119,130,133,140,141,
Bony, Oscar 48, 62, 64, 72, 89, 100, 108, 142, 143, 185, 255, 289, 298, 318, 382,404
109, 134, 141, 185, 254, 256, 289, 300, 318, Carlón, Mario 219
348, 364 Carnevale, Graciela 27, 29, 48, 67, 68, 98,
B o rd a , G u illerm o 18 123, 143, 147, 151, 153, 154, 158, 182,
B o re llo , R u b én 82 184, 185, 186, 187, 189, 190, 207, 213,
B orth w ick , G raciela 227, 235, 250, 252, 253, 266, 311, 318,
184, 185, 186, 187, 193, 195, 235, 318 340, 357, 362, 364, 367, 407, 408, 410,414,
82
B o rtn ik , R u b én 424, 425, 473, 474
B ortolotti, A ldo Carpani, Ricardo 19, 20, 29, 39, 61, 76, 79,
48, 67, 68, 72, 75, 89, 123, 143, 154, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 87, 88, 91, 93,160,
184, 187, 207, 213, 235, 318, 319, 237, 238, 239
325, 326, 327, 328, 329, 334, 357, Carrá, Carmelo 133, 134
362, 424 Carreira 62, 65, 159, 160
Boschetti, Ana 218 Carreira, Kuky de 318
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Í n d ic e d e n o m b r e s
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Í n d ic e d e n o m b r e s
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D el D i T ell a a " T uc u m á n A rd e"
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Í n d ic e d e n o m b r e s
484
D e l D T ella a " T u c u m á n A rde"