Las drogas son sustancias poderosas que pueden tener consecuencias dañinas. Son muchos los jóvenes que han probado una droga ilegal o legal como el tabaco y el alcohol. Esto resulta insoportable. Pero debemos ser conscientes de lo que nos dicen estos datos. Nos están informando de los jóvenes que usan drogas no de los jóvenes que abusan de ellas. Los adolescentes usan drogas como parte de su conducta exploratoria.
Solo un pequeño número las
utilizan para manejar problemas que no pueden abordar. Los problemas surgen cuando un adolescente no esta integrado en actividades que expresan valores positivos y le hacen feliz, además de no contar con una familia y un entorno social que le apoye Estos factores crean baja auto-estima y un deseo de escapar de sentimientos como la inseguridad en si mismo, impotencia o desesperanza. Las drogas ofrecen ese escape, aunque sus consecuencias a largo plazo puedan ser perjudiciales. Un joven con factores de riesgo no esta destinado a ser un abusador de drogas; simplemente esta en mayor riesgo Estos adolescentes pueden construir sus fortalezas para prevenir que los factores negativos dominen sus vidas. La mayoría de los adolescentes que usan drogas no se convierten en abusadores de drogas Solo siendo conscientes de la realidad en todas sus vertientes podremos ayudar a nuestros jóvenes a elegir un camino saludable y que les conduzca a una vida plena y feliz. Situamos la clave de la prevención en el individuo no en la sustancia. No “luchamos contra las drogas (o los drogadictos)”, luchamos por el derecho de cualquier individuo al bienestar mental. La droga no es la causa de la violencia pero el consumo de drogas tiene un claro efecto sinérgico con otros factores que anticipan la violenta. De hecho los factores de riesgo del comportamiento violento y del consumo de drogas son los mismos y son compartidos por los agresores. Son bien conocidos los efectos intensos de las drogas en el estado psíquico (en especial la cocaína) que provocan el descontrol emocional, el aumento de la agresividad, la perdida del control racional del comportamiento... Todo ello, actuando conjuntamente, incrementa la probabilidad, frecuencia y gravedad de la violencia. Además entre violencia y drogas se produce una retroalimentación mutua. Por este efecto un nuevo consumidor de drogas va, gradualmente, a distanciarse de sus compañeros y actividades más prosociales, se va a ir integrando en grupos más antisociales y, en consecuencia, va a exponerse a situaciones en las que el uso de la violencia es más y más probable. Como conclusión nos gustaría destacar que el efecto causal entre el consumo de drogas y la violencia no esta sustentado por la evidencia científica. Sin embargo, la presencia de determinado tipo de drogas en la situaciones de violencia es algo que se recoge en los estudios epidemiológicos y que parece corroborar el anteriormente señalado efecto sinérgico entre los dos fenómenos.