Los antecedentes personales y familiares del paciente que lo sufre dejan ver muchas veces factores de riesgo que,
controlados, ayudan a prevenir el accidente cerebrovascular.
Para prevenir un ataque cerebral, debemos modificar todos aquellos factores de riesgo que favorecen su ocurrencia.
Uno de ellos es la hipertensión arterial, que es el más frecuente. En la Argentina, casi el 80 por ciento de los
pacientes con ACV tienen antecedentes de hipertensión arterial mal controlada.
Otra enfermedad que es factor de riesgo es la diabetes, que está presente hasta en el 20 por ciento de los pacientes
que padecen un ACV. El control de esa patología crónica disminuye la probabilidad de padecerlo. Por otro lado, el
riesgo de tener un ACV se incrementa entre un 50 a 70 por ciento en fumadores, con mayor impacto en mujeres. El
control del tabaquismo tiene un fuerte impacto en la disminución del riesgo. Luego de 12 meses de haber dejado el
tabaco, el riesgo rápidamente pasa a ser el mismo que el de la población general.
El colesterol elevado facilita la obstrucción de los vasos arteriales y el consumo elevado de alcohol tiene estrecha
relación con el aumento de las hemorragias cerebrales. Finalmente, otros factores modificables son el sedentarismo,
la obesidad y el consumo de drogas ilegales.
Sin embargo, también hay factores de riesgo no modificables. Uno de ellos es la edad: luego de los 55 años, el riesgo
de sufrir un ACV se duplica. Con respecto al género, los varones tienen mayor riesgo que las mujeres y la incidencia
también se incrementa en las personas que tienen familiares que tuvieron antecedentes de ACV o enfermedad
cardiovascular.
Signo de Babinski: el estímulo de la planta del pie con el mango del martillo, rascando su lado externo desde el talón
hacia el metatarso, y luego siguiendo este hasta su borde interno, con ligera a moderada presión, produce la
extensión del dedo gordo y, a veces, apertura en abanico de los dedos restante. Su presencia indica alteración de la
vía piramidal
Signo de Hoffman:
Signo de Hoffman: se sostiene con la mano izquierda del explorador la mano del enfermo con la palma orientada
hacia abajo y los dedos relajados; se toma el dedo medio del enfermo entre los dedos índice y medio y se aplica un
rápido pellizco a la extremidad de este dedo produciendo una flexión brusca sobre la falange distal. El signo se halla
presente si se produce una flexión de la falange distal de los dedos índice y pulgar. Implica compromiso piramidal por
lesión ubicada por encima de C5. Puede producirse el signo de Hoffman en la extremidad superior y, si esta
presente, es un signo de lesión de la neurona motora superior. Para buscar el signo de Hoffman, pellizque la uña del
dedo medio del paciente. Normalmente no debe haber alguna reacción. La flexión de la falange terminal del
pulgar y de la segunda y tercera falanges de otro dedo constituyen una reacción positiva.
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