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Introducción a la Filosofía

Trabajo Práctico Nº: 1


“La figura del filósofo: la Apología de Sócrates”

Alumno: Mariano Pedernera Prof.: Marcos Thisted

ISP – JVG – 2018


Introducción a la Filosofía
Prof. Marcos Thisted

TP Nro. 1: La figura del filósofo: la Apología de Sócrates.

Actividad individual (Entrega: 26 de junio / Formato: Hoja A 4, interlineado: 1 ½;


mínimo: 5 páginas; máximo: 8 páginas)
Debe entregarse una copia en papel en la clase y una copia digital a:
marcosthisted@gmail.com

1) ¿Cuáles son las acusaciones (antiguas y nuevas) que pesan sobre Sócrates? ¿Qué
relación encuentra entre estas acusaciones y el modo en que Platón delinea la figura
socrática?
2) ¿En qué se diferencia la concepción del saber socrática, respecto de la que tienen los
“filósofos de la naturaleza” y los sofistas?
3) a) Explique cuál puede ser el sentido de la sentencia del oráculo de Delfos. b) ¿Qué
debe entenderse bajo la noción de “no saber” socrática? Sobre este último ítem, indique
qué pasajes del texto de la Apología le resultan fundamentales para definir esta noción
de filosofía socrática. (Puede responderse como una sola pregunta).
4) ¿Cuál es el origen del odio contra Sócrates, según él considera en la Apología?
5) Explique en qué consiste la actitud de Sócrates frente al tribunal ateniense y
considere: ¿cuáles son los rasgos que distinguen al filósofo en tal situación? Seleccione
al menos tres pasajes que le resulten explicativos de su respuesta, transcríbalos y
explique la relación con la consigna.
6) Caracterice la actitud de Sócrates frente a la muerte. ¿Qué relación encuentra entre
esta actitud y la concepción de la filosofía que él sostiene?
7) ¿Qué relación guarda Sócrates con el lenguaje? ¿Y con la verdad?
8) Relea los textos de la Ficha Nro. 1 y de la Ficha Nro. 2, y rastrée rasgos socráticos en
las diversas presentaciones de la filosofía allí presentes.

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1-Sócrates separa sus acusaciones en dos grupos, unas antiguas y otras
nuevas. La primera parte del texto está dedicada a la exposición y refutación de
las antiguas. Estas son: que se ocupe de las cosas celestes, que haga más
fuerte el argumento más débil, y enseñe a otros esas cosas (Platón, pág. 127).
En cuanto a la primera, ésta se refiere a la ciencia, la física. A Sócrates se le
está acusando de preocuparse por cosas de la física, es decir, que intente dar
justificaciones científicas a fenómenos naturales, en vez de las explicaciones
míticas vigentes en esa época. Sócrates se defiende de esta acusación de
manera bastante concisa. Simplemente lo niega, dice que él no sabe de esas
cosas, que no las entiende, y que quien lo conozca podrá dar fe de ello. Luego,
lo segundo que se le imputa, Sócrates lo relaciona con los sofistas, para él son
ellos quienes se dedican a hacer fuerte el argumento más débil, es decir, a
servirse de la palabra para defender cualquier argumento, incluso si éste no es
válido. Dado esto, la defensa de Sócrates es que él no cobra por enseñar, de
hecho, que ni siquiera enseña. y la última acusación, Sócrates la refuta con el
argumento de que los jóvenes lo siguen libremente y que él no intenta
enseñarle nada a nadie, así pues, no puede corromperlos.
La siguiente parte del texto corresponde a la defensa de las acusaciones
nuevas, que son bastante parecidas a las antiguas. Textualmente la acusación
es esta: “Sócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los
dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas” (Platón,
pág. 139). Para defenderse de estas imputaciones, Sócrates comienza un
diálogo con Meleto, uno de sus acusadores. La conclusión a la que llega es
que es imposible que el haga mal a los jóvenes, pues quien hace mal, luego se
ve dañado por esos a quienes hizo mal y que él nunca se haría daño a sí
mismo. Por lo tanto, si está corrompiendo a los jóvenes es involuntariamente y
si es involuntariamente no sería un delito y no se le puede culpar. Lo que sigue
de la acusación, Sócrates lo refuta diciendo que si enseña sobre cosas divinas
cree en las divinidades, y si cree en las divinidades luego cree en los dioses.
De esta manera y de acuerdo a las acusaciones hechas, Platón presenta a
Sócrates como el héroe filosófico que se ocupó de cuestiones relacionadas a la
capacidad de actuar del hombre, es decir, la ética. Esto, a su vez, está en
estrecha relación con el cuidado del alma, dado que a través de la de la vida
virtuosa no sólo se obtiene el bien, sino también la felicidad. El propósito

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central de la actividad de Sócrates es moral (sus preguntas se referían siempre
a los valores morales): la perfección del individuo. Esta perfección consiste
para Sócrates en la autarquía o autodominio. Aquí se constituye el ideal clásico
del sabio moral: el héroe no es aquel que vence sobre los demás, sino el que
vence sobre uno mismo. (conjuga la teoría con la práctica). (Mondolfo, pág. 26)

2-la diferencia básica entre el saber socrático y los sofistas es la que se


establece entre el poder (sofistas) y la verdad (Sócrates). Desde Platón la
figura de Sócrates emerge como la de un mártir de la verdad, asesinado por el
poder. Sócrates, aunque usa el lenguaje lo hace en forma de diálogo (abierto)
por oposición al discurso (cerrado y unidireccional) de los sofistas. Sócrates y
los sofistas coinciden en muchas cosas: les interesa el hombre en cuanto
ciudadano, les interesa el lenguaje en cuanto expresión de la realidad y su
mirada se dirige hacia el nomo (la ley) en cuanto obra humana. Se diferencian
también muy claramente en la medida en que Sócrates defiende la ignorancia
consciente (el saber que no sabe) contra el falso saber, es decir, la ignorancia
inconsciente, la vanidad del saber, que es lo propio de los sofistas. Para
Sócrates, la función del filósofo no es enseñar nada, sino desvelar, ayudar a
que cualquiera saque a la luz lo que está ya dentro de su alma. Mientras los
sofistas se convertían en especialistas en el saber, Sócrates proclamaba que
«sólo sé que no sé nada». No es que Sócrates defienda ‘cualquier’ ignorancia.
La suya es una ‘docta ignorancia’; convencido como está que todo hombre
bueno es sabio, la ignorancia de Sócrates es la abertura al conocimiento que
se basa en la autocrítica y en el debate constante. (Hadot, págs. 39-42)

3- Querefonte, se presentó una vez al oráculo del dios Apolo, en Delfos. Este
oráculo era considerado el más venerado entre los oráculos de Grecia y a su
vez aquel que más consultaron los griegos en momentos complicados. Al
preguntar a la pitonisa de Apolo si había alguien más sabio que Sócrates, la
respuesta fue que Sócrates era el más sabio (Platón, pág. 132). Al enterarse
Sócrates se siente confundido, por lo tanto sospecha que las palabras del
oráculo deben tener un sentido oculto y que su vida debe ser puesta al servicio
de mostrar en los hechos el sentido oculto del pronunciamiento del dios.

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Para aclarar las palabras del oráculo, Sócrates se decide a comenzar una
búsqueda entre sus conciudadanos; se propone interrogar a todos aquellos que
pasan por sabios y de esta manera confrontar con los hechos la afirmación del
dios y comprobar si los demás saben más que él o no, y en qué sentido.
Sócrates comienza interrogando a los políticos:
“(…) al examinar a aquel con quien tuve tal experiencia-no necesito dar el
nombre: era un político-, señores atenienses, y al dialogar con él, experimenté
lo siguiente: me pareció que muchos otros creían que este hombre era sabio, y
sobre todo lo creía él mismo, pero en realidad no lo era.” (Platón, pág. 133)
Sócrates interroga luego a los poetas, y observa que en sus poemas suelen
decir cosas maravillosas, hermosas y de una profundidad sublime; pero que,
sin embargo, son incapaces de explicar adecuadamente lo que dicen, ni aclarar
porque lo dicen. Por lo tanto tampoco merecen ser llamados sabios.
Por último interroga a los artesanos y descubre que estos sí tienen un saber
positivo: saben fabricar cosas útiles, y además saben dar razón de cada una de
las operaciones que realizan. Sin embargo, lo malo reside en que creen saber
también de las cosas que no son de su especialidad. Al final de esta larga
búsqueda comprende Sócrates la verdad profunda de la declaración del dios:
los demás creen saber, cuando en realidad no saben ni tienen conciencia de
esa ignorancia, mientras que el, Sócrates, posee esta conciencia de su
ignorancia que en los demás no se halla.
“En efecto, en cada ocasión los presentes creen que yo soy sabio en aquellas
cosas que refuto a otro; pero en realidad el dios es el sabio, y con aquella
sentencia quiere decir esto: que la sabiduría humana vale poco y nada. Y
cuando dice “Sócrates” parece servirse de mi nombre como para poner un
ejemplo”. (Platón, pág. 135)
De esta manera Sócrates descubre los límites de todo conocimiento humano y
demuestra ser sabio, porque no pretende, como los demás, saber lo que no
sabe.

4- La refutación por Sócrates de quienes pasaban por sabios irritaba a estos


considerablemente, máxime teniendo en cuenta que había jóvenes seguidores
de Sócrates que no solo disfrutaban lo que hacía, sino que algunos imitaban el
procedimiento, dejando en ridículo a hombres mayores. Esto ha ido

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promoviendo la idea de que Sócrates corrompía a la juventud. Sobre esa base
se origina el odio de quienes lo acusaban: Meleto en nombre del odio de los
poetas, Anito en el de los artesanos y políticos, y Licón en el de los oradores.
(Platón, pág. 136)

5- Dado que el juez tiene que hacer justicia y esto lo obliga a ser objetivo en
sus sentencias por respeto a la sociedad, Sócrates no incurrirá en las
habituales artimañas a que se apela para salvarse de un castigo, como la de
lamentarse, traer a los hijos como futuras víctimas de la condena, y otros
recursos para tocar la sensibilidad de los jueces. Sin duda, más de uno de los
presentes ha echado mano de tales recursos en casos parecidos, y puede
sentirse menoscabado al ver la entereza de Sócrates. (Platón, pág. 167)
El texto revela que Sócrates en su escala de valores predomina la moral sobre
lo material, él le da absoluta preponderancia a la sabiduría, el alma y la verdad,
por sobre los valores materiales, a los que él denomina valores inferiores.
“He aquí, atenienses, la verdad pura; no os oculto ni disfrazo nada, aun cuando
no ignoro qué cuanto digo no hace más que envenenar la llaga; y esto prueba
que digo la verdad, y que tal es el origen de estas calumnias” (Platón, pág. 138)
“Toda mi ocupación es trabajar para persuadiros, jóvenes y viejos, que antes
que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado,
es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que
la virtud no viene de las riquezas, sino por el contrario, que las riquezas vienen
de la virtud, y que es de aquí de donde vienen todos los bienes públicos y
particular (Platón, pág. 155)”
En el dialogo ante el tribunal denota la claridad en sus ideas acerca de lo
correcto e incorrecto y que nada va a doblegar en su afán de filosofar.
“De todas maneras, hagáis caso de Anito o no hagáis, me absolváis o me
condenéis, nunca jamás obraré de otro modo, así tenga que sufrir mil muertes”
(Platón, pág. 155)

6-Según Sócrates a la muerte no le corresponde ser temida, porque nadie sabe


en qué consiste. Tenerle miedo es pretender ser sabio sin serlo. Por tanto,
Sócrates tiene una actitud racional frente a la muerte, es decir, basada en el
poder de la razón. Por otro lado, para Sócrates hay una esperanza auténtica de

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que la muerte sea un bien. Porque la muerte puede ser un dormir eterno sin
sueños, lo cual sería ganancia; o bien, un ingreso a un mundo donde podemos
entrar en contacto con nuestros antepasados, lo que también sería una gran
felicidad.
Esta actitud de Sócrates frente a la muerte a la cual expresa que no le teme, se
relaciona con su pensamiento que consiste en reconocer la ignorancia de
todo lo que desconocemos y la universalidad del conocimiento que falta
por conocer.
Es por todo ello que Sócrates "vio" con claridad su decisión luego que un
jurado lo condenase a muerte. Él debía cumplir la sentencia. Esa era su
obligación. Su corazón, su personalidad más íntima, le indicaba y le exigía la
necesidad de acatar con las normas pese a que considerase injusto y
equivocado el fallo que le sentenciaba. Sócrates comprendió que la muerte le
daba una oportunidad de ser completo. Él había llegado a conocerse a sí
mismo y esta conducta de enfrentar el final de la vida con naturalidad era su
esencia y la de su pensamiento: el desenlace de una actitud heroica como la
de Aquiles o la de un soldado en combate (Platón, pág. 112)

7-La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de


conocimientos (como los sofistas que hacían uso de la retórica, pero no decían
la verdad), sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí
construir conocimientos más sólidos.
Representa la reacción contra el relativismo sofista, y es un singular ejemplo
de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción (héroe filosófico)
(Juliá, pág. 5). A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del
conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia. El
poder de su oratoria (palabra) y su facultad de expresión pública eran su fuerte
para conseguir la atención de las personas. Sócrates sostenía que la verdad se
encuentra en el interior de cada hombre, y se había propuesto la tarea de
ayudar a sus interlocutores a "darla a luz". Por eso decía que su oficio se
parecía al de su madre, que fue partera (mayeuta): mientras ella ayudaba a las
mujeres a parir niños, él ayudaba a los hombres a parir verdades. Para eso se
valía de la ironía, método por el que hacía tomar conciencia a su interlocutor de
que en verdad no sabía tanto como creía. Una vez que la persona reconocía su

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ignorancia, mediante preguntas la guiaba hacia la verdad. La ironía y el diálogo
eran así las dos partes de su método, la "mayéutica". (Mondolfo, pág. 26)
8-
MERLEAU-PONTY, M, Elogio de la filosofía, Buenos Aires, Nueva visión, 2006.

“El filósofo se reconoce en que tiene inseparablemente el gusto de la evidencia


y el sentido de la ambigüedad. Cuando se limita a sufrir la ambigüedad, ésta se
llama equívoco. Habría que distinguir, entonces, entre una mala y una buena
ambigüedad. Siempre sucede que aquellos que han querido hacer una filosofía
totalmente positiva, sólo han sido filósofos en la medida en que, al mismo
tiempo, se negaban el derecho a instalarse en el saber absoluto y en la medida
en que enseñaban no éste saber sino su devenir en nosotros; no lo absoluto,
sino, a lo sumo, como dice Kierkegaard, una relación absoluta entre él y
nosotros. Lo que hace el filósofo es el movimiento que reconduce sin cesar del
saber a la ignorancia, de la ignorancia al saber, y una suerte de reposo en ese
movimiento. “

La docta ignorancia: “solo sé que no se nada” Sócrates enseñaba qué a partir


de reconocer nuestra propia ignorancia, estamos en condiciones de buscar la
verdad.

DELEUZE, G. y GUATTARI, F., ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Anagrama,


1993.

“Sencillamente nos ha llegado la hora de preguntarnos qué es la filosofía,…:


la filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos.
Pero no bastaba que la respuesta contuviera el planteamiento, sino que
también tenía que determinar un momento, una ocasión, unas circunstancias,
unos paisajes y unas personalidades, unas condiciones y unas incógnitas del
planteamiento. Se trataba de poder plantear la cuestión “entre amigos”, como
una confidencia o en confianza, o bien frente al enemigo, como un desafío, y al
mismo tiempo, llegar a ese momento, cuando todos los gatos son pardos, en
que se desconfía hasta del amigo…”

El texto que cité deja entrever, a mí parecer, Su forma o metodología que era
la de una dialéctica o diálogo (en este caso en la apología se desarrolla frente a
sus enemigos que quieren condenarlo).El diálogo socrático muestra que es

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necesaria cierta dialéctica entre razones o argumentos, mediante la cual
aparece la ‘sinrazón’ de una de las posiciones. Pero muestra también, que la
verdad es resultado de una búsqueda personal. Para Sócrates la definición o
la idea de fabricar o formar un concepto (idea que plantean los autores en la
cita), en este caso sería el resultado de la inducción. La definición o él
concepto es algo universal que respondería a los casos particulares
examinados. Sócrates sigue un proceso inductivo: empieza examinando los
casos particulares; en ellos se fija en sus notas comunes, y con ellas logra un
concepto que es común, y en este sentido universal, a todos los casos
examinados. Con ello se llega a un concepto de valor universal porque expresa
la esencia de los distintos casos particulares.
“La filosofía nació de la discusión, de la guerra entre ciudades y de la rivalidad
entre concepciones del mundo... Frente a ello, la filosofía es un pensamiento
que transforma la vida. Es un sistema de conceptos pero también una actitud.
La filosofía es pensamiento vivo. No ofrece fórmulas o recetas, sino que pone a
cada cual en la situación de pensar sus asuntos particulares como problemas
comunes. ¿Cómo vivir, cómo pensar, cómo actuar? Desde estas preguntas, la
filosofía no es útil ni inútil. Es necesaria. Necesaria para la vida concreta de
cada uno de nosotros y para nuestras sociedades en crisis. Hay quien piensa
que la filosofía debe ser protegida y defendida como si fuera una pieza de
museo o una especie en extinción. Todo lo contrario: la filosofía no puede
preservarse, tiene que practicarse y exponerse…”
En el texto de Filosofía inacabada ,la autora plantea la filosofía como una
práctica de vida, donde la misma no es gratuita ni ociosa, sino que qué busca
sentido a la existencia humana. (Garcés, pág. 10)
Acá encuentro ciertas similitudes con Sócrates, quien considera la búsqueda
de la sabiduría como una forma ética y religiosa de vida y la expresión de una
vida auténtica.
Sócrates da un impulso nuevo a la filosofía. Ante todo, porque es su vida
entera la que va a dedicarse a ella, con lo cual esta se convierte en una forma
de vida de valores éticos, en la que se apoya y desde la que se dirige la propia
existencia humana.-

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Bibliografía
Garcés, M. (2015). Filosofía inacabada. Barcelona: Galaxia Gutemberg.
Hadot, P. (1998). Que es la filosofia antigua. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Juliá, V. (n.d.). Sócrates: la filosofía y el diálogo. Ciclo filósofos por filósofos.Centro Cultural Ricardo
Rojas, 9. Buenos Aires.
Mondolfo, R. (1996). Sócrates. Buenos Aires: Eudeba.
Platón. (2011). Apologia de Sócrates. Buenos Aires: Eudeba.

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