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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CURSO:
DERECHO PROCESAL CONSITUCIONAL

TÍTULO:

EL CONTROL CONSTITUCIONAL PERUANO

ALUMNO:
DICK ARONI ÀLVAREZ

CHIMBOTE, 2018
DEDICATORIA

En primer lugar a Dios por haberme permitido llegar


hasta este punto y haberme dado salud, ser el manantial de
vida y darme lo necesario para seguir adelante día a día para
lograr mis objetivos, además de su infinita bondad y amor

A nuestros docentes por la perseverancia y constancia


que los caracterizan y que infunden siempre en nuestros
estudios, por el valor mostrado para seguir adelante.

A nuestra familia por apoyarnos en todo momento por


sus concejos, sus valores, por la motivación constante que nos
han permitido ser una persona de bien.
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN 5

1.El Control de la Constitucionalidad de la Ley 5

3.-Sistema de Defensa de la Constitución 7

4.-Los modelos de la Jurisdicción Constitucional 8

5.-Los contenidos de la jurisdicción Constitucional 9

6.-La Jurisdicción Constitucional en el Peru 9


6.1.-Ideología y doctrina Constitucional EN EL Perú Siglo XIX 10
6.2.-Bartolomé Herrera 10
6.3.-Felipe Masías 11

7.-El Control Constitucional de la ley en el Perú. Aspectos formales y normativos 11

8.-Principios Procesales Específicos del Código Procesal Constitucional Peruano 12


8.1.-Principios de dirección Jurisdicciona 12
8.2.-El principio de gratuidad 12
8.3.-El principio de Economía y celebridad procesal 13
8.4.-El principio de inmediación 16
8.5.-Principio de Socialización 16
8.6.-Principio de Impulso de Oficio 16
8.7.- Principio de Elasticidad 16
8.8.-Principio pro Actionez 15

9.-Interpretación de los Derechos Constitucionales 16

10.-Control Difuso e interpretación Constitucional 17

11.-Control difuso de la Constitucionalidad de las normas 18

11.-OBJETO 20

12-CONCLUSIÓN 20

13.-BILBLIOGRAFÍA 21
INTRODUCCIÓN

El hombre por su misma condición de ser ente social – así se ha manifestado desde su
existencia, es el único sobre la tierra, que desde tiempos remotos ha convivido en
comunidad, habiendo ensayado diversos y complejos sistemas de organización política
persiguiendo encontrar fórmulas que le permitan desarrollar adecuadas relaciones de
comunicación y cooperación con los demás.
Uno de los sistemas, el más complejo quizá, es sin lugar a dudas, el sistema de
organización constitucional creado, hace apenas tres siglos como consecuencia del avance
de las ideas democráticas liberales, con el fin de proveer a la sociedad los mecanismos
esenciales e indispensables para dar solución a sus naturales conflictos dentro de un clima
de paz y tranquilidad.

Construir este sistema, hasta darle forma y contenido doctrinario ha costado a la humanidad
sangre, sudor y lágrimas a través de un largo y complejo proceso histórico de lucha
permanente por lograrlo.
La independencia de las colonias inglesas y la Revolución Francesa, en este contexto,
constituyen los hitos más importantes en la formación del constitucionalismo, cuyos
principios fundamentales rigieron, con sobresaltos, durante los siglos XVIII y XIX y que, a
pesar de que muchos de ellos han sido superados, siguen siendo el referente lógico para el
desarrollo del constitucionalismo contemporáneo que busca hacer realidad la más elevada
aspiración humana de vivir en un mundo en el que lejos del miedo, el terror y la miseria
pueda disfrutar de la libertad y la justicia, dentro de un ambiente de tolerancia y respeto
mutuo.

En el año 1922 Kelsen terminaba de escribir el primer ensayo de sistematización del


Derecho Procesal Constitucional "La garantía jurisdiccional de la Constitución. La justicia
constitucional". Si bien es verdad que Kelsen no fue un cultivador del procesal ismo
científico sino más bien un filósofo del Derecho, es el primero que estableció, los
lineamientos, los principios y las instituciones básicas de derecho constitucional.
Kelsen nunca utilizó la expresión "Derecho Procesal constitucional". Desde el propio título
de su célebre ensayo, se advierte que Kelsen empleó de modo indistinto los términos
justicia y jurisdicción seguidos del adjetivo constitucional, para referirse a la necesidad de
crear un conjunto de instituciones, tanto sustantivas como procesales, destinadas a resolver
los conflictos que tuvieran como trasfondo la Constitución, su defensa, su supremacía y, en
consecuencia, la salvaguarda por parte de un órgano determinado de la regularidad y
conformidad con la Constitución de los actos de los poderes y de los particulares.
El nomen iuris es el de Derecho Procesal constitucional, disciplina jurídica que tiene por
objeto el estudio y formulación de los procesos constitucionales y de los encargados de
decir el derecho en materia constitucional- la llamada jurisdicción o justicia constitucional-
con la finalidad esencial de garantizar el cumplimiento, tutela y aplicación de la
Constitución y los derechos fundamentales.
1.-EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY
El derecho procesal constitucional se ocupa del estudio de los órganos y de las normas
procesales que deciden controversias de carácter constitucional. No obstante, que desde
mucho antes han existido instrumentos e instituciones dedicadas a resolver conflictos entre
un derecho entendido como superior. Dichos acontecimientos nos ilustran muy bien sobre
la idea que siempre ha acompañado al hombre, en el sentido de que el detentador del poder
no puede traspasar un derecho natural justo.

Antecedentes Históricos

Aristóteles en su libro "La Política" concebía la Constitución como una "cierta ordenación
de la ciudad". Pero en otro pasaje de su conocida obra "El Estagirita" la concebiría como:
"La ordenación de todas las magistraturas. Y especialmente de la suprema, y es supremo en
todas partes

el gobierno de la ciudad, y ese gobierno es el régimen. En diversas partes de su política,


Aristóteles afirmará que "Las leyes deben establecerse en armonía con el régimen y no los
regímenes a las leyes".

En el derecho romano la ley era la declaración solemne que vinculaba en un doble sentido:
a aquel que la aprobaba y a aquellos que eran sus destinatarios. La ley privada era el
resultado de un "negocio jurídico", en tanto que la ley pública constituía la voluntad del
magistrado que ha sido autorizada por el populus (iussium). En tal sentido, la ley no solo
obligaba al pueblo que la consentía sino al magistrado que la elaboraba, ya que era un
acuerdo entre ambos reunidos en comicios (ley codicia). O entre el Tribuno y la concilia
plebis (leyes plebiscitarias).

Por consiguiente, es importante tener en cuenta las leyes comiciales y las leyes
plebiscitarias frente a la justicia civil que era obra del prudente. Aquí tiene su manifestación
la idea de un control sobre la ley. El justicia civil no podía ser modificado por la ley. El
papel de la ley no era como aconteció con el nacimiento del estado constitucional una
fuente de innovación sino de defensa del hecho consuetudinario amenazado por
disposiciones nuevas pero perjudiciales. Ladea de un derecho histórico por encimadle
positivo acompaña también al hombre de la civitas.

Bajo el influjo del derecho romano, en la edad media el Derecho fue concebido como algo
sempiterno, inamovible, como un conjunto de reglas profundamente arraigadas en el
pueblo, al cual incluso se hallaban sometidos los reyes. El derecho vinculaba de modo
obligatorio al pueblo cualquiera que fuese su lugar en la sociedad. Pero a la vez garantizaba
a todo hombre los privilegios, derechos e inmunidades propios de su clase o estamento. El
soberano no constituía una excepción a la regla. Sometido a la ley, debía gobernar
conforme a ella.

La idea de todos sometidos a una ley eterna se condensa en el pensamiento de San Tomás
de Aquino "Como toda clase de ley, eterna, natural. Divina, la ley humana queda incluida
en la definición de la ley general que da Santo Tomás: La ley no es más que una
prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el
cuidado de la comunidad". Por consiguiente, el gobierno no puede ir en contra de la ley
natural, eterna y superior a los mandatos provenientes de su voluntad, que para convertirse
en verdaderas leyes tienen que ser justas, arregladas al derecho natural

3.-SISTEMAS DE DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN


La necesidad de reparar las infracciones a la constitución y la conveniencia de organizar la
función de control de esta constitucionalidad son dos hechos que, en sí mismos, no suscitan
ningún tipo de rechazo, su aceptación se desprende como una consecuencia lógica de los
principios que sustentan el Estado de Derecho: limitación del poder, vigencia y protección
de los derechos fundamentales y supremacía de la constitución (rigidez constitucional).

La defensa política de la constitución


El constitucionalismo liberal decimonónico ideó dos modelos o sistemas: el control por el
órgano judicial ordinario, típico del sistema norteamericano, y el control por un órgano
político, de fraigambre francesa. Este último llamado también modelo político de Defensa
de la Constitución (hoy en desuso y en franca retirada), confía el control de la
Constitucionalidad a un órgano netamente político que, en la mayoría de los casos,
corresponde al parlamento. Su origen se ubica en la Francia Revolucionaria del siglo
XVIII, desde donde se extendió hasta casi todos los países de Latinoamérica durante el
siglo XIX, como fue el caso del Perú. Posteriormente, desde la Promulgación de la
Constitución estaliniana de 1936, su utilización se extendió hacia los demás países
socialistas. Como afirma Fernández Segado "La exclusión de un control judicial de la
constitucionalidad es una idea que siempre se ha afirmado en los textos constitucionales
franceses: de ahí que sea Francia el país de arquetipo del control político. La historia
constitucional la muestra, como común denominador, una arraigada tradición
"antijudicialista". El egregio Mauro Capelletti ha enunciado razones ideológicas, prácticas e
históricas que explican la solución francesa al problema de la Defensa de la constitución en
general y del control de constitucionalidad de la ley en particular.

a) Razones ideológicas: Montesquieu consideraba la división de los poderes como


irreconciliable con la posibilidad de un Poder Judicial, capaz de inaplicar la ley o de
derogarla, en la medida que esta última se entendía como la expresión de la voluntad
popular articulada por medio del Parlamento. Existía una confianza sin límites en las
bondades de la ley, y en la creencia acerca de la inhabilidad del parlamento como expresión
de la volunté génerale.

b) Razones prácticas: La creación desde los inicios del constitucionalismo francés y su


consecuente desarrollo histórico por más de siglo y medio, de un consejo de Estado
orientado a la tutela de la legalidad frente a los abusos del Poder Ejecutivo y no de la
constitucionalidad frente a las probables arbitrariedades del Parlamento.

c) Razones históricas: El extremado recelo frente a los jueces que durante el periodo de las
monarquías absolutas convirtieron las justicia en simple ejecución de las órdenes dictadas
por el monarca.
4.-LOS MODELOS DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL
Los modelos de jurisdicción constitucional están determinados por la forma en que tienen
lugar los procesos y los órganos o tribunales a los que se encargan decidir las cuestiones
constitucionales. En esta perspectiva, los modelos originarios que se observan en el derecho
comparado son: el llamado americano o difuso y el europeo o concentrado.

4.1 El modelo americano de jurisdicción constitucional


El modelo se inició con la célebre sentencia pronunciada por la suprema corte de los
Estados Unidos en el año 1803, recaído sobre el caso Marbury vs. Madison. El sistema se
caracteriza porque se otorga a todos los jueces la potestad de controlar la inaplicabilidad a
los casos concretos de las normas ordinarias que contravienen la constitución por la forma o
por el fondo. Las características fundamentales del presente modelo son:
a) Difuso: En la medida que el control de la constitucionalidad no se concentra en un solo
órgano especializado y exclusivamente competente, sino que cualquier magistrado,
independientemente de su grado o jerarquía, puede resolver sobre la adecuación o no de
una ley a la Constitución.
b) Incidental: Debido a que el pronunciamiento constitucional sólo es posible a partir de la
existencia previa ante el órgano jurisdiccional de una litis o cuestión prejudicial.
c) Especial o de Eficacia Inter. Partes: Es decir, que la inaplicación de la ley no tiene
efectos generales, sino que la determinación de inconstitucionalidad de la norma inaplicada
sólo alcanza a quienes han sido parte de la cuestión prejudicial.
d) Declarativo (ex tunc): su aplicación en el tiempo tiene una eficacia retroactiva. La
norma se entiende nula, como si no hubiese existido.

4.2. El modelo europeo de jurisdicción constitucional.


Se puede decir que las principales características de la jurisdicción constitucional Europea
son las siguientes:
a) Concentrado.- Ya que un solo órgano ejerce a exclusividad la función de control de la
constitucionalidad.
b) Principal.- No es necesaria la existencia previa de un juicio o cuestión prejudicial. La
acción se plantea directamente ante el Tribunal, mediante acto procesal comúnmente
llamado "Acción de Inconstitucionalidad"
c) General o de eficacia Erga Omnes.- El control de la constitucionalidad opera de manera
abstracta y general. Lo que quiere decir que las consecuencias de la declaratoria de
inconstitucionalidad alcanza a todos los integrantes del ordenamiento jurídico, tanto así,
que la norma jurídica declarada inconstitucional queda derogada, ipso jure.
d) Constitutivo (ex nunc).- La eficacia de la norma en relación con el tiempo es pro futuro.
La sentencia de inconstitucionalidad no tiene efectos retroactivos. Todos los actos
efectuados al amparo de la ley hasta antes de su declaratoria de inconstitucionalidad son
válidos.
Pero la nota más saltante que singulariza al sistema Europeo de jurisdicción constitucional
lo constituye la presencia de un tribunal constitucional. Dada su actual repercusión en el
derecho comparado, es notorio observar su presencia generalizada en la mayoría de los
ordenamientos constitucionales, con una serie de atribuciones por lo demás bastante
múltiples y dispares, siendo las principales las siguientes:
1. Control de la constitucionalidad de las leyes y demás disposiciones normativas con rango
de ley.
2. Resolución de conflictos entre los órganos del estado, entre las regiones y el gobierno
central, o entre las regiones entre sí.
3. Juicio político contra los más altos funcionarios del Estado.
4. Instancia resolutoria en caso de violación de los derechos fundamentales.
5. Instancia resolutoria de las reclamaciones formuladas en relación con los conflictos y
desavenencias electorales.
6. Fiscalización y control de los actos de los partidos políticos y de adecuación de sus
ideologías a los principios del Estado democrático constitucional.
7. Aprobación y ratificación de tratados internacionales.

5.-LOS CONTENIDOS DE LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL


El esquema del distinguido Mauro Cappelletti acerca del contenido de la jurisdicción
constitucional se basa en una concepción tripartita que se desarrolla tomando en
consideración los aspectos tanto subjetivo como objetivo de la jurisdicción constitucional.
- La jurisdicción constitucional de la libertad:
Es el conjunto de instrumentos procesales o a las llamadas garantías, destinadas a proteger
al individuo de las posibles violaciones de sus derechos fundamentales consagrados en la
constitución. Se trata de la protección de lo llamados DERECHOS PÚBLICOS
SUBJETIVOS.
- La jurisdicción constitucional
orgánica: Constituida por:
i) Control de la constitucionalidad de las leyes y de todo ordenamiento jurídico.
ii)Resolución de conflictos de competencia entre los órganos del Estado( Poder ejecutivo,
legislativo y judicial), o entre los Estados federados y el Federal; entre el gobierno central y
las regiones o de las regiones entre si.
iii) Puede ser también contenido de la jurisdicción constitucional orgánica el juzgamiento
de los altos funcionarios del Estado y, como sucede en el caso de Alemania Occidental y de
Chile, ella puede también abarcar el problema de los partidos políticos con ideologías
supuestamente reñidas con la existencia de un régimen constitucional.
- La jurisdicción constitucional comunitaria e internacional.
Llamada también jurisdicción constitucional supranacional o transnacional, en ella se
encuentran contenidos los diversos instrumentos procesales de carácter internacional de los
que pueden valerse las personas de un determinado estado, a fin de hacer valer sus derechos
fundamentales en esfera internacional ante tribunales con competencia regional o universal
si es que, agotaba la esfera interna, el afectado considera que sus derechos fundamentales
quebrantados no han tenido el reparo que les correspondía.

6.-LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL EN EL PERÚ. SU DESARROLLO


TARDÍO

Desde una perspectiva jurídica, en el Perú la evolución de los derechos humanos ha estado
marcada por una idea de constitución que ha predominado a lo largo de su historia como
república. En el desarrollo del derecho constitucional de occidente puede observarse dos
líneas evolutivas que conducen, la primera a una concepción de la constitución como una
norma eminente jurídica y la segunda a una concepción de la constitución como una norma
meramente política.
La primera línea evolutiva concibe a la constitución como una ley fundamental que
contiene un conjunto de valores meta positivos que los poderes constituidos no pueden
violar, Hereda de la tradición jiusnaturalista europea con raíces en Locke y Kant, esta
concepción conduce a entender la constitución como norma jurídica que vincula tanto a
gobernante como ha gobernados. Su principal contribución va a ser la afirmación de un
control de constitucionalidad de las leyes, debido a que la sociedad política se ha fundado
para preservar las libertades de los ciudadanos frente a cualquier arbitrariedad , la primera
enmienda a la constitución americana supone ya un límite al poder del parlamento " el
congreso no podrá hacer ninguna ley que tenga por objeto establecer una religión o prohibir
su libre ejercicio , limitar la libertad de palabra o de prensa o de derecho del pueblo de
reunirse pacíficamente y de presentar peticiones al gobierno.

La segunda línea evolutiva supone, en cambio hunde sus raíces en la teoría europea del
"principio monárquico".

Es cierto que en algunas asambleas revolucionarias francesas resuenan concepciones


análogas ( la idea de la constitución como obra de un poder constituyente superior)
expresión de la " SOBERANÍA NACIONAL" pero esa concepción va a perecer, Por una
parte desde la izquierda, a partir de la concepción jacobina de la primacía del poder
absoluto del poder legislativo, expresión permanente de la voluntad general ilimitada; por
otra parte desde la derecha tras el gobierno de Napoleón y la restauración que limitaran la
función de la constitución a una articulación de poderes superiores que además el rey
"otorga".

6.1 IDEOLOGÍA Y DOCTRINA CONSTITUCIONAL EN EL PERÚ DEL SIGLO XIX.

Una revisión muy breve de los principales autores que escribieron o que ejercieron notable
influencia en el campo constitucional, nos permite demostrar lo señalado en líneas
precedentes. Que la doctrina y la ideología predominante no ha sido la idea de la
constitución normativa, sino política y que en ese terreno la supremacía del parlamento y la
imposibilidad de los jueces de controlar la ley a primado a lo largo de nuestra historia y
constituye la explicación de la aparición tardía del control de constitucionalidad de la ley y
el florecimiento reciente de los estudios afincados en la disciplina del derecho Procesal
Constitucional.

6.2.- BARTOLOMÉ HERRERA.

En 1842 como se sabe, Bartolomé Herrera introdujo en los estudios del colegio superior de
San
Carlos importantes reformas en la enseñanza del derecho constitucional Se constituye como el
antiguo texto en que se tiene como nombres:
Derecho público y derecho privado
El rector del San Carlos, creyente en el derecho natural, cree que la soberanía humana
encuentra su limitación en la ley de Dios " No obliga pues la soberanía humana. De un
pensamiento así podría desprenderse la idea del quien la manda lo hace con arreglo a un
derecho natural que no se puede traspasar.
Por tanto al detentador del poder en la tierra está vedada cualquier conducta arbitraria, el
súbito obedece a todas las autoridades constituidas, pero sin que ello no signifique
esclavitud.
Pero como Herrera no cree en el pacto social a pesar de que el derecho forma la base del
todo el sistema y aun cuando no existe en el Perú un gobierno monárquico.

6.3.- FELIPE MASÍAS


Al igual que Bartolomé herrera Felipe mesías rechaza la posibilidad que el estado haya sido
una construcción voluntaria y racional del hombre la organización política se impone más
bien a la humanidad como un imperativo ineludible que tiene su fundamento en la naturales
sociable del ser humano. En el que suscribe, Dice Felipe masías "No tiene embarazo alguno
en afirmar que el principio de autoridad es de origen divino", ignora elucubraciones en
torno a la teoría pactista para este autor, el derecho de mandar en la sociedad no tiene su
origen en el pueblo sino que es un hecho natural que responde al modo como dios ha
dispuesto las cosas.
Frente a la posibilidad que la justicia pueda controlar la constitucionalidad de las leyes,
Felipe masías se pronuncia:
―Es un deber del poder judicial declarar, inconstitucionales las leyes secundarias que
realmente lo sean y prescindir de aplicarlas mientras tanto no se dedique el país con la
elección que haga de todos sus funcionarios si se les deberá o no promulgar como
verdaderas leyes".
Como se observa, Felipe Masías convierte el control judicial de constitucionalidad de la ley
a una suerte de veto suspensivo el parlamento puede vencer "con la elección que hagan sus
funcionarios de esta suerte el poder conservador reside, según el pensamiento de Felipe
Masías, en la opinión pública y no en un Monarca.

7.-EL CONTROL CONSTITUCIONAL DE LA LEY EN EL PERÚ. ASPECTOS


FORMALES Y NORMATIVOS
Una ligera revisión de los distintos textos constitucionales que han regido la vida de nuestro
país nos permite concluir que desde 1823 se hizo una clara y expresa enunciación del
principio de supremacía constitucional sobre el resto del ordenamiento jurídico. Pero
resulto curioso que en la mayoría de estos textos la defensa de la constitución siempre fuera
atribuida al órgano legislativo, lo que significa la falta de creación de un procedimiento
especial para controlar las infracciones a la constitución. Esta tendencia se explica por la
idea de constitución que predomino en el Perú durante el siglo XIX, la misma que ha sido
desarrollada en el acápite anterior. En otras palabras, no solo la doctrina, también
normatividad constitucional, es tributaria de un determinado concepto de constitución.

Como ya afirmamos, todas las constituciones que se promulgaron en el Perú (sin considerar
la de 1979 y la vigente) han repetido el mismo precepto: control de la constitucionalidad a
cargo del órgano legislativo. No obstante, la constitución en 1856 presento el enunciado
nunca repetido en las demás constituciones, lo que significó un gran avance con el
pensamiento de aquella época. Así tenemos que el artículo 10° de dicha constitución
expresaba lo siguiente: " Es nula y sin efecto cualquiera ley en cuanto se oponga a la
constitución". Al respecto podemos inferir que la intención de esta norma era: Establecer
claramente el principio de la supremacía constitucional sobre toda norma legal; pero por
otro lado, también se puede deducir que el texto del artículo no proponía establecer un
sistema de control constitucional, si no que únicamente pretendía plasmar el concepto de la
superioridad de la carta constitucional.
¿Por qué no prospero en el siglo XIX a partir de 1856 un control difuso de
constitucionalidad? Porque como ya se vio, predominaba la tesis de la supremacía del
legislador y el mito de Montesquieu de que el juez es solo la boca por la que habla la ley.
Un mero robot al servicio de la filosofía mecanicista que hizo posible la aparición de
liberalismo clásico.
La clave para entender por qué era imposible en el siglo XIX el desarrollo de una justicia
constitucional difusa. Esta atribución habrá de ser reclamada por el poder judicial en los
casos en el que el poder ejecutivo desconociera las sentencias del poder judicial en
beneficio de los derechos fundaméntales. En última instancia el poder judicial mentalizaba
al parlamento como la última instancia para hacer valer sus fueros.
A ello hay que agregar que en ninguna de las constituciones del siglo XIX se atisba la
potestad judicial de ejercer control difuso. Solo como ejemplo el artículo 130° de la
constitución de 1860 señala que hay acción popular contra los magistrados y jueces de
prevarican. El acatamiento a la ley es obvio, la constitución permite sobre la judicatura
control políticos horizontales y verticales (parlamento y pueblo por la vía de la acción
popular).

8.-PRINCIPIOS PROCESALES ESPECÍFICOS DEL CÓDIGO PROCESAL


CONSTITUCIONAL PERUANO (ART. III DEL T.P.)
8.1.--Principio de dirección judicial
Es conocido también como l principio de autoridad del juez, e implica el transito del juez-
espectador al juez-director. Supone el convencimiento que "el juez no puede conservar la
actitud pasiva que tuvo en el proceso de otros tiempos (…) el Estado hallase interesado en
el proceso (…); no ciertamente en el objeto de cada pleito, si no en la justicia de todos los
pleitos se realice lo más rápidamente y lo mejor posible.
Este principio se halla recogido en el artículo II de TP del código procesal Civil, justamente
con el principio de impulso procesal. Dice la referida norma procesal que la dirección del
proceso está a cargo del juez, quien la ejerce de acuerdo a lo dispuesto en este Código. El
Juez debe impulsar el proceso por sí mismo, siendo responsable de cualquier demora
ocasionada por su negligencia. Están exceptuados de impulso de oficio los casos
expresamente señalados en este Código Haciendo referencia a este principio, quienes
estuvieron a cargo de la elaboración del Anteproyecto de lo que hoy es el Código Procesal
Constitucional, ha manifestado que en el caso de los procesos constitucionales, no cabe la
menor duda de que los jueces tienen –con razones más trascendentes que en un proceso
civil –el deber de controlar la actuación de las partes, a fin de conseguir que en los plazos
propuestos se dé la respuesta jurisdiccional más idónea

8.2.--El principio de gratuidad


El principio de gratuidad en la actuación del demandante significa que no debe resultar
onerosa
ninguna actuación procesal para que el que se dice agraviado en su derecho constitucional o
para
el que se dice perjudicado por una norma inconstitucional, ilegal o simplemente por la
renuncia de
un funcionario a acatar una norma o cumplir con un acto administrativo firme. La
principal
consecuencia de este principio es el no pago de las tasas para acceder al aparato judicial, es
decir,
de las costas que se puedan establecer por las disposiciones administrativas del Poder Judicial
Sin embargo, y en una suerte de matización del principio, se establece en la parte final del
artículo que se comenta ahora que el este principio de gratuidad no obsta el cumplimiento de
la resolución judicial firme que disponga la condena de costas y costos según los supuestos
que prevea el Código procesal Constitucional para el demandante, como más adelante se
estudiara. Este principio se recoge igualmente en la norma procesal general civil al disponerse
que el acceso al servicio de justicia es gratuito, sin perjuicio del pago de costos, costas y
multas establecidas en este Código y disposiciones administrativas del Poder Judicial (art VIII
Cpc).
Debe compartirse el criterio de eximir al demandante del pago de las tasas judiciales por
acceder y poner en trámite el aparato judicial, porque es importante que no exista ningún
tipo de elemento que obstruya el acceso a los medios de salvación de los derechos
constitucionales o de los medios que tienden a hacer efectivamente vigente el orden
constitucional.

8.3.-El principal de economía y celebridad procesal

El principio de economía procesal surge del convencimiento de que el proceso, que es un


medio, no puede exigir un dispendio superior al valor de los bienes que están en debate, que
son el fin. Una necesaria proporción entre el fin y los medios debe presidir la economía del
proceso. Este principio está referido especialmente a tres aéreas distintas: ahorro de tiempo,
gasto y esfuerzo. Para Couture, son aplicaciones de este principio de economía, la
simplificación en las formas de debate, la limitación de las pruebas, la reducción de los
recursos, la economía pecuniaria y la existencia de Tribunales especiales
En todo caso, debe tenerse siempre que este principio no solo apunta a economizar los
costos que pueda suponer el proceso, sino también a hacer del proceso un trámite sumario
"el principio de economía procesal, como es conocido intenta enfrentar no solo el tema de
los costos, sino también de la duración y de la cantidad de actos que deben realizarse en un
proceso
Muy vinculado a este principio de economía se encuentra el principio de celeridad procesal.
No está reconocido expresamente en el artículo que ahora se comenta, pero indudablemente
debe inspirar el desarrollo de los procesos constitucionales, más aun cuando algunos de
ellos están dirigidos directamente a defender derechos constitucionales, por lo que se
requiere de una respuesta judicial urgente debido a la especial importancia de los referidos
derechos "los diferentes procesos constitucionales, y sobre todos, los vinculados con la
protección de los diversos derechos fundamentales, deben caracterizarse por buscar una
tutela urgente, limitándose en lo posible al cumplimiento de aquellas pautas y formalidades
que realmente resulten indispensables
Se trata, como bien se ha dicho, de un principio que está constituido por una pléyade de
figuras e instituciones que tienen como denominador común apuntar a impedir la inercia de
litigantes, profesionales y magistrados, que conspira contra una pronta solución de las
contiendas judiciales Estos dos principios vienen recogidos en el Título preliminar Código
procesal civil, norma de aplicación supletoria al Código Procesal Constitucional, cuando
dispone que el proceso se realice procurando que su desarrollo ocurra en el menor número
de actos procesales. El Juez dirige el proceso tendiendo a una reducción de los actos
procesales, sin afectar el carácter imperativo de las actuaciones que lo requieran. La
actividad procesal se realiza diligentemente y dentro de los plazos establecidos, debiendo el
Juez, a través de los auxiliares bajo su dirección, tomar las medidas necesarias para lograr
una pronta y eficaz solución del conflicto de intereses o incertidumbre jurídica
8.4.-El principio de inmediación
El principio de inmediación tiene por finalidad que el juez –quien en definitiva va a
resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre con relevancia jurídica- tenga el mayor
contacto posible con todos los elementos subjetivos (intervinientes) y objetivos
(documentos, lugares, etc.) que conforman el proceso, más exactamente que configuran el
contexto real del conflicto de intereses o incertidumbre subyacente en el proceso judicial.
Sobre este principio se ha afirmado con razón que "partiendo de la base de las condiciones
morales e intelectuales que debe reunir todo juez que se desempeñe en la actualidad, solo
pueden ensalzarse las excelencias que arroja la aplicación de este principio. Este principio
recoge también en el Título Preliminar del Código procesal civil al disponerse que las
audiencias y la actuación de medios probatorios se realicen ante el Juez, siendo
indelegables bajo sanción de nulidad. Se exceptúan la actuación procesal por comisión.

8.5.-Principio de socialización
El Principio de socialización procesal exige del juez la capacidad de saber intervenir a fin
de que las desigualdades materiales que siempre acompañan a los litigantes, no entorpezcan
su labor de llegar a una solución justa. Como bien se ha dicho, no solo conduce al juez –
director del proceso-por el sendero que hace más asequible la oportunidad de expedir una
decisión justa, sino que lo faculta para impedir que la desigualdad en que las partes
concurren al proceso sea un factor determinante para que los actos procesales o la decisión
final tengan una orientación que repugne al valor justicia
Este principio se encuentra recogido en el Código procesal civil, el juez debe evitar que la
desigualdad entre las personas por razones de sexo, raza, religión, idioma o condición
social, política o económica, afecte el desarrollo o resultado del proceso. Para el caso
peruano cobra especial relevancia, pues si tomamos en cuenta que el Perú es un país
pluricultural, y donde además, quiera reconocerse o no, existen notoria desigualdades
económicas y sociales, además de prácticas discriminatorias en temas tan sensibles como
raza o genero, no puede ni debe dejarse de lado lo que involucra el principio de
socialización del proceso.

8.6.-Principio de impulso de oficio


En el segundo párrafo del artículo bajo comentario se recoge un principio más: el principio
de impulso de oficio del proceso. Se suele definir el impulso procesal como aquel
fenómeno por virtud del cual se asegura la continuidad de los actos procesales y su
dirección hacia el fallo definitivo. Mientras que el principio de oficiosidad en el impulso se
define como en la facultad que concede al juez para conducir y hacer avanzar
autónomamente el proceso –sin necesidad de intervención de las partes- a fin de lograr la
consecución de sus fines. Según esta definición, se entiende perfectamente que vaya muy
vinculado al principio de dirección judicial del proceso, arriba comentado. De hecho, en el
Código procesal civil se les recoge en la misma norma del Título preliminar. En efecto, en
el artículo II luego de reconocerse el principio de dirección judicial (primer párrafo), se
recoge el principio de impulso oficioso del proceso: el juez debe impulsar el proceso por sí
mismo, siendo responsable de cualquier demora ocasionada por su negligencia. Están
exceptuados del impulso de oficio los casos expresamente señalados en este Código.

8.7.- El principio de elasticidad


En el tercer párrafo del artículo del código procesal Constitucional que ahora se comenta,
se recoge el llamado principio de elasticidad, por el cual se exige que el juez adecue las
formalidades que puedan exigirse en el proceso constitucional a la consecución del fin que
es de la defensa del derecho constitucional. El principio en sí mismo no es más que un
medio para alcanzar la solución justa que involucra la garantía plena de la Constitución y
de los derechos constitucionales
Como bien se ha dicho, dentro de un sistema publicístico, el juez –director del proceso- está
facultado (…) a adecuar la exigencia de cumplir con las formalidades a los fines del
proceso: la exigencia de cumplir con las formalidades a los fines del proceso: la solución
del conflicto de intereses o la eliminación de la incertidumbre con relevancia jurídica y en,
consecuencia, a la paz social en justicia. Este principio viene recogido igualmente en el
segundo párrafo del artículo IX del Código procesal civil en el que dispone que las
formalidades previstas en este código son imperativas. Sin embargo, el Juez adecuara su
exigencia al logro de los fines del proceso. Cuando no se señale una formalidad específica
para la realización de un acto procesal, este se reputara valido cualquiera sea la empleada

8.8.-El principio pro actione


Debido –entre otras razones- a la singular importancia del objeto de los procesos
constitucionales (los derechos constitucionales y la vigencia efectiva de nuestro
ordenamiento constitucional), es que se ha previsto en el artículo que ahora comenta, que si
existe duda respecto de si el proceso constitucional debe declararse concluido o no, el Juez,
Sala o el mismo tribunal
Constitucional, debe decantarse por la continuación del proceso. Este principio suele
conocerse con el nombre de principio pro actione o principio favor processum. Este
principio consiste e la facultad que tiene el juez de decidir a favor de la admisión de la
demanda o de la continuación del proceso, en aquellos casos en los que tenga una duda
razonable respecto de si se está ante un caso de improcedencia de la demanda o de
conclusión del proceso, en aquellos casos en los que tenga una dudad razonable respecto de
si se está ante un caso de improcedencia de la demanda o de conclusión del proceso. Es
necesario –así lo exige la efectiva protección de los derechos constitucionales y la efectiva
vigencia de la norma constitucional- que exista la certeza de que el proceso constitucional
no va más para recién poder declarar su conclusión. La menor sospecha de que debe
continuar obliga al juzgador a proseguir el proceso, pues solo así será posible una respuesta
o fallo adecuado a la litis o controversia jurídica que se discutía

9.-INTERPRETACIÓN DE LOS DERECHOS CONSTITUCIONALES

El contenido y alcances de los derechos constitucionales protegidos por los procesos


regulados en el presente Código deben interpretarse de conformidad con la Declaración
Universal de Derechos Humanos, los tratados sobre derechos humanos, así como de las
decisiones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos
constituidos según tratados de los que el Perú es parte.

9.2.- Criterio hermenéutico especialmente importante en la definición del contenido de


los derechos constitucionales
Esta es una disposición que recoge un importantísimo criterio de interpretación al momento
en que se quiera definir —en cada caso concreto— el contenido constitucional de los
derechos objeto de protección y garantía de los procesos constitucionales. En primer lugar,
se debe reconocer el acierto del legislador en el empleo de una nomenclatura adecuada. Se
habla del contenido y alcances de los derechos constitucionales. No se habla de «contenido
esencial» de los derechos constitucionales, evitándose así el equívoco que supone esta
expresión. Efectivamente, emplear la
–expresión «contenido esencial» puede llevar a concluir que existe un «contenido no
esencial» y predicar la normatividad y consecuente exigibilidad sólo de la parte esencial, lo
cual sería un error y no favorecería la vigencia plena y efectiva de los derechos
constitucionales. Sobre este tema se volverá más adelante cuando se interprete el artículo
5.1 CPC.
Esto ya es un avance importante porque se está reconociendo que la labor del intérprete
constitucional cuando trate los casos en los que está en juego la plena vigencia de derechos
constitucionales; consiste en la determinación del contenido constitucionalmente protegido
de los referidos derechos. Este contenido determinable en cada caso concreto será el que
sea pasible de protección a través de los procesos constitucionales. Nuevamente se pone de
manifiesto la importancia de los criterios hermenéuticos para la definición del referido
contenido jurídico.
Pues bien, en ese intento de determinar el contenido de los derechos fundamentales hay que
acudir a la norma internacional sobre derechos humanos vinculantes para el Perú. Así, por
lo demás, lo ha recogido el texto constitucional peruano en su Cuarta. Disposición final y
transitoria, en la que se ha establecido que «las normas relativas a los derechos y a las
libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración
Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por el Perú».
Con acierto el legislador no se ha limitado a establecer como criterio delimitador del
contenido constitucional de los derechos, sólo a la norma internacional, sino que a la vez
exige tener en cuenta los criterios jurisprudenciales que sobre esas normas hayan podido
establecer los Tribunales internacionales sobre derechos humanos. Y acierta plenamente el
legislador porque es una manera de dar pleno cumplimiento a la obligatoriedad de la norma
internacional sobre derechos humanos. Si las normas de la Constitución peruana que se
refieran a derechos deben ser interpretadas de acuerdo con las normas internacionales sobre
derechos humanos vinculanpara el Perú, y al ser los Tribunales internacionales los que
interpretan las referidas normas internacionales, entonces no cabe más que admitir que los
criterios jurisprudenciales que puedan definir estos tribunales serán criterios que servirán
para interpretar la norma constitucional peruana cuando se refiera a los derechos
constitucionales" .
Pero, ¿qué significa tener en consideración la norma internacional y los criterios
jurisprudenciales de los tribunales internacionales para definir el contenido de los derechos
constitucionales? Significa que no se puede establecer que cae dentro del contenido
constitucional de un derecho para ser objeto de protección constitucional sin tomar en
consideración la norma y jurisprudencia internacional sobre derechos humanos vinculantes
para el Perú. Porque en buena cuenta lo que ocurre es una suerte de traslación de contenido
de la norma internacional a la norma constitucional peruana. Es decir, que forma parte del
contenido constitucional de un derecho también lo que sobre ese derecho haya dispuesto la
norma internacional y el criterio jurisprudencial.

9.3.- El criterio en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional


En la jurisprudencia del Tribunal Constitucional es frecuente el empleo de este recurso en
la solución de los casos. Así, es posible encontrar afirmaciones del Tribunal Constitucional
como aquella en la que estableció que «en materia de derechos fundamentales, las normas
que los reconocen, regulan o limitan deben interpretarse de conformidad con los tratados
sobre derechos humanos. Aquel criterio de interpretación de los derechos no solo es una
exigencia que se deriva directamente de la IV Disposición Final y Transitoria de la
Constitución, sino también del hecho de que los tratados, una vez ratificados por el Estado
peruano, forman parte del derecho nacional».
Inclusive, ha manifestado la aplicación inmediata de la norma internacional sobre derechos
humanos en el entendimiento que tiene fuerza normativa directa. El Tribunal Constitucional
luego de recordar lo dispuesto en el artículo 55 CP y en la Cuarta disposición final y
transitoria de la CP, afirmó que «[e]n este orden de consideraciones, debe precisarse que el
Tribunal Constitucional entiende que, en nuestro ordenamiento jurídico, el denominado
derecho internacional de los derechos humanos posee fuerza normativa directa o
aplicabilidad directa, en tanto los tratados que lo componen, como cualquier otro, 'forman
parte del derecho nacional' (artículo 55.°, Constitución); así como fuerza interpretativa, en
cuanto los derechos reconocidos por la Constitución deben interpretarse 'de conformidad' o
'dentro del contexto general' (artículo 15.° de la Ley N.° 25398) de dichas fuentes
internacionales. Desde luego, en el presente caso, el Tribunal Constitucional aplica la citada
disposición de la Convención Americana de manera directa, a título de derecho
directamente aplicable».
Lo mismo ha hecho con respecto a la exigencia de tener en cuenta los criterios
jurisprudenciales de los Tribunales Internacionales al momento de aplicar la norma
internacional sobre derechos humanos. El Máximo intérprete de la Constitución peruana
tiene establecido que «la comprensión de las cláusulas que reconocen (o limitan) derechos
en ella [la Constitución] previstos, deben interpretarse en armonía con lo que sobre ellas
hayan realizado los tratados internacionales en materia de derechos humanos y, en
particular, con la jurisprudencia de los tribunales internacionales de justicia con
competencia en materia de derechos humanos».

10.-CONTROL DIFUSO E INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL

10.1.-ARTÍCULO Vl
Cuando exista incompatibilidad entre una norma constitucional y otra de inferior jerarquía,
el Juez debe preferir la primera, siempre que ello sea relevante para resolver la controversia
y no sea posible obtener una interpretación conforme a la Constitución.
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido
confirmada en un proceso de inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular.
Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los reglamentos
según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los
mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional.

10.2.- Control difuso de la constitucionalidad de las normas


El primer párrafo de este artículo no es sino producto de un principio ya expresado por el
Código Procesal Constitucional en el artículo II antes comentado. Se trata del principio de
supremacía de la Constitución sobre las demás normas del ordenamiento jurídico, lo cual es
posible debido a que la Constitución es norma jurídica fundamental que so ha formulado
según un principio de rigidez constitucional. Y no viene a ser más que !a manifestación del
control difuso de la constitucionalidad de las leyes que viene recogido en el texto
constitucional: <<en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma
constitucional y legal, los jueces prefieren la primera» (artículo 138 CP).
Repárese en el hecho que acertadamente el artículo bajo comentario lleva hasta sus últimas
consecuencias el principio de supremacía de la Constitución, al disponer no sólo que la
Constitución está por encima de la ley como lo hace el texto constitucional, sino al disponer
en buena cuenta que la Constitución está por encima de todas las demás normas del
ordenamiento jurídico y, precisamente por eso, frente a una incompatibilidad sustancial o
formal de alguna de estas normas con la Constitución, el juez debe preferir ésta.
Preferir la Constitución frente a una norma que la vulnera significa resolver el caso que
tiene a cargo el juez inaplicado la norma inconstitucional. Esta significación no viene a ser
más que una de las características que definen el llamado control difuso o judicial. Las
otras características, corno se sabe, de este sistema de control son el ser incidente, es decir,
requerir que exista un litigio concreto que esté siendo cocido por el juez; el ser difuso y
estar atribuido, por tanto a todos los jueces del órgano judicial, por contraposición al
control concentrado atribuido exclusivamente al Tribunal Constitucional; y el que la
declaración de inconstitucionalidad de la norma tenga efectos sólo para las partes
intervinientes en el caso que resuelve el juez.
El Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de manifestarse acerca de este tipo de
control de la constitucionalidad, y ha dicho que «[e] control difuso de la constitucionalidad
de las normas constituye un poder-deber del Juez al que el artículo 138° de la Constitución
habilito en cuanto mecanismo para preservar el principio de supremacía constitucional y, en
general, el principio de jerarquía de las normas enunciado en el artículo 51° de nuestra
norma fundamental. El control difuso es un acto complejo en la medida en que significa
preterir la aplicación de una norma cuya validez, en principio, resulta beneficiada de la
presunción de legitimidad de las normas del Estado».

10.3.- Requisitos para la preferencia


El Código Procesal Constitucional dispone que la preferencia Tale debe realizar el juez de
la Constitución sobre otra norma que la contravenga, sólo deberá ocurrir si concurren los
siguientes dos requisitos: primero, que sea relevante para resolver la controversia; y
segundo, siempre que no sea posible obtener de la norma de inferior jerarquía una
interpretación conforme a la Constitución. Sobre el primero de los mencionados requisitos
por una cuestión de economía y de celeridad que son principios que —como se tuvo
oportunidad de decir— guían el trámite de los procesos constitucionales, el legislador ha
dispuesto en buena cuenta que la primacía de la Constitución sólo será posible si es
relevante para el caso. Esto, sin embargo, no es tan afortunado para la plena vigencia del
carácter normativo y fundamental de la Constitución peruana. Y no lo ha sido porque con
base en una interpretación contrario sensu de lo dispuesto, se puede concluir que en caso la
norma inconstitucional no sea relevante para la solución del caso, se debe suspender el
valor preferente de la Constitución.
Es bastante difícil, pero no improbable, que pueda tener efectividad la conclusión obtenida
por la interpretación contrario sensor, debido a que las normas que se empleen para
argumentarla solución del caso son todas ellas igualmente relevantes para la solución del
mismo, de modo que sobre todas ellas deberá prevalecer la Constitución. Sin embargo, lo
saludable y recomendable es dejar bien sentados los principios y ser siempre consecuentes
con ellos, buscando en todo caso su plena efectividad, incluso cuidando que en las
formulaciones legislativas —como el caso que nos ocupa ahora— no pueda darse pie a
conclusiones poco favorables para la vigencia del principio. La Constitución prevalece
siempre sobre todas las demás normas del ordenamiento jurídico, sin que deba estar sujeta a
criterios utilitaristas de ningún tipo.

10.4.-Límite a la labor de control difuso


La labor de control difuso de la constitucionalidad de las normas Que tiene atribuido el
órgano judicial tiene que sujetarse a una serie de limitaciones. Entre ellas ahora se ha de
resaltar una que viene recogida en el segundo párrafo del artículo que ahora se comenta: los
jueces deberán aplicar siempre una norma cuya constitucionalidad ha sido confirmada por
el Tribunal Constitucional.
El Tribunal Constitucional es eI guardián de la Constitución, es decir, vigila que la
Constitución llegue a tener vida efectiva en la realidad. Como ha establecido, «es evidente
que el Tribunal Constitucional, por su condición de ente guardián y supremo intérprete de
la Constitución, y mediante la acción hermenéutica e integradora de ella, se encarga de
declarar y establecer los contenidos de los valores, principios y normas consignados en el
corpus constitucional». Es el máximo intérprete de la Constitución, al punto que «deviene
en imposible que sus resoluciones sean inconstitucionales»".
Sin embargo, esto no debe ser interpretado como si se tratase de un Tribunal infalible. El
Tribunal Constitucional puede equivocarse y de hecho se equivoca. Buena muestra de esto
es que el Alto Tribunal de la Constitución puede —debería— cambiar de criterio
interpretativo cuando considere que es posible una mejor interpretación de una disposición
constitucional que la que estuvo haciendo hasta ese entonces. Esta posibilidad, por otra
parte, viene recogida en el artículo VII CPC). Lo único que significa es que en Materia
constitucional, el Tribunal Constitucional tiene la última palabra, por lo que se convierte en
un órgano de delicada importancia para, lograr una plena y efectiva vigencia de la
Constitución.
Como ya se dijo, manifestación de esta superioridad «es que, si el Tribunal Constitucional
declara inconstitucional una ley, ésta queda derogada, aunque haya sido aplicada en
diversas oportunidades por los jueces ordinarios convencidos de su constitucionalidad. Si
por el contrario, el Tribunal Constitucional declara infundada la demanda de
inconstitucionalidad y por tanto constitucional la ley impugnada, los jueces ordinarios,
aunque la hayan inaplicado por entenderla inconstitucional, están en la obligación de
aplicarla»".
Consecuencia inevitable de los que se lleva dicho es que los jueces y tribunales deben
interpretarlos preceptos constitucionales según los criterios interpretativos que haya
establecido el Tribunal Constitucional. Y, complementariamente, deban interpretar y
aplicar las demás normas del ordenamiento jurídico (leyes y reglamentos) según los
dispositivos constitucionales interpretados de acuerdo a los mencionados criterios
hermenéuticos que haya planteado el Tribunal Constitucional. Así lo dispone el tercer
párrafo de este artículo VI, el mismo que es prácticamente repetido en la Primera
disposición final de la LOTC, en la que se lee que «los Jueces y Tribunales interpretan y
aplican las leyes y toda norma con rango de ley y los reglamentos respectivos según los
preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación .de los mismos que
resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos,
bajo responsabilidad».
11.-OBJETO
Determinar el objeto de estudio del Derecho Constitucional tiene por finalidad, de un lado,
precisar la proporción de conocimientos que constituye el ámbito de su contenido y, de otro
lado, diferenciarlo de las demás disciplinas que estrechamente se relacionan entre sí.
Correctamente, puede afirmarse que el Derecho Constitucional tiene como objeto de
estudio las instituciones políticas que constituyen o fundan el Estado. Aquellas que
establecen el aparato del gobierno estatal, precisando el ámbito personal (la población) y
territorial (el territorio) en el que se ejerce el poder estatal y regulan la organización y el
funcionamiento de los órganos del aparato estatal (la forma de gobierno), las relaciones de
éstos con los ciudadanos (la forma de estado) y la distribución territorial del poder (la
estructura territorial del Estado).
En consecuencia, el objeto de estudio del Derecho Constitucional comprende las
instituciones políticas escritas como también las no escritas que, de una u otra forma,
organizan el Estado y regulan el ámbito de poder. No es, pues, la pura norma la que interesa
al Derecho Constitucional, sino la síntesis de la tensión entre la norma y la realidad a la que
se enfrenta

12.-CONCLUSIÓN

Con la puesta en marcha del Código Procesal Constitucional se abren


un sinnúmero de
perspectivas que garantizaran, a no dudarlo, la vigencia y protección efectiva de los
derechos fundamentales. Para ello, la función creadora del Juez será de vital importancia,
más aun ahora – momento estelar que tiene sobre el tapete dicha herramienta procesal

Y como otro complemento, está el Título Preliminar, verdadero presupuesto para


fundamentar el espíritu del Código. Ahí radicara el éxito de la labor jurisprudencial
En la actualidad todo sistema jurídico en el mundo se funda en los derechos humanos, lo
cual no escaparía a los sistemas procesales, por lo que estos no se excluyen, y por el
contrario se complementan y retroalimentan, más aun tratándose en el caso del derecho
procesal constitucional que se funda en la vigencia de normas constitucionales y respecto o
defensa de los derechos fundamentales
Finalmente podemos advertir que los principios específicos del título preliminar
mencionados en esta monografía se encuentran concatenados en la práctica, no resultando
su uso racional y sistemático excluyente, debiendo de recurrir los magistrados o invocar las
partes, cualesquiera de ellos de manera indistinta y según sus necesidades de corrección del
proceso constitucional para el logro de sus fines de primacía constitucional y defensa de los
derechos humanos.
13. BIBLIOGRAFÍA
-MESÍA Carlos exégesis el código procesal constitucional. Lima, Gaceta J,
2004 CÓRDOBA CASTILLO, Luis, comentarios del código procesal
constitucional

-PALOMINO F, Samuel estudios en homenaje a domingo García Belaunde-derecho


procesal constitucional peruano tomo I

-FERRERO REBAGLIATI Raúl. Ciencia Política –Teoría del Estado y Derecho


Constitucional, 8va edición, Grijley, Lima 1998.

-ALVARES MIRANDA Ernesto. Manuales de enseñanza aprendizaje – Universidad de


San Martin de Porres, Comité Editorial de la Facultad de Derecho, Lima 2007, p. 5.

-MOUCHET Carlos. Introducción al Derecho, Editorial Abeledo – Perrot, Buenos Aires, p.


320.
Profesor y ex Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de
Chile.

-PACHECO GÓMEZ Máximo. Teoría del Derecho, 4ta Edición, Editorial Jurídica Chile,

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