apollinische Kultur
gleichsam Stein um Stein abtragen, bis wir die Fundamente erblicken, auf die es
begründet ist.
Para comprender esto tenemos que desmontar piedra a piedra, por así decirlo, aquel
primoroso edificio dela cultura apolínea, hasta ver los fundamentos sobre los que se
asienta.
Para poder vivir tuvieron los griegos que crear, por una necesidad hondísima,estos
dioses: esto hemos de imaginarlo sin duda como un proceso en el que aquel
instintoapolíneo de belleza
¿de qué otro modo habríapodido soportar la existencia, si en sus dioses ésta no se le
hubiera mostrado circundada deuna aureola superior?
Sirviéndose de este espejismo de belleza luchó la «voluntad» helénica contra el talento parael
sufrimiento y para la sabiduría del sufrimiento, que es un talento correlativo del artístico: ycomo
memorial de su victoria se yergue ante nosotros Homero, el artista ingenuo
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Apolo, en cuanto divinidad ética, exige mesura de los suyos, y, para podermantenerla, conocimiento de
sí mismo. Y así, la exigencia del «conócete a ti mismo» y de«¡no demasiado!» marcha paralela a la
necesidad estética de la belleza, mientras que laautopresunción y la desmesura fueron reputadas
como los demones propiamente hostiles,peculiares de la esfera no-apolínea,
l individuo, con todos sus límites y medidas,se sumergió aquí en el olvido de sí, propio
de los estados dionisíacos, y olvidó los preceptosapolíneos. La
desmesura
se desveló como verdad, la contradicción, la delicia nacida de losdolores hablaron
acerca de sí desde el corazón de la naturaleza. Y de este modo, en todos loslugares
donde penetró lo dionisíaco quedó abolido y aniquilado lo apolíneo.
Por tanto, si nos es lícito considerar la poesía lírica como una fulguración
imitativade la música en imágenes y conceptos, podemos ahora preguntar: «¿como
qué
aparece
lamúsica en el espejo de las imágenes y de los conceptos?».
Aparece como voluntad,
tomadaesta palabra en sentido schopenhaueriano, es decir, como antítesis del estado de
ánimoestético, puramente contemplativo, exento de voluntad. Aquí se ha de establecer
unadistinción lo más nítida posible entre el concepto de esencia y el concepto de
apariencia
(Erscheinung)
: pues, por su propia esencia, es imposible que la música sea voluntad, ya que,si lo
fuera, habría que desterrarla completamente del terreno del arte - la voluntad es,
enefecto, lo no-estético en sí -; pero aparece como voluntad. Para expresar en
imágenes laapariencia de la música el lírico necesita todos los movimientos de la
pasión, desde lossusurros del cariño hasta los truenos de la demencia; empujado a hablar
de la música consímbolos apolíneos, el lírico concibe la naturaleza entera, y a sí mismo
dentro de ella, tan sólocomo lo eternamente volente, deseante, anhelante.
Todo este análisis se atiene al hecho de que, así como la lírica depende del espíritude la
música, así la música misma, en su completa soberanía, no
necesita
ni de la imagen nidel concepto, sino que únicamente los
soporta
a su lado. La poesía del lírico no puedeexpresar nada que no esté ya, con máxima
generalidad y vigencia universal, en la música, lacual es la que ha forzado al lírico a
emplear un lenguaje figurado. Con el lenguaje esimposible alcanzar de modo exhaustivo
el simbolismo universal de la música, precisamenteporque ésta se refiere de manera
simbólica a la contradicción primordial y al dolor primordialexistentes en el corazón de
lo Uno primordial. Comparada con ella, toda apariencia es, antes bien, sólosímbolo; por
ello el
lenguaje,
en cuanto órgano y símbolo de las apariencias, nunca ni enningún lugar puede
extraverter la interioridad más honda de la música, sino que, tan prontocomo se lanza a
imitar a ésta, queda siempre únicamente en un contacto externo con ella
Sobre la poesía nosotros hablamos de modo tanabstracto porque todos nosotros solemos
ser malos poetas. En el fondo el fenómeno estéticoes sencillo; para ser poeta basta con
tener la capacidad de estar viendo constantemente un juego viviente y de vivir rodeado de
continuo por muchedumbres de espíritus; para serdramaturgo basta con sentir el impulso de
transformarse a sí mismo y de hablar por boca deotros cuerpos y otras almas.La excitación
dionisíaca es capaz de comunicar a una masa entera ese don artísticode verse rodeada por semejante
muchedumbre de espíritus. Este proceso del coro trágico es el fenómeno
dramático
primordial: verseuno transformado a sí mismo delante de sí, y actuar uno como si realmente hubiese
penetradoen otro cuerpo, en otro carácter. Este proceso está al comienzo del desarrollo del drama.
Aquí hay una cosa distinta del rapsoda, el cual no se fusiona con sus imágenes, sino que, parecidoal
pintor, las ve fuera de sí con ojo contemplativo; aquí hay ya una suspensión del individuo,debida al
ingreso en una naturaleza ajena.