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SAN AGUSTÍN DE HIPONA

ÍNDICE
1. Biografía.
2. Contexto de Producción.
3. Obras del Autor.
4. Influencias sobre San Agustín.
5. Proyecciones de la obra de San
Agustín a lo largo de la historia.

1. BIOGRAFÍA

Aurelio Agustín nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, población actualmente conocida


como Souk Ahras, en Argelia, África del Norte. Nace en el seno de una familia enfrenta en el
debate religioso, su padre, Patricio, era pagano, y su madre, Mónica, cristiana, quien le
brindaría educación cristiana y lo iniciaría mediante el exorcismo en esta religión.

Realiza sus primeros estudios en Tagaste y Madaura y posteriormente, gracias a la


preocupación de su padre, estudia retórica y se forma culturalmente en el latín en Cartago, por
los años 370 y 371.

En Cartago vive una vida desenfrenada, las seducciones de la gran ciudad, el libertinaje, y el
éxito lo llevan a una vida disipada, se aleja del cristianismo y se orienta al disfrute de todos los
placeres sensibles. En 372 deja embarazada a su pareja, Melania, trayendo al mundo a su hijo
Adeodato. . Durante su estancia en Cartago mostró su genio retórico y sobresalió en concursos
poéticos y certámenes públicos. Aunque se dejaba llevar por sus pasiones, y seguía
abiertamente los impulsos de su espíritu sensual, no abandonó sus estudios, especialmente los
de filosofía.
Poco después, junto a su amigo Honorato, caen en el maniqueísmo, religión gnóstica con la
que simpatiza a lo largo de nueve años. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas,
una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Era preciso conocer el
aspecto bueno y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la
salvación. A San Agustín le seducía este dualismo y la fácil explicación del mal y de las pasiones
que comportaba, pues ya por aquel entonces eran estos los temas centrales de su
pensamiento.

En el año 374 vuelve a su ciudad natal luego de la muerte de su padre, se desempeña como
maestro de gramática, enseña a Alipio. Y años después retorna a Cartago como profesor de
retórica (375-383), aquí comienzan sus cuestionamientos acerca del maniqueísmo, en su andar
se contacta con Fausto, un obispo maniqueo, al que acusa de ignorante de toda sabiduría
científica y termina desilusionándose de este culto.

Escapándose de las acusaciones de su madre sobre su herejía y relaciones pecaminosas, viaja a


Roma, y a sus 29 años se desempeña como profesor oficial de retórica en Milán y orador de un
cónsul anticristiano. En su tarea se le encomienda conocer a un gran exponente cristiano, San
Ambrosio, Padre de la Iglesia. Se enfrenta a tres años (384-386) de lucha en los cuales
atraviesa fases distintas de su pensamiento, recibe una gran influencia de San Ambrosio, quien
explicaba las Escrituras, libros inspirados por Dios. Así mismo se contacta con el vicario del

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sacerdote, Simplicio, quien lo lleva a navegar por la filosofía de los académicos y finalmente a
descubrir la filosofía neoplatónica, comienza a leer a Platón y Plotino, pensador de esta
filosofía. Esta corriente era una renovación de la filosofía de Platón que concebía la cumbre del
sistema como el Uno a partir de la cual se genera lo múltiple: el mundo inteligible, el alma del
mundo y de la materia.

Con estas influencias comienza un camino de conversión, se despierta en Agustín la esperanza


de encontrar la Verdad, “buscar una vida limpia de todas las vulgares aspiraciones a honores,
riquezas y placer”. Su último periodo de lucha se presenta con su madre Mónica y sus debates
acerca de su prometida.

En su último periodo en Milán realiza la lectura de las Sagradas Escrituras, que iluminan su
mente y muestran a Jesucristo como único camino de verdad y salvación. Madura su
conversión al cristianismo, renuncia a su cargo de profesor y se retira a Casiciaco con su
madre, hermano e hijo, en un retiro espiritual en búsqueda de la verdadera filosofía, a la que
concibe inseparable del cristianismo. En 387 es bautizado por el obispo Ambrosio, San Agustín
busca la gracia Divina y es bautizado el día de la Pascua junto a su hijo.

Agustín no logra regresar a África hasta el año 388, luego de la muerte de su madre en
Ostia,un puerto cerca de Roma, vendió los bienes paternos y funda una orden religiosa
dedicándose a la vida monástica.Posteriormente fallece Adeodato. En 391 es ordenado
sacerdote con apoyo de la comunidad, por el obispo Valerio de quien se haría amigo; y en su
estancia en Hipona combatió la herejía, especialmente el maniqueísmo.

la vejez de Valerio lo elige como sucesor, el santo es notablemente aceptado por la sociedad
por sus obras de caridad. A sus cuarenta y dos años es ordenado Obispo de Hipona. En el
ejercicio de sus deberes pastorales realiza estudios sobre la Historia de la Iglesia y de las
Sagradas Escrituras, fue defensor de la verdad y pastor de las almas, cuya influencia estaba
destinada a durar tanto como la Iglesia misma. Predicaba frecuentemente, algunas veces por
cinco días consecutivos, escribió cartas acerca de problemas de la época, participó en
numerosos concilios africanos (Cartago en 398, 401, 407, 419 y Milevi en 416 y 418).

Así mismo sus conferencias filosóficas fueron registradas bajo el nombre de “Diálogos” donde
abarca los temas de verdad, certeza, la verdadera felicidad de la filosofía, el orden de la
providencia en el mundo, Dios y el alma. En el año 399 escribe Confesiones.

Fue un periodo de gran agitación política y teológica, ya que mientras los bárbaros
amenazaban el Imperio llegando a saquear Roma en el 410, el cisma y la herejía amenazaban
también la unidad de la Iglesia. Agustín emprendió con entusiasmo la batalla teológica.
Además de combatir la herejía maniqueísta, participó en dos grandes conflictos religiosos: uno
de ellos fue con los donatistas, secta que mantenía la invalidez de los sacramentos si no eran
administrados por eclesiásticos sin pecado. El otro lo mantuvo con los pelagianos, seguidores
de un monje contemporáneo británico que negaba la doctrina del pecado original. Durante
este conflicto, que fue largo y enconado, Agustín desarrolló sus doctrinas de pecado original y
gracia divina, soberanía divina y predestinación; dedica su vida a la escritura y estudio hasta el
último minuto. Con su pensamiento y trabajo incansable logró un giro decisivo en la historia de
la Iglesia y el pensamiento occidental. Se cree que cerca del año 419 termina de escribir “La
Trinidad” su obra maestra dogmático-filosófico-teológica.

El asedio de la ciudad continuaba y Agustín cae víctima de una enfermedad mortal, luego de 3
meses de paciencia y oración, fallece a los setenta y ochos años, el 28 de agosto de 430.

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2. CONTEXTO DE PRODUCCIÓN

La actividad filosófica de San Agustín se desarrolla en la segunda mitad del siglo IV y el


primer cuarto del siglo V, un período en el que el Bajo Imperio romano está sometido a
fuertes tensiones internas y a la presión de las tribus bárbaras, que terminarán por
provocar el desmoronamiento de la parte occidental de forma definitiva a finales del siglo
V.Constantino I, convertido al cristianismo tras haber ganado una batalla contra Majencio,
en la que había pedido ayuda al Dios de los cristianos (según relata Eusebio en "El sueño de
Constantino"), fue el primer emperador cristiano. Constantino I establecerá una dinastía
que, excepto en el caso de Juliano, favorecerá el desarrollo del cristianismo. Con el Edicto
de Milán, del año 313, el cristianismo queda despenalizado y los cristianos adquieren cada
vez mayor poder y protagonismo en la vida pública romana, llegando algunos a formar
parte del círculo de colaboradores de Constantino I, quien concede privilegios a la Iglesia,
hace donaciones y apoya la construcción de templos cristianos. El mismo Constantino I
convocará un concilio, el de Nicea (el año 325), en el que se fijarán algunos de los dogmas
fundamentales del cristianismo y se condenará el arrianismo. Le sucedieron sus tres hijos:
Constantino II, Constante y Constancio II, que se vieron envueltos en crímenes contra sus
familiares para asegurar la línea sucesoria, tras lo cual se dividieron entre ellos el Imperio.
Tras sus respectivas muertes, Juliano (llamado "El apóstata" por los cristianos), hombre
culto y sabio, que era primo de Constancio II, que había sido nombrado césar el 355, al
mando de la Gallia, (un año después del nacimiento de Agustín), se hace con el poder de
todo el Imperio el año 361, y comienza su lucha en pro del restablecimiento de las
tradiciones culturales romanas, no con persecuciones sangrientas contra los cristianos, sino
recurriendo a argumentos y prácticas razonables. Ordenó la reconstrucción de los templos
paganos y favoreció el retorno de quienes se había exiliado por motivos religiosos. Retiró a
la Iglesia los privilegios concedidos por sus antecesores y prohibió algunas actividades a los
cristianos, como la de impartir docencia como preceptores. Sin embargo no consiguió
frenar lo que se mostraría como el avance imparable del cristianismo. Tras diez años de
gobierno, morirá el 363, en el transcurso de una campaña contra los persas.Le sucederá
Joviano, uno de sus generales, que ejercerá el poder de todo el Imperio durante sólo un
año, al fallecer el 364. El ejército, que ya había intervenido en las decisiones sucesorias en
el poder con anterioridad, ganando peso político a lo largo del siglo, aclamará como su
sucesor a Valentiniano I, quien gobernará del 364 al 375, pero al comienzo de su mandato
cederá el mando de la parte oriental a su hermano Valente, quien gobierna del 364 al 378.
Valentiniano I será sucedido tras su muerte, el 375, en la parte occidental por su hijo
Graciano, y Valente, en la parte oriental, por Teodosio I, el año 379.

Graciano, favorecedor de los cultos cristianos, gobernará hasta el 383, año en que morirá
asesinado por miembros del ejército del usurpador Magno Máximo, que dominaba
Britannia y la Gallia y contra el que Graciano había emprendido una campaña militar. A
Graciano le sucederá Valentiniano II, hermanastro suyo más joven que él, pero dado que la
parte occidental se encontraba bajo el mando del usurpador Magno Máximo, Valentiniano
II se dirige a Constantinopla, pidiendo ayuda a Teodosio I. Éste emprende una campaña
contra Magno Máximo, derrotándole el año 388 y condenándolo a muerte. Valentiniano II
toma el poder de la parte occidental y gobernará hasta el año 392, en que será asesinado,

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víctima de una conjura. Nuevamente Teodosio I marcha contra los usurpadores,
venciéndoles el año 394 y quedando en sus manos todo el Imperio hasta su muerte, el año
siguiente: 395.

Tras su muerte, el imperio será de nuevo repartido entre sus dos hijos: Honorio en
occidente (gobernará hasta el 423) y Arcadio en Oriente (gobernará hasta el 408). Honorio,
a su vez, será sucedido por su sobrino Valentiniano III (tras una regencia de su madre, Gala
Placidia, hasta su mayoría de edad) en la parte occidental, quien gobernará hasta el 455. En
la parte oriental, Arcadio será sucedido por su hijo Teodosio II, quien gobernará hasta el
450.

Teodosio I, llamado el Grande, había promulgado el año 380 un edicto que proclamaba el
cristianismo como la única religión del Imperio romano, prohibiendo los Juegos Olímpicos y
cerrando todos los templos paganos, siendo muchos de ellos destruidos por los cristianos.
Teodosio I es considerado por muchos historiadores como el último verdadero emperador
romano ya que, tras su muerte, la decadencia del imperio parece ya imparable y la
incapacidad de sus gobernantes para hacerle frente, manifiesta. A los conflictos internos,
derivados de la degradación económica, constante a lo largo del siglo, se suman las luchas
internas y la fragmentación del poder político y el aumento del poder y protagonismo del
ejército (son muchos los rebeldes y usurpadores que, a lo largo del siglo, se hacen con el
poder en provincias o en amplias zonas del imperio), a lo que hay que sumar las invasiones
de los pueblos bárbaros, que ocupan amplias regiones del norte, de forma no violenta,
primero, pero con violencia y crueldad extrema posteriormente, ocupando la Gallia y
entrando en Hispania. Más sangrante resulta el hecho de que estas tribus estaban
"romanizadas" y habían abrazado el cristianismo. El año 410 las tropas visigodas de Alarico
arrasarán Roma. En los años siguientes, ni las fronteras ni amplias zonas internas del
imperio podrán ser ya controladas por las tropas, y diversas tribus bárbaras (vándalos,
suevos, alanos, burgundios, godos, visigodos, etc.) se instalarán en sus territorios de forma
estable y duradera, además de atacar y arrasar algunas de ellas amplias zonas del norte de
África.

Tras la muerte de Teodosio I, pues, la parte occidental del imperio se ve inmersa en un


periodo turbulento que conduce al establecimiento y consolidación de los estados
germánicos, que llegarán incluso con sus tropas a África, en donde arrasan varias ciudades
(como es el caso de Hipona, el 430, año en que muere San Agustín, o el de Cartago, tomada
probablemente sin ofrecer resistencia el 439) y ocuparán Italia, donde el 455 vuelven a
arrasar Roma. Desde entonces, el poder real de los emperadores de occidente sería escaso,
estando sometidos al de los líderes de los bárbaros, verdadero poder en la sombra. El año
476, Rómulo Augusto, (al que los romanos pusieron el diminutivo de Augústulo en son de
burla por su nulo poder real), usurpador del último emperador legítimo de occidente, Julio
Nepote, fue depuesto por Odoacro. Es la fecha que se considera como la oficial del fin del
imperio romano occidental ya que, aunque Julio Nepote sería restablecido en el poder por
Odoacro, sólo lo sería nominalmente, viviendo en realidad exiliado en Dalmatia, (donde
moriría el 480, asesinado por sus propios soldados) y quedando el gobierno en manos de
Odoacro.

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El Imperio Romano oriental, por su parte, sobrevivirá todavía mil años más, conocido con el
nombre de Imperio Bizantino, hasta su derrota ante los turcos en 1453, fecha en que
toman su capital, Constantinopla.

3. OBRAS DEL AUTOR

Todo su pensamiento se resume, como él mismo lo expresa en Confesiones, en dos grandes


problemas que desea enfrentar por encima de todo: conocer a Dios y al hombre:”Deus semper
idem, noverim me, noverim te“ (“¡Oh Dios, siempre idéntico, que me conozca, que te
conozca!“);“Deum et animam scire cupio”, (“Deseo conocer a Dios y mi alma”); “Cognoscam
te, cognitor meus, cognoscam, sicut et cognitus sum” (“Que te conozca, Conocedor mío, que te
conozca tal como soy conocido“).

Podemos realizar una clasificación temática de las obras realizadas por San Agustín

● Obras Filosóficas, entre las que podemos encontrar “Diálogos”, “Contra


Académicos”, “ Disciplinari libri”.
● Obras Apologéticos: defiende la fe contra los paganos, el ejemplo más
importante es “ La ciudad de Dios”.
● Obras Dogmáticas: “La Trinidad”
● Obras Morales y pastorales
● Obras Monásticas
● Obras Exegéticas, las Sagradas Escrituras tuvieron un papel decisivo para
Agustín.
● Obras Polémicas, escribe contra los maniqueos, donatistas, pelagianos, el
arrianismo y todas las herejías, realiza la primera teología bíblica de la
redención, el pecado original y la necesidad del bautismo.
● Tratados, distribuidos en tres secciones: comentarios al Evangelio de San Juan,
exposiciones sobre los salmos y sermones, frutos de más de 40 años de
predicaciones.
● Autobiografía y Correspondencia: “Confesiones”, libro que marca un antes y
después en la literatura, siendo la obra más leída por la cultura occidental
después de la Biblia.
A continuación se realiza una descripción de las principales obras del autor y
su contenido:

a) Confesiones
Confesiones es una serie de trece libros autobiográficos de San Agustín de Hipona escritos
entre el 397 y el 398. El título original fue Confesiones en treinta libros, y fue compuesto en un
solo tomo. No es una autobiografía completa pues fue escrita tras sus primeros 40 años de
vida y vivió hasta los 78, tiempo durante el cual produjo otros importantes trabajos, entre
ellos La ciudad de Dios.

La obra está dividida en 13 libros. En ellos se narra la niñez de Agustín, su adolescencia y


juventud, su carrera académica, su estancia en el maniqueísmo, su proceso personal de
acercamiento al cristianismo (ya conocido en la niñez), su conversión, y sus primeras
experiencias como católico.

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Entre las ideas que más influyen en el mundo occidental se encuentran las que se refieren a la
memoria y la interioridad (libro X) y al tiempo (libro XI).

La característica interna propia del pensamiento de Agustín de Hipona es el carácter de


converso que manifiesta en todo momento: es a partir de la fe que todo ha de explicarse; la fe,
que no requiere justificación alguna exterior a ella misma, es el fundamento natural de la
razón, débil por el pecado. Por eso, proclama el lema Credo ut intelligam: creo para entender,
que dominará durante la primera parte de la posterior filosofía medieval. No obstante, el
hecho mismo de fundar la comprensión racional en la fe obliga a cierta comprensión o
reflexión racional de algunos aspectos fundamentales de la misma fe. Ésta es la razón de que el
«creo para entender» llevará históricamente a alguna forma de «entender para creer», que
parece más propia de la Escolástica ya desarrollada. Lo que propiamente excluye la filosofía
agustiniana no es la reflexión personal, sino todo contacto con la filosofía «pagana» como
punto de partida para la fe; no hay otro punto de partida que la revelación.

Procedente también del carácter de conversión que tiene el pensamiento agustiniano, debe
destacarse su tono intimista y subjetivo. A la verdad se llega por un camino interior, parecido
al de la conversión, y aquélla no puede prescindir de una iluminación divina. En la teoría del
conocimiento de Agustín, que expone contra los Académicos, o escépticos, la posibilidad de
alcanzar la verdad reside en la posibilidad misma de descubrir en el alma verdades eternas
(sólo lo eterno es verdadero), y el procedimiento para alcanzarlas es más un proceso de
iluminación interior, que de reminiscencia al modo platónico: por reflexión del alma sobre sí
misma, que se conoce como imagen de Dios y conoce al mismo tiempo a Dios creador de las
ideas y del alma. En esta búsqueda de la verdad hay momentos parecidos al de la duda de
Descartes: «si me engaño, existo».

Siguiendo, además, la metáfora platónica del Bien y la luz, sostiene que lo inteligible lo es
porque está iluminado «por una cierta luz incorpórea», que identifica con Dios, ser inteligible
por excelencia que hace inteligibles todas las cosas. Dando un sentido ontológico a la verdad la
identifica con Dios: Dios es la verdad subsistente y es también la verdad de las cosas, porque
éstas son creadas de acuerdo con las ideas divinas, esto es, las ideas en la mente divina de
todas las cosas que pueden existir, y que son las causas ejemplares de todas las cosas, tanto de
las que Dios crea con el tiempo, como de las que crea en el tiempo, en las razones seminales, a
modo de entidades futuras inspiradas en la noción de emanación sucesiva de Plotino y los
logoi spermatikoi de los estoicos.

El tiempo, la temporalidad, supone la posibilidad del mal en el mundo. La idea es de Plotino: la


materia es la fase final de la emanación, donde toda la potencia del Uno y del Bien se agota; lo
más alejado del principio, del ser, es el no-ser, el mal que debe ser entendido ontológicamente
como privación o ausencia del bien, no como algo que ha sido creado sustantivamente por
Dios. Depende de la libertad de la acción humana, y existe no como realidad pero sí en la
realidad de la acción humana. La existencia de la libertad humana que se despliega en la
temporalidad junto con la posibilidad real de salvación que Dios también lleva a cabo en la
historia, como plan de salvación, le hace concebir el tiempo y la historia como un escenario de
la lucha entre dos principios, el del bien y el del mal, que libran en él su batalla.

LIBRO I

Confiesa San Agustín los vicios y pecados de su infancia y de su puericia, y da gracias a Dios por
los beneficios que recibió de su mano en una y otra edad

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LIBRO II
Llora amargamente el año decimosexto de su edad, en que, apartado de los estudios, estuvo
en su casa y se dejó llevar de los halagos de la lascivia, y se entregó a una vida derramada y
licenciosa

LIBRO III

Confiesa cómo en Cartago se enredó en los lazos del amor impuro, que leyendo allí el
Hortensio de Cicerón, al año 19 de su edad, se excitó al amor de la sabiduría, y cómo después
cayó en el error de los maniqueos. Últimamente refiere el sueño que tuvo su santa madre y la
esperanza y seguridad que le dio un obispo acerca de su conversión

LIBRO IV

Recorre los nueve años de su vida, en que desde el año 19 hasta el 28 enseñó retórica y tuvo
una manceba, y se dedicó a la astrología genetlíaca. Después se duele del excesivo e
inmoderado dolor que tuvo por la muerte de un amigo, y el mal uso que hacía de su excelente
ingenio

LIBRO V

Habla del año 29 de su edad, en el cual, enseñando él retórica en Cartago y habiendo conocido
la ignorancia de Fausto, que era obispo, el más célebre de los maniqueos, comenzó a desviarse
de ellos. Después, en Roma fue castigado con una grave enfermedad: interrumpido por eso en
la enseñanza de la retórica, pasó después a enseñarla a Milán, donde por la humanidad y
sermones de San Ambrosio fue poco a poco formando menor concepto de la doctrina católica

Cuenta lo que hizo en Milán en el año 30 de su edad, fluctuando en sus dudas todavía.
Confiesa que San Ambrosio poco a poco le hizo ir conociendo que la verdad de la fe católica
era probable. Mezcla también muchas cosas de Alipio y de sus buenas costumbres, y refiere el
intento que él y su madre tenían de que tomase el estado del matrimonio

LIBRO VI

Explica las ansias de su alma, que se fatigaba en la imaginación del mal; cómo llegó también a
conocer que ninguna sustancia era mala; y que en los libros de los platónicos halló el
conocimiento de la verdad incorpórea y del verbo divino, pero no halló su humildad y
anonadamiento

LIBRO VIII

Desechados todos los errores; encendido con los consejos de Simpliciano, con los ejemplos de
Victorino, de Antonio, de los dos magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran
contienda y lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestado con una
voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y 14), se
convirtió todo a Dios, imitándole a Alipio y alegrándose mucho su madre

LIBRO IX

Vase Agustín con su madre y los demás compañeros a la quinta de Verecundo. Renuncia a la
cátedra de retórica y se ocupa en escribir libros. Después, a su tiempo vuelve a Milán, donde
con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde allí dispone volverse a África en compañía de
su madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y su muerte, acaecida en

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el puerto de Ostia. Finalmente cuenta piadosa y elegantemente su sentimiento y llanto, como
amante y buen hijo de tal madre

LIBRO X

Muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la
memoria, cuya capacidad y virtud describe que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza
que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medios legítimos. Después describe el
estado presente de su alma y los males de las tres concupiscencias

LIBRO XI

Agustín intenta explicar qué es el tiempo: “cuando nadie me lo pregunta lo sé, pero si me lo
preguntan y quiero explicarlo, no lo sé”

Su pregunta se reitera y se reitera precisas respuestas; insatisfactorias sin embargo para el


mismo Agustín.

Su humildad es grande al reconocer la propia ignorancia.

Los libros finales se ocupan del primer capítulo del Génesis, buscando desentrañar los tesoros
subyacentes en los primeros versículos subyacentes para pasar luego a una explicación libre y
alegórica de éstos.

b) Gracia y Pecado
La atormentada vida interior de Agustín y su formación espiritual que se llevó a cabo por
completo en el seno de la cultura latina le permitieron entender el mensaje bíblico en un
sentido voluntarista. San Agustín pone a la voluntad, la libertad y la razón como temas de
reflexión filosófica, invirtiendo el pensamiento griego y el intelectualismo moral; es el primer
escritor que presenta estos conflictos con terminología precisa.

La libertad es algo propio de la voluntad y no de la razón. La razón puede conocer el bien y la


voluntad puede rechazarlo, la razón conoce y la voluntad elige, porque ambas se presentan
como facultades distintas y son autónomas, con influencia de la razón.

El pecado original fue un pecado de soberbia y fue la primera desviación de la voluntad.


Después del pecado original, la voluntad se debilitó y se vio necesitada de la Gracia Divina, que
no suprime la voluntad, sino que la convierte en buena.

Glison resume el pensamiento agustiniano sobre libertad, voluntad y Gracia: “Para hacer el
bien se requieren 2 condiciones: un Don de Dios (la gracia) y el libre albedrío. Entonces la
libertad consiste en el razonar el buen uso del libre albedrío iluminados por Dios. El hombre
que se encuentra dominado más plenamente por la gracia de Cristo es el más libre

c) Ciudad de Dios
Esta obra fue escrita entre los años 412 y 426 d.C, el nombre en latín es “De Civitate Dei contra
paganos”, el libro se divide en 25 tomos de los cuales los primeros 10 cuentan los procesos que
vivía el imperio tras la invasión de los bárbaros, del 11 al 22 muestran las ideas de San Agustín
y en los últimos sus conclusiones finales.

En forma general, la obra trata de todo lo que hizo el cristianismo por la historia. Agustín
defiende a esta religión de las acusaciones de los romanos.

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El origen del mal en el mundo (pecado original):

Agustín, basándose en la biblia explica que Dios crea al mundo en 7 días, creando en el dia 6 al
hombre y a la mujer. Los primeros en el paraíso fueron Adán y Eva, quienes llevados a pecar
por el diablo (en forma de serpiente) comen la fruta prohibida y son desterrados del paraíso y
enviado al “Valle de las lágrimas”.

Adán y Eva, al querer igualarse a Dios, pecan y el pecado de todos los hombres, desde
entonces es heredado de ellos.

El mal como privación del ser:

Con respecto al mal, este no existe como tal, sino más bien como ausencia del ser.

El mal está presente en el mundo por dos razones:

· El pecado original del principio de la humanidad

· La “ausencia del bien” que está prevista en el plan divino que Dios tiene para los
hombres (dicho plan no puede ser cognoscible por el hombre pero igual hay que
obedecerlo)

Libre albedrío:

El libre albedrío es la indeterminación de la voluntad, como capacidad de elegir. Todo el


mundo tiene libertad completa en su voluntad para elegir o rechazar el camino hacia Dios. El
albedrío realmente libre, solo es obtenido por aquel que esté libre de pecados.

La ciudad terrena:

San Agustín hace en este punto una comparación entre Caín y Abel. Caín mata a su hermano y
aparece como el primer jefe político y el fundador de la ciudad terrena, una ciudad fundada
con la envidia, bajo el fratricidio y con un amor distorsionado (en vez de a Dios, al hombre
mismo).

A partir de esto, Agustín establece una analogía entre Caín y Abel con Rómulo y Remo para
explicar la fundación de Roma, dando como conclusión que Roma estaba corrompida y lo que
querían hacer los cristianos era cambiar esa naturaleza por verdaderos valores morales. Por
otro lado, quiere hacer notar la diferencia clara de que el que es bueno no compite ni pelea
con el otro que es bueno, pero si en cambio que el malo contra el bueno y el mismo malo
contra el malo.

Por ellos la ciudad terrena se muestra como un caos de disputas y desorden. En cambio, en la
Ciudad de Dios solo hay personas buenas que no compiten entre sí y que viven en razón de la
solidaridad y el amor de Dios.

Ciudad de Dios:

En la ciudad de Dios el hombre va a conocer la felicidad suprema.

Esta es la ciudad que se va a imponer en la guerra contra la ciudad terrena.

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Política:

Agustín tiene una visión negativa de la política pero dice que es necesaria porque el hombre es
pecador, es un medio útil para vivir en paz y virtuosamente. Su fin es hacer más fácil el camino
del hombre hacia la bienaventuranza.

Una vez que la Ciudad de Dios se imponga a la Ciudad terrena en el fin de los tiempos, la
política llegara a su fin.

La política está guiada a la ética, es decir que todo accionar del soberano tiene que ir guiado
por un precepto moral.

Estado y obediencia:

Al igual que la política, la visión para con el Estado es negativa, la considera un ente temporal.

La Iglesia es la representante de Dios en el mundo y es la institución que interpreta la ley


eterna para imponerlas a los hombres y como la ley eterna es el deseo de Dios, no puede ser
repudiada ni desobedecida por nadie.

d) La Trinidad
San Agustín realiza esta obra durante sus años de obispado en Hipona durante muchos años
hasta el 2019.

Dios para San Agustín es una sola cosa, La Trinidad, y de este tema nace su obra maestra
doctrinal . En la misma comienza con la profesión de fe, expone las dificultades e interroga a
las escrituras para poder responder a ellas. Estudia la unidad y las propiedades de las tres
personas divinas, Nos explica la igualdad y distinción de las personas divinas y la Simplicidad de
Dios. También son suyas la teología del Espíritu Santo; quien procede del Padre y del Hijo,
como Amor no engendrado; y la explicación psicológica de la Trinidad que permite ilustrar a la
vez el misterio del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, esta imagen que se
encuentra en el hombre interior y la expresa con la fórmula de “memoria, inteligencia y
voluntad”.Para comprender a la Trinidad, debemos concebir a Dios, bueno, grande sin
cantidad, creador sin necesidad (de lo que él mismo crea),abarcador de todas las cosas,
omnipresente sin ocupar un lugar,sempiterno,autor de todas las cosas mudables,aunque Él
permanece inmutable y sin padecer nada. Dios es todo lo positivo hallado en la creación, pero
sin los límites que está misma posee gracias a su inmutabilidad y expresado mediante una
fórmula, muy bien conocida, que Él mismo designó : “Yo soy el que soy”.

Su interpretación sobre la Trinidad surge de un concepto base. Para poder expresar lo


inexplicable los griegos, han utilizado esta expresión “una esencia, tres substancias”, a
diferencia de los latinos donde Trinidad significa “una esencia o substancia, tres personas”.
Para los latinos esencia y substancia son equivalente, entonces esto nos permite afirmar que,
no puede considerarse al Padre como privilegiado, sino que Dios es El Padre, El Hijo y El
Espíritu Santo, estos tres son inseparables en el Ser, y por esto actúan inseparablemente. En la
Trinidad entonces no existe la diferencia jerárquica ni diferencia de funciones, sino una
absoluta igualdad.

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Agustín, postula que las tres personas de la Trinidad, son distintas, pero no diferentes, porque
tanto Padre, Hijo, como espíritu, son igualmente simple, igualmente bien eterno, e inmutable.
Por esto mismo aunque no sea la misma cosa ser Padre y ser Hijo, sin embargo la esencia, la
substancia, no es diferente. Porque las denominaciones de Padre o Hijo no pertenecen al
orden de la esencia, sino al de relación.

Otro de los puntos fundamentales en la doctrina trinitaria, son las analogías triádicas, que
Agustín descubre en lo creado, donde las cosas y el hombre no son más que vestigios de la
Trinidad, pero el alma humana es una auténtica imagen de la Trinidad. Expone a la Trinidad
como la fuente suprema de todas las cosas, la belleza perfecta, el gozo completo, donde estas
tres se determinan entre sí y en sí mismas son infinitas. Donde en el mundo, donde una cosa
no es igual a tres cosas juntas, o donde dos cosas son más que una sola; en la Trinidad
suprema, tres cosas son iguales a una y la suma de dos cosas no es más que una sola.

La mente humana es imagen de la Trinidad, porque también ella es una y trina, en la medida
en la cual es es mente y ama, por la tanto la mente, su conocimiento, y su amor, son tres
cosas y estas tres cosas no son más que una, y cuando las tres son perfectas, son iguales.

Agustín concibe la existencia de un origen en tres personas. El origen del logos (λóγος) se
encuentra en el Hijo, la paz en el Espíritu Santo, y la resiliencia en el Padre.

4. INFLUENCIAS SOBRE SAN AGUSTÍN.

A lo largo de la vida de San Agustín recibe múltiples influencias que van marcando su pensar y
filosofar. Una de las más importantes es la que recibe de parte de la filosofía platónica y
neoplatónica.

Con respecto a las influencias de Platón, se dice que San Agustín se encarga de llevar su
filosofía al cristianismo, compartiendo y reformulando varias de sus afirmaciones. San Agustín
identifica a Dios con la idea del bien del mundo inteligible de Platón, esta idea del bien que es
superior a todo lo demás es identificado por San Agustín con Dios, creador, eterno y
omnipotente, a quien podemos llegar mediante la fe, como las ideas que son eternas y no se
pueden conocer mediante los sentidos.

la lectura de Platón lo lleva a cuestionarse sobre Dios y el origen del mundo, encontrando a
Dios como creador del mundo, desde la nada misma, igual que lo concibe su antecesor, así
también coincide en que la verdad se da en lo inmutable y eterno que es Dios. El conocimiento
está en nosotros y debemos descubrirlo mediante la interiorización, la verdad la conocemos
conociéndonos nosotros mismos y así conocemos a Dios, siempre volviendo a la idea del bien
de Platón como idea superadora del mundo inteligible y relacionada con la Gracia planteada
por San Agustín, Don Divino que nos lleva a purificar nuestra alma y llegar a la Verdad Absoluta
que es Dios.

Uno de los dogmas más importantes de la Iglesia realizado por Agustín es la Doctrina de la
Trinidad, y esta comienza una vez que es introducido al Neoplatonismo por por Simplicio, el
vicario de San Ambrosio. La filosofía neoplatónica es un segundo platonismo, la renovación de
esta filosofía realizada por Plotino, par él la cumbre del sistema la integra el Uno a partir el cual
se genera lo múltiple: el mundo inteligible, el alma del mundo y la materia. el neoplatonismo le

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ofrece una salida al maniqueísmo y le abre las puertas al mundo de la realidad inmaterial e
inteligible. Esta triada degradada marcaría el rumbo de su obra filosófico dogmática religiosa,
el Uno desde donde se desprende la Trinidad, tres llamas que forman un solo fuego, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, que conforman una esencia y tres substancias. Este aprendizaje de las
tríadas marca para San Agustín un punto de partida para realizar múltiples analogías triádicas. .
Como platónico, Plotino afirma que el hombre es el alma y ésta es divina, preexistente. Pero
en el hombre, el alma es, por un lado, divina, y, por el otro, mundana, a la vez que es mezcla
de materia y entendimiento, engendra todo lo corpóreo y todo lo corpóreo vive por ella: el
alma se difunde por el mundo. Este pensamiento posteriormente es seguido por San Agustín,
identificando al alma y la conciencia como elementos relacionados.

A partir de san Agustín, que subraya el carácter pensante del alma, esta noción, muy
influenciada por la tradición neoplatónica, se espiritualiza cada vez más. Para él es una
sustancia plenamente espiritual e inmortal, no dependiente del cuerpo, que surge por la
voluntad creadora divina, y es el centro de la subjetividad del hombre, que es «un alma
racional que se sirve de un cuerpo mortal y terrestre». Es en el alma donde el hombre
encuentra a Dios y a la verdad, y es, al mismo tiempo, imagen de la Trinidad. Como en el caso
de la Trinidad, el alma es una, pero posee facultades distintas.

Por último, las Sagradas Escrituras son la iluminación a la mente y alma del Santo, muestran un
camino de conversión, búsqueda de la Verdad y conocimiento. Muestran a Jesucristo como
único camino de Verdad y Salvación, y a Dios como la Verdad Absoluta a la cual llegaría
mediante la purificación de su propia alma. Comienza a pensar un Dios espíritu, un mundo más
allá de lo material, la existencia de algo espiritual.

5. PROYECCIONES DE LA OBRA DE SAN AGUSTÍN A LO LARGO DE LA HISTORIA

San Agustín tiene gran importancia en la historia de la cultura europea. Sus Confesiones
suponen un modelo de biografía interior para muchos autores, que van a considerar la
introspección como elemento importante en la literatura.Agustín significa el puente entre la
antigüedad y la modernidad, introduce la noción de historia con sus trabajos sobre la historia
de la Iglesia, la idea del espíritu y la búsqueda del conocimiento y la Verdad absoluta ilustrada
por Dios, mediante un alma pura bendecida con su Gracia Divina.
También tiene grandes influencias sobre los pensadores de la modernidad, en nuestro trabajo
destacaremos a René Descartes y Søren Kierkegaard.

a) Descartes
El proceso de duda metódica empleado por Descartes en su indagación filosófica, tiene cierta
similitud con el desarrollado por Agustín de Hipona. Descartes alcanzó la primera certeza, la de
la existencia de su yo pensante, partiendo de la duda, ya que si duda es algo que piensa y si
piensa existe. Esta certeza la sintetizó con la expresión “Cogito ergo sum” (pienso, luego
existo). Pero, mucho antes que Descartes, también Agustín de Hipona había alcanzado la
certeza absoluta de su existencia mental siguiendo un procedimiento parecido: según Agustín,
la primera certeza que alcanzamos en el proceso del conocimiento es la de que "soy una
conciencia pensante", ya que piense lo que piense, incluso si me engaño, "soy" (si me engaño
soy algo que se engaña). Esta certeza la sintetizó Agustín con la expresión “Si enin fallor sum”(
Si me engaño, soy); expresión que es muy parecida a la del Cogito ergo sum. Sin embargo,
Descartes opina que el objetivo de Agustín es distinto del suyo:Agustín quiere, simplemente,

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probar la certidumbre de nuestro ser, mientras que para él se trata de la primera verdad sobre
la que fundamentar todo su sistema filosófico.

A su vez, podemos encontrar coincidencia entre los métodos de escritura, con sus Confesiones
y el estilo de escritura, manifestando sus intimidades y experiencia vital, inspira al “Discurso
del Método” de Descartes, donde hace un recorrido de su vida y cómo ésta inspira su filosofía.

Con Descartes se inicia el periodo moderno de la filosofía y, con él, de nuevo se instaura el
dualismo de alma y cuerpo. Descartes habla de la sustancia que es pensamiento y la sustancia
que es el continente. Puesto que el cogito señala la conciencia como el auténtico camino de
acceso a todo conocimiento, la noción misma de alma acaba confundida con la noción de
conciencia,volviendo a afirmar la posición iniciada por Plotino y seguida por San Agustín.

b) Kierkegaar

San Agustín y Kierkegaar coinciden en su pensamiento sobre varios temas, la fe, el pecado y
sobre todo, la concepción del hombre. Ambos son considerados filósofos existencialistas o
individualistas.

Agustín plantea que la interioridad es la participación de dios en el alma del hombre como
formador de la Verdad y la necesidad de mirar hacia adentro para poder caminar hacia el
conocimiento de lo Absoluto que es Dios; Kierkegaard dice que el camino hacia lo Absoluto se
transita mediante la fe y la batalla interna de la angustia. San Agustín realiza los primeros
pasos del existencialismo, definiendo al hombre como un ser necesitado de espiritualidad, le
es necesario conocer su interioridad para alcanzar el conocimiento, y en su interioridad puede
encontrar a Dios. Kierkegaard afirma que el ideal del hombre se alcanza por Dios mediante la
fe, a la cual se llega por la dominación del conocimiento y el concepto de la angustia, debe
dominar su interioridad y la angustia que ésta genera, al grado de que este dominio sea
herramienta para encaminarse hacia Dios, conquistando así el estadio religioso que significa la
plenitud del hombre. Así, podemos observar como ambos filósofos se orientan hacia Dios, y
Dios se convierte en parte fundamental del Ser.

6. BIBLIOGRAFÍA

● GIOVANNI REALE, Dario Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Del
humanismo a Kant. Tomo 2. Editorial Herder. Barcelona, 1995.
● FRAY DIEGO JOSÉ CORREA. San Agustín de Hipona, el hombre, el escritor, el filósofo y el
teólogo. Diplomatura en Patrística, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad
Católica de Cuyo. Argentina, 2009.
● Diccionario Herder de Filosofía.
● https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/humanidades/article/view/21215/21447
● https://filosofiaantiguaymedieval.wordpress.com/2013/03/19/aportaciones-
filosoficas-de-san-agustin-de-hipona-1

● http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/alma_mater/2001_n20/descu_
mente.htm
● http://www.webdianoia.com/medieval/agustin/agustin_cronologia.htm

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