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Información General para la

Prevención de
Drogodependencias
INFORMACIÓN GENERAL PARA LA
PREVENCIÓN DE DROGODEPENDENCIAS
© FAD, 1997
© CIEC – FAD, 2009
Obra desarrollada con la colaboración y autorización de la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción a partir del texto
Información General para la Prevención de Drogodependencias,
obra colectiva de la FAD, en el marco del:
Convenio “Protección integral y ayuda contra la drogadicción
de niños y adolescentes de la calle, Bolivia, Ecuador, Perú” (07–CO1–046)
Edita y distribuye
Centro Interdisciplinario de Estudios Comunitarios, CIEC
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La Paz – Bolivia
Obra financiada por:
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID
Obra auspiciada por:
Fundación Telefónica
Ejecutada por:
Centro Interdisciplinario de Estudios Comunitarios, CIEC y la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, FAD
Dirección Técnica:
Eusebio Megias. Director Técnico de la FAD
Coordinador:
Gerardo Lerma. Coordinador Programas Internacionales de la FAD
Texto:
Ana Pérez
Colaboraciones:
Margarita Villoria
Ma. Fernanda Torres
Miguel A. Rodríguez
Susana Méndez
BOLIVIA: CESE, CIEC, SEAMOS
COLOMBIA: ASME, CAMINOS, LA CASA, SURGIR
ECUADOR: CECAFEC, Fraternidad Internacional
PERU: COPUID, CEDRO, CEPCO, CEPESJU, Fundación Richmond, Hacienda – Vida
VENEZUELA: CENDIF, Fundación José Félix Rivas, Fundación Venezuela Libre de Drogas
Coordinación de la Adaptación y contextualización local
Erik Fernandez
Carmen Céspedes
Rediseño y maquetación
Naranja un cuarto
Daniela Blanco
Ilustraciones
Jorge Dávalos
Impresión
Artes Gráficas Sagitario S.R.L.
Depósito legal
4-1-1585-09
2a EDICION- 10-97
3ª EDICION – 01-01
4ª EDICION – 05-09
La primera edición de este libro fue realizada con la financiación de la Comisión Europea, Dirección General 1 B.
Índice

Introducción.......................................................................... 5

1 Estado de la cuestión......................................................... 7
Punto de partida...................................................................... 6
Drogodependencias: un fenómeno multifactorial.................... 8
El Discurso social..................................................................... 8
2 Terminología relacionada con el uso de las drogas....... 11
Conceptos generales............................................................... 11
Droga, uso/abuso, tolerancia, dependencia, síndrome de abstinencia,
formas de consumo, salud, educación para la salud y policonsumo.
Conceptos relacionados con el tratamiento............................ 17
Motivación, desintoxicación, deshabituación, reinserción, grupos de
autoayuda, tratamiento de problemas relacionados, programas libres de
drogas, programas de objetivos intermedios o de reducción de daños y
recaída.
3 Prevención del consumo de drogas................................. 25
Qué entendemos por prevención............................................. 25
Modalidades de prevención..................................................... 26
Niveles de actuación preventiva.............................................. 27
Modelos de prevención en drogodependencias...................... 28
Modelo ético-jurídico, modelo médico-sanitario, modelo psicosocial.
modelo socio-cultural, modelo geo-político estructural.
Estrategias de prevención............................................... 31
Estrategia informativa, estrategia formativa, ofrecer alternativas.
4 Sustancias........................................................................... 35
Cannabinoides......................................................................... 35
Opiáceos................................................................................. 37
Alucinógenos........................................................................... 43
Psicofármacos......................................................................... 46
Drogas de síntesis.................................................................... 50
Inhalantes................................................................................ 53
Derivados de la coca............................................................... 54
Alcohol..................................................................................... 62
Tabaco..................................................................................... 66
5 Factores de riesgo ............................................................ 71
Características y precisiones.......................................... 71
Principales factores de riesgo......................................... 71
Vinculados con la sustancia, de carácter personal y vinculados con el
contexto.
6 Principales características de la intervención
preventiva en los ámbitos escolar, familiar y
asociativo........................................................................... 81
Ámbito escolar......................................................................... 81
Ámbito familiar......................................................................... 83
Ámbito asociativo.................................................................... 84
7 Pasos en la elaboración de proyectos en materia de
prevención.......................................................................... 87
Bibliografía............................................................................... 91
INTRODUCCIÓN

Los problemas determinados por los consumos de drogas, sobre todo en su


dimensión colectiva, sólo pueden ser enfrentados desde una respuesta solida-
ria del grupo social en el que nacen y al que afectan. La Fundación de Ayuda
contra la Drogadicción entiende que no puede ser de otra manera y, coheren-
temente con este convencimiento, está comprometida en el apoyo y la promo-
ción de estas formas de intervención.

Por otro lado, para la construcción de esa respuesta social solidaria, es funda-
mental la figura de los mediadores. Estas personas, próximas a los colectivos,
cumplen la doble función de servir de intermediarios para las actuaciones,
a la vez que recogen y transmiten la dimensión real de los problemas y ne-
cesidades, así como la eficacia de las intervenciones programadas para dar
respuesta.

No se trata de que estos mediadores se conviertan en profesionales de la pre-


vención de drogodependencias. Su ámbito de actuación debe seguir siendo el
que les es propio. El desafío estará en que puedan seguir realizando su labor
de animación y mediación social de forma más eficaz, al incluir también la
prevención y corrección de los problemas de consumo.

De ahí nuestro interés en ayudar a la capacitación de estos mediadores. Pri-


mero, en relación con las técnicas y metodologías que les son necesarias en 5
su actividad sectorial. Secundariamente, en todas aquellas capacidades que
pueden contribuir a que esa actividad sectorial sea progresivamente más útil
en la prevención de los problemas de drogas.

A este último objetivo se dirige el presente manual de informaciones genéri-


cas sobre drogodependencias: a ayudar a la adquisición de aquellos conoci-
mientos sobre drogas que, enriqueciendo el contexto de conocimientos del
mediador, posibiliten un mejor manejo de sus instrumentos de intervención
social.

Esperamos haber cumplido nuestro empeño.


Estado de la cuestión
PUNTO DE PARTIDA

Un cierto consumo de drogas acompaña a la especie humana desde sus orí-


genes y evoluciona con ella. Se encuentra en cada sociedad y condiciona y es
condicionado por sus costumbres. Los posibles efectos negativos, conocidos
por los grupos sociales, se intentan reducir adecuando el consumo a los pa-
trones culturales heredados.

Sin embargo, en las postrimerías del siglo XX no existen compartimentos


culturales estancos; los avances técnicos hacen posible la comunicación y el
intercambio socio-cultural a lo largo y ancho del planeta.

En este contexto, las drogas son extraídas de su entorno tradicional e inserta-


das en realidades sociales desconocedoras de sus efectos y de sus adecuadas
formas de consumo. Esta forma de manipulación viene a incrementar los ries-
gos propios de los consumos. A su vez, la aparición de sustancias hasta ahora
inexistentes o ignoradas, incrementa la gravedad de la situación.

Drogas sacadas de contexto, sustancias de nueva creación y patrones de con-


sumo disfuncionales, conforman una visión muy poco halagüeña en lo que a
consumo de drogas se refiere.

DROGODEPENDENCIAS: UN FENÓMENO
MULTIFACTORIAL

Cualquier comportamiento humano, incluída la drogodependencia, tiene su 7


origen en la interacción de una serie de elementos que influyen de manera
constante entre sí.

En el caso concreto de las adicciones, éstas resultan de la acción conjunta de


tres grupos de factores:

- Una sustancia, con determinadas propiedades farmacodinámicas.


- Las características personales del sujeto que las utiliza.
- La naturaleza del contexto sociocultural en el que ese consumo se pro-
duce.
El peso específico de los diferentes elementos, los respectivos parámetros que
los definen y sus constantes influencias variarán según los diversos momentos
históricos y culturales.

No existe ni un único motivo ni una manera exclusiva de volverse drogode-


pendiente. Siempre se da la interacción de diversos factores y sólo a partir de
la consideración de los tres vértices del mismo triángulo “sujeto, sustancia y
contexto”, se puede alcanzar una visión veraz de la realidad.

EL DISCURSO SOCIAL

Se entiende por discurso social la representación o percepción que los com-


ponentes de una sociedad hacen u obtienen respecto de un fenómeno de la
realidad.

Esa particular y concreta visión social de una parte del mundo exterior no
supone una descripción de la misma. El discurso social, el enfoque social que
se transmite a los miembros de una comunidad, actúa sobre el objeto que trata
de configurar, transformándolo e interaccionando con él. En suma, el propio
grupo social deforma la realidad y asume, mediante estereotipos, una visión
sesgada de la misma: aquélla que la sociedad en cuestión ha creado.

Los problemas o discusiones sociales que afecten a este aspecto del mundo
exterior toman como referencia obligada la información transmitida por el
discurso social dominante.

De ahí que se afirme la naturaleza variable del mismo en función de pará-


metros de tiempo y lugar. Dicho discurso se asienta atendiendo al momento
histórico y a las características concretas de la sociedad en la que se crea. No
8 obstante, se habla de una construcción global o genérica de esa realidad (en
este caso, de las drogodependencias, que es la que transmiten los medios de
comunicación social y la que se promociona mediante la publicidad.

A su vez, es un producto social porque “todos hemos construido, alimentado


alguna parte del discurso” (Funes, J. 1992).

Ante todo ello, es evidente que cualquier labor preventiva en materia de dro-
godependencias debe partir de estas consideraciones y plantearse como obje-
tivo primordial la superación de los estereotipos. El mediador debe elaborar
un alegato personal, individualizado, que se distancie del discurso dominante
y con ello, dirigir sus esfuerzos a modificar la percepción social hegemónica
hasta el momento. (Comas, o. 1990).
Componentes del discurso social
El sesgo que caracteriza cualquier enfoque social sobre las drogadependencias
ha sido impuesto a través de diversos elementos o mecanismos. A saber: in-
formación ofrecida por los medios de comunicación social, el código cultural
existente en la comunidad, y las actitudes de sus miembros frente al fenómeno
de la realidad objeto de la descripción social (las drogas y su problemática).

• La información y los medios de comunicación social.


Los medios de comunicación de masas se erigen como una referencia obli-
gada a la hora de conocer la visión limitada con la que cuentan los miem-
bros de una sociedad, para recibir información y/o emitir sus opiniones al
respecto.

El conjunto de datos que se ofrece (o que se impone) a los individuos para


abordar una realidad concreta constituye de por sí una función selectiva,
pues ésta es codificada y, por ende, simplificada, por los mass media que
los difunden.

Comienzan por divulgar tan sólo aquello susceptible de acaparar audien-


cia. Estamos ante sociedades de consumo que obedecen a criterios de mer-
cado. Tampoco hay que olvidar la existencia de determinados grupos de
presión que influirán en el contenido de esa información. En definitiva,
la selección del tema, los aspectos del mismo, la valoración de la noticia
(tiempo, lugar, orden de aparición, lenguaje, etc ... ). son variables que des-
virtúan la representación de la realidad. Así se transmite a los ciudadanos,
que la asumen como receptores de la misma, consolidando los estereotipos
creados.

En la actualidad los máximos representantes de estos medios de comunica-


ción, en la mayoría de los contextos, son la televisión y la prensa escrita. 9

Por su parte, la publicidad es el segundo canal de propagación de la ima-


gen parcial ofrecida por el discurso social dominante en materia de drogo-
dependencias. Los mensajes propagandísticos no pueden ser catalogados
como medios de comunicación, pero sí contribuyen a dispersar, mantener
o imponer la visión concreta que promueve el discurso social hegemónico.
Dada su finalidad última, centra sus esfuerzos en propiciar un aumento del
consumo; también del de drogas lícitas, plenamente aceptadas por la so-
ciedad a la que se dirige. Para ello, no encuentra inconveniente en apoyarse
o en promocionar cualquier tipo de estereotipos.
• Código cultural.
El código cultural vigente en una sociedad, el conjunto de valores que le
sirven de guía, interacciona con el discurso social. La información ofrecida
influye sobre el mismo, modificándolo. Por su parte, la percepción social
del fenómeno “drogas” se encuentra mediatizada por las consideraciones
culturales preexistentes, condicionando el contenido del discurso .

• Actitudes.
Son el resultado del discurso social dominante. La visión simplista y sesga-
da de la realidad por él ofrecida tiene, como efecto sobre los componentes
del grupo, la proliferación de tendencias concretas ante la cuestión tratada.
Así, el contenido de la información difundida por los medios de comu-
nicación social, conforme al código cultural vigente, ha provocado una
actitud de permisividad frente a las llamadas drogas legales y una reacción
de beligerancia ante las ilegales.

Estereotipos
Los estereotipos son modelos o fórmulas fijas de comportamiento, valoracio-
nes constantes sobre un objeto o conducta que es utilizado o aceptado por el
común de las personas, al margen de su verdadera correspondencia con la
realidad que refleja.

La esencia de todo estereotipo es la tendencia a simplificar un conocimiento


complejo. Este proceso reductor es el que caracteriza a la información ofre-
cida y consolidada desde el discurso social dominante, verdadero creador de
los mismos.

La vigencia del discurso social, la publicidad que de él se haga y la cultura


social que le sirve de apoyo, conforman un excelente caldo de cultivo para la
10 creación y perpetuación de estos estereotipos.

Por lo demás, como se acaba de decir, estos modelos condicionados de la rea-


lidad influyen sobre los individuos y sus actitudes ante las drogas; influencia,
a menudo negativa. con la que habrá de enfrentarse cualquier mediador que
pretenda realizar labores de prevención. No en vano, los estereotipos en el
ámbito de las drogodependencias constituyen uno de los elementos que más
afectan a las posibilidades de intervención y racionalización en la materia.
Terminología relacionada
con el uso de drogas
CONCEPTOS GENERALES

Droga
Dada la vaguedad e imprecisión del término y el elevado número de defi-
niciones existentes al respecto, resultaría de poca utilidad llevar acabo una
revisión exhaustiva de estas definiciones. Algunas de las más clarificadoras
son las siguientes:

- Para la O.M.S. droga es “toda sustancia que introducida en el organis-


mo puede modificar una o más funciones de éste, capaz de generar
dependencia caracterizada por la pulsión a tomar la sustancia de un
modo continuado o periódico, a fin de obtener sus efectos y, a veces,
de evitar el malestar de su falta”.
- Por su parte, (Funes, J. 1988) la define como “cualquiera de las múlti-
ples sustancias que el hombre ha usado, usa o inventará a lo largo de
los siglos, con capacidad para modificar las funciones del organismo
vivo que tienen que ver con su conducta, su juicio, su comportamiento,
su percepción o su estado de ánimo”.
- Para Comas, D., “droga pueden ser muchas sustancias, más sólo lo son
aquéllas que culturalmente se califican como tales” .

En adelante, se considerará droga toda sustancia que, introducida en el or-


ganismo, produce cambios en la percepción, las emociones, el juicio o el com-
portamiento; y es susceptible de generar en el usuario una necesidad de seguir
consumiéndola.
11
Aunque las características de cada sustancia son importantes a la hora de
comprender una adicción, lo es más la relación que el sujeto consumidor es-
tablece con ella.

Uso/Abuso
Ambos conceptos son muy generales y resultan difíciles de precisar; lo que en
determinados contextos es uso y está plenamente integrado en su cultura, en
otras sociedades se convierte en una auténtica amenaza para la población.
No obstante, en un intento de delimitación, se puede concebir el uso de dro-
gas como aquella forma de consumo no generadora de consecuencias nega-
tivas para el sujeto.

Es posible utilizar drogas sin que el sujeto se convierta necesariamente en de-


pendiente de las mismas o sin que se den problemas inmediatos, pero el uso
inicial de las sustancias puede dar lugar a situaciones conflictivas, surgiendo
entonces un problema de abuso capaz de comprometer la salud del individuo
o interferir con su funcionamiento normal.

Hay que tener en cuenta que, en la actualidad, el abuso de sustancias ya no se


identifica sólo con un patrón desmesurado en la administración de las mis-
mas; se reconocen otras muchas formas de uso indebido:

- Hay diversas drogas que, por su naturaleza, utilizarlas conlleva tantos


riesgos que, en la práctica, cualquier forma de uso es, en verdad, abu-
so.
- De igual manera, encontramos sustancias que, al margen de la fre-
cuencia con que se empleen y de que exista o no dependencia, pueden
acarrear importantes consecuencias: caso de sobredosis, de manejo de
vehículos bajo sus efectos, de consumo durante el embarazo, etc. Se
habla entonces de un consumo abusivo.

Así, en palabras de Grupo Interdisciplinar sobre Drogas (1995), “identifica


los problemas generados por el consumo de drogas exclusivamente con las
situaciones de fuerte dependencia, está imposibilitando la identificación e in-
tervención temprana en otras problemáticas gravemente perjudiciales a nivel
individual y social”.

Tolerancia
Es el proceso que permite al organismo admitir progresivamente una mayor
cantidad de droga.
12
Se caracteriza por una disminución general del efecto de la sustancia al ser
ésta administrada repetidas veces, de tal forma que el sujeto consumidor debe
elevar la dosis para conseguir la sensación deseada.

Existe la posibilidad de que determinada sustancia que genere tolerancia, la


induzca también para otra droga de similar familia farmacológica, sin que el
sujeto la hubiera consumido. Se trata del fenómeno conocido como toleran-
cia cruzada, y uno de los ejemplos más claros lo constituye la tolerancia a los
tranquilizantes que desarrollan los alcohólicos.
Dependencia
Se caracteriza por una adaptación psicológica, fisiológica y bioquímica, con-
secuencia de la exposición reiterada a la droga, haciéndose más necesaria su
utilización para evitar los fenómenos que ocurren con su retirada.

Se ha hablado de dependencia física y psicológica. La primera hace referen-


cia al estado de adaptación del organismo, caracterizado por la necesidad de
lograr determinados niveles de la sustancia, con el fin de poder mantener la
normalidad. Si no se produce esa administración de la droga sobreviene el
llamado síndrome de abstinencia.

En el caso de la dependencia psicológica, aparece un deseo imperioso de


utilizar repetidamente la sustancia. El sujeto tiene el convencimiento de que
necesita la droga, exista o no dependencia física, y se ve impulsado a su ad-
ministración.

No todas las drogas producen tolerancia ni condicionan los aspectos más fí-
sicos de la dependencia. En cambio, todas pueden llegar a provocar una de-
pendencia psicológica.

Síndrome de Abstinencia
Es el conjunto de síntomas psíquicos y físicos que aparecen al retirar o dismi-
nuir el consumo de una determinada droga, de la que se ha generado depen-
dencia.

Cada sustancia da lugar a un concreto S.A., con signos característicos y dife-


rente gravedad. La mayoría de los cuadros son un incentivo, a veces poderoso,
que lleva al consumidor a autoadministrarse de nuevo la sustancia para evitar
las molestias que su falta origina.

Mención especial merece el denominado Síndrome de Abstinencia Condi-


cionado, el cual se puede producir al relacionarse el contexto en el que se
suele administrar la droga con los efectos de la misma. Así, tras un proceso de 13
desintoxicación, el drogodependiente puede presentar un nuevo S.A., por el
simple hecho de incorporarse a dicho entorno.

Por ello, es conveniente en el trabajo terapéutico desactivar el poder evocador


de este estímulo.

Formas de Consumo
Con el fin de comprender y diferenciar las diversas relaciones que los usua-
rios de drogas establecen con éstas, se presenta la siguiente clasificación de-
sarrollada, a partir de las características que definen a los distintos tipos de
consumo:

• Consumos experimentales.
Corresponde a las situaciones de contacto inicial con una o varias sus-
tancias, de las cuales puede pasarse a un abandono de las mismas o a la
continuidad en los consumos.

En la práctica totalidad de las realidades culturales, la adolescencia es la


etapa en que con mayor frecuencia surgen este tipo de consumos, si bien
un alto porcentaje no reincide en el mismo.

Las motivaciones que los usuarios experimentales verbalizan, se pueden


resumir como sigue:

- Curiosidad.
- Presión del grupo de iguales.
- Atracción de lo prohibido y del riesgo.
- Búsqueda de placer y de lo desconocido.

Sirvan como indicadores de evaluación para definir este tipo de consu-


mos los siguientes: el individuo desconoce los efectos de la sustancia y su
consumo se realiza, generalmente, en el marco de un grupo que le invita a
probarla.

• Consumos ocasionales.
Corresponde al uso intermitente de la/las sustancia/s, sin ninguna perio-
dicidad fija y con largos intervalos de abstinencia.

Las motivaciones principales son:

- Facilitar la comunicación.
14 - Búsqueda de placer, relajación, etc.
- Transgredir normas.

Características generales que definen este tipo de consumo son: el sujeto


continúa utilizando la sustancia en grupo. Aunque es capaz de llevar a
cabo las mismas actividades sin necesidad de mediar droga alguna, ya
conoce la acción de la misma en su organismo y por este motivo la consu-
me.
• Consumos habituales.
Supone una utilización frecuente de la droga.

Esta práctica puede conducirle a las otras formas de consumo, dependien-


do de la sustancia que se trate, la asiduidad con que se emplee, las caracte-
rísticas de la persona, el entorno que le rodea, etc. Diversas motivaciones
expresadas para mantener la utilización de la droga son:

- Intensificar sensaciones de placer.


- Vivencia de pertenencia al grupo y necesidad de reconocimiento den-
tro de éste.
- Mitigar la soledad, el aburrimiento, la ansiedad, etc.
- Reafirmar su independencia o su aversión hacia la sociedad.
- Reducir el hambre, el frío, la debilidad o el cansancio.

Algunos indicadores que definen esta forma de consumo son: el sujeto


amplía las situaciones en las que recurre a las drogas. Éstas se usan tanto
en grupo como de manera individual; sus efectos son perfectamente co-
nocidos y buscados por el usuario. Puesto que no ha perdido el control
sobre su conducta, manifiesta poder abandonar el hábito en caso de pro-
ponérselo.

• Consumos compulsivos o drogodependencias.


El individuo necesita la sustancia y toda su vida gira en torno a ésta a
pesar de las complicaciones que ello le pueda ocasionar. Se enumeran a
continuación diversos indicadores de evaluación que definen esta forma
de consumo:

- Utilización de la sustancia en mayor cantidad o por un período de


tiempo más largo de lo que el sujeto consumidor pretendía.
- Toma de conciencia sobre la dificultad para controlar el uso de la dro-
ga.
- Empleo de gran parte del tiempo en actividades relacionadas con la 15
obtención de la sustancia y el consumo de la misma.
- Intoxicación frecuente o síntomas de abstinencia cuando el sujeto des-
empeña determinadas obligaciones.
- Reducción considerable o abandono de actividades sociales, laborales
o recreativas.
- Uso continuado de la sustancia a pesar de ser consciente de los proble-
mas que ello le está causando.
- Tolerancia frecuente.
- Con asiduidad se recurre a la sustancia para aliviar el malestar provo-
cado por su falta.

Salud
Tras equiparar durante largo tiempo el concepto de salud a ausencia de
enfermedad, la OMS ofreció la siguiente definición:

“estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente


la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Si bien hablar de completo bienestar resulta un tanto excesivo, esta concep-


tualización supone, al menos, dos ventajas:

- Se trata de una interpretación positiva, que resta importancia a la en-


femerdad para dársela a la salud.
- Considera a la persona como un ser biopsicosocial (aporta una visión
global del ser humano).

Por contrapartida, concibe la salud como algo estático cuando, en verdad, se


trata de un proceso dinámico que forma parte de un continuo: entre el estado
óptimo de salud y la muerte, existe una zona neutra por la que transita coti-
dianamente todo individuo.

Por ello, la OMS (1986) reformuló su anterior replanteamiento y consideró la


salud “no tanto como un estado abstracto, sino sobre todo como la capacidad
de desarrollar el propio potencial personal y responder de forma positiva a
los retos del ambiente... La salud se contempla, pues, como un recurso para la
vida cotidiana y no como un objetivo vital”.

Educación para la salud


Son muchas las definiciones ofrecidas al respecto, pero casi todas ellas per-
siguen un objetivo común: conseguir una adquisición de conocimientos y
16 actitudes que favorezcan un estilo de vida saludable, tanto para el propio indi-
viduo como para su entorno:

- Así, para la OMS, Educación para la Salud sería “cualquier combina-


ción de actividades de información y educación que lleve a una situa-
ción en que las personas deseen estar sanas, sepan cómo alcanzar la
salud, hagan lo que puedan individual y colectivamente para mantener
la salud y busquen ayuda cuando lo necesiten”.
- Por su parte, la Conferencia Nacional de Medicina Preventiva, EE.UU.
(1975), afirma que la Educación para la Salud debe ser: “un proceso
que informa, motiva y ayuda a la población a adoptar y mantener prác-
ticas y estilos de vida saludables, propugna los cambios ambientales
necesarios para facilitar estos objetivos, y dirige la formación profesio-
nal y la investigación hacia esos mismos objetivos”.

Policonsumo
Se define como el consumo de diferentes sustancias al mismo tiempo y se
trata de un hábito cada vez más generalizado. Los drogodependientes que rea-
lizan una demanda profesional, a menudo tienen la convicción de que sólo les
causa problemas la droga que ha sido dominante en su proceso de adicción, lo
que se convierte en una complicación más a la hora de pautar un tratamiento
y de prever futuras recaídas.

Las posibles combinaciones de sustancias son muy numerosas. Es frecuente,


por ejemplo, encontrar individuos que beben grandes cantidades de alcohol
a la vez que fuman cannabinoides y derivados de la hoja de coca. Heroína
y cocaína (“speed-ball”) es una mezcla muy usual, al igual que la ingesta de
fármacos con alcohol.

CONCEPTOS RELACIONADOS CON EL TRATAMIENTO

Motivación
Hace referencia a la voluntad del sujeto de abandonar el consumo de drogas
y el estilo de vida que la dependencia conlleva. La decisión del sujeto de ini-
ciar un tratamiento nunca es contundente; su motivación se caracteriza por
dos notas fundamentales: bajo nivel y carácter fluctuante. Estos rasgos no se
deben concebir como inherentes al sujeto drogodependiente, sino como una-
peculiaridad propia de su estado, susceptible de ser modificada.

Los factores básicos que influyen en la motivación del individuo para plan-
tearse el abandono del consumo son:

- La privación: falta de dinero o de disponibilidad de la sustancia. Nor- 17


malmente esto acarrea demandas urgentes de tratamiento y un com-
promiso muy débil para iniciarlo.
- Estimulación nociva: concepto muy amplio que incluye problemas le-
gales, orgánicos, laborales, expulsión del hogar, ...
- Existencia de incentivos: qué compensaciones va a tener el sujeto a
cambio de abandonar su dependencia. En este sentido, la familia, los
amigos, profesionales o cualquier figura cercana al drogodependiente
tienen un papel fundamental pues su actitud y posicionamiento influi-
rán en el grado de motivación y de compromiso del mismo.
Desintoxicación
Es el proceso por el que pasa una persona desde que deja de consumir las
drogas de las que depende hasta que se superan las manifestaciones orgánicas
propias del síndrome de abstinencia.

Su duración y gravedad varía en función del tipo de sustancia, la frecuencia,


dosis y vía de administración, el tiempo de consumo, existencia o no de pato-
logías asociadas, etc.

Las formas más frecuentes de llevarla a cabo son:

- En régimen hospitalario.
- En régimen ambulatorio o domiciliario.

Los criterios para derivar al paciente a una u otra alternativa son, en líneas
generales, los siguientes:

- Valoración de la dependencia: grado de severidad, años de consumo,


administración de una o varias sustancias, intentos previos de desin-
toxicación, etc.
- Existencia de patología orgánica grave, embarazo o antecedentes de
alteraciones psiquiátricas.
- Estimación del grado de apoyo y compromiso por parte de la familia,
así como la red de servicios sociales disponibles.
- Características psicológicas del paciente: grado de autocontrol, de mo-
tivación, etc.

Deshabituación
Fase posterior a la desintoxicación, de mayor duración, cuyo objetivo es ter-
minar con los hábitos de vida mantenidos a lo largo de la dependencia.

El individuo va incorporando nuevas capacidades y habilidades que le per-


18 miten, por una parte no consumir y, por otra, la reconstrucción de su vida
personal y social.

Al igual que la desintoxicación, puede realizarse desde distintos ámbitos:

- Centro ambulatorio: el paciente permanece en su medio habitual y


acude al centro con la asiduidad que los profesionales le pauten.
- Centro de día: dirigido a aquellos sujetos que precisan un tratamiento
intensivo de varias horas durante el día.
- Comunidad terapéutica: tratamiento en régimen de internado para
aquellos individuos cuyas características personales o sociales hacen
inviable un seguimiento ambulatorio.

Reinserción
Más que una tercera etapa contigua a la desintoxicación y la deshabituación,
supone un proceso que está presente desde el principio. Implica promover
una situación de estabilidad personal y social que facilite al sujeto desarrollar
aquellas dimensiones de su vida, que quedaron bloqueadas como consecuen-
cia del consumo de drogas.

Es decir, persigue posibilitar la participación e interacción del drogodepen-


diente en las siguientes áreas:

- Laboral: capacitarle para poder entrar en el mercado laboral con las


mismas posibilidades que cualquier otro individuo.
- Formativa: por ejemplo fomentar su participación en actividades de
tipo cultural.
- Tiempo libre: despertar el interés por otro tipo de alternativas capaces
de satisfacerle.
- Salud: inculcar hábitos de vida que preserven el bienestar y la integri-
dad de la persona.
- Social: potenciar el encuentro con los amigos desvinculados del consu-
mo de drogas.

Grupos de autoayuda
Se trata de asociaciones de personas afectadas por un problema común que
se unen para dar respuesta al mismo, intercambiar vivencias, apoyarse mu-
tuamente y diseñar, a partir de su experiencia, un estilo de vida menos pro-
blemático.

Su filosofía se basa en la igualdad, accesibilidad y participación de todos los


miembros que conforman el grupo. Las directrices básicas de acción son: 19

- Cómo mejorar la atención y el cuidado hacia el drogodependiente.


- Clasificar el rol de cada familiar con respecto al toxicómano.
- Cómo sobrellevar el problema y mejorar la calidad de vida de las per-
sonas que conviven con él.

Algunas de sus ventajas son las siguientes:


- Favorecen la modificación de actitudes.
- Apoyan la adopción de cambios hacia un estilo de vida más saludable.
- Fomentan la comunicación y la capacidad de participación. (Crefat -
1994).

A título de ejemplo se pueden citar:

- Grupos de padres de drogodependientes.


- Grupos de portadores de anticuerpos VIH.
- Asociación de alcohólicos anónimos.
- Asociación de alcohólicos rehabilitados.
- Narcóticos anónimos.

Tratamiento de problemas relacionados


Cada vez más resulta evidente que no es posible fijar la atención de forma
excluyente en las situaciones de dependencia. Siendo estas situaciones una
de las circunstancias de mayor gravedad de las que se pueden derivar de los
consumos, no son las únicas que merecen interés y precisan de intervenciones
correctoras.

Hay múltiples exigencias de carácter asistencial, que se refieren a problemas,


trastornos o complicaciones distintas de la dependencia. Estas intervencio-
nes terapéuticas (que pueden ser abordadas desde servicios más sectoriales
y menos globales que los necesarios para el tratamiento de la dependencia)
son fundamentales. no sólo para la corrección de los problemas relacionados
sino, también, para obtener influencia positiva en el proceso evolutivo de las
personas consumidoras.

Programas libres de drogas


Se trata de estrategias asistenciales cuya meta es mantener la abstinencia de
drogas en cada uno de sus pacientes.

No tiene por qué existir una relación de exclusión entre este tipo de progra-
mas y otras ofertas asistenciales: en verdad forman parte de una amplia gama
20 de posibilidades respecto al tratamiento en la que cada alternativa comple-
menta a las demás.

Programas de objetivos intermedios o de reducción de daños


A partir de las limitaciones de los programas libres de drogas como única vía
de tratamiento para todos los usuarios y para todos los momentos, han ido
cobrando fuerza aquellas estrategias orientadas a mejorar la calidad de vida y
las condiciones de salud del drogodependiente.
Suelen dirigirse a individuos que bien porque no quieren, bien porque sienten
que no pueden, no se plantean abandonar su dependencia. Los beneficiarios
esquemáticamente son:

- Aquellos sujetos cuyas características personales, médicas o sociales


hacen difícil que se beneficien con un programa libre de drogas. Es el
caso de drogodependientes con reiterados intentos y fracasos, aqué-
llos que conviven con otros consumidores y no tienen posibilidad de
cambiar de medio, los que presentan exigencias prioritarias de control
sanitario (enfermedades graves, embarazos ... ), los que viven una mar-
ginalidad extrema...

Así las cosas, con la intención de adecuar las estrategias asistenciales a las ne-
cesidades terapéuticas del drogodependiente, han surgido diferentes formas
de intervención, con muy diversos objetivos. En esta línea se encuentran los
programas de intercambio de jeringuillas y reparto de preservativos, los deno-
minados “centros de emergencia” en los que se ofrece una mínima asistencia
profesional a la vez que permiten utilizar ciertos servicios como lavandería,
duchas, etc. Un caso particular de programas de objetivos intermedios son los
llamados Programas de Mantenimiento con Metadona (PMM).

La metadona es un opiáceo sintético que se administra, bajo supervisión mé-


dica, a determinados sujetos adictos a los derivados del opio, especialmente
a la heroína.

• Ventajas de los PMM:

- Al administrarse una sustancia sintética se puede ejercer sobre ella un


riguroso control sanitario. No conlleva problemas por adulteración y
dis- minuye la probabilidad de sobredosis.
- Se administra por vía oral, evitándose por tanto las complicaciones del
procedimiento endovenoso.
- La vida media de la metadona (24 horas) es mucho más amplia que 21
la de la heroína (aproximadamente 5 horas) por lo que los sujetos en
tratamiento pasan mucho más tiempo sin necesidad de recurrir a la
sustancia. Ello facilita mantener una estructura laboral, familiar y so-
cial más normalizada.
- Permite el contacto con la red asistencial, con las consecuentes posibi-
lidades educativas, de seguimiento profesional, que esa relación brin-
da.
- Reduce problemas sociales como la delincuencia .
• Dificultades de los PMM:

- Se mantiene la dependencia, pues se trata de la sustitución de un opiá-


ceo por otro.
- La supresión del tratamiento provoca síndrome de abstinencia.
- En ocasiones, se desvía la metadona al mercado ilegal.
- Los pacientes pueden consumir otras drogas (generalmente cocaína)
apareciendo complicaciones.

Hay que recordar que los Programas de Mantenimiento con Metadona son
un recurso asistencial útil para una población concreta de adictos a opiáceos,
pero no son la panacea que resuelva los problemas de los heroinómanos ni
tendría sentido que se convirtieran en una estrategia única.

Recaída
Se entiende por recaída el retorno al consumo de drogas, y al consecuente
estilo de vida, después de un periodo de abstinencia y de cambio en la manera
de subsistir. .

Esta situación obedece a la interacción de factores biológicos, psicológicos


y sociales. La contribución específica de cada uno de estos elementos, en un
individuo concreto, dependerá de su historia de aprendizaje, su estado físico,
su situación psicológica y su entorno.

En verdad, las recaídas forman parte de la propia evolución del drogodepen-


diente en su intento por mantenerse abstinente. Éste es un proceso que pocas
veces se da de manera lineal, sino más bien de forma dinámica y en espiral; las
recaídas deben integrarse como un elemento más en dicha transformación.

Por otra parte, no se deben interpretar en términos absolutos pues pueden


presentarse de muy diversas maneras. Así, diversos autores consideran estas
manifestaciones como un continuo: en un extremo se situaría el desliz o con-
22 sumo puntual y en el otro la verdadera recaída. Los componentes afectivos,
cognitivos y conductuales estarían presentes desde el momento en que ocurre
dicho desliz, pero su frecuencia e intensidad son mucho más sutiles que en la
auténtica reincidencia.

Algunos indicadores que pueden anticipar una inminente recaída son:

- Situaciones de alto riesgo, que se convierten en excelente caldo de cul-


tivo; por ejemplo frecuentar puntos de venta y de consumo de la sus-
tancia de la que se dependía.
- Estados de ánimo negativos (tristeza, sensación de “vacío”, hastío,
etc.).
- Actitudes, pensamientos y sentimientos que propicien nuevos con-
sumos (recuerdo de la sustancia e idealización de sus efectos, recelos
hacia su tratamiento y recuperación, necesidad de gratificaciones in-
mediatas, etc.).
- Presencia de otros factores de riesgo como alteraciones psiquiátricas,
eventos vitales, pautas de supervisión familiar contraproducentes, etc.

Por ello, se hace imprescindible durante el proceso de deshabituación traba-


jar aspectos personales como la competencia ante la angustia, autocontrol,
posibles conflictos emocionales o personales, etc., con el fin de disminuir las
posibilidades de recaída al aparecer los indicadores antes citados.

Tanto para el paciente como para el profesional es útil considerar la recaída


como una experiencia de aprendizaje: reflexionar acerca de la situación de
riesgo que le ha llevado a abandonar la abstinencia, analizar las respuestas
que pudo haber utilizado frente a esa coyuntura, intentar mantener el control
sobre la sustancia ... Son medidas que pueden ayudar a los drogodependientes
a afrontar nuevos consumos o a poderlos anticipar.

23
Prevención del consumo
de drogas
Las respuestas planteadas ante la problemática del abuso de drogas están fre-
cuentemente más motivadas por el discurso social estereotipado que por una
interpretación objetiva y minuciosa del mismo. Es decir, las intervenciones
pueden responder más al intento de dar respuesta a una demanda social que
a solucionar los problemas individuales y colectivos que dicha utilización de
drogas acarrea.

Las peticiones de la población y muchas de las medidas adoptadas frente a las


mismas, están claramente marcadas por estos ingredientes:

- Temor ante una plaga incontrolable de nefastas consecuencias.


- Urgencia en intervenir de manera apremiante. La sociedad espera re-
sultados inmediatos y tangibles.
- Delegación o confianza en las medidas adoptadas por “otros” capaces
de aliviar tal situación.

Por ello, la atención se centró desde el primer momento en el drogodepen-


diente, en generar redes de asistencia y recursos para su tratamiento y reha-
bilitación. En cambio, el panorama ha sido más oscuro en lo referente a la
prevención: si bien existe unanimidad al considerarla una de las estrategias
más importantes en la lucha contra la droga, esto no se ha visto traducido en
una inversión de esfuerzos que se lleven a la práctica de manera rigurosa y
coherente.

QUÉ ENTENDEMOS POR PREVENCIÓN

El fenómeno del consumo de drogas ha variado en los últimos años: se incor-


poran nuevas sustancias, aumenta el consumo de sustancias legales, disminu-
ye la edad de inicio en su utilización y se llega a vivir problemas a edades más
25
tempranas.

Todo ello hace que se enfatice la prevención como una herramienta funda-
mental con la que evitar o retrasar el abuso de drogas. Sus objetivos más im-
portantes son:
EDUCAR a los individuos para que sean capaces de mantener relaciones res-
ponsables con las drogas.

RETRASAR la edad de inicio del consumo.

MODIFICAR aquellas condiciones del entorno socio-cultural que favorecen


el aprendizaje del comportamiento del uso de drogas.

INTERVENIR en las causas del malestar individual, bien modificando aque-


llo que lo produce, bien ayudando al sujeto a superarlo.

OFERTAR ALTERNATIVAS de vida saludable.

Para llevar a cabo con éxito cualquier programa de prevención conviene tener
en cuenta, entre otras, las siguientes consideraciones:

- El uso de drogas varía entre individuos, generaciones, subculturas y


sociedades. Existen diferencias en las propias sustancias, en las formas
de consumo, en las motivaciones y expectativas, etc.
- No se da una relación simple causa-efecto; ésta viene determinada por
el propio individuo (su esquema de valores, creencias, grado de madu-
rez.), su familia, grupo de iguales, escuela, cultura, religión, medios de
comunicación, etc.
- Todo comportamiento se produce en un contexto socio-cultural con-
creto dentro del cual cobra sentido. Así, el significado que una deter-
minada sociedad otorga a la utilización de drogas será más importante
a la hora de valorar el problema que el propio consumo de las mis-
mas.

MODALIDADES DE PREVENCIÓN

Según la forma en que se aborda el consumo de drogas en el programa pre-


ventivo, aunque no siempre es clara la separación, se pueden distinguir dos
modalidades de prevención: específica e inespecífica.
26
La modalidad INESPECÍFICA se centra en programas generales de la salud,
alternativas de ocio y tiempo libre, fomento de los servicios sociales, del aso-
ciacionismo, etc. Es decir, a través de diferentes propuestas, se intenta poten-
ciar actividades que son positivas en sí mismas y de las que se puede esperar
que ayuden a disminuir las conductas destructivas respecto del consumo de
drogas.
Por su parte, la modalidad ESPECÍFICA viene conformada por el conjunto
de estrategias que se enfocan de una manera directa y manifiesta a la cuestión
“drogas”.

Un importante número de especialistas defiende la primacía de la preven-


ción inespecífica alentados por la rentabilidad de ésta a largo plazo y por sus
escasos efectos contrapreventivos. Pese a ello, no faltan razones para incluir
actuaciones específicas dentro de determinados programas preventivos. Entre
estas razones se pueden destacar:

- El interés social que suscita el tema: hablar de drogas se convierte en


una demanda específica por parte de muchos colectivos (asociaciones
de padres, mediadores sociales, etc.). Reformular dicha demanda pue-
de dar pie al tratamiento de otras cuestiones más generales e inespecífi-
cas: educación de los hijos, comunicación entre éstos y los padres, etc.
- Del mismo modo, es conveniente la especificidad para disipar estereoti-
pos, información errónea o insuficiente. Ofrecer contenidos concretos
y razonados, ajustados al receptor, no tiene porqué resultar negativo.

NIVELES DE ACTUACIÓN PREVENTIVA

Se pueden distinguir tres niveles de prevención en función de la relación que


el sujeto consumidor establece con la sustancia, a saber:

-Primaria.
-Secundaria.
-Terciaria.

PRIMARIA. Son propuestas de actuación localizadas antes de que la perso-


na tenga contacto alguno con la droga.

Objetivo: protección de la salud con el fin de evitar o demorar la aparición


de un problema relacionado con el consumo de drogas.

Las estrategias utilizadas desde esta perspectiva se basan especialmente en


27
actividades de promoción general, sin prescindir en determinados casos de
una intervención específica en drogas.

SECUNDARIA. Estas actuaciones se dirigen a colectivos donde ya se ha


detectado alguna situación relacionada con el uso de drogas.

Objetivo: intentar que no se originen adicciones o consumos problemáticos,


por lo que la prevención específica resulta mucho más conveniente. Es impor-
tante diferenciar la población a la que el programa preventivo se dirige: podría
resultar contrapreventivo llevar a cabo una actuación de prevención secun-
daria con grupos que nunca contactaron con las drogas, e ineficaz dirigirnos
con actividades de nivel primario a aquellas personas que ya experimentaron
con las mismas.

TERCIARIA. Alude al tratamiento y a la rehabilitación de aquellos indivi-


duos en los que se ha instaurado un uso problemático de drogas.

Objetivo: mitigar las consecuencias adversas asociadas al consumo e impedir


un agravamiento del problema.

MODELOS DE PREVENCIÓN EN DROGODEPENDENCIAS

A la vez que ha variado la conceptualización del fenómeno de las drogode-


pendencias y los conocimientos que se tienen al respecto, se han ido configu-
rando diversos enfoques preventivos.

Antes de enumerarlos es pertinente aclarar que:

- Se presentan en orden de aparición cronológica, pero el nacimiento de


cada uno de ellos no supone la desaparición del anterior; más bien se
entremezclan sus elementos.
- La principal diferencia entre ellos es el grado de relevancia que otorgan a
cada uno de los elementos interactuantes “droga, sujeto, contexto” des-
prendiéndose por tanto medidas sociales, preventivas, legislativas,etc.,
de muy diversa índole en función del enfoque predominante.

Modelo ético-jurídico
Se sustenta:
En la consideración de que el abuso de sustancias ilegales es en sí mismo una
conducta delictiva causante de las drogodependencias, ante la que se deben
adoptar medidas punitivas.
28
Destaca:
La sustancia como agente corruptor; consecuentemente, el sujeto se identifica
como un ser delincuente e inmoral responsable de su adicción.

Persigue:
- Dificultar la disponibilidad de la sustancia.
- Divulgar las terribles consecuencias que su utilización genera, desta-
cando tanto los efectos nocivos de las drogas como las penas reglamen-
tadas por su cultivo, producción, distribución, venta, uso y posesión.
- Aislar al drogodependiente del resto de la sociedad.
- Convertir la amenaza y el castigo en estrategias fundamentales con las
que alcanzar sus objetivos.

Modelo médico-sanitario
Se sustenta:
En la idea de drogadicto como víctima de una enfermedad.

Destaca:
La droga como agente agresor, no ya corruptor, de la salud pública sin impor-
tar el estatus legal de la misma.

Persigue:
- Curar al drogodependiente. manteniéndolo aislado del resto de la so-
ciedad para evitar contagios y preservar así la salud pública.
- Informar acerca de los riesgos que conlleva el consumo de drogas
para el organismo. En esta línea, se sitúan la mayoría de las estrategias
preventivas realizadas hasta la fecha: charlas en los colegios. folletos
divulgativos repletos de advertencias y recomendaciones, mensajes te-
levisados, etc.
- Prevenir y curar como si de cualquier otra enfermedad infecciosa se
tratara.

Modelo psicosocial
Se sustenta:
En el reconocimiento de la complejidad de cada individuo y del peso que
tienen los factores psicológicos y ambientales sobre sus decisiones. La dro-
godependencia es una forma más de comportamiento humano que se debe
analizar según los principios que rigen toda conducta.

Destaca:
El ser humano con sus necesidades psicológicas y sociales, relegándose a un
segundo plano la sustancia que, por sí misma, no justificaría la génesis del
29
problema.

Persigue:
- Ofrecer alternativas positivas al consumo de drogas con el fin de redu-
cir la demanda de éstas.
- Tratar al drogodependiente como a una persona con dificultades de
adaptación, maduración o desarrollo.
- Dar cabida a los programas generales de prevención inespecífica y edu-
cación para la salud destinados a frenar tanto la magnitud de los pro-
blemas adictivos como la de cualquier otra conducta desadaptativa.
- Pulir los programas preventivos: desde este planteamiento, el recurso al
miedo o el castigo carecen de utilidad. La formación e información se
convierten en importantes estrategias encaminadas a favorecer la toma
de decisiones razonadas y saludables con respecto al uso de drogas.

Modelo socio-cultural
Se sustenta:
En el siguiente planteamiento: “una verdadera política preventiva no puede
hacer abstracción de la estructura socioeconómica dentro de la cual viven y
se desenvuelven los consumidores de drogas, ni dejar de considerar el aspecto
propiamente cultural del uso de ciertas drogas por parte de ciertos grupos. Las
desigualdades, la falta de oportunidades para grandes sectores de la población,
la marginación y el desempleo, la organización del trabajo y la ideología domi-
nante son concebidos como tantos factores causantes de la aparición masiva de
la farmacodependencia en algunas sociedades. El entorno cultural determina,
a su vez, los tipos de drogas y las formas de consumo”. (Massün, E., 1991).

Destaca:
La complejidad y la variabilidad del contexto más allá de los efectos de la
droga y del propio individuo.

Persigue:
- Mejorar las condiciones de vida y crear un ambiente en el que las ne-
cesidades que se cubren mediante el consumo de drogas se puedan
satisfacer a través de otras conductas menos perjudiciales.
- Implicar a la sociedad en su conjunto, sobre todo los sistemas educati-
vo y sanitario, para que disminuya la aceptabilidad social de las drogas
y varíen los valores que están manteniendo su utilización.

Modelo “geo-político estructural”


Atendiendo a las características específicas de Latinoamérica y ante las limi-
taciones de los modelos preventivos importados de los países más desarrolla-
30
dos, la Comisión Internacional contra el Uso Ilícito de Drogas (CONACUID)
propuso en 1985 el denominado “Modelo Geo-Político Estructural”.

Se sustenta:
En la conceptualización del consumo de drogas y el narcotráfico como un
fenómeno global consustancial a las circunstancias que crean y mantienen el
subdesarrollo y propician la dependencia de los países latinoamericanos.
Destaca:
El marco Geo-Político de América Latina, responsable de las peculiaridades
del problema de la droga en aquellas latitudes.

Persigue:
- Superar los enfoques clásicos que resultan ineficaces en las circunstan-
cias latinoamericanas.
- Educar y mejorar las condiciones de vida de los pequeños narcotrafi-
cantes que, más que delincuentes, son víctimas del analfabetismo y la
pobreza.
- Modificar los factores sociopolíticos, económicos y culturales que ori-
ginan y perpetúan el consumo de drogas.

Teniendo en cuenta los modelos expuestos e intentando rescatar lo positivo de


cada uno de ellos, se impone abordar el fenómeno de las drogodependencias
valorando las aportaciones de los diversos enfoques; al margen del discurso
social, se trata de una cuestión de oferta y demanda. Evitarla requiere interve-
nir desde los ámbitos legislativo, jurídico, educativo, sanitario, social, etc.

ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN

Las estrategias de actuación en el ámbito preventivo conforman un amplio


abanico de posibilidades. El modelo teórico imperante determinará en gran
medida el tipo de intervención que se realice. A continuación se plasman las
tácticas más reconocidas en la actualidad: informativa, formativa y la de gene-
ración de alternativas, no sin antes apuntar las siguientes exigencias:

- Evitar aquellas actuaciones que han resultado ineficaces o contrapro-


ducentes en el área preventiva, por ejemplo castigo, mensajes alarmis-
tas y dramáticos, etc.
- Huir de acciones puntuales y aisladas.
- Prescindir de actuaciones indiscriminadas: cualquier programa pre-
ventivo debe adaptarse a los valores, hábitos y relación con las drogas
de los individuos destinatarios de la intervención.
31
Estrategia informativa
En el transcurso del tiempo, se han ido detectando algunos errores en la uti-
lización indiscriminada de esta estrategia. En la actualidad tiene plena vigen-
cia, y se han marcado algunas pautas básicas para brindar una adecuada in-
formación, éstas son:

- Ofrecer datos objetivos y veraces dirigidos, en la medida de lo posible,


a grupos homogéneos y en el marco de un programa integral de pre-
vención.
- Huir de la falta de concreción, del lenguaje alarmista o de cualquier
otro sesgo que despierte curiosidad o desconfianza. Una afirmación
de Nowlis, H. al respecto, hecha hace ya más de veinte años, continúa
plenamente vigente en la actualidad: “las inexactitudes, las verdades a
medias, las exageraciones, las generalizaciones excesivas y el sensacio-
nalismo matan la credibilidad”. La información debe conformarse con
frases breves, precisas, evitando el tono moralizador o excesivamente
científico.
- La mera presentación repetida de información acerca de una situa-
ción poco común puede aumentar la curiosidad y conllevar un efecto
contrapreventivo. Para que determinada información influya en un
comportamiento, ésta debe englobarse en un proceso activo de apren-
dizaje.
- Los contenidos deben guardar coherencia con las condiciones de vida
específicas de la población a la que se dirigen.
- De igual modo, la información debiera ser acorde a los conocimientos,
experiencias y capacidad de asimilación por parte de los receptores.

Estrategia formativa
Si la educación sobre drogas parece ser la vía más eficaz para prevenir su abu-
so, la necesidad de formación de profesionales y mediadores se convierte en
una de las medidas preventivas más urgentes y necesarias. Se trata de una
forma de intervención que, lejos de medidas represivas o amenazadoras, se
centra en el ser humano, con la intención de lograr que éste, por decisión y
control propio, prescinda libremente del uso de drogas.

Metodológicamente requiere:

- Participación directa de aquéllos a quienes se dirige el programa.


- Hacer hincapié en las causas del consumo por encima de las conse-
cuencias negativas que de éste se derivan.
- Llevar a cabo una actuación continua a medio y largo plazo.
32
Este nivel de intervención se desarrollaría en instituciones y colectivos con
determinados criterios de homogeneidad -escuela, familia, ámbito laboral,
etc... , pero siempre inserto en el marco de la comunidad a la que pertenecen.
Ofrecer alternativas
Desde este nivel se enfatizan las causas de las drogodependencias. Si una per-
sona consumidora de drogas persiste en su comportamiento será porque éste
cumpla determinada función o satisfaga alguna necesidad. En la medida en
que se pueda eliminar dicha necesidad o colmarla con otros medios, cabe es-
perar que los individuos no recurran a la utilización de tales sustancias o que
su uso se vea reducido.

Las experiencias que se buscan con la droga, las carencias y las motivaciones
que llevan a consumirlas son muy variadas. Consecuentemente, las alternati-
vas sugeridas también deberán ser numerosas y diversas, abarcando el ámbito
de lo físico, sensorial, emocional, evolutivo, intelectual, social, etc.

Sea cual fuere el modelo y las estrategias preventivas preponderantes, lo cier-


to es que mientras la sociedad crea poder resolver la cuestión mediante la
eliminación de las drogas, seguirán sin atenderse los problemas básicos: si
el empleo de una droga satisface una necesidad real o imaginaria que no se
complace de ningún otro modo, habrá quienes recurran a ella de un modo
poco juicioso (Nowlis, H. 1975).

33
Sustancias
CANNABINOIDES

• Origen y variedades.
Los cannabinoides son compuestos derivados de la planta denominada
Cannabis sativa, que se cultiva en amplias extensiones de clima cálido y
seco como Oriente Medio y Lejano, gran parte de África, zonas centrales
del Norte y Sur de América, etc.

Farmacológicamente se clasifica como un alucinógeno menor. Los cons-


tituyentes químicos de la planta son muy complejos y variados; de entre
ellos, los más conocidos son los cannabinoides, en concreto el tetrahi-
drocannabinol (THC), responsable de casi todos los efectos característi-
cos de estas sustancias.

Para su consumo se suele presentar de tres formas: “marihuana o hier-


ba” preparada a partir de las hojas secas, flores y pequeños tallos de la
Cannabis sativa; “hashish o hash”, que se elabora prensando la resina de
la planta hembra, dando lugar a un bloque de color marrón. Su contenido
de THC (hasta un 20%) es superior al de la marihuana (del 5 al 10%), por
lo que su toxicidad es potencialmente mayor. Por último, existe un con-
centrado líquido conocido como “aceite de cannabis o aceite de hachis”
que se obtiene mezclando la resina con algún disolvente como acetona,
alcohol o gasolina, el cual se evapora en parte, dando lugar a una mixtura
viscosa cuyas proporciones de THC son muy elevadas (hasta un 85%).

• Reseña histórica.
Se ha cultivado durante siglos tanto por la fibra del cañamo como por sus
propiedades psicoactivas y su supuesta utilidad clínica.

La referencia más antigua procede de China y data del año 2737 a.c. Se
recomendaba su uso para afecciones tan diversas como reumatismo, ma-
laria, beri-beri, insomnio, transtornos oculares, menstruación, etc.

Su empleo también es milenario en la India donde se creía que agilizaba 35


la mente, favorecía la longevidad y potenciaba los deseos sexuales.
Al igual que otras muchas sustancias, su uso se relacionó largo tiempo
con las ceremonias religiosas y la meditación; las referencias al respecto
son numerosas en religiones como la védica, brahmánica o budista.

En Occidente, su empleo se fue restringiendo hasta quedar prácticamen-


te en manos de los brujos; a mediados del siglo pasado la utilización de
cannabinoides no era relevante, pues se ceñía a determinados grupos
de artistas (por ejemplo, “club des hachishiens”). Sin embargo, en los
años 60, con el auge del movimiento Hippy, su consumo se popularizó
por América y Europa convirtiéndose en la sustancia ilegal que goza de
mayor aceptación social. De hecho son frecuentes las campañas que soli-
citan su legalización y reivindican la liberalización de este producto .

• Vía de administración.
Puesto que el THC no es soluble en agua, las únicas formas de consumo
posibles para el hombre son la ingestión y la inhalación. Normalmente
se fuma mezclado con tabaco en cigarrillos hechos a mano. El humo del
cannabis alcanza altas temperaturas, por lo que sus usuarios insertan en
el cigarrillo grandes filtros con el fin de evitar quemaduras en la gargan-
ta.

Otra manera de fumar el cannabis es mediante pipas fabricadas a tal fin;


éstas se diseñan con cañas largas o pequeños depósitos de agua, cuyo
objetivo es enfriar el humo antes de inhalarlo.

La mayoría de usuarios de cannabis lo fuman, siendo poco común su


ingesta. Sin embargo, en algunas culturas propias de África o el Caribe,
perdura la vieja práctica de beber tisanas hechas con esta droga y agua.
Aunque su sabor es amargo, también se emplea como ingrediente en re-
postería y caramelos.

• Efectos.
Sus efectos, de rápida aparición. varían según las dosis, el tipo de canna-
bis, el estado de ánimo del individuo, sus expectativas, ... .

Inmediatos.
Inicialmente, dosis bajas pueden producir sensaciones placenteras de
36 calma y bienestar, aumento del apetito, euforia, locuacidad, taquicardia,
enrojecimiento de ojos, dificultades en los procesos mentales complejos
y alteraciones de la percepción temporal y sensorial. A ello le sigue una
segunda fase de depresión y somnolencia.
En dosis elevadas puede provocar confusión, letargo, percepción altera-
da de la realidad y, de manera más inusual, estados de pánico.

A largo plazo.
Destaca el denominado “síndrome amotivacional”, unido a una frecuen-
te disminución en la capacidad de concentración y de memorización.

La estructura química del cannabis es muy compleja y no se conocen aún


las secuelas producidas por todos sus componentes. Sí se puede afirmar
que el humo de esta planta es más perjudicial para el pulmón humano
que el del propio tabaco, y que puede causar alteraciones en los sistemas
reproductores -masculino y femenino- e inmunológico.

El THC atraviesa la barrera placentaria, por lo que su consumo supone


un riesgo para el feto, tanto durante el embarazo como en la lactancia.

Puede generar tolerancia y dependencia, con el consecuente síndrome


de abstinencia en caso de retirada brusca de la droga. Éste conlleva an-
siedad, insomnio, irritabilidad, depresión, anorexia, etc.

Está constatada la potencialidad del cannabis como elemento desencade-


nante de psicosis y cuadros delirante-alucinatorios en personas en riesgo.

Existen pocas posibilidades de sobredosis mortal por cannabis.

Por otra parte, hay otro elemento de riesgo a considerar en relación con
la utilización de esta sustancia: no todo usuario de cannabis experimen-
tará necesariamente con otras sustancias más peligrosas, pero sí existe
un riesgo situacional, derivado de la inclusión en un circuito comporta-
mental de consumos y de consumos ilícitos.

Además está el peligro de condicionar o limitar las posibilidades de vi-


vir libre y autónomamente el desarrollo personal en los adolescentes.

OPIÁCEOS

Se trata de un conjunto de sustancias con una serie de rasgos comunes:


37
- Son derivados de la adormidera, con una potente acción depresora y
analgésica sobre el sistema nervioso central.
- Tienen la capacidad de generar con prontitud tolerancia y dependen-
cia.
- Al suspender o disminuir su administración, se presenta un síndrome
de abstinencia de características muy definidas.

Opio
• Origen.
El opio es el producto natural de un tipo de amapola llamada Papaver
somniferum. Se da en zonas de Medio y Extremo Oriente y, más limita-
damente, en algunos territorios americanos.

Su extracción se realiza haciendo una incisión en la cápsula existente


bajo los pétalos de la planta. Estos cortes dejan escapar un alealoíde de
aspecto lechoso que coagula rápidamente y adquiere un tono marrón al
contacto con el aire.

Cada una de las cápsulas contiene bajas cantidades de opio, y se calcula


que se precisan unas tres mil plantas para obtener, a partir de ellas, kilo
y medio de esta droga.

• Via de administración.
De la forma descrita se obtiene el opio crudo que, tras pasar por un pro-
ceso de refinado y transformación, puede ser fumado, comido o bebido.

• Efectos.
Inmediatos.
El consumidor manifiesta cierto grado de estimulación con aumento de
la imaginación y la locuacidad. Se trata de sensaciones de corta duración
tras las cuales la respiración se hace más lenta, los procesos del pensa-
miento y la imaginación se vuelven confusos y el sujeto sucumbe en un
sueño profundo.

Consumo crónico.
El consumo crónico produce en el individuo un deterioro notable a to-
dos los niveles: ausencia de hambre, estreñimiento severo y disminución
de los fluídos corporales; disminución de la presión sanguínea y el im-
pulso sexual; percepcron constante de frío. Aislamiento, con menoscabo
de las relaciones interpersonales ....

38 A medida que aumenta la tolerancia, la dependencia se torna más con-


sistente provocando síntomas semejantes a los de los morfinómanos.

Morfina
• Reseña histórica.
El principal elemento activo del opio, la morfina, fue aislada al inicio del
siglo XIX por un farmacéutico alemán llamado F. Serturner. Esta sustan-
cia recibió su nombre en recuerdo al dios griego del sueño, Morfeo.
Resultó ser uno de los estupefacientes más activos que existen y un pro-
ducto con aplicación médica de gran utilidad.

Algunos eventos científicos y bélicos propiciaron que su uso se genera-


lizara: por una parte, el perfeccionamiento de la jeringuilla hipodérmica
en 1853 y, por otra, la contienda franco-prusiana (1870-1871) y la Gue-
rra Civil norteamericana (1861-1865). Las altas dosis administradas a los
soldados con una finalidad analgésica dieron lugar a la aparición de los
primeros morfinómanos.

Su popularidad alcanzó a todas las clases sociales de Europa y Norteamé-


rica, entre las que se extendió su consumo.

• Vía de administración.
La sustancia, que se presenta en forma de polvo, tabletas o líquido, se
introduce en el organismo por vía oral o inyectada, se difunde en la san-
gre y alcanza con prontitud el tejido nervioso con el que tiene especial
afinidad.

• Patrones de consumo.
Su utilización, hoy día, se limita casi de forma exclusiva al ámbito mé-
dico.

• Efectos.
Elimina el dolor, relaja al paciente y le proporciona una sensación de
bienestar. Es por ello que se utiliza en casos graves, traumatismos o cier-
tas enfermedades terminales (algunos tipos de cáncer o síndromes de
dolor intenso).

Algunos de los efectos secundarios más frecuentes son náuseas, vómitos,


estreñimiento, confusión, cambios en el estado de ánimo, etc.

Como resultado de un uso continuado, aparecen los fenómenos de to-


lerancia y dependencia; si al sujeto se le priva de su dosis regular de
morfina, a las pocas horas se presenta un síndrome de abstinencia carac- 39
terístico a todos los opiáceos. Hay que señalar que, en pautas de admi-
nistración terapéutica, cuando se indica para el tratamiento de dolores
severos, las posibilidades de creación de una dependencia disminuyen
drásticamente.
Codeína
Se trata de otro alcaloide que, al igual que la morfina, existe de forma natu-
ral en el opio.

Se encuentra en el mercado farmacéutico en forma de comprimidos o líqui-


do (jarabe o ampollas).

Sus efectos son similares a los de la morfina, pero mucho menos intensos;
clínicamente se utiliza para atenuar dolores moderados y como antitusíge-
no.

Resulta poco común como droga de abuso. El riesgo de que se instaure una
dependencia es pequeño; en caso de aparecer un síndrome de abstinencia
por retirada brusca de la codeína, sus síntomas son mucho más ligeros.

Heroína
• Reseña histórica.
Dado el elevado número de adictos a la morfina y las nefastas conse-
cuencias que esa droga acarreó a la sociedad del siglo XIX, se impuso la
necesidad de encontrar una nueva sustancia con igual potencial analgé-
sico que no generara dependencia.

Éste era el objetivo de prestigiosos laboratorios de la época, hasta que


uno de ellos, la compañía alemana Bayer, creyó dar con el producto an-
helado en 1874. Se había descubierto la heroína, nombre derivado de la
palabra germana heroish, que significa poderoso, heroico. Y no resulta
extraño que así la denominaran puesto que se trataba de un producto
que, con una dosis menor, producía mayores efectos, se pensaba que ser-
vía para tratar a los dependientes de la morfina y otras muchas enferme-
dades (por ejemplo, la tuberculosis) y, aparentemente, carecía de efectos
secundarios adversos. Enseguida se pudo advertir el error de concepto y
se hicieron evidentes sus riesgos y efectos negativos.

Este año supuso un hito en la historia de las drogodependencias: se entró


entonces en una nueva era de los opiáceos.

• Via de administración.
40 Durante mucho tiempo, la heroína se ha administrado por vía intrave-
nosa. La aparición del SIDA y su devastadora irrupción entre los heroi-
nómanos explica que la tendencia actual en los adictos noveles sea la de
fumar o aspirar el vapor del calentamiento de la sustancia.
Preparar la inyección de heroína se convirtió en todo un ritual: sobre una
cuchara o similar se coloca la droga en polvo, se mezcla con agua, con
unas gotas de zumo de limón y se pone encima de una fuente de calor
con el fin de facilitar su disolución.

Encima de la mixtura resultante, se coloca un trozo de algodón o el filtro


de un cigarrillo destinado a cribar las impurezas antes de ser introducida
en la jeringuilla. Con ello la inyección queda preparada.

Por otra parte, el proceso de fumar o inhalar la sustancia es más rápido y


sencillo: se coloca la heroína sobre un papel de estaño aplicándole fuego
por debajo e inhalando entonces los vapores que se desprenden.

Es muy usual encontrar drogodependientes que tomen la heroína mez-


clada con otras drogas, por ejemplo cocaína (“speedball”), para prolon-
gar e intensificar los efectos de ambos productos.

• Patrones de consumo.
Mientras que en los Países Asiáticos, Norteamérica, Europa y otros luga-
res la autoadministración de heroína ha alcanzado dimensiones epidé-
micas, se puede afirmar que Latinoamérica desconoce, en general, este
problema.

Durante muchos años se relacionó el consumo de heroína con los estra-


tos socioeconómicos más desfavorecidos; sin embargo, se han consta-
tado múltiples casos de adicción a este opiáceo entre individuos ajenos
a cualquier situación marginal. No ha sido posible definir un perfil de
heroinómano y, por tanto, carecería de rigor establecer conclusiones al
respecto.

• Efectos.
Inmediatos.
Durante un intervalo de 2-3 horas, tras una posible reacción inicial des-
agradable (vómitos, mareo ... ). el sujeto percibe:

- Intensa sensación de placer (“flash”).


- Sedación y cierta euforia.
- Alivio de cualquier malestar o tensión. 41

A nivel físico la heroína provoca:

- Sequedad de boca.
- Miosis (disminución del tamaño de la pupila).
- Depresión del sistema respiratorio.
- Estreñimiento.
- Disminución de la temperatura corporal.

A largo plazo.
Dependiendo de muchas variables tales como tiempo de consumo, vía
de administración, hábitos sanitarios, estilo de vida, etc; las consecuen-
cias pueden ser:

- Alteraciones de la nutrición (adelgazamiento extremo).


- Afecciones gastrointestinales (estreñimiento severo).
- Dolencias cardiovasculares.
- Trastornos psicológicos (apatía, depresión, ... ).
- Patologías ginecológicas (ausencia de menstruación, problemas ovu-
latorios, ... ).

Muchas de las complicaciones típicas que sufren los heroinómanos guar-


dan estrecha relación con infecciones facilitadas por la inyección y con la
falta de adecuados hábitos higiénicos, sanitarios, alimenticios, etc; con la
adulteración del opiáceo mediante productos tóxicos o perjudiciales (es
usual encontrar azúcar molida, talco, lactosa, colacao, ... ). Ello justifica
la gran incidencia en el paciente de llagas, abscesos, procesos infecciosos
como hepatitis, neumonías, SIDA, ....

- Desarrollo de tolerancia con gran rapidez: como ya se ha explicado, se


tiende a aumentar la cantidad de heroína autoadministrada para con-
seguir los mismos efectos, que previamente se lograban con porciones
menores, lo cual desencadena una manifiesta habituación y depen-
dencia. Transcurridas varias horas desde la última administración de
la sustancia, el adicto necesita una nueva dosis para evitar el síndrome
de abstinencia que provoca la falta de la misma.

Éste presenta diferentes fases; en el estadío inicial aparece lagrimeo, sudo-


ración, bostezos y rinorrea. El sujeto se encuentra inquieto y con un alto
grado de ansiedad, que se intensifica en la fase intermedia del síndrome. En
ese momento, el usuario sufre temblores, dolores musculares, irritabilidad,
42 piloerección, dilatación de las pupilas y agitación psicomotriz. A medida
que el cuadro de abstinencia progresa, sobreviene diarrea, naúseas, vómi-
tos, eyaculación espontánea, fuertes dolores y calambres en las extremida-
des, fiebres, .... Aproximadamente en una semana suelen desaparecer estos
síntomas, aunque permanece el recuerdo constante de la droga.
El síndrome descrito, si bien se percibe insufrible por muchos heroinó-
manos, no reviste gravedad y puede superarse sin riesgo para la salud.
Además de variables como la cantidad ingerida, frecuencia y vía de ad-
ministración, su intensidad depende en gran parte de la motivación y
expectativas del sujeto, del apoyo familiar y profesional con el que cuen-
te, etc.

Al hablar de efectos de la heroína, es importante destacar el hecho de


que éstos no son iguales al inicio del consumo y una vez generada la
dependencia: en el primer caso, el motivo para administrarse la droga
será la búsqueda de una intensa acción placentera y euforizante. En un
momento posterior, el sujeto se ve impulsado a su utilización para evitar
el estado aversivo que la ausencia de la sustancia provoca. Es decir, el
opiáceo se torna un poderoso refuerzo de su propio consumo. -El consu-
mo crónico de la heroína conlleva serios déficits en el ámbito social del
individuo: la desestructuración familiar, situación de desempleo, ruptura
de relaciones interpersonales, ausencia de recursos económicos, etc. Son
el inicio de una carrera que, con demasiada frecuencia, desemboca en
graves problemas judiciales.

ALUCINÓGENOS

Los alucinógenos o psicodislépticos son sustancias capaces de provocar en


el sujeto que las consume alteraciones de la percepción (ejemplo: delirios y
alucinaciones).

Algunos de ellos (psilocibina, mescalina), son de origen natural, mientras


que otros se elaboran de forma sintética en laboratorios clandestinos, como,
el LSD 25 y la feniciclidina (PCP)

Sus efectos, enumerados a continuación, varían mucho en función del áni-


mo del consumidor, sus expectativas, el medio que le rodea, etc., y pueden
ser absolutamente impredecibles.

• Reseña histórica.
Se trata de sustancias ya conocidas y empleadas en el pasado; al respec-
to, existen claros testimonios que evidencian su utilización por parte de
chamanes en Siberia o de algunas tribus indias de América Central. En 43
Guatemala se conservan piedras-hongo talladas en el siglo X a.c., y restos
similares se han encontrado en el Perú.
De todas ellas, nos detendremos, siquiera sea brevemente, en la mescalina y
el LSD por ser éstos los alucinógenos más conocidos y utilizados hoy día.
Mescalina
Es una sustancia psicoactiva procedente del cactus del peyote, originario de
las zonas desérticas de México.

Tradicionalmente, se consumía por vía oral, masticado o mediante una in-


fusión. En la actualidad, la mescalina se refina en forma de polvo que suele
ingerirse o de forma ocasional, inyectarse.

Su absorción es rápida; alcanza la máxima concentración en el cerebro entre


los treinta y los ciento veinte minutos siguientes y puede permanecer en el
organismo hasta una media de diez horas.

Los efectos suelen ser similares a los del LSD, descritos a continuación.

• Fuente.
Se trata de un producto sintético extraído del cornezuelo del centeno
(Claviceps purpúrea). Se fabrica de forma clandestina a partir de precur-
sores químicos y de una buena formación en conocimientos técnicos.

• Reseña histórica.
Los primeros experimentos se remontan a los años 40 y consistieron en
un intento de facilitar la terapia a determinados pacientes. Desde enton-
ces, con dosis bajísimas, se siguió utilizando para combatir algún tras-
torno como el alcoholismo crónico, anomalías sexuales, etc., hasta que se
comprobó que los efectos producidos eran imprevisibles y no se podían
controlar de manera adecuada.

El uso ilegal de esta droga se generalizó a partir de los años 60-70 aso-
ciado a la llamada “contracultura”: los seguidores de este movimiento,
prendados de las experiencias que habían vivido tras la ingesta de LSD,
lo difundieron entre los universitarios norteamericanos, grupos de mú-
sica pop, ambientes literarios, etc.

A partir de entonces, su utilización ha tenido muchos altibajos aunque


permaneciendo siempre en el mercado ilícito, con un claro resurgimien-
to
en la década actual (en Europa y Norteamérica).
44
• Presentación.
00000
• Efectos.
La dosis media eficaz oscila entre 50 y 75 microgramos. Sin embargo, la
manera en que se impregna esta sustancia en el papel secante que le sirve
de soporte, provoca importantes variaciones en dichas proporciones, de
consecuencias imprevisibles.

En función de la cantidad ingerida, las primeras manifestaciones se pre-


sentan al cabo de treinta o cuarenta minutos y se prolongan durante ocho
horas más para desvanecerse a partir de entonces, de forma paulatina.

Como ya se ha anticipado, los efectos de la sustancia no se pueden pre-


decir, pudiendo resultar muy gratos y divertidos o conllevar experiencias
francamente desagradables, (“mal viaje”). En éste último caso, el sujeto
suele experimentar una pérdida completa del control emocional, estados
de pánico, ideas de persecución, vértigos, desorientación, etc.

Inmediatos.
- Sensación de mayor agudeza sensorial (colores más brillantes, soni-
dos que eran imperceptibles se convierten en audibles, se “escuchan
los colores”, “se visualizan las notas musicales”, ... ).
- Dificultad de concentración, de control del pensamiento y disminu-
ción de la capacidad de recordar.
- Alteración de la noción temporal y espacial.
- Se reduce la coordinación muscular y la percepción del dolor.
- Fluctuaciones del humor.
- Presencia de alucinaciones: pueden ir desde la percepción de alguna
imagen que simplemente no existe, hasta la completa inmersión del
sujeto en un mundo irreal.
- Experiencias místicas, profundo sentimiento de alegría, de paz, de
sintonización y unión con los demás, etc.

A largo plazo.
No hay datos contundentes en cuanto a las secuelas de tipo físico pro-
ducidas por el consumo de LSD; sí existen, en cambio, en lo referente a
trastornos psicológicos como depresión, ansiedad, psicosis, etc.

Uno de los mayores peligros en relación con el consumo de LSD, consti-


tuye el llamado “flash-back “ o retorno de la vivencia tenida con la droga.
Ello puede ocurrir semanas después de la ingesta de la sustancia -sin me-
diar una nueva dosis- y conlleva riesgos considerables para la integridad 45
de la persona.

Otro riesgo asociado al consumo de LSD, guarda relación con las alu-
cinaciones que vive el sujeto. Se conocen casos de muerte en los que la
víctima, bajo los efectos de esta droga, saltó de un edificio argumentando
que “podía volar”, o se colocó en la vía férrea porque “debía detener el
tren”.

No se ha demostrado que los alucinógenos produzcan dependencia. La


tolerancia sin embargo se desarrolla con bastante rapidez, pero desapa-
rece tras varios días de abstinencia.

PSICOFÁRMACOS

Con este título genérico nos referimos a sustancias que afectan al sistema
nervioso central y que se producen en laboratorios farmacéuticos en canti-
dades industriales y con diversas presentaciones (barbitúricos, benzodiace-
pinas, anfetaminas) etc.

Su uso continuado puede producir dependencia.

Debido a la facilidad con la que se han prescrito desde el ámbito médico,


su consumo se ha popularizado y es bastante frecuente que se deriven al
mercado negro.

Su amplia aceptación social al margen de la utilización médica, se debe,


en buena medida, a las características de las sociedades actuales en las que
imperan valores como la competitividad, el individualismo, etc. Al respec-
to, Roth, E. (CIEC-SEAMOS, 1989) afirman:” la debilidad manifiesta del
ser humano ante un mundo cambiante, su propia conciencia acerca de sus
profundas limitaciones, la influencia de una cultura que imprime estilos de
vida huidizos, pusilánimes, conformistas y consumistas y el empeño insti-
tucionalizado de hacernos creer que la solución a nuestros problemas viene
necesariamente encapsulada, constituyen algunos de los factores precipitan-
tes y sustentantes más importantes del consumo de ansiolíticos, hipnóticos,
calmantes, tranquilizantes y barbitúricos”.

Barbitúricos
• Reseña histórica.
Desde que en 1863 Van Baeger sintetizó el ácido barbitúrico, se han in-
vestigado más de dos mil quinientos derivados de esa sustancia. Duran-
46 te mucho tiempo, barbitúricos y opiáceos fueron las únicas sustancias
disponibles para calmar la ansiedad o la agitación de algunos pacientes
psiquiátricos.

Esto hizo que su utilización clínica se generalizara y su abuso no tardó


en convertirse en un problema socio-sanitario en muchos países occi-
dentales.

En la actualidad, su utilización ha disminuido de forma considerable,


siendo las benzodiacepinas las que se erigen como la mejor alternativa .

• Efectos.
Todos los barbitúricos son depresores del sistema nervioso central; sin
embargo, existen distintas variedades (larga, media y corta duración)
que difieren de forma significativa en lo referente a sus efectos, vida me-
dia y toxicidad.

Se prescriben para tratar el insomnio nervioso severo, algunas formas de


epilepsia, ciertos cuadros convulsivos y determinados desórdenes psico-
lógicos.

Las dosis bajas provocan sensaciones de tranquilidad y ayudan a con-


ciliar el sueño. Cantidades más elevadas disminuyen los reflejos y pro-
vocan enlentecimiento respiratorio que puede llevar hasta el coma y la
muerte.

Tras un consumo prolongado aparecen trastornos físicos como anemias,


hepatitis, depresión, descoordinación motora y entorpecimiento del ha-
bla, etc.

El consumo continuado facilita la instauración de tolerancia y dependen-


cia, por lo que si se disminuye o suprime la dosis habitual sobreviene
un peligroso síndrome de abstinencia (convulsiones, confusión, riesgo
vital serio).

Benzodiacepinas
Constituyen el grupo de fármacos más útiles y de mayor aceptación para el trata-
miento de los estados de ansiedad. Dado que su margen de seguridad es mayor y
que presentan menos efectos secundarios, han reemplazado a los barbitúricos.
• Efectos.
Tienen una acción ansiolítica, mejoran el rendimiento del paciente e in-
ducen un estado de relajamiento muscular y somnolencia. En ocasiones
producen desinhibición, mostrándose el usuario locuaz, excitable o in- 47
cluso agresivo.

Dosis elevadas provocan náuseas, aturdimiento, confusión, disminución


de la coordinación psicomotriz, etc. Todos los efectos, al igual que con
los barbitúricos, se ven incrementados con el alcohol, hasta el punto que
la mezcla de ambos puede conducir a una sobredosis.

Las benzodiacepinas tienen la capacidad de desarrollar tolerancia y, tras


un uso prolongado, dependencia de las mismas. La retirada brusca de la
droga puede resultar peligrosa, pero su abandono no es problemático si
se realiza de forma gradual. Los signos que configuran un síndrome de
abstinencia a estos fármacos se exponen a continuación:

- Aumento de la ansiedad.
- Insomnio.
- Irritabilidad.
- Náuseas.
- Dolor de cabeza y tensión muscular.
- Temblor y palpitaciones.
- Disforia.
- En casos graves: convulsiones y “estatus epilépticus”.

Cuando un paciente que ha suspendido el tratamiento con benzodiace-


pinas manifiesta algunos de estos síntomas, se debe valorar si se trata
de un verdadero cuadro de abstinencia o consiste en una recaída en su
patología ansiosa.

Anfetaminas
• Reseña histórica.
Se trata de sustancias producidas de forma sintética en laboratorio. Esta
práctica surgió a finales del siglo pasado en Alemania, donde se sintetizó
por primera vez la llamada Bencedrina, muy popular en la década de los
30 para tratar problemas de asma.

Las anfetaminas pertenecen al grupo de las drogas psicotónicas o es-


timulantes, pues su principal acción, como se verá a continuación, es
potenciar la actividad del Sistema Nervioso Central.

Inicialmente fueron fármacos de frecuente prescripción médica: se utili-


zaron para el tratamiento de la narcolepsia, obesidad, mal de Parkinson,
asma, etc. La Segunda Guerra Mundial propició su administración a los
48 soldados de forma masiva, con el objetivo de combatir la fatiga y man-
tenerlos alertas.

En la actualidad, el empleo de estas sustancias desde el ámbito médico se


ha visto muy restringido. No obstante, su presencia en el mercado clan-
destino sigue siendo habitual.

• Presentación y vía de administración.


Las formas más corrientes de encontrar la sustancia son tabletas, cápsu-
las y en polvo. Pueden tener texturas y colores diferentes, y su pureza en
el mercado ilícito suele ser baja; las principales sustancias de corte son:
lactosa, manitol, cafeína, paracetamol, etc.

Las anfetaminas se absorben sin dificultad, tanto por el tracto digestivo


como por vía parenteral, por lo que se pueden administrar oralmente
(método más común), inyectada o también esnifada.

• Efectos.
Como ocurre con otras drogas, la acción de estas sustancias varía de ma-
nera considerable entre individuos, ambientes y circunstancias. Pese a
ello, se pueden citar como efectos más comunes los siguientes:

Inmediatos.
Sensación de euforia que se manifiesta con excitación nerviosa, insom-
nio, locuacidad, aumento del grado de confianza y de autosatisfacción,
agitación, en ocasiones agresividad, ausencia de apetito y de fatiga e hi-
peractividad. Una de las acciones propias de las anfetaminas es la capa-
cidad que tienen de incrementar el nivel de atención y concentración
en tareas concretas, y ésta es la razón, por la que su uso ha estado tan
difundido en el ámbito estudiantil.

A nivel físico, la persona puede manifestar sed, sudoración, taquicardia,


aumento de la tensión arterial, náuseas, malestar, dolor de cabeza, vér-
tigos ... A menudo se presentan muecas exageradas y anormales de la
mandíbula o movimientos estereotipados.

Las sobredosis aumentan la temperatura corporal, pueden causar inquie-


tud, alucinaciones, irritabilidad, convulsiones e incluso la muerte.

A largo plazo.
El uso de este fármaco da lugar a depresiones severas, alta tolerancia y
dependencia psicológica que provoca en el individuo un fuerte deseo de
la sustancia y una necesidad imperiosa de consumirla. La característica 49
más acusada es la aparición del cuadro denominado psicosis tóxica an-
fetamínica, que se caracteriza por hiperexcitabilidad, temblor, ‘síntomas
delirantes y alucinatorios, etc. Con frecuencia se confunde con la esqui-
zofrenia.
DROGAS DE SÍNTESIS
Bajo esta denominación se hace referencia a un amplio grupo de sustancias
psicoactivas con las siguientes características comunes:

- Se elaboran por síntesis química en laboratorios clandestinos.


- Algunas de ellas se fabrican a partir de productos farmacéuticos que
fueron relegados por falta de utilidad terapéutica (ejemplo: éxtasis);
otras imitan la estructura química de sustancias de origen botánico.
- Sus efectos sobre el cerebro humano se asemejan a los de otras drogas
más conocidas (estimulantes y alucinógenos débiles).
- Puesto que se trata de productos novedosos y muchos de ellos aún
no están recogidos en las listas de sustancias prohibidas elaboradas
por la Comunidad Internacional, los traficantes, con frecuencia, no se
exponen a ninguna sanción legal establecida.
- Tienen un potencial tóxico adicional por la descontrolada variedad
de productos (activos y adulterantes) que, de hecho, se encuentran en
el mercado ilegal bajo la etiqueta de nombres “comerciales” atractivos
(por ejemplo, lo que se vende como éxtasis lleva con frecuencia MDA,
LSD, MDEA, anfetaminas, adulterantes, ... ).

• Patrones de consumo.
Según el Plan Nacional de Drogas, la tendencia predominante en España es:

- La gran parte de los usuarios son jóvenes entre 18 y 24 años, pero


la distribución total de consumidores se dispersa en un intervalo de
edad muy amplio (de 14 a 50 años).
- Por cada mujer que ingiere esta sustancia, lo hacen dos varones.
- Su consumo ocupa el cuarto lugar en el amplio abanico de sustancias
disponibles, por detrás del tabaco, alcohol y cannabinoides, y por de-
lante de la cocaína.

La expansión del consumo de pastillas sobreviene en un momento de cri-


sis de otras drogas; su ingesta tiene un significado social: es un elemento
facilitador de la comunicación y la sociabilidad, por lo que el usuario
tiende a huir de lo individual para participar en un acto esencialmente
colectivo y grupal. Algunos especialistas vinculan esta práctica a deter-
50 minadas formas de ocio juvenil, como la ruta del bacalao en España o
las raves parties en Gran Bretaña. La ingesta se produce entre un grupo
de amigos, resaltando el componente de confianza y afinidad que ello
conlleva. Ésta aumenta en periódos de tiempo libre vacío, como celebra-
ciones, fines de semana, o vacaciones ...
Éxtasis
Existen distintos tipos de drogas de diseño, pero las grandes protagonistas
actuales son las de acción estimulante. Dentro de éstas, el llamado ÉXTASIS
o MDMA es la más representativa, por ser la de mayor demanda hasta la fe-
cha. Bajo ese nombre se encierran otras sustancias de composición química
similar y efectos secundarios más graves (MDA, MDE, ... ). La dificultad de
referirse a ellas por su denominación técnica ha propiciado la aparición de
diversos nombres coloquiales como es el caso del propio éxtasis, la pildora
del amor, eva, etc.

Todas son derivados anfetamínicos con una composición química que los
aproxima a la mescalina (un conocido alucinógeno), combinación que ex-
plica la singularidad de sus efectos.

• Reseña histórica.
El MDMA, tiene a sus espaldas un largo recorrido, en 1914 fue patentado
en Alemania por los laboratorios Merck como supresor del apetito, pero
nunca se llegó a comercializar. Quedó relegado hasta la década de los
50, época en que se rescató con fines experimentales: (interrogatorios,
psicoterapias).

Los primeros consumos ilegales se detectaron durante los años 60 y 70


en el oeste de EE.UU., lo que propició su prohibición en 1985 en aquel
país. Desde la década pasada irrumpe en Europa con una fuerza cada vez
mayor; sirvan de ejemplo las 4.325 pastillas, que las autoridades españo-
las decomisaron en 1989 frente a las 645.000 incautadas en 1995.

• Procedencia.
Hasta la fecha, los principales productores son europeos. No obstante,
tanto el material como los conocimientos necesarios para su elaboración
son muy elementales, lo cual facilita su producción casi en cualquier lu-
gar.

• Formas de consumo.
Como ya se ha adelantado, el éxtasis puede caracterizarse como una dro-
ga social. Su resurgir ha venido acompañado de un halo de inocuidad y
una clara asociación con los estilos de vida juveniles. Por contra, la ONU 51
ha manifestado su temor de que las drogas de síntesis se conviertan en
el siglo XXI en un importante problema de salud pública a escala mun-
dial.
• Vía de administración.
Normalmente se toman por vía oral en forma de tabletas, cápsulas o pol-
vos; las primeras son las de uso más extendido y se presentan en una
gran variedad de tamaños, formas y colores con el fin de hacerlas más
atractivas y comerciales.

• Efectos.
Teniendo en cuenta que casi nunca se sabe con precisión cuales son los
componentes de lo que se vende como éxtasis, y por tanto sus efectos
pueden variar de forma considerable, se pueden enumerar como conse-
cuencias más frecuentes del consumo de MDMA las siguientes:

De índole fisiológica:
Actúan sobre el corazón provocando taquicardia, arritmia, hipertensión
y aumento de la frecuencia cardiaca; sequedad de boca, sudoración, con-
tracción de la mandíbula, temblores, vértigo, deshidratación, hiperter-
mia, sobreestimulación (aumento del estado de alerta, insomnio, ...).

De índole psicológica:
Ansiedad, irritabilidad, sensación de euforia, locuacidad, vivencia de
energía física y emocional, mejora de la autoestima, emotividad desinhi-
bida y mayor facilidad para las relaciones sociales.

Hasta tal punto se trata de experiencias efímeras, que entre los estudian-
tes norteaméricanos de la década de los 80 era frecuente encontrar cami-
setas con el siguiente mensaje: “don’t get married for 6 weeks after X” -no
te cases hasta seis semanas después de haber tomado éxtasis-

Dosis elevadas pueden producir ansiedad, pánico, confusión, insomnio,


psicosis y fuertes alucinaciones visuales o auditivas. Cuando estas sensa-
ciones decaen sobreviene agotamiento, fatiga, inquietud y depresión que
pueden durar varios días.

No se han podido establecer con rigor las secuelas a largo plazo del con-
sumo de MDMA. No obstante, se pueden citar los siguientes efectos resi-
duales: confusión mental, agotamiento, fenómenos recurrentes (posible
flash-back, al que ya se ha hecho referencia), cambios bruscos del humor,
52 alteraciones hepáticas y cardiovasculares, etc.

Dado el alto número de personas que se supone han empleado éxtasis a


lo largo de las últimas décadas y la inexistencia de poblaciones que man-
tengan una utilización crónica, parece razonable inferir que el patrón de
consumo con el que se ingiere esta droga no favorece el establecimiento
de dependencia, aún cuando no esté exento, como ya se ha visto, de otros
riesgos debido a su toxicidad.

Su uso continuado podría favorecer el desarrollo de tolerancia, pero los


patrones de consumo compulsivos que se han constatado no permiten
hacer todavía afirmaciones categóricas al respecto.

INHALANTES

Bajo esta denominación se incluye un numeroso grupo de sustancias quí-


micas con diversas aplicaciones industriales o domésticas que, aunque han
tenido escasa incidencia como drogas de abuso en Europa, sí son de uso
generalizado en otros países y contextos tan dispares como México o Japón.
Entre ellos se encuentran algunos productos derivados del petróleo, lacas,
pinturas, quitamanchas, colas plásticas, extintores, gasolinas, etc.

• Patrones de consumo.
El abuso, tal y como lo conocemos en la actualidad, surgió en los años
50 en EE.UU., extendiéndose a partir de entonces por el resto del mun-
do. Suaparición correlaciona con la pobreza, el abandono y la margina-
lidad.

Se trata de sustancias de fácil adquisición y bajo costo económico, con lo


que son las clases sociales más desfavorecidas y marginales quienes más
las utilizan, en especial los niños y adolescentes que a ellas pertenecen.
“De aquí que al hablar de la causalidad debamos hacer alusión principal-
mente a aquellos factores de naturaleza socioeconómica que condicionan
primariamente la aparición de este problema”. (CIEC-SEAMOS, 1989).

Como indican Beneit, J.V. y otros (1990), la corta edad con que se inicia
el abuso, la rápida expansión de este hábito y la inmadurez intelectual
de sus consumidores, obligan a considerar el problema como potencial-
mente muy grave, tanto para el sujeto como para la sociedad en que éste
se desenvuelve.

• Vía de administración. 53
La vía de administración es por inhalación; lo más común es vertir el
producto en una bolsa de plástico y, ajustando el orificio en la boca y
nariz, aspirar los vapores que se desprenden.
• Efectos.
Inmediatos.
Con exaltación del humor, euforia y alegría, ocasionales alucinaciones y
trastornos de la conducta (agresividad, hiperactividad motora, ...). Pa-
sados estos efectos iniciales, aparece una depresión del Sistema Nervio-
so Central, somnolencia y confusión. Si la inhalación continúa, puede
alcanzar una intoxicación grave semejante a la embriaguez etílica, con
amodorramiento profundo e incluso pérdida de conciencia. A ello se
unen síntomas no buscados por el consumidor como naúseas, vómitos,
tos, lagrimeo, etc.

No existe consenso sobre la capacidad de los inhalantes para generar


dependencia física; en cambio, hay datos suficientes para afirmar que sí
causan dependencia psicológica y tolerancia: muchos inhaladores cróni-
cos presentan un alto grado de ansiedad ante la falta de la sustancia y un
fuerte deseo de inhalar, a la vez que tienen que aumentar la dosis para
conseguir los mismos efectos que, tiempo atrás, alcanzaban con cantida-
des inferiores.

A largo plazo.
Se produce palidez y fatiga permanente, una disminución de la memo-
ria y de la concentración, pérdida del equilibrio, depresión, irritabilidad,
conducta agresiva, anomalías hepáticas, afecciones renales, pulmonares
y cardiacas, neuropatías, etc.

Normalmente, el consumo de estas sustancias constituye un fenómeno


transitorio que se abandona en la edad adulta. No obstante, existen per-
sonas que hacen un uso prolongado de las mismas, lo cual entraña ries-
gos físicos y psicológicos de enorme gravedad.

DERIVADOS DE LA COCA

Antes de abordar el tema de los derivados de la coca conviene precisar:

- No existe ningún vínculo entre el tradicional uso de las hojas de la


coca por parte de los indios sudamericanos y los patrones de consu-
mo dominantes en el mundo contemporáneo.
54 - Hay una clara tendencia a denominar cocaína a cualquier variedad de
esta droga, generándose con ello gran confusión. Dado que se trata de
sustancias perfectamente diferenciables, se analizan a continuación
de manera independiente.
• Fuente.
Los derivados cocaínicos se obtienen a partir’ del arbusto de la coca del
que existen multitud de variedades. De entre ellas, las más conocidas
son: la boliviana o “huanaco “, propia de Bolivia, la colombiana o “no-
vagranatense” cultivada en Colombia, y la “trujillense” del Perú.

La planta, que puede ser productiva hasta treinta o cuarenta años, per-
mite recoger cuatro o cinco cosechas al año en condiciones favorables.
Salvo un pequeño porcentaje que se dedica al consumo interno o a la
exportación legal; la mayoría de la producción se destina a elaborar co-
caína y al narcotráfico.

• Reseña histórica.
Diversos hallazgos arqueológicos permiten afirmar que su uso es ances-
tral: ya existieron consumidores de hoja de coca en Ecuador y Perú hacia
el año 3000 a.c. Citando al colombiano (Pérez, A. 1987), “en toda región
Andina, desde el norte de Chile hasta la Sierra Nevada de Santa Marta, e
incluso en Panamá y Nicaragua, la coca jugó un papel importante en las
culturas nativas y se la involucró en los mitos, en las celebraciones y en
las prácticas mágicas; fue rodeada de tabúes y de prohibiciones estrictas,
y su uso fue limitado a ciertas capas sociales y a determinadas circuns-
tancias”.

Tras el descubrimiento de América, la coca no despertó gran interés en-


tre los conquistadores. Su actitud fue bastante ambigua al respecto: por
una parte, la Iglesia prohibió la masticación de las hojas de coca por
considerarlo un vicio pagano y despreciable, pero a la vez, se percataron
del beneficio que a ellos les reportaba permitir a los indios, trabajar bajo
los efectos de dicha sustancia. A partir de estas fechas abundan las refe-
rencias a los usos de la coca por parte de cronistas y viajeros que ensalza-
ban sus bondades estimulantes y medicinales. Sin embargo, no lograron
atraer lo suficiente a los españoles como para interesarles en su consumo
o en su explotación comercial.

Habrá que llegar al siglo XIX, etapa de grandes progresos científicos y


profundos cambios económicos y sociales, para que se aisle el principio
activo responsable de los efectos de la planta, un alcaloide que acordaron
llamar “cocaína”. 55

En los años siguientes, el interés por la sustancia fue cada vez mayor; en
una época en que la farmacología era una ciencia incipiente y las restric-
ciones legales eran pocas o nulas, pronto se comercializó a gran escala
convirtiéndose en ingrediente fundamental de productos como el vino
tónico de Angelo Mariani, innumerables medicinas caseras e, incluso,
se constituyó en un componente más de la popular Coca-Cola durante
diecisiete años.

Se convirtió en un remedio “infalible” y en una prescripción forzosa para


casi todo tipo de dolencias. Entre sus defensores había conocidos perso-
najes como Julio Verne, Thomas Edison, el Papa León XIII, Alejandro
Dumas, etc.

S. Freud, experimentó con ella y tras revisar la copiosa literatura existen-


te al respecto, la recomendó para multiples afecciones: tratamiento de la
depresión, trastornos digestivos, asma, deshabituación de morfinóma-
nos, excelente estimulante y afrodisiaco, etc.

Poco tiempo después comienzan a variar estas opiniones al irse manifes-


tando los graves efectos negativos del consumo de cocaína.

Su utilización fue generalizada como anestésico local en cirugía de ojos,


nariz, oídos y garganta hasta que se reemplazó por sustancias análogas
más seguras.

En 1914, se prohibieron en Norteamérica las bebidas y productos paten-


tados que contuvieran cocaína, quedando restringido su uso fundamen-
talmente al ámbito médico. La prohibición se extiende a otros países y el
patrón de consumo limitado perduró durante la primera mitad de este
siglo. A partir de entonces el consumo masivo de sustancias psicoactivas
ha ido en aumento hasta convertirse, hoy día, en un verdadero problema
de salud pública .

• Origen.
La producción de la cocaína es sencilla y los pasos a seguir están bien de-
finidos: básicamente se transforman las hojas de coca en pasta de cocaína
y después, ésta en clorhidrato. La elaboración de cocaína es posible con
el auxilio de unas sustancias químicas, llamadas precursores, entre las
que se encuentran el éter, ácido sulfúrico, gasolina, etc.

56 Según el proceso de elaboración y las sustancias empleadas se obtendrán


diferentes modalidades de derivados: pastas de coca o basuca, clorhidra-
to de cocaína, base libre y “crack”.

PASTA DE COCA
Tras macerar en agua las hojas de coca, éstas se tratan con determinados
productos (sobre todo solventes y ácido sulfúrico) obteniéndose de esta ma-
nera la “cocaína cruda”, también llamada pasta de coca, “pitillo” en Bolivia,
“baserolo “ en Ecuador, “basuca “ en Colombia y en España, etc.

No hay estadísticas fidedignas de la magnitud que ha alcanzado su utili-


zación, pero mientras que en Europa y Norteamérica el problema es prác-
ticamente inexistente, se puede afirmar con (Alvarado, M. 1986), que en
algunos países de América Latina “nunca un tipo de droga alcanzó grados
más alarmantes de consumo y porcentajes más altos en tan corto tiempo
que la basuca”.

• Patrones de consumo.
Las demandas en los centros de tratamiento y las intervenciones policia-
les permiten inferir que el fenómeno afecta:

- A todos los grupos de edad, desde niños y adolescentes hasta ancia-


nos, pero de forma especial entre los 18 y 30 años.
- Ambos sexos.
- Toda clase social.
- Cualquier barrio, de zonas rurales o urbanas.
- Todo tipo de profesiones.

Según Pérez A. (1987) un alto porcentaje comienza fumando (vía de ad-


ministración usual) la basuca sólo los fines de semana, pero pronto el
consumo se hace mucho más frecuente. Nadie suele limitarse a un único
cigarrillo: la mayoría toma entre cinco y doscientos en una misma sesión
(que se puede prolongar hasta dos días). La basuca se suele mezclar con
otras sustancias, generalmente marihuana (compuesto denominado de
forma coloquial “diablito” o “banano”) y casi siempre se alterna con alco-
hol. Este patrón de poliadicción se relaciona por una parte con la urgen-
cia de contrarrestar la angustia, el insomnio y las alteraciones físicas y,
por otra, con la necesidad de moderar síntomas de tensión, irritabilidad
e hiperactividad. (Programa La Casa, Universidad Los Andes, 1993).
• Efectos.
La absorción de la basuca -al igual que la de la base libre y el crackes muy
rápida y los efectos se suelen presentar tras la primera inhalación de ma-
nera inmediata. Éstos duran cuatro o cinco minutos y consisten en: 57

- Sensación de estimulación y bienestar efímero.


- Taquicardia, aumento de la presión arterial, sudoración.
- Anorexia o falta de apetito.
- Hipersexualidad.
- Manifestación de efectos adversos como ansiedad creciente, vómitos,
diarreas, insomnio, ardor de ojos, cambios súbitos del humor. Para-
dójicamente, la experiencia subjetiva que describen los usuarios de
forma casi unánime no es placentera sino de angustia, la cual se ve
disminuida al fumar de nuevo otro cigarrillo.

Tras un consumo considerable de pasta, el sujeto presenta un estado de


mutismo con disminución de la atención y dificultades de tipo psico-
motriz. Puede presentarse la conocida psicosis cocaínica, con síntomas
semejantes a los producidos por el clorhidrato de cocaína.

El uso ocasional de basuca suele tornarse con prontitud en consumo


problemático: un alto porcentaje de adictos manifiestan que iniciaron
un abuso diario de cantidades altas de pasta entre la segunda y la cuarta
experiencia con esta droga. Es decir, puede confirmarse que la tolerancia
se instaura rápidamente y que la adicción se presenta entre tres y seis
meses de uso, si no es con mayor celeridad.

La supresión de la sustancia acarrea un síndrome de abstinencia en el


que prevalecen los síntomas psicológicos sobre los orgánicos y caracte-
rizado por ansiedad, necesidad del producto, diarrea, palidez, crisis de
llanto, sudoración y taquicardia.

Si se trata de un consumo crónico, el sujeto aparece con un enorme des-


gaste físico (problemas bucodentales, desnutrición, dermatitis, alteracio-
nes hepáticas, encefalopatías, disminución del deseo y actividad sexual,
etc.) además de importantes consecuencias en los ámbitos psicológico y
social; algunas de ellas son:

- Reacciones paranoides (hipervigilancia, delirios de persecución,


etc.).
- Tendencia a la depresión, indiferencia sexual, melancolía, inseguri-
dad, baja autoestima y, con menos frecuencia, ideas de suicidio.
Fruto de lo anterior es el aumento de la criminalidad, el absentismo es-
colar y laboral, los problemas familiares, etc.

58 Salvo en casos muy extremos, la mayor parte de estos síntomas son re-
versibles si concurren una abstención total y un tratamiento adecuado.

Clorhidrato de cocaína
• Patrones de consumo.
Durante mucho tiempo la cocaína se popularizó entre las clases sociales
más acomodadas e influyentes. Sus efectos, la creencia de que se trata de
una droga “segura” y la aparente ausencia de riesgos al consumirla le han
valido sobrenombres como “la droga de los ejecutivos”, “el champán o
caviar de las drogas”, “el polvo de oro”, etc.

En la actualidad, su consumo es generalizado, alcanza todos los estratos


sociales y, en los países desarrollados, ha seguido una tendencia clara-
mente ascendente.

Se consume habitualmente por vía nasal (esnifada). aunque también se


absorbe por mucosas (frotando en las encías). Algunos consumidores se
la inyectan, sola o mezclada con otras drogas (heroína).

• Efectos.
Inmediatos.
Dosis moderadas de cocaína producen:

- Ausencia de fatiga, de sueño y de hambre.


- Exaltación del estado de ánimo.
- Mayor seguridad en sí mismo.
- Prepotencia: disminuyen las inhibiciones y el individuo suele perci-
birse como una persona sumamente competente y capaz.
- Aceleración del ritmo cardiaco y aumento de la presión arterial.
- Aumento de la temperatura corporal y la sudoración.
- Reacción general de euforia e intenso bienestar.
- Anestésico local.
- Cuando el uso es ocasional puede incrementar el deseo sexual y de-
morar la eyaculación, pero también puede dificultar la erección.

Con dosis altas, los efectos son:

- Insomnio, agitación.
- Ansiedad intensa y agresividad.
- Ilusiones y alucinaciones.
- Temblores y movimientos convulsivos.

La sensación de bienestar inicial suele ir seguida por una bajada 59


caracterizada por cansancio, apatía, irritabilidad y conducta impulsiva.

A largo plazo.
- Complicaciones psiquiátricas: irritabilidad, crisis de ansiedad, dismi-
nución de la memoria y de la capacidad de concentración. Mención
especial merece la llamada “psicosis cocaínica”; consiste en un brote
de ideas paranoides que llevan a la persona a un estado de confusión,
pudiendo producir verdaderas crisis de pánico, cuadros alucinatorios,
etc.
- Apatía sexual o impotencia.
- Trastornos nutricionales (bulimia y anorexia nerviosa).
- Alteraciones neurológicas (cefáleas o accidentes vasculares como el
infarto cerebral).
- Cardiopatías (arritmias).
- Problemas respiratorios (disnea o dificultad para respirar, perfora-
ción del tabique nasal, ... )
- Importantes secuelas sobre el feto durante el embarazo (aumento de
la mortalidad perinatal, aborto y alteraciones nerviosas en el recién
nacido).
- Los datos respecto a la dependencia física y la tolerancia de la cocaína
no son concluyentes. Sin embargo sí se puede afirmar con rotundidad
que el grado de dependencia psicológica es uno de los más elevados
entre las diferentes sustancias psicoactivas.

Base libre y “crack”


No se trata de sustancias nuevas, ni tampoco de cocaína sintética. Ambas
son dos formas base de la droga, químicamente iguales entre ellas, que difie-
ren fundamentalmente en el proceso de elaboración: la base libre se obtiene
desde el clorhidrato de cocaína añadiendo éter y calor elevado. En cambio,
si lo que se utiliza es bicarbonato sódico, amoniaco y agua con calor mode-
rado, el producto final será el “crack”.

La llamada base libre fue una forma de consumo iniciada en los años 70
y muy popular en EE.UU. a finales de esa década (“free base house “). Sin
embargo, las complicaciones de su utilización, la peligrosa elaboración del
producto “el éter es muy inflamable”, y su elevado precio hicieron que esta
práctica no se generalizara. Hacía 1980, su uso estaba restringido a determi-
nados sujetos que la elaboraban a nivel particular para su propio consumo.
Una pequeña variación en el proceso de producción dio lugar al surgimien-
to del “crack” o “rock”, de efectos similares y, en cambio, de uso mucho más
sencillo que la base libre.
60
La vía más normal de consumo es a través de la aspiración de los vapores de
la combustión o fumándolos .

• Alcance del problema.


Mientras que en Latinoamérica ha sido la basuca la más devastadora de
las sustancias derivadas de la hoja de coca, los países más desarrolla-
dos, sobre todo EE.UU., asisten a un crecimiento inusitado del abuso
del “crack”. Este problema no ha tenido la misma incidencia en Europa;
no obstante, algunos marcadores como los ingresos hospitalarios por su
consumo, los decomisos de esta sustancia, etc., apuntan un cierto creci-
miento.

Algunas de las razones que justifican esa propagación son:

- El precio del producto, mucho más asequible que el clorhidrato de


cocaína.
- La sencillez del proceso de obtención: en cualquier cocina doméstica
puede producirse.
- La transformación del clorhidrato de cocaína en “crack” por parte del
traficante, pues con ello multiplica sus beneficios.
- La intensidad de su acción y la súbita bajada de la misma, lo que incita
al consumo reiterado de nuevas dosis.
- La rápida aparición de dependencia que lleva a los adictos a la utiliza-
ción de la sustancia de manera compulsiva.

• Efectos.
Son semejantes a los del clorhidrato de cocaína pero mucho más poten-
tes y con más riesgos para el individuo.

Se inician con euforia, una exagerada sensación de bienestar y excitación


sexual. Pronto se disipan viéndose reemplazados por una fuerte depre-
sión, irritabilidad, angustia, insomnio y disminución del apetito.

Produce un claro aumento de la frecuencia cardiaca y la presión sanguí-


nea lo que explica el alto porcentaje de infarto de miocardio y hemorra-
gias cerebrales entre los usuarios (según datos del NIDA, las urgencias
por sobredosis de cocaína fumada aumentaron entre 1987 Y 1990 más
del 700%).
Las afecciones bronquiales y el fallo respiratorio son otras de las compli-
caciones de rápida aparición que resultan usualmente mortales.

La naturaleza de esta sustancia le otorga un enorme poder adictivo con 61


el consecuente síndrome de abstinencia en caso de retirada de la misma.
Tanto es así que desde el NIDA se le ha catalogado como “el sueño del
traficante y la pesadilla del adicto”.
ALCOHOL

• Fuente.
Al hablar de alcohol nos estamos refiriendo al etanol, de fórmula quími-
ca CH3 CH2 OH, que es el principal componente de las bebidas alcohó-
licas; éstas se obtienen por fermentación o destilación. Según se trate de
un procedimiento u otro, se conseguirán bebidas de diferente gradua-
ción; así por ejemplo, vinos, cervezas o champán surgen a partir de la
fermentación de frutas o granos, mientras que habrá que recurrir a la
destilación para lograr ginebra, whisky, ron, etc.

• Reseña histórica.
Las bebidas alcohólicas han sido conocidas y utilizadas por el hombre
desde tiempos inmemoriales. La llamada hidromiel -mezcla fermentada
de agua y miel- y la cerveza se han consumido de forma casi universal
hace miles de años. Valgan, pues, como reseñas históricas los siguientes
ejemplos:

Se conservan restos del año 2200 a.c. que evidencian cómo se recomen-
daba la cerveza a mujeres en estado de lactancia. El código del rey babi-
lonio Hamurabi amparaba a los bebedores de cerveza y vino de palma, y
hacía ejecutar a la tabernera que rebajara la calidad de la bebida.

Los griegos rendían culto a Dioniso y ofrecían bebidas alcohólicas a sus


dioses y a los soldados antes de que estos entraran en combate. También
ellos las utilizaban para facilitar sus relaciones: constituían el eje de los
denominados symposia (banquetes celebrados con fines recreativos en
los que intercambiaban ideas filosóficas, políticas, etc. mientras ingerían
vino, cerveza e hidromiel).

Los romanos apreciaron enormemente el vino y contribuyeron a la difu-


sión de la vid por toda Europa, así como a afianzar la reglamentación de
la viticultura. Las referencias bíblicas al vino son muy numerosas. “Pare-
ce imposible cumplir la Ley siendo abstemio, pues en todas las ocasiones
de señalada importancia social (circuncisión, fiestas, matrimonios, ban-
quetes por el alma de los difuntos, ... ) es correcto apurar al menos un
vaso” (Escohotado, A., 1994).
62
También América conoce fermentaciones alcohólicas de escasa gradua-
ción desde tiempos remotos: el pulque y la chicha gozaron de amplia
aceptación entre los pueblos aborígenes, quienes les atribuían un signifi-
cado religioso, curativo y/o mágico.
Por su parte, parece ser que fueron los árabes quienes descubrieron la
destilación y de cuya mano se introdujo este proceso en el continente
europeo.

El consumo de bebidas alcohólicas se asoció durante la Edad Media con


salud y bienestar. De hecho, el alcohol adoptó ese nombre a finales del
siglo XVI pues hasta entonces se le conocía con el elocuente apelativo de
aqua vitae.

Será a partir de la Revolución Industrial del siglo XIX cuando el consu-


mo de esta sustancia alcance niveles hasta entonces desconocidos y que
se verán notablemente incrementados desde la segunda mitad de esta
centuria.

• Patrones de consumo.
El alcoholismo es la primera toxicomanía en muchos países del mundo.
Afecta a un gran número de individuos, en general adultos, pero también
y cada vez más los adolescentes van viéndose afectados, no solo por pro-
cesos de alcoholización sino también por problemas relacionados con
los consumos de alcohol, aunque no medie la dependencia (accidentes,
problemas familiares, escolares, intoxicaciones graves ... ). Es la droga
más consumida en todos los tramos de edad, en los dos sexos y en casi
todos los grupos sociales.

Con respecto a los más jóvenes, esta sustancia se consume muy por de-
lante de otras drogas ilegales. Ante lo que ellos consideran un uso espo-
rádico del mismo, puede afianzarse una alcoholización precoz, dado que
las dependencias alcohólicas más graves se inician a esas edades.

• Efectos.
El marcado carácter social que presenta esta droga y la gran aceptación
de la que goza permite que se cataloguen como normales patrones de
consumo que, en verdad, son claramente desmesurados. Éstos generan
una serie de efectos adversos de muy diversa índole que pueden clasifi-
carse como sigue:

Orgánicos 63
Transcurridos pocos minutos tras la ingesta del alcohol, éste pasa al to-
rrente sanguíneo donde puede llegar a mantenerse durante varias horas y
desde el cual ejerce su acción sobre los diversos órganos del cuerpo.
El etanol afecta a todo el organismo, sin embargo uno de los órganos más
perjudicado es el hígado; éste cumple con la misión de transformar el
alcohol en otras sustancias que no resulten peligrosas para el sujeto, pero
tiene una capacidad limitada: puede metabalizar entre 20 y 30 gramos de
alcohol por hora y mientras tanto la bebida circula por la sangre dañan-
do al resto de órganos por los que pasa.

En contra de lo pueda creerse, el alcohol no es un estimulante del Siste-


ma Nervioso Central sino un depresor del mismo, pues a la sensación
inicial de euforia y desinhibición, le sigue un estado de somnolencia con
visión borrosa, incoordinación muscular, aumento del tiempo de res-
puesta, disminución de la capacidad de atender y comprender, fatiga
muscular, etc.

El consumo excesivo de alcohol produce acidez de estómago, vómi-


tos, diarrea, descenso de la temperatura corporal, sed, dolor de cabeza,
deshidratación ... Si las dosis ingeridas han sido muy elevadas -caso de
intoxicación etílica aguda sobre el que nos detendremos a continua-
ción- pueden inducir depresión respiratoria, coma (coma etílico) y oca-
sionalmente la muerte.

El consumo crónico conlleva alteraciones de diversa naturaleza:

- Cerebro: degeneración y atrofia.


- Sangre: anemia, disminución de las defensas, etc.
- Corazón: alteraciones cardiacas (miocarditis).
- Hígado: el alcoholismo es una de las principales causas de hepatopatía
que suele manifestarse en forma de hepatitis o cirrosis.
- Estómago: gastritis, úlceras, etc.
- Páncreas: inflamación y degeneración.
- Intestino: trastornos en la absorción de vitaminas, hidratos y grasas
que provocan cuadros carenciales.
- El consumo habitual por parte de la mujer embarazada puede dar lu-
gar al llamado síndrome alcohólico-fetal caracterizado por malfor-
maciones, bajo coeficiente intelectual, etc.
- Se trata de una droga capaz de originar tolerancia y dependencia, tan-
to física como psicológica.
64
La retirada del alcohol en el paciente consumidor suele desencadenar
un aparatoso síndrome de abstinencia que requiere atención médica de
urgencia. Los síntomas son los siguientes: entre las doce y dieciseis horas
consecutivas a la privación de la bebida aparece inquietud, nerviosis-
mo y gran ansiedad. Varias horas después, pueden presentarse calam-
bres musculares, temblores, náuseas, vómitos y una gran irritabilidad.
A partir del segundo día de abstinencia surge el denominado “delirium
tremens” caracterizado por una clara confusión mental, aparición de de-
lirios y alucinaciones, fuertes temblores, etc.

Muchos alcohólicos presentan la denominada tolerancia negativa: es su-


ficiente una pequeña cantidad de etanol para que queden completamente
ebrios.

Psicológicos
El alcohol afecta a los centros superiores del cerebro o, lo que es igual, a
los sentimientos, reflexión, memoria, atención y control social.

Como ya se ha dicho, es un depresor del Sistema Nervioso Central; ac-


túa bloqueando el funcionamiento del sistema cerebral responsable de
controlar las inhibiciones. Al verse éstas disminuidas el sujeto se siente
eufórico, alegre, con una falsa seguridad de sí mismo que le puede con-
ducir en ocasiones a la adopción de conductas temerarias.

La ingesta excesiva produce falta de coordinación, lentitud en los refle-


jos, vértigo e incluso visión doble y pérdida del equilibrio.

La irritabilidad, el insomnio, los delirios de celos o de persecución son


algunas de las alteraciones que, con frecuencia sufren los consumidores
crónicos de esta droga. En los casos más graves, se produce una encefa-
lopatía con deterioro psicoorgánico (demanda alcohólica).

Sociales
En el núcleo familiar, el alto grado de alcoholismo produce la pérdida
de responsabilidad, desestructuración, aparición de crisis, malos tratos,
etc.

La inestabilidad, el absentismo laboral y el aumento de accidentes cons-


tituyen una muestra de los múltiples contratiempos que vive el paciente
alcohólico en el ámbito profesional.

En el plano social, el abuso del alcohol se asocia a conductas delictivas, 65


alteraciones del orden y suicidios.

Los accidentes de tráfico merecen alusión especial; un altísimo porcenta-


je de los mismos guarda relación directa con el consumo de alcohol. De
esta manera se producen más muertos/día que con cualquier otra droga;
entre los jóvenes, en concreto, es la primera causa de mortandad.

*Intoxicación etílica aguda.


Tras beber grandes cantidades de alcohol, éste llega en poco tiempo al
cerebro y provoca los síntomas de la embriaguez en sus diversos esta-
dios.

Las manifestaciones más importantes son los cambios conductuales de-


sadaptativos como la desinhibición de impulsos sexuales o agresividad,
habilidad emocional, deterioro de la capacidad de juicio y de la actividad
social o laboral, lenguaje farfullante, descoordinación, marcha inestable,
rubor facial, cambio del estado de ánimo, irritabilidad, locuacidad y dis-
minución de la capacidad de atención. La conducta habitual del sujeto
puede acentuarse o alterarse. A veces se asocia una amnesia de los acon-
tecimientos durante la intoxicación.

Factores como la existencia de tolerancia, el tipo y la cantidad de bebida


ingerida, la rapidez del consumo, toma simultánea o no de alimentos,
circunstancias ambientales, personalidad, consumo de algún medica-
mento... influirán de forma notable en las características de la embria-
guez.

Los casos más graves de intoxicación determinan pérdida de conciencia,


coma e, incluso, muerte por depresión cardiorespiratoría.

TABACO

• Fuente.
El tabaco es una planta del género nicotiana del que existen más de cin-
cuenta especies diferentes; dentro de éstas es la Nicotina tabacum la que
suscita mayor interés.

Su cultivo es originario del Nuevo Mundo.

• Reseña histórica.
66 El tabaco era conocido y utilizado en amplias zonas del continente ame-
ricano antes de la llegada de los españoles. “Bebida, comida o fumada,
esta planta interviene en ceremonias religiosas, ritos de pasaje y uso co-
tidiano desde la cuenca del Mississipi hasta la Patagonia, y cuando falta
el tabaco muchos aborígenes dicen que la tribu es pobre” (Escohotado,
A. 1994).

La llegada de Colón a América supone el primer contacto de los españo-


les con esta preciada planta. A partir de entonces, pronto se extenderá su
uso por Europa, impulsado, sobre todo, por el gran valor terapéutico que
se le atribuía. Tal fue la aceptación y velocidad con que se difundió que
la Corona Española optó por someter el comercio a un régimen de mo-
nopolio estatal. Rápidamente, ingleses y españoles invadieron el mundo
con una sustancia hasta entonces desconocida lo que provocó una fuerte
represión por parte de múltiples autoridades. Como anécdota al respec-
to, se sabe que en el siglo XVII el Zar M. Fedorovich ordenó martirizar
a cualquier fumador hasta que confesara quien le proporcionó el tabaco,
para cortar después la nariz a ambos. En la misma linea el sultán Murad
IV “gustaba de sorprender a los hombres fumando, incluso en el campo
de batalla, y castigarlos con decapitación, desmembramiento o mutila-
ción de pies y manos”. El Papa Urbano VIII excomulgaba al que “se per-
mitiera abuso tan repugnante en lugares próximos a las Diócesis y sus
anexos” (Escohotado, A. 1994).

Al partir del siglo XVIII, las prohibiciones cesan y el uso del tabaco crece
de forma gradual. A lo largo del siglo pasado, el cigarrillo se aceptaba
socialmente y con la revolución industrial, que facilitó la fabricación de
cigarros manufacturados a gran escala, se difunde y arraiga este hábito.

Como es sabido, son muchas las razones que han contribuido a su ex-
pansión: los grandes intereses económicos de los países productores y
empresas multinacionales, las propias características de las sustancias, el
tremendo despliegue publicitario que acompaña su difusión, etc.

• Constituyentes del tabaco.


En la combustión del tabaco se producen miles de sustancias (gases, va-
pores orgánicos y compuestos suspendidos en forma de partículas) que
son transportadas por el humo hacia los pulmones.Éstas actúan prin-
cipalmente sobre el aparato respiratorio, aunque algunas de ellas se ab-
sorben y pasan a la sangre desde donde influyen sobre otros tejidos u
órganos del cuerpo.

Tales sustancias se pueden agrupar como sigue: 67

Nicotina:
Es el alcaloide responsable de la mayor parte de los efectos del tabaco so-
bre el organismo y el que da lugar a la dependencia física. La vida media
de la nicotina en la sangre es menor de 2 horas, y según se reduce su con-
centración aparecen los síntomas que alertan al fumador despertando en
él el deseo de un nuevo cigarrillo.

Los irritantes:
El humo del tabaco contiene muchas sustancias irritantes como acro-
leína, fenoles, peróxido de nitrógeno, ácido cianhídrico, amoníaco, etc.,
que son responsables de la constricción bronquial, de la estimulación de
las glándulas secretoras de la mucosa, y de la tos típica del fumador, en
definitiva de la alteración de los mecanismos de defensa del pulmón.

Alquitranes y otros agentes cancerígenos:


Se incluyen en este grupo toda una serie de hidrocarburos que tienen
acción cancerígena; de ellos, el más estudiado por su relación directa con
la degeneración celular es el alfabenzopireno.

Monóxido de carbono:
Se trata de un gas incoloro de elevado poder tóxico que se encuentra en
una concentración elevada en el humo del tabaco. Tiene una gran afini-
dad para combinarse con la hemoglobina, disminuyendo la capacidad de
la sangre para transportar oxígeno.

• Efectos.
Fumar un cigarrillo da lugar a una elevación del ritmo cardiaco, la fre-
cuencia respiratoria y la tensión arterial, lo que produce un aumento del
“tono” del organismo.

Al inhalar el humo, la nicotina actúa en el cerebro de forma casi inme-


diata produciendo una acción recompensante para el sujeto; la reiterada
práctica de esta conducta termina por consolidarse en la conducta del
fumador. A partir de ese momento se puede hablar de dependencia a
la nicotina. La supresión brusca de la tasa de nicotina en sangre produ-
ce una sintomatología amplia, que evidencia el síndrome de abstinencia
tabáquica, el cual se presenta como sigue: intranquilidad o excitación,
aumento de la tos y de la expectoración, ansiedad y agresividad, altera-
ciones displacenteras, mal humor, falta de atención en la conducción de
vehículos, aumento de peso corporal, etc.
68
Aunque el tabaco es una droga estimulante, la mayoría de los fumadores
considera que relaja; ello se debe a que, una vez creado el hábito, el ciga-
rrillo calma la ansiedad que provoca su falta en los momentos que tienen
asociado su consumo.
Consecuencias a largo plazo:

Aparato respiratorio:
El humo del tabaco produce una acción irritante sobre las vías respira-
torias, lo que provoca una mayor producción de moco y dificultad para
eliminarlo. La irritación contínua da lugar a la inflamación de los bron-
quios (bronquitis crónica). Las secreciones dificultan el paso del aire lo
que origina obstrucción crónica del pulmón y serias complicaciones (en-
fisema pulmonar).

Disminución de la capacidad pulmonar: los fumadores ven mermada su


resistencia al ejercicio físico.

Por otra parte, es indudable la relación de causa-efecto entre el tabaco


y el cáncer de pulmón. Existe una fuerte correlación entre el riesgo de
desarrollar esta patología y la cantidad de tabaco consumido, edad de
inicio, número de aspiraciones que se dan en cada cigarrillo y la costum-
bre de mantener el cigarrillo en la boca entre una y otra aspiración.

Aparato circulatorio:
El tabaco es un factor de riesgo importantísimo en lo referente a enfer-
medades cardiovasculares; su acción provoca la aparición de arterioscle-
rosis y esta lesión favorece el desarrollo de trastornos vasculares (ejem-
plo: trombosis e infarto de miocardio).

Tabaco y gestación:
Numerosos estudios han evidenciado que el tabaquismo materno influye
en el crecimiento fetal, de manera especial en el peso del recién nacido.

También esta droga angina un incremento de las tasas de aborto espon-


táneo, complicaciones durante el embarazo y el parto y nacimientos pre-
maturos.

Otras consecuencias del tabaco:


Sin pretender hacer una enumeración exhaustiva, algunos efectos comu-
nes en los fumadores crónicos son:

- Úlceras digestivas. 69
- Aparición de faringitis y laringitis, afonía y alteraciones del olfato.
- Pigmentación de lengua y dientes así como disfunción de las papilas
gustativas, etc.
- Cáncer de estómago y de la cavidad oral.
Factores de riesgo
Se denominan factores de riesgo a aquellas circunstancias o características
personales y ambientales que, relacionadas con la droga, aumentan la proba-
bilidad de que una persona la consuma.

CARACTERÍSTICAS Y PRECISIONES

Los diversos factores de riesgo no pueden considerarse de forma aislada pues-


to que el consumo de drogas, como cualquier otro comportamiento humano,
implica una interacción dinámica, en este caso, entre el individuo, su contexto
y la sustancia. Es decir, el uso de drogas no vendrá determinado por la presen-
cia de un factor de riesgo, sino que será resultado de una pluricausalidad.

Puesto que son factores dependientes de procesos dinámicos y cambiantes, no


se puede pretender que sean válidos para cualquier época o contexto.

El peso que diferentes características ejercen como factores de riesgo varía


para cada sujeto en función del momento evolutivo en que se encuentre y del
ambiente que le rodee.

Los factores de riesgo pueden propiciar el recurso a las drogas, pero no es


posible establecer una causa-efecto entre ambas variables.

Ninguno de los factores tiene un carácter preponderante sobre los demás, ni


tampoco son causa necesaria o suficiente para que se desencadene una drogo-
dependencia; sólo se puede hablar en términos de probabilidad, pero nunca
de causalidad o determinación.

PRINCIPALES FACTORES DE RIESGO

A continuación se enumeran algunos factores de riesgo que han sido suficien-


temente contrastados.

Para exponerlos, es necesario partir de los tres elementos sobre los que se
asienta el consumo de drogas; así encontramos factores de riesgo relacionados
con la sustancia, con el propio individuo y con el contexto.

Factores de riesgo vinculados con la sustancia 71


La sustancia en sí misma no es un elemento fundamental; adquiere impor-
tancia en la medida en que cumple determinada función para el usuario de
la misma y en el marco de un contexto que le otorga un significado concreto.

Factores de riesgo de carácter personal


Algunas características individuales, en interacción constante con el medio
que rodea al sujeto, hacen más probable el consumo de drogas. Estas variables
son:

Edad. En determinadas etapas evolutivas, por ejemplo: adolescencia, aumen-


tan los riesgos de iniciación.

Además, cuanto más joven sea la persona que experimenta con drogas, más
probabilidades tiene de sufrir las secuelas relacionadas con su consumo.

Estado general del organismo. Las consecuencias de la ingesta de drogas se-


rán diferentes en función de variables tales como la existencia o no de emba-
razo, hábitos de higiene, constitución física ...

Escasa tolerancia a la frustración. Adoptar una actitud intransigente ante la


frustración conduce a menudo a la búsqueda de gratificaciones inmediatas,
sin valorar las posibles consecuencias negativas a medio y largo plazo de las
mismas.

Baja autoestima. Un autoconcepto pobre suele correlacionar con la falta de re-


cursos de autocontrol y con la incapacidad de afrontar las dificultades. Las per-
sonas afectadas por esta característica pueden encontrar en la droga un modo
fácil de evadir su propia realidad pues, recurrir a su consumo atenúa con fre-
cuencia la percepción de escasa autoestima que tienen muchos adolescentes.

Es necesario, por tanto, trabajar la autoestima, dado que su ausencia o leve


intensidad, acompaña a una amplia gama de trastornos psicológicos que difi-
cultan el desarrollo de la vida personal, individual y social.

Falta de conformidad con las normas. Manifestaciones de huida ante una


sociedad que se percibe injusta o búsqueda de libertad frente a lo estableci-
do, suelen ser variables significativas respecto a la conducta de uso/abuso de
sustancias.

Pobre asertividad. Las habilidades sociales permiten a los individuos mante-


ner interacciones sociales satisfactorias en el medio en el que se desenvuelven.
72 Al hablar de baja asertividad nos referimos a la incapacidad de una persona
para expresar sus deseos o pensamientos de forma sincera y considerada.
Alta necesidad de aprobación social y falta de autonomía en la acción.
Precisar en gran medida el beneplácito de las personas próximas, puede llevar
al individuo a acomodar su conducta a lo que cree que el grupo espera de él.
De hecho, una de las motivaciones que con más frecuencia verbalizan quienes
se han iniciado en el consumo de drogas es, precisamente, la necesidad de
inclusión en el grupo de pertenencia.

Situaciones críticas vitales. Rupturas familiares, pérdida de seres queridos,


dificultades laborales, en definitiva, circunstancias en sí mismas dolorosas o
difíciles de encajar que pueden hacer a las personas más vulnerables.

Sistema de valores personales. En los procesos de socialización y de cons-


trucción de una identidad propia, la interiorización de valores tiene un papel
fundamental. Sin embargo, existen individuos que no asimilan determinados
valores mayoritariamente aceptados. Ello influye en el sentido que esas per-
sonas dan a la vida, en la posición que adoptan ante ésta y en sus expectativas
de futuro.

Todo valor termina concretándose en unas actitudes básicas que, a su vez, se


manifiestan en determinadas conductas. Si la falta de interiorización de va-
lores conlleva unas actitudes de carácter negativo (escepticismo, hedonismo,
egocentrismo, falta de responsabilidad, ... les probable que nos encontremos
con las llamadas situaciones de “desviación social” cuyos protagonistas son
precisamente los sujetos de difícil integración comunitaria.

Factores de riesgo vinculados con el contexto


• De carácter microsocial.

Relacionados con el núcleo familiar.


La familia es el primer agente socializador en cuyo marco se configura la
personalidad de los individuos. Por ello, la interacción entre sus miembros
y el ambiente familiar constituyen un importante foco de atención en el
estudio de las drogodependencias.

Los factores de riesgo más relevantes guardan relación con

- El modelado familiar.
- El estilo educativo.
- El clima afectivo.

El modelado familiar 73
La observación directa y el modelado pueden ser procesos por los que se
adquiere una conducta.

El estilo de vida de los padres influye poderosamente en los valores, ac-


titudes y comportamientos de sus hijos. Cuanto más discrepe ese estilo
paterno del consumo de drogas, cabe esperar que mayor sea el alejamiento
de los hijos respecto a las mismas.

Estilo educativo de la familia.

Diversos estudios avalan la relación entre los patrones de disciplina y su-


pervisión parentales y el consumo de drogas.

Se pueden distinguir al menos los siguientes estilos educativos de riesgo:

- Ausencia de límites o de normas claras y consistentes, provocada


tanto por padres excesivamente permisivos como por aquellos que no
distinguen entre el ejercicio de su autoridad y el abuso de poder.
- Sobreprotección o ausencia de la misma. Se ha afirmado que tanto el
exceso de protección como la conducta indiferente por parte de los pa-
dres, a menudo se corresponde con el inicio en el consumo de drogas.
- En relación con lo anterior, la rigidez de las estructuras familiares tam-
poco facilita el proceso de independencia, autonomía y maduración
de sus miembros; éstos pueden aprender a comunicarse de manera
sumisa, acatando todo cuanto se les dice o bien creando claros enfren-
tamientos con sus progenitores.
- Falta de reconocimiento: el grado de autoestima del niño o adolescen-
te depende en gran parte de las actitudes que adopte la familia frente a
él. La ausencia de aprobación ante sus logros conlleva un sentimiento
de inseguridad que se verá traducido en un autoconcepto negativo.

El clima afectivo en el hogar.

Los lazos afectivos y la comunicación entre los miembros de una familia


son esenciales para la estabilidad emocional de sus componentes.

En concreto, se vinculan con el consumo de drogas las siguientes relacio-


nes negativas:

- Deficiente grado de interacción y de apoyo entre los padres.


74 - Conflictos familiares frecuentes y defectuosa comunicación entre sus
miembros.
- Imagen de falta de cohesión, de seguridad y de protección.
- Falta de sentido de pertenencia y de disfrute en el núcleo familiar.

Relacionados con el medio escolar.

La escuela cumple una función primordial en el niño y el adolescente: ade-


más de ofrecer una educación formal, es una institución fundamental en
su proceso de socialización.

Ello la convierte en un medio idóneo en el que desarrollar actividades pre-


ventivas tanto a nivel primario como secundario. Los factores de riesgo
más relevantes guardan relación con:

- Estilos educativos.
- Grado de integración escolar.
- Modelado del profesor.

Estilos educativos.

Por estilo educativo inapropiado se entiende: actitudes excesivamente rígi-


das, hipervaloración de los resultados en detrimento de las capacidades y
valores del alumnado, relaciones interpersonales basadas en el individua-
lismo y la competitividad, etc ...

Grado de integración escolar.

Quizá las variables escolares que más significativamente se relacionan con


el consumo de drogas sean la insatisfacción y la percepción de fracaso es-
colar.

Si el alumno tiene la sensación de no ser apto para alcanzar los niveles


de logro de sus compañeros y se siente discriminado por éstos o por sus
profesores, ello incidirá de manera clara en su propio autoconcepto ahu-
yentando a su vez la autoestima.

Todo ello va unido a un escaso nivel de compromiso “tanto en lo relacio-


nado con normas escolares como en la participación de actividades aca-
démicas o extracolegiales” y a un aumento de conductas problema (anti-
sociales).

Así, es importante que el sistema educativo favorezca el éxito personal de 75


todo el alumnado y no sólo el académico. En esta línea desde el CECAFEC
(1995) se afirma que “lo que importa es que los conocimientos que se en-
señan en la escuela y en el colegio les sirvan a niños y jóvenes para desarro-
llarse como seres integrales, intelectual, afectiva y físicamente ... “

Modelado del profesor.

En la intercomunicación de cualquier ámbito educativo, se transmiten va-


lores, hábitos, actitudes y normas sobre formas de comportamiento, bien
sea de forma abierta, bien soterrada. En este sentido adquieren importan-
cia el consumo de sustancias entre los docentes, sus actitudes ambivalentes
ante las drogas, ... pues pueden ejercer su influencia a modo de currículo
oculto.

Relacionados con el grupo de iguales.

El grupo de pares tiene un papel esencial en la vida del adolescente.

Los mecanismos por los que éste ejerce su influencia son fundamental-
mente dos:

- Creación y mantenimiento de normas de conducta.


- Facilitación de un sentimiento de pertenencia grupal y unas señas de
identidad que les permite diferenciarse en su andadura hacia la vida
adulta.

Algunos factores de riesgo que se desprenden de lo anterior son:

Dependencia del grupo.

El adolescente que mantiene una deficiente comunicación con los miem-


bros de su familia o en la escuela, probablemente buscará la aprobación
del grupo de iguales y el apego a ellos será mayor que el de otros sujetos
de su misma edad. Si el grupo mantiene unas actitudes permisivas hacia la
utilización de drogas, aunque en la práctica tal uso no se dé, los distintos
sujetos tenderán a aprobarlas y asumirlas y correrán, por tanto, un mayor
riesgo de consumo.

Presión de grupo.

Para el adolescente la integración en el grupo de amigos conlleva un coste:


76 tendrá que compartir los códigos, valores y normas propios de esa pandi-
lla; si la persona es muy dependiente de sus iguales y no ha desarrollado
una identidad propia consistente, existe el peligro de no saber superar la
presión ejercida por el resto, quedando anulados sus criterios y actitudes
personales.

Factores de riesgos relacionados con el medio laboral.

Desde el punto de vista del trabajo, el consumo de drogas guarda relación


con:
- Las características de la organización del proceso productivo: jornadas
excesivamente prolongadas, turnos rotatorios, ritmos demasiado in-
tensos, etc ...
- Naturaleza del puesto que se ocupa: trabajos monótonos, altamente
estresantes, condiciones climatológicas adversas, especial dureza o pe-
ligrosidad (por ejemplo, minería, construcción, etc), elementos de tipo
cultural (por ejemplo, hostelería).
- Ambiente laboral: conflictividad, inestabilidad, gran competitividad,
vivencia de la precariedad en el empleo ...

• De carácter macrosocial.

Bajo este rótulo se hace referencia a aquellos elementos sociales y cultura-


les que están presentes en el medio en que se desenvuelven las personas.

Es la sociedad global quien configura en gran medida el sistema de valores


y actitudes de sus miembros, su desarrollo psicosocial y, en definitiva, su
propio estilo de vida.

Se enumeran a continuación algunos factores que podrían guardar rela-


ción con el consumo de drogas:

Determinadas actitudes sociales pueden inducir al empleo de drogas au-


mentando el riesgo de un uso problemático. Entre éstas se encuentran:

- Tendencia al escepticismo y al hedonismo: con frecuencia se da una


ausencia de confianza y de expectativas en el futuro y, en consecuen-
cia, se buscan gratificaciones inmediatas que se puedan lograr sin gran
esfuerzo, sin prever las posibles consecuencias de sus actos.
- En ocasiones prima una sociedad insolidaria en la que los intereses
individuales prevalecen sobre los colectivos. El consumismo desme-
surado, la competitividad y la búsqueda del éxito a cualquier precio
pueden actuar como factores de riesgo de consumo de drogas. 77
- Las influencias culturales tienen especial relevancia; algunas drogas
como alcohol y tabaco se aceptan de forma generalizada, lo que dificulta
la toma de conciencia respecto a los riesgos que conlleva su utilización.

El tiempo de ocio.

La carencia de centros recreativos y programas específicos dificulta a los


jóvenes un disfrute saludable y positivo del tiempo libre. A menudo, las
alternativas reales se reducen a ambientes propicios al consumo de sustan-
cias, sobre todo de alcohol; éste es considerado por muchos jóvenes como
la única vía de diversión y comunicación con la que cuentan, lo cual se eri-
ge como un factor de riesgo en relación con el uso del ocio y tiempo libre.

Factores socio-ambientales.

Residir en algunas zonas de las grandes ciudades, deficiencias del sistema


sanitario, alta densidad de población, crecimiento desordenado, hacina-
miento, escasez de servicios públicos, ... son circunstancias que pueden
estar en la base de un uso problemático de drogas.

En realidad, el cúmulo de connotaciones socio-económicas de signo nega-


tivo que azotan a grandes capas de la población ha provocado un aumento
considerable del consumo de drogas. Ante determinadas condiciones de
vida, los individuos pierden resistencia para enfrentarse a las dificultades
cotidianas y el recurso a estas sustancias se convierte en una alternativa.

Medios de comunicación social. (MCS).

Una de las características de las sociedades actuales es la fuerte presencia


de los medios de comunicación; la mayoría de los ciudadanos acceden a su
entorno precisamente a través de esos medios, los cuales se convierten en
verdaderos intérpretes de los valores vigentes y moldean la percepción que
tenemos sobre la realidad social.

En los últimos años, el interés y la espectación en torno a la cuestión dro-


gas ha ido en aumento por lo que los medios de comunicación se han
hecho eco de esta demanda intentando ofrecer respuesta.
El problema reside en el tratamiento que dichos medios han dado a la pro-
blemática de las drogas pues, a menudo, proyectan una visión distorsiona-
da de la realidad repleta de estereotipos e imágenes deformadas.

78 Con el fin de precisar y justificar esta aseveración, nos adentramos a con-


tinuación en dos aspectos fundamentales:
- La imagen de las drogas en los diversos medios de comunicación.
- La publicidad.

La imagen de las drogas en los MCS.

La información sobre drogas ofrecida por los MCS con frecuencia presen-
ta las siguientes características:

-Indefinición de los conceptos.


Mediante la utilización del término “droga” los MCS parecen referirse sólo
a las sustancias ilegales, al margen de otros tipos de drogadicción como el
alcoholismo o el tabaquismo. Además, se detecta una permanente confu-
sión entre conceptos como uso, consumo y adicción entre otros.

-Victimismo.
En ocasiones se magnifica la droga como verdadera causa (e incluso la
única) de la adicción. Así el drogodependiente no es más que la víctima
de los efectos de la sustancia o, como mucho, de las características de su
entorno (desempleo, falta de alternativas, etc.)

-Visión represiva.
La noticia sobre drogas tiene como protagonista básico a la policía y
su contenido relata preferentemente acciones represivas. Las catego-
rías de prevención, sanidad, enfermedad, estudios, informes, ... des-
piertan escasísima atención por parte de la TV. que, por el contra-
rio, privilegia el universo policial y judicial o, en todo caso, el político.

-Búsqueda del impacto.


La necesidad comercial de ganar adeptos lleva a menudo a la búsqueda
del elemento llamativo y espectacular de la propia noticia recurriendo a
aspectos dramáticos o morbosos de la misma. Esto puede conllevar efectos
contraproducentes en cuanto a prevención se refiere porque:

- Contribuye a mantener un modelo ético-jurídico en el que las solucio-


nes al problema pasan por enfatizar las medidas represivas.
- Fomenta la idea de que el problema de las drogas viene dado por la
oferta de las mismas, restando importancia a la demanda del propio
consumidor.
- Se da una asociación inequívoca entre droga y sustancias ilegales, a la
vez que se envuelve a éstas en un enigmático halo que puede inducir a
su experimentación. 79
- Se trata de un discurso opuesto al principio de información objetiva
que crea, difunde y perpetúa todo tipo de prejuicios, obstaculizando,
por tanto, la labor preventiva.

La publicidad.

El peso de la publicidad sobre los comportamientos humanos es indiscuti-


ble. Su influencia dentro del discurso social dominante en el campo de las
drogodependencias ya ha sido comentado con anterioridad.

En tal sentido, una parte de los mensajes publicitarios actuales tiene por
objeto la promoción del consumo de tabaco y bebidas alcohólicas, por ser
éstas drogas lícitas, susceptibles de operaciones de libre mercado.

Los publicistas de las grandes empresas tabaqueras y alcoholeras se esfuer-


zan por enviar mensajes alusivos a elementos ajenos a la sustancia que le
confieran un carácter positivo y la hagan atractiva. De hecho, en éste como
en otros muchos aspectos, la publicidad “explota y crea necesidades que,
generalmente, van a promover comportamientos que están fuera de todo
contexto real; crean ilusiones y sirven de propósito fundamental a incre-
mentar un sistema consumidor” (Eisa Strauss, 1986).

Así, partiendo de las motivaciones e intereses de la juventud actual, las


estrategias publicitarias responden de manera creativa con todo tipo de
recursos que permitan al receptor asociar sus inquietudes con el producto
objeto de promoción.

No sólo hay que prestar atención a la publicidad explícita sino también,


e incluso en mayor medida, a las estrategias encubiertas u ocultas como
las presentes de forma continua en series televisivas, comics, auspicio de
eventos deportivos ...

80
Principales características
de la intervención
preventiva en los ámbitos
escolar, familiar y
asociativo
ÁMBITO ESCOLAR

En la actualidad, pese a la diversidad de culturas y contextos, se pueden se-


ñalar algunas tendencias casi universales en materia de drogodependencias.
Una de ellas es la iniciación y abuso de sustancias adictivas por parte de niños
y adolescentes, lo cual genera situaciones de dependencia muy arraigadas en
edades cada vez más tempranas.

Por una parte, la adolescencia es una etapa particularmente vulnerable en lo


que a consumo de drogas se refiere; a la vez se erige como un período de so-
cialización en el que el sujeto adquiere valores, actitudes y hábitos. Por otro
lado, la escuela constituye un medio privilegiado para llevar a cabo acciones
preventivas de muy diversa índole, a saber, informar y formar de manera sis-
temática a los educandos, detectar precozmente la población de alto riesgo,
involucrar, además del propio alumnado, docentes, asociaciones de padres u
otras instituciones con un objetivo común, etc.

Desde los Organismos Internacionales de Educación (UNESCO) se propugna


que la clave del futuro de los sistemas educativos sea la formación de actitudes
y valores. También la sociedad demanda una escuela que no se limite a trans-
mitir conocimientos, sino que capacite a las personas para tomar decisiones
responsables y sepan conducirse en la vida.

Todo ello convierte a la escuela en un entorno idóneo, que no el único, para


llevar a cabo programas de educación preventiva que disminuyan en la me-
dida de lo posible los factores de riesgo, potencien la salud como valor fun-
damental de toda persona y favorezcan el desarrollo social, personal y moral
del sujeto.

81
Con esa finalidad se propone un modelo de intervención escolar que conside-
re las siguientes puntualizaciones:

- La persona más adecuada para poner en práctica cualquier estrategia


preventiva es la misma que se responsabiliza de las demás tareas coti-
dianas.
- Se sugiere, huyendo de actuaciones puntuales y meramente informa-
tivas, incorporar los contenidos preventivos en el propio diseño curri-
cular (tarea transversal).

De los programas indiscriminados se obtienen resultados cuestionables.


Aquéllos deben elaborarse en función de las señas de identidad de cada centro
y valorando las características de la población a la que se dirigen.

Las estrategias utilizadas no se deben limitar a ofrecer información; ésta re-


sulta útil en la medida en que se combina con actuaciones formativas, ofer-
ta de alternativas ... Todas ellas persiguen la instauración y afianzamiento de
factores de protección que ayuden al educando a enfrentarse con éxito en las
situaciones de alto riesgo que la vida le deparará.

Algunas de las ventajas que supone integrar la educación preventiva en el cu-


rrículo normalizado del alumno son:

- Al insertar dicho programa con el resto de las materias y tratar su con-


tenido con la misma imparcialidad, se evita crear y fomentar el mito de
la droga.
- Permite un enfoque interdisciplinario del fenómeno de las drogas.
- Posibilita adecuar los contenidos a la edad, madurez y contexto con-
creto de la población diana, a la vez que garantiza la continuidad del
programa.
- Se elude el peligro de la información rígida e indiscriminada que pue-
de despertar curiosidad y resultar contraproducente.
- Por otra parte, las características que reúne el medio escolar permiten
evaluar el grado de eficacia de las actuaciones implementadas, salvan-
do así una de las insuficiencias metodológicas más graves de las que
adolecían muchas de las intervenciones realizadas con ánimo preven-
tivo.

ÁMBITO FAMILIAR

Dado el papel de la familia como agente socializador fundamental, carecería


de valor cualquier aproximación preventiva que no la tuviera en considera-
82
ción. De hecho, en la actualidad, la mayoría de las intervenciones en torno al
consumo de drogas, bien sean preventivas bien asistenciales, atribuyen a la
familia un papel insoslayable.

El modelo preventivo que se propone en este ámbito nace de la constatación


de la existencia de múltiples factores de riesgo que contribuyen a la génesis
y mantenimiento de ciertas conductas adictivas. En este sentido, abogamos
por un enfoque educativo del problema que promueva en la unidad familiar
un desarrollo personal de hábitos, actitudes y valores útiles a los hijos para
afianzar su propia autoestima, responsabilidad y madurez.

La prevención desde este ámbito pasa necesariamente por la información y


formación de los progenitores. Para ello cabe plantear una serie de actuacio-
nes educativas dirigidas a evitar o retrasar el recurso a las drogas por parte de
los hijos. Algunas de éstas son:

- Propiciar la reflexión sobre el modelo de salud que con nuestros valores


y comportamientos estamos transmitiendo. Las bases más sólidas de
la educación se establecen en relación con la observación e imitación
de personas significativas para el menor. Muchos de los aprendizajes
miméticos perduran a lo largo de la vida y son la base sobre la que se
construye e interioriza un código de valores personales.
- Buscar un equilibrio en las normas impuestas. Al respecto, se deben te-
ner en cuenta los siguientes principios básicos: realismo, claridad, con-
sistencia y coherencia. Ya se habló en el punto referido a los factores de
riesgo cómo las pautas excesivamente intransigentes o permisivas, la
inestabilidad en las normas, los mensajes contradictorios, etc., podían
estar en la base del consumo de drogas.
- Crear un ambiente familiar que favorezca la comunicación amplia y
sincera. Provocar tiempos de juego, de diálogo, de diversión, de relaja-
ción, ... ayuda a alcanzar un clima de confianza mutua que incidirá en
una mejor comunicación.

En definitiva, las múltiples actuaciones encaminadas a sensibilizar y formar a


los padres respecto del trabajo preventivo, persiguen potenciar un espacio de
crecimiento y aprendizaje para todos los miembros de la familia.

Esto puede concretarse en dos contextos:

- Por una parte, en el seno del propio núcleo familiar, apoyando el desa-
rrollo de sus componentes y favoreciendo su proceso de independen-
cia y autonomía.
83
- Por otra, en la propia comunidad, colaborando como “mediadores so-
ciales” a través de asociaciones culturales, escolares, deportivas, bené-
ficas, vecinales, etc. Todo ello contribuye a mejorar las condiciones de
vida del barrio y de la propia ciudad.

ÁMBITO ASOCIATIVO

La segmentación en parcelas de la intervención en prevención. ha tenido como


finalidad delimitar los espacios de socialización de las personas, acomodando
las estrategias a utilizar a las características de dichos espacios, siendo el ámbi-
to comunitario el más controvertido y polémico, pues hay posiciones diversas
a la hora de acotarlo. Unos consideran lo comunitario como el sumatorio de
todos los ámbitos; otros sin embargo, lo reclaman como espacio específico,
definiéndolo como lugar de encuentro no estructurado que surge de forma
natural en el seno de una sociedad, lo que le confiere un valor especial para
la prevención.

Cuando hablamos de lo comunitario, también lo hacemos de aquellos espa-


cios de educación no formal que conforman el tejido asociativo, es decir, la
plataforma social sobre la que se fraguan iniciativas y respuestas a las diversas
cuestiones que afectan a la vida cotidiana, en este caso, las drogas y sus pro-
blemas asociados.

Características del asociacionismo que posibilitan su utilización como plata-


forma de intervenciones en prevención:

- Facilita el aprendizaje social.


- Facilita la relación, la comunicación y el intercambio.
- Es un espacio para el aprendizaje de la democracia y la participación.
- Posibilita el compromiso real de los individuos con la sociedad.
- Es un espacio para el ejercicio de la solidaridad.

Cuando un grupo de personas se reúne para un fin concreto, se produce nece-


sariamente un intercambio de experiencias y conocimientos, que enriquecen
a todos sus miembros. De ahí que consideremos el marco asociativo como un
lugar donde se aprende y se educa, aunque no tenga ni la idiosincrasia ni la
estructura de los centros educativos.

La diferencia más significativa se encuentra en que, en los centros educativos,


la educación es formal, es decir, intencional y planificada desde marcos legis-
lativos. Y en las asociaciones, la educación es no formal, lo que no resta inten-

84
cionalidad y estructuración aunque, en este caso, no responda a una finalidad
universal recogida en la ley.

Características de la intervención en prevención de


drogodependencias desde el tejido asociativo

• En relación a los niveles de prevención.


En prevención primaria:
Las asociaciones son un espacio adecuado para la prevención del consumo
de drogas a través de la información y capacitación de sus asociados en
actitudes, valores y habilidades, frente al consumo de drogas.

En prevención secundaria:
Las asociaciones que surgen con distinta naturaleza, en torno a colectivos
de riesgo en el consumo de drogas, cumplen un papel primordial en su
detección para la derivación a centros especializados en caso de requerirlo
y en la reducción de factores de riesgo y generación de alternativas al con-
sumo en estos sujetos.

En prevención terciaria:
Desde las asociaciones se facilita la socialización de sus miembros y desde
ahí son instrumentos potencialmente positivos para la integración e in-
corporación social de individuos que, en momentos anteriores, han tenido
problemas con las drogas.

• En relación a los ejes en prevención.


Las asociaciones son espacías ideales para trabajar desde la prevención
inespecífica, ahora bien, también es viable hacer intervenciones más espe-
cíficas cuando circunstancias concretas lo requieran.

• En relación a las estrategias de prevención: Informativa, formativa y uti-


lización de ocio y tiempo libre.
Las funciones de una asociación y las estrategias de prevención tienen
cierto paralelismo, lo que facilita la incorporación de la prevención en la
vida asociativa.

En las asociaciones, es frecuente mantener un canal de información abier-


to, ya sea a sus asociados, a colectivos o a la comunidad en general. Desde
ahí la asociación puede ser una referencia adecuada para dar informacio-
nes de interés y utilidad en materia de prevención. De igual manera en
las asociaciones se educa, por lo que la formación en prevención puede
imbricarse en la actividad cotidiana de la asociación.
85
La participación es algo intrínseco en la filosofía de una asociación: igual-
mente ocurre con la utilización del ocio y el tiempo libre que en muchas
ocasiones es el móvil para la construcción de la misma. Este planteamiento
hace que las asociaciones, y concretamente las dedicadas al ocio y tiempo
libre, sean en sí mismas un ámbito para la prevención del consumo de
drogas.

86
Pasos en la elaboración
de proyectos en materia
de prevención
Si la puesta en marcha de cualquier proyecto preventivo es una consecuencia
del deseo de mejorar el entorno en el que estamos insertos, el análisis de esa
realidad se convierte en paso previo y obligado de toda intervención.

Según la disciplina de la que se trate, esta fase recibe diversos nombres y se


apoya en diferentes técnicas; no obstante, mantienen un objetivo común: ana-
lizar y comprender una realidad para superarla, es decir, saber dónde se está,
para decidir hacia dónde vamos y cómo llegar.

El análisis de la realidad precisa de una serie de pasos a través de los que se


persigue conocer e interpretar el entorno sujeto a la acción que se desee em-
prender. Estos momentos se pueden resumir como sigue:

- Descripción: recogida de aspectos relevantes respecto del ámbito obje-


to de intervención.
- Percepción social o aproximación a cómo se vive o interpreta el fenó-
meno del consumo de drogas en ese contexto.
- Explicación-interpretación: se persigue identificar las causas que pro-
vocan y mantienen la situación que se desea modificar.
- Alternativas: hay que anticipar las posibles consecuencias de transfor-
mar la realidad registrada.
- Ajuste: se trata del último paso en el análisis de la realidad y del prime-
ro en la elaboración del proyecto. Desde esta etapa se decide cuál es el
proyecto más adecuado y se ordenan las actuaciones a emprender.

Por tanto, la observación detallada de la realidad es el primer paso para la


configuración de un proyecto en prevención, que consiste en dotar de conte-
nido los siguientes puntos:

• Fundamentación.
Justifica por qué se va a emprender determinada acción preventiva. Refleja
las necesidades que se detectaron en el análisis de la realidad.

87
Expresa la finalidad de un proyecto y enuncia la estrategia de interven-
ción.

Presenta una previsión final del proyecto.

• Naturaleza.
Identifica, a modo de resumen, la idea del proyecto.

• Objetivos.
Definen los logros que se pretenden alcanzar con la acción preventiva, dis-
tinguiendo objetivos generales, específicos y operativos.

• Destinatarios.
Delimita y define la población diana sobre la que se quiere intervenir.

• Metodología.
Constituye los principios que orientan la actividad que se va a realizar.
También se incluyen en este epígrafe la enumeración de tareas a llevar a
cabo para conseguir lo programado.

Otra acepción de este término es la referente a la estructura organizativa.


Al trabajar en equipo se debe especificar cuáles son las competencias de
cada uno, así como las relaciones existentes entre ellos.

• Sistema de evaluación.
Permite emitir un juicio de valor respecto a la eficacia y efectividad del
proyecto y de los resultados obtenidos.

• Recursos humanos y materiales.


Los primeros hacen referencia a los profesionales involucrados en el pro-
yecto: número, perfil, funciones y sistema de coordinación.

Los recursos materiales contemplan aspectos como instalaciones, medios


fungibles e inventariables, etc.

En definitiva, el presupuesto debe englobar todo aquello necesario para la


puesta en marcha, ejecución, evaluación y seguimiento del programa.

• Calendarización.
Recoge los plazos en el diseño, realización y supervisión del mismo .

88
• Localización.
Delimita el lugar de realización además de aquellos ámbitos de los que
precisamos en función de la naturaleza del programa, por ejemplo redes
de comunicación, instituciones públicas o privadas cercanas, etc.

89
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