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La dieta es importante.

En el capítulo de la Creación (Génesis 1) presenta la dieta perfecta


para el ser humano. Nuestros huesos, grasa, tejidos son alimentados por la comida que
ingerimos a nuestro cuerpo.

Según el relato de Génesis 1: 26 al 30 Dios plantó un huerto lleno de muchos frutos y


nueces para que nuestros primeros padres puedan alimentarse. Solo podemos imaginar cuan
diferentes habrían sido esos frutos de los que hay hoy en día, y especulamos que había
muchos muy agradables, relucientes y de gran variedad en la gran provisión que hizo Dios.
Estaba allí el árbol de la vida, que producía doce cosechas al año. Las hojas eran para la
sanidad de la gente, y para prevenir las enfermedades y las dolencias. En Apocalipsis 22:2
y 3, Juan describe el árbol. La descripción de la vida en el jardín del Edén es tan escueta
que muchas preguntas quedan sin respuesta; pero Adán y Eva disfrutaban de la fruta de ese
árbol en el huerto. Hoy en día queda demostrado que una dieta vegetariana es más sana que
una que lleva carne y grasas saturadas.

Se debe recordar que el primer pecado que cometió el hombre se relacionó con el apetito.
Adán y Eva no debían de comer de cierto árbol (Génesis 2:16, 17), pero comieron de él de
todos modos (Génesis 3:6). Aunque debemos ser cuidadosos de no hacer la dieta un ídolo,
no debemos disminuir su importancia. Necesitamos encontrar un balance correcto acerca de
los que consumimos diariamente. Con el diluvio (Génesis 9:3 y 4), que al darse destruyó
bastante vegetación, Dios dio permiso al ser humano de comer animales.

La hermana Elena G de White en una de sus tantas visiones menciona que Dios no
reconocería como cristiana a una persona desaliñada y sucia, el apetito debe ser controlado,
los alimentos no deben ser preparados con mucha sazón y grasosos. Elena G de White vio
que muchos en el pueblo remanente eran enfermos, y que estaban así por complacer a su
apetito.

Las hortalizas, las legumbres, las frutas y los cereales deben constituir nuestro régimen
alimenticio. Ni un grano de carne debiera entrar en nuestro estómago. El consumo de carne
es antinatural. Hemos de regresar al propósito original que Dios tenía en la creación del
hombre (WHITE, 1975, p. 454).
La salud es un don precioso. La dieta importa, y debemos comer lo más saludable que
podamos. Debemos tener autodisciplina y dominio propio cuando estemos tentados a comer
lo que sabemos que no debemos comer. Dios nos brindó este conocimiento para nuestro
beneficio. Cuando ignoramos este conocimiento, nos hacemos daño nosotros mismos y
muchas veces otros también sufren.

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