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8 AGOSTO, 2014

LA OMS, LA TELEFONÍA MÓVIL Y LA SALUD: LAS MENTIRAS


DE UN ANTIANTENAS
Luis Alfonso Gámez
Plácido González Nogueira, socio de la clínica viguesa Medicalmagnetic,
asegura hoy en La Voz de Galicia que la Organización Mundial de la salud
(OMS), el MInisterio de Sanidad y los tribunales consideran probado que las
ondas de radiofrecuencia producen “alteraciones de sueño, depresión,
trastornos nerviosos, cambios de humor, fatiga crónica, irritabilidad, migraña,
dolores reumáticos y fibromialgia”. Lo dice al principio de una entrevista repleta,
por su parte, de falsedades:
– ¿Cuáles son los principales problemas causados por las radiaciones
electromagnéticas?
– Alteraciones de sueño, depresión, trastornos nerviosos, cambios de humor,
fatiga crónica, irritabilidad, migraña, dolores reumáticos y fibromialgia, entre
otros. Cada ser humano es un mundo. Cada vez gente más joven presenta
pérdida de memoria, artritis y artrosis. Puede que las radiaciones sean la causa.
– ¿Está probado que todo eso es producto de una exposición continuada
a las radiaciones?
– Sí. No lo decimos sólo nosotros, lo dice la OMS, el Ministerio y algunas
sentencias firmes. Se le está dando muy poca importancia en España y están
causando graves problemas.
¿Qué dice la OMS?
La OMS reconocía, en una nota informativa en diciembre de 2005, que hay
personas que aseguran sufrir problemas de salud por su exposición a los campos
electromagnéticos y que los síntomas son no específicos (enrojecimientos de la
piel, sensación de quemazón, fatiga, palpitaciones, náuseas…), pero pueden
llegar a resultar discapacitantes. Sin embargo, concluía que “no existe una base
científica para vincular los síntomas de la hipersensibilidad electromagnética con
la exposición a los campos electromagnéticos.
Existen también algunas indicaciones de que estos síntomas podrían deberse a
condiciones psiquiátricas preexistentes, así como a reacciones de estrés
resultado de la preocupación acerca de los efectos para la salud de los campos
electromagnéticos, más que a la exposición a los campos electromagnéticos en
sí misma”.
En mayo de 2011, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer
(IARC), dependiente de la OMS, incluyó las emisiones de radiofrecuencia “como
posible carcinógeno para los humanos” en el grupo 2B, el mismo que el café.
Nadie en la comunidad científica se explicaba en aquel momento, ni se explica
ahora, las razones de esa decisión cuando los propios autores del estudio
reconocían que se basaban en pruebas limitadas e inadecuadas. La decisión de
la IARC fue política y nunca ha habido pruebas científicas que la sustenten,
como quedó demostrado cuando publicaron el correspondiente informe en la
revista The Lancet Oncology. En nuestro país, el entonces secretario general de
Sanidad, José Martínez; la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC); el
presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Emilio Alba,
y el presidente de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO), Antonio
Llombart, no dieron crédito alguno a ese dictamen. Ni lo dan ahora.
¿Qué dicen el Ministerio de Sanidad y otras Administraciones?
Un informe de 2001 del Ministerio de Sanidad español concluía, entre otras
cosas, que “la percepción del riesgo de algunos sectores sociales, siendo
legítima, no se corresponde con las evidencias científicas disponibles que no han
observado ningún efecto adverso para la salud derivado de la exposición a
campos electromagnéticos procedentes de estaciones base”. Más
recientemente, un folleto de la Federación Española de Municipios y Provincias,
que cuenta con el visto bueno de Sanidad, reitera que “hasta la fecha no se ha
encontrado ninguna evidencia científica de que la emisión radioeléctrica
asociada a las antenas, y dentro de los límites establecidos por la legislación,
provoque efectos perjudiciales para la salud”; destaca la unanimidad de la OMS,
todos los comités científicos y las autoridades sanitarias en que “no hay ninguna
evidencia de que los campos electromagnéticos empleados por las antenas
(estaciones base) tanto de telefonía móvil como de radio o televisión produzcan
cáncer”; y llama la atención sobre el hecho de que los campos electromagnéticos
de radiofrecuencia “no se pueden oler, probar, tocar o escuchar, y esta
incapacidad del ser humano para percibirlos puede favorecer que algunas
personas les atribuyan efectos que las investigaciones no han demostrado”.
Formado por científicos y por iniciativa de la Universidad Complutense de
Madrid, el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS)
pretende “aportar elementos de juicio, información y asesoramiento de carácter
científico y técnico a las Administraciones públicas y al conjunto de la sociedad
en los debates que pudieran generarse sobre cuestiones relativas a las
radiofrecuencias y la salud”. El CCARS ha redactado varios estudios desde 2006
y, en enero de 2011, publicó el Informe sobre radiofrecuencias y salud (2009-
2010). Entre otras cosas, dice:
1. Los estudios experimentales in vivo e in vitro indican que los campos
electromagnéticos de radiofrecuencia utilizados en telefonía móvil, y cuyos
niveles se mantengan por debajo de los fijados por la Comisión Internacional
para la Protección frente a la Radiación No-Ionizante (ICNIRP) y las
recomendaciones de la UE, no son genotóxicos ni mutagénicos ni inducen
apoptosis o muerte celular.
2. La evidencia actual de los resultados clínicos y epidemiológicos establece que
no hay relación causal entre exposición a los campos de radiofrecuencia
utilizados en la telefonía móvil y efectos adversos sobre la salud.
3. Interpretados globalmente los resultados de los estudios epidemiológicos
sobre tumores cerebrales y uso del teléfono móvil estudios publicados hasta la
fecha no demuestran un incremento del riesgo padecer tumores cerebrales en
un período de uso de 10 años. Sin embargo, en algún estudio se ha observado
algún ligero aumento del riesgo en el grupo de usuarios con niveles más
elevados de horas acumuladas, aunque los errores y sesgos detectados en estos
estudios impiden obtener establecer relaciones causales.
4. Con respecto a períodos superiores de exposición en adultos o a la situación
de la población infantil y juvenil, no se dispone de datos suficientes, y es preciso
recomendar un uso racional de esta herramienta.
5. Los estudios controlados sobre personas que se declaran como
hipersensibles a los campos electromagnéticos de radiofrecuencia de la telefonía
movil (teléfonos y antenas) han demostrado que no existe relación causal entre
la sintomatología que expresan estas personas y su exposición a este tipo de
radiofrecuencia.
6. Cabe esperar que, si hubiera algún efecto derivado de la masiva exposición a
la telefonía móvil, éste debería reflejarse en las tendencias de incidencia de
tumores cerebrales. Estos cambios no se han observado en los estudios
realizados en varios países.
La falacia de la Justicia
N la OMS ni las autoridades sanitarias españolas -ni de ningún otro país de
nuestro entorno- han admitido nunca que las ondas de radiofrecuencia tengan
efectos perjudiciales sobre la salud.

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