La palpación se realiza deslizando las manos sobre la superficie del cuerpo del caballo;
desde los ollares hasta la crin de la cola en busca de anomalías, heridas, respuestas
dolorosas, distención abdominal, etc. evaluando a su vez la calidad del pelaje con la
turgencia de la piel para determinar el estado hídrico. Se ejerce presión sobre las áreas
de interés, como el abdomen para evaluar dolor.
La zona de auscultación pulmonar se delimita trazando una línea desde el borde superior
caudal de la escápula, por debajo de las apófisis transversas de las vértebras torácicas y
lumbares hasta el penúltimo espacio intercostal continuando hasta el codo y luego
juntándola con el inicio de la línea superior de la escápula para formar un triángulo. Un
punto por debajo de los músculos largos del tórax en la costilla 17, otro en la costilla 11 a
la altura de la articulación escapulohumeral y el último en la costilla 5 a la altura del codo.
Se determina la calidad del paso del aire como inspiratorio o espiratorio. De lo contrario se
determina si los ruidos auscultados corresponden a estertores, estridores, sibilancias o
murmullo vesicular.
Se ausculta la fosa paralumbar y las regiones ventrales del flanco. En la fosa paralumbar
derecha se percibe un sonido breve, como un rumor cada 30 a 60 segundos que procede
de la válvula ileocecal. Se determina si los ruidos intestinales son normales, están
aumentados, disminuidos o ausentes.
Si se observa distensión abdominal se percute esta zona para determinar si hay una
víscera llena de gas o liquido libre.
Esta técnica permite escuchar los sonidos del organismo utilizando el dedo índice y dando
pequeños golpes diferenciándolos entre mate, submate, claro, timpánico o hipersonórico.
También puede usarse un martillo percutor.
Por último, un examen clínico correcto necesita de disciplina y tiempo. Además requiere
que se realice ordenadamente desde los ollares hasta la crin de su cola, desde los cascos
hasta la punta de sus orejas. De la metodología dependen los resultados.