el derecho a la compensación económica por razón de trabajo es una norma de liquidación del régimen
económico matrimonial que permite a uno de los cónyuges resarcirse con cargo a las
ganancias del otro cuando se dan los requisitos de trabajo para el otro superior y un
incremento patrimonial del otro cónyuge producido durante el matrimonio. No es
incompatible con la pensión compensatoria, aunque se tiene en cuenta a la hora de su
fijación.
Las reglas de cálculo no parten de una relación causal directa entre el desequilibrio y su
cuantificación sino de la proporción en la capacidad de generar ahorro en relación con
la asunción de los gastos familiares y la atención de la familia, del carácter “sustancial”
o no del trabajo en la casa, del trabajo para el otro sin retribución o con una retribución
insuficiente y de la duración e intensidad de la dedicación. En esta concepción se
excluyen los bienes adquiridos antes del matrimonio y los adquiridos después a título
gratuito en los que ninguna participación ha tenido el cónyuge que reclama, así como las atribuciones
patrimoniales que el cónyuge acreedor haya recibido de forma anticipada del otro cónyuge durante el
matrimonio y deben deducirse las cargas.
El valor del incremento patrimonial es un diferencial de “patrimonio final” y “patrimonio inicial” para cuyo
cálculo se incluye el valor de los bienes que tenga cada cónyuge, aquellos de los que haya dispuesto a título
gratuito ( modus colationis, con consideraciones de valor temporal distinto) y aquellos de los que haya
dispuesto con intención de perjudicar al otro consorte. Hay que considerar el patrimonio final y el inicial de
cada uno para poder establecer la diferencia entre los incrementos respectivos. La Disposición Adicional
Tercera del Codi Civil de Catalunya, obliga a la presentación con la demanda y reconvención, en su caso, de
una propuesta de inventario que incluya los bienes propios y los del otro cónyuge, con la indicación de su
valor. Debe descontarse del patrimonio de cada uno de los cónyuges el valor de los bienes que poseía al
comenzar el régimen deducidas las cargas, y también el valor de los bienes adquiridos a título gratuito durante
la vigencia del régimen. El valor de la mitad de los bienes “puestos a nombre” del otro cónyuge, en tanto es
valor librado a título gratuito (“donado” o “presuntamente donado”), se ha de descontar de la propia liquidación
del cónyuge titular.
El patrimonio de las empresas públicas. Todo lo que sea patrimonio de alguna empresa del Estado
será, necesariamente, propiedad pública también. Así, todos los escritorios de un Ministerio suelen
ser del Estado y no le pertenecen a ningún individuo aislado.
Los fondos públicos. El dinero (los billetes y monedas en físico) de un país, si bien representa
riquezas públicas y privadas sin distinción, es propiedad material del Estado exclusiva. Por eso uno
no puede emitir sus propios billetes, ya que no nos pertenecen únicamente a nosotros sino a toda
la colectividad del país.
Representación consular. A todos los ciudadanos de un país que habitan en una nación extranjera,
los representa legal y logísticamente una embajada, un consulado y diversas instancias
diplomáticas que les ofrecen servicios públicos burocráticos, legales e, incluso, auxilio ante una
emergencia nacional.
Agua potable. Este servicio también suele ser público en muchos países, excepto aquellos que han
sufrido oleadas privatizadoras. Esto se debe a que los servicios indispensables para la vida urbana,
como la luz eléctrica o el agua, inciden directamente en el bienestar mínimo de la población y sus
derechos humanos, por lo que no deberían estar en manos de organizaciones privadas.
Salud pública. Un tema álgido en algunos países, ya que a menudo se debate si los recursos del
Estado bastan para atender a todos los habitantes que tengan una emergencia de salud sin
cobrarles o cobrándoles tarifas sociales. En todo caso, este servicio se activa cuando hay
emergencias de salud pública, como epidemias, y forma parte de los mecanismos del Estado para
contenerla.
Policía. Los veladores por la seguridad pública casi nunca forman parte de empresas privadas, si
bien existen también algunas dedicadas al ramo. Pero los cuerpos policiales del Estado forman
parte de un servicio prestado a la población para garantizar su seguridad.
Bomberos. Igual que la policía, los bomberos forman parte del servicio de emergencia pública y
extinción de fuegos que toda nación requiere para velar por la vida de sus ciudadanos.