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Capitalismo, Imperialismo, Globalización y Neoliberalismo

El capitalismo

El capitalismo como régimen económico social, nacido en la Europa del siglo XVI en

sustitución del feudalismo y los resabios del esclavismo, tiene como base la propiedad privada de

los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado. Es un modelo que privilegia el

capital y la creación parasitaria de riqueza, en contra del trabajo productivo, lo subordina al simple

hecho de la posesión de dinero. Esta concepción, en el orden económico, ha derivado en un sistema

basado en la aplicación de tasas de interés supuestas con crecimiento exponencial sobre el capital

productivo, quedando este a su vez subordinado a la especulación financiera.

El capitalismo como sistema económico, es el imperio del capital sobre el trabajo para la

producción y creación de riqueza. La contradicción fundamental de este modelo se da entre el

carácter social de la producción y la forma privada de apropiarse del producto del trabajo; esta

contradicción expresa el profundo antagonismo entre el trabajo asalariado y el capital, entre las

fuerzas productivas en desarrollo y las relaciones de producción capitalistas que las atan. En el

capitalismo todo cuanto existe es mercantilizado, tiene un precio la mano de obra, los recursos

naturales (incluso el agua, que es patrimonio de naturaleza), la tierra, los servicios y todos los

bienes materiales; en este sistema funciona el “todo se compra”. Para poder mantenerse requiere

un crecimiento perpetuo de la economía real; consecuentemente, promueve la quema acelerada de

recursos naturales haciendo inviable cualquier posibilidad de economía sustentable; esta

característica del capitalismo (la quema acelerada de los recursos naturales) ha ocasionado el

calentamiento global, hasta el punto de poner a la especie humana al borde su extinción.


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Marx nos dice: En nuestra sociedad (léase capitalismo), la forma más general y simple que

adoptan los productos de trabajo, la forma-mercancía, es tan familiar a todos, que nadie ve malicia

alguna en ello. Pero consideremos otras formas económicas más complejas. ¿De dónde vienen por

ejemplo las ilusiones del sistema monetario?...

Aquí se ubican los “mercados financieros” con sus “instrumentos o activos financieros”, es decir

los grandes casinos especulativos. En donde por obra y gracia del capitalismo un mineral, el

petróleo, el trigo, la soya, son mercantilizados como “futuros”, el cual es un instrumento financiero

especulativo, derivado de un producto tangible como el petróleo, el trigo, la soya, etc.

Continua Marx: …No cabe duda del carácter fetichista que la forma-dinero imprime a los

metales preciosos. Y la economía moderna, que tanto desdeña, y que no se cansa de repetir sus

marchitas bromas contra el fetichismo de los mercantilistas, ¿no es también juguete de las

apariencias? ¿Acaso su primer dogma no es el de que las cosas, por ejemplo, los instrumentos de

trabajo, son por naturaleza capital, y que cuando se los quiere despojar de ese carácter puramente

social se comete un crimen de lesa naturaleza? Y, por último, los fisiócratas, tan superiores en

muchos sentidos, ¿no imaginaron que la renta del suelo no sea un tributo arrancado a los hombres,

sino un regalo hecho por la naturaleza misma a los propietarios? Pero no nos anticipemos, y

conformémonos todavía con un ejemplo acerca de la propia forma-mercancía. Si pudiesen hablar,

las mercancías dirían: es posible que nuestro valor de uso interese al hombre. Por nuestra parte,

como objetos, ello nos tiene sin cuidado. Lo que nos importa es nuestro valor. Así lo demuestra

nuestra relación entre nosotras como cosas de venta y de compra. Sólo nos vemos unas a otras

como valores de cambio ¿Y no se podría creer que el economista toma prestadas estas palabras del

alma misma de la mercancía, cuando dice: ¿E1 valor (valor de cambio) es una propiedad de las
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cosas, la riqueza (valor de uso) propiedad del hombre? En ese sentido, el valor supone por fuerza

el intercambio; ¿la riqueza no”?

El capitalismo para ilusionar a los pueblos, utiliza como instrumento de medición de crecimiento

económico el PBI , que a decir de Joseph Stiglitz , "sólo compensan a los estados que aumentan la

producción material", es decir, no refleja el bienestar social; por esta razón el presidente de Francia

Nicolás Sarkozy, el 08 de enero del año 2008, creó una Comisión Internacional para la Medición

del Desempeño Económico y el Progreso Social; preside esta comisión Joseph Stiglitz y cuenta

con la colaboración de otro Premio Nobel de economía -el hindú Amartya Sen - teniendo como

objetivo estudiar los instrumentos de medición del crecimiento.

Los mismos problemas de hacer comparaciones en el tiempo se aplican a las comparaciones

entre países. Estados Unidos gasta más en atención sanitaria que cualquier otro país (tanto per

cápita como en porcentaje de los ingresos), pero obtiene peores resultados. Parte de la diferencia

entre el PIB per cápita en Estados Unidos y algunos países europeos puede ser, en consecuencia,

el resultado de la manera en que medimos las cosas.

Utilizamos precios de mercado para evaluar los bienes y servicios. Pero ahora, incluso los que

tienen mucha fe en los mercados, cuestionan la dependencia de los precios de mercado, ya que

están en contra de las valuaciones por ajuste al mercado. Las ganancias previas a la crisis de los

bancos -una tercera parte de todas las ganancias corporativas- parecen haber sido un espejismo.

Los recientes avances metodológicos nos han permitido evaluar mejor qué contribuye a la

sensación de bienestar de los ciudadanos y reunir los datos necesarios para hacer ese tipo de

evaluaciones de manera regular. Estos estudios, por caso, verifican y cuantifican lo que debería ser
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obvio: la pérdida de un empleo tiene un mayor impacto de lo que representa la pérdida del ingreso.

También demuestran la importancia de la conectividad social.

Toda buena medición de lo bien que nos está yendo también debe tener en cuenta la

sustentabilidad. De la misma manera que una empresa necesita medir la depreciación de su capital,

también nuestras cuentas nacionales deben reflejar la sobreexplotación de los recursos naturales y

la degradación de nuestro medio ambiente.

Pese a todos los cambios que ha experimentado el capitalismo, las leyes objetivas que expresan

sus fundamentos generales y caracterizan la esencia de las relaciones capitalistas de producción se

mantienen. Para comprender las leyes objetivas a que obedece el capitalismo es preciso,

apoyándose en la doctrina económica de Marx, analizar, en primer término, los fundamentos

generales del modo capitalista de producción formados en la época de la libre competencia, es

decir, del capitalismo pre monopolista. A tal es preciso poner al descubierto las peculiaridades

principales del proceso capitalista de producción, pasar luego la investigación de las leyes objetivas

del proceso de la circulación capitalista y, por fin, examinar los procesos de producción y la

circulación capitalistas en conjunto, en unidad, revelar las formas concretas del movimiento capital

y comprender el nacimiento y el desarrollo de la etapa siguiente del capitalismo, su fase

imperialista, que posee sus leyes objetivas propias, surgidas al cambiar sustancialmente la vida

económica de la sociedad capitalista.

La Globalización

La globalización está a la base del nuevo orden internacional, de los tratados de libre comercio,

de los nuevos bloques económicos y de los mercados comunes.

Hoy día el debate acerca de la "globalidad", acapara miles de espacios. Se trata de un futuro y un
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fenómeno compartido por el género humano. La integración de países y regiones a nivel mundial

ha traído múltiples efectos, de los cuales los negativos son los más notables. Crisis financieras se

expanden por todo el mundo, con consecuencias funestas para las economías reales:

empobrecimiento, desempleo, marginación…

En este tema, pueden entrar en conflicto muchos interesas, ya que tanto la parte económica, como

la parte moral se entrometen, ambas tratando de defender su punto de vista, la pregunta que queda

en el aire sería ¿Qué pretende la globalización?

Según Víctor Flores Olea, la globalización debe reorientarse a favor del género humano, además

dice que esta idea no es la quimera de unos cuantos académicos y profesores, sino que es ya el

debate a nivel de los grandes centros de poder, puesto que finalmente, los efectos tarde o temprano

alcanzarán a todos.

De aquí, surgen temas y preguntas tales como ¿qué pueden hacer entonces los Estados nacionales?,

¿Cómo, cuándo y quiénes pueden re direccionar la globalización?, ¿Qué está pasando con la

sociedad en los distintos países?

El mismo Flores Olea dice que los efectos perversos de la globalización son el fracaso de una

manera de pensar, de escuelas teóricas que al implementarse no cumplieron sus promesas, porque

la "ortodoxia neoliberal", es una doctrina técnica e ideológica capacitada sólo para aplicar sus

propios postulados, pero incapacitada para hacer autocorrecciones críticas – teóricas. Agrega que

la expansión del sistema de producción y de intercambios es algo inherente al sistema capitalista

desde sus inicio, pero en los últimos veinte o veinticinco años, cobra actualidad y vigencia y sufre

un cambio cualitativo, un cambio de naturaleza, que es lo que hoy se conoce con el nombre de

Globalización.

Flores Olea, afirma que una de las situaciones que ha propiciado, tanto la Globalización, como las

crisis, es la Informática y la electrónica, ya que permiten hacer cambios, redireccionar, reinvertir y


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hacer movimientos de capital con una velocidad absolutamente extraordinaria, tal vez imposible

hace unos cuantos años. Y no solamente eso, sino que se ha automatizado los movimientos del

capital, es decir, actualmente se programan las computadoras para indicar que si en tales acciones

se llega a un cierto punto, automáticamente la computadora suelte las inversiones que hay y las

mande a otro destino.

Estamos viviendo un mundo extraordinariamente informatizado y con un control extraordinario

del fenómeno por parte de las inversiones financieras, mucho más que de las inversiones

propiamente productivas del capital. Se ha dicho con razón que la globalización es mucho más

modesta en el aspecto de las inversiones productivas, que se siguen dando de una manera muy

importante a nivel nacional y también ciertamente a los niveles regionales, es decir, con la creación

agrupaciones económicas como la Unión Europea, el TLC, el Mercosur, la APEC, etcétera.

Pero el hecho de que el fenómeno económico de la globalización esté determinado esencialmente

por el capital financiero y no por el capital productivo está originando desajustes, crisis,

inestabilidades, verdaderamente increíbles en prácticamente todas las regiones del mundo.

En los países de donde salen los capitales en una horas, en unos días, en una semana - ya sea por

desconfianza o por disminución de la rentabilidad- hay verdaderas crisis y dificultades económicas

muy profundas que se traducen en pérdida de riqueza real, en desempleo. Hay también recortes

presupuestales de los gastos gubernamentales y en primer término de aquellos gastos orientados a

la cuestión social, es decir, todo este movimiento financiero, que es especulativo, afecta

profundamente los niveles de vida, los poderes adquisitivos, la riqueza real de las naciones,

etcétera.

Si a lo anterior añadimos que el fenómeno de la globalización en sus últimos 20 años de desarrollo

ha originado concentraciones de capital y al mismo tiempo marginación, pobreza, desempleo, a

niveles difícilmente concebibles antes, entonces nos damos cuenta que no estamos haciendo una
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globalización que esté realmente resolviendo los problemas de la sociedad humana, sino en muchas

ocasiones, por el contrario, agravándolos de una manera dramática.

El Imperialismo

El imperialismo, es el capitalismo en su fase superior y última de desarrollo; es la etapa del

dominio del capital monopolista en lo económico, político e ideológico. Somos testigos

presenciales de cómo el imperialismo estadounidense ha extendido sus mandos hacia el continente

utilizando medios económicos (intercambio de capital físico y humano), políticos (a expensas de

la libertad de nuestros pueblos y la propiedad de nuestros recursos) y militares, utilizando como

pretexto la lucha contra el terrorismo y narcotráfico; fuera de las bases militares anteriormente

instaladas, hoy observamos el reforzamiento de su poder imperial con la instalación de 7 nuevas

bases en Colombia y la reactivación de la IV flota que tiene como zona de control a América del

Sur, del Centro, todo el Caribe, México y territorios europeos en este lado del Atlántico.

Lenin fue el único que…amplió sustancialmente el círculo de problemas que estudia la

economía política marxista del capitalismo. Al examinar las relaciones económicas entre el capital

y el trabajo asalariado, estimándolas las principales de la época contemporánea, la teoría del

imperialismo incluye en el objeto de su investigación, además, las relaciones de explotación entre

la oligarquía financiera y otras capas de la sociedad burguesa, las relaciones internacionales de

dominación de la oligarquía financiera y la actividad económica del Estado burgués llamada a

reproducir y mantener el existente régimen capitalista.

El Neoliberalismo

El neoliberalismo u ortodoxia del libre mercado, es un proyecto del capitalismo que postula la

reducción del estado en lo social y económico a su mínima expresión, puesto que considera el libre
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mercado capitalista como único elemento de equilibrio institucional y puntal de crecimiento

económico de un país.

"La crisis de los setenta, que debilitó intensamente a los trabajadores y sus representantes,

facilitó el desarrollo de teorías que suponían un cambio radical en la política económica a favor de

los intereses del capital. Apoyándose en las ventajas que permitían la operación mundial del capital,

la competencia global y la potencia de las nuevas tecnologías (como un ‗círculo virtuoso para el

capital), junto con el debilitamiento e integración de las fuerzas populares, con la ayuda de las

instituciones internacionales y los gobiernos, los grandes capitales mundiales lograron ir

imponiendo una estrategia muy favorable para ellos que permitía la rápida recuperación de la tasa

de beneficio. Es la conocida como estrategia o política económica neoliberal."

El neoliberalismo en el Perú se viene aplicando desde el año de 1990 con el llamado "consenso

de Washington, a través de un listado inicial de 10 puntos:

1) Disciplina fiscal,

2) Reordenamiento de las prioridades del gasto público,

3) Reforma Impositiva,

4) Liberalización de las tasas de interés,

5) Una tasa de cambio competitiva,

6) Liberalización del comercio internacional (tarde liberalización),

7) Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas,

8) Privatización,
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9) Desregulación y

10) Fortalecimiento de los derechos de propiedad.

Esta breve lista adquirió independencia y se instituyó en lo que luego se denominaría

«neoliberalismo». Posteriormente la "lista" inicial fue completada, ampliada, explicada, y

corregida. Se ha hablado del Consenso de Washington II y del Consenso de Washington III.

Este programa, junto con el régimen que lo sustenta, colapsó estrepitosamente con la gran crisis

estructural del capitalismo; la cual alcanzó su punto de inflexión el mes de agosto del 2008 con el

derrumbe del sistema financiero global y el hundimiento de su barco insignia Wall Street. Si los

propios neoliberales, creadores del sistema y sostenedores del establishment, fueran consecuentes

con su principio fundamental -la no intervención del Estado en el manejo comercial privado- no

deberían haber acudido al Estado para que los rescates de la quiebra económica generada por su

propia y directa responsabilidad. Antes de la crisis, el Estado no debía intervenir en nada; luego de

presentada la crisis, sin embargo, es el Estado quien debe acudir para salvar a los responsables de

la mayor debacle económica que se conozca en la historia; es decir, conservan privatizada la

estructura de propiedad y las utilidades de las empresas y obligan a los estados a socializar las

pérdidas que ellos han ocasionado.

EL PENSAMIENTO SOCIALISTA: EL MARXISMO.

El socialismo es tanto una corriente de pensamiento en el campo de la teoría social como un

movimiento político cuyo objetivo es instaurar una forma de organización social basada en la

propiedad colectiva de los medios de producción. En este sentido, se presenta como alternativa al

capitalismo, sistema social erigido en torno a la propiedad privada de los medios de producción.
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Socialismo y capitalismo son, por lo tanto, dos formas antagónicas de organización social. En

este trabajo se hará una breve presentación de los lineamientos fundamentales del pensamiento

socialista, haciendo referencia tanto a la teoría socialista de la sociedad como al proyecto socialista

de transformación social. Esta presentación, tal como se explica más adelante, está centrada en la

corriente marxista del pensamiento socialista, de modo que no se encontrará aquí una exposición

de las distintas variantes de dicho pensamiento. Tampoco, por cierto, se llevará adelante un

desarrollo exhaustivo del pensamiento de Marx. Se trata, en cambio, de un esbozo de aspectos

considerados centrales para la comprensión de la naturaleza y el contenido del pensamiento

socialista. Debido a la relación que guarda dicho pensamiento con el capitalismo (el socialismo no

puede entenderse sin hacer referencia a la aparición y desarrollo del capitalismo), se tocarán

algunos aspectos de la teoría del capitalismo, con el objeto de facilitar la comprensión de los

planteos socialistas.

El presente texto tiene la siguiente estructura. En primer lugar, se esbozan las principales

características del capitalismo. A continuación, se hace una referencia a los orígenes del

pensamiento socialista y se argumenta a favor de la centralidad de la obra de Marx en la

constitución del socialismo, tanto a nivel teórico como en el plano político. Finalmente, se hace

una breve presentación de los aspectos principales de la teoría socialista.

Orígenes del socialismo:

El socialismo se originó en el contexto social expuesto en los párrafos precedentes. En un primer

momento, las ideas socialistas coexistieron con los movimientos republicanos y democráticos que

sostenían que la liberación de los seres humanos de las cadenas de la opresión pasaba por las

reformas políticas (sobre todo, en el reemplazo de la monarquía por la república). Posteriormente,

en un período comprendido entre la Revolución Francesa de 1789 y las Revoluciones de 1848, el


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socialismo se fue separando paulatinamente de quienes defendían el camino de la reforma política

como la vía regia para lograr la emancipación humana.

En la conformación de la identidad específica del socialismo jugó un papel fundamental la figura

de Karl Marx (1818-1883). G. H. D. Cole, un autor no marxista, describe del siguiente modo el

impacto de la obra de Marx sobre el socialismo: “Marx creó el socialismo característicamente

alemán, que pronto habría de dominar la ideología de la mayor parte del continente, apartando de

sí las formas anteriores de socialismo como el viento aparta la paja. No es que el marxismo llegase

nunca a desterrar las doctrinas más antiguas: lo que hizo fue lanzar la mayor parte fuera del

movimiento socialista, lo cual obligó a que éstas buscaran lugar en otra parte: en el cooperativismo,

en las varias formas del anarquismo, incluso en el llamado «socialismo radical» (que sería mejor

llamarlo «radicalismo social») y en el llamado «socialismo cristiano» en el seno de la Iglesia

católica. Los socialismos antiguos siguieron viviendo, incluso después que Marx había tomado

prestada la designación de «utopismo» para aplicársela. Pero el marxismo los lanzó fuera del

centro, tanto de la discusión, como de la organización.”

Es claro que la elección del marxismo como eje exclusivo de esta descripción del pensamiento

socialista es arbitraria. Hecha esta aclaración, en el resto del texto se dará cuenta de los motivos de

dicha elección y se argumentará a favor de la pertinencia de la misma.

Centralidad del marxismo en la conformación del pensamiento socialista:

Destacar el papel de Marx en la constitución del pensamiento socialista no significa afirmar que

el marxismo deba ser considerado como la versión canónica del socialismo. El pensamiento

socialista de los siglos XIX y XX excede largamente el ámbito del socialismo marxista. El mismo

Marx confrontó a lo largo de su vida con numerosos intelectuales y dirigentes obreros y políticos
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que postulaban variantes de socialismo opuestas al marxismo. No obstante, y aun reconociendo la

importancia de las distintas corrientes socialistas, existen dos buenas razones para concentrar la

atención en el marxismo al momento de referirse al socialismo:

a) Marx dedicó su obra fundamental, El capital (cuyo Libro I se publicó en 1867) a estudiar el

proceso de producción capitalista y a discutir la ideología que legitimaba a éste, esto es, la

economía política. Su crítica al capitalismo no tiene un carácter moral, no hace foco en una doctrina

de la justicia social. La explotación, definida en términos marxistas, no responde a causas morales

(por ejemplo, al egoísmo de los empresarios). La explotación que padecen los trabajadores en el

capitalismo obedece a la propia lógica del capital, que condiciona el comportamiento tanto de los

empresarios como de los trabajadores. La explotación es, por lo tanto, un fenómeno objetivo, cuyo

contenido es la apropiación por la burguesía del valor generado por la clase obrera en el proceso

de trabajo. Lejos de tratarse de un fenómeno secundario, la explotación del trabajo por el capital es

considerada como el núcleo en torno al cual se constituye la sociedad capitalista. De ese modo, el

socialismo marxista se articula sobre una teoría social que destaca la centralidad del proceso de

producción en la conformación de los rasgos característicos de la sociedad.

b) Marx desarrolló una acción política cuyo punto de partida fue el reconocimiento de la

necesidad de lograr la organización autónoma de la clase trabajadora. Esto marcó una divisoria de

aguas con los distintos grupos republicanos y demócratas de izquierda, quienes postulaban que la

clase obrera tenía que subordinarse a la dirección política de la pequeña burguesía republicana.

Pero Marx también sostuvo que la lucha política de los trabajadores tenía por objetivo el control

del Estado, y que éste debía ser transformado para poder servir a la liberación de los trabajadores

de la opresión capitalista. En este punto, el marxismo se diferenció de los anarquistas, quienes


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afirmaban que la Revolución Socialista consistía, ante todo, en la abolición del Estado (según ellos,

la fuente de toda opresión). Pero esto también lo distinguió de los grupos socialistas (como los

blanquitas) que sostenían que bastaba un golpe de mano exitoso para hacerse con el control del

Estado y ponerlo al servicio de la transformación social. El socialismo marxista representó la

formulación de un proyecto político propio de la clase trabajadora, y en este sentido constituyó la

variante socialista más exitosa en la segunda mitad del siglo XIX.

La teoría socialista:

Establecida la pertinencia de un enfoque del socialismo centrado en el marxismo, corresponde

indicar cuáles son los aportes centrales del pensamiento socialista, para de ese poder caracterizar

adecuadamente a esa corriente política e intelectual. Conviene repetir que se trata de una exposición

que de ningún modo pretender abarcar toda la gran complejidad del marxismo.

El papel del Estado en la dominación capitalista:

Ante todo, el socialismo tiene por objetivo fundamental la impugnación del capitalismo, tanto

en el plano de la teoría como en el de la práctica. La clave para aprehender la naturaleza de esta

impugnación pasa por comprender la importancia asignada al proceso de trabajo en la

conformación de los rasgos definitorios de la sociedad. El proceso de producción es la llave maestra

que emplea el marxismo para iniciar el estudio de la organización social. La producción es pensada

no como una determinada combinación de elementos técnicos, sino como un proceso social y

político, en el que, a partir de la conformación de alguna forma de propiedad, se construyen las

bases para la distribución del poder en la sociedad.


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La concepción marxista de la producción permite explicar los mecanismos de la dominación

capitalista. Como ya ha sido señalado, la emergencia del capitalismo conlleva la liberación de los

trabajadores de cualquier forma de dependencia personal. En las sociedades anteriores al

capitalismo, la violencia (la coerción extraeconómica) era el principal instrumento utilizado por las

clases dominantes para explotar a las clases subordinadas. Esto era una consecuencia del hecho de

que, en dichas sociedades, las clases dominantes se encontraban por fuera del proceso productivo

(por ejemplo, la nobleza tenía prohibido el ejercicio de la industria y el comercio en la Francia

anterior a la Revolución de 1789). En el capitalismo, la burguesía está involucrada directamente en

la producción a través de la propiedad de los medios con que esta se realiza. Como sus trabajadores

son libres (en el capitalismo impera la igualdad jurídica entre empresarios y trabajadores), el capital

no puede recurrir a la violencia directa para obligar a los obreros a trabajar, salvo en casos

excepcionales, como cuando los trabajadores se niegan a seguir siendo asalariados y discuten

políticamente la propiedad de los medios de producción. Sin embargo, la propiedad privada de

estos medios coloca a los empresarios en una situación de neta superioridad sobre los trabajadores.

Dado que los instrumentos de producción son indispensables para fabricar los bienes necesarios

para garantizar la continuidad de la propia existencia, la desposesión de los mismos supone la

impotencia radical de los individuos desposeídos. Es precisamente esta impotencia la que fuerza a

los trabajadores a vender su fuerza de trabajo en el mercado a cambio de un salario. A esta forma

de dominación, propia del capitalismo, puede designársela como coerción económica. Tiene la

particularidad de presentarse como una dominación impersonal, en la que la suerte del trabajador

parece obedecer a la naturaleza misma de las cosas y no a la organización social.

La dominación capitalista tiene su origen en la fábrica, y se basa en los efectos de la propiedad

privada. Mientras que en el mercado los individuos son iguales en términos jurídicos, en el lugar
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de trabajo impera la dictadura del empresario, quien tiene la potestad de decidir, a partir de su

propiedad privada de los medios para producir, qué, cómo y cuánto producir, sin consultar para

nada a los trabajadores. Como la relación de dominación en la fábrica es el resultado de la “libre

elección” del trabajador, no es percibida como dominación de clase, sino como el producto de

decisiones individuales.

El Estado cumple dos funciones básicas:

a) Por un lado, se presenta a sí mismo como el representante del interés general, en tanto es la

expresión de la voluntad de los ciudadanos libres e iguales. Al hacer esto, oculta la dominación

capitalista, pues la política aparece como el ámbito de la igualdad, en el sentido de que es el fruto

de la libre decisión de los ciudadanos. Esto es posible porque el control de los medios de producción

garantiza la dominación social de la burguesía sobre los trabajadores. Además, la presencia del

Estado como la instancia en que se desarrolla la política tiene su contracara en la percepción del

proceso de trabajo como un ámbito apolítico, como una instancia privada librada a las decisiones

individuales. Al transformar al trabajo en una instancia libre de política, “desaparece” la

explotación, pues las relaciones entre el capital y el trabajo se derivan del libre consentimiento de

las partes que acuerdan el contrato laboral. El Estado cumple así la función ideológica de

transformar el conflicto entre la burguesía y los trabajadores en una multiplicidad de disputas entre

individuos particulares. Las clases sociales se “esfuman”, sólo quedan los individuos. De este

modo, el Estado divide y fragmenta a la clase trabajadora y a los demás sectores populares,

fortaleciendo la dominación de la clase capitalista.

b) Por otro lado, el Estado está encargado de moderar los efectos de la competencia entre los

capitalistas, asegurando así la reproducción del sistema en su conjunto. En una economía de

mercado, no existe ningún mecanismo capaz de regular la competencia, pues no hay ningún
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mecanismo que establezca de antemano la magnitud de la oferta y de la demanda. Debido a esto,

cada capitalista queda librado a sus propias fuerzas y se ve obligado a luchar contra los demás

capitalistas (además de, por supuesto, enfrentar a la clase trabajadora), con el objetivo de

mantenerse en el mercado maximizando sus ganancias. Esta situación genera un enorme riesgo

para el sistema capitalista y puede llevar al colapso, por ejemplo, por la sobreexplotación a que son

sometidos los trabajadores. De manera que el Estado tiene que pasar a comportarse como si se

tratara de un capitalista colectivo, cuyo objetico primordial es la salvaguarda de los intereses

generales de la clase capitalista. Es por esto que el Estado, aún aquél que sigue las pautas más

neoliberales, se ve obligado a hacer frente a las obras de infraestructura, a mantener un sistema de

salud y de educación, a ofrecer servicios de seguridad social, etc. Si el Estado no cumpliera estas

funciones, correría riesgo la reproducción misma del capital.

En síntesis, el Estado lleva adelante dos tareas centrales para la conservación de la dominación

del capital: dividir a los trabajadores, en tanto adversarios potenciales de dicha dominación, y

unificar a la clase capitalista, asegurando que las luchas entre capitalistas no pongan en riesgo la

estabilidad del sistema.

La teoría de la transformación social:

El socialismo sostiene que la superación de la organización capitalista de la sociedad sólo es

posible si se elimina la propiedad privada de los medios de producción. Ya se han señalado las

razones por las que los marxistas consideran que el proceso de producción es fundamental a la hora

de establecer los rasgos característicos de toda sociedad. También se ha indicado que en la

definición de la naturaleza de un modo específico de producción (por ejemplo, el feudalismo, el


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capitalismo, etc.) juega un papel central el tipo de propiedad de los medios de producción. De ahí

que la puesta en marcha de un proceso de liberación de la clase trabajadora de la explotación

capitalista requiere, ante todo, la eliminación de la propiedad privada de los instrumentos de

trabajo. En rigor, esta es una divisoria de aguas entre el socialismo revolucionario y las corrientes

socialistas que apuestan a la transformación de la sociedad mediante la concreción de reformas

graduales.

Dado lo expuesto anteriormente, no es preciso dedicar mucho espacio a explicar la relevancia

de la abolición de la propiedad privada. Basta decir que esta medida es imprescindible para

erosionar la coerción económica a la que se encuentran sometidos los trabajadores. En el

capitalismo, los trabajadores, despojados de los medios de producción, viven el trabajo como una

enajenación de su actividad vital. El tiempo de trabajo es visto por el trabajador como un período

en el que no se pertenece a sí mismo, como una actividad que, en la inmensa mayoría de los casos,

genera fastidio y repulsión. Marx denominó alienación a este fenómeno, que es una consecuencia

directa de la propiedad privada de los medios de producción. Asimismo, la extensión de la división

del trabajo en el capitalismo (el hecho de que la actividad realizada por cada individuo sea cada

vez más unilateral, en el sentido estar limitada a la realización de alguna de las tantas tareas que

son precisas para producir un bien o servicio), refuerza la imposibilidad que posee el individuo

para decidir sobre su propio destino.

La supresión de la propiedad privada es concebida como el paso inicial hacia la eliminación de

las distintas formas de explotación del hombre por el hombre. Es por ello que se trata de un punto

de partida y no de la solución definitiva de todos los problemas de la humanidad


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La Revolución Socialista y la transformación del Estado:

La experiencia de la Comuna de Paris (1871) mostró que los trabajadores no podían limitarse a

conquistar el Estado y utilizarlo para sus propios fines. En tanto expresión concentrada de los

intereses generales de la clase dominante, el Estado está formateado a imagen y semejanza del

capital. Todo su funcionamiento responde a una lógica que tiende a disolver a la lucha de clases en

conflictos individuales entre el empresario a y el trabajador b. Empresarios y trabajadores son

igualados en tanto ciudadanos. “Desaparecidas” las clases, el Estado se encarga de mediar entre

los intereses “individuales” en conflicto.

Dado lo anterior, la clase obrera, al conquistar el poder, se ve obligada a modificar drásticamente

la mencionada lógica de funcionamiento del aparato estatal. El interés de Marx por la Comuna

proviene del hecho de que los revolucionarios franceses tomaron una serie de medidas dirigidas a

conseguir que suprimir la división entre las instituciones del Estado y los sectores populares. Dicho

de otro modo, concentraron su acción en la eliminación de la burocracia, estableciendo el carácter

electivo, con mandato y revocable, de todos los cargos; además, igualaron el salario de los

funcionarios elegidos por este procedimiento con el de los trabajadores. La Revolución Socialista,

implica no solamente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, sino

también la puesta en práctica de una transformación radical de la lógica y de la estructura del

Estado.

El socialismo marxista coincide con el anarquismo en la caracterización del Estado como una

herramienta al servicio de la clase dominante. Pero, a diferencia de los anarquistas, plantea que el

Estado no puede ser abolido de inmediato por la Revolución triunfante. Existen al menos dos

razones primordiales esgrimidas por los marxistas para justificar su posición en la cuestión del

Estado posrevolucionario. La primera de ellas consiste en que el nuevo Estado tiene que enfrentar
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la oposición de las ex clases dominantes, que se resisten por todos los medios a su alcance a ceder

su posición privilegiada en la sociedad.

Socialismo y democracia:

Respecto a la cuestión de la democracia, hay que señalar que el marxismo considera que la

profundización de la misma resulta imprescindible para la construcción de las relaciones sociales

que reemplazarán al capitalismo. La argumentación se articula con la concepción marxista del

papel del individuo en la transformación social. Como ya se ha indicado, Marx pensaba que era

necesario suprimir la escisión entre trabajo manual y trabajo intelectual, debido a que establecía

una relación de subordinación del primero frente al segundo. El socialismo requiere, para su plena

concreción, que todas las personas puedan decidir sobre su propio destino. En un sentido fuerte,

cabe afirmar que el socialismo en general, y el socialismo marxista en particular, tiene como rasgo

distintivo la defensa de la tesis de que la efectiva liberación de los individuos, la realización de su

plena autonomía, es inseparable de la puesta en práctica de todas unas series de condiciones

materiales (entre ellas, la principal es la abolición de la propiedad privada). A diferencia de quienes

sostenían que bastaba la transformación política para lograr la liberación, Marx defendió toda su

vida la necesidad de combinar las modificaciones en el núcleo de la dominación capitalista (las

relaciones al interior del lugar de trabajo), mediante la supresión de la propiedad privada, con la

implementación de una transformación radical de la estructura estatal. En el límite, el proyecto del

socialismo marxista se propone la eliminación del Estado en tanto instrumento de dominación. Para

lograr esto es central la profundización de la democracia.

Propiedad colectiva de los medios de producción:


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El socialismo marxista sostiene que sólo mediante la abolición de la propiedad privada se dará

un paso decisivo hacia la eliminación de la explotación del hombre por el hombre. Esto no debe

llevar a pensar, como suele ocurrir, que el marxismo propone reemplazar la propiedad privada por

la propiedad estatal. Hay que insistir, una vez más en que, más allá de que Marx criticó la tesis

anarquista de que el Estado podía ser abolido inmediatamente por la Revolución, compartía con el

anarquismo la convicción de que el Estado era un instrumento de dominación. De modo que

propone la propiedad estatal como forma de superación de la propiedad privada no se condice con

el contenido emancipatorio del socialismo. Es por ello que Marx sostiene que la propiedad privada

debe ser reemplazada por la propiedad colectiva o comunitaria. Dejar la cuestión en manos del

Estado supondría renunciar al desarrollo de la autonomía de los trabajadores.

La propiedad colectiva de los medios de producción expresa, según Marx, la auto organización

de los trabajadores y constituye la respuesta concreta al problema de cómo construir las condiciones

para la realización efectiva de la emancipación de los seres humanos de las relaciones sociales

basadas en la explotación. Marx concibe a esta forma de organización como “una asociación de

hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos [empleando], conscientemente,

sus muchas fuerzas de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social.” (Marx, El capital)

Referencias:

Guzmán (2010). eumed. Capitalismo, imperialismo, globalización y neoliberalismo

Recuperado de:

http://www.eumed.net/ce/2010a/cag.htm

Ramos (s.f.). monografías. globalización y capitalismo. Recuperado de:

http://www.monografias.com/trabajos10/gloca/gloca.shtml
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Abril (2012). miseriadelasociologia. El pensamiento socialista: el marxismo. Recuperado

de:

http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2012/04/el-pensamiento-socialista-el-

marxismo.html

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