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CAUSAS DE LA MUERTE DE SOCRATES

La pregunta ha sido muchas veces formulada. Platón en su “Apología o Defensa de Sócrates” y en


algunos diálogos y Jenofonte en su “Defensa de Sócrates”, nos dan información suficiente de
cómo se fue generando el ambiente negativo para condenar al más sabio y justo de los hombres
por la denuncia aparentemente inconsistente de tres compatriotas mediocres y envidiosos. Y es
justamente esta insuficiencia e injusticia la que mantiene siempre vivo el interés por comprender
la contradicción de que la primera democracia de la Historia condenara injustamente al más sabio
y justo de los hombres, que acepta con entereza la pena de muerte.Ahora bien, como norma
general, no puede interpretarse el pasado con los valores sociales del momento actual.

Sócrates se ganó a lo largo de su vida numerosos enemigos por diversas razones. En el fondo lo
que se enfrenta en su proceso es la ciudad tradicional con sus valores colectivos frente a la
aparición y auge de las personalidades individuales, como es el caso de Sócrates, que cuestiona o
incumple los modos ciudadanos de la colectividad. Por ejemplo, no es ateo porque no crea en los
dioses, sino porque no cumple los ritos a la manera tradicional.

En el año 406 a.C. fue elegido en el correspondiente sorteo miembro del Consejo Ateniense de los
Quinientos. Siendo miembro de la Comisión Pritana, la Asamblea popular se empeñó en condenar
a muerte a los generales de la batalla de las Arginusas por no recoger los cadáveres de los
soldados muertos. Sócrates mantuvo su criterio personal y se opuso a la absurda condena; se
enfrentó al poder democrático del momento. Más aún, criticó algunas características del poder
democráticos, como la elección de algunos cargos por “sorteo”, sin garantía alguna de elegir a los
mejores.

Más tarde desobedeció, manteniendo también su criterio, a los Treinta Tiranos cuando le
ordenaron detener y conducir a la muerte a León de Salamina. Se enfrenta ahora al poder
oligárquico.

Platón, y también Jenofonte, escribieron, como he dicho, dos “Defensas o Apologías” de su


maestro Sócrates. Transcribiré y comentaré el texto de Platón. En su consideración hemos de
tener en cuenta varias cuestiones.

Aunque se le llama “diálogo” en realidad no lo es tal, sino más bien un “monólogo” en el que el
propio Sócrates expone su defensa y desmonta los argumentos de sus acusadores.

Pero téngase en cuenta que, naturalmente, esto no es una transcripción del juicio sino una especie
de discurso forense de defensa que Platón escribió algunos años después de la muerte
de Sócrates. Es por tanto una obra literaria, digna de ser leída y comentada incluso 2300 años
después, de la que podemos extraer importantes conocimientos históricos y valores cívicos y
sociales. De la fuerza real que como discurso defensivo hubiera tenido de haber sido real, tienen
los lectores todo el derecho a plantear todas las dudas que deseen. El regusto que deja,
ciertamente, es el de que se está defendiendo a un culpable “social”, a una persona que ha
chocado con las normas y convencionalismos sociales imperantes en la Atenas del momento. En
todo caso, por la trascendencia que la figura de Sócrates y su muerte ha tenido en toda la cultura
occidental, la lectura de estos textos es obligada.

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