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Los intelectuales, la nación y los usos del pasado:

Aldo Ferrer y La Economía Argentina como visión histórica de una nación


frustrada

Don Tomás Elías Zeitler


Profesor de Historia
Cátedra de Historia de la Historiografía
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Nordeste
(Argentina)

Resumen

La Economía Argentina (1963) de Aldo Ferrer se ha transformado en


un clásico de la historiografía argentina y eso la hace justamente
controvertida. El propio status que ocupa el autor, tanto en el ámbito
intelectual (reconocido economista y politicólogo) como en la esfera pública
(Ministro de Economía y Trabajo de la Nación durante el gobierno de
Levingston, 1970-71), nos condujo a repensar los supuestos teóricos y
metodológicos que presenta esta obra clásica en relación a la construcción de
una historia de la economía argentina que busca sustentar una visión de
dicha “nación” como resultado de una experiencia histórica frustrada,
caracterizada por el estancamiento y la dependencia o vulnerabilidad externa.

Abstract

The Economy Argentina (1963) Aldo Ferrer has become a classic of


historiography Argentina and that just makes controversial. The status
occupied by the author himself, both in the intellectual field (known economist
and political scientist) and in the public sphere (Minister of Economy and
Labor's Office during the administration of Levingston 1970-71), led us to
rethink the assumptions theoretical and methodological having this classic in
relation to the construction of a history of the Argentina economy that seeks to
sustain a vision of the "nation" as a result of historical experience frustrated,
characterized by stagnation and dependence or external vulnerability.

Palabras Clave

Argentina – economía – nación - historiografía.

Historia Digital, XIV, 23, (2014). ISSN 1695-6214 © Tomás Elías Zeitler, 2014 33
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Keywords

Argentina - Economics - nation - historiography

La Economía Argentina de Aldo Ferrer se ha transformado en un


clásico de la literatura sobre historia económica, en un libro de referencia
obligada para todo el que se inicia en los estudios sociales y económicos.
Mas allá de sus amplios logros editoriales y comerciales1, es la alta recepción
de esta obra en el ámbito académico y universitario lo que genera tantos
interrogantes sobre las concepciones explícitas e implícitas que la
concibieron. Por estas razones, el presente trabajo aunque no pretende
referirse sobre la validez o no de las afirmaciones estrictamente económicas
que contiene la obra de Ferrer, sí propone un análisis de los supuestos
teóricos y metodológicos que conforman la base de la misma: el objetivo es
analizar más lo que la obra oculta que lo manifiesta, más lo que propone
entre líneas que lo que critica en la superficie textual.

Proponemos partir de un estudio general del contexto político,


intelectual e historiográfico de producción de La Economía Argentina durante
la década de los sesenta, atendiendo especialmente a las teorías económicas
imperantes en ese entonces, algunas de las cuales influenciaron sobre el
pensamiento de Ferrer; para luego avanzar en el análisis de las concepciones
teóricas y metodológicas que sustentan esta particular obra de Ferrer,
teniendo en cuenta elementos aportados tanto por el “texto” como por el
“contexto” en el que tuvo lugar su producción.

Los resultados de este trabajo son parciales y sólo pretende explorar


las complejas relaciones que se tejen entre las dimensiones intelectuales-
políticas y la visión de nación que el autor posee para poder aportar algunos
elementos centrales en el análisis de la relación entre intelectuales-nación-
usos del pasado.

Sobre historiografía, intelectuales y política en la década del


sesenta

La historia en el sentido de historiografía no puede escapar a la


situación de tránsito a menos que se niegue a sí misma rechazando su
propia historicidad y se identifique con la trascendencia o la fijación.
Esta condición transitoria afecta el significado mismo de la comprensión
histórica; exige repensar continuamente lo que cuenta como historia, en
el sentido dual de proceso histórico e intento historiográfico de dar
cuenta de éste. (Dominick LaCapra. Historia en tránsito, p.11)

1
El libro tiene cuatro ediciones, treinta reimpresiones, y más de 100.000 ejemplares vendidos.

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La condición transitoria de la producción historiográfica es la


motivación más antigua y permanente que alienta todo intento de análisis,
interpretación y comprensión de la misma. De esa condición y motivación
nace este trabajo que propone repensar las bases intelectuales, políticas e
historiográficas que sustentan el texto La Economía Argentina de Ferrer.

Su contexto de producción fue la década del sesenta2. Durante este


período de renovación, identificado con la bandera de la historia social, se
dieron grandes innovaciones en el campo del saber y proceder histórico, sin
llegar a evidenciarse un giro en nuestra disciplina3. A pesar de ello, ésta
etapa adquiere gran relevancia a partir de 1983, con la vuelta de la
democracia y la profesionalización de la Historia, cuando fue invocada como
la base sobre la que debían consensuarse los criterios historiográficos que
operarían como reglas comunes de la disciplina4. La historia social se
transformó entonces en el pasado mítico sobre el cual se fundó la legitimidad
de la historiografía5.

Podemos caracterizar a esta etapa historiográfica como de renovación


tanto en lo que hace al proceso de producción historiográfica como a la
propuesta de nuevos temas, enfoques, técnicas y métodos, pero sobre todo a
la formación de una particular visión del devenir histórico argentino arraigada
en influencias provenientes de la sociología funcionalista, la escuela de
Annales, la CEPAL y el marxismo que brindaron a historiadores, sociólogos y
economistas una matriz conceptual desde la cual indagar el pasado argentino
con el fin de encontrar en él las respuestas a los problemas que su presente
les suscitaba.

La influencia de Annales no sólo contribuyó al cambio en la orientación


temática y la metodología6, sino que aportó también las concepciones
braudelianas de larga duración, historia total y estructura 7, aunque el marco
conceptual se delineó según la impronta de la teoría de la modernización
proveniente de la sociología funcionalista norteamericana8. De ella se rescató
ante todo la idea –más política que científica- de elaborar un proyecto
modernizador que ponga fin a la situación periférica de la Argentina mediante

2
Aunque siendo estrictos en términos cronológicos nos referimos a la etapa comprendida entre 1956-1966.
3
Cfr. MIGUEZ, Eduardo J. El Paradigma de la Historiografía Económico-social de la renovación de los años `60, vistos
desde los años `90. En: DEVOTO, Fernando (comp.). La Historiografía argentina en el siglo XX. Bs.As., Editores de
América Latina, 2006. p. 195.
4
ROMERO, Luis Alberto. La Historiografía argentina en la democracia: los problemas de la construcción de un campo
historiográfico. En: Entrepasados. Bs. As., 1996, Nº 10, p. 98.
5
HORA, Roy. Dos décadas de historiografía argentina. En: Punto de Vista, Nº 69 (abril), 2002. p 42.
6
Esto se manifestó en el análisis de cuestiones económicas y sociales y el uso de la metodología serial y la
demografía histórica.
7
Sin embargo, la aplicación concreta de estas tres ideas braudelianas fue bastante limitada. Cfr. MIGUEZ, Eduardo J.
op cit. pp. 204-205.
8
Difusión dada gracias al lugar central que ocupó Gino Germani en esta generación de intelectuales.

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la imitación de los modelos económicos industrializados propios de Europa y


Estados Unidos. 9

En oposición a la postura modernizadora, la teoría del desarrollo


formulada por la CEPAL planteó un pensamiento sobre la condición periférica
de los países subdesarrollados pero desde la perspectiva de la propia
periferia10, sosteniendo como idea central que la simple imitación de modelos
industrializados no es suficiente para lograr el desarrollo nacional, es
necesario “la formulación de una política de fortalecimiento de la estructura
económica, de aceleración del ritmo de desarrollo y de elevación de las
condiciones de vida de las mayorías del país”.11 Este desarrollo, de acuerdo
a la formulación de Celso Furtado, era un proceso tanto de transformación
como de invención de estructuras económicas con el fin principal de alcanzar
la mejora de las condiciones de vida de las mayorías: de esta manera, el
crecimiento económico sufría una metamorfosis y se convertía en
desarrollo12. Según el planteamiento de Di Tella y Zymelman13, la teoría del
desarrollo era aplicable al análisis de los procesos de formación de una
economía siguiendo tres variables: 1- la apertura de la economía al mercado
global que la torna vulnerable a los factores macroeconómicos y le impide
consolidar una industria nacional y un mercado interno; 2- la dependencia del
poder político nacional respecto a intereses sectoriales extranacionales y la
resistencia social al cambio; y 3- la fuerte influencia de la economía mundial
por medio de los términos del intercambio, la inmigración y el capital
extranjero.14

En estrecha relación con la teoría del desarrollo, pero de raíz marxista,


la teoría de la dependencia intentó dar cuenta de la relación de subordinación
que tenían los países subdesarrollados con las potencias dominantes.
Sostenía que la dependencia afectaba a todos los países del tercer mundo
pues era el resultado de la imposición de una desigual división internacional
del trabajo que se basaba en la explotación de las materias primas de los
países subdesarrollados y por eso impedía el desarrollo nacional.15

9
TERAN, Oscar. op.cit. p.77.
10
Aldo Ferrer señala en el prólogo que realiza al libro En busca de un nuevo modelo (FCE, 2003) de Celso Furtado que
el aporte más importante del economista Raúl Prebisch fue el reconocimiento de que la subordinación teórica al
pensamiento hegemónico de los centros es el primer eslabón de la cadena del atraso y la dependencia y que, por
lo tanto, es imprescindible analizar el mundo desde perspectivas propias en torno a un conocimiento mas profundo
del desarrollo que permita diseñar proyectos para obtenerlo.
11
Según el planteamiento de Ferrer en el prefacio a la primera edición de su obra. FERRER, Aldo. La Economía
Argentina: desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI (con colaboración de Marcelo Rougier). 4ta ed. aumentada
y actualizada. Bs.As., FCE, 2008. p. 21.
12
FURTADO, Celso. Los desafíos de la nueva generación. En: Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano,
Repensar la teoría del desarrollo, CLACSO, Nº 4, enero de 2008, p. 2
13
Cuya obra Las etapas del desarrollo económico argentino es un ejemplar modélico sobre la aplicación de estas
teorías a la investigación histórica.
14
DI TELLA, Guido y ZIMELMAN, Manuel. Las etapas del desarrollo económico argentino. Bs. As., Eudeba, 1967. p 1-
35.
15
GARCÍA MARTINEZ, Luis. Teoría de la Dependencia. Bs. As., Emecé, 1976.

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Estas orientaciones generales que se dieron en la producción


historiográfica del período 1955-1966 no afectaron únicamente a nuestra
disciplina, por el contrario, todo el ambiente intelectual del contexto histórico
recibió, en mayor o menor medida, el impacto generado por este fenómeno
de renovación teórica y metodológica. El mismo tampoco quedó circunscripto
al espacio argentino, sino que circuló con intensidad diversa en el ambiente
intelectual de Brasil, Chile y Uruguay. 16

Una característica fundamental de gran parte de los intelectuales del


sesenta, especialmente entre aquellos que se dedicaron a la historia
económica, fue la fuerte unión que existió entre su labor profesional, su
afiliación a una corriente de pensamiento determinada y su compromiso
político en relación con los gobiernos de turno, es por esto que la mayoría de
sus análisis se valen del uso de cierta perspectiva histórica para encontrar en
el pasado los males, errores y falencias, que impidieron el desarrollo de
nuestro país y terminan indicando orientaciones sobre políticas económicas
que deberían seguirse en el futuro: en otras palabras, analizan el pasado para
deducir los principios que rigen el presente y orientar las acciones futuras. El
uso del pasado se transforma en la estrategia intelectual privilegiada para
modelar los destinos de la nación.

Es justamente esta intencionalidad de demostrar que la Argentina está


en condiciones de transformarse en una nación desarrollada e
industrializada17 la que implica necesariamente una interpretación histórica
del pasado argentino desde una visión poco optimista, al tener como
obligación implícita el demostrar que las erradas políticas económicas del
pasado demoraron o frustraron un destino de grandeza:

“Si la Argentina post-peronista debía completar su proceso de


modernización… era porque en el pasado estas tareas no se habían
completado… De esta manera, ser optimista sobre las posibilidades de
desarrollo futuro exigía serlo mucho menos sobre los logros del
desarrollo pasado”18

Las conclusiones que se obtenían desde ésta perspectiva histórica


eran: la falta de integración de la economía nacional, la vulnerabilidad exterior
de una economía dependiente, el endeudamiento externo, la concentración
de la propiedad en manos de unos pocos, la desigual distribución del ingreso

16
Al respecto, los trabajos sobre historia de las ideas coordinados por Oscar Terán (Ideas del Siglo: intelectuales y
cultura en el siglo XX latinoamericano. Bs. As., Siglo XXI, 2008) aportan un panorama general sobre los impactos
de esta renovación en los mencionados países.
17
“Por sobre todo, el libro ratifica el convencimiento de que Argentina puede iniciar ya un proceso acelerado de
crecimiento, de afirmación de su identidad nacional, de mejora sostenida de las condiciones de vida de su pueblo.”
(FERRER, Aldo. La Economía Argentina: las etapas de su desarrollo y problemas actuales. México-Bs.As., F.C.E., 2ª
ed. act., 16ª reimp., 1996. p.10)
18
MIGUEZ, Eduardo J. op. cit. pp. 214-215

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y la ausencia de políticas de fomento industrial. En el fondo, lo que sostenían


era una visión crítica y negativa del modelo agro-exportador que mantuvo la
Argentina desde 1880 hasta 1930 y de la industrialización por sustitución de
importaciones durante el periodo de guerra (1914-1918) y después de la crisis
del 30´. Estas criticas, no apuntaban tanto al mercado, al capitalismo o al
liberalismo, sino al Estado y las políticas que se implementaron en el pasado,
por el contrario, defendían una economía basada en una industria avanzada
que compita con el exterior y que autoabastezca el mercado interno. 19

El conjunto de los trabajos inspirados en estas ideas aplicaron métodos


analíticos macroeconómicos, estructuralistas y economicistas, que buscaron
compatibilizar con un enfoque histórico para buscar y encontrar en el pasado
las causas de los males presentes mediante la diferenciación de etapas,
caracterizadas por tener una estructura y una dinámica estructural
particular20. Permanecía en ellos un ideal objetivista, según el cual era posible
analizar la realidad como una estructura objetiva que tiene una dinámica y un
funcionamiento propio que se encuentra por encima de las fuerzas sociales y
experiencias individuales, y un ideal de intelectual comprometido, que
consideraba una obligación profesional el uso del conocimiento y la
participación pública con el fin de realizar los cambios necesarios para el
progreso social de las mayorías. Lo anterior fue planteado con inigualable
claridad por Celso Furtado: “A nosotros, los científicos sociales, nos cabrá la
responsabilidad mayor de velar para que no se repitan los errores del pasado,
o mejor, para que no se vuelvan a adoptar políticas falsas de desarrollo cuyos
beneficios se concentran en las manos de pocos.”21

Sobre el compromiso político y la producción intelectual de Aldo


Ferrer

Aldo Ferrer (nacido en 1927) es un reconocido economista y


politicólogo argentino, se doctoró en Ciencias Económicas (UBA) en 1953 con
su tesis El Estado y el Desarrollo Económico publicada en 1956. Fue profesor
de Economía en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de
Buenos Aires; se desempeñó como funcionario de la Secretaría de las
Naciones Unidas (1950-1953) y agregado económico de la Argentina en la
embajada de Londres en 1956; fue Ministro de Economía y Hacienda de la
19
Entre los intelectuales argentinos referentes de esta visión de modernización y desarrollo se encuentran los
economistas Raúl Prebisch y su discípulo Aldo Ferrer, el sociólogo Gino Germani y los historiadores José Luis
Romero, Di Tella y Zymelman. En Brasil, el ámbito intelectual tuvo como figura central al economista Celso
Furtado, mientras que en Chile, la obra del economista Aníbal Pinto (Chile, un caso de desarrollo frustrado) fue
muy representativa de este clímax intelectual. Por su parte, en Uruguay la visión desarrollista defendida por
Enrique Iglesias coincidió en algunos puntos con la alternativa liberal, mientras que un sector de intelectuales
socialistas propuso una perspectiva alternativa desde la teoría de la dependencia.
20
“Este libro analiza la formación de la economía argentina en el trayecto de etapas históricas dentro de las cuales el
sistema económico se desenvuelve y orienta conforme a pautas determinables. En el caso argentino es posible
definir, con cierta precisión, líneas divisorias que contienen estructuras y comportamientos perfectamente
diferenciables”. FERRER, Aldo. op.cit. 1996, p.13. La misma idea en cuanto a la diferenciación de etapas está
presente en la obra de DI TELLA, Guido y ZIMELMAN, Manuel. Las etapas del desarrollo económico argentino. Bs.
As., Eudeba, 1967.
21
FURTADO, Celso. Op.cit. p.3

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Provincia de Buenos Aires durante el período 1958-1960; Coordinador de la


Comisión Organizadora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(1965-1967) y primer Secretario Ejecutivo de C.L.A.C.S.O. (1967-1970); fue
nombrado Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación (junio-octubre
de 1970) y posteriormente Ministro de Economía y Trabajo de la Nación
(octubre de 1970 a mayo de 1971) durante la presidencia de Roberto Marcelo
Levingston, y continuó en el cargo, tras la destitución del presidente en 1971
y su reemplazo por Alejandro Agustín Lanusse, hasta la disolución del
Ministerio en mayo del mismo año. Posteriormente presidió el Banco de la
Provincia de Buenos Aires, 1983-1987.

Durante el ejercicio del cargo de Ministro de Economía y Trabajo de la


Nación elaboró un plan de desarrollo que debía ser implementado durante el
quinquenio 1971-1975 pero las circunstancias políticas del país lo impidieron.
En el transcurso de su gestión hizo frente a las difíciles circunstancias por las
que atravesaba la Argentina22, con una política económica radical de
Desarrollo y Argentinización de la Economía Nacional23 tendiente a frenar la
crisis y estimular la producción nacional24. Aunque el autor intenta defender
tal política económica, por su intención de lograr una apertura nacionalista
con amplio respaldo popular mediante una fuerte expansión económica y
argumentando que a pesar del corto tiempo de gestión que tuvo se obtuvieron
resultados positivos25; la realidad histórica evidencia que con su
implementación aumentaron los problemas económicos y el malestar social26.

El compromiso político de Ferrer estuvo acompañado por una labor


científica e intelectual notable. Aunque no pretendemos realizar un análisis
profundo tal producción, consideramos necesario hacer referencia a tres de
sus obras, relevantes para nuestro trabajo, con el fin de resaltar algunas
ideas y variables recurrentes en su pensamiento.

Si La Economía Argentina es su libro más célebre y más vendido,


Crisis y Alternativas de la Política Económica Argentina27 es la obra que más
debates ha suscitado entre los especialistas de historia económica y
politicólogos argentinos28. En ella el autor sostiene que debido a la
22
Problemas en el balance de pagos, deuda externa, recesión económica, inflación y agitación social. FERRER, A.
op.cit., 2008, p.311-316
23
Según la denominación de Ferrer. Ibídem. P.317.
24
Las medidas que se tomaron fueron: el control sobre la salida de capitales y las transferencias financieras, el
crecimiento de la oferta monetaria y de los medios de pagos internos, el aumento de las inversiones públicas, la
implementación de convenios colectivos de trabajo, el control de precios y la veda al consumo interno de carne
vacuna. Ibídem. P.321.
25
Aunque, reconoce también que en el largo plazo las medidas no fueron fructíferas, argumentando que “La ausencia
de respaldo demostró que la apertura nacionalista no tenía base de sustentación”. Ibidem. p. 322.
26
Confróntese este análisis de Ferrer con el que realizan GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas (El ciclo de la ilusión
y el desencanto: un siglo de políticas económicas argentinas. Bs. As., Ariel, 2003. pp.329-331) sobre este período
al cual denominan etapa “sin rumbo.”
27
FERRER, Aldo. Crisis y alternativas de la política económica argentina. Bs.As., FCE, 1980.
28
Muestra de ello son los debates en torno a éste libro que se expresaron en la revista Desarrollo Económico: DE
PABLO, Juan Carlos. Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de posguerra (I), en Desarrollo Económico,
Vol. 17, No. 68, 1977; FERRER, Aldo. Crisis y alternativas de la política económica argentina. Una respuesta, en
Desarrollo Económico, Vol. 17, Nº 68, 1977; LAVAGNA, Roberto. Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de

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diversificación y complejidad que presenta la estructura socio-económica de


la Argentina, conforma un espacio propicio para el resurgimiento de nuevos
regímenes populistas. Partiendo de esta hipótesis, estudia el comportamiento
de la economía argentina según la pauta pendular populismo-liberalismo. A
partir del estudio económico con enfoque histórico busca identificar y
establecer ciertos requisitos que el país debe cumplir para terminar con ese
círculo vicioso y construir, mediante una estrategia de desarrollo viable, un
régimen político pluralista, democrático y nacional.

En Nacionalismo y orden constitucional29, Ferrer afirma que sólo a


partir de un enfoque histórico que supere el análisis de los indicadores
económicos pueden encontrarse respuestas a los interrogantes actuales30 y
concluye que Argentina no es un ejemplo definitivo de desarrollo nacional
frustrado en el siglo XX31. El núcleo de su argumentación es que el proceso
económico y político del período 1975-1981 muestra que los proyectos
dominantes de los últimos 50 años fracasaron en el pasado y por lo tanto son
inviables en el presente si se quiere mantener la integridad de la nación.

En Los ciclos económicos en la Argentina, Ferrer trata de identificar los


distintos tipos de ciclos económicos que se dan a largo plazo en nuestro país
mediante la diferenciación de tres períodos diferentes: el primario-exportador,
el industrial sustitutivo de importaciones y el de hegemonía financiera. El
autor concluye señalando que Argentina debe recomponer su inserción
internacional y que la sociedad argentina debe asumir la gobernabilidad de su
economía.

En síntesis: las tres obras son estudios económicos con enfoque


histórico que se basan en una concepción objetiva de la realidad, según la
cual se pueden diferenciar etapas caracterizadas por una dinámica estructural
regular.

Sobre porqué la idea de nación implica en Aldo Ferrer una visión


histórica de frustración

El marco interpretativo de Ferrer se construye en torno a los conceptos


de globalización, desarrollo y densidad nacional, y aunque tales términos –
excepto el de desarrollo- no aparecen en las primeras ediciones de La
Economía Argentina (1963 y 1973), sus significados son expresados de
manera distinta pero con igual sentido y actúan por lo tanto como el sustento

posguerra (II), en Desarrollo Económico, Vol. 17, No. 68, 1978; y GIMENEZ ZAPIOLA, Marcos y LEGUIZAMON, Carlos
M. Aldo Ferrer y la política económica en la Argentina de posguerra (III), en Desarrollo Económico, Vol. 18, No. 70,
1978.
29
FERRER, Aldo. Nacionalismo y orden constitucional. Bs.As., FCE, 1981.
30
Una característica esencial de La Economía Argentina y presente también en Crisis y alternativas….
31
El argumento puede ser analizado de la siguiente manera: si el desarrollo nacional frustrado, en perspectiva
histórica, no es definitivo, existe la posibilidad del cambio, pero la afirmación implica que desde los tiempos de la
colonia hasta el presente tal frustración se dio: toda la historia argentina hasta la fecha es por lo tanto la historia del
desarrollo nacional frustrado.

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teórico implícito de la obra; no por casualidad el autor dedicó un apartado


especial en la última edición del libro a la clarificación del significado de
dichas expresiones32. Es justamente en torno a estos conceptos –
enmarcados en el contexto de la globalización- en donde se puede encontrar,
según el autor, la forma de relato idóneo para la historia del desarrollo
económico de un país33.

Tal relato histórico oscila entre dos opciones, el éxito o el fracaso,


determinadas en gran manera por las políticas económicas implementadas;
de esta manera, las cuestiones políticas e institucionales adquieren un valor
más importante incluso que el de los factores macroeconómicos:

La calidad de las respuestas a los desafíos y las oportunidades


de la globalización resultan, de este modo, más decisivas aun que en el
pasado para determinar el éxito o el fracaso. Tales respuestas
continúan dependiendo, en primer lugar, de las condiciones internas,
endógenas, de cada país en aspectos críticos como la integración
social, el comportamiento de los liderazgos y la estabilidad del marco
institucional y político.34

Según Ferrer, Argentina es un caso contradictorio porque a pesar de


contar con todas las condiciones necesarias para el desarrollo no lo ha
logrado hasta el presente35 y esto no se debe a factores exógenos sino que
es responsabilidad completa del conjunto nacional -gobiernos, instituciones,
políticas económicas, grupos sociales-, es el resultado del “conjunto de
circunstancias endógenas, insustituibles y necesarias para el desarrollo” que
son resumidas en el concepto de densidad nacional36. Ahora bien, como el
autor también afirma que “La globalización pone a prueba la densidad
nacional de los países”37 y que “cada país tiene la globalización que se
merece”38, la conclusión no puede ser otra que la siguiente: si la Argentina es
una nación frustrada es porque simplemente se lo merece.

Para comprender mejor la afirmación anterior, es necesario reconstruir


el recorrido analítico que realiza Ferrer desde el planteamiento de los
objetivos, la metodología empleada y los argumentos centrales.

En cuanto a lo primero, la siguiente afirmación es muy reveladora de


los propósitos con lo cuales se desarrolla el relato de La Economía Argentina:

32
Ver: FERRER, Aldo. op.cit., 2008, pp.461-468.
33
“La historia del desarrollo económico de los países puede relatarse en torno a la calidad de las respuestas a los
desafíos y las oportunidades de la cambiante globalización a lo largo del tiempo”. Ibídem, p.464.
34
Ibídem, p. 468.
35
Ibídem, p. 21.
36
Ibídem, p.465.
37
Ibídem, p.468.
38
Ibídem, p.464.

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Estoy convencido de que es imposible lograr una comprensión


adecuada de las causas del estancamiento (incluyendo los
problemas a corto plazo), sin analizar las raíces históricas de la
presente situación y los cambios producidos en la economía mundial
que, tradicionalmente, han jugado un papel preponderante en el
desarrollo argentino.39

De lo anterior se pueden extraer tres puntos importantes. En primer


lugar, debemos recordar que Ferrer no es un historiador profesional que
decide escribir una “historia de la economía” de la Argentina, sino que se trata
de un economista que intenta hacer una “historia económica” de nuestro país,
con claras intenciones políticas más que historiográficas. Por ello, en su
análisis no aplica los métodos tradicionales de la historia de la economía -
mas sujeta al contexto, las medidas de gobierno, las acciones de ministros-,
sino que recurre al uso de métodos macroeconómicos –basados en principios
positivos de causalidad- que consisten en la aplicación de modelos teóricos
abstractos sobre la realidad social.40

En segundo lugar, para el autor lo importante no es entender el


significado que tuvo para los sujetos determinadas experiencias económicas,
sino develar las causas del estancamiento y las pautas que determinan el
desenvolvimiento del sistema; causas difíciles de encontrar en el corto plazo y
requieren un análisis económico-histórico de largo plazo41, lo cual pone a luz
las características generales de su visión histórica: economicista, objetivista,
funcionalista y estructuralista.42

En tercer lugar, no caben dudas sobre su intención de relacionar la


economía argentina con el desarrollo de la economía internacional. En este
punto, queda en cuestión si lo que busca es contextualizar la situación
nacional en el ámbito mundial o si lo que propone es mas bien una
dependencia de la economía argentina con las transformaciones económicas
mundiales: es difícil determinar los alcances que puede tener la frase “papel
preponderante”. Esta dificultad se planteó el mismo autor en la Introducción
de la última edición de La Economía Argentina, y su aclaración profundiza
más aun esta vinculación entre economía nacional y economía mundial:

39
FERRER, Aldo, op.cit, 2ª ed., 1996, p.11.
40
Algo común en los intelectuales del sesenta imbuidos por las teorías de la época, puesto que como lo afirma Roy
Hora “Estos saberes ocupaban un lugar privilegiado en el horizonte de los historiadores en gran medida porque, en
esa época de generalizada fe materialista, ofrecían fuertes modelos de causalidad así como métodos positivos que
prometían una vía de acceso privilegiada para desentrañar los mecanismos centrales de la realidad social”. En:
Punto de Vista, op.cit, p.43.
41
“De este modo, los problemas, cuyo análisis de corto plazo ofrece respuestas limitadas, surgen con mucha más
claridad y se ubican en la perspectiva que les corresponde”. FERRER, Aldo. ídem, p.13
42
Esto, claro está, no es único de Ferrer sino típico de una tradición argentina de historia económica hegemónica en el
pasado reciente. Cfr. SCHMIT, Roberto. Conceptos, herramientas y resultados recientes sobre la historia
económica rioplatense de la primera mitad del siglo XIX. En: BRAGONI, Beatriz (ed.). Microanálisis. Ensayos de
historiografía argentina. Bs. As., Prometeo Libros, 2004. p. 55.

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“Ahora tenemos tantas y aun más razones que en aquel


entonces para vincular la evolución de la economía argentina a las
transformaciones del orden mundial…Las respuestas a semejantes
desafíos constituyen la trama de la formación de la economía argentina
y de sus problemas a principios del siglo XXI. Por lo tanto, son parte
esencial del relato de esta obra y están presentes desde su
concepción inicial, hace más de cuarenta años.” (El resaltado es
nuestro)43

Ahora bien, este análisis de la formación económica argentina sería


imposible de concebir sino es en perspectiva histórica:

“...el enfoque histórico es el único que permite una comprensión


sistemática y global de los problemas del desarrollo nacional y,
consecuentemente, la formulación de una política de fortalecimiento de
la estructura económica, de aceleración del ritmo de desarrollo y de
elevación de las condiciones de vida de las mayorías del país.” 44

De lo anterior se desprenden tres cuestiones centrales: primero, que tal


enfoque histórico concebido en clave estructuralista intenta dar una
explicación -que el autor denomina “comprensión”- sistemática y global;
segundo, la insistencia de Ferrer en los problemas, el malestar, el fracaso, la
frustración de un modelo económico que desaprueba de igual manera que a
los sectores dirigentes que lo implementaron45; y tercero, su pretendido
proyecto político-económico que busca fortalecer, acelerar y elevar una
Economía Industrial Avanzada que beneficiará a las mayorías.

Si tal proyecto puede ser viable es porque Ferrer considera que las
condiciones necesarias para ello están dadas:

“Por sobre todo, el libro ratifica el convencimiento de que


Argentina puede iniciar ya un proceso acelerado de crecimiento, de
afirmación de su identidad nacional, de mejora sostenida de las
condiciones de vida de su pueblo.” 46

Aquí resulta llamativo el interés por la cuestión de la identidad


nacional47. Aunque no pretendemos analizar en profundidad los problemas

43
FERRER, Aldo. op.cit, 2008, p.25
44
----, op.cit., 1996, p.11
45
Ver al respecto el Capítulo X EL poder económico y el sistema político (Tercera Parte “La Economía Agro-
exportadora”). En resumen, la argumentación central de Ferrer es que “En la medida en que el cauce fijado para la
integración mundial propició para la especialización en la producción primaria y obstaculizó la diversificación de las
estructuras económicas y la industrialización de los países “periféricos”, se convirtió en uno de los factores
fundamentales que, después de un primer impulso inicial, frenó el desarrollo de sus economías”. (op.cit, 2008,
p.156). Confróntese el análisis del período 1860-1930 que realiza Ferrer con las observaciones que al respecto
hacen Gerchunoff y Llach (op.cit), quienes en un apartado del Cap. X titulado ¿Un modelo agotado? (pp.102-106)
discuten las falsas concepciones económicas sobre las desventajas del modelo agroexportador.
46
FERRER, Aldo. op.cit, 1996, p.10
47
Un concepto poco clarificado en la primera edición pero al que el autor dedica un apartado especial en la última, en
donde afirma que “La identidad nacional, se refiere, esencialmente, a la cultura” y “La cultura expresa la creatividad

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que se plantean cuando se habla de identidad, nos interesa resaltar la


necesidad intelectual de ser conscientes de que toda identidad oculta siempre
intereses sectoriales y de que no es posible formar una identidad neutral que
asimile los valores y la cultura de todos, sino que por el contrario implica la
subordinación de unos valores en pro de la preponderancia de otros: no
existe una identidad nacional neutra cuando en toda nación existen relaciones
de dependencia y subordinación y conflictos socio-culturales de gran
complejidad.

Lo contradictorio es la razón por la cual Ferrer plantea a la identidad


nacional como una problemática, pues afirma también que “El país no tuvo en
tiempos de la economía exportadora, ni tiene en la actualidad una crisis de
identidad cultural”48.

Más endeble todavía, es su argumentación sobre la rígida separación


entre esfera económica y esfera cultural49. Dicha contradicción se puede
entender por las siguientes razones: si acepta la unidad que presenta la
realidad histórica entre todos sus aspectos, tal presupuesto conllevaría
necesariamente la afirmación de que la densidad nacional resultó débil y
vulnerable en todos sus aspectos o bien fue consistente y fructífera en su
totalidad. Como su análisis parte de la idea de frustración económica del país,
pero necesita para su programa económico-político el estímulo de una
mentalidad de desarrollo –claramente irreconciliable con una mentalidad de
frustración- sólo puede optar entre dos opciones, ambas erróneamente
insalvables en su esquema: el rechazo de la unidad de la realidad histórica o
la aceptación de una visión histórica nacional de frustración. Ferrer opta por lo
primero.50

Por último, cuando habla de crecimiento acelerado ¿tiene en cuenta


que los sectores que siempre quedan marginados de dicho crecimiento lo
padecen porque el mismo se basa justamente en esa marginación? Y cuando
habla de mejorar de las condiciones de vida del pueblo ¿insinúa que una
mejora material conduce a una mejora social y personal?

Hasta este punto quedan planteados en sentido general los objetivos,


las propuestas y los fines de La Economía Argentina. Analicemos ahora el
método que emplea.

de la sociedad en buena medida al margen del sistema de poder y la estratificación social”. FERRER, A. op.cit.
2008, p.468.
48
Ibídem, p.181
49
“Mientras en el plano de la economía y de la política la densidad nacional resultó tan débil y vulnerable, en el de la
cultura reveló una notable consistencia. En aquél, el país no logró posicionarse en el mundo sobre un eje
autocentrado en su propia creatividad y recursos. En de la cultura, la creatividad de la sociedad argentina reveló la
capacidad de asimilar las influencias externas sobre su propia matriz originaria y producir un fruto original y valioso,
universalmente reconocido”. Ibídem, p .181.
50
Ferrer sostiene que es necesario “consolidar una mentalidad de desarrollo en las mayorías del país, sin la cual es
inconcebible cualquier proceso intenso de crecimiento y de afirmación nacional” (Ibídem, p.22) y argumenta que
“La diferencia entre las dos esferas probablemente radica en que, en la cultura, la creatividad se expresa
libremente, mientras que las políticas emergentes del sistema económico y político reflejan el sistema de poder y la
concentración de la riqueza”. (Ibídem, p.181)

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“El método seguido en este libro consiste en sistematizar el


análisis del proceso formativo de la economía argentina mediante la
diferenciación de etapas históricas, dentro de las cuales el sistema
económico se desenvuelve y orienta conforme a pautas
determinables.” 51

La diferenciación de etapas proviene de las teorías de la


modernización y el desarrollo, tal metodología se basa en un sentido lineal y
evolutivo del tiempo y de las sociedades y en una concepción progresista
sobre la economía. Lo que sustenta este tipo de análisis es la creencia de
que es posible encontrar ciertas pautas regulares, ciertos comportamientos
de largo plazo, cierta dinámica estructural. Aunque esto es una característica
propia de los análisis economicistas, según Ferrer, su versión de historia
económica es sustancialmente diferente del análisis imparcial de los
economistas, pues cree analizar de esta forma y siguiendo este método
analítico el “comportamiento de las fuerzas sociales”:

“Ese comportamiento, que es, en última instancia, el


determinante manifiesto de la dinámica histórica, queda fuera del
campo de problemas que el economista suele abordar y que, sin
embargo, es indispensable comprender para interpretar correctamente
la formación de una economía.” 52

De acuerdo a esta formulación las fuerzas sociales son determinantes


en la dinámica histórica y por eso su estudio es indispensable.
Paradójicamente, en todo el texto de La Economía Argentina el aspecto
menos abordado es justamente el del comportamiento de las fuerzas
sociales: en las cuatro grandes etapas que distingue en la historia económica
argentina53 su análisis se centra en la Estructura y Dinámica económica que
el Sistema tuvo en cada período. Esto se puede deber a dos razones: o bien
para Ferrer el papel de las fuerzas sociales se desprende de los valores que
arrojan las variables macro, o bien descuidó en su esquema el curso de la
dinámica histórica. Cualquiera sea la respuesta, lo cierto es que las ideas
predominantes en su perspectiva terminan siendo: la dependencia, la
debilidad económica, la falta de integración nacional, la vulnerabilidad
exterior, la carencia de políticas adecuadas, la falta de sectores
emprendedores y el retraso tecnológico.54

Lo más interesante -para nuestro abordaje- no es el análisis de los


problemas económicos que afectaron a la Argentina en su pasado, sino la

51
FERRER, A. op.cit., 1996. p.13
52
Ibídem, p.13
53
Las etapas son: 1- Las economías regionales de subsistencia, 2-La etapa de transición, 3-La economía primaria
agro-exportadora y, 4- Economía industrial no integrada, luego llamada Economía semi-industrial dependiente.
54
“…el carácter endeble y dependiente de las bases últimas del crecimiento económico salta a la vista. Si desaparecía
el efecto estimulante de los factores externos o se agotaba la frontera productiva de la zona pampeana por la
explotación de todas las tierras disponibles (o por ambos factores concurrentemente) el sistema debía entrar en
crisis.” Ibídem, p. 141

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propuesta político-económica que el autor realiza, puesto que nos muestra


que para Ferrer ya no se trata de analizar solo lo que pasó en una etapa sino
de prescribir lo que se debería haber hecho y los resultados que se hubieran
obtenido.55

Esta idea la podemos ver más claramente reflejada en el análisis de la


cuarta etapa: Economía semi-industrial dependiente (1930-…), en la que
atiende a: 1- las características de la economía mundial a partir de 1930 (gran
Depresión, Segunda Guerra mundial, comercio internacional, posiciones
hegemónicas…), 2- las nuevas condiciones del desarrollo (demanda global,
sustitución de importaciones, estructura industrial, apertura externa, sector
público, nuevas condiciones…), 3- el desarrollo del sistema y sus límites
(relaciones extranjeras, expansión industrial, estancamiento agropecuario,
estructura productiva, distribución del ingreso, crecimiento del sistema…), 4-
la consolidación del desequilibrio interregional (distribución de la población,
concentración urbana en Bs. As., regiones del interior…) y, 5- la política
económica a partir de 1930.

Lo que se debe resaltar es que en la primera edición de 1963 había


denominado a esta etapa Economía industrial no integrada, pero modificó la
denominación en 1973 (Economía semi-industrial dependiente) por
considerar que la década del sesenta le indicó que en realidad desde 1930 el
grado de integración de la estructura industrial había sido muy bajo, que
continuaba el déficit de divisas, la dependencia y el control de las industrias
por empresas extranjeras. En la edición de 2004, modificó nuevamente la
denominación de tal etapa y la catalogó La industrialización inconclusa.

Esto merece especial atención: ¿cómo es posible que un análisis


histórico macroeconómico que pretende brindar una “...comprensión de las
relaciones de causalidad del proceso de crecimiento, en el marco de una
interpretación objetiva y coherente...”56 pueda conducirnos a apreciaciones
tan divergentes? Pues entre una economía industrial y una economía semi-
industrial existen tantas diferencias como las existentes entre un país
desarrollado y un país subdesarrollado. La respuesta, probablemente se
encuentra en dependencia no tanto de cuestiones intelectuales como de su
compromiso político: es que cuando habló de Economía industrial no
integrada (1963) lo hizo desde un presente demasiado cercano a su
participación política como Ministro de Economía de la Provincia de Bs. As.
(1958-1960) y con el objetivo principal de formular una política económica que
buscaba justamente la integración de dicha economía industrial; pero cuando
habló de Economía semi-industrial dependiente (1973), se encontraba en
EEUU, al margen del contexto político nacional y seguramente con cierto

55
“De una economía dependiente del influjo de la demanda externa debía pasarse a otra apoyada en una activa
política de desarrollo y de inversiones en los nuevos sectores, destinada a producir para el mercado interno y
orientada a integrar la estructura productiva del país.” Ibídem, p.142
56
Ibídem, p.12

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remordimiento por su alejamiento forzoso de la conducción del Ministerio de


Economía de la Nación (1970-1971). Si la respuesta es positiva, entonces
existen muchas razones para dudar sobre la supuesta objetividad de sus
análisis y muchas preguntas en torno a la relación de los intelectuales con la
política y los usos del pasado.

A grandes rasgos, esta última etapa -en su segunda versión- se


caracteriza por tener una estructura económica y social diversificada y
comparable a las economías avanzadas modernas, por su insuficiente
integración industrial, por los altos precios de las manufacturas, por el
desarrollo económico limitado, por el déficit, la dependencia tecnológica del
exterior, el control extranjero de las industrias y los servicios. Esto se debe,
según el autor, a que la economía primaria agroexportadora se desarrolló en
un contexto político estable que permitió atraer a las mayorías sociales hacia
este tipo de relaciones económicas (a pesar de las consecuencias que
producía), mientras que la economía semi-industrial dependiente se
desarrolló en un contexto político inestable que profundizó el malestar social,
y en gran medida fue este distanciamiento entre los sectores dirigentes y las
mayorías lo que conduzco al fracaso de este sistema.

“El sistema semi-industrial dependiente ha demostrado su


incapacidad de movilizar plenamente el potencial de crecimiento del
país… Y el régimen político no ha logrado articular reglas del juego
dentro de las cuales se diriman los conflictos…” (p.267)

Como toda exploración del pasado se realiza necesariamente a partir


de un determinado presente, La Economía Argentina no escapa a las
necesidades y presiones del mismo, y por tales razones no es difícil deducir
que las críticas que realiza Aldo Ferrer al sistema semi-industrial dependiente
es en realidad una crítica a los sectores políticos militares dirigentes de aquel
entonces57, que por otra parte no apoyaron su programa económico. En este
contexto, las fuertes críticas de Ferrer a ese sistema político y económico no
son neutras ni mucho menos objetivas58.

“...la transformación de la economía semi-industrial


dependiente es una condición indispensable para la aceleración del
desarrollo del país, la elevación de las condiciones de vida de su
población y el establecimiento de relaciones con el resto del mundo
sobre bases no dependientes.” (p.268). Según Ferrer, el modelo o
sistema económico que se necesita es el de una Economía industrial

57
El Ministerio de Economía de la Nación fue disuelto en mayo de 1971 durante el gobierno de Alejandro Agustín
Lanusse.
58
Tales críticas apuntan a: la no movilización del enorme potencial económico de la Argentina, la acentuación de las
fracturas sociales y los desequilibrios regionales y la relación dependiente que mantiene con las potencias
mundiales. FERRER, A. op.cit, 2008, pp.327-366

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avanzada,59 para lo cual sería necesario la movilización del potencial


interno, esto es la utilización del ahorro interno, la ruptura del
estrangulamiento de la balanza de pagos, la política de cambio
tecnológico y la integración territorial. Lo que propone en definitiva es
una política de desarrollo y transformación de largo plazo, paro lo
cual se necesita un poder político apoyado en el respaldo popular
para poder articular una política de distribución del ingreso y precios
relativos que contengan la inflación.

El análisis sobre la viabilidad o no de tal proyecto, sobre sus aspectos


positivos o negativos para nuestro país, escapa a este trabajo. Lo que sí
interesa aquí es la formulación de algunos interrogantes claves en torno a la
relación intelectuales-usos del pasado: ¿hasta qué punto el historiador, el
intelectual, re-construye una “historia económica” y a partir de qué instancia
se transforma en orientador de políticas económicas nacionales? ¿Cuáles
son los límites de la profesionalidad del historiador y cuáles las posibilidades
de especulación económica? ¿Qué criterios intelectuales legitiman la labor
del historiador cuando su propuesta de investigación es rastrear las causas
del malestar económico actual en las experiencias pasadas para legitimar un
proyecto futuro?

Consideraciones finales

Realizar un balance de todo lo expuesto anteriormente puede resultar,


aunque difícil, muy esclarecedor. La figura de Aldo Ferrer es reflejo ante todo
de un intelectual con fuerte compromiso político: su amplia producción en
investigación y su participación activa en la política de nuestro país así lo
demuestran.

A favor o en contra de muchos de sus argumentos, nadie puede negar


la profundidad de sus análisis, la agudeza y claridad de sus fundamentos y el
mérito de haberse ganado un espacio prestigioso en el ámbito intelectual e
historiográfico, aunque sin ser historiador de formación profesional.

Aun así, su obra más célebre -La Economía Argentina- pese a contar
con muchos elogios a su favor, el principal de los cuales aplaude la
sistematicidad con que presenta una esquemática historia de la economía
argentina, dotada de un sentido lineal y evolutivo que genera debate
intelectual y político, adolece a nuestro entender de una gran falencia teórica
y metodológica fruto del intento -audaz sin duda, pero contradictorio aun más-
de ensamblar una historia del pasado económico argentino con un proyecto
de reformas político-económicas: la necesidad, que el presente exige, de
crear una mentalidad de desarrollo para la viabilidad de tal propuesta, implica

59
“Sostengo la tesis de que el crecimiento futuro de la economía nacional y la elevación de los patrones de vida
materiales y culturales, de la población sólo puede ser logrado mediante la integración de la estructura económica, esto
es, la formación de una economía industrial avanzada.” (Aldo Ferrer. op.cit. p.15)

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la invención de un relato histórico sobre la génesis y evolución de la


frustración de tal desarrollo en el pasado nacional.

Sin pretender ser definitivos en las críticas, antes bien optando por una
conclusión inconclusa, hemos propuesto la relectura de una obra
historiográfica clásica desde los cristales del papel de los intelectuales en la
sociedad y el uso que los mismos hacen del pasado ante su envolvente
presente.

Así como la condición transitoria de la historiografía afectó el


significado mismo de la comprensión histórica en esta obra de Ferrer, y exige
por lo tanto repensar en ella lo que cuenta como historia; el presente trabajo
tampoco puede escapar a tal situación de tránsito y con plena conciencia de
ello dejamos a los lectores la evaluación crítica del mismo.

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