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Ficha teórica: Shakespeare y su época

Elaborada por Guadalupe Tavella

El contexto histórico: la época isabelina (1558-1603)

La época isabelina significó el ingreso de Inglaterra


en la Edad Moderna, después de la Edad Media 1. Esta
época abarca la segunda mitad del siglo XVI. Isabel I
consiguió dar a Inglaterra las condiciones de paz
interior y desarrollo económico que requería para
ocupar un lugar privilegiado en el panorama político
europeo y sentó las bases para el crecimiento del
poderío marítimo inglés en los siglos siguientes. La flota
mercante se reforzó considerablemente y amplió el
radio de sus empresas, gracias a la constitución de
compañías de comercio patrocinadas por la monarquía
y que disfrutaban del monopolio.

La reina hizo suya la estrategia de autoridad práctica de Enrique VIII, gobernando con
extrema energía. Se benefició del proceso de fortalecimiento de la autoridad monárquica
emprendido por los Tudor y, a menudo, hizo uso de la llamada “prerrogativa regia”, conjunto de
derechos que permitían la arbitrariedad. Reconocida como una de las más brillantes monarcas de
Inglaterra, su reinado conoció además la pacificación interna tras las luchas de religión de los
monarcas anteriores. La reina trató de reforzar el centralismo regio y los mecanismos del
absolutismo2.

El desarrollo económico del país se vio así favorecido durante su reinado. La industria
lanera, principal riqueza del país, recibió un nuevo impulso al calor de las relaciones con los
Países Bajos. Sin embargo, la prosperidad económica benefició únicamente a la burguesía y a los
terratenientes, que aceleraron el proceso de enclosures (cierre de territorios comunitarios) en
perjuicio de los campesinos. Isabel sólo actuó contra este proceso para imponer duras medidas
contra la mendicidad (poor laws) a la que se habían visto abocadas grandes masas de
campesinos, excluidas del aprovechamiento agrícola comunal por el cercado de campos. Los
pobres eran reunidos en “casas de trabajo”, donde eran tratados como siervos bajo amenaza de
muerte.

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La Edad Media, es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Su
comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492
con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la ventaja de
coincidir con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la Guerra de los Cien Años. Como
Guerra de los Cien Años se conoce al enfrentamiento bélico que sostuvieron Francia e Inglaterra durante gran parte
de la Baja Edad Media. Auténtica sucesión de conflictos, esta pugna acabó arrastrando a otros reinos occidentales,
por lo que puede ser considerada como la primera gran guerra internacional europea.
2
Para un panorama del período recomendamos https://www.biografiasyvidas.com/monografia/isabel_i/reinado.htm y
http://www.artehistoria.com/v2/contextos/1727.htm

1
Isabel I ha pasado a la historia tanto por sus virtudes como por sus defectos. Fue una
persona culta e inteligente, implacable y enérgica, pero también cruel y ávida de poder. Durante
toda su vida eludió el matrimonio, por lo que se la conoce como la Reina Virgen, aunque según se
cuenta se enamoró en reiteradas ocasiones, especialmente de Robert Dudley, el primer conde de
Leicester, que murió de una enfermedad repentina en 1588.

Isabel I apoyó a los protestantes, persiguió a los católicos y creó la Iglesia de Inglaterra,
independiente de Roma, que consolidó el anglicanismo. En 1587 decapitó a María Estuardo, la
reina de Escocia, en el castillo de Fotheringhay, que murió como una mártir católica . Esta
ejecución provocó el enfrentamiento definitivo entre Inglaterra y la España católica, que a pesar
de la ruina económica que la guerra ocasionó a ambos países, consagró la supremacía marítima
de Inglaterra e impulsó su expansionismo (esto significó la aparición de los primeros imperios
ultramarinos).

Una forma de ver el mundo: la cosmovisión isabelina

Se llama cosmovisión al conjunto de creencias y representaciones acerca de la


Naturaleza, el Universo, el Hombre y la sociedad que tiene una persona o una comunidad en un
determinado período. Esta cosmovisión suele funcionar como “filtro” para interpretar lo que los
rodea. En ocasiones, los sujetos que pertenecen a una cosmovisión pueden no ser conscientes
de todas las creencias o representaciones que funcionan como mediadores para comprender el
mundo y las relaciones.

Este período histórico de la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del siglo XVII se
conoce como cosmovisión isabelina, especialmente porque significó una transición o choque
entre visiones de mundo. Por un lado, el conjunto de creencias forjado en la Edad Media y, por
otro, una serie de nuevas representaciones y valores sobre el mundo que se van gestando a
partir de este período. Para comprender esta cosmovisión vamos a contestar algunas preguntas:

¿Eran teocéntricos? Seguía existiendo la división entre el mundo divino y el terrenal. La época
isabelina dio lugar a lo nuevo sin violentar la forma del antiguo orden. Es una cosmovisión
básicamente teocéntrica (proveniente del medioevo).

¿Cómo impactaron los descubrimientos de Copérnico en su concepción? Fue un período de


transición y, aunque Copérnico3 ya circulaba en manuales, los isabelinos compartían tanto la
concepción geocéntrica como la copernicana.

¿Cómo entendía un isabelino la organización del Universo? Para los isabelinos, la idea de
orden era fundamental en su representación del Universo. La idea del orden isabelina constaba
de tres grandes aspectos: una cadena del ser, un grupo de correspondencias y una danza
cósmica.

La concepción isabelina del universo era la de un orden cósmico ordenado y armónico, construido
como una suerte de escalera, o Cadena de la Creación, en la que cada cosa creada tenía su
lugar, su propio peldaño en la escalera, o eslabón en la cadena. En el punto más alto estaba Dios,
3
La teoría de Copérnico establecía que la Tierra giraba sobre sí misma una vez al día, y que una vez al año daba una
vuelta completa alrededor del Sol.. Entre 1543 y 1600, Copérnico contó con muy pocos seguidores. Fue objeto de
numerosas críticas, en especial de la Iglesia, por negar que la Tierra fuera el centro del Universo. En la historia de
la ciencia, la doctrina de Copérnico constituyó un acto revolucionario con el que la investigación de la naturaleza se
declaró independiente. De ahí arranca la liberación de la ciencia respecto a la teología.
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Creador y Juez; en el más bajo, las cosas inanimadas. En el punto medio se encontraba el lugar
del hombre, que ocupaba una posición magnífica pero vulnerable: era en este punto donde el
mundo animal se rozaba con el mundo angelical. Era tierra y cielo, cuerpo y espíritu, bien y mal,
razón y pasión. En cualquier momento su naturaleza animal podía conducirlo al derrumbe y
sumirlo en la degradación, o el hombre podía caer presa del pecado del orgullo o la arrogancia
(hybris trágico) e intentar exigir un lugar más encumbrado que el que le correspondía. Mientras
que se respetara el orden establecido, la situación era básicamente feliz. No es que las
desgracias no existieran, pero siempre era posible sobrellevarlas mediante la práctica de las
virtudes cristianas y gracias a la bendición del amor. La clave de toda la existencia era la armonía,
que residía en el respeto por la jerarquía y la subordinación natural del inferior al superior. Debía
haber orden en el universo (macrocosmo), orden en el estado político, y orden en el hombre
(microcosmo).

¿Qué se entendía por cadena del ser? La cadena tenía un orden vertical y sus eslabones se
extendían “desde el pie del trono de Dios hasta el último de los objetos inanimados” según la
primacía; dentro de las clases también había un orden de importancia: el delfín (o la ballena)
destacaba entre los peces, el león (o el elefante) entre las bestias, el águila entre los pájaros, el
rey entre los hombres, el diamante entre las piedras, el oro y la plata entre los metales, la rosa
entre las flores, Dios entre los ángeles, el sol entre las estrellas, la justicia entre las virtudes, la
manzana entre las frutas, el fuego entre los elementos.

De ahí que en esa cadena el hombre se encontrara entre las bestias y los ángeles pero de un
modo especial: “Las bestias son más fuertes que el hombre en energía física y deseos. El hombre
supera al ángel en su capacidad de aprender, pues su imperfección misma despierta ese poder,
mientras que los ángeles, como seres perfectos, ya han adquirido todo el conocimiento que son
capaces de tener. Sólo los ángeles, mediante su don peculiar, la facultad de adoración, no
pueden decir que superen a la clase de ser que está sobre ellos” (Tyllard, La cosmovisión
isabelina, 1984)

¿Qué son las correspondencias? Al orden vertical de la cadena del ser se sumaba otro orden
horizontal de correspondencias. Sus distintos planos eran “el divino y el angélico, el universo o
macrocosmos, la república o cuerpo político, el hombre o microcosmos y la creación inferior”.
Esto permitía otro tipo de enlaces: el Primer Intelecto (Dios) podía corresponder al sol que
correspondía al rey que correspondía a la justicia. Por eso el universo también correspondía a la
república: el sol debía mandar entre los astros, “corregir las malas miradas de los planetas
funestos” como dice Shakespeare, y no hacerlo traería un desarreglo equivalente al de la
discordia civil en el Estado, el “cuerpo político” que a su vez equivalía al cuerpo humano. Por eso,
dice Tillyard, el orden en el Estado duplicaba el orden en el Universo, y el orden en el cuerpo de
los ciudadanos duplicaba el orden en el Estado.

Entre las correspondencias, la más célebre y emocionante es la del hombre con el cosmos.
Es importante mencionar que la idea de que el hombre resumía en sí mismo todo el universo
estaba firmemente arraigada en la imaginación de los isabelinos.

¿Y la danza cósmica? El otro gran aspecto en la cosmovisión isabelina era la danza cósmica.
Igual que para los griegos, para ellos “la creación fue un hecho de música”. De todas las danzas
“la más célebre era la de los planetas y estrellas al compás de la música de las esferas en que
estaban fijos” (Tyllard, La cosmovisión isabelina, 1983).”. En la tierra también se reproducía la
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danza cósmica y el cuerpo político no estaba aparte de ella, de ahí que en el manual de El
gobernante Sir Thomas Elyot, escrito en 1531, recomendara el perfecto entendimiento de la
música “para mejor alcanzar el conocimiento de una república, que está hecha de una jerarquía
de puestos y de grados y, por esta razón, contiene en sí una armonía perfecta” que el gobernante
debe comprender.

¿Qué valor le adjudicaban al cambio? Si los isabelinos creían en un orden ideal que animaba el
orden terreno, les aterraba la idea de trastornarlo y les horrorizaban las muestras visibles de
desorden que indican tal trastorno. Les obsesionaban el temor al caos y el hecho de la
mutabilidad. Esta obsesión era poderosa, en la misma proporción en que era firme su fe en el
orden cósmico. Para un isabelino, el caos significa la anarquía cósmica anterior a la creación y
la completa si las leyes de la naturaleza dejaran de funcionar.

El período artístico: el Renacimiento inglés

La campiña inglesa fue uno de los últimos lugares a los que llegó el Renacimiento. Durante
este periodo, se vivió un momento de gran esplendor de las diferentes manifestaciones artísticas.
La literatura se caracteriza por un especial interés en el comportamiento humano como tema
principal de las obras (antes de este período, a literatura medieval inglesa se nutría de temas
religiosos). El Renacimiento en diferentes lugares de Europa había significado desde el siglo XIV
que los artistas vieran el mundo de una manera diferente, con el estímulo de conocer la
Naturaleza, al hombre y a la sociedad en su existencia en este mundo, sin relación con otro
mundo al que se aspiraba a través de la fe religiosa.

Este período artístico dio lugar a una concepción filosófica que se llamó Humanismo.
Atraídos por el pensamiento de los antiguos griegos y romanos, los humanistas, enrolados en
distintos ámbitos de la cultura (artistas, filósofos, filólogos e incluso eclesiásticos) colocaron al
hombre en el centro de sus preocupaciones (antropocentrismo) desplazando a Dios de ese lugar
(teocentrismo) sin ser ateos. El modelo humanista era el enciclopedista, el hombre deseaba
descubrirlo todo mediante el uso de su razón.

Los humanistas del Renacimiento pensaban que para construir una sociedad justa primero
debían conocerse muy bien las características de la naturaleza humana. La palabra humanista
llegó a Inglaterra mediante el latín humanitas, cuyo sentido primigenio era el de “naturaleza
humana”. En el latín clásico esta palabra tenía tres acepciones principales: naturaleza humana,
civilización o cultura y benevolencia, y así era como se entendía en la época de Shakespeare.
De ahí que los humanistas se ocuparan del estudio del ser humano y su naturaleza. En el
Renacimiento se estudiaba la literatura, se leía poesía o se acudía a presenciar una obra de
teatro porque se pensaba que la literatura funcionaba como un espejo que retrataba nuestros
vicios y virtudes más característicos. El arte nos enseñaba nuestras contradicciones y cómo
equilibrarlas en pro de una mejor calidad de vida, de una sociedad más justa.
El humanismo renacentista se preocupaba por promover los valores positivos de una
civilización, y al mismo tiempo, prevenirnos en contra de los defectos más comunes y atroces
que estaban latentes en todos nosotros. Las obras de Shakespeare son representaciones
literarias de la tensión que ambas cuestiones producen. De hecho, para los humanistas ingleses
como Francis Bacon, Thomas More o Thomas Elyot, la educación humanista significaba conocer
el deber de un individuo frente al Estado.
4
El teatro isabelino

Durante el reinado de Isabel I y Jacobo I, el teatro alcanzó en Inglaterra un nivel estético y


un rol social difíciles de igualar. Existían dos tipos de teatro: teatro público y teatro privado (más
caro y exclusivo). Las obras se representaban también en la corte de la reina.

Los edificios teatrales surgen en esta época.


Varios motivos confluyeron para que
comenzaran a construirse teatros en las
afueras. Por un lado, las pestes que podían
ocasionar el hacinamiento y por otro, la
preocupación que despertaban en las
autoridades los desórdenes que provocaban
algunas obras por las disputas religiosas,
especialmente entre los calvinistas 4.
Paulatinamente fue surgiendo una legislación
teatral que reguló la actividad. Entre ellas, en
1572, los actores ambulantes fueron obligados
a organizarse en compañías bajo la protección
de un noble o del rey.

En la época ya comenzaron a distinguirse los teatros públicos de los llamados privados.


Estos últimos eran cerrados, se destinaban a espectadores selectos y sus representaciones se
hacían a la luz de antorchas y candilejas.

Los teatros públicos eran edificios de forma cuadrangular, circular o poligonal. Los
espectadores se ubicaban en galerías cubiertas. Esta multiplicidad permitía jugar con el espacio
y el tiempo, escenas simultáneas o distanciadas por meses, esto estaba a contramano de las
reglas clásicas que imponía un día un único espacio para la acción. Las obras tenía una autoría
grupal y los autores eran además directores y actores.

El escenario, apoyado en el muro del fondo, proyectaba su plataforma hasta el, centro del
patio y admitía espectadores en tres de sus lados. Se componía de tres lugares escénicos: un
proscenio de ocho a doce metros de ancho, una escena protegida por un techo de paja sostenido
por pilotes, y una escena de fondo, que se cerraba con una cortina y que estaba dotada de
puertas que daban acceso a los pasillos. Por encima de este plano, y en el fondo, un segundo
piso, con una ventana a cada lado, ofrecía otra escena cubierta, con telón, y practicable de una
ventana a la otra. Finalmente, había un tercer piso que podía ser utilizado por los actores o por
los músicos, según los casos. De éste modo, él escenario isabelino se emplazaba en un espacio
cuyas tres dimensiones contribuían a los efectos escénicos. El proscenio se destinaba a las
escenas al aire libre, mientras que la escena del fondo servía para representar los interiores.
4
Fueron los calvinistas quienes presionaron a las autoridades para que no actuasen las mujeres en los teatros ingleses, así como
también solicitaron que no se hicieran representaciones los domingos.
5
Es necesario aclarar que en esta época no encontramos todavía un gran desarrollo de la
escenografía. Por eso, se empleaban accesorios con función simbólica o para generar una ilusión
real. El mobiliario y los objetos daban la ubicación de la acción (un trono era la corte, una mesa
de taberna, una taberna, etc.). Si el decorado no pareció inquietar a los empresarios de los
teatros públicos, sí rivalizaron en el vestuario de las compañías, que solía ser particularmente
magnífico en las tragedias. Lo importante era dar la idea del lujo y de la fastuosidad de los
personajes representados; importaba menos la fidelidad a las épocas evocadas. La calidad del
vestuario haría pensar en un gasto difícil de asumir para la administración de estos teatros, sin
embargo, muchas compañías adquirían vestuario de segunda mano, a veces eran donados por
ilustres personajes.

La música, íntimamente ligada a la acción, subrayaba momentos. Su función era más de


sugestión activa que de acompañamiento, añadiendo matices a la acción y la palabra. En cuanto
a la iluminación, generalmente las representaciones se realizaban bajo la luz natural de la tarde,
sin embargo cierta iluminación artificial se utilizaba para proporcionar atmósfera de escenas
nocturnas5.

5
Recomendamos el siguiente documental sobre el teatro The Globe (en inglés): https://www.youtube.com/watch?
v=b9uDK3xsLYk&t=33s
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Shakespeare y el teatro

William Shakespeare (1564-1616) fue dramaturgo, actor, empresario teatral.


Representaba sus obras en la corte de la reina Isabel I y en los teatros ingleses, entre ellos The
Theater, The Globe. Sus obras son testimonio de este mundo en transformación entre las
concepciones medievales y las preocupaciones del hombre humanista.

En sus obras podemos ver algunas de las características que tenía el teatro en este
período isabelino:

1. Abandona la unidad de acción, espacio y tiempo: la acción no dura necesariamente una


jornada y pude tener lugar en distintos espacios. Se desarrolla más de un conflicto
dramático, se combinan varias tramas6.
2. Inserta elementos cómicos y burlescos en la acción trágica.
3. Combina distintos niveles de lengua: un mismo personaje puede ser solemne y burlesco en
sus formas de comunicar. Combina la prosa con el verso
4. Eleva el número de personajes en escena.
5. La acción se combina con soliloquios en los que los personajes reflexionan sobre su
situación dramática.
6. Algunas obras incluían momentos musicales, espectáculos de danza o teatro dentro de la
representación.
7. Se toman motivos históricos o crónicas conocidas por el público (esto servía para
reflexionar también sobre el momento en el que estaba viviendo el público).

6
Según Aristóteles en la Poética, la verosimilitud se lograría a partir de la unidad de acción, tiempo y lugar.
 Unidad de acción, cada obra debe constar de único tema o asunto, para que la atención del espectador no se dispare.
 Unidad de lugar, la acción debe desarrollarse siempre en el mismo sitio, no solo para no confundir al espectador, sino
también para procurar la verosimilitud.
 Unidad de tiempo, el tema tratado no debe exceder del tiempo de una jornada, 24h

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8. El estilo de interpretación en los principios del teatro isabelino era exagerado y heroico
pero, ya en tiempos de Shakespeare, actores como Richard Burbage habían empezado a
modificar su trabajo hacia un estilo más natural

Sobre Hamlet de William Shakespeare

Hamlet escrita entre 1599 y 1600. La historia de Hamlet ya era conocida en Inglaterra. Se
basa en sucesos ubicados en la primera mitad del siglo XI, cuando Dinamarca ejercía su poder
sobre Inglaterra. La leyenda hablaba de un príncipe llamado Amleth. Ya existía en 1572 una obra
de Francois Belleforest que hablaba sobre el príncipe Hamlet y en 1588 se presenta otra obra
escrita por Thomas Kyd. La obra respetaba las convenciones y las modas del momento: tragedia
de venganza por la muerte de un padre o un hijo, fuerzas antagónicas, intrigas, un fantasma,
episodios de locura fingida, incesto, asesinatos, escenas de cementerio y brujas (único tópico que
no incluyo Shakespeare). En la época isabelina no existía el derecho de autor. Los libretos se
compraban y podían ser alterados
Sin embargo, William Shakespeare combina la acción que ofrece el argumento con otra
trama, esencialmente lírica o de inacción: los soliloquios Hamlet a través de los cuales podemos
acceder al interior del personaje, su pensamiento, sus dudas, vacilaciones y
dilaciones. Hamlet es, por un lado, una tragedia de venganza con enigmal y por otro, un estudio
del escepticismo reflexivo que pone fin al Medioevo e inicia el Humanismo renacentista (Costa
Picazo en la introducción a Hamlet de Editorial Colihue). Hamlet duda, se hace el loco, busca
evidencias, trata de evadirse, suicidarse. Su inacción, además, provoca muchas muertes, algunos
dicen que provoca una tragedia mayor.
Hamlet es el modelo de conciencia humanistas del siglo XVI: se revela contra el Mal, la
corrupción en el Estado (“Algo huele mal en Dinamarca”) pero además dice que está movido por
pasiones: es audaz y tímido, impulsivo y prudente, benévolo y cruel. Todas estas pasiones
muestran al hombre del Humanismo que ha descubierto a la Naturaleza y al Hombre y busca el
sentido del Bien y la Justicia en ellos. Hamlet quiere hacer justicia, no acepta que sea solo
venganza. Y la búsqueda de la justicia, detiene la acción.

Referencias bibliográficas

Bloom, Harold. Shakespeare, la invención de lo humano. Bogotá, Norma, 2001.


Costa Picazo, “Introducción” en Hamlet, Buenos Aires, Colihue, 2004.
Kott, Jan. Apuntes sobre Shakespeare, Barcelona, Seix Barral, 1966.
Tyllard,E. La cosmovisión isabelina, Buenos Aires, FCE, 1984.

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